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PERSPECTIVAS
revista trimestral de educación comparada
NUMERO CIENTO VEINTIOCHO
128
DOSSIER
LA EDUCACION, ¿UN PUENTE PARA
EL DIALOGO EUROARABE?
OFICINA INTERNACIONAL DE EDUCACION
Vol. XXXIII, n° 3, diciembre 2003
NUMERO CIENTO VEINTIOCHO
PERSPECTIVAS revista trimestral de educación comparada
Vol. XXXIII, n° 4, diciembre 2003
POSICIONES/CONTROVERSIAS Una política educativa sostenible para mejorar
la calidad de la humanidad Arief Rachman
DOSSIER: LA EDUCACION, ¿UN PUENTE PARA EL DIALOGO EUROARABE?
Introducción al Dossier Aziz Hasbi Estrategia interregional “aprender a vivir juntos”:
una iniciativa que se abre camino Fatma Tarhouni y Traugott Schöfthaler
¿Qué papel corresponde a la educación? Abdeljalil Akkari La historia del arabismo en Hungría Miklós Maróth La enseñanza tradicional árabe de la medicina
y su relación n la práctica europea Yaqoub Ahmed Al-Sharrah El Islam en los textos escolares de Alemania:
ejemplos de la geografía y la historia Nese Ihtiyar La enseñanza técnica en el contexto del diálogo euroárabe K.E. Shaw
TENDENCIAS/CASOS Los problemas de los hijos de inmigrantes en Europa:
el caso turco Ali Arayici Nacionalismo, educación y competencias básicas Jaume Sarramona López
PERFILES DE EDUCADORES
Hilda Taba (1902-1967) Edgar Krull Índice del volumen XXXIII, 2003
Versión preparada para Internet (El texto a publicarse podría presentar algunas modificaciones)
Perspectivas, vol. XXXIII, n° 4, diciembre 2003
Versión original: inglés Arief Rachman (Indonesia) Presidente ejecutivo de la Comisión Nacional Indonesia para la UNESCO; profesor del Departamento de Inglés de la Universidad Estatal de Yakarta; presentador de televisión; asistente del Ministro de Educación Nacional sobre problemas de la juventud. Licenciado en letras en la Universidad de Nueva Zelanda y titular de una maestría y un doctorado en educación por la Universidad Estatal de Yakarta. Anteriormente ocupó entre otros cargos el de formador de docentes, miembro del Parlamento y profesor en la Academia de Policía. Participó en numerosas reuniones internacionales y es autor de varios artículos sobre la educación, la cultura y la paz. Correo electrónico: arief@kniu.org
POSICIONES/CONTROVERSIAS
UNA POLITICA EDUCATIVA
SOSTENIBLE PARA MEJORAR
LA CALIDAD DE LA HUMANIDAD Arief Rachman
En este breve artículo se entiende por política educativa sostenible la que considera a la
educación como elemento de una doctrina pedagógica que enseña todos los valores humanos
a los individuos o grupos en función de sus necesidades y de su entorno cultural real. Utiliza
de un modo complementario y equilibrado la experiencia y el pensamiento racional de los
destinatarios según sus distintos niveles de madurez por conducto de los organismos
educativos existentes, con la meta última de que puedan llevar una vida feliz.
Los seres humanos en relación con su entorno
Todo lo que existe forma parte de un universo interdependiente. Todos los seres vivos
dependen unos de otros para su existencia, bienestar y desarrollo. En la relación con su medio,
los seres humanos tienen una ecología propia que interactúa con la ecología social y
planetaria. La educación es un instrumento eficaz para mejorar el entorno a fin de acrecentar
la calidad de vida mostrando a la humanidad cómo mantener relaciones armoniosas con el
medio ambiente. Por consiguiente, la educación debería inculcar valores éticos relativos a este
último.
2
El objetivo de la educación sostenible Desde este punto de vista, el objetivo de la educación es formar individuos que son miembros
de diversos grupos sociales, como la familia, la comunidad y el mundo, y también posibles
líderes -como se indica en cada religión- de la preservación del planeta para que se convierta
en un mejor lugar en el que vivir.
LA APLICACION DE UN ENFOQUE HOLISTICO DE LA EDUCACION
Un enfoque holístico de la educación alentaría a las personas a vivir en armonía con la
naturaleza y a integrarse estrechamente en su entorno, lo cual también se aplica a toda la
comunidad. No se puede separar a los seres humanos de su medio. La educación debería
abarcar la naturaleza humana y la naturaleza del universo en un mismo conjunto. Los actos
que dañan el medio ambiente nos afectan directa o indirectamente también a nosotros, razón
por la cual deberíamos ser responsables de su preservación. Nuestra relación con el entorno
debería enseñarnos a reparar la destrucción ecológica causada por los seres humanos y a velar
para que se logre un equilibrio en el ecosistema. Este tipo de educación debería por ende ser
de carácter holístico y aplicar una metodología activa dirigida a la persona en su totalidad para
ayudarla a mantener la armonía entre los sentidos, los sentimientos, el intelecto y la intuición.
No debería confundirse con el tipo de enseñanza que hace hincapié en el conocimiento. El
enfoque holístico nos revela de qué modo cada situación nos brinda la oportunidad de
aprender y propicia el desarrollo de la autoeducación. Revestirán igual importancia el
contexto mundial y el particular de cada situación.
El contenido de la educación holística debería centrarse en la simplicidad, la
cooperación, los valores humanos y los conocimientos generales, antes que en los
conocimientos especializados, y considerar los materiales didácticos como instrumentos al
servicio de los valores fundamentales. Así, pues, un enfoque holístico tiene por objeto
despertar y desarrollar la intuición y los sentidos con la fuerza de la lógica.
El objetivo de una educación holística es alcanzar un equilibrio entre estas funciones
psíquicas. Se interesa por la salud física, junto con el equilibrio emocional y mental y el
despertar y la preservación de los valores humanos. Por lo que se refiere al cerebro, lo anterior
correspondería a un equilibrio entre sus hemisferios derecho e izquierdo. Otra ventaja del
enfoque holístico es que preserva la paridad entre la masculinidad y la feminidad.
3
ALGUNOS FACTORES CULTURALES QUE INFLUYEN EN LA EDUCACION
La educación forma parte de la cultura. Por consiguiente, cuando se elaboran políticas
educativas de un país se han de tener en cuenta los factores culturales. Algunos de éstos
experimentan constantes modificaciones, como
• las necesidades y aspiraciones de las personas;
• los conocimientos teóricos y prácticos;
• la creatividad y la capacidad;
• las lenguas habladas;
• las pautas de migración
• los cambios efectuados en el medio ambiente;
• las transferencias de tecnología y las comunicaciones interculturales.
Entre los que constituyen factores de continuidad en la comunidad, como las tradiciones y
creencias, figuran:
• el sistema de valores;
• las normas éticas y espirituales;
• los estilos de vida;
• las maneras de pensar;
• las costumbres;
• los hábitos;
• la creatividad estética;
• las ceremonias religiosas e históricas;
• algunas formas de patrimonio inmaterial.
Instituciones encargadas de la educación
La educación desempeña un papel esencial cuando la satisfacción de las necesidades de
aprendizaje está vinculada con los imperativos sociales, cuando la enseñanza es pertinente y
se asimila plenamente y cuando el aprendizaje es eficaz y sostenido. En esa situación, se
considera a los educandos como arquitectos y constructores de sus propios procesos de
aprendizaje, que reconocen la utilidad de las aptitudes prácticas en el transcurso de su vida
diaria. En este sentido, la educación no es mera escolaridad, sino que favorece la existencia de
otras formas de institución educativa. Son por lo menos tres las instituciones responsables de
4
la educación: la familia, la escuela y la comunidad, que deberían trabajar de consuno, de
modo complementario e interdependiente.
LA FAMILIA COMO INSTITUCION EDUCATIVA EFICAZ
En toda sociedad, los niños durante su primera infancia deben aprender a ajustarse más o
menos a una serie de normas culturales e ideas acerca del bien y el mal basadas en lo que, a
juicio de los adultos de la familia, resulta aceptable o inaceptable. Los primeros cinco o diez
años de vida representan el entorno más formativo para el niño en la familia, gracias a la cual
se alcanzarán muchos de los objetivos de la educación, puesto que la inteligencia está más
estrecha y claramente asociada a las circunstancias del hogar. Gran parte del aprendizaje se
efectúa en situaciones que los padres no pueden considerar como educativas. El aprendizaje
es global y todas las experiencias del niño son instructivas. Habría que equilibrar en la familia
los procesos naturales y los de carácter educativo.
Cada niño nace con más o menos posibilidades según los individuos. Algunos son
maleables y otros parecen más resistentes a las influencias circundantes. La configuración de
la inteligencia desde el punto de vista de los conocimientos y aptitudes estará
considerablemente determinada primero por el hogar y luego, de modo más estructurado, por
la escuela. El niño necesita un sólido apoyo de sus padres para hacer frente al inmenso ajuste
al que debe proceder y comprender la importancia de alcanzar el objetivo que se debe lograr.
Bien administrado, este apoyo ayuda a los niños a adquirir aptitudes positivas y fructuosas
para la vida diaria, que le proporcionarán modalidades de respuesta positivas y eficaces, de
utilidad a lo largo de su vida. Si el niño no recibe ese apoyo, si el entorno es demasiado
protector o la enseñanza impartida no se adapta a su nivel de madurez, ello puede restarle
capacidad para hacer frente a los problemas y tareas a que habrá de responder más adelante.
LA ESCUELA ES LA MEJOR INSTITUCION EDUCATIVA
La escuela desempeña un papel fundamental e indispensable en la educación. Habría que
hacer hincapié en el contenido de la enseñanza de los valores humanos, sobre todo en las
cuestiones morales, como se indica en la Declaración Universal de Derechos Humanos. En la
escuela se deberían adquirir por lo menos tres componentes de la educación moral:
• La educación moral como medio para inculcar o transmitir un conjunto de valores,
creencias, actitudes, normas, hábitos, aptitudes y capacidades.
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• La educación moral como forma de experiencia vivida que se produce en
determinados tipos de contextos; este aspecto se ha de asimilar más que aprender.
• La educación moral como conjunto de procedimientos o instrumentos destinados a
ayudar a los jóvenes a tratar cuestiones morales (pensamiento crítico, indagación ética,
intenciones, motivos, etc.).
La educación moral se debería impartir tanto en el hogar como en el entorno escolar. Las
escuelas pueden y deben incluir en sus planes de estudios cuestiones de fondo referentes a los
valores morales, el respeto de normas, hábitos, creencias y disposiciones, además de abarcar
las leyes y teorías científicas, las obras literarias y artísticas, etc. Deberían incorporar en las
lecciones diarias prácticas que permitan a los estudiantes adquirir experiencia en calidad de
agentes morales, del mismo modo que integran en las lecciones elementos que les permiten
adquirir aptitudes artísticas, realizar operaciones matemáticas, etc. Además, deberían preparar
a los estudiantes y darles autonomía para reflexionar sobre los valores morales, vincular lo
que piensan y creen con lo que dicen y hacen, practicar la indagación ética junto con la
indagación artística, la investigación científica, etc. Se debería fomentar la cultura escolar de
modo que se convirtiera en un componente importante en la preservación formal del
desarrollo humano.
Más allá de lo anterior, las escuelas son las instituciones más adecuadas para constituir
un refugio seguro del aprendizaje, no sólo por lo que se refiere al desarrollo académico, sino
también con miras al desarrollo psicológico y social, complementando el aprendizaje en la
familia. Las escuelas no deben impartir una enseñanza contradictoria con los valores de la
familia y la cultura de la sociedad. Si se reconoce la importante función que pueden cumplir
las escuelas contribuyendo al desarrollo personal y a la adquisición de aptitudes para una vida
sana y para la vida diaria, se deberán realizar esfuerzos renovados a fin de mejorar la
educación facilitada en el medio escolar.
LAS TAREAS COMPLEMENTARIAS DEL HOGAR,
LA ESCUELA Y LA COMUNIDAD
El hogar, la escuela y la comunidad son las tres instituciones educativas que se complementan
mutuamente en la educación tendiente al desarrollo personal. El entorno familiar y el medio
escolar interactúan, es decir que lo que sucede en uno influye en lo que ocurre en el otro. Por
consiguiente, habrá que reunir el hogar y la escuela, que deberían ejercer conjuntamente sus
funciones complementarias, por ejemplo mediante asociaciones de padres y docentes. A este
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respecto, los padres y los docentes deberían asumir tareas distintas pero complementarias. Las
madres y los padres tienen un vínculo más estrecho y profundo con sus hijos que el docente,
pues los conocen más íntimamente y poseen un conocimiento más exhaustivo de sus primeros
años de desarrollo. Los docentes, que tendrían que conocer la psicología infantil, deberían ser
capaces de ver objetivamente a cada niño y situarlo en el contexto de su experiencia más
amplia. Por ser la única organización social que tiene posibilidades de contacto con todos los
niños y sus familias, la escuela ocupa un lugar clave en la comunidad, situación que se
debería explotar y reforzar. La propia escuela es una comunidad de adultos y niños que
comparte diversas relaciones mutuas. Habría que ampliar esta experiencia a la comunidad
circundante integrando a la escuela en su propia comunidad.
Estrategias para mejorar en el futuro la política educativa
Antes de pronunciarnos sobre las estrategias para mejorar la educación en el futuro, debemos
conocer los problemas y tareas que enfrenta la educación en la actualidad y que afectan a los
jóvenes, por ejemplo: la exclusión y la marginación; la presión de la mundialización; el uso y
la expansión de las nuevas tecnologías de la información; las repercusiones de la
urbanización; la desigualdad entre los sexos; la injusticia a nivel del poder político; el
VIH/SIDA; los conflictos comunitarios; la pornografía, etc. Por consiguiente, en el futuro la
educación debería redundar en beneficio de los jóvenes en sus diversas comunidades tomando
en cuenta los siguientes aspectos: la economía (pobres y ricos); las condiciones geográficas
(zonas urbanas, rurales o remotas) y la igualdad entre los sexos (muchachos y muchachas)
teniendo presente al mismo tiempo los aspectos nacionales e internacionales. Las siguientes
estrategias pueden contribuir a que las escuelas aporten una respuesta más adecuada a las
necesidades de los jóvenes en el futuro:
1. Esclarecer lo que se entiende por educación lograda (el proceso natural y el proceso
educativo que permiten forjar una fuerte personalidad en los planos espiritual,
emocional, intelectual y social).
2. Definir, elaborar y difundir modelos de establecimientos de enseñanza que promuevan
conocimientos, competencias y valores adecuados tanto para las condiciones locales
como para los problemas que se plantean en la sociedad en general.
3. Promover vínculos entre la escuela, los padres y la comunidad para que ésta se sienta
más identificada con la educación de sus hijos.
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4. Velar por incluir en la educación una formación profesional que permita adquirir
aptitudes para la vida diaria que correspondan a los intereses de los estudiantes y a sus
necesidades, con miras a su supervivencia y desarrollo saludable.
5. Mejorar los sistemas de formación de los docentes y de apoyo a ellos a fin de
incrementar sus capacidades como educadores y modelos, así como su aptitud para
prestar asistencia a los estudiantes.
6. Impartir una enseñanza equilibrada a los alumnos en función de que vivan en zonas
urbanas o rurales, regiones remotas, comunidades pobres o ricas, o pertenezcan a
grupos desfavorecidos.
7. Procurar poner término a la exclusión social integrando a los jóvenes desamparados o
que viven en circunstancias de violencia, proponiendo nuevas oportunidades de
aprendizaje a los alumnos que hayan abandonado tempranamente la escuela y
posibilidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida a los jóvenes empleados o
desempleados.
8. Mejorar el nivel académico y la situación financiera de los docentes.
9. Mejorar el contenido de los currículos, así como los libros de texto y los materiales
didácticos.
Cooperación entre las partes interesadas en la educación
Para que se puedan poner en práctica estas estrategias, debería establecerse una cooperación
en cuyo marco estuviesen adecuadamente distribuidas las distintas funciones entre las partes
interesadas en la educación: el Estado, los organismos competentes de las Naciones Unidas,
las organizaciones internacionales y las organizaciones no gubernamentales.
LA FUNCION DEL ESTADO
El Estado debería dar prioridad al mejoramiento de las políticas educativas orientadas a
incrementar la calidad de la humanidad. Por consiguiente, habría que integrar en todas las
formas de desarrollo el desarrollo de la educación, que no se debería separar de la doctrina
pedagógica ni de la cultura de la población, ya que todo desarrollo es, a decir verdad,
desarrollo humano, tanto individual como colectivo, y repercute en todas las regiones del
mundo. Para promover un desarrollo sostenible favorable a la vida humana, el desarrollo
humano debería incorporar las oportunas dimensiones culturales. Ningún país puede alcanzar
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ese fin por sí solo y es misión de las numerosas organizaciones internacionales existentes,
entre ellas las del sistema de las Naciones Unidas, prestar asistencia a los países en sus
distintas etapas del desarrollo.
EL PAPEL DE LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES
Una de las misiones de las Naciones Unidas, según su Carta, consiste en fomentar la
cooperación internacional para resolver problemas internacionales de carácter económico,
social, cultural o humanitario. Las Naciones Unidas han asumido la tarea de fomentar el
progreso social y económico en el plano mundial debido a las disparidades del desarrollo en
las distintas partes del mundo. Por consiguiente, deberían desempeñar un papel preponderante
en la mejora de todos los tipos de desarrollo, comprendido el de la educación, en los países en
desarrollo y en los menos adelantados.
LA FUNCION DE LA UNESCO
Entre los organismos de las Naciones Unidas, la UNESCO es el que reconoce la importancia
del papel de la cultura en el desarrollo y recalca la necesidad de integrar en éste dimensiones
culturales. El Decenio Mundial para el Desarrollo Cultural proclamado por las Naciones
Unidas y el establecimiento de una Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo son iniciativas
de la UNESCO. La UNESCO es uno de los organismos de las Naciones Unidas que más
atención ha dedicado al desarrollo de la educación. La Organización ha ayudado a los Estados
Miembros a orientar la elaboración y puesta en práctica de sus políticas mediante la
cooperación intelectual, pero debería cooperar activamente con ellos sobre el terreno por
conducto de sus Comisiones Nacionales, que cumplen la función de órganos de coordinación
en cada país, a fin de que se reconozca y se aprecie más su labor.
EL PAPEL DE LAS ORGANIZACIONES NO GUBERNAMENTALES
Las organizaciones no gubernamentales deberían contribuir a la labor de los gobiernos en el
mejoramiento del desarrollo de la educación. Habría, pues, que reconocer su existencia y
hacerlas participar en actividades realizadas en colaboración. Deberían asimismo tener una
clara orientación hacia la acción para apoyar la mejora del desarrollo de la educación en su
país, trabajando de consuno con las autoridades públicas para fomentar la participación de
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toda la población, en especial en el ámbito local, en el desarrollo de la educación. En estas
actividades, deberían:
1. Conocer el área en que trabajan.
2. Comprender el nivel de conocimientos de la comunidad, la función social de hombres y
mujeres en ella y las formas locales de su participación.
3. Elaborar planes junto con las comunidades locales para crear un entorno de aprendizaje.
4. Granjearse la confianza de la población estableciendo relaciones humanas de calidad.
5. Mantener debates a fondo con las personas, escuchar sus opiniones y comentarios, y
darles a conocer los resultados de sus observaciones.
6. Trabajar por etapas con las comunidades locales en la definición y la ejecución de
proyectos.
Conclusiones
Al definir una política de educación sostenible, se debería realizar constantes actividades de
cooperación entre las partes interesadas en la educación, estableciendo una sinergia. Las
tareas y responsabilidades educativas deberían repartirse entre ellas en función de sus
respectivos mandatos. Habría que recabar recursos financieros para las actividades
programáticas definidas. Se debería instaurar una gestión cooperativa y coordinada entre ellas
con asistencia de organismos de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales
interesadas en la educación. El enfoque de la educación debería ser holístico, situar a los
educandos como agentes activos en su contexto social y natural, adaptarlos a sus necesidades
y utilizar métodos interdisciplinarios y currículos diversificados. La educación moral debería
ser el elemento esencial de la concepción de todos los programas educativos y habría que
destacar la responsabilidad de la escuela en la enseñanza correspondiente mediante ejemplos
de conducta ética por parte de docentes, estudiantes y administradores de escuelas. Los
docentes, en particular, deberían ser modelos de buena conducta en la escuela.
Bibliografía Can, P.; Cha, I.; Tamthai, M. 1997. Philosophy and democracy in Asia [Filosofía y democracia en Asia]. Seúl:
Comisión Nacional de Corea para la UNESCO. (APPEND Philosophy series: volume 1). Comisión Nacional de Corea para la UNESCO. 1999. Philosophy, culture and education: Asian societies in
transition [Filosofía, cultura y educación: las sociedades asiáticas en transición]. Seúl: KNCU. Rassekh, S.; Vaideanu, G. The contents of education: a worldwide view [El contenido de la educación:
panorama mundial]. París: UNESCO, 1987. UNESCO. 1995. Dimensión cultural del desarrollo: hacia un enfoque práctico. París: UNESCO.
10
UNESCO-APEID. 1999. Secondary education and youth at the crossroads [La enseñanza secundaria y los jóvenes en la encrucijada]. Bangkok.
Wall, W.D. 1975. Constructive education for children [Una educación constructiva al servicio de los niños]. Londres/París: Harrap, UNESCO.
Weil, P. 2003. The art of living in peace: an education manual for a culture of peace [El arte de vivir en paz: manual de educación para la cultura de paz]. París: UNESCO.
1
Versión original: francés Aziz Hasbi (Marruecos) Ex ministro, ex representante permanente del Reino de Marruecos ante las Naciones Unidas en Nueva York, ex presidente de la Universidad Hassan II-Aïn-Chock de Casablanca, profesor de la Universidad Mohamed V, Facultad de Derecho de Rabat. Correo electrónico: hasbi.aziz@caramail.com
¿LA EDUCACION, UN PUENTE
PARA EL DIALOGO EUROARABE?
INTRODUCCION AL DOSSIER Aziz Hasbi
Tenemos el privilegio de publicar el artículo de Aziz Hasbi, presidente del Consejo del
Consejo de la OIE, que constituye al mismo tiempo el Editorial y la Introducción al Dossier
de este número de Perspectivas.
Hoy en día es pertinente hablar nuevamente de “diálogo”, en un momento en que la cacofonía
que reina en el mundo acredita más bien la polarización en torno al “choque de civilizaciones”
(Huntington, 1997). Sin embargo, el diálogo nunca se ha interrumpido, aunque no siempre ha
disfrutado del clima propicio necesario para cumplir la función que le ha sido asignada y que
ha venido cambiando a lo largo de los siglos. Ahora bien, ¿en realidad se ha demostrado
capacidad o voluntad de definir los objetivos y los medios para dialogar, salvo puntualmente
y manipulando el diálogo en favor de designios unilaterales, sin crear verdaderamente un
clima de buena fe y restablecer la voluntad de dialogar de igual a igual, ni encontrar
soluciones duraderas a todos los problemas que atestiguan el fracaso del diálogo y la
banalización de ese fracaso?
No obstante, es urgente establecer un diálogo para que nuestro mundo “acabado”, a falta
de dispensar los frutos del progreso a todos sus habitantes, pueda por lo menos permitirles
vivir y librarse de la geografía de la barbarie y del terror que se apoderan de nuestra vida
cotidiana, cuando la tecnología ha juntado sus componentes de manera irreversible. La
proximidad y la mediatización cada vez más transparente revelan la iniquidad y la injusticia
de la distribución del bienestar material en el mundo, alimentando así quimeras y
resentimientos. El mundo de la abundancia es, a la vez, objeto de deseo y de odio porque
resulta inaccesible y acentúa la sensación de miseria de los que no pueden disfrutar de él, y les
hace tomar conciencia brutalmente del fracaso de su modelo de desarrollo. Desde luego, el
2
desarrollo no es sólo material, pero será muy arduo convencer a quienes padecen necesidad y
están dispuestos a enfrentar la muerte para alcanzar ese Eldorado cuyas ventajas y esplendores
la industria publicitaria expone una y otra vez, cotidianamente.
Es preciso, pues, dialogar, en particular entre dos mundos, el árabe y el europeo, unidos
por la historia y por una proximidad geográfica de la cual no pueden librarse. Ahora bien, no
hay que tomarse a la ligera la necesidad de dialogar ni pervertirla mediante la práctica
rutinaria y estéril del diálogo por el diálogo, que transpone sin discernimiento las artimañas de
la negociación diplomática o del regateo comercial a todos los diálogos entre culturas y
civilizaciones. Lamentablemente, el resultado ha sido el mismo: la impresión de victoria y
derrota según qué potencia dominase en un momento dado. El diálogo que nos interesa y
debería instaurar una coexistencia entre civilizaciones no puede reducirse a este juego, pues
las civilizaciones son irreductibles a la hegemonía y la dominación resultantes de esta
competencia en la cual hay un ganador y un perdedor.
¿Qué tipo de diálogo necesitamos? ¿Qué buscamos? ¿Qué importancia debemos
conceder al vínculo educativo? ¿Constituye la educación un verdadero vínculo, un puente
para el diálogo euroárabe? ¿Y de qué educación se trata? Los problemas con que tropezamos
no se deben, pues, a una ausencia total de modalidades diversas de educación, suponiendo que
ya se ha aclarado la relación entre éstas y la instrucción. Hoy en día, el mundo está bajo la
férula de una explotación racional y de un terror instruido. La explotación siempre ha existido
y siempre se la ha combatido. El terror ha sido su fiel compañero. Mas la toma de conciencia
de sus efectos, ahora mediatizada simultáneamente y en todo el planeta, crea un clima difícil
de manejar con meros votos piadosos o de conjurar mediante resoluciones condenadas a ser
siempre infructuosas. Más inútil aún sería iniciar diálogos interminables, en los cuales los
torneos oratorios se disputasen sin convicción referencias a valores cuya universalidad sólo
experimenta de manera positiva una ínfima parte de la población de la Tierra. ¡Estamos en la
era de la “globalización”!
A primera vista, el vínculo educativo parece ser un instrumento de gran utilidad,
siempre y cuando esté subordinado a una estrategia común y “sincera” (¡palabra trillada!) de
diálogo, que debería apoyarse en una metodología de definición del o de los objetivo(s) de ese
diálogo y de interrogación sobre las causas del fracaso de las anteriores tentativas y, ¿por qué
no?, de las categorías de pensamiento dominantes que lo han sostenido (¿o enmascarado?).
3
Definir los objetivos del diálogo
Muchas declaraciones y proyectos parecen haber obtenido el acuerdo de los participantes
oficiales u oficiosos en los diálogos euroárabes. No obstante, si bien dichos proyectos han
creado puntualmente una esperanza de entendimiento para promover la coexistencia y el
desarrollo en común, han tropezado con la ausencia de concreción o con las rigurosas
condiciones impuestas y con su manipulación por parte del interlocutor más fuerte.
Examinemos el caso más digno de interés, esto es, la Declaración de Barcelona del 27 y 28 de
noviembre de 1995, que permitió sentar los principios de la nueva política de colaboración
euromediterránea. En principio, se trata de una colaboración global y solidaria, que tiene por
objeto instaurar, de forma multilateral, relaciones fundadas en concesiones recíprocas y que
abarquen las dimensiones de la política y la seguridad. Esta política discrepa
fundamentalmente con la cooperación que se practicaba antes de que se establecieran los
nuevos acuerdos de asociación relacionados con la idea de una zona de libre comercio. La
declaración de Barcelona se articula en torno a tres ejes:
• Colaboración política y relativa a la seguridad: definir un espacio común de paz y
estabilidad.
• Colaboración económica y financiera: construir una zona de prosperidad compartida.
• Colaboración en el ámbito social, cultural y humano: desarrollar los recursos humanos,
propiciar el entendimiento entre las culturas y los intercambios entre las sociedades
civiles. [Bastardillas nuestras]
¡Es como para hacer soñar a los que abogan por la coexistencia y el reconocimiento mutuo!
Sin embargo, esta política de colaboración no es fortuita, sino resultado de varias
motivaciones que caracterizan su contenido y sus límites. Esta Declaración, redactada tras
arduas negociaciones entre los países interesados y la Unión Europea, no puede ser sino el
fruto de compromisos que, desde luego, representan un progreso cualitativo en las relaciones
entre los países de ambas costas, pero que, sin embargo, reflejan más intensamente las
preocupaciones europeas frente a interlocutores considerados como una fuente de amenaza
para la prosperidad y la tranquilidad de un continente cada vez más orientado hacia sus partes
septentrional y oriental.
En efecto, con la ampliación gradual de la Unión Europea se produce un
desplazamiento físico de la frontera de la Europa comunitaria que mira a los países
mediterráneos del sur y el este. Esta proximidad geográfica y la importancia que adquiere el
Mediterráneo, con nuevas alianzas en torno a una Europa cada vez más fuerte y envidiada por
4
las otras potencias económicas, han reforzado la conciencia europea acerca de la necesidad de
consolidar sus posiciones en la cuenca del Mediterráneo. Cualesquiera que sean las
expectativas de los aliados mediterráneos de Europa, la política de ésta se basará en
motivaciones que reflejen en primer lugar sus propias preocupaciones.
Por otra parte, los objetivos de la integración prevista sólo se han definido con claridad
en lo que respecta a la apertura de los países que mantienen relaciones comerciales con
Europa a los productos industriales de ésta, mientras que la Declaración de Barcelona no ha
aportado ninguna respuesta innovadora a la liberalización de los intercambios agrícolas.
Por otra parte, al ser emprendida, esta ambiciosa política parecía estar basada en una
financiación que no cubría los objetivos fijados y, desde este punto de vista, contrastaba con
el esfuerzo realizado por la Europa comunitaria en beneficio de los países de Europa Central y
Oriental.
Por tanto, puede pensarse que, aunque no se aplican, existen principios que podrían
sustentar un intento de acercamiento entre ambos mundos e instaurar un sistema de
coexistencia respetuoso de la pluralidad, motivo por el cual todo diálogo con una orientación
específica debería buscar las bases de una filosofía de la acción: medidas contra la
intolerancia y la marginación y en pro del reconocimiento de la personalidad, la dignidad y las
creencias de las otras partes. La solidaridad debería cobrar un sentido preciso e ir acompañada
de medios de acción que le permitiesen cumplir su función moderadora del rigor impuesto por
la voluntad de los Estados de satisfacer lo que consideran su interés nacional. La lucha contra
la marginación socioeconómica debería fundamentarse en el derecho al reconocimiento, el
que podría ayudar a borrar los sentimientos de inferioridad existentes en las relaciones entre
los pueblos de la región y reatribuirles equitativamente el legado de sus respectivos
antepasados, que a veces son también comunes.
Sanear las bases del diálogo
Nadie puede negar razonablemente la necesidad de un diálogo para establecer las condiciones
de una coexistencia duradera entre los asociados de los mundos árabe y europeo, e incluso
entre todas las civilizaciones. Es deseable, obligatorio y posible, pero no sólo a causa del
“ocaso geopolítico” de Europa (Leclerc, 2000, pág. 286) y de su competencia con los Estados
Unidos de América en el Mediterráneo y en todo el mundo.
El diálogo debe revestir un sentido que se origine en las fundamentales preocupaciones
comunes. Ha de ser suficientemente pragmático como para que sus resultados sean realistas y
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viables. Debe evitar las trampas de la moralización beata y proscribir las actitudes medievales
de desdén mutuo, forjadas por la geografía de la barbarie y/o de la incredulidad por parte o
respecto de una civilización o religión que se consideran a sí mismas superiores (Lewis, 2002,
pág. 9), ya que unos y otros son herederos de periodos en los que ha habido progreso y
estancamiento, poderío y debilidad, apogeo y decadencia, Luces y oscurantismo, victorias que
parecían decisivas y definitivas, y derrotas que se consideraban irremediables. Nadie ha
creado ex nihilo los conocimientos y las técnicas humanos que forman el patrimonio común
de la humanidad, porque son el fruto de una larga acumulación a la que cada pueblo ha
aportado su contribución. Hoy en día, tratar de atribuir a Occidente una racionalidad única y
absoluta y una creatividad que le serían consustanciales (Leclerc, 2000, págs. 528-533) es dar
muestras de amnesia y de etnocentrismo. Para establecer un diálogo sobre bases sanas, se
debe recurrir a la sensatez que supone preferir la relativización al triunfalismo que hasta la
fecha ha causado muchos daños.
Un diálogo que apunte a sentar las condiciones de una coexistencia duradera debe evitar
los meandros del lenguaje estereotipado. Ambos mundos, el árabe y el europeo, deben asumir
su historia común. Esta historia es lo que es: la componen relaciones de guerra y de paz, de
odios recíprocos alimentados por los respectivos fanatismos que ninguna secularización ha
podido vencer, pero también intercambios que han hecho progresar al ser humano a pasos
agigantados. Los mundos árabe y europeo son herederos de civilizaciones cuya historia está
atormentada por una rivalidad ancestral y de toda índole (económica, religiosa, etc.); dos
mundos que se conocen bien, pero de mala manera (conocerse para combatirse mejor, someter
al Otro o defenderse contra sus designios de dominación); la percepción que cada uno tiene
del otro ha sido sesgada por diferentes consideraciones que no han desaparecido con el
tiempo. La proximidad geográfica y humana ha generado una dialéctica de atracción-
repulsión que se ha alimentado de los malos recuerdos almacenados por unos y otros, y de un
miedo al Otro. Esa proximidad ha creado recíprocos temores irreales que seguirán
obstaculizando cualquier tentativa de acercamiento. Es preciso conocerlos y conjurarlos.
Leer y asumir la historia también significa corregir en los pueblos de la región las
consecuencias nefastas de una apropiación de la historia que cada uno ha intentado interpretar
a su favor; y tomar conciencia de la vulnerabilidad de las situaciones resultantes de victorias
aplastantes de una civilización sobre otra, porque las concesiones que se hacen al más fuerte y
la relación que engendran acaban alimentando un sentimiento que sólo puede borrar en la
imaginación de los derrotados una revancha sobre los vencedores. Deberíamos intentar
extraer juntos las enseñanzas de la historia y renunciar a las soluciones que hasta ahora han
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puesto fin sobre el terreno a periodos de odios y humillaciones mutuos, pues las “cruzadas” u
otras represalias fanáticas son difíciles de tolerar en un mundo globalizado. Se corre el riesgo
de que la tecnología y el exceso de información catastrofista conduzcan al ser humano a
cometer lo irreparable. Ninguna hegemonía militar es razonablemente duradera en nuestro
mundo “acabado”. A falta de hacernos hermanos, aprendamos a coexistir con nuestras
respectivas otredades y a gestionar con un mínimo de sensatez nuestro planeta, pues de lo
contrario nos arriesgamos a dilapidar todo. El mundo “acabado” ya existe, pero, por lo visto,
la humanidad carece de seriedad y de discernimiento.
Una educación que tenga en cuenta esas realidades debería servir de vínculo y propiciar
el diálogo.
La función del vínculo educativo en la elaboración de los instrumentos de entendimiento mutuo
La historia de la región demuestra que el afán de conocer al Otro había permitido realizar un
esfuerzo monumental en materia de traducción: los arábigo-musulmanes habían traducido
obras griegas, persas y siríacas; los europeos habían enriquecido y sacado provecho de este
patrimonio. Una gigantesca labor de traducción había acompañado los primeros pasos de la
nahda (renacimiento o despertar) reformista arábigo-musulmana en el siglo XIX, iniciada e
interrumpida varias veces por un imperio otomano que, desde finales del siglo XVII, había
empezado a tomar conciencia del ingenio técnico militar de Europa y de sus dolorosas
consecuencias sobre el terreno (Lewis, 2002, págs. 32 y 33).
No obstante, las reacciones frente a los traumas (en particular, la campaña de Napoleón
en Egipto en 1798) fueron, en un principio, bastante ingenuas: los pueblos árabes y
musulmanes pensaban que la modernización era exclusivamente técnica y que podía
adquirirse por imitación, aunque aquel afán por dominar las técnicas no estaba siempre
desprovisto de segundas intenciones.
Pero la técnica desarrollada en Europa no era rechazada en tanto tal, sino debido a su
relación con el mundo cristiano. El impulso había sido desviado por la voluntad de
dominación y la actitud altanera de los “civilizadores”, y por la interiorización de la derrota y
la susceptibilidad enfermiza de los “derrotados”. Por otra parte, el reformismo impulsado por
la derrota militar frente a Europa había sido neutralizado por la rivalidad de las potencias
europeas que trataban respectivamente de ser las instigadoras del mismo para que el país
solicitante no cayera bajo la influencia de la potencia rival. El reformismo había sido, pues,
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vano y había generado poco a poco reservas y oposiciones por parte de los custodios de la fe
que propugnaban el repliegue defensivo sobre la “Tradición”, frente a aquel Occidente
triunfador y arrogante, cuya actitud de reconquista, fundamentada en un profundo
resentimiento religioso para con el mundo árabe, no había sido enmendada ni por el
Renacimiento, ni por la Reforma, ni por el Siglo de las Luces.
Para concebir instrumentos de entendimiento mediante la educación, habría que tener en
cuenta esos antecedentes y crear las condiciones que permitiesen corregir las reacciones de
repliegue motivadas por el odio, que alimenta hoy en día el triunfo de los integrismos de
ambos bandos, que hacen hincapié ante todo en los desvíos decadentes del Otro, omitiendo
los aspectos positivos que han hecho de la humanidad una sola entidad y una fuente de
creatividad. Todo ello debería incitar a buscar medios eficaces para asentar la tolerancia, que
no es exagerado considerar como un criterio de “civilidad” (Lewis, 2002, pág. 156).
Este esfuerzo también debería revestir la forma de una sensibilización sobre la
necesidad de asentar un laicismo de las relaciones entre civilizaciones. El laicismo en los
países árabes, ya que hoy en día son ellos los interesados en este debate, atañe a sus
respectivos pueblos y, por lo demás, el debate al respecto está contaminado por los problemas
de desarrollo de esos países y por las vejaciones que les inflige el mundo desarrollado. Por
otra parte, nadie puede demostrar en la actualidad que la espiritualidad sea antinómica con
respecto al desarrollo, ni que constituya el verdadero obstáculo a la “coexistencia pacífica de
los valores plurales” (Leclerc, 2000, pág. 475). La espiritualidad debidamente asumida y
tolerante es una virtud y el problema consiste en sus manipulaciones políticas, que se
implantan en un terreno propicio de miseria y marginación. Son los abusos, las injusticias y
los crímenes cometidos en nombre de la religión los que han causado más estragos a lo largo
de la historia de los pueblos. Una educación que sea consciente de las dificultades y que se
fije objetivos claros, así como un programa de medidas concretas para materializar los
generosos principios que abundan en las declaraciones comunes, pueden facilitar el diálogo
para que la razón triunfe sobre las mutuas incitaciones al rechazo.
Todo esto debería llevarse a la práctica en el ámbito de la educación.
¿Qué tipo de educación?
¿Se trata de una campaña de sensibilización dirigida a todos, a ejemplo de los anuncios
publicitarios que exhortan al sentido cívico? ¿O es preciso incluir un programa especial en los
respectivos currículos, como se ha hecho esporádicamente en materia de enseñanza de los
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derechos humanos o en temas relativos al medio ambiente? ¿O ambas cosas a la vez? En
cualquier caso, es necesario conocer los problemas a fin de reflexionar mejor sobre una
estrategia fiable. Constituye un error considerar que el mundo árabe es refractario a la
enseñanza de las lenguas extranjeras o las disciplinas científicas. A este respecto, la relación
con las ciencias y las nuevas tecnologías de la formación y la información es significativa. Es
preciso detectar los problemas del mundo de la educación, los que a menudo se han tratado de
resolver mediante soluciones técnicas de transposición de métodos exógenos, o incluso de
contenidos de programas extranjeros. Y cuando decimos “extranjero”, nos referimos a todo lo
que no es producido por las realidades propias de cada pueblo de la región.
El sector de la educación en los países del sur y el este del Mediterráneo, si nos
limitamos a los casos que nos interesan en el presente artículo, aparece enormemente
hipotecado por una dualidad que adopta varias formas y que tiende a encerrar al estudiante en
un dilema: conformarse con una educación de masas, sometida a los rigores de la escasez de
presupuesto, o bien aspirar a una educación elitista, de tipo occidental, accesible sólo a una
minoría que puede financiarla u obtenerla en el extranjero. Esta dualidad suele dar lugar a
varios tipos de soluciones inadecuadas: una educación dispareja que, en el primer caso,
conduce a la fuga de cerebros y, en el segundo, a un desempleo endémico generador de toda
suerte de frustraciones y expuesto a manipulaciones de toda índole. A veces, complica esta
situación la deslocalización de las formaciones occidentales desconectadas de las realidades
locales, lo cual corrobora la impresión de fracaso de los sistemas educativos locales. Seamos
claros: no se trata de rechazar toda influencia extranjera, sino solamente de poner el acento en
algunos problemas que podrían bloquear cualquier iniciativa positiva de acercamiento
mediante el vínculo educativo, si es que llegase realmente a surgir.
No cabe duda de que todos los pueblos de la región han interiorizado la importancia de
los conocimientos y, por consiguiente, del vínculo educativo como creador de acercamiento al
Otro. Europa fundó su poderío en el estudio y el desarrollo de la experiencia de los demás
pueblos; el mundo árabe no puede dejar de estar marcado por el afán de aprender de los otros
pueblos, aun los más alejados, afán que el propio Profeta recomendó encarecidamente. Ahora
bien, el vínculo educativo debe contribuir al intercambio de conocimientos y al
reconocimiento mutuo, no a obtener información acerca de las deficiencias de los demás para
oponer su miseria a la abundancia propia con miras a imponer un modo de vida. La
insistencia irreflexiva en los métodos occidentales a veces ha generado sentimientos
xenófobos; por consiguiente, habría que encontrar medios eficaces para evitar las meras
transposiciones de currículos y considerar con cautela las prescripciones de los expertos
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internacionales en cuyo punto de vista puede influir el etnocentrismo. Convendría extraer
enseñanzas de casos anteriores en que las instituciones financieras internacionales han
prodigado consejos, muchas veces desacertados, a los países del Sur. El instrumento
educativo no puede reducirse a una táctica de imitación y transposición.
El instrumento educativo contiene gérmenes de ambivalencia y no conviene asignarle
sistemáticamente cometidos que forzosamente no será capaz de cumplir. Siempre está al
servicio de un ideal, en este caso la necesidad de crear las condiciones precisas para una
coexistencia positiva entre los pueblos a que nos referimos a fin de que puedan vivir en paz.
Además, todo el mundo, incluidos y sobre todo los países árabes, reconoce la
importancia del aprendizaje de las lenguas extranjeras. Ahora bien, debe evitarse que la
lengua propague ideas xenófobas o tendencias hegemónicas que provoquen rechazos y
repliegues motivados por el odio y favorecedores de radicalismos de toda índole.
El vínculo educativo debería alentar la aparición en todo el mundo de una clase de
mediadores de la coexistencia, impregnados de sus respectivas culturas y orgullosos de ellas,
pero que cultiven la relatividad y la tolerancia, y el respeto de la personalidad del Otro. Es un
deseo, pero al mismo tiempo una necesidad. Para ello, sería preciso examinar detenidamente
las categorías de pensamiento que frenarán o, por el contrario, servirán de contenido a esa
educación dirigida a la coexistencia plural.
Buscar los lugares para la coexistencia interrogando a las categorías dominantes del pensamiento contemporáneo
No cabe duda de que son los presupuestos ideológicos portadores de etnocentrismo los que
han dificultado el intercambio entre las civilizaciones. La transposición de algunas ideas e
instituciones ha constituido un freno antes que un instrumento de desarrollo. Se pensaba que
serían capaces de ayudar a los países en desarrollo a recuperar su retraso. Hace ya tiempo que
esta teoría es objeto de severas críticas: ya en 1979, el Banco Mundial había reconocido que,
aunque los países desarrollados dejaran de progresar y los países en desarrollo duplicaran su
tasa de crecimiento, transcurriría un siglo antes de que éstos se pusieran al nivel de aquéllos.
Por otra parte, las instituciones políticas y sociales modernas adoptadas por la mayoría de los
países del Sur no dan el mismo resultado que sus equivalentes occidentales.
¿Cómo puede contribuir el diálogo a borrar los sentimientos de inferioridad existentes
en esas relaciones, aspecto donde estriba el verdadero problema? ¿Seremos capaces de llamar
la atención de manera creíble sobre los valores y las técnicas comunes a varias culturas y
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civilizaciones? ¿Bastará con orientar la educación hacia esa transversalidad para que unos y
otros reconozcan por fin lo que se aportan mutuamente y se atrevan sin complejos a
considerarse parte integrante del progreso científico y técnico que caracteriza nuestro mundo?
