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Revista Doble Vínculo ISNN 0718-7815, Año 2 - Nº2 1 Revista Doble Vínculo ISNN 0718-7815, Año 2 - Nº2 2 Revista Doble Vínculo ISNN 0718-7815, Año 2 - Nº2 3 Revista Doble Vínculo ISNN 0718-7815, Año 2 - Nº2 4
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Revista Doble Vínculo
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El proyecto de la revista Doble Vínculo nace el año 2007 y es concretado el año 2009 ante la urgencia de generar espacios colectivos de
reflexión y exposición de trabajos sociológicos realizados por estudiantes del Instituto de Sociología de la Universidad Católica de Chile.
Se trata de un espacio autónomo, gestionado por estudiantes interesados en indagar las distintas dimensiones y transformaciones de la
realidad contemporánea de Chile, Latinoamérica y el Mundo, desde un trabajo riguroso y crítico que pueda utilizar las distintas
herramientas del análisis sociológico.
Las opiniones expresadas en los artículos son las de los propios autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de la Revista
Doble Vínculo.
Para fomentar la reflexión, discusión y difusión, los artículos están disponibles de forma gratuita en la página web de la organización
(www.cesouc.cl/doblevinculo).
Publicación de los estudiantes de sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile ISSN 0718 – 7815 (electrónica) ISSN 0718 – 7750 (impresa) Diseño de portada y contraportada: Marcela Seguel Fotografía portada: Juan Pablo Ramírez
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Revista Doble Vínculo
Réplicas Sociales: hacia una sociología del desastre
Nº2 Año 2
Director Comité Editorial Pedro Seguel
Comité Editorial
Sebastián Fischer Rodrigo González Rodolfo Martinic Julián Moraga
Francisco Olivos Nicolás Rodríguez Francisco Salinas
Revista Doble Vínculo
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INDICE
Presentación 9
Editorial 11
DEBATE PRINCIPAL:
El significado de lo propio en tiempos de catástrofe
Sebastián Lemp, Javier Traslaviña y Patricio Velasco
17
Máquinas Responsables: Desarmando incertidumbre a través de la democracia
Colombina Schaeffer y Leonardo Valenzuela
35
Operativo Maule UC: Diagnóstico social de las comunas Curepto y Hualañé pos terremoto 27 de febrero 2010
Francisco Gatica y Ariel Rosales
53
Terremoto en la ciudad: Entrevista a Gonzálo Cáceres
Nicolás Rodríguez y Pedro Seguel
73
OTROS ARTÍCULOS:
Creyentes, familias y extraños: el caso de una Iglesia Católica en de inmigrantes mexicanos en Berkeley-California.
Daniela Urbina
85
25 de Março: The Political economy of the counterfiets
Calla Hummel
101
Política y democracia conteporánea: algunos contrapuntos sociológicos
Malik Fermovic
123
El enfoque interaccional en Latinoamérica
Nicolás Bonnefoy
141
BOOKS REVIEWS:
Después del nihilismo: de Nietzsche a Foucault [Reseña]
Francisco Salinas
157
La aceptabilidad del riesgo según las ciencias sociales. [Reseña] Juan Pablo Gonnet
158
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Revista Doble Vínculo
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Presentación
La revista Doble Vínculo nace ante la necesidad de generar espacios colectivos de reflexión y exposición de trabajos sociológicos realizados por estudiantes del Instituto de sociología de la Universidad Católica, ISUC. Esto, complementado con la inclusión de trabajos de profesores e investigadores del mismo Instituto, o bien de otras instituciones.
Se trata de un espacio autónomo, gestionado por estudiantes interesados en indagar las distintas dimensiones y transformaciones de la realidad contemporánea de Chile, Latinoamérica y el Mundo, desde un trabajo riguroso y crítico que pueda utilizar las distintas herramientas del análisis sociológico. De este modo, se trata de la gestión de una Revista académica de carácter anual que inicia con una convocatoria abierta de artículos durante el primer semestre, y cerrando con un lanzamiento oficial. Con una lógica de continuum se desarrollan diversas actividades íntimamente relacionadas en pos del fomento de un ―espacio educativo‖, en base a 3 principios:
Espacio académico: Un trabajo comprometido con el desarrollo académico de los estudiantes y la disciplina. No sólo a modo de reproducción de los saberes, sino con un espíritu crítico y constructivo del quehacer sociológico. Además, el desarrollo académico tiene también una dimensión técnica (de habilidades). En este sentido nos parece relevante fomentar en el estudiantado, el ejercicio de publicar, corregir e investigar a través de este espacio.
Espacio orientado a la interdisciplinariedad y trabajo interuniversitario: Si bien el foco está puesto en la sociología, se comprende la importancia de desarrollar reflexiones y trabajo junto con otras disciplinas, además de otras universidades fuera de la PUC.
Espacio de encuentro: Concibe el desarrollo del conocimiento e ideas como un trabajo colectivo y no como meramente individual. Como oportunidad al encuentro con la diversidad de opinión y el aumento de las redes estudiantiles. Es un encuentro entre estudiantes y académicos, orientado a fortalecer los lazos de la ―comunidad‖ educativa en su conjunto.
El 2011 el proyecto cumpliría su 3er año de desarrollo, contando con 5 publicaciones (tres revistas anuales y dos semestrales) en total, a finales del 2010; además hemos realizado 4 conferencias (incluidas 1 seminario y 1 Jornada) y cuenta con el sitio web: http://doblevinculo.wordpress.com
Objetivo general:
Fomentar un espacio de discusión y difusión de artículos académicos producidos por estudiantes, especialmente de la UC, en el ámbito de las ciencias sociales y, en particular, de la sociología.
Objetivos específicos:
1. Abrir un espacio en el estudiantado para publicar y compartir sus investigaciones.
2. Gestionar instancias de reflexión interdisciplinar e interuniversitarias.
3. Gestionar instancias de investigación estudiantil y producción de conocimiento.
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Editorial
Esta reflexión no es sobre el terremoto per se, es -más bien- sobre el desastre, el cual es un fenómeno
que debe ser comprendido en términos sociales. Hechos ―naturales‖ como los sismos -entre otros- tienen una
importancia vital y una compleja interpretación físico-geológica, pero no podemos olvidar que ocurren en
contextos sociales particulares y quienes los manufacturamos en tanto desastrosos somos los actores
involucrados. La tierra siempre se ha movido y lo seguirá haciendo. Cambia su forma, acomoda sus piezas, pero
somos nosotros quienes al concebirla como hogar consideramos su destrucción de modo afectivo.
Sin embargo, ¿Para qué estudiar el fenómeno? Al parecer la interpretación de sus impactos en la
sociedad parece ser fácil y de carácter universal. El dolor, la destrucción y la resiliencia parecen gobernar toda la
reflexión, sin necesidad de ir más allá. A pesar de ello, consideramos que queda mucho tramo por recorrer.
Interpretaciones y prácticas muy heterogéneas son parte de lo desastroso, tal como se puede apreciar
en las citas de más abajo. En este sentido, el desastre puede manifestarse como un castigo divino en respuesta
a la conducta humana, como la evidencia de una pobre preparación en la gestión técnica de crisis y de la
incompetencia de los liderazgos, como el desarme y desarticulación de las normas sociales, como el
florecimiento de patrones de convivencia diferentes y, entre otras perspectivas, como gestor de incertidumbre
frente a una fuerza que nos parece inexplicable y externa.
Del mismo modo que el desastre se conjuga con múltiples hechos ―naturales‖, además contextos
espaciales y sociales particulares; también el desastre es parte de una historia y no responde meramente a una
coyuntura. Es parte de una historia, en tanto puede marcar la biografía individual y social frente a situaciones
límite. ¿Cuándo se esfuma el desastre o el riesgo? Es algo más bien por investigar, que sin dudas tendrá una
relación con la efímera situación de emergencia, pero probablemente su explicación la trascenderá en tiempo.
Mucho es lo que se llama a explicar y estudiar respecto a este complejo fenómeno, consideramos que
las ciencias sociales deben estar a la altura. Es por ello que dedicamos este número para la elaboración de una
sociología -en diálogo a otras ciencias- que apunte hacia el desastre. Tarea que no responde sólo a una
motivación coyuntural, a pesar de ser despertada por los últimos sucesos. Se trata de una tarea más amplia con
perspectiva histórica de cómo nuestra misma sociedad se constituye en convivencia con lo desastroso.
A través de un riguroso trabajo anual de selección y corrección de artículos, estamos conformes de
contar en este número con artículos que abarcaran diversas aristas del fenómeno:
En “El significado de lo propio en tiempos de catástrofe” los autores nos muestran el terremoto afecta
nuestra materialidad, en tanto lo inhabitable y destruido es parte de significados personales y comunitarios.
Por otra parte, ―Operativo Maule UC: Diagnóstico social de las comunas Curepto y Hualañé post
terremoto 27 de febrero 2010” sintetiza un esfuerzo coordinado por el Instituto de Trabajo Social de la UC en las
comunas afectadas. Una evidencia de cómo las ciencias sociales pueden aportar desde la gestión de políticas
para enfrentar la crisis, indicando la envergadura del impacto y criticando las intervenciones realizadas en su
momento. Del mismo modo, dicho esfuerzo nos da alarmas sobre la inamovilidad de institutos como el de
Sociología en pos de generar un aporte coordinado a la coyuntura nacional.
Otra interesante, y menos benevolente, interpretación sobre el desastre es la entregada por el profesor
Gonzalo Cáceres en su entrevista. Donde se indaga sobre el complejo escenario de los saqueos en el Gran
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Concepción y de cómo queda en evidencia una sociedad que no queríamos ver en nuestro país. A pesar de ello,
desde su análisis histórico y urbano, queda demostrado como lo emergente si bien es nuevo y sorprendente,
traía consigo una larga historia de nuestra manera de convivir en nuestras ciudades.
Tanto el artículo ―Máquinas Responsables: Desarmando Incertidumbres a través de la Democracia” junto
con el Book Review “La aceptabilidad del riesgo según las ciencias sociales” nos muestran como el riesgo y la
incertidumbre se incorporan al tejido social, como otra dimensión de la catástrofe.
El número se complementa con trabajos que abordan otras dimensiones sociales:“Creyentes, familias y
extraños: el caso de una Iglesia Católica de inmigrantes mexicanos en Berkley-California” que analiza la relación
existente entre la religión y la formación de lazos sociales entre los inmigrantes, “25 de Março: The political
economy of policing a Street Market” que estudia el comercio informal en Brasil, “Política y Democracia
contemporánea: Algunos contrapuntos sociológicos” que trata sobre el debate teórico en Sociología Política en
los últimos años, “El enfoque interaccional en Latinoamérica” que aborda la posibilidad de hacer sociología
latinoamericana desde el interaccionismo simbólico; finalmente, se incluye un book review del libro filosófico-
sociológico “Después del Nihilismo” de Martín Hopenhayn.
Finalmente es necesario agradecer a quienes colaboraron directa o indirectamente con el dossier
número 2 de la Revista Doble Vínculo. En primer lugar a nuestros académicos correctores del Instituto de
Sociología: Catalina Allende, Soledad Herrera, Nicolás Somma, Maureen Neckelmann, Eduardo Galáz, Luz
Cereceda, Guillermo Wormald, Piergiorgio Di Gimianini y Eduardo Bascuñan. En segundo lugar, a Juan Pablo
Ramírez por el material fotográfico presente en esta edición. En Tercer, a Marcela Seguel por el diseño de la
Portada y Contraportada. Y en cuarto lugar, a los profesores Manuel Tironi del Instituto de Sociología de nuestra
Universidad y Marcelo Arnold Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile por
participar en el evento de lanzamiento de la convocatoria.
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Imágenes del desastre
Fotografía de Juan Pablo Ramírez (2010)
Puerto Montt está temblando / con un encono profundo / es un acabo de mundo / lo que yo estoy presenciando / a Dios le voy
preguntando / con voz que es como un bramido / por qué mandó este castigo / responde con elocuencia / se me acabó la
paciencia / y hay que limpiar este trigo.
"Puerto Montt está temblando" Canción inspirada en el terremoto de 1960. Violeta Parra
“No se puede predecir un terremoto, pero se puede prever donde la amenaza está instalada”
Entrevista al sismólogo Jaime Campos en CNN abril 2010
“Se comentaba que inmediatamente después del primer terremoto, la ciudad se había repletado de mujeres que habían
encontrado la muerte ante los ojos de los hombres; se relataba cómo los monjes, con el crucifijo en la mano, habían corrido
gritando que el mundo llegaba a su fin; cómo un grupo de guardias a quienes se les conminó a evacuar una Iglesia por orden
del Virrey, habían respondido que ya no había Virrey en Chile” Novela sobre el terremoto de 1647 en Chile.
“Terremoto en Santiago” (1814) Heinrich Von Kleist
“Me ha ayudado gente que jamás pensaba que me iba a ayudar. Sí, uno de repente recibe ayuda de gente que no se la
imagina. Ahora con lo que pasó se vieron corazones, porque antes se veían solamente caras, se vieron corazones” Mujer de
Pelluhue en focus group posterremoto.
“La reconstrucción como una oportunidad de integración” (2010) CIS UTPCH
¿Cosas extrañas y misteriosas, son los terremotos, no? Damos por sentado que la tierra bajo nuestros pies es sólida y fija.
Podemos incluso hablar de que la gente está "en la tierra" o que tiene los pies bien plantados sobre la tierra. Pero de repente
un día vemos que no es cierto. La tierra, las rocas, que se supone son sólidas, de un giro repentino se vuelven tan blandas
como el líquido. Lo he escuchado en las noticias: “Licuefacción” lo llaman. Thailand en After the Quake. (2002). Haruki Murakami. Traducción propia.
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Debate Principal
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El significado de lo propio en tiempos de catástrofe
Sebastián Lemp, Javier Traslaviña & Patricio Velasco1
Abstract
La investigación aborda la problemática asociada a la resignificación del espacio
habitado tras el terremoto de febrero de 2010, desde una aproximación de corte etnográfico
y a través de la realización de tres estudios de casos de familias cuyos inmuebles fueron
declarados inhabitables –dos de ellos en diversos sectores de Santiago y un tercero en la
séptima región. El estudio se aproxima a la problemática de la inhabitabilidad del hogar
desde la perspectiva del extended self y las significaciones que se construyen sobre los
diversos objetos constitutivos de la cotidianeidad. Se postula que el terremoto no sólo alteró
las condiciones materiales de habitabilidad de los damnificados sino que igualmente incidió
en diversos aspectos de su vida, lo anterior igualmente mediado por diferenciales de
vulnerabilidad de los afectados. Se rescata la importancia al reconocimiento de la
experiencia subjetiva y familiar del terremoto como una manera de orientar potenciales
políticas de ayuda a los afectados.
Palabras clave: Extended self, resignificación, rutina, terremoto, vulnerabilidad.
1 Sebastián Lemp es sociólogo de la PUC y Magister© en Sociología de la misma universidad. Javier Traslaviña es diseñador de la PUC; DESS (Master) Design et Conception Produits, Université de Technologie de Compiegne, Francia; Master en Comportamiento del Consumidor, UAI; Magister© en Sociología PUC y docente de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la UAI. Patricio Velasco es sociólogo de la PUC, Magister© en Sociología de la misma universidad e instructor adjunto del Instituto de Sociología de la PUC.
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Introducción
El presente texto se orienta hacia la
comprensión de las formas en que los afectados
realizan la distinción entre la propiedad de un bien y
la apropiación significativa del mismo –sea un bien
mueble o inmueble-, sobre todo cuando aquellas
concepciones se ven tensionadas por un evento de
la magnitud del sismo sufrido el 27 de febrero. La
aproximación al problema es de corte etnográfico, a
través de estudios de casos, habiendo desarrollado
trabajo de campo en la comuna de Ñuñoa en
Santiago y Molina, en la séptima región, durante los
meses de mayo y junio del presente año.
Nuestro principal foco de atención fueron
aquellos casos donde la recomendación técnica
sentenció la inhabitabilidad del hogar de los
afectados y en las formas en que los afectados
abordaron aquella ―mudanza forzada‖ que, aun
cuando temporal en algunos casos, contempla una
reordenación del hábitat cotidiano y los bienes que
lo componen –consideramos aquí desde el propio
―soporte‖ de la vivienda, el terreno, como la
edificación e inclusive los bienes muebles que la
conforman.
De este modo, el terremoto es considerado
como un elemento disruptivo de la cotidianeidad y, a
partir de ello, como un evento que problematiza las
atribuciones y representaciones estabilizadas sobre
bienes particulares, tensionando con ello no sólo los
límites de la propiedad ante el desastre sino,
igualmente, las formas de apropiación de los bienes
en cuestión.
Durante el transcurso de la investigación,
sin embargo, tomamos razón de la forma en que el
terremoto incidió en las vidas de los afectados más
allá de nuestro interés inicial. A partir de lo anterior
fue necesario realizar una serie de modificaciones
en el foco de la investigación y sus implicancias a fin
de dar cabida en ella a aquellos elementos que
emergieron de la realización del trabajo en terreno.
Como un modo de facilitar el proceso de
observación y enriquecer el trabajo, nos enfocamos
en un trabajo de terreno que se realizó tanto en
Santiago (Ñuñoa) como en el ámbito rural (Molina)
considerando que un criterio relevante de
comparación se relaciona con la forma en que se
articula el entramado de significaciones en entornos
diversos no sólo geográficamente, sino
considerando igualmente un punto de vista histórico
vinculado con la noción de patrimonio en ambos
contextos.
Los resultados obtenidos, esperamos, pueden servir
como insumo hacia la problematización de las
aproximaciones de la ayuda hacia quienes padecen
los efectos del desastre -¿es efectivamente la mejor
solucionar forzar la demolición de un hogar, por
mucho que los criterios técnicos la avalen, sin
considerar las implicancias simbólicas de ello hacia
los afectados? Se espera que respuestas hacia la
pregunta anterior generen las condiciones de
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posibilidad de un diálogo, operando como ―vasos
comunicantes‖ entre la racionalidad (o
irracionalidad) de los afectados y las respuestas y
soluciones que, formal e informalmente, la sociedad
intenta otorgar.
A nivel teórico, por otro lado, se considera
como un aporte valioso la consideración respecto a
los vínculos entre los afectados y sus bienes,
considerando las representaciones sobre éstos, así
como las eventuales valoraciones y potencial
categorización de los bienes tras el desastre.
El objetivo general de la investigación
consiste en explorar los significados y las
representaciones, individuales y/o compartidas de
los sujetos respecto a la apropiación de sus bienes
(materiales, muebles e inmuebles) luego de la
catástrofe provocada por el terremoto del 27 de
Febrero del 2010, tanto en una zona urbana como
en una zona rural de Chile. Específicamente, la
propuesta considerará explorar tanto las
valoraciones que manifiesten los sujetos tanto en el
ámbito discursivo como práctico, respecto a sus
bienes, como al modo en que los sujetos significan
la ayuda material recibida, principalmente la
solución habitacional y sus consecuencias, así como
la vivencia de la posible ausencia de ésta. Además,
se espera indagar en las representaciones y
significados ex-ante de los sujetos respecto a la
apropiación de los bienes muebles e inmuebles, así
como indagar en las representaciones y significados
ex-post de los sujetos respecto a la apropiación de
los bienes muebles e inmuebles.
Presentación de los casos y consideraciones
metodológicas2
Se eligieron tres casos de estudio, dos de ellos en la
ciudad de Santiago –La Villa Olímpica y el Edificio
Los Cerezos- y un tercero en la comuna de Molina
en la séptima región. La aproximación a los casos
comenzó, generalmente, a través de una entrevista
que ulteriormente fue complementada por
conversaciones de orden más informal y, cuando
fue posible, una mayor imbricación en las lógicas
domésticas de los informantes. De este modo se
privilegió la generación de un vínculo que
trascendiera al mero discurso de los participantes de
la investigación, intentando acompañarlos en parte
de sus rutinas cotidianas dentro de los espacios que
ellos –habiendo sido damnificados por el terremoto-
actualmente habitan.
Villa Olímpica
En la Villa Olímpica nos contactamos con
una familia de cuatro integrantes, ambos padres
(Roberto y Andrea) con una edad cercana a los 35
años, la hija mayor de 10 años, y un hijo varón de 2
años. Ellos habitaban uno de los históricos edificios
2 Los nombres de los participantes en la investigación han sido cambiados en pos del resguardo de su identidad.
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de la Villa, aquellos que se remontan a los años
60‘s. Nos cuentan los padres (con los que
conversamos por separado), que ellos llegaron a la
Villa Olímpica el año 2006, después de haber
estado viviendo en el segundo piso de la casa de los
padres de Andrea.
El terremoto cambia esta situación de
manera temporal por 4 meses, momento en el que
fueron alojados en el hogar de las monjas a la
espera de que la Municipalidad reparase las
barandas de su edificio y además que el maestro
que contactaron reparara su propio departamento.
Edificio Los Cerezos
En el Edificio Los Cerezos de la comuna de
Ñuñoa tuvimos acceso a entrevistar a dos
informantes claves. Nuestra primera informante es
una mujer joven de 32 años, de profesión sicóloga,
soltera y sin hijos que al momento del terremoto y
luego de vivir durante 2 años fuera de la casa de
sus padres y compartiendo arriendo con amigas,
había comprado un departamento en este edificio
hacía apenas 3 meses. Hoy este edificio se
encuentra declarado inhabitable por la municipalidad
por lo que el futuro de la inversión realizada por esta
profesional, hasta ahora, se encuentra en un estado
de incerteza que cambió sus condiciones de vida de
manera bastante radical.
Hoy nuestra informante volvió al hogar
paterno a la espera de una solución para el
departamento que abandonó el 27 de febrero.
Molina
La familia Muñoz Vargas vivía en una casa
comprendida en el denominado ―caso histórico‖ de
la ciudad de Molina en la séptima región; es una
casa-esquina, de adobe, que resultó con daños
serios tras el terremoto del 27 de febrero. Tras
haber vivido algunos años en Santiago la familia
retorno en 1985 a la casa de Molina, donde nacen
sus dos hijos (hoy el mayor estudia en Santiago
mientras el menor es oficial de la marina y vive en la
quinta región).
Tras el terremoto Javiera y José (los padres) han
configurado una vivienda de emergencia
considerando como centro el antiguo quincho de su
casa, que hace ahora las veces de cocina y living-
comedor, tal pieza central es comunicada -a través
de un pasillo construido a partir de elementos
recuperados de la casa por demoler- con lo que hoy
constituye su dormitorio: una mediagua que
recibieron como una donación los primeros días de
Marzo.
Elaboración y re-elaboración conceptual
Para el desarrollo de la investigación fue
necesario realizar una primera aproximación teórico-
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conceptual anterior al trabajo de campo para poder
definir y acotar de alguna manera los conceptos
relevantes de la investigación. A partir de lo anterior
es que rescatamos la noción de apropiación,
vinculada con las percepciones y representaciones
de quienes significan los bienes, así como también
el concepto de ayuda puede tener una nueva
interpretación desde una perspectiva social dado
que las necesidades son ciertamente distintas
dependiendo del contexto geográfico y el ―contexto
social‖. Contar con un grado de subjetividad se hace
necesario para el entendimiento de lo social en el
contexto de una catástrofe, también lo es para
explorar las valoraciones sobre los bienes y todas
las distinciones que sobre ellos se pueden hacer. Se
trata entonces de no sólo limitar el análisis de un
evento de este tipo a la cuantificación de lo perdido
sino que más bien de dimensionar las
consecuencias que una pérdida material significa
para las personas en un contexto social.
Una vez comenzado el trabajo en terreno
propiamente tal y a medida que fuimos recopilando
las impresiones de los participantes, se fue
desarrollando un fructífero diálogo entre los
conceptos presentados más arriba y los resultados
preliminares del terreno. Finalmente a partir de la
naturaleza de los hallazgos etnográficos que
obtuvimos bajo el esquema antes descrito, tanto en
una dimensión Rural (Molina) como en una
dimensión urbana (Ñuñoa), la descripción y análisis
de los resultados está organizada en este informe
en tres secciones separadas, aunque claramente
interrelacionadas: a) Rutina Forma de Vida -Planes
b) Ciclo Vital y c) Extended Self.
Rutina-Forma de Vida-Planes
La contingencia del terremoto trae consigo
la necesidad de buscar una solución lo más rápido
posible para el problema habitacional. En nuestro
caso de la Villa Olímpica, Roberto busca un lugar
para que él y su familia pudiesen mudarse de
manera temporal hasta que pudiesen volver a
habitar su departamento, lo que no ha sido
precisamente fácil, tal como lo señala Roberto:
―colapsado el sistema de arrendamiento. Muchas
trabas, de parte de las corredoras. Llegábamos 20
personas a ver un depto. De esas 20 un ingeniero,
un doctor, un arquitecto, los demás no quedábamos
en la lista, porque el depto. se lo arrendaban a quien
tuviese más poder adquisitivo.‖
Haber encontrado alojamiento con las
hermanas de la Asunción les permitió a Roberto y
Andrea permanecer relativamente cerca de su
departamento y ahorrarse el pago un arriendo, si
bien a las hermanas les pagan gastos de agua, gas
y luz. La familia que vivía en la Villa Olímpica, tiene
que mudarse momentáneamente a la población que
se encuentra al otro lado de la calle Carlos Dittborn,
y eso no es una decisión neutral en tanto es un
lugar catalogado como peligroso.
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En el caso del Edificio de los Cerezos, su
condición de ―inhabitable‖ ha implicado para nuestra
informante, Carolina, un cambio en su rutina y forma
de vida. Luego de haber vivido durante varios años
fuera de la casa de sus padres y de haber logrado
un cierto ―grado‖ de independencia, ha tenido que
trasladar parte de las cosas que equipaban su
departamento a la misma casa desde de donde
había salido hace unos años. El haber vuelto a vivir
con sus padres, aún teniendo una buena relación
con ellos y pese a tener mayores facilidades por el
hecho de ser soltera (según sus propias palabras)
constituye un cambio relevante en sus proyecciones
personales pues pasa a depender nuevamente de la
ayuda y ritmo de vida de sus padres lo cual es visto
como un retroceso para sus planes originales.
Tanto en el caso de la Villa Olímpica como
en el caso de Los Cerezos, podemos observar que
salir de la casa y vivir bajo el techo de un ―otro‖ es
complejo. De hecho, primero debe producirse un
reconocimiento por parte del afectado de que no
será posible poder seguir sosteniendo la vida
independiente y que por lo tanto es necesario pedir
ayuda, como nos dice Andrea: ―Se extraña la casa,
aquí no es lo mismo, si bien estamos con las
hermanas, súper agradecidos y todo, uno igual
extraña sus cosas. (…) después del terremoto ya
nunca más fue tu rutina como fue antiguamente, (…)
no estai en tu casa… entonces no… hay que regirse
por otras normas po’‖.
En Molina, observamos que probablemente
la mayor tensión existente en la familia Muñoz
Vargas tiene relación con el espacio vital. Desde el
momento en que finaliza el terremoto Javiera, la
dueña de casa, asume que en adelante no podrán
contar con la casa en que habitaban. Cuando recibió
la mediagua sintió que había sido ―realmente un
milagro‖. Aquella construcción hoy conforma el
dormitorio de su nuevo hogar; hoy compuesto por la
―cabaña‖ (forma en la que se refieren a la mediagua
no azarosamente), el antiguo quincho de la casa
que es hoy la cocina y sala de estar del nuevo hogar
y un pasillo que conecta ambos espacios construido
mediante el reciclaje de materiales del inmueble
declarado inhabitable.
De ahí que la principal problemática refiera
a la imposibilidad de ofrecer con certeza la
bienvenida a invitados y visitas en el hogar: la
antigua casa equipada bastaba para que trece
personas pudieran pasar la noche, realidad reducida
hoy día a una sola habitación. Lo anterior no es
menor considerando que la relativa soledad del
matrimonio en Molina, se compensaba
anteriormente con la certeza que podían llegar los
hijos y sus amigos, con lo que se renovaba el
vínculo familiar periódicamente.
Por otro lado, el terremoto también tuvo una
clara consecuencia sobre los proyectos a futuro.
Para Carolina el sentimiento es de ―retroceso‖,
mientras que para Roberto y Andrea es más bien de
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estancamiento: ―Habían planes poh… Andrea iba
volver a trabajar, luego… después del terremoto
todo esto se va para abajo, estos planes, porque
tienes que ver qué es lo que va a pasar. Si bien hay
pérdidas tangibles, hay cosas intangibles que las
perdí igual, proyectos, sueños, no sé poh. Seguir
tratando de avanzar…. Con esto te vei 100%
estancado, nada más es lo mismo.‖
Javiera está plenamente consciente de que
―nada volverá a ser lo mismo‖. La propia distribución
de los tiempos del día hoy se haya principalmente
referida hacia la reconstrucción del hogar. Ella volvió
a trabajar unas semanas tras el terremoto en el
Registro Electoral –donde había trabajado
anteriormente- mientras que José en estas fechas
enfrenta la etapa de cosecha de sus cultivos. Esto
ha significado dos cosas para los Muñoz Vargas:
por un lado, y en razón de sus ocupaciones, no
pueden estar pendientes todo el día de la casa mas,
por otro, deben dedicar cada tiempo libre disponible
a ver cómo seguir realizando los arreglos que les
permitan hacer de su vivienda temporaria su hogar.
En el caso de Carolina, su rutina hasta
antes del terremoto se encontraba determinada por
el trabajo y sus propios proyectos personales,
situación que se ve relativizada por el terremoto en
tanto implica un cambio en sus propias valoraciones
respecto del trabajo, así como por el hecho de tener
que estar permanentemente preocupada de resolver
aquellos aspectos relativos al seguro del
departamento. Otro punto importante para Carolina
es tratar de obtener avances respecto de la postura
de la constructora, que se compromete a reparar el
edificio, hecho evidentemente rechazado por ella y
la mayoría de los vecinos, quienes han perdido la
confianza en la estructura del edificio y que apuntan
a recuperar lo más posible de su inversión.
La ―nueva rutina‖ emerge, de esta manera,
como la confluencia de las antiguas preocupaciones
con aquellas que se arrastran desde el terremoto,
desplazando anteriores espacios y tornando así
prácticamente cada momento de sus días en uno
donde existe un problema por resolver. Sin
encontrarse ―desamparados‖, ya que en los casos
que analizamos todos se encuentran en menor o
mayor medida en condiciones de poder solucionar
sus problemas de manera autónoma, las grandes
dificultadas y frustraciones a las que se enfrentan
nos hacen estar conscientes de su estado de
vulnerabilidad.
Es en este sentido que observamos cómo la
autoidentificación que hacen los Muñoz Vargas con
la ―clase media‖, en tanto esforzados en la
manutención de su hogar y preocupados del mismo,
se ve desafiada por la urgencia de la demolición de
la centenaria casa de adobe que era el lugar donde
se concentraban la mayoría de sus aspiraciones
como familia. ―Nunca hemos pedido nada –señala
Javiera-, no sabemos cómo pedir y ahora que
necesitamos ayuda nos vienen a ofrecer comida y
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refrigeradores. No necesitamos eso. Necesitamos
materiales de construcción, pero uno no va andar
recibiendo cosas que no le sirven sólo porque las
están regalando. Yo podría vender el refrigerador y
comprar materiales pero eso no sería correcto‖; la
clase media que nunca había tenido que pedir
ayuda, que confiaba en sus propios recursos y en su
fortaleza es un ideario que aparece radicalmente
cuestionado tras el terremoto. Como nos recalca
Roberto: ―Yo soy un damnificado. Quizás con un
poco más de ingreso, con algo más de regalías,
pero soy un damnificado igual (…) Yo más o menos
cachaba que la prioridad de la municipalidad es la
gente de menores ingresos, y un montón de gente
queda fuera de eso, esto de las fichas CAS, no
están al alcance mío.‖
Vemos entonces cómo en nuestros casos de
estudio se genera una sensación de abandono y de
desconfianza, principalmente por parte del Estado
en el caso de Molina y de la Villa Olímpica, quienes
no ―coinciden‖ con la tipología de damnificado o de
familia vulnerable que maneja la institucionalidad,
mientras que en el caso del edificio Los Cerezos
observamos cómo el hecho de que la constructora
no quiera devolver parte de la inversión genera una
sensación de engaño y burla, además de la de
abandono, como se observa en el video que edita la
comunidad y en general en todo el blog que esta
comunidad construye para efectos de
comunicaciones internas
(http://www.edificioloscerezos.cl).
Además de la rutina y la forma de vida,
encontramos que otra dimensión relevante para
describir y analizar la situación en la que se
encuentran estas familias es la que se refiere a su
ciclo vital.
Ciclo vital
Durante la realización del trabajo en terreno
una categoría de relevancia de análisis, que
emergió a partir de las conversaciones con nuestros
informantes, refería hacia los diversos tipos de
inseguridades y preocupaciones que emergían
como efecto del terremoto y que se asociaban, de
un modo u otro, con el ―momento vital‖ en el que se
encuentran quienes participaron en la investigación.
Fue de esta forma cómo, sin querer nosotros
pretenderlo, identificamos que un elemento
relevante de análisis era la comprensión de los
actores sobre el terremoto y la forma en que éste
incidió en el ciclo vital en el que se encontraban.
Fuimos capaces de identificar, sobre la base
de las conversaciones con los informantes, la forma
en que ellos comprendían los avatares relacionados
con el sismo en referencia hacia las condiciones
determinantes de reestructuración de su vida
cotidiana en razón de los diversos vínculos
familiares existentes, relacionados, por cierto, con
aquellos momentos vitales identificados.
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De esta manera se generó una abstracción de los
casos estudiados hacia la configuración de
conceptos referidos al grado de dependencia o
independencia individual en razón de los lazos
familiares –y la importancia vinculada con la
garantía de ciertas seguridades vitales. Para
Carolina, por ejemplo, es interesante destacar que
uno de los principales aspectos revelados en la
conversación fue el hecho que la relación con los
padres ha sido siempre el vínculo más estable que
ha sido mantenido durante el proceso previo y post
terremoto. No obstante, es más bien el círculo de
amigos quienes fueron los primeros en asistirla a
petición de ella. Esta parece ser una manera o un
camino para mantener vigente esa relación de
independencia ―aparente‖ pues a partir de este
evento se podría formular la pregunta relativa a
hasta qué punto esta era un tema logrado o no en
virtud de lo acaecido el 27 de Febrero, tal como ella
lo señaló en referencia a la vuelta al hogar paternal:
―tampoco pretendo quedarme mucho tiempo en la
casa de mis papás….pero yo creo que un par de
meses regaloneando me ha hecho súper bien. Igual
ellos se fueron de vacaciones hace un par de
semanas y no les dije nada…pero igual los extrañe‖.
La vuelta al hogar paterno, de esta manera, emerge
como una decisión no completamente libre pero
que, sin embargo, no es valorada derechamente
como un ―retroceso‖ en la vía de la independencia.
La reconfiguración del vínculo paternal pareciera ser
significada como una vuelta hacia espacios de
seguridad garantizada mientras que, por su parte,
ella busca sacar provecho de las amistades en
vistas de la recuperación de objetos desde su
(inhabitable) departamento.
Distinto es el caso del matrimonio de
Roberto y Andrea en la Villa Olímpica; tener dos
hijos pequeños de los que ellos son totalmente
responsables es la primera preocupación que
tienen como pareja y el principal motivo que los
empuja y guía en sus decisiones como familia, tanto
antes como después del terremoto. Alojar en casa
de los padres de Andrea ya no es posible como lo
fue en el pasado cuando sólo eran ellos dos, ahora
tienen hijos y han construido una vida autónoma. En
este sentido, es claro porqué para Roberto el
terremoto aparece como un imprevisto tan potente,
que lo hace cuestionarse en su rol de padre de
familia, tal como él nos señala ―lo que más me hacía
orgulloso de mi mismo, era tener una casa para mi
familia, me sentía bien como hombre, como jefe de
hogar, como esposo, como padre, me sentía muy
bien. Ahora todo eso se veía en el suelo. Ahora es
cómo fui tan tonto como para comprarme un edificio
tan viejo, tan usado, ¿me entiendes? Fue lo
contrario, de un momento a otro, pasas de sentirte
súper bien a sentirte súper mal. Te empiezas a
cuestionar, que tienes mala suerte. Me sentí mal, de
sentir que tenía mi familia protegida, después del
terremoto no era así‖.
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Ante la catástrofe de abandonar la casa,
Roberto y Andrea apuntan a que los hijos se vean lo
menos afectados posible. La responsabilidad viva
que tienen para con sus hijos los impulsa a buscar
fórmulas efectivas que logren ‗minimizar los daños‘
del terremoto. Estos daños están claramente teñidos
de materialidad, pero lo que echan de menos los
hijos no es el hogar como ―cosa‖, si lo que éste
significaba en sus vidas, las rutinas que se
sostenían en torno a su pieza y el parque de la Villa
Olímpica donde jugaban en las tardes: ―uno como
adulto, como grande, no necesitas tanto, pero
cuando hay niños de por medio, todo es 100%
distinto. Tienes que tomar muchas más providencias
del caso, estar mucho más pendiente de ellos, ir a
buscarles los cuadernos, un atlas, un monito
regalón, me entendí… (…) La idea es tratar que la
rutina de los niños no se afecte tanto, que la niña no
pierda sus clases‖.
Tener un hogar propio en el caso de esta
familia es una condición para permitir que los hijos
puedan vivir y crecer con seguridad, y cuando este
hogar se pierde emerge un sentimiento de fracaso
muy fuerte en Roberto, en tanto el departamento en
la Villa Olímpica se correspondía casi uno a uno con
todas las expectativas que tenía para su vida
familiar. Surge con fuerza que lo que se pierde no
es sólo la ―casa‖, si no el ―hogar‖, y si bien la casa
se puede reemplazar, el hogar puede quedar en
entredicho. Es por esto que la decisión por una casa
u otra no es neutral, en tanto el hogar se construye
en y con ella. Es principalmente la pérdida del hogar
y no tanto así de la casa lo que provoca frustración
e incertidumbre.
De esta manera se muestra cómo para
Roberto y Andrea la pérdida del hogar no se vincula
sólo con la materialidad del espacio vital sino,
igualmente, con la mantención de aquel vínculo que
han de garantizar ante sus hijos. La fuerte relación
de dependencia de ellos hacia sus padres determina
claramente lo que ha significado para ellos la
experiencia del terremoto y cómo han debido
enfrentar sus potenciales soluciones.
Para los Muñoz Vargas en Molina la
situación es diversa. Javiera y José llevan 26 años
de matrimonio y mientras el alumbramiento de su
hijo mayor se realizó días tras el terremoto de 1985
hoy ven como sus dos hijos no sólo se hayan ya
fuera del hogar familiar sino que las posibilidades de
volver a conformar su casa pensando en ellos
cuatro como familia se tornan cada vez más
difíciles. Javiera contaba cómo ella esperaba que
sus nietos anduvieran corriendo por los pasillos de
la antigua casa, que llegasen sus hijos con sus
respectivas familias para las festividades, ―pasar un
18 de Septiembre todos acá, hacer un buen asado
en el quincho‖: hoy todas aquellas imágenes
aparecen corroídas. Lo importante hoy para Javiera
y José es tener un techo que los cobije, pero saben
que por mucho de que tengan la suerte de lograr
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aquello con relativa facilidad deben, igualmente,
garantizar un espacio para que, aun cuando sus
hijos ya no viven en Molina, puedan seguir contando
con que también esa es su casa. ―Apenas armamos
la cabaña tuvimos que ver una forma para que no
sólo nosotros pudiésemos vivir ahí sino que además
tuvimos que hacer caber el camarote para los niños,
para que sepan que siguen teniendo su cama (…)
ha sido bien complicado igual cuando hemos estado
los cuatro, nos chocamos y nos encontramos a cada
rato, además que están todas las cosas tiradas.
Pero no podemos pensar sólo en nosotros dos‖
comenta Javiera sobre las dificultades que ha
reportado el adaptar un espacio considerablemente
más pequeño ya para ellos, atendiendo a la
necesidad de incluir a sus hijos.
La premura por ofrecer un espacio de
acogida a sus hijos dice relación con el momento
vital que los Muñoz Vargas están viviendo. El
terremoto colapsa aquella estructura que permitía
garantizar la posibilidad de una presencia de los
hijos en el hogar y hoy, en la nueva casa, es
necesario realizar considerables sacrificios por
mantener aquella opción pues es ahí donde se
juegua la mantención del vínculo familiar. Del mismo
modo tanto José como Javiera ya no enfrentan la
reconstrucción de su hogar desde la misma
perspectiva en la que abordaban el continuo
mejoramiento de la antigua casa. ―No estamos
dispuesto a pasar los 25 años siguientes intentando
rearmar todo de nuevo, creo que ahora tenemos
que preocuparnos menos de la casa y dedicarnos a
hacer otras cosas, viajar por ejemplo. Al final ya
sabemos que con este asunto de la casa ya nada
será como era, entonces no le veo mucho asunto en
gastar tanta plata y energía en eso‖ indica Javiera
con bastante escozor. El terremoto, de esta forma,
emerge como un evento que es problematizado
desde el la perspectiva que los años otorgan para
José y Javiera; los hijos ya han sido educados y se
encuentran fuera del hogar mientras, ellos han de
afrontar la realidad de reconfigurar su espacio solos.
Hoy ya saben que un nuevo evento puede volver a
derrumbar su trabajo y la prioridad trasunta
entonces desde las ―cosas‖ a la experiencia.
En los tres casos considerados es posible tomar
razón de cómo el momento en el ciclo vital de
nuestros informantes es relevante a la hora de
enfrentar la experiencia del terremoto y la ulterior
reconfiguración de sus vidas. La independencia, si
bien no elegida mas ―disfrutada‖ por Carolina, se
contrapone directamente a aquella dependencia que
Roberto y Andrea viven en Ñuñoa en relación a sus
hijos, mientras la independencia relativa de José y
Javiera se juega en garantizar un espacio para la
ausente presencia de sus hijos, en busca de
mantener el vínculo de filiación mediante la inclusión
en su hogar.
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Extended Self
A partir del trabajo etnográfico desarrollado y del
concepto de Extended Self propuesto como marco
para la observación nos parece relevante destacar
la múltiples dimensiones que este tiene y
especialmente el que no está limitado sólo a los
objetos materiales o a las posesiones personales
sino que este tiene una perspectiva mucho más
amplia y referida a los lugares, las posesiones o
bienes comunes e incluso a la personas (Belck,
1988).
Es así que en el caso de la familia en
Molina, no son sólo los aspectos relativos a las
posesiones de objetos lo relevante de ser observado
sino que también aquello relativo al espacio que
cobijaba la familia y el cual se ha reconfigurado,
pues ya no es sólo la imposibilidad de recibir visitas
sino igualmente la pregunta por qué hacer con todas
aquellas cosas que anteriormente permitían que la
casa familiar fuese un punto de encuentro. Piezas
donde se hallan, unos sobre otros, hasta seis
colchones, camas desarmadas, closets llenos de
ropa de cama que se encuentra hoy a la intemperie
forman parte del panorama que, poco a poco,
comienzan a reconfigurar los Muñoz Vargas. En
medio del desorden y de las dificultades propia de la
reconstrucción José nos cuenta cómo, pese a todo
(e incluso contando con que son propietarios de un
departamento en Santiago) no podría dejar Molina,
―yo en Santiago me vuelvo loco –nos dice- me doy
dos vueltas por el departamento y salgo, e incluso
cuando salgo me desespera un poco que esté todo
lleno de edificios. Incluso acá que el espacio es
grande, o era más grande antes de lo del terremoto,
por último uno tiene el patio o agarro mis cosas no
más y me voy al campo‖. La casa de los Muñoz
Vargas se ubica a cuatro cuadras de la plaza de
Molina, en pleno ―casco histórico‖, en razón de ello
el Municipio ha demorado la demolición de las casas
intentando resguardar el patrimonio arquitectónico
mas esto ha significado igualmente un problema
para los Muñoz Vargas: ellos están conscientes del
valor de su inmueble mas igualmente requieren un
espacio habitable, además que la idea de ser
considerados ―piezas de museo‖ (como lo señala
José) no les parece particularmente atractiva.
Para el caso de nuestra informante del
edificio Los Cerezos en Ñuñoa el haber perdido una
parte importante de sus posesiones, genera una
suerte de autoevaluación respecto de su realidad lo
cual además es comparado con el entorno más
inmediato de sus vecinos, dado que la siente distinta
o menos compleja que el resto de sus vecinos pues
dentro de lo ―permanente‖ que puede ser el comprar
un departamento hay una especie de estado
intermedio o de transición por el momento personal
en el cual se encuentra nuestra informante y a partir
de lo cual su realidad se ve forzada a ―mejorar‖ a
partir del terremoto: ―igual yo creo que es como
importante lo del terremoto para mi pues hasta
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antes de eso yo estaba trabajando mucho….igual
llegó un punto en el cual incluso me dio por comprar
todo de nuevo…no sé…que la mesa….que las
cortinas. Y luego de esto te das cuenta que no es
tan importante…de hecho yo ya renuncié a las
jornadas extras…ahora me digo que si para estas
cortinas arruinadas o mojadas trabajé no sé cuantas
horas por que son no sé de qué tela…o las sábanas
de no sé de cuantos hilos que las usamos para
desalojar mi departamento y las arrastrábamos por
los pasillos…al final uno dice ¿para qué tan caras‖.
De la misma manera, para nuestra
informante en Molina, una de sus primeras
afirmaciones, una vez que los muebles y objetos
fueron llevados hasta el patio de la casa y ésta
quedó abandonada fue, tal como señaló su hijo
menor: ―si al final no perdimos tanto, la casa no
más‖. La afirmación sentó precedente sobre un
problema que en ese momento no emergió de la
forma en que hoy lo hace. Efectivamente habían
logrado rescatar la gran mayoría de sus muebles,
ropas, artefactos e incluso objetos de decoración
más el espacio que anteriormente contenía todos
ellos objetos ya no era confiable: no podían ser
guardados en la casa. Todos aquellos objetos que
con tanta dedicación habían llegado a conformar el
espacio vital de los Muñoz Vargas hoy se
encuentran tan desalojados como ellos mismos.
Nuestros hallazgos nos permiten decir que
el patrimonio, contiene un aspecto fundamental que
es la forma de vida o la manera en que esa vida,
esa situación particular de cada familia, contiene
aspectos materiales, físicos y otros sociales,
relacionales. ―El sentido de lo propio‖, entonces,
incluye los elementos del hogar y también la propia
elección de cómo vivir en ese hogar, e incluso la
capacidad de planificar y de organizarse en pos de
nuevas formas de vivir también son parte de la
propia identidad de las personas, por lo que cuando
el terremoto afecta las ―circunstancias de vida‖,
también daña directamente la de significar estas
circunstancias de vida y la propia intimidad personal.
Así, al recurrir al concepto de ―guerra‖ para
describir la situación inmediatamente posterior al
terremoto, nos parece que Roberto, nuestro
informante en la Villa Olímpica, apunta a la
desorientación general, la incomunicación y el
preguntarse y cuestionarse asuntos que antes no
hubiera sido necesario/posible: ―Lunes, martes,
miércoles, ni luz, ni agua, ni gas. De hecho,
recuerdo que el martes, para prepararme un
sándwich, bajé a buscar una botella con agua, me
lavé las manos, recién allí pude hacer el sándwich...
El agua es vital, el agua es vital… Uno se siente
como en la guerra, no tienes nada… hay harto
escombro en el piso, uno se siente como en la
guerra… desolado‖.
Es posible decir que después del terremoto
―todo‖ se lee desde las tensiones materiales y
simbólicas que éste provocó, sobre todo en términos
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de resignificación del espacio de vida y los
elementos que componen el mismo. En algunos
casos hay consecuencias personales más
evidentes, que develan el estrés que sufren las
personas. En el caso específico de Roberto: ―De
hecho volví a fumar, estuve tres años sin fumar,
después del terremoto volví a fumar con la misma
intensidad que lo hacía antes de dejarlo, una
cajetilla diaria al tiro. Esos son efectos… eh
palpables al tiro. En la mañana después del
terremoto me pegué unas fumadas así, luego
cuando cachamos que nos teníamos que ir, ahí
empecé a fumar de nuevo‖.
Existe una dimensión de pena y tristeza por
la pérdida de cosas que fueron de uno, cosas y
también la forma de vida que se ve de algún modo
desafiada y cuestionada por un desastre natural.
―Tuvimos sus lagrimones –señala Rodrigo- que uno
tiene mala suerte, que porque te pasan estas cosas
siempre a ti, aunque no es así, tú igual lo sentí. En
la Teletón que hicieron, yo me emocioné, porque me
sentí parte de ese grupo… a mi me sirvió como para
ver que hay gente que lo perdió todo, incluso vida
de seres queridos… igual no es menor el hecho de
salir de tu casa.‖ La identidad del sujeto se disemina
y se sostiene en hábitos y prácticas conformadas en
torno a elementos sólidos y objetivos que reflejan
aquellas decisiones y opciones tomadas en vistas
de configurar lo que el individuo considera su
memoria y discurso de sí mismo. La tristeza y la
nostalgia respecto de las cosas que eran parte de la
vida del sujeto, sin embargo se ven resignificadas
en lo que es recuperable y lo que irrecuperable. La
pérdida del hogar, de las cosas, eventualmente se
pueden reemplazar, es la propia vida y aquellas de
los seres queridos lo que puede aparece como
radicalmente irrecuperable.
Conclusiones: ¿Quiénes somos ante el
“Desastre Natural”?
Siguiendo a Christian Kuhlicke, a luz de
nuestro trabajo en terreno coincidimos en que
―Natural disasters are not natural per se and they
are by no means accidental, they are rather
characteristic for the place and/or society in which
they occur‖ (Kuhlicke 2007: 26) En este sentido,
queremos postular que la catástrofe trasparenta la
desigualdad social y nos fuerza a reflexionar, como
sociedad, respecto a las condiciones de vida de
nuestros ciudadanos.
La pérdida material que implica el daño
estructural grave del hogar es el aspecto más
sobresaliente y básico del desafío que aparece
antes los sujetos afectados por el terremoto. Sin
embargo, aquellas dimensiones cualitativo-
simbólicas que se ven remecidas por la catástrofe
nos invitan a detenernos un momento y reconsiderar
si acaso la pérdida material no es sino apenas el
inicio de una serie de eventos que componen un
todo más complejo. La vida que los individuos
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buscan para sí, los múltiples significados con que
tejen el sentido de sus vidas, pueden hundirse y
perderse junto con aquellas cosas y artefactos que
las personas han acumulado en sus hogares y que
también han hecho parte de su entender holístico de
sus propias circunstancias sociales.
De este modo, las gradientes de
vulnerabilidad social observables una vez
acontecida la catástrofe, no son sino un reflejo del
―riesgo‖ desigualmente distribuido en la sociedad
antes del terremoto. Siguiendo a Fernando Briones
Gamboa, este riesgo es la probabilidad de
ocurrencia de daño a partir de la interacción entre
factores físicos (como el terremoto) y factores
sociales (niveles de urbanización por ejemplo)
(Gamboa 2007: 84). Si bien estamos conscientes de
que la fuerza del terremoto nos afectó a todos,
también creemos en la legitimidad de la singularidad
con que cada cual vive esta catástrofe y también
creemos que existen aspectos de esta singularidad
que deben ser tomados en cuenta por las políticas
orientadas al auxilio y a la restauración pues,
siguiendo a Belk, "besides the more direct loss of
self when personal possessions are lost to theft or
casualty, the vulnerability revealed in such losses
may damage the sense of self derived from the
attachments to home or neigborhood" (Belk 1988:
143).
En este sentido, la sociedad hoy da cuenta
de diversas expresiones e individualidades que
deben ser atendidas por los agentes institucionales
para poner los énfasis requeridos en aspectos no
sólo materiales, pues cada cual tiene el derecho a
que la ayuda puesta a disposición tenga un
significado particular para sí mismo. La forma de
vida de los individuos y sus familias es construida
evolutiva y proyectivamente a partir de un cambiante
ciclo vital, y además esta forma de vida se
encuentra enraizada y apropiada por el individuo en
un ―self extendido‖ en las ramificaciones de sentido
contenidas en su hogar y en su memoria, desde la
comprensión de que ―if possessions are viewed as
part of self, it follows that an unintentional loss of
possessions should be regarded as a loss or
lessening of self‖ (Belk 1998: 142). La ayuda puede
entonces tomar diversas formas, en el caso de las
familias que vemos aquí, si bien su vulnerabilidad
social no se concentra en el desamparo en que los
dejó la catástrofe, su situación no es menos digna
de ser considerada. El auxilio y apoyo social no
puede estar supeditado a ciertos ―mínimos‖
cuantitativos (como una ficha CAS): todo criterio de
ordenamiento y clasificación es elaborado
arbitrariamente, y quedar fuera de su ámbito de
acción convierte al damnificado en alguien
prácticamente invisible para la institucionalidad
vigente o, de la forma en que señala Lollar, al
describir la violencia de ver cómo sus enseres
significativos son reducidos a una planilla de datos
(Lollar 2010).
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Como sostiene Olson, las estructuras
sociales hacen que algunos sujetos están más
expuestos que otros, en el sentido que su habilidad
para reaccionar ante una catástrofe se ve
claramente disminuida de antemano: ―These
societal constraints actually serve to amplify the
impact of a disaster on these groups, such that a
human-caused dimension of disaster becomes
unavoidably clear.‖ (Olson 2007: 116). En este
sentido, como los niveles de vulnerabilidad social
son un producto social, la sociedad no puede ser
insensible a ella. Cualquier individuo tiene el
derecho de elegir y de recibir el tipo de ayuda que
necesita, en tanto la solidaridad a nivel colectivo no
debiese ser un acto social teñido de una
singularidad que libre al benefactor de toda
consideración respecto del beneficiario so pretexto
de un acto libre y gratuito: la solidaridad es ingrata si
no consigue responder de manera efectiva a las
carencias del necesitado. Un individuo debe
legítimamente recibir respuestas por parte de la
sociedad, no solamente en tiempos de catástrofe, y
sobre todo, nunca pierde su dignidad y su derecho a
recibir respuesta.
Del mismo modo en que la solidaridad y sus
formas debe ser problematizada en razón de los
niveles de vulnerabilidad de las personas debe ser
igualmente contemplado el nivel de certeza con el
que los sistemas expertos han de actuar en estas
circunstancias. Si el desastre natural opera como un
elemento disruptivo que devela desigualdades y
diversos grados de vulnerabilidad no menor es lo
que sucede con el tipo y nivel de certeza que los
―expertos‖ entregan sobre decisiones relevantes
para los afectados. Nuestros informantes señalaban
cómo la falta de información certera era un
componente relevante de sus complicaciones que
se añadían al propio trauma del terremoto; las
contradicciones entre los juicios de arquitectos,
ingenieros, encargados municipales, entre otros,
eran objeto de especial crítica por parte de nuestros
informantes. La falta de certezas en un contexto de
incertidumbre, por parte de quienes debieran
entregarlas, se vuelve particularmente compleja
para los afectados.
Otro aspecto relevante dice relación con las
conceptualizaciones sobre el daño. Mientras tanto
en la discusión pública, como en el ámbito técnico,
el concepto central refería al ―daño estructural‖
constatamos la forma en que ello no se condice con
los reales efectos del terremoto y su incidencia en
las víctimas. Siguiendo a Bourdieu, quien señala
que ―el sentido objetivado en cosas o lugares del
espacio no se entrega completamente sino a través
de las prácticas estructuradas de acuerdo con los
mismos esquemas que se organizan respecto a
ellos (y viceversa)‖ (Bourdieu 2007: 421), de forma
tal que sería errado comprender que la mera
carencia del ―continente‖ de aquellas prácticas
estructuradas tensiona las mismas; la propia
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problematización sobre el espacio y las cosas las
tensiona de por sí. Lo anterior se reafirma en la
postura de Lollar respecto a la pérdida del hogar,
considerando que ―my sense of home was shaped
by mi interatcions with the external reality of the
home and my internal experience of its meaning (…)
The loss created a profound disruption of identity for
me, leading to significant disorientation and
confusion in normal functioning‖ (Lollar 2010: 270).
A partir de lo anterior se puede
problematizar la centralidad de la noción de ―daño
estructural‖, que parece poner velo sobre otro tipo
de problemáticas igualmente relevantes para la
constitución de la cotidianeidad de los actores; y que
sería necesario, por tanto, enfocar la prevención y el
resguardo ante catástrofes, igualmente, hacia
aquellos ámbitos. A este respecto una buena
política podría estar referida hacia una masificación
de la práctica de securitización de ámbitos
relevantes para las personas, mediante incentivos
tales como subsidios, sin embargo, y tal como lo
señaló José en Molina existen problemáticas
asociadas a ello: ―yo tenía un seguro, que era
recaro, y a mediados del año pasado los chiquillos
(sus hijos) me mostraron que la tontera no cubría
daños por terremotos porque esta era una casa
de adobe y que si quería cobertura tenía que pagar
mucho más‖.
Finalmente a partir del análisis de las
realidades de los participantes en nuestra
investigación aparece como relevante la forma en
que diversos capitales resultan de mayor utilidad
para el enfrentamiento de este tipo de situaciones
de emergencia. Así, por ejemplo, mientras en el
caso de Roberto y Andrea en la Villa Olímpica ellos
no contaban con mayores redes sociales ni capital
cultural al perder su casa, y sus cosas, perdieron
prácticamente todo con lo que contaban: casi la
totalidad de su riqueza y capital estaba en esa
propiedad, una vez que ésta se muestra vulnerable
emerge igualmente la vulnerabilidad de su situación.
Por otro lado, tanto en el caso de los Muñoz Vargas
como en el caso de Carolina en Ñuñoa ellos
contaban con un capital social y cultural
considerable, más ―flexible‖, que ayuda a
sobrepasar la emergencia mediante la ayuda
gestionada por sus redes o a través de la
reorientación de sus esfuerzos que no se hallan en
demasía limitados en un set de bienes que
componen su riqueza.
Se promueve, en este punto, el
fortalecimiento de las redes sociales, sean estas
locales o de otro orden, en pos de configurar un
capital disponible de ser utilizado antes este tipo de
emergencias. Algo que permita poder ser
capitalizado y que no se destruya en medio del
vaivén del terremoto; articulaciones y vinculaciones
entre actores en pos de la mutua cooperación y
apoyo.
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Máquinas Responsables:
Desarmando incertidumbres a través de la democracia
Colombina Schaeffer & Leonardo Valenzuela*
Abstract
Este artículo reflexiona sobre el fenómeno de las incertidumbres en las
decisiones públicas. Planteamos que un Estado democrático debe ser capaz
de dotarse de herramientas que le permitan hacerles frente, facilitando la
participación efectiva de los posibles afectados por las decisiones.
Señalamos que la ciencia debe ser un actor relevante en la toma de
decisiones, pero por su carácter limitado, no debe tener un carácter
conclusivo. La precautoriedad debe ser un principio fundamental de todo
Estado democrático para proteger a quienes se encuentran más vulnerables
frente a la incertidumbre de las decisiones. Exponemos el caso de las
represas de Aysén y de los mineros sepultados en la Mina San José, como
ejemplos de la necesidad del principio de precautoriedad para fortalecer la
democracia.
Palabras claves: Incertidumbre, Democracia, Precautoriedad, Toma de
Decisiones, HidroAysén, Mina San José
* Colombina Schaeffer es socióloga de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Coordinadora Ejecutiva del Observatorio Parlamentario Ciudadano del Programa Chile Sustentable y Directora de VerDeseo. Leonardo Valenzuela es Sociólogo de la Pontifica Universidad Católica de Chile y Magíster© en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente del Instituto de Estudio Urbanos y Territoriales UC.
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Máquinas Políticas: el Estado como una
Tecnología para la Toma de Decisiones
A lo largo de la historia los colectivos
humanos se han organizado y agrupado de muy
diversas formas. La vida en conjunto ha llevado
aparejada diversas tecnologías que han permitido
lidiar con la organización, distribución y ejercicio del
poder, estableciéndose diversos esquemas de
relación entre los gobernantes y los gobernados. En
este sentido, es posible comprender al Estado
moderno como un ensamblaje particular de
tecnologías que han sido organizadas para hacer
frente al desafío de organizar, distribuir y ejercer el
poder. Ensamblajes que si bien no son homogéneos,
si es posible señalar que han compartido el objetivo
de controlar y estabilizar ciertas formas de vida en
común.
El Estado moderno ha tenido distintas
interpretaciones. La de Hobbes, por ejemplo, lo
entiende como un monstruo ensamblado a partir de la
unificación de las voluntades, el Leviatán, al cual
todos los súbditos cederían su capacidad de ejercer
violencia con el fin de asegurar que el ―hombre dejará
de ser un lobo para el hombre‖ (Hobbes, 2006). Al
Leviatán se le entrega el monopolio de la violencia
legítima, con miras a que la administre y posibilite la
convivencia pacífica de todos los súbditos. Este
Leviatán estaría limitado, sin embargo, por un
conjunto de reglas y procedimientos, que le pondrían
límites a su accionar y establecería algo fundamental
para el mundo moderno: las reglas del juego.
Si bien podemos observar diferentes
interpretaciones para entender al Estado, entenderlo
como una máquina política, como una tecnología, nos
parece de suma relevancia y utilidad. Es necesario
comprender al Estado como una máquina de
administración del poder, que se cierne sobre la base
de una serie de procedimientos y prácticas, de
materialidades e inmaterialidades, que van tejiendo
un red sólida y más o menos duradera de
administración, la cual ha ido dando en importante
medida, forma y contenido a lo que llamamos
sociedad3.
El Estado toma decisiones en base a una
serie de prácticas y procedimientos que cruzarán los
diversos ámbitos que, en la visión moderna, se
encontrarían separados (Economía, Ciencia, Religión,
etc.). Sin embargo, basta mirar un poco más de cerca
y seguir el paso de algunas de las tecnologías que
forman parte del Estado, para darnos cuenta de que
todas esas grandes unidades de sentido y disciplina
se encuentran íntimamente entretejidas. Mediciones,
sentimientos, normas e instrumentos se cruzan y
colisionan en cada rincón de la administración
pública, regulados apenas por un conjunto de frágiles
intermediarios que buscan darnos la tranquilidad de
que lo que ―debe‖ ser separado, se mantendrá
separado, tal como ocurre con el delicado y nebuloso
tránsito entre la técnica y la política (Latour, 2004).
En este artículo nos preocuparemos en
particular de aquellas decisiones del Estado que son
puestas en el plano de la verdad científica.
3 Comprendiendo de este modo a la sociedad como un resultado de las acciones y no como una explicación para ellas (Latour, 2005).
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Revisaremos decisiones públicas que se apoyan en la
intervención y el juicio de expertos, con el fin de
resolver asuntos que se caracterizan por la
incertidumbre asociada a sus consecuencias.
Decisiones que si bien podrían tener consecuencias
amplias en términos de potenciales afectados, han
sido tecnificadas a través de la elaboración de
estrechos y cerrados mecanismos de resolución
experta.
Pensamos que los desafíos de lo que más
abajo se describe como ―sociedad del riesgo‖,
requieren, para garantizar la gobernabilidad, el
respeto de los derechos de todos los ciudadanos y la
calidad de vida de la población, de abrir las
discusiones y democratizarlas. La aplicación del
principio precautorio puede ser un mecanismo
interesante para lidiar con conflictos que se harán
cada vez más frecuentes y cuestionarán en su
esencia misma el ejercicio y control del poder por
parte de las autoridades.
Ciencia, Verdad y Poder
El Estado moderno ha intentando separar
nítidamente sus decisiones políticas de sus
decisiones técnicas. En este sentido, se ha
pretendido que la ciencia y los científicos sean los
agentes que de modo objetivo entregarán los caminos
posibles, libres de toda influencia no científica y con
plena neutralidad (Latour, 1992). En base a este
mapa del mundo, las autoridades políticas tomarán
las mejores decisiones en función de las prioridades e
intereses políticos que representan4. Así, el rol de la
ciencia ha sido y sigue siendo, fundamental, ya que
se le ha atribuido la posibilidad de zanjar discusiones
y cerrar campos de disputa, alcanzando juicios
objetivos y verdaderos sobre los cuales pronunciarse.
Shapin y Schaffer (2006) han mostrado cómo
la ciencia moderna ha producido siempre verdad en
torno a un entramado de observación, testificación,
legitimidad y confianza. Desde Boyle la ciencia tomó
la forma de un tribunal, donde los hombres de ciencia
enjuician la verdad de los hechos a través de
experimentos, pudiendo de ese modo dejarse muy en
claro que son los científicos quienes acuerdan la
verdad de la ciencia a través de procedimientos
definidos y aceptados por ellos mismos. Esto último
es abordado también por Callon (2007), quien
describe cómo los economistas dan forma y hacen
operar a los mercados a través de sus propias
invenciones, contraviniendo la idea del orden
espontáneo de los mismos. Ni la verdad científica
existe con independencia de los científicos, ni los
mercados lo hacen con independencia de los
economistas.
El vínculo profundo que pesa sobre quienes
dan forma y funcionamiento a las disciplinas, resulta
continuamente obviado. Los científicos hacen como si
la verdad de las ciencias fuese la verdad del mundo,
así como los economistas hacen como si el mercado
y sus leyes fuesen realidades absolutas. En un plano
cotidiano se sigue operando en función de principios
4 Detrás de este razonamiento encontramos el argumento de Max Weber en El Científico y el Político.
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que ligan ciencia y verdad5, manteniendo la confianza
en los malabares que los expertos realizan con sus
objetos. Esto último resulta problemático, puesto que
a las disciplinas expertas se les asignan privilegios
excepcionales, particularmente su exclusión de la
sanción democrática (Latour, 2004), ya que se asume
que no habría nada que discutir respecto a sus
mecanismos y productos.
Sin embargo, cada vez es más frecuente que
los expertos se encuentren en el ojo del huracán,
debido a la proliferación de controversias frente a
asuntos que desbordan ampliamente el ámbito del
laboratorio y los cálculos. Organismos genéticamente
modificados (OGM´s), Cambio Climático o energía
nuclear son asuntos que pocas personas estarían
dispuestas a dejar simplemente en las manos de los
expertos, y muy por el contrario, se han convertido en
cuestiones donde se demanda activamente la
participación de no expertos que podrían ser
eventualmente afectados.
5 Pensemos, para el caso chileno, en la aprobación de proyectos con impacto ambiental en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA). Como argumento a las críticas de quienes se oponen a determinados proyectos, las autoridades que han aprobado un proyecto aluden a las decisiones de carácter técnico detrás de las votaciones registradas por las Comisiones Regionales de Medio Ambiente (COREMAS). Por otro lado, los opositores suelen invocar la toma de decisiones más bien políticas (y por ende no técnicas) al interior de estos organismos, demandando la toma de decisiones realmente técnicas. Sin embargo, al mismo tiempo, se demandan criterios de ordenamiento territorial que necesariamente conllevarían decisiones políticas al final del día. Además, la demanda por participación ciudadana es de por sí una demanda por participación política que va más allá de los criterios técnicos. La red tejida se torna tan compleja, que es difícil lograr distinguir entre lo netamente técnico y lo netamente político (si es que es posible tal cosa).
Viviendo en un Mundo Incierto: Riesgos e
Incertidumbre
Nos parece posible señalar que una de las
principales amenazas a las certezas de la ciencia y la
tecnología provino de su mismo operar. Como señaló
Ulrich Beck en la Sociedad del Riesgo (1992), la
modernidad trae consigo sociedades cada vez más
reflexivas sobre sí mismas. Esta posibilidad de
reflexividad, así como la escala de los ―experimentos
humanos‖, trajeron consigo la conciencia paulatina de
que nuestras sociedades, en vez de acercarse cada
vez más a la certeza y la verdad, han resultado cada
vez más inciertas y riesgosas. Por otro lado, la
supuesta separación entre naturaleza y cultura ha
permitido la proliferación de híbridos (Latour, 2007),
puesto que en el movimiento de separar ambas
esferas se movilizaron fuerzas de la naturaleza que
los así llamados pre-modernos no se atrevieron a
separar. La ciencia moderna de ese modo ha
pretendido explicar fenómenos híbridos sólo en la
clave de la naturaleza, pero se ha visto sobrepasada
por ―monstruos‖ que movilizan tanto las fuerzas de la
naturaleza, como de la sociedad, borrando las
distinciones.
De acuerdo a Beck (1992), en la sociedad
moderna la conciencia de la propia responsabilidad
en la creación de los riesgos es cada vez más
importante. Esta ―sociedad del riesgo‖ se caracteriza
por la toma de conciencia por parte de amplios
segmentos de la población de cómo la ciencia y la
tecnología, a la vez que fuentes de solución a los
problemas humanos y de control de la naturaleza, son
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la fuente misma de los riesgos a los que la humanidad
se ve expuesta.
Beck pronostica que los conflictos sociales en
el siglo XXI se relacionarán no ya con la distribución
de recursos, sino que con la distribución de riesgos, la
que a su vez establecerá nuevas líneas de
estructuración de la sociedad. Por otro lado, existirá
una creciente desconfianza en las instituciones, ya
que ellas mismas con su lógica y forma de operar
(incapaz de hacerse cargo de la incertidumbre) van
creando y recreando los problemas. La cuantificación
de los riesgos y la producción misma de ellos es
según Beck una suerte de producción específica de la
naturaleza por parte de la sociedad, sin embargo,
apoyándonos en observaciones específicas de la
Teoría del Actor Red (Latour, 2007), nos parece que
la cuantificación de los riesgos o la definición de las
incertidumbres corresponden al modo como nuestros
colectivos sociotécnicos producen la sociedad misma.
Los riesgos, la incertidumbre y nuestros grados de
tolerancia forman parte de nuestras muy específicas
preferencias a la hora de dar forma a lo que
buscamos o somos capaces de constituir como vida
en conjunto.
Hoy en día cada vez somos más conscientes
de nuestra influencia sobre la naturaleza y la
distinción entre lo tecnológico y lo natural, entre
sociedad y naturaleza, se vuelve cada vez más
borrosa, al manipular fuerzas que alcanzan escalas
globales (pensemos en la bomba nuclear, por
ejemplo). Las tecnologías que la humanidad es
actualmente capaz de movilizar son capaces de
plegar las dimensiones del mundo (espacio, tiempo,
etc.) e incluso llegar a destruirlo, al haber alcanzado
la humanidad misma la capacidad de actuar como
una fuerza capaz de modificar a gran escala las
fuerzas de la naturaleza (Serres, 2004). Cuestiones
como huracanes y aluviones (hace algunos años
totalmente atribuibles a las fuerzas incontrolables de
la naturaleza) están empezando a ser vistas como
producto del calentamiento global, es decir, causados
por el hombre (dado que el consenso respecto a las
causas del calentamiento global está cada vez más
extendido).
Ahora bien, lo anterior va más allá de
reflexiones teóricas. Los Estados y las autoridades
gubernamentales se ven cada día más de cierta
forma ―superadas‖ (y sorprendidas) por este nuevo
tipo de actores o híbridos, incontrolables y además
inciertos. ¿Cómo lidiamos con la posibilidad de que el
humo que producen las fábricas de nuestro país, pero
también el de todos nuestros vecinos, termine por
subir la temperatura de todo el planeta, derrita los
glaciares y termine por acabar con el agua potable
para la población? ¿Debemos instalar o no plantas
nucleares y confiar en que el sistema para enterrar los
desechos nucleares será suficientemente seguro?
¿Qué hacemos con los grupos organizados de
agricultores que ven amenazada la trazabilidad de
sus plantaciones, cuando bajo ellas se encuentran
enterrados tales desechos y nadie es capaz de
asegurarnos con 100% de certeza que éstos no
conllevan ningún peligro? ¿Podemos asegurar con
toda tranquilidad a los vecinos de una manzana que
la antena de celulares instalada encima de sus
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cabezas no tiene nada que ver con la repetina
aparición de migrañas en la población?
En el caso de Chile, si bien con mayor intensidad en
años recientes, estos problemas se hacen cada vez
más patentes. En menos de un año (2010) un
terremoto de dimensiones épicas deja al descubierto
la precaria infraestructura de un Estado que ha
soportado varias décadas de desmantelamiento, la
estrategia energética completa ha sido puesta en tela
de juicio por una gran colonia de pingüinos de
Humboldt y 33 mineros sufrieron las consecuencias
de una serie de incompetencias burocráticas a 700
metros de profundidad, enterrados bajo miles de
toneladas de roca.
La Cuestión Medioambiental
Quizás nos llame la atención que muchos de los
temas arriba utilizados para ilustrar los distintos
argumentos tienen algo en común: la alusión a lo que
hemos denominamos, en general, medio ambiente.
Una suma de eventos que concurren más allá de
nuestras posibilidades ciertas de subjetivación, pero
que sin embargo podemos reconocer aconteciendo
justo allí donde se producen nuestras condiciones de
vida. Como veremos a continuación esto no es
ninguna casualidad.
El tema del medio ambiente como esfera
relevante de atención política, económica, social y
cultural hunde sus raíces en los años 1960. Es en
esos años cuando surgen de variados ámbitos
importantes cuestionamientos y temores relativos al
modelo de desarrollo y crecimiento seguido por los
países occidentales (y en muchos casos emulado por
los no occidentales). Lo anterior se relaciona con un
fuerte crecimiento y desarrollo en los países
industrializados, ya que por esos años comienzan a
hacerse evidentes las consecuencias de las acciones
del hombre sobre la naturaleza. Temas como la
contaminación de las aguas, la lluvia ácida y sus
efectos sobre los bosques, la pérdida de suelo fértil y
de biodiversidad, entre otros, llamaron la atención no
sólo de un grupo de científicos expertos en el tema,
sino que generaron preocupación en importantes
sectores de la población, al menos de los países
desarrollados. Este proceso se vio acentuado por el
aumento de conocimiento e información disponible
sobre el tema, ya no sólo en el ámbito estrictamente
científico, sino que también para la población general.
El caso específico de los países menos desarrollados
es, sin embargo, distinto. Podemos señalar que allí la
cuestión ambiental no fue en los 1960 ni tampoco
posteriormente un tema central de interés público.
Recién a principios de los años 1990 comenzaron a
alzarse voces de alerta en todo el mundo frente al
preocupante estado del medio ambiente (avalado por
varios informes científicos de diversa índole).
Ahora bien, es importante entender que de
cierta forma este movimiento de poner al medio
ambiente como la fuente de los riesgos e
incertidumbres fue un movimiento que terminó por
mantener y estabilizar la separación entre sociedad y
medio ambiente, entre naturaleza y cultura. Así, esta
idea de una cuestión medioambiental, que hace
referencia a un entorno de límites difusos que se
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localiza ―allá afuera‖ y se encuentra al borde del
colapso, traslada nuevamente el problema a algo
ajeno y distinto de las sociedades, de los hombres y
mujeres.
El medio ambiente se ha convertido así en
una entidad de la cual hacerse cargo, un problema
equivalente a la pobreza u otros persistentes de las
políticas públicas. Resultan comunes posiciones
como las que llaman a proteger, cuidar o respetar el
medio ambiente, como si se tratara de un individuo en
posición de desventaja, u otras que contraponen
crecimiento económico con medio ambiente, como si
el primero fuese por completo independiente del
segundo. El concepto mismo de medio ambiente ha
sido exitoso como medio para visibilizar una serie de
problemáticas relacionadas con el deterioro de la
calidad de una serie de elementos no humanos del
mundo, muchos de los cuales tienen directa relación
sobre el deterioro de la calidad de la vida humana.
Una vez que los problemas se han
visibilizado, el desafío que se configura es el de
encontrar su origen y solución. Volver la mirada hacia
las formas de producción y reproducción de la
humanidad, es una clave apropiada para entender de
modo más amplio el problema del medio ambiente.
Sostener el ensamblaje de lo que hoy consideramos
una vida humana digna requiere de una importante
movilización y consumo de recursos materiales, los
cuales no están disponibles en cantidades suficientes
en el planeta como para satisfacer los requerimientos
de toda la población. Hoy en día, solucionar el
problema ambiental implica un cuestionamiento
amplio a los medios que han sido empleados como
piezas del engranaje del desarrollo, al mismo tiempo
que un énfasis en lograr las mejores condiciones de
vida posibles invirtiendo la menor cantidad de
recursos, es decir, garantizando el sustento del
desarrollo, avanzando hacia un desarrollo
sustentable.
Revisitando la Democracia
Como señalamos con anterioridad, la tesis de
la ―sociedad del riesgo‖ refiere a que lo observado en
las sociedades occidentales contemporáneas es la
emergencia de ―una política preocupada más bien de
la interpretación y distribución de los «males» sociales
y ecológicos que de los «bienes»‖ (Barry, 1999). Es
decir, la tesis refiere a la distribución de los riesgos y
los costos del desarrollo socioeconómico6.
Ahora bien, la tesis de Beck no es solo
descriptiva, sino que también prescriptiva, ya que
propone formas de lidiar con estos cambios. La
propuesta de Beck se relaciona de manera importante
con la idea de modernidad reflexiva y con la
redefinición del progreso. De acuerdo al autor, lo que
se requiere hoy es un nuevo tipo de modernidad. La
idea de ―modernidad reflexiva‖ implica una sociedad
que vuelve sobre sus acciones, desarrollo e
instituciones; en este sentido, se puede entender
como una forma de aprendizaje social.
6 ―Estos «riesgos», «males» o «peligros» son los efectos colaterales (costos) de un «camino de desarrollo» particular, o de un tipo de modernización que caracteriza a las sociedades modernas. Básicamente, su punto [el de Beck] es que los costos de la modernización están empezando a superar a los beneficios‖ (Barry, 1999).
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De acuerdo a la definición clásica de
progreso, éste se comprende como cambio social
legítimo, pero sin implicar necesariamente con
legitimación política, y fuertemente asociado al
crecimiento económico (Beck, 1992; en Barry, 1999).
Esta concepción clásica del progreso está dando
paso a una redefinición de éste como ―progreso
social‖, el cual es definido por Beck como una ―auto
crítica institucionalizada (reflexividad) y un aumento
de las oportunidades para los individuos de ser
conscientes y de deliberar, además de enjuiciar
democráticamente los principios de la modernización,
y no sólo ciertas políticas específicas asociadas con
ella‖ (Barry, 1999).
Podemos observar entonces cómo Beck
establece una clara conexión entre la tesis de la
sociedad del riesgo, la modernidad reflexiva y la
democracia. Para el autor, la ―sociedad del riesgo‖
supone también oportunidades para formas nuevas
de responsabilidad democrática e innovación
institucional, incluso nuevas formas de cohesión
social. La modernidad reflexiva pone en el centro del
debate público la pregunta por cómo queremos vivir;
por nuestras prioridades como sociedad. A través de
un proceso social regulado democráticamente es
como podemos expresar estas preferencias. Una
sociedad estaría así más cerca de un control
democrático y popular, así como de la
responsabilidad institucional.
Es interesante subrayar aquí el diagnóstico
que hace el autor de la democracia actual como una
―democracia truncada‖, en la cual ―las preguntas
relativas al cambio tecnológico de la sociedad se
mantienen fuera del alcance de la toma de decisiones
político-parlamentarias‖ (Barry, 1999). A juicio del
autor, los problemas medioambientales llaman a
incrementar los niveles de democracia, no a
disminuirlos. Las sociedades deben participar como
un todo en la toma de decisiones relativas a la ciencia
y la tecnología. Esta idea se basa en un principio
clásico relativo a la democracia: que quienes serán
afectados por las decisiones debe tener derecho a
opinar sobre ellas. Así, las incertidumbres frente a la
cuantificación de los riesgos medioambientales no
deben ser tratadas simplemente como cuestiones
técnicas a ser consideradas por los expertos7. Al
contrario, dado el componente moral de dichas
decisiones (ya que incluyen incluso a futuras
generaciones), estos riesgos deben ser debatidos y
resueltos por la sociedad en su conjunto. Así, ―la
«sociedad del riesgo» requiere de la extensión de la
democracia para lidiar con, y posiblemente prevenir a
tiempo riesgos medioambientales‖ (Barry 1999),
avanzando en la resolución más acuciosa posible de
las incertidumbres.
En este sentido, la democracia es una forma
de gobierno que dada sus características estaría
mejor ―equipada‖ para lidiar con los desafíos antes
mencionados8. La democracia tendría así ciertas
7 Esta clase de problemáticas exige la innovación política a través de nuevos arreglos institucionales, que en lugar de mantener separados los componentes científicos y políticos de la toma de decisiones, los junten a través de instancias lo más horizontales posibles. 8 Dos autores, Robert Paehlke (1996; en Reyes, 2003) y Robert Dahl (1971, 1989, 1998; en Reyes, 2003) desarrollan potentes argumentos a favor de la democracia como la forma más efectiva de alcanzar el desarrollo sustentable, ―[ellos] develan un asunto central en la defensa de la democracia (...): la complejidad y la dimensión ética de los temas ambientales hacen la visión de quienes se ven más afectados por este tipo
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características propias que permitirían lidiar mejor con
los desafíos medioambientales. Es importante señalar
aquí que si bien la relación entre democracia y
desarrollo sustentable ha sido testeada tanto de forma
teórica como empírica, el argumento de Francisca
Reyes (2003) va más allá y toma el concepto de
democracia deliberativa como central y como una
forma de gobierno que podría ser más efectiva a la
hora de alcanzar el desarrollo sustentable, ya que
supera muchas de las falencias que la democracia
tiene (y ha tenido) en la protección del medio
ambiente, las cuales no son menores. La democracia
deliberativa tiene varias características centrales, una
de ellas (muy relacionada con el argumento de Jürgen
Habermas) es que puede transformar más que
simplemente agregar preferencias9.
La Ineludible Relevancia del Principio
Precautorio
Con el objeto de lidiar con los problemas
asociados a las incertidumbres crecientes de la vida
en común de un modo democrático, el Estado debería
adoptar en la arquitectura de sus tecnologías de
decisión el principio precautorio. Este principio, a
de problemas un imperativo de ser incluida en el proceso de toma de decisión. De lo anterior se sigue que las soluciones dictatoriales no son moral ni técnicamente las mejores formas para lidiar con estos problemas‖ (Reyes, 2003). 9 ―Democracia deliberativa implica que ciudadanos iguales (...) hacen mucho más que simplemente votar. Ellos escuchan ideas y argumentos, se involucran en un proceso de deliberación, y eventualmente cambian sus opciones y creencias iniciales. Este poder transformador de la deliberación pública es fundamental para alcanzar la sustentabilidad, ya que implica la existencia de dos valores clave: el reconocimiento de la capacidad humana de auto-corrección y, más importante, la capacidad única de aprender‖ (Reyes, 2003).
grandes rasgos, incluye: i) la toma de acciones que
permitan prevenir o evitar los males asociados a
decisiones frente a las cuales la ciencia resulta
incierta; ii) trasladar el peso de las responsabilidades
a los proponentes de una acción que posea
potenciales daños negativos, iii) la evaluación de
alternativas al proyecto, y iv) una toma de decisiones
transparente y democrática (Tickner & Ketelsen,
2001).
Actualmente, si bien existen normativas que
abordan la protección de la salud y la vida de las
personas, además de otros factores como la calidad
ambiental, la incertidumbre frente a los resultados de
las ciencias se ha vuelto un aliado de los tomadores
de decisiones. En lugar de abstenerse de tomar
decisiones o actuar con medidas precautorias, se ha
procedido a decidir y avanzar exponiendo a aquellos
que eventualmente podrían ser afectados sin que ni
siquiera se enteren. Bajo la idea de proteger la
iniciativa individual, o debido a las presiones
corporativas, económicas o políticas, las normas son
superadas por la incertidumbre.
Allí donde causa y efecto han sido identificados,
ya sea en términos de la actividad concreta que se
busque llevar a cabo, o de las acciones que la
comunidad es más o menos capaz de llevar a cabo
en relación a un proyecto10, usualmente nos
encontramos con ejercicios explícitos de
precautoriedad. Sin embargo, cuando esta relación no
es tan clara, no se suele dar la posibilidad de que los
potenciales afectados sean informados sobre las
10 Por ejemplo, disponibilidad de recursos para emprender acciones legales en contra de empresas o del gobierno que busca llevar a cabo una acción.
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amenazas que se ciernen sobre ellos, y de ese modo
organizar acciones políticas o legales en contra de las
medidas. Las acciones suelen surgir cuando ya se ha
pasado de amenazados a víctimas, con el daño ya
materializado, y los responsables de las acciones
acuden a los tribunales con el argumento de la
incertidumbre bajo el brazo.
Las asimetrías de información facilitan la
vulneración permanente de los derechos de quienes
están menos informados sobre los efectos de
acciones de terceros sobre sus propias vidas. El
principio de precautoriedad apunta a que si existen
fundadas sospechas de que la acción de un actor
afectará a otro, se deben tomar acciones para
proteger al actor amenazado (Sunstein, 2010). Por lo
anterior, es necesario que las ciencias y los procesos
de tomas de decisión se transparenten, con el
objetivo de que se mantenga una rendición de
cuentas permanente respecto de los efectos
potenciales de las acciones de gobiernos o empresas.
Puesto que nadie es más apto para decidir
los riesgos aceptables más que los propios posibles
afectados (Tickner & Ketelsen, 2001), se vuelve
fundamental que sean ellos mismos quienes puedan
participar de la definición de tales estándares. Las
elites que pretenden actuar en representación del
interés público, no garantizan la representación de
todos los intereses del público, y en general resultan
fácilmente cooptables por grandes intereses
corporativos (Ibíd.). Por ello, es necesario que toda
decisión potencialmente peligrosa sea abordada con
la presencia y participación democrática efectiva de
todas las partes eventualmente interesadas.
Chile en la Mira: Casos de Estudio
Energía para la Democracia: El caso de
HidroAysén
En la Undécima Región de Aysén, la empresa
HidroAysén (de ENDESA y Colbún) proyecta construir
cinco represas. El proyecto consiste en construir dos
represas en el río Baker (el más caudaloso de Chile),
y tres en el río Pascua, para generar un total de 2.750
MW. También contempla construir una línea de alta
tensión de más de 2.000 kilómetros, que atravesaría
siete regiones del país, para llevar la energía, en
corriente continua, a Santiago.
El proyecto ha enfrentado la oposición de
organizaciones ciudadanas y ambientalistas
regionales y nacionales, de empresarios turísticos de
la región, y ciudadanos de la región y el país. Estas
organizaciones se encuentran organizadas en el
Consejo de Defensa de la Patagonia (CDP), que
agrupa a más de 50 agrupaciones, y que coordina las
acciones de la campaña ―Patagonia Sin Represas‖. El
CDP ha realizado una intensa campaña11 de
11 La campaña ha incluido insertos de prensa en los principales diarios del país, utilización masiva e intensiva de los medios que las nuevas tecnologías de la información ponen a disposición de las personas (páginas Web, blogs, redes sociales como Facebook, Twitter, etc.), realización de estudios avalados por científicos reconocidos para demostrar las razones de oposición a las centrales hidroeléctricas, una campaña de sensibilización a la opinión pública respecto del tema, relaciones públicas y lobby que incluyen incluso viajes a Italia para presionar a los accionistas de ENEL (controladora de ENDESA), entre otras acciones y actividades. Esta campaña ha implicado que en general en Chile, aunque sobre todo en Santiago, donde hay más acceso a información y una mayor diversidad de medios de comunicación, como aquellos basados en Internet, las personas
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oposición a estos proyectos a nivel nacional e
internacional.
Hemos decidido introducir esta controversia en
este artículo, ya que ha sido una de las campañas
ambientalistas más importantes en el país, sobre todo
por la notoriedad mediática lograda y una extensa red
de coordinación nacional e internacional. La campaña
ha contado con importantes recursos12, lo que ha
permitido, hasta cierto punto, equilibrar la balanza en
el sentido de las demandas de grupos ambientalistas
y ciudadanos.
En general y de manera superficial, la
controversia se puede resumir entre quienes señalan
que este proyecto es necesario, ya que como país
necesitamos la energía para crecer económicamente,
y crecer para desarrollarnos como país; señalando
que los impactos ambientales han sido considerados
por la empresa, que éstos se mitigarán y serán, por
así decirlo, ―soportables‖, si los sopesamos con los
beneficios. Se añade también que el proyecto no va
en contra ni es incompatible con el desarrollo
sustentable y la vocación de zona turística que se le
quiere dar a la zona. Finalmente, se establece que el
proyecto se ajustará a la normativa existente, por
ende, debiese ser aprobado, ya que estamos ante
una decisión netamente técnica.
Por otro lado están quienes se oponen al
proyecto, señalando que es una falacia señalar que
estén informadas o conozcan la existencia de esta controversia. Es interesante constatar, por ejemplo, que en encuestas recientes (IPSOS, Fundación Futuro, CERC) se da cuenta de que entre un 53 y un 57% de los chilenos rechaza fuertemente tales iniciativas. 12 Es importante destacar aquí que en general en Chile la sociedad civil organizada es muy débil y una constante es la falta de recursos de todo tipo (económicos, humanos, etc.).
las represas pueden ser consideradas energías
limpias o renovables, ya que impactan fuertemente
los ecosistemas, y no sólo de la cuenca inundada,
sino que de todo el borde costero. Además de los
impactos sobre la flora y fauna y el ecosistema en
general, se señala como relevante el lugar en el que
se ubicará el proyecto: la Patagonia. Una zona aún
prístina y no muy intervenida, que tendría una
vocación de desarrollo distinta, basada en el turismo y
el uso sustentable de los recursos naturales. A juicio
de los opositores, estamos hablando de intervenir uno
de los pocos lugares menos humanamente
intervenidos del plantea, con grandes reservas de
agua que según ellos debiesen gestionarse
públicamente y no estar en manos de unos pocos
privados que concentran tanto la propiedad de las
aguas como la generación eléctrica del país.
Ahora bien, es importante ahondar un poco más
en esta gruesa distinción entre quienes apoyan y
quienes se oponen al proyecto, ya que la red de
actores involucrados es bastante más compleja. En
este sentido, y con miras a poder organizar la
información de la mejor manera posible, es posible
plantear que a grandes rasgos existen tres actores
involucrados en esta controversia. Cabe señalar aquí
también que los tres se mueven en cuatro niveles
distintos: local, regional, nacional e internacional.
1) Ciudadanía y sociedad civil organizada: Dentro de
este grupo encontramos desde la ciudadanía en
general, tanto informada como no informada,
involucrada como no involucrada (cabe destacar aquí
a Douglas Tompkins, como una persona que ha sido
ícono de oposición al proyecto con una imagen
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bastante controversial), hasta los ciudadanos
opositores al proyecto agrupados en organizaciones
ambientalistas (ONGs como Ecosistemas, Chile
Ambiente, etc.), indígenas (por ejemplo los Jóvenes
Tehuelches) religiosas (una figura importante ha sido
el obispo católico de Aysén, Luis Infanti), y de
empresarios locales o regionales ligados al turismo u
otro tipo de emprendimientos, por lo general no
compatibles con proyectos hidroeléctricos de gran
escala. Algunas organizaciones y personas
pertenecen a las comunas concretas a intervenir, a la
Región de Aysén o a otras regiones del país, así
como organizaciones no gubernamentales ubicadas
en Santiago, que trabajan en todo chile, como
también a organizaciones internacionales que se han
sumado a la causa. Cabe señalar aquí que dado el
―paraguas‖ que ha logrado proveer la campaña
―Patagonia Sin Represas‖ y el CDP, el actor opositor
al proyecto ha logrado posicionarse como uno solo,
entendido por lo general como la ciudadanía
organizada (aunque también la ciudadanía ―en
general‖) en contra del proyecto. Sin embargo, a nivel
local y regional, el proyecto genera muchas más
controversias al interior de este actor que en
apariencia es uno y está cohesionado, existiendo
muchas personas a favor del proyecto e incluso
conflictos al interior de la comunidad por éste.
