· mular fibras dormidas hablándole directa mente al sentimiento. Y no es que su mensaje carezca...

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Recuerdo

••••••••••••••••••••••••••••••••••Nostalgiade la infancia

por Enrique Jaramillo Levi

Es un librito* tierno, cariñoso, sabio, desti­nado a niños que crecen aprisa y a losadultos que olvidan que fueron niños y a1m adultos que, queriéndolo o sin quererlo,continúan siendo inocentes, sensibles o sim­plemente humanos. Novoa Montero ha mo­jado su pluma en nostalgia, en la mássencilla cIase de poesía: la que logra esti­mular fibras dormi das hablándole directa­mente al sentimiento. Y no es que sumensaje carezca de profundidad y, por lotanto, que no sea de interés para los culto­res de la filosofía. El que escribe es unmédico venezolano, un hombre que ha vis­to de frente enfermedades y muerte, un serque lleva dentro experiencias que le hanenseñado formas de vivir. La estructuradiáfana de Los mundos surge de la preocu­pación paterna, de los consejos disfrazadosde metáforas infantiles, que el narradorofrece a su hija enferma y más tarde a laniña que crece en un mundo plagado deproblemas de difícil solución. La conversa­ción en que sólo escuchamos a un interlo­cutor, es diálogo a pesar de todo, porque laniña silenciosa que escucha somos todos ycada uno de nosotros, que vamos musitan­do sí o no, o así es, al final de cada brevecapítulo.

De la misma manera que Novoa Monterole dice a su pequeña: " ...tú eres uno delos trabajos más hermosos de tu padre",con esa misma convicción interpreta lasfantasías a colores de su hija; esos dibujosque otros encuentran sin sentido, a loscuales llaman simples "garabatos", contie­nen la visión que del mundo tiene una niñacuando comienza a distinguir matices yniveles, o por lo menos así quiere desglosarlos dibujos su padre. Y, en realidad, no esla acertada simbología encerrada en la fan­tasía infantil lo que interesa en los comen­tarios que hace Novoa Montero, sino laproyección que su mente logra a partir delíneas coloreadas que a lo mejor no provie­nen mas que de una impostergable necesi­dad de expresión. Vemos cómo es él mismoquien percibe situaciones relacionadas a suexperiencia y posibilidades, tanto conflicti­vas como esperanzadoras, para el futuro dela hija adorada. Y nos identificamos con sugran sensibilidad, con sus inquietudes, consu don generoso de ofrecer consejos arraiga­dos en el amor al prójimo. Es un mundo

* Darío Novoa Montero: Los mundos. Fer­nández Editores, México, 1970, 89 pág.

ideal el que quisiera Novoa Montero parasu hija, un mundo donde los problemasdesaparecen o se simplifican al máximo conla sola buena voluntad. Lo que él propugnaes una vuelta al más elemental cristianismo.Pero su programa de buenas acciones ypensanúentos nobles pretende ignorar lahostilidad ingrata de los que no se hanformado en un mundo construido sobrepilares de amor y comprensión, los queseguirán golpeando una y otra vez la otramejilla que a toda hora ofrecerá la mujerque se crió oyendo metáforas. Y en estoestriba la ingenuidad bien intencionada dela obra. En no poder admitir que no siem­pre podrá estar animando a la niña, pues sibien es cierto que mientras crece, "el alien­to de mi alma será tu combustible", yadespués tendrá que enfrentarse ella sola ycon combustible propio a la vida. Es obvio,sin embargo, que la edad que ahora tiene laniña no es la más propicia para insinuarlelas sombras que tendrá que penetrar conluz propia ni para pintarle dantescas pers­pectivas. Lo que sí podría censurarse unpoco es el nada disimulado énfasis quepone el autor en llenar su propia vida dealegrías, satisfacciones y esperanzas que vancompletándose con la vida sana y juguetonaque comparte con su hija. Es decir, el librocomienza siendo un poemario dirigido a laniña y, a mitad de camino, se convierte enuna justificación a través de ella, de supropia vida. La soledad se le llena dealegría y entusiasmo cuando, según él, ellalogra comprenderle cabalmente en sus dibu­jos, hasta colocar su existencia compleja enel "ocre y azul de mi serenidad actual". Enel centro de esos colores en mezcla profun­da están precisamente "los viajes de miespíritu", y eso determina la aseveracióndel autor: "Allí me acompañas tú y meayudas a realizar mis ilusiones." El "yo"del autor es, pues, el globo henchido desatisfacción que agradece la dúctil generosi­dad del hilo que traza líneas acertadas en elaire, que le permiten continuar lleno deilusiones. Quizá lo que más negativamentellama nuestra atención, sea la parte quedice: "Sube pujante, que yo estaré contigoluchando porque mi vida, como en tudibujo, nunca tenga manchas negras deviajes fantasmagóricos." Lo normal sería