Es difícil responder estas preguntas, mas es imprescindible que los esfuerzos en esta
dirección incluyan la búsqueda de lo que algunos llaman un “lenguaje común”. A la pregunta
de “¿cuál es el medio apropiado para convencer a unos y otros de que renuncien a sus
prevenciones, a su temor a que la mera coexistencia con el otro los despersonalice?”,
Azzedine Guellouz responde lo siguiente: “Sólo existe uno: el descubrimiento de un lenguaje
común” (Chevallier, Guellouz y Miquel, 1991, pág. 200). Este lenguaje común debe abarcar
algunos conceptos que hoy en día plantean problemas. Consideremos algunos ejemplos.
El debate acerca de la universalidad es una de nuestras principales preocupaciones: el
concepto ha dado pie a varias confusiones. Se ha tenido tendencia a rechazar la noción de
universalidad porque remite a la dominación de la civilización occidental con todos sus
presupuestos culturales y religiosos. Esta desconfianza está arraigada en la historia de las
relaciones entre Occidente y el resto del mundo, en la medida en que el colonialismo y el
imperialismo se escondieron detrás de la universalidad de la Ilustración europea, y de los
supuestos beneficios del progreso considerado inherente a las potencias occidentales. El
hecho de oponer, hoy en día, la aparición de un “verdadero universalismo”, creador de un
“acercamiento intercultural” al estar “constituido por tolerancia, emulación, aceptación y
coexistencia, competencia pacífica entre las ideas y los bienes culturales”, a los “falsos
universalismos” (eurocentrismo, exotismo y cosmopolitismo), que se apoyaban en los “juegos
de la violencia y el poder” (Leclerc, 2000, pág. 371), no absuelve a este concepto de sus
pasadas culpas en la mente de los pueblos que sufrieron su crueldad.
Asimismo, la mundialización está impregnada de esa imagen de voluntad de
generalización de la civilización occidental, por no decir estadounidense. Tras la caída del
bloque socialista, algunas interpretaciones nos habían presentado al mundo en una evolución
inexorable hacia el infierno de la uniformidad y de la ausencia de alternativa frente a la
potencia absoluta de Occidente y de sus valores, el liberalismo y la democracia liberal
(Fukuyama, 1992). En su relación con el fenómeno de mundialización, se solía presentar a la
libertad como un triunfo del modelo occidental liberal tanto sobre el comunismo como sobre
el tercermundismo, en lugar de como principio fundador de una nueva estrategia para reducir
las disparidades de desarrollo en los planos nacional e internacional, preservando la dignidad
y la alteridad cultural.
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Estos presupuestos llevan a algunos autores a preferir, antes que el concepto de
mundialización, el de“mundialidad”, que oponen a “occidentalización” (Leclerc, 2000, pág.
311). Se trata del mismo enfoque adoptado con respecto al concepto de civilización, cuyos
presupuestos etnocéntricos se intenta conjurar proponiendo una interpretación en el sentido de
“personalidad” (Zakariya, 1991).
Asimismo, podemos recordar el gran debate sobre la universalidad del Estado y, cada
vez más, de la sociedad civil. Lo que podemos observar en relación con los presupuestos de la
mundialización y de los avances, presentados como ineluctables, del liberalismo, el
retraimiento del Estado y el fortalecimiento de la sociedad civil, es que todo ello plantea un
problema a los países del Sur, pues el esquema entero de la mundialización es una perspectiva
que contiene los gérmenes del aumento de la pobreza y la marginación, debido a la ausencia
de medios de sustitución del poder de regulación del Estado, pese a todos los defectos que
éste conlleva en esos países. Hoy en día, no puede plantearse seriamente una sustitución de la
intervención del Estado por un sector privado casi inexistente, ni por las asociaciones de la
sociedad civil, que desempeñan más bien un papel reivindicativo que contribuye a aumentar
la presión sobre el Estado. Ahora bien, éste se ve cada vez más debilitado por las presiones
populares y los imperativos internacionales sin que tenga la capacidad de satisfacer ni unas ni
otros. Frente a esta situación, el Banco Mundial, uno de los más fervorosos defensores del
liberalismo, exhortó, en su informe de 1997 sobre el desarrollo en el mundo, a una
rehabilitación del papel del Estado a fin de luchar contra las desigualdades sociales mediante
nuevos modos de protección colectiva.
El concepto de modernidad constituye también uno de los envites de las relaciones entre
Occidente y el resto del mundo, en particular el mundo arábigo-musulmán, e interesa en
primer lugar al diálogo euroárabe. El estancamiento del mundo musulmán en materia de
desarrollo ha tendido a crear un antagonismo entre modernidad y tradición, y a sugerir una
doble relación antinómica: el Occidente moderno y el Islam tradicionalista por naturaleza.
Leclerc rechaza esta representación y cuestiona más bien el proceso “exógeno” de
modernización experimentado, entre otros, por los países arábigo-musulmanes (Leclerc, 2000,
págs. 322 y 323, y 327-333). Apenas se hace la distinción entre modernidad y modernización,
algunos autores relacionan más bien a la modernización con los aspectos técnicos y
tecnológicos, y a la modernidad con las cuestiones culturales y de civilización; pero esta
distinción no resulta muy convincente en las aplicaciones cotidianas de ambas nociones, que
tienden a confundirse. Otros autores tratan de atenuar el rigor de la dominación a que remite
12
la modernidad, recordando que “en su apogeo, todas las civilizaciones dominantes han
impuesto su modernidad a las demás” (Lewis, 2002, pág. 207).
En la práctica, afrontamos hoy en día una ecuación difícil de resolver: la modernización
se percibe, tanto en el mundo occidental como fuera de él, como una occidentalización
(Leclerc, 2000, págs. 324 y 475). Lo que se está poniendo en tela de juicio es el riesgo de
despersonalización, un riesgo real en el que insisten mucho los custodios –legítimos o
usurpadores– de la “Tradición”. Al mismo tiempo, la modernización técnica se ha convertido
en una mercancía que se disfruta o que se busca a diario, al menos desde el punto de vista de
la igualdad del acceso al bienestar material que procura. No obstante, en este sentido resulta
difícil generalizar y, precisamente, el combate del “nuevo orden económico internacional” ha
tropezado con este escollo. El acceso a esos bienes ha resultado costoso y pocos países fuera
de Occidente tienen los medios o la voluntad de pagar ese precio. El objetivo y la dificultad
de todo diálogo es reflexionar sobre los medios prácticos precisos para desdramatizar esta
relación que provoca frustración.
La cuestión de la modernidad frente a la modernización está estrechamente vinculada
con la del laicismo. Remite, entre otras cosas, a una polarización en torno a la culpabilidad de
la religión como factor de rechazo de la modernidad, si bien algunos analistas recuerdan que
el retorno a la pureza religiosa promovido por el protestantismo, a favor de la Reforma, había
subyacido a la aparición del agente de desarrollo en Occidente.
En realidad, el debate sobre el desarrollo va más allá de las consideraciones religiosas,
pues si los países del Sur, comprendidos los de América Latina, tienen problemas debidos a la
inexistencia o a la escasez de transferencia de tecnologías, las razones estriban en otro lugar.
Sería beneficioso que el diálogo permitiese imaginar un laicismo de coexistencia, antes que
explicar las dificultades mediante la relación entre religión, tradición y modernidad y
considerar que ésta es incompatible con la ausencia de laicismo. No se debe culpar a los
demás, dado que el laicismo propugnado por Occidente se fundamenta en creencias religiosas
y/o ideológicas que se consideran superiores a las otras espiritualidades y las minusvaloran en
nombre del progreso, llevando a algunos pueblos a convertirse en rehenes de las reacciones de
rechazo y defensa, a veces sobrestimadas –por estar politizadas–, de tradiciones de repliegue.
Podemos, pues, observar que las categorías dominantes del pensamiento contemporáneo
pueden en sí contribuir a obstaculizar un acercamiento pacífico entre los pueblos. De ahí la
importancia de enfrentarlas para expurgarlas de su carga etnocentrista, de relativizarlas y
demostrar la necesidad de volver a enfoques recíprocos más modestos y preferir una
solidaridad bien entendida a una guerra entre civilizaciones con la que la Civilización corre el
13
peligro de perderlo todo. La única manera de dar sentido al diálogo es elaborar una filosofía
de la acción fundada en un reconocimiento mutuo de la humanidad existente en cada
componente de nuestro planeta y en el carácter mudable y efímero de los apogeos y las
abundancias. Esto vale para todos los diálogos, sobre todo para el diálogo euroárabe,
hipotecado por el peso de una herencia histórica y geográfica comunes. La educación es un
puente y un mediador fundamental de acercamiento entre los pueblos, siempre y cuando se
asiente en una interpretación realista de esa herencia.
Referencias Chevallier, D.; Guellouz, A.; Miquel, A. 1991. Les Arabes, l’Islam et l’Europe [Los árabes, el islam y Europa].
París: Flammarion. Fukuyama, F. 1992. La fin de l’histoire et le dernier homme [El fin de la historia y el último hombre]. París,
Flammarion. Huntington, S. P. 1997. Le choc des civilisations [El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden
mundial]. París, Odile Jacob. Leclerc, G. 2000. La mondialisation culturelle: les civilisations à l’épreuve [Mundialización cultural: poniendo a
prueba las civilizaciones]. París: PUF. Lewis, B. 2002. Que s’est-il passé ? L’islam, l’occident et la modernité [¿Qué ha pasado? El impacto de
Occidente y la respuesta de Oriente Próximo]. París, Gallimard. Zakariya, F. 1991. Laïcité ou islamisme: les arabes à l’heure du choix [Laicidad o islamismo: los árabes a la
hora de elegir]. París; El Cairo: La Découverte y Al-Fikr.
1
Versión original: francés Fatma Tarhouni (Túnez) Secretaria general de la Comisión Nacional Tunecina para la Educación, la Ciencia y la Cultura encargada de las relaciones con la UNESCO, la Organización Árabe para la Educación, la Cultura y las Ciencias (ALECSO) y la Organización Islámica, Educativa, Científica y Cultural (ISESCO). Correo electrónico: Fatma.Tarhouni@minedu.edunet.tn Traugott Schöfthaler (Alemania) Secretaria general de la Comisión Alemana para la UNESCO, Bonn. Correo electrónico: schoefthaler@unesco.de
¿LA EDUCACION, UN PUENTE
PARA EL DIALOGO EUROARABE?
ESTRATEGIA INTERREGIONAL
“APRENDER A VIVIR JUNTOS”:
UNA INICIATIVA QUE SE ABRE CAMINO
Fatma Tarhouni y Traugott Schöfthaler
Introducción
Algunos acontecimientos recientes han contribuido a generar nuevos vínculos entre
Europa y el mundo árabe: entre ellos, hay que mencionar aquí la importancia que se
atribuye en el ámbito internacional a la mejora de la calidad de la educación y el nuevo
impulso que ha dado, en 2001, el Año de las Naciones Unidas del Diálogo entre
Civilizaciones.
Las Comisiones Nacionales para la UNESCO de los países europeos y árabes han
tomado una iniciativa que ha de favorecer el surgimiento de nuevas oportunidades: ha
establecido un equipo especial de 18 miembros, integrado por nueve comisiones
nacionales de cada región y coordinado por las Comisiones Nacionales tunecina y
alemana. El equipo ha preparado una estrategia interregional (“Aprender a vivir juntos”)
vinculada con los objetivos estratégicos definidos en la Estrategia a Mediano Plazo de la
Ilustración 1UNESCO 2002-2007 y a los programas y estrategias de las organizaciones
intergubernamentales regionales, en particular la Organización Árabe para la
2
Educación, la Cultura y las Ciencias (ALECSO) y el Consejo de Europa. Las tres
organizaciones han prestado asistencia financiera y técnica a la iniciativa.
La estrategia fue aprobada en las reuniones reglamentarias de las Comisiones
Nacionales de los Estados Árabes (Rabat, 3-8 de junio de 2002) y la Región Europa
(Budapest, 14-18 de junio de 2002) y persigue un doble objetivo, a saber:
• crear una plataforma de cooperación euroárabe abierta a todas las comisiones
nacionales de ambas regiones y, por conducto de ellas, a la sociedad civil de sus
respectivos países;
• intensificar la cooperación entre las organizaciones intergubernamentales
regionales de los países europeos y árabes, especialmente en la aplicación de las
recomendaciones de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo
XXI (Delors et al., 1996).
La estrategia conjunta de la UNESCO, la ALECSO y el Consejo de Europa también
apunta a lograr la participación de otras organizaciones intergubernamentales que
actúan en estos campos, como la Liga de los Estados Árabes, la Organización de la
Conferencia Islámica y la Unión Europea.
Durante el último trimestre de 2002, los órganos rectores de la UNESCO, la
ALECSO y el Consejo de Europa iniciaron el proceso de adopción de decisiones acerca
de la estrategia. Éste puede concluir a finales de 2003, de acuerdo con las decisiones
que se adopten sobre los programas y presupuestos para el próximo bienio 2004-2005.
Las negociaciones en curso sobre un memorándum de cooperación entre la ALECSO y
el Consejo de Europa constituyen también un factor importante que, sin duda, dará una
mayor relevancia a los acuerdos de cooperación existentes entre esas dos organizaciones
regionales y la UNESCO.
El marco intelectual del fortalecimiento de la cooperación euroárabe
Dos comisiones internacionales, una de “Cultura y Desarrollo” (dirigida por el ex
secretario general de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar) y otra sobre la
“Educación para el Siglo XXI” (encabezada por el ex Presidente de la Comisión
Europea, Jacques Delors) no se limitaron, ni mucho menos, a examinar la evolución de
las políticas educativas y culturales. En sus dos informes, presentados a la UNESCO y a
las Naciones Unidas y publicados en 1995 (en español en 1997) y 1996 con los títulos
3
Nuestra diversidad creativa y La educación encierra un tesoro respectivamente, se
sacan conclusiones de los debates fundamentales sobre la condición humana, desde la
época de la Ilustración hasta los decenios de desarrollo de finales del siglo XX.
En ambos informes se proporciona un número sorprendente de ideas
convergentes, al abordar problemas importantes relacionados con la cohesión mundial.
El diálogo euroárabe puede sacar partido de las opiniones coincidentes en el debate
sobre el universalismo y el relativismo cultural, sobre la crítica de la identificación entre
cultura y nación y sobre los derechos humanos, la diversidad cultural y el pluralismo.
Ambos informes brindan un marco intelectual que se puede seguir perfeccionando y que
ya se puede utilizar a fin de superar los prejuicios mutuos que existen entre Europa y el
mundo árabe, profundamente arraigados en una larga historia de enfrentamientos, y de
crear un ambiente de buena vecindad basado en el respeto mutuo y en el interés por el
otro.
La Ilustración se ha convertido en un tema casi omnipresente en los encuentros
intelectuales euroárabes. Sin embargo, con demasiada frecuencia los debates dan lugar a
conclusiones repetitivas que caracterizan el período como un fenómeno europeo que no
ha llegado (o todavía no ha llegado) al mundo árabe. En ambos informes internacionales
se manifiesta una firme oposición a esas perspectivas reduccionistas basándose en el
hecho de que el pensamiento universalista se ha utilizado con frecuencia con fines
ideológicos. En Europa, la promoción de las ideas, como la evolución unilineal o
incluso la revolución teleológica, han preparado el terreno para el triunfo de conceptos
muy simples de “progreso”, que se alejan mucho de las intenciones ilustradas.
Las grandes potencias imperialistas que se desarrollaron en el siglo XIX crearon un
marco en el que se desnaturalizó la Ilustración intelectual, convirtiéndola en
chovinismo.
En ambos informes se recurre igualmente a los pocos ejemplos de autocrítica
ilustrada, al proponer una perspectiva mundial para abandonar una perspectiva
eurocéntrica en los debates sobre los desfases y lagunas del desarrollo cultural. En el
segundo capítulo del Informe Pérez de Cuéllar, bajo la rúbrica titulada “Ninguna cultura
es una isla”, se recomienda una nueva manera de combinar el universalismo y el
relativismo:
No hay lugar para afirmar el relativismo en un mundo en el cual el relativismo es real. El relativismo cognitivo carece de sentido; el relativismo moral resulta trágico. Sin una afirmación de normas absolutas, esta Comisión no podría proponer ninguna recomendación [...]. Celebremos la diversidad, pero
4
conservando normas absolutas para poder juzgar lo que es justo, bueno y verdadero (Pérez de Cuéllar, 1997, pág. 36).
En una línea similar, en el Informe Delors se llega a la siguiente conclusión:
Entre el universalismo abstracto y reductor y el relativismo para el cual no hay exigencia superior más allá del horizonte de cada cultura particular, conviene afirmar a la vez el derecho a la diferencia y la apertura a lo universal (Delors et al., 1996, pág. 59).
El segundo punto de convergencia se refiere a la crítica de la identificación entre
“cultura” y “nación”, una herencia del siglo XIX intrínsecamente vinculada con los
esfuerzos encaminados a garantizar la cohesión social en el proceso de edificación de
las naciones. En los dos informes se propugnan los principios republicanos basados en
la educación para la ciudadanía democrática y las correspondientes identidades
culturales diversificadas y múltiples (Delors). Al final del segundo capítulo del Informe
Pérez de Cuéllar mencionado anteriormente se afirma lo siguiente:
No es deseable ni viable tratar de “construir la nación” mediante la homogeneización de todos los grupos. [...] El modo más duradero de incluir la diversidad étnica es crear un sentido de nación como comunidad cívica, arraigada en valores que pueden ser compartidos por todos los grupos étnicos de la sociedad nacional. Este sentido de comunidad será más fácil de lograr si se libera al concepto “nación” de toda connotación de exclusividad étnica (pág. 74).
En consecuencia, el concepto tradicional del diálogo intercultural como diálogo entre
culturas nacionales y extranjeras deberá formularse de una manera más apropiada
como la participación de una nación o un país en el diálogo entre las culturas y
civilizaciones. No se trata de una cuestión de terminología, sino que afecta a la esencia
misma del nuevo concepto de diversidad cultural, que constituye uno de los valores
comunes de la UNESCO, la ALECSO y el Consejo de Europa.
La UNESCO siempre ha promovido el principio de no discriminación como
denominador común de todos los instrumentos normativos internacionales relativos a
los derechos humanos. Existe un planteamiento coherente que ha evolucionado desde el
“derecho a ser diferentes” (Declaración sobre la Raza y los Prejuicios Raciales, 1978)
hasta la afirmación de la prioridad de las libertades fundamentales con respecto a los
orígenes culturales en la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad
Cultural (2001), y que merece ser reconocido y aplicado de modo más general. Por su
propia naturaleza, una perspectiva de derechos humanos no es compatible con la
definición de obligaciones para las personas en función de su origen o medio cultural.
5
En virtud del Artículo 2 de la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural, “En
nuestras sociedades cada vez más diversificadas, resulta indispensable garantizar una
interacción armoniosa y una voluntad de convivir de personas y grupos con identidades
culturales a un tiempo plurales, variadas y dinámicas”.
Aprender a vivir juntos, uno de los cuatro pilares de la educación para el siglo XXI
definidos por la comisión internacional dirigida por Jacques Delors, consiste
fundamentalmente en esto: la educación para el pluralismo. En el Informe Delors se
adopta la idea básica de una pedagogía de la liberación, propuesta por Paulo Freire en
Brasil, que parece cuadrar bien con un concepto actual de la educación mundial,
orientando la transformación en curso de los sistemas de educación formal, basados en
la enseñanza, en modernas sociedades de aprendizaje, centradas en el aprendizaje
permanente. El hecho de que los docentes se hayan convertido en mediadores de los
procesos de aprendizaje constituye una parte de este proceso. En el capítulo 6 del
Informe Pérez de Cuéllar, titulado “Los niños y los jóvenes”, se proponen estrategias
bastantes similares y complementarias.
En el Informe Delors se expone una nueva visión de la escuela que facilita la
“práctica cotidiana de la tolerancia ayudando a los alumnos a tener en cuenta el punto
de vista de los otros”. La utilización de múltiples perspectivas se ha convertido en uno
de los principales objetivos de la educación para el siglo XXI, pues ayuda a los
adolescentes a crear sus sistemas de pensamiento y valores libremente “explicando a los
jóvenes el sustrato histórico, cultural o religioso de las distintas ideologías con que están
en contacto en la sociedad circundante o dentro de su establecimiento o de su clase”
(Delors et al., 1996, pág. 60).
En el decenio de 1920, el gran psicólogo suizo Jean Piaget elaboró una teoría del
desarrollo humano basada en el universalismo concreto y global. Según Piaget, en los
procesos de aprendizaje se trata de encontrar un equilibrio entre la adaptación y la
asimilación en las relaciones entre la persona y su entorno. Ese equilibrio progresivo se
aplica tanto al desarrollo cognoscitivo como al moral. En este marco, en el Informe
Delors se insiste en que “querer imponer valores previamente definidos, poco
interiorizados, equivale en definitiva a negarlos, pues sólo tienen sentido si el individuo
los escoge libremente”. La enseñanza de los valores de acuerdo con el espíritu
democrático, comenta Delors, “no podría contentarse [...] con una forma de tolerancia
minimalista que consistiera únicamente en avenirse a la alteridad”. Delors opina que
debemos crear un espacio mucho más amplio para que el desarrollo moral pueda
6
adquirir los valores democráticos: “Sin embargo, [la] enseñanza [de la historia] debería
rebasar el ámbito nacional y comprender una dimensión social y cultural, de modo que
el conocimiento del pasado permita comprender y juzgar mejor el presente” (Delors et
al., 1996, pág. 60-61). Con el mismo propósito, en el Informe Pérez de Cuéllar se
recomienda que se establezcan interacciones periódicas entre las escuelas y los entornos
pedagógicos convencionales no formales, a fin de ayudar a las personas a adquirir las
aptitudes necesarias para el aprendizaje permanente.
La estrategia euroárabe “Aprender a vivir juntos”
En la Estrategia a Mediano Plazo de la UNESCO para 2002-2007 (Documento 31 C/4
Aprobado), se presenta el marco programático de la estrategia euroárabe, en particular
con los siguientes objetivos estratégicos:
• promover la educación como derecho fundamental;
• mejorar la calidad de la educación;
• promover la experimentación, la innovación y la difusión y utilización
compartida de la información;
• salvaguardar la diversidad cultural y promover el diálogo entre culturas y
civilizaciones;
• incrementar las oportunidades de aprendizaje mediante el acceso a contenidos y
sistemas de prestación de servicios diversificados.
Entre los resultados esperados de la estrategia euroárabe, aprobada en junio de 2002 por
las Comisiones Nacionales de los países europeos y árabes, figuran los siguientes:
• La amplia difusión y promoción del Informe Delors y de los resultados de la 46ª
reunión de la Conferencia Internacional de Educación (CIE) en los ministerios
de educación, las escuelas normales y los centros encargados de elaborar los
currículos.
• La organización de programas de intercambio para profesores y responsables de
la adopción de decisiones en los sistemas educativos y la creación de redes de
instituciones de formación de docentes en ambas regiones.
• La prestación de apoyo a los Estados Miembros y a sus Comisiones Nacionales
con miras al intercambio de jóvenes, en particular por conducto de acuerdos de
7
hermanamiento entre escuelas de ambas regiones que participen en el Plan de
Escuelas Asociadas de la UNESCO.
• La realización de análisis comparados de los currículos y libros de texto en
varios países de ambas regiones.
• El fortalecimiento de la educación para la ciudadanía democrática, los derechos
humanos, la paz y el diálogo entre culturas y civilizaciones mediante la
ejecución de proyectos concretos, por ejemplo, una guía práctica y talleres de
capacitación destinados al personal docente.
• En apoyo del Plan Arabia, el establecimiento de una red de instituciones de
educación superior especializadas en la enseñanza y la investigación relativas a
la diversidad cultural del mundo árabe (comprendidas las que se encuentran
fuera de los Estados Árabes y Europa).
• El fomento de la cooperación entre universidades de las dos regiones,
especialmente por conducto de proyectos conjuntos de investigación y de la
participación en la red de Cátedras UNESCO.
• La contribución de asistencia a festivales culturales, exposiciones y seminarios
sobre información cultural que favorezcan e impulsen el diálogo euroárabe.
• La demostración de los resultados que se pueden obtener gracias a los sistemas
de enseñanza sustitutivos basados en las tecnologías de la información y la
comunicación mediante proyectos piloto, como el servidor multilingüe de
educación de la UNESCO para los derechos humanos y la democracia; el
empleo de la evaluación del servidor existente en la Región Europa (Sarajevo)
para establecer servicios similares en la región Estados Árabes.
• El acopio de prácticas ejemplares para difundir conocimientos sobre una región
en los medios de comunicación de la otra, organizando talleres en colaboración
con los periodistas y sus asociaciones profesionales y concursos, y alentando la
cooperación y los intercambios entre los medios de comunicación de ambas
regiones.
La iniciativa se abre camino
Por iniciativa de la Comisión Alemana y la Comisión Nacional Tunecina para la
Educación, la Ciencia y la Cultura, se invitó a las Comisiones Nacionales de los Estados
8
Árabes y Europa a un encuentro oficioso durante la reunión de la Conferencia
Internacional de Educación (CIE), que tuvo lugar en Ginebra el 7 de septiembre de
2001. Además de los representantes de 17 Comisiones Nacionales y otros miembros de
las delegaciones de sus países presentes en Ginebra, participaron las siguientes
organizaciones intergubernamentales: la Liga de los Estados Árabes, el Consejo de
Europa y la UNESCO. En aquella ocasión se distribuyeron ejemplares de la versión
árabe del Informe Delors (La educación encierra un tesoro) y los participantes llegaron
a un consenso sobre varias actividades que deberán tenerse en cuenta en todas las
medidas de seguimiento de esa primera reunión y de las conclusiones y el plan de
acción sobre “Aprender a vivir juntos” aprobados en la 46ª reunión de la CIE.
La reunión de Ginebra pudo inspirarse en un gran número de ideas y propuestas
encaminadas a intensificar la cooperación entre las dos regiones, relativas por lo general
a actividades en los países del Mediterráneo. En este contexto, es digno de especial
mención un proyecto muy ambicioso (la preparación de una conferencia euroárabe
sobre “La educación para el pluralismo”) destinado a promover la amplia utilización del
Informe Delors y del proyecto del Consejo de Europa sobre “La educación para la
ciudadanía democrática” en los institutos de formación pedagógica de ambas regiones.
En el marco del proceso de paz de Oriente Medio, iniciado con los acuerdos de Oslo y
respaldado por los esfuerzos adicionales de la Unión Europea y la UNESCO (el
denominado proceso de Barcelona), se decidió celebrar la conferencia en marzo de
2001 en Jerusalén (Al Quds). En aras de la armonía entre ambas partes, se contempló la
posibilidad de que los palestinos y los israelíes acogieran conjuntamente la reunión, tal
como se hizo en el caso de la conferencia sobre “La filosofía moral en la educación”
(1999), que fue organizada en común por la Universidad Hebrea y la Universidad
Abierta de Al Quds con el apoyo de la UNESCO. La UNESCO y el Consejo de Europa
crearon un comité de dirección para la nueva conferencia en el que colaboraron los
Secretarios Generales de las Comisiones Alemana, de Israel y Palestina para la
UNESCO, poniendo en común sus experiencias en la cooperación triangular con ambos
organismos. El nuevo conflicto palestino-israelí impidió que el Comité de Dirección
celebrara su sesión de clausura en octubre de 2000, que debía tener lugar en las salas de
conferencias determinadas por los organizadores locales (un centro pedagógico
palestino de Jerusalén Este (Al Quds) y una escuela normal israelí de Jerusalén Oeste).
Tras examinar el informe de la reunión del 7 de septiembre, las Comisiones
Nacionales de los Estados Árabes y la Región Europa, en sus reuniones regionales
9
celebradas en el marco de la 31ª reunión de la Conferencia General y durante las
consultas ulteriores, nombraron a los secretarios generales de las Comisiones
Nacionales que se enumeran a continuación miembros de un equipo especial euroárabe
“Aprender a vivir juntos”, de cuya coordinación iban a encargarse las Comisiones
Nacionales Alemana y Tunecina y que debía preparar un documento de trabajo para las
reuniones regionales reglamentarias posteriores (Rabat y Budapest):
Estados Árabes: Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Líbano, Marruecos, Omán,
Qatar, República Árabe Siria y Túnez. (Por invitación de los coordinadores, la
Jamahiriya Árabe Libia se unió al grupo en marzo de 2003.)
Región Europa: Alemania, Canadá, Eslovenia, Francia, Hungría, Países Bajos, Reino
Unido, Turquía y Ucrania. (Tras la disolución temporal de la Comisión Nacional
del Reino Unido en marzo de 2003, Dinamarca aceptó formar parte del grupo en
mayo de 2003.)
El 25 de octubre de 2001 tuvo lugar en la Sede de la UNESCO, París, la primera
reunión del equipo especial, que contó con la participación de 13 miembros y tres
representantes del Sector de Educación de la Organización. Se señaló que las propuestas
formuladas en la reunión de Ginebra constituyen una base válida para la cooperación
durante el próximo bienio. No obstante, se sugirió que la atención se centrara en primer
lugar en un número limitado de actividades y proyectos prioritarios, y que se invitara a
la UNESCO, la ALECSO y el Consejo de Europa a las reuniones del equipo especial.
La segunda reunión del equipo especial se celebró del 10 al 13 de abril de 2002 en
Abu Dhabi, por invitación de la Comisión Nacional de los Emiratos Árabes Unidos. El
grupo convino en que era necesario preparar una estrategia global que servirá de marco
para el número creciente de ideas y propuestas.
El grupo tuvo que tomar en consideración los acontecimientos acaecidos fuera de
la UNESCO (en particular, la ocupación de Palestina y los atentados del 11 de
septiembre de 2001) y dentro de ella (concretamente la aprobación de la Declaración
Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural en la 31ª reunión de la
Conferencia General, octubre-noviembre de 2001). En este contexto, se han celebrado
debates sobre los medios de impulsar la cooperación práctica y de posibilitar así la
colaboración interregional entre las Comisiones Nacionales.
Entre los primeros sectores de interés figuran la promoción de la diversidad
cultural y la formación de docentes, poniendo especialmente de relieve la Red del Plan
de Escuelas Asociadas de la UNESCO como instrumento útil para la realización de
10
proyectos. Ahora bien, el diálogo euroárabe podría ser mucho más amplio en cuanto a
su ámbito para abarcar campos como la ciencia, las ciencias sociales y los medios de
comunicación. Pese a ello, se observó que el diálogo entre los Estados Árabes y Europa
debía seguir girando en torno al Informe Delors, que promueve una perspectiva
intersectorial. Las organizaciones intergubernamentales, las organizaciones no
gubernamentales, los círculos académicos y los parlamentarios deberían ser algunos de
los principales interlocutores influyentes.
El objetivo fundamental de este diálogo es movilizar a todos los actores sociales
(esto es, a la sociedad civil) en apoyo de los objetivos de la UNESCO en materia de
educación, ciencia, cultura y comunicación mediante la modalidad de la cooperación
interregional entre las Comisiones Nacionales de los Estados Árabes y la Región Europa
y en el marco de un nuevo programa institucional en pro del diálogo euroárabe de la
UNESCO, la ALECSO, el Consejo de Europa y otras organizaciones
intergubernamentales interesadas.
En las reuniones reglamentarias de las Comisiones Nacionales de las dos
regiones, celebradas en Rabat (3-8 de junio de 2002) y Budapest (14-18 de junio de
2002), se renovó el mandato del equipo especial. Se invitó por primera vez a las
Comisiones Nacionales de ambas regiones a examinar un documento de trabajo común.
Dichas Comisiones aprobaron una estrategia euroárabe conjunta preparada por el equipo
especial. Las Comisiones Nacionales recomendaron que el Director General de la
UNESCO integrara esa estrategia en las estrategias regionales que había preparado para
la Región Europa y los Estados Árabes. Al incorporarse ese elemento interregional, las
nuevas estrategias nacionales se presentaron al Consejo Ejecutivo de la UNESCO en
octubre de 2002. En su 166ª reunión, celebrada en abril de 2003, el Consejo Ejecutivo
reconoció oficialmente que la estrategia euroárabe era una estrategia interregional. En
sus recomendaciones relativas al Programa y Presupuesto de la UNESCO para 2004-
2005, que se sometieron a la Conferencia General en su 32ª reunión (septiembre y
octubre de 2003), el Consejo Ejecutivo invitó al Director General a que, en los planes de
trabajo que se prepararan para el próximo bienio, previera actividades destinadas a
aplicar la estrategia euroárabe.
La integración de la estrategia en los programas del Consejo de Europa y la
ALECSO fue el tema principal de las reuniones tercera y cuarta del equipo especial,
organizadas por el Consejo de Europa, junto con la UNESCO, los días 28 y 29 de
11
octubre de 2002 en Estrasburgo y por la ALECSO los días 18 y 19 de junio de 2003 en
El Cairo, respectivamente.
La presentación de los programas en curso y previstos de ambas organizaciones,
así como de sus actividades específicas relacionadas con la cooperación euroárabe, ha
hecho posible que la ALECSO, el Consejo de Europa, la UNESCO y las Comisiones
Nacionales preparen varios proyectos en común. Ello también ha dado lugar a una
cooperación más estrecha entre la ALECSO y el Consejo de Europa, que ha conducido,
entre otras cosas, a la elaboración de un primer memorándum de cooperación. Una de
las actividades derivadas de las reuniones de Estrasburgo y El Cairo se presenta como
una nueva modalidad de formación de docentes para las dos regiones. El Consejo de
Europa decidió invitar periódicamente a profesores árabes a participar en seminarios de
capacitación de docentes organizados en Europa. Los dos primeros seminarios de este
nuevo tipo tuvieron lugar en mayo de 2003 y giraron en torno a temas como “la
violencia en las escuelas” y “el diálogo entre culturas y civilizaciones”. También
conviene estudiar la propuesta de invitar a docentes europeos a tomar parte en
seminarios de formación pedagógica en los Estados Árabes.
Con una perspectiva análoga, la invitación a participar en el proyecto “Plan
Arabia”, ejecutado por la UNESCO y la ALECSO, dirigida a expertos e institutos de
investigación europeos especializados en la civilización árabe, brindará nuevas
oportunidades de cooperación cultural y científica euroárabe. El “Plan Arabia” se
propone dar a conocer mejor la “diversidad creativa” de la civilización árabe en otras
regiones del mundo. Este proyecto puede crear un instrumento importante para superar
los prejuicios que se tienen contra los árabes en las sociedades europeas.
Las dos reuniones celebradas en Estrasburgo y El Cairo están íntimamente
relacionadas y han dado lugar a varias recomendaciones dirigidas a las tres
organizaciones en relación con programas educativos, científicos, culturales y de
comunicación. Se realizó una encuesta sobre actividades y propuestas de acuerdo con
los resultados esperados de la estrategia entre las Comisiones Nacionales de ambas
regiones, cuyos resultados se presentaron y permitieron determinar una serie de
proyectos concretos. Algunos de ellos ya se han ejecutado o emprendido durante 2003.
Los miembros del equipo especial también han propuesto que las Comisiones
Nacionales de las dos regiones organicen actividades en común para preparar la segunda
reunión de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información, que se celebrará en
Túnez en noviembre de 2005. Teniendo presente que el mandato del equipo especial
12
concluye a finales de octubre de 2003, se ultimó la estrategia mediante la elaboración de
los mecanismos de aplicación.
Se invita a la UNESCO, la ALECSO y el Consejo de Europa a que establezcan un
comité consultivo conjunto para promover la cooperación euroárabe en sus esferas de
competencia. Ese comité debería agrupar a los centros de coordinación euroárabes que
se crearán en las Secretarías de las tres organizaciones y a expertos de ambas regiones.
Sus tareas deberían consistir, entre otras cosas, en promover la colaboración
interinstitucional, que también podría suponer la intervención de otros organismos
interesados; recabar la participación de las Comisiones Nacionales en las actividades y
programas euroárabes; crear un sitio web y una base de datos, que además deberían
facilitar información práctica sobre la financiación de proyectos euroárabes; establecer
servicios de asesoramiento; y prestar asistencia técnica en materia de propuestas de
proyectos y solicitudes de fondos que se presentarán a la Comisión Europea o a otras
posibles fuentes de financiación.
Perspectivas
A lo largo de los dos últimos años, los países europeos y árabes han cooperado en un
número cada vez mayor de actos y proyectos. A continuación se da cuenta de dos de
ellos que revisten particular importancia para la estrategia euroárabe.
Por invitación de la ALECSO, los días 15 y 16 de julio de 2002, representantes
del Consejo de Europa se reunieron con intelectuales de veinte países árabes y europeos
en una conferencia sobre el diálogo entre culturas y civilizaciones, organizada por el
Instituto del Mundo Árabe en París. Los participantes formularon, entre otras, las
siguientes recomendaciones: multiplicar los medios de comunicación e intercambio
entre las dos regiones; alentar la traducción al árabe de publicaciones literarias,
educativas y científicas, y viceversa; organizar misiones de intercambio de pedagogos; y
fomentar el aprendizaje de la lengua árabe en Europa con objeto de situarla al mismo
nivel del que disfrutan los idiomas europeos en el mundo árabe.
Del 10 al 14 de marzo, las Comisiones Nacionales Francesa y Marroquí
organizaron en Rabat una conferencia internacional titulada “Aprender a vivir juntos:
¿Qué educación para qué ciudadanía?” como contribución importante a la aplicación de
la estrategia euroárabe. Entre otras cosas, la Conferencia de Rabat preparó el terreno
13
para llevar a cabo investigaciones comparadas sobre los manuales escolares de ambas
regiones.
A raíz de la ampliación de la Unión Europea en 2004 y de la concertación de
acuerdos específicos con países europeos que no son miembros de la UE, los programas
mediterráneos de la Unión pronto se transformarán en marcos de cooperación entre la
casi totalidad de las dos regiones. Por consiguiente, parece necesario que las actividades
de la estrategia euroárabe conjunta de la UNESCO, la ALECSO y el Consejo de Europa
se ejecuten en concertación con la Unión Europea.
Además, las nuevas estrategias regionales del Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD) también podrían considerarse un marco importante para la
estrategia euroárabe. Conviene vincular el seguimiento del primer Informe sobre
Desarrollo Humano Árabe 2002 del PNUD con las actividades pertinentes realizadas
por las Naciones Unidas y el PNUD en Europa.
El presidente de la Conferencia General de la UNESCO y delegado permanente
de la República Islámica del Irán ante la UNESCO, Ahmad Jalali, ha dado su respaldo
al proyecto de estrategia euroárabe “Aprender a vivir juntos”. Jalali participó en las
reuniones reglamentarias de las Comisiones Nacionales de ambas regiones celebradas
en junio de 2002. Sus ideas y sabiduría fueron muy útiles para lograr la concertación
euroárabe en los debates que tuvieron lugar en Rabat y Budapest. Entre sus consejos
figuran orientaciones importantes para la estrategia de seguimiento:
La interpretación histórica nos muestra que el diálogo entre civilizaciones no es algo totalmente nuevo, sino que se trata de un fenómeno que ha estado presente en todo momento. Las civilizaciones siempre han dialogado entre sí, aunque lamentablemente la historia ha sido y se considera con frecuencia una colección de antagonismos y guerras, aspecto al que se ha dado la máxima prominencia. Para cambiar esa actitud, se han de introducir dos modificaciones metodológicas: en primer lugar, hay que pasar del conflicto al diálogo, hay que buscar elementos de diálogo en la historia y tratar de enfocarla desde una nueva perspectiva, como historia del diálogo; y, en segundo lugar, hay que abandonar el concepto etnocéntrico de la cultura y la civilización y adoptar otro en el que la transmisión y las concesiones mutuas ocupen el primer plano.
Desde el punto de vista etnocéntrico del desarrollo de las culturas y civilizaciones, se supone que éstas evolucionarán en un entorno más o menos cerrado, limitado por fronteras nacionales o étnicas. Las intervenciones exteriores y, sobre todo, las guerras e invasiones socavan su desarrollo orgánico y ponen en peligro su propia existencia. Así pues, nuestro problema consiste en definir las culturas y civilizaciones como sistemas abiertos, de modo que las transferencias, los intercambios, las concesiones mutuas y el diálogo tenga cabida en su definición (Ahmad Jalali, Budapest, 15 de junio de 2002).
El equipo especial euroárabe someterá su informe final a las reuniones regionales de las
Comisiones Nacionales de los países árabes y europeos que se celebrarán en el contexto
de la 32ª reunión de la Conferencia General de la UNESCO (29 de septiembre-17 de
14
octubre de 2003). El informe comprenderá una lista de las actividades conjuntas de las
Comisiones Nacionales de los Estados Árabes y Europa.
Referencias ALECSO, 2002. Du dialogue euro-arabe. Exigences et perspectives. Conférence pour le dialogue des
cultures [El diálogo euroárabe. Exigencias y perspectivas. Conferencia para el diálogo entre culturas]. París, 15-16 de julio de 2002. Túnez, ALECSO.
Bélanger, P. (comp.). 2000. Final report on the project ‘Education for democratic citizenship’ [Informe final del proyecto “Educación para la ciudadanía democrática”]. Estrasburgo, Consejo de Europa. (Presentado en la Conferencia sobre “Educación para la Ciudadanía Democrática: Métodos, Práctica y Estrategias”, organizada por el Consejo de Europa, la Comisión Europea y la UNESCO del 4 al 8 de diciembre de 1999 en Varsovia) (documento DECS/EDU/CIT (2000) 4).
Consejo de Europa. 2002. Education for democratic citizenship 2001-2004 [Educación para la ciudadanía democrática 2001-2004]. Estrasburgo, Consejo de Europa. (Recomendación (2002) 12 del Comité de Ministros de Estados Miembros sobre la educación para la ciudadanía democrática) (Documento GDIV/EDU/CIT (2002) 38).
Delors, J. et al. 1996. La educación encierra un tesoro. París, UNESCO, y Madrid, Santillana (Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI).
Pérez de Cuéllar, J. (comp.). 1995. Nuestra diversidad creativa. 2ª ed. rev., 1996. París, UNESCO (Informe de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo).
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. 2002. The Arab human development report 2002: creating opportunities for future generations [Informe sobre Desarrollo Humano Árabe 2002: Crear oportunidades para las generaciones futuras]. Nueva York, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Dirección Regional de los Estados Árabes (UNDP/RBAS).
1
Versión original: francés Abdeljalil Akkari (Túnez/Suiza) Doctor en ciencias de la educación por la Universidad de Ginebra, desempeña actualmente la función de coordinador de investigaciones en la Haute école pédagogique Berne-Jura-Neuchâtel. Desde 1992 impartió también el curso de educación intercultural de la Universidad de Friburgo. De 1996 a 1998 fue profesor invitado en la Universidad de Maryland (Baltimore). Sus principales trabajos de investigación versan sobre la educación de las minorías culturales, el análisis de las desigualdades educativas y la cooperación internacional en materia de investigación en el ámbito de la educación. Correo electrónico: akkari.abdeljalil@hep-bejune.ch
¿LA EDUCACION, UN PUENTE
PARA EL DIALOGO EUROARABE?
¿QUE PAPEL CORRESPONDE
A LA EDUCACION? Abdeljalil Akkari
Dialogar con el otro, ¿es interrogarse sobre la propia identidad?
La identidad cultural de una civilización, al igual que la de las personas, sólo se construye en
la relación con el “otro”. El interés de examinar las relaciones entre Europa y el mundo árabe
reside precisamente en la estrechez de esas relaciones impregnadas por profundas fracturas en
una articulación que oscila entre la fascinación y la repulsión.
La búsqueda de la identidad propia mediante la creación de una alteridad o de la imagen
del otro no es un proceso característico del diálogo euroárabe. Todo encuentro intercultural va
acompañado por una reorganización de la identidad. Lo que caracteriza a la cultura árabe
como gran civilización que no ha superado sus fragilidades es que tiene dificultad para
soportar la mirada ajena (Labib, 1999), y así sucede que la actitud de los intelectuales árabes
con respecto a Europa es ambivalente al proceder de un doble sentimiento de animosidad y
admiración. Animosidad resultante del contencioso colonial y neocolonial, pero al mismo
tiempo admiración ante los progresos culturales, científicos y tecnológicos de Occidente en
comparación con el prolongado estancamiento árabe (Laroui, 1967).
Como señaló Labib (1999), la colonización acentuó la dualidad de la imagen de
Occidente, a saber, la de un enemigo superior:
2
Esta dualidad existe desde la Nahdha aunque, según las circunstancias, uno de los dos elementos prevalece sobre el otro. Luego aparece el concepto de “subdesarrollo histórico” y el árabe queda acorralado entre dos alteridades opuestas: la de su patrimonio eclipsado y la del otro (el occidental) (pág. 125).
El Mediterráneo, frontera natural entre el mundo árabe y Europa, siempre ha sido a la vez una
zona de enfrentamientos y una encrucijada de intercambios. Durante milenios, se lo consideró
el centro del universo. Hoy en día, ya no aparece como un conjunto estable y fecundo. Está
desgarrado por múltiples conflictos y numerosos peligros amenazan la región. Los náufragos
de la inmigración ilegal en la frontera meridional de Europa demuestran que apremia
reflexionar sobre el futuro de este mar interior.
