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I p A 260-601
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PANEGIRICODE SAN VALERO
OBISPO DE ZARAGOZA,Ü U E
E N SU SA N T A IG L E S IA M ETRO PO LITAN A;
DEL SALVADORD I X O
EN EL DIA 29 DE ENERO DE 1803
EL Dr. DON JOAQJJIN MAZOD,Racionero de M en sa, Vicario de la Parro
quia de dicha Sta. Ig lesia , Examinador Sinodal de su Arzobispado.
Se imprime á beneficio de la Congregación de NueS-: tra Señora de Gracia de Seglares Siervos de
los Pobres Enfermos del Sto. Hospital R eal y General.
. Con lie. E n Zarag , : Por Mariano Miedes.
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Ecce Sacerdos Magnus. Eclesiast. cap. 50. He aquí un Sacerdote Grande.
A Sacerdocio de la L e y Mosaica daba un carácter de verdadera grandeza á sus Pontífices. Qué debió parecer à los ojos de Israel su primer Sacerdote Aaron el dia que conducido por Moyses y acompañado de sus. hijos se presentó por la primera vez á la puerta del Tabernáculo para recibir la unción sagrada? Representaos mis hermanos las Llanuras inmediatas al Sinai cubiertas de la inmensidad de Tiendas capaces de contener un Pueblo que contaba mas de seiscientos mil G uerreros, en su centro el grandioso Pavellon diseñado j y erigido según el orden del mismo Dios y todo aquel inmenso Pueblo fuera de sus Tiendas para presenciar la augusta ceremonia ; y que en medio del silencio y del profundo respeto que debia infundir el cumplimiento de la vocacion del Todo-poderoso Moyses que lo representa , reviste á su hermano con las vestiduras de su dignidad señaladas también por el Señor. N o puede leerse el Capitulo octavo del Levítico sin un sanio entusiasmo : Víctim as, Panes5 Balsamo^ Incienso > todo eleva al espíritu. Y quando ai octavo día cumplidas las ceremonias de su consagración tomó Aaron en sus manos el c u c h il lo , y degolló las primeras Victimas > y la gloria del Señor llenó el tabernáculo , y el fuego del Cielo consumió el Holocausto que debió parecer Aaron k los ojos de Israel? Ni sus descendientes perdieron de su grandeza llamados también por el Señor herederos del Sacerdocio y de sus funciones. Ellos solos podían penetrar el lugar santo de donde el Eterno dictaba sus Oráculos. Ellos eran los depositarios y los
In-
Interpretes auténticos de la L e y , ellos eran los Vice- ü io s en la Casa de Jacob. Pero su vocacion , su dignidad , sus ornamentos , asi como el tabernáculo y deípues el templo , sus víctim as, sus ceremonias 5 su cor.sagracion , sus p rerogativas, todo verdaderamente gran de, no era sino tigara. Y si el tiempo me permitiera cotejarlas con la realidad, adroirarias sin duda , y glorificarlas la sabiduría de nuestro Dios, que baxo emblemas tan magníficos figuraba el nuev o , y eterno Sacerdocio de Jesu-Christo. Sacerdocio no solo r e a l , sino divino. Ministros de J. C. , y dispensadores de sus Misterios , los Sacerdotes tienen en sus roanos por participación lo que el Sumo Sacerdote por naturaleza todo el poder en el C ielo , y en la tierra. Christianos que los observáis con un ojo maligno abrid los ojos de la fé , y seguidlos en sus funciones : ellas os harán conocer la grandeza de vuestros Pontífices , y os dictarán el profundo respeto con que debeis mirar los Christos, los Ungidos del Señor. S egu id los , y vereis-sus manos ya levantadas al Cielo para atraher sobre vosotros el rocío celestial que fecunda vuestras almas, ya extendidas , ya puestas sobre cabezas sagradas comunicar á las almas caracteres augustos, é indelebles de p o d e r , ya marcando las frentes de las ovejas del Señor con un nuevo sello que Ies dk valor y fuerza para vencer á sus enemigos , y para confesar el nombre de quien esperan su salud. Q u é grande es un Pontífice quando en medio del eco sagrado de los cá n ticos , t>añadas sus roanos en la sangre del Cordero ofrece al Omnipotente el tremendo Sacrificio , y quando consagra al Señor los vasos que han de contener la carne y sangre de la Víctima de valor infinito ! , qué grande quando invoca el espíritu del Señor sobre los elementos que obran vuestra regeneración, que fortalecen vuestro espíritu en vuestro destierro, que lo purifican, lo ungen el último combate contra el poder de las tinieblas al vuestra peregrinación! Qué respeta
ble
íble es un Pontífice quando desatalas éad en asd ela Esclayitud, y abre las puertas del Cielo cerradas al pecado , y quando fulmina rayos contra los pecadores rebeldes 3 y con sus anatemas los entrega á Satanás! Qué grande vuelvo otPa vez à decirlo es un Pontífice quando en medio de k s ceremonias mas augustas hace baxar sobre edificios materiales la g lo ria del S eñ or, dedicándolos solemnemente a su santo nombre ? y convirtiendolos desde entonces , en tronos de la Magestad de Dios en lugares de Propiciac ió n , en Ciudades de asilo ,e n imágenes del Cieioí Pero si fanciones tan divinas exigen de nosotros la veneración mas profunda, qué santidad, qué fuerza } qué perfección no piden en los que son consagrados para exercerlas? Y si ellas los hacen tan grandes à los ojos de los hombres j, qué grandes los harán á los de Dios quando son desempeñadas d ignamente y y según su espíritu? San Agustin lo ha dicho : Nada hay tan difícil 3 tan laborioso , tan p e ligroso 9 pero nada tan feliz á los ojos de Dios si se milita como el Supremo Emperador lo manda. Asi militó vuestro Santo Obispo y Patron San Valero. El supo según el encargo de San Pablo i Tito com o debia conversar en la Casa de Dios : él lo supo 5 y él lo practicó haciéndose grande. Sacerdote grande en la presencia del Señor por la Santidad con que se hizo digno de su vocacion y por el zelo con que desempeñó los debéres de su Ministerio. Ved ahi mi asunto. Sacerdos M agm s. Para que yo corresponda á su dignidad y y a- vuestra es- pectacion , ayudadme à pedir el auxilio del Epiri- tu Santo por intercesión de la SS. V ir g e n , saludan- dola con el AngeL A V E MARIA,
I-> a Santidad no depende de las circunstancias j ni d f l tiempo. Dios que formó con una palabra la luz de las tinieblas , y puede si quiere convertir las piedras en hijos de Abraham ha sabido también ha-
2 cer
cer ApostoJee “de tm Salúo -per^gDidor 5 y- de 'wn Mateo pubiicano : Qué eran CipTiüao y Agustin? Ellos Jo dicen en ,su« Confesiones , y en su Carta á Donato ; el uno incrédulo 3 y el otro g e n t i l , y ellos son. lumbreras de la Iglesia. L a Gracia , por otra parte excelente obrera se cpxnplace muchas ve- £es en acabar de un golps la obra para que otras emplea muchos años. Es verdad. Señores; pero yo sé que los Libros Santos nos combidan á llevar desde nuestros primeros años el yu go de la L e y , y Jios aseguran que el hombre seguirá en la edad mas avanzada el camino que habrá emprendido en 6U niñez. Es menester salir en el Desierto á coger el Maná antes que el calor de las pasiones derrita, y consuma en el corazon el rocío del Cielo : y la gracia ordinariamente observa la economía de la naturaleza. N o se hicieron Atletas invencibles los que se acostumbraron á una vida afeminada. L os C edros que sirvieron á la construcción del templo llegaron por grados á su mayor e levación, y antes que el grano de mostaza llegue á abrigar en sus frondosa« ramas ias A ves del Cielo , por valerme de la Parabola .de mi Salvador , es menester que esté cubierto en la tierra , que se desarrole , que pu-
Jule , y que crezca á beneficio del cultivo > y del .riego. Asi se formó e l Santo Prelado Valero > y asi ■;$e hizo, digno de su v o e a d o n , y desempeñó sus de- -béres>
Una cuna Consular rodeada de los blasones mas augustos le transmitió aquel espíritu generoso y y magnánimo que sometió todo el universo á la an-
4lgu^ R.9ma 5 y que rectificado en él por la gracia del Saívador le dispuso ,á las,mayores empresas. Uní educación correspondiente á su alta extracción, un índole afable compañero de la sencillez , unas luces superiores , unas modales gratas > un natural pacifico , hicieron de él la espectacion de Zaragoza.
¿Qué no hubiera él podido prometerse si hubiera queridp. hacgf tescigo á ia Metropolí de su
nié-
mérito? Roma le hubiera admirado > y- aun en medio de su corrupción y decadencia hubiera reconocido en é l , y premiado los distinguidos servicios de sus ascendientes hechos a la P atria , y relevados por sus prendas personales. Pero lejos de intentar hacerse conocer en la Cortt del Imperio re- * nuncia hasta la esperanzas de figurar en su ■ Paíria*‘* quiere mas vivir abatido en la Casa de Dios j que- habitar en los Tabernáculos de la im piedad, y sepultando todo afecto terreno se confina en el tem plo. Desde aqui comienza à brillar nías su verda—í dera grandeza. Sacerdos magnus. Y o me lo repre-^ sento baj*o la- disciplina del irreprensible Póntifice- Felrx apUcaOs) al estudio de los L ibros S a n to s , y en su meditación profunda hacer aquellos maravi—' liosos progresos que lo acreditaron insigne en l a ’ doctrina, y en la piedad. Este Joven Samuel se. ocupa en la L ey del Señor én qué ha-de juügar ntr dia la Congregación dél Pueblo Santo y en ella aprende los debéres de un Levita puro^ de un Sacerdote separado de los pecadores , de un Ministro inconfusible por hablar con S. Pablo a Thimoteo.
Eritretanto lo disponía el Señor para colocar sobre el candelero su l u z , cuyo resplandor ocultaba su modestia. El llora la muerte de su Maestro de aqurl generoso defensor de la fé , en frase de S. C ipriano 5 que tanto lustre habia dado à esta Iglesia , y mientras él swspira su pérdida? el Cielo que ve levantadas acia étsus manos para implorar su protección sobre este Pueblo grava su nombre en la serie de sus; Succesores. Aún no se habian enjugado los ojos del Clero 5 y del Pueblo en dolor tan-amargo quando todos los fixan en Valero para poner en sus manos el' timón de esta Nave , que en breve debia Ser agitada por las mas furiosas tempestades. Estremecióse al encargo , y exclamó como Moisés ¡quién soy yo! Ni se hubiera atrevido á cargar sobre sus hombros peso tan formidabl-e sino hubiera escuchado el mudo pero eficaz razonamiento del Clero y delPue*-
blo
b ío y que renovando sus lágrimas le decían. Aquí tienes a tu Iglesia afligida, ¿ rehusarlas consolarla? T u v o algún diade descanso desde los crueles de Nerón? Qué? huirías del trabajo que consigo lleva su conducta? Y á que te retiraste al Santuario? No te inspira valor la sangre de los que te han precedid o y si es preciso que tu la derrames , no la der- ramarémos nosotros contigo? He! conforta tu co ra- zon Sacerdote grande ; no temas confortare Sacer-^ ávs magnus. E l espíritu del Señor estará coníigo> y el esplendor de esta Iglesia llegará à su mayor gloria baxo t u . dirección. Spiritus meus erit in me-- dio vestrurn y et implebo Domum istam. gloria.
Qué de objetos se presentan aqui á la vez á mis ojos! Qué amor en Valero á sus ovejas. Y o le veo correr su Obispado j y como una Nube benéfica llevar el co n su elo , y la abundancia à todas partes. Y o le veo en medio de los Fieles lleno de la bondad del Sacerdote eterno no prevalecerse de su superioridad sino para hacerles suave el y u g o de la L e y con sus exemplos : aqui derramando las Santas profusiones en el -seno d e l p o b r e , alli consolando en el lecho de su dolor al mismo enfermo^ allá alentando en la carrera, á las Vírgenes consagradas al Señor : ya distribuyendo la leche de la Doctrina á los Catecúmenos , ya introduciendo en e l Santuario de. las verdades mas elevadas á sus discípulos , y por todas partes haciéndose todo á todos , por ganarlos á todo«' á J. C. Pero acaso rae apoyo sobre congeturas, y estas ideas no serán hijas sino de la general de los Obispos de aquellos felices tiempos. Es verdad , Señores y nuestros mayores mas ocupados en imitar las virtudes de sus Pontífices que en hacer pasar su memoria á la posteridad nos privaron del mas precioso tesoro j ó si nos lo dexaron lo consumieron las vicisitudes de la Nación. Pero si es verdad que baxo el Pontificado de Valero no hubo en el Universo Iglesia mas ñoreciente que la de entonces quando el
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fervor y la pureza de las costumbres eran el distintivo de los Christianos, entonces quando cada Discípulo de J. C. era una viva imagen del Evangelio y qual debió ser la santidad de su Prelado para distinguirse mas por ellas que por su dignidad? En que grado no debió poseher Valero todas las virtudes para llevar a su Pueblo , y mantenerlo en la perfección , y para extenderla , y hacerla abrazar á los que no ¡a conocían.
Epoca feliz para Zaragoza, Hasta aquí esta B.isi— lica y la Capilla Angélica , y el Subterráneo de los Mártires han bastado para contener á los Fieles en su recinto : pero ahora que te gobierna VaL ro I- glesia Santa dilata el lugar de tu habitación dá mayor extensión á las Pieles de tu Tabernáculo y porque va á multiplicarse sobre manera el número de lus hijos. Admirable revolución! Ya havia visto Zaragoza desterrada la Idolatría de su seno y habitar á Christo en todas partes por hablar con nuestro c é lebre Prudencio; pero fué porque los Fieles llenos de una indignación Santa á vista de la destroza hecha en el C lero havian desterrado á los Idolatras; mas ahora caen los Idolos de los Altares á manos de los que los havian fabricado y son el escarnio de los que poco ha les tributaban adoraciones. A d mirable revolución , seame permitido repetirlo y en que se vió todo el Pueblo adorar al Crucificado, convertirse los grandes y los pequeños , y dar la Iglesia saltos de placer por valerme de bella expresión del antiguo Misal Cesaraugustano.
Y aqui que consuelo el de vuestro Santo Obispo viendo la extensión p roü giosa del Reyno del Señor dentro de su casa , pero que vigilancia para no poder ser reconvenido de que h^via multiplicado el Pueblo , mas no la alegría. N o s§ contenta con dedicar nuevos Lugares en que los Fieles se congreguen á 1a participación de los Misterios Santos y á la instrucción en las verdades eternas. Su avanzada edad sus trabajos Apostólicos, y la dificultad,
y
y embarazo en el Organo de la Palabra le impH cien distribuir por si mismo la semilla Celestial. Sabía , como reflexionó despues un Santo Padre , ame-, naza de cerca el exterminio de la piedad y religión ai Pueblo que por descuido de su Pastor padece hambre de la Doctrina: oía al A p o s t o l : ai de mi sino Evangelizo 5 y obligado de la necesidad dió a la Iglesia de Occidente un nuevo exemplo con que suplió su defecto, si puede decirse asi con ven tajas. Vosotros prevenís sin duda mi pensamiento, y desde luego entendeis vo y á hablar de aquel ornamento de esta Santa Iglesia , y de todo el Ordea L e v í t ic o , del Diácono y Mártir Vicente. Valero lo elige para que como otro Aaron haga saber al Pueblo la palabra del Todo-poderoso , y le fia sus intereses inseparables de los de D i o s , y de la I g le sia. Elección que acreditó su talento en el.discernimiento de los Hom bres, y que puso á luces mas claras la grandeza de su Santidad , y de su zelo. E l lo havia formado desde sus primeros a ñ o s , y en él presentó á Zaragoza una viva imagen suya.
E l lo havia formado no con preceptos , estériles las mas veces , y que semejaiUes al sonido der •un instrumento armonioso alagan el oído mientras se escuchan ; pero que no dejan ninguna impresi-* G i l en el corazoa. Valero havia formado á Vicente con su exemplo. Sí Vicente edifica ai Clero por la pureza de sus costumbres , él las ha . copiado de Valero : Sí su modestia , y circunspección, santifican al Pueblo 5 él las debe á Valero : Si su eloqüsn- cía V a ro n il, y nerviosa á manera de un torrente impetuoso arrastra todo obstáculo , su caudal , lo ha lomado de Valero. Asi es como vuestro Patrón llenó las medidas de su Pueblo , tanto que no pudo desearlo mejor , según el testimonio de la Igle^ sia qualem nec optare quidem Populas potuisset. Pero que ? el Pueblo no podía haberlo deseado mejor? el Pueblo tan difícil de satisfacer? el Pusblo que murmura apenas es elegido en R e y Saúl , e l Pueblo
á
i quien no acaba de dar gusto un Moyses lleno de mansedumbre ? el Pueblo que no se da por satisfecho con el candor de los Celestinos, con la suavidad de los Píos j con la Justicia de los Sixtos, ‘con la constancia de los C hrisóstom os, con la Disciplina de los B o rrom eos, ni con la Santa profusión de los Villanuevas? el Pueblo?
Si Señores 5 el Pueblo. Qué mucho si vc-ían en él los Nobles un grande sin O rgu llo , y con dignidad, los Plebeyos un Prelado Popular , pero con circunspección, los Pobres unas entrañas de Misericord ia , pero con discernimiento , los Perfectos un modelo de Santidad , y los Pecadores un Juez iodo
'demencia? Con qué tranquilidad con qué dulzura hu- viera él visto correr sus dias descansando en el amor de su Pueblo y en el zelo de su Coadjutor en los años apacibles del principio del Imperio de Dioclecia- n o , si Piloto prudente y experto no hu viera previsto que aquella calma semejante á las del grande Ooceano ter- ininaria en una desecha tormenta! La Nube formada en el Oriente era un anuncio funesto , pero segu ro de que todo el Imperio sería inundado de horror , y de destrozos. N o tardó á resentirse el O ccidente de su furor. España parecía estar al abrigo bajo la suave conducta de Constancio , pero este havia recibido orden expresa de conformarse con los E d ictos, y solamