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El enfado: Con quién y por qué me enfado
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1 EL ENFADO EN LA FAMILIA:
Existen multitud de motivos por los que nos enfadamos con nuestros hijos y
con nuestra pareja. Cada familia tiene sus circunstancias personales y
particulares.
Aquí vamos a exponer los más comunes, las que más se repiten. Pero es
interesante y fundamental que cada uno revise sus propios motivos y
observen porque se enfadan y si no están entre estos motivos, incluyan los
suyos propios.
1.1 POR QUÉ NOS ENFADAMOS CON LA PAREJA:
Aprender a vivir en pareja ya es todo un reto y un aprendizaje.
Lo primero a lo que nos enfrentamos es que ya no somos uno, sino dos, por
lo tanto dejamos un poco al lado nuestra individualidad para formar parte de
la vida de otra persona.
La convivencia muchas veces te baja de la nube de forma casi inmediata y
es entonces donde no solo ves las virtudes, sino que también ves a tu
pareja tal cual es, con sus costumbres, sus valores, sus formas, etc. Es aquí
donde comienzan las diferencias y muchas veces estas diferencian llevan a
enfrentamientos, enfados y peleas.
Cuando negamos y no respetamos las diferencias que tenemos con nuestra
pareja (diferencias que no van más allá de costumbres y valores diferentes)
es cuando atacamos esas diferencias y empieza a surgir las desavenencias,
y aparecen los enfados.
Existen multitud de motivos que hace que una pareja se peleen:
Las diferencias no son negativas, ya que si las ace ptamos, las
respetamos y aprendemos a gestionarlas nos enriquec en.
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MOTIVOS DE ENFADOS EN LA PAREJA:
1. Las diferentes costumbres de hacer las cosas:
Por ejemplo,
A uno le gusta hacer las camas antes de ir a trabajar.
Y a otro le gusta dormir un poco más y hacer las camas por la tarde.
2. El desequilibrio de las tareas de la casa: cuando uno hace más cosas
en la casa que el otro.
Por ejemplo:
Uno haces la colada, limpia, recoge la casa, hace la compra, se
encargas de llevar y traer a los niños, de bañarlos, darles de comer,
acostarlo, etc.
El otro hace la cena, recoge por la noche la cocina y se encarga de
hacer las camas.
Si esto no es esta hablado y hay un consenso o un acuerdo ente los dos de
las tareas asignadas, este tipo de desequilibrio conllevara malestar por la
persona que tiene más carga.
3. Las expectativas no cumplidas:
Por ejemplo,
Te vas a vivir con tu pareja pensando que así vais a estar más tiempo
juntos, vais a estar mejor, vais a compartir más, pero luego llega la
convivencia y pasáis igual o incluso menos tiempo juntos.
Necesidades no cubiertas: necesidad de amor, de autonomía, de
silencio, de libertad, de afecto, de intimidad, de apoyo, de confianza.
Muchas veces no expresamos nuestras necesidades esperando a que
nuestra pareja las adivinen y si no lo adivina y no satisface nuestras
necesidades nos sentimos dolidos, o tristes y acabamos enfadados. Si
expresamos nuestras necesidades, en vez de esperar a que el otro las
adivine, es más fácil que éstas sean satisfechas y te sientas mejor.
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4. Valores diferentes:
Que no es más que aquello a lo que damos importancia.
Por ejemplo,
Para uno es importante la amistad y le gusta quedar con sus amigos.
Y para el otro la amistad no está entre sus valores fundamentales, pero
si la familia y para él/ella es muy importante ir a ver a sus padres los
domingos.
5. Tener hijos en común:
Los hijos hacen que el nivel de estrés aumente en la pareja, disminuyendo el
tiempo en común y la intimidad. Y si además unimos esto con lo anterior,
junto a la falta de tiempo, el cansancio, hacen que las peleas y los enfados
en la pareja aumenten.
6. Tener valores educativos diferentes:
Suele pasar mucho que la madre educa a sus hijos de una manera y el padre
tiene otra forma de educar.
Por ejemplo:
La madre, educa a sus hijos sin castigo ni recompensas.
El padre, lleva una educación más clásica basada en los castigos y los
premios.