Los atentados del 11 de septiembre de 2001, reprobados unánimemente por la
comunidad internacional, al igual que otros hechos ocurridos en Europa y en el mundo árabe,
ponen de relieve el interés y la necesidad apremiante de reanudar el diálogo euroárabe. Dichos
acontecimientos pusieron de manifiesto las preocupaciones en cuanto a la manera de abordar
las relaciones entre las diferentes culturas y civilizaciones. No cabe duda de que la única
alternativa a la famosa tesis de Huntington (1997) sobre el choque de civilizaciones es el
diálogo intercultural.
Ahora bien, el diálogo euroárabe es espinoso, en particular porque las imágenes mutuas
y las representaciones imaginarias colectivas parecen inmutables. Escasean la apertura y los
espacios necesarios para el descubrimiento mutuo y el intercambio intercultural. Además, este
diálogo se caracteriza por un desequilibrio. No se trata solamente de un desequilibrio
económico y cultural entre el mundo árabe y Europa, sino también de un desequilibrio
político. La Europa política se encuentra en pleno proceso de construcción y consolidación,
mientras que las posturas políticas del mundo árabe son cada vez más fragmentadas. Basta
con comparar el índice de analfabetismo, los presupuestos dedicados a la investigación
científica o el grado de violaciones de los derechos humanos en ambas regiones para medir
esta brecha.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) acaba de publicar un
develador informe sobre “el subdesarrollo humano en el mundo árabe”: sólo el 1,5% de los
habitantes de la región tiene acceso a una computadora y el 0,6% utiliza Internet, medio de
información, de comunicación y de acceso a los trabajos de investigación. No se traducen más
de 300 libros en la región cada año, lo cual representa solamente una quinta parte de la
producción de un país como Grecia. El presupuesto asignado a la investigación y al desarrollo
sigue siendo muy reducido y no representa más que una séptima parte del promedio mundial.
Según ese informe, el mundo árabe, que cuenta con la mayor proporción de jóvenes del
3
mundo (el 38% de su población tiene menos de 14 años), debe ofrecer mejores oportunidades
a este grupo de edad.
Sin embargo, las perspectivas parecen muy limitadas, dado el nivel de desempleo (que
asciende a un 15%, el índice más elevado de las regiones en desarrollo) y la falta de conexión
con el resto del mundo debida al déficit tecnológico y a la falta de libertad, lo que acarrea la
emigración de jóvenes árabes calificados hacia los países industrializados. Al respecto, el
informe del PNUD deplora que el mundo árabe que, en el pasado, ofreció al mundo los
fundamentos de la ciencia occidental, esté experimentando una fuga de cerebros y
competencias científicas, que benefician ahora a Occidente y no a esta región.
En el ámbito de la educación, el informe señala una disminución de los gastos
resultante de las políticas de ajuste estructural mal orientadas y que no conceden importancia
al desarrollo humano. Este informe revela en qué medida la dualidad del sistema educativo
(enseñanza privada de calidad para una minoría privilegiada y enseñanza pública de menor
calidad para la mayoría) menoscaba el papel de la educación en la movilidad social y perpetúa
la pobreza y la estratificación social. En el sector educativo, los gastos no pasan del 0,5%
(frente al 1,26% en Cuba y al 2,9% en Japón en 1995). Según el informe, para superar esta
brecha sería preciso transformar las actitudes sociales orientándolas hacia una mayor
creatividad e innovación y a la reanudación de las relaciones con los árabes expatriados, con
miras a alentarlos a regresar a sus países de origen (PNUD, 2002).
Los episodios del 11 de septiembre tuvieron lugar en un contexto donde las deficiencias
desde el punto de vista de la circulación de ideas y de medios de intercambio acentuaban la
distancia entre los países árabes y el resto del mundo, en primer lugar con Europa, pese a que
ambas regiones estuvieran estrechamente vinculadas, tanto por la historia como por los
movimientos migratorios y la interdependencia económica actuales.
Cabe recordar que el diálogo euroárabe no procede de un interés reciente, pues a raíz de
la primera crisis petrolera en 1973, los presidentes de Túnez y Argelia hicieron un
llamamiento con miras a hacer del Mediterráneo un “lago de paz”. El diálogo euroárabe que
se inició en aquella época no dio frutos, debido a las preocupaciones demasiado económicas
de los europeos, obsesionados por su abastecimiento de petróleo, y demasiado políticas del
mundo árabe, sumido en un conflicto permanente con Israel.
En el confuso período en que nos encontramos, caracterizado a la vez por la
mundialización y por los repliegues en materia de identidad y religiosos, el mundo árabe se
vuelve hacia Europa, que se convierte en un continente mediador, porque está fundado en el
respeto de los derechos humanos y el reconocimiento de todas las diversidades culturales. Se
4
espera ahora que Europa establezca lazos entre civilizaciones que se enfrentan en otras
regiones del mundo. Sin negar la importancia del diálogo político euroárabe, nos parece útil
centrarnos, en el presente texto, en lo que la educación puede aportar a este diálogo en
construcción.
La educación árabe: entre tradición, modernidad y apertura
A pesar de la hostilidad entre el islam y el mundo cristiano, es muy probable que las
universidades europeas hayan utilizado manuales científicos, médicos y filosóficos elaborados
por sabios musulmanes como Avicena, Averroes y otros muchos. A juzgar por pruebas
históricas cada vez más numerosas, el origen de la propia universidad ha de buscarse en el
islam medieval (Cardaillac, 1991).
Los centros intelectuales musulmanes más prestigiosos tenían ya más de un siglo de
existencia cuando se fundaron las primeras universidades en Europa. La universidad-mezquita
de Al-Qarawiyyin en Fez (Marruecos) fue establecida en 859, la de Córdoba a principios del
siglo X y la de Al-Azhar, en El Cairo, en 972. En Europa, los primeros centros de enseñanza
superior aparecieron mucho más tarde. Es muy probable que las universidades de Bolonia,
París y Montpellier no existieran antes del siglo XII (Vernet, 1985).
Después de esa edad de oro, el mundo árabe atravesó un período de decadencia y
estancamiento del que trató de salir desde mediados del siglo XIX. En el período
inmediatamente anterior a la dominación colonial, eminentes intelectuales y políticos como el
tunecino Jair-Eddin y el egipcio Mohamed Alí cobraron conciencia del considerable retraso
científico acumulado y de la necesidad de modernizar las sociedades y los Estados árabes,
empezando por el sistema educativo. Por tanto, la modernización debía pasar por la difícil
prueba del examen crítico del legado histórico y el abandono de las antiguas tradiciones.
Las universidades árabes constituyeron el núcleo de ese proceso de separación y
articulación del pasado y el futuro. En otros términos, para el mundo árabe fue muy difícil
zanjar la cuestión de la articulación o separación entre el legado religioso y la racionalidad
resultante de los hallazgos científicos.
A veces, se separaron las instituciones de tipo religioso de las que impartían una
enseñanza de carácter profano. La claridad y la rapidez de esa separación fueron muy
variables según los países. En Túnez, la Universidad Ezeituna terminó especializándose en la
enseñanza teológica.
5
La Universidad árabe actual constituye en cierto modo el barómetro de todas las
sociedades contemporáneas, incluidos los propios países árabes. Éstos pasaron de
concepciones en las que predominaban las teorías centradas en el desarrollo, las que percibían
a los estudiantes y diplomados como militantes al servicio de la independencia y el desarrollo
nacional, a enfoques más pragmáticos y selectivos, subordinados a las nuevas opciones
económicas neoliberales. Asimismo, ha quedado muy atrás la época (décadas de 1950, 1960 y
1970) en que los Estados árabes padecían escasez de cuadros y técnicos superiores y los
países europeos les proporcionaban parte del personal universitario. Al igual que Marruecos o
Túnez, muchos países árabes no pueden ofrecer oportunidades profesionales duraderas a sus
diplomados universitarios (Moatassime, 2000).
A posteriori nos percatamos también de que el período que siguió inmediatamente a la
independencia era intelectualmente fecundo desde el punto de vista de los intercambios
universitarios euroárabes, ya que, por ejemplo, numerosos universitarios franceses empezaron
su carrera académica en el Magreb antes de ser reconocidos en el plano internacional.
Podemos citar como ejemplo al sociólogo Pierre Bourdieu en Argelia y al filósofo Michel
Foucault en Túnez.
El contexto actual se caracteriza, en cambio, por que los investigadores europeos se
muestran reacios a trabajar en el mundo árabe. Además, el incremento masivo del desempleo
y de la precariedad generalizada entre los universitarios árabes que han cursado estudios en la
región y el bajo índice de regreso de los que han estudiado en Europa no son circunstancias
favorables para el diálogo. Si bien este proceso puede asimilarse a una fuga de cerebros, los
numerosos universitarios de origen árabe que viven en Europa podrían desempeñar un papel
de mediadores interculturales del diálogo euroárabe (véase el Cuadro 1).
En Francia, el 30% de los estudiantes y docentes universitarios de origen extranjero
proceden del Magreb, que ocupa el primer puesto de los lugares de origen, seguido por el
Reino Unido, Alemania y los Estados Unidos. No obstante, los universitarios occidentales
ocupan los cargos más elevados jerárquicamente, mientras que los de África del Norte ocupan
los puestos menos importantes.
6
CUADRO 1. Principales países de procedencia de los docentes universitarios extranjeros en Francia en 1992. País Efectivos País Efectivos Marruecos 269 Italia 74 Argelia 258 Líbano 67 Reino Unido 213 República Pop. China 64 Alemania 157 Polonia 63 Túnez 108 Bélgica 60 España 89 Estados Unidos 139 Fuente : Halary (1994).
Si bien la presencia de investigadores de origen árabe es benéfica para Europa, esta fuga
de cerebros no ayuda a los países árabes a tener una investigación científica endógena y a
independizarse de los países industrializados en materia de progreso tecnológico. Se estima
que, en los últimos veinticinco años, las pérdidas de recursos humanos ascendieron a 250.000
personas sólo en el Magreb, esto es, un promedio de 10.000 emigrantes por año, la mitad de
los cuales proceden de Argelia (Moatassime, 2000; PNUD, 2002).
Algunos estudios demuestran que los investigadores europeos siguen manifestando
interés por el mundo árabe. Por ejemplo, según una encuesta reciente (CSA, 2001) realizada
entre una muestra de 427 estudiantes franceses, representativa de los alumnos de último curso
de escuelas superiores de comercio, ingeniería y de tercer ciclo universitario (DESS) de
gestión, derecho o ciencias, y constituida mediante el sistema de cupos (tipo de escuela,
región parisina/provincia), esos futuros directivos eligen el Magreb y el Medio Oriente como
destino profesional antes que China, Rusia, los países de Europa Central y Oriental e incluso
Japón.
Por consiguiente, convendría alentar la colaboración entre las universidades europeas y
las del mundo árabe, que incluso podría llegar a ser la cooperación no gubernamental más
importante y valiosa entre las dos costas del Mediterráneo. Esta cooperación se ha de
desarrollar en todos los ámbitos del conocimiento en general y en el del diálogo intercultural
en particular. Por ejemplo, las universidades serán el lugar más adecuado para llevar a cabo,
de manera crítica, investigaciones conjuntas sobre las migraciones. A este respecto, el
Instituto Europeo de Florencia está realizando una labor muy constructiva: organiza diversos
tipos de manifestaciones (coloquios, publicaciones, etc.) que reúnen a numerosos
investigadores procedentes de ambas orillas del Mediterráneo.
La reciente apertura del programa Tempus a los países mediterráneos (“Tempus Meda”)
permitirá asimismo la colaboración entre universidades europeas y árabes y la celebración de
encuentros entre profesores, investigadores y estudiantes para que compartan su cultura y su
7
saber. Mediante la creación de instrumentos de cooperación que posibiliten la labor conjunta
entre especialistas de la educación (fondos destinados a facilitar su movilidad, bancos de
datos, redes profesionales), este programa europeo ofrecerá a los responsables de la educación
las oportunidades y los medios necesarios para conocerse y emprender proyectos comunes.
Conocerse y comprenderse para desarrollar el diálogo
El logro de una interacción verdaderamente intercultural entre ambas orillas del Mediterráneo
supone necesariamente un doble cuestionamiento. Convendría que el mundo árabe
emprendiera una reflexión crítica para renovar su legado sociocultural y valorizar sus
elementos positivos. Es primordial que recobre su propia imagen sin pasar por la mediación
deformadora del orientalismo (Said, 1994). Asimismo, sería beneficioso llevar a cabo un
análisis serio del estancamiento árabe, teniendo en cuenta tres factores esenciales: el déficit de
libertad, la ruin condición de la mujer y la escasez de conocimientos en el mundo árabe
(PNUD, 2002).
En Europa, sería preciso adoptar la misma postura crítica frente a cierto eurocentrismo
que niega la contribución de otras civilizaciones en la edificación de la modernidad y los
conocimientos. Considerar que el islam es incompatible con la modernidad, separándolo de la
esfera cultural occidental, resulta una actitud contraproducente y es, pues, necesario romper el
silencio acerca de los aportes de la civilización árabe a la humanidad.
La creación de un clima de confianza entre estos dos interlocutores no se decreta, sino
que se adquiere lenta y pacientemente mediante una serie de iniciativas concretas en las que
participen todos los grupos socioculturales y, en particular, los agentes de la educación. El
Mediterráneo sólo podrá evolucionar de manera positiva y convertirse en un mar de paz y
tolerancia si se establece un diálogo intercultural duradero, más allá de las “discrepancias
entre civilizaciones”. Esta pedagogía basada en la alteridad y la comprensión podría constituir
una “síntesis creadora” entre un enfoque consistente en replantear los fundamentos del ser
humano culturalmente arraigado y su apertura hacia los mestizajes y lo universal.
Referencias Cardaillac, L. 1991. Tolède XIIe-XIIIe siècles. Musulmans, Chrétiens et Juifs : le savoir et la tolérance [Toledo
en los siglos XII y XIII. Musulmanes, cristianos y judíos: el saber y la tolerancia]. París: Autrement. CSA. 2001. Sondeo realizado por el instituto CSA y Le Nouvel Observateur del 7 al 15 de mayo de 2001.
http://www.csa-fr.com/fra/dataset/data2001/opi20010515a.htm Halary, C. 1994. Les exilés du savoir [Los exiliados del saber]. París: L’Harmattan. Huntington, S. 1997. Le choc des civilisations [El choque de las civilizaciones]. París: Odile Jacob.
8
Labib, T. 1999. L’image de l’occident dans le monde arabe [La imagen de Occidente en el mundo árabe], Mars (París), nº 10-11, págs. 113-125 (número extraordinario: “Modernités”).
Laroui, A. 1967. L’idéologie arabe contemporaine [La ideología árabe contemporánea]. París: Maspéro. Moatassime, A. 2000. Notes de lecture [Notas de lectura], en: Geisser, V. (comp.). Diplômés maghrébins d’ici et
d’ailleurs. Trajectoires sociales et itinéraires migratoires. París: CNRS-Editions (Correspondances nº 63). http://www.irmcmaghreb.org.
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. 2002. Le Rapport arabe sur le développement humain [Informe sobre el desarrollo humano en los países árabes]. Nueva York: PNUD.
Said, E. 1994. Culture and imperialism [Cultura e imperialismo]. Nueva York: Vintage Books. Vernet, J. 1999. Ce que la culture doit aux Arabes d’Espagne [Lo que Europa debe al islam de España]. París: Sindbad.
1
Versión original: ingles Miklós Maróth (Hungría) Catedrático y ex decano de la Universidad Católica Péter Pázmány de Budapest, es director del Instituto Avicena de Estudios sobre Oriente Medio, fundado en 2001 por el Gobierno húngaro en Piliscsaba. Dirección de correo electrónico: maroth@btk.ppke.hu
¿LA EDUCACION, UN PUENTE
PARA EL DIALOGO EUROARABE?
LA HISTORIA DEL ARABISMO
EN HUNGRIA Miklós Maróth
Quienes visiten las bibliotecas húngaras podrán convencerse fácilmente de que en Hungría el
conocimiento del árabe ha sido algo habitual desde hace siglos. Tradicionalmente, han sido
dos los campos en los que el estudio de este idioma ha desempeñado un papel de primer
orden.
El primero fue el de la teología cristiana. En los seminarios, nadie, ni profesores ni
alumnos, podía pasar por alto el hecho de que el Antiguo Testamento de la Biblia estaba
escrito en hebreo, uno de los idiomas semíticos, y fue, pues, el interés general por este grupo
de lenguas el que hizo que se estudiase el árabe en esos establecimientos de enseñanza.
Además, todas las biblias políglotas contenían una traducción al árabe, junto a las
correspondientes versiones de su texto en griego, latín, hebreo, arameo y siríaco. Algunos
teólogos estudiaron el árabe para entender mejor la Biblia.
Las biblias políglotas de las viejas bibliotecas de los monasterios atestiguan la presencia
de cierto conocimiento del árabe entre los monjes católicos. El número relativamente pequeño
y el carácter superficial de las gramáticas árabes redactadas por teólogos húngaros en latín
(por ejemplo, la de Dertsik) indican que sintieron menos interés por esta lengua que por el
arameo o el siríaco. Aunque muchos de los monjes que sabían árabe estudiaron en
monasterios húngaros, buen número de ellos pasaron cierto tiempo en Roma antes de marchar
a ejercer su misión en tierras musulmanas.
El otro campo fue el de las relaciones exteriores. Durante las “guerras turcas” y después
de ellas (siglos XVI a XVIII), Hungría lindaba con el mundo del islam y, por consiguiente, por
sí misma y en tanto parte de la monarquía de los Habsburgos, tuvo importantes relaciones
2
diplomáticas y comerciales con naciones orientales, que explican el hecho de que en Viena –
capital de Austria y asimismo, en aquel entonces, de Hungría– una famosa escuela
diplomática, la Sprachknaben, no se especializara únicamente en las lenguas de Occidente,
sino también en las de Oriente. Sus profesores (pertenecientes a diferentes naciones)
redactaron gramáticas y libros de texto, que en su mayoría no fueron conocidos en otros
países, a pesar de la gran importancia de algunos de ellos.
No se puede comparar el nivel de instrucción de los monasterios o de la escuela
diplomática de idiomas con el de las mejores universidades de otros países europeos. En
Oxford, Cambridge o Leiden, se habían fundado siglos antes cátedras de estudios árabes e
islámicos. En esas universidades fueron objeto de enorme interés los primeros textos de
medicina de Avicena y Averroes, entre otros autores, y posteriormente las obras de carácter
religioso (comprendidos el Corán y la Biblia). Países de trato frecuente e íntimo con el mundo
árabe –España y Portugal, por ejemplo– reunieron grandes fondos de manuscritos árabes y
enviaron alumnos a universidades árabes. Por ejemplo, Petrus Hispanus estuvo en la
Universidad de Qarawiyyin (Marruecos) ya en el siglo XIII y elaboró, en latín, la primera
gramática y el primer vocabulario árabes. En la historia de los estudios superiores húngaros
no encontramos traza de actividades científicas comparables a éstas.
La situación empezó a cambiar al reformarse las universidades austrohúngaras en 1855,
año en que la enseñanza superior pasó del anticuado modelo medieval al modelo alemán
moderno. En el sistema medieval, todos los alumnos debían cursar los cursos preparatorios de
la Facultad de Humanidades y, una vez aprobados los correspondientes exámenes, podían
pasar a estudiar Derecho, Medicina o Ciencias. En el sistema nuevo, los establecimientos de
enseñanza secundaria asumían las funciones de las anteriores Facultades de Humanidades. En
la Facultad de Ciencias, los alumnos empezaban a especializarse en física, química o
cualquier otra materia, en lugar de seguir como antes estudios científicos generales.
Para desempeñar estas nuevas funciones, los establecimientos de enseñanza secundaria
necesitaban profesores especializados en las materias que debían enseñarse en ellos; para
satisfacer esta demanda, se crearon nuevas Facultades de Humanidades, diferentes de las que
hasta entonces existían, porque en ellas ya no se buscaba preparar a los alumnos para los
estudios universitarios, sino formar a profesores especializados en las materias que se
impartían en la enseñanza secundaria, es decir, lengua y literatura húngaras, historia, lenguas
extranjeras, etc.
En las recién creadas Facultades de Humanidades, hubo que fundar diversas cátedras. Si
repasamos los antiguos anuarios universitarios, veremos que las primeras cátedras
3
establecidas fueron de historia, literatura, filosofía (antigua) e idiomas italiano y ruso, aunque
los alumnos interesados en ello también podían asistir a cursos especiales, entre otros de
lenguas orientales. Por ejemplo, el joven y prometedor alumno de secundaria I. Goldziher
(1850-1921) obtuvo un permiso especial para cursar persa y turco, y además estudió árabe en
la Facultad de Teología (católica romana) con el profesor J. Ruzicska.
Ante su interés y los brillantes resultados que obtuvo, József Eötvös, ministro de
Educación y ferviente partidario de la reforma de la universidad, que buscaba jóvenes con
talento a los que enviar a las universidades alemanas con la esperanza de que más adelante
fuesen catedráticos, eligió a aquel joven de 18 años de edad para concederle una beca y para
que fuese titular de la cátedra –todavía no creada– de lenguas semíticas. Lamentablemente,
mientras Goldziher proseguía sus estudios en Damasco y El Cairo, el Concilio Vaticano
proclamó en 1870 el dogma de la infalibilidad papal, que P. Hatala, catedrático de Revelación
Neo y Veterotestamentaria, no aceptó, por lo que pasó a ser hereje y tuvo que dejar su cargo.
Como las autoridades no querían convertirlo en mártir, lo trasladaron a la Facultad de
Humanidades y lo nombraron catedrático de lenguas semíticas, en lugar de Goldziher.
La cátedra de lenguas semíticas fundada en 1870 ofrecía la primera posibilidad de
efectuar en Hungría investigaciones científicas en el campo del arabismo, pero la ocupaba un
profesor de teología de viejo cuño, sin suficientes conocimientos de árabe que, siguiendo la
tradición de los teólogos católicos, escribió en húngaro una gramática del árabe y dio clases
sobre este idioma, aunque, en realidad, era fundamentalmente especialista en el Antiguo
Testamento hebreo y el Nuevo Testamento griego.
Goldziher inició su carrera como profesor privado no remunerado y ya no era joven
cuando, a raíz de la jubilación de Hatala en 1905, fue nombrado profesor ordinario
(catedrático). Conforme a la tradición establecida por aquél, impartió cursos sobre distintas
lenguas y literaturas semíticas (hebreo, arameo, etc.), pero estableció cursos especiales de
árabe e islamismo y, tras la jubilación de su predecesor en la cátedra, empezó a impartir
lecciones acerca de la historia de la filosofía islámica.
Como muestran los anuarios de la universidad, normalmente asistían a las lecciones de
Hatala cinco o seis alumnos y, a decir verdad, en aquel entonces en toda la facultad de
Humanidades sólo había unas cuantas docenas de alumnos, lo cual quiere decir que los cursos
de Hatala gozaban de relativa fama. No conocemos el número de discípulos de Goldziher,
aunque sí que abundaban y que no procedían únicamente de Hungría, sino también de otros
países balcánicos, de diversas comunidades musulmanas del Imperio Austrohúngaro o de
otros lugares.
4
Goldziher fue reconocido y admirado no sólo por colegas de todo el mundo sino
también por alumnos musulmanes, hecho que arroja nueva luz sobre la afirmación de E. Said
de que la finalidad de los estudios orientalistas efectuados en los países europeos era servir al
imperialismo en contra de los pueblos de Oriente Medio. En 1911, Ahmad Fuad, miembro de
la familia real de Egipto, acudió a Budapest a ofrecer a Goldziher la cátedra de filosofía árabe
de la Universidad de El Cairo. Aunque las autoridades austrohúngaras juzgaron oportuno que
aceptara la invitación, Goldziher puso reparos, porque su ideal era una ciencia pura, apolítica,
actitud que desde entonces ha tenido una gran influencia en el orientalismo húngaro. El
interés por los idiomas orientales no estaba motivado en Hungría por aspiraciones políticas
nacionales. Porque Hungría nunca ambicionó conquistar Oriente; antes bien, sucedía todo lo
contrario, pues el país estaba expuesto a las ofensivas musulmanas. La realidad histórica y la
conciencia de sus orígenes nómadas orientales incitaron a los húngaros a interesarse por las
culturas orientales.
Goldziher falleció sin que hubiese ningún discípulo capaz de ocupar el hueco que
dejaba y su biblioteca fue vendida a Jerusalén. Fue el primer estudioso en romper con las
enseñanzas prácticas tradicionales de los teólogos –que se remontaban a las tradiciones de las
escuelas misionera y diplomática de Roma y Viena–, ajustándose a la tradición filológica
europea, fundamentalmente alemana. Su labor no ha tenido continuación en el plano
universitario en Budapest.
Conforme a la tradición, el siguiente catedrático de árabe fue asimismo un especialista
en lenguas semíticas. M. Kmoskó (1876-1931) procedía de un seminario católico, pero
además había recibido una excelente formación filológica. Consagró su vida a los escritos de
los Padres de la iglesia oriental redactados en siríaco, de los que preparó una edición en varios
volúmenes que figuran en la Patrologia Orientalis de Migné. En tanto estudioso del árabe,
investigó las crónicas siríacas y árabes referentes a la prehistoria nómada del pueblo húngaro.
De ahí pasó a la geografía árabe (fue él quien señaló que Ibn Dasta, ignoto autor árabe de
textos de geografía, era el conocidísimo Ibn Rusta). A diferencia de sus ediciones de textos
siríacos, sus estudios sobre las crónicas y los escritores árabes de textos de geografía estaban
escritos en húngaro y permanecieron inéditos, por lo que sus logros en el campo del arabismo
son inaccesibles a los estudiosos.
Kmoskó recolectó ingentes cantidades de materiales y escribió en húngaro el borrador
de sus obras en grandes cuadernos, pero todos sus escritos quedaron inéditos. Los cuadernos
se conservan en la biblioteca de la Academia de Ciencias Húngara y un grupo de
investigadores de la Universidad de Szeged empezó a publicar este legado durante los últimos
5
años de su vida. El proyecto todavía no ha concluido, pero, por publicarse en húngaro, no es
probable que estos volúmenes den a conocer su nombre en el mundo.
Aunque de extracción teológica como sus predecesores, Kmoskó tuvo una excelente
formación filológica. Luego de Goldziher, nadie se atrevió a escribir sobre cuestiones
orientales sin la necesaria calificación, sólo accesible en la Facultad de Humanidades. En
Hungría, donde los estudios orientales estaban motivados por el interés de la sociedad en el
origen y la prehistoria oriental del pueblo húngaro, la investigación de la historia de las
estepas centro-asiáticas y de Europa Oriental fue la inevitable tarea de los estudiosos. En su
condición de profesor de árabe, Kmoskó cumplió con su tarea, pero a causa de su prematuro
fallecimiento y a las circunstancias antes mencionadas, su nombre ha permanecido, y
probablemente permanezca, desconocido en el extranjero.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, el ministro de Educación, K. Klebelsberg, puso
en marcha un movimiento de reformas, al igual que había hecho J. Eötvös en el siglo anterior,
proceso que dio lugar a la reforma universitaria de 1855. También aquél determinó enviar a
numerosos jóvenes de talento a estudiar en las mejores universidades de Europa Occidental.
Se envió a los Países Bajos a jóvenes teólogos de la Iglesia Reformada, entre ellos a K.
Czeglédy, hijo del renombrado S. Czeglédy, quien había preparado una nueva traducción del
Antiguo Testamento. El joven Czeglédy marchó a Utrecht, donde estudió árabe con el famoso
profesor de Goeje. A su regreso a Hungría, después de la Segunda Guerra Mundial, se le
otorgó la cátedra vacante de arabismo. Por haber sido el único catedrático de árabe durante
decenios en la segunda mitad del siglo XX, se ha convertido en el decano de los arabistas
húngaros, quienes a su vez se consideran descendientes de la escuela holandesa de arabismo.
Czeglédy (1914-1996) continuó la labor iniciada por Kmoskó y consagró su vida a
investigar la historia de las estepas. Empezó por estudiar las fuentes latinas, griegas, siríacas y
árabes y luego, ya bien rebasados los 30 años, estudió armenio y persa medio y neopersa.
Cumplidos los 40 años, estudió idiomas turcomanos y, a partir de los 50, chino. Cuando tenía
60 años, estaba listo para publicar su primera obra en húngaro, Nomádok vándorlása
Napkeletröl Napnyugatra (La migración de los nómadas de Oriente a Occidente, Budapest,
1969), en la que analizó las cuestiones más intrincadas de la historia de las estepas, por
ejemplo, la historia de los hunos, el problema de los heftalitas o hunos blancos, etc. Todo ello
indica que, aunque oficialmente era titular de la cátedra de árabe, no se ocupaba únicamente
de cuestiones árabes. No era en rigor un estudioso del mundo árabe; más bien cabe
considerarlo un orientalista, motivo por el cual tampoco se lo conoce en el extranjero.
6
No obstante, por su condición de profesor de árabe transmitió a las siguientes
generaciones lo que había aprendido de joven en los Países Bajos y en este sentido su
actividad fue crucial en la historia del arabismo en Hungría. Antes de él, Goldziher representó
el inicio de los estudios superiores de árabe en el país, pero como no tuvo sucesor, Kmoskó
tuvo que echar nuevos cimientos. Kmoskó también murió sin dejar sucesor, de manera que
Czeglédy, con su formación holandesa, debió ponerse de nuevo a establecer el arabismo en
Hungría, aunque él sí logró crear una gran escuela integrada por buen número de
especialistas.
La nueva generación fue ocupando plazas en la universidad a finales del decenio de
1960. Fodor Sándor (Alexander Fodor, nacido en 1941) obtuvo el cargo de profesor ayudante
de la cátedra de estudios árabes y se consagró a estudiar los hábitos y costumbres populares,
la magia y temas afines. Investigó las creencias populares de la gente corriente de los países
musulmanes, sobre todo de Egipto, y señaló que en la vida cotidiana de los musulmanes
persisten creencias y costumbres egipcias antiguas que forman parte del acervo islámico.
El siguiente profesor ayudante fue T. Iványi, quien estudió árabe y filología general en
la universidad, lo que le permitió especializarse en la historia de la filología árabe. En los años
setenta, se incorporó a la cátedra I. Ormos, especialista en medicina árabe, quien, a la
jubilación de Czeglédy, pasó a ser titular de la cátedra.
* * *
Aunque la Universidad de Budapest fue siempre la sede de los estudios filológicos, acabaron
por aparecer otras instituciones: en la primera mitad del siglo XX existía la Academia Oriental
de Comercio, que fue reemplazada sucesivamente por la Facultad Karl Marx de Economía, la
Escuela de Economía de Budapest y, actualmente, la Facultad de Economía de la Universidad
de Budapest, donde también se estudiaron y estudian lenguas orientales y donde el árabe
sigue siendo uno de los idiomas orientales que se enseña con fines prácticos.
En esta Facultad también existe un Departamento de Relaciones Exteriores, cuyos
alumnos, que combinan el estudio del árabe con especializaciones en diversos aspectos del
Oriente Medio, pueden llegar a ser especialistas en el mundo árabe con un buen conocimiento
práctico de idiomas. Su maestro, K. Dévényi, también enseña en la Facultad de Humanidades
y está especializado en filología árabe.
La Escuela de Comercio, Hotelería y Gastronomía es la tercera institución en la que se
puede aprender árabe. Gracias al gran número de arabistas graduados de la Facultad de
Humanidades, esta Escuela pudo hallar profesores para sus cursos de idiomas, consagrados
anteriormente sólo a lenguas occidentales. La finalidad de la formación que en ellos se
7
imparte es similar a la de la Facultad de Economía y los alumnos suelen adquirir un buen
conocimiento práctico del árabe moderno hablado, orientado principalmente al comercio.
* * *
Tras el cambio de régimen político (1990), se fundó en 1992 una nueva universidad, la
Universidad Católica Péter Pázmány, en cuyo programa de investigaciones ocupan un lugar
prominente la religión, los movimientos y doctrinas religiosos y el estudio de la Edad Media.
La civilización europea surgió y se formó al norte de la cuenca mediterránea. Al mismo
tiempo, el Mediterráneo oriental fue cuna de las tres religiones monoteístas (judaísmo,
cristianismo e islam), motivo por el cual la Facultad de Humanidades (sita en Piliscsaba, a
unos ocho kilómetros de Budapest) estableció una cátedra de estudios medievales, hebreo
(poniendo el acento en el Antiguo Testamento) y árabe.
La cátedra de árabe rompió con las tradiciones semíticas de la Universidad estatal de
Budapest, porque el islam en tanto religión constituye el objeto de su programa de
investigaciones. Esta diferencia entre lo semita y lo islámico dio lugar a diferentes métodos de
enseñanza, además de la obligatoriedad de estudiar, con carácter de asignaturas secundarias,
otros idiomas (en la Universidad estatal, hebreo y siríaco; en la católica, turco). En la
Universidad estatal se imparte gran número de cursos de filología árabe y en la católica se
presta más atención a la filosofía islámica y a los temas religiosos, como las obras de la hadiz,
la teología (ilm al-kalam), la dogmática (aqaid), la jurisprudencia (fiqh), etc.
Este segundo establecimiento de enseñanza superior de la filología árabe surgió en 1993
a partir de la actividad de Czeglédy, porque dos de sus tres docentes eran discípulos de él y el
tercero, discípulo de uno de ellos. M. Maróth (nacido en 1943) asumió la cátedra del
Departamento. Está especializado en filosofía árabe y se interesa particularmente por la
teología (ilm al-kalam) y la jurisprudencia islámicas y sus fundamentos filosóficos. L. Tüske
trabaja sobre textos literarios; se encuentra principalmente interesado en crítica literaria
clásica. El más joven es B. Major, quien estudia historia, especialmente la árabe e islámica
medieval, sobre todo el período de las Cruzadas.
Fuera del ámbito de la Facultad de Humanidades, también se puede aprender árabe en el
más tradicional de los establecimientos de enseñanza, la Facultad de Teología, cuyo
catedrático de idiomas bíblicos es Gy Fodor (nacido en 1947). Fodor enseña hebreo y otros
idiomas de la Antigüedad, pero como es arabista de formación, continúa la centenaria
tradición de impartir asimismo cursos de árabe, a pesar de lo cual este idioma no forma parte
de las asignaturas obligatorias de esta Facultad.
* * *
8
Por último, también se efectúan estudios árabes en el Instituto Avicena de Estudios sobre
Oriente Medio, fundado en 2001 por el Gobierno húngaro en Piliscsaba. Aprueba el programa
de investigaciones del Instituto un Consejo integrado por cinco catedráticos especializados en
diversos campos de los estudios orientales. El director, M. Maróth, ha designado dos
subdirectores, uno de Idiomas Persas, procedente de la Universidad estatal, y otro de Turco,
de un instituto de investigación de la Academia de Ciencias. En conjunto han establecido el
programa científico y seleccionado a los miembros más jóvenes de la institución.
El Instituto lleva a cabo actividades propias y en el ámbito internacional. Internamente,
es una institución de investigación que ofrece posibilidades de trabajo en particular a jóvenes
doctorandos o que acaban de concluir sus tesis de doctorado, quienes desarrollan un programa
de investigación junto con los correspondientes catedráticos de literatura, historia, filosofía,
filología, etc. Gracias a este programa, ha aparecido una serie de obras especializadas
redactadas en idiomas extranjeros y se han expuesto diversos logros culturales y científicos de
los países islámicos en volúmenes escritos en húngaro.
El Instituto organiza conferencias y congresos nacionales e internacionales sobre temas
diversos. En febrero de 2003, por ejemplo, realizó una reunión consagrada a las perspectivas
de desarrollo de Oriente Medio y a sus consecuencias en las relaciones arabigoeuropeas.
El Instituto patrocina cursos universitarios. En un semestre reciente, investigadores del
arte oriental de diferentes museos impartieron en la Universidad estatal una serie de
conferencias sobre arquitectura, miniaturas, cerámica, alfombras y tapices, cuyo texto se
publicará en un volumen que expondrá “el legado del Islam”. Estas conferencias han sido la
principal actividad de la sección de Arte del Instituto.
En el plano internacional, la tarea principal del Instituto (además de sus tradicionales
investigaciones filológicas) consiste en hallar puntos de contacto entre musulmanes y
cristianos, el mundo árabe y Europa, etc., estableciendo relaciones personales con estudiosos
y universidades árabes, y realizando programas científicos comunes. Además, con ese mismo
fin, se beca a estudiosos jóvenes para estancias más o menos largas y se invita a profesores
del mundo árabe y de países europeos a realizar investigaciones o pronunciar conferencias
sobre temas diversos. (El primer profesor invitado procede de la Universidad marroquí de al-
Qarawiyyin y pronunciará conferencias sobre la hadiz en un futuro próximo.)
El programa de investigaciones del Instituto es similar al de la Universidad Católica
Péter Pázmány. Habida cuenta de la semejanza de sus programas y de que están situados en
un mismo lugar (la Facultad de Humanidades de la Universidad y el Instituto funcionan en
Piliscsaba, en la misma calle, casi enfrente una de otro), han manifestado el deseo de concluir
9
un acuerdo de cooperación. Si lo consiguen y logran aunar sus fuerzas, verá la luz en Hungría
un nuevo e importante centro de estudios árabes.
1
Versión original: inglés Yaqoub Ahmed Al Sharrah (Kuwait) Doctor en educación por la Universidad Ain Shams, Egipto. Subsecretario general del Centro de Arabización de las Ciencias Médicas. Licenciado en biología en los Estados Unidos de América. Titular de un diploma de posgrado en educación de la Universidad de Londres y de una maestría en enseñanza de las ciencias de la Universidad de Leeds, Reino Unido. Entre 1964 y 1994 ocupó distintos cargos de responsabilidad en el Ministerio de Educación de Kuwait. Es miembro de las juntas directivas de varias organizaciones y comisiones dedicadas a la educación, la salud y el medio ambiente.
¿LA EDUCACION, UN PUENTE
PARA EL DIALOGO EUROARABE?
LA ENSEÑANZA TRADICIONAL
ARABE DE LA MEDICINA
Y SU RELACION
CON LA PRACTICA EUROPEA Yaqoub Ahmed Al Sharrah1
El problema de la definición de la medicina islámica
Cronológicamente, se entiende por “ciencias árabes” –o “islámicas”– las actividades
científicas que florecieron entre el siglo VIII de nuestra era y el comienzo de la Edad Moderna.
Geográficamente, la región en que se desarrollaron se extendía desde la península Ibérica y el
norte de África hasta el valle del Indo, y desde Arabia meridional hasta el mar Caspio, región
que correspondía fundamentalmente a la que ocupaba la civilización islámica, y la lengua que
se utilizaba en la mayoría de los casos era el árabe.2 En este artículo examinaremos distintos
aspectos de la medicina islámica y, a modo de conclusión, la definiremos de la manera que
nos parece más adecuada, además de analizar las influencias que ejerció y a las que estuvo
sometida.
La medicina en los albores de la sociedad musulmana
A partir del siglo XV se concedió una gran importancia a los logros de la civilización
musulmana en todos los terrenos, comprendida la medicina. Un gran porcentaje de las
ponencias presentadas en la primera y segunda Conferencia Internacional de Medicina
2
Islámica, celebradas en Kuwait en 1981 y 1982, estuvieron dedicadas a la historia de esta
disciplina.3 En el marco, y también al margen de esas conferencias, se organizaron varios
seminarios especiales consagrados a la memoria de los primeros médicos árabes como, por
ejemplo, Ibn Nafis, Al Zahraui (Abulcasis), etc.4 Algunos autores han pedido que se
reconozcan las contribuciones musulmanas a la medicina occidental ignoradas en Occidente,5
pero ciertas reivindicaciones sobre las antiguas contribuciones islámicas son exageradas
como, por ejemplo, cuando se afirma que Al Zahraui fue el primer cirujano de la historia.
Hay quienes consideran que la medicina que practicaban los musulmanes en la edad de
oro de la civilización islámica –del siglo X al siglo XII de nuestra era- era ideal. Syed Hosein
Nasr y otros especialistas6 definieron a la medicina árabe como los logros históricos de los
médicos islámicos y musulmanes. La historia siempre ha deslumbrado a los médicos árabes
que escriben sobre la medicina y la cultura islámicas, y sus análisis llevan a la conclusión
inevitable de que constituye, simultáneamente, un aliciente y un interrogante para la
generación actual. Se ha afirmado que la perspectiva histórica por sí sola no puede definir un
paradigma islámico de la medicina. En realidad, incluso se la podría utilizar de forma
negativa, como mecanismo psicológico de defensa para justificar las carencias de las
generaciones actuales en comparación con las antiguas. Además, es un asunto que se presta a
discusión: no es seguro que aquellos logros históricos puedan ser calificados de ciencias
médicas islámicas. Los orígenes de la medicina árabe son discutibles. Los pueblos y las
circunstancias no siempre coinciden con la visión general del islam. Los musulmanes
aprendieron la medicina de los griegos y la perfeccionaron. En la India ni siquiera le
cambiaron el nombre y siguieron llamándola tib unani (“medicina griega” en árabe). Por lo
tanto, es difícil corroborar las afirmaciones según las cuales esa medicina representa el ideal
islámico.
Hubo intentos de revivir las medicinas musulmanas tradicionales bajo una nueva forma;
para ello se efectuaron estudios científicos que incluyeron exámenes dobles ciegos,
controlados clínicamente con vistas a demostrar su eficacia terapéutica y, también, a estudiar
otros aspectos relacionados con su farmacología. En la primera y en la segunda Conferencia
Internacional de Medicina Islámica, en las que se dedicó mucho tiempo a la nueva utilización
de medicamentos antiguos, reinó un gran optimismo respecto a las perspectivas de futuro. La
Fundación Hamdard de Pakistán ha iniciado investigaciones sobre medicamentos
tradicionales basados en hierbas. Desgraciadamente, no se han emprendido actividades
similares de esa envergadura en otros países.
3
Los criterios de la medicina islámica
En una ponencia presentada en el curso de la primera Conferencia Internacional de Medicina
Islámica celebrada en Kuwait en enero de 1981, Ahmad El Kadhi propuso seis criterios
distintivos de la medicina árabe. Basándose en estadísticas de los Estados Unidos de América
y en la experiencia médica de ese país, sostuvo que, a diferencia de la medicina occidental
moderna, las ciencias médicas musulmanas se caracterizaban por: a) su excelencia y avance;
b) basarse en la fe y la ética divinas; c) conformarse a guías y orientaciones, es decir, por su
coherencia y lógica; d) ser integrales y prestar atención a la vez al cuerpo y al espíritu, a las
personas y a la sociedad; e) ser universales, o sea, utilizar todos los recursos útiles existentes y
ponerlos al servicio de toda la humanidad; f) ser científicas. Habría que matizar dos de estos
criterios: el criterio a) no debe entenderse en términos absolutos. La excelencia o el avance de
un sistema médico son apreciaciones relativas, que se fundamentan en los conocimientos y
recursos existentes en un momento dado y en un lugar concreto. Los sistemas médicos
mejoran permanentemente, por lo que es prácticamente imposible calificarlos de excelentes
en un momento preciso; en cuanto al criterio f), el referente al carácter científico de la
medicina, quedaría más claro si se dijera que se fundamenta en investigaciones objetivas
basadas en todas las fuentes de conocimientos disponibles. Los términos “científico” y
“método científico” se han empleado de manera incorrecta como sinónimos de objetividad,
siendo así que, como es sabido, en la investigación médica actual se encuentran arraigados
muchos prejuicios, reflejo de opiniones, doctrinas y visiones de la realidad subjetivas, a lo que
se suman los casos de fraude e incompetencia sobre los que informa la prensa.
Hitos y cifras de importancia7
El islam se expandió y los musulmanes mostraron sumo interés por recopilar los antiguos
manuscritos y libros a los que tuvieron acceso. Al acabar la fase de conquista activa,
concentraron sus energías, con gran entusiasmo, en distintas ramas del conocimiento.
Tradujeron todos los tratados griegos, persas e indios que habían reunido, tarea en la que
desempeñaron un importante papel, entre otros, cristianos y judíos.
En el curso del siglo y medio posterior a la aparición del islam, Bagdad –que estaba
gobernada por los abasíes– y Córdoba –gobernada por los omeyas– se transformaron en
centros mundiales del saber, en particular de la medicina. Entre los médicos famosos de la
época de los omeyas se encontraban Ibn Udal y Abu al Hakam al Dimashqi. Ibn Udal, que era
4
cristiano, fue el médico personal de Muauiya, el primer califa omeya. Era experto en la
utilización de venenos y durante ese califato fallecieron misteriosamente muchos hombres y
príncipes destacados. Más tarde, Ibn Udal murió asesinado por venganza. Abu al Hakam al
Dimashqi era un médico cristiano, experto en terapéutica, y cuidaba de la salud de Yazid, el
segundo califa omeya.
La traducción al árabe de obras científicas comenzó bajo los omeyas, en tiempos del
príncipe Jalid ibn Yazid, quien se interesaba por la alquimia y contrató los servicios de
filósofos griegos que vivían en Egipto, a los que retribuía espléndidamente para que
tradujeran libros griegos y egipcios de química, medicina y astronomía. El gran químico árabe
Yabir Ibn Hayan (Geber), 705-769 de nuestra era, contemporáneo del príncipe Yalid, se
convirtió en experto en procesos químicos y descubrió el mercurio.
La construcción de un leprosario en Damasco representó otro avance médico realizado
bajo los omeyas. Era el primero de la historia y contó con muchas donaciones. En Europa, en
cambio, seis siglos más tarde, se seguía condenando por decreto real a los leprosos a morir en
una hoguera.
El califato de los omeyas duró alrededor de noventa años, durante los cuales el islam se
extendió desde China, al este, hasta España, al oeste. La traducción de libros científicos al
árabe ya había comenzado, pero durante el califato de los abasíes, que sucedieron a los
omeyas, experimentó una gran aceleración. La flexibilidad de la lengua árabe, la riqueza de su
terminología y su capacidad de expresión constituyeron importantes factores que facilitaron
esa labor de traducción.
Bagdad, adonde Al Mansur, el segundo califa abasí, trasladó la capital, se convirtió en
el centro mundial de las artes y las ciencias. El siglo IX, época de Harun al Raschid, el famoso
príncipe de Las mil y una noches, fue uno de los períodos más fastos de la historia. Se rodeó
de los médicos más destacados de la época, quienes habían estudiado las medicinas persa,
griega e india.
Se dice que el califa Al Abas pidió a Isa ibn Yusuf, el galeno que lo atendía, que
preparase un examen de competencias en medicina, para que a los médicos que no lo
aprobaran se les prohibiera ejercer. Alrededor de 860 facultativos lo superaron, pero cientos
de charlatanes tuvieron que abandonar la profesión.
El califa Al Mansur propuso a Yuryis ibn Yibrail, un galeno sirio jefe del hospital de
Yundi Schapur, que fuera su médico de cabecera. Pertenecía a una familia en cuyo seno
habían nacido muchos facultativos famosos a lo largo de varias generaciones, los que durante
casi tres siglos ejercieron en la corte abasí, donde acumularon grandes riquezas y alcanzaron
5
posiciones elevadas, a veces incluso más elevadas que las de ciertos príncipes y ministros.
Algunos de ellos tradujeron textos científicos o escribieron libros de medicina.
Yuhanah ibn Masauayh era un médico contemporáneo de Harun al Raschid. A solicitud
del califa, tradujo libros de medicina griegos adquiridos en Bizancio y escribió tratados sobre
fiebres, nutrición, dolores de cabeza y esterilidad femenina. Al Mutasim, sucesor de Harun al
Raschid, se interesó tanto por los trabajos de disección de Yuhanah que puso una sala especial
a su disposición e hizo que le trajesen simios de Nubia, en África.
Probablemente, Hunain ibn Ischaq (Johanitius) fue el mayor traductor de la historia
musulmana. Conocía muy bien el siríaco, el griego y el árabe, y tradujo al árabe una gran
cantidad de manuscritos científicos y filosóficos griegos, entre los que se encontraban la
mayoría de los tratados de Hipócrates y Galeno. Tras su muerte, prosiguieron dicha labor sus
discípulos y su sobrino Hubaish. Este último también escribió libros de medicina, en
particular, un tratado de nutrición.
Otros muchos traductores se convirtieron en escritores y filósofos destacados: Zabit ibn
Qurrah escribió numerosos tratados sobre distintos temas médicos y sobre filosofía y
astronomía; Qusta ibn Luqa, contemporáneo de Al Kindi, tradujo muchos libros al árabe;
además, debe mencionarse a Mankah el Indio, que vertía el sánscrito al árabe y que tradujo,
en particular, un trabajo sobre venenos del médico indio Shanaq.
Los califas abasíes no se interesaron exclusivamente por la traducción de tratados.
También se preocuparon por la salud pública y fue Alí ibn Isa, uno de sus ministros, quien
pidió a Sinan ibn Zabit, el médico de la corte, que organizara visitas periódicas de
funcionarios médicos a las cárceles. El primer hospital del imperio musulmán fue construido
en Bagdad, en el siglo IX, por orden de Harun al Raschid; posteriormente se levantaron otros
muchos en el mundo islámico. El primero de El Cairo se construyó en 872 de nuestra era,
cuando Ibn Tulun era gobernador de Egipto. La estructura de esos hospitales era sumamente
avanzada puesto que comprendían farmacias, bibliotecas, salas de conferencias para los
estudiantes de medicina y alas separadas para hombres y mujeres.
La era de la traducción permitió el advenimiento de la redacción de obras originales y la
innovación. La segunda mitad del siglo IX y el siglo X constituyen el período más creativo de
la historia de las ciencias y el saber musulmanes.
El médico Al Tabari atendió a dos califas abasíes, escribió una enciclopedia sobre
medicina, filosofía, zoología y astronomía, y fue muy influido por los escritos de Aristóteles y
Galeno.
6
Al Razi (Razes), 865-925 de nuestra era, era persa y discípulo de Al Tabari. Fue uno de
los mayores médicos musulmanes y un escritor muy prolífico. Se interesó mucho por la
química; se dice que preparó alcohol puro con azúcares fermentados y que inventó una escala
para medir el peso específico de los fluidos, pero debe su mayor título de gloria a sus
extraordinarias aptitudes de médico y a sus descripciones clínicas –que aún siguen siendo
válidas– de muchas enfermedades. Investigó las enfermedades ginecológicas, la obstetricia,
las enfermedades hereditarias y las oculares. Escribió una monografía sobre la viruela y el
sarampión, y tratados de química y farmacia, aunque su obra más famosa es Al Hawi [Libro
enciclopédico], una gran obra de medicina en 24 volúmenes que, traducida al latín [Liber
continents], tuvo una gran influencia en la medicina europea.
Al Mayusi también nació en Persia. Escribió un libro sobre medicina titulado Al Maliki,
traducido al latín bajo el título Liber Regius, que constituyó una obra de consulta obligada
durante la Edad Media. Al Mayusi fue el primero que explicó que el feto no sale del útero por
sus propias fuerzas, sino que es expulsado por las contracciones del útero.
Ibn Sina (Avicena), 980-1037 de nuestra era, fue un escritor prolífico que se interesó
por muchos temas, pero su tratado más famoso es el Canon de la Medicina. Se trata de una
obra enciclopédica en 14 volúmenes, síntesis de las medicinas griega y árabe, a las que añadió
su experiencia personal. Trata de las enfermedades, su clasificación, descripción y etiología;
la terapéutica y la clasificación de los medicamentos en simples y compuestos; la higiene; las
funciones de los órganos del cuerpo y otros muchos temas. En particular, Ibn Sina observó
que la tuberculosis pulmonar era contagiosa y pensó que se propagaba a través del suelo y la
humedad. También describió fidedignamente los síntomas de la diabetes mellitus y algunas de
sus complicaciones. Se interesó mucho por la influencia de la mente en el cuerpo y escribió
numerosas páginas sobre trastornos psicológicos. El Canon se tradujo al latín y se reeditó
numerosas veces. Fue el libro que más influencia ejerció en el pensamiento europeo durante la
Edad Media y constituyó una obra de referencia clásica en las universidades hasta el siglo
XVII.
Córdoba, en España, fue el otro gran centro cultural del mundo musulmán. Se dice que
su biblioteca contenía más de 600.000 libros. Abu al Qasim al Zahraui (Abulcasis) nació en
Medina Azahara (España) en 936 de nuestra era. Se lo considera el cirujano árabe más célebre
y también era experto en el uso de los medicamentos simples y compuestos, por lo que a
veces se lo llamaba “el cirujano farmacéutico”. Escribió el famoso manual de cirugía Al Tasrif
que contiene capítulos dedicados a la preparación y dosificación de los fármacos, la nutrición,
la salud pública y la disección. Las célebres secciones sobre cirugía están ilustradas con los
7
dibujos de unos 100 instrumentos quirúrgicos. Incluye descripciones de las técnicas
operatorias para tratar distintas afecciones, comprendidas la amputación de miembros, la
extracción de cuerpos extraños y la pulverización de cálculos de la vesícula. Inventó muchos
de los instrumentos que presenta en el libro y, en particular, un par de fórceps para su
utilización en obstetricia. Al Zahraui también era un excelente dentista; se dice que hacía
operaciones estéticas para corregir dentaduras irregulares. Su libro se hizo famoso en las
universidades europeas durante la Edad Media. Cuando en 1187 de nuestra era Gerardo de
Cremona lo tradujo al latín, se convirtió en la principal obra de referencia de cirugía en las
universidades de Italia y Francia.
Ibn Ruschd (Averroes), nacido en Córdoba, fue un médico, filósofo y astrónomo del
siglo XII. Lo que más le interesaba era la filosofía y escribió un importante comentario sobre
la obra de Aristóteles, pero también practicaba la medicina y redactó un libro de ciencia
médica titulado Al Kuliyat que se hizo famoso en el occidente latino bajo el título de Colliget.
Entre sus numerosas contribuciones originales se encuentra la observación de que la viruela
sólo se puede contraer una vez.
En el seno de la familia de Ibn Zuhr nacieron varios médicos famosos –hombres y
mujeres– a lo largo de seis generaciones consecutivas. El más célebre fue Ibn Maruan ibn
Zuhr (Avenzoar). Contemporáneo de Ibn Ruschd, era un clínico sumamente capaz. Su libro Al
Teisir estuvo entre los que se tradujeron al latín, por lo que se integró al saber europeo.
Es preciso referirse a dos médicos más, que no nacieron en Bagdad ni en Córdoba. Ibn
Abi Usaybiah nació en Siria y durante cierto tiempo ejerció la medicina en El Cairo. Su
principal contribución a la medicina fue la extensa biografía de los médicos que le
precedieron. El segundo es Ibn al Nafis que también nació en Siria y ejerció en El Cairo.
Refutó las afirmaciones de Galeno sobre la circulación de la sangre a través de poros
invisibles del tabique que separa los ventrículos del corazón. Fue el primero que describió la
circulación menor (pulmonar), mucho antes que el inglés Harvey. Desgraciadamente, este
logro extraordinario tuvo muy poco eco y su pensamiento fue ignorado durante siglos.
En resumen, debemos reconocer que el Occidente no ha concedido el valor que le
corresponde a la influencia de los musulmanes en la evolución histórica de la medicina. Las
contribuciones científicas e intelectuales islámicas en este terreno han sido poco destacadas
por los tratadistas occidentales. Sin embargo, los árabes llevaron la antorcha de las ciencias y
el pensamiento en una época en que ninguna otra civilización era capaz de hacerlo. Hubo un
tiempo en que la Iglesia cristiana de Oriente perseguía a todos los científicos porque
consideraba que el saber era una herejía. El imperio islámico acogió a quienes huían de las
8
persecuciones y recogió el legado científico de la época. Los musulmanes, que se esforzaron
por proporcionarles un ambiente grato para trabajar y estudiar, los trataron con mucho
respeto. Aquel fue el inicio de una revolución cultural universal que ilustró a la antigüedad;
cuando, posteriormente, Occidente la abrazó, heredó simultáneamente los logros científicos e
intelectuales de los musulmanes.8
La enseñanza de la medicina en el mundo islámico
Para adquirir experiencia, quienes aprenden, estudian y practican la profesión médica deben
trabajar en hospitales bajo la supervisión de científicos expertos. Acerca de la necesidad de
que los estudiantes de medicina frecuenten los hospitales, Von Grunebaum afirmó lo
siguiente:
Los estudiantes de medicina deben siempre visitar los hospitales, acompañados por los profesores más destacados, y estar muy atentos a las enfermedades y a la situación de las personas que allí se encuentran; deben informarse sobre las afecciones y los síntomas de los pacientes, teniendo presentes sus lecturas sobre los cambios y su importancia, ya sea mucha o poca. Si entienden esas cosas, alcanzarán una posición elevada en la profesión.9
Por lo tanto, este autor deja claro que, en aquella época, la enseñanza de la medicina se basaba
en los conocimientos y se impartía en los bimaristanes u hospitales. Para conocer las reglas de
la enseñanza médica en el mundo islámico es preciso estudiar, en primer lugar, el origen de
los bimaristanes y su evolución. Ibn Abi Usaibiah afirmó:
Hipócrates se preocupaba mucho por los pacientes y su tratamiento. Se dice que fue el primero que concibió e hizo construir un bimaristán y, también, el primero que lo mejoró puesto que cedió una parte del jardín de su casa para los pacientes y dispuso que varios miembros de su servidumbre dispensaran los tratamientos. Lo llamó “Ajsendokin”, es decir, complejo para pacientes. La palabra bimaristán, que es de origen persa, tiene el mismo significado. Bimar en persa quiere decir enfermedad y stan significa lugar o casa; por ello, indica lugar o casa para enfermos.10
Ésta es la explicación que da Ibn Abi Usaibiah de la evolución histórica de los bimaristanes u
hospitales en su libro Uyun al Anba. Pero Max Meyerhof11 afirma que el primer hospital del
mundo islámico fue el que se construyó en Bagdad por orden de Harun al Raschid y que
posteriormente se levantaron hospitales en todas partes. ¿Tendrá razón Meyerhof?
En su libro Liderazgo y política, Ibn Qutayibah al Dainuri12 examina varios aspectos
importantes de la historia islámica y expone que el primer bimaristán u hospital fue el que se
construyó para el ejército musulmán cuando Abdalah Ibn al Zubair, sitiado en La Meca, hizo
9
levantar una tienda junto a la mezquita para que los heridos pudieran ser atendidos por
personas competentes. Se trata del bimaristán árabe.
EL SISTEMA DE LOS BIMARISTANES
Cuando se crea una institución también es preciso idear un sistema administrativo o técnico.
Los médicos del mundo islámico implantaron un sistema preciso de funcionamiento en los
hospitales, basado en los saberes académicos, con vistas a alcanzar dos objetivos: por un lado,
se debía atender a los pacientes conforme a las reglas más modernas de la terapéutica; por
otro, los bimaristanes –donde hacían las prácticas los galenos que se habían licenciado
recientemente– eran responsables del éxito del tratamiento de sus pacientes. Los bimaristanes
del mundo islámico adoptaron todos los procedimientos técnicos que permitían alcanzar esos
dos objetivos.
Ibn Joubir13 observó cómo funcionaban los hospitales. Ahmed Isa Bey en Historia de
los bimaristanes en el islam,14 Amín Asad Jayralah en Resumen de las contribuciones árabes
a la medicina y ciencias afines15 y Nushirauy en Los bimaristanes islámicos en la Edad
Media también han expuesto la organización administrativa, técnica y docente que reinaba en
los hospitales en esa época.
En cuanto al emplazamiento, se procuraba elegir un sitio que contara con las mejores
condiciones de salubridad. Se prefería construir bimaristanes en colinas o junto a ríos. El
bimaristán de Al Adudi es un buen ejemplo; fue edificado por Adud al Daula b. Bauaih16 en
Bagdad, junto al río Deglah. El agua del río corría por el patio y salas, y luego volvía a su
cauce.
Respecto a la organización, naturalmente, los médicos dividieron los bimaristanes en
dos secciones, una para hombres y otra para mujeres, ambas independientes y con amplias
salas para los pacientes. Éstas contaban, como mínimo, con un médico y los grupos de
facultativos de cada sección dependían de un médico jefe. Las salas estaban separadas por
especialidad: las había para enfermedades internas, fracturas, oftalmología, obstetricia y las
distintas enfermedades contagiosas.
En su libro titulado Uyun al Anba,17 Ibn Abi Usaibiah describió las salas de medicina
interna; éstas, con frecuencia, comprendían un sector para los pacientes que padecían fiebres y
otro para los que sufrían trastornos mentales. Todos los sectores de los bimaristanes disponían
del equipo médico completo necesario para los facultativos.
10
Ibn Abi Usaibiah narra que cuando Adud al Daula decidió construir el bimaristán de
Adudian, en la parte occidental de Bagdad, organizó un examen para evaluar los
conocimientos de un centenar de médicos para elegir a los 24 que trabajarían allí. El jefe de
los médicos del hospital se llamaba Al Saur. Los sistemas administrativo y médico del
establecimiento se basaban en el trabajo de jóvenes que hacían funciones de empleados,
trabajadores sanitarios, ayudantes o encargados de hacer vendajes; algunos de ellos, que
formaban parte de la servidumbre, limpiaban el bimaristán y atendían a los pacientes en caso
de necesidad.
De conformidad con esa organización y sistema, en el bimaristán se ejercía la medicina
a partir del diagnóstico, es decir, de la determinación de las enfermedades, y mediante la
posterior prescripción de tratamientos. Además, entendieron la necesidad de que en los
bimaristanes hubiese una farmacia que facilitara los medicamentos que se entregaban por
prescripción médica. La farmacia se llamaba “al Sharabjana”. Tal como se sigue haciendo en
la actualidad, los bimaristanes eran objeto de inspecciones, de las que se encargaba un
empleado nombrado por el ministro o el califa, que estaba facultado para entrar en el hospital
e informarse del estado de los pacientes, la atención y la alimentación que recibían, los
cuidados que dispensaban los jóvenes y si el médico se desempeñaba de la mejor manera
posible. Este sistema aseguró la permanencia de los bimaristanes puesto que obligaba a que se
trabajara con un elevado grado de competencias técnicas, científicas y administrativas.
Vale la pena señalar que cada paciente tenía una tarjeta en la que el médico anotaba sus
observaciones a lo largo del tratamiento. Además, los galenos llevaban unos registros
especiales en los que hacían anotaciones sobre las enfermedades que atendían. Los
facultativos hacían experimentos y pruebas a partir de sus observaciones. Cuando un médico
tropezaba con dificultades de diagnóstico, recurría al jefe de su sector o del hospital. Con
frecuencia, los facultativos se reunían para examinar casos concretos. Obviamente, esos
debates y consultas eran el equivalente de las conferencias científicas de médicos que se
siguen celebrando en la actualidad.
Los historiadores de la medicina árabe describieron con mucho detalle el sistema de
trabajo en los hospitales. Los médicos hacían turnos: unos de día y otros de noche; además,
otros galenos trabajaban parte de la mañana y, luego, parte de la noche. A la vez, disponían de
suficiente tiempo de descanso como para poder continuar trabajando en el bimaristán y
supervisar el tratamiento y la atención médica de los pacientes.
En sus observaciones, Al Maqrizi18 mencionó que los pacientes, al ingresar en un
bimaristán, debían entregar la ropa y el dinero que llevaban; este último quedaba al cuidado
11
de un guardián. Los pacientes, a quienes se les proporcionaba ropa limpia, recibían
medicamentos y comida gratuitas bajo la supervisión de los médicos hasta su curación.
En el libro Al Hisba, Ibn al Ojoua describió el ingreso de un paciente en el servicio de
medicina ambulatoria para consultar a un médico. Señaló, en un texto muy importante:
El facultativo interroga al paciente sobre la causa de su enfermedad y los dolores que lo aquejan. Le prepara jarabes y otras drogas, y entrega una copia de la receta a los familiares que lo acompañan. Al día siguiente, lo vuelve a examinar, observa las medicinas, le pregunta si se siente mejor y, según se encuentre, le aconseja en función de su estado. El examen se repite todos los días hasta que el paciente sane o fallezca. Si el paciente sana, el galeno cobra.
Cuando el paciente fallecía, la familia se dirigía al médico jefe del hospital y le presentaba las
recetas del facultativo. Si aquél consideraba que el galeno había actuado concienzudamente,
informaba a la familia que la muerte se debía a causas naturales. En cambio, si pensaba lo
contrario, les decía: “Debéis cobrar al médico una indemnización por la muerte de vuestro
pariente, porque ha fallecido por su mal desempeño y negligencia”. Merced a ese método
honorable, los pacientes tenían la seguridad de estar atendidos por médicos experimentados y
con una sólida formación.
Rápidamente se comprendió que los bimaristanes tendrían que ser diferentes en función
de su cometido. Los bimaristanes creados para atender heridos de guerra eran distintos de los
que se construían para pacientes que sufrían enfermedades mentales, o que provenían de las
caravanas comerciales, de la peregrinación a la Kaba, etc.
Las reuniones de enseñanza de la medicina
Las reuniones de enseñanza se extendieron por el mundo islámico de manera metódica. A
veces las organizaban los propios médicos, pero por lo general era el Estado el que lo hacía.
Siempre ha sido así. Sabemos que la reputación de un científico depende de sus seguidores y
de la influencia que ejerce en sus discípulos; por ello, siempre se esmeran por impartir clase
de manera original.
Los métodos docentes de los médicos árabes tenían características propias. Abu Bakr al
Razi (Razes) fue probablemente uno de los mejores facultativos de su tiempo que consignó
por escrito, para las generaciones posteriores, los conocimientos esenciales que todo médico
debía poseer y que los profesores debían grabar en las mentes de los discípulos. No sólo se
trataba de enseñanzas teóricas, sino también producto de la experiencia y la práctica. Abu
Bakr al Razi era el mejor médico clínico de su tiempo y también un buen profesor de
12
medicina y escritor. Su libro La guía o Al Fusul es un buen ejemplo. Durante las clases, los
alumnos se agrupaban en torno a él, formando círculos por orden de precedencia. Les
presentaba pacientes y los dejaba interrogarlos sobre el mal que los aquejaba e intentar
diagnosticarlo; si se equivocaban, intervenía y daba la solución.19
Los valores y la ética de la medicina islámica
El empleo de los valores y la ética en tanto características definitorias de la medicina islámica
es una mejora con respecto a su definición a partir de criterios prácticos. Resulta difícil medir
y comparar los criterios que caracterizan a los distintos sistemas médicos. Omar Hasan Kasule
padre expuso, en una ponencia presentada en la primera Conferencia Internacional de
Medicina Islámica, en Kuwait, que sólo se la puede definir a partir de los valores y de la ética,
no fundándose en procedimientos médicos o recursos terapéuticos propios. Merced a esta
definición, la medicina islámica es un concepto universal, no restringido por características
temporales o espaciales específicas. Sin embargo, una definición basada exclusivamente en
valores es demasiado general para que resulte útil en la práctica. Los valores pueden ser muy
subjetivos y difíciles de definir con precisión.
Las siguientes citas de estudiosos antiguos y contemporáneos corroborarán el contenido
de esta parte del artículo: Ningún estudioso de la historia de la cultura de Europa Occidental podrá reconstruir jamás los valores intelectuales de la Baja Edad Media a menos que posea una clara conciencia de lo que fue el islam en aquella época.20 Como no tardará en reconocer la cristiandad, los árabes han dejado su impronta intelectual en Europa; la han grabado indeleblemente en los cielos, como puede ver cualquiera que lea los nombres de las estrellas en el globo celeste común.21
Porque combatía al islam, Europa denigró la influencia de los sarracenos y exageró sus lazos con el patrimonio griego y romano. Por ello, hoy en día debemos emprender una importante tarea: corregir este falso énfasis y reconocer plenamente nuestra deuda con el mundo árabe e islámico.22
Una de las características señaladas de los hombres civilizados es el conocimiento del pasado, [comprendidos] el pasado de aquellos con quienes su propia cultura ha tenido contactos frecuentes y fructíferos y el de todos los grupos que han contribuido al progreso del hombre. Los árabes pertenecen plenamente a ambas categorías. Pero en Occidente no se los conoce bien. Víctimas de la ignorancia y de la información errónea, a menudo los árabes y su cultura han sido estigmatizados.23
Con demasiada frecuencia, las ciencias de Arabia han sido percibidas como una mera operación dilatoria. Se ha considerado que la región había sido un gigantesco depósito donde se almacenaron los logros científicos anteriores en espera de poder transmitirlos a Occidente. Pero evidentemente esto es un remedo de la verdad. Es obvio que los árabes heredaron las ciencias de los griegos y también de los indios y chinos, y que las legaron posteriormente a Occidente. Pero no es, ni mucho menos, lo único que hicieron.24
Para George Sarton (Universidad de Harvard), eminente estudioso de mediados del siglo XX,
las “raíces” de la evolución intelectual occidental se remontan a la tradición árabe, que era “la
corriente más destacada y siguió siendo, hasta el siglo XIV, una de las mayores del
13
pensamiento medieval”. Además, añade: “Los árabes se apoyaron en sus precursores griegos,
tal como los estadounidenses lo hacen en los europeos. No tiene nada de malo”. Más adelante,
Sarton critica a quienes “afirman de manera simplista que ‘los árabes se limitaron a traducir
los tratados griegos y que sólo fueron copistas aplicados’. No es totalmente falso, pero refleja
una parte tan pequeña de la realidad que cuando se afirma fuera de contexto es peor que una
mentira”.25
El pluralismo en la moderna enseñanza árabe de la medicina
El árabe fue el idioma en que se impartieron los estudios científicos y de medicina durante
más de 14 siglos, pero dejó de serlo en el siglo XIX, cuando los países árabes fueron ocupados
por fuerzas colonizadoras que impusieron su idioma en todos los ámbitos de la vida,
comprendida la enseñanza de la medicina. En un estudio publicado por la Organización
Mundial de la Salud en 1988, sobre los idiomas en que se enseña la medicina en todo el
mundo, se observa que en los países que sufrieron ocupaciones extranjeras, la medicina se
enseña en la lengua de los colonizadores. Los países árabes constituyen un buen ejemplo,
puesto que en las facultades de medicina de los Estados del Magreb (Argelia, Mauritania
Marruecos y Túnez) se adoptó el francés y en la mayoría de los otros países árabes, incluidos
Egipto, Irak, Jordania y los Estados del Golfo, se utiliza el inglés. En Somalia se emplea el
italiano. La única excepción es Siria, donde las clases de medicina aún se imparten en la
lengua nacional.
El árabe es un idioma muy flexible, capaz de incorporar todos los nuevos conceptos de
la medicina y las demás ciencias modernas. Por ello, impartir y recibir clases de medicina y
ciencias de la salud en esa lengua constituye un primer paso para poner fin a la extraña
situación que se vive actualmente en el mundo árabe. En casi todos los países del mundo,
comprendidos algunos con poblaciones muy pequeñas, como Islandia, Rumania y Suecia, se
estudia medicina en su propia lengua. Los árabes no recuperarán su condición de adelantados
de las ciencias y la medicina hasta que no vuelvan a estudiar en su idioma materno: el árabe.
El aprendizaje de la medicina en árabe tendría muchos beneficios para los estudiantes,
entre ellos el incremento de sus capacidades y una mayor rapidez de comprensión. También
supone muchos beneficios para la sociedad en general, puesto que la lengua constituye un
símbolo de la dignidad y la estima de una nación. También representaría una fuente de
ahorros, entre otras cosas al no tener que adquirir costosos libros importados ni pagar sueldos
a profesores extranjeros. Además, las relaciones entre médicos y pacientes serán mucho
14
mejores cuando los facultativos hablen el mismo idioma que los pacientes, en lugar de
dirigirse a ellos como si vinieran de otro planeta.
Por estas y otras razones, se planteó la necesidad de colmar la brecha lingüística en los
estudios de medicina y ciencias de la salud, y surgió la idea de crear un centro de
“arabización” de las ciencias médicas, del que se da una breve descripción a continuación.
El uso del árabe en medicina
La traducción al árabe de las publicaciones científicas y técnicas mundiales representa una
etapa básica, apremiante y significativa para la creación de programas de medicina árabes,
tanto en materia de enseñanza, como de investigación y desarrollo. Su objetivo primordial
consiste en poner de relieve el papel de ese idioma en el campo de las ciencias médicas. Para
poder controlar con eficacia la transferencia de tecnología, la lengua árabe debería ser el
vehículo técnico y práctico del pensamiento y la escritura de los médicos musulmanes.
Por lo tanto, todas las organizaciones árabes que trabajan en pro del desarrollo y el
progreso de la ciencia y la tecnología deberían conceder una prioridad absoluta a la traducción
técnica a su lengua.
Durante los siglos VI y VII de nuestra era, las bases del pensamiento racional y científico
sólo existían en árabe merced a los esfuerzos de los científicos y traductores musulmanes
quienes, además, hicieron contribuciones originales a las distintas ramas del conocimiento de
las ciencias. Por ello, en aquellos tiempos, la lengua árabe se transformó en el principal
vehículo del desarrollo científico.
En el siglo XII de nuestra era, se organizó un programa metódico de traducción del árabe
al latín de numerosos tratados de medicina, matemáticas, óptica, química y otras disciplinas
científicas. Esto representó un gran estímulo y echó los cimientos del gran avance occidental
en materia de ciencias y tecnología. Muchos vocablos de la terminología científica europea
provienen del idioma árabe.
El ejemplo que acabamos de exponer debería inducirnos a invertir la situación e
intentar, una vez más, traducir al árabe todos los principales tratados científicos y
tecnológicos mundiales. Para ello, se han de desplegar esfuerzos bien organizados a todos los
niveles con vistas a reunir, estudiar, traducir al árabe y publicar información médica
actualizada. Esta cuestión es de gran interés para la cooperación panárabe.
15
En cierta medida, el Centro de Arabización de las Ciencias Médicas puede contribuir al
logro de este objetivo. Por ello, se ha propuesto incluir servicios de traducción, autoría y
normalización terminológica en sus programas. Esta labor puede efectuarse por conducto de:
1. Un plan global de publicación de obras de autores árabes sobre temas médicos. Para
definir los temas y las normas de calidad se debería contratar a especialistas árabes
capaces de desempeñar esta importante misión.
2. Un plan global de traducción al árabe de los principales libros de referencia
extranjeros, en particular de los manuales que podrían contribuir a la introducción de
esa lengua en la ciencia médica, así como la arabización de algunas especialidades
médicas sumamente necesarias.
3. Un plan global de arabización de la terminología médica extranjera y su publicación
en árabe; una definición fiel de sus conceptos y significados y la publicación de los
diccionarios y glosarios pertinentes.
4. La publicación de una enciclopedia médica árabe en la que se exponga la evolución de
la medicina islámica a lo largo de los siglos.
5. La elaboración de un plan para los distintos medios y modelos docentes que se utilizan
en la enseñanza de la medicina con vistas a acelerar la introducción de conceptos
árabes en las clases de medicina. Notas 1. Deseo expresar mi profundo agradecimiento al comité de redacción de Perspectivas por haberme
permitido participar en el diálogo entre las culturas árabe y europea. No obstante, es difícil abordar todos los aspectos necesarios en un artículo; la medicina árabe y su influencia en la medicina europea y occidental podría dar materia para varios libros.
2. A.I. Sabra, “Situating Arabic science: locality versus essence” [Las ciencias árabes: ¿una realidad local o universal?]. Isis (Chicago, Illinois), 1996, vol. 87, nº 4, págs. 654–670.
3. Segunda Conferencia Internacional de Medicina Islámica, Kuwait, 29 de marzo-2 de abril de 1982/4-8 Jamadi al ajirat 1402. Abstracts. Kuwait: Islamic Medicine Organization, 1982.
4. Basyuni, Abdul Hamid y Jundi, Rajai (comps.), Ibn Rushd: al Tabiib wa al Faqih, wa al Failasuf [Ibn Ruschd: médico, jurista y filósofo]. Kuwait; Islamic Medicine Organization, 1995.
5. Y.A. Shahine, 1971. The Arab contribution to medicine [La contribución árabe a la medicina]. Londres: Longman.
6. Osman Bakar, Philosophy of Islamic medicine and its relevance to the modern world [La doctrina de la medicina islámica y su importancia para el mundo contemporáneo], Penang, Malasia: Secretaría de Filosofía y Ciencias Islámicas, 1996.
7. Macksood Aftab, “How Islam influenced science” [La influencia del islam en las ciencias], The Islamic Herald, 1995. http://www.ais.org/~bsb/Herald/
8. Hamed A. Ead (comp.), Arabic (or Islamic) influence on the historical development of medicine [La influencia árabe (o islámica) en la evolución histórica de la medicina], Heidelberg, Alemania, 1998. http://www.levity.com/alchemy/islam19.html
9. G.E. Von Grunebaum, The civilization of Islam [La civilización islámica], pág. 424, El Cairo: Misr Bookshop, n.d. [Traducido al árabe por A. Gaweid.]
10. Ibn Abi Usaibi’ah, Uyun al Anba fi Tabaqat al Atibba, pág. 45 [Konigsberg, edición de 1884, publicada por August Müller].
16
11. Max Meyerhof, “Science and medicine” [Ciencia y medicina], en T.W. Arnold y A. Guillaume (comps.), The legacy of Islam. Nueva York: Gordon Press, 1976. Traducción al árabe de: Gorgeis Fathallah, Beirut, Dar al-Taleia, 1972, pág. 423.
12. Ibn Qutayibah, Al Emama We’ll-Seyasa, [Liderazgo y política], El Cairo, 1328 H., vol. 2, pág. 12. 13. Ibn Joubir, Rehlat Ibn Jouber [El periplo de Ibn Jouber], El Cairo, 1358 H. 14. A. Isa Bey, The History of the Bimaristans in Islam [Historia de los bimaristanes en el islam], págs. 20–
40. Damasco, 1939. 15. A. Khayrallah, Outline of Arabic contributions to medicine and allied sciences [Resumen de las
contribuciones árabes a la medicina y ciencias afines], págs. 63-68, Beirut, 1946. 16. Ibn abi Usaybi'ah, Uyun al Anba fi Tabaqat al Atibba [Descripción precisa de las categorías de médicos],
vol. 2, pág. 415. Publicado por August Müller, Konigsberg, 1884. 17. Ibíd., págs. 732–733. 18. Al Maqrizi, Kitab, al Mawa’es Wa al Eitbar [Sermones y moralejas], vol. 2, pág. 405. (G. Wien: ed., El
Cairo, Imprenta del Institut français d'archéologie orientale, 1913.) 19. Nagi, K., al Razi: the pioneer of clinical medicine [Al Razi, el adelantado de la medicina clínica], págs.
30–35, Beirut, Dar al-Ulum al-Arabia, 1987. 20. Pierce Butler, “Fifteenth Century of Arabic Authors in Latin Translation” [Quince siglos de escritores
árabes traducidos al latín], en: The McDonald presentation volume. Nueva York: Freeport, 1933 pág. 63. 21. John W. Draper, History of the intellectual development of Europe [Historia de la evolución intelectual de
Europa]. Nueva York: Harper & Row, 1876/1904, vol. 2, pág. 42. 22. W. Montgomery Watt, Islamic surveys: the influence of Islam on medieval Europe [Estudios islámicos: la
influencia del islam en la Europa medieval]. Edimburgo, Reino Unido: Universidad de Edimburgo, 1972, pág. 84.
23. John Hayes, The genius of Arab civilization: source of the Renaissance [El genio de la civilización árabe en el origen del Renacimiento]. Cambridge, Massachusetts: MIT Press, 1983, pág. 2.
24. Colin A. Ronan, Science: its history and development among the world’s cultures [Historia y desarrollo de la ciencia en las culturas mundiales]. Nueva York: Facts on File, 1982, pág. 203.
25. George Sarton, A guide to the history of science [Guía de la historia de la ciencia]. Waltham, Massachusetts: Chronica Bottanica, 1952, págs. 27 y 28.
1
Versión original: alemán Nese Ihtiyar (Alemania/Turquía) Es diplomada de la Ruhr-Universität de Bochum. En 2002 se incorporó al Instituto Georg Eckert para la investigación internacional de textos escolares. Durante muchos años se ha consagrado a la escolarización de los inmigrantes y a fomentar las capacidades lingüísticas de los hijos de éstos. Ha dictado conferencias y escrito artículos sobre temas culturales y religiosos. Correo electrónico: ihtiyar@gei.de
¿LA EDUCACION, UN PUENTE
PARA EL DIALOGO EUROARABE?
EL ISLAM EN LOS TEXTOS
ESCOLARES DE ALEMANIA:
EJEMPLOS DE LA GEOGRAFIA
Y LA HISTORIA Nese Ihtiyar
Durante la década de 1990, los medios de comunicación prestaron cada vez más atención a las
diferencias religiosas y culturales entre el “mundo islámico” y el “mundo occidental”. Los
ataques del 11 de septiembre de 2001 hicieron que la población en general tomara conciencia
de la cuestión. La guerra de Irak y la pugna entre palestinos e israelíes han reforzado la idea
de que el islam constituye un problema. Por tanto, es legítimo indagar si el islam es visto
como un peligro por el “mundo occidental” y, viceversa, si el cristianismo o los valores
occidentales se consideran como una amenaza en el “mundo islámico”.
El asunto es significativo porque un gran número de inmigrantes musulmanes –algunos
de ellos ya de la tercera generación– residen y asisten a la escuela en Alemania y en otras
sociedades europeas. Más que nunca antes, la comprensión mutua exige un análisis crítico de
las relaciones entre el islam y la cultura occidental. Al tratar este tema, no debería únicamente
hacerse hincapié en las diferencias –que sin duda existen y deben señalarse– sino también en
lo que es aún más importante: subrayar los rasgos comunes y los puntos de contacto.
Ante la situación actual, la investigación sobre los textos escolares afronta la tarea de
examinar cómo se debería reflejar en ellos las relaciones entre las culturas y las religiones, a
fin de que no se consideren esencialmente desde una perspectiva de conflicto. Es preciso
examinar los textos que se usan en ambas culturas, situándolos en el contexto de la
2
mundialización y de las migraciones motivadas por las más diversas causas. El diálogo
transcultural debe enfocarse de modo que responda a estas dos preguntas:
1. ¿La manera en que se presenta el islam y la(s) cultura(s) islámica(s) en los textos
escolares de Occidente fomenta el diálogo crítico?
2. ¿Cómo se describe a Occidente y al cristianismo en los manuales escolares de los países
islámicos o en los que el islam es la cultura predominante?
El Instituto Georg Eckert para la investigación internacional de textos escolares de Brunswick
ha emprendido esta tarea y en el verano de 2002 inició el proyecto “El mundo occidental y el
islámico: aspectos de su percepción recíproca, según se reflejan en sus textos escolares”.
El presente artículo trata sobre la primera parte de ese proyecto, que examina la forma
en que los textos escolares alemanes presentan al islam. El análisis comprende manuales
escolares de geografía, historia, política y estudios contemporáneos, y doctrina y ética
católicas y protestantes. Los libros examinados se usan en diversos tipos de escuelas y en
distintos cursos académicos.
Conforme a un enfoque cualitativo, el análisis gira en torno a las siguientes preguntas:
1. ¿Cuáles son los temas predominantes en lo que respecta al islam? ¿Comportan
únicamente los manidos estereotipos habituales, como la situación de las mujeres en el
islam?
2. ¿En qué contextos se examina el islam? ¿En el de los conflictos (el conflicto de Oriente
Medio) o hay en ellos un componente de “extranjería”? Visto desde otra perspectiva,
también debemos preguntar: ¿qué temas se soslayan o se omiten?
Es de especial importancia analizar si las explicaciones se basan en la imagen que el islam
tiene de sí mismo o si se ofrece una perspectiva múltiple, que contribuye a desmontar los
estereotipos vigentes.
También debe llevarse a cabo un análisis del lenguaje empleado en los manuales
escolares. ¿Se usa un estilo informativo, basado en hechos, u otro más susceptible de
transmitir emociones y connotaciones? El análisis crítico debe incluir asimismo las imágenes
escogidas para ilustrar los textos.
Se supone que los libros escolares deberían reflejar la realidad del mundo
contemporáneo. Si esto es así, un análisis más detallado debe precisar si esas descripciones de
la situación actual componen un cuadro realista, lo que no siempre resulta cierto.
Por último, es preciso examinar la situación de los alumnos musulmanes, lo mismo
niños que niñas. ¿Pueden identificarse con la imagen que dan de ellos los manuales? ¿Cómo
se manifiestan en las tareas diarias del aula? ¿Ejercen un papel de “complemento didáctico
3
viviente” o incluso de “expertos” en el islam? ¿O se ha establecido ya el diálogo y la
cooperación con ellos, en vez de una jerarquía social?
Los textos examinados tratan el islam de distintas maneras y con diversa profundidad.
Los resultados del estudio indican que los manuales de asignaturas como la geografía y la
historia presentan al islam de modo positivo y razonable. Sin embargo, existe también una
gama de textos que va desde los que necesitarían mejoras hasta los que son inaceptables. A
pesar de que se ha producido un giro notable hacia una mayor diferenciación y el uso de
ejemplos recomendables, cambio que cabe reforzar aún más, todavía es posible compilar una
lista de deficiencias.1 Además del uso de datos erróneos, se destacan la incapacidad de
comprender la forma en que el islam se ve a sí mismo y el empleo de descripciones
peyorativas; a saber: el uso de expresiones como “nosotros” y “ellos” o “extranjeros”.
En el aspecto positivo, cabe citar la referencia al mundo contemporáneo, presente en
casi todos los manuales, aunque estas referencias no siempre se compadecen con la realidad,
como resulta claro cuando se trata el tema de los musulmanes en Alemania, a los que se
califica de extranjeros, al tiempo que se considera a los turcos como el prototipo del
extranjero y el musulmán. Esta perspectiva entraña múltiples problemas, ya que ni los turcos
constituyen un grupo homogéneo, ni son todos musulmanes. Además, entre estos últimos hay
diversos grupos de distinto origen tribal (suníes, alevitas). Por otra parte, difícilmente puede
aplicarse la palabra “extranjero” (de hecho, todavía se usa la palabra Gastarbeiter o sea,
“trabajador extranjero”) a personas que ya son inmigrantes de tercera generación y que
incluso tienen la nacionalidad alemana. Pero también puede constatarse la existencia de un
útil enfoque multifacético que aprovecha los puntos de convergencia y los solapamientos en
materia de historia y religión.
Los libros de geografía que hemos examinado contenían referencias a hechos y
elementos básicos de la fe islámica, ya que la cultura y la religión son importantes e influyen
en las esferas social, política y económica, así como en la sociedad civil.
La mayoría de las veces, se menciona al islam en relación con el Oriente Medio, en el
contexto de las zonas áridas o desérticas, las antiguas civilizaciones del Nilo, el Tigris y el
Éufrates, la región de origen de tres religiones de ámbito mundial, las reservas de petróleo y
como punto clave de la política mundial. En el contexto de las migraciones planetarias, se
estudia al islam en relación con la inmigración de mano de obra a Alemania.
En particular con respecto al Oriente Medio –en lo relativo a las comunidades urbanas o
las formas de vida tradicionales, como las de los nómadas o los campesinos–, hay múltiples
indicios de que la imagen del Oriente (islámico) todavía está influida por Las mil y una
4
noches, obra que no se refiere al mundo contemporáneo ni se corresponde con la realidad
actual, por lo que no proporciona a los alumnos musulmanes un modelo con el que puedan
identificarse.
Entre ambos extremos –“Oriente Medio” y “migración”– hemos hallado los siguientes
bloques temáticos, que se solapan parcialmente:
• La ciudad en el Oriente Medio, que trata las características de la vida urbana (El Cairo,
Túnez, Damasco) y examina las transformaciones sociales y los problemas conexos,
como el hacinamiento.
• Los estilos de vida tradicionales. Bajo este título se describe la vida de los beduinos o
nómadas del desierto y la de los campesinos egipcios. Las referencias al islam no son
particularmente visibles y, cuando existen, son poco solventes.
• El islam en la era moderna ofrece ejemplos de países islámicos desgarrados entre el
mundo tradicional y el moderno. Entre estos ejemplos figuran los Estados petroleros
del Golfo y Turquía, como cabeza de puente entre Oriente y Occidente. A menudo se
hace referencia al Asia Sudoriental en el contexto de los “Tigres de Oriente”, pero en
esos casos se omite completamente al islam en tanto fuerza que influye en los asuntos
mundiales.
• El islam en Alemania examina la inmigración laboral y las razones que la motivan. A
partir de narraciones de experiencias (lo que significa una autenticidad implícita), estos
temas incluyen reflexiones sobre el regreso al país de origen, la integración y los
problemas que al respecto se plantean a los alumnos musulmanes de ambos sexos.
• El islam como religión abarca aspectos como sus orígenes, Mahoma, los Cinco Pilares
del Islam, las mujeres en la sociedad musulmana, el fatalismo y la jurisprudencia
islámica.
• El islam como factor político comprende los temas del conflicto del Oriente Medio, el
terrorismo, el fundamentalismo y la yihad.
Los libros de historia todavía tratan asuntos en los que la guerra y la violencia figuran como
factores dominantes en las relaciones entre el islam y la cristiandad: las Cruzadas, Al-Ándalus
y el conflicto del Oriente Medio. Sin embargo, se aprecia un intento de alejamiento de la
perspectiva exclusivamente eurocéntrica y cristiana cuando, por ejemplo, se citan fuentes y
autores musulmanes, incluso profesores universitarios islámicos.
En los textos de historia figuran a veces análisis detallados de la situación de los
musulmanes en Alemania. Se examina en profundidad el problema que tienen los niños
5
musulmanes al “vivir entre dos mundos” (una vez más, a partir de niños oriundos de Turquía
o de ascendencia turca). En este contexto, se destacan los siguientes grupos temáticos:
• Los orígenes del islam hasta la era de los omeyas examina la Arabia preislámica, la
vida de Mahoma y la expansión bajo el mando de los cuatro “bien guiados o rectos”.
• El islam como religión comprende el Corán, los Cinco Pilares del Islam, el fatalismo,
el misticismo, la diferencia entre suníes y chiíes (al menos, de forma rudimentaria) y
comparaciones con el cristianismo y el judaísmo.
• La influencia del islam en la vida cotidiana, la cultura y la ciencia trata el patrimonio
cultural arábigo-islámico en Europa,2 el comercio, las costumbres alimentarias, la
educación y las mujeres en el islam.
• El islam como factor político abarca los términos clave de reislamización,
fundamentalismo, la sharía, el conflicto del Oriente Medio y la República Islámica del
Irán.
• El islam en Alemania cubre la emigración laboral y los problemas y las oportunidades
que se suscitan en el camino de la coexistencia pacífica.
• El islam en el contexto histórico examina las Cruzadas, Al-Ándalus y, a veces, el
Imperio Otomano y la fundación de la República de Turquía.
Las secciones siguientes presentan extractos de nuestro análisis de los textos de geografía.3
Muchos de los hallazgos realizados a propósito de los temas de “El islam como religión”, “El
islam como factor político”, “El islam en Alemania” y “Deberes escolares” son igualmente
válidos para los libros de historia.
El islam como religión
En un capítulo que suele llevar por título “El islam en Alemania”, con frecuencia se encuentra
una descripción del islam en cuanto religión. Los conocimientos básicos sobre el islam se
exponen por lo general en una o dos páginas. Dado que un libro de geografía no tiene por qué
incluir un análisis teológico detallado de las religiones, estos manuales suelen ofrecer una
explicación de los hechos y conceptos básicos de la fe musulmana, es decir, una descripción
del vocabulario, un breve resumen del origen de esta religión y, en consecuencia, de Mahoma
y de los Cinco Pilares del Islam. Es digno de mención el hecho de que a menudo hay una
sección adicional dedicada a la situación de la mujer en el mundo islámico. El mensaje básico
que se transmite es que las mujeres sufren particularmente, debido al rigor del islam y a que
6
éste permite la poligamia. Si se tiene en cuenta que la poligamia es la excepción y no la regla,
y que la frase “el Islam permite que un hombre tenga cuatro esposas” expresada sin matizar
genera una imagen muy distorsionada de las relaciones entre los sexos tal como acontecen en
el islam, no resulta demasiado claro el propósito que encierran estas afirmaciones sin
contrastar. En cualquier caso, constituyen un reflejo de lo que se ha publicado en la prensa
durante estos últimos años.
Por desgracia, una visión de conjunto revela un elevadísimo número de errores fácticos,
lo cual indica que no se otorga suficiente atención a la imagen que el islam tiene de sí mismo
y que no se consultan las fuentes ni a los expertos musulmanes. De primordial importancia es
la necesidad de mejorar la descripción de la vida de Mahoma. Calificarlo de “fundador” o
“promotor” del islam y reducir su revelación a una “visión” contradice la interpretación que el
islam ofrece acerca del tema. Esta perspectiva no reconoce a Mahoma en cuanto profeta y
mensajero de Dios. Para reflejar con equidad la imagen que el islam tiene de sí mismo, debe
evitarse en la medida de lo posible la forma posesiva. Son preferibles fórmulas como “la fe
islámica enseña que Mahoma recibió la revelación por medio del arcángel Gabriel”. En
relación con este tema, a menudo se afirma que fue el mismo Mahoma quien escribió la
revelación que había recibido, un error tan elemental como afirmar que en el Corán figuran
los mandamientos e instrucciones de Mahoma, especialmente absurdo cuando palabras como
éstas se ponen en boca de un musulmán: “El Corán contiene un resumen de las enseñanzas de
Mahoma” (Carl Diercke, Geografía, cursos 7º y 8º, Baja Sajonia, 1995, pág. 224).4 Es
desalentador y constituye un signo de fracaso encontrar materiales escolares en los que
todavía se usa la palabra “mahometano” –más aún si el autor añade que a los mahometanos se
los conoce también como musulmanes (GEOS, 1997, pág. 118)-. Los musulmanes han
rechazado definitivamente el término “mahometanos”, hecho en el que las obras
especializadas han insistido durante mucho tiempo.
Se proporciona muy poca información sobre la vida de Mahoma. Después de conocer
“una infancia de pobreza”, se supone que tuvo “visiones” y que luego, en el año 622, “huyó”
de La Meca. Según la opinión de los musulmanes, la palabra hidxra (hégira) debe entenderse
como “emigración”, no como “huida”. Luego se dedican unas pocas líneas a los hechos de su
vida y a la posterior política de expansión. Ahí es donde figura el término yihad, traducido
como “guerra santa contra los infieles”. No se añaden más explicaciones acerca de este
concepto. Tal como ocurre en los debates políticos y en los medios de comunicación, la yihad
se define como una guerra de agresión dictada por Dios contra los creyentes de otras
religiones. No se cita ninguna fuente musulmana. Se omite el hecho de que existe una yihad
7
menor y otra mayor, y que únicamente la menor entraña acciones bélicas –e incluso en esos
casos sólo aceptables en defensa propia-. Sin esta información previa, la afirmación –que,
dicho sea de paso, también es falsa– de que la yihad es un elemento de los cinco Pilares o que,
en otras palabras, la sahada (profesión de fe o testimonio) se ha modificado y que ahora los
musulmanes tienen que “defender” su fe (Geografía, 8º curso, Oldenbourg, 1997) adquiere un
significado completamente diferente, que induce a error.
Se informa relativamente poco acerca de los Cinco Pilares y resulta significativo que se
empleen en muchos casos las palabras específicas que se usan en el islam. A cada uno de los
Cinco Pilares se les dedican entre una y tres frases explicativas, que a menudo figuran en un
recuadro inserto en el texto. Se incluyen citas del Corán relativas a los Cinco Pilares. Pero el
efecto de esta correcta introducción a las fuentes originales del islam queda menoscabado a
veces por la falta de referencias al correspondiente versículo o capítulo citado y por la forma
de resumir las citas. Al efecto debería usarse una traducción del Corán autorizada y
procedente de una edición vigente, como la de Jury y Abdullah, que tiene crédito académico y
resulta fácil de conseguir.
Es un evidente error de interpretación afirmar que los Cinco Pilares han de cumplirse en
público. Es inevitable que así sea durante una peregrinación o cuando se reza en común. Pero
la observación de los Cinco Pilares es un asunto muy íntimo y muy espiritual que, aunque
tiene por objeto reforzar el espíritu de comunidad, no es en modo alguno obligatorio realizar
en público. Al contrario, está mal visto dar limosna delante de todo el mundo. En los textos se
afirma que la peregrinación se hace en honor de Mahoma, que las ofrendas se destinan al
mantenimiento de las mezquitas y que el ayuno frena la economía. A la vista de estos
ejemplos, que atañen a los elementos básicos del islam, es evidente que no se ha hecho ningún
esfuerzo por acudir a las fuentes, ya sea intelectuales o islámicas, pese a que se encuentran al
alcance de los expertos de lengua alemana. Los ejemplos citados demuestran que no se ha
otorgado crédito ni reconocimiento alguno al concepto de tauhid (monoteísmo), que es
esencial para el islam.
Muy pocas veces se omite una referencia al “rigor” del islam. Puesto que la amputación
de las manos y la flagelación se citan repetidamente como ejemplos de la jurisprudencia
musulmana, la ley islámica queda reducida a estos castigos. Además, salvo cuando el maestro
conoce la ley islámica, nunca se explica a los alumnos que castigos como la amputación de la
mano se aplican únicamente a los reincidentes y, en todos los casos, tras escuchar las
declaraciones de varios testigos (la sentencia varía ligeramente en las diversas escuelas de
8
jurisprudencia). Las simplificaciones de este tipo hacen que la complejísima estructura legal
del islam aparezca como un sistema cruel e inhumano.
En muchos casos se dedica una sección específica a las mujeres. Las ilustraciones, los
textos y los informes supuestamente basados en experiencias reales crean la impresión de que
una mujer sólo puede ser musulmana si va tocada con un velo o, dicho de otro modo, ¡que el
velo es la vara que mide la religiosidad de la mujer! El debate en torno al velo es permanente
y apasionado, tanto en la prensa occidental como en la proislámica (por ejemplo, en Turquía).
Por lo tanto, los manuales escolares deberían dar al asunto un enfoque constructivo. Un título
indiscriminado como “La vida detrás del velo” (Geografía, C. Diercke, Schleswig-Holstein,
1999), que va acompañado, para subrayar la intención del autor, de la imagen de un hombre
seguido de varias mujeres con velo, no ayuda a fomentar un diálogo fructífero. Una cita
abreviada del Corán y un informe dudoso de las experiencias de una segunda esposa
confirman la imagen de un Occidente emancipado frente a un islam medieval. En esos casos,
debería permitirse que las mujeres musulmanas, y en especial las universitarias de esta
religión, pudieran expresar sus puntos de vista.
Una descripción matizada que incita al diálogo recibe una calurosa aprobación
(Geografía 2, Seydlitz, 1996, pág. 116 y ss.). Mediante el uso de imágenes de mujeres con
velo y sin velo en diversas sociedades, acompañado por el texto de referencia, resulta claro
para los estudiantes que el concepto de “mujer islámica” es una entelequia. Se expresa
claramente la idea de que hombres y mujeres tienen derechos y obligaciones en el islam y que
el hecho de que las mujeres estén en situación desventajosa –lo que, huelga decir, corresponde
a la realidad– no puede atribuirse automáticamente a la índole “misógina” del islam. En este
caso se ha incorporado al análisis global un punto muy importante, a saber: la diferencia entre
la religión y el derecho tradicional o consuetudinario, que contiene gran número de elementos
no islámicos.
El islam como factor político
Cuando se mencionan los “puntos calientes” del planeta, el islam aparece como un elemento
“conflictivo”. Se explican las crisis como consecuencia de la reislamización y se muestran
imágenes de musulmanes fatalistas, partidarios de la violencia. De ahí que resulten aún más
importantes las afirmaciones en el sentido de que no todos los musulmanes consideran que el
Corán sea un código legal (Geografía 8, Oldenburg, 1997), con el fin de presentar a los
alumnos la diferencia entre el islam en cuanto religión y el islam politizado. La palabra yihad,
9
de connotaciones muy emotivas, sólo se usa en raras ocasiones y, cuando figura en el texto,
no se aclara si se refiere a la yihad menor o a la mayor.
La traducción simplista de las enseñanzas del islam como “sumisión a la voluntad de
Alá” es, por sí sola, suficiente para reforzar la impresión de un islam fatalista. En este tema,
debería permitirse que los musulmanes se expresaran acerca de cómo interpretan el islam y si
la sumisión en el sentido religioso debe considerarse de algún modo un rasgo negativo.
Las interpretaciones de los musulmanes (árabes) como terroristas son particularmente
obvias en los capítulos dedicados al conflicto palestino-israelí. Las declaraciones de los
colonos israelíes dan a entender que los árabes los acosan y que no vacilan en emplear
métodos terroristas (Geografía, enseñanza secundaria, Oldenburg, 1997, pág. 175). Este tema
se presenta desde una perspectiva predominantemente israelí. Con el fin de que los alumnos
reciban información pertinente que les permita debatir el asunto, sería necesario exponer la
postura de la parte árabe con la misma extensión y en el mismo nivel, por ejemplo, decir que
consideran a Israel como una potencia ocupante y que ambos contendientes deben esforzarse
por alcanzar la paz.
Los textos que afirman que los árabes saudíes temen que el turismo pueda ejercer una
influencia negativa sobre la religión –sin añadir ninguna otra explicación (Carl Diercke,
Geografía, 7º curso, Baden Württemberg, Westermann, 1996, pág. 75)– cultivan la imagen de
un islam aislado, refractario al diálogo.
Se menciona a Egipto como ejemplo de reislamización. Se dice que los símbolos e
indicadores obvios de este proceso son “las escuelas coránicas repletas de alumnos”
(Geografía Terra, primer ciclo de enseñanza secundaria, 7º curso, Baden Württemberg, Klett,
2000) y el uso del velo por las musulmanas (Carl Diercke, Geografía, 7º y 8º curso, Baja
Sajonia, Westermann, 1997). Son pocos los libros que analizan las causas y la evolución
histórica de los conflictos contemporáneos. Se presenta un conato de explicación al
mencionar las tensiones entre tres grupos étnicos –árabes, turcos e iraníes– y las potencias
coloniales (GEOS, 7º y 8º curso, Volk y Wissen, 1997). Para cumplir a cabalidad con el
cometido de un texto escolar y presentar a los alumnos un panorama actualizado de los
conflictos, deberían incorporarse cada vez más los sucesos políticos mundiales de los últimos
años. Sin duda, resulta razonable pensar que los alumnos de cursos más avanzados podrían
participar en debates acerca de la Guerra del Golfo y sus consecuencias geopolíticas.
Asimismo se menciona al islam como detonador en otras zonas conflictivas, como
Sudán y Afganistán. Sólo de manera muy esporádica y sucinta se describe el
10
fundamentalismo islámico como una reacción política al colonialismo y a la
occidentalización, o se señala que el islam, en tanto religión, no constituye una amenaza.
El debate acerca del islam en cuanto factor agente en los contextos citados suele
propiciar una insistencia en las diferencias antes que en los rasgos comunes. Se hace hincapié
en el hecho de que muchos musulmanes rechazan los valores y modos de vida occidentales,
con lo que se sugiere que es un fenómeno peligroso. Además de señalar que los musulmanes
se adhieren a valores que también son humanos y sociales, los textos deberían subrayar cada
vez más los rasgos comunes en los planos económico y cultural.
El islam en Alemania
Cuando se examinan las migraciones mundiales en el contexto alemán, los temas tratados son
la entrada de inmigrantes procedentes de zonas en conflicto y la inmigración de mano de obra.
En este capítulo, el turco ha llegado a ser el extranjero musulmán por antonomasia, y esto va
acompañado de numerosas ilustraciones y estadísticas. Es obvio que cuando los extranjeros
figuran en las ilustraciones, los niños de la familia representada forman parte de la tercera
generación de inmigrantes y, con toda probabilidad, tienen la ciudadanía alemana por
nacimiento. El único mensaje posible es: el estudiante que procede de una familia de
inmigrantes sigue estando al margen de la sociedad, es simplemente un extranjero.
En retrospectiva, el término Gastarbeiter (trabajador extranjero), que se usaba en la
década de 1960 parece apropiado. Pero desde el decenio de 1980, estos inmigrantes
abandonaron la idea de regresar a su país de origen, por lo que es preferible referirse a ellos
con expresiones como “trabajador migrante” o “alemán descendiente de inmigrantes”. Los
suburbios donde predomina la población de origen turco se describen en pocas frases: la
tienda de comestibles turca, la agencia de viajes, los puestos de venta de kebabs, la mezquita
y la escuela coránica. A menudo se incluye también una imagen de un joven empresario que,
además, paga puntualmente sus impuestos. También es posible hallar frases
condescendientes. Por ejemplo, hay extranjeros en Alemania que “¡incluso son médicos!”
(Geografía Terra, 5º curso, Baden Württemberg, Klett, 2000, pág. 144).
Los trabajos que se supone que los extranjeros desempeñan parecen darse por sentados,
como se pone de manifiesto en la idea del “nuevo punto de partida” (Carl Diercke, Geografia,
2º curso, Rin Septentrional-Westfalia, Westermann, 1995, pág. 117). Según este concepto,
será preciso un nuevo punto de partida cuando todos los extranjeros (cualquiera sea la
definición que se dé a este término) hayan salido de Alemania y, en consecuencia, las
11
fábricas, las minas, los centros de recolección de basura y las empresas de construcción dejen
de funcionar. La idea implícita es que los extranjeros sólo son capaces de realizar trabajos
arduos, sucios y desagradables. Por otra parte, los textos hacen hincapié en que la presencia
de extranjeros contribuye a enriquecer la vida en Alemania, afirmación que, al ir acompañada
de imágenes de restaurantes y bares turcos, genera la impresión de que esto únicamente se
cumple en el ámbito de la gastronomía.
En algunos textos en los que niños y jóvenes, en especial de origen turco, cuentan sus
experiencias como musulmanes, se los presenta como “expertos en religión”. Ayse, de 12
años de edad, explica lo siguiente: los musulmanes de estricta observancia rezan y acuden a
“oraciones vespertinas” el viernes. Al margen de que la estricta observancia podría tener poco
que ver con los rezos, es preciso por lo menos señalar que las oraciones del viernes se realizan
a mediodía.
Lo que sin duda resulta más evidente son los sentimientos que experimentan los jóvenes
que viven en dos mundos, lo que se refleja claramente, por ejemplo en un poema escrito en
alemán por Alev Tekinay. Por una parte, el origen del conflicto se atribuye a las difíciles
condiciones de vida en Turquía, donde (según los textos) escasea el agua corriente y la
electricidad, la situación sanitaria es deficiente y –dicen– la mujer tiene la obligación de llevar
velo (¡esto en Turquía, país laico, donde el uso del velo está parcialmente prohibido!). Los
alumnos reciben así la impresión de que la vida en Turquía está hecha exclusivamente de
pobreza, dificultades y carencia de cultura. Esta opinión se refuerza de manera burda con la
foto de una niña de 10 años vestida de harapos (tal vez deliberadamente), que se encuentra de
vacaciones en Turquía, “su país natal” (sic). Por cierto, en otro libro donde figura la misma
foto, el texto describe a la niña como una campesina egipcia. Por otra parte, los jóvenes
musulmanes que residen en Alemania luchan contra el rigor del régimen familiar, que
contrasta con el estilo de vida de los alemanes. Además, se menciona el problema de la
actitud distante que mantienen los alemanes en el trato humano y se afirma que deben
efectuarse celebraciones y festivales conjuntos, para acercar ambas culturas.
Deberes escolares
Las tareas que asignan las unidades docentes sobre el islam que hemos identificado,
comportan tanto elementos heurísticos como características transculturales y de fomento del
diálogo. Las preguntas sobre el texto que se basan en la repetición de hechos y las preguntas
de comprensión son menos útiles que los ejercicios que exigen la comparación y la
12
comprensión de las diferencias y coincidencias entre el islam y el cristianismo. Este tipo de
ejercicios se encuentra sobre todo en las secciones que tratan del islam en cuanto religión y en
las que se basan en la realidad cotidiana, y son pertinentes para los alumnos musulmanes que
residen en Alemania. A menudo se les pide a los estudiantes que realicen indagaciones acerca
de la vida de los musulmanes en su propio entorno.
Como en algunas escuelas la proporción de alumnos musulmanes es alta –la región del
Rin Septentrional-Westphalia es buen ejemplo de ello– y va en constante aumento, la atención
se ha orientado a la situación de los alumnos musulmanes. En particular, los manuales
escolares de esa región han integrado ya a los alumnos musulmanes en los textos y las tareas
docentes.
Hasta el día de hoy, el alumno musulmán ha figurado en los ejercicios como un
forastero que sirve de “experto” o es blanco de las preguntas relativas a la religión. Por
desgracia, esta tendencia aún persiste. Cuando los alumnos musulmanes desempeñan este
papel, dejan de formar parte de la clase, puesto que se los considera “exóticos” y “diferentes”.
Cuando a un niño musulmán se le pide que hable de su religión en la cotidianeidad, es difícil
evitar las preguntas acerca de la vida privada e incluso las que vulneran la intimidad de la
familia. Aun cuando se formulen sin animus injuriandi, estas preguntas pueden ofender muy
gravemente (la autora lo afirma por experiencia propia). Existe el riesgo de que esas
indagaciones se conviertan en un “interrogatorio” regular y que resulten inútiles para
fomentar la comprensión.
De igual modo, es poco edificante designar a un alumno como experto en el islam. Un
muchacho de 15 años de edad, por ejemplo, puede verse metido en camisa de once varas si
intenta explicar el papel de la mujer o la yihad. La única manera de superar esa situación
incómoda de ser incapaz de responder o de sólo poder hacerlo a medias, es cuando el alumno
posee conocimientos de la ley islámica, lo que a esa edad resulta muy poco probable. De
hecho, el alumno ya suele perder pie cuando se le pide que comente la historia del islam o que
cuente algo de su “país natal”.
Por desgracia, la división de la clase entre “ellos” y “nosotros” es cada vez más
evidente. Los ejercicios del tipo “pregúntenles a sus compañeros musulmanes” son
intrínsecamente discriminatorios. Las aulas no deberían dividirse entre musulmanes y
cristianos. Si esta segregación se produce, se corre el riesgo de que luego se mantenga fuera
de la clase. Además, esta separación refuerza las estructuras jerárquicas, lo que hace
imposible la coexistencia pacífica. Cuando la tarea consiste en indagar sobre los musulmanes
13
de la ciudad y examinar sus condiciones de vida, no es obvio que los alumnos musulmanes
hayan de participar en el debate.
Por el contrario, resultan ejemplares los ejercicios que exigen que todos los alumnos
recopilen información sobre el islam y el cristianismo, sin dividir la clase en grupos según su
religión. Por otra parte, cuando es preciso considerar los motivos de la emigración, deben
examinarse al mismo tiempo los testimonios de las personas a las que concierne.
En los ejercicios escolares es posible hallar también una perspectiva romántica y poco
documentada de la vida en los países islámicos y del Oriente Medio. Son lamentables las
alusiones y referencias a la lámpara de Aladino y Las mil y una noches durante el debate
acerca de los “estilos de vida islámicos” (Carl Diercke, Geografía, 3, 7º curso, 1999) ya que
no tienen pertinencia alguna y no estimulan el análisis crítico. Otro tanto puede decirse de los
proyectos. Con espíritu positivo, a menudo se convocan celebraciones y festivales en común,
pero un lema como “Una fiesta para los alumnos musulmanes” (Geografía Terra, 5º curso, 1er
ciclo enseñanza secundaria, Baden Württemberg, Klett, 2000) trae aparejada la pregunta: “¿Y
por qué no una fiesta para todos?”. También puede ponerse en tela de juicio si los proyectos
del tipo “Día del Oriente Medio” fomentan la cooperación (Carl Diercke, Geografía, 8º curso,
Baden Württemberg, 1997). La foto de uno de esos proyectos muestra un mundo exótico y
colorido, con bailarinas del vientre, música, danza y un narguile, lo que pone de manifiesto
que las ideas occidentales acerca del Oriente Medio siguen basándose en Las mil y una
noches. Los alumnos musulmanes no pueden identificarse en modo alguno con esas
representaciones.
Conclusión
El cometido de este proyecto es proporcionar recomendaciones que contribuyan a la
preparación de los manuales escolares. La forma de llevarlo a cabo fue objeto de debate en
una conferencia celebrada en el Instituto Georg Eckert en Brunswick (marzo de 2003), con la
participación de expertos en diversos ámbitos temáticos, tanto musulmanes como de otras
confesiones. En marzo de 2003, en un foro que tuvo lugar en Weimar, en el marco de la
conferencia “La comunidad educativa: el sistema escolar alemán y el diálogo con los
musulmanes”, celebrada durante la reunión de Ministros de Educación y Arte, se discutió el
tema de un examen crítico de la presentación del islam en los planes de estudio y en los textos
escolares, y se formularon sugerencias para aprobar ciertas medidas. Hubo unanimidad en
torno al punto de vista de que “la presentación de las religiones y las culturas debe guiarse por
14
los principios del diálogo interreligioso” (Hans Rolf), porque así se enseña a los estudiantes a
reflexionar sobre el contenido de lo que aprenden.
Los principios que llevan a establecer categorías como “nosotros y “los demás” o “los
extranjeros” fueron también objeto de un análisis básico. Vale la pena examinar hasta qué
punto los niños musulmanes que tienen la nacionalidad alemana, y cuyos abuelos vinieron a
Alemania como trabajadores inmigrantes, no forman parte todavía del “nosotros, los
alemanes” o son vistos aún como “diferentes”. De modo que se debería establecer un nuevo
objetivo para el futuro, a saber: que las escuelas deberían educar a “alemanes de confesión
musulmana” (Ahmed Aries), con lo cual los antecedentes migratorios de los niños
musulmanes dejarían de ser un asunto de primer orden.
Un paso adelante hacia un trato más diferenciado del islam sería la incorporación de
fuentes y autores musulmanes en los textos, así como la participación activa de expertos de
esta religión que residan en Alemania, en tareas de consulta y revisión de textos.
También debería integrarse más información auténtica en los libros, con el fin de hacer
hincapié en el hecho de que los musulmanes forman parte del núcleo de la sociedad alemana y
no constituyen un grupo marginal. Al respecto, es de especial importancia que se tomen en
cuenta los ejemplos positivos; esto último puede lograrse mencionando a personalidades
musulmanas que descuellen en el deporte, la política, la música y la televisión.
Debe evitarse por todos los medios el uso de generalizaciones que fomentan imágenes
distorsionadas. En este sentido, sería preciso prestar más atención a las diferencias entre la
religión y las tradiciones.
También es tema de debate la creciente diversidad en el interior del islam. Por una
parte, esto se debe al enfoque que limita el islam al interior de la “media luna fértil”, mientras
que se deja al margen completamente su presencia en Asia Sudoriental y Europa; por la otra,
se omite la obra de filósofos y estudiosos musulmanes de diversas disciplinas, que desde la
Edad Media han ejercido una influencia decisiva en el pensamiento europeo. Además, apenas
se analizan las diversas ramas del islam, como el sunismo y el chiísmo.
Al formular estas recomendaciones, no debemos olvidar que en verdad los textos
escolares están sujetos a los mecanismos de mercado, que también influyen en las políticas de
las editoriales. Además, debemos considerar hasta qué punto los alumnos son capaces de
adentrarse en digresiones y complejidades teológicas.
Sin embargo, en la vanguardia de nuestra postura está la exigencia de que la sociedad
abandone las modalidades de pensamiento basadas en la distinción “los extranjeros y
nosotros” y modifique su perspectiva. Es preciso inaugurar un nuevo ideario social orientado
15
a la coexistencia pacífica y es menester que ese ideario se aplique a los planes de estudio y
manuales escolares, mediante enfoques y conceptos innovadores.
Notas 1. Esto concierne sobre todo a los libros examinados que se usan en los cursos de geografía, estudios
contemporáneos (los de estudios contemporáneos/política los examinó, en Bonn, Safiye Jalil) y de historia. En estos últimos, son evidentes los esfuerzos para mejorar el enfoque. Por otra parte, los manuales de estudios religiosos, tanto católicos como protestantes (revisados en Jena por Pia Zumbrink) y los de ética (revisados también en Jena por Samuel Vogel) examinados en el marco del presente estudio apuntan a una tendencia más clara a diferenciar mejor la imagen del islam.
2. El concepto arábigo-islámico abarca también a los estudiosos no árabes de Persia (Ibn Sina o Avicena), Turquía (Al-Farabi) o la India. El adjetivo “arábigo” hace referencia a la lengua común entre estos eruditos.
3. La totalidad del análisis y las recomendaciones relativas a los textos escolares estaba aún en preparación cuando este artículo se publicaba. Ambos deben de ver la luz en fecha próxima.
4. En el presente artículo, las referencias a los manuales escolares se citan en esta forma abreviada.
1
Idioma original: inglés K.E. Shaw (Reino Unido) Es doctor e investigador de la Escuela de Pedagogía de la Universidad de Exeter (Reino Unido). Ha centrado sus trabajos de investigación en la enseñanza secundaria y superior, y en la administración de estos dos sectores educativos. Es autor de una vasta serie de publicaciones sobre estos temas y se ha interesado en especial por el Oriente Medio. Sus trabajos más recientes versan sobre la transferencia de tecnología educativa y la formación de recursos humanos en este campo. Correo electrónico: K.E.Shaw@exeter.ac.uk
¿LA EDUCACION, UN PUENTE
PARA EL DIALOGO EUROARABE?
LA ENSEÑANZA TECNICA
EN EL CONTEXTO
DEL DIALOGO EUROARABE
K.E. Shaw
Introducción
La mayoría de los Estados europeos y árabes tropiezan con los mismos problemas en materia
de enseñanza técnica y profesional (ETP). Los más evidentes hoy en día son los relacionados
con la integración y las demás cuestiones que de ella se derivan. Para decirlo lisa y
llanamente, por regla general la enseñanza secundaria está estructurada de tal manera que la
mayoría de los alumnos que van a cursar estudios técnicos y profesionales tienen que
emprender un derrotero escolar diferente y abandonar el sistema de enseñanza general o los
estudios clásicos. Hasta el final de la enseñanza obligatoria, a la gran mayoría de los alumnos
les atraen los estudios de tipo clásico, sobre todo a los que cursan estudios de tiempo
completo, aunque evidentemente no todos son aptos para sacar provecho de ellos. Esta rama
de la enseñanza no sólo es la que conduce a los exámenes de fin de secundaria más apreciados
y a la enseñanza superior para desembocar, en última instancia, en un empleo de oficina o una
carrera profesional, sino que además suele gozar de gran estima social, especialmente entre
los padres de familia más acomodados. Hoy en día, incluso en muchos países árabes, han
llegado a tener acceso a este tipo de enseñanza tanto los niños como las niñas. En las familias
que aspiran a un ascenso social, se considera como una opción obvia y preponderante para la
2
que no se escatiman esfuerzos ni sacrificios financieros. La información sobre esta rama de la
enseñanza no sólo es objeto de una amplia difusión y resulta bien comprendida por el
conjunto de la sociedad, sino que, además, suele ser uno de los temas preferidos de discusión
de los padres en las reuniones sociales. No obstante, los empleadores la critican mucho
porque, a pesar de que contribuye a desarrollar competencias cognitivas apreciables y permite
conseguir títulos reconocidos, no suele dotar a los alumnos de las capacidades necesarias para
ganarse la vida. Los estudiantes capaces que han cursado estudios de matemáticas, ciencia y
tecnología pueden ingresar en centros prestigiosos de enseñanza técnica universitaria, como
las escuelas superiores de tecnología de los países del Golfo, las universidades especializadas
de Arabia Saudita, los centros universitarios tecnológicos de Alemania, las llamadas
“Grandes Écoles” de Francia o el Massachusetts Institute of Technology (MIT) de los
Estados Unidos. Sin embargo, estos centros docentes están reservados a una selecta minoría
bastante restringida. Aunque tomemos en cuenta a los que cursan estudios de ingeniería, los
estudiantes de esos centros son mucho menos numerosos que los matriculados en derecho,
letras, ciencias sociales, ciencias empresariales, bellas artes o estudios islámicos. La presencia
de mujeres en los estudios técnicos avanzados también suele ser escasa.
Si los alumnos abandonan el sistema de enseñanza general, su trayectoria futura se
presenta mucho menos clara. Tanto en el mundo árabe como en Europa Occidental, muchos
de los que lo han abandonado, ya sea libremente o por presión del sistema educativo, suelen
ser alumnos con peores resultados escolares, menos motivados y procedentes de familias
desfavorecidas. El tipo de enseñanza en la que ingresan goza de una consideración social
mucho menor y se dispensa en centros docentes de categoría inferior, lo que no les permite
acceder a los estudios universitarios y los conduce, en última instancia, a empleos manuales
especializados, poco apreciados, o a empleos de oficina subalternos. Con frecuencia el nivel
profesional más alto al que conducen esos estudios es el de técnico o capataz, y depende en
muchos casos de que se tenga la suerte de que haya cursos de capacitación en la empresa. En
el Oriente Medio, donde una gran parte del personal cualificado está constituido por
extranjeros, se ha señalado con frecuencia que esa capacitación no sólo se dispensa a los
nativos a regañadientes, sino que además suele tropezar con obstáculos lingüísticos y carece
de respaldo real de los poderes públicos, pese a la existencia de una abundante retórica acerca
de la “indigenización” (Al-Mugbali, 2002). En los países occidentales, los empleos
acompañados de una capacitación profesional son muy codiciados por los jóvenes que acaban
sus estudios y se sitúan en el tercio intermedio de la escala de competencias. Sería interesante
saber qué piensan los jóvenes árabes de este fenómeno.
3
Los proyectos de integración, que permiten a los alumnos de enseñanza técnica y
profesional permanecer en el sistema de enseñanza general a lo largo de toda su escolaridad,
tratan de oponerse a la estructura divisiva antes mencionada. En los últimos decenios, la
tendencia general de la enseñanza secundaria estatal ha consistido en agrupar bajo el techo de
un mismo centro docente a todos los jóvenes, cualesquiera fuesen sus capacidades, aunque en
el Reino Unido se está alentando cada vez más a los centros docentes a especializarse en
determinados campos y a seleccionar a una parte de los alumnos que ingresan en ellos. En
este caso, la cuestión de la integración se convierte en un problema curricular. ¿Qué alumnos
van a cursar materias de enseñanza técnica y profesional, a partir de qué edad y qué tipo de
título se les dará al finalizar su escolaridad? Al llegar a los 14 años de edad aproximadamente,
una minoría considerable de alumnos pierde interés por la escuela, no saca ningún provecho
del currículo de enseñanza general y tiende a obtener resultados cada vez más insuficientes en
los exámenes escritos tradicionales. La orientación de esos alumnos hacia alguna modalidad
de enseñanza técnica y profesional suele resultar más onerosa que la enseñanza de materias
clásicas debido a los materiales y equipo especiales que deben utilizar. Además, ese tipo de
estudios tiene menos predicamento social y no goza del favor de los padres.
Una de las principales soluciones adoptadas –por ejemplo, en Francia y los Estados
Unidos– ha consistido en tratar de que todos los alumnos de enseñanza secundaria cursen
varias materias relacionadas con la ETP y en diversificar los títulos obtenidos al final de los
estudios para que nadie fracase por completo. Gracias a los centros de primer ciclo de
enseñanza superior, los Estados Unidos han conseguido –con más éxito que otros países, por
ejemplo, que el Reino Unido– dar a muchos alumnos una segunda e incluso una tercera
oportunidad para que consigan un título y vuelvan a reintegrarse en el sistema educativo,
pasando de nuevo a la enseñanza general. En Europa y en los países árabes parece más escasa
la posibilidad de que los aspirantes a una segunda oportunidad logren conseguirla, si han
abandonado los estudios o escogido una rama “equivocada”.
Uno de los análisis más claros y documentados de la situación reinante en Occidente es
el formulado por Mjelde (1997) y Sultana (1997). Mjelde, investigadora noruega, admite que
la enseñanza secundaria hace que el aprendizaje sea problemático para muchos alumnos o
incluso llegue a impedirlo. Propone, pues, un plan de estudios unificado y una utilización
mucho mayor del aprendizaje en talleres, para que se pueda recurrir a una pedagogía
diferente. Sus investigaciones abarcan muchos aspectos de la cuestión y ofrecen una excelente
visión general. La réplica del profesor Sultana es muy convincente y ofrece un panorama
esclarecedor de la situación real en la enseñanza técnica y profesional, y de los problemas que
4
plantea la argumentación de Mjelde. El debate lúcido y particularmente bien documentado de
estos dos investigadores pone de relieve otras dos cuestiones que deben ser un elemento
central de todo diálogo entre árabes y europeos en este ámbito. La primera es la de los efectos
de los elementos culturales, en la medida en que influyen en las percepciones y evaluaciones
del sistema escolar y los planes de estudios; la segunda se refiere a las relaciones de la
educación con el empleo, la economía y el desarrollo nacional.
Mundialización, elección de empleo y formación
Un análisis reciente e importante de la relación compleja entre estos tres aspectos es el
efectuado por Brown (1999), en el que nos apoyaremos considerablemente durante esta parte
de nuestro artículo. Este autor señala que “la mundialización ha planteado una cuestión
urgente en materia de investigación, a saber: cómo organizan los Estados la formación
profesional en el contexto de esta nueva competencia” (pág. 233). En estos momentos en que
en Occidente, Asia Oriental, el subcontinente indio y otras partes del mundo, las naciones se
están apartando del fordismo y se encaminan hacia economías en las que el conocimiento
cobra una importancia de vector cada vez más poderoso, se plantean interrogantes difíciles de
responder sobre el grado en que los individuos son responsables de su adaptación al mercado
laboral. ¿Hasta qué punto pueden confiar en que los poderes públicos intervengan en la
economía para crear empleos y organizar la educación y la formación profesional? Todas
estas cuestiones tienen especial importancia en los países del Oriente Medio, cuyas elevadas
tasas de natalidad hacen que los jóvenes constituyan la mayoría de los habitantes y donde el
empleo de la mitad femenina de esa población juvenil plantea un serio problema. Además, en
esos países gran parte de la mano de obra –no necesariamente desprovista de cualificación
profesional– está integrada por extranjeros contratados, un fenómeno que se suma a otros dos
más: la imperfección del mercado laboral y la abundancia del desempleo y el subempleo.
Asimismo, estamos empezando a percatarnos de que en Occidente, o en otras partes del
mundo, el planteamiento neoclásico que disocia la economía de los contextos sociales,
culturales y políticos no permite una gestión adecuada para la adquisición de competencias ni
su utilización en el mercado de trabajo. Tanto la noción de competencias como la de capital
social tienen un fuerte componente de configuración social. Los comportamientos de las
personas en este ámbito no se pueden interpretar simplemente como reacciones racionales
ante la situación del mercado. Las decisiones de muchas de ellas son determinadas por
factores que no son exclusivamente los de índole económica: salarios, perspectivas de carrera,
5
condiciones de trabajo, etc. (Hodkinson, Sparkes y Hodkinson, 1996; Bloomer y Hodkinson,
1997).
Los esfuerzos que se realizan para mejorar el funcionamiento de los mercados de
trabajo no pueden constituir por sí solos una solución. La decisión de un individuo de ingresar
en la vida activa, su elección entre trabajar en el sector público o en el privado y su intención
de cursar estudios o recibir una formación profesional, o su negativa a hacerlo, se insertan en
un contexto social determinado y están influidas por consideraciones culturales y relaciones
sociales de gran importancia. Asimismo, se plantean consideraciones importantes de índole
política: ¿deben intervenir o no los poderes públicos en la regulación de los mercados?
¿Tienen que fomentar las inversiones extranjeras directas o abstenerse de hacerlo? ¿Han de
reformar los currículos académicos? ¿Deben modificar las subvenciones concedidas a la
enseñanza técnica y profesional postescolar o sustituir a los organismos que la administran
por otros? Los estudios realizados sobre el terreno en el Reino Unido por los autores antes
mencionados han puesto de manifiesto qué complejo es el conjunto de elementos que los
jóvenes toman en consideración en este ámbito. Citando a Coleman, Brown (1999) destaca
que no se puede hacer abstracción de las normas, las relaciones de confianza entre individuos,
las redes sociales y la organización de la sociedad –por no citar más que estos aspectos– a la
hora de tratar de entender y atribuir un significado tanto a la forma de actuar de los jóvenes
cuando pasan a la vida laboral como a las decisiones que deben tomar con respecto a su
formación. Analizar cómo encajan esa manera de actuar y esas decisiones en redes complejas
de relaciones personales y cuáles son los valores culturales compartidos por los jóvenes sería
precisamente un terreno en el que podrían colaborar árabes y europeos con provecho y
esclarecimiento mutuos, ya que las diferencias culturales les ayudarían no sólo a afinar la
percepción de esa cuestión, sino también a ampliar su interpretación. Las diferencias se
remontan a lo más hondo de las experiencias en el seno de la familia y a las prácticas de
crianza de los niños, así como a la influencia de los grupos de compañeros y a la atmósfera de
la escuela e incluso del barrio. Todos estos factores podrían esclarecerse mejor mediante
comparaciones y oposiciones.
Una de las características más evidentes de muchos Estados árabes, en particular de los
que poseen riquezas petroleras, es la negativa de gran parte de los jóvenes a trabajar en el
sector privado mientras alberguen alguna esperanza de conseguir un empleo en la
administración o en el sector público. Según Mellahi y Al-Hinai (2000), las causas principales
de esta actitud no estriban en las preferencias de los empleadores ni en las predilecciones de
quienes buscan empleo, sino en las presiones ejercidas por las familias amplias que
6
consideran que quien desempeña un empleo en el sector privado se rebaja al aceptar la peor
de las posibilidades y que hacerlo supone un duro golpe a su prestigio en el seno de la
comunidad. Un estudio comparado de los respectivos sistemas de planificación y
administración pública efectuado en colaboración por investigadores árabes y europeos sería
mutuamente provechoso.
Competencias
Ni los países europeos prósperos, ni los Estados árabes más ricos podrán seguir manteniendo
por mucho tiempo el equilibrio basado en la escasa remuneración y la baja calificación de la
mano de obra nacional sin riesgo de provocar malestar social. En los Estados árabes, muchas
empresas quebrarían si tuviesen que emplear a nacionales de esos países abonándoles los
salarios a que éstos aspiran. Es difícil prever qué repercusiones tendrá a largo plazo esta fuerte
dependencia de la mano de obra extranjera en la situación global del mercado, pero lo cierto
es que suscita numerosos problemas sociales, comprendidos los presuntos efectos en la
conciencia profesional de los autóctonos. Conseguir un equilibrio basado en remuneraciones
elevadas y altas calificaciones es un objetivo político importante para los Estados árabes,
sobre todo para los más pequeños y ricos en petróleo, que son los que emplean una gran
cantidad de trabajadores contratados. Para ello será preciso que la adquisición de
competencias elevadas no esté reservada exclusivamente a una minoría selecta formada en las
universidades. Al contrario, la posesión y la posibilidad de utilizar profesionalmente ese tipo
de competencias deben extenderse hasta el nivel más bajo posible de la pirámide de los
empleos.
Ahora bien, está ampliamente probado que una política de este tipo presenta grandes
dificultades. Como ha demostrado Keep (2002), el planteamiento que prevalece en el Reino
Unido, y probablemente en el conjunto de los países occidentales, consiste en mejorar la
oferta mediante técnicas de gestión como la definición de objetivos, los mecanismos de
planificación, la financiación y los incentivos. En el Reino Unido se han sucedido en los
últimos veinte años más de una docena de organismos nacionales conocidos con el nombre de
quangos (quasi-autonomous non-governmental organisation), cuyo avatar actual más
destacado es el Learning and Skills Council (Consejo de Aprendizaje y Calificaciones
Profesionales), que se encarga de la enseñanza preuniversitaria y de los centros de primer
ciclo de la enseñanza superior, así como de diversos grupos de formación en el marco de 47
7
planes estratégicos locales. Keep señala también que más de un tercio de los empleados del
Reino Unido poseen una cualificación superior a la que necesita el trabajo que realizan.
Según la explicación oficial, esta situación es imputable al mal funcionamiento del
mercado, pero otra posible interpretación de importancia tanto para los países del mundo
árabe como para los de otras regiones, es la que emana del reconocimiento del hecho de que
no son los resultados de la enseñanza técnica y profesional el factor determinante del éxito
económico, sino que es la propia economía la que determina las competencias mediante la
participación en la vida laboral y la formación en el centro de trabajo. Tratar de satisfacer las
demandas de competencias laborales a medida que van surgiendo conduce a adoptar políticas
a corto plazo, meramente reactivas y, por lo tanto, aleatorias, que en buena medida han
fracasado en el Reino Unido y en otros países, como ha demostrado la experiencia de los
últimos veinte años. El caso de los “tigrecitos” de Extremo Oriente pone de manifiesto que
hay que centrar los esfuerzos en la economía y que los poderes públicos han de actuar como
agentes económicos en el mercado. Según dice Keep, las empresas tienen que efectuar un
viraje hacia mercados más remuneradores con productos de más valor, que exigen
competencias elevadas a todos los niveles, comprendido el de la gestión. Necesitan dotarse de
capacidad institucional mediante actividades de aprendizaje a fin de cubrir y de satisfacer,
respectivamente, los futuros puestos de trabajo y sus demandas gracias a la formación
permanente en su seno, y con ello transformar gradualmente la mano de obra. Las
universidades empresariales creadas por grandes firmas multinacionales son una buena prueba
de que se considera que vale la pena invertir en la formación y actualización de competencias
que no sea exclusivamente la destinada a los simples operarios.
En resumidas cuentas, frente a la amenaza que se cierne con la competencia económica
mundial, creo que tanto los gobiernos del mundo árabe como los de los países occidentales
deben replantearse radicalmente la enseñanza técnica y profesional, con lo que mutuamente
podrían aprender mucho en este ámbito. Unos y otros tienen que ser capaces de salir de lo que
Keep llama la “jaula ideológica”, es decir, de la visión económica caduca según la cual el
suministro de personal mejor formado a las empresas las obligará en cierto modo a romper el
equilibrio basado en la utilización de mano de obra poco cualificada. La formación y el
perfeccionamiento de las competencias de los empleados de una empresa a todos los niveles
deben considerarse un elemento integrante y una característica esencial de la actividad
económica. En los Estados árabes, deberían combinarse con una “indigenización” más rápida
y completa de la mano de obra. En vez de depositar la confianza en concepciones ideológicas
simplistas de la economía, los gobiernos tienen que ser capaces de recurrir a visiones bien
8
orientadas sobre las influencias sociales y culturales en las decisiones y motivaciones, y
actuar en consecuencia. Esta perspectiva no se opone a los preceptos del islam (Al-Owaidi,
2001).
