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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN
MARTINFACULTAD DE CIENCIAS
ECONOMICAS
ESCUELA ACADEMICA PROFESIONAL DE ECONOMIA
METODO DE VALORACION CONTINGENTE
Docente:
Dra. Olga Maritza Requejo La Torre
Integrantes:
Burga López, Joaquín Rolando 108433 Mejía Izquierdo, Edison Torres Sánchez, Osmer Oblitas Putpaña, Juan Carlos Bocanegra Loja karito
Asignatura:
Microeconomía avanzada.
Ciclo:
IVTARAPOTO- PERU
2012
}
PRESENTACIÓN
A la profesora; y para nuestros
compañeros, quienes son nuestros
amigos del día a día y nos apoyan
para poder seguir adelante y
contribuir al desarrollo de la
sociedad.
Desde hace tiempos la economía se ha convertido definitivamente en una ciencia
imprescindible, pues cuenta con aplicación en el campo de toda sociedad y para lo
cual el ser humano tiene razón en su actividad de aprendizaje para con ella, así la
Economía se encarga de ver todos los procesos de actividad humana; buscando
así el control, el mejoramiento y el crecimiento de la sociedad y la persona en
aspectos de mercado, inversión, negocios y demás. Una de las ramas de la
Economía, está la Microeconomía, la cual se encarga de los agentes individuales
de la economía como: la empresa, los precios, consumidores, etc.
La siguiente publicación tiene como motivo de su elaboración alcanzar de forma
significativa y maximizada los conocimientos, teorías y conceptos acerca de LOS
MÉTODOS DE VALORACIÓN CONTINGENTE.
Este trabajo fue elaborado con mucha dedicación y esfuerzo para brindar la mejor
información buscando así les ayude a aclarar y despejar sus dudas; para ello se
estimó varios días de investigación, obteniendo ayuda de distintos libros de
consulta especializados en el tema, así también como páginas web que nos
permitieron reforzar ideas y conceptos; usando técnicas de interpretación
buscamos sintetizar y objetividad de la información para de esta manera llegar un
óptimo resultado en el trabajo.
Es importante aprender nuevas cosas y más aún si somos estudiantes, por lo que
esperamos que éste trabajo sea de su agrado y contribuya para el crecimiento
intelectual de cada uno de ustedes.
Los Autores.
INTRODUCCIÓN
El método de la valoración contingente es una de las técnicas a menudo la única que
tenemos para estimar el valor de bienes (productos o servicios) para los que no existe
mercado. Es extraordinariamente simple en su comprensión intuitiva: se trata de simular
un mercado mediante encuesta a los consumidores potenciales. Se les pregunta por la
máxima cantidad de dinero que pagarían por el bien si tuvieran que compararlo como
hacen con los demás bienes. De ahí se deduce el valor que, para el consumidor medio
tiene el bien en cuestión. La utilidad del método es muy variada. Va desde la
Administración que necesita evaluar las iniciativas que propone, hasta las organizaciones
preocupadas por el medio ambiente que desean saber el valor social del patrimonio
natural o los tribunales que deben imponer sanciones económicas a quienes causen
daños a bienes colectivos. De hecho, la variedad de bienes que pueden valorarse por
este método es casi ilimitada. Ello constituye lógicamente una de las principales ventajas
de la valoración contingente. Pero se enfrenta también con una notable complejidad en la
elaboración del ejercicio. En consecuencia, la redacción de un manual de valoración
contingente debe abordar de forma prioritaria este problema. Por ello, el lector encontrará
a lo largo de estas páginas explicaciones y sugerencias que son muy relevantes, acaso
vitales, para la valoración de un determinado bien, pero inaplicables a otros, en distinto
contexto. No es, por tanto, un manual con soluciones explícitas a todos los casos, sino
una guía que pretende familiarizar al lector con la complejidad del ejercicio para que
pueda adoptar sus propias decisiones con mayor conocimiento de causa o pueda
interpretar mejor los resultados del estudio.
La aplicación del método de valoración contingente es habitual en los Estados Unidos y
en los países del centro y norte de Europa. Su introducción en los países mediterráneos y
de habla hispana ha sido tardía, pero los pocos estudios realizados muestran un gran
potencial para la aplicación de dicho método. Así como que los responsables de tomar
decisiones y otras personas interesadas comprendan mejor los estudios en los que se
utilice este tipo de valoración.
En esta introducción se describen brevemente las tres técnicas, con especial énfasis en la
valoración contingente.
Evolución histórica
Durante muchos años, este problema en la valoración mediante encuestas de
externalidades, bienes públicos o bienes de no mercado en general, tuvo como punto de
referencia (negativo) un influyente artículo corto publicado por Paul Samuelson (1954) en
The Review of Economics and Statistics. Samuelson sostenía que, al valorar un bien
público del que no se puede excluir del consumo a los que no lo pagan, las personas
entrevistadas podían esforzarse en aplicar una determinada estrategia para expresar un
precio distinto del que realmente creen, para obtener así un beneficio personal de su
respuesta hipotética, cosa que no sería posible en bienes privados con mercado real. Ello
podría llevar a estimar precios distintos al verdadero (sesgo de estrategia). Este problema,
que tiene estrechos vínculos con el del free rider, llevó a Samuelson a desaconsejar la
encuesta directa para valorar bienes públicos. Quizás por ello, la propuesta de utilizar el
método de encuestas sugerido por Ciriacy-Wantrup (1952) no llegó a cuajar durante
aquella década. El primer trabajo empírico no llegó hasta 1963, cuando Robert K. Davis
aplicó esta técnica en su tesis doctoral por la Universidad de Harvard. En la segunda
mitad de los años sesenta se desarrollaron distintos estudios que aplicaban el método de
la valoración contingente a bienes ambientales y usos recreativos, principalmente. Ya en
la década de los setenta, Peter Bohm (1971; 1972) contrastó empíricamente y rechazó la
hipótesis de sesgo estratégico formulada por Samuelson. En los años setenta, Randall,
Ives y Eastman (1974), entre otros, contribuyeron decisivamente a incrementar la
fiabilidad y aceptación del método con rigurosos trabajos teóricos y aplicados.
En la segunda mitad de los años ochenta aparecieron dos obras analizando el estado de
desarrollo alcanzado por la valoración contingente, los cuales han contribuido
decisivamente a la popularización del método en Estados Unidos y muchos otros países.