7. Otros factores:
Como no tomar las decisiones conjuntamente, no hacer cosas en familia,
viajes de trabajo, vacaciones separadas, etc. puede hacer que los enfados
entre la pareja aumenten.
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Es importante mantener en la pareja un diálogo abierto, en el que le
podamos decir al otro, con respeto y con cariño, aquello que necesitamos,
aquello que es importante para nosotros. Siendo además capaces de
escuchar lo que el otro necesita y propone para llegar a un buen
entendimiento.
Sea cual sea la relación, es importante saber qué cosas te hacen a ti
enfadar, esto que hemos expuesto aquí no es más que unos ejemplos,
como hemos dicho antes. Ahora es importante indagar lo que a ti te hace
enfadar.
El enfado: Con quién y por qué me enfado
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1.2 POR QUÉ NOS ENFADAMOS CON LOS HIJOS:
1.2.1 El cansancio:
El cansancio suele ser uno de los ingredientes principales que dificultan la
relación padres-hijo.
Para los padres, el tener hijos, es una carrera a contra-reloj, un no parar, ya
que a su vida normal se le ha de sumar el trabajo que conlleva cada uno de
los hijos. Trabajo que se lleva con amor, pero que suma a los quehaceres
cotidianos.
Al principio el cansancio nos viene de la falta de sueño principalmente sobre
todo de amamantarlo o darle el biberón por las noches cada cierto tiempo,
más adelante, vienen las pesadillas, los llantos, el niño se pone enfermo,
tose, se hace pipi, y muchas otras circunstancias que hacen que no
descansemos como antes, sino a intervalos. Sin contar con todo lo que hay
que hacer antes y después de acostarlos.
Cuando ya son un poco más mayores y duermen toda la noche, está el
tema de que se acuestan más tarde, de que hay que ayudarles con los
deberes, llevarles a las clases extra escolares, cumpleaños, etc., y como no,
sumado a tu trabajo, los quehaceres de la casa, la compra, etc.
Todo esto hace que nos sintamos cansados e irascibles y que nos
enfademos por cualquier cosa, gritando y llegando a situaciones
desesperantes con nuestros hijos. Situaciones que podríamos evitar si
simplemente no estuviéramos tan casados o irascibles.
Si estás cansado es imprescindible para ti y para tu familia que descanses,
que duermas las horas que necesitas, póntelo como objetivo y meta
principal.
Pide ayuda, expresa tu necesidad de descanso y llén ate de la
energía que necesitas.
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Para dejar de enfadarte con tus hijos, empieza por dormir y por descansar
cuando te sientas cansado, a veces basta con sentarte unos minutos.
También es frecuente que si los niños están cansados, se muestren más
susceptible, e iracundos, que nada les vaya bien y que salten por cualquier
cosa. Es importante estar atento a esto, pues también evitaremos muchos
enfados.
1.2.2 Falta de tiempo:
Cuando tenemos hijos, la cosa cambia mucho, ya que además de nuestras
responsabilidades profesionales y personales, le hemos de añadir las
familiares, recoger la ropa, hacer la colada, comidas, cenas, recoger lo que
los niños van dejando por ahí, preparar su ropa para el día siguiente y mil
tareas que hacen que el día a día se convierta en una carrera de
obstáculos.
Cuando llega al final de nuestro día, vemos que aún tenemos más cosas
que hacer y eso no es lo peor, lo peor es que pasan los días y las semanas,
y no hemos hecho nada para nosotros mismos.
Vemos que no tenemos tiempo para nosotros mismos y no sabemos de
dónde sacarlo, y eso acaba irritándonos, saturándonos y al final acabamos
enfadado y desbordados.
Al igual que descansar, también es importante buscar un tiempo para uno
mismo, tiempo para hacer algo que te gusta, al menos una vez a la semana.
Esto te ayudara a sentirte mejor contigo mismo y con los demás miembros
de tu familia.
Reflexiona:
¿Cuánto tiempo hace que no sales con los amigos? o
¿Qué no lees un libro en casa tranquila/o? o
¿Haces aquello que tanto te gustaba hacer?
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1.2.3 La impotencia:
Como padres nos sentimos impotentes muy frecuentemente.
Hacemos todo para dar gusto a nuestros hijos y muchas veces vemos que
no es suficiente, que quieren más o que eso que le damos no le gusta y
quieren otra cosa.
