View
220
Download
1
Category
Preview:
DESCRIPTION
Revista Mayordomos primera publicación 2015, Departamento de Mayordomía Cristiana Iglesia Adventista del Séptimo Día Filadelfia
Citation preview
Todo De Mi En Respuesta Al Todo De Dios
MÁS QUE CUALQUIER OTRA COSA, la vida
cristiana significa la entrega de nosotros mismos
y la aceptación de Cristo. Cuando vemos cómo
Jesús se entregó a sí mismo por nosotros,
clamamos: “¿Qué puedo hacer yo por ti?”
N° 1
Imagen freepik.com
ARTICULO
UN PUEBLO PRÓSPERO
TESTIMONIO
EL DIOS QUE SIEMPRE CUIDA
ESPÍRITU DE PROFECÍA
POR QUE DIOS EMPLEA A LOS
HOMBRES COMO LOS
ENCARGADOS DE DISTRIBUIR
SUS RECURSOS
PARA SABER
4 CARACTERÍSTICAS DE UN FIEL ADMINISTRADOR
SERMÓN
EL CODICIADO DINERO
PORTADA
CREADOS PARA TRIUNFAR
MAYORDOMOS es publicada con el objetivo de promover la mayordomía cristiana, y animar
a los miembros a responder a la gracia de Dios al dedicar todo lo que tienen a él.
Si desea compartir su testimonio favor enviarlos al email:
mayordomiacristianaiasd@gmail.com
https//:mayordomiacristiana.interamerica.org
El Departamento de Mayordomía
ayuda a la administración a cumplir
la misión de la iglesia a través del
entrenamiento en liderazgo y la
educación de los miembros de
iglesia con respecto a los principios
de mayordomía. Más
específicamente, el propósito del
Departamento de Mayordomía es
ayudar en la integración de la senda
de fe cristiana en cada área de la
vida, tanto individual como
corporativamente
Articulo
UN PUEBLO PRÓSPERO
«Que el Señor te bendiga desde Sión, y veas la
prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida».
Salmo 128:5
ohn Calvin Coolidge, presidente de los Estados
Unidos de 1923 a 1929, dijo una verdad bien pensada
acerca de la prosperidad. Aquí están sus palabras: «La
prosperidad es solo un instrumento para usar, no una
divinidad para adorar».
Lamentablemente la prosperidad se ha convertido en una
divinidad adorada por cristianos y no cristianos. Es
buscada como un fin en sí misma, no como medio para
alcanzar propósitos más elevados. En nuestro mundo
capitalista la prosperidad es asociada esencialmente con
dinero, y los cristianos no hemos sido inmunes a esta
influencia tan materializada. Por ejemplo, a finales de los
70 surgió un movimiento evangélico enfatizando la
prosperidad económica. El famoso Club PTL, el Club
700, o evangelistas como Jim Bakker, Jimmy Swaggart o
Pat Robertson, son algunos representantes de esta
nueva corriente conocida como «el evangelio de la
prosperidad».
En 3 de Juan 1:2 leemos: «Amado, yo deseo que tú seas
prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así
como prospera tu alma». Pasajes bíblicos como este son
usados por estos carismáticos líderes para construir una
teología de la prosperidad. Pero el mismo texto
desbarata el énfasis que ellos ponen en una prosperidad
económica, pues en el pasaje el Señor expresa su deseo
de que seamos «prosperados en todas las cosas», sin
ningún énfasis específico en lo económico. Por lo tanto,
desde el punto de vista bíblico, es legítimo desear ser
prósperos, porque Dios desea que lo seamos, pero es
ilegítimo asociar prosperidad solo con dinero.
¿Cuál es el balance bíblico en relación con la
prosperidad? Dios desea que nuestra alma prospere,
pero, ¿es posible alcanzar prosperidad espiritual sin
prosperidad material? ¿Qué significa prosperar en todas
las cosas? ¿Es posible sentirse rico, aunque los recursos
materiales sean solo lo suficiente?
Prosperidad individual
En la primera parte del versículo 1 del Salmo 128 se
habla de «los que temen al Señor», y luego, en la
segunda parte, define quiénes son los que le temen. Dice
que son, «los que van por sus caminos». Leámoslo:
«Dichosos todos los que temen al Señor, los que van por
sus caminos». Luego, en el versículo 2 se le dice al que
teme al Señor lo siguiente: «Gozarás de dicha y
prosperidad».
Observemos la clara relación de causa y efecto que se
da en estos pasajes. Los que temen al Señor no lo dicen
solo de palabra, sino que lo demuestran andando en los
caminos de Dios; es decir, son obedientes. Luego, el
resultado de esta vida de obediencia es la dicha y
prosperidad que se les promete. Por eso es que en el
versículo 1 se los llama «dichosos», pues la prosperidad
que disfrutan los hace sentirse bienaventurados. Ahora
bien, ¿qué tipo de prosperidad es esta? Los versículos 2,
3 y 4 nos darán algunas ilustraciones.
Por ejemplo, la primera parte del versículo 2 dice: «Lo
que ganes con tus manos, eso comerás». Esta promesa
asegura que el resultado del esfuerzo de nuestras manos
será próspero. Tendremos lo necesario para comer y
satisfacer nuestras necesidades. Aquí Dios no está
prometiendo una prosperidad consistente en tener mucho
dinero. Si así fuera, entonces todos los cristianos fieles y
obedientes deberían poseer una gran fortuna, pero la
realidad no es así. Esto quiere decir que tener lo
suficiente para vivir, eso ya es prosperidad. Dichoso el
cristiano que teme a Dios, andando en sus caminos, y
tiene lo necesario para vivir. Lo entendemos mejor si
consideramos que hoy cerca de mil millones de seres
humanos en el mundo pasarán hambre.