Se trata de Cummings, Brookshire y Schulze (1986) y Mitchell y Carson (1989). Ambos
libros, y especialmente el segundo, intentaban situar esta técnica de valoración en un
contexto más amplio que el de la economía ambiental y del bienestar. La riqueza del reto
de valorar correctamente un bien en un mercado hipotético requiere la colaboración de la
estadística, la psicología, la sociología, la investigación de mercado y, en general, ramas
de las ciencias económicas que no encajan necesariamente en la tradición de la
economía del bienestar.
MÉTODO DE VALORACIÓN CONTINGENTE
El método de valoración contingente (mvc) consiste en averiguar los cambios en el
bienestar de las personas ante cambios hipotéticos (contingentes) de un bien o servicio
ambiental. Este método, ha sido comúnmente empleado para obtener la valoración
económica de áreas naturales que cumplen una función de recreación en la función de
utilidad familiar.
Algunos autores lo consideran como un método de valoración directa, pues dicha
valoración se obtiene, mediante la formulación de preguntas directas sobre la valoración
del medio ambiente.
En el método de la valoración contingente, los cuestionarios juegan el papel de un
mercado hipotético, donde la oferta viene representada por la persona entrevistadora y la
demanda por la entrevistada.
Existen numerosas variantes en la formulación de la pregunta que debe obtener un
precio para este bien sin mercado real. Un procedimiento típico es el siguiente: la persona
entrevistadora pregunta si la máxima disposición a pagar sería igual, superior o inferior a
un número determinado de soles. En caso de obtener "inferior" por respuesta, se puede
repetir la pregunta disminuyendo el precio de salida. Finalmente, se suele preguntar cual
sería el precio máximo que pagaría por el bien, teniendo en cuenta sus respuestas
anteriores.
La persona entrevistada se encuentra en una situación parecida a la que diariamente se
enfrenta en el mercado: comprar o no una cantidad determinada de un bien a un precio
dado. La diferencia fundamental es, naturalmente, que en esta ocasión el mercado es
hipotético y, por lo general (hay excepciones), no tiene que pagar la cantidad que revela.
Este mecanismo puede resultar en un sesgo, generalmente llamado estratégico, que está
relacionado con el incentivo o desincentivo a revelar el "verdadero" precio, lo que ha
motivado algunas críticas almétodo.
Los efectos sobre los no usuarios no pueden medirse con los modelos del coste del
desplazamiento o de los precios hedónicos, pero sí con el método de la valoración
contingente. Ello sitúa a la valoración contingente como prácticamente el único
procedimiento razonable para medir la pérdida de utilidad en personas que no van a
disfrutar de forma inmediata de un bien singular, pero que estarían dispuestas a pagar
algo por la opción de disfrutarlo en el futuro. De ahí su importancia en determinados
estudios y aplicaciones.
VENTAJAS
Este método detecta medidas de beneficios de los consumidores que con otros
métodos no es posible obtener. La razón principal reside en el hecho de que
además de los valores que el usuario percibe al consumir el bien, la persona
puede obtener bienestar o satisfacción aun siendo no usuaria o consumidora
directa del bien, es decir, es posible obtener un valor ex ante aun si el cambio no
se ha producido.
Es un método flexible que se puede aplicar a múltiples situaciones.
Especialmente aquellos claramente entendidos por las personas.
Valoración contingente es el método más ampliamente aceptado para estimar
valor económico total (uso y no uso)
Resultados son fáciles de analizar. Valores definidos en unidades monetarias
pueden ser expresados en media o mediana, por individuo o agregado.
Gran cantidad de estudios disponibles mejorando la confiabilidad y validez de
la valoración.
Algunos turistas, por ejemplo, pueden experimentar el llamado valor de opción si
es que quisiera repetir una visita a un determinado parque, o los no visitantes que
pueden decidir desplazarse en el futuro o que desean que generaciones
mantengan la posibilidad de gozar de este bien. A través de este método es
posible también obtener valores de no uso, presente, o futuro, pues mediante este
es posible obtener el valor que tiene el simple conocimiento de que tal diversidad
está protegida; es decir podemos reconocer un valor de existencia, por el que
estaríamos dispuestos a pagar algo, dado que nos aporta un cierto bienestar.
DESVENTAJAS
Como se ha comentado, este modelo basa gran parte de su funcionamiento e
preguntar sobre la disponibilidad de pagar o ser compensado sobre alguna
modificación ed cantidad o calidad de un bien o servicio ambiental. Sin embargo
esta forma tan directa de preguntar podría acarrear algunos inconvenientes a la
hora de hacer la medición. Por tratarse de un método subjetivo una de las
principales desventajas de la aplicación de método como un método de valoración
del medio ambiente radica en la honradez de las respuestas. Otra desventaja tiene
que ver con la gran cantidad de sesgos que este tipo de método pose.
Algunos autores han desarrollado distintas técnicas con el propósito de contrastar
la validez en los resultados arrojados por este método. Uno de ellas es comparar
los resultados obtenidos con otros métodos con los resultados obtenidos por el
método de valoración contingente. Por su parte S. Riera (1994) sugiere la
formulación de preguntas de referéndum a distintas su muestras.
FUNDAMENTOS DEL MÉTODO
El método de la valoración contingente constituye un caso particular dentro de los
procedimientos de construcción de mercados. Dicha construcción puede ser real o
hipotética. Cuando un ayuntamiento decide, por ejemplo, poner a referéndum la
aprobación de un plan parcial de urbanismo que contemple la urbanización de un espacio
de alto interés paisajístico, está creando un "mercado" donde los más directamente
afectados deciden si los ingresos previstos para la administración municipal compensan la
pérdida de calidad del espacio como bien público. El mismo ejercicio puede simularse
mediante una encuesta que construya ese mercado de forma hipotética y estimar así la
máxima disposición a pagar de los ciudadanos por la conservación (o pérdida) del espacio
en su calidad actual. Este tipo de ejercicio recibe el nombre de valoración contingente. La
valoración contingente se considera una forma de estimación directa, ya que se pregunta
directamente a una muestra de la población en cuánto valora un determinado bien
medioambiental. Ello no ocurre con los métodos llamados indirectos, como el del coste del
desplazamiento o el de los precios hedónicos, puesto que estiman el valor del bien a partir
de la observación de otros mercados ya existentes.
Uno de los motivos por los que se podría cuestionar el método de valoración contingente
es el de su concordancia o desacuerdo con los supuestos más generalmente aceptados
de la teoría económica. La comisión de expertos impulsada por la NOAA (1993), de la que
tratábamos en el capítulo anterior, examinó específicamente esta cuestión. Concluyó que
la valoración contingente era un método sólidamente fundamentado en la teoría
económica y que no había motivos razonables para cuestionar su validez desde este
punto de vista.
Sin embargo, sí existen distintos aspectos que se han discutido, y siguen discutiendo,
sobre la fundamentación teórica del método. Además de la ciencia económica, otras
disciplinas han intervenido también en el debate, formulando sus propias cuestiones y
aportando elementos a las que se plantean desde la economía.
Este capítulo se centra en la discusión sobre los fundamentos económicos del método,
vistos desde la propia economía, aunque ocasionalmente se introducen aportaciones de
otros campos. A pesar de su carácter teórico, el texto está redactado para que pueda ser
comprendido por un público más amplio que el economista y universitario. Por esta razón,
parte del debate queda excluido deeste capítulo o muy simplificado.El interés de estos
temas reside en aportar una mejor comprensión de la solidez y las limitaciones del
método de valoración contingente.
DISEÑO DEL ESTUDIO
Debería servir como guía para los investigadores que se enfrenten a un estudio donde se
vaya a utilizar el método de valoración contingente, pero sobretodo debería ser útil para
las personas que, sin necesidad de diseñar el ejercicio, deban interpretarlo y comprobar
su fiabilidad.
Por ello, se describen por orden cronológico -aunque pueden darse variaciones en algún
caso- los distintos estadios por los que típicamente discurre un ejercicio de este tipo,
poniendo énfasis en las disposiciones que más influyen sobre los valores obtenidos. En
primer lugar, debe estar claro en la mente del investigador qué es exactamente lo que
quiere medir en unidades monetarias. Por ejemplo, cual es el beneficio que obtiene el
visitante que va a pasear por el bosque respecto a la alternativa de que no tenga la
posibilidad de disfrutarlo; o en cuanto disminuye el bienestar de las personas, expresado
en pesetas, al saberse afectadas por un desastre ecológico que ha mermado en una
determinada medida la calidad del espacio, respecto a la alternativa de que no hubiera
sucedido tal desastre.
En segundo lugar, debe definirse con claridad la población relevante. Este aspecto está
estrechamente ligado a la definición del bien. En el ejemplo de los paseantes por el
bosque, la población relevante sería la compuesta por dichos paseantes. Sin embargo,
debería quedar claro de qué bosques se trata: ¿uno en particular, los de la región o
quizás la nación? Y debería definirse también la duración temporal: ¿los visitantes de un
determinado año, mes, día? Discutiremos estos aspectos más adelante.
En tercer lugar, el investigador debe asegurarse de qué método de valoración es mejor
utilizar. Si éste es el de la valoración contingente, entonces debe definir la simulación del
mercado en sus diversos detalles. Debe decidir si va a medir la máxima disposición a
pagar de la persona entrevistada o su mínima disponibilidad a ser compensada. Debe
tomar también la decisión de cómo pagar (o cobrar) por el bien. Es decir, cuál va a ser el
vehículo, forma y momento de pago. Debe tener claro en la simulación del mercado quien
va a pagar por el bieny en qué proporciones. Y quien recibiría dicho dinero. Debe decidir
si el coste de los cambios propuestos va a ser un dato conocido por la persona
entrevistada (potencial consumidor del bien). Debe, finalmente, detallar cual es la
alternativa o alternativas relevantes que se desean recoger en este mercado hipotético.
En cuarto lugar, tiene que decidirse la modalidad de entrevista: personal, telefónica o por
correo. De ello va a depender la muestra que se escoja y el contenido de la encuesta.
Además de las determinaciones teóricas, al menos dos factores están siempre presentes
en la toma de esta decisión: el tiempo y dinero disponibles para el estudio.
El quinto paso que hay que dar consiste en la definición de la muestra. Como la
población suele ser demasiado grande para ser entrevistada en su totalidad, se
selecciona sólo una parte, que suele ser relativamente pequeña. El tamaño de la muestra
viene dado por el grado de fiabilidad y ajuste que se desee para los valores que se vayan
a obtener. Pero depende también de la variante que se escoja en la forma de preguntar el
valor, si será la forma continua o discreta (por este motivo tal decisión se ha incluido en el
apartado de la definición del mercado), dado que la forma discreta precisa de un número
mayor de observaciones. Igual que en el apartado anterior, el tiempo y, sobretodo, el
dinero son restricciones que tienen influencia al tomar la decisión de a cuantas personas
entrevistar.
Sexto lugar, a la redacción del cuestionario: una de las fases que precisa de mayor
tiempo y atención; en consecuencia, también la parte más extensa del capítulo se dedica
a este apartado. Son numerosos los sesgos en los que se puede incurrir, por lo que un
diseño adecuado del enunciado de las preguntas es de la máxima importancia para
evitarlos o disminuirlos. Más adelante explicamos las partes de las que típicamente se
compone el cuestionario y algunos detalles a tener en cuenta. La encuesta final habrá
tenido que pasar por varias versiones piloto, las cuales se prueban con un reducido
número de personas, hasta llegar a un texto final satisfactorio.
El séptimo paso consiste ya en la realización de las entrevistas. Para ello se aconseja
que las lleven a cabo un equipo de encuestadores profesionales. En cualquier caso,
siempre deberá haber una reunión previa del investigador con los encuestadores (briefing)
y otra de posterior a las entrevistas (debriefing).
En octavo lugar, las encuestas individuales se vuelcan en códigos que el investigador
pueda utilizar con el programa estadístico que haya elegido. La explotación de los
resultados es la parte a la que los economistas suelen dedicar más esfuerzo. Es también,
seguramente, la más agradecida, dado que es cuando afloran los resultados después de
un largo -y en ocasiones arduo- proceso.
Asimismo, es el campo en el que más avances ha habido en los últimos cincoaños.
Finalmente, en noveno y último lugar, los resultados obtenidos deben interpretarse de
acuerdo con el contexto de la investigación. En el próximo capítulo se expone un caso
común de utilización de la valoración contingente en el marco de un análisis coste-
beneficio. Es aconsejable, en cualquier caso, realizar un análisis de sensibilidad, de forma
que el lector pueda interpretar mejor los resultados; es decir, averiguar qué aspectos
influyen en una mayor o menor en variación de los valores hallados.
Este capítulo desarrolla las nueve fases apuntadas tratando de ayudar al investigador que
va a utilizar el método de la valoración contingente, así como a la persona que va a leer
un informe donde se ha utilizado este método, a comprender las ventajas y limitaciones
de los resultados obtenidos.
Fases en un ejercicio de valoración contingente:
1. Definir con precisión lo que se desea valorar en unidades monetarias.
2. Definir la población relevante.
3. Concretar los elementos de simulación del mercado.
4. Decidir la modalidad de entrevista.
5. Seleccionar la muestra.
6. Redactar el cuestionario.
7. Realizar las entrevistas.
8. Explotar estadísticamente las respuestas.
9. Presentar e interpretar los resultados.
MEDICIÓN
El método de valoración contingente intenta medir en pesetas los cambios en el nivel de
bienestar de las personas debido a un incremento o disminución de la cantidad o calidad
de un bien. Esta medida, en unidades monetarias, suele expresarse en términos de la
cantidad máxima que una persona pagaría por un bien. Es decir, lo que se suele conocer
por la expresión disposición o disponibilidad a pagar o al pago. En el caso de bienes que
no implican un coste monetario directo para el consumidor, esta disposición a pagar por el
bien equivale al beneficio que tal consumidor obtiene. Por ejemplo, el vecino que disfruta
de la plaza pública cercana a su domicilio, en la que no se hace pagar entrada, tendrá
como beneficio para cada visita el equivalente a lo que estaría dispuesto a pagar como
máximo en concepto de precio de entrada.
Alternativamente, el método de valoración contingente permite también hallar la máxima
disposición a ser compensado por la pérdida de un bien. Por ejemplo, cuánto dinero,
como mínimo, nos deberían pagar para que nos quedáramos indiferentes entre perder la
plaza pública y obtener dicha cantidad de dinero.
Otros métodos, como el del coste del desplazamiento o el de los precios hedónicos,
logran medir indirectamente el llamado excedente del consumidor. Es decir, la diferencia
entre el coste de disfrutar el bien y la cantidad máxima de dinero que hubiera pagado por
disfrutar de tal bien. En determinados casos (y bajo determinados supuestos económicos
sobre los movimientos entre las curvas de demanda y de utilidad de la persona, de
acuerdo con su renta), el llamado excedente del consumidor es una buena aproximación
de la disponibilidad al pago. La ventaja, pues, del método de valoración contingente en
este aspecto es que mide directamente tal disposición al pago por encima de lo que el
consumidor ya paga. Si se trata, pongamos por caso, de medir el beneficio del
consumidor que visita un parque nacional, pueden utilizarse el excedente del consumidor
o la máxima disposición a pagar adicionalmente a todos los costes en los que ya incurre
al desplazarse al parque.
Sin embargo, las medidas de beneficio de los consumidores que detecta el método de
valoración contingente son, teóricamente y en general, distintas de las detectadas por los
otros métodos. La razón principal reside en el hecho de queademás de los valores que el
usuario percibe al consumir el bien, la persona puede obtener bienestar o satisfacción
aúnno siendo usuaria o consumidora directa del bien. Por ejemplo, una persona puede
disfrutar de la diversidad de flora, fauna y paisaje en un parque nacional de Australia, por
lo que obtiene un bienestar por el que está dispuesto a pagar algo. Pero aunque nosotros
probablemente no vamos a disfrutar de tal parque, podemos obtener satisfacción del
hecho de que tengamos opción de conocerlo algún día. Este llamado valor de opción lo
pueden experimentar los mismos visitantes que quieran repetir visita en el futuro, o los no
visitantes que pueden decidir desplazarse en el futuro o que desean que generaciones
venideras mantengan la posibilidad de gozar de este bien.
Existen además valores estrictamente de no uso, presente o futuro. Podemos obtener
bienestar del simple conocimiento de que tal diversidad está protegida en el parque
nacional australiano; es decir podemos reconocer un valor de existencia, por el que
estaríamos dispuestos a pagar algo, dado que nos aporta un cierto bienestar. Los valores
de opción y no uso, también llamados de uso pasivo, no pueden detectarse con los
métodos del coste del desplazamiento o de los precios hedónicos. En cambio, el método
de valoración contingente los incluye y en la mayoría de ocasiones es difícil -además de
seguramente irrelevante- poder separarlos.
Debido justamente a esta diferencia entre lo que mide la valoración contingente, y lo que
estiman los métodos indirectos, se hace muy difícil comprobar la exactitud de la medida
que se obtiene en el mercado hipotético. Muchos han sido los estudios que han
pretendido medir esta fiabilidad; la mayoría han concluido que no existen razones para
pensar que los valores obtenidos con el método de valoración contingente bien aplicado
estén muy alejados de los verdaderos.
Otra característica importante de la medición de valores de forma contingente está
relacionada con el momento en que ésta pude realizarse. Permite valorar cambios en el
bienestar de las personas antes de que se produzcan. Por ejemplo, puede detectar la
disposición a pagar de los vecinos por la provisión de una plaza pública determinada,
antes de que se tome una decisión al respecto.
Puede asimismo obtener valoraciones ex-post, como en el caso de la disposición a pagar
para seguir disfrutando del uso de la plaza pública, una vez construida.
En cambio, los métodos indirectos mencionados sólo pueden medir la valoración de los
bienes a posteriori, una vez consumidos. El excedente del consumidor en la actividad
recreativa de un lago, medida por el método del coste del desplazamiento o por su
influencia sobre la propiedad inmobiliaria cercana adicho lago, sólo puede obtenerse una
vez el lago existe. Aunque pueden extrapolarse los valores obtenidos a situaciones ex-
ante, como en proyectos de lagos artificiales de características parecidas a los lagos ya
valorados.
MECANISMOS DE ENCUESTACIÓN
Comencemos analizando los posibles métodos que pueden utilizarse para implementar la
encuesta.
a) Entrevistas personales
Suele ser la forma más común o, por lo menos, la más identificada con el método en
cuestión. Sus ventajas son evidentes; permiten al encuestador ofrecer una información
detallada, ayudarse de material visual (gráficos, fotografías, etcétera), responder a las
dudas que surjan a lo largo de la entrevistas y, en definitiva, controlar el tempo de la
misma. Su inconveniente fundamental, además de posible sesgo del entrevistador, del
que hablaremos mas adelante, es simplemente financiero y tiene que ver con su elevado
coste.
b) Entrevistas telefónicas
Tienen sobre las anteriores la ventaja del reducir costes, pero se enfrentan a obvias
limitaciones. La imposibilidad de utilizar ayudas visuales, así como de presentar una
información detallada sobre el problema analizado, reducen su campo de aplicación a
casos en los que el problema planteando es muy simple, bien conocido, fácilmente
comprensible, y la respuesta no requiere de una gran elaboración: un si o un no pueden
servir. La duración de las mismas, como es obvio, no es sino una fracción de la de las
entrevistas personales.
c) Cuestionarios o encuestas por correo
En este caso, el formulario se envía a una muestra representativa de la población, con el
consiguiente recordatorio a los que no responde en un tiempo prudencial. Su gran ventaja
es el coste, permitiendo también la utilización de ayudas visuales. Sin embargo, la
ausencia de entrevistador no permite controlar el proceso de respuestas: tiempo que se
toma la persona para hacerlo; orden en el que responde. Tampoco permite aclarar las
dudas que puedan surgir ante algunas preguntas, ni desarrollar un proceso iterativo (en el
que a una determinada respuesta sigue otra pregunta). No se puede garantizar,
finalmente, que el encuestado proceda en el orden previsto en el formulario cuando este
es importante: nada le impide echar una ojada previa el cuestionario, lo que dificulta el
encadenamiento de preguntas.
d) Experimentos de laboratorio
Cabe por último, la posibilidad de reunir a un grupo seleccionado de personas en un lugar
previamente fijado (o aprovechar el hecho de que ya se encuentren reunidos en el: los
estudiantes en un aula, por ejemplo) para pagarles una serie de preguntas o
cuestionarios, con la indudable ventaja de poder procesar la información cuando el grupo
está todavía reuniendo y hacer las modificaciones o experimentos adicionales pertinentes.
El inconveniente principal de esta vía estriba en que no es fácil reunir a un grupo
representativo de personas, con las características deseadas, para llevar a cabo el
experimento. Si ya es difícil conseguir que la gente se deje entrevistar, incluso por
teléfono, cuanto mas no resultara convencerla de que acuda a su lugar determinado para
prestarse a esta experiencia.
La elección entre uno u otro formato, como es obvio, dependerá no solo de las
características del problema planteado sino, también de lo que muchas veces es más
importante, del propio presupuesto con el que se cuente para llevar a cabo el estudio. En
cualquier caso, es indispensable ensayar previamente el modelo de cuestionado o
entrevista diseñado con un subgrupo pequeño de control, una o varias veces (para lo que
si pueden resultar muy útiles los experimentos de laboratorio con estudiantes, por
ejemplo), y trata de detectar a tiempo las posibles deficiencias del mismo, antes de
plantear la realización del ejercicio final. Profesionales experimentados en el campo de las
encuestas siguen sorprendiéndose al observar cómo, palabras o frases que ellos creían
perfectamente claras, son motivo e dudad o confusiones. Este punto juega en contra,
desgraciadamente, del uso de los formularios enviados por correo, ya que la experiencia
muestra la existencia de problemas de compresión de lectura que no pueden ser
infravalorados.
FORMATO DE LAS PREGUNTAS
Normalmente, las preguntas se les hacen a la persona buscando que esta revele una
cantidad: lo que estaría dispuesta a pagar por una mejora determinada (o por evitar u
empeoramiento); o la cantidad exigida, si es el caso, como compensación por un año (o
para renunciar a una mejora). Existen, sin embargo, distintas posibilidades al respecto,
cada una con sus ventajas e inconvenientes, que vale la pena analizar. Una vez decidido
el medio, veamos el tipo de pregunta que puede formularse:
a) Formato abierto
En este caso el entrevistador simplemente espera la respuesta a la pregunta formulada.
Tiene la desventaja del elevado número de no-respuesta que arroja, ante el simple
desconocimiento por parte del entrevistado de lo que podría ser cifra razonable.
b) Formato “subasta”
Por ello se utiliza también una segunda variante que consiste en que el entrevistador
adelanta una cifra, y pregunta al entrevistado si está dispuesto a pagar esa cifra, o más.
Si la respuesta es positiva, la cifra original se eleva en una cantidad predeterminada, y si
es negativa, se reduce, hasta que el entrevistado se “planta”: un procedimiento muy
utilizado tradicionalmente ( se origina en el trabajo pionero de Davis, ya mencionado), que
recibe el nombre de “biddinggame”, y que recuerda al de las subastas muchas veces este
mecanismo se combina con el primero: únicamente ante la vacilación, o la alta de
respuesta transcurrido un tiempo prudencial, el entrevistador recurre a sugerir una primera
magnitud.
c) Formato múltiple
Una tercera posibilidad desarrollada por Mitchell y Carson y que intenta hacer frente a
una de los problemas que presentan la técnica anterior (el sesgo de punto de partida, del
que halaremos enseguida) consiste e presentarle al entrevistado un cuadro o tabla en lo
que se ofrece varias cifras, ordenadas de mayor a menor, y pedirle que seleccione una. A
veces algunas de estas cifras (la mas significativas: por ejemplo, lo que la gente se gasta
en promedio en bienes comparables) están subrayadas, como una ayuda adicional. Este
último método, sin embargo, puede ser vulnerable al sesgo asociado al rango de las cifras
presentadas, y la posición de las mismas.
Estas tres alternativas tienen en común hechos de que lo que se busca obtener es una
cifra concreta. No es este, sin embargo, el único tipo de información relevante que se
puede obtener:
d) Formato binario
Una posibilidad alternativa, propuesta hace ya algún tiempo por Bishop y Heberlein, y que
goza de una creciente aceptación consiste en plantear la pregunta sobre la disposición
pagar por un cambio de no de forma abierta, sino binaria: ¿pagaría usted tanto por…….?