2) Gobierno: este actor es bastante complejo y sólo con
fines analíticos es posible distinguirlo aquí como un
actor, ya que sus ramificaciones y complejidades son
variadas. Así, tenemos desde el gobierno local
(municipios), hasta el gobierno central (ministros, el
presidente, etc.), pasando por la COREMA Aysén que
debe tomar la decisión (en base al voto del
intendente, los Secretarios Ministeriales Regionales
(SEREMIS) y los consejeros regionales) y los
parlamentarios por la zona y en general. El entramado
se complejiza si consideramos que hay alcaldes y
concejales a favor y en contra del proyecto, y que si
bien el intendente actúa a nivel regional, al igual que
los SEREMIS, por lo general recibirá desde Santiago
la decisión de cómo votar (al menos eso denuncian
quienes se oponen al proyecto, y en la práctica se
observa que cuando hay disidentes en las votaciones
por lo general unánimes, corresponden a los
consejeros regionales). En esta controversia incluso
ha intervenido el Ministro de Energía (de este
gobierno como del anterior) para dar una suerte de
apoyo a esta iniciativa13, pudiéndose entender que la
posición del gobierno central ha tendido a ser (no
oficialmente por supuesto) la de apoyo a este
proyecto.
3) Empresa: si bien en apariencia un actor más sencillo,
ya que quien está detrás de este proyecto es la
empresa HidroAysén S.A., el entramado es bastante
más complejo. HidroAysén nace de la asociación
entre la transnacional ENDESA y la chilena Colbún.
ENDESA era en un comienzo propiedad mayoritaria
de capitales españoles, pero ahora está controlada
por capitales estatales italianos, específicamente
ENEL. Así las cosas, los opositores al proyecto han
13 Ver noticia "Es necesario que la matriz eléctrica cuente con proyectos como HidroAysén", publicada el día 25 de octubre del 2010 en el diario La Tercera. Disponible en (fuente consultada el 27 de octubre del 2010): http://diario.latercera.com/2010/10/25/01/contenido/negocios/10-42702-9-es-necesario-que-la-matriz-electrica-cuente-con-proyectos-como-hidroaysen.shtml.
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utilizado estrategias como ir directamente a las juntas
de accionistas de ENEL, en Italia, para darles a
conocer los problemas que un proyecto del
conglomerado está ocasionando en un país como
Chile, o a hablar con instituciones financieras
pertenecientes a la Unión Europea para que evalúen
si están dispuestos a financiar un proyecto como este.
En este punto es necesario destacar, sin
embargo, que detrás de esta controversia
encontramos una cuestión mucho más profunda que
la simple protección de un lugar prístino o de ciertos
ecosistemas. Si bien quizás mediáticamente ha
primado una suerte de oposición entre la naturaleza
prístina y el crecimiento económico (encarnado en la
necesidad de energía), detrás del fuerte
cuestionamiento que ha suscitado este mega
proyecto hidroeléctrico se encuentra la demanda por
un debate democrático, es decir político y no
netamente técnico, respecto de la energía en nuestro
país. La pregunta de fondo es cómo pensamos, de
aquí a 10, 20, 30 o incluso 50 años, abastecernos de
energía. Es más, si hurgamos un poco más nos
encontramos con la pregunta por la necesidad misma
de energía.
Revisar una y otra vez los argumentos técnicos
no lleva a mucho en este caso, ya que hay de sobra
para sostener las dos posiciones (sí o no a las
represas). En ese sentido, un logro (no podemos
saber si intencionado) de la campaña ―Patagonia Sin
Represas‖ ha sido el de, a través de la misma técnica,
desarticular al ―enemigo‖ en esos mismos términos.
HidroAysén presenta un estudio donde predice la
demanda de energía del país para los próximos 20
años para justificar la necesidad de las represas, y la
campaña de oposición al proyecto presenta otro,
llevado a cabo por científicos de la Universidad de
Chile que demuestra exactamente lo contrario14.
HidroAysén presenta un Estudio de Impacto
Ambiental (EIA) de más de 10.000 páginas con miles
y miles de datos técnicos, y la campaña junta más de
3.000 observaciones a éste. Así, una y otra vez, la
misma legitimidad técnica15 entra en cuestión,
viéndose obligados los mismos expertos a entrar en
terrenos a los que acostumbran ingresar, pero no
explícita ni públicamente.
14 Ver, por ejemplo, el estudio ―¿Se necesitan represas en la Patagonia? Un análisis del futuro energético chileno‖ de Stephen F. Hall y Asociados, Roberto Román, Felipe Cuevas, Pablo Sánchez. Universidad de Chile, Junio de 2009. También el ―Estudio Aporte potencial de: Energías Renovables No Convencionales y Eficiencia Energética a la Matriz Eléctrica, 2008 - 2025‖ del Programa de Estudios e Investigaciones en Energía del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile y el Núcleo Milenio de Electrónica Industrial y Mecatrónica, del Centro de Innovación en Energía de la Universidad Técnica Federico Santa María. 15 Es interesante mencionar aquí el uso de la misma lógica económica, catalogada muchas veces de ―economicista‖ por quienes se oponen a este tipo de proyectos, para contrarrestar los argumentos a favor del proyecto HidroAysén. En este
sentido, en una exposición ante la Comisión de Turismo de la Cámara de Diputados, miembros del CDP señalaron que la pérdida económica, sólo para Aysén, se estimó, en base a un estudio de la Universidad de Chile, sobre los 40 millones de dólares al año, con pérdidas además de más de 4.000 empleos permanentes por menor turismo, comercio y trasporte. También se expuso sobre el impacto económico al patrimonio ambiental por el daño al valor del paisaje. Este estudio fue realizado por la investigadora de la Universidad de California, Keri Prince, que señala que la pérdida patrimonial por las represas alcanza a un monto de entre 840 y 945 millones de dólares, y por los tendidos a un valor de 2.940 millones de dólares, evaluados a través de metodologías de valoración contingente. Lo anterior implica, de acuerdo a lo señalado por el CDP, que el valor económico de la externalidad negativa que dicho proyecto le dejaría al país está por sobre los 3.880 millones de dólares sólo considerando el componente paisaje.
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En este sentido, se ha recurrido, por ejemplo, a
cuestionar las intenciones detrás de la campaña
―Patagonia Sin Represas‖, dado que los fondos con
los que opera serían internacionales, específicamente
provenientes del empresario norteamericano radicado
en Chile, Douglas Tompkins. Por su parte, quienes se
oponen al proyecto han entrado a cuestionar el propio
modelo de desarrollo chileno, su sustentabilidad,
apertura democrática, así como los intereses ocultos
detrás de ciertas autoridades políticas, a quienes se
las acusa de tráfico de influencias.
En este sentido, es incluso posible llegar a
preguntarse de qué conflicto estamos hablando y cuál
sería su naturaleza. ¿Estamos o no ante un problema
técnico? ¿Cómo separar esta maraña técnico, político
e incluso religiosa (se habla incluso de que la
Patagonia sería un lugar sagrado)? ¿Es necesario
separarla? ¿Qué hace la autoridad? ¿Cómo decide?
¿Quién decide o debiese decidir?
El conflicto ilustra bastante bien los límites de
nuestra institucionalidad y la necesidad de repensarla
a la luz de este tipo de controversias que irán cada
vez más en aumento en Chile y el mundo. En Chile
las autoridades y empresarios se muestran perplejos
ante esta ola de reclamos y demandas en apariencia
súbitas, que no dan tregua y exigen, cada vez más,
participación en la toma de decisiones.
El modelo de decisión que ofrece la
institucionalidad actual obliga a creer en expertos
pagados por los mismos interesados en que un
proyecto se lleve a cabo, generando incentivos claros
para la deseabilidad y obtención de ciertos
resultados16. Esta situación permite desconfiar de la
ciencia que realizan estos científicos y llama la
atención sobre la necesidad de que esta ciencia sea
producida de modo democrático.
Dada la magnitud de obras como la de
HidroAysén y los amplios grados de incertidumbre
frente a sus efectos, resulta evidente la necesidad de
arreglos institucionales más adecuados. Destruir y
sacrificar de modo permanente importantes
extensiones de territorio nacional debe ser parte de
un debate más amplio, donde se facilite la
participación de quienes se sientan afectados de
modo simétrico y no bajo las actuales condiciones
ofrecidas por la institucionalidad ambiental de la Ley
19.300. Democracia, más que la mera confianza en
las intenciones de un representante, debe ser la
posibilidad activa para poder representar los propios
intereses cuando éstos se ven amenazados.
La Sangre y la Mina
Mientras se redactan estas líneas 33 trabajadores
mineros acaban de ser rescatados luego de pasar
casi 70 días enterrados a 700 metros de profundidad
bajo miles de toneladas de roca, donde estuvieron
esperando por la intervención de profesionales y
máquinas altamente especializados que debían lograr
devolverles su libertad. Determinar cómo llegó a
ocurrir tal situación aún puede parecer apresurado,
sin embargo, es un ejercicio provechoso reflexionar
16 Cabe señalar aquí que los Estudios de Impacto Ambiental (EIA) son realizados por la empresa o persona interesada en llevar a cabo un proyecto. No sólo lo financia el interesado, sino que decide quién y cómo se lleva a cabo. Luego, la autoridad ambiental evalúa ese estudio, muchas veces sin contar con información propia (ni la capacidad para producirla) para contrarrestar los datos.
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en torno a los límites de la incertidumbre en un caso
como este.
El 5 de agosto de 2010 se produjo un derrumbe
en la mina San José, de propiedad de la Compañía
Minera San Esteban. Esta mina se encuentra a
aproximadamente 45 kilómetros de la ciudad de
Copiapó en la Tercera Región de Chile. Este
derrumbe dejó atrapados a 33 trabajadores mineros,
de quienes no se tuvo noticia durante 17 días, hasta
que luego de algunos intentos fallidos se lograra
establecer contacto con ellos a través de la
perforación realizada por una sonda. Más allá del
evidente sufrimiento humano asociado a la tragedia
ocurrida en la mina, sus consecuencias más
inmediatas han sido la visibilización de una serie de
organismos burocráticos (SERNAGEOMIN, Dirección
del Trabajo, etc.) y sus intrincadas redes de
competencias, cuestión que ha abierto una
controversia más amplia respecto a los costos que la
explotación minera efectivamente tiene bajo la actual
infraestructura regulatoria y quiénes son los que
efectivamente deben cubrir esos costos.
Para quienes trabajaban en la mina San José, el
derrumbe no fue una sorpresa y más bien se trató de
la confirmación de sus temores. Ya desde el año 2003
se tenían registros de acciones orientadas hacia el
cierre de este proyecto minero, por las condiciones de
inseguridad que se empezaban a hacer evidentes con
frecuentes derrumbes de roca. Estos derrumbes
tuvieron importantes costos de vidas humanas y de
lesiones graves para los trabajadores, sin embargo, la
mina seguía con su funcionamiento, evidenciando
que tales eventos son parte de los costos de la
explotación minera. Aún más, esta mina fue cerrada
en el año 2007 luego de un grave accidente con
resultado de muerte, pero a los pocos meses
consiguió su reapertura gracias a un controvertido
procedimiento administrativo.
Basta con considerar las dimensiones de las
maquinarias y de las rocas involucradas en el trabajo
minero, versus las dimensiones de un ser humano,
para comprender que mínimos errores de maniobra
pueden desembocar en accidentes de resultado fatal.
Cascos o zapatos de seguridad parecen juguetes
frente a los riesgos que los trabajadores mineros
deben enfrentar. De este modo, la actividad minera
opera produciendo minerales, desechos y muertes,
los dos últimos vendrían a ocupar el rol de
externalidades.
La externalidad, según Callon (1998), sería la
identificación de un interés que resulta excluido de un
sistema. De este modo se considera que un accidente
es una externalidad que busca ser mitigada o
remediada a través de regulaciones. En Chile, estas
regulaciones provienen de legislaciones que se
distribuyen en diferentes organismos (Ministerios de
Salud, Trabajo, Minería, etc.). De este modo, los
intereses se diluyen aún más, así como las
responsabilidades. Esto queda en evidencia con las
palabras del Secretario Regional Ministerial de Salud,
quien autorizó la reapertura de esta mina en 2008, al
ser consultado por sus responsabilidades en el
accidente: ―están mezclando las cosas: el accidente
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del 5 de agosto es un problema de derrumbe, no es
un problema sanitario‖17.
Los dueños de la mina San José se han
defendido señalando que un accidente como el que
ocurrió no podía ser previsto, basándose para ello en
las mediciones que su empresa habría realizado. Sin
embargo, cuesta reconocer los límites de certeza de
tales decisiones, cuestión en la cual se basan estos
personajes para delegar sus responsabilidades, las
cuales son finalmente situadas en la mina. Para los
dueños de la mina la responsabilidad de lo que
ocurrió recae en la mina, la cual se habría
comportado de un modo diferente al cual ellos
habrían esperado. En este juicio naturaleza y técnica
se entremezclan dando forma a un problema que
tiene un poco de ambos, pero más patentemente deja
en claro que la confianza en la técnica no libra de
sufrir las consecuencias de los movimientos de la
naturaleza.
Los dueños de la mina culpan a una mina ―que
hizo oídos sordos‖ de los comportamientos que para
ella prescribían los expertos, mientras los
representantes de las diferentes reparticiones
públicas llaman a no mezclar responsabilidades y
competencias. Todos buscan poner las
responsabilidades en el ámbito de la incertidumbre,
de modo que tales responsabilidades sean diluidas.
Sin embargo, sabemos que la incertidumbre es un
asunto que es posible manejar y en este caso se ha
favorecido una distribución de riesgos que perjudica a
quienes están bajo tierra y a otros que han fallecido,
17 Recuperado en http://www.lanacion.cl/ex-seremi-justifica-su-actuacion-en-mina-san-jose/noticias/2010-08-31/092718.html
sufrido accidentes y/o enfermedades ocupacionales
derivadas de la actividad minera.
Practicar la minería tiene riesgos asociados que
pueden ser más o menos controlados, sin embargo,
resulta evidente que esos riesgos deberían ser
explicitados como costos reales de la producción para
poder discutir respecto a su deseabilidad. El
crecimiento económico tiene costos que deben ser
presentados a la sanción democrática si queremos
evitar situaciones como este derrumbe que no es más
que el símbolo de mecanismos de producción de
valor bastante más amplios y extendidos a otras
actividades económicas.
Este caso permite ilustrar el tema de la
incertidumbre y los riesgos, y analizarlo a la luz de
una posible aplicación del principio precautorio. Una
pregunta relevante para la futura regulación de la
actividad minera debiese ir enfocada a establecer
estándares que permitan prevenir o evitar los males
asociados a decisiones, frente a las cuales la ciencia
resulta incierta, a trasladar el peso de las
responsabilidades a los proponentes de una acción
que posea potenciales efectos negativos, y a una
toma de decisiones transparente y democrática. Es
posible evitar que la trágica historia de la mina San
José no vuelva a repetirse.
Conclusiones
No existen formas únicas para organizar la toma
de decisiones públicas, pero es posible estabilizar
ciertas formas por su deseabilidad, frente a la
organización más amplia de los colectivos humanos.
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Un Estado democrático debe tener algo más que un
sistema electoral creíble, puesto que hay mucha
evidencia de que la administración pública a través de
elites facilita la intervención por parte de intereses
políticos o económicos que no necesariamente
resultan representativos de mayorías.
Lograr a través del Estado arreglos
institucionales que faciliten la participación en la toma
de decisiones de los posibles afectados por tales
decisiones, ha de ser una obligación para la
democracia. La creciente conciencia de los límites de
la ciencia es un argumento a favor de esta medida,
puesto que la ciencia no ofrece una salida libre de
arbitrariedades debido a sus amplios márgenes de
incertidumbre. Esto es aún más claro en los casos
donde la dimensión de los fenómenos alcanza
dimensiones de proporciones globales.
En el caso chileno observamos que tanto en la
generación de electricidad como en la regulación de
las condiciones laborales se pone en juego la
efectividad del Estado como agente capaz de
garantizar su definición democrática. En ambos casos
está en juego la distribución de bienes y males, los
cuales pueden resultar muy asimétricamente
asignados sin la participación amplia de los agentes
interesados, bajo arreglos que permitan su
participación efectiva.
Dado que los riesgos e incertidumbres son
producidos al mismo tiempo que se produce la
sociedad misma, la apertura a cuestionar sus
métodos es un paso fundamental para poder
administrar tales riesgos e incertidumbres. Si bien por
las dimensiones que ha alcanzado la humanidad se
hace prácticamente imposible vivir libres de
incertidumbres, claramente existen las herramientas
para poder decidir informadamente con cuáles
estamos efectivamente dispuestos a vivir y hasta
cierto punto cómo esperamos que nuestras redes
sociotécnicas se comporten frente a ellas.
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Operativo Maule UC:
Diagnóstico social de las comunas Curepto y Hualañé pos terremoto 27 de febrero
2010
Francisco Gatica18
Ariel Rosales19
Resumen
La forma regular de proceder luego de ocurrido un desastre, involucra acciones orientadas a satisfacer las necesidades inmediatas de la población sin necesariamente considerarse las intervenciones futuras en ella. La desconexión entre las intervenciones inmediatas y las de mediano y largo plazo, conducen a malgastar los recursos económicos y humanos, sin mencionar lo perjudicial para la población misma. En este sentido, resulta necesaria una intervención que no desconozca la relación entre los distintos momentos, es decir, la consideración del continuum emergencia-desarrollo en la intervención post desastre, para no verse afectado por dichas consecuencias. Bajo esta lógica, el Operativo Maule UC operó en el diagnóstico realizado, donde el equipo metodológico social construyó los índices de emergencia y de potencial de desarrollo.
Este trabajo se centra en la revisión del procedimiento y de los resultados obtenidos de ambos índices, los cuales indican que en las distintas localidades diagnosticadas, existe una alta potencialidad de desarrollo sobre todo en los sectores más vulnerables. Por otra parte, esto se hace posible de ver gracias a la geo-referencia que permite visualizar los lugares exactos con mayor potencialidad y vulnerabilidad – y su inversa – adelantándose a una intervención con miras a la perfección.
Palabras claves: intervención en desastre, trabajo social en desastre, diagnóstico social, desarrollo comunitario, políticas públicas.
18 Trabajador Social, Licenciado en Trabajo Social 2010. Pontificia Universidad Católica de Chile 19 Licenciado en Trabajo Social, magister© en trabajo Social, licenciado© en Filosofía Pontificia Universidad Católica de Chile.
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Introducción
De forma regular, la manera de proceder
luego de un desastre involucra acciones orientadas
a satisfacción de necesidades que se suponen
inmediatas como alimentación y cuidados médicos,
sin embargo la acción de muchos organismos frente
a los desastres no reflexiona acerca de las
condiciones que en un mediano plazo puedan
presentar las poblaciones afectadas. Una revisión
preliminar del estado del arte nos sugiere que, si
bien, en un primer momento la asistencia de los
grupos afectados se torna prioritaria, es sólo
sustentable si se sigue con acciones que
mantengan y promuevan los recursos sociales con
los que los individuos y las familias cuentan. Se trata
de compatibilizar la supervivencia inmediata con la
futura, es decir, se busca conjugar la satisfacción de
las necesidades aquí y ahora con estrategias de
desarrollo sustentables en el tiempo. Es en este
sentido que conceptualmente los índices de nivel de
emergencia social y de potencialidad para el
desarrollo creados en este trabajo, se inscriben en
el continuum emergencia-desarrollo (Pérez, 2005).
Sin embargo, corresponde advertir que los índices
aquí presentados no cuentan – paradojalmente en el
caso de Chile, país de desastres recurrentes – con
un instrumental ad hoc a situaciones de emergencia
social derivadas de eventos catastróficos; es decir,
el diagnóstico realizado (con el eventual instrumento
de medición creado para esta ocasión) corresponde
a una primera versión de la intervención en
desastres bajo la lógica que propone Pérez.
Las estrategias de superación de catástrofes
pueden ser muy variadas, dependen del contexto y
de las capacidades de las personas, familias y
comunidades locales. Sin embargo, se consideran
como fundamentales, concurrentemente con
estrategias de intervención directa acordes a la
condición de emergencia social en que se
encuentran sujetos vulnerados post desastre,
estrategias paliativas de minimización de riegos a
mediano y largo plazo, el establecimiento y el
refuerzo de redes sociales formales y tradicionales
articuladas en el marco de un plan de desarrollo
local (Woung y Leung 2008, Miranda et. al. 2010)
Se espera que a partir de la información generada
sobre la base de estos índices sea posible
establecer orientaciones para, en un primer
momento, focalizar la entrega de la ayuda de
emergencia y, seguidamente, para llevar a cabo
acciones desde ya articuladas con lógicas y
acciones que apunten al horizonte del desarrollo de
las comunidades afectadas.
Intervención en desastre
Realizando un primer acercamiento a los
desastres, es necesario concebir las implicancias
naturales, materiales y sociales que tienen. El
paradigma físico-naturalista – que concibe a los
desastres como eventos temporales y
territorialmente segregados, en los cuales la causa
principal se adjudica a procesos físico naturales
(Hewitt en García y García, 2006; Miranda et. Al.
2010) – no resulta el más apropiado para analizar
tales situaciones, sino más bien, es necesario
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visualizarlo desde un enfoque que combine tanto lo
físico naturalista, como lo social. De esta manera,
Lavell (en García y García 2006) sostiene que ―un
desastre es tanto producto como resultado de
procesos sociales, histórica y territorialmente
circunscritos y conformados‖.
Al presenciar un desastre, además de las
incidencias netamente naturales (como terremotos,
huracanes, aluviones, etc.), este afecta al orden
social y a sus estructuras, interfiriendo en las pautas
de conducta cotidianas, en donde diversos actores
adquieren un rol diferente al establecido. Así, no es
puramente la amenaza natural la que produce el
desastre, sino el factor social contextual del
desastre: ―aún cuando se trate de amenazas
propiamente naturales, en su concreción como
eventos destructores factuales habrá siempre una
mediación humana‖ (Campos, 2003: 2).
Por otra parte, no todos los desastres se
toman de igual manera; no conducen a la misma
tragedia, y dependerá en gran porcentaje del
contexto en el cual ocurre. En este sentido, además,
dentro de un contexto determinado existen
importantes elementos diferenciadores entre las
diversas situaciones de emergencia, que se
distinguen por su magnitud de impacto, tanto en lo
social como en lo natural, es decir, tanto por el
número de personas afectadas como la extensión
geográfica y por la gravedad de sus consecuencias.
Uno de los efectos de ciertos desastres naturales es
la ruptura del mundo cotidiano, de lo dado por
supuesto, de los cimientos normativos y simbólicos
sobre los cuales se desarrolla la vida grupal (Fouce
y Sánchez: 2002; Miranda et al: 2010).
Frente al suceso de un desastre de
implicancias naturales y sociales, múltiples son los
factores inmediatos que aparecen en acción. Por
una parte, se encuentra el Estado como principal
actor – como gobierno nacional o local, según el
nivel de descentralización alcanzado y comprendido
– el cual se presenta con la responsabilidad u
obligación directa de dirigir prácticas paliativas con
la intención de mitigar los daños percibidos (Pérez,
2005). Por otra parte, se encuentra la sociedad civil
y el mercado, que frente a una situación de
emergencia, introducen también a su vez, ciertas
medidas voluntarias con la misma finalidad que el
Estado, aunque la forma muchas veces varía.
Una vez canalizada la ayuda de la sociedad
civil y el Estado proveniente de diversas fuentes
(Wong & Leung, 2008), muchas veces nos
encontramos con prácticas poco profesionales que
dificultan, al final de cuentas, todo el proceso de
emergencia y desarrollo a realizar que de por sí
debe estar ligado. Si bien se integran líneas
interesantes para la sobrevivencia y abastecimiento
de la población afectada, las buenas intenciones
provocadas por un estado de ansiedad severa en la
sociedad, generan efectos hasta negativos en el
proceso de intervención. Desafortunadamente, esta
falta de entendimiento sobre el proceso de
reconstrucción social y comunitaria puede conllevar
a la focalización de recursos limitados en prácticas
menos efectivas – o incluso negativas – luego de un
desastre (Yoon, 2006). Por ejemplo, en un estudio
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realizado luego de la inundación en Buffalo Creek
en la primera mitad de la década del ‘90 en los
Estados Unidos, los planes inapropiados de refugio
y de casas de acogida conllevaron a la destrucción
de las redes informales causando más daños
psicológicos a los sobrevivientes que la misma
inundación (Riad y Norris, 1996, en Yoon 2006). En
este sentido, no todos los tipos de ayuda son
considerables como medidas paliativas efectivas en
la intervención post catástrofe o desastre, pues los
resultados de las intervenciones pueden no
contribuir en nada, o bien, influir de manera
negativa. (Miranda, et. al. 2010)
Por otra parte, resulta de extremada
importancia vincular las prácticas de lo inmediato,
con el mediano y largo plazo. La gestión de
desastres abarca varios tipos de intervención, con
objetivos diferenciados, con un peso y protagonismo
diferente, según la etapa en que se encuentre
(Pérez, 2005). Considerando a Pérez (2005), las
etapas de intervención no sólo se contemplan una
vez ocurrido el desastre, sino que además deben
considerar lo temporalmente previo a él, como lo
son las intervenciones dirigidas a la prevención y a
la preparación (para luego pasar a la mitigación).
Continuando con esta línea, la sociedad civil
como actor dentro de la gestión de desastres, debe
adscribirse bajo los mismos parámetros. La
sociedad civil adquiere un rol fundamental ya que se
presenta activamente en la dinámica social, por lo
menos en el contexto latinoamericano, el cual se
caracteriza por tener un Estado liberal y con una
fuerte privatización (o tendencia hacia ella), lo que
por ende se traduce en un Estado reducido en sus
funciones (Arocena, 1998) y con una escasa
capacidad de hacer frente a desastres que implican
una intervención para la reconstrucción. En esta
situación, la sociedad civil ha adquirido un rol
protagónico en los últimos años, con el constante
crecimiento del tercer sector articulado con el
Estado y el mercado. Particularmente en la gestión
de desastres, la sociedad civil no se presenta como
un obstáculo directamente para la gestión del
gobierno, sin embargo puede caer en los mismos
errores, según el planteamiento basado en Pérez
(esto no en perjuicio de la sociedad civil, sino del
que interviene, siendo incluso hasta el Estado). En
este sentido, sobre todo en el contexto
latinoamericano, los gobiernos, nacionales o locales,
suelen afrontar una escasez de medios materiales y
técnicos, por lo que requieren de ayuda de la
cooperación internacional para el desarrollo (Pérez,
2005), o bien una articulación con la sociedad civil
(Wong y Leung, 2008).
De esta manera, en la articulación de la
emergencia con el desarrollo, el diagnóstico social
adquiere un papel fundamental, pues permitirá
conocer con mayor claridad y exactitud la incidencia
de la catástrofe en un lugar determinado.
Construcción de los índices
Descripción del Operativo Maule UC, comunas
de Curepto y Hualañé. Marzo 2010.
Con el objetivo de apoyar a las comunidades de
Curepto y Hualañé tras los daños ocasionados por
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el terremoto del 27 de febrero pasado, un equipo
multidisciplinario conformado por más de 100
estudiantes, 25 profesores y 30 profesionales de la
UC, coordinados por el Centro de Políticas Públicas,
trabajaron durante diez días en dichas localidades.
La ayuda brindada por los profesionales UC se vio
plasmada en la elaboración de un proyecto de
reconstrucción de los daños ocasionados por el
terremoto donde se plantearon los siguientes
objetivos: 1) Generar y sistematizar información
relevante para la toma de decisiones en la
reconstrucción comunal, 2) Identificar las
potencialidades de las personas y familias para
superar la situación de emergencia, 3) Realizar
intervención directa focalizada en los grupos
vulnerables y 4) Apoyar en la atención de salud
hospitalaria y rural.
De esta manera (y luego de 10 días de trabajo), la
primera etapa del operativo Curepto-Hualañé
concluyó el pasado 14 de marzo con la entrega del
diagnóstico, propuestas y recomendaciones, tanto
para el proceso de emergencia, como para el plan
posterior de reconstrucción de tales comunas. Las
áreas abordadas por el equipo fueron Vivienda,
Salud y Social: El objetivo del diagnóstico de
vivienda era la identificación de los daños físicos en
viviendas y construcciones con valor histórico
generados como consecuencia del terremoto, para
lo cual se hizo uso de la ficha técnica de daños
MINVU más una ficha diseñada por los
profesionales UC; por su parte, el diagnóstico social
tenía como objetivo la identificación del estado de
afectación de las familias, sus recursos y activos
como consecuencia del terremoto, y la intervención
directa focalizada en grupos vulnerables. Para esto,
la Escuela de Trabajo Social, en base a una revisión
bibliográfica, creó una ficha social de emergencia la
cual fue aplicada a las familias de ambas
comunas20. Para la aplicación de ambas fichas se
contó con duplas técnico-sociales, compuestas por
arquitectos o constructores civiles y un trabajador
social, de manera de garantizar un diagnóstico lo
más completo posible de cada una de las familias,
un trabajo eficiente y la posibilidad de cruzar estos
datos, además de que cada familia contara con
ambos diagnósticos. Así, y con la ayuda de
profesionales provenientes de la Escuela de
Geografía, fue posible la construcción de
cartografías de las localidades y la geo-
referenciación de los datos obtenidos. El total de
fichas aplicadas en Curepto fue de 1089 y en
Hualañé de 1391, pretendiendo de abarcar a la
población de manera censal.
Tal como se mencionó anteriormente, el objetivo de
este operativo era el de generar y sistematizar
información relevante para la toma de decisiones en
la reconstrucción comunal. En concordancia con lo
que plantea el estado del arte sobre el foco de las
intervenciones en contextos de emergencia social,
con los datos recabados fue posible la creación de
20 Cabe destacar, y como se mencionaba más arriba, que frente a la inexistencia de una forma de diagnosticar bajo la lógica del continuum de emergencia-desarrollo, este trabajo se presenta como una primera versión de una intervención planteada bajo esta lógica. Así, los índices creados para este diagnóstico, articulan estos dos momentos, respondiendo al estado de emergencia, y a su posterior desarrollo. Por otra parte, pensando en el contexto en el cual se realizaría el diagnóstico, la ficha social antes de ser aplicada fue presentada a los respectivos municipios para su aprobación.
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un índice de nivel de emergencia social y uno de
potencialidad para el desarrollo, a través de los
cuales no sólo se dio cuenta de la problemática
situación de las familias y de sus necesidades más
urgentes, sino también de las potencialidades,
capacidades, capital social y recursos (materiales y
económicos) con los que estas contaban, además
de la posibilidad (y necesidad) de considerarlas
para formular acciones a mediano y largo plazo que
ayudaran a la reconstrucción de las localidades. De
esta forma, los datos obtenidos en cada uno de los
índices fueron agrupados en las categorías de bajo,
medio y alto, para poder focalizar en la geo-
referenciación los niveles de emergencia y
desarrollo de las distintas localidades.
Definiciones nominales
Con los siguientes índices se pretende observar
simultáneamente la población en situación de
emergencia social y el potencial de desarrollo que
presenten los individuos y las familias que habitan
en las distintas localidades, con la finalidad de
responder a la lógica de emergencia-desarrollo.
El Índice de Emergencia Social está destinado a
identificar a los grupos familiares vulnerables, y a los
miembros de las familias que viven en mayor riesgo
tales como niños y niñas, adultos mayores,
personas discapacitadas, madres adolescentes,
mujeres jefas de hogar y embarazadas. El índice de
emergencia social identificará las situaciones
desfavorecedoras de estados de vulnerabilidad y
desprotección de las familias. Estos estados
requieren de una respuesta inmediata para paliar en
lo posible los efectos de la situación sobrevenida,
proporcionando respuestas sociales que favorezcan
el reestablecimiento de la normalidad que ha sido
dañada o perdida a partir de la situación de
desastre.
El Índice de Potencial de desarrollo21 está
asociado a la identificación de las potencialidades
de las familias, tales como los recursos materiales,
económicos, sociales y humanos que puedan ser
utilizados para el mejoramiento de la calidad de vida
de éstas.
Definiciones operacionales
1. Índice de emergencia social
Las variables a utilizar en la medición del índice de
emergencia social se dividen en cinco dimensiones:
(i) habitabilidad; (ii); (iii) salud y grupos vulnerables;
(iv) recursos financieros; y (v) recursos sociales. La
habitabilidad, corresponde a una dimensión que
observa las condiciones de la vivienda luego del
terremoto, es decir, si cuenta con los servicios, el
equipamiento necesario y los riesgos de habitar en
ella. El número de personas afectadas corresponde
a la cantidad de integrantes que se vieron afectadas
en función de la condición de viviendas inhabitables,
21 El potencial de desarrollo se vincula a un concepto amplio de desarrollo, entendido este como una situación múltiple que abarca aspectos sociales-relacionales, personales (habilidades y capacidades) y económicos (ingresos). El desarrollo es una condición social, en la cual las necesidades auténticas de la población se satisfacen con el uso racional y sostenible de recursos disponibles.
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lo que pretende cuantificar cuántas personas han
sido afectadas por el terremoto en la localidad. La
tercera dimensión corresponde al estado de salud
de las familias tanto previa como posteriormente al
terremoto, además de las personas vulnerables que
existen en las familias. En cuarto lugar se considera
el ahorro de las familias. Finalmente, la quinta
dimensión refiere a la existencia de redes sociales
de apoyo básico y el capital humano existente al
interior de cada familia.
Así, las dimensiones del Índice de Emergencia
Social son:
Habitabilidad: se entiende como la relación
entre la presencia de equipamiento básico
(Alojamiento y alimentación), y la condición de
la vivienda en términos estructurales.
Población afectada: Corresponde al número
de personas afectadas en función del la
condición de viviendas derribadas o
inhabitables.
Salud y grupos vulnerables: Refiere a la
presencia tanto de personas con un mayor
grado de vulnerabilidad (embarazadas, adultos
mayores, niños, discapacitados y personas con
enfermedades crónicas), como de personas con
problemas de salud anterior y posterior al
terremoto.
Recursos financieros: Corresponde a los
ahorros en términos monetarios de las familias.
Recursos Sociales: Corresponden al capital
social y capital humano presente en las
familias. Mide la colaboración social entre las
diferentes redes de apoyo, y el uso de las
capacidades presentes en el grupo familiar para
la reconstrucción. Esta dimensión se compone
de dos subdimensiones:
o Capital humano: se entenderá como la
existencia de mano de obra disponible
al interior de la familia para reconstruir o
reparar los daños sufridos.
o Capital Social: se entiende como la
existencia de redes de apoyo básico
(parientes, amigos, etc.) y la presencia
de redes formales e informales
preexistentes (iglesia, junta de vecinos,
hospital, etc.).
Dada la combinación de las variables presentadas,
se establecen tres niveles de emergencia social:
1. Alta: Se define como la condición
donde las familias se encuentran con su
vivienda derribada, sin equipamiento
para la alimentación, con la presencia
de más de un individuo vulnerable al
interior del grupo familiar, baja
presencia de mano de obra cercana
para posibles reparaciones y la
inexistencia de redes de apoyo.
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Tabla 1.- Operacionalización Índice de Emergencia Social
Concepto Variables Dimensión
Índice de Emergencia Social
Habitabilidad Equipamiento
Condición de la vivienda
Numero de Población afectada por familia
Salud y grupos vulnerables Grupos vulnerables
Personas con problemas de salud
Recursos financieros
Recurso Social
Capital Humano
Capital Social
2. Media: se refiere a la situación donde las
familias se encuentran con su vivienda
dañada (reparable), con una pequeña parte
de los servicios habilitados, con menos de la
mitad del equipamiento de alimentación y
con la presencia de al menos un individuo
vulnerable dentro del grupo familiar. Este
grado de prioridad incluye la no presencia
de mano de obra cercana y la baja
presencia de redes de apoyo.
3. Baja: hace referencia a la situación en
donde la vivienda de las familias no ha
sufrido daños, cuando los servicio de esta
están habilitados, pudiendo contar o no con
equipamiento de alimentación, con la
ausencia de individuos vulnerables y con la
existencia de redes de apoyo.
2. Índice de potencial de desarrollo
Para medir el potencial de desarrollo se han
considerado variables asociadas a recursos
disponibles de las familias (apoyo de
organizaciones, vehículos, comunicaciones,
etc.); al capital humano presente en las
familias (habilidades u oficios); al capital
social presente en las mismas (relaciones
con instituciones/organizaciones lo que
permite detectar las redes sociales para el
desarrollo a corto plazo); y a la voluntad de
permanencia en la localidad, donde se
pretende observar la voluntad de
permanecer en el lugar de residencia
Revista Doble Vínculo
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después de la catástrofe con el objeto de
develar un grado de apego o pertenencia
con el lugar, y con ello establecer focos de
intervenciones sustentables.
Así, las dimensiones del Índice de Potencial
de Desarrollo son:
Capital Humano: Capacidad de
generación de ingresos que deriva de
las competencias laborales de los
integrantes de la familia en edad de
trabajar y de la actividad laboral del jefe
de hogar, es decir, conocer en que
población hay posibilidades para la
generación de recursos.
Capital social: Relación dentro de las
localidades entre las familias y diversas
organizaciones e instituciones de
servicios básicos como educación,
vivienda, salud, etc. Al mismo tiempo
refiere a la presencia de apoyos
cercanos hacia la familia. Se pretende
identificar el grado de relaciones
existentes entre las familias y algunas
instituciones (tanto formales como
cercanas) de cada localidad.
Disponibilidad de recursos: refiere a
la capacidad de las familias para
reparar o reconstruir su vivienda y/o
comunicarse con su entorno. Está
compuesto por dos dimensiones:
o Recursos materiales
disponibles para reparar o
reconstruir la vivienda
(materiales y herramientas de
construcción) y/o para la
generación de ingresos.
o Recursos comunicacionales
disponibles para la información
y posible generación de
ingresos.
Voluntad de permanencia:
Corresponde al grado de apego o de
pertenencia con el lugar de residencia,
considerando los daños causados por la
catástrofe.
Se explora, por tanto, la sociabilidad de un
conjunto humano y aquellos aspectos que
permiten que prospere la colaboración y el
uso, por parte de las familias, de las
oportunidades que surgen en estas
relaciones sociales. Una sociabilidad
entendida como la capacidad para realizar
trabajo conjunto, la de colaborar y llevar a
cabo la acción colectiva. Además permite
observar la presencia de redes, en cuanto
mide el grado de relación entre las familias y
las instituciones (formales y no formales).
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Tabla 2.- Operacionalización potencial de desarrollo
Concepto Dimensión Subdimensión
Índice de Potencial de Desarrollo
Capital humano Capacidad de generar ingresos
Actividad laboral (del jefe de hogar)
Capital social
Disponibilidad de recursos Recurso Material Disponible
Recursos comunicacionales
Voluntad de permanencia
Dada la combinación de las variables se
establecen tres niveles de potencial: alto,
medio y bajo.
1. Alto: Presencia de capacidad para
generar ingresos y actividad laboral del jefe
de hogar, presencia de redes (formales e
informales), disponibilidad de recursos
materiales y comunicacionales y existencia
de voluntad de permanencia en la localidad.
2. Medio: Presencia de capacidad para
generar ingresos e inactividad laboral del
jefe de hogar, presencia de redes (formales
e informales), no disponibilidad de recursos
materiales y comunicacionales y existencia
de voluntad de quedarse en la localidad.
3. Bajo: Ausencia de capacidad para
generar ingresos e inactividad laboral del
jefe de hogar, ausencia de redes (formales
e informales), no disponibilidad de recursos
materiales y comunicacionales y no
existencia de voluntad de quedarse en la
localidad.
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Presentación de los resultados
Al finalizar el operativo se logró aplicar la ficha social a 1.947 familias en las dos comunas, diagnosticando a
cada una de ellas y construyendo una base de datos la cual fue presentada a cada municipio. Por otra parte, se
logró levantar un mapeo con los resultados de los índices para cada localidad, para así identificar cada uno de
los casos en su lugar de residencia. Este segundo aspecto resultó muy favorable como insumo para las
intervenciones futuras ligadas al desarrollo, ya que permite saber con exactitud el panorama local. De esta
manera, los resultados obtenidos se presentan en el siguiente orden: primero, desde un análisis estadístico
general y segundo, el mapeo obtenido en cada localidad22.
Los resultados del los índices fueron los siguientes:
Tabla 3.- Índice de Emergencia Social
Frecuencia Porcentaje Porcentaje Válido
Bajo 659 33,3 47,9
Medio 675 34,7 49,9
Alto 30 1,5 2,2
Total 1354 69,5 100
Perdidos 593 30,5
Total 1947 100
Fuente: Elaboración propia
Considerando la categorización de la sección anterior de ambos índices, al observar la tabla nº1 se
evidencia que la mayoría, corresponde a la emergencia media con un 49,9% del porcentaje válido. A su vez,
sólo el 2,2% presenta una emergencia de nivel alto, al igual como se presentan en el gráfico.
El 30,5% de los datos perdidos (missing) se debe, mayoritariamente, a que en el momento de pasar por los
predios para aplicar la ficha, no se encontraba nadie en el lugar disponible para responder.
22 Este segundo producto, hubiese sido imposible de conseguir sin el trabajo conjunto con el equipo técnico encargado de
la ficha de infraestructura, y el equipo de geografía encargado de geo-refrerenciar la información.
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Tabla Nº4 Índice de Potencial de Desarrollo
Frecuencia Porcentaje Porcentaje Válido
Bajo 131 6,7 9,4
Medio 797 40,9 57
Alto 471 24,2 33,7
Total 1399 71,9 100
Perdidos 548 28,1
Total 1947 100
Fuente: Elaboración propia
Por otra parte, en la tabla nº2, en cuanto al potencial de desarrollo también el nivel medio consiguió la
mayoría. No obstante, a diferencia del Indice de Emergencia Social, un porcentaje muy pequeño presenta un
potencial bajo de desarrollo, por lo que nos encontramos frente a un indicador favorable para la reconstrucción,
ya que por ejemplo, muchos habitantes de las localidades pretenden quedarse en el lugar pese a lo ocurrido.
Ahora, si desagregamos por sectores, se puede visualizar los resultados de los índices de la siguiente forma:
Tabla Nº3: Tabla de contingencia, Sector versus Índice de Emergencia Social
Sector Índice de Emergencia Social Total
Bajo Medio Alto
Curepto 47,9% 48,8% 3,3% 100,0%
Gualleco 46,8% 52,1% 1,1% 100,0%
Hualañe 47,7% 50,7% 1,6% 100,0%
La Huerta 53,2% 46,8% 100,0%
Tabunco 40,5% 59,5% 100,0%
El Molino 71,4% 28,6% 100,0%
Total 48,0% 49,8% 2,2% 100,0%
Fuente: Elaboración propia
Al observar la tabla nº3, considerando la emergencia social, sólo se evidencia una diferencia
significativa entre las localidades de El Molino y La Huerta con respecto al resto, pues, el índice de emergencia
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fue más bajo en ellas. Por otra parte, Tabunco se visualiza como un sector con un nivel medio preponderante,
casi llegando al 60%
Por otro lado, respecto del potencial de desarrollo, se visualiza la misma tendencia en todas las
localidades: una mayoría clara en el nivel medio, y un 30% aproximado en el nivel alto.
Fuente: Elaboración propia
A pesar de que no se visualizan diferencias significativas entre las localidades (tabla nº4) respecto a los
resultados de los índices, lo que se buscaba corresponde a la focalización de los lugares más afectados,
independiente de los resultados mirados en términos generales. De esta manera, el trabajo con el equipo de
Infraestructura y con el equipo de Geografía, permitió determinar los lugares de mayor emergencia y de mayor
potencialidad.
Índices geo-referenciados23
Para el caso de la localidad de Curepto (diagramas 1 y 2) no existe a simple vista una correlación entre
ambos índices. Por otro lado, es posible divisar que el nivel de emergencia social Alto se dispersa a lo largo de
todo el predio urbano. En este caso, la información presentada al municipio es de gran relevancia ya que al ser
una localidad de mayor tamaño, es difícil divisar a priori los lugares donde se debe focalizar la información.
23 Para efectos de esta publicación, sólo se mostrará el resultado de las localidades de la comuna de Curepto.
Tabla Nº4: Tabla de contingencia, Sector versus Índice
Potencial de Desarrollo
Sector Índice de Potencial de Desarrollo Total
Bajo Medio Alto
Curepto 7,9% 58,5% 33,6% 100,0%
Gualleco 11,2% 51,0% 37,8% 100,0%
Hualañe 10,1% 55,3% 34,6% 100,0%
La Huerta 9,2% 55,2% 35,6% 100,0%
Tabunco 23,1% 61,5% 15,4% 100,0%
El Molino 85,7% 14,3% 100,0%
Total 9,4% 56,8% 33,8% 100,0%
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Diagrama Nº1: Índice de Emergencia Social Geo-referenciado de Curepto
Fuente: Equipo Geografía Operativo
Maule UC 2010
En el diagrama Nº1 se
puede observar los lugares
directamente afectados según
la emergencia social. De esta
forma, para futuras
intervenciones se puede
focalizar la intervención a los
lugares que se designan
prioritarios por el índice. La
gran cantidad de predios en
blanco, refieren a sectores en
que no se pudo cruzar la
información entre el equipo de
infraestructura y el equipo
social, produciéndose una
cantidad significativa de datos
perdidos. Lo mismo se observa
en el diagrama Nº2.
En el diagrama 2, sin embargo,
se observa que la mayoría de
la localidad presenta un nivel medio o alto de potencial de desarrollo, lo que también es significativo para la
reconstrucción post terremoto. Si bien se posee la información de todo el sector que atraviesa a la localidad,
gran parte de la información no pudo ser geo-referenciada debido a los distintos intereses de los equipos.
Por una parte, el equipo de infraestructura consideraba fundamental diagnosticar todo el sector histórico de
Curepto (columna del mapa), mientras que el equipo social consideraba fundamental diagnosticar a toda la
comuna. Por problemas de factibilidad técnica en la cobertura de la localidad, no se pudo obtener la
información geo-referenciada de todo Curepto, dejando la periferia de la ciudad sin información específica
del lugar.
Diagrama Nº2: Índice de Potencial de desarrollo Geo-referenciado de Curepto
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ISNN 0718-7815, Año 2 - Nº2
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Fuente: Equipo Geografía Operativo
Maule UC 2010
En el diagrama Nº2, se observa
que la mayoría de la localidad
presenta un nivel medio o alto de
potencial de desarrollo, lo que
también es significativo para la
reconstrucción post terremoto. Si
bien se posee la información de
todo el sector que atraviesa a la
localidad, gran parte de la
información no pudo ser geo-
referenciada debido a los distintos
intereses de los equipos. Por una
parte, el equipo de infraestructura
consideraba fundamental
diagnosticar todo el sector
histórico de Curepto (columna del
mapa) mientras que el equipo
social consideraba fundamental
diagnosticar a toda la comuna.
Por problemas de factibilidad técnica en la cobertura de la localidad, no se pudo obtener la información geo-
referenciada de todo Curepto, dejando la periferia de la ciudad sin información específica del lugar.
La localidad de Tabunco fue posible cubrirla satisfactoriamente, obteniendo la información geo-referenciada del
100% del predio urbano, tal como se puede visualizar en los diagramas 4 y 5.
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Diagrama Nº4 y Nº5: Índice de Emergencia Social e Índice de Potencial de desarrollo Geo-referenciados
de Tabunco
Fuente: Equipo Geografía Operativo Maule UC 2010
En los diagramas 4 y 5 es posible observar
que los lugares con un alto nivel de emergencia
social presentan a su vez un alto potencial de
desarrollo. Este aspecto debe ser considerado por
el Municipio u otras instituciones al momento de
intervenir, ya que justamente al focalizar la
intervención en aquellos sectores donde la
emergencia es mayor se encuentra una mayor
complejidad en la reconstrucción, ya que poseen
como factor positivo el potencial de desarrollo, lo
que permite establecer la hipótesis de que
probablemente son familias que tienen algún
recurso humano predominante, o bien quieren
permanecer en la localidad a pesar de lo ocurrido.
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Diagrama Nº6: Índice de Emergencia Social Geo-
referenciado de Gualleco
Fuente: Equipo Geografía Operativo Maule UC 2010
En los diagramas 6 y 7 se pueden observar los
resultados de ambos índices de la localidad de
Gualleco. Si bien se observa que el nivel de emergencia
principalmente es bajo en todo el predio urbano
(diagrama nº6), a su vez se visualiza que el potencial de
desarrollo (diagrama nº7) ostenta también un nivel bajo
en la mayoría de los lugares.
Diagrama Nº7: Índice de Potencial de
desarrollo Geo-referenciado de Gualleco
Fuente: Equipo Geografía Operativo Maule UC 2010
Conclusiones finales
Dos aspectos fundamentales se rescatan
luego de realizado este diagnóstico post terremoto
en la zona sur del país. Por un lado, la
importancia del continuum emergencia-desarrollo
– su integración en el diagnóstico social con la
finalidad de contribuir a acciones paliativas
inmediatas y acciones para la reconstrucción –, y
Revista Doble Vínculo
ISNN 0718-7815, Año 2 - Nº2
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por otro lado, incorporación de la geo-referenciación para focalizar la intervención.
Respecto al primer punto, como bien se
mencionó en la primera parte de este escrito, la
articulación entre la emergencia y el desarrollo
como intervenciones continuas e interrelacionadas,
no sólo contribuye a la maximización de los
recursos, sino que también contribuye a la
planificación de las prácticas a seguir en materia de
la intervención, actuando de manera responsable
(independientemente del organismo que lo esté
efectuando) para evitar acciones que pueden
resultar perjudiciales. En este sentido, es necesario
evadir las instancias de ansiedad en donde prima la
tendencia de actuar rápidamente en el punto álgido
del desastre, sin poseer una información precisa de
la situación (Pérez, 2005). Así, la generación de
este diagnóstico corresponde a una primera versión
de una intervención planificada bajo esta lógica, ya
que se consideran los aspectos inmediatos a
considerar en una intervención en la emergencia,
como también aquellos aspectos futuros para la
reconstrucción.
Por otra parte, también el trabajo geo-
referenciado se transformó en una técnica muy útil
para la intervención inmediata (emergencia) y, a la
vez, un insumo fundamental para la intervención a
mediano y largo plazo (desarrollo). La posibilidad
que entrega esta técnica es ventajosa en la medida
que pueden ser identificados los casos
específicamente en su ubicación. De esta manera,
la geo-referenciación permite focalizar los recursos
(escasos por lo demás) logrando su maximización.
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ISNN 0718-7815, Año 2 - Nº2
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University.
Revista Doble Vínculo
ISNN 0718-7815, Año 2 - Nº2
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Otros Artículos
Revista Doble Vínculo
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Terremoto en la ciudad:
Entrevista a Gonzalo Cáceres Nicolás Rodríguez & Pedro Seguel24
El profesor Cáceres es Licenciado en Historia (1995) y Magister en Desarrollo Urbano por la
Pontificia Universidad Católica de Chile (2003). Actualmente, se desempeña como académico e
investigador del Instituto de Estudios Urbanos UC, además de participar como investigador
asociado en el proyecto de Anillos Urbanos, enfocado a investigaciones sobre la integración y
cohesión social en Chile. En el marco de este proyecto, el profesor está desarrollando una reflexión
en torno a la significación social del mega sismo de febrero del 2010, aportando desde una
perspectiva urbana e histórica. Parte de ésta se ve plasmada en su artículo – escrito junto con
Rodrigo Millán- ―Crisis Urbana sin terremoto social: los saqueos bicentenarios del 2010‖ y que
espera culminar en la publicación de un libro el 2011.
La entrevista se enfoca principalmente en la relación entre las ciencias sociales y el desastre,
con énfasis en el modo en que el terremoto se inserta dentro la ciudad. Es decir, inserta en un
espacio socialmente construido a partir de estrategias políticas y prácticas sociales particulares,
que dan cuenta de una historia que se venía gestando a nivel comunal, regional y nacional. El
profesor, enfocándose en los sucesos ocurridos en el Gran Concepción pos 27-F, señala que lo
que se desenmascara después de adentrarse en el fenómeno de los saqueos es una sociedad la
cual no queríamos ver. Sociedad que se nos hace presente, ineludible y que requiere de
interpretaciones menos benevolentes y superficiales por parte de los cientistas sociales.
24 Nicolás Rodríguez y Pedro Seguel son estudiantes de sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
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El terremoto del 27 de febrero en el centro sur de Chile fue un estimulo natural que generó una respuesta desde los más variados ámbitos académicos, abriendo un campo para preguntas de naturaleza científico-social que contribuyen a una reflexión en torno al desastre. Sin embargo, existe una sensación de que las ciencias sociales en Chile no actuaron en el escenario inmediato de la catástrofe, sino que “llegan tarde”. E: ¿Cómo ve usted que es abordada la temática del "desastre” desde las ciencias sociales y cuál es su importancia? GC: Me gustaría partir ratificando el binomio frondosa investigación internacional-leve pesquisa local. Durante las últimas décadas, la producción internacional ha sido pródiga en preguntas sobre la causalidad de los desastres lo mismo que en el análisis de sus consecuencias. Hay muchos episodios contemporáneos que han sido monitoreados y analizados exhaustivamente y episodios más antiguos que también han suscitado revisitación. Todo lo anterior no nos ahorra el diagnóstico sobre la producción local y la comprensión de lo que entiendo es el nudo de la entrevista: los efectos urbanos y sociales del megasismo del 27 de Febrero (27F).
Llama la atención que existan tan pocos trabajos exhaustivos a más de un semestre de ocurrido el siniestro. Antes de esbozar dos ideas sobre un paréntesis que a mí me parece inconfortable, es importante reconocer las aportaciones de Manuel Tironi, una de las cuales apareció a poco de producirse el ciclo de saqueos. En una órbita diferente, más recostada en los dilemas político-institucionales que entumecen al último gobierno concertacionista, sobresalen las aportaciones de Huidobro, Herrera y Mansuy; Claudio Fuentes y Robert Funk.
Sin perjuicio de las excepciones, en Chile la contrapartida investigativa frente a la multidimensionalidad de la catástrofe, ha sido tan
delgada como lábil la respuesta estatal al desafío de la reconstrucción. Así como impresiona un gobierno sin plan también impacta el silencio –relativo- de las ciencias sociales sobre el Post 27 de Febrero (P27F). ¿Cómo explicar el desinterés frente a la magnitud de los procesos que se desatan apenas comienza la emergencia? Adelanto dos conjeturas, siendo la primera más, y la segunda menos, evidente.
A mi juicio resulta insoslayable relacionar el centralismo con las preferencias intelectuales de los investigadores. La naturalización del centralismo está tan extendida que por lo general se soslayan sus consecuencias. En este caso, la hiperconcentración de capital humano avanzado influye en los recortes territoriales y temáticos de lo que se prefiere investigar. Dicho directamente: ―Las provincias‖ y los fenómenos que ahí se verifican, suelen ser menos atractivos para los pesquisadores que los que ocurren en lo que llamo el Santiago expandido. Del mismo modo que los fenómenos que allí se verifican parecieran ser más complejos y universalizables que los que ocurren fuera del Gran Santiago.
En segundo término, y tras años de normalidad, de ―pax concertacionista‖, la sociedad desorganizada es una erupción que con seguridad intimida. En el pasado había una incipiente tradición en estudios sobre la desarticulación social (sociológicos, psicológicos y hasta periodísticos), pero ahora esa reflexión está consagrada a grupos específicos; nunca más respecto de la totalidad. Cuando el conjunto de la sociedad se desentrama, aunque sea circunstancialmente, la nueva realidad es atractiva, pero también perturbadora. Sin perjuicio del estropicio que la catástrofe incluye, lo nuevo desacomoda y las explicaciones que comienzan a circular hacen de la superficialidad una religión. En cualquier caso, sin perjuicio de inhibiciones analíticas, me parece claro el desinterés de las Ciencias Sociales frente a fenómenos tan relevantes como la espiral de
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saqueos que asolan el sistema de ciudades en las provincias de Concepción y Arauco.
Decir que los sucesos del Gran Concepción, haciendo foco, como mínimo corresponden a un experimento social a cielo abierto, me parece que es la mejor invitación a participar de un debate intelectual tan necesario como pluridisciplinar. E ¿Cómo aborda la temática del desastre desde su rol de cientista social? GC: El Gran Concepción vive casi sin Estado y casi sin mercado por varios días y en algunas localidades adyacentes y no tan adyacentes, por algo así como una semana. Sería exagerado sostener que se vaporiza la presencia articuladora de Estado-Mercado, pero su retranqueo es evidente para los residentes y visitantes. El dinero, como equivalente monetario, pierde relevancia por 60 horas y quizás más. Para un país donde el Estado es representado como una entidad ubicua, su dilución, aunque se trate de un parpadeo, es otro terremoto. Puesto de un cierto modo, lo que intenta analizar Concepción 66 horas: conjeturas de una crisis urbana, es qué ocurre cuando esa figura paterna y materna se desvanece y en su reemplazo la muchedumbre avanza por los costados, pero también por el frente.
Suspendido el mercado, su fuerza articuladora desaparece lo mismo que su función de regulación de la convivencia pacífica. Sin mercado, la muchedumbre domina y no es raro que el pánico se haga presente. Esa secuencia de imágenes domina en el relato de los ciudadanos, muchos de los cuales se identifican con la figura de la víctima. E: Por otro lado, se podría decir que estos fenómenos que ocurren cada 25 años, utilizando el caso del terremoto, causan interés de acuerdo a como van sucediendo. GC: Por una parte, existe un trabajo académico
sobre desastres que antecede a cualquier evento singular y que viene obteniendo creciente espesor teórico. Por otra parte, el Estado moderno suele dotarse de una cierta institucionalidad para enfrentar las catástrofes de un modo curativo, pero también preventivo. El problema es orquestar ambas trayectorias para que no se produzca un cortocircuito entre constructores de conocimiento y tomadores de decisiones. Si hacemos foco, advertiremos que inclusive en localidades donde existen planes de contingencia, su ejecución es voluble. Peor es el panorama cuando se supone que existen planes, se hace alarde y se construye una idea de eficacia. No por nada la ciudadanía que sufre el 8,8 tenía altísimas expectativas respecto de una institucionalidad que se suponía experta. Las conclusiones de la Comisión Investigadora en el Parlamento son inequívocas sobre las enormes debilidades de la ONEMI, lo mismo que respecto de otras reparticiones públicas inclusive Presidencia. E: No sólo existe un desinterés por estudiar estos fenómenos en profundidad sino también no hay interés por tomar los estudios ya existentes. GC: Las catástrofes suelen afectar a toda clase de Estados, también a los aparentemente fuertes. Los más competentes, probablemente los que mejor aprendieron de sus errores, son capaces de convertir las catástrofes en emergencias. En todo caso, los acontecimientos de Kobe, Nueva Orleans o L‘Aquila son buenos recordatorios de ciudades ubicadas en economías avanzadas que sufren vigorosamente, pese a la existencia de una cultura preventiva.
E: Por otro lado, en su reflexión sobre el terremoto se refiere a que “la coyuntura inaugurada pos 27-f tiene una explicación social, política y urbana antes que “natural”. ¿A qué se debe este
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énfasis de colocar lo social antes a lo natural? GC: Nos interesa polemizar con Silvia Aguilera y su compilación, El Terremoto social del Bicentenario (Santiago: LOM, 2010). Como se sabe, el libro es un compendio de opiniones tamizadas, mayormente, por las noticias que circulaban en Santiago a través de los medios convencionales y, en menor medida, por lo que ahora se llama nuevos medios. Es un texto de contingencia y por lo tanto provisto de argumentos de alta volatilidad. La ausencia de investigación exhaustiva es evidente y los errores no forzados, muchos. Otra característica de los articulistas es su falta de conocimiento respecto al área amagada y que, la mayoría de ellos, desconocen en su siniestralidad. Hay excepciones, pero lo que domina es un tipo de texto que rezuma Santiago-centrismo.
Yendo al nudo, las diferencias arrancan desde el mismo título. A nuestro juicio, Terremoto social no es una categoría productiva; antes bien, es un llamado de atención o una especie de constatación de la ruina. Los articulistas rehúyen la palabra crisis y jamás la conjugan con algún fenómeno urbano de los que se verifican cuando las muchedumbres predominan. O sea, desconocen en su verdadera magnitud los acontecimientos que se suceden sábado, domingo y parte del lunes.
Por otra parte, es muy sintomático que en sus relatos casi no exista diálogo con la literatura que reflexiona sobre la turba, el pánico o a la violencia. Forzando el argumento, el guión de la mayoría de los trabajos gira en torno a la idea que los saqueos fueron o una acción preventiva (ante la segura incompetencia del Estado penetrado por el neoliberalismo) o, luego de producidos, una suerte de gran oportunidad para la redistribución. Nuestra visión, que venimos elaborando con Rodrigo Millán, es diferente y el libro de marras será el espacio en que la desarrollaremos detalladamente.
Una tercera diferencia es que la mayoría de los articulistas desestiman un efecto clave: ―la dependencia del camino‖ (path dependency). Como
se sabe, el cuasi cataclismo detona fenómenos nuevos, pero también devela pulsiones anteriores. Entre las principales omisiones de los artículos, está la despreocupación hacia las causas del saqueo y el papel de las bandas delictivas que industrializan el pillaje hasta rozar límites difícilmente imaginables. La industria del delito, bien asentada en el Gran Concepción, es otra de las grandes omisiones.
Otra de sus limitaciones es la desestimación que realizan respecto a los medios. La Televisión siempre es importante y su papel capital, pero la radio puede serlo mucho más en la zona donde los acontecimientos se están verificando. El extraordinario papel jugado por la Radio Bío-Bío, controversial pero esencial, es enteramente desestimado.
En contrapartida, nuestro ángulo va a entender la post catástrofe como un fenómeno multidimensional y concurrencial. Por ejemplo, y mientras en el libro de Lom se subestiman a los participantes de los saqueos, nosotros sospechamos que la cifra se empina por sobre los 50.000 individuos aunque podría llegar perfectamente a las 100.000 personas. O sea, estamos hablando de algo así como el 10% del total de habitantes de la segunda aglomeración más populosa del país. La postergada, pero masiva militarización cobra cierto sentido de las proporciones, si las cifras de efectivos movilizados se ajustan a la virulencia de los acontecimientos. E: A partir de lo anterior, el énfasis de colocar lo social antes que lo natural se debe a la desorganización social provocada por la catástrofe en la zona. GC: En la literatura internacional hace bastante tiempo ya se habla de las catástrofes como hechos sociales, en la medida en que el fenómeno natural pone en entredicho las capacidades de planificación, gestión y coordinación de las instituciones
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Con la pregunta de alguna manera volvemos a la interrogante fundante de Concepción 66 horas. A saber: ¿Cómo funciona una sociedad urbana sin Estado y sin mercado? Originalmente nosotros creíamos que el Estado recomponía su imperio, pero luego nos dimos cuenta que hubo momentos de entero extravío (en la Provincia de Arauco no hubo autoridad civil debido a la ausencia del gobernador por más de una semana). Salvo desempeños aislados, el gobierno de la catástrofe es un conjunto casi vacío hasta el lunes al mediodía. Demasiado tiempo para un país que una década atrás se presentaba como el jaguar de América Latina. E: Después del terremoto emergieron diversos fenómenos, entre los cuales destacan por su impacto los saqueos –principalmente- en el Gran Concepción. ¿Es posible interpretarlos como fenómenos urbanos, sin recurrir a la explicación “natural” o de la “guerra de todos contra todos” en el sentido hobbesiano? GC: Esto es algo que está ausente en el libro de LOM, pero que está muy presente en toda la argumentación de Javier Auyero. Nos parece que La zona gris es lo mejor que se ha escrito hasta ahora sobre el poder de las muchedumbres y su manipulación por parte de ―los punteros‖ en la argentina postmenemista. Lamentablemente, nadie, teniendo en vista el P27F, ha intentado una comparación con la espiral beligerante de la Argentina del interior durante la década de los noventa o con los sucesos del 2001. En verdad, impresiona como un trabajo tan sugestivo haya gozado de una desestimación, al menos en Chile, transversal.
Por otra parte, Randall Collins levanta la idea de moral de fin de semana que también podríamos comprender bajo la idea de moral vacacional. Para Concepción 66 horas, ambas son observaciones clave para entender el primer ciclo
de turbas y cuya activación acontece tan pronto se produce el mega-sismo. Continuidad pero también cambio respecto del primer ciclo, es lo que acontece durante las horas siguientes. Con todo, la idea de bohemia peligrosa y juventud antisistema no son suficientes para entender el arranque de los saqueos, su veloz masividad y, lo más importante de todo, su temprano pluriclasismo. Aunque los primeros saqueadores pudieron haber provenido de una constelación similar a la de los barristas de choque de los clubes de fútbol, la mayoría son personas ordinarias sin antecedentes delictuales.
En este punto me parece clave recordar dos episodios clave durante la noche del viernes a sábado y que nos hablan de la insolidaridad prevaleciente. Uno nos los proporcionó un testigo de la situación (Eric Aedo, ex Gobernador de la Provincia de Concepción) y el otro figura muy destacadamente en un reportaje realizado por la revista Nos sobre el 27F.
Debido al desplome del principal cabezal del puente Llacolén, se derrumban varios vehículos particulares. Todavía dentro de sus autos, esas personas, en vez de ser socorridas, son asaltadas. Con seguridad alguien prestó ayuda, pero la postal es temible. A diferencia de la mirada benevolente hacia el ciclo de violencia que se inaugura inmediatamente después de concluido el sismo, las aguafuertes del delito emergen desde muy temprano.
Existe otro episodio ejemplificador. Los primeros tres carabineros que llegaron a socorrer a las víctimas del desplome del Alto Río, lo hicieron en motocicleta. Era de noche y la ciudad estaba oscurecida debido al desplome del sistema eléctrico. Dos de ellos trepan hacia el edificio abatido, mientras el tercero se dedica a iluminar la faena. Hasta ahí no hay nada singular, pero el relato de un carabinero incluye una revelación. El tercer uniformado además de operar un foco, se queda cuidando las motos. ¿Cuidar una motocicleta de
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carabineros cuando acaba de derrumbarse en un edificio y el cielo está lleno de voces suplicantes de socorro? En Chile no es frecuente que los carabineros cuiden su material rodante. Los vehículos de los uniformados, vamos a ponerlos así, se cuidan solos. Pero a las 0500 am del sábado y a 300 metros del puente Llacolén, el trío de uniformados sabía que dejar las motos desatendidas era una temeridad.
Un tercer episodio, devenido en constante, es la ausencia de información. Por lo general, ocurrida una catástrofe las personas entienden que existe un sistema de información que se comienza a articular e incluso, dada la calamidad, existe cierta indulgencia sobre su precariedad. El problema es que nada de eso ocurre en Concepción. Muy rápidamente, en especial las personas que habían vivido desastres anteriores, percibieron que casi no existía una capacidad de respuesta oficial (estatal, regional, provincial o local), por minúscula que fuera. Ante el vacío de respuesta (con excepción de lo que consiguen hacer bomberos, Carabineros y la Policía de Investigaciones), comenzó a circular el argumento, entre cínico, acomodaticio y autojustificatorio, del robo como acción preventiva. El defecto del argumento, es que, salvo excepciones, no existían necesidades básicas insatisfechas. Si contabilizamos a todas las personas heridas, enfermas o convalecientes, no son más de 2.000 en todo Concepción. Por lo tanto, la enorme mayoría tenía elementos para organizar la distribución equitativa de agua (existen muchísimos cursos y cuerpos de agua). Lamentablemente, hay muy pocas buenas prácticas que contabilizar. E: Usted nos describió lo que sucedió en Concepción, es posible encontrar diferencias en torno al fenómeno del saqueo entre una gran ciudad como Concepción, con asentamientos urbanos más pequeños como es Dichato o las comunas costeras de la séptima región.
GC: Existen diferencias, incluso hasta dentro de una misma zona, pero hay un eje común y es que a partir de un cierto momento, en especial domingo-lunes, la retracción del Estado es tan evidente, que la concurrencia de los perpetradores convierte el saqueo en un acto de masas. Aprovecho para volver sobre la industria delictiva que me parece una hebra clave. Es imposible pensar que un fenómeno de estas características no seduzca a los delincuentes profesionales, que como en todo lugar, pueden alterar el curso de los acontecimientos. Concepción P27F es un ejemplo de su influencia. Imagínense, los santiaguinos viven con una televisión que sobre-representa el crimen. Por un momento, póngase en la situación de una ciudad donde no hay sistemas de seguridad funcionando de ninguna índole y donde el Estado está casi completamente ausente. Como se ha insinuado, la industria del delito se vuelca al saqueo cuando éste se masifica, pero probablemente se masifica cuando algunos grupos delictivos manipulan a la población para generar pillajes distractivos mientras son robados más de 15 cajeros automáticos lo mismo que bodegas de grandes tiendas.
También me interesa destacar que no existe un modelo único de saqueo aunque el modus operandi se extiende como reguero de pólvora. Cada saqueo requiere una explicación ad-hoc, porque los grupos de saqueadores son diferentes y sus motivaciones a veces, levemente distintas. Desde un punto de vista urbano, la microfísica del saqueo es relevante pero sus efectos homogenizadores. Concluida, la furia las tiendas saqueadas parecen haber sido vandalizadas por una fuerza única y conclusiva.
En todo caso, existe una geografía del saqueo que está por ser explorada y cuyo estudio es clave. Con seguridad requiere mucha investigación empírica porque causas similares no decantan, necesariamente, en consecuencias iguales. Hay manzanas donde algunas tiendas son robadas la noche del viernes y otras, recién el domingo o del lunes son saqueadas.
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Según nuestra pesquisa, existe un momento durante el domingo en que ya no había que desplazarse por la ciudad para ver los saqueadores en acción. Los saqueadores estaban en toda la ciudad ya no, preferentemente, en su periferia. En el caso del centro, no había más que abrir la ventana del Comando de Operaciones Terrestres del Ejército –en pleno centro de la ciudad- y ver a varios grupos de entre 50 a 300 personas desplazarse en busca de los comercios que estuvieran disponibles.
El lunes, cuando el saqueo se ha transformado en un tópico, existe la convicción que los mismos ya se extendieron a la propiedad privada residencial. Aunque venía creciendo a cada momento, la ciudad y sus alrededores se embriagan de un gran miedo. Se naturaliza la imagen que una turba va a venir por tí y por tus hijos y el incendio de La Polar parece corroborar la idea. Son momentos de pánico aunque es difícil representarlo con palabras. A continuación, los carros blindados se deslocalizan y la población, la mayoría estupefacta e indignada, los aplaude sin ningún remordimiento. El despliegue había comenzado desde más temprano, y las fotografías del inicio de la tarde del lunes, muestran el copamiento militar de todos los puntos clave de la ciudad. E: Metodológicamente hablando, ¿cómo se puede abordar un fenómeno como el saqueo? GC: Más que en la metodología, mi respuesta va a recostarse sobre los materiales con los que hemos venido trabajando. En primer lugar y hasta un cierto momento, las personas que viven estos acontecimientos enervantes están muy interesadas en entregar su versión, pero su testimonio es el de un traumatizado. Dado que se trata de un registro peculiar, su tratamiento también debe ser especial y eso coloca desafíos analíticos de primer nivel al investigador. En segundo lugar, Auyero, en La zona gris, debe lidiar con un efecto de saturación que debería producirse, pero nunca llega. Una lectura de su texto me hace suponer que los deponentes
orales siempre van a tener un detalle nuevo que revelar cuando son testigos de acontecimientos inquietantes y donde grandes colectivos participan. Por lo bajo, la intensidad de los acontecimientos revierte el efecto de saturación extendiendo su límite por delante del relato de cualquier evento ordinario. Además, pareciera como si cada entrevistado atesorara una gran clave interpretativa, por la misma excepcionalidad del hecho que está viviendo.
Por otra parte y a diferencia del blackout neoyorkino de fines de los setentas, los sucesos de Concepción son hiper abundantes en imágenes. En Internet todavía es posible formarse una idea aproximada del ritmo del saqueo gracias a los videos que se registraron desde teléfonos o videocámaras personales. Es un material fundamental cuyo análisis abre puertas insospechadas. E: Me imagino que es algo muy contrastable con la información de los relatos, con lo que podría ser la recreación de aquellas situaciones… GC: Los ―falsos recuerdos‖ son más populares de lo que imaginaríamos, y su influencia contundente cuando se trata episodios muy estresantes. Como se sabe, las personas manufacturan todo el tiempo su pasado.
Si tomamos los dos extremos de nuestros entrevistados. Tenemos que, por el lado de los perpetradores, la necesidad de una auto-representación positiva predomina, lo que explica que los participantes minimicen su accionar.
Por otra parte, algunas autoridades que protagonizan en enfrentamiento de los acontecimientos, tienen bastante conciencia que pueden llegar a ser procesados jurídicamente (varios están siendo investigados). La figura omnisciente del tribunal, con seguridad explica la moderación que inunda los relatos.
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Ambos por razones similares y a veces por causas diferentes, participan activamente en la construcción de falsos recuerdos.
E: Retomando de lo que tu señalas
respecto del centralismo, junto con esto de la desaparición del Estado y el Mercado. ¿Consideras que se podrían apreciar diferencias en situaciones similares si comparáramos entre países con Estados más fuertes o más débiles? Pensando que la presencia/ausencia habitual de un Estado, repercutiría a como es su desaparición. CG: Samuel Martland hizo un estudio de caso sobre el Valparaíso después de 1906. Es un trabajo donde pasa revista a la ciudad pre y post terremoto. Además de comprobar la inexistencia de un plan, concluye que las autoridades locales estuvieron dispuestas a ejercer sus cargos más allá, inclusive, de sus propias atribuciones. No cabe ninguna duda que el Intendente de Valparaíso oficia como si fuera un Presidente, y lo hace sin esperar, vamos a decirlo así, que la ONEMI -inexistente en esa época- etiquete la realidad como catástrofe. Su diagnóstico de la situación, Valparaíso era una ciudad comprensible con una cantidad limitada de golpes de vista, está muy influido por la experiencia de los motines de 1903 E: Hoy habría expectativas más altas, en relación a lo que fue Valparaíso en 1906. GC: Efectivamente. En Valparaíso el Intendente sobrevive al Terremoto y adopta un conjunto de decisiones. A él le interesa, por lo bajo, asegurar alimentación (se incautan masivamente alimentos) y seguridad. Hay fusilamientos sumarios aunque, según Martland, todos con Tribunales ad hoc.
100 años más tarde, había personas que pensaban en un despliegue de ayuda visible, cuando mucho, a 24 horas de los acontecimientos. La población no sabía que el Aeropuerto Carriel Sur estaba operativo, pero suponía que el domingo, en
el extremo, sería el primer día de la normalización. La realidad era completamente diferente aunque una parte de los tomadores de decisión tenían claro que era necesario movilizar rápidamente el oxidado engranaje del Estado.
Cuando Bachéele llega a la zona, Piñera ya estaba en Concepción. Ambos arriban el sábado después del mediodía aunque descoordinadamente. En el caso de la Presidenta saliente, fue un error haberse marchado sin establecer el gobierno en la zona amagada y sin haber comprometido, más allá de cualquier leguleyada, el más rápido y mayor despliegue militar de tiempos de paz. También me imagino la frustración del Presidente electo por haber quedado fuera del equipo que evaluaba y tomaba decisiones. E: En este proceso de recomposición que tú señalas, ¿qué rol cumple el comercio o Mercado en la rearticulación de las relaciones sociales? GC: Nuestra estructura de comercio –macro, meso y micro- ha cambiado desde los ´60 hasta hoy. Los grandes del negocio conviven con una enorme cantidad de operadores medianos y pequeños. Todos tienen una fuerte penetración, pero los terceros están en todas partes. Su principal problema es que no tienen una línea logística que les permita sobrevivir a una caída en los eslabones de aprovisionamiento. Los tres son perjudicados por los saqueos, pero es mucho más impactante lo que ocurre con los operadores grandes y pequeños. La mala noticia es que no hemos encontrado ningún caso de saqueo con el propósito posterior de redistribución organizada. E: ¿Pero había una redistribución a modo de feria libre? CG: Los saqueadores acaparan y revenden. No hay tal redistribución cooperativa.
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E: Junto con señalar que se pone en tensión la idea de Mercado y la de Estado, me imagino que sería posible referirse a la idea de “clases sociales”. ¿Cómo caracterizaría usted la convivencia entre clases sociales en dicha situación? GC: No estoy en condiciones de responder esa pregunta, pero me formulo una similar. ¿Puede desarrollarse una espiral de saqueos en ciudades con baja segregación? La respuesta es sí. Mucho más si el desdén respecto a futuras sanciones está muy extendido, al punto de coagular en una suerte de impunidad anticipatoria. En ciudades con alta segregación el saqueo no suele ser un evento esporádico. Ahí hay una diferencia. La dinámica interna del saqueo está pendiente de ser aclarada. Lo mismo sus vínculos con los estereotipos de clase. Cuando entrevistas a perpetradores, víctimas o testigos, los de más capacidad de pago le adjudican el inicio del proceso a los de menor y viceversa. Quizás nunca dilucidaremos la responsabilidad del inicio, lo que sí sabemos, es que cuando ya aparece la luz del sol pareciera que se desnudan las lógicas sociales y el saqueo se vuelve rápidamente plurisocial. La existencia de infraestructura operativa lo hace posible, lo mismo que su ―industrialización‖. Por ―industrialización‖ quiero decir el aparecimiento de grupos organizados de personas que saquean con
el apoyo de vehículos de grandes dimensiones, contando con la colaboración de ―cuadrillas‖ y que lo hacen siguiendo una rutina predefinida. E: Ya finalizando. Con la idea de que se puede generar orden a partir del desorden, ¿Consideraría que emergen nuevos patrones destacables de convivencia entre los distintos grupos sociales? ¿Podrían ser sustentables o son más bien relaciones sujetas a una condición de emergencia? GS: Podríamos sostener que salvo para las personas que provienen de la ―industria delictiva‖, para todos los demás el saqueo constituye un evento traumático. Saquear comercios es legalmente sancionable, pero dudo que sea socialmente reprochable. Hay muchas razones para anestesiar las culpas y desresponsabilizarse. Visto desde cierto ángulo, la sociedad que aflora es una con fuertes dosis de insolidaridad y desresponsabilización. En varios sentidos, los sucesos del P27F son una comprobación del debilitamiento de la esfera pública aunque nunca como durante esos días, más personas ocuparon, hasta podríamos decir se ―apropiaron‖, del espacio público. E: Muchas gracias profesor.
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Creyentes, Familias y Extraños:
El caso de una Iglesia Católica de inmigrantes Mexicanos en Berkeley-California
Daniela Urbina Julio25 La importancia que ha adquirido la Iglesia católica como una institución de acogida y en defensa de los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos, es sin duda una de las novedades que ha implicado este fenómeno migratorio. El presente artículo, explora el rol que tiene la Iglesia católica para los inmigrantes mexicanos en la construcción de capital social, participación comunitaria y solidaridad entre sus feligreses. Para ello se condujeron una serie de entrevistas y observaciones participantes en la iglesia “Saint Joseph the Worker” ubicada en Berkeley-California, caracterizada por su cantidad de fieles y sacerdotes mexicanos. Los resultados arrojan un papel ambiguo del rol de la Iglesia, en tanto sus asistentes comparten un profundo sentido de comunidad, pero no se observa la generación de capital social ni formas de participación entre éstos. El argumento central de este artículo estriba en que las estructuras de escaza sociabilidad y baja confianza que los inmigrantes traen desde su país de origen, junto a la existencia de ciertos fundamentos del credo católico que refuerzan una predisposición negativa hacia el extraño, gestan una situación de escaza participación y nula construcción de capital social entre los feligreses mexicanos. Palabras Claves: migración, capital social, iglesia católica, inmigrantes mexicanos
25 Estudiante de sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
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Introducción
El año 2008 el ―Pew Research Center‖
evidenció la existencia de 12.7 millones de
inmigrantes mexicanos que viven en los Estados
Unidos (Pew Research Center, 2009). Esta cifra
refleja cuán importante es el fenómeno de la
migración en dicho país. Ciertamente, no sólo ha
significado que la economía estadounidense cuente
con una mano de obra a menor costo, o que la clase
media alta pueda acceder a trabajadoras domésticas,
sino que también ha implicado el establecimiento de
nuevas formas culturales y el fortalecimiento de
ciertas instituciones olvidadas, como la Iglesia
Católica. La re-emergencia de la doctrina católica,
sobre todo en áreas urbanas, como un actor social
relevante, es una de las sorpresas que ha implicado
este fenómeno migratorio. Sin duda, los inmigrantes
mexicanos han sido los principales responsables de
atraer el catolicismo a los Estados Unidos, pues un
72% de los 12.7 millones de mexicanos que residen
en este país, se identifican como católicos (Pew
Research Center, 2009). Además, algunos
investigadores argumentan que los inmigrantes se
vuelven más religiosos una vez que se establecen en
su país de destino (Ed. Hondagneu-Sotelo, 2006). En
suma, no es responsable ignorar las consecuencias y
efectos que el catolicismo ejerce en la población
mexicana en EE.UU, pues esta iglesia corresponde a
una de las principales instituciones de recepción y
apoyo de inmigrantes en su nuevo entorno.
Bajo este escenario, debemos hacernos
ciertas preguntas: ¿Cuál es el principal rol de la
Iglesia Católica para los inmigrantes mexicanos en los
EE.UU? ¿Esta institución les provee capital social y
nuevas redes, o simplemente les entrega apoyo
espiritual? Más importante aún, ¿Es la Iglesia Católica
un espacio que proporciona un sentido de comunidad
y solidaridad entre los compatriotas mexicanos?
En relación a estas interrogantes, la literatura
se encuentra dividida. Mientras, existe evidencia
empírica que sustenta el argumento de que participar
en una Iglesia Católica provee altos niveles de capital
social26 y solidaridad entre sus miembros, también
hay datos académicos que indican que esta religión
no provee el espacio para la construcción de lazos
comunales y de apoyo entre los inmigrantes (Ed.
Hondagneu-Sotelo, 2006). Por tanto, es de verdadera
importancia conocer las implicancias tangibles que la
Iglesia Católica tiene es estas materias. Esto último,
sobre todo en la formulación de políticas públicas,
dado que la construcción de capital social y
participación comunitarias son las principales
herramientas que los inmigrantes poseen para sortear
los difíciles escenarios que deben enfrentar en su
nueva sociedad.
El presente artículo examina el rol de la
iglesia ―Saint Joseph the Worker‖, localizada en
Berkeley-California, en la construcción de capital
social y participación comunitaria entre sus feligreses
mexicanos. Más aún, lo que se intenta comprender
es el rol que la Iglesia Católica cumple en la vida de
los inmigrantes mexicanos. A diferencia de las
posiciones encontradas en la literatura, los resultados
de esta investigación expresan una situación
ambigua: A pesar de que los feligreses de esta Iglesia
26 Este concepto será revisado en la próxima
sección del artículo
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insisten en que se sienten parte de una comunidad
que los acoge, no hay evidencia que indique la
existencia de capital social o lazos fuertes entre éstos.
El argumento de este artículo es que este es un
escenario paradojal, que se basa en que ciertas
estructuras sociales de la sociedad mexicana, como
su baja confianza social, son reproducidas en los
EE.UU, y que al mismo tiempo son reforzadas por los
fundamentos religiosos del catolicismo.
Sobre el capital social y sus implicancias
Esta investigación se sustenta en el concepto
de capital social y su relación con los lazos
comunitarios. Ambos términos son ampliamente
usados en los estudios sobre el tema, por lo que se
estima conveniente cierta clarificación de ambos
conceptos.
La primera sistematización del término
―capital social‖ fue elaborada por el sociólogo francés
Pierre Bourdieu. Sin embargo, fue el norteamericano
James Coleman quién logró instalarlo en la discusión
en las ciencias sociales, y sobre todo en la sociología
Norteamericana (Portes, 1998). Básicamente, este
autor determina al capital social como definido por su
función: ―No es una entidad singular, sino que es una
variedad de distintas entidades que comparten dos
características: todas ellas consisten en algún
aspecto de la estructura social, y ellas facilitan ciertas
acciones de los individuos que están dentro de la
estructura‖ (Coleman, 1990, pág. 302). Según esto, el
capital social es creado entre un grupo de personas y
es utilizado para lograr objetivos individuales, el cual
no sería posible sin la participación de la comunidad.
Son las estructuras de cooperación, solidaridad y
participación entre los miembros de una comunidad
quienes gestan este valioso recurso. Por otro lado,
según Adler y Kwon (2002), los beneficios que implica
el capital social podrían ser fragmentados en tres
puntos: Primero, el incremento de los recursos y
fuentes de información, luego el aumento del poder e
influencia de una organización particular, y por último,
la ampliación de los niveles de solidaridad dentro de
un grupo (Adler & Kwon, 2002).
Desde esta perspectiva, la participación y
cooperación que puede ser gestada entre los
feligreses Mexicanos es clave en términos de
integración y adaptación de los inmigrantes en su
nueva realidad. Esto especialmente en la situación de
vulnerabilidad y aislamiento en que los inmigrantes
usualmente se encuentran cuando arriban a un país
extranjero.
Dos líneas de Investigación
Como se mencionó anteriormente, la cuestión
sobre la construcción de capital social y lazos de
cooperación entre las comunidades religiosas de
inmigrantes, está dividida en dos partes de literatura.
Por un lado, existen una serie de estudios de caso
que sustentan que los grupos religiosos son una
poderosa fuente de motivación para la gestación de
lazos comunales y participación; y por tanto, de
capital social. Russel Jeung en su artículo ― Faith-
based, multi-ethnic tenant organizing‖ (2006),
presenta evidencia empírica argumentando que la
Iglesia Católica provee un espacio para crear
participación comunitaria y lazos cooperativos, esto
sustentándose en sus observaciones de la interacción
entre inmigrantes mexicanos y camboyanos (Jeung,
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2006). El aporte de esta investigación estriba en que
demuestra que las comunidades religiosas católicas
contribuyen a la articulación de capital social tipo
―puente‖, al evidenciar que inmigrantes mexicanos y
camboyanos se acercan y cooperan entre sí por una
misma causa. En esta misma línea, Joseph Palacios
en su estudio sobre comunidades de fe en Oakland-
California, argumenta que aquellos inmigrantes que
se incorporan a congregaciones religiosas obtienen
aptitudes cívicas para la vida pública y la participación
con otros (Palacios, 2006). Estas capacidades son
aprendidas colectivamente dentro de la comunidad
religiosa. En este sentido, el punto de esta línea de
argumentación, es que es el espacio comunitario
provisto por la religión, lo que posibilita la oportunidad
de formarse en términos cívicos y participativos,
creando capital social y cooperación entre los
inmigrantes.
No obstante, existen otra serie de
investigaciones cuya línea argumentativa radica
justamente en lo contrario, es decir, el pertenecer a
una Iglesia Católica no implica la creación de
cooperación y capital social entre sus miembros.
Bajo esta hipótesis, el estudio conducido por Luisa
Feline (2008) explica la razón por la cual algunos
inmigrantes Latinoamericanos en los EE.UU deciden
convertirse del Catolicismo al Protestantismo. Esta
autora sostiene que la Iglesia Católica no provee un
espacio de construcción de identidad y participación
cívica de los feligreses, de manera que éstos optan
por volcarse a una doctrina religiosa que si promueva
estos valores, como es el caso del Protestantismo
(Feline, 2008). En este sentido Feline comparte el
análisis de Andrew Greeley, connotado sociólogo de
la religión, cuya visión de la institución Católica es que
ésta falla en la provisión de comunidad y apoyo a los
feligreses hispano-americanos (Greely, 1995). El
trabajo de Pauline Cheong (2006) va aún más lejos
en esta dirección. Su argumento es que dado que los
barrios de inmigrantes experimentan altos niveles de
criminalidad, se gesta un sentimiento de desconfianza
y competencia por ciertos recursos escasos entre sus
habitantes, de forma que se hace imposible el poder
participar de organizaciones cívicas o crear una
comunidad cohesionada (Cheong, 2006) Ahora bien,
dado que la mayoría de las Iglesias Católicas de
inmigrantes se localizan en estos barrios, ésta
institución estaría imposibilitada de posicionarse como
un espacio que promueve los cooperación entre sus
feligreses (Cheong, 2006). Sin duda, este estudio
presupone una visión sumamente economicista y
reduccionista del fenómeno de la inmigración,
basando su análisis en el supuesto de poder medir
los recursos disponibles en un barrio y de que se trata
de actores racionales que toman decisiones en base
al interés personal.
Éstas son las dos direcciones contrapuestas
de la literatura sobre la formación de capital social y
participación en inmigrantes Católicos. Sin embargo,
ninguna de estas dos líneas argumentativas explica la
evidencia encontrada en la Iglesia ―Saint Joseph the
Worker‖. Esto pues las observaciones y entrevistas
realizadas indican la existencia de una sensación de
comunidad entre los fieles Mexicanos, esto como una
forma de pertenecer y sentirse en ―casa‖. No
obstante, todos los informantes revelan que los
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niveles de cooperación y participación entre los
feligreses de esta Iglesia es muy bajo, de manera que
no se está gestando capital social. En este sentido, lo
que se encontró en este caso fue la formación de
una comunidad sin la generación de solidaridad y
lazos de cooperación entre sus miembros. En lo que
sigue de este artículo, se desarrollará el argumento
de que la existencia de esta situación ambigua en la
Iglesia ―Saint Joseph the Worker‖, es el resultado de
la reproducción de ciertas estructuras sociales de la
sociedad Mexicana, que son reforzadas por las
creencias y prácticas Católicas entre sus fieles en los
EE.UU.
Contexto
Inmigración Mexicana en los Estados Unidos
La primera ola migratoria de mexicanos hacia
los Estados Unidos se dio lugar entre el periodo de la
Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión. El
objetivo de estos primeros inmigrantes era conseguir
trabajo en las áreas de la agricultura, la minería y la
construcción de ferrocarriles (Hondagneu-Sotelo,
1994). Durante este periodo, la inmigración fue una
consecuencia de la escasez de mano de obra
producto de la guerra, lo que impulsó un gran
programa de contratación de hombres Mexicanos
(Hondagneu-Sotelo, 1994). Posteriormente, con el
desarrollo de la Gran Depresión se dio lugar a
políticas de limitación y deportación de inmigrantes
por el gobierno de los EE.UU (Durand, Massey, &
Zenteno, 2001). Sin embargo, la segunda Guerra
Mundial implicó un regreso de los trabajadores
Mexicanos como el resultado de una política
gubernamental denominada ―programa bracero‖. Éste
era un acuerdo laboral entre el gobierno Mexicano y
el Estadounidense diseñado para solucionar la falta
de mano de obra en la agricultura producto de la
Guerra, y fue efectivo hasta 1964.
En relación a las tendencias migratorias
contemporáneas, entre 1960 y 1980,
aproximadamente 1 millón de mexicanos inmigraron
legalmente a los EE.UU (Hondagneu-Sotelo, 1994).
Esta última ola migratoria de trabajadores, se
caracteriza por estar localizada en empleos de tipo
urbano: ―Tanto los inmigrantes mexicanos legales
como los ilegales hoy se emplean en la construcción,
en fábricas de manufactura, en refinerías, en
restaurantes, hoteles y tiendas‖ (Hondagneu-Sotelo,
1994). Ahora bien, la investigación de Duran, Massey
y Zenteno (2001), indica que los inmigrantes
Mexicanos provienen fundamentalmente de tres
estados: Guanajuato, Jalisco y Michoacán; ésta es
una tendencia observada desde la década de 1920.
No obstante, este estudio detecta ciertas diferencias
en los patrones migratorios actuales. Primero, existe
una tendencia a que la emigración se encuentre cada
vez más bifurcada entre los pueblos pequeños y las
grandes urbes, y además, que ésta sea cada vez
menos selectiva en términos educativos (Durand,
Massey, & Zenteno, 2001).
Saint Joseph the Worker Church
La Iglesia de ―Saint Joseph the Worker‖ es
una pequeña congregación localizada en la ciudad de
Berkeley-California. Esta institución establece como
su misión: ―El constituirse como un espacio que recibe
a personas de variados orígenes, acogiéndolos en el
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camino de la fe, y sirviendo al prójimo a través de la
educación, la justicia social y el servicio a los pobres‖
(Documento de difusión de la SJW). Según uno de los
sacerdotes de esta Iglesia, el padre Miguel Crispín, el
primer grupo de inmigrantes que atendió esta
parroquia fue durante la década de los 40‘. Luego, en
el año 1971 el consejo de la Iglesia concordó en
realizar una misa en español cada domingo para la
comunidad latina. Como resultado de esto, una gran
cantidad de feligreses Latinoamericanos fueron
atraídos a este establecimiento, constituyéndose
como un centro de reunión, especialmente para los
refugiados de Centroamérica y los trabajadores
Mexicanos; tal como el padre Miguel Crispín lo
expresa: ―Era aquí donde los inmigrantes se sentían
aceptados y bien recibidos‖. En el presente, esta
parroquia sigue estando compuesta principalmente
por feligreses Centroamericanos y Mexicanos,
específicamente aquellos que provienen de pueblos
pequeños.
Metodología
Para responder la pregunta de investigación
se condujeron entrevistas semi-estructuradas con
feligreses Mexicanos de la Iglesia ―Saint Joseph the
Worker‖, y además se realizaron reiteradas
observaciones participantes durante y después de la
misa del domingo en dicha parroquia. Ahora bien,
para poder acceder los informantes se atendió
alrededor de un mes a la misa dominical en español,
en la cual se conocieron a líderes comunitarios y
sacerdotes que nos presentaron a potenciales
entrevistados. Además, se asistió a un centro
educacional para inmigrantes, llamado LEO center, el
cual fue creado por la congregación de La Salle. Este
establecimiento es dirigido por uno de los sacerdotes
de la iglesia SJW, y su principal objetivo es dar clases
de inglés como una segunda lengua a inmigrantes. Si
bien esta institución no es parte de la Iglesia
estudiada, una gran cantidad de sus feligreses
atienden a estas lecciones de inglés, por lo que
representó un recurso importante para acceder a los
informantes.
La muestra de este estudio corresponde a
dos mujeres Mexicanas que han participado en
actividades comunitarias organizadas por la Iglesia
SJW, a un hombre Mexicano que ha atendido a esta
parroquia por más de 16 años, y a dos sacerdotes
que presiden la misa dominical en español, y por
tanto, tienen estrecha relación con la comunidad de
inmigrantes. Todos los feligreses entrevistados son
primera generación de inmigrantes y provienen de
pequeños pueblos cerca del área de Jalisco y
Guanajuato. El principal criterio de selección de los
informantes fue que fuesen actores participativos de
la Iglesia SJW, es decir, que participasen de la misa
dominical y las actividades organizadas por esta
institución religiosa.
Entre las limitaciones de esta investigación, sin duda,
se encuentra lo restringida que es la muestra de
informantes. Ciertamente, este estudio no pretende
que las conclusiones extraídas de cinco entrevistas,
sean representativas de la realidad de los inmigrantes
Mexicanos y su relación con la Catolicidad. No
obstante, se cree existe un ―trade off‖ en esta materia,
pues si bien este estudio de caso cuenta con una
muestra limitada, en él se realizó un trabajo de
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observación participante previo bastante arduo, el
cual permitió en gran medida el poder acceder y
entender con profundidad las dinámicas sociales bajo
el catolicismo y su relación con la gestación de capital
social y solidaridad entre los inmigrantes.
Resultados
Cada Domingo
―Si bueno, tuvimos grandes problemas
económicos, estábamos muy preocupados y la Iglesia
nos ayudó mucho. Yo siento que si uno está en
problemas o sufriendo es el lugar en el cual uno
puede aprender a rezar, y eso me ha ayudado
muchísimo para seguir adelante.‖ Esta es la
respuesta de Ana, una inmigrante mexicana, quién ha
vivido en EE.UU por más de quince años, cuando se
le preguntó por el rol que tuvo su Iglesia durante su
instalación en este país. Su testimonio establece
claramente que para ella el rol de la Iglesia SJW
durante estos momentos fue el proveerle apoyo
espiritual y consejo. Ahora bien, la experiencia de Ana
no está lejos del resto de los feligreses entrevistados.
Por ejemplo, Carolina relata que la principal razón por
la cual ella se acercó con más fuerza a la Iglesia tras
haber emigrado fue porque se sentía sola: ―Yo acepto
que ahora estoy más cerca de Dios porque me siento
sola y necesito estar cerca de alguien. Dios es la
única verdad y lo único que realmente vale algo, sin él
la vida se torna muy pesada‖. En este sentido, el
asistir a misa en la Iglesia SJW le entrega a Carolina
el consuelo espiritual que le permite lidiar con la
aislamiento que implica la inmigración. En suma,
todos los entrevistados establecen que el rol
fundamental que la Iglesia ocupa en sus vidas,
especialmente durante los primeros momentos de su
inmigración, es la provisión de apoyo emocional y
espiritual.
Sin embargo, parte de la literatura hace
hincapié en el nuevo rol que tiene la Iglesia Católica
como una institución que crean redes de apoyo, sobre
todo en términos de recursos materiales para los
nuevos inmigrantes (Ed. Hondagneu-Sotelo, 2006).
Esta perspectiva argumenta que la contribución que la
Iglesia puede hacer para los inmigrantes es
proveerles con asistencia legal, ayuda financiera y
clases de inglés. En contraposición a esto, las
observaciones realizadas en la Iglesia SJW indican
que la contribución más importante de esta institución,
desde la perspectiva de los propios inmigrantes, es la
entrega de soporte espiritual y emocional cada
domingo en la misa. En relación a esto Carlos dice:
―El hecho de reunirse cada Domingo, ya es un apoyo
moral, juntos nos congregamos para celebrar cosas
positivas o para darle apoyo al otro en un funeral.
Cuando hay una misa en español la gente empieza a
acostumbrarse a la otra, uno empieza a habituarse a
pertenecer a una comunidad‖. Esta cita refleja
nuevamente la importancia que los feligreses le
otorgan al soporte moral y espiritual de su iglesia, sin
haber recibido nunca una ayuda material de ésta. De
hecho, el sacerdote Noé explica que en la actualidad
su Iglesia ya no tiene los recursos para proveer
programas legales o de educación a sus feligreses
inmigrantes. En relación a esto, él subraya la
importancia de dar una misa dominical en español,
como un ritual simbólico que comunica que la Iglesia
está abierta a las necesidades religiosas de los
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inmigrantes en los EE.UU. ―Cuando la Iglesia abre
sus puertas celebrando una misa en español, da un
poderoso mensaje que dice: ¡Bienvenidos a la
Iglesia¡‖.
Por consiguiente, el principal rol de la iglesia SJW,
desde la perspectiva de los inmigrantes, está
relacionado a la necesidad de contar con un apoyo
espiritual y moral en su nuevo país. La importancia de
ver a la misma gente cada domingo en la misa y
conectarse con Dios, reemplaza su sentimiento de
soledad y aislamiento. Esto es logrado especialmente
porque la Iglesia provee una sensación de ―sentirse
en casa‖; un sentimiento que todos los entrevistados
expresan en sus discursos.
“Sentirse en casa”
Una de las categorías que emergió con
mayor fuerza en los discursos de los entrevistados fue
la sensación de sentirse más cerca de su hogar y de
su tierra natal cuando asisten a la Iglesia. Como
Carlos, quién reside en los EE.UU hace dieciséis
años, expresa: ―Cuando voy a la Iglesia me siento
mejor, no sé…me siento más relajado, como más en
casa. Es tan lindo ir a la misa en español, si voy a una
en inglés siento que no es lo mío‖. Ciertamente, esta
sentimiento de estar más cerca de sus hogares se ve
reflejado en una serie de prácticas dentro de la propia
Iglesia, las que refuerzan esta sensación entre sus
feligreses. En relación a esto, se argumenta que es
la Iglesia Católica y las prácticas que ésta involucra,
la principal remesa que los inmigrantes mexicanos
introducen en su nuevo país, al reproducir una serie
de dinámicas sociales provenientes de su nación de
origen.
En las observaciones y entrevistas realizadas
se encontró tres tipos de dinámicas sociales en la
Iglesia SJW que refuerzan el fenómeno de ―sentirse
en casa‖, experimentados por los feligreses. Primero,
esta institución tiene un rol central en la resolución de
conflictos entre las familias y parejas; cada vez que
existe algún problema de este tipo, la solución recae
en el consejo del sacerdote. En el caso de Ana, ella
tuvo muchos problemas con su marido durante los
primeros años de matrimonio, pero cada vez que
tenían algún conflicto ella obligaba a su cónyuge a ir a
la Iglesia y hablar con el padre: ―Ellos nos
aconsejaban en cómo yo y mi marido nos podríamos
acercar. Ellos sabían cómo ayudarte‖. En este
sentido, ambos sacerdotes entrevistados, explican
que si en la cultura Norteamericana es el psicólogo
quien ayuda a la gente a solucionar sus asuntos, en
la cultura Mexicana siempre es el cura: ―¿Los
mexicanos? Ellos consultan todo con el sacerdote‖
(entrevista Padre Noé). Asimismo, Carlos enuncia
cuán importante fue el apoyo del padre Miguel
Crispin cuando sus padres murieron en los EE.UU: ―El
me apoyó muchísimo cuando murieron mis padres. Él
realmente me ayudó…mis dos padres murieron acá y
el estuvo muy presente en mi familia después de que
fallecieron‖.
El rol fundamental que tiene la Iglesia en la
solución de conflictos familiares es un asunto que
proviene directamente de la tradición Católica,
especialmente en pequeños pueblos mexicanos, en
los cuales muchas veces la única autoridad efectiva
era el sacerdote. En relación a esto, el segundo
elemento que reproduce la sensación de ―estar en
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casa‖ es la centralidad y protagonismo que adquiere
el sacerdote para los feligreses. Las observaciones
efectuadas durante la misa dominical indicaron la
existencia de una ―divinización‖ de los sacerdotes;
divinización como un concepto que ilustra la gran
admiración y adoración que tienen los feligreses hacia
el padre de la parroquia. Esto se observa en los
tumultos de gente que tras la misa se acumulan
alrededor del sacerdote, intentando
desesperadamente saludarlo o hablar con él, además
de dirigirse a él besando su mano, una práctica que
devela gran admiración y devoción. Como el padre
Crispín expresa: ―Existe una gran atención en el
sacerdote que muchas veces es incómoda,
especialmente cuando lo gente intenta besarte en la
mano, cómo se hacía antes‖. Este sacerdote cree que
gran parte del protagonismo y divinización de los
religiosos está basada en la experiencia de las
comunidades rurales en México, donde la única
autoridad capaz de solucionar conflictos era el
sacerdote local.
Por último, la posición central de la virgen en
las procesiones y festividades religiosas de la Iglesia
SJW refuerza las dinámicas culturales propiamente
Mexicanas, como lo es el culto mariano. La
importancia de las celebraciones para la ―Virgen de
Guadalupe‖, como también la existencia de ―Vírgenes
peregrinas‖ son ejemplos de estas dinámicas. Este
último caso es el más ilustrativo pues consiste en que
las familias radicadas en Berkeley traen a las
vírgenes de sus Iglesias locales en México por un
determinado periodo de tiempo.
En suma, el argumento de este artículo es
que estas tres dinámicas sociales descritas, son los
medios mediante los cuales el sentimiento de
―sentirse en casa‖ es recreado en la Iglesia SJW. Al
ser performadas, algunas de las normas culturales y
sociales básicas del background de estos inmigrantes
es reproducido. Estos elementos claves de su cultura,
más el apoyo espiritual que los feligreses reciben de
su práctica religiosa, gestan esta sensación de estar
más cerca del hogar cuando se encuentran en la
Iglesia SJW. Más importante aún, las tradiciones
sociales que se expuso en esta sección no
experimentan ningún tipo de renegociación una vez
que son reproducidas en el contexto Norteamericano,
siendo piezas puras de la tradición religiosa de
México.
¿Qué pasa con la comunidad?
Dado que la Iglesia SJW provee de apoyo
moral y espiritual a sus feligreses mexicanos, y
además gesta un sentimiento de ―estar en casa‖ en
estos últimos, lógicamente se pensaría que esta
comunidad de inmigrantes goza de altos niveles de
participación y capital social. El asunto en esta
investigación resultó ser más complicado que eso.
Por un lado, los entrevistados revelan un gran
sentido de pertenencia a una comunidad. Todos ellos
se referían a la existencia de una ―comunidad
mexicana‖ en la Iglesia SJW, pero la diferencia radica
en la noción que tienen los inmigrantes sobre este
concepto. Para estos feligreses el sentirse parte de
una comunidad se basa en la idea de ser familiar al
otro, en el hecho de que todos han estado asistiendo
a la misa en español por muchos años y que en el
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fondo se han acostumbrado a ver al otro. Cuando se
le pregunta a Carlos si se siente parte de una
comunidad en la Iglesia SJW el responde: ―Si, porque
allí la gente es cálida, yo ya los he visto por
años…ellos ya son familiares para mí‖. Respuestas
similares a esta emergen en los discursos de los
distintos informantes, revelando una concepción de
comunidad un tanto diferente. Esto pues en la
literatura existe la noción de que la formación de una
comunidad presupone la presencia de cooperación
entre sus miembros, comprendiendo a ambos
fenómenos como correlacionados (Hondagneu-
Sotelo, 1994) (Palacios, 2006) (Feline, 2008). Sin
embargo, en las observaciones y entrevistas
realizadas en este caso, el sentimiento de pertenecer
a una comunidad no coexiste con altos niveles de
cooperación y participación entre sus miembros. Por
ejemplo, cuando se intentó indagar en el tipo de
ayuda que Carlos recibía de su comunidad, su réplica
fue la siguiente: ―No, no. Yo creo que de hecho no
nos ayudamos en la forma que deberíamos, los
inmigrantes Mexicanos no somos muy unidos‖. El
discurso de este entrevistado demuestra que si bien
el se siente parte de una comunidad, como se expuso
anteriormente, esta percepción viene acompañada
con la sensación de una falta de solidaridad y
participación entre sus miembros. Siguiendo esta
tendencia, el padre Noé reconoce: ―Hay algo muy
particular en la comunidad mexicana. Hay algunas
personas que ayudan a los miembros de su familia,
pero hay otros que simplemente no ayudan a nadie, al
contrario, ellos dicen: Nosotros lo hicimos solos, nadie
nos ayudó, ahora tienen que arreglárselas solos. Yo
estoy seguro que ese tipo de gente existe dentro y
fuera de la Iglesia‖. El argumento del padre Noé, es
que la falta de cooperación es una característica de la
comunidad mexicana, y de hecho, si alguna ayuda es
provista es únicamente a los familiares.
Por tanto, no se encuentra evidencia de altos
niveles de solidaridad o fuertes lazos de cooperación
entre los feligreses Mexicanos de esta Iglesia. Esta
conclusión es apoyada por el bajo número de
asociaciones dentro de esta institución, existiendo
solo una, la preparación de la fiesta de la Virgen de
Guadalupe, contando con solo diez miembros. Los
entrevistados elaboraron distintas explicaciones para
esta situación, argumentando que los mexicanos eran
egoístas y están alienados en sus trabajos: ―Creo que
necesitamos ser más abiertos. Lo que pasa es que el
ser humano es muy egoísta y sólo piensa en sus
problemas‖ (Carolina). No obstante, todos mis
informantes concuerdan que si bien la Iglesia SJW
hace algunos intentos de incentivar la participación y
cooperación entre sus feligreses, estos intentos son
en vano sin la voluntad de las personas: ―Si porque la
Iglesia quiere que nos unamos, pero eso no depende
de la Iglesia, depende de la gente‖ (Carlos).
En definitiva, existe una contradicción entre
los discursos y las prácticas reveladas por los
feligreses mexicanos, pues si bien se perciben como
parte de una comunidad, no desarrollan altos niveles
de cooperación ni de capital social. Como se
argumentará en la próxima sección de este artículo, la
razón por la cual esta contradicción emerge en la
Iglesia SJW se sustenta en dos procesos. El primero,
consiste en los bajos niveles de confianza social que
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los inmigrantes mexicanos trasladan desde su país de
origen; siendo el segundo proceso, la reproducción de
estos elementos por los preceptos religiosos del
catolicismo.
Discusión
A continuación se presentan los dos factores
explicativos que integran el argumento que versa
sobre la contradicción encontrada entre los feligreses
mexicanos de la Iglesia SJW.
La primera parte del argumento radica en
ciertas peculiaridades propias del país de origen de
estos inmigrantes. Uno de los elementos básicos que
provee la capacidad de desarrollar niveles de
cooperación y participación entre personas diferentes,
es su habilidad de confiar en el otro, y especialmente
en confiar en individuos que no se conocen
personalmente. De esta manera, el contar con altos
niveles de confianza social es fundamental para
construir una comunidad sana con altos niveles de
participación y formación de capital social (Cheong,
2006). Si observamos los indicadores de confianza
social en México, el escenario no es muy positivo
para la gestación de lazos cooperativos y
participación comunitaria. Como el reporte del PNUD
indica, en México, una mayoría significativa de la
población considera que la gente que la rodea no es
confiable, mientras solo un 20% cree que lo son
(PNUD, 2004). Asimismo, la investigación de Knack y
Keefer (1997) concluye que, el coeficiente de Gini,
está fuertemente asociado con los niveles de
confianza social y cooperación cívica (Knack &
Keefer, 1997). Ahora bien, el coeficiente de Gini de
México, es de un 48.1%, donde el 100% significa
absoluta inequidad (PNUD, 2007). En este sentido,
México es una sociedad altamente desigual, y en
consecuencia, sus niveles de confianza social y de
cooperación con extraños son bastante bajos.
Según estos indicadores macro, las
estructuras sociales Mexicanas no son compatibles
con la creación de altos niveles de capital social entre
su población, al contar con bajos niveles de confianza
social y ser una sociedad altamente inequitativa. En
este sentido, se plantea que la falta de solidaridad y
participación entre los feligreses de la Iglesia SJW
está relacionada con la reproducción de estos bajos
niveles de confianza social, propios de la sociedad
Mexicana, en los EE.UU. Esto último inhabilita la
creación de lazos sociales y de cooperación entre los
individuos que no pertenecen al mismo circulo
próximo, como lo es la familia o los amigos del pueblo
de origen.
Sin embargo, ¿cómo esto explicaría el
escenario encontrado en la Iglesia SJW? El
argumento es el siguiente. Entre las distintas
nacionalidades de los feligreses que conviven en esta
Iglesia, existe otro nivel de fragmentación étnica
dentro de los fieles mexicanos. Dentro de éstos existe
una serie de divisiones de acuerdo a cuál pueblo
pertenecían en México. De esta manera, lo que se
propone es que el sentirse parte de una comunidad
por parte de estos feligreses está altamente
relacionado con el hecho de que esta Iglesia emerge
como un espacio de reunión con la familia y los
―compadres‖ del pueblo de origen. De hecho, los
entrevistados se refieren a la existencia de una mayor
cooperación y solidaridad entre familiares y los
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miembros de una misma villa. Ahora bien, si se trata
de personas que no pertenecen a este círculo
cercano las organizaciones de ayuda o cooperación
no se gestan: ―En sí misma la comunidad mexicana
no es muy unida. Como te dije, ellos no ayudan a los
que están recién llegando acá. Lo que yo he visto es
que si esta persona viene del mismo pueblo o villa
que otras personas de la Iglesia, entre ellos se
ayudan y organizan, pero si viene de otra parte de
México, pues no lo hacen‖ (Carlos). Tal como el
testimonio de Carlos lo indica, los fieles que provienen
del mismo pueblo en México si se prestan auxilio y
forman lazos sociales fuertes. Por ejemplo, tres de los
entrevistados, Ana, Carlos y Carolina, consiguieron su
primer trabajo en los Estados Unidos a través de sus
familiares o algún amigo de la familia. Estos hallazgos
se encuentran en perfecta concordancia con las
conclusiones del PNUD sobre confianza y capital
social en México, recién citados. Evidentemente, al
existir una reproducción de los bajos niveles de
confianza social propios del contexto Mexicano, la
cooperación y participación entre feligreses que no
son parte del mismo círculo próximo es escaza. Al no
confiar en aquellas personas que no provienen de su
entorno conocido, familiares y amigos, la construcción
de capital social tipo puente (Putnam, 2000), es decir,
la creación de lazos sociales entre grupos
heterogéneos, es escaza.
En suma, la contradicción encontrada entre
los fieles mexicanos de la Iglesia SJW, es
parcialmente explicada por la falta de confianza
social característica de su país de origen, lo que les
inhibe la posibilidad de construir lazos de solidaridad y
organizarse fuera del ámbito de lo familiar.
Ciertamente, la gran cantidad de inmigrantes
mexicanos que provienen de pueblos rurales en esta
Iglesia, es una pieza fundamental para gestar esta
situación de poca participación. Como existen grupos
de individuos que se conocen y son familiares, dado
que provienen del mismo pueblo de origen, entre
éstos existen lazos fuertes de cooperación y ayuda.
No obstante, como no todos los feligreses mexicanos
comparten entre sí redes familiares o de viejas
amistades, la confianza social necesitada para
motivar la participación y la asociación entre ellos no
está presente, creándose así esta percepción de la
comunidad mexicana como un grupo de personas que
se reúnen cada Domingo, pero que no comparten
lazos fuertes ni se organizan entre sí.
La segunda parte de la explicación propuesta,
subyace en los fundamentos religiosos del
catolicismo. En este sentido, siguiendo el
planteamiento elaborado por los sociólogos Cousiño
y Valenzuela (2000), lo que se argumenta es que los
niveles de baja confianza social entre estos individuos
tiene un cimiento religioso. De esta manera, las
configuraciones de la fe católica modelan de una
forma particular las interacciones entre los fieles.
Cousiño y Valenzuela (2000), en su artículo
titulado ―Sociabilidad y Asociatividad: un ensayo de
sociología comparada‖, encontraron que ciertos
países católicos desarrollan niveles de confianza
social y participación más bajos en comparación con
las naciones de cuño protestante (Cousiño &
Valenzuela, 2000). Su explicación de este fenómeno
reside en la peculiaridad del lazo católico entre el fiel
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y Dios. El catolicismo está basado en una divinidad
que es cercana y conocida, y que actualiza su
presencia en el mundo constantemente. El punto de
estos autores, es que este lazo personal y cercano
que se tiene con Dios indica una preferencia de
construir relaciones sociales con aquello que es
conocido y familiar. Al contrario, la religión protestante
está basada en la existencia de un Dios invisible y
distante, al que sólo se puede acceder mediante la fe
(Cousiño & Valenzuela, 2000). Esta experiencia
constante de confiar ciegamente motiva la habilidad
entre sus fieles de entregarse a lo desconocido.
Basándonos en la naturaleza de esta conexión
espiritual con la divinidad, la religión católica haría un
hincapié en las relaciones próximas y familiares,
mientras el protestantismo no le daría tanta
importancia a los lazos familiares, y motivaría el
relacionarse con desconocidos. De esta manera,
estas diferencias explicarían los mayores niveles de
confianza social entre los fieles protestantes y la
escaza asociatividad entre los feligreses de la Iglesia
Católica.
Por tanto, se plantea que la centralidad de la
familia dentro de las creencias Católicas es
fundamental para reforzar los bajos niveles de
confianza social de la sociedad mexicana en
particular. En el caso de la Iglesia SJW la naturaleza
de la doctrina católica fortalece la prominencia de
permanecer entre personas conocidas, reproduciendo
los bajos niveles de confianza social que los
feligreses mexicanos traen desde su país de origen.
En este sentido, la falta de solidaridad entre los fieles
que no provienen del mismo pueblo o villa estaría
estructuralmente explicada por la baja confianza
social que éstos trasladan desde México, y que es
reforzada en los EE.UU por el acento que el
catolicismo realiza en las relaciones familiares y
cercanas.
Conclusiones
En la Iglesia ―Saint Joseph the Worker‖ se
encontró la siguiente situación: los feligreses
Mexicanos se sentían parte de una comunidad,
basándose en el sensación de encontrarse en un
espacio conocido y familiar. Sin embargo, este
sentimiento de pertenecer a una comunidad no
produce lazos sociales de cooperación ni
participación entre sus miembros. La explicación de
este fenómeno reside en dos elementos: Las
estructuras de sociabilidad y baja confianza social que
los inmigrantes mexicanos transportan desde su país
de origen, y la reproducción de estas características
en los EE.UU por los fundamentos religiosos del
catolicismo. Dado que una gran mayoría de los
feligreses provienen de pequeños pueblos en México,
se gesta una importante fragmentación dentro de la
comunidad de fieles. Los bajos niveles de confianza
social existentes en México, al ser sustentados por
los feligreses de la Iglesia SJW, inhiben la creación de
capital social de puente entre los miembros de
distintos pueblos. Además, los principios del
Catolicismo y su acento en los lazos familiares y
cercanos, refuerzan esta predisposición hacia una
baja participación y poca confianza entre los fieles
mexicanos en los EE.UU. Ahora bien, aunque éstos
no gocen de altos niveles de cooperación ni
asociatividad, los feligreses de la Iglesia SJW siguen
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experimentando la sensación de ser partes de una
comunidad. Se argumenta que esto es resultado de
tres factores: la apropiación de la Iglesia como un
espacio de reunión con la familia y viejos amigos, el
apoyo espiritual y emocional que los fieles reciben de
la religión, y la reproducción de ciertas dinámicas
sociales tradicionales de México en esta institución.
De esta manera, el sentirse parte de una comunidad
para estos inmigrantes está basado en la experiencia
de relaciones próximas y familiares, y no de participar
o cooperar con otros feligreses mexicanos que no
sean parte de su círculo cercano.
Finalmente, el caso de la Iglesia Saint Joseph
the Worker refleja el rol ambiguo de la Iglesia Católica
en la construcción de capital social y redes de apoyo
entre los inmigrantes. En este sentido, es importante
cuestionar el papel que el Catolicismo tiene en la
integración de los inmigrantes mexicanos en su nueva
sociedad. De acuerdo a los resultados de esta
investigación, la Iglesia católica parece no incentivar
la formación de capital social o participación entre sus
feligreses, lo que inhibe la existencia de mejores vías
de integración de los inmigrantes en los EE.UU. Por
esto, emerge como fundamental el observar en
futuras investigaciones, de qué manera el Catolicismo
modela la asimilación de los inmigrantes
Latinoamericanos en la cultura estadounidense.
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25 de Março:
The Political Economy of Counterfeits
Calla Hummel27
Abstract
This article addresses the political economy of informal economic activity stemming from
globalization and economic restructuring through a qualitative study of the dynamics and
debates around the 25 de Março market in São Paulo, Brazil. I contribute to a growing
body of work asserting that informal activity is not a vestige of underdevelopment but
systemically present in contemporary global capitalism, citing the evidence and lines of
reasoning employed by scholars such as Carolyn Nordstrom, Janet MacGaffey, Remy
Bazenguissa, Moises Naim and Leslie Beloque, as well as my own work. In light of this
body of research, I discuss material collected through three months of fieldwork on 25 de
Março and use theories of consumption developed by Arjun Appadurai to argue that media
categorizing the informal as underdeveloped and dangerous serves to police the status
quo of consumption.
27 BA en Estudios Latino Americanos y BA en Estudios Internacionales (mención en Economía Política) de la Universidad de Washintong
(Seattle, Estados Unidos).
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Introduction
On every corner of São Paulo‘s busy 25 de
Março street, young and middle-aged men hawk
pirated media and counterfeit designer goods from
portable display boards. Hundreds of thousands of
street vendors work selling unauthorized consumer
goods in São Paulo, constituting the last local link in
a global supply chain—defined as the steps
between making a product and selling it to the
finally user— that furnishes products outside of
regulated and recorded channels. Street vendors
occupy an interesting contradiction: as salesmen of
American-designed, Chinese-made goods, they are
a sign of São Paulo‘s insertion into a fast-paced
and highly-specialized global economy. Yet the
extralegal28 character of the work and wares
renders them invisible once the observer turns from
the street to macroeconomic statistics, where the
vendors are officially recorded as unemployed. Not
only are they unprotected by state labor laws, they
are frequently targeted by the police during the city
government‘s regulation-or-eradication campaigns,
known as ―blitzes‖, and charged with selling imports
without proper documentation. Aside from the
Brazilian state, other entities such as trade groups,
the US government, and national media all have a
stake in controlling extralegal revenue, which
threatens to disrupt the status quo embedded in the 28 For a thorough discussion on terminology, see Gerxhani
(2004) and the literature reviews of Nordstrom (2008),
MacGaffey and Bazenguissa-Ganga (2000), Beloque (2007),
and Sanchez (2009). To describe economic activities I will use
both ―informal‖, because it is the most common, and
―extralegal‖, because it is my prefered term in the context of
Latin America. To describe products I use ―counterfeit‖ and
―unauthorized‖.
official economic structure29. In order to deter
possible customers and justify harsher regulation of
street vending, such entities produce and
disseminate information in educational campaigns
that cast informal work as threatening to the social
fabric.
This paper explores the dynamics of 25
de Março in order to illuminate larger discussions
on the organization of contemporary markets and
the role of the state in regulating them, particularly
with regards to what is known as the ―informal
economy‖ or the ―informal sector‖. Through the
literature review, I argue that post-Fordian
manufacturing and the subsequent increase in
subcontracting provide conditions for the
expansion of unauthorized consumer goods
production, rendering 25 de Março a direct
consequence of contemporary capitalism and not
an anomaly of underdevelopment. In my analysis
of media produced about informal activity in São
Paulo, I argue that such media reinforces
consumption hierarchies and justifies police
intervention by casting informal activity as a
dangerous anomaly of underdevelopment.
Literature Review
Saskia Sassen posits that one of the
pervasive features of current global system is the
universalization of a range of economic standards
(Sassen 2002), and MacGaffey and Bazenguissa-
Ganga (2000) note that their implementation makes
it possible for people, goods, and services to move
29 Both De Soto (1989) and Appadurai (1986) address this at great length.
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quickly and often. There is a growing body of work
asserting that extralegal economic activity is
inherently part of this global economic structure,
and not an anomaly of underdevelopment in need
of help becoming modern, as many politicians and
World Bank reports argue. Scholars assert that
these informal activities will not disappear with
economic growth and cannot be eradicated
because such market forms are innovations and
coping mechanisms developed in response to
market incentives (Beloque 2007, Nordstrom 2008,
MacGaffey and Bazenguissa-Ganga 2000, Naim
2006).
Work asserting the centrality of informally-
generated capital in the international economy
directly challenges older formulations of informality.
Academics and researchers from the 1960s to the
1980s focused on ―black markets‖ and ―the
underground economy‖ which were conceived of as
separate spheres of economic interactions, clearly
distinct from legal markets. The 1990s brought a
deeper understanding of informality, as a plethora
of new research was published about post-Soviet
transitions30 and the consequences of neoliberalism
in Latin America (De Soto 1990) and Africa
(MacGaffey 1991). Research on the diverse
experiences of economic transition exploded older,
rigid concepts of the market and legality. A number
of studies revealed actors that participated in formal
and informal economic activity according to market
30 Based on a collection of articles in the 1980s and 1990s, see Humphrey (2002), Kosals (1999) and Sik and Wallace (1999).
conditions, and large firms that incorporated
informal capital and legal channels into their
operations (MacGaffey 1991; Nordstrom 2004; Frye
2006).
New theories of informality are developing
partly in response to a growing body of research
and data that allows for deeper analysis but also in
response to new forms of informality and deeper
global integration. Moises Naim (2003) asserts in
Illicit: How Copycats, Traffickers and Smugglers are
Hijacking the Global Economy, based on ten years
of research, that the phenomenon of informal
activity changed profoundly in the 1990s with global
financial deregulation and advances in
communication technology. Naim acknowledges
that informal markets and actors have existed for
centuries if not longer (see Hauser 2008, Curtin
1986 and Abu-Lughod 1991 for detailed studies on
historical markets), but argues that informal firms
and actors have moved away from the cartel model
of product specialization coupled with rigid social
and geographical control and embraced global
business best practices that favor flexible networks
and professional specializations in logistics,
transportation, production and sales as opposed to
products. Hence, major cocaine seizures today are
found in containers along with counterfeit designer
bags and DVDs, as well as legitimate cargo, aboard
legal cargo ships belonging to respectable shipping
companies.
Focusing on the development of informality
in Latin America, Ramos Schiffer (2002) tracks the
rapid rise of workers reporting ―autonomous
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employment‖ in São Paulo during deregulation and
monetary stabilization in the 1990s. Similar to
statistics used by Perreira and Jiménez (1998) in
Bolivia, ―autonomous employment‖ generally
indicates self-employed individuals who do not
report their earnings, and the size of the
classification soared in urban areas like São Paulo
and La Paz in the economically volatile 1980s and
1990s. However, when the economy recovered,
different kinds of job opportunities left large
segments of the population without formal
employment; Ramos Schiffer estimates that since
then, extralegal arrangements account for the
majority of new jobs created. Ramos Schiffer and
Beloque‘s findings suggest that many workers who
lost their jobs during the 1980s found less-stable
extralegal work in services attending to those who
formally benefitted from structural adjustment.
The instability generated by the process of
deverticalization provides the perfect conditions for
a rise in extralegal production. Gerxhani addresses
the debate on factors of growth in the informal
economy, citing Lubell in saying that when formal
opportunities decrease, informal activities sustain
those technically out of work, but that when the
formal expands, it brings with it a demand for
informal goods and services (Gerxhani 2004, 277).
Pereira and Jiménez observed this effect in Bolivia
as a result of structural adjustment reforms: the
reforms caused huge short-term jumps in urban
unemployment, which caused the unemployed to
turn to informal work. As the economy cautiously
recovered in the late 1980s, there was a rise in
informal small businesses due to larger businesses
subcontracting instead of hiring new employees
(Pereira and Jiménez 1998: 22). This observation
could be cautiously generalized to most Latin
American countries that underwent structural
adjustment reforms, considering that De Soto
(1989) and Beloque (2007) observed similar
dynamics in Peru and Brazil, respectively, despite
all three countries‘ very distinct experiences with
economic reforms.
Curiously, Gerxhani‘s (2004) otherwise
thorough literature review on characteristics of
informal activities does not discuss the conditions
for the reduction of informal activity. Beloque
asserts that informal economic activity has been
part of industrial capitalism since industry‘s
inception and hence will persist, citing piecework
and small subcontractors that were involved in
factory production throughout the Industrial
Revolution (Beloque 2007: 81-98). She analyzes
other forms of disposable subcontracting that are
becoming more common in Brazil, and notes that all
seven study participants in the informal services
category had been laid off from larger firms
(Beloque 2007: 140). Other scholars have
documented the continuation of unreported
piecework and other forms of low-wage, feminized
subcontracting that accompany industry and new
technology, from maquilas on the Mexican border to
take-home piece work that supplies the high-tech
industries of California‘s Silicon Valley (Ong 2003:
229-249).
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Manufacturing and the factory system
changed drastically during the financial deregulation
of the 1980s. Prior to the 1980s, Taylorism and the
Fordian method reigned in manufacturing,
segmenting production into distinct, timed actions
on an assembly line and consolidating supply
chains so as to exercise direct control over as many
factors of production as possible. One of the
outcomes of financial deregulation was a
reconsideration of supply chain management, which
caused corporations to downsize firms and sell off
holdings, specializing in a set of functions and
contracting out for the rest – deverticalization.31
This process has led to greatly increased flexibility
for many firms on one hand, and severe instability
for those deemed nonessential on the other (Task
Force 2008), which has led to a rise in extralegal
economic activity (Beloque 2007).
Brazil has an interesting and complicated
position in these processes. As a large and wealthy
country – the world‘s 10th largest economy and 6th
in population – its leadership often sits at the table
with the US, EU, and other industrial powers.
Successive administrations have come to
legitimately demand this position (Vizentini 2005),
yet Brazil is often labeled an ―emerging‖ economy
and was not exempt from the financial crises of the
1980s, which stemmed from financialization. The
country took IMF loans and agreed to structural
adjustment reforms, but the government argued
31 Much contracting consists of transfers/orders to semi-
autonomous foreign affiliates (Sassen 2002; Lacerda 2004).
against shock therapy and succeeded in both
gradual reform and keeping many financial
regulations (Carvalho 2009). These negotiations
extend to city policy, especially in cosmopolitan and
investment-conscious São Paulo. The city has done
a lot to attract FDI, often conducting clean-up32
campaigns and cutting social programs to allow for
corporate tax breaks (Ramos Schiffer 2002), hence,
as FDI and median income have increased, social
disparities have become more pronounced
(Caldeira 2000; Ramos Schiffer 2002).
Most manufacturing is now contracted by a
corporate office who offers a short-term contract to
the lowest bidding factory owner. Producer‘s costs
cannot go above the amount written into the
contract and MNCs still try to exercise the control
that they had over factories in the vertical chain by
leveraging unequal bargaining power in contracts
(Task Force 2008). However, through
deverticalization, the MNC renounced most of its
control over the factory space and its internal
practices, providing actors within the factory the
flexibility to respond to market dis/incentives in their
own ways33.
When factories and other small businesses
operate contract to contract, managers do whatever
possible to maintain their competitiveness and
increase their profit margins. One strategy may be
32 ―Clean-up‖ is not by any means restricted to trash collection,
but includes social clean-ups, like bulldozing favelas, killing
street children, and arresting unlicensed vendors (Caldeira
2000).
33 For better or worse, this situation is also widely accepted as
the root cause of most labor violations.
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to produce unauthorized units on the side and sell
them informally; Wang and Zhu documented the
rise of this practice as a direct result of American
firms lowering the amount paid to factories per unit
in video equipment contracts (2003: 109). Factories
sold extra, unauthorized equipment on the side and
began exporting copies to neighboring countries.
Scholars have described similar processes
in other countries. Muñoz (2009) reveals that the
best products sold at Bolivian markets are not
imitations, but unauthorized copies bought directly
from a licensed factory. An agent will offer factory‘s
manager cash upfront for a small unreported
shipment of sunglasses, chocolate, or watches, and
then send them to a distributor in La Paz. This
manager may produce extra product afterhours;
requisition a batch below quality standards or –as
Nordstrom documented in Angola– cause a box to
―fall off the truck.‖ (Nordstrom 2004: 214). It is a
small step to conjecture that 25 de Março‘s higher-
quality counterfeit imports come from similar
situations.
Nordstrom‘s recent work extends the
intertwining of in/formal activities to shipping routes
and global trade networks. Through traveling along
shipping routes, Nordstrom demonstrates how the
expectation of immediacy slights the checks in
place to ensure compliance with regulations
(Nordstrom 2008), providing incentives for firms and
actors to smuggle, under declare, or otherwise
engage in extralegal practices. When shipping
containers are opened, most do not contain what
their paperwork states. This is true at the UK, where
the head of customs says smuggled cigarettes
cheat the state of more money than drugs, and
Brazil, where millions of dollars worth of counterfeit
designer products are found in the place of
construction materials (Globo 2009). In this world
economy, everything and everyone utilizes
extralegal channels.
Despite the ubiquity of informal practices,
there is a global campaign –headed mostly by the
US government34 and a number of MNCs35– to
combat IPR violations of technology,
pharmaceuticals, entertainment, clothing and
accessories. The campaign champions a specific
reading of IPR that preserves these entities‘ regime
of social and economic value by constructing
conceptions of extralegal economic activity as
separate and perverse markets. The high-profile
target is China (though the government has actually
aggressively prosecuted –by WTO order and its
own volition– a number of violators, especially in
the entertainment industry36), but India, Brazil,
Russia and others are challenged as well, as
detailed in the US Trade Representative‘s Watch
List (Office of the United States Trade
Representative 2010). One of the key pieces in this
campaign –especially in Brazil– is the production of
knowledge about IPR violators and the effect of IPR
34 The US Trade Representative‘s office is extremely active in
this realm, and The State Department has a list of priorities for
diplomatic missions; one of these is protecting IPR, and it is
one of the goals listed on the embassy‘s website for Brazil.
35 MNCs either form trade groups, such as the MPAA, or sue
specific establishments in national courts, such as the Nike
case against Shopping 25 administration.
36 See Wang and Zhu 2003.
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violations on the social fabric (Ministério da Justiça
2009).
NGOs and IOs such as the World Bank and
the IMF frequently partner with or encourage
governments to regularize extralegal economic
activity. Bringing informal arrangements into formal
structures is widely viewed as positive by
development experts, though empirical studies
show that this is debatable. The key assumptions
behind these ideas are that modern states are the
ideal protectors of property and that regularizing
economic activity unleashes growth potential and
increases public revenue. This holds in
microeconomic text books, but on the ground the
causality is not clear. First, states are not impartial
protectors; many informal institutions are just as
trustworthy (Rodrik 2006), many officials will simply
embezzle extra revenue (Nordstrom 2004) and
many states work primarily for the benefit of a
particular group, and may sabotage others
(Roitman 2005). Secondly, regularization may or
may not open opportunities for growth. For
example, De Soto suggested a number of
measures to formalize arrangements in order to
make formal capital more accessible, including
deeding unregistered housing (De Soto 2000). This
suggestion has been picked up by many
governments and development agencies - Brazil
has a number of such programs - with abysmal to
mediocre results. Kuyucu has found that new deeds
are generally sold to developers and communities
are broken up as residents move to poorer areas.
People engage in and continue informal
arrangements for a wide variety of reasons, and
bringing such activities inside a state-regulated
juridical structure does not address all of these
choices and may run counter to some.
Methodology
The information discussed and analyzed in
this article was gathered through three months of
fieldwork in São Paulo. While in São Paulo, I visited
25 de Março on a weekly basis, taking notes and
photographs and talking with vendors about the
source of their merchandise as well as their
opinions and experiences with the city‘s regulation
campaigns. During this time, I also gathered news
articles from Globo about informal commerce on 25
de Março and government publications about
regulation campaigns. This information was
supplemented by interviews with Brazilian
academics familiar with the urban informal
economy.
In this article, I attempt to organize my data
so as to provide an accurate picture of the market‘s
organization and actors. After describing the
market, the buyers and sellers that populate it, the
merchandise available and how it gets to market, I
analyze the official production of knowledge about
25 de Março through an examination of two anti-
piracy publications that were circulated in São
Paulo. I then question how such publications work
to justify eradication policies and police actions
targeting vendors.
The fieldwork was conducted at the end of
a year (July 2008 to June 2009) spent at the
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Economics Department of Pontificia Universidade
Católica of São Paulo. My work benefited greatly
from the advice and oversight of three academics
associated with the department: Leslie Beloque,
Carlos Eduardo Carvalho, and Osmar Sanchez.
The fieldwork was funded by a scholarship from the
Mary Gates Endowment at the University of
Washington, Seattle, while the year abroad was
paid for by a Boren scholarship from the National
Security Education Program. During July and
August 2009, I analyzed field data and publications
with the help of the Summer Institute on the Arts
and Humanities at the University of Washington.
This article developed out of a paper produced and
presented at the institute.
Data
The Market
25 de Março street runs over an old river
bed in the center of São Paulo, down a steep hill
from the cathedral in front of the São Bento metro
stop. It is the center of Brazil‘s mass consumption,
recording an average 400,000 shoppers a day.
Daily trade generates millions of dollars, but most of
the goods, cash, and other resources that pass
through the market are unrecorded in official
statistics.
The actual street is five blocks long and
lined with stores, small malls, and street vendors.
Side streets carry the shopping out for another two
to three blocks on either side. The larger, nicer
stores on the main street give way to smaller
stores, delis, and services on the side streets,
which are periodically clogged by street vendors
(known as ambulantes or camelôs) running from
police.
The street itself is lined with wholesale
stores (atacados) and crowded, informal malls
(known as vitrines, galerias or shoppings). The
atacados sell mostly costume jewelry, cloth, and
accessories. Presumably, these stores are
registered, licensed, pay taxes and social security,
and are owned by Brazilians. Store owners, from
elsewhere in Brazil and South America make semi-
annual trips to buy their stock at the atacados and
vitrines (Globo 2009). The malls consist of small
numbered stalls packed in next to each other in
maze-like rows. The vitrines sell almost exclusively
counterfeit luxury consumer goods. The most
popular vitrine –Shopping 25– is housed in an old
building with four floors of stalls and features stalls
that primarily specialize in sunglasses, beauty
products, bags, watches, clothing, undergarments,
CDs/DVDs and software, electronics, toys and
accessories. There are 5-25 different stores of each
category and all sell imitations of varying quality;
the stalls vary in quality as well, with the cheapest
being a display wall between plywood dividers on
the fourth floor and the nicest a small shop with
mirrors and glass display shelves on the first floor.
Outside of the malls, hundreds of street
vendors sell from boxes, carts, tarps, and display
boards. There is much more diversity in the
products offered on the street than in the malls and
each vendor has a specialty. A non-exhaustive list
of the most common products available includes
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peanuts, wooden utensils, sunglasses, hats, cell
phone accessories, CDs, scarves, gum, and
perfume. Though vendors run the gamut of age,
race, nationality, and gender, 40-50% is 20-35 year-
old black Brazilian men, though young Bolivians are
increasingly dominating the scarf and hat trades.
These observations are drawn from field notes, as
there is no published source that documents the
demographic information of street vendors.
Different nationalities have different
specialties, and the Chinese, Japanese, and
Korean vendors constitute trade Diasporas whose
characteristics MacGaffey and Bazenguissa-Ganga
(2000) and Venkatesh (2006) discuss. The
authoritative work on trade Diasporas is Philip
Curtin‘s Cross-Cultural Trade in World History
(1984), a painstakingly thorough study tracing
trading communities with international linkages from
2000 B.C. through to the beginning of the Industrial
Revolution. Curtin makes a clear distinction
between economic networks held together in part
by language and ethnicity and ethnic enclaves
supported by trade and built over generations.
While such distinctions can still be made,
technological advances in transportation and
communication have blurred lines and made clear
definitions impossible, as MacGaffey and
Bazenguissa‘s work with the Congolese community
in Paris clearly demonstrates. However, modern
Diasporas are still formed and maintained through
trading; members often participate in informal credit
unions and rely on the community for other informal
financial services (MacGaffey and Bazenguissa-
Ganga 2000, 12-16; Venkatesh 2006, 97-98).
Interestingly, none of the trade diasporas
present on 25 de Março participate regularly in
street vending, though Koreans and Chinese are an
important part of a street vendor‘s supply chain.
Given the data available on the community support
–provided by trade Diasporas around the world– I
suspect that ethnic networks provide members with
the start-up capital to get a more permanent indoor
stall.37 Bolivians and lusophone Africans form loose
networks which provide some support but are not
as well-established or have as many services
available to members as the Diasporas.
IBGE and Globo estimate that hundreds of
thousands of people are involved in the trade
networks that supply the 25 de Março area with
products and consumers. A recent article reported
revenues from the feirinha da madrugada —a
wholesale market where the small-scale vendors of
25 de Março buy most of their goods— at around
$1 billion reais annually, stating that São Paulo has
overtaken Paraguay‘s Ciudad del Este as the
number one supply center for Brazilians‘ counterfeit
products (Globo 2009). In fact, the 25 de Março
businesses have turned their former retail
competitor into a link in their global supply chains.
The scope of this study does not include a
full description of the supply chains for 25 de Março
vendors, though newspaper articles and academics
37 This is often a more desired option than street vending, due
to its relative safety, comfort, and client potential (De Soto
1989; Beloque 2007; Venkatesh 2006).
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working in the area offer some reliable conjectures.
25 de Março‘s supply chains are global and similar
in structure to formal firms‘ supply chains. Top
quality counterfeits may actually be made in the
same factory as the authorized products they copy
(though afterhours) and transported along the same
shipping lines (though with falsified or inaccurate
documents), as Naim demonstrates in a 2008
National Geographic documentary. Sources show
that there is some supply chain overlap across
product categories, but there is no information on
how extensive the crossover is.
Naim‘s study details several supply chains
which are likely similar to those associated with 25
de Março: a factory in rural China resembling any
other factory in the area produces unauthorized
copies and sells them to wholesalers in port cities
on the coast. The factory could produce authorized
products some of the time and unauthorized copies
afterhours, or could have hired an industrial
designer to take apart an authentic product and
give the factory a pattern with which to produce
copies. The wholesalers in turn sometimes export
to contacts in other countries, to exporters in China
and to organized crime networks who either have
contacts requesting counterfeits or who hope to
hide traditional black market products (drugs, guns,
diamonds, money etc) in goods that appear more
benign. Counterfeits are generally exported in some
of the ubiquitous metal containers on legitimate
ships, where they are mixed in with containers
carrying registered and completely legal goods as
well as legal goods reported on paper to be a
related product that carries lower tariffs, or to be of
a smaller quantity so as to dodge taxes, which
Nordstrom documented to be a common business
practice the world over (Nordstrom 2008). When
counterfeit goods reach port, the container is sent
to the importer, who may be an independent import
specialist or part of a larger organization. The
importer in turn sells the products to a wholesaler,
who then distributes to smaller vendors, who pass
the goods onto everyday consumers.
With regards to what is known about the
supply chains associated with 25 de Março, Law
Kim Chong, a Chinese-Brazilian businessman
frequently cast as the contraband kingpin, owns
considerable real estate in the 25 de Março area
and has an import business which has been linked
to the feirinha da madrugada. However, many
smaller businesses are involved in his operations
(Globo 2007), and vendors stated that they
sometimes import their own wares. It is probable
that the Chinese trade diaspora in São Paulo
operates similarly to that described by MacGaffey
and Bazenguissa-Ganga (2000: 84-87): Chinese
import through diaspora networks, but stock stores
that cater to other immigrant groups as well (a
pattern also documented by Bonus 2000: 81), often
partnering with traders of other ethnicities to
distribute the products at other sites.
One report stated that police had
confiscated 500,000 products that did not have
proof of purchase at the feirinha de madrugada in
25 de Março, including bags, clothes, DVDs, CDs,
and electronics. The feirinha de madrugada is a
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wholesale market held between 3am and 7am,
which small vendors use to restock. Police sources
revealed that most of the clothing and bags were
made in a small town in neighboring Paraná state
and embellished with designer logos, while the
electronics were from China, which police believe
are smuggled through Paraguay (Globo 2009).
Naim documented a huge market in southern China
specializing in counterfeit designer logos that were
shipped around the world to be attached to bags,
furniture, jewelry and any number of other products
in factories in other countries (National Geographic,
2008). Embellishing in factories separate from
those where apparel is made is a common practice
in the formal global apparel industry (Task Force
2008).
The Media
Given the international character of São
Paulo‘s informal economy, there are many
individuals and institutions serving different
interests that are working to produce knowledge
about different kinds of informal activity.
Governments, trade groups, and mass media are
the most prolific and have the most power in
producing and distributing knowledge. The US and
Brazilian federal governments, especially through
the US Trade Representative and the Conselho
Nacional de Combate à Pirataria (CNCP), produce
extensive education material, as well as legislation
and other policy. Some state and city governments
have less prolific local committees and many police
task forces, though such groups carry out policy
more than they publish38. Trade groups often pay
for research, and then distribute the findings and
use them to support lobbyists39. This study will
examine two educational publications that were
produced by trade groups partnering with CNCP
and circulated in São Paulo, and connect the
messages from that media to policing efforts by
local and federal government entities.
The first is a study sponsored by the
American Chamber of Commerce, the U.S.-Brazil
Business Council and Time Warner. The goal of the
study was to register attitudes towards counterfeits
in São Paulo and measure the products and value
associated with counterfeits in the city. The study
uses survey results from an IBOPE poll of a small
random sample (602 interviews) of São Paulo
households.
The study found that 9% of participants
frequently buy counterfeit goods, while 24% buy
sometimes and 66% rarely or never. CDs were by
far the most popular counterfeit, while clothes, toys,
DVDs and games were also common. While a solid
majority of those interviewed rarely or never bought
counterfeits, a majority also agreed with statements
such as ―Brands have high profits and are not
seriously hurt by piracy‖ (54%) and ―Piracy creates
jobs in poor countries, while brands create jobs only
38 Some material at the federal level indicates tension and
non-totalizing dynamics between federal and local
governments. Despite federal attempts to nationalize anti-
piracy campaigns, only three states have formed state organs
to deal with the issue, of which São Paulo is one.
39 Direct lobbying is against federal law in Brazil, but there are
many, many ways that commercial interests get around this.
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in rich ones‖ (65%), indicating acceptance of
counterfeits in the economy, even when the
respondent does not personally consume them
(when specifically asked about buying CDs, 52%
stated that they do not and would not buy
counterfeit CDs).
Unsurprisingly, the study found that
consumption breaks down along class lines, with
the wealthy purchasing few counterfeits, while 20%
of the middle and lower-middle class and 15% of
the working poor bought counterfeits within the past
year. The last section of the study goes on to
estimate how much money was spent on
counterfeits and then calculate lost profits and taxes
from that, a problematic calculation that I will
address in the next section. The IBOPE study
concludes that consumption of counterfeits is
prevalent in São Paulo, and that most Paulistanos
accept counterfeits as part of the retail market and
a cheap alternative to authentic goods (though the
lower rates of counterfeit consumption amongst the
wealthy indicate a preference for authentic goods
when financially possible, as discussed in the
following section).
The second publication is an anti-piracy
booklet by the Associação de Distribuidores e
Importadores de Perfumes, Cosméticas e Similares
(ADIPEC), published in conjunction with two
government anti-piracy committees, and addresses
and challenges attitudes towards counterfeits
identified in the IBOPE report, emphasizing
morality, public health risks, tax evasion, and even
―the threat to sustainable development‖40 inherent in
buying unauthorized products. The booklet begins
with statements on a rapidly changing world, but
departs from the economic globalization discourse
by citing a breakdown of moral values that permits
the expansion of both the supply and demand for
counterfeits. The main message of the introduction
is that counterfeits are dangerous to society in
innumerous economic and social ways.
The following sections of the booklet set out
a series of definitions emphasizing the illegality and
criminality of counterfeit products by making a case
for why ―pirate‖ and ―contraband‖ are more
appropriate terms than ―counterfeit,‖ ―copy,‖ or
―falsification.‖ In explaining terminology with strong
criminal connotations, ADIPEC explicitly ties
counterfeits and the people that produce, move and
sell them to traditionally-conceived criminal
organizations. The booklet briefly conjures the
image of seaborne pirates carrying stolen goods
and other contraband, likens counterfeiters to
modern pirates and then ties the production and
sale of counterfeits to illicit goods such as drugs
and arms.
The next two sections of the pamphlet
detail the health risks of counterfeit perfume and
cosmetics, and how to tell an authentic product
from a fake one. The health risks of counterfeit
40 My translation of ―…acarretam no cumprimento de
desenvolvimento sustentável…‖ The full sentence is: ―O
resultado destes fatores quando somados, acarretam no
comprometimento do desenvolvimento sustentável, assim
entendido como sendo – o desenvolvimento que atende as
necessidades do presente, sem comprometer a possibilidade
de satisfação de necessidades das gerações futuras‖
(ADIPEC 2007: 2).
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cosmetics are real, considering that quality control
for the chemicals that make up the products is
practically non-existent, as Naim (2006) details.
Furthermore, counterfeit cosmetic producers do not
have the same need for a strong reputation
amongst vendors as counterfeit pharmaceutical
producers, eliminating part of the vendor quality
control that Nordstrom found in Angola. The anti-
piracy labeling on official products, however, has
been easily reproduced by counterfeiters for years,
as a 2004 Globo report detailed.
The final section outlines anti-piracy
activities, which are essentially a reiteration of law
enforcement measures, and calls for the consumer
to report unauthorized copies and vendors to the
police, before closing with a statement on
ADIPEC‘s support and cooperation with the Federal
Police, Highway Patrol, municipal police and anti-
piracy committees. This kind of rhetoric serves to
justify hard-line police tactics directed at both
informal vendors and consumers. When this line of
reasoning is distributed widely, it attempts to
condition a populace to accept these categories
and the actions they entail.
Interestingly, this trade group publication
touches only briefly on the economic impact and
dynamics of counterfeits. When economics are
addressed, ADIPEC talks only about tax evasion
and price cutting, and omits any discussion of lost
profits to ADIPEC members. Furthermore, while the
booklet cites tax evasion as another reason not to
buy counterfeits, the authors dedicated a
subsection to distinguishing between descaminho
(or tax evasion through underreporting legal
imports) and contrabando, dealing in illegal imports.
The booklet casts descaminho as minor white collar
crime and importing counterfeits as dangerous
international smuggling. This differentiation seems
a little suspect, given the widespread tax dodging
by legitimate import businesses that Nordstrom
documented.
ADIPEC is much more interested in tying
counterfeits to Brazilian (and international) criminal
networks than publicly analyzing the effects of
counterfeits on the cosmetics industry or even
informing the consumer about safety. Three
sections primarily discuss the criminal side of
counterfeits while one section addresses consumer
safety and only the odd sentence mentions the
economic impact of counterfeits on the industry or
the government. By tying counterfeits to criminal
networks, ADIPEC is attempting to cast counterfeits
as dirty and morally wrong, a criminal thing that
should be feared and avoided by individuals and
taken care of by law enforcement. There is real
power and profit in succeeding at this campaign; as
Caldeira‘s work shows, once a person or area is
perceived as criminal, wealthy and middle class
Brazilians go to great lengths to avoid contact and
are not overly concerned with the tactics that law
enforcement employs (Caldeira 2000).
Law Enforcement
Governments of all types and sizes try to
regulate extralegal economic activities. Chinese
agents conducted factory raids until most CD/DVD
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copying had moved to Malaysia, Parisian police
frequently raid streets where Congolese women sell
undeclared imports without a license, and São
Paulo police do the same while targeting different
nationalities. Hence, São Paulo city government
policies are not particularly new, but they are
devised and enforced in ways that are specific to
São Paulo (and in some cases specific to a single
street or neighborhood). These policies do not
necessarily work; in fact, despite record
confiscations, the consumption of counterfeit goods
is increasing (Conselho Nacional de Combate à
Pirataria 2009).
To provide a brief overview, the
confiscation of street vendors‘ wares –which I refer
to as ―eradication‖– is common all over Brazil, but
most visible in São Paulo and Rio. Police are
supposed to confiscate wares if the vendor cannot
provide a receipt proving legitimate purchase. The
vendor then has the opportunity to verbally defend,
but if this is found insufficient, their wares are
destroyed, they may be fined and/or arrested and
criminal charges may be brought against the
vendor. However, proper procedure is not always
followed.
City governments also try to work with
street vendors to bring them inside the regulatory
structure. Camelôdromes are markets housed
inside a government-constructed building and are
designed to transfer street vendors off the street
and into a sanctioned space. Such projects do
indeed benefit many vendors by giving them a
permanent place of business and removing the
dangers of selling on the street41. On one hand,
indoor markets are a concession of state funds and
space, though in return vendors must pay rent and
taxes42. On the other hand, state agents determine
who can sell and what can be sold within the
camelôdromes; counterfeit goods are categorically
rejected and those who continue to sell on the
street face increased police harassment. Another
policy is to license street vendors. Vendors must
pay taxes and prove the legitimacy of their wares;
hence, the threat of confiscation and criminal
proceedings is replaced by the threat of having
one‘s license revoked.
One example of the futility of eradication
campaigns and the fragility of licensing policies is
the 100 Days Campaign, which spanned a hundred
days, from April to July 2009, in which no street
vendors – including the licensed ones - were
allowed to sell on 25 de Março, and the feirinha de
madrugada was not allowed to operate (Globo
2009). The intervention was justified by an upswing
in robberies in the area and was a blatant show of
force: police cleared vendors from the area, parked
mobile units on every block, and stationed close to
a hundred officers along the street (Globo 2009).
The mandate, however, was only for 25 de Março
41 De Soto (1989) notes that this is a huge step for many
vendors in Lima, and a place inside a public market
constitutes a career goal for many.
42 It should not be assumed that street vendors do not have
overhead. The traders that MacGaffey and Bazenguissa-
Ganga reported that street vendors had no overhead (87), but
De Soto reports that vendors, neighbors, and police had
developed a system of informal use fees and agreements that
left vendors responsible for considerable overhead (67-75).
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street, so all street commerce simply moved to the
side streets.
Discussion
MacGaffey and Bazenguissa-Ganga
discuss issues of il/legality extensively in their study
of Congolese traders in Paris, and their findings
offer up two explanations that could apply to the
incomplete information on the structure of the 25 de
Março networks. First, traders are taking great risks
in revealing business practices and many chose not
to, no matter the precautions (though many of their
informants spoke out in order to counter the state‘s
and media‘s designations of traders as
undocumented, informal, underground, etc;
MacGaffey and Bazenguissa-Ganga 2000: 25-27).
The other possibility is that supply chains and trade
networks are constantly changing and in flux in
order to meet the demands of the contemporary
market, and no one may know at a given time what
constitutes the supply chain of a particular product
in a particular place. This is the flexibility offered by
post-Fordian manufacturing.
Sanchez suggests that supply chains
change with the product, but can overlap. He
agreed with the claim that many counterfeits come
from China, added that Paraguay is an
understudied midway point, but said that a number
of goods are produced in Brazil as well. Sanchez
distinguished between imports and national
products in the following way: the Chinese products
(electronics, brand name accessories) and other
foreign imports involve a very complex transnational
network that most likely mirrors Sony and Gucci‘s
corporate supply chains. The difference is that the
businessmen supplying 25 de Março cater to a
mass market that demands low prices, hence such
importers and wholesalers increase their profit
margins by not declaring goods or reporting income
and employees. Contesting government allegations
that Brazilian organized crime launders money
through informal businesses, Sanchez conjectured
that Brazilian drug cartels would not launder
through the more complex import system because it
is complicated to enter the chain and not a quick-
and-easy turnaround (contrary to the widely-held
idea that informal networks are easy to enter, also
disputed by Venkatesh (2006)). He posited that it is
more likely that Brazilian organized criminal
networks launder profits through local production,
because those businesses can be quickly set up by
associates. Sousa and Ferreira (2004) found a
number of neighborhood businesses set up for such
purposes in Rio de Janeiro and Venkatesh (2006)
found a number of neighborhood businesses in
Chicago that took drug money as legitimate
tender43.
Government entities produce anti-pirating
media and policy based on beliefs that counterfeits
and the informal economy deprive the government
of taxes, generate unemployment, damage legal
43 The distinction between licit and illicit informal activity is one
that Beloque, MacGaffey and Banzenguissa-Ganga,
Venkatesh, and Nordstrom all make and problematize.
Venkatesh has a particularly good discussion on this
(Venkatesh 2006: 28-92).
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businesses‘ profits, threaten consumer safety, and
are organized by international mafias (Conselho
Nacional de Combate à Pirataria 2009)44. The
material produced by the federal government
through CNCP is extensive and totalizing, and
focused on three principles: ―education, repression,
and economics‖45; manifested in information
campaigns aimed at consumers, as well as policing
measures, and analyzing supply, demand, and
pricing (Conselho Nacional de Combate à Pirataria
2009: 6). While the government‘s interest in
minimizing tax evasion is obvious and well-studied,
many of CNCP‘s claims go beyond what could be
reasonably construed to be addressing tax evasion.
Along with CNCP, US government departments,
IOs, and trade groups‘ reports frequently state that
IPR violations damage profits (some extend this to
say that it seriously threatens FDI) and generate
unemployment, but partner primarily with the
business community to put out studies and
publications and rarely with independent
researchers or informal workers.
Public health concerns are cited by some
trade groups for certain products (perfume,
medicine, car parts, and sunglasses), as ADIPEC‘s
44 This is shortened and somewhat watered down version of
the ―7 Pecados Capitais de Pirataria‖ (The Seven Deadly Sins
of Piracy) found on the Pirataria Tô Fora! campaign‘s website.
The full version is as follows (each is accompanied by a
cartoon, generally showing a sinister vendor and a consumer
being cheated): 1. Gerar desemprego. 2. Sonegar impostos.
3. Prejudicar o economia nacional. 4. Enganar o consumidor e
afetar sua saúde. 5. Roubar ideias e invenções. 6. Practicar
concorrência desleal. 7. Alimentar o crime organizado.
45 This is my literal translation from ―a repressiva, a educativa
e a econômica‖.
publication demonstrated, and also by Procon46.
Nordstrom (2004; 2008) challenges widely held
beliefs about counterfeit pharmaceuticals, by
arguing that unlicensed factories must make safe
and effective products if they are to stay in
business, and hence are not categorically public
health concerns, while on the other hand registered
MNCs often dump medications banned in
industrialized nations on poorer markets, and hence
are not categorically safe. Her findings could apply
to production in other sectors, rendering the public
health concerns somewhat trumped up.
Furthermore, considering the extreme price
differentiations between un/authorized products,
explicitly targeting low income young people by
promoting ―buy original‖ campaigns in venues like
São Paulo‘s public schools is a bit perverse, and
epitomizes Appadurai‘s observation of fashion as
the contemporary form of sumptuary laws in terms
of creating exclusivity.
Similarly, the IBOPE report concludes that
consumption of counterfeits is widespread and
varies by demographics and products. It
generalizes these findings to the national population
to estimate the ―impact of piracy on industry‖ and
taxes (IBOPE 2005). These findings do not hold
according to basic economic theory. Those buying
counterfeits would not necessarily buy authentic
versions if counterfeits were not available (no
similar question was asked). Most consumers of
46 The Brazilian equivalent of the Consumer Product Safety
Commission, who, by the way, has raised enough concerns
about fully licensed and reported products to make the safety
concerns self-righteously raised by MNCs a little suspect.
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counterfeit products in this survey are in classes C,
D, & E (60%) and simply do not have enough
income to buy even one authentic product47. For
example, a pair of recently released Nike shoes can
easily cost R$500, the equivalent of one monthly
minimum wage, or one half to one fourth an
individual in class C‘s monthly income and more
than a person in class E‘s monthly income.. Even
consumers in the A & B brackets may choose not to
buy authentic products or buy rarely. Because of
the extreme price differential, counterfeit goods may
be catering to a different market than authentic
ones, and threatening designer profits only as much
as the Class A market overlaps48. Hence, such
statistics are not realistic measures of the impact on
MNC profits, yet in the name of economic growth
they serve to bolster campaigns that justify the
policing and criminalization of sectors of the
population. Considering that these actions cannot
be attributed to pure economic interest, I suggest
that this information attempts to police the social
47 Brazilian income is figured in monthly wages and social
class is commonly determined in terms of minimum wages
earned per month (aka, R$500 = one minimum wage; middle
class = 4-12 minimum wages). These designations are known
as Classes A, B, C, D, & E and are generally divided as such
(and occasionally subdivided): A = more than 12 minimum
wages a month, B = 4-12, C = 2-4, D = 1-2, E = less than 1.
48 Note that this is the case for designer products, harking
back to Appadurai‘s observations on fashion, and may not
apply for other industries. This is probably not true for the
audio-visual industry, which has seen extreme declines in
profits directly attributable to advances in technology.
However in Brazil‘s case, it may be only the A, B, and C
classes that have affected this industry, since authorized CDs
and other media (at R$30-80 a unit) may still be out of the
price range of D and E incomes.
exclusivity demarcated by the consumption of brand
name products.
The organized crime charge is complicated
and appears to be exaggerated. Organized crime is
mentioned in all of the CNCP‘s publications and
most of its articles; even going as far as to say that
―The crime of piracy is an activity financed by
organized international mafias‖49. Another article
begins to disambiguate: CNCP considers the
networks that supply counterfeit products to be
international organized crime, since they are
technically trafficking contraband across borders
(Camargo 2006). These networks may overlap with
the groups more commonly conceived of as
organized crime, such as drug cartels, and,
according to the government, these allegations
justify harsh anti-counterfeit measures across the
board (Camargo 2006; Sousa and Ferreira 2004).
Characterizing IPR violators as members of
organized crime jives with new criminal prosecution
approaches recommended in 2009 by the US Trade
Representative (Office of the United States Trade
Representative 2009: 3) and justifies increased
policing efforts across Brazil.
The majority of the individuals involved in
what the São Paulo city government deems the
informal sector are those in classes C, D, & E and
49 My translation from ―O crime de pirataria é uma atividade
financiada por grandes grupos de máfias internacionais
organizadas, que trazem para o Brasil os mais diversos tipos
de mercadorias‖ (Conselho Nacional de Combate à Pirataria
2009).
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foreigners50. Be aware that this is a particular
construction of what is considered informal and thus
subjected to regulation attempts; Nordstrom
demonstrated that all firms in some way cross
regulation bounds, and Brazilian firms are no
exception. Businesses run by and serving A & B
classes are audited and prosecuted for violations,
but on a case-by-case basis; whereas ―popular
commerce‖ is categorically targeted through blitzes,
raids, and vitrine closures (see the difference
between luxury good importers in Globo 2009o and
vitrine importers in Globo 2009f). The vendors
caught in these sweeps live almost exclusively in
the periphery, and hence are part of a population to
which the state is constantly trying to prove
legitimacy, usually by asserting that it has a
monopoly on legitimate violence (Caldeira 2000,
Sousa and Ferreira 2004).
Foreigners have a much less defined and
studied relationship with the Brazilian state, but
most involved in 25 de Março seem to embody a
liminality similar to that discussed by Salazar-
Parrenas in Servants of Globalization: they are not
protected by their own state but have few rights
protected by the Brazilian state, who seems to use
them as scapegoats, strawmen, and potential
sources of revenue at different turns (Salazar-
Parreñas 2001). Hence, prosecuting these types of
IPR violations is a relatively easy way for local
governments and business groups to (literally)
police the status quo while projecting a positive and
50 IBGE divides Brazilian society into classes A, B, C, D, & E.
See footnote 19 for an explanation of what these mean
numerically.
responsible image to investors and foreign
governments that can be used for future leverage.
The knowledge produced by government entities,
trade groups, and mass media pave the way for law
enforcement by constructing a concept of extralegal
economic activity that is separate and dangerous;
an anomaly or vestige of underdevelopment that
must be controlled in order to preserve the social
fabric and develop the national economy.
I conclude that the production of knowledge
by the Brazilian government serves bureaucratic
interests in combating tax evasion and selectively
supporting U.S. initiatives. In doing so, it
necessarily adopts the neoclassic view of economic
growth that these partners espouse, partnering with
MNCs to preserve their interests and keep Brazil
attractive – by neoclassic standards - for FDI51.
These interests are cast in such a way as to justify
continued policing of public space and the
criminalization of those who violate the terms of
economic and social inclusion as set out by the
Brazilian elite52.
Conclusion
My research joins a growing body of work
demonstrating that informal economic activity is not
an anomaly or vestige of underdevelopment, but
part of contemporary markets. On a
51 Rodrik contests the necessity of such measures in making a
place attractive for FDI, citing the experience of China, who is
only just starting to combat IPR violations but has enjoyed
astronomical FDI for the past 20 years (Rodrik 2006: 20-21).
52 See Caldeira 2000 for a discussion on public space,
policing, and social inclusion in São Paulo.
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macroeconomic scale, informal activity occurs in
response to market forces that make working
outside of the rules profitable, while for many
individuals, informal work is a coping mechanism in
the face of massive economic restructuring. 25 de
Março illustrates these phenomena in that, as a
street market, it is much less a throwback to
peasant markets of São Paulo‘s agricultural past
and much more a symbol of the high-volume
demand for global consumer products that São
Paulo‘s status as a megalopolis brings.
In addressing these trends, I join a growing
number of scholars that over the past twenty years
have moved away from concepts of the informal as
a separate sphere of activity—a black market, a
parallel economy—and acknowledged the informal
as inseparable from the global economy. Naim‘s
work on counterfeit production and capital,
Nordstrom‘s work on war economics and smuggling
and Frye‘s work on transition economies all show
how every firm uses both formal and informal
methods. Due to this inseparability, the study of the
informal must move away from criminology and
towards detailed, social science analysis.
However, old assumptions about the
negative effects of informal activity, stemming from
criminological studies of black markets and cartels,
are still used to formulate policy today. While some
notions about the effects of the informal still hold
true—tax evasion is a serious and very real issue,
and labor laws are frequently ignored amongst
informal workers and counterfeiters—others are
questionable. While international organized crime
utilizes informal channels, many of those involved in
informal activity are guilty only of copyright violation
and tax evasion. Yet, through campaigns such as
ADIPEC‘s and some of the U.S. Trade
Representative‘s attempted reforms, wholesalers
and vendors of counterfeits are cast in the same
light as cocaine traffickers. The U.S. promotes
stringent punishments for IPR violators explicitly as
a determent mechanism to protect U.S.-based
corporations‘ profits (USTR 2010). Others, such as
ADIPEC, use moralistic arguments and fear to draw
lines between the responsible consumer and the
criminal ―pirate‖ and then encourage tough law
enforcement as a means of literally policing the
status quo of consumption.
Existing studies suggest the need for
further research into the influences and
mechanisms of informal economic activity. In
particular, it is known that informal activity
generates billions of dollars —25 de Março alone
generates millions every day— but extremely little
research focuses on where that money goes and
how it influences local economies. This gap is
striking in the face of a plethora of research on the
influence of formal FDI.
Secondly, government and business
publications bemoan declining profits and threaten
to cut jobs, attributing financial straits to
counterfeiters and other IPR violators. Some
research has been done tracking the scope and
growth of jobs and money generated through
informal activity (see the work of Ramos Schiffer as
well as Perreira and Jimenez‘s cited earlier), but no
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projects have attempted to compare formal sector
losses with informal growth.
Similarly, I am skeptical of the numbers that
businesses come up with regarding profits lost to
IPR violations. Most seem to estimate the sales of
counterfeiters and label the amount as lost profits
(see the IBOPE report). While this method may be
appropriate for calculating damages in a lawsuit, it
is faulty for economic analysis purposes. I suspect
that counterfeiters‘ and brands‘ markets overlap
considerably less than lost profit statistics suggest,
and that if counterfeits were not available, many
consumers would opt for local brands or non-
branded products instead of coughing up two to ten
times the price of a counterfeit in order to buy an
authentic product. However, there is no data to
support or refute this conjecture, hence further
research is needed into market overlap and
consumer choices regarding counterfeits.
To conclude, the spectacular rise of
informal economic activity that financial
deregulation enabled has had sweeping effects on
international trade, intellectual property rights
regimes and job markets. 25 de Março is just one of
dozens of sites around the world in which these
processes can be observed and analyzed.
Continuing study of such sites is paramount to
understanding the impact that informal economic
activity has on individuals‘ lives, livelihood and
consumption habits, as well as global informal
capital‘s impact on international trade and national
economies.
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Política y democracia contemporánea:
Algunos contrapuntos sociológicos
Malik Fercovic53
Resumen
El presente ensayo busca describir y problematizar el debate contemporáneo sobre el
estado actual y el alcance de la política, así como el rol que le compete a la democracia y
a su ejercicio en el seno de la sociedad actual. Se trata de poner en diálogo diversas
miradas sobre la política y la democracia actual, o más precisamente, de llevar a cabo el
entrecruzamiento de dichas miradas con la finalidad de no sólo reproducir una polémica
exclusivamente teórica, sino de ensayar además su viabilidad práctica por medio de la
confrontación de sus premisas con la experiencia. Así, se propone describir, a partir de la
propuesta luhmanniana, las características, el funcionamiento y el alcance del sistema
político y de la democracia moderna en el contexto de una sociedad funcionalmente
diferenciada , para luego revisar algunas de sus deficiencias teóricas y prácticas. En lo
sucesivo, se analizará la propuesta habermasiana sobre la democracia deliberativa,
problematizando luego las aportaciones y argumentos vinculados a dicho enfoque,
recurriendo a los argumentos del propio Luhmann, Hannah Arendt, Chantal Mouffe y
Pierre Bourdieu . Finalmente, se pretende evaluar los aportes teóricos de las diversas
perspectivas sobre la política y la democracia moderna revisados con el propósito de
considerarlos dentro de la discusión en términos de su viabilidad práctica y construcción
efectiva.
Palabras claves: Política, democracia, legitimidad, sistema de dominación.
53 Estudiante de pregrado de sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
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―La política es lo que interrumpe el juego de las
identidades sociológicas.‖
Jacques Rancière54
“Una política realmente democrática debe darse los
medios de escapar a la alternativa de la arrogancia
tecnocrática que pretende hacer la felicidad de los
hombres pese a ellos, por una parte, y, por otra, la
dimisión demagógica que acepta, sin una mínima
modificación, la sanción de la demanda, ya se
manifieste a través de las encuestas de mercado,
las mediciones de audiencia o las cotas de
popularidad.”
Pierre Bourdieu55
Introducción
Desde Aristóteles, en la antigüedad clásica, la
política ha ocupado una posición central en la
comprensión de la sociedad. Bien sabemos que
Aristóteles observaba en la preeminencia de la política
la singularidad de la sociedad antigua; ésta se
expresaba a través de la inclinación natural del ser
humano para vivir en comunidad, instancia que hacía
posible, en último término, que la vida moral buena de
los ciudadanos pudiera llevarse a cabo. Así, cuando los
clásicos del pensamiento político empleaban el término
politeia, usualmente lo hacían para designar las
diferentes formas que podía adoptar dicha noción en la
práctica, esto es, la discusión en torno diversos modos
de gobierno, tales como la monarquía, la oligarquía, la
democracia, etc., y cómo éstos se hacían viables en el
marco de la polis. La polis constituía a la vez el
54 En francés el original: « La politique est ce qui interrompt le jeu des identités sociologiques » (Rancière, 2009 : 243). 55 Bourdieu (1999: 557).
espacio propicio a la convivencia prudente,
virtuosa, orientada al bien común, así como el lugar
para la lucha contra la irracionalidad y la tiranía. Es
por ello que se ha subrayado constantemente el hecho
de que para los griegos no existía diferencia alguna
entre política y sociedad (Hellmann, 2004).
Sin embargo, conviene notar que, como la ha
advertido Giorgio Agamben, le herencia clásica ha
legado al mismo tiempo sus ambigüedades respecto a
la comprensión de la política, particularmente en lo
concerniente a la relación entre la articulación de ésta y
el concepto y la práctica de la democracia. De acuerdo
con Agamben, la noción de democracia reviste en
efecto una gran imprecisión, ya que remite
simultáneamente al derecho público y a la practica
administrativa; designa, pues, tanto una forma de
legitimación del poder como las modalidades de su
ejercicio. Desde este punto de vista, el sistema político
occidental deriva de la imbricación de dos elementos
heterogéneos asociados a la noción de democracia:
una racionalidad político-jurídica y otra económica-
gubernamental. Ambas han operado recíprocamente,
legitimándose y dándose consistencia mutua: la
primera en tanto que forma de constitución, y la
segunda en la medida que es un modo de practicar el
gobierno (Agamben 2009).
Ahora bien, es significativo observar que la
influencia del pensamiento político clásico ha
repercutido mucho más allá de su tiempo. Desde
múltiples perspectivas, sus ideas— y por ende también
las anfibologías que la acompañan— han sido
actualizadas como referente insoslayable para la
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comprensión de la sociedad en diversos momentos
históricos: desde el estudio de la sociedad de la Edad
Media hasta la actualidad, donde siguen siendo
empleados en contextos donde hace mucho tiempo los
comportamientos sociales se han transformado
profundamente. Entretanto, la filosofía política moderna
fundada por Hobbes desvinculó la filosofía política de
la moral, sin por ello resolver ni de forma definitiva
ni consistente el problema heredado por los
clásicos (Habermas 1999). Con Hobbes se produce
en efecto un quiebre con la perspectiva política
clásica, reduciendo la cuestión política por medio
de un planteamiento de carácter técnico centrado
ya no en la vida buena sino en la pregunta por la
posibilidad de la vida. Como sabemos, su
respuesta erige al Estado como la institución sobre
la cual descansa la conservación de la vida frente a
la amenaza siempre latente de la guerra de todos
contra todos. Sólo así la dominación del Leviatán,
derivada de una visón que sitúa al miedo y al deseo
como constantes antropológicas, se instaura en
nombre de la paz.
En tanto heredera de este debate no resuelto,
parte de la sociología contemporánea, vinculada a la
producción teórica de Niklas Luhmann, en un esfuerzo
por replantear los términos de la discusión, ha buscado
comprender la política y la democracia bajo un nuevo
prisma analítico. Para Luhmann, la frecuente
persistencia con la cual se sigue definiendo la sociedad
moderna como sociedad política, es decir, como una
sociedad en la cual la política ocupa el centro de la
comprensión de lo social, es el resultado de un
procedimiento analítico totalmente inapropiado. Desde
su punto de vista ya no se puede seguir hablando de
un lugar preponderante de la política, ya que la
sociedad moderna se caracteriza, ante todo, por ser un
orden crecientemente complejo y funcionalmente
diferenciado, que está compuesto por una multiplicidad
de sistemas de funciones con atribuciones de carácter
universal, los cuales exigen tanto una posición única
como una función específica (Luhmann 2007).
En este marco general, el objetivo del
presente ensayo busca describir y problematizar el
debate contemporáneo sobre el estado actual y el
alcance de la política, así como el rol que le compete
a la democracia y a su ejercicio en el seno de la
sociedad moderna. En esta oportunidad se trata de
poner en diálogo diversas miradas sobre la política y la
democracia actual, o más precisamente, de llevar a
cabo el entrecruzamiento de dichas miradas con la
finalidad de no sólo reproducir una polémica
exclusivamente teórica, sino de ensayar además su
viabilidad práctica por medio de la confrontación de
sus premisas con la experiencia. Así, y en primer
término, se propone describir, a partir de la propuesta
luhmanniana, las características, el funcionamiento y el
alcance del sistema político y de la democracia
moderna en el contexto de una sociedad
funcionalmente diferenciada (II), para luego revisar sus
principales deficiencias teóricas y prácticas (III). En lo
sucesivo, se analizará la propuesta habermasiana
sobre la democracia deliberativa (IV), problematizando
posteriormente las aportaciones y argumentos
vinculados a dicho enfoque, recurriendo a los
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argumentos del propio Luhmann, Hannah Arendt,
Chantal Mouffe y Pierre Bourdieu (V). Finalmente, se
pretende evaluar los aportes teóricos de las diversas
perspectivas sobre la política y la democracia moderna
revisados —sean de tipo sistémico o racional-
normativo— con el propósito de considerarlos dentro
de la discusión en torno a la praxis política y
democrática (VI). En cualquier caso, no se busca
intentar dar respuestas o soluciones definitivas a los
temas tratados, sino, más bien, renovar el debate bajo
nuevas consideraciones y perspectivas.
Luhmann: la autorregulación radical de la política
Como bien sabemos, Luhmann describe la
sociedad moderna por una profunda crisis de
racionalidad, expresada en un déficit estructural de
integración social, derivada de expansiones sistémicas
incontrolables en sus consecuencias; específicamente
de los riesgos del desarrollo científico-tecnológico y
económico (Luhmann 2007). El proceso de
diferenciación funcional con el que la sociología
luhmanniana describe la constitución de la sociedad
moderna implica en efecto un fuerte descentramiento
en sus modos de integración, puesto que el rasgo
distintivo de la sociedad contemporánea es el que la
define como un orden emergente56 al interior de un
56 El pensamiento emergentista luhmanniano remite fundamentalmente a la complejidad de las estructuras sistémicas y a las formas de individualidad que adquieren una mayor autonomía en la determinación de sus propios estados. Por lo mismo, a la vez, requieren de los rendimientos de otras esferas e individuos. La emergencia proviene de esta complejidad del mundo (Mascareño 2008).
mundo contingente. El procedimiento social de la
diferenciación funcional se caracteriza por la
emergencia evolutiva de estructuras y semánticas
altamente especializadas que, en respuesta a la
creciente complejidad que va adquiriendo la realidad
social, se abocan a orientar las operaciones de los
múltiples plexos de sentido que caracterizan al orden
social contemporáneo. En este contexto, ninguna de
las distintas esferas o constelaciones sociales parece
tener la capacidad de control del todo social. Un orden
social funcionalmente diferenciado en sistemas
autónomos como son la política, el derecho, la ciencia,
la economía, etc., exige reconocer el problema de
representar la unidad de la sociedad ante la
incapacidad de un sistema de integrar la totalidad
social, dado que cada sistema sólo opera con su
respectiva lógica parcial (economía-escasez, ciencia-
verdad, política-poder, etc.) (Luhmann 1993). De
acuerdo con Luhmann, la dimensión integradora de las
sociedades avanzadas radicaría, más bien, en la
recíproca indiferencia entre los sistemas, condición
necesaria para realizar sus funciones, lo cual abre
múltiples posibilidades de coordinación por indiferencia
entre los mismos (Ibídem).
En consecuencia, Luhmann concibe la política
en la sociedad moderna solamente como un sistema
funcional entre otros. La distinción sistema/entorno, al
igual que en los demás sistemas sociales, define al
sistema político como una entidad constituida por
elementos relacionados entre sí y en relación de
interacción con el entorno. El punto de partida del
análisis político de Luhmann es la comprensión de que
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el sistema político se constituye como un proceso
autopoiético autorreferencial, es decir, que sólo es
sensible a la resonancia ―en el marco de sus propias
secuencias‖ (Torres 2004). La formación del sistema
político implica un cambio en el modo de
observación. La sistematización de la política
requiere dejar de lado la perspectiva interna de los
actores involucrados; sólo la política puede
observarse a sí misma a través de sus propios
parámetros y coordenadas. Esto quiere decir que
Luhmann escoge, como problema inicial, no la
fundamentación de normas y opiniones a través de la
constitución de una praxis racional —como es el caso
de Habermas—, sino el hecho de que los sistemas
complejos se encuentran, en un mundo contingente,
esto es, que podría ser de otro modo, orientado según
criterios de selectividad para mantener su reproducción
autopoiética en su constante diferenciación con un
entorno complejo. Pero el punto de arranque
luhmanniano también significa, sobre todo, que sólo
puede hacerse política factible; y las condiciones de
factibilidad tienen que fijarse en el propio sistema
político (Von Beyme 1994). Ahora bien, la especificidad
de este sistema lo constituye su posibilidad de generar
poder político, es decir, de transmitir en forma
codificada y generalizada simbólicamente, decisiones
vinculantes (Luhmann 1993).
La comunicación, por su parte, debe
comprenderse como la unidad elemental de
autoconstitución de sistemas en general, y del sistema
político en particular. El principio de autoproducción
que guía la lógica operativa autorreferencial del
sistema político hace que todo lo que ocurre en el
sistema aparezca como generado y controlado
interiormente. De este modo Luhmann, al redefinir los
elementos de control que han caracterizado
históricamente al sistema político —y que han
marcado su propensión a ser desbordado por
exigencias tanto propias como ajenas— como meras
comunicaciones, delimita la función de aquellos, los
que deberán ahora adecuarse a la circularidad interna
del sistema (Ibídem). Como ocurre en los demás
sistemas, la comunicación del sistema político se lleva
a cabo a través de un código de disposición binaria,
que en este caso se produce con la centralización
estatal del poder, y debe limitarse al plano de la política
institucionalizada (Torres 2004). En este marco, el
medio para llevar a cabo las decisiones políticas es el
poder, entendido como medio de comunicación
simbólicamente generalizado que transmite las
decisiones que se han tomado y que deben ser
ejecutadas. ―El poder depende de la capacidad de
ponderar varias alternativas y de seleccionar una de
ellas por medio de la decisión; la contingencia no
desaparece con la decisión que se toma y el empleo
de la violencia restringe la disposición voluntaria de
Ego a cooperar, así como también las posibilidades de
decidir‖ (Hellmann 2004: 50).
Luhmann distingue diferentes subsistemas
políticos que cumplen funciones específicas para la
ejecución del poder. En un nivel superior, denominado
administración —que también incluye a la justicia y al
parlamento—; en el segundo nivel, el de los partidos
políticos y grupos de interés; y en un tercer nivel, se
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encuentra el público. La función del subsistema de
partidos consiste en producir legitimidad, garantizando
la disponibilidad del público a aceptar las decisiones
vinculantes que toma la administración. Los partidos
políticos son las estructuras selectivas que reducen la
complejidad del entorno y permiten a la administración
pública tomar decisiones atendiendo a las demandas
en constante cambio del público o la opinión pública
(Torres 2004). 57
57
Como bien sabemos, en las esferas de la legitimidad
democrática, la “opinión pública” juega una función
clave, puesto que esta noción penetra la totalidad de la
esfera política.Resulta interesante entonces notar desde ya las posiciones que caracterizan el debate en torno al concepto de opinión pública. Para Luhmann la opinión pública cumple una función política, pero distinta a la otorgada por Jürgen Hebermas. La opinión pública es la estructura temática de la comunicación pública, en la medida que es esta estructura común de sentido la que permite el funcionamiento de los subsistemas políticos (y no una acción intersubjetiva que se constituye en el marco del mundo de la vida, de la cual nos habla Habermas). Se convierte así en la base de la democracia, pero no por una valoración ética, sino por razones pragmáticas, en la medida que permite una interconexión entre las personas, compartiendo así ciertos temas básicos (ya que en caso contrario, la estructura social carecería de sentido). En la percepción luhmanniana los medios de comunicación y el Parlamento cumplen el papel de ser simplificadores de la complejidad (Torres 2004). Por su parte, los escritos políticos de Pierre Bourdieu dan cuenta de cómo el concepto de opinión pública es más bien el resultado de una construcción estadística (un artefacto) que de una realidad sociológica propiamente tal. En efecto, el ―campo político‖ que se ha constituido en las sociedades diferenciadas, asociado por Bourdieu a un mercado electoral, queda constituido por los ―representantes‖, ocupando una posición dominante, y una masa de agentes sociales marcadamente jerarquizados, de los cuales los especialistas de sondeos obtienen ―sus demandas‖ para adaptarlas a la oferta electoral (Bourdieu 1970, 1981). ―Los progresos de la ―tecnología social‖, en efecto, son tales que en cierto sentido se conoce demasiado bien la demanda aparente, actual o fácil de actualizar. Pero si la ciencia social puede recordar los límites de una técnica que, como el sondeo, simple medio al servicio de todos los fines posibles, amenaza con convertirse en el instrumento ciego de una forma racionalizada de demagogia, no puede combatir por sí sola la inclinación de los políticos a dar satisfacción a la demanda superficial para asegurarse el éxito, haciendo de la política una forma apenas disfrazada del marketing (Bourdieu 1999:557-558).
Ahora bien, resulta interesante notar que las
premisas en las que se asienta la perspectiva teórica
de Luhmann sobre la política, proponen nuevas
definiciones y atribuciones a la democracia, la
legitimidad y la participación. La democracia es definida
a partir de la distinción gobierno/oposición como la
forma de mantener la complejidad a pesar de la
actividad decisional constante, conservando un ámbito
selectivo lo más amplio posible para decisiones
siempre nuevas y diferentes. En las sociedades
modernas la democracia significa la reversibilidad de
las prestaciones selectivas del proceso decisional, es
decir, la conservación de la complejidad no obstante la
actividad decisional que reduce o rechaza el abanico
de posibilidades del presente. ―La democracia aparece
entonces como alta complejidad potencial que se
presenta en la forma de conflictos que deben
absorberse por medio de la selección de mecanismos
de eficiencia‖ (Hellmann 2004: 49). Otro aspecto
importante en la argumentación luhmanniana sobre la
política es el que considera que la democracia no
implica la participación de todos en los procesos
políticos decisionales, puesto que las decisiones
políticas son procesos selectivos que niegan otras
posibilidades. La legitimación en las sociedades
complejas no se basa en convicciones participantes
sobre la validez de los valores en que se fundan las
decisiones vinculantes —como lo piensa Habermas—;
en las sociedades modernas y diferenciadas la
legitimación se basa en un procedimiento que sostiene
la disposición a aceptar y en la suposición de tal
disposición a aceptar. En otras palabras, se trata de
una disponibilidad generalizada a recibir decisiones
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indeterminadas desde el punto de vista de su
contenido (Mascareño 2009).
Los límites del enfoque sistémico
Desde la misma vertiente sistémica, Helmut
Willke (2006) ha manifestado ciertos reparos a la
interpretación luhmaniana sobre la política y la
democracia. Sin poner en cuestión la matriz conceptual
del enfoque sistémico, su comprensión de la
democracia moderna supone no sólo entenderla como
principio de dominación política —posición tan bien
representada por Hobbes desde los comienzos de la
filosofía política moderna, así como por Weber, en la
sociología clásica—, sino también en referencia a un
problema más general, que dice relación con la
capacidad del modelo democrático para orientar y
coordinar socialmente sistemas complejos. Asimismo,
la opción de Willke puede entenderse también
como una reacción a la célebre sentencia
luhmanniana según la cual para sobrevivir basta la
evolución (Luhmann 1991). En este caso, se trata
de una preocupación contra-fáctica que tiene su
origen en consideraciones más bien éticas que
propiamente teóricas; refiere, en lo esencial, a los
posibles efectos negativos que podría tener la
pura deriva evolutiva de sistemas sociales
operativamente clausurados y su contingencia
sobre los individuos (Mascareño 2006). 58
58 La preocupación de Willke se ancla en la tradición de la reflexión sociológica clásica que nace a partir de la verificación de las consecuencias negativas que el proceso de racionalización de las estructuras sociales tiene para la vida de los individuos, y que fuera problematizado ya por la
Ahora bien, para Willke, el problema de la
democracia, en tanto principio de orientación política,
radica en que el propio sistema político no puede guiar
a la sociedad desde su cima, dada la imposibilidad de
encontrar en la actualidad un principio de orientación
válido para la sociedad en su conjunto. La democracia
contemporánea está en competencia con diversas
formas de orientación en principio equivalentes,
aunque con lógicas diferenciadas. Otros sistemas
funcionales —como la economía, la ciencia, y los
medios de comunicación de masas—ponen en tela de
juicio constantemente las prerrogativas del sistema
político. Con todo, Willke considera que la intervención
es posible, en tanto tenga sentido para las propiedades
autónomas del sistema en el cual se busca incidir —a
diferencia de Luhmann quien enfatiza en la
imposibilidad de intervención de un sistema autónomo
desde su entorno. En otras palabras, Willke cree en la
posibilidad de la democracia y su función política en el
escenario global actual, en términos de la mediación—
y no ya de planificación o regulación— entre múltiples
redes y formas híbridas de democracia y jerarquía, en
el marco de relaciones internacionales que adquieren
su forma en la multipolaridad de la realidad social
contemporánea (Willke 2006). 59
primera generación de la Escuela de Frankfurt bajo la formula de la irracionalidad de la racionalización. 59 Así, por ejemplo, las acciones concertadas, comisiones, mesas
redondas, asociaciones de naturaleza diversa, son descritas y designadas como las instancias que superan y reemplazan de forma descentralizada, las prácticas que antes cumplía el Estado, y al mismo tiempo constituyen posibilidades de orientación social en sociedades complejas, a través de los sistemas de deliberación como solución a cuestiones legitimatorias. Willke ha tratado dar una así respuesta alternativa a la propuesta política de Luhmann, que
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Desde una mirada evaluativa de la teoría
política, Klaus von Beyme ha subrayado, en su Teoría
Política del siglo XX: de la modernidad a la
postmodernidad (1994), la importancia de tomar
conciencia de los límites que comporta la aproximación
sistémica para la comprensión del sistema político y la
democracia. Es relevante notar, en primer término, las
objeciones que se han planteado contra la imagen
maniquea del mundo propia del esquematismo binario.
Von Beyme destaca que el esquema binario del código
político no parece rendir analíticamente en todos los
espacios de decisión política. “En la ciencia política
moderna ya no existe la decisión por antonomasia, a la
que pudiera atribuirse una u otra propiedad. Las
decisiones se desarrollan en diversos campos
políticos‖ (Von Beyme 1994: 230). 60 La realidad se ha
obstinado en demostrar, en efecto, que los problemas
de un sistema político anclado territorialmente no se
manifiestan tan sólo a nivel global, sino también al
interior de las mismas fronteras de los Estado-nación.
Las demandas de los grupos indígenas por mayor
autonomía, los grupos políticos o movimientos sociales
lo acerca en ciertos puntos, como veremos, al enfoque habermasiano de la democracia deliberativa. 60 Von Beyme subraya el caso las decisiones distributivas
que se toman en los estados modernos, las que no pueden esquematizarse binariamente. Más aún, llama la atención sobre las dificultades que conlleva reivindicar el código binario del sistema político en los subsistemas del mismo. Si bien es cierto que el código parece apropiado para describir las lógicas operativas del poder legislativo—en el nivel de la administración— y en el subsistema de los partidos políticos y grupos de interés —al menos en el ámbito de la democracia partidista—, no ocurre lo mismo para el público, donde la idea de código “no puede tomar pie, porque de lo contrario las estrategias de polarización amenazan al sistema mediante ―radicalizaciones sin referencias‖ (Ibíd.:231).
que controlan territorios al interior de las ciudades, los
bolsones de miseria que derivan de la precarización y
la exclusión sistemática de segmentos cada vez
mayores de trabajadores poco calificados y de los
nuevos parias estigmatizados (Wacquant 2007), que
dan forma a dinámicas operativas propias y peticiones
difíciles de satisfacer con políticas sectoriales, son sólo
algunos de los múltiples ejemplos que se pueden dar
sobre las dificultades y antagonismos a los que se
enfrentan los estados nacionales y sus democracias en
la actualidad61. En tal medida, a diferencia de la
perspectiva sistémica, Von Beyme considera que casi
todos los demás enfoques políticos buscan
conocimientos que permitan mejorar la acción política,
puesto que ―todo enfoque, en último término, es
juzgado de acuerdo con su rendimiento y según mejore
la capacidad de acción de la política, que se considera
escasa‖ (Von Beyme 1994: 225).
Por otro lado, si bien desde un punto de
vista teórico el enfoque sistémico presenta el
61 Dentro de las causas que explican el crecimiento de estos fenómenos es posible discernir en un nivel macro profundos cambios estructurales que derivan tanto de razones económicas como político-ideológicas.. Para Loïc Wacquant, en efecto, los años de reestructuración económica llevados a cabo desde la década de los 80 hasta el presente, que marcaron la transición del Estado-Providencia al actual Estado-neoliberal, tuvieron considerables consecuencias para las clases medias y la clase obrera urbana, aumentando la desigualdad y generalizando la inseguridad social,. Sus efectos han sido principalmente el aumento de la pobreza y la informalización de la economía, vinculado a un proceso de exclusión social de una gran parte de la población, así como el correlativo y creciente tratamiento punitivo de la miseria (Wacquant: 1999). Así, el aumento de la violencia y manifestaciones urbanas ―lejos de ser la expresión irracional de una incivilidad impenitente o de un atavismo patológico, (…) constituyen una reacción (socio) lógica a una violencia estructural masiva desencadenada por una serie de transformaciones económicas y políticas que se refuerzan mutuamente‖ (Wacquant, 2006: 40).
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control externo a través de la política como una
alternativa que no es viable en las sociedades
altamente complejas, en el plano empírico, no
obstante, los éxitos del control estatal parecen
considerables. Probablemente el ejemplo que
mejor exhibe con contundencia la importancia
actual de la intervención del sistema político en
otras subesferas de la sociedad, es el salvataje
económico que realizó el Estado estadounidense
en 2008 para contrarrestar la crisis del sistema
financiero, que amenazaba con generar un
cataclismo económico global de proporciones y
efectos tan insospechados como heterorreferentes.
En efecto, como nos recuerda Frédéric Lordon
(2008), previendo las secuelas de una crisis
sistémica de imprevisibles consecuencias que se
extiende bajo nuevas modalidades hasta el
presente — basta pensar en la crisis fiscal que
azota a Grecia y que amenaza con desestabilizar a
la Unión Europea en su conjunto—, las autoridades
estadounidenses del momento recurrieron a los
recursos públicos, es decir, a los que aportan los
contribuyentes, para socorrer a las bancos en
quiebra, desechando así momentáneamente el
dogma ultraliberal que otorga la solución de todos
los problemas del mercado a la mano invisible de
Adam Smith — y cuyo fundamento último no se
encuentra más que en el laisser-faire capitalista.
Ahora bien, en lo esencial, lo que la crisis puso en
jaque fue el corazón mismo del funcionamiento de
la economía monetaria, esto es, la circulación del
dinero, en tanto mecanismo central de la
autonomización y autorregulación del sistema
económico. Este caso pone de manifiesto la
vigencia que siguen teniendo las decisiones
propiamente políticas, en particular la de los
Estados-nacionales, que de este modo inciden en
los procesos sistémicos globales, apelando a la
soberanía que les es propia, su jerarquía y control,
aun en un contexto mundial complejo y altamente
diferenciado que ha hecho crecientemente inocua o
problemática su intervención. Como señala Von
Beyme: ―el control político sigue siendo el punto de
referencia central de toda ciencia política‖ (Ibidem).
Parece ser que, en definitiva, el sistema político es
en sí mismo tan complejo —dada las demandas y
conflictos que debe enfrentar simultáneamente
tanto a nivel nacional como en el escenario global
actual— que no parece adecuado describir su
funcionamiento ni sus alcances a partir de un
código binario.
La democracia deliberativa: la alternativa
habermasiana.
Uno de los aspectos centrales de la crítica de
Jürgen Habermas a las concepciones políticas de
Luhmann se dirige a la tesis de este autor que afirma
que la administración, esto es, el gobierno y su aparato
técnico-burocrático, posee competencia general en
todos los problemas públicos pendientes de la
sociedad, y que esta capacidad se funda en el
conocimiento científico (Habermas 1994). Ahora bien,
sin establecer distinción alguna entre praxis y técnica,
Luhmann considera en efecto que la administración
puede desarrollar estas posibilidades si se independiza
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de la política y se fusiona con la ciencia, es decir, si se
convierte en una burocracia que basa sus decisiones y
la legitimidad de ellas en el conocimiento científico.
Asimismo, y como ya se indicó, Luhmann sostiene que
la participación intensa y amplia sería disfuncional
porque retrasaría los procesos decisorios que deben
realizarse en plazos establecidos, lo que conllevaría a
la frustración generalizada puesto que los procesos de
toma de decisiones implican la exclusión de
posibilidades.
Sin embargo, la tesis de orientación
tecnocrática que da forma a la visión luhmanniana
de las democracias contemporáneas se funda en
supuestos cuestionables. Por un lado, siguiendo los
argumentos de Hannah Arendt, podría decirse que
dicha visión reactualiza los riesgos que conlleva el
vaciamiento del espacio público. Se trata, ante
todo, del vaciamiento de aquel espacio que hace
posible la creación o el resguardo del poder político
a partir de las condiciones sociales por medio de
las cuales los miembros de una sociedad pueden
llegar a entenderse y a intercambiar puntos de vista
sobre todas las cosas que les son comunes. Es por
ello que el ―poder es siempre un poder potencial y
no una intercambiable, mensurable y confiable
entidad como la fuerza [física]. Mientras que ésta
es la cualidad natural de un individuo visto en
aislamiento, el poder surge entre los seres
humanos cuando actúan juntos y desaparece en el
momento en que se dispersan‖ (Arendt 1998: 222).
Para Arendt, el tamaño de esta Koiné —el espacio
de lo común— depende de las prácticas corrientes
y del resultado de la comunicación sobre ellas. El
vacío de la política priva de sustancia a la
comunicación política, al tiempo que convierte a la
praxis política en la mera administración de lo
social (Arendt 2006).
Por otro lado, atendiendo a la crítica
habermasiana, parece cuestionable la existencia de un
saber científico-tecnológico como base para
comprender la política moderna (Habermas 1993). En
contraposición a Luhmann, Habermas busca promover
una forma de racionalidad normativa. Como bien
sabemos, uno de los principales argumentos
contenidos en su Teoría de la Acción Comunicativa
consiste en que es posible, gracias a procedimientos
apropiados de deliberación, alcanzar formas de
acuerdo que satisfagan tanto la racionalidad —
entendida como defensa de los derechos
individuales— como la legitimidad democrática del
sistema político —tal como es encarnada por la
soberanía popular (Habermas, 1987). De este modo
Habermas asegura un fuerte vínculo entre la
democracia y el liberalismo. De ahí que considerar—
como hace Luhmann— que, de un lado, las decisiones
políticas tiene carácter técnico y que, por ende, existe
en cada caso una opción que es la más adecuada; y,
de otro, que existe una minoría de tecnócratas, los
cuales poseen en forma exclusiva el conocimiento
científico-técnico necesario para conocer dichas
opciones, constituye para Habermas una tesis política
elitista, puesto que supone que hay una sola elite que
está facultada para gobernar, y la mayoría sólo debe
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acatar las decisiones de esa minoría62. Al contrario,
Habermas enfatiza la posibilidad de fundar la autoridad
y la legitimidad por medio de ciertas formas de
razonamiento público, que incorporen y expresen la
racionalidad normativa que comporta su concepto de
racionalidad comunicativa. Para ello, Habermas se
atiene a un enfoque estrictamente procedimental que,
en el marco de la situación ideal del habla, no antepone
demarcaciones al alcance ni al contenido de la
deliberación, reinterpretando la soberanía popular en
términos intersubjetivos y redefiniéndola como un
poder fundado por medios comunicacionales
(Habermas 1987).
Precisamente debido a que Habermas es
plenamente consciente de la creciente complejidad y
diferenciación social y cultural de las sociedades
democráticas contemporáneas, es que pone de relieve
de un modo especial en su argumentación el problema
62 A este respecto, resulta pertinente recordar, como hace
Bourdieu, la inexistencia de una frontera infranqueable entre ciencia y política, entre epistemología y poder: ―los conflictos epistemológicos son siempre, inseparablemente conflictos políticos: es por eso que una investigación sobre el poder en el campo científico podría comprender sólo cuestiones de tipo epistemológico‖ (Bourdieu, 2008:15). Más aún, desde la perspectiva de Bourdieu, la pretendida búsqueda de neutralidad valorativa con la que se busca revestir al discurso científico no es más que una ficción. ―La idea de una ciencia neutra es una ficción, y es una ficción interesada, que permite considerar científica una forma neutralizada y eufemística (y por lo tanto particularmente eficaz simbólicamente porque es particularmente desconocible) de la representación dominante del mundo social. Actualizando los mecanismos sociales que aseguran el mantenimiento del orden establecido y cuya eficacia propiamente simbólica es el desconocimiento de su lógica y sus efectos, fundamento de un reconocimiento sutilmente extorsivo, la ciencia social toma necesariamente partido en la lucha política (Ibíd.: 47-48; último destacado propio).
de la participación y la legitimidad de los sistemas
políticos modernos. Desde el punto de vista de la teoría
de la acción comunicativa, los problemas de
legitimación que se suscitan en las democracias
actuales deben analizarse con referencia a la
corroboración discursiva de las pretensiones de validez
normativas. La legitimidad política es el resultado de
procesos activos de formación de consensos de que
dicho sistema político es justo y conveniente, y no
consiste en la mera aprobación pasiva de una legalidad
fundada en la legitimación por procedimiento, que
ejerce una minoría gobernante. Habermas sostiene
que los procedimientos por sí solos no pueden producir
legitimación, sino que requieren ser legitimados. Las
instancias legislativas —indica— ―son parte de un
sistema de poder que tiene que estar legitimado en
total si es que la legalidad pura ha de ser considerada
signo de legitimidad‖ (Habermas 1994: 123). En
consecuencia, la mera legalidad procedimental no
puede garantizar a largo plazo la lealtad de los
ciudadanos a un sistema político democrático. Si la
construcción de la legitimidad política no puede ser
sino el producto constante de procesos comunicativos
racionales en el espacio público, con mayor razón las
principales decisiones políticas deben ser producidas
por dichos procesos participativos, que se orientan
según la lógica universalista de la acción comunicativa.
Así Habermas se propone, a través de una teoría
política normativa, comprender la democracia
atendiendo a su dimensión moral, de tal modo que
permita asegurar un consenso social que brinde
legitimidad al funcionamiento de las sociedades
modernas.
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¿Viabilidad práctica de la teoría?
―La ciencia informa sobre los medios; ella no dice
nada sobre los fines. Pero desde que hablamos de
democracia los fines están claramente planteados :
hay que trabajar a universalisar, es decir, a
democratizar las condiciones económicas y
culturales del acceso a la opinión pública‖.
Pierre Bourdieu63
Llegados a este punto, resulta interesante
notar que la propia alternativa habermasiana, que
reivindica las posibilidades actuales de la democracia
deliberativa, así como sus implicancias y aspiraciones
universales, presenta diversos puntos débiles tanto en
términos de su consistencia como de sus viabilidad
práctica. A continuación, entonces, se buscará mostrar
las dificultades asociadas a dicho enfoque no
exclusivamente desde un punto de vista teórico-lógico,
sino, sobre todo, en su confrontación con la experiencia
de la práctica política y democrática de los mismos
actores que se espera que la lleven a cabo.
En primer lugar, y para hacer justicia con el
punto de vista teórico sistémico en su polémica con
Habermas, puede ponerse en tela de juicio la
noción de consenso, aspecto central en la
propuesta política habermasiana. Como sabemos,
desde la perspectiva sistémica, la sociedad es
mejor entendida cuando se la analiza a través de
63 En francés el original: « La science informe sur les moyens ; elle ne dit rien sur les fins. Mais dès que l'on parle de démocratie, les fins sont clairement posées : il faut travailler à universaliser, c'est-à-dire à démocratiser, les conditions économiques et culturelles de l'accès à l'opinion politique » (Bourdieu 1996).
la comunicación. A partir del teorema de la doble
contingencia elaborado por Luhmann se establecen
las condiciones para una reflexión emergentista de
la comunicación, puesto que se desplaza el foco de
interés desde la transmisión de información hacia la
coordinación de selectividades (Luhmann 1991).
Para Luhmann, en efecto, la comunicación debe
estudiarse como un proceso selectivo de tres cifras:
la información, una conducta de notificación y la
comprensión. La unidad de la comunicación sólo
emerge como tal cuando se efectúa la tercera cifra;
o, dicho de otro modo, sólo cuando alguien
comprende podemos hablar propiamente de
comunicación. Dentro de las variadas
consecuencias que se pueden extraer de esta
concepción de la comunicación, destaca aquella
según la cual la comunicación no se orienta
necesariamente al entendimiento intersubjetivo de
los hablantes –como lo supone Habermas. El éxito
del proceso comunicativo, no sólo puede culminar
en el consenso, sino también—y más aún en
sociedades complejas y funcionalmente
diferenciadas— probabiliza el desacuerdo o
disenso de las perspectivas de los participantes. En
este esquema analítico, la improbabilidad de la
comunicación implica considerar tanto el consenso
como el disenso como fuentes de emergencia de lo
social, y no atribuir al primero un status superior
como fundamento especial de cohesión social o de
legitimidad. De ahí que la democracia pueda ser
entendida como la expresión de la contingencia al
interior del sistema político, es decir, como la
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institucionalización de la diferencia y la posibilidad
de la reversibilidad en las decisiones que se toman.
Desde una perspectiva deconstructivista, Chantal
Mouffe ha interpretado la propuesta teórica de
Habermas como parte fundamental del espíritu de
nuestra época que es identificable por su obstinación
en negar el conflicto como un aspecto esencial de toda
política democrática (Mouffe 1999, 2003). Mouffe,
quien estima que la democracia se constituye a través
de la tensión entre sus dos componentes principales —
libertad e igualdad—, pone en entredicho la propuesta
de Habermas que busca fundar la adhesión a la
democracia liberal en un tipo de acuerdo racional que
excluya la posibilidad de impugnación u oposición.
Mouffe considera que la alternativa habermasiana no
es plausible pues el ámbito de la política no es un
terreno neutral que pueda aislarse del pluralismo de los
valores propio de las sociedades modernas; la política
no es un terreno en el cual puedan formularse
soluciones racionales universales que no excluyan
otras visiones o alternativas, sino que es un espacio
que sólo puede estabilizarse temporalmente mediante
negociaciones pragmáticas entre fuerzas políticas. Así,
en lo esencial, la perspectiva racionalista de Habermas
brinda una respuesta insatisfactoria al problema de la
lealtad hacia las instituciones democráticas en las
sociedades modernas —aspecto que el propio
Habermas buscaba solucionar. El problema de la
democracia no se resuelve apelando a la justificación o
argumentación racional que aseguren ciertos acuerdos
entre sus miembros, sino a la ―disponibilidad de formas
democráticas de individualidad y subjetividad”( Mouffe
2003). Al privilegiar la racionalidad, el enfoque
deliberativo y universalista soslaya el papel crucial que
juegan las pasiones y los afectos en el ejercicio de los
valores y de la práctica democrática.64
Finalmente, y desde un punto de vista de su
viabilidad práctica, la democracia deliberativa en su
versión universalista se confronta a una serie de
dificultades. En este sentido, la fuente de
problematicidad de la propuesta habermasiana está
asociada, como destaca Pierre Bourdieu, a la
reducción, o más precisamente, la despolitización
de las relaciones sociales que comporta su teoría
en una doble dimensión. Por un lado, Habermas
reduce las relaciones de fuerza política a meras
relaciones de comunicación, desconociendo así los
poderosos efectos no sólo de la coerción física—
que despliega el Estado bajo múltiples formas e
instituciones, reclamándose el derecho a ejercer la
fuerza pública—, sino, sobre todo, de las relaciones
de poder simbólicas y de violencia simbólica que
informan la práctica discursiva. Toda forma de
dominación posee siempre una dimensión
simbólica vinculada a los actos de obediencia o de
sumisión, es decir, a los actos de conocimiento y
reconocimiento que comparten tanto los
dominantes como los dominados bajo la forma de
64 Mouffe, en oposición a Habermas, propone considerar la política
democrática como una forma de pluralismo agonístico, concepto que pone de relieve a su juicio el problema crucial en la política democrática moderna, esto es, el problema de cómo transformar el antagonismo en agonismo. El objetivo de una política democrática radical y plural consiste, pues, en proporcionar el marco en el cual la naturaleza conflictiva y antagónica del pluralismo de los valores pueda adoptar la forma de una confrontación agonística entre adversarios —esto es, entre un enemigo legítimo que comparte la adhesión a los principios ético políticos de la libertad y la igualdad— en lugar de manifestarse como una lucha antagónica entre enemigos.
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esquemas de percepción, apreciación y acción, y
que se despliegan en cada agente como
estructuras cognitivas capaces de adaptarse y
aplicarse de modos diferentes a la realidad
objetiva del mundo social. En el caso de los
dominados, la imposición de estas estructuras
cognitivas que, ajustados a las clasificaciones
objetivas, generan una suerte de reconocimiento
del orden social por medio del desconocimiento de
la arbitrariedad de sus fundamentos.65
Por otro lado, y aún más importante,
Habermas pasa por alto las condiciones sociales
de posibilidad que deben cumplirse para hacer
practicable el despliegue de la acción comunicativa,
tanto a nivel intersubjetivo como a nivel de la esfera
pública. En una opción que Bourdieu califica como
la consecuencia de la disposición propiamente
escolástica que da forma a las producciones
intelectuales, históricamente asociadas a la
constitución de un determinado universo social
(campo científico) — y en la medida que dicha
disposición ignora los límites del pensamiento, así
como las condiciones que hacen posible el ejercicio
65 En efecto, para Bourdieu, la correspondencia que él constata en los agentes sociales entre las estructuras sociales y las estructuras cognitivas (las disposiciones y representaciones que el orden social produce en los agentes) constituye la clave explicativa de lo que él denomina la ―paradoja de la doxa‖, esta suerte de adhesión originaria e implícita al statu quo. Es por ello que toda ruptura política debe partir como una ruptura cognitiva, esto es, como una transformación de la visón dóxica sobre el mundo. De ahí que se refuerce nuevamente la importancia que tienen las luchas que se dan al interior de las ciencias consagradas al estudio del mundo social. La ciencia y sus efectos de teoría— derivados del efecto de imposición de los esquemas de visión y división que lleva a cabo toda explicitación teórica—, modifican la representación del mundo, posibilitando así la transformación de las prácticas sociales derivadas y más congruentes con aquella representación modificada.
de la raison savante —, la proposición teórica
habermasiana traspasa los límites de una experiencia
social supeditada a una posición social de privilegio,
inevitablemente parcial y local. En otras palabras, el
hecho de no considerar las condiciones de acceso
a la esfera política, así como sus diversos factores
de discriminación deja simplemente de lado las
condiciones económicas y sociales que deben
reunirse para acceder al discurso público que nos
propone Habermas. Sin embargo, la experiencia se
obstina en demostrar, en efecto, que factores como
el sexo, la educación o el nivel de ingresos, entre
otros, juegan un papel determinante en la exclusión
de la esfera pública. En particular, el rol que cumple
la institución escolar es central, ya que constituye la
instancia que es capaz de otorgar un
reconocimiento universal de la cultura y la lengua
oficial, pero que sin embargo distribuye de forma
muy desigual el capital simbólico asociado al éxito
académico (Bourdieu y Passeron, 1966). Y este
último es, no obstante, la base fundamental que
hace posible que el efecto derivado de la
combinación de capital cultural y económico que
permite a los individuos la elaboración y la puesta
en práctica de la opinión política, y que brinda así el
acceso a la esfera pública según su definición
legitima, es decir, como un discurso
suficientemente articulado y general sobre el
mundo.
Así, la apuesta habermasiana, impregnada
de la doxa democrática (el respeto de los derechos
humano, tolerancia, igualdad, etc.), resulta de la
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ilusión típicamente intelectualista que busca
reconocer a todos el derecho a la opinión política
sin brindar les medios indispensables que hacen
posible la realización concreta de dicho derecho
universal. Con ello, los defensores de un
universalismo abstracto, que apelan y enfatizan las
exigencias y procedimientos formales de la
democracia, se arriesgan a terminar por justificar el
orden establecido, con todas las desigualdades en
términos de oportunidades y de poder que ello
conlleva, al disociar las condiciones sociales —
escasas y, por ende, siempre privilegiadas— de su
realización; al no reconocer, en suma, los límites
asociados a la práctica política y democrática que
impone cada sociedad a sus miembros.
Cierre
El debate actual sobre los alcances y límites
del sistema político y la democracia contemporánea, en
la medida que se refiere a sus actuales posibilidades
de orientación y coordinación social, así como a su
realización y viabilidad práctica al interior de cada
Estado, pone de manifiesto el problema de la
complejidad del orden social moderno al que deben
enfrentar los diferentes enfoques revisados. Sus
propuestas han replanteado en nuevos términos el
antiguo problema asociado a la ambigüedad
constitutiva del concepto y de la práctica democrática—
del cual nos habla Agamben—, complementando en
grados y formas diferentes los elementos
heterogéneos vinculados a la noción de democracia,
esto es, tanto como forma de constitución que como
técnica de gobierno, tanto como forma de legitimación
del poder como de las modalidades de su ejercicio.
Las proposiciones políticas asociadas a la
perspectiva sistémica, si bien destacan, a partir de
consideraciones teóricas, la complejidad de la sociedad
actual, se exponen constantemente a reducir la política
a lo que Jacques Rancière (2005) ha llamado su
lógica policial, esto es, la lógica de dominación que
estructura la comunidad política bajo la forma de
gestión de los asuntos comunes en términos de
distribución de funciones y puestos, de
competencias y partes. En otras palabras, el
reconocimiento de la complejidad de la sociedad
contemporánea no justifica la transformación de la
práctica política y democrática en la mera
administración de lo social. A su vez, la insistencia
en la noción de contingencia o en las ventajas
analíticas de la comunicación, que en principio
parecieran brindar una apertura indefinida de
posibilidades susceptibles de actualización al
sistema político, tienden a desconocer, como nos
recuerda Bourdieu, que las paradojas asociadas a
la contingencia, derivadas de la propensión
típicamente escolástica, se plantean principalmente
al observador y no a los individuos que orientan y
comprometen su acción política de acuerdo a un
sentido práctico, adquirido por medio del efecto de
la incorporación de las estructuras sociales que
inculcan en ellos estructuras evaluativas y
cognitivas bajo la forma de disposiciones (Bourdieu
1997: capítulo 6) . Asimismo, cabe constatar, que en
contraposición a las consignas propias del enfoque
sistémico, que preconizan — al menos en su versión
luhmaniana— las ventajas del laisser-faire y la deriva
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evolutiva de los sistemas sociales66, la regulación o
intervención siguen siendo aún una alternativa que
confirma su eficacia y vigencia. ―El estado-nación,
destaca Mascareño, se ha mantenido por dos siglos
aportando unidad en la diferencia, algunas veces con
más violencia de la que nos gustaría aceptar, pero en
otros con alta legitimidad democrática‖ (2009: 12).
Por otro lado, si bien Habermas acierta en
advertir que la democracia no es solamente una
institución procedimental, es decir, una mera forma
para llegar al consenso o para tomar decisiones,
sino que es además normativa, soslaya los efectos
de la violencia simbólica que siempre están ligados
a la práctica discursiva. Como bien sabemos, los
sistemas políticos dan mayormente un manejo a los
conflictos donde el Estado recurre habitualmente al
66 A este respecto, habría que recordar las palabras de Von Wright, quien califica tanto de irresponsable como de paralizante ―un optimismo que piense que se puede tranquilamente dejar que la evolución continúe, en gran parte como antes, con la certeza de que más investigación, una nueva técnica y el libre juego de las fuerzas del mercado colocarán finalmente todo en el lugar adecuado‖ (citado en Bouveresse, 2010). O, para plantearlo en términos bourdianos: ―nada es menos inocente que el laisser-faire: si es verdad que la mayoría de los mecanismos económicos y sociales que están en el origen de los sufrimientos más crueles, en especial los que regulan el mercado laboral y el mercado escolar, son difíciles de frenar o modificar, lo cierto es que toda política que no aproveche plenamente las posibilidades, por reducidas que sean, que se ofrecen a la acción, y que la ciencia puede ayudar a descubrir, puede considerarse culpable de no asistencia a una persona en peligro‖ (Bourdieu, 1999: 559). Reivindicando las conquistas que la ciencia social y su empleo al servicio de la legitima búsqueda de los hombres de atribuir sus pesares y sufrimientos a determinantes fundamentalmente económicos y sociales, Bourdieu nos libra así de toda desesperanza o fatalismo asociado a la complejidad del orden social: ―lo que el mundo social ha hecho, el mundo social, armado de este saber, puede deshacerlo‖ (Ibid).
empleo de la violencia física. Con todo, Habermas aún
cree en la posibilidad y en el impulso de derechos
cosmopolitas que afirmen la autodeterminación, la
inclusión, la igualdad y equidad de los ciudadanos a
través de la conformación de un sistema con varios
niveles políticos al interior de los estados nacionales
(Habermas 2006). Sin embargo, su universalismo
abstracto y racionalista, además desestimar la
dimensión conflictiva y antagónica que es inherente
a la práctica política y a la esfera pública, reivindica
el derecho universal a la opinión y diálogo
ciudadano, pero ignorando la importancia de los
medios — capital cultural y económico
fundamentalmente— que permiten su realización y
puesta en práctica. Así, su teoría se arriesga a
convertirse en aquello que Bourdieu ha
denominado una sociodicea epistemocrática, es
decir, en una justificación de la sociedad y del statu
quo, a partir de la posición privilegiada que está
vinculada a las esferas de producción intelectual y
su visión parcial del mundo.
De este modo, si es fundamental admitir
que, de un lado, la democracia es un ―sistema
perpetuamente inacabado‖ (Dussel 2006: 63), y
denunciar consecuentemente los riesgos
permanentemente asociados a la fetichización del
poder a los que se expone todo sistema político —
en la medida que toda estructura de dominación
tiende a auto-fundamentar su propia voluntad
dominante—, resulta igualmente indispensable, de
otro, repensar los medios reales y efectivos a
través de los cuales se hace viable la práctica
política, como una forma genuinamente
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democrática al alcance de todos los ciudadanos;
una alternativa democrática que, como sostiene Mouffe
o Rancière, no escamotee la cuestión del conflicto y la
exclusión que es propia de lo político y que, como nos
enseña la historia social, reconozca que toda praxis se
construye y se reivindica, más allá de las declaraciones
de principios o de buena voluntad, por medio de las
luchas y negociaciones pragmáticas entre fuerzas
políticas que intervienen en el espacio de lo común.
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El enfoque interaccional en Latinoamérica
Nicolás Bonnefoy Valdés67
Resumen
Cuando un sociólogo latinoamericano investiga su sociedad, suele ajustarse a dos
formas de observación teórica: una visión macrosociológica que entiende al mundo
desde instituciones mayores o en preceptos como clase, religión y raza; o bien,
postulados postmodernos que explican el contexto latinoamericano desde la alteridad.
Este artículo es una presentación al enfoque interaccional en cuanto alternativa desde
donde examinar las particularidades de América Latina. Se introduce a las
microsociologías como una manera de enfrentar la producción de conocimientos,
definiendo conceptos y escuelas. Se expone la situación en la que se originaron y la
situación de la sociología durante los años sesenta, entendiendo las razones
ideológicas y sociohistóricas para la predominancia de ciertas teorías. Se hace una
revisión de la situación actual, en donde las teorías de la dependencia han perdido
influencia y la explicación de particularidades depende de la alteridad que ofrece la
postmodernidad. Por último, se exponen dos áreas donde la investigación se
beneficiaría de un enfoque basada en las relaciones e interacciones: i) la ciudadanía,
que en Latinoamérica se ha ejercido desde el colectivo; y ii) el trabajo y consumo, con
un enfoque distinto a la vocación como realización personal y al actor como alguien que
ejerce elecciones racionales.
Palabras Claves: Microsociología, Interacción, América Latina, Funcionalismo, Actores.
67 Licenciado en Sociología de la Universidad Diego Portales y Minor en Cultura Contemporánea de la misma institución.
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Introducción
Las microsociologías son un área de la sociología
que pone el énfasis en las interacciones de los
sujetos para comprender la creación de sentido y
normatividad dentro del encuadre social; surgen
como una respuesta a los enfoques funcional-
estructuralistas y pueden entenderse como
antecesores a los movimientos contracultural que
verían los países norteamericanos y europeos (y un
tanto después, latinoamericanos) durante la década
de los sesenta. Sin embargo, estos enfoques nunca
tuvieron demasiada popularidad en Latinoamérica,
donde las teorías de la dependencia dominaron el
panorama académico. Aun hoy en día, es escaso el
tratamiento interaccional en la investigación
sociológica.
Este artículo tiene por objetivo presentar
las posibilidades que abriría un enfoque
interaccional para el estudio de contextos
latinoamericanos. Se busca motivar a académicos
e investigadores (tanto realizados como en
entrenamiento) para tomar estas herramientas
usualmente olvidadas por los enfoques más
orientados a la estructura como moldeador primario
del carácter social. Se hipotetiza que la
construcción de una realidad social por medio de
las interacciones puede ser muy fructífero en un
contexto donde, como han mostrado
numerosamente algunos sociólogos, el sujeto se
encuentra más alienado del marco normativo
imperante, siendo en muchos casos una imposición
por parte de ciertos grupos más que una
asimilación sin conflictos.
La argumentación bajará al plano de lo
concreto usando dos campos o mundos como
hipotéticos casos de estudio: en el campo de la
asociatividad, se discute el uso histórico del
colectivismo por sobre el agente ciudadano (cuya
mera existencia es discutible) para ejercer acción
política; en el campo del trabajo y el consumo, se
explora respecto a cómo la falta de una Beruf –o
vocación weberiana– hacia el oficio, sumado al
carácter fatalista que se le suele otorgar a la
necesidad por trabajar, otorga características
definitorias para el trabajo y consumo.
La exposición de casos y ejemplos tiene un
carácter más exploratorio debido a la mencionada
falta de investigaciones que hagan uso del
interaccionismo como marco teórico principal para
comprender la acción social; esto debido a que no
se espera tanto la muestra de resultados empíricos
como el incitar a los investigadores de hoy y
mañana para que lleguen a apreciar esta forma de
ver al mundo en sus propios términos.
Antecedentes
―Microsociología‖ es el término que refiere al
conjunto de perspectivas sociológicas que se
ocupa de las relaciones sociales a un nivel
reducido, en oposición a las teorías funcionalistas y
marxistas (o ―macro‖) que estudian la sociedad en
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su totalidad. Tomando como base –en distintas
gradaciones– la fenomenología, plantean que la
comprensión de situaciones depende de la relación
entre los fenómenos y la conciencia individual. Por
tanto, el estudio microsociológico depende de la
interpretación de fenómenos, estudiando la vida
social como experiencias.
Hablar de microsociología como
movimiento unificado puede ser un error de
conceptualización. Ya el interaccionismo simbólico,
una de las escuelas más importantes cuando se
suele hablar de microsociología, se desprende de
toda posibilidad de categorización: Persona,
espíritu y sociedad sería publicado (póstumamente)
en 1934, casi 30 años antes que la consolidación
de la microsociología en la escena académica e
incluso antes que el nombre de Talcott Parsons se
convirtiera en sinónimo de sociología. El término
mismo no sería acuñado por su autor, George
Herbert Mead, sino que por su seguidor Herbert
Blumer en 1937. Durante esos años de bajo perfil,
el interaccionismo simbólico crearía dos escuelas:
la de Chicago, más cualitativa y fiel a los objetivos
de Mead, y la de Iowa, más cuantitativa y orientada
a la correlación de variables (Coté y Levine 2000).
Pero como con todas las complejidades propias de
la vida real, se hace necesaria una simplificación
para permitir su estudio.
Siguiendo esta aclaración, se hace posible
decir que las microsociologías como movimiento se
consolidan durante los años sesenta. Las razones
se originan en la situación del momento: el dominio
intelectual de las teorías funcionalistas y marxistas,
que trataban la relación del individuo como
derivado de la sociedad. Para los funcionalistas,
significaba una fuerte lealtad hacia el marco
normativo de su sociedad; para los marxistas,
significaba las consecuencias negativas de la
cohesión que fuerza la supraestructura. Las teorías
microsociológicas postulan que la vida social
consiste en más que la dependencia para con el
cuerpo social, estas teorías no representan la
realidad en su complejo y caótico esplendor. Las
teorías más conocidas son:
a) Dramaturgia: Ideada por Erving
Goffman, argumenta que las acciones humanas
dependen de tiempos, lugares y audiencias. Los
fenómenos sociales serían análogos al teatro,
donde la manipulación de factores lleva a una
representación creíble.
b) Interaccionismo Simbólico: se origina
con Mead pero evolucionaría con distintos autores,
postula que la realidad social debe ser entendida
desde una perspectiva nominalista y, por tanto,
requiere de una constante negociación para
mantener las adecuadas definiciones situacionales.
c) Fenomenología social: Es el trabajo de
Berger y Luckmann, explora las dialécticas entre la
realidad física y el mundo nominalista en que los
humanos viven. La influencia fenomenológica es
directa al plantear la importancia de la
interpretación y la objetivación.
d) Etnometodología: producto de los
estudios de Harold Garfinkel, se basa en el
supuesto de que todos los seres humanos tienen
un sentido práctico con el cual interpretan las
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normas sociales vigentes, adaptándose a
particularismos.
e) Teoría del intercambio social:
popularizada por George C. Homans, describe la
estabilidad social (o la falta de ella) como un logro
de análisis subjetivo de costo-beneficio que utilizan
las personas para establecer relaciones.
Estas teorías cuestionan qué tan efectivas
son los postulados de corte macrosociológico para
comprender la realidad. Sin embargo, esta ruptura
no sería reconocida hasta años después, en medio
del vigor del postmodernismo. Mucho menos para
el caso de Latinoamérica, donde la escena
intelectual tomó un camino distinto a través de las
teorías de la dependencia.
Conocimientos, contextos y tomar una tercera
opción
Para alguien no tan adepto a las discusiones
abstractas, el debate sobre la elección de una u
otra teoría le parecerán habladurías. Esta opinión
está lejos de ser recomendada. Cada enfoque
teórico reconoce una visión del mundo diferente y
cada postulado implica una concepción de los
participantes en eso llamado sociedad.
Las ciencias sociales, en su pretensión de
objetividad, aboga por la creación de un
conocimiento que pretende separarse de los juicios
de valor y las preconcepciones; siendo que, desde
un punto de vista humano, es imposible separar lo
estable (logos) de lo contingente (doxa) (Habermas
1999). Respecto a las divisiones ontológicas,
Habermas establece cuatro tipos de acción que
están presentes en la producción sociológica
contemporánea (Habermas 2001): a) acción
teleológica, b) acción regulada por normas, c)
acción dramatúrgica y d) acción comunicativa. Lo
ontológico de las dos primeras –que son, como
cualquiera puede ver, las visiones dominantes en la
práctica sociológica– es que presuponen la
existencia de dos mundos, uno objetivo y el otro
social. En el caso de una acción teleológica, ni
siquiera el mundo social es reconocido; se trata de
una relación unidireccional del actor con lo objetivo.
En estos modelos, un tercer mundo que contiene
los elementos de subjetividad no tiene cabida. Sólo
desde una concepción dramatúrgica o
comunicacional están los tres mundos presentes.
Presuponer una acción teleológica implica hacer
desaparecer o esconder lo subjetivo detrás de un
actor, y acomodar sus acciones a una lista de lo
válido e invalido.
¿Qué implica esto en el marco histórico de
la sociología? Significa revisar esta historia bajo
una dimensión política, más que simples posturas
con las que se está en acuerdo o desacuerdo.
Como se planteó en las definiciones, lo
microsociológico surge en medio de un pleito entre,
por un lado, las teorías estructuralistas-normativas
de la mano de una explosión en el desarrollo
metodológico y, por el otro, un estructuralismo del
conflicto heredero del marxismo y la teoría crítica.
En un sentido ontológico, el esquema AGIL y sus
derivados son baluartes del modo de vida
norteamericano: el rol predominante de la
economía para una sociedad funcional; el actor
socializado y operante dentro de las normas, pero
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libre de jerarquías y normas coercitivas que lo
presionen.
Las teorías del conflicto, por otro lado,
vienen a exponer el contraargumento para lo
funcional-estructural. Ontológicamente, es más
clara su posición política como forma de
contestación frente a los fenómenos de la guerra.
Frente a la pregunta por el orden social, describe
las imperfecciones del sistema capitalista y
democrático como fundado en la inequidad de
posiciones sociales. Sus representantes, desde
Max Gluckman hasta Ralf Dahrendorf, fueron
fuertemente influenciados por el pensamiento de
Marx: en ellos es que los problemas de la
dominación y su consecuente respuesta en la
revolución, que sería posible mediante la adopción
de ideologías socialistas. El conflicto es oposición
al estado de cosas imperante, una alternativa al
conformismo funcionalista y sus implicaciones
infortunadas de desigualdad y dominación. Una
consecuencia de esta posición fue la falta de
homogeneidad –similar a cómo políticamente el
socialismo no era un bloque homogéneo –de sus
autores. Por un lado, nombres como Gluckman y
Dahrendorf no resuenan tanto como debería, por el
otro, complica lo que se entiende como teoría del
conflicto: ¿se incluyen a los Gramsci, a los Wright
Mills?
Más allá de las diferencias en términos
ontológicos, se puede visibilizar que el éxito del
estructural-funcionalismo depende de un contexto
sociohistórico. Discutir la política detrás puede
dejarse abierto a la interpretación, pero un hecho
más tangible es la necesidad de certidumbre en
sociedad para aceptar la viabilidad del estructural-
funcionalismo. Como ha notado Jeffrey Alexander
(1992), el éxito de la teoría parsoniana se entiende
como situacional: un escenario de postguerra en
donde Norteamérica ha triunfado por sobre los
efectos de la Gran Depresión y pasa por una
década libre de conflictos, mientras que el mundo
europeo se recupera de la guerra y los intelectuales
emigran en masa a Estados Unidos. La teoría de
sistemas (y la teoría general de la acción) eran
posibles porque se desenvolvían en un país que
parecía no tener conflictos: ―Parsons implícitamente
había asociado su nueva teoría con un desenlace
positivo para la sociedad de posguerra; si se
dudaba de este desenlace, también se dudaría de
la precisión de su teoría‖ (Alexander 1992: 101).
Con el resurgimiento de conflictos de clases y, más
aún, raciales (fue en 1955 cuando Rosa Parks se
negó a dejarle el asiento a un pasajero blanco),
además de la recuperación europea visible en el
logro del Estado de Bienestar, el carácter inmóvil
del estructuralismo deja que desear. Los
postulados de Parsons pierden gran parte de su
validez si no se cuenta con el axioma: ―el modelo
de socialización norteamericano es el más
propenso a la prosperidad‖68.