Otro ejemplo de prosperidad bíblica lo leemos en el
versículo 3: «En el seno de tu hogar, tu esposa será
como vid llena de uvas». Esto es verdadera prosperidad,
especialmente si consideramos que en el mundo el
número de divorcios ya supera el número de nuevos
matrimonios; en cambio, al que teme al Señor y anda en
sus caminos, se le asegura prosperidad matrimonial.
J
1
Veamos en el versículo 3 un ejemplo más: «Tus hijos
serán como vástagos de olivo». Cuando consideras que
unos 6 mil jóvenes son infectados diariamente por el
SIDA; que entre los 11 y 14 años los adolescentes
empiezan a consumir drogas, pero tus hijos han sido
guardados de estos y otros males como resultado de tu
obediencia al andar en los caminos del Señor, entonces
entiendes mejor qué es prosperidad bíblica. Finalmente,
en el versículo 4 el salmista concluye: «Tales son las
bendiciones de los que temen al Señor», dejando bien
claro que esta prosperidad es para «los que van por sus
caminos».
Prosperidad comunitaria
Pero la prosperidad de la cual habla el Salmo 128 no es
solo individual, porque el individuo a quien Dios hace
prosperar «en todas las cosas» pertenece a una
comunidad de creyentes que en conjunto adoran y temen
al Señor, y a esa comunidad como tal, Dios también la
hace prosperar. Veamos lo que dice el versículo 5: «Que
el Señor te bendiga desde Sión, y veas la prosperidad de
Jerusalén todos los días de tu vida».
Note como Dios expresa su deseo de bendecir al
individuo: «Que el Señor te bendiga desde Sión»; pero
luego expresa su deseo de prosperarlos como
comunidad, de tal manera que cada individuo pueda ver
y ser testigo de esas bendiciones: «y veas la prosperidad
de Jerusalén todos los días de tu vida». Esta próspera
Jerusalén es su pueblo, su iglesia en el mundo, y así
como Dios le asegura prosperidad a cada miembro de su
pueblo que anda en sus caminos, su pueblo como
cuerpo, como iglesia, es igualmente próspero. De hecho,
es el plan de Dios, que «veas la prosperidad» de su
iglesia, «todos los días de tu vida». ¿Ha cumplido el
Señor esta promesa? Al repasar la historia
denominacional, podemos confirmar cómo Dios ha hecho
prosperar a su iglesia para el cumplimiento de su misión.
Jaime White, su esposa Elena y José Bates, los
fundadores de esta iglesia, empezaron de cero. Por
ejemplo, el ministerio de las publicaciones adventistas
comenzó con Jaime White trabajando en un campo de
heno. Así ganó el dinero con el que se pagó la impresión
del primer folleto adventista. De aquel humilde comienzo
hoy tenemos unas 61 casas publicadoras en el mundo.
¿Es esto prosperidad?
En 1867 se estableció la primera escuela adventista en
Battle Creek. Hoy tenemos alrededor de 5,763 escuelas
primarias, 1,678 colegios secundarios y 111
universidades. ¿Es esto prosperidad? En 1866 se abrió
la primera institución de salud, y hoy tenemos alrededor
de 171 hospitales y sanatorios, 429 clínicas y
dispensarios, 44 escuelas de enfermería, y varias
escuelas de medicina y odontología. ¿Es esto
prosperidad?
Esta iglesia nació con un puñado de personas humildes
en Battle Creek, una pequeña aldea, allá por 1844.
Cuando el 21 de mayo de 1863 fue organizada
oficialmente, contaba con tan solo unos 3,500 miembros.
Hoy cuenta con alrededor de 18 millones de miembros
que se reúnen en unas 65,961 iglesias organizadas más
62,430 grupos en 209 países. ¿A qué se debe tanta
prosperidad? «Tales son las bendiciones de los que
temen al Señor», de «los que van por sus caminos». Esta
iglesia ha sido temerosa del Señor; ha andado en sus
caminos; ha ensalzado la doctrina de Cristo como el
Salvador del mundo; ha sido una iglesia fiel en la
práctica, pues si el mandamiento del sábado estaba
olvidado, por su observancia ha sido rescatado,
reivindicando así la ley de Dios.
¿Para qué hemos sido prosperados?
Ya dijimos que la prosperidad no es un fin en sí misma,
sino un medio para alcanzar propósitos más elevados.
Recordemos la gran verdad dicha por el ex presidente
Coolidge: «La prosperidad es solo un instrumento para
usar, no una divinidad para adorar». Entonces, ¿qué uso
instrumental podemos darle a nuestra prosperidad
individual y comunitaria? ¿Para qué Dios nos hace
prosperar como individuos y como iglesia? La respuesta
es clara: ¡para una misión de servicio!
2Para ilustrar lo anterior podríamos usar diferentes ramos
de la obra adventista, pero vamos a limitarnos al campo
de las publicaciones. Esta obra comenzó con una visión
que Dios le dio a Elena G. de White en noviembre de
1848. Después de salir de la visión, ella le dijo al pastor
White: «Tengo un mensaje para ti. Has de comenzar a
imprimir un pequeño periódico y enviarlo a la gente» (El
Colportor Evangélico, pág. 1). Como no había recursos,
el pastor White se fue a trabajar a un campo de heno
para reunir el dinero y pagar la primera impresión. Es de
2
aquel pequeño comienzo que hoy tenemos unas 61
casas publicadoras en el mundo.
¿Para qué todo este éxito? ¿Para qué toda esta
prosperidad? Hablando acerca de la misión de las
publicaciones, la Sra. White escribió: «es una obra
misionera del más elevado carácter, y para presentar a
las gentes las verdades importantes para nuestros
tiempos no se puede emplear método mejor y más
afortunado» (Ibíd, pág. 16). Esto significa que las
publicaciones son un medio para alcanzar algo más
grande: cumplir la gran comisión evangélica. Por eso
Dios anticipó el éxito de las publicaciones con estas
palabras: «será un éxito desde el mismo principio. Se me
ha mostrado que desde este pequeño comienzo saldrán
rayos de luz que han de circuir el mundo» (Ibíd, pág. 1).
Por lo tanto, prosperar para servir, es el santo y seña de
la prosperidad bíblica.
Conclusión
No nos hemos postrado en adoración ante la
prosperidad, ni como individuos ni como iglesia. Como
iglesia, hemos usado las bendiciones de la prosperidad
para cumplir la gran comisión de predicar el evangelio del
reino a todo el mundo. Como individuos, cada uno debe
tomar la decisión de usar todo aquello en lo cual Dios lo
prospere, para convertirlo en canal de bendición a favor
de otros. En otras palabras, si queremos prosperar, es
para tener siempre algo que dar. Si la iglesia prospera
para dar el evangelio, sus miembros lo hacemos también
para dar de lo que tenemos.
Hagamos una comparación entre dos hombres bien
conocidos. Por un lado tenemos a Jaime White, uno de
los fundadores de la Iglesia Adventista, y por el otro lado
tenemos a Steve Jobs, el genio creador de las
computadoras Apple. Jaime White murió a los 60 años de
edad, sin riqueza material. Steve Jobs falleció en el año
2011 a los 56 años de edad, con una fortuna calculada
en unos 7 mil millones de dólares. ¿Quién de los dos
gozó de mayor dicha y prosperidad?
Jaime White dedicó su vida, sus dones, talentos y bienes
al servicio de Dios, de su iglesia y de los demás. De
Steve Jobs, el diario The New York Times aseguró que
nunca hizo donaciones a asociaciones de beneficencia.
Incluso se negó a ser parte de Giving Pledge (Promesa
de Dar), un club de multimillonarios filántropos. En 1997,
como presidente de Apple, canceló todos los programas
caritativos, argumentando que la empresa debía volverse
más rentable. ¿Quién cree usted que gozó de mayor
dicha y prosperidad? ¿Jaime White o Steve Jobs?
¿Qué clase de prosperidad le interesa a usted; la
prosperidad del mundo, o la que Dios ofrece? Por
supuesto, el dinero es importante, ¿pero será que ser
económicamente próspero lo llena todo? ¡No! Entonces
la prosperidad que Dios da es la más grande, la más
deseable. La alcanzan «los que temen al Señor, los que
van por sus caminos». Sí, «tales son las bendiciones de
los que temen al Señor.» ¿Cuáles? Un matrimonio
estable; buenos hijos; el pan de cada día, en fin, como
dice el último versículo del Salmo 128: «¡Que haya paz
en Israel!» No hay prosperidad más grande que esta.
Articulo tomado de Revista Adventista.es
3
Testimonio
“Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios
fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que
le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil
generaciones”. Deuteronomio 7:9.
aría fue bautizada a los veinte años y se casó
a los cuarenta. Cuando fue al médico para
hacerse los exámenes de rutina, descubrió que
estaba embarazada. En el examen prenatal, al
realizar una ultrasonografía mamaria, se detectó un
nódulo maligno del lado izquierdo. Preocupada oró
mucho a Dios y le pidió que dirigiera los
tratamientos.
La cirugía para retirar la mama estaba fijada y al
entrar al quirófano, milagrosamente el nódulo no
existía más. Ella quedó agradecida a Dios, pero
surgieron nuevos desafíos.
En los exámenes siguientes del prenatal, el
diagnóstico fue hipotiroidismo. Su embarazo fue
considerado de riesgo, debido a la edad, y otros
problemas durante la gestación contribuyeron para
que el cuadro de la paciente empeorara.
En una ultrasonografía obstétrica, los médicos le
informaron que estaba con aumento del líquido
amniótico (que envuelve el embrión), lo que
implicaría en serios problemas para el bebé. María
nuevamente rogó a Dios por ayuda.
Los trastornos de salud se sumaron a las
dificultades financieras que María y su marido
enfrentaban. Los gastos con los exámenes y
tratamientos aumentaron, por otro lado hubo una
enorme reducción en los ingresos del marido que
era autónomo, y fue afectado por esos
contratiempos.
En ese período, por cambios en la distribución de
horas, María vio que su sueldo se redujo a la mitad,
pero ella continuó en oración. Posteriormente el
Intendente convocó a todas las gestantes de la
ciudad que eran funcionarias públicas como María,
para una reunión e informó que restituiría el valor
deducido, inclusive se les daría el retroactivo del
mes anterior.
Debido a su embarazo de riesgo, ella decidió que
debería hacer el parto en una clínica particular. El
valor que era elevado fue reducido y los hermanos
de la iglesia la ayudaron con una parte.
Su hija nació perfecta, y para María esa fue la mayor
de todas las bendiciones. “Alabo a Dios porque él
permitió la prueba pero no me desamparó. Vale la
pena ser fiel y confiar en el Señor”, manifestó.
María Andrade
Unión Este Brasileña
Fuente: portal adventistas.org
M
EL DIOS QUE SIEMPRE CUIDA
Estamos endeudados con él
por cada momento de
nuestra existencia y por
todas las comodidades de
la vida. Las facultades y las
aptitudes que elevan al
hombre por encima de la
creación inferior constituyen
el don del Creador.