¿Si o no? Es lo que se conoce también como “el formato referéndum”, o variante “lo toma
o lo deja”. El procedimiento es sencillo de explicar, pero más complejo de implementar:
seleccionada una muestra representativa de la población, se subdivide en grupos
igualmente representativos, y se les hace la pregunta mencionada, a cada unos de ellos
con una cantidad diferente. De las respuestas extraídas se puede extraer, mediante una
transformación lógica, por ejemplo, la estimación econométrica correspondiente de la
disposición a pagar de la población por el cambio analizando (su curva de demanda
implícita). Se suele argumentar, en favor de esta alternativa que, al fin y al cabo, se
enfrenta a la persona con el mismo tipo de decisiones que toma cotidianamente en casi
todos los mercados: se compra a ese precio, o no se compra.
La persona, por tanto, se encuentra en un entorno que le resulte familiar y, por lo mismo,
el esfuerzo que tiene que hacer para encontrar la respuesta correcta es menor, y el
tiempo es necesario se reduce en consecuencia: es ideal por ejemplo para las encuestas
telefónicas. Tiene además una ventaja adicional nada desdeñable: no genere ningún
incentivo para no responder honestamente. El formato binario, sin embargo, no esta
exento de problemas. Tres merecen destacarse. En primer lugar, el hecho de que el
tamaño muestral necesario para que los resultados sean significativos es mayor e el
formato no binario, con el incremento correspondiente de los costes. E segundo lugar
parecen los problemas derivados de la necesidad de escoger correctamente los “precios”
sometidos a consideración: un precio excesivamente bajo arrojara un desmesurado
porcentajes de respuesta afirmativas, y viceversas. Finalmente, y a diferencia de los
formatos anteriores, el formato binario requiere una especificación previa de la estructura
de las funciones de demanda, para poder llevar a cabo correctamente la estimación
correspondiente, sino vulnerable a los posibles errores cometidos en dicha especificación.
Hasta ahora se ha planteado el ejercicio de forma que cuando el entrevistador, cualquiera
que haya sido el método empleado, obtiene una respuesta, puede considerar concluido su
trabajo en este aspecto. Esto, a veces, no siempre es recomendable:
e) Formato iterativo
En efecto, es posible que, en cualquiera de los casos anteriores, sea conveniente
continuar la entrevista pero volviendo sobre la respuesta crucial (disposición a pagar) e
invitando a la persona encuestada a modificarla, de acuerdo por ejemplo a una nueva
información proporcionada por el entrevistador. Es decir, no conformarse con la primera
respuesta presentada, sino entrar en una especie de juego interactivo: “si…entonces
¿cambiaria usted su respuesta inicial? “. La ventaja que se pueda aducir a favor de este
procedimiento es la que obliga a reflexionar con más cuidado a quien da la respuesta,
forzándole a volver sobre la misma. El inconveniente, por el que muchos autores lo
rechazan, es el de invitar a dar una respuesta, forzándole a volver sobre la misma. El
inconveniente, por el que muchos autores lo rechazan, es el de invitar a dar una
respuesta mas estratégica que honesta, como veremos en seguida, cuando
contemplemos al sesgo correspondiente.
Sea como fuere, no basta con obtener una respuesta sin más: se requiere que sea, en
primer lugar, informada, y en segunda, honesta. Los problemas que suponen conseguir
una respuesta con estas características son múltiples, y algunos de ellos, de muy difícil
solución. Analizaremos los principales, así como las posibles salidas en cada caso.
LOS SESGOS EN RESPUESTA
Los sesgos potenciales son diversos. Ya hemos tenido ocasión de mencionar de pasada
algunos de ellos, y de distinto origen. Comencemos por lo más simple, aquellos que tiene
un carácter puramente “operativo” o “instrumental”, para concluir con los más graves y de
difícil solución.
1. Sesgos instrumentales
A) El sesgo originado por el puto de partida.
Volvamos al ejemplo de la mejora en calidad del aire. Supongamos que las autoridades
municipales, preocupadas ir la magnitud del problema de la contaminación atmosférica,
están barajando la posibilidad de introducir una serie de medidas restrictivas con respecto
a la circulación de vehículos a motor, y quieren tener una idea de la valoración de los
ciudadanos otorgaría a una mejora en la calidad del aire. Para ello, encargan la
realización de una encuesta ayude computar los beneficios que va a reportar la medida.
Es probable que par ganar tiempo, y evitar que la persona encuestada se quede en
blanco, el cuestionario esté estructurado, como ya tuvimos ocasión de apuntar, de manera
que el encuestador sugiera una cantidad inicial (“¿Estaría dispuesto a pagar 1000 pesetas
mensuales por una reducción del 50 por 100 en la cantidad de partículas en suspensión
en el aire? ¿Mas? ¿Menos?”), que vaya aumentando o disminuyendo en intervalos
prefijados (500 pesetas, por ejemplo), hasta dar con la respuesta buscada. El sesgo de
punto de partida aparece, como es obvio, cuando esta cantidad, primeramente sugerida,
condiciona la respuesta final: la persona ofrece una repuesta cercana a ella, para cortar el
tiempo de la entrevista, por ejemplo, o por que considera que si se las sugiere quien
aparentemente tiene mayor información respecto, debe ser “razonable”.
Es difícil saber hasta que punto es empíricamente relevante este sesgo.
Ahora bien, una forma de detectar su existencia consistiría en, cuando se están llevando a
cabo los ensayos previo a la elaboración de la encuesta definitiva, subdividir el grupo
piloto en varios subgrupos y utilizar grupos de partidas diferentes con cada un. Si las
respuestas obtenidas difieren, el peligro del sesgo existen, y lo mejor es suprimirlo: que
sea el encuestado el que elija la respuesta desde el principio. Shechter (1991) por
ejemplo, en un trabajo en el que intentaba valor el impacto de la contaminación
atmosférica sobre la saludad utilizaba, entre otros un formato múltiple, en el que se
preguntaba por la disposición a pagar por una mejora en el grado de contaminación (en
términos del incremento porcentual que se estaría dispuesto a aceptar en el impuesto
sobre la contribución urbana, el mas importante de país), sin sugerir ninguna cifra
(porcentaje) al comienzo. Se presentaban una tablas en las que aprecias diferente
porcentajes, ordenados de distintas formas (de mayor a menor, de menor a mayor,
verticalmente, horizontalmente) y distribuido entre la muestra de forma aleatoria,
pidiéndosele al entrevistado que seleccionar uno. De esta forma se intentaba evitarle el
sesgo del punto de partida. Es obvio, por otra parte, que el formato binario que veíamos
con anterioridad se encuentra, por definición libre de este sesgo, si se ha seleccionado
correctamente las cantidades propuestas.