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que se preocupara por no ver manchasnegras en la vida de la niña, que le desearaun futuro donde las manchas, que necesa·riamente tendrán que aparecer, fueran gri­ses, menos lacerantes, más borrables. Perono, el enfoque presente y futuro es hacia lapropia cordura y serenidad, por más que sepretenda suavizar esta realidad con frasescariñosas como: "Tú eres mejor que lasflores."

El cap ítulo titulado "La amistad", justi­fica, no obstante el libro, y parece contra­decir la interpretación, hasta cierto puntonegativa, que hemos hecho de lo presenta­do por el autor en los capítulos finales. Elpadre le señala a su hija: "Cuando seasmayor, ese mundo maravilloso que ahoratienes se cambiará totalmente", y en esemomento se introduce la advertencia queconlleva la más auténtica generosidad ycariño, la de no ocultar el proceso evoluti­vo que trastocará las anteriores semblanzasdel mundo. "Quiero que recuerdes que esemundo, muy distinto al de ahora", señalael padre, "no debe dejar de ser tambiénmaravilloso para ti. En el mundo que ahoravives, tú eres el centro. Alrededor de tigiran todos los cariños... Cuando crezcas,tú girarás en torno a muchos". Más adelan­te aclara que "el secreto está en que hagasque los demás reciban siempre de ti unaparte siquiera de lo mucho que te damos",pero le advierte: "encontrarás muchas fierasen tu contorno... no las busques, pero noles tengas miedo", y da como ejemploideal, como modelo a imitar a Francisco deAsís. Todo eso está muy bien y se ajustahermosamente a la mente unidimensional ysoñadora de los niños. Lo que habría queadvertirle a la pequeña en un futuro nomuy lejano, es que las bestias del mundono están dispuestas a devolver el nombre"hermano" ni a bajar la vista arrullados porel misticismo de una suave voz.

"Te voy a regalar monedas de la mejorley, afirma Novoa Montero, Con ellas irástranquila por el mundo. Podrás comprartodo lo que desees y quizá te den más delo que intentes adquirir." Esas monedas sonlas experiencias, más bien las enseñanzas yconsejos que él le facilita. Espera que ellavaya reuniendo esas gotas de simpatía, pues"cada día deposito en ti una de esas mone­das que quiero guardes con mucho celo".Hay que ser generoso con las cosas aprendi­das y atesoradas como valores útiles através de los años, "y cuando te toqueemplearlas, repártelas entre tus semejan­tes... Esas monedas te serán llave y divi·sao .. Nunca las des con mezquindad".Aquí vuelve a advertirle que recibirá amar·guras y que "muchas veces te morderá laenvidia", pero le aconseja: "paga con esasmonedas". Esto propiciará que un día,cuando la hucha se quede vacía, ocurra elmilagro de hallarla llena de Cariño, Vuelve,pues, el autor, a su anticipación de unmundo ideal que, más que probable, repre·senta su más caro deseo para la felicidad desu hija. El acierto de Novoa Montero estri·ba aqu í en señalar que sólo en uno mismose puede hallar la paz, muchas veces comoproducto de los recuerdos gratos, del amorque se compartió con otros, mas no en elmundo exterior, agresivo o indiferente.