CMC
4
Espíritu de Profecía
ios no depende de los hombres para promover su
causa. Podría convertir a los ángeles en
embajadores de su verdad. Habría podido revelar su
voluntad por medio de su propia voz cuando proclamó la
ley desde el Sinaí. Pero ha elegido emplear a los
hombres para que hagan su obra a fin de cultivar en ellos
el espíritu de liberalidad.
Cada acto de abnegación realizado en bien de otros
fortalecerá el espíritu de generosidad en el donante, y lo
vinculará más estrechamente con el Redentor del mundo,
quien "por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico,
para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos"
"(2 Cor. 8: 9). Y la vida puede ser una bendición para
nosotros únicamente en la medida en que cumplimos el
propósito divino para el cual fuimos creados. Todas las
buenas dádivas que Dios hace al hombre constituirán
una maldición a menos que éste las emplee para hacer
felices a sus semejantes y para promover la causa de
Dios en el mundo.- RH, dic. 7, 1886.
Resultado de la búsqueda de ganancias
Este creciente apego por la obtención de dinero, el
egoísmo engendrado por el deseo de ganancias, es lo
que amortece la espiritualidad de la iglesia y aleja de ella
el favor de Dios. Cuando la cabeza y las manos están
ocupadas constantemente en planear y trabajar para
acumular riquezas, los derechos de Dios y la humanidad
quedan olvidados.
Si Dios nos ha bendecido con prosperidad, esto no
quiere decir que debemos apartar de él nuestro tiempo y
atención para dirigirlos a las cosas que él nos ha
prestado. El Dador es más grande que el don. Hemos
sido comprados por un precio y por lo tanto no nos
pertenecemos a nosotros mismos. ¿Hemos olvidado cuál
fue el precio infinito pagado por nuestra redención? ¿Ha
muerto la gratitud en el corazón? ¿La vida de Cristo no
es un reproche para una vida de comodidad egoísta y
complacencia?
Estamos cosechando los frutos de este sacrificio de
abnegación infinita; y sin embargo, cuando hay que
trabajar, cuando se necesita que nuestro dinero ayude a
la obra del Redentor en la salvación de las almas, nos
apartamos de nuestro deber y oramos para que se nos
excuse. Pereza innoble, descuidada indiferencia, y
egoísmo malvado sellan nuestros sentidos para que no
veamos los derechos de Dios.
¡Oh! ¿Debe Cristo, la Majestad del cielo, el Rey de gloria,
cargar con la pesada cruz, llevar la corona de espinas y
beber la amarga copa, mientras nosotros descansamos
cómodamente, nos glorificamos a nosotros mismos y nos
olvidamos de las almas por las que murió para redimirlas
mediante su sangre preciosa? No; demos mientras
podamos hacerlo. Hagámoslo mientras tenemos fuerzas
para hacerlo. Trabajemos mientras dura el día.
Dediquemos nuestro tiempo y nuestros medios al servicio
de Dios a fin de recibir su aprobación y su recompensa.-
RH, oct. 17, 1882.
Nuestro mayor conflicto es con el yo
Nuestras posesiones en esta vida son limitadas, pero el
gran tesoro que Dios ofrece en su don al mundo es
ilimitado. Abarca todo deseo humano y sobrepasa
nuestros cálculos finitos. En el gran día de la decisión
final, cuando cada uno sea juzgado por sus obras, se
hará callar toda voz que hable en favor de la justificación
de sí mismo; porque se verá que el Padre en su don a la
humanidad, dio todo lo que poseía, y resultará evidente
que los que han rehusado aceptar ese misericordioso
ofrecimiento carecen de toda excusa.
No tenemos ningún enemigo exterior a quien debemos
temer. Nuestro gran conflicto lo tenemos con nuestro yo
no consagrado…Cuando dominamos el yo somos más
que vencedores por medio de Aquel que nos amó.
Hermanos míos, ahí está la vida eterna que debemos
ganar. Peleemos la buena batalla de la fe. Nuestro
tiempo de prueba no está en el futuro, sino en el
momento presente.
Consejos sobre Mayordomía Cristiana Capítulo 3
D
POR QUE DIOS EMPLEA A LOS HOMBRES COMO LOS ENCARGADOS DE DISTRIBUIR SUS RECURSOS
5
Para Saber
4 CARACTERÍSTICAS DE UN FIEL ADMINISTRADOR
«Se requiere de los administradores, que cada
uno sea hallado fiel» 1 Corintios 4:2
a palabra administradores de este texto es
oikónomos, también se traduce como
«mayordomos». Dios nos ha hecho sus mayordomos al
confiarnos el cuidado de este mundo y valiosos talentos,
para cumplir con este elevado propósito se requiere de
ciertas características, a continuación enumeramos
cuatro de ellas:
1. Reconoce la soberanía de su Señor. Esta es la
característica fundamental de un fiel mayordomo,
reconocer a Dios como el Creador de todo lo que existe
(Éxodo 20:11), como el dueño del dueño del oro y la
plata (Hageo 2:8), de nuestro cuerpo (1 Corintios 6:20),
nuestra familia, «todo le pertenece».
2. Reconoce su condición de mayordomo. La
Mayordomía nos enseña que nuestros derechos tienen
límites, como José reconoció ante la esposa de Potifar
cuando le dijo: «Ninguna cosa me ha reservado sino a ti,
por cuanto eres su mujer.» (Génesis 39:9). A Adán y Eva
Dios les dijo: «De todo árbol podrás comer; más del árbol
de la ciencia del bien y del mal no comerás…»
(Génesis2:16-17); de la misma manera estableció un día
específico para su adoración (Éxodo 20:8-11), nos pide el
diezmo de todo lo que recibimos reconociendo su
soberanía (Malaquías 3:10), ha establecido el decálogo
para regir nuestra conducta moral, en fin todo esto es
para nuestro propio bien.
3. Es fiel en lo más mínimo. «El que es fiel en lo poco,
también lo será en lo mucho; y el que no es íntegro en lo
poco, tampoco lo será en lo mucho. Por eso, si ustedes
no han sido honrados en el uso de las riquezas
mundanas, ¿quién les confiará las venideras?» (Lucas
16:10-11). Nunca pienses que un acto, un pensamiento,
una moneda, unos gramos, una pieza de huevo, 5
minutos, etc., son de poca importancia y que nadie se
dará cuenta, si eres cuidadoso con los pequeños detalles
lo serás también con las grandes responsabilidades.
Recuerda que para Dios nada pasa desapercibido.
4. Usa adecuadamente los talentos que le han sido
confiados. Es triste ver a personas talentosas
desaprovechando o haciendo mal uso de sus dones,
pierden el tiempo ante el televisor, en las redes sociales,
en platicas triviales, etc., la ociosidad es un terreno
peligroso y propicio para vicios, malos pensamientos y
malos hábitos. Dios desea que usemos sabiamente los
talentos que nos haconfiado mediante un servicio fiel a Él
y a nuestros semejantes.
«Nunca debemos olvidar que se nos
ha puesto a prueba en este mundo a
fin de determinar nuestra aptitud para
la vida futura. No podrá entrar en el
cielo ninguna persona cuyo carácter
haya sido manchado con la fea
mancha del egoísmo. Por lo tanto,
Dios nos prueba aquí entregándonos
posesiones temporales a fin de que el
uso que hagamos de ellas demuestre
si se nos pueden confiar riquezas
eternas» (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 24).
Pastor Eugenio Mendoza Sarmiento
Ministerios de Mayordomía
Unión Mexicana del Sureste
Preparados para su venida 2014
L
6
Sermón
EL CODICIADO DINERO
Lectura bíblica: Hechos 20:33
“No he codiciado ni la plata ni el oro ni la ropa de nadie”.
Introducción
¿Qué cree usted, que la codicia está asociada con el egoísmo?
Y si lo está, ¿cómo se relacionan? Muy simple: Hay un tipo de
codicia que quiere para sí lo que el otro tiene, por lo cual el
pecado de la codicia tiene sus raíces en el egoísmo. Es decir,
el egoísmo es el móvil que engendra y da a luz a la codicia.
Comentando acerca del poder de este sentimiento, Elena G.
de White, en la página 27 del libro Consejos sobre mayordomía
cristiana declara: “El egoísmo es el impulso humano más
poderoso y más generalizado”. Es decir, el ser humano puede
experimentar en su ser muchos otros impulsos; puede sentir
que lo gobiernan otras fuerzas y pasiones, pero entre todas
ninguna como el egoísmo; es el más poderoso de sus
impulsos, y no solo esto, sino que es el más común entre los
hombres, el más generalizado, pues todos lo experimentamos.
Sabemos por propia experiencia lo que es ser egoísta.
Pero hay otro tipo de codicia específicamente orientada hacia
el dinero. En el tipo que arriba mencionamos se codicia lo que
el otro tiene, pero en este otro el objeto de la codicia es el
dinero; no necesariamente el dinero que el otro tiene, sino
simplemente codicia de dinero en sí mismo. En este caso el
egoísmo continúa siendo el poderoso impulso que despierta el
visceral deseo de poseer dinero. No solo se trata del deseo de
obtener dinero para suplir las necesidades materiales de la
vida, sino que estamos hablando de un deseo tan enfermizo
como lo es el mismo egoísmo. La persona que codicia lo que el
otro tiene, ¿puede ser feliz si logra obtener el objeto de su
codicia? Y la persona cuyo objeto de codicia es el dinero,
¿puede ser feliz si logra atesorar cierta cantidad? ¿Es lo mismo
ahorrar dinero que atesorarlo? ¿Es importante el dinero? Y si lo
es, ¿tiene límites su importancia? ¿Hasta dónde llega su
utilidad?
Sé feliz con lo que tienes
Ya establecimos la relación que existe entre la codicia y el
egoísmo; pero no se trata de un egoísmo cualquiera, sino que
estamos hablando de un egoísmo visceral, de lo más profundo.
¿Por qué afirmamos esto? Porque el tipo de egoísmo presente
en la codicia hace que la persona no solo quiera retener para
sí lo que ya tiene, lo que ya le pertenece, sino que aparte de
esto también quiere apoderarse de lo que el otro tiene, y
además, podría estar dispuesto a cualquier cosa para lograrlo.
Si notamos, el egoísmo presente en la codicia hace que la
persona sea infeliz, porque no satisfecha con lo que ya tiene es
consumida por la ansiedad que le genera el deseo de
apoderarse de lo que el otro tiene.
En Éxodo 20:17 el mandamiento dice: “No codicies la casa de
tu prójimo: No codicies su esposa, ni su esclavo, ni su esclava,
ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca”. Como con
el resto de los mandamientos, al que ordena no codiciar
también le debemos obediencia. El apóstol Pablo lo reconoce,
y para dejar constancia de haberlo guardado en Hechos 20:33
declara: “No he codiciado ni la plata ni el oro ni la ropa de
nadie”. Lo que llama la atención en esta declaración es la
adición que Pablo hace de la plata y el oro como bienes
codiciables, pero que él no ha codiciado de otros. Estamos
hablando de dinero, constante y sonante. “No lo he codiciado”,
dice el apóstol Pablo defendiendo su integridad. Si notamos,
Éxodo 20:17 manda no codiciar “nada que le pertenezca” al
prójimo, y esto incluye todo lo que tenga: plata, oro, ropa,
esposa, su carro o cualquier otra pertenencia. En todo esto
Pablo era intachable y recto.
El que codicia no es feliz con lo que tiene, y cree, que
apoderándose de lo del otro puede serlo. ¿Pero qué es
codicia? Los diccionarios definen el término en dos direcciones.
En primer lugar, dicen que codicia es ansiar o desear
vehementemente una cosa, y esto va de acuerdo con el
mandamiento de Éxodo 20:17 que ordena no codiciar nada
que pertenezca al prójimo. Pero en segundo lugar los
diccionarios definen codicia como el deseo o apetito ansioso y
excesivo de bienes y riquezas, una definición que va de
acuerdo con lo expresado por Pablo en Hechos 20:38 en
donde declara que no había codiciado ni la plata ni el oro de
nadie. Todo eso es parte de lo que significa codiciar. Ahora,
notemos que el mandamiento está dado en forma de negación:
“No codiciarás”; sin embargo contiene un mensaje positivo, que
dice: ¡Sé feliz con lo que tienes! En otras palabras, al que
codicia la esposa del prójimo el décimo mandamiento le dice:
“No lo hagas, sé feliz con la tuya”. O como lo reafirma
Proverbios 5:18: “Goza con la esposa de tu juventud”.
Si tienes un auto o un buen caballo, sé feliz con lo que tienes, y
no apagues tu espíritu consumido por el egoísta deseo de
tener el auto o el caballo del otro. Si tienes una casa, disfrútala.
Si codicias la del otro, no gozarás la tuya. No compares tus
hijos con los del otro. Eso es codicia, y no es justo, pues los
tuyos son también hermosos, y no tienen nada que envidiar a
los del otro. El mandamiento es enfático: del prójimo “no
codicies nada que le pertenezca”. Nada es nada. Epicuro, el
filósofo griego, escribió lo siguiente: “¿Quieres ser rico? Pues
no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu
7
codicia”. ¿Hay sabiduría en lo dicho por este filósofo? Sin
duda, y deberíamos pedirle al Señor poder para que nuestra
codicia disminuya; ya que en el mundo en lugar de disminuir la
codicia más bien se incrementa. Así lo demuestra el productor
de cine Oliver Stone, en una ocasión en la que comentaba con
una clase de la American University una de sus más recientes
películas llamada Wall Street 2.
Hablando con los alumnos de esa clase, Stone les hacía notar,
cómo es que posterior a la década de los 80 los millonarios se
volvieron billonarios. Stone le explicaba a uno de los
estudiantes este fenómeno con las siguientes palabras: “La
bolsa de Nueva York puede ser el motor del capitalismo y crear
oportunidades, pero cada vez lo hace menos porque hay más
dinero en juego”. Es decir, entre más dinero haya en juego,
menos oportunidades habrán, porque los que ya tienen mucho
siempre van a querer tener mucho más. Es de lo más curioso,
pero los temas de esta película son la codicia y la envidia, y
muestra que en lugar de disminuir, la codicia sigue en
aumento. Imagínese, ¡hasta un cineasta se da cuenta de esto!
¿Y nosotros? ¿Estamos conscientes de la presencia de la
codicia en nuestro corazón? Y si lo estamos, ¿qué hacer para
vencerla? Bueno, por supuesto que orando al Señor pidiendo
poder para expulsarla de nuestras almas, y luego de esto hacer
el esfuerzo que nos corresponde para superarla. Como dijera
Benjamín Franklin: “Más fácil es reprimir la primera codicia que
satisfacer la próxima”. Aquí está la clave: ¡Reprimir la primera
codicia! No darle lugar en nuestras vidas, ni de la plata, ni del
oro, ni de la esposa, ni del caballo ni de nada que pertenezca a
nuestro prójimo. En otras palabras, ¡sé feliz con lo que tienes!
El objeto más codiciado
¿Qué es aquello que más despierta la codicia en el ser
humano? En nuestro pasaje de Hechos 20:33 Pablo lo
identifica: ¡El dinero, la plata, el oro! ¡Lo más codiciable! Hay un
pasaje bíblico que explica por qué no codiciar el dinero. Lo
encontramos en Proverbios 11:4 y dice: “En el día de la ira de
nada sirve ser rico, pero la justicia libra de la muerte”. Ningún
cristiano serio y responsable podría decir que el dinero no sirve
para nada. Claro que es útil y necesario. Los financistas han
definido tres funciones del dinero, las cuales revelan su utilidad
y necesidad. En primer lugar, sirve para asignarle un valor a los
bienes y servicios que consumimos. Por ejemplo, la ropa que
vestimos en este momento implicó un costo para producirla. El
cálculo de ese costo da como resultado el valor monetario que
se le asigna a esa indumentaria. En segundo lugar, el dinero
es necesario como medio para comprar los bienes y servicios
que los comerciantes nos ofrecen. No podríamos ir al
supermercado en busca de víveres si no llevamos dinero. No
podemos tener telefonía celular si no pagamos con dinero ese
servicio.
La tercera función del dinero es muy importante. Aquí ya no me
sirve para vender o comprar productos, sino que me es útil
para ahorrarlo o invertirlo en crear un patrimonio, según las
posibilidades nos lo permitan. Para muchas personas esta
función es muy complicada, pues usan todo su dinero en la
segunda función, gastándolo todo y no dejando nada para
invertir en un fondo de ahorro. Si practicamos la tercera función
podríamos crear un pequeño patrimonio útil para nuestra
familia, para ayudar a algún amigo en necesidad, o para
cualquier otra persona necesitada que se cruce en el camino a
lo largo de nuestra vida. Para todo esto el uso del dinero es
legítimo. El problema aparece cuando se vuelve objeto de
nuestra codicia. Y tengamos presente que entre tantos bienes
el dinero es el que más codicia despierta.
Pero hay una situación en la que el dinero no sirve para nada,
y es que “en el día de la ira de nada sirve ser rico”. Sabemos
que de acuerdo a 2 Corintios 5:10 “todos compareceremos
ante el tribunal de Cristo”. También sabemos que tal
comparecencia será en el día del juicio final, “el día de la ira”.
Pues entonces, en ese día, para efectos del juicio del cual
seremos objeto ante el tribunal de Cristo, nuestra riqueza
material, nuestro dinero, sea mucho o poco, de nada le servirá
a nadie. En esta economía del pecado en la cual vivimos,
sabemos de casos de personas que con dinero han logrado
comprar jueces que han dado veredictos injustos,
absolviéndolos a pesar de ser culpables; sin embargo, en el
“día de la ira”, en el día del juicio, cuando “compareceremos
ante el tribunal de Cristo”, ninguna cantidad podría comprar al
Juez de toda la tierra. Su veredicto será justo lo que merecen
nuestros actos. Ninguna cantidad de dinero podría alterar tal
veredicto. Entonces, lo que necesitamos para enfrentar ese
juicio no es dinero sino justicia; pues solo “la justicia libra de la
muerte”, leímos en nuestro pasaje de Proverbios.
Conclusión y llamado
¿Cómo la justicia puede librarnos de la muerte en “el día de la
ira”? Porque en ese día el dinero no nos servirá absolutamente
de nada. Codiciarlo más bien nos llevaría a la perdición. Hay
una gran diferencia entre ahorrar y atesorar dinero. La tercera
función del dinero que vimos nos enseñó la importancia de
ahorrarlo, y no hay nada malo en esto, pero es el pecado de la
codicia el que nos induce a atesorarlo en nuestro corazón.
Pero en el día del juicio ni el dinero ahorrado ni el dinero
atesorado puede librarnos de la muerte. En ese día lo único
que puede librarnos de la muerte es la justicia. Por lo tanto, lo
que debemos cultivar y atesorar en esta vida es esa justicia.
Debemos hacerlo con mayor entrega que la que ponemos para
ahorrar riquezas materiales. Debemos acumular ilimitados
depósitos de esa justicia en el banco del cielo. Estamos
hablando de la justicia perfecta de Cristo, sin la cual nadie verá
al Señor.
Preparado por el pastor Javier Mejía Mejía
Plan de crecimiento integral Mayo 2014
8
Portada
CREADOS PARA TRIUNFAR
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y
maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra
del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
Efesios 4: 11 – 12
¿Qué enseña el mensaje de la Mayordomía?
Enseña que la ley de la vida en Cristo es el servicio y el
ocio es sinónimo de muerte. Lamentablemente, muchos
que no colaboran en ninguno de los ministerios de la
iglesia, lo hacen bajo pretexto que no tiene capacidad.
¿Será esto cierto? Pero a cada uno le es dada la
manifestación del Espíritu para provecho. 1 Corintios
12:7, este texto habla de un Dios que habilita a sus hijos
para que puedan cumplir con todo deber que reciban de
él. Es de resaltar que esta acción de parte de Dios no es
excluyente. La sierva del Señor nos ayuda a Entender
mejor esta verdad:
Todos, encumbrados y humildes, ricos y pobres, han sido
dotados con talentos por su Maestro; algunos con más,
otros con menos, de acuerdo con sus diversa aptitudes.
CSMC p. 116
“Dios a todos asigna su obra, y espera que le devuelvan
de acuerdo a las diversas capacidades a cada uno
confiadas” CSMC p. 117.
¿Qué nos enseñan las anteriores declaraciones?
1. Todos, sin excepción estamos aptos para servir.
2. Que aunque existan grados de capacidades
para el servicio, esto no debe ser un obstáculo
para nuestra disposición de trabajar para Dios.
3. Dios espera que rindamos en su servicio de
acuerdo a las capacidades que nos ha confiado.
4. Todos somos diferentes, por tal motivo no
tenemos que parecernos a otros ó hacer lo que
el otro hace para sentir que estamos haciendo
algo para Dios.
5. .Lo que se espera y de lo que se nos pedirá
cuenta a cada uno es delo que tenemos que
hacer de acuerdo con los dones recibidos.
¿Por qué nos sentimos incapaces en desempeñar un
servicio en la iglesia?
“Muchos de los que se excusan de hacer esfuerzo
cristiano presentan como una causa su incapacidad para
la obra. Pero, ¿los hizo Dios incapaces? No,
nunca…“…La incapacidad fue producida por su propia
inactividad y perpetuada por su elección deliberada. El
continuo mal uso de sus talentos, apagará del todo para
ellos el Espíritu Santo, que es la única luz. PVGM p, 299
Según el anterior pensamiento podemos concluir:
1. Que ningún ser humano normal puede alegar que fue
creado con desventajas con relación a otros.
2. Nunca ha salido de las manos de Dios algo que pueda
considerarse inservible.
3. Una persona puede llegar a incapacitarse a sí misma
si no usa los talentos que tiene. Si permanece inactiva
terminará arruinada.
4. El Espíritu Santo es el agente Divino que trae a
nuestras vidas todas esas bendiciones y dirige nuestras
vidas si nosotros lo dejamos.