B) El sesgo del vehículo
Con este nombre se conoce la posibilidad de que el hipotético medio de pago que
acompaña a la mejora propuesta, incida respuesta final. Cuando se pregunta por la
disposición a pagar por una mejora de la calidad del agua corriente, por ejemplo, puede
que se especifique que tal pago tomaría la forma de un aumento en el recibo del agua, o
una cantidad de una sola vez, o un aumento de la contribución urbana. El sesgo del
vehículo existe cuando la respuesta de la persona esta condicionada por el mecanismo
propuesto para el pago. Parece, en efecto que las personas no son indiferente entre los
distintos medio de pagos, y que el expresado e el cuestionado, puede condicionar su
valoración del cambio en el bienestar experimentado. Alternativamente, la persona puede
considerar el vehículo propuesto como no razonable o poco realista (Hanley, 1988). Para
detectar la existencia de este sesgo el procedimiento seguido es paralelo al del caso
anterior (PEARCE y TURNER, 1990): se prueba, subdividiendo al grupo piloto en grupo
homogéneos, con distintos medios de pago. Si las respuestas difieren, el sesgo existe, y
se hacen necesarios buscar hasta encontrar un vehículo “neutral”. Conviene añadir, no
obstante, que existen autores para los que éste no seria un verdadero sesgo: en el
mundo real las personas ande escoger entre diferentes alternativas de prohibición de
bienes, incluyendo un medio de pago determinado.se pronuncia, por tanto, teniendo en
cuéntala cantidad, la calidad, el precio,…, y el medio de pago. No es descartable que
también muestren sus preferencias por uno u otro, por lo que no debería considerarse
como un sesgo la expresión de las mismas. Es la postura, por ejemplo, de Mitchel, y
Carson (1989).
C) El sesgo de la información
Supongamos que el municipio esta intentando averiguar los beneficios que le supondría a
la población una mejora en el sistema de recogida y tratamiento de basuras (sellado de
los vertederos incontrolados existente, eh instalación de un planta procesadora de
residuos sólidos urbanos). Partimos de la base de que la persona esta informada sobre el
cambio propuesto, sus características, y lo que representa para ella: las funciones dosis-
respuestas en aquello que le concierne (intrusión visual, malos olores, contaminación del
agua subterránea, etcétera). Puede ocurrir, sin embargo, que desconozcan las
posibilidades reales que, con la respuesta dada, la situación se modifiquen: responde a la
pregunta, pero no sabe si con la cantidad expresada, y las que están revelando las
demás, la modificación propuesta (dado su coste), se llevara a cabo, por que desconoce
estos dos extremos. ¿Cambiaria su disposición a pagar si se le informa de ello? Si la
contestación es afirmativa, su respuesta original estaba sesgada por una carencia de
información (¿Otra versión de la “paradoja del aislamiento”?). Parece, además, que se
trata de un sesgo que aparece con frecuencia en la práctica. Para evitarlo, es frecuente
recurrir aun procedimiento iterativo en el que se informa al encuestado, sobre si con su
respuesta (y la ofrecida por lo demás) la propuesta se llevaría a cabo, permitiéndole
cambiarla en caso negativo. De hecho, se considera este procedimiento iterativo como el
más “eficiente” a la hora de “extraer” (o arrancar) la máxima disposición a pagar por un
cambio determinado.
D) El sesgo del entrevistador
No puede descartarse tampoco, la aparición del llamado sesgo del entrevistador. En
efecto, cuando el ejercicio de lleva a cabo entrevistando directamente a la persona, se ha
observado que esta tiende a exagerar su disposición a apagar por una causa que
considera socialmente aceptable, por temor a aparecer frente al entrevistador como poco
solidaria, o consiente del problema. El sesgo se agrava cuando el entrevistador,
siguiendo con su rutina, pregunta por una cantidad mayor ante cada repuesta afirmativa,
“empujando” hacia arriba al entrevistado (a quien, por otro lado, no le cuesta nada quedar
bien). Aparentemente el peligro de este sesgo es menor en las encuetas realizadas por
correo (siempre se puede optar por no contestar), o en las entrevistas telefónicas, donde
el anonimato es mayor.
E) El sesgo del orden
Finalmente, aparece este sesgo cuando se valoran al tiempo varios bienes, y la valoración
de uno determinado es función del puesto que ocupa en la secuencia de presentación: en
concreto, la disposición a pagar por un determinado bien es mayor cuando este aparece
en los primeros lugares de la secuencia, y menor cuando aparece en los últimos
(Kahneman y Knetsch, 1990). Johansson (1990) ya advirtió de la necesidad de diseñar
bien las preguntas en este caso, por que puede ocurrir que una vez terminada la
entrevista y computando las distintas respuestas ofrecidas por la persona (DP por
diferencia de bienes), se llega a comprobar que a gastado toda su renta, o incluso mas.
Es necesario, por tanto, recordar a lo largo de la entrevista que son varias las
necesidades ambientales objeto de consideración, y encadenar las preguntas sucesivas,
a partir de la cantidad previamente revelada. Volviendo al sesgo del orden, el sentido
estricto, Boylen et al. (1993) descubrieron, en un interesante trabajo que la experiencia
previa con respecto al bien objeto de valoración puede ser un elemento importante para
explicar la presencia o no del sesgo: este aparece entre quienes no tenían una
experiencia previa con los distintos bienes, pero no entre quienes ya estaban
familiarizados con ellos.
Con el análisis de este último sesgo, hemos dado cuenta del grupo de los que podríamos
denominar sesgos instrumentales y que dependen, en gran medida, de cómo está
formulada la encuesta.
2. Los sesgos no instrumentales
Los últimos sesgos que vamos a tratar tienen unas características diferentes, y requieren
un tratamiento considerablemente más complejo, además de estos íntimamente
relacionados.
A) El sesgo de la hipótesis
El problema que aparece con este sesgo es el siguiente: dado el carácter meramente
hipotético de la situación que se le plantea a la persona “¿Cuánto estira usted dispuesto
pagar si…?), ésta no tiene ningún incentivo para ofrecer una respuesta correcta.