También nos sentimos impotentes, cuando no nos escuchan y no hacen
aquello que le pedimos que hagan.
Ejemplo:
Le pedimos a nuestros hijos que vengan a cenar y no solo es que no
vienen, si no que ni contestan y nosotros que nos esforzamos para que
la cena esté lista a su hora y este caliente vemos que ellos hacen caso
omiso.
Esto nos irrita y finalmente acabas a gritos y enfadado, cuando además nos
habíamos propuesto tener una velada tranquila y aún no ha empezado y ya
estamos enfadados.
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1.3 POR QUÉ SE ENFADAN LOS HERMANOS:
Las peleas entre hermanos es el gran hito de las familias, los hermanos se
pelean, se gritan, se pegan, se quitan las cosas, no comparten, se pinchan y
a nosotros eso acaba desesperándonos.
Queremos que se respeten, que se traten bien, con amabilidad, que sean
generoso, pero no siempre ocurre eso y finalmente esto unido a nuestro
cansancio, y a todo lo anteriormente expuesto, hace que no sepamos
gestionarlo como toca y acabamos a gritos y enfadándonos con ellos.
Queramos o no reconocerlo los hermanos se pelean.
Independientemente de la edad de los niños, normalmente los conflictos se
derivan por el tema del compartir.
Cuando son pequeños los conflictos aparecen porque los dos quieren un
juguete y el otro no lo quiere compartir. Cuando crecen porque quieren jugar
al video juego y el otro lleva más tiempo. Las niñas por la ropa, “yo ayer te
deje mi falda y tú no me quieres dejar tu camisa”.
Los padres desde bien pequeño le damos el mensaje de que hay que
compartir, si el hermano menor quiere una cosa que tiene el hermano
mayor, pues insistimos que se lo deje que “hay que compartir”. Pero esta
“regla” no lo la creemos ni nosotros mismos, ya que la mayoría de las veces
el mensaje que transmitimos a nuestros hijos es que “no toquen eso que es
de papá o de mamá”. Nosotros no compartimos nuestros “juguetes”
(móviles, ordenador, Tablet, pinturas, collares, etc.) con nuestros hijos, y
esa es la lección que le enseñamos y la que realmente ven en la sociedad.
Partiendo de este hecho, podemos explicar que los juguetes son del
hermano y que si lo quiere puede esperar a que el hermano termine de
jugar con él y cuando termine si el hermano le deja podrá cogerlo, mientras
puede jugar con otra cosa. Puede ser que el hermano cuando termine no se
lo quiera dejar. Aquí habrá que determinar las razones de ese
comportamiento, puede ser porque su hermano tira los juguetes y los pueda
romper, o porque se sienta muy apegado al juguete, o por lo que sea.
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Entonces explicaremos el otro hermano que entendemos sus razones y que
busquen una forma entre los dos de solucionar el problema.
Otro aspecto importante es establecer normas, por ejemplo: los juguetes o
las cosas no se quitan de las manos, sea de quien sea, las cosas se piden y
si no se busca la forma de solucionarla, cuando son muy pequeños, pueden
mediar los padres, pero es importante que le vayamos enseñando a
resolver por sí solos los conflictos.
Dar la oportunidad de solucionarlo entre ellos sin entrar a mediar en el
conflicto es importante para que aprendan a resolver los conflictos que les
vayan surgiendo.
Normalmente cuando vemos a nuestros hijos discutir o los vemos
enfrascado en un conflicto con el hermano, lo que solemos hacer es salir
corriendo a mediar en el conflicto, lo interrumpimos, buscamos al culpable y
a veces sin resolverlo, otras resolviéndolo el propio adulto, lo damos por
acabado, sin obtener ningún aprendizaje de él y sin darle la oportunidad a
los niños de que activen sus propios recursos, y sus habilidades para
resolverlos.
Si se están pegando, o la cosa llega a mas, podemos acercarnos para
interrumpir esa conducta inadecuada, pero es importante que a los niños se
les dé el mensaje de confianza de que sabemos que lo pueden resolver por
sí solo, que no les hace falta un adulto que tome parte del conflicto, un juez
que dictamine. Sino que ellos solos lo pueden resolver. Podemos incluso
darles las pautas, que expresen lo que sienten o lo que necesitan, que
busquen diferentes opciones, etc.