5. Finalmente, el mensaje de la anterior cita da entender
que la forma más práctica de apagar la luz del Espíritu
Santo en nuestras vidas tiene que ver con el no ó el mal
uso de los dones que Dios nos ha dado.
¿Qué aptitudes debemos evitar con relación a los
talentos y dones que Dios nos ha dado?
a) Debemos evitar el descuido.
“El haber recibido talentos de parte de Dios debe verse
como una oportunidad para actuar y dar gloria a su
nombre. De otra manera, veremos esos talentos
arruinarse”. CSMC p. 118
b) Debemos evitar la pereza física y
mental.
“La Palabra de Dios enseña que si un hombre no quiere
trabajar, tampoco debe comer. El Señor no requiere que
el trabajador activo sostenga al que no es diligente. La
pérdida de tiempo y la falta de esfuerzo es lo que
produce pobreza y necesidad” CSMC p. 119 – 120
En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en
espíritu, sirviendo al Señor; Rom 12:11
c) Debemos amar al Dador del don en vez
de idolatrar el don.
“Es triste como una persona a quien Dios ha bendecido
con dones y habilidades para glorificar su nombre y hacer
9
el bien, llega a centrar su vida en esas bendiciones que
termina convirtiéndolas en un ídolo.”
d) Debemos evitar servir al mundo o a
nosotros mismo antes que a la causa
de Dios.
“Hay personas a las que Dios bendice hasta llegar a
tener capacidades, conocimiento e influencia, pero luego,
al ser solicitadas para el servicio, resultan que no tienen
tiempo para Dios”… “Muchos dedican meses y años a la
adquisición de un oficio o profesión a fin de llegar a ser
obreros de éxito en el mundo; y sin embargo no realizan
ningún esfuerzo especial para cultivar los talentos que
podría convertirlos en trabajadores de éxito en la viña del
Señor. CSMC p. 122
e) Debemos evitar un servicio basado
únicamente en palabras.
“Cuando los casos de todos pase en revista delante de
Dios, no se formulará esta pregunta: ¿Qué profesaron
ellos?, sino estas otras ¿Qué hicieron ellos? ¿Han sido
ejecutadores de la Palabra? ¿Han vivido para sí mismos?
…... ¿O bien se han ejercitado en obras de benevolencia
y bondad, en amor, prefiriendo a los demás antes que a
ellos mismos y negándose a sí mismo para poder
bendecir a otros? CSMC p. 126
Hago un llamado en este momento en el nombre de
Jesús a reconocer que hemos sido creados para triunfar,
que hemos sido habilitados para servir, para ser útiles en
la causa de Dios y para el bienestar de otros.
Seminario de mayordomía
Lo primero como files mayordomos
Todo creyente debe ser sincero en su unión con
la iglesia. La prosperidad de ella debe ser su
primer interés, y a menos que sienta la
obligación sagrada de lograr que su relación
con la iglesia sea un beneficio para ella con
preferencia a sí mismo, la iglesia lo pasará
mucho mejor sin él. Está al alcance de todos
hacer algo para la causa de Dios. CSMC 46
EN BREVE
Se representa aquí las
dos coronas de Jesús.
La corona de espinas
nos recuerda que Él es
nuestro Salvador. La
corona de la victoria (la
corona regia) refleja su
señoría en el cielo y en
la tierra. Con la primera
corona en mente, nos
entregamos a Él en
gratitud. Con la
segunda corona en
mente, nos sometemos
completamente a Él. Por
lo tanto, La
responsabilidad es
nuestra respuesta a
Jesús. Nos damos todo
en respuesta a Su
absoluto. Además, se
nos recuerda que a
través de Su sufrimiento
nos encontramos con nuestra salvación, y por
medio de su victoria,
encontramos nuestro
camino a la corona que
nos espera en el cielo!
10
RECURSOS
Por medio de esta serie de sermones respecto a la
mayordomía, el autor proporciona los aspectos más
relevantes de la mayordomía cristiana, basándose en las
Escrituras y presentando la voluntad de Dios para sus hijos
mediante acertadas ilustraciones. Lo más destacable de este
libro: • La mayordomía como un estilo de vida. • Cada capítulo
concluye con un cuadro que nos invita a refl exionar sobre
cómo ser un verdadero mayordomo de lo que Dios nos da.
Cómo puede el líder de la iglesia llevar a cabo una atención
personalizada. • Cómo concienciar al miembro de iglesia para que
sea un fiel mayordomo. • Cómo sostener la organización de la
iglesia.
Basado en la Biblia y en los escritos de Elena G. de White,
este libro da respuesta a las principales preguntas
relacionadas con el tema de la mayordomía. El autor ofrece
una explicación clara de los conceptos de diezmo y ofrenda.
Lo más destacable de este libro: • ¿Qué es el diezmo? •
¿Para qué se usa el diezmo? • ¿Cuál es la diferencia entre
diezmar y ofrendar? • ¿Cómo usan las Asociaciones/Misiones
el diezmo?
Cómo puede el líder de la iglesia llevar a cabo una atención
personalizada. • Cómo concienciar al miembro de iglesia para que
sea un fiel mayordomo. • Cómo sostener la organización de la
iglesia.
Imagen Freepik.com
11
Cuando el Espíritu de Dios toma posesión de la vida, “aquellos cuyo corazón está lleno del
amor de Cristo seguirán el ejemplo de aquel que por amor a nosotros se hizo pobre a fin
de que por su pobreza fuésemos enriquecidos. El dinero, el tiempo, la influencia, todos los
dones que han recibido de la mano de Dios, los estimarán solamente como un medio de
promover la obra del evangelio” (Los hechos de los apóstoles, pp. 59, 60)
Departamento de Mayordomía Cristiana
Recommended