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Otro momento de acierto es aquel en elcual la niña recibe el consejo de "darmucho". El padre procura inculcarle altruis­mo, desinterés, sacrificio. Le recomienda"dar en el momento oportuno y a quien lonecesite, procurando que no vea tu mano alrecibir la dádiva", pues no se trata de "darpor dar, ni es el dar por recibir a cambio,ni es el dar dispendioso".

Uno de los capítulos más bellos del libroes el llamado "El manantial". Todos esta­mos solos y, por más gente que haya anuestro alrededor, siempre existirá una rea­lidad muy semejante a un desierto. Unapersona puede ser manantial con su fanta­sía, con la riqueza imaginativa, con la pro­pia iniciativa, con la alegría, con el deseode servir. Se puede llegar a ser oasis dealegría y encanto para aquellos que necesi­tan de amor, comprensión o simplementecompañía. Hay que aprender a ser fuenteque suple las propias soledades. "Yo quieroque tu alma sea un manantial", dentro deldesierto del mundo, señala el padre en otrode sus raptos de idealismo; "debes ser unlugar de encanto y atracción, para quelleguen a ti todas las almas sedientas. Nun­ca lo niegues. Mas, tampoco permitas quelo ensucien", adviérte.

Hay amargura escondida en la frase: "yono tuve los juguetes que tú tienes", peroenseguida viene la nota cariñosa al admirar­se de la armonía que la niña imprime a loscolores que pretenden ilustrar el reflejo!rental que tiene de sus juguetes. El lainvita a jugar con los juguetes reales que lahacen reina y soberana de su mundo di­minuto y también la invita a gobernar ensu imaginación, imponiendo un elementalsentido de orden y coherencia a sus crea­ciones.

llega la Navidad y la hija se reafirmacomo el más sagrado de los regalos. Haygran sinceridad en el brote de admiraciónque hace decir al autor: "No contenta conlos regalos que ya tenías entre tus juguetes,al llegar la Navidad, tu imaginación explotóen su colorido. Abriste tu caja de colores yplasmaste en rectas, semirrectas y curvasalocadas y concéntricas tu alborozo navide­ño." Y se siente hondamente agradecidopor el renovable regalo' vital que la vida leha encomendado: "Y todo ese colorido, ytodas esas curvas acariciadoras que tú ha-

ces", dice refiriéndose a una compleja ma­raña de líneas recién trazadas por la fanta­sía desbordada de la niña, "se me figurantú misma envolviéndome con tu ternura,como el mejor regalo de Navidad para mivida. Gracias, niña mía". Es un hombre queno puede contener ya la emoción que loembarga. Identifica los colores naranja, azuly verde de este papel de trazos infantilesque le ofrece su hija, como sencilla ofrendade alegría, con los sentimientos festivos quecolman de esperanza el ambiente. Y esfeliz.

A medida que los trazos de la niña setornan más firmes, más específicos, tantopara él como para la niña, la identificaciónde las dos fantasías se hace más compacta.Ella crea aves de variados colores, las exte­rioriza "estilizadas en cruces de diversasformas"; "¡A mí se me han escapado tan­tas! ", se queja él, refiriéndose a las oportu­nidades desaprovechadas, a las ideas desva­necidas para siempre. Y percibe en losdibujos "aves grises, que pones en posiciónde fuga con respecto a tu alma". Es decir:surge el presentimiento, la intuición defuturas dificultades. La niña empieza a sos­pechar que habrá problemas y procurasituarlos lo más lejos posible del centrogenerador de su alma.

1n dudablemen te que Novoa Montero-autor y personaje- proyecta su propiaansiedad y su propio alborozo al interpretarlos dibujos de su hija. Es acertada la ideade colocar estos dibujos frente al comienzode cada capítulo que los involucra. Así ellector puede bucear por cuenta propia enlas 1íneas de colores que el padre pone enpalabras y nos presenta como la más objeti­va de las verdades, a pesar de que susjuicios no logran dejar de estar altamentematizados de subjetividad.

Los capítulos finales se acercan más ymás al psicoanálisis a nivel primario. Noto­ria es la simpatía que siente el padre porcada nueva estampa que crea su hija, y quele permi te a él la satisfacción de buscarseen lo que, al fin y al cabo, también es obrasuya, pues ha salido del alma de quien saliótambién de él. Lástima que no oigamos lavoz de esa amorfa criatura. Si fuésemostestigos de sus reacciones infantiles, de sustravesuras, de sus ocurrencias, de sus gestos,de la manera en que mira a su padre,viviríamos en esta lectura una experienciamás auténtica. Pero entonces sería otra'.:Jase de libro. Estaríamos tal vez frente auna novela.

Si toda la información acerca de la niña-que ni siquiera tiene nombre- no nosllegara a través de lo que decide presentarel autor a manera de conversación unilate­ral permanente, podríamos crearnos nuestrapropia versión, valorar la otra cara de lamoneda. Pero el autor ha escogido precisa­mente la edad menos propicia a la comuni­cación mediante palabras, para situar enella las inquietudes de esa otra forma decomunicación que es el dibujo infantil.Sólo él puede ser, entonces, intérprete, juezy gu ía. La última frase del libro resume laactitud que espera de nosotros como lecto­res, al penetrar su mundo hecho de cariño,sencillez y fantasía: "¡Que tus alas toquenmis alas, vuela conmigo' "

Crónica

••••••••••••••••••••••••••••••••••La ChinaMendozaagarró y dijo

por Edmundo Domínguez Aragonés

Personalmente creo que en la literaturamexicana (y principalmente desde los librosde Rulfo) se expresa una paradoja irreducti­ble para el resto del mundo (y esto lopongo en duda, dada la época contem­poránea: las naciones son paradójicas); estaparadoja deambula en la conciliación entresurrealismo y realismo (¿es posible?); odicho de otro modo: el realismo es surrea­lista y la vida real es suprairreal: demasiadoreal para ser mentira. En México chocamoscotidianamente con esta ambivalencia exis­tencial, ontológica, que tantos bienes yprejuicios con])eva. Por ello, porque MaríaLuisa Mendoza surge de este humus, es queCon el. conmigo, con nosotros tres reflejaesta no conexión (en el texto, visualizadodesde la atalaya del estructuralismo deot ras etapas, pues el estructuralismo con­temporáneo le da plena validez) entre elvivir en sí. para sí, y el de la otra orilla:aquel referido al vivir medio-en-sí, a través­de-sí: subvirtiendo la realidad que es, a lavez, la única posible de asir, de tocar, deasimilar. El libro, esta cronovela, nos habla,pues, de un pasado que se fue y está aún,en el aquí: que se intercomunica en un ir yvenir sanguíneo, desde que el hombre sehizo presente en el planeta.

María Luisa Mendoza no hace, exacta­mente autobiografía, pero se acerca al pre­sagio de Emerson:

Este maestro, Ralph Waldo, (diestro ha­blantín que sobrevivió una centuria dandoconferencias, a lo largo y ancho de EstadosUnidos y Europa; el más valioso filósofo desu época, de yanquilandia y la fuente deinspiración más perdurable; idealista feroz ypartidario del individualismo que hizo aWhitman cantor de sí mismo), se lanzó conla siguiente máxima (por otra parte repro­ducida como epígrafe de su Trópico deCáncer, por maese Henry Miller):

"Muy pronto, el lugar de estas novelasserá ocupado por diarios y autobiogra­fías, libros cautivadores con' tal que elhombre sepa escoger entre lo que llamasus experiencias la que sea realmente suexperiencia, y sepa también consignar laverdad con toda velocidad."

No es que María Luisa Mendoza hayaconsignado en su cronovela la verdad pleo­nástica sino que el libro cautivador a que serefiere Emerson (y dentro de cuyas virtudes 3 cícae Con El. conmigo, con nosotros tres) ..,

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