La microsociología como unidad funciona
como otro tipo de crítica. Políticamente, no es un
movimiento que presenta ideales opuestos al
68 Probablemente el caso más visible de esto sea ―Familia,
socialización e interacción‖, en donde Parsons hace el vínculo
entre la familia nuclear aislada, la división de roles en el hogar
y la fortuna económica.
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estructural-funcionalismo, ni se reconoce como su
rival; más bien, se crea al interior de la sociología
dominante, con todos sus conceptos interiorizados
hasta el hastío, y se plantea como alternativa más
no como reemplazo. Son las rebeliones de
sociólogos que no buscar trascender la teoría
parsoniana, porque son desde un principio
antiparsonianos. Si esta historia suena familiar, es
porque su descripción calza con cierto término
acuñado por entonces: es la palabra contracultural
la que se estaba pensando. La microsociología
puede entenderse como contracultura a los
teoremas dominantes. No es una oposición como la
que se da entre capitalismo y marxismo, sino que
es una alternativa de escape a las preguntas por el
orden donde se reemplazan los cómo por los por
qué. No es casualidad que la pregunta que
comparten varios de estos autores sea por la
situación de normalidad en un contexto de
individuos diversos con motivaciones discordante69.
Frente al mundo determinista que postulan las dos
oposiciones vigentes, encuentra una tercera opción
en el rescate de los individuos como aquellos que
producen coherencia y sentido en la sociedad. No
es poco lo que se comparte con otros movimientos
que surgirían al mismo tiempo: la microsociología
tiene mucho sentido contextual cuando se la ubica
junto a beatniks y hippies70.
69 Reveladora es la introducción a Frame Analysis, opus
magnus de Erving Goffman (1986). En ella, el autor aborda la
pregunta sobre la relevancia de lo microsocial, la sociología
basada en la subjetividad de las experiencias, y admite que
su labor es secundaria frente a las preguntas nucleares de la
sociología. 70 Un caso extremo es Garfinkel, cuya biografía tiene una cantidad desconcertante de paralelismos con los hijos de las flores que escaparían de sus suburbios: Estudiante de
Y en La respuesta latinoamericana, ¿qué
debería ser el tema de interés primario? Las teorías
de la dependencia nacen como un diálogo en
respuesta al estructuralismo imperante y a la
posterior discusión con los teóricos del conflicto,
con los que comparte la influencia marxista y
weberiana y que toma como precedente, pero que
no quiere ser una mera réplica de lo que ellos
dictan. El origen de las teorías de la dependencia
es irremediablemente contestatario, pues nace en
medio de las luchas entre los bloques capitalistas y
soviéticos por el dominio ideológico en el
continente latinoamericano. En un sentido similar a
las microsociologías, es una afirmación de
independencia ideológica por parte de los
intelectuales latinoamericanos.
La sociología post-Muro
Una vez declaradas las relaciones entre formas de
adquirir conocimiento e interés, habría que
introducirse en el centro del asunto: qué teorías se
están usando ahora en Latinoamérica, y con qué
fines.
La realidad es que el pensamiento
universalista sigue vigente y dominante a la hora de
producir conocimiento social en Latinoamérica.
Como una muestra, el trabajo de Pinilla Godoy,
Manríquez, Vargas e Ihnen (2009) es un estudio
exhaustivo donde se investiga la presencia de
autores latinoamericanos, a partir de una muestra
Parsons, abandonaría a su maestro para iniciar escuela al otro lado del país y se rebelaría contra la uniformidad del actor parsoniano. Las descripciones de los estudios metodológicos no estarían fuera de lugar en una biografía de Allan Kaprov.
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de 348 memorias de titulación en de las carreras de
Antropología Social y Sociología en la Universidad
de Chile, publicadas entre 1988 y 2007.
De la información obtenida es notable que,
si bien es cierto que los autores autodefinidos como
funcionalistas han sido relegados a un plano menor
(descartando la visión estructural-funcionalista de la
producción académica), la mayor parte de los
exponentes continuán siendo autores europeos que
trabajan con una sociología que se aborda desde la
estructura. Notable es el primer puesto indiscutible
de Pierre Bourdieu, que utiliza una concepción
marxista de estructura, pero que sigue siendo
estructura al fin y al cabo. Más problemático aun es
el hecho de que Bourdieu siempre trabajó desde su
propio campo: la sociedad francesa de mediados
de los setenta en adelante.
Por otro lado, por lo menos en el caso
chileno –el objeto de estudio– los representantes
de teorías de la dependencia son notorios por su
ausencia. Después de los europeos, son los
mismos chilenos quienes son los más citados en
las memorias. Una explicación consiste en que que
los debates de la teoría de dependencia no logran
romper con el paradigma original estructuralista
(Fredes y Cifuentes 2009). En el dualismo existente
entre el centro y la periferia, son todavía las
estructuras mayores las que determinan el
quehacer de los individuos y comunidades. Postula
una alternativa al pensamiento eurpeo y
norteamericano, pero a la vez continúa siendo
reduccionista a nivel de agencia. Pero al debilitarse
la politización detrás de cada teoría con la caida del
dualismo capitalismo/socialismo, las dependencias
pierden su particularidad de teoría hecha por y para
latinoamericanos. Por otra parte, las teorías
postmodernas aparecen como una alternativa más
interesante y atractiva para contrarrestar el dominio
de la estructura por sobre el individuo. Sobre esto
se hablará más adelante.
La producción intelectual latinoamericana
se funda en el principio de alteridad, pensandose
desde el principio como una excepción a la regla.
Consecuentemente, si un joven con los ojos
puestos en el futuro académico escribe una
memoria usando a Bourdieu como pilar teórico, es
dudoso que lo haga con la intención conciente de
ejercer una dominación intelectual y eliminar la
oportunidad de una visión latinoamericana del
mundo; más bien, recurre a Bourdieu porque su
teoría de campos culturales resulta de fácil
implementación, puede ser aplicado a cualquier
área de la vida cotidiana y es dificil de ser refutado
en el plano del debate.
Esto tiene también un lado peligroso:
cuando la aplicación de teoría se convierte en un
rellenado de matrices. El problema con la
apropiación de postulados externos no tiene tanto
que ver con el monopolio de conocimiento (aunque
no se niega esa discusión; simplemente no es
materia de este artículo), sino con su aplicación en
el terreno latinoamericano. Las criticas a teorías
universalistas suelen atacar a los productores en
primer lugar (Follari 2000), pero quizás sea tiempo
de reflexionar sobre el rol que tienen los
mediadores entre una teoría europea o
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norteamericana y una realidad latinoamericana: los
investigadores que la están aplicando a diario, y
que obvian o fingen ceguera frente a las
variaciones de una sociedad a otra.
La cuestión postmoderna: ¿Mismos
problemas?
Hace falta reservar un espacio para discutir el
marcado interés que muestra un no despreciable
sector de la población académica en Latinoamérica
hacia las teorías postmodernas.
Los nuevos acádemicos buscan en el
postmodernismo una alternativa a las concepciones
y definiciones impuestas por el sistema ideológico
primermundista, un sistema que no imponga los
baluartes racionalistas y que realce el carácter
subjetivo de una cultura distinta (Follari 2000). Con
la utilización de conceptos como relativismo,
alteridad y hegemonía, se abren las oportunidades
para estudiar una realidad distinta a la descrita por
estructuralistas y funcionalistas. Pero esto sólo trae
la consecuencia de que se reemplazan unos
términos con otros. Por mucho rechazo a las
grandes narrativas que exista, el postmodernismo
sigue siendo una tradición nacida exclusivamente
en esos mismos países; resultado directo de la
convivencia con esas denominaciones modernistas
que tanto se desprecian.
Por poner un ejemplo un tanto radical, el
postmodernismo anclado en estudios de
performance de Diana Taylor propone un estudio
de las performances en el contexto de las culturas
latinoamericanas. En Translating Performance
(2002) aborda el problema de que no existe la
difuminación del concepto Performance en estos
países, lo que traería confusión al nuevo
estudiante. La solución, aparentemente, es adoptar
una terminología que refleje lo local; para ello
plantea el uso de la palabra Ollín (―movimiento‖ en
Nahualt) o Areíto (canción-danza, antiguo dialecto
del Caribe) como sinómino de performance en
América Latina.
Concluye la autora:
Mi propuesta es que actuemos desde esa premisa
-que no nos comprendemos mutuamente- y
reconozcamos que cada esfuerzo en esa dirección
necesita dirigirse en contra de nociones de acceso
fácil, de descifrabilidad, y traductibilidad. Este
obstáculo desafía no sólo a los hablantes de
español o portugués que se enfrentan a una
palabra extranjera, sino a los angloparlantes que
creían que comprendían lo que significaba
‗performance‘ (Taylor 2002: 50).
Excepto que el Nahuatl es, para la mayoría
de los individuos latinoamericanos, tan extranjero
como el inglés o el francés, y no tiene diferencia
real respecto a performance en que es un término
impuesto por una estadounidense para el uso
universal de un sector reducido de la escena
intelectual.
En términos de subjetivización, se puede
pensar en términos de escalas, donde el
estructuralismo es el nadir, la fenomenología es un
punto medio, y el postmodernismo se alza glorioso
en el cénit de lo subjetivo. El problema con adoptar
teorías postmodernas reside en que nunca hubo un
proceso de adaptación, siendo las microsociologías
(y en particular Erving Goffman) el pavimentado de
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la ruta que saldó en los estudios de subjetivización.
Ignorando al intermediario, los acádemicos
latinoamericanos pasan de una serie de
definiciones a otra71. Lo que los enfoques
interaccionales pueden ofrecer (y, en general,
cualquier escuela fenomenológica) es la
observación de hechos presentes para la creación
de teorías ad hoc, una posibilidad ausente en la
mayoría de las corrientes sociológicas72.
Por un enfoque interaccional
A continuación se describen las ventajas y los
aportes que podría traer la microsociología al
estudio de la realidad latinoamericana. Se utiliza el
nombre interaccional para distinguir entre las
teorías microsociológicas que se basan en el
carácter de la performance, de los que se enfocan
en la acción comunicativa o la acción racional
individual. Con esto se busca acotar los terminos
que se manejan, con la intención de realizar un
desarrollo más óptimo y específico.
Dimensión política: El No-ciudadano
La idea de sociedad civilizada, cuando se
trata en las ciencias sociales, suele presuponer que
una sociedad es constituida de ciudadanos
71 Algunos autores han visto como un corpus teórico
demasiado orientado hacia el relativismo y los subjetivismos
pueden inducir en un discurso etnocentrista. Por ejemplo, ver
Larraín (1996).
72 Y esto es sin adentrarse en el tema de las deficiencias
metodológicas –o, en casos extremos, la escasez de
metodología– que darían para un libro entero.
(Giddens 1995; 1997). El concepto de ciudadano
requiere del concepto de individuo y es a partir de
las limitaciones que la definición otorga que es
posible hacer categorizaciones sociológicas (por
ejemplo, definir lo que se entiende por esfera
pública y espera privada). Pero en la investigación
de contextos latinoamericanos, partir dando estos
conceptos por hechos puede ser problemático.
Para empezar, habría que definir qué es lo
que se entiende por individuo. La concepción
moderna puede verse desde Descartes, quien
separa al individuo-sujeto del mundo-objeto. La
concepción de individuo como individualista es
visible en la obra de John Locke, donde el individuo
se encuentra, en su nacimiento, en una situación
de tabula rasa; una tabla en blanco que será escrita
por la educación y la experiencia. Esta visión está
sujeta a la concepción de individuo como
receptáculo de derechos y deberes, como miembro
de una sociedad. En Locke se encuentra que el
individuo puede consolidarse como tal debido a la
propiedad privada: en la separación entre lo que
pertenece a todos y lo que pertenece a él, surge la
alteridad entre un Yo y los elementos propios, y
otro y los elementos suyos.
El individuo como concepto toma fuerza
durante la Ilustración, donde se refuerza la idea de
una unidad con derechos y deberes, que participa
en la vía pública pero también se relega a lo
privado. Surge la noción del individuo ciudadano:
aquel que ejerce acción en el universo político y
social, que asume las responsabilidades del
contrato entre persona y sociedad. Y mientras que
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la democracia y el mercado se masifican, nace la
necesidad de constituirse como individuo para
defenderse de los posibles ataques al ámbito
privado; ya sea por el daño a la propiedad y a los
bienes, o bien por amenazas que pudieran destituir
a la persona de su capacidad para ejercer
derechos y deberes. Como consecuencia, se crean
los Derechos Universales del hombre, que apuntan
precisamente a proteger de los posibles daños
hacia el carácter individual.
Estas afirmaciones sobre lo que constituye
un individuo manifiestan los orígenes claramente
europeos del concepto. Lo que deja al aire la
cuestión de cuándo, precisamente, Latinoamérica
pasa a ser parte de esta historia. La respuesta es
que no hay con certeza un momento definido. Es
decir, las nociones de individuo no son el producto
de una evolución centenaria respecto a lo que se
entiende por hombre. Más bien, los conceptos son
exportados del mundo europeo (y después del
norteamericano) hacia las colonias; usualmente
una interpolación injustificada de definiciones
(Larraín 1996). Partiendo desde la constitución del
pueblo, donde no existía una distinción entre el yo y
los otros; más bien, nunca fue una distinción que
aceptara al otro como par. La alteridad siempre era
hacia otro inferior o superior, criollos y mestizos
(Morandé 1985).
No existe tampoco una responsabilidad
para con el mundo. El sistema estatal, la
democracia y el mercado, son todas fuerzas
externas y ajenas al universo comprendido para el
latinoamericano (ver Sorj y Martuccelli 2008).
Nunca se llevo a cabo el proceso de racionalización
que justificara la razón de ser de estos modelos;
nunca se hicieron las discusiones filosóficas que
acordaran la necesidad de esto. En cuanto al
pueblo, nunca fue poseedor de una esfera privada
y nunca firmó el contrato social: como resultado, les
fueron impuestos todos los deberes de un
ciudadano, pero sin ninguno de los derechos. Ni
siquiera podía jactarse de llamarse ciudadano en el
sentido de pertenecer a la ciudad: esta era una
dimensión donde se ejercía el trabajo, mientras que
la vida cotidiana se hacía en lugares apartados de
la esfera pública (Larraín 1996; Salazar y Pinto
1999). La evolución de los pueblos
latinoamericanos estaría marcada por un estar
afuera, de no pertenecer. Privados de la propiedad,
de la educación y la participación, resulta extraño
hablar de verdaderos individuos.
La cuestión por una sociología así debería
replantearse seriamente el ámbito de estudio al que
se quiere orientar. De no ser así, se avistan
problemas en el horizonte. No es posible entender
la relación entre sujeto y estructura como un
diálogo (Fredes y Cifuentes 2009). Más bien, debe
tenerse en cuenta que la relación del sujeto con la
estructura es informal, y que usualmente se realiza
en mediación con otros normativos y significativos.
―El problema latinoamericano residiría en que hay
más de un marco normativo vigente, asimismo a
que los individuos suelen no poseer los recursos y
condiciones necesarias para integrarse a los
sectores modernizados‖ (Ibíd.: 3 - 4). Igualmente,
sólo en relación con ellos puede captarse la
potencialidad para agencia: de allí tenemos la
voluminosa historia del colectivismo como vía
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alternativa a esta no-ciudadanía: partidos políticos,
movimientos obreros, sindicatos (ampliamente
documentado en Salazar y Pinto 1999). La acción
política, históricamente para Chile y Latinoamérica,
se ve como un ejercicio de asociatividad por
encima de una acción individual frente a los
poderes de Estado y Mercado; es esta
asociatividad la que ha conseguido la mayor parte
de los progresos en materias de derechos
humanos73 (Drake 2003). Hasta hoy, la presión por
mantener el rol de los colectivos es de peso
(Gutiérrez 2005; Soto y Hormazábal 2009).
Siguiendo está lógica, los estudios con un enfoque
interaccional serían los que posean mayores
probabilidades de captar la relación sujeto-
estructura.
Dimensión del trabajo y consumo: pugna de
racionalidades
Con La ética protestante y el espíritu del
capitalismo (2003), Max Weber popularizó el
concepto de Berufung o Vocation, cuyas
connotaciones son inexistentes en la lengua
española. En los idiomas protestantes, el
significado implica inspiración con que Dios llama a
algún estado; la idea subyacente es que los
cristianos sostienen que Dios ha creado a cada
hombre con talentos y capacidades orientados a un
73 Una cuestión sumamente hipotética es la posibilidad de que
la agencia colectivista destaca por haber generado mayores
progresos para el sujeto latinoamericano que la agencia
individualista de europeos y norteamericanos. Esto
dependería de la situación relativa en que unos y otros se
encontrasen.
propósito específico y a un estilo de vida
determinado. Esto se da en el protestantismo,
donde responder a esta llamada implica responder
a la misión asignada para la vida. Al contrario, la
concepción católica del trabajo se entiende como
fatalista, como una carga que llevar y que cumplir;
un castigo asignado a los hombres al ser exiliados
del paraíso.
Esta distinción es importante porque define
cómo se concibe el trabajo en distintas culturas:
aún cuando se hayan dado los procesos de
secularización en estas sociedades, vocation sigue
siendo una parte vital, cuyo significado implica una
inclinación a cualquier estado, profesión o carrera.
En este contexto, el trabajo es un ejercicio
altamente personalizado, necesariamente
vinculado a una decisión propia y, por tanto,
elemento primordial dentro de la forjación del sí
mismo. Naturalmente, una concepción así llevó a
los sociologos norteamericanos y europeos a
privilegiar el estudio del trabajo bajo estas
premisas: que es importante para el desarrollo
personal y comunitario, que es determinado (o al
menos influenciado) por tendencias individuales, y
que su ejecución implica un adoctrinamiento o
conformismo para con las instituciones. Lo que se
postula aquí es que quizás esta concepción nunca
haya sido la adecuada para el contexto
latinoamericano.
De partida, en Latinoamérica las visiones
sobre lo que conforman el trabajo distan bastante
de la vocation; empero, estas distinciones son más
comunes en historiadores que en sociólogos, y no
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se representan en el uso práctico. Una alternativa
bastante conocida es la interpretación esencialista
de Pedró Morandé (1985), donde la síntesis de las
culturas españolas e indígenas produjo una
sociedad orientada al sacrificio como pilar de la
cultura latinoamericana, orientada al ritual por
sobre la lógica. Después de las independencias, el
sacrificio pasa a ser un ritual individual pero que
todos comparten; el sacrificio corresponde a la
acumulación, al ahorro y también al consumo.
Trabajar, asimismo, no es una elección sino una
obligación-imposición.
Esto es comunmente interpretado como las
corrientes irracionalistas (Larraín 1996), donde los
miembros de estas otras culturas eran personas
con poca inteligencia y capacidad. La razón se
transforma en una forma de racismo. Entonces
ocurre una distinción entre la elite, que adopta los
modos racionales, y el pueblo que continúa siendo
ritualista o irracional. ―El criollo se autodefine por
una síntesis en el plano del "logos", el mestizo por
la síntesis en el plano del rito […] La formación de
los estados nacionales, la ruptura de la unidad
latinoamericana, el triunfo del positivismo y en
nuestro siglo el neomodernismo iluminista del
desarrollismo son fenómenos que se explican por
la síntesis criolla en el plano de la palabra‖
(Morandé 1985: 240).
Lo que lleva a la necesidad de estudiar el
trabajo y el consumo dentro del marco de
interacciones entre trabajadores, así como entre
niveles de jerarquías. Para ser concretos, en el
caso chileno puede verse en temas como la
dependencia hacia el otro como significativo en la
vida personal, o el asimilar al jefe como figura
paternal/patronal (Rodríguez, Majluf, Abarca y
Nureya 1999). También se debe tener en cuenta la
―flexibilidad laboral‖ (Gutiérrez 2005); es decir, que
no es omnipresente una división parsoniana
absoluta entre los temas de familia y trabajo, como
opuestos incompatibles. Hoy en día sigue siendo
muy presente en la predominancia del trabajo
informal, las relaciones tipo familia que se crean y
de las redes informales.
La distinción entre quienes no poseen ―el
espiritu‖ y quienes sí está presente hasta hoy en
día. Por ejemplo, el estudio de Joel Stillerman
Gender, Class and Generational Contexts for
Consumption in Contemporary Chile (2004)
demuestra que las antiguas virtudes del ahorro se
ven replanteadas en el uso de créditos: los
miembros de las clases más acomodadas limitan
su uso de créditos, bajo la premisa de que son las
facultades para el autocontrol y el rechazo a la
compra frívola las que permiten una vida sin
endeudamientos; las clases bajas, por otro lado,
recurren al crédito para paliar su propia
vulnerabilidad económica y obtener las
necesidades básicas.
El estudio de Van Bavel and Sell-Trujillo
Understandings of Consumerism in Chile (2003)
profundiza en esta diferencia desde las
racionalidades implícitas: quienes han sido
educados bajo los preceptos del rational choice
viven creyendo en que su bienestar es resultado de
la inteligencia y la educación, mientras que las
clases bajas fracasarían y se endeudarían por la
irracionalidad de sus actos de compra. Como
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demuestra el estudio, las clases bajas practican el
consumo hasta el endeudamiento para
desmarcarse de la clasificación de ser pobre, para
obtener respeto y para cultivar un sentido de
identidad y autoestima. Se descubrió que existía
una conciencia de las ventajas del ahorrar, pero
que practicarla se les hace imposible.
Por último, habría que mencionar que se
suele atacar a la sociedad neoliberal como
corruptora de los movimientos sociales de antaño,
como el final del espíritu colectivo y el inicio de una
vida egoísta y de retraimiento; el nuevo individuo
latinoamericano estaría solo, desprovisto de
movimientos sociales por los que defenderse frente
a las formas de dominación. Pero un estudio a nivel
de las interacciones debería explorar la otra cara
de la moneda: la capacidad de una sociedad de
mercado para generar agencia. Como se vio con
Locke, un requisito para la conceptualización del
individuo fue la idea de propiedad privada: los
objetos propios forman el mundo propio, creando la
separación entre lo público y lo privado:
La posibilidad de que uno mismo se perciba como
individuo se ha convertido en algo potencialmente
disponible a la sociedad en su conjunto: la
producción y el consumo de masas, la
generalización de sistemas de la información, así
como la extensión de los derechos sociales,
proporcionan a cada individuo en particular los
recursos que le posibilitan percibirse como un ser
social diferenciado. Dispone de un excedente de
recursos personales que puede invertir en
reflexionar sobre sí mismo y en construirse una
identidad autónoma (Melucci 2001: 76-77).
Dentro de todo, no es impensable imaginar
este escenario para el contexto latinoamericano.
Las reglas del mercado le son impuestas al sujeto;
empero, no existen intermediarios como en el juego
de la política. Cada compra es un voto, cada
decisión es una oportunidad para expresar una
preferencia. Siguiendo las reglas de un mercado
competitivo, incluso puede convertirse en su propio
representante, compitiendo con los grandes. El
sujeto, empoderado por los artificios del consumo,
obtiene inadvertidamente herramientas por las que
constituirse como individuo de una vez por todas.
Los movimientos sociales dependían del espíritu
colectivo, como una aceptación de lo imposible de
ser individuo, buscando la fuerza inaccesible por
medio de la unidad masificada. Su final bien podría
significar el volver a empezar esta búsqueda por la
formación de individuos agentes, que dependen de
sí mismos y de sus soportes para atravesar con
éxito lo cotidiano.
Estudiar a nivel del individuo se percibe
como un salto teórico necesario para comprender
las vidas de los sujetos después del movimiento
social. También cabe la pregunta de si este
individualismo sería superior o inferior al
desempeño colectivista de antaño.
Conclusiones
Los enfoques interaccionales permitirían entender
la construcción de sentido como una triple relación
entre uno, los otros (significativos y normativos) y la
estructura mayor. Frente a enfoques funcionalistas
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y estructuralistas, entregan una riqueza de datos
única y una atención a las particularidades,
evitando la imposición de categorías. Frente a
enfoques postmodernos, entregan información
fundamentada y enmarcada en fenómenos
observables. Decidirse con una corriente específica
aparece como un desafío en una época donde el
sentido de consecuencias ideológicas no es lo que
era antes, y por tanto no existen lealtades
decidoras hacia una u otra teoría. En este
escenario, el sociólogo debe aprovechar la libertad
para resolver su rumbo teórico.
Las microsociologías recuerdan que lo más
importante en sociología es la fidelidad con que se
interpretan las realidades personales. No se
pretende descubrir grandes axiomas universales
reduccionistas; al contrario, se abraza la
complejidad de lo situacional para examinar el
carácter humano. Como dijo George C. Homans
(1970): ―A veces pienso que las ciencias sociales
son criticadas como ciencias porque fallan al tratar
de hacer lo que una respetable ciencia física
hubiera siquiera intentado‖ (94). Tampoco se está
obligando a destituir un enfoque por otro: se
pueden trabajar a niveles complementarios. Repito
la observación de Goffman del análisis del
enmarcamiento (1986) como un nivel secundario,
que no aborda los temas nucleares de la sociedad.
Las teorías postmodernas, usadas sin
mayores consideraciones, acaban siendo una
repetición de los errores de antaño, asignando
categorías que tengan poco significado en un
contexto real, las mismas razones por las que se
criticaron las grandes teorías en primer lugar. Un
estudio que se enfoque en lo interaccional debe
iniciarse desde cero, con el mínimo de bagaje
académico de por medio, descubriendo realidades
a medida que se acerca a las personas. Será
posible entonces dejar que el sujeto
latinoamericano hable por sí mismo en lugar de
introducirle palabras en la boca.
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Después del nihilismo: de Nietzsche a Foucault
[Reseña]
Martín Hopenhayn, 2005 (Primera ed. de 1997),
Santiago: Editorial Andrés Bello
Francisco Salinas Lemus74
Las páginas escritas por el filósofo chileno-
argentino Martín Hopenhayn en su libro “Después
del nihilismo: de Nietzsche a Foucault” nos
introducen de lleno en una comprensión de nuestra
sociedad desde una semántica posmoderna. El
libro se pregunta por el sujeto, respecto a aquel
que es interpelado bajo dicho concepto y sobre la
carga histórica y filosófica que le acompaña. Pero
va más allá, cuestionándose respecto a lo que
emerge tras la dilución de su objeto trascendental.
En general, Hopenhayn se pregunta respecto a qué
buscaban los grandes relatos de la modernidad y
cómo se da su caída, vale decir, su interrogación
irrumpe de lleno en el tópico lo que queda tras las
―múltiples muertes de Dios‖. Pero, más en
concreto, su interés concierne a lo que ocurre con
un sujeto que aparentemente no tiene de donde
afirmarse tras la caída de los valores supremos de
la cultura occidental y de sus ulteriores epifanías,
visibles en hechos históricos tales como las guerras
mundiales o la caída del muro de Berlín.
Estas son la clase de problemáticas que el
autor desarrolla a lo largo de todo su libro, escrito
con gran prosa y de manera sumamente didáctica y
entretenida. Para ello evoca lo que él denomina su
―caja de herramientas‖ que, como filósofo,
corresponde a los autores con los que discute y/o
simpatiza para construir su propio aporte al
conocimiento. Este libro puede comprenderse tanto
como una introducción al pensamiento nietzschiano
y sus principales seguidores, como una reflexión
profunda sobre nuestra sociedad actual y,
74 Estudiante de sociología de la Pontificia Universidad
Católica de Chile y minor en filosofía de la misma institución.
particularmente, respecto al ser humano que se ve
obligado a vivir en ella.
Una de las mayores riquezas del libro
refiere al rigor conceptual con el que se desarrollan
los postulados de Nietzsche y sus sucesores.
Muchas veces lo postulado por esta clase de
pensamiento ha sido despectivamente
caracterizado como ―poético‖ por el mundo
académico, esto debido a que tendría más bien un
valor como estética que como reflexión crítica. No
obstante, en la sistematización que hace
Hopenhayn se busca mostrar que también puede
comprenderse esta perspectiva como algo rico en
ambos sentidos. Se trata de un entramado
conceptual que tiene un gran campo de
significados a explorar –muchos de ellos
vivenciales- y, allí radica su relevancia. Es que la
escritura de aforismos que aluden a imágenes
contingentes también se nutre de pensamientos
fuertes: la gaya ciencia, lo apolíneo y lo dionisiaco,
la genealogía, la voluntad de poderío, el olvido y el
nihilismo, son algunos de estos elementos que, si
bien pueden ser analizados en el pensamiento,
interpelan directamente al ser humano al que
refieren, a aquel que los vivencia y desarrolla en su
experiencia social y mundana.
Hopenhayn explora la ciencia, el arte, la
racionalización, la crítica, el simbolismo, el olvido,
el (sin) sentido y -por supuesto- la voluntad desde
una perspectiva sustentada en el pensamiento de
Nietzsche. Así el lector se va sumergiendo por los
doce capítulos que propone el libro, pero lo más
interesante es que entre ellos irrumpen dos
Opúsculos que resaltan de sobremanera por su
agudeza. El primero, hace una interpretación del
clásico pasaje ―Las tres transformaciones‖ de Así
habló Zaratustra, el segundo, ve cómo el
pensamiento nietzschiano invierte lo postulado en
el mito de la caverna de Platón. En ambos
episodios se ve el surgir del sujeto que interpreta
desde una perspectiva en la cual se va
estructurando privadamente a la par con un
desenvolvimiento de una voluntad que irrumpe
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como el olvido de un niño que, más allá de la
crítica, busca generarse autopoiéticamente. El
autor plantea la posibilidad de una síntesis entre el
extremo de perderse en lo trascendental y el
enclaustrarse al interior de la caverna. Nuestra
condición actual sería la de aquel que está en
tensión entre sumergirse en las grandes
estructuras y a su vez ser la fuente de sí mismo.
Mejor queda dicho en palabras del propio autor:
―En el umbral de la caverna, atascadas en la
entrada y en la salida –que es el mismo
umbral-, habitan la felicidad y la desgracia.
Miramos hacia afuera y deseamos el acceso
a las verdades universales que nos
dispensen de pensarnos y justificarnos, y
que nos auguren una inmortalidad apacible.
Miramos hacia adentro y queremos ser
singulares e irrepetibles‖ (pp. 140-141).
La invitación es a que el lector revise este
libro y se envuelva en sus temáticas y argumentos.
Así también es una invitación a interpretar una
interpretación de la verdad que -como bien dice el
autor parafraseando a Nietzsche- no busca
establecerse como verdad de la interpretación. Más
bien se trata de aquel que busca emanciparse en la
jovialidad creativa a la que lleva la hermenéutica
del texto. Es una invitación al diálogo con un
discurso y reflexionar en torno los matices
conceptuales propuestos por él, pero por sobre
todo, a sentirse interpelado como un habitante de
una realidad social que se hace eco en reflexiones
como la propuesta por Hopenhayn.
Es difícil encontrar ensayistas de calidad
en nuestro continente hoy en día, particularmente,
en nuestro país y en un ámbito en que la filosofía
coquetea con lo sociológico. Pero Martín
Hopenhayn se afirma como uno de los pocos con el
desplante para generar una obra de gran calidad y
punto de paso obligado para todo aquel con interés
en nuestra sociedad actual y aquello que queda
con sentido en ella. La propuesta del autor:
después del nihilismo el único fundamento que
queda vigente es la libertad creadora del sujeto
como punto de arranque emancipador. Esté el
lector de acuerdo o en desacuerdo con ello, lo
comprenda o no, le recomiendo plenamente la
lectura de este libro; sólo en la experiencia lectora
se irán zanjando las incógnitas y expectativas que
pudiera haber causado el presente escrito en su
persona.
La aceptabilidad del riesgo según las ciencias
sociales. [Reseña]
Mary Douglas (1996). Buenos Aires: Editorial
Paidós.
Juan Pablo Gonnet75.
La temática del riesgo ha sido materia de
profunda reflexión en las últimas obras de Mary
Douglas. La categoría de riesgo es para la autora
no tanto un indicador del estado del mundo, como
un indicador de la sociedad que observa a ese
mundo. Siguiendo la línea durkhemiana de Las
Formas Elementales de la Vida Religiosa, Douglas
considera que las categorías con las que
pensamos el mundo son categorías sociales, es
decir, conceptos que tienen un sustento en la
organización social que les da origen. El hecho de
que sean eficientes en la descripción del mundo es
prueba irremediable de su carácter social. Para
Douglas, el riesgo es claramente una de esas
categorías. En La aceptabilidad del Riesgo según
las ciencias sociales la autora desarrolla una
propuesta de sociología y antropología cognitiva
para el análisis del riesgo, o sea, un intento por
reconocer los fundamentos sociales de este modo
particular de definición del mundo. Esta propuesta
lleva a la necesidad de que la sociología evite
preguntarse por la realidad de los riesgos, y más
bien se enfoque en la interrogación acerca de los
modos en que se tematiza y se describe el riesgo al
interior de la sociedad.
75 Licenciado en Sociología de la Universidad Siglo 21 Córdoba y Magister© en Antropología Social en Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
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Douglas parte del supuesto de que toda
sociedad enfrenta peligros. No obstante, distintas
sociedades prestan atención a distintos peligros, y
distintas sociedades perciben y describen peligros
de manera diferente. Es aquí donde las categorías
cognitivas juegan un papel central. No existen
juicios empíricos sobre situaciones problemáticas.
Las descripciones de los peligros que afectan a la
sociedad se hacen desde un orden social que nos
brinda un lenguaje desde el cual hablar de esto.
Este lenguaje es un medio fundamental para
controlar las incertidumbres y dar un orden a la
experiencia. Para Douglas, el riesgo es la categoría
conceptual distintiva de nuestras sociedades para
observar procesos críticos. El lenguaje del riesgo
es el dispositivo a partir del cual los distintos grupos
sociales describen peligros.
Es por esto que es un error pensar en la
percepción del riesgo como un fenómeno
individual. El riesgo es una construcción social que
afecta la percepción de la realidad. Nos brinda
determinada información y nos oculta otra; protege
determinados valores y las formas institucionales
que los acompañan. De aquí se desprende la
necesidad de vincular la percepción del riesgo con
una teoría cultural. ―Ninguna forma de conocimiento
tiene el privilegio de verse libre de las pasiones
culturales contemporáneas‖ (21). Todo peligro,
desastre, crisis o situación problemática debe
pensarse en relación a la organización social que la
describe. Los valores involucrados en esa
descripción son valores de las instituciones
involucradas en su evaluación.
La observación de riesgos es una
observación social y por lo tanto, moral. Douglas
plantea que no es posible pensar en una teoría del
conocimiento con independencia de una teoría de
la justicia. No existe una teoría del mundo no
mediada por la organización social a la que
pertenecemos. Esto se hace particularmente visible
cuando se discute acerca de la aceptabilidad de los
riesgos. Dicha discusión, implica un proceso
evaluativo y por consiguiente, convenciones
sociales, tipos de sociedad deseada, un sistema
ético, etc. Douglas observa que ni siquiera la
ciencia ha podido escapar a esto. Los análisis
sobre el riesgo que la ciencia produce hablan de
causas, probabilidades y estimaciones, no
obstante, ésta es incapaz de argumentar
objetivamente acerca de los criterios que definen lo
aceptable y lo riesgoso. Y cuando intenta hacer
esto, entra en el terreno cultural. Es decir, se
convierte en una institución que aplica sus valores
a la observación de la realidad.
Douglas considera que el pensamiento
científico ha estado caracterizado por tres
aproximaciones al riesgo que son cuestionables. La
aproximación técnica que concibe al riesgo como
algo susceptible de ser calculado, medido, contado
y graficado. Frente a estas mediciones se dice que
es posible categorizar a los riesgos y definir su
aceptabilidad-peligrosidad. La aproximación
ecológica que define al peligro y al riesgo como una
variable independiente que influye, afecta y
destruye otros ámbitos. Finalmente, la
aproximación de la ciencia cognitiva que utiliza el
modelo del agente racional. Es decir, la idea de un
sujeto que responde a la información sobre los
riesgos y actúa en consecuencia con el objeto de
maximizar su bienestar y buscar un orden. Para
Douglas, todos estos planteos, que se han
institucionalizado en las ciencias sociales, olvidan
la dimensión social y cultural en el análisis del
riesgo. Los riesgos están incrustados en la vida
social; por ello, todo diagnóstico sobre ellos es
necesariamente un diagnóstico cultural.
La percepción del riesgo no es un proceso
cognitivo-objetivo-universal y tampoco es un
proceso cognitivo-subjetivo-individual. La
percepción es un proceso cognitivo social que se
vincula con las instituciones aprendidas
culturalmente. Douglas plantea que cuando
hablamos de riesgos se desencadenan procesos
de atribución de responsabilidad, de probabilidad,
de causalidad, de orden, de culpa, etc., que
responden a un entorno social que refuerza y
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selecciona los contenidos de estos procedimientos.
Las actitudes ante el riesgo tienen de este modo,
una naturaleza social. ―La experiencia que los
seres humanos tienen de su entorno es mediada
por las categorías conceptuales elaboradas durante
la interacción social…‖ (68). Douglas menciona que
un huracán o un terremoto son considerados
―desastres naturales‖, éstos son eventos
incuestionables, pero ―desastres‖ es una categoría
cultural que interviene en la interpretación del
evento. Así, Douglas remarca que no puede haber
un estudio serio sobre los riesgos si no se da
cuenta de los procesos sociales que influyen en la
percepción. Una cita es ilustrativa de este punto:
―La atención humana se guía por el interés en
sobrevivir. Pero para los humanos la supervivencia
incluye el tipo humano de comunicación y ello
implica el establecimiento de categorías
conceptuales para el discurso público‖ (71).
En cuanto a la historia conceptual del
riesgo, Douglas reconoce su origen en el siglo XVII
y XVIII en la estadística y las matemáticas. El
riesgo se vincula aquí a la posibilidad de desarrollar
inferencias y sacar conclusiones aceptables
asumiendo riesgos en los procedimientos de
cálculo. En el siglo XIX, la idea de riesgo se va a
trasladar a la economía de la empresa y al análisis
de la probabilidad de obtener ganancias a partir de
determinadas decisiones. En este ámbito, el riesgo
es una dimensión incorporada en las decisiones
económicas acerca de la utilidad esperada. El
riesgo está asociado a un efecto positivo, la
probabilidad de obtener ganancias. En estas dos
primeras instancias, el riesgo no posee una
impronta negativa, es un medio para tomar
decisiones que son consideradas beneficiosas.
Douglas observa que es recién a mediados del
siglo XX cuando el concepto de riesgo se comienza
a vincular con la idea de peligro. La razón de esto
radica en que la idea de riesgo trae aparejado un
―aura‖ de cientificidad (dada su relación histórica
con la probabilidad y el cálculo objetivo) que la
categoría de peligro no posee. El riesgo es una
categoría cultural que hace al peligro materia de
cuantificación, evaluación objetiva y predicción.
Esto ha llevado, según Douglas, a que olvidemos
las raíces culturales vinculadas a la interpretación
del peligro.
El hecho de que los riesgos sean
percibidos como naturales y objetivos explica, para
la autora, que los riesgos sean asuntos políticos. La
naturalización de su existencia implica un esfuerzo
por legitimar explicaciones y ejercer presión en las
explicaciones del infortunio. La naturalización de
los riesgos se produce en el contexto de procesos
de institucionalización que definen determinadas
expectativas y así, dan apoyo y estabilidad al
régimen social. Esto da cuenta del hecho de que
incluso peligros totalmente novedosos puedan ser
tratados, reconocidos y comprendidos. A pesar de
la utilización del riesgo como técnica de coacción,
ésta no se encuentra incorporada en el discurso
acerca del riesgo. ―Hacerlo exigiría una hipótesis de
que los riesgos reconocidos ejercen funciones de
mantenimiento del sistema (…) [aquí] el sistema
sería la unidad social que utiliza los peligros
provenientes de la naturaleza para asegurar la
sumisión de sus propios miembros‖ (97). De esta
manera, Douglas rompe con la discontinuidad
cultura/naturaleza; en el riesgo, la distinción misma
es una distinción culturalmente situada. La cultura
es el principio codificador por el que se conocen los
peligros (109).
A pesar de esto, Douglas no plantea que la
cultura y las instituciones sean meras cegadoras de
riesgos ―reales‖, más bien, son fundamentales para
tratar con ellos. Los entornos institucionales
constituyen métodos para simplificar selecciones
complejas, constituyen estrategias de seguridad
que hacen justificables a nuestras decisiones. La
sociedad y las instituciones economizan esfuerzos
(cognitivos y operativos), facilitando el tratamiento
rápido de los problemas. Así, el hecho de que la
experiencia del riesgo sea una experiencia
profundamente acoplada a la sociedad no
constituye una limitación, más bien es su condición
de posibilidad.
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De lo dicho hasta aquí se deduce la
imposibilidad de estudiar al riesgo desde la
perspectiva de los individuos. La mayoría de los
riesgos de nuestras sociedades son imperceptibles
para los individuos. Para estudiar el riesgo es
necesario prestarle atención a las instituciones que
los perciben. Las instituciones procesan decisiones
y definen una racionalidad específica con la cual
definir al riesgo. Según la institución que observe
tendremos distintos formas de atribución de
responsabilidad y culpabilidad, distintas tipos de
juicios y distintas explicaciones acerca del riesgo.
En este sentido, Douglas es categórica y establece
que estas descripciones institucionales del riesgo
tienen la función latente de reafirmar esas mismas
instituciones (sociabilidad de los miembros,
incremento de la solidaridad, definición de fronteras
sociales, mantención de sistemas de status, etc.).
―Las instituciones utilizan el riesgo para controlar
las incertidumbres respecto de la conducta
humana, para reforzar normas y para facilitar la
coordinación‖ (143).
En relación a la pregunta por cuáles son
estas instituciones que median las interpretaciones
del riesgo, Douglas menciona que todavía no existe
una tipología adecuada que de cuenta del grado de
diferenciación social de la sociedad
contemporánea. A pesar de esto, Douglas propone
tres formas institucionales que son típicas de la
modernidad: Burocracia (Jerarquía), Mercado
(Individualismo) y Voluntarismo (asociativismo).
Estas tres instituciones implican tres modos
distintos de decidir y problematizar el riesgo. La
burocracia es un modo de entender al mundo
desde valores jerárquicos y desde reglas
procedimentales. Esto lleva a que estas
instituciones no sean proclives a la identificación de
riesgos. El respeto por lo que siempre ha sido,
limita la incorporación de nuevas informaciones.
Cuando los riesgos aparecen estos se definen
como controlables y manejables de acuerdo a los
medios y prácticas usuales. En cuanto al mercado,
éste responde a una visión individualista de la
sociedad. Las decisiones se toman desde la
perspectiva de la teoría de la utilidad y de los
costos marginales. En el mercado lo central es la
optimización del beneficio. Los riesgos que se
desprenden de este marco institucional tienen que
ver con todos aquellas situaciones que afectan al
sistema de intercambio y a la autonomía de sus
miembros. Douglas considera que estas dos
instituciones son poco propensas a la identificación
de riesgos, sus lógicas hacen que se orienten
demasiado hacia sus procesos internos, dejando
de lado circunstancias externas. Es por esto que la
autora no discute demasiado estos modelos; no
son ámbitos en donde el riesgo sea una
preocupación permanente.
Douglas presta mucho más atención al
voluntarismo.76 Es posible que esto tenga que ver
con la emergencia en los últimos años de distintos
tipos de organizaciones dedicadas al tratamiento
del riesgo que funcionan con independencia del
mercado y de la burocracia. Douglas considera que
este tipo de organizaciones son mucho más
proclives a identificar riesgos que las otras dos
instituciones. Las asociaciones voluntarias son
organizaciones que están atravesadas por
problemas de solidaridad y de mantención del
grupo. Siguiendo la teoría de la acción colectiva de
Olson, Douglas considera que estas asociaciones
se caracterizan por constantes problemas
organizativos. Al no utilizar ni mecanismos de
orden jerárquico, ni mecanismos de mercado para
controlar a sus miembros, estas organizaciones
son altamente inestables. En este punto, Douglas
encuentra la exclusiva capacidad de estas
organizaciones para hablar de riesgos. Estas
organizaciones ―…utilizan el riesgo para resolver
problemas de lealtad de sus seguidores; en cada
caso, la respuesta al infortunio es incorporada a la
estructura institucional y utilizada para resolver
76 En otro trabajo Douglas habla de Clan, Secta, Instituciones de frontera (border). Véase Risk and Culture, Mary Douglas y Aaron Wildavski, 1983, University of California Press, Los Angeles.
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diversos problemas organizativos‖ (149). Las ideas
de ―conspiración cósmica‖ o las ―estrategias de
denuncia‖ son características de un modo
institucional que necesita de la magnificación de un
peligro externo para su auto-organización
(reproducción). De esta manera, Douglas muestra
que los riesgos sociales están directamente ligados
a los modos de organización social. Este análisis le
permite a la autora demostrar la pertinencia de
pensar los modos institucionales para poder
investigar y analizar las percepciones del riesgo.
Para finalizar, podemos decir que el trabajo
de Douglas restituye el proyecto durkhemiano
consistente en analizar la vinculación entre formas
de pensamiento y organización social. Si un modo
de pensamiento se vuelve pertinente y efectivo
para pensar la sociedad, es porque en su
constitución han actuado las fuerzas de lo social.
Douglas nos brinda la oportunidad de pensar al
riesgo, la crisis, la catástrofe y el desastre no como
meras descripciones del mundo sino como ideas
significativas que nos hacemos del mundo para
ordenar nuestra experiencia y reproducir nuestras
instituciones. Las descripciones del mundo tienen
más que ver con el observador que con lo
observado. El estudio del riesgo es el estudio de
las instituciones que lo tematizan.
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