Perfeccionamiento de los recursos humanos
Por lo que respecta a la enseñanza técnica y profesional en los Estados árabes, vale la pena
señalar de entrada que se trata de una materia escasamente investigada en esta región, pese a
que ya existe una bibliografía considerable y cada vez más abundante sobre la educación en
esta parte del mundo, que se puede consultar en los países occidentales, en gran parte en
lengua árabe (Al-Owaidi, 2000). Hay pocos estudios empíricos que expliquen de qué manera
este tipo de enseñanza contribuye al desarrollo y al crecimiento económico. Esto se debe en
parte a que, a pesar de la plétora de obras y revistas sobre el desarrollo publicadas en los
países occidentales –que es donde suelen establecerse los programas de desarrollo–, son muy
pocos los que se interesan por la zona del Golfo y la región del Oriente Medio y África del
Norte. Si se examinan los índices de los últimos diez años de las publicaciones más
importantes, por ejemplo The International Journal of Educational Development o World
Development, se podrá comprobar que los artículos dedicados a esta región son escasos, lo
que pone de manifiesto la importancia de acumular conocimientos sobre la relación entre la
tecnología y el desarrollo en esa región, y más concretamente la necesidad de que autóctonos
y conocedores del terreno lleven a cabo un trabajo de investigación empírico.
El interés de los investigadores por los temas relacionados con el perfeccionamiento de
los recursos humanos, y en menor grado por su distribución, se remonta al decenio de 1960,
época en la que se empezó a admitir la necesidad de una mano de obra calificada, una vez
concluido el periodo de reconstrucción de la posguerra. En los decenios siguientes, esta
cuestión fue cobrando proporciones considerables, a medida que se iban adquiriendo
conocimientos más profundos sobre sus repercusiones (Shaw, 2000). Baste con señalar aquí
que este tema logró emanciparse de las ideas económicas relativamente simplistas de sus
orígenes acerca de los medios de fomentar el crecimiento económico, a medida que se fue
cobrando conciencia de la importancia de un desarrollo más equilibrado, del que forman parte
ámbitos como la salud, la evolución social y cultural y la enseñanza general, e incluso la
política. En resumen, el perfeccionamiento de los recursos humanos cobró importancia al ser
puesto en relación con temas mucho más vastos en los estudios consagrados al desarrollo.
9
La aceptación de remodelaciones sucesivas de la teoría (Kossaifi, 1998) puso de
manifiesto la evolución de la índole y el volumen de los empleos vinculados al progreso
tecnológico en una vasta gama de sociedades, evolución que estuvo asociada al advenimiento
del mercado capitalista mundial, comprendido el de la mano de obra, y a su correspondiente
impacto en la enseñanza técnica y profesional. Aunque esta mutación se estudió sobre todo
desde el ángulo de su incidencia en los jóvenes y de los que finalizan los estudios, también se
señaló la importancia cada vez mayor del reciclaje profesional y del aprendizaje a lo largo de
toda la vida de las personas incorporadas a la población activa. No hace falta subrayar los
problemas perdurables del desempleo y el subempleo en los países de Oriente Medio, pero
nos recuerdan que, incluso en los Estados árabes con abundantes recursos de petróleo, los
autóctonos tienen que esperar mucho tiempo antes de conseguir un puesto en la
administración pública. En esos Estados, la coordinación de las políticas de desarrollo de los
distintos ministerios tropieza con dificultades considerables, debido en parte a las deficiencias
de la administración pública (Badri, 1997, y Al-Saeed, 1999). Sería útil que en un principio
los trabajos de investigación y la planificación se dedicasen a adecuar la creación de
posibilidades de empleo con la “producción” prevista de personal calificado en todos los
niveles y, tanto como sea posible, para hombres y mujeres a la vez. No obstante, como ya
hemos visto, incluso esta tarea es insuficiente.
En los Estados árabes se da un conjunto de factores que influye de manera compleja en
la forma en que las personas optan por cursar estudios técnicos y profesionales e incorporarse
a la vida laboral. Estos factores están más arraigados en el sustrato cultural que en los países
occidentales, porque guardan relación con la familia, el espíritu de clan y los sentimientos del
individuo con respecto a la condición social y la autoestima. Se necesita una minuciosa
investigación sobre el terreno, que sólo pueden efectuar razonablemente investigadores
locales debidamente formados, a fin de sentar las bases de una política en este terreno y de
orientarla. También es preciso generar la voluntad política necesaria para aplicarla. Si no se
actúa así, no sólo se despilfarrarán recursos humanos y se retrasará el desarrollo, sino que,
además, es muy probable que se provoque el descontento, e incluso la agitación, de la
población.
Desarrollo nacional y mundialización en los Estados árabes
Hoy en día, todo parece indicar que los distintos Estados y grupos de Estados, como la Unión
Europea, se ven inevitablemente arrastrados hacia el mercado capitalista mundial, fenómeno
10
que también se va a producir en los Estados árabes, lo cual suscita una serie de interrogantes
importantes con respecto al desarrollo. En una reciente publicación, Education at a glance
(2001), la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) afirma que la
pregunta importante a la que todos debemos responder ante esta evolución es la siguiente:
¿cuáles son las inversiones económicas más eficaces? La respuesta a esta pregunta interesa
manifiestamente a todas las estrategias de reforma de las políticas económicas, comprendidas
las que se adopten en los países árabes. Aunque no sabemos cuál va ser la respuesta, eso no
debe ser un pretexto para adoptar una actitud pasiva de espera y no actuar. Una realidad
innegable es que tanto los políticos como los empresarios deben tomar decisiones en
circunstancias en que no poseen una información completa, y enfrentar por lo tanto las
consecuencias. Evidentemente, el desarrollo no es por regla general una cuestión que dependa
de la adopción de una sola decisión importante, sino de toda una serie de medidas que, si es
posible, deben coordinarse mediante una política clara. Podemos obrar con prudencia, sin
dejarnos arrastrar por la impetuosidad o la ideología, aunque a menudo ésta y la fe sean los
únicos elementos que pueden infundirnos confianza. Al decir esto, estoy pensando en el
Banco Mundial y en el Fondo Monetario Internacional, a los que mueve una creencia
ideológica excesiva en el neoliberalismo y en el libre mercado, que ha conducido a menudo a
influir muy negativamente en la prestación de servicios sociales y, más en concreto,
educativos en Estados del Oriente Medio que están llevando a cabo ajustes estructurales. Lo
único que cabe esperar al respecto es que las buenas decisiones primen sobre las malas. Por
mi parte, trato de señalar que hay por lo menos una decisión razonablemente segura en
materia de inversiones: la consistente en dedicar más recursos a la promoción de una
enseñanza técnica y profesional de buena calidad en todos los niveles. No obstante, para que
esto sea posible se debe prestar atención a dos cuestiones conexas: la creación de empleos y la
formación profesional en el centro de trabajo, pues, si no, se podría producir una situación
semejante a la que existe actualmente en Egipto y el Reino Unido: una oferta excesiva de
mano de obra con capacidades que no se ajustan a la demanda del mercado de trabajo.
Aunque hay quien no está de acuerdo (los Estados Unidos, por ejemplo, constituyen un
caso excepcional), está ampliamente admitido actualmente que existe una relación, compleja e
indirecta, entre las inversiones en educación y los logros económicos. Según el documento
mencionado de la OCDE, casi medio punto porcentual del promedio anual del crecimiento
económico del Reino Unido en el decenio de 1990 se debió al nivel de instrucción alcanzado
por su población, medido en función de los años de escolarización en cada nivel de
enseñanza. Todos hemos oído alguna vez el argumento de que las inversiones en educación
11
efectuadas por los “tigrecitos” de Extremo Oriente han sido un factor clave de su éxito
económico, debido en parte a la importancia concedida a la enseñanza de la ciencia y la
tecnología. Hasta hace poco, en los países occidentales se ha prestado más atención a las
ventajas de la enseñanza técnica y profesional amplia para el individuo que a los beneficios
que reporta a la economía, pero, los poderes públicos estatales se muestran actualmente más
dispuestos a considerar que las inversiones en la ETP adecuadamente orientadas son rentables
tanto para el Estado como para los individuos. El destino preciso de esas inversiones se debe
decidir en función de los trabajos de investigación realizados en el plano local, y a este
respecto el concepto esencial es el de la acumulación de capital humano que consiste,
esquemáticamente, en crear mano de obra cualificada y adaptable que sirva de sostén a los
logros económicos nacionales en condiciones de competitividad en el mercado mundial. Su
base estará constituida por empleos altamente cualificados y remunerados, que competirán
con la mano de obra barata de las economías menos adelantadas.
En este contexto mundial, los Estados árabes tienen que prestar atención a sus políticas
de desarrollo. No sólo deben coordinarlas mejor, como expondré con mayor detalle más
adelante, sino que deben tener en cuenta la competencia económica a escala mundial. En estas
condiciones, las decisiones en materia de planificación y desarrollo tropiezan con dificultades
particulares; no obstante, teniendo en cuenta que hoy en día la enseñanza superior está
suficientemente consolidada, hay grandes posibilidades de que estas cuestiones apremiantes
sean tratadas por investigadores nacionales y grupos de expertos bien organizados en los
respectivos países, y no por especialistas extranjeros. Es fundamental crear una cultura
realista y activa de la investigación, tanto dentro como fuera de las universidades, para
interesarse por las políticas de desarrollo y su aplicación. Es asimismo esencial que las
investigaciones se orienten primordialmente al estudio de los problemas cotidianos
inmediatos. Cabe prever que esta tendencia se acelere, a medida que las instituciones docentes
locales elaboran más programas de preparación de maestrías y doctorados. Evidentemente,
para ello los servicios gubernamentales y administrativos deberán ser capaces de tener en
cuenta los dictámenes informados que se formulen sobre las políticas y aplicar éstas en
consecuencia.
Admito que no es cosa nueva recomendar a los Estados árabes que concedan una gran
prioridad a la creación de un sistema de educación integrador de un mayor número de sus
ciudadanos, comprendidos los adultos. En ese sistema, la enseñanza técnica y profesional
debería entenderse en su sentido más lato y moderno, y tendría que apoyarse en trabajos de
investigación avanzados que recurriesen a todas las fuentes de conocimiento. En la actualidad,
12
se encuentra ampliamente extendida la opinión de que la aplicación de esta política exige algo
más que un mero cambio en las prioridades de los dirigentes. Se requiere, además, una
evolución de las actitudes culturales locales, que probablemente sólo podrá producirse como
resultado de una situación económica más difícil y de una labor encaminada a acabar con los
prejuicios que la población en general tiene en contra del recurso a personal autóctono para
desempeñar determinadas categorías de empleos. Una insistencia continua en esta labor de
cara a la población local no será vana, si contribuye a largo plazo a hacerla más receptiva bajo
la presión ejercida por la evolución de las condiciones del mercado de trabajo. Al decir esto,
pretendo dar más consistencia a una propuesta que de otro modo sería solamente una mera
fórmula propagandística. Ahora, preguntémonos cuáles serían al menos algunas de las
repercusiones de semejante modo de proceder.
Es evidente que seguir el derrotero trasnochado de una industrialización clásica al estilo
occidental no puede representar una opción válida. Salvo raras excepciones, entre ellas la de
la República Islámica del Irán, en los países de la región se da una carencia relativa de
materias primas, acompañada de una limitada dotación de agua dulce y, en algunos casos, de
escasez de capitales. No obstante, es necesario crear empleos. En la llamada sociedad del
“conocimiento” o de la “información”, los logros económicos dependen menos de la situación
geográfica y la disponibilidad de materias primas. Lo que importa es disponer de una mano de
obra abundante que alcance cotas de cualificación profesional elevadas y posea competencias
susceptibles de generar riqueza, respondiendo a las necesidades de la economía moderna. Esa
mano de obra tiene que poseer capacidad de adaptación, recibir una formación profesional
continua, actualizar sus conocimientos en el trabajo y gozar de condiciones de trabajo que le
permitan utilizar sus capacidades tanto en beneficio propio como de las empresas y el Estado.
Todo esto suscita cuestiones importantes con respecto a la relación entre la oferta de EPT y la
promoción del desarrollo económico por los poderes públicos. Concretamente, los problemas
importantes que se plantean de inmediato son dos. El primero estriba en que, si bien la
educación tiene que preparar a las personas para la vida activa –porque si no cumple
razonablemente este cometido perderá el apoyo de la sociedad, y sobre todo el de los padres–,
no es ésta su única función, ni la más importante. Entre sus restantes funciones, figuran:
contribuir a la edificación de la nación, transmitir las tradiciones culturales importantes,
inculcar principios morales, crear mentalidades abiertas, etc., etc. Muchas naciones tienen que
afrontar, con un éxito muy mitigado en muchos casos, la ardua cuestión de saber cómo lograr
que sea compatible ese cometido social y cultural de la educación con una preparación eficaz
para la vida laboral en el contexto actual. El segundo problema entraña también graves
13
dificultades para los planificadores. Repetiré una vez más que no es muy eficaz invertir en
una enseñanza técnica y profesional orientada a la vida laboral, si no se crean empleos que
absorban la mano de obra recién llegada al mercado de trabajo. Esa mano de obra tiene que
recibir formación a medida que se va curtiendo en el trabajo y en función de la evolución de
la situación.
Estos dos problemas bastan de por sí para poner de relieve hasta qué punto la educación
y el trabajo están profundamente arraigados en la sociedad, la política y la economía, ámbitos
en los que abundan tanto las discrepancias en materia de creencias y convicciones como los
conflictos de intereses. Las personas con mayor grado de instrucción optan por soluciones
más sutiles con respecto al trabajo y al estilo de vida. En los países desarrollados y en
desarrollo donde los grupos dirigentes partieron de hipótesis simplistas acerca de la EPT, los
resultados de ésta han sido a menudo decepcionantes. En los Estados árabes, los desajustes
entre la EPT y el mercado de trabajo han sido moneda corriente. Además, la renovación de las
infraestructuras tecnológicas caducas se va efectuando lentamente (conclusiones de la
Conferencia Internacional del Magreb celebrada en Sfax en 1994, publicadas en Science
Technology and Development, invierno de 1995). En la región del Golfo y en otras partes, los
investigadores locales (Al-Saeed, 1999; Badri, 1997; Djeflat, 1995; y Zawdie, 1995) han
destacado las deficiencias de la administración pública y la necesidad de que los gobiernos
mejoren la planificación y la reglamentación. También es necesario acrecentar la formación
de los funcionarios y contribuir así a una mejor coordinación entre los ministerios, así como a
una mayor coherencia entre las políticas relativas a la ciencia y la tecnología, el empleo y la
EPT, por un lado, y la promoción global del desarrollo a escala nacional y regional, por otro
lado. Durante mucho tiempo, los países de esta región del mundo han recurrido al Banco
Mundial y al Fondo Monetario Internacional para que los ayudasen a corregir los
desequilibrios de sus economías mediante políticas de ajustes estructurales. Las medidas que
les fueron aconsejadas resultaron con frecuencia perjudiciales para la educación y la
formación, especialmente en los casos en que necesitaban un equipamiento caro y una
formación costosa de los docentes.
La OCDE tiene razón: no sabemos cómo invertir de manera óptima. En cambio, sí
sabemos que las inversiones extranjeras directas son importantes para la formación
profesional y para una auténtica apropiación de las tecnologías importadas del extranjero.
Las inversiones extranjeras directas (IED) ejercen una influencia considerable en las
decisiones relativas a la formación profesional en los países donde se efectúan, habida cuenta
que dotan a éstos de equipamiento ultramoderno. En vista de la competencia cada vez mayor
14
entre los países en desarrollo por atraer a las IED, es fundamental que éstos formulen políticas
encaminadas a mejorar las competencias de la mano de obra local y crear capacidades en
materia de recursos humanos (Noorbakhsh, Paloni y Yousef, 2001, pág. 1603).
La teoría del capital humano y los Estados árabes
Hasta el decenio de 1990 no se reconocieron en los países occidentales las profundas
repercusiones de la teoría del capital humano, que los países árabes deben tener plenamente
en cuenta debido a las distorsiones de sus mercados laborales, provocadas por el hecho de que
el personal del sector privado de la economía está integrado casi exclusivamente por
extranjeros y el empleo de sus nacionales en la administración pública es masivo. Mi punto de
vista esencial sobre esta cuestión es que la “indigenización” creciente de la mano de obra –
fundamental tanto por motivos políticos como económicos– depende en gran medida de que
se averigüe cómo se debe utilizar la EPT para “indigenizar” también la capacidad tecnológica.
En toda una serie de empleos se podrían adquirir durante el trabajo competencias
profesionales, incluso bastante avanzadas, si se diera a los nacionales esa posibilidad. El caso
de la industria química de Omán constituye un ejemplo aleccionador a este respecto (Al-
Mugbali, 2002). No obstante, los progresos a más largo plazo exigen que la tecnología no se
perciba como un conjunto de competencias prácticas, sino como un saber que se puede
divulgar, reproducir, aplicar y utilizar para lograr una apropiación auténtica de las tecnologías
importadas del extranjero (Shaw, 2001 y 2002). En ambos casos es necesario efectuar
inversiones en EPT, pero en el segundo mucho más que en el primero. Al igual de lo que
ocurre con las IED, los Estados árabes necesitan la tecnología para no quedarse rezagados,
pero no basta con que la adopten de manera meramente pasiva o instrumental, porque eso
podría aumentar su dependencia. La tecnología no es neutra en el plano cultural porque ofrece
explicaciones y nuevas perspectivas sobre cómo habérselas con el mundo real. Puede influir
en la modalidad de ejercicio del poder, en la competitividad, en la confianza en el
conocimiento, en los flujos de la mano de obra migratoria y en las relaciones con la economía
mundial. Desarrollar la tecnología como un saber exige una EPT concebida con una gran
perfección para que los autóctonos que se incorporan por primera vez al mercado de trabajo
entiendan el contexto en el que se inserta ese saber y comprendan algunos de sus aspectos,
por ejemplo las relaciones laborales, la comercialización, la adaptación a las condiciones
locales, el control político y los mercados de capitales.
15
Los organismos de planificación deben volver a situar estas cuestiones de carácter más
general, y más concretamente todos los aspectos que influyen en la elección de una profesión,
en el contexto histórico, geográfico y cultural de los Estados árabes, tarea que no se puede
dejar en manos de un mercado no regulado, porque a los poderes públicos les corresponde
desempeñar un papel estratégico de primera importancia en este ámbito.
Preocupación por las actitudes locales con respecto al empleo
El problema de las actitudes de los autóctonos con respecto al empleo en el sector privado se
debe tratar cuidadosamente. Si la EPT tiene éxito, el problema de los costos salariales de
aquellos en comparación con los niveles de remuneración de los extranjeros se puede resolver
hasta cierto punto efectuando inversiones en sectores de alta tecnología con sueldos elevados.
Sin embargo, la mayoría de los autóctonos de sexo masculino sigue considerando que todo
nacional tiene prácticamente el derecho a que se le otorgue un puesto en la administración
pública. Quizá sea más importante aún el hecho de que sus familias amplias y sus clanes
apoyan esas aspiraciones, de tal manera que en las decisiones relativas a la EPT y la elección
de un empleo interviene todo un conglomerado de factores sociales, culturales y de
parentesco. Es necesario efectuar más trabajos de investigación a fin de clarificar qué bases se
necesitarían para sustentar una política en este terreno. En un estudio estimable, aunque
limitado, sobre los gestores del sector privado de Arabia Saudita y Omán, Mellahi y Al-Hinai
(2000) han demostrado que, en contra de lo que cabía suponer, la proclividad de este sector a
no emplear autóctonos no se debe a que éstos carezcan de competencias ni a su carácter
indisciplinado, sino a las actitudes de las familias y las culturas locales de la región.
Lo anterior no disminuye, según Mellahi y Al-Hinai, la importancia decisiva de la
creación de competencias, pero pone de relieve que la utilización de los recursos humanos es
tan importante como la de su perfeccionamiento. La forma en que se satisface la demanda de
trabajadores cualificados en el ámbito económico no se puede medir con precisión por la
calidad de las competencias creadas, ya que depende fundamentalmente del grado de
utilización de esas competencias adquiridas en las empresas. El perfeccionamiento de los
recursos humanos no es un fin en sí mismo, y si las competencias no se utilizan en las
empresas todos los esfuerzos realizados serán estériles. Por consiguiente, en vez de centrarse
únicamente en la adquisición de conocimientos y competencias, y en la creación de centros de
formación, parece más importante hacer hincapié en la preparación de la sociedad y la
16
modificación de su actitud negativa hacia el trabajo, en particular el de tipo manual
cualificado (pág. 187).
Evidentemente, es necesario realizar más trabajos de investigación para comprobar la
veracidad de estas conclusiones y esclarecer cómo actúan los distintos factores y de qué
manera se pueden modificar las actitudes. Esto contribuiría a reducir al mínimo la agitación
social que se podría provocar en última instancia si la solución del problema se dejase en
manos de las fuerzas “brutas” del mercado y si el desempleo aumentase entre la población
autóctona. Tampoco hay que olvidar que la enseñanza general se debe impartir con métodos
que permitan la aplicación y la transferencia de los conocimientos adquiridos y que preparen a
los autóctonos que se incorporan por primera vez a la vida activa a adaptarse con flexibilidad
a las condiciones laborales, así como a formarse continuamente a lo largo de su vida
profesional. La experiencia de los países occidentales indica que la realización de estos
cambios necesita mucho tiempo y que las soluciones fáciles y rápidas no existen.
Las autoridades estatales podrían tomar la acertada decisión de encomendar a
investigadores locales estudios para determinar por qué motivos los individuos deciden
aceptar un empleo en un sector específico del mercado de trabajo, para saber si han tratado de
adquirir una formación técnica y profesional y si han cursado efectivamente estudios de EPT
antes o después de haber obtenido un empleo, teniendo en cuenta factores como el aprendizaje
a lo largo de toda la vida, la actualización de las competencias y la necesidad de adaptarse. Es
necesario elaborar una teoría de la acumulación de capital humano más adaptada al contexto
de los países árabes, que comprenda un análisis perfeccionado de las motivaciones
psicológicas y que sea consciente de las presiones culturales y sociales que influyen en la
elección de un empleo. Esa teoría a tener en cuenta deberá utilizarse con vistas a orientar las
políticas y a servir de base a las investigaciones que se efectúen, para lo cual hará falta como
mínimo una labor de investigación que permita avanzar en los siguientes terrenos:
1. Un esfuerzo más sostenido para determinar cómo adaptar mejor la enseñanza técnica y
profesional –en todos los niveles– a la situación y las convicciones culturales locales,
sin hacer de ella una especie de elemento meramente añadido a la estructura de la
enseñanza general. A largo plazo, el objetivo debe ser el establecimiento de una
educación general e integradora para todos.
2. Una comprensión más plena y difundida por los planificadores y encargados de
elaboración de políticas de la situación existente en el mercado capitalista mundial y del
modelo posfordista de organización del trabajo. Actualmente no se considera que los
empleados sean individuos recalcitrantes que se niegan sistemáticamente a aceptar
17
determinados tipos de empleos y a recibir enseñanza técnica y profesional, sino
individuos que efectúan elecciones y toman decisiones en contextos sociales y
culturales un tanto complejos.
3. La necesidad de mejorar muy considerablemente la financiación de la educación y la
formación, que debe ser considerada como una inversión en beneficio del desarrollo
nacional. Hay que modernizar radicalmente el sistema de formación dotándolo de
medios para el aprendizaje a lo largo de toda la vida y para la actualización periódica
de los conocimientos de las personas que forman parte de la población activa, en todos
los niveles. Asimismo, es necesario que ese sistema se oriente al desarrollo y al
mantenimiento de una economía basada en puestos de trabajo de alta cualificación,
desempeñados por un número creciente de autóctonos que tengan confianza en sus
conocimientos y posean una sólida conciencia profesional. La EPT debe transformar a
las personas, modificar sus actitudes con respecto a la elección de empleos y adaptarse
a los cambios.
4. El imperativo fundamental de lograr una adecuación entre el personal que ha
adquirido competencias y está motivado gracias al sistema de formación, por un lado,
y las ofertas de empleo, por otro. Si no se logra esto en mayor medida, la EPT no
ayudará a solucionar los problemas del desarrollo, sino que constituirá un problema
suplementario.
5. El éxito de la transferencia y apropiación auténtica de las tecnologías (equipamientos
y procedimientos) es vital. Está basado en procesos de aprendizaje largos y profundos
que facilitan a largo plazo la innovación tecnológica en el plano local. La economía
del conocimiento forma parte de la sociedad de este mismo nombre basada en un
auténtico saber y no en las nociones técnicas superficiales de una minoría. Lograr este
tipo de sociedad supone reemplazar la educación concebida como un medio de
obtención de diplomas y un mecanismo de selección social y laboral por un
aprendizaje de calidad a lo largo de toda la vida, que tenga sentido fuera de las aulas y
esté adecuadamente financiado.
En resumen, el hecho de que las personas estén capacitadas para un empleo no es una garantía
de que vayan a encontrar un puesto de trabajo apropiado. Es necesario que el Estado
intervenga deliberadamente en el mercado de trabajo, como lo ilustra el caso de Singapur,
pero debe poseer al mismo tiempo la información necesaria y estar resuelto a utilizarla. El
elemento clave es la investigación. Sin embargo, hoy en día la posibilidad de generar ingresos
guarda una relación cada vez más estrecha con la capacidad de los individuos para adaptarse a
18
la tecnología y a las concepciones modernas. Evidentemente, esta capacidad está en función
del capital humano encarnado en el trabajo efectuado por el trabajador (Wright, 1997).
El estado actual de la enseñanza superior en los países del Golfo se caracteriza por el
hecho de que las universidades y otros centros de enseñanza de alto nivel están alcanzando la
madurez en tanto instituciones docentes. Ahora tienen muchas más posibilidades para
desarrollarse y pasar a la etapa siguiente, es decir, para crear una cultura de investigación con
objetivos claramente definidos y una buena coordinación. Para lograrlo se necesita: efectuar
un trabajo concertado con las empresas industriales y comerciales locales; tener la voluntad de
adquirir, asimilar y aplicar los conocimientos y técnicas necesarios; efectuar inversiones, y
fijarse como objetivo el fortalecimiento del crecimiento de la economía local y el desarrollo
nacional. La razón de que en el siglo XX se haya registrado un crecimiento económico sin
precedentes se debe al aumento del capital humano y a los incentivos para utilizarlo. Los
países del Golfo tienen que mejorar sus grupos de expertos y las actividades de investigación
y desarrollo. Si eso no es posible, pueden por lo menos subvencionar la producción y
utilización de capital humano, en particular en el campo de la tecnología.
Conclusión
El mundo árabe ha aprendido mucho de Europa, como lo demuestran sus centros de
enseñanza técnica y profesional o sus institutos y escuelas superiores de tecnología, así como
las universidades técnicas de Arabia Saudita. Por lo que respecta a la enseñanza secundaria,
las lecciones y el provecho obtenidos han sido menores. Europa ha pugnado durante mucho
tiempo para lograr que se llegara a impartir y divulgar este tipo de enseñanza y para ofrecer
empleos a los alumnos que egresan de ella. Los Estados árabes y Occidente tienen mucho que
aprender mutuamente si reflexionan sobre lo que significa la creación de recursos humanos en
el contexto de la economía dirigida por el conocimiento y la competencia económica mundial.
Europa puede volver a aprender del mundo árabe que la educación, además de preparar para
la vida laboral, también cumple otras funciones culturales y humanistas, por ejemplo, la
preservación de las grandes tradiciones. Por mi parte, he tratado de proponer por lo menos
algunos elementos de un programa de investigación que árabes y europeos podrían llevar a
cabo en el marco de un diálogo común constructivo. Explorar y realizar una investigación
orientada hacia la acción para saber si es posible que funcione y de qué manera –quizá más
integradora– una enseñanza técnica y profesional eficaz en una sociedad en la que subsisten
muchos elementos tradicionales es una tarea tan fascinante como necesaria. Vale la pena que
19
los investigadores de los Estados árabes sigan atentamente los próximos pasos que se den en
Europa en materia de enseñanza técnica y profesional después de una serie de experiencias
que podríamos calificar, sin exageración, de “fracaso grandioso”. Ojalá que las tensiones
existentes en el Oriente Medio no obstaculicen el diálogo constructivo que ya se está
iniciando por medio de conferencias y reuniones sobre este tema y que tiene ante sí una gran
perspectiva de futuro. Referencias Al-Mugbali, H. 2002. Building indigenous skills in the Omani chemical industry [Creación de competencias
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20
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[La enseñanza superior y el progreso tecnológico en las economías tradicionales: ¿se está desvaneciendo el impulso de la demanda?]. Science, technology and development (Nueva Delhi), vol. 13, nº 3, págs. 89-104.
1
Versión original: francés Ali Arayici (Turquía) Doctor en humanidades (especialista en ciencias de la educación) y profesor. Entre 1987 y 1998 trabajó en diferentes campos de la educación en la Universidad de París VIII, en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS), en la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y en la UNESCO. Sus investigaciones abarcan la educación comparada, la alfabetización, la formación de docentes, la enseñanza intercultural y los problemas educativos y lingüísticos de las minorías. Es autor o coautor de 15 obras, más de 250 artículos y 10 informes sobre diversos temas relacionados con la educación. Su obra más reciente se titula La communauté de Turquie et son intégration en Europe [La comunidad turca y su integración en Europa], (2002). Correo electrónico: aarayici@aol.com.
TENDENCIAS/CASOS
LOS PROBLEMAS DE LOS HIJOS
DE INMIGRANTES EN EUROPA:
EL CASO TURCO Ali Arayici
Introducción
La mayoría de los países europeos se enfrenta hoy en día a una serie de dificultades
imposibles de superar: la necesidad de garantizar el aprendizaje, la alfabetización y la
escolarización de los colectivos de origen extranjero, de enfocar la formación de docentes
hacia una pedagogía intercultural o multicultural, de enseñar la lengua y la cultura de origen,
y de ampliar las exigencias escolares ante el incremento de la población de origen extranjero
(Arayici, 1998, págs. 44-45, 105-106, 173-175 y 200-202).
Todo induce a pensar que los inmigrantes que trabajan en un determinado país deben
demostrar su voluntad de integrarse en él si aspiran a tener una vida más tranquila; si no lo
hacen, están condenados a quedarse aislados y a sufrir las consecuencias psicológicas de esa
soledad. Por desgracia, los inmigrantes de la llamada “primera” generación residentes en
Europa se muestran, en la mayoría de los casos, cerrados a la cultura de acogida. Su
mentalidad tradicionalista hace que su objetivo principal sea ganar suficiente dinero para
poder adquirir un terreno y una casa en el país de origen, por lo que no siempre consideran
necesarias la convivencia y la integración en el país extranjero en el que viven y trabajan.
Los inmigrantes asentados en Europa provienen principalmente de las clases sociales
inferiores y tienen un nivel educativo bajo. Hoy en día, cuando se reconoce la importancia de
2
la educación para el proceso de integración, ese analfabetismo relativo, esa falta de cultura
general y de conocimientos no constituyen, desde luego, un factor capaz de facilitar su
adaptación e integración en el país de acogida. En cuanto a la “segunda” o “tercera”
generación, aunque en términos relativos se encuentra mejor integrada en el país de acogida
que la de sus padres, se enfrenta a problemas relacionados con el reconocimiento de su cultura
y de los principios de su educación nacional, y a otras dificultades de tipo social. Se trata, en
definitiva, de problemas ligados al reconocimiento de su cultura de origen.
Un problema relacionado con la escolaridad infantil
En la actualidad se observa un aumento de las situaciones de conflicto generacional entre los
hijos de trabajadores inmigrantes, que a menudo están vinculadas con la cuestión lingüística.
Hemos intentado identificar los verdaderos motivos de tales situaciones (por tener el
convencimiento de que este aspecto debía formar parte de nuestra reflexión) planteándonos
principalmente las siguientes preguntas: ¿qué papel desempeña el diálogo entre la familia y la
escuela, y entre la familia y el alumno en las dificultades que experimenta el niño en la
escuela?; ¿qué comportamiento deben adoptar los padres en relación con los problemas de
escolarización de sus hijos?; ¿qué influencia pueden ejercer los padres en el futuro de sus
hijos y cómo pueden enfocar su orientación?; ¿de qué modo pueden tomar parte en las
decisiones de los consejos escolares?; ¿es necesario orientar a los jóvenes inmigrantes hacia
una formación profesional para que encuentren trabajo?; ¿afectan a los jóvenes inmigrantes
los problemas internos de los sistemas educativos de sus países de acogida y de origen y, de
ser así, en qué medida?
¿Cómo poner de manifiesto los factores latentes que inclinan a los trabajadores
inmigrantes y a sus hijos a adoptar una actitud de espectadores ante las acciones y reacciones
sociales, culturales y educativas que se producen en la vida diaria? ¿Existen respuestas a todas
estas preguntas? ¿Cuáles son las soluciones a los problemas de becas, escolaridad, idioma,
integración y racismo que a diario viven quienes estudian en un país de acogida?
El problema de la educación de los hijos de inmigrantes en general ha sido un tema
abordado con frecuencia en los últimos años y seguirá siéndolo en los venideros. Se ha
debatido el problema, se ha llegado a ciertas conclusiones y se han fijado objetivos con el fin
de aportar soluciones concretas. Una de las primeras constataciones que se imponen es la
siguiente: si es que los trabajadores inmigrantes están sensibilizados respecto de este
problema, apenas lo manifiestan en su vida social, cultural y educativa. Por eso, a nuestro
3
juicio, una de las primeras medidas que conviene adoptar es sensibilizar a los inmigrantes
sobre la importancia que deberían atribuir a la formación escolar de sus hijos. Se trata de una
reflexión de carácter primordial.
Los obstáculos lingüísticos
Las dificultades lingüísticas, la pertinencia de las clases recibidas y los problemas planteados
en el seno de la propia familia son las principales causas de los malos resultados escolares
obtenidos por los niños de la “segunda” y “tercera” generación. Lebon adopta un enfoque que
abunda en este sentido al subrayar que, “el análisis de los resultados escolares (y en especial
de las competencias lingüísticas) de los niños que, habiendo regresado a su país de origen con
sus padres, han sido reinsertados en el sistema educativo de aquél, constituiría igualmente un
elemento informativo valioso para conocer la proporción de los que han podido integrarse en
un curso normal y la de los que han necesitado clases de apoyo, y su relación con la variable
“asistencia a clase de lengua materna durante la estancia en el país de acogida” (Lebon, 1984,
págs. 10 y 23).
Las dificultades de los colectivos inmigrantes se vislumbran fácilmente: desarraigo y
división permanente entre dos culturas, aquella de la que han sido arrancados y la que se les
impone, pero con la que no siempre se identifican. En respuesta a una de las preguntas que
planteamos en nuestra encuesta,1 “¿Qué dificultades has experimentado durante tu
escolarización en Francia?”, el 33% de estos niños evoca dificultades relacionadas con el
idioma, el 35% menciona problemas ligados al contenido de las clases, el 11% responde que
la enseñanza recibida no se corresponde con su cultura materna y el 9% lamenta la falta de
enseñanza religiosa. Así, pues, se observa la existencia de una fractura lingüística, auténtico
freno a la integración del inmigrante, entre la lengua “impuesta” (la lengua del país de
acogida, que el trabajador se ve obligado a utilizar, si es que puede, sin llegar a identificarse
con ella) y la lengua “afectiva” (la lengua materna), a través de la cual busca el rastro del país
perdido.
En realidad, estos problemas lingüísticos afectan sobre todo a la capacidad de
expresión, más que al lenguaje corriente. Ayse, una chica de 18 años que cursa formación
profesional, formula algunas observaciones interesantes en relación con este tema,
concretamente al señalar lo siguiente: “Tengo problemas con el francés porque dejé la escuela
secundaria en Turquía para continuar mis estudios en Francia, adonde vine a vivir junto a mis
padres. Hace cuatro años que vivo aquí. Cuando me hacen preguntas, no siempre entiendo el
4
significado. Además, en casa sólo hablo turco con mis padres. En seguida mezclo los dos
idiomas y por eso tengo ganas de volver a Turquía: no debo olvidar la lengua turca”.
Por su parte, Hasan, nacido en Francia, asegura que para él es un verdadero problema
hablar el turco. Nos dice al respecto: “Yo he nacido y crecido en Francia. Tengo 15 años.
Hablo bien francés pero no sé hablar turco. Dentro de algunos años mis padres se irán a
Turquía y ¿qué voy a hacer, si no hablo ni escribo turco? Lo hablo con mis padres en casa y
mal. He ido tres veces a Turquía y no me gustó la forma de vivir de la gente. Por eso me
quedaré en Francia para ganarme la vida; no regresaré a Turquía con mis padres”.
El fracaso escolar
La Declaración de la UNESCO en el Marco de Acción de la Educación para Todos subraya,
en su párrafo 20, que “las condiciones previas de calidad, equidad y eficacia de la educación
se establecen en los años de la primera infancia, prestando atención al cuidado y desarrollo de
la niñez, lo que resulta esencial para alcanzar los objetivos de la educación básica”
(UNESCO, 1997, págs. 3 y 30).
Ahora bien, la situación de fracaso escolar lleva con bastante frecuencia a los niños a
vivir como una obligación frustrante la asistencia a la escuela y, por consiguiente, a rechazar
cuanto ésta les ofrece. Se trata de un problema complejo sobre el que Manigand señala: “El
fracaso escolar de un niño, sea o no extranjero, se explica, a nuestro modo de ver, por las
relaciones entre el niño, la familia y la escuela, pues el nivel psicosocial del niño es el
resultado de esta interrelación. Cuando la trayectoria en la sociedad de acogida permita que la
familia inmigrante logre superar sus dificultades, el hijo de inmigrantes podrá entonces, y sólo
entonces, compararse con un niño del país de acogida del mismo nivel social”(Manigand,
1995).
Por lo que respecta al caso de Francia y a la proporción de niños con dificultades en
ese país, ha de mencionarse que la mayoría de los inconvenientes se relacionan con la
comprensión del francés. Resulta evidente que los problemas con los que se enfrentan los
hijos de inmigrantes se derivan principalmente de las diferencias de idioma, religión,
costumbres y cultura que encuentran en el país de acogida. A esto viene a añadirse la
proporción muy elevada de jóvenes turcos en situación de fracaso escolar: el 48% de ellos
repite al menos un curso. La mayoría de los niños de Turquía no cursa estudios más allá de la
escuela primaria; la asistencia a los centros de secundaria es cuantitativamente ínfima. Esto
tiene su origen en la gran desigualdad de acceso a la educación en ese país, que hace que sólo
5
los niños de familias acomodadas puedan seguir sus estudios sin problemas, pues, al igual que
en otros países, las clases sociales desempeñan un papel determinante en ese contexto. El
fracaso escolar que sufren en Francia los niños nacidos en Turquía puede explicarse por:
1. el desconocimiento de la lengua francesa en el momento de incorporarse a la escuela
primaria o secundaria;
2. el desinterés de los padres por la escolaridad de sus hijos;
3. el bajo nivel intelectual de los padres, que, en su caso, también influye de manera
significativa.
Por lo general, los hijos de inmigrantes turcos residentes en Francia acusan un claro retraso
escolar que es más marcado en el caso de los alumnos nacidos en Turquía que en el de los
nacidos en Francia. No obstante, el retraso escolar de las niñas es mayor que el de los niños
debido a que algunas familias originarias de Turquía deciden, por diversos motivos, no enviar
a sus hijas a la escuela. El estudio realizado por Andrée Levallois con niños de origen turco
residentes en la región de Alsacia reveló algunas de las dificultades que causan el retraso
escolar. En su análisis, la autora destaca que “las diferencias en los resultados dan cierta
ventaja a las niñas en la educación primaria (si bien cabe señalar una incorporación sin duda
algo más tardía al primer curso). No obstante, el lugar de nacimiento parece ser el único factor
diferenciador: globalmente, el retraso es mucho más importante en la enseñanza secundaria
debido, en gran medida, a que la mayoría de los alumnos y alumnas son nacidos en Turquía”
(Levallois, 1988).
Consecuencias escolares de los conflictos familiares
Las relaciones entre los padres, el personal docente y los niños, así como, desde un punto de
vista más amplio, las medidas destinadas a mejorarlas, habida cuenta de los recursos
proporcionados por los organismos del país de acogida y las posibles aportaciones del país de
origen, tienen gran importancia. Algunas familias extranjeras residentes en Europa son muy
estrictas en lo relativo al respeto de la tradición y la religión, y se muestran muy reticentes a
que sus hijas se relacionen con chicos.
La educación impuesta a las niñas les deja, efectivamente, poca libertad. Los
trabajadores interrogados acerca de su idea de la educación femenina nos respondieron que en
Turquía las muchachas suelen estar confinadas en el hogar, ocupándose de sus hermanos y
hermanas, y ayudando a los padres en las más diversas tareas. Apenas salen de su casa hasta
que se casan. Por eso, en un primer momento, estos trabajadores se muestran sorprendidos al
6
comprobar que en los países europeos las chicas son libres de hacer prácticamente todo lo que
quieren y empiezan a salir con hombres a partir de los 14 años, y argumentan que este tipo de
cosas no se tolera en su país. Al mismo tiempo, Vassaf señala que “la mayor parte de las
familias turcas que residen aquí (en los Países Bajos) viven también en un ambiente
semifeudal importado de su país. Cada comportamiento y cada idea se reinterpretan según un
único criterio: la unidad familiar. Cualquier amenaza que se cierna sobre la misma provoca
una reacción aún más virulenta que la que hubiera cabido esperar en Turquía” (Vassaf, 1990).
A su vez, los hijos de inmigrantes se alejan inexorablemente de su lengua y cultura
maternas, lo cual hace que, durante su adolescencia o al alcanzar la edad adulta, la
incomprensión mutua resultante pueda llegar hasta el conflicto intergeneracional en el seno
familiar. Éste es un motivo más para entablar un debate en torno a las cuestiones esbozadas
anteriormente. No obstante, parece evidente que sólo se podrá hacer avanzar las cosas con un
trabajo colectivo en el que tomen parte los padres y los hijos, pero también los interlocutores
del ámbito escolar.
Niños que abandonan a sus padres y la escuela
Hemos podido constatar que muchos hijos de extranjeros residentes en los distintos países
europeos abandonaban a sus padres como consecuencia de conflictos familiares. No siempre
es fácil formarse una idea precisa de las razones que llevan a los hijos a dejar a su familia:
cierto es que no abundan los datos al respecto, pues nos adentramos en el ámbito más
cotidiano de la existencia, aquel del que apenas se habla y sobre el que se escribe aún menos.
Quedan, por tanto, algunos puntos oscuros, lo que nos ha llevado a formular las hipótesis más
diversas. No obstante, aun si nos limitamos a las generalidades, de las encuestas realizadas
entre los padres surgen ciertas evidencias: así, por ejemplo, deben tenerse en cuenta razones
como la prohibición de salir y la falta de libertad y de confianza.
La represión que los padres ejercen sobre sus hijas constituye una situación injusta
desde el punto de vista, ampliamente extendido, según el cual las chicas gozan de los mismos
derechos que los chicos. Asimismo, parece evidente que debe combatirse vigorosamente toda
discriminación o desigualdad de oportunidades basada en criterios de sexo. Las
reivindicaciones de los hijos son, por tanto, demandas que han de considerarse con la mayor
seriedad. Vassaf ha analizado el problema de las fugas infantiles: “Las fugas infantiles
dependen del tipo de familia. Los que menos se marchan de casa o, para ser más exactos, los
que nunca lo hacen, son los hijos de familias cerradas, niños que ni siquiera salen a la calle
7
aunque estén en Europa, que llevan una vida tranquila porque los valores tradicionales no se
cuestionan, y que no han entrado en contradicción con el medio exterior. No se envía a las
niñas al colegio. La idea de enseñarles un idioma extranjero se deja de lado y no saben ni leer
ni escribir en turco. La calle está prohibida para ellas. Ayudan a sus madres en las tareas de la
casa y, en ocasiones, se ocupan de sus hermanos y hermanas menores” (Vassaf, 1989).
Tanto en Francia como en el resto de Europa se producen cada día numerosas fugas.
El caso de Fatoumata Kouba, alumna de origen senegalés que cursaba el último año de
bachillerato científico en el instituto de secundaria Colbert de París, es un buen ejemplo. Con
todo, la historia tuvo un final feliz. Según la directora del centro, la muchacha “[...] iba a ser
admitida sin problemas en el curso preparatorio” [de ingreso en las Grandes Écoles en
Francia]. Cheick Fadiga, asistente social del departamento francés de Hauts-de-Seine, señala
que “cuando los padres son analfabetos y muy creyentes, quedan pocas escapatorias”
(Grosjean, 2000).