Respuesta que, no olvidemos, requiere un tiempo, un reflexión, un esfuerzo en definitiva,
si a de tener algunas vez validez. Puede que, sin embargo la persona responde a la
primera cifra que se le viene a la cabeza o la que sugiere el entrevistador. Entre otras
cosas, por ejemplo, para quitárselo cuanto antes de encima: simplemente por que no
percibe ningún perjuicio por actuar de esta manera, ni ningún beneficio por tomarse la
molestia de sentarse a escuchar la información recibida, reflexionar sobre ella, y dilucidar
la respuesta correcta. Al fin y al cabo mueve el terreno en la hipótesis, y en él,
equivocarse no tiene consecuencias aparentes.
La evidencia empírica al respecto, como ocurrió en los casos anteriores, no es
enteramente concluyente, aunque parece apuntar la existencia de un problema.
Podría, no obstante, diseñarse el cuestionado de forma que la persona se tomara interés
e descubrir su propia valoración del cambio, pero no garantiza que su respuesta sea
aceptable: por eso no hemos considerado al sesgo de la hipótesis como un sesgo
meramente instrumental. En efecto: la ausencia de los incentivos para meritar la
respuesta correcta puede ser un problema importante, pero su presencia también, como
va poner de relieve el próximo sesgo que analicemos.
B) Sesgo estratégico llegamos, finalmente, al sesgo que ha planteado los problemas
más serios con los que ha tenido que enfrentarse el método, sobre todos los
primeros años de su andadura: el que motivo un rechazo muy alto de sus
resultados, condenándolo durante mucho tiempo aun incomodo limbo teórico, e
impidiendo su uso generalizado.
La persona puede tener un incentivo para participen la experiencia con interés, cuando
bien su repuesta, pero se argumenta que, si este es el caso, su respuesta no será
honesta si no estratégica. El incentivo aparece, en efecto, cuando la persona cree que,
con su respuesta, puede incluir la decisión final que se tome sobre la propuesta sometida
consideración, de forma que salga favorecida.
Supongamos que se plantean una mejora cualquiera, en lo que está interesada: el
alumbrado de la calle donde vive, por ejemplo. Existen en principio, según su propia
composición de lugar dos posibilidades:
- En primer lugar la persona puede creer, por las razones que sea, que la mejora, si
se lleva a cabo, será financiada por los beneficiarios, de acuerdo a lo que expresa
de las encuestas. De ser así, probable que la persona busque, como respuesta, la
menor cantidad creíble por falta del entrevistador (para que su disposición no sea
rechazada sin más), y compatible con la mejora que se lleve a cabo. Ha de
calcular, pues, la probabilidad de que con su respuesta y lo que cree (si no tiene
información al respecto) que va a ser sus compañeros, se instalen farolas.
- En segundo lugar, la persona puede estar convencida de que, si la mejora se lleva
a cabo el pago, de existir, va a ser independiente de su respuesta. En este caso el
proceso se da al inverso: se buscará la mayor cantidad dentro de las creíbles (lo
que consideraría que el entrevistador estaría dispuesto a aceptar).
CONCLUSIÓN
El método de vc permite generar información sobre DAP de los usuarios por el
servicio ambiental, encontrando los factores que afectan a la misma y permitiendo a
quienes toman las decisiones de inversión orientar los recursos hacia aquellas zonas en
las cuales DAP expresada sea mayor; a su vez, posibilita el diseño de políticas para
concientizar a las comunidades de los beneficios asociados a proyectos cuando los
estudios demuestren que su baja DAP está influenciada por la escasa percepción de los
mismos.
El método de vc permite identificar y caracterizar la demanda por un bien o servicio
de carácter ambiental, pues mediante al análisis de los resultados obtenidos para cada
una de las variables encuetadas es posible generar un perfil del usuario que esta DAP:
edad, sexo ingreso, promedio, composición familiar, nivel educativo, trabajo actual, etc. La
importancia de tener un perfil de la demanda es contar con la posibilidad de orientar los
esfuerzos de comercialización del bien o servicio público (social marketing) ante aquellos
usuarios que se muestran renuentes a pagar una tarifa por él. Es más, el mismo modelo,
atravez de las variables significativas y el signo de ellas, da un claro mensaje sobre los
factores que explican la alta o baja DAP, permitiendo incidir en su valoración.
La DAP arrojada muestra que a pesar de la creencia de la baja cultura de pago de
los usuarios de las zonas rurales, estos dispuestos a hacerlo cuando los beneficios de los
inversionistas son claros y evidentes para ellos.
El método de VC presenta un alto potencial para su aplicación en otras zonas
rurales de países tropicales, pues es una alternativa que se posibilita a los planificadores
medir ex ante la sostenibilidad de las inversiones (el lado de la oferta) y la DAP (el lado de
la demanda). A sí mismo, el entendimiento de las condiciones y variables que afectan la
DAP permite explicar los factores de sostenibilidad o carencia de los mismos.
El uso de metodologías e instrumentos participativos como talleres y dinámicas de
grupo, donde la comunidad en una relación más horizontal con las instituciones, tiene la
posibilidad no solo de conocer y brinda información, sino fundamentalmente de decidir
sobre lo que quiere y los compromisos que está dispuesto a asumir, enriquecen y
complementan la metodología de valoración contingente. Esta combinación entre
metodología amortiza en forma importante los sesgos que se producen cuando se trabaja
solo con encuestas.
Por ejemplo, el llamado sesgo hipotético que consiste en no creer en la realización del
proyecto es casi descartable, al poder el usuario mediante su participación en todo el
proceso de desarrollo del proyecto, constara la validez del mismo.
Finalmente, los estudios de disposición a pagar y el enfoque de demanda, facilitan
el diseño de políticas tarifarias que sean efectivas en proveer los servicios que las
personas quieren y para los cuales están dispuestos a pagar. La DAP puede ser el
mecanismo que facilite el desarrollo de metodologías y políticas tarifarias más acordes al
nivel y calidad del servicio y con el contexto de la región y la demanda de los usuarios.
Mientras la capacidad de pago es un concepto amorfo con respecto al bien, la
disponibilidad a pagar se mide en términos de costo-beneficio y toma en consideración la
capacidad de pago.
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