Con solo describir lo que ve y decir lo que esperas , hace que los
niños tomen conciencia de lo que está pasando.
Por ejemplo, que esperas que encuentren una solución al problema y
que sea aceptable para los dos.
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Ejemplo:
Padre: Veo que tienen un problema. Veo dos niñas peleándose por una
bicicleta. Sara está montada encima de la bicicleta de Lucía, y Lucía no
se la quiere dejar. Creo que deberíais encontrar una solución al
problema que sea aceptable para las dos.
Sara: Yo estoy un ratito en ella y luego me bajo.
Padre: Eso no lo tienes que discutir conmigo sino con Lucía.
Sara: Lucía que te parece que montemos un ratito cada una.
Lucía: No, yo quiere mi bici ahora.
Sara: Yo te dejo la bici, un ratito montas tú, y luego monto yo.
Lucía: ¿Y si montamos las dos juntas?
Sara: ¡Vale!
Son sorprendentes las ideas que se les ocurren a los niños para resolver un
problema. A veces, el problema no llega ni a conflicto, otras ni se resuelven.
Los niños pasan con mucha facilidad a otra cosa o a otro juego y se les
pasa.
Por eso es muy importante la observación del adulto, ver qué es lo que está
pasando, saber si es necesario entrar en la discusión y cuando, y esto no lo
hace más que la práctica en la observación, el estar atento. La
autodisciplina de los padres también es importante, porque estamos
acostumbrados a mediar en los conflictos de nuestros hijos y tomar parte en
ellos, resolviéndolos, desde nuestro entender, la mayoría de las veces.
También, como siempre decimos, el ejemplo es fundamental, si tus hijos
observan como tú resuelves adecuadamente los conflictos que tienes con tu
pareja, con los amigos, con ellos mismos, tus hijos van a adoptar esa misma
forma de resolver los conflictos, ellos aprenden de lo que ven.
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Otro aspecto a tener en cuenta por parte de los padres es la observación.
La observación de los niños y la autobservación:
¿Cómo reaccionamos cuando nuestros hijos se pelean?
¿Cómo nos sentimos cuando se pelean?
¿Entramos a mediar en el conflicto?
¿Buscamos culpables e indagamos en lo que ha pasado?
¿Es proporcionado nuestro enfado con el conflicto que se estaba
produciendo?
¿Existe un bueno y un malo?
¿Etiquetamos a nuestro hijo como el “conflictivo” o el “malo” y como “el
bueno”?
Es muy importante preguntarnos estas cuestiones para una buena
resolución de conflictos, independientemente de que utilicemos las técnicas
expresadas.
Muchas veces pasa que nuestros hijos se enfadan, se pelean y acabamos
con los nervios crispados, enfadándonos nosotros también y muchas veces
llevando nuestro enfado a la pelea o al conflicto de nuestros hijos, y
subiéndolo a un nivel superior.
Otras veces nos esmeramos en saber qué es lo que ha pasado, indagando
entre los dos. Indagar no es más que buscar con el dedo un culpable y
entrar a formar parte del conflicto. Además nuestros hijos, a sabiendas,
intentaran culpar al otro.
Muchos conflictos también se producen por el mero hecho de llamar la
atención de los padres, aunque sea una atención negativa. Es importante
tener esto en cuenta, porque nos dice mucho sobre necesidades no
cubiertas de atención y presencia de nuestros hijos.
Es importante no etiquetar en el “bueno” o el “malo”. Una pelea no se
produce si uno no quiere, aunque nos parezca que siempre uno es el que
pega o insulta, y el otro el que sale llorando desconsolado. Pero puede ser
que el que llora desconsolado ha pinchado al hermano anteriormente, o ha
hecho algo que hace que el hermano salte.
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Por lo tanto es fundamental quitar etiquetas. Muchos padres no se las
transmiten verbalmente, pero etiquetan silenciosamente. Pensamos que
siempre es Javi el que pega, el que se porta mal y el malo de la película,
mientras que Esther, pobre, siempre sale mal parada. Entonces
reaccionamos, nos enfadamos con Javi, consolamos a Esther, etc., por lo
nuestro lenguaje no verbal y nuestra forma de actuar nos delatar
Recuerda:
Dos no se pelean si uno no quiere.
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