Hemos podido observar también que la separación geográfica tiene una repercusión
psicológica negativa en los niños, que necesitan el afecto parental. En efecto, con bastante
frecuencia, el padre o la madre (cuando no ambos a la vez) se encuentran ausentes. Esta
separación entre padres e hijos conlleva una pérdida de autoridad de los padres y del respeto a
ellos que torna aún más difícil la situación, ya de por sí precaria, en la que viven los niños,
divididos entre dos culturas, dos lenguas y dos identidades, e inmersos en un conflicto entre
generaciones. Además, “la situación se complica cuando los hijos, criados por los abuelos o la
familia, se reúnen con sus padres o con ambos padres ya residentes en Francia. La falta de
ejercicio de la autoridad paterna durante varios años y su brusca reanudación hacen que
ambos padres estén demasiado ansiosos por recuperar el tiempo de separación e impongan
intempestivamente su ideal del yo” (Berger, 1983).
Consecuencias de la deserción y de la repetición de curso
La cuestión de la escolarización de la “segunda” o la “tercera” generación plantea un grave
problema relacionado con la inserción en el país de acogida y la reinserción en el país de
origen. A pesar de los esfuerzos realizados por los países de acogida y de origen de los
migrantes, este problema sigue existiendo. La escuela constituye, lógicamente, un eslabón
esencial en la cadena de elementos que conforman el éxito de la integración: es allí donde
jóvenes autóctonos e inmigrantes deben aprender a vivir y trabajar juntos aceptando sus
diferencias. Como explica Jacques Delors, “si bien el aprendizaje comienza en el hogar, la
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educación básica proporciona la primera ocasión de combatir el problema de la desigualdad
de oportunidades” (Delors, 1996, págs. 35 y 99-105).
Al igual que el abandono del sistema educativo, la repetición de curso es otra forma de
malogro escolar. Ahora bien, el número de repetidores va en aumento tanto entre los niños
autóctonos como entre los inmigrantes Suele ser el preludio de la deserción escolar,
especialmente en los países en desarrollo. La UNESCO ha constatado la divergencia de las
políticas de los diferentes países frente a las dificultades académicas que se plantean a los
alumnos que no logran alcanzar los niveles previstos. En la mayoría de los países, “[...] la
repetición se concibe como una solución para los alumnos lentos en el aprendizaje. Esta
práctica suele ser muy corriente en el primer grado, porque se tiene la convicción de que es
importante que el alumno comience su educación en buenas condiciones” (UNESCO, 1998,
págs. 17 y 21).
Los hijos de trabajadores inmigrantes de la “segunda” y “tercera” generación
residentes en Europa tienen relativamente pocas probabilidades de cursar estudios secundarios
debido al elevado índice de fracaso escolar registrado desde la escuela primaria. Si nos
fijamos en el caso de los niños originarios de Turquía, observamos que algunas familias no
los llevan ni a la escuela francesa ni a las clases de lengua materna, en especial si se trata de
las niñas. En Francia, a pesar de que la escolaridad es obligatoria, son muchos los niños turcos
que no pueden continuar sus estudios, debido sobre todo a ese fracaso escolar. Según nuestro
estudio, el 48% de los alumnos repite al menos un curso y la asistencia de estos niños a
centros de secundaria es ínfima. Los hijos de inmigrantes nacidos en Turquía no consiguen un
gran éxito escolar: son pocos los que prosiguen sus estudios después del instituto de
secundaria y una gran mayoría no ha ido a la escuela primaria.
La desigualdad entre niñas y niños
Se ha de mencionar la desigualdad de hecho existente en la actualidad entre chicos y chicas en
lo que respecta a la repetición de curso y la deserción escolar. Esto es bastante frecuente sobre
todo en los países pobres o musulmanes. Es cierto que los hijos de trabajadores inmigrantes
viven una situación en el contexto escolar que, como se ha visto, es bastante más precaria que
la de los niños autóctonos, especialmente si se trata de niños nacidos en su país de origen y
llegados más tarde al país de acogida. Se ha apuntado ya, además, que sus familias mantienen
una determinada actitud que no hace sino agravar aún más esta situación de hecho (por
ejemplo: desinterés en el tema de la escuela por parte de un colectivo a menudo analfabeto,
9
deseo de que los niños contribuyan a cubrir las necesidades financieras de la familia, rechazo
de la emancipación de las niñas, etc.).
En cuanto a la cuestión de la baja tasa de escolarización de la población femenina en
los distintos países del mundo, nos encontramos ante una actitud que compromete en gran
medida el futuro, puesto que, como sugiere la Declaración de la UNESCO sobre la
contribución de las mujeres a una cultura de paz,
la igualdad en la educación es la clave para cumplir otros requisitos de una cultura de paz, entre ellos los siguientes: el pleno respeto de los derechos humanos de las mujeres; la liberación y utilización del potencial creativo de las mujeres en todos los aspectos de la vida; la coparticipación en el poder y la igual participación en la adopción de decisiones por parte de mujeres y hombres; la reorientación de las políticas sociales y económicas para que las oportunidades sean las mismas y se establezcan modelos nuevos y más equitativos de relaciones entre los géneros, todo lo cual presupone una reforma radical de las estructuras y los procesos sociales (UNESCO, 1999, pág. 2)
Así, pues, la situación escolar de estos niños, tanto en Francia como en los demás países de la
Unión Europea, resulta particularmente preocupante y, a este respecto, es notable el trabajo
realizado por Tribalat sobre la “población originaria de Turquía en Francia”. En su obra, este
autor destaca que
las aspiraciones de las familias turcas en materia de escolaridad parecen bastante modestas, al menos en lo que respecta a los jóvenes llegados a Francia de niños. Las niñas resultan aún más desfavorecidas: con más frecuencia que los chicos, no descubren la escuela hasta llegar a Francia y la dejan mucho antes; a los 17 años, alrededor de un tercio de las chicas que llegaron a Francia antes de cumplir 10 años asiste todavía a la escuela, en comparación con dos tercios de los chicos (mientras que, a esa edad, tres cuartas partes de los niños franceses siguen escolarizados) (Tribalat, 1999).
La cuestión de la identidad y los temores ante el futuro
No es difícil hacerse una idea del importante papel que desempeña la escuela en esta cuestión
de la asimilación de una cultura y en el proceso de integración en la sociedad de acogida. Por
eso se están realizando en la actualidad, en varios países europeos, numerosos estudios sobre
los problemas de escolarización de los hijos de inmigrantes. Así, por ejemplo, las autoridades
alemanas, francesas y neerlandesas han decidido adoptar una serie de medidas destinadas a
mejorar la integración de estos niños en el sistema educacional.
En todos los casos, los niños inmigrantes pertenecientes a la “segunda” y “tercera”
generación encuentran a menudo dificultades a la hora de crearse su propio marco de
referencia. A nuestro modo de ver, es necesario concederles una relativa autonomía que les
permita forjar sus propias opiniones, su propia personalidad; un comportamiento brutal y
10
“dirigista” por parte de sus padres podría volverlos más agresivos o psicológicamente
inestables. Nosotros mismos hemos tenido oportunidad de observar la existencia de
numerosos puntos de desacuerdo entre los padres (la “primera” generación) y los hijos
(pertenecientes a la “segunda” generación).
Los problemas socioculturales y educacionales que experimentan los niños de la
“segunda” y “tercera” generación consisten en dificultades de integración en el país de
acogida y de conservación de su identidad cultural y lingüística, en previsión de una posible
reinserción en el país de origen. El dominio de una lengua extranjera es un elemento muy
importante en la vida cotidiana, ya sea en el ámbito socioeconómico, cultural, educativo o
político.
La pérdida de la identidad cultural y nacional
Un mejor conocimiento de los idiomas del país de acogida y de origen es un requisito para
favorecer la integración en el primero y la reintegración en el segundo y, lo que es más
importante, contribuiría al reconocimiento de una identidad nacional y cultural. Para que un
miembro del colectivo inmigrante, de Turquía o de cualquier otro país, pueda conservar su
identidad nacional y cultural, ha de prestarse una atención constante a la lengua y a la cultura
de origen, que obviamente deben transmitirse; de ahí la importancia del papel confiado a los
docentes encargados de enseñarlas.
Hoy en día se observa, especialmente entre los jóvenes turcos de la “segunda” y
“tercera” generación nacidos y criados en países de acogida como Francia o Alemania, un
aumento de las situaciones de conflicto y marginación resultantes de la doble identidad, así
como dificultades relacionadas con la adaptación sociocultural de los migrantes (problemas
de idioma, religión, identidad cultural y nacional, e integración política). Por tanto, la
inserción de los hijos de inmigrantes en el sistema educacional del país de acogida resulta más
imperativo, junto con un buen aprendizaje de la lengua y la cultura de origen, con miras a un
posible regreso al país de origen.
La población inmigrante de la “segunda” y “tercera” generación residente en la Unión
Europea corre el riesgo de perder el contacto con los fundamentos de su identidad cultural y
nacional propia, es decir, con su cultura materna. Este temor ha provocado en muchos una
reacción regresiva de repliegue dentro de la propia comunidad extranjera en Europa. Tal
reacción, ligada a un instinto de supervivencia, favorece la implantación y el desarrollo del
islamismo pro-integrista y del nacionalismo turco pro-fascista por un lado, y del nacionalismo
11
pro-kurdo por otro, así como de esa ideología de “síntesis turco-islámica”2 que en la
actualidad ocupa un lugar preponderante en Turquía.
En los diferentes Länder alemanes, son numerosos los niños que no asisten ni a las
escuelas del país de acogida ni a las clases de su lengua y cultura de origen; sus familias sólo
los inscriben en las clases de formación religiosa organizadas por asociaciones integristas y
pro-fascistas. La influencia de estas últimas es evidente en los ámbitos que nos interesan,
como las cuestiones sociocultural, educacional y de integración de los niños inmigrantes de
Turquía. Al abordar el peligro subyacente en la actitud de repliegue sobre uno mismo,
Antakyalý indica que este peligro se hace aún mayor con el curso de los años, pues en
Alemania está surgiendo en este momento la “tercera” generación, que se encuentra en pleno
proceso de asimilación por el mundo europeo. “En las escuelas maternales se educa a los
niños turcos en la tradición cristiana. Nunca oyen hablar de la nación ni del islam [...]. Si no
tomamos medidas rápidamente para proteger a esta generación, será asimilada” (maestro
turco del Kültür Ocagý de Brül, Hogar turco de Brül) (Antakyali, 1992).
La necesidad de enseñar la lengua y la cultura de origen
Debido a las dificultades a las que se enfrentan en numerosos ámbitos (fracaso escolar,
frecuente repetición de curso, inadaptación, problemas de integración en la vida del país de
acogida), los hijos de inmigrantes se inclinan fácilmente hacia la formación profesional y
técnica. La integración lo antes posible del aprendizaje de la lengua y la cultura de origen en
el horario escolar del país de acogida sería una decisión oportuna, siempre que esta enseñanza
no se incluya, como es el caso en la actualidad, en las horas dedicadas a las actividades de
estímulo.
La importancia de la enseñanza de la lengua y la cultura de origen de los hijos de
inmigrantes con vistas a permitirles recuperar su identidad nacional y cultural es indiscutible.
La cuestión central del estudio es la construcción de la identidad cultural y nacional. Dado
que la enseñanza de los alumnos extranjeros en Alemania (o en Francia) no se imparte en su
lengua materna, ni en las clases de acogida ni en los grupos bilingües, se les puede ofrecer
una enseñanza complementaria de la lengua y la cultura de origen (entre 4 y 5 horas
semanales), impartida por un profesor natural del país de origen, dentro o fuera del horario
escolar. De ahí que haya muchos niños extranjeros en los grupos de educación especial
(Sonderschule), en los que se integran los niños con minusvalías físicas o psíquicas (Arayici,
1996).
12
Así, en 2001, un docente turco tenía una media de 160 alumnos por 20 horas de
trabajo semanales, con los consiguientes desplazamientos a distintas localidades de Francia.
Muchos padres desean tener la posibilidad de enviar a sus hijos a la escuela para que aprendan
su lengua y su cultura maternas. Por eso preguntamos en nuestra encuesta a estos niños, los
primeros interesados, y los que sufren a diario estas dificultades, qué pedirían al gobierno
francés con el fin de facilitar tanto su integración en el país de acogida como su reinserción en
el país de origen. El 42% de los niños estima necesario que el gobierno francés garantice que
los profesores conozcan la lengua y la cultura turcas; el 29%, que las clases de lengua y
cultura maternas se incluyan en el programa escolar francés, y el 23%, que les otorguen las
mismas oportunidades de éxito escolar que a los niños franceses.
A lo largo de nuestra investigación,3 tuvimos ocasión de tomar contacto con docentes
de lengua y cultura turcas que nos expusieron algunas de sus reflexiones sobre los problemas
de la “segunda” y “tercera” generación. Entre ellos, Celal, quien lleva varios años ejerciendo
su puesto, indica que las asociaciones integristas desempeñan un papel crucial en la enseñanza
de la “segunda” generación. Ésta no conoce prácticamente su lengua y cultura de origen, al
tiempo que no domina satisfactoriamente la lectura y la escritura en alemán.
Tres aspectos de la reflexión
La integración de los hijos de inmigrantes en los sistemas educacionales de los países de
acogida constituye un aspecto primordial de la cuestión de la inmigración, al igual que la
necesidad de conocer la lengua y la cultura maternas con miras a un posible retorno al país.
Los problemas socioeducacionales y culturales de los hijos de inmigrantes pertenecientes a la
“segunda” y “tercera” generación pueden analizarse en tres niveles, según muestran los
resultados de nuestro estudio sobre los problemas socioculturales y educacionales de los hijos
de inmigrantes turcos (Arayici, 2002):
1. Los niños nacidos en los países de acogida y que, por tanto, están escolarizados en ellos
desde un primer momento no deberían tropezar, en teoría, con grandes obstáculos en la
escuela. De hecho, hablan el idioma del país de acogida, a diferencia de los niños
llegados de Turquía, quienes continúan sus estudios en el país anfitrión. Se tiende a
pensar que estos niños se enfrentan con los mismos problemas socioeconómicos y
culturales o de discriminación racial que los niños recién llegados. Apenas hace falta
demostrar, pues, la importancia del idioma para la comunicación, la integración y la
inserción en el país de acogida.
13
2. Para los niños nacidos en Turquía que comenzaron el ciclo primario en su país y lo
continuaron en el país de acogida, se pueden diferenciar dos tipos de pedagogía:
– Asistencia a clases de lengua y cultura turcas proporcionadas por el gobierno turco,
mientras que, de forma paralela, las demás materias de la enseñanza general
(lengua, matemáticas, geografía e historia, ciencias, etc.) son responsabilidad de los
docentes del país de acogida.
– En el caso de que no se dicten clases de turco, integración en “clases preparatorias”
en las que aprenden la lengua y la cultura del país de acogida para así proseguir su
formación escolar en los centros de ese país.
3. En ocasiones, y por diversos motivos, las familias turcas no desean que sus hijos
acudan al colegio. Los supuestos más habituales que cabe distinguir son tres:
– Niños que, tras abandonar la escuela primaria en Turquía y una vez instalados en el
país de acogida, no encuentran ni escuelas que les propongan clases de lengua y
cultura turcas ni clases preparatorias para la adquisición de la lengua del país de
acogida, encontrándose así en un punto muerto que les lleva a poner fin a su
formación escolar.
– Niños que, aunque han nacido en el país de acogida o han llegado a él antes de
alcanzar la edad escolar, no han ido nunca al colegio, sino que aprenden un oficio o
bien (sobre todo en el caso de las niñas) ayudan a su familia en casa. Al parecer, los
niños pertenecientes a esta categoría son los más numerosos:
• Los niños de origen turco nacidos en Francia (o en otro país de acogida) que
han aprendido simultáneamente la lengua francesa y la lengua materna en el
momento de alcanzar la edad escolar (a partir de los 6 años); estos niños
inician su itinerario escolar con los franceses y se educan conforme al marco
conceptual de la educación nacional francesa, por lo que se ven privados de
los principios de la educación nacional turca.
• Los niños llegados a Francia una vez terminada su formación escolar en
Turquía son más numerosos. Suelen continuar sus estudios integrando clases
en turco facilitadas por el gobierno de Turquía.
• Ha de subrayarse que algunas familias turcas desean que sus hijos se
eduquen en la cultura y los principios pedagógicos de la enseñanza francesa
y que, por este motivo, deciden no hacerles asistir a clases de turco en
Francia.
14
– En el polo opuesto, algunas familias se niegan a que sus hijos se eduquen según los
principios pedagógicos y la cultura franceses. Esta posición se asimila a la ya
expuesta, según la cual los padres estiman que los niños deben comenzar a trabajar
desde muy jóvenes para participar en la elaboración del presupuesto familiar. En
lugar de pensar en el futuro de sus hijos, están más preocupados por el interés
inmediato de la célula familiar.
Algunas pistas para responder a los problemas de los niños
Los problemas socioculturales y educacionales a los que se enfrentan estos niños se refieren a
la cuestión de su integración en el país de acogida, a la que se añade la necesidad de conservar
su identidad cultural y lingüística para una eventual reinserción en el país de origen. De ahí
que se busquen soluciones destinadas a disminuir la pérdida y el fracaso escolar de la
“segunda” y “tercera” generación de inmigrantes, que se encuentran en una posición de
inferioridad a la hora de acceder al empleo o de ascender en el ámbito profesional.
La cooperación y la solidaridad entre los países de acogida de que se trate y Turquía (o
cualquier otro país de origen) son necesarias con el fin de:
– Permitir la evaluación de los problemas de inserción de los trabajadores inmigrantes
en la vida profesional.
– Considerar los posibles medios de integración del sistema educacional del país de
origen en el país de acogida.
– Evaluar la integración en la cultura dominante y el apego a la cultura de origen y su
conservación, así como los problemas psicológicos y sociales que afrontan los
niños. Las principales dificultades radican en el contexto escolar, a la edad de la
escolarización. Por tanto, sería necesario trabajar en el contexto familiar para
estudiar estos problemas de “realización de su cultura, de su verdadera identidad”.
Cabe añadir que los problemas con que tropiezan tanto la “primera” como la
“segunda” o la “tercera” generación de esta población inmigrante siguen teniendo
actualidad. Para comprender bien el proceso de integración de esta “segunda”
generación, situada entre dos culturas, conviene dialogar directamente con el
colectivo en cuestión: sus pensamientos, sus proyectos, las soluciones que les
gustaría ver aplicadas en respuesta a sus más diversos problemas son datos muy
significativos.
15
Por otro lado, la toma de conciencia de la cuestión por parte de los padres constituye en sí un
principio de solución. Ha de crearse, pues, un movimiento masivo frente al problema de la
sensibilización que se articule en torno a las dificultades concretas con que tropiezan en la
vida cotidiana los niños de la “segunda” y “tercera” generación de inmigrantes durante su
carrera escolar. No obstante, conviene recordar que estos padres se enfrentan a menudo a
dificultades lingüísticas en el país de acogida y que esto supone un freno innegable para la
comunicación con los docentes, la administración y la asociación de padres de alumnos; les
cuesta intercambiar, comprender y leer la información a ellos dirigida en relación con los
estudios de sus hijos (Arayici, 1999).
Conclusión
En definitiva, nuestro enfoque debe apoyar el desarrollo de la oferta escolar para los niños
inmigrantes y, al menos allí donde existen escuelas, aportar los principales elementos de la
reflexión sobre “vivir juntos siendo diferentes”. Es deber de cada uno de nosotros aceptar esta
concepción para garantizar el futuro de las nuevas generaciones (Arayici, 2002, págs. 235-
237).
Además, no hay que olvidar la importancia de las organizaciones internacionales
(como la UNESCO, la OCDE, el Consejo de Europa, la OIT, etc.) en relación con estos
problemas de escolarización infantil, alfabetización, integración y reintegración de los
inmigrantes. Como destaca Thomas, “a nuestro modo de ver, las organizaciones
internacionales, y en especial la UNESCO, deberían desempeñar un papel primordial en el
fomento y la financiación, en particular, de la investigación en el terreno, investigación que
debería confiarse a expertos nacionales” (Thomas, 1984).
Como puede oírse repetidas veces en las recomendaciones formuladas en el marco de
los congresos internacionales sobre educación, el mejor método parece consistir, ante todo, en
la difusión de un mínimo de educación entre todos los niños en edad escolar del país.
Evidentemente, además de los esfuerzos político, lingüístico y educativo, la inversión en
materia financiera constituye igualmente un factor muy importante para la inmigración en
Europa y, también en este ámbito, es urgente la necesidad de llevar a cabo una investigación
destinada a concretar y cuantificar el alcance de los problemas; para contribuir a su solución,
habría que tener primero una idea clara de las carencias y las necesidades que se pretende
paliar.
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De un modo muy general, y este punto nos parece fundamental en relación con las
dificultades cotidianas de los inmigrantes, consideramos que el deseo de integrarse constituye
una condición sine qua non para la mejora de la calidad de vida de este colectivo. Se ha
subrayado el papel de la escuela como instrumento de socialización, pero no se puede dejar de
observar cierta reticencia (incluso pereza) por parte de los inmigrantes de la “primera”
generación para dar el paso de “querer integrarse”. Varias razones pueden explicar este
inmovilismo, pero la más evidente es el deseo que alimenta la mayoría de los inmigrantes de
volver algún día al país donde los esperan sus mujeres, sus hijos o sus familias (OCDE, 1996,
págs. 16-17).
Notas 1. Para más información, véase el estudio de A. Arayici, L’immigration turque en France: enquête sur les
problèmes socio-économiques et culturels [La inmigración turca en Francia: estudio sobre sus problemas socioeconómicos y culturales], informe realizado por cuenta del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS), París, 1991, y L’immigration turque en Europe: enquête sur les problèmes socioculturels et éducatifs [La inmigración turca en Europa: estudio sobre los problemas socioculturales y educacionales], informe realizado por cuenta del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS), París, diciembre de 1990, 100 págs.
2. Citado por F. Antakyali, “Synthèse turco-islamique”; véase el artículo de Oran Baskin, “Occidentalisation, nationalisme et synthèse turco-islamique”, CEMOTI, Nº 10, junio de 1990, págs. 69-84.
3. Para más información sobre este tema, véase el informe de Ali Arayici, La scolarisation des enfants de migrants turcs et leur intégration sur le marché du travail en Allemagne [La escolarización de los hijos de inmigrantes turcos y su integración en el mercado laboral alemán], informe realizado por cuenta de la OCDE, París, 1998, págs. 8-10.
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círculos inmigrantes turcos]. CEMOTI (Cahier d’études sur la Méditerranée orientale et le monde Turco-Iranien), n° 13 (Número especial: L’immigration turque en France et en Allemagne), págs. 48-58.
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enero-febrero, pág. 12, y n° 6, mayo-junio, pág. 17.
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Versión original: español Jaume Sarramona López (España) Catedrático de Pedagogía de la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha realizado trabajos de investigación en los campos de la educación a distancia, la tecnología educativa, el bilingüismo, las competencias básicas, la participación en el sistema educativo y la formación laboral, trabajos que han dado lugar a diversas publicaciones. Ha colaborado en proyectos de formación y desarrollo en la mayoría de los países de América Latina. Ex presidente del Consejo Escolar de Cataluña, en la actualidad es presidente del Consejo Superior de Evaluación del Sistema Educativo de Cataluña. Entre sus últimas obras se destacan: Teoría de la educación (2000), Los desafíos a la escuela del siglo XXI (2002) y La formación continua laboral (2002). Correo electrónico: jaume.sarramona@uab.es
TENDENCIAS/CASOS
NACIONALISMO, EDUCACION
Y COMPETENCIAS BASICAS
Jaume Sarramona López
Una de las consecuencias indeseables de la mundialización es la amenaza de pérdida de identidad que pesa sobre aquellos pueblos que no tienen un fuerte poder político y económico. Se observa por esto un resurgir del nacionalismo como movimiento reivindicativo y preservador de las identidades nacionales, coincidan o no con los límites políticos de los Estados. Como contrapartida de los eventuales peligros de los nacionalismos, existe la posibilidad de cooperar con los demás desde la propia identidad como pueblo, buscando lo que une y no lo que separa. En el campo educativo, uno de los puntos de unión posibles son las competencias básicas, que preparan a los alumnos para la vida presente y para el futuro inmediato, y que van dirigidas a todo el alumnado de un país o grupo de países. Cataluña constituye un ejemplo de nación sin Estado que tiene voluntad de cooperar sin perder su identidad, que ha identificado y evaluado las competencias básicas correspondientes al término de la escolaridad obligatoria y que ofrece una buena experiencia en este campo. La mundialización como característica de nuestro tiempo Los analistas que han procurado identificar los rasgos sociales característicos de los comienzos del siglo XXI coinciden en señalar que algunos de ellos se mueven entre dos polos de tensión. Tal es el caso de la mundialización, por un lado, y de la reivindicación de lo próximo por el otro, de la creciente indiferencia política y la no menos creciente demanda de participación social, de la irresponsable degradación de la naturaleza y el aumento de la conciencia ecológica, entre otras oposiciones. Los citados polos pueden manifestarse a veces en lugares distintos del planeta, pero otras se observan en un mismo territorio, con todo lo que
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esto puede comportar de contradicción. Podría decirse que, después de todo, estamos ante las dualidades de siempre, pero la visión optimista que queremos adoptar nos hace pensar que se ha avanzado mucho en la segunda dimensión de las antinomias planteadas. En este trabajo nos centraremos en la primera de las tensiones, para luego hacer las correspondientes evaluaciones desde la perspectiva de la educación.
No hace falta insistir aquí sobre el concepto de mundialización, sobradamente conocido y analizado desde múltiples puntos de vista: los de la economía, la política, la comunicación, la cultura, el consumo, la circulación de bienes y personas, etc. Sobre sus consecuencias, tanto positivas como negativas, se han formulado infinidad de consideraciones, de modo que sería muy difícil añadir nada nuevo al respecto. Podríamos concluir que, hoy por hoy, la mundialización aparece como algo inevitable y seguramente necesario para la dinámica del progreso, pero también como algo que es preciso compensar con precauciones y soluciones estructurales que eviten las consecuencias nocivas que puede acarrear, y que de hecho ya ha acarreado, entre las cuales la pérdida de la identidad cultural de los pueblos minoritarios no es la menos importante.
Ha sido precisamente la amenaza de esa pérdida de identidad lo que ha provocado el resurgimiento de los sentimientos nacionales, si bien bajo ese rótulo pueden enmascararse cuestiones muy diversas, que van desde la consolidación de la identidad estrictamente cultural hasta el fortalecimiento y aun la exacerbación de los sentimientos y contenidos religiosos, políticos, étnicos, etc. Añádase que si la mundialización despierta reticencias en algunos sectores –hasta el punto de haber dado lugar a un movimiento general de antimundialización–, otro tanto ocurre con la idea de nacionalismo, reticencia generada por antecedentes que han sido trágicos para la historia de la humanidad. Porque en nombre de un cierto nacionalismo se ha practicado no sólo la xenofobia, la discriminación y la injusticia, sino incluso la aniquilación de quienes se consideraba diferentes. Ejemplos de esto pueden encontrarse en todos los continentes, pero aún están vivos los que llevaron a Europa a confrontaciones bélicas y exterminios sin precedentes. Condenadas explícitamente estas funestas derivaciones, volvamos a las implicaciones que nos ocupan.
El concepto de nacionalismo adquiere significados muy distintos según los lugares en que se manifiesta y la organización política allí existente. En el caso de la nación quechua, por ejemplo, se trata de una realidad histórica y cultural que hoy se extiende sobre el territorio de varias organizaciones políticas (Estados) de América del Sur. La nación portuguesa, por su parte, coincide prácticamente con las fronteras de una sola organización política estatal, mientras que la nación de Quebec corresponde a una provincia, es decir, a una parte limitada de los Estados Unidos del Canadá. Por lo tanto, no se pueden relacionar los términos Estado y nación como si fueran sinónimos, aunque en muchos casos, con el desarrollo de los denominados “estados-nación”, la terminología oficial pueda hacerlos coincidentes. Precisamente porque los componentes característicos de una nación son básicamente
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culturales, históricos y afectivos, los estados-nación se han empeñado en unificar todo el territorio implicado en torno a una cultura –particularmente expresada en una lengua–, es decir, en torno a una historia, una religión, una legislación, unos símbolos y unos sentimientos únicos. Así hay que interpretar el surgimiento de los Estados de Francia, España, Italia, Alemania, Gran Bretaña y tantos otros. Los resultados han sido diversos según los regímenes políticos y la capacidad de resistencia de las naciones afectadas. Esta diversidad de resultados se ve ahora reflejada en los distintos niveles de descentralización política en que se estructuran esos Estados, así como en los distintos grados de inserción de las naciones minoritarias en su interior: Bélgica, Gran Bretaña y España serían países avanzados en este terreno, mientras que Francia apenas ha iniciado una tibia descentralización administrativa, sin reconocimiento oficial de la existencia de culturas diversas en su seno.
No se trata de hacer ahora una evaluación política de los distintos Estados europeos o de otros de América, África y Asia que podrían citarse, sino tan sólo de constatar las diferencias existentes al respecto dentro de la Unión Europea, unión que se está llevando a cabo con la casi exclusiva voz de los Estados, que son quienes tienen presencia oficial en los órganos de decisión política. La propuesta de construir una Europa de las Regiones, que respetaría mucho más la diversidad de naciones existentes, choca con la oposición frontal de los Estados de mayor tradición centralista y la de aquellos que, como España, temen el fortalecimiento de las diferencias nacionales existentes en su seno. ¿Tiene sentido el nacionalismo en educación? Ya se ha mencionado la prudencia que debe guardarse frente a los sentimientos nacionalistas dadas sus eventuales consecuencias indeseables, pero también cabe advertir que esto es tan válido cuando el concepto de nación coincide con el de Estado como cuando se trata de una nación que carece de Estado propio, ya sea porque está repartida entre varios, ya porque forma parte de un Estado plurinacional.1 La cuestión fundamental sería entonces la siguiente: ¿tiene sentido el cultivo de un sentimiento nacional (con todo lo que esto supone de identificación a una cultura específica) en un mundo planetarizado, donde caen las barreras de las fronteras políticas y culturales? Si hemos de formar ciudadanos del mundo, ¿no habría que superar los límites del apego a las culturas minoritarias –“locales”, dirían algunos– en beneficio de miradas más amplias?
Antes de responder, quizás convendría recordar una primera constatación bastante evidente. Las dudas sobre la conveniencia de un fomento del nacionalismo surgen sobre todo cuando se trata de una nación sin Estado propio, porque pocos se atreven a proponer públicamente la conveniencia de dejar de ser francés, danés, griego, británico o español para ser más universal y, en cambio, el debate suele centrarse sobre la pertinencia o no de ser corso, escocés, catalán o vasco. Sólo contados autores, como Popper,2 se han pronunciado en
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contra de ambas perspectivas. Y es que cuando se habla de nacionalismo, el punto clave a debatir es el de sus límites territoriales que, en caso de coincidir con los de un Estado ya reconocido, no plantean problemas, mientras que en el caso contrario el temor a la independencia política con el fin de constituir uno nuevo desata todo tipo de resistencias, tanto en el interior del Estado en cuestión como en el exterior. Conscientemente se olvida que las fronteras de todos los estados son el fruto de un conjunto de circunstancias históricas, muchas de ellas aleatorias, otras claramente condenables, que nunca pueden considerarse como eternas o inamovibles. En lo que a nosotros respecta, hablaremos de nacionalismo con prescindencia de que coincida o no con una entidad política independiente, esto es, con un Estado, aunque es evidente que las propuestas que podamos formular no tienen las mismas posibilidades de materialización en uno u otro caso.
Volviendo a los interrogantes planteados sobre una posible antítesis entre nacionalismo y mundialismo, hay que señalar que no se trata en absoluto de opciones excluyentes. Quienes en aras de superar barreras y prejuicios se declaran “ciudadanos del mundo”, sin vinculación con un territorio, con una historia y una cultura determinadas, difícilmente desarrollan actitudes de comprensión y respeto hacia identidades diversas y, finalmente –puesto que en la práctica toda persona adopta ciertos modelos culturales concretos con mayor intensidad que otros–, lo que ocurre es que quedan inmersos en las culturas dominantes, que no exigen manifestaciones de afirmación porque ya se imponen por su propio peso y por su propio poder. Sólo quien se siente vinculado a una identidad nacional puede comprender a quienes comparten iguales sentimientos respecto de su nación, con lo cual se facilita la comprensión, el respeto mutuo, la colaboración, la solidaridad. El sentimiento de pertenencia a una comunidad no tiene por qué ser excluyente respecto de quienes pertenecen a otras, sino todo lo contrario.
Es verdad que puede hacerse otra lectura del nacionalismo. Puesto que toda identificación con un grupo implica siempre una distinción respecto de los restantes, el nacionalismo ahonda en lo que es diferente. Pero la conciencia de la propia diferencia sólo supone, en principio, la conciencia de otras diferencias, fruto de trayectorias históricas y orígenes genéticos distintos, sin que eso entrañe necesariamente juicios de valor. Las personas difieren en sus facciones, color de piel, estatura, constitución física, lengua materna capacidades, intereses, habilidades, etc., etc., pero nada de eso autoriza a atentar contra sus derechos fundamentales: otro tanto podría decirse de los pueblos. Constatar las diferencias entre los pueblos es una forma de constatar su riqueza cultural.
Si al principio oponíamos nacionalismo y mundialización es porque en aras de la mundialización se arriesga la extinción de las minorías culturales, aquellas que no tienen suficiente poder político, económico o militar para ocupar un espacio en los foros internacionales, especialmente si carecen de Estado propio3
. No en vano se habla del “pensamiento único” para reflejar la preponderancia de una concepción social y cultural que
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se impone a través de los medios de comunicación, los bienes de consumo y la influencia política. Un mundo de pensamiento único y –acaso– de cultura única supondría un empobrecimiento indiscutible de la humanidad y otra forma de dominación de unos pueblos sobre otros, porque en la práctica la cultura dominante lleva “el nombre y el apellido” de un país o grupo de países concretos4.
A modo de ejemplo puede citarse el caso de las lenguas. En la práctica ya existe una lengua franca para las relaciones internacionales –el inglés–, especialmente cuando se trata de relaciones entre pueblos geográficamente alejados. Lo que en principio podría ser entendido como una gran ventaja para la comunicación, conlleva también la imposición de un modelo cultural –el de los países de habla inglesa–, con la clara supremacía que esto supone frente a los restantes comunicadores, ya que sólo difícilmente se llega a dominar otra lengua tanto como la propia (salvo excepciones, naturalmente): el nivel de profundidad de los intercambios se resiente, con todo lo que ello comporta de imposibilidad de expresar los matices, de intervenir de manera fluida en los debates, etc.
Por otro lado, no debe olvidarse que una lengua es algo más que un instrumento de comunicación: es, sobre todo, una forma de ver y de construir la realidad, fruto de una historia acumulada. Si un pueblo pierde su lengua propia, pierde con ella su más peculiar signo de identidad. La realidad –los límites de la realidad– y el deseo de apertura hacia los demás nos obligan a ser plurilingües, pero tal obligación debería afectar a todos y de ninguna manera impedir la conservación de la lengua propia, signo inequívoco de identidad individual y colectiva5.
La relación entre nacionalismo y educación nace de la necesidad de impartir la enseñanza a partir de una realidad próxima, conocida y comprensible para el educando, eso que tantas veces se ha definido como necesidad de contextualización y de “aprendizaje situado”. A las realidades más alejadas se irá llegando progresivamente, tomando siempre como referencia la más próxima, del mismo modo que el saber general y científico se construye fundamentalmente a través de un proceso inductivo, que va de lo particular y concreto a lo abstracto y general, para luego poder interpretar otras realidades concretas.
Esa realidad próxima y vivida está situada en un territorio, encarnada en una lengua, en unas costumbres y tradiciones, en una historia cuyos vestigios envuelven al sujeto: en definitiva, esa realidad inmediata y cotidiana es su nación. El conflicto educativo puede plantearse entonces cuando el sujeto reside en un Estado que impone oficialmente la cultura de otra nación (ya sea porque esa cultura es mayoritaria en el territorio y cuenta con el poder político, ya porque la cultura del sujeto corresponde a otro territorio distinto de aquel en el que ahora reside).
Aunque no es el momento de hacer un análisis pedagógico de estas situaciones, cabe recordar la necesidad de preservar las culturas minoritarias, en la convivencia intercultural y el fomento de la cohesión social, pero cuidando que una cultura no se vea condenada a
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sobrevivir como un enclave dentro de un contexto que en principio le es ajeno. La casuística puede ser muy diversa y habrá que buscar la solución apropiada a cada circunstancia, siempre teniendo en cuenta los principios señalados.
Las competencias básicas como meta de la escuela actual Sin ninguna exageración puede afirmarse que una de las mayores dificultades que encuentra hoy el sistema educativo –en todos sus niveles– es la selección adecuada de los contenidos curriculares, dada la ingente masa de información que se acumula en todos los campos del saber.
Está claro que la escuela no puede seguir empeñada en enseñarlo todo, menos aún cuando los conocimientos y los conceptos están en constante y acelerada mutación y cuando la información actualizada puede obtenerse a través de vías múltiples y diversas, en fuentes cada vez más accesibles. Por otra parte, la necesidad de seguir aprendiendo a lo largo de toda la vida constituye hoy una evidencia que se asume como una realidad inevitable.
La consecuencia lógica de esta situación es la de un retorno a los conocimientos y competencias básicas, que la escuela debería procurar desarrollar en cada sujeto como la mejor garantía de posibilitar el aprendizaje ulterior y permanente. Así se explica, por ejemplo, la preponderancia otorgada en los últimos tiempos en todos los países y en organismos internacionales como la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE)6 al dominio de la lectoescritura y de la matemática fundamental.
El dominio de determinadas competencias básicas por parte de todo el alumnado en el período de escolarización obligatoria se presenta no sólo como una necesidad instrumental para comprender el mundo de nuestros días, sino como una garantía de equidad en el seno del sistema.
La noción de competencias básicas tiene connotaciones pedagógicas, psicológicas y sociológicas, porque se trata de aprendizajes de carácter integrador, que comprenden conocimientos, habilidades y actitudes pertenecientes a campos curriculares diversos: de ahí que también se las describa como “aprendizajes transversales” o, si se prefiere, “interdisciplinarios”, con el común denominador de ser útiles para resolver los problemas más habituales de la vida cotidiana.
¿Qué relación puede establecerse entre la educación con fundamentos nacionalistas y las competencias básicas? ¿No se tratará precisamente de campos antitéticos? A continuación intentaremos explicar nuestro punto de vista al respecto.
El dominio de ciertas competencias básicas permite la comprensión del mundo inmediato pero también del más lejano, dado su carácter transferencial. Puesto que el acento no se pone en los contenidos específicos, sino en las habilidades para comprender y resolver situaciones, el esquema de reconocimiento de las competencias básicas puede aplicarse a
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contenidos y lenguas diferentes. Así se justifican estudios internacionales como el del PISA u otros semejantes, donde cada nación o territorio puede adaptar los ítems a su propia realidad lingüística y contextual. Por consiguiente, el dominio de competencias básicas cubre la doble exigencia de contextualización y generalización de los aprendizajes. Y la preocupación por el logro de tales competencias se manifiesta por igual en naciones concretas y en organismos internacionales. El caso de Cataluña Cataluña –una de las naciones europeas sin Estado– está situada al noreste de la península ibérica y políticamente inserta en el Estado español. Su lengua, su historia y su cultura son ya milenarias y sus características sociales, económicas y humanas han permitido su supervivencia como nación diferenciada, a pesar de carecer de poder político propio desde comienzos del siglo XVIII y de haber sufrido períodos de persecución e intentos de aniquilación de sus rasgos distintivos respecto de la cultura mayoritaria del Estado.
Actualmente, tras la reinstauración de la democracia que abolió la dictadura del general Franco a su muerte en 1975, Cataluña tiene cuotas de autogobierno que le han permitido recuperar en gran parte su lengua –y emplearla normalmente en el sistema educativo y en la vida pública–, así como algunas de sus leyes y costumbres. En estos momentos, sin embargo, como minoría cultural sin poder político independiente, tiene que hacer frente tanto a la mundialización general de nuestro tiempo como a la hegemonía de las organizaciones supraestatales que, como la Unión Europea, no reconocen oficialmente las naciones sin Estado. Muchos otros factores, como su baja natalidad, la inmigración masiva llegada desde mediados del siglo XX y la poca sensibilidad existente en el conjunto del Estado español para reconocer un mayor grado de autonomía y el derecho al cultivo de la propia identidad, ponen constantemente en peligro la supervivencia de la nación catalana en cuanto tal. El tiempo dirá si tal supervivencia es posible, aunque es bien cierto que ninguna nación pervive en el inmovilismo, sino integrando a quienes acaban de llegar y adaptando los nuevos parámetros sociales que traen los tiempos cambiantes.
Según las leyes vigentes, Cataluña –como las restantes Comunidades Autónomas en que se ha organizado el Estado español– tiene “plenas competencias” en educación, lo que le permite administrar el sistema educativo de su territorio con un cierto margen de autonomía.7 Esta autonomía se manifiesta, entre otras cosas, en la posibilidad de desarrollar un currículo escolar propio –en el cual está integrado el plan de estudios estatal común– y de tomar iniciativas respecto de su implementación y evaluación. El trabajo sobre la identificación de las competencias básicas y su evaluación puede situarse en este marco de iniciativas propias.
Cataluña cuenta ya con el estudio realizado en colaboración con las Comunidades de las Islas Baleares y las Islas Canarias, en el marco de la FREREF (Fundación Regional
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Europea para la Investigación, la Educación y la Formación), que permitió identificar las competencias básicas correspondientes al término de la escolaridad obligatoria (16 años) en los ámbitos lingüístico, matemático, tecnocientífico, social y laboral.8 Posteriormente las competencias identificadas fueron graduadas a lo largo de los distintos niveles de la educación primaria y secundaria, además de someterlas a una nueva revisión y agrupación en estructuras más generales.9 Añádase que durante este año se espera tener los resultados del trabajo ya iniciado para identificar las competencias básicas en los ámbitos siguientes: uso de las tecnologías de la información y la comunicación, enseñanzas artísticas y educación física. En el cuadro 1, ubicado al final de este artículo, se presentan en su formulación más general, sin gradación entre primaria y secundaria, las competencias ya identificadas correspondientes a los ámbitos tratados.
Una característica particular del procedimiento seguido en Cataluña para la identificación de las competencias básicas ha sido la de haber consultado a las principales organizaciones sociales relacionadas con la educación y no sólo a los docentes o expertos pedagógicos. Se partió del principio de que es la sociedad en su conjunto la que debe determinar las metas básicas de la educación obligatoria, en su doble carácter de responsable y receptora de los resultados del sistema educativo, y sólo en la gradación de las competencias identificadas se dio lugar de manera exclusiva a la opinión de docentes y expertos.
La identificación de las competencias básicas ha tenido consecuencias directas sobre la política educativa catalana, hasta el punto de haberse convertido en una de sus líneas directrices. La administración educativa catalana inició en 2001 un programa de evaluación de las competencias básicas de todo su alumnado del 4° grado de la enseñanza primaria (10 años), que al año siguiente tuvo su continuidad con el alumnado del 2° año de la enseñanza secundaria obligatoria (14 años).
Este programa tiene la triple dimensión de ser a la vez un programa de evaluación externa e interna de los establecimientos escolares y asimismo de todo el sistema educativo en su conjunto. El hecho de que las pruebas referidas a las competencias básicas hayan sido elaboradas por el Departamento de Enseñanza de la Generalidad de Cataluña, al igual que los criterios de evaluación y las instrucciones para su aplicación a los alumnos, sumado a que los centros escolares debían introducir sus resultados en una base de datos de la misma administración –con lo cual ésta tiene conocimiento inmediato de los mismos de manera individualizada– permite comprender hasta qué punto se trata de una evaluación externa de los establecimientos educativos.
Pero la aplicación de las pruebas y su calificación son llevadas a cabo por los propios centros escolares, que podrán entonces comparar sus resultados con los parámetros generales del sistema y así llevar a cabo un proceso de revisión interna que les permita identificar sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Los resultados de las pruebas no tienen consecuencias para la calificación de los alumnos. Los establecimientos educativos, por su parte, tienen la
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garantía de la administración de que sus resultados no serán publicados. De este modo, a diferencia de lo que sucede en otros países (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña), no se establecen listas ordinales de las escuelas: la mejora ha de producirse por iniciativa de cada escuela sobre la base de un proyecto de evaluación interna, si bien habrá una intervención de la inspección educativa para dinamizar ese proceso.
El Consejo Superior de Evaluación del Sistema Educativo tiene a su cargo la evaluación del conjunto del sistema, mediante la aplicación externa de las pruebas y su correspondiente valoración a una muestra representativa de establecimientos escolares. Los datos obtenidos en esa muestra permiten determinar los parámetros generales del sistema en cada una de las competencias básicas evaluadas, parámetros que se presentan de manera diferenciada según el tamaño de la población y el nivel socioeconómico de los centros. De este modo, cada escuela puede compararse con otras de iguales características dentro del conjunto de Cataluña.
Este programa de evaluación de competencias básicas es inédito en la totalidad del Estado español y constituye una experiencia valiosa para introducir progresivamente la cultura de la evaluación en los centros de enseñanza primaria y secundaria de un país que no cuenta con gran tradición al respecto, por lo que todavía se encuentra cierta aprensión entre los docentes y los directivos escolares frente a sus eventuales consecuencias. En la normativa legal vigente no existe ningún tipo de evaluación externa de los resultados escolares a lo largo de la escolaridad obligatoria. Como ya se ha dicho, los resultados de estas pruebas no tienen efecto sobre las calificaciones de los alumnos, puesto que no abarcan el conjunto del currículo escolar sino sólo una selección de las competencias básicas que se considera deseable que todo alumno domine. La reiteración anual de estas evaluaciones –y de las que en el futuro puedan establecerse para otros cursos– permitirá contar con referentes que muestren los avances y retrocesos en los campos tratados.
Los resultados de la evaluación de las competencias básicas se añaden a los obtenidos en otros programas evaluativos de carácter estatal e internacional en los que Cataluña participa, ya sea como parte integrante del Estado español (por ejemplo, en el programa PISA de la OCDE), ya como entidad autónoma (por ejemplo, en el programa SITES-2 de la IEA). De los análisis y correspondientes comparaciones de los resultados, se obtiene información amplia y suficiente para hacer un diagnóstico del sistema educativo, en base al cual pueden tomarse decisiones fundamentadas para encarar su optimización o eventual reforma. La calidad de la educación es una meta que nunca podrá alcanzarse plenamente, pero hacia la cual hay que encaminar los esfuerzos de todos los sectores de la comunidad educativa.
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En fin... Como se indicaba al principio, nuestras sociedades expresan las contradicciones existentes entre las metas emergentes y las tradicionalmente consolidadas, hecho que puede considerarse como equivalente a la confrontación de teorías y modelos en el campo científico, a la que se refirió Kuhn.10 Sin embargo, nos inclinamos por el optimismo, siempre y cuando no se oiga solamente la voz de los más fuertes y siempre y cuando, desde el diálogo y la colaboración, las pequeñas comunidades puedan mantener su personalidad y unir su aporte al esfuerzo conjunto de la sociedad próxima y lejana. Aquí hemos presentado una muestra de la contribución pedagógica de Cataluña, que puede servir de referencia para otras naciones, con o sin Estado. Sin pensar que siempre sea válida la afirmación small is beautiful, sin duda es una perspectiva a tener presente si no queremos ser engullidos por el simple principio de que “el pez grande se come al chico”, que supondría el exclusivo imperio de la ley de la selva.
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CUADRO 1. Relación de competencias generales al término de la escolaridad obligatoria AMBITO LINGÜISTICO
Dimensión: hablar y escuchar Dimensión: leer Dimensión: escribir 1. Expresar y comprender las ideas, los sentimientos
y las necesidades. 2. Ajustar el habla a las características de la
situación comunicativa. 3. Emplear formas de discurso diversas en la
comunicación. 4. Implicarse activamente en la conversación y
adoptar una actitud dialogante. 5. Aprender a hablar diversas lenguas y valorar su uso
y su dominio.
6. Poner en práctica las destrezas necesarias para una correcta lectura expresiva.
7. Comprender lo que se lee. 8. Leer textos de tipología diversa. 9. Implicarse activamente en la lectura.
10. Escribir las palabras correctamente. 11. Comprender un texto correctamente escrito. 12. Escribir textos de tipología diversa. 13. Implicarse activamente en la escritura.
AMBITO MATEMATICO Dimensión: números y cálculo Dimensión: resolución de problemas Dimensión: medidas
1. Usar e interpretar el lenguaje matemático en la descripción de situaciones próximas y valorar críticamente la información obtenida.
2. Aplicar las operaciones aritméticas para tratar aspectos cuantitativos de la realidad, valorando la necesidad de resultados exactos o aproximados.
3. Decidir el método adecuado de cálculo (mental, algorítmico, medios tecnológicos...) ante una situación dada y aplicarlo de manera eficiente.
4. Aplicar la proporcionalidad directa o inversa para resolver situaciones próximas que lo requieran.
5. Planificar y utilizar estrategias para afrontar situaciones problemáticas, mostrando seguridad y confianza en las propias capacidades.
6. Presentar de una manera clara, ordenada y argumentada el proceso seguido y las soluciones obtenidas al resolver un problema.
7. Resolver problemas que impliquen cálculos percentuales (de IVA, de tipo de interés, etc.) relacionados con la administración de rentas propias.
8. Integrar los conocimientos matemáticos con los de otras materias para comprender y resolver situaciones.
9. Medir de una manera directa las magnitudes fundamentales, usando los instrumentos adecuados y las unidades pertinentes a cada situación.
10. Hacer estimaciones razonables de las magnitudes más usuales y valorar críticamente los resultados de las medidas realizadas.
11. Usar los métodos elementales de cálculo de distancias, perímetros, superficies y volúmenes en situaciones que lo requieran.
Dimensión: geometría Dimensión: tratamiento de la información
Dimensión: azar
12. Emplear el conocimiento de las formas y relaciones
geométricas para describir y resolver situaciones cotidianas que lo requieran.
13. Utilizar sistemas convencionales de representación espacial (maquetas, planos, mapas...) para obtener o comunicar información relativa al espacio físico.
14. Interpretar y presentar información a partir del uso de tablas, gráficos y parámetros estadísticos y valorar su utilidad en la sociedad.
15. Reconocer situaciones y fenómenos próximos en los que interviene la probabilidad y ser capaz de hacer predicciones razonables.
12
AMBITO TECNOCIENTIFICO
Dimensión: conocimiento de objetos cotidianos
Dimensión: procesos tecnológicos Dimensión: consumo
1. Conocer y evaluar los factores de riesgo derivados del uso de diferentes máquinas y artefactos domésticos y las maneras de protección correspondientes.
2. Recopilar información y aplicar conocimientos básicos de tecnología para resolver problemas sencillos.
3. Conocer las razones de la posible peligrosidad de algunos productos químicos habituales en el hogar.
4. Explicar con criterios científicos algunos de los cambios destacables que tienen lugar en la naturaleza.
5. Conocer los elementos básicos que componen una máquina para captar la energía, para transformarla y para producir trabajo útil.
6. Valorar la relación calidad/precio/necesidad de consumo.
Dimensión: medio ambiente Dimensión: salud
7. Establecer las características y la composición
básica de algunos materiales y valorar las posibilidades de reciclaje.
8. Conocer las principales energías renovables. 9. Comprender cómo interactúan los seres vivos entre sí
y con el medio, y valorar el impacto de la acción humana sobre la naturaleza.
10. Conocer los métodos de prevención de ciertas enfermedades y los efectos nocivos de algunas sustancias.
11. Distinguir y valorar aspectos fundamentales de la sexualidad humana.
12. Conocer los aspectos básicos de una alimentación adecuada y valorar su importancia para la salud.
AMBITO SOCIAL Dimensión: habilidades sociales
y autonomía Dimensión: sociedad
y ciudadanía Dimensión: pensamiento social
1. Escuchar de manera interesada y tener una actitud dialogante.
2. Valorar positivamente el establecimiento de relaciones amistosas y complacientes con otras personas.
3. Conocerse a sí mismo. 4. Mostrar una actitud positiva ante la vida. 5. Prevenir situaciones problemáticas de la vida
cotidiana. 6. Tener el hábito de solucionar los problemas
autónomamente. 7. Trabajar en equipo. 8. Tomar decisiones.
9. Identificar las características básicas de una sociedad.
10. Relacionarse y convivir de manera participativa en una sociedad democrática, plural y cambiante.
11. Comportarse adecuadamente según los lugares y momentos.
12. Respetar y defender el patrimonio cultural propio, histórico-artístico y ambiental.
13. Aceptar el hecho de que puede haber puntos de vista diferentes sobre un mismo hecho, fenómeno o problema.
14. Captar intenciones, causas y consecuencias para explicar hechos y problemas sociales.
15. Utilizar la crítica como instrumento positivo.
13
Dimensión: espacio y tiempo 16. Orientarse en el espacio. 17. Describir elementos geográficos del espacio
próximo y lejano. 18. Conocer los momentos clave de la historia.
AMBITO LABORAL Dimensión: habilidades personales y selección del lugar
de trabajo Dimensión: derechos
y deberes Dimensión: calidad
1. Conocer y valorar las propias habilidades frente al mundo laboral.
2. Saber leer las ofertas de trabajo. 3. Redactar textos para postular a un puesto de trabajo
(curriculum vitae). 4. Saber presentarse al ir a buscar trabajo. 5. Analizar las condiciones laborales.
6. Conocer los derechos y deberes de los trabajadores.
7. Conocer las normas de higiene y seguridad laboral.
8. Reconocer y valorar el trabajo bien hecho. 9. Conocer la forma de presentar una tarea bien
terminada. 10. Valorar las innovaciones que puedan mejorar la
realización de un trabajo.
Dimensión: evaluación: 11. Evaluar el propio trabajo. 12. Evaluar el trabajo realizado en equipo.
13. Valorar la proyección de las propias metas profesionales a medio y largo plazo.
14
Notas 1. Cabe señalar que, en general, los estados-nación no aceptan fácilmente el concepto de “estados
plurinacionales”, porque ello se opone a la coincidencia territorial y cultural de nación y Estado. A lo sumo suelen aceptar la expresión “Estado plural” o “nación plural” para referirse a una diversidad cultural interior, que siempre considerarán limitada.
2. En su obra La sociedad abierta y sus enemigos, Popper escribía: “La idea de que existen unidades naturales como las naciones o los grupos lingüísticos y raciales es enteramente ficticia. El intento de ver el Estado como una unidad ‘natural’ conduce al principio del Estado nacional y a las ficciones románticas del nacionalismo, el racismo y el tribalismo” (Barcelona, Paidós, 1981, cap. IX, n° 7).
3. De nuevo podemos citar el caso de la Unión Europea donde, por ejemplo, son lenguas oficiales todas las que representan a un Estado, aunque éste sea pequeño, mientras otras –como el catalán– que tienen más hablantes que algunas oficiales no están reconocidas por carecer, precisamente, de poder político estatal.
4. Amin Maalouf alude explícitamente a la dualidad que comporta la mundialización en frases como las siguientes: “[...] porque la mundialización nos lleva, en un mismo movimiento, hacia dos realidades opuestas, una favorable y otra desfavorable, a mi entender: la universalidad y la uniformidad. Dos caminos que se muestran tan inseparables e indiferenciados que parecen el mismo camino. Hasta el punto que es lícito preguntarse si uno no es simplemente la cara presentable del otro” (Les identités meurtrières [Las identidades que matan], cap. III, 3), París: Grasset, 1998. Existe una edición en catalán: Les identitats que maten, Barcelona, Edicions La Campana, 1999.
5. Cabe pensar que el desarrollo de la tecnología permitirá en un futuro próximo que cada uno se exprese en su lengua materna y que los interlocutores reciban la traducción de manera automática (y recíprocamente), pero aunque así fuera –y sin entrar a analizar las posibilidades reales de tal avance tecnológico–, es bien seguro que las lenguas sin poder político y/o económico quedarían marginadas del proceso.
6. La OCDE, en colaboración con el Departamento de Educación de los EE.UU. y la Oficina Federal Suiza de Estadística, lleva a cabo un proyecto de identificación de las competencias básicas que ya ha dado sus primeros frutos (D. Simone y L. Hersh, Defining and Selecting Key Competencies, Seattle, Wisconsin, Hogrefe y Huber, 2001). Su último estudio PISA sobre lectura, matemáticas y ciencias se centró en las capacidades de los estudiantes para aplicar sus conocimientos y destrezas en esas áreas.
7. De acuerdo con la Constitución española de 1978, el gobierno del Estado, a través de su Ministerio de Educación, se reserva una serie de atribuciones cuyos límites son siempre difíciles de definir. Así, además de regular las condiciones de obtención, otorgamiento y homologación de títulos académicos y profesionales, le corresponde dictaminar sobre “las normas básicas para el desarrollo del artículo 27 de la Constitución”, que hace referencia al “derecho a la educación”. La identificación de lo que realmente debería considerarse básico es motivo permanente de polémica entre el gobierno del Estado y los de las Comunidades Autónomas, hasta el punto de que con frecuencia se debe recurrir al Tribunal Constitucional para dirimir los conflictos. La distinta sensibilidad que manifiestan los diferentes gobiernos hacia la autonomía constituye un factor determinante en este terreno.
8. Una síntesis del trabajo realizado puede verse en: Jaume Sarramona, “Competencias básicas al término de la escolaridad obligatoria”, Revista de Educación (Madrid), n° 322, 2000, págs. 255-288. Existe una versión en CD publicada en cuatro lenguas en el año 2001 por el Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya, que recoge la investigación completa.
9. Véase el capítulo dedicado al trabajo coordinado por Joana Noguera en: Conferencia Nacional de Educación 2000, Debat sobre el sistema educatiu catalá. Conclusions i propostes, Sección VII, Departament d’Ensenyament, Generalitat de Catalunya, Barcelona, 2002. También en la web: www.gencat.es/cne.
10. La estructura de las revoluciones científicas, México, Fondo de Cultura Económica, 1971.
1
Versión original: inglés Edgar Krull (Estonia) Es catedrático de pedagogía y director del departamento de educación general en la Universidad de Tartu. Posee un doctorado en pedagogía (1987). Los principales cursos que imparte son sobre psicología educativa, elaboración de planes y programas de estudios, y evaluación de aptitudes para la enseñanza. Su ámbito principal de investigación es la evolución profesional de los docentes. Correo electrónico: ekrull@ut.ee
PERFILES DE EDUCADORES
HILDA TABA
(1902-1967)
Edgar Krull
Si bien Ernest Hemingway afirmó una vez que en cada puerto del mundo se encuentra por lo
menos un estonio, la existencia y los logros de eminentes personalidades procedentes de esta
nación, cuya población asciende a un millón de habitantes, no suelen estar asociados a su país
de origen en la mente de sus colegas extranjeros. En este sentido, Hilda Taba no es una
excepción. Es conocida en el mundo entero como una destacada pedagoga norteamericana,
especialista en currículos y programas de estudios, pero muy pocos saben que nació, se crió y
estudió en Estonia. Quizá sea más sorprendente aún el hecho de que Taba, quien figura entre
los mejores pedagogos del siglo XX y cuya labor académica culminó con la publicación de la
monografía sobre la teoría y la práctica de la elaboración de currículos y programas de
estudios, Curriculum Development (1962), permaneció desconocida en su país de origen
durante decenios. Por tanto, aunque en los años sesenta el método de Taba para elaborar
dichos planes se difundió en todo el mundo, y su monografía pasó a ocupar un lugar
respetable en los estantes de las bibliotecas europeas especializadas en educación, los
pedagogos estonios no descubrieron sus ideas hasta fines de los años ochenta.
Las circunstancias descritas antes son uno de los numerosos aspectos paradójicos de la
vida de Taba, que obviamente ejercieron una gran influencia en su carrera científica y dieron
un matiz excepcional a sus principios educativos. Otro factor que sin duda alguna desempeñó
un papel decisivo en la formación de su pensamiento teórico fue el choque entre las
tradiciones educativas alemanas y norteamericanas que experimentó durante sus estudios de
pedagogía. Por ejemplo, la preparación que recibió en la Universidad de Tartu estaba
claramente orientada hacia la didáctica alemana y la filosofía educativa.1 Sin embargo, los
2
estudios de posgrado que cursó ulteriormente en los Estados Unidos estaban muy influidos
por las ideas de la progressive education, la educación activa, que admiraba y que pasó a ser
una piedra angular de su teoría educativa.
No se sabe si Taba había soñado con continuar su carrera universitaria en los Estados
Unidos o regresar a Estonia una vez terminados sus estudios de posgrado en el extranjero. No
obstante, el hecho de que presentara su candidatura para una cátedra de pedagogía en la
Universidad de Tartu en 1931 parece indicar que tenía la intención de vincular su carrera
profesional y su vida a Estonia. Esos planes no se realizaron, ya que no fue seleccionada para
el puesto. Lo más increíble es que en Estonia no pudo encontrar otro empleo a la altura de sus
calificaciones. Por tanto, la autora de la tesis doctoral The dynamics of education: a
methodology of progressive educational thought [La dinámica de la educación: metodología
basada en el concepto de educación activa] (1932), quien más tarde obtuvo un amplio
reconocimiento por parte de los pedagogos, decidió regresar a los Estados Unidos. Este
cambio imprevisto en sus planes y el traslado que siguió, entrañaron grandes dificultades para
Taba, quien estuvo sumida en la pobreza al principio de su carrera. La trayectoria de Hilda
Taba hacia la excelencia se debió en parte a la suerte, a su gran ambición y a las condiciones
favorables para la investigación educativa en los Estados Unidos, y llegó a ser una de las más
brillantes estrellas de la constelación educativa en los años sesenta. Hoy en día, su labor en el
ámbito de la elaboración de currículos y programas de estudios, junto con la de Ralph W.
Tyler, forma parte de los clásicos de la pedagogía. Varios autores contemporáneos siguen
refiriéndose frecuentemente a las ideas de Hilda Taba y, en lo relativo a las teorías y los
métodos de preparación de currículos, fundamentan su labor en los conceptos que ella
formuló hace decenios (véanse, por ejemplo, los artículos en manuales publicados por Shaver,
1991; Leawy, 1991; en revistas académicas publicadas por Klarin, 1992; Fraenkel, 1994; y
Parry et al., 2000). La base de datos ERIC contiene más de 100 artículos y monografías
recientes que mencionan la labor de Taba. Además, las innúmeras referencias a su nombre y a
sus ideas educativas en Internet son pruebas adicionales de que su contribución académica en
el ámbito de la educación tiene un valor duradero.
El artículo conmemorativo escrito por Elizabeth H. Brady (1992) contiene algunas ideas
sobre la personalidad de Hilda Taba. La autora, que fue una de sus compañeras de trabajo más
cercanas en la época de los proyectos educativos intergrupos (1945-1951), escribió: “Taba era
muy dinámica, entusiasta, activa, aparentemente incansable; llevaba un ritmo de vida que a
veces conducía a malentendidos y solía agotar a sus amigos y su equipo. Era de estatura
3
pequeña, tanto en su actitud como en su modo de vestir denotaba gallardía y siempre estaba
dispuesta a emprender algo nuevo” (Brady, 1992, pág. 9).
Infancia y estudios universitarios de Hilda Taba
Hilda Taba nació el 7 de diciembre de 1902 en Kooraste, una aldea del actual condado de
Põlva, en el sureste de Estonia. Era la mayor de los nueve hijos de Robert Taba, un maestro.
Hilda fue primero a la escuela donde trabajaba su padre y luego a la de la parroquia local.
En 1921, tras diplomarse en el colegio de niñas de Võru, decidió convertirse en maestra
de escuela. En otoño del mismo año, Hilda aprobó el examen final y se graduó como maestra
de primaria en el seminario didáctico de Tartu. No obstante, en lugar de empezar a trabajar en
una escuela primaria, se matriculó en economía en la Universidad de Tartu. Sin embargo, la
economía no le atraía mucho y el año siguiente presentó su candidatura para ingresar a la
Facultad de Filosofía, donde se especializó en historia y educación. Como el sueldo de
maestro de escuela de su padre no le permitía mantener una familia numerosa y financiar al
mismo tiempo los estudios de Hilda, su principal actividad y fuente de ingresos eran las clases
particulares, que daba después de la universidad a jóvenes estudiantes. En su tesis doctoral,
una dedicatoria dirigida a Maria Raudsepp, alumna a la que dio clases durante sus estudios
universitarios en Tartu, recuerda este aspecto de la biografía de Taba.
Tras graduarse en la Universidad de Tartu en 1926, tuvo la oportunidad de cursar sus
estudios de posgrado en los Estados Unidos, gracias a una beca concedida por la Fundación
Rockefeller. El excelente conocimiento de los temas educativos que había adquirido en la
Universidad de Tartu le permitió terminar en un año su maestría en el Bryn Mawr College.
Durante sus estudios en dicha institución, empezó a visitar escuelas de educación activa y se
interesó en el funcionamiento del Plan Dalton (Klarin, 1989). Mientras estudiaba la literatura
educativa norteamericana, descubrió Fundamentals of education (1921), de Boyd H. Bode
(1873-1953), autor y pedagogo estadounidense muy conocido en aquella época. El enfoque de
Bode entusiasmó a Taba, quien se fue interesando cada vez más en la filosofía de la educación
activa. Lo que le gustaba de ese enfoque educativo era sobre todo su carácter flexible,
innovador y centrado en el niño.
En 1927 presentó la candidatura para un doctorado en filosofía educativa en la
Universidad de Columbia. En los cinco años universitarios que siguieron, conoció a
numerosos científicos norteamericanos de renombre mundial, entre ellos al psicólogo E.L.
Thorndike (1874-1949), al pedagogo e historiador P. Monroe (1869-1947), al sociólogo G.C.
4
Gounts, y a C. Washburne (1889-1968), fundador del Plan Winnetka. No obstante, la persona
que mayor influencia ejerció en las teorías educativas de Hilda Taba fue John Dewey (1859-
1952), filósofo y pedagogo mundialmente famoso, uno de los iniciadores del movimiento de
educación activa, a cuyas conferencias asistió y cuyos escritos estudió en detalle (Isham, 1982;
Taba, 1932, pág. vii). El tutor más importante de su labor doctoral fue William H. Kilpatrick
(1871-1965), uno de los colegas de John Dewey, conocido en la historia de la educación
como el creador del método de proyecto. Kilpatrick concluyó el prólogo de la tesis de Taba
con las siguientes palabras: “muy difícil de complacer y muy entendido ha de ser el lector que
no termine este libro con un sentimiento de profundo agradecimiento por la gran competencia
de la autora” (Kilpatrick, 1932). Esta apreciación del trabajo de Hilda Taba era pertinente y
fue confirmada unos cincuenta años más tarde con la reimpresión de la monografía por
Telegraph Books en 1980.
En 1931, una vez terminada su tesis doctoral, Hilda regresó a Estonia con la intención
de presentar su candidatura para la cátedra que la muerte prematura de Peeter Põld, su antiguo
profesor de pedagogía en la Universidad de Tartu, había dejado vacante. Para su gran
desilusión, Taba no fue seleccionada. Aunque consiguió un empleo en una facultad de
economía en Estonia, poco después decidió volver a los Estados Unidos.
La carrera científica de Hilda Taba en los Estados Unidos
A su regreso a los Estados Unidos, Hilda Taba experimentó serias dificultades. Al principio,
no encontró ningún empleo que correspondiera a sus calificaciones y, por tanto, tuvo que
aceptar trabajos ocasionales. Más tarde, fue contratada por una familia norteamericana
adinerada para dar clases particulares a sus hijos, actividad a la que se había acostumbrado en
Estonia. Además, su permanencia en los Estados Unidos se complicó porque no poseía la
ciudadanía norteamericana y vivía con la amenaza permanente de ser expulsada por el
Departamento de Inmigración. Finalmente, en 1933, obtuvo un puesto como profesora de
alemán y más tarde fue designada directora de currículo en la Dalton School2 (Ohio).
Cabe señalar que el ingreso de Hilda Taba a la investigación pedagógica se debió a un
azar afortunado. Fue contratada en el momento preciso en que se iniciaba un estudio de ocho
años3 activamente patrocinado por la Dalton School. La participación de Taba en esa
investigación le permitió conocer a Ralph Tyler, que era jefe del equipo de evaluación sobre
el terreno en el marco del estudio.
5
A Tyler le asombró la dedicación de Hilda a la investigación científica y su perfecta
comprensión de los procesos educativos, y la contrató para que formara parte del equipo de
evaluación (con base en la Universidad de Ohio) como coordinadora de los currículos del área
social. En 1939, cuando el equipo de evaluación fue trasladado a la Universidad de Chicago,
fue nombrada directora del laboratorio de currículos y programas de estudios, que dirigió
hasta 1945.
Hacia mediados de los años cuarenta, ya era una investigadora competente y
ampliamente reconocida. Inició, ideó y dirigió varios proyectos de investigación centrados en
dos temas principales: la enseñanza entre grupos (1945-1951) y la reorganización y
preparación de los currículos del área social en California (1951-1967). Hilda Taba
desempeñó asimismo la función de asesora en numerosas instituciones locales y distritos
escolares, y participó en seminarios de la UNESCO en París y Brasil (Harshbarger, 1978).
ESTUDIOS EN EL AMBITO DE LA ENSEÑANZA ENTRE GRUPOS
Después de la Segunda Guerra Mundial, la enseñanza entre grupos pasó a ser un tema de
actualidad en los Estados Unidos. La reorganización de la industria norteamericana en función
de las necesidades de la guerra había entrañado una importante migración de la mano de obra
desde las zonas rurales hacia las ciudades. Por consiguiente, se produjeron importantes
cambios en el modo de vida de la población y en la composición de sus núcleos urbanos,
cambios que originaron cada vez más tensiones. En 1944, Detroit fue el escenario de
disturbios interraciales bastante graves. Fue la gota que colmó el vaso y, en respuesta a esos
acontecimientos, se crearon más de 400 organizaciones públicas en los Estados Unidos
(Klarin, 1989). El grupo de investigación de Taba presentó al Consejo Norteamericano de
Educación una de las numerosas propuestas encaminadas a la búsqueda de soluciones para
fomentar la tolerancia entre los estudiantes de diferentes orígenes étnicos y culturales. El
proyecto de enseñanza entre grupos fue aceptado e iniciado en Nueva York en 1945, bajo la
dirección de Hilda Taba. El éxito de ese proyecto experimental condujo al establecimiento del
Centro de Enseñanza entre grupos en la Universidad de Chicago, también dirigido por ella
(1948-1951).
El estudio empezó por una amplia investigación sobre las causas sociopsicológicas de
las tensiones entre grupos y concluyó con la aprobación de currículos destinados a desarrollar
la tolerancia entre los diferentes grupos de estudiantes. Esos currículos estaban centrados en
cuatro temas relacionados con la vida social ubicados en la raíz de la formación de
6
estereotipos y prejuicios: 1) diferencias en los estilos de vida familiar; 2) diferencias en los
estilos de vida de las comunidades; 3) ignorancia de la cultura norteamericana; y 4)
dificultades para la instauración de relaciones pacíficas entre las personas (Taba et al., 1952).
Para contribuir a mejorar los conocimientos, el entendimiento y los comportamientos en esas
distintas esferas de la vida, se elaboraron programas educativos especiales. Por ejemplo, el
programa educativo encaminado a mejorar las relaciones personales enseñaba a los niños a
resolver los conflictos sin recurrir a la violencia. Con la perspectiva de hoy, la enseñanza entre
grupos puede considerarse precursora de la educación intercultural o multicultural. Si se
examina más detenidamente la labor de Taba en materia de enseñanza entre grupos, es difícil
estar en desacuerdo con el comentario de Elizabeth Brady según el cual una de las
“contribuciones más importantes de Taba fue reconocer que las ciencias sociales podían
constituir una sólida base para la educación, con la sociología, la pedagogía social y la
antropología cultural en particular porque esclarecen cuestiones relacionadas con la educación
sobre las relaciones humanas” (Brady, 1992, pág. 8).
ELABORACION DE CURRICULOS PARA LAS AREAS SOCIALES
El segundo y último período de la carrera científica independiente de Hilda Taba comenzó en
1951, al aceptar una propuesta de reorganización y elaboración de currículos para las áreas
sociales en el condado de Contra Costa, situado en la región de la bahía de San Francisco. Al
mismo tiempo fue nombrada profesora titular de pedagogía en la San Francisco State
University. Durante ese período, sus competencias en los ámbitos de la elaboración de planes
de estudios, la enseñanza entre grupos y la concepción de procesos cognitivos le valieron un
reconocimiento internacional.
Mary Durkin (1993, pág. ix), ex coordinadora de currículos para las áreas sociales para
el condado, describe el principio de la investigación de Taba y su personalidad en los
siguientes términos:
Fue una coincidencia afortunada que la Dra. Hilda Taba se incorporara al equipo de San Francisco en el momento en que el director de currículo del Departamento de Educación del condado de Contra Costa buscaba un asesor cuyo modo de pensar fuera compatible con el de su equipo para preparar una guía pedagógica sobre estudios sociales.
El Consejo de Educación de Contra Costa concedió bastante tiempo a Taba, ya que no
determinó una fecha tope para la publicación del trabajo. Se dedicaron siete años a la
preparación de las guías y de dos estudios sobre el modo de reflexionar de los niños. Este
7
proceso incluyó conferencias con especialistas en contenidos, talleres de formación continua,
así como la redacción, evaluación y corrección de las guías.
A su vez, Taba (1962, pág. 482) analizó los problemas relacionados con los currículos
de estudios sociales y los motivos para escoger una estrategia específica de elaboración. A su
entender,
el análisis de los problemas requería una reforma de los currículos. Para efectuarla, los planificadores de programas educativos del condado, en colaboración con los directores de escuelas, concibieron un método. De este análisis se desprendía que, durante años, los esfuerzos habituales (institutos, conferencias, obligación de asistir a las clases universitarias) habían dado lugar a pocas mejoras en los currículos y no permitían esperar una reforma de su estructura. Además, desde que los funcionarios del condado se encargaban de elaborar guías sobre la preparación de currículos y módulos, los docentes de distintos distritos tendían a considerar que el condado tenía una actitud autoritaria y resultaba difícil estimularlos para que mejoraran los programas. Por esos motivos, el equipo del condado buscaba un tipo de planteamiento en el que se partiera de la base, permitiendo así obtener una mayor participación en todo el proceso de reforma, y al mismo tiempo mejorar las relaciones humanas entre las escuelas y la oficina del condado.
Al principio el estudio se centró esencialmente en la definición y en el análisis de los
problemas con los que tropezaban los docentes en el campo de las ciencias sociales. Se pidió
a los profesores que, tras identificar las discrepancias entre los currículos y los resultados
esperados, crearan sus propios módulos de enseñanza. Ya que los docentes no poseían las
competencias adecuadas para elaborar currículos, se organizaron seminarios y sesiones de
asesoramiento. Al comienzo, los miembros del equipo de investigación eran quienes
impartían este tipo de formación a los docentes que participaban. Más tarde, los funcionarios
del condado fueron asumiendo esta tarea a medida que adquirían nuevas competencias
mediante la formación organizada especialmente para ellos. Los docentes que elaboraban
nuevos módulos empezaban por experimentarlos en el aula. Luego se efectuaba una revisión
crítica de los módulos antes de someterlos nuevamente a prueba, esta vez con un mayor
número de profesores. Este procedimiento se aplicaba repetidas veces, hasta que los
resultados satisficieran las necesidades de los docentes en diferentes escuelas. Generalmente,
el plan de estudios para un año completo comprendía entre cinco y ocho módulos.
Al principio del estudio, el equipo de investigación de Taba se encargó del
planeamiento de las etapas y de los procedimiento generales de elaboración de currículos.
Luego, al igual que para la formación de los docentes, los planificadores de programas
educativos del condado asumieron esta función a medida que sus competencias fueron
aumentando. Por consiguiente, el programa de investigación tenía por objeto la capacitación
de todo el personal y la producción de modelos piloto de elaboración de currículos y planes de
enseñanza (Taba, 1962, págs. 482-493).
8
El principal objetivo del estudio consistía en proponer un modelo flexible de renovación
curricular basado en esfuerzos conjuntos de los docentes y los administradores educativos
responsables. Es importante señalar que muchas ideas subyacentes en el modelo de Taba,
como la noción de un currículo “en espiral”, las estrategias de enseñanza inductivas para la
formulación de conceptos, los métodos de divulgación y aplicación, la organización de los
contenidos en tres niveles –ideas clave, ideas y hechos organizativos– así como su estrategia
general para desarrollar la reflexión mediante los currículos de ciencias sociales ejercieron
una influencia considerable en los planificadores de la educación durante los años sesenta y al
comienzo de los setenta. Muchos de los principios e ideas generales de Hilda Taba en este
ámbito contribuyeron a la formación de las teorías actuales sobre los currículos y programas
de estudios, y son numerosos los autores que se refieren a ellas.
En buena medida, las ideas de Taba pueden considerarse como una prolongación de los
principios de Ralph Tyler, fundados sobre todo en la psicología, a los que ella confirió una
naturaleza más pedagógica y práctica. Para demostrarlo, basta con reconsiderar el sentido y la
naturaleza del planteamiento de Tyler (1969) en materia de elaboración de currículos:
1) establecer objetivos educativos; 2) seleccionar; 3) organizar experiencias de aprendizaje y
4) evaluar el logro de los objetivos. En su versión, Taba introdujo nociones de objetivos
educativos múltiples y cuatro categorías de objetivos diferentes (conocimientos básicos,
aptitudes para reflexionar, comportamientos y competencias académicas). Este enfoque
permitió a Hilda Taba vincular estrategias de enseñanza específicas con cada categoría de
objetivos. Desde este punto de vista, su clasificación de los objetivos educativos presenta
similitudes con el sistema de Gagné (1985) sobre los resultados del aprendizaje y las
condiciones de enseñanza que determinan los medios necesarios para obtener los resultados
deseados. Asimismo, su clasificación muy elaborada de los objetivos educativos permitió a
Taba dar a la noción de experiencias de aprendizaje de Tyler un sentido más específico y
práctico, considerando por separado la selección y organización de contenidos educativos y
las estrategias de enseñanza. Como dijo Hilda Taba en su manual pedagógico para estudios
sociales elementales:
la selección y organización de contenidos aplica solamente uno de los cuatro tipos de objetivos, el de los conocimientos. La selección de contenidos no permite desarrollar las técnicas y aptitudes para reflexionar, modificar las pautas de comportamientos y sentimientos, o producir competencias académicas y sociales. Estos objetivos sólo pueden alcanzarse teniendo en cuenta la manera en que las experiencias de aprendizaje se planean y ejecutan en las aulas. […] El logro de tres de las cuatro categorías de objetivos depende de la naturaleza de las experiencias de aprendizaje antes que de los contenidos” (Taba, 1967, pág. 11).
9
Hilda Taba falleció prematuramente el 6 de julio de 1967, en un momento en que difícilmente
podían ser mayores su actividad intelectual y su influencia en los medios universitarios.
Algunas ideas filosóficas de Taba relativas a la elaboración de currículos
En numerosos artículos especializados en inglés y estonio se presentan las ideas e
investigaciones de Hilda Taba sobre áreas específicas de la educación. Sin embargo, existen
menos escritos sobre sus principios e ideas generales en materia de investigación y educación,
los cuales confirieron a su labor un carácter excepcional, inventivo y original. Muchas de las
ideas que le valieron fama mundial siguieron desarrollándose y evolucionando a lo largo de su
carrera. En un análisis preliminar y, por tanto, incompleto de su legado científico se
mencionan por lo menos cuatro principios que parecen regir su punto de vista sobre la teoría y
la elaboración de planes de estudios (Krull y Kurm, 1996, págs. 11-12):
1. Los procesos sociales, comprendida la socialización de los seres humanos, no son
lineales y, en consecuencia, no pueden modelarse mediante un planeamiento lineal. En
otros términos, el aprendizaje y el desarrollo de la personalidad no pueden considerarse
como procesos unilaterales mediante los que se establecen objetivos educativos y se
determinan fines específicos a partir de un ideal educativo proclamado o imaginado por
alguna autoridad.
2. La reestructuración de las instituciones sociales, incluidos los programas de estudios,
será probablemente más eficaz si, en lugar del método clásico de reorganización
administrativa -de la cúspide hacia la base–, se aplica un sistema de reforma bien
cimentado y coordinado a partir de la base.
3. La preparación de nuevos programas de estudios es más eficaz cuando se funda en los
principios de orientación democrática y distribución racional del trabajo. Se hace
hincapié en una colaboración basada en las competencias, no en la administración.
4. La renovación de los planes de estudios no representa un esfuerzo a corto plazo sino un
proceso largo, que puede durar años.
El principio según el cual los procesos sociales no son lineales es el más importante y
probablemente haya regido toda la labor educativa de Hilda Taba. Ella ya había señalado en
su tesis doctoral que “los fines y objetivos, como en la vida real, no suelen presentarse como
unidades simples y fáciles de entender” (1932, pág. 142) y, por lo tanto, “un acto intencional
debe interpretarse ante todo como el producto de una actividad anterior y no como una unidad
10
independiente que se inicia y se activa con algún fin u objeto que exige una actualización”
(1932, pág. 143). Si se aplica este principio a la elaboración curricular, significa que sería
ilusorio e imposible establecer objetivos educativos generales y rígidos de los cuales
derivarían otros objetivos más específicos para un plan concreto. Los objetivos generales
también pueden modificarse para adaptarse a las circunstancias reales, en cuyo caso dependen
más o menos del contenido y naturaleza de la medida educativa prevista.
El segundo principio, según el cual el enfoque que parte de la base es más eficaz,
propone la manera más adecuada de ayudar a las personas y las organizaciones sociales
humanas a aceptar y adaptarse a nuevas situaciones e ideas. El punto de vista de Taba puede
interpretarse a la luz del concepto de “conservadurismo dinámico” de Donald Schon (Schon,
1971), con el que se expresa la tendencia de los individuos y las organizaciones sociales a
oponerse enérgicamente a los cambios que perturban o son contrarios a sus convicciones e
interpretaciones, mediante la creación de estructuras y mecanismos destinados a
obstaculizarlos. Los cambios esperados en la conciencia individual o social se producirán
solamente si las personas o los grupos, sometidos a presiones para introducir dichos cambios,
conservan o adquieren capacidades para aprender. Así, pues, esas transformaciones y el
aprendizaje que suponen tendrán lugar más fácilmente y encontrarán menos oposición si, en
lugar de ser impuestos por las instituciones centrales, se inician en la periferia para extenderse
progresivamente a toda la estructura.
Los principios tercero y cuarto, derivados esencialmente de los dos primeros, hacen
hincapié en la necesidad de dar una orientación democrática a los currículos y en el hecho de
que se trata de un proceso a largo plazo. Son objeto de una explicación detallada en la guía
para la preparación de planes de estudios sociales que se usa en Contra Costa (véase Taba,
1962, pág. 482-489).
El elemento más representativo de las ideas educativas de Hilda Taba probablemente
fuera la capacidad para ver el bosque detrás de los árboles, demostrando su aptitud para
distinguir entre lo esencial de lo superficial, entre lo importante y lo trivial. Nunca se dejaba
engañar por el brillo aparente de una idea, aunque se tratara de las innovaciones educativas
más avanzadas del momento, sino que siempre examinaba su función o valor educativo. El
episodio reseñado en el artículo conmemorativo escrito por A. L. Costa y R. A. Loveall (2002)
ilustra muy bien este aspecto del pensamiento de Taba. En los años sesenta, durante una visita
a una prestigiosa universidad norteamericana, fue conducida a un centro informático donde se
utilizaba una enorme computadora central para elaborar una de las primeras máquinas de
enseñanza. No tardó en expresar su opinión acerca del valor de esa iniciativa, que era bastante
11
decepcionante: “Máquina de un millón de dólares, idea de diez centavos” (Costa y Loveall,
2002, pág. 61).
Algunos comentarios a manera de conclusión
Según reza el refrán, nadie es profeta en su tierra. Hilda Taba no fue una excepción y sólo
veinte años después de su muerte empezó a ser conocida y reconocida como destacada
pedagoga en su país natal. Su talento educativo floreció en los Estados Unidos, donde se la
considera realmente una de las mejores pedagogas norteamericanas. En Estonia, sólo se
conoce un artículo sobre las “tendencias dominantes en la educación norteamericana” (Taba,
1931) que fue publicado en 1931 en la revista de educación Kasvatus. Los pedagogos estonios
ignoraron la existencia de Hilda Taba durante muchos años. Cuando se hizo mundialmente
famosa, la difusión de sus ideas en Estonia fue obstaculizada por el régimen soviético (de
1940 a 1991), que era hostil a toda idea educativa occidental. Como reparación de la injusticia
que sufrió durante toda su vida, en la Universidad de Tartu se celebraron dos conferencias
internacionales sobre currículos, con motivo de sus 90o y 100o aniversarios, en 1992 y 2002.
En el ámbito internacional, Hilda Taba se ha merecido el lugar que ocupa entre otros
destacados pedagogos del siglo XX. Su legado científico es considerable en el campo de la
filosofía educativa, de la enseñanza entre grupos y de la elaboración curricular, y ha realizado
muchas contribuciones importantes y duraderas en el campo del conocimiento educativo.
Muchas de sus ideas con respecto a la concepción de currículos, como la organización de los
contenidos, la clasificación de los objetivos educativos y las estrategias inductivas de
formulación y enseñanza de conceptos, forman ahora parte de la tradición viva de la
pedagogía. Su método de enseñanza inductiva se ha incluido como prototipo en seis ediciones
consecutivas de Models of teaching (Joyce, Weil y Calhoun, 2000). La personalidad de Hilda
Taba y su asombrosa carrera académica en los Estados Unidos muestran claramente lo que
puede llegar a producir la sinergia de un espíritu aventurero, del talento, la ambición, la
tenacidad y la dedicación cuando se congregan en una sola persona.
Notes
1. Esto se debió a la importante influencia intelectual y política de los terratenientes nobles alemanes, quienes se instalaron en Estonia a partir del siglo XIII. A pesar de la integración de Estonia al imperio ruso a comienzos del siglo XVIII, el predominio de la nobleza alemana en la vida pública duró hasta el principio de la Primera Guerra Mundial y sólo empezó a declinar tras la proclamación de la independencia de Estonia en 1918.
12
2. El Plan Dalton es un sistema educativo en el que los estudiantes aceptan mediante contratos personalizados el trabajo que se les asigna. En realidad, dichos contratos son tareas mensuales. Los estudiantes trabajan a su propio ritmo y no dependen de orientaciones precisas de sus profesores, aunque los consultan individualmente. El plan lleva el nombre del colegio de Dalton (Massachussets) donde Helen Parkhurst lo ideó y, a partir de 1913, lo fue perfeccionando (Plan Dalton, 1993).
3. El estudio de ocho años fue una investigación a gran escala que se llevó a cabo en los Estados Unidos con objeto de comparar el rendimiento escolar de las 30 escuelas que basaban su labor en los principios de educación activa difundidos por John Dewey y William Kilpatrick con los resultados obtenidos por las escuelas que aplicaban programas y métodos convencionales (véase Lindgren, 1972, págs. 310-311).
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educación?, n° 4 AL-SHARRAH, Y.A. La enseñanza tradicional árabe
de la medicina y su relación con la práctica europea, n° 4
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ARAYICI, A. Los problemas de los hijos de inmigrantes en Europa: el caso turco, n ° 4
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BELDERRAIN, J.E. Lectura de las tendencias mundiales desde las sociedades multiculturales latinoamericanas, n° 2
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RACHMAN, A. Una política educativa sostenible para mejorar la calidad de la humanidad, n° 4
ÍNDICE
RATTEREE, B.; HALPERIN, R. ¿Y los maestros dónde están? La crisis silenciosa, n° 2
REIMERS, F. Guerra, educación y paz, n° 1 RIVARD, J.-F.; AMADIO, M. Tiempo de enseñanza
asignado a la educación religiosa en los horarios oficiales, n° 2
ROSE, O.H.; BRIDGEWATER, P. Se necesitan nuevos enfoques para la educación ambiental y la sensibilización del público, n° 3
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interregional “aprender a vivir juntos”: una iniciativa que se abre camino, n° 4
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SOLDATOV, A. Las vicisitudes de la teología laica en Federación de Rusia, n° 2
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TAWIL, S. Introducción al Dossier: Cambios curriculares, una perspectiva global, n° 1
TRAORE M.L. Respuestas del Ministro de Educación de Malí, n° 3
WALKER, C.; BABER, R.; DE KLERK, A. La educación ambiental y su función en la reserva de biosfera de Waterberg, n° 3
WESTON, J.; BRETHERTON, D.; ZBAR, V. Educación para la paz en un entorno de posguerra: el caso de Sierra Leona, n° 2
WIMBERLEY, J. La educación para el diálogo intercultural e interreligioso: la nueva iniciativa del Consejo de Europa, n° 2
WOJNAR, I. Maurice Debesse (1903-1998), n° 3 XUE, Y.Q.; PRETORIUS, S.G. La transición de la
educación superior de elite a la de masas: una perspectiva china, n° 1
ZBAR, V.; WESTON, J.; BRETHERTON, D. Educación para la paz en un entorno de posguerra: el caso de Sierra Leona, n° 2
ZIA, R. Religión y educación en Pakistán: panorama, n° 2
ZIN, S.M.S. Reforma del currículo de ciencia y tecnología: la iniciativa de la escuela inteligente en Malasia, n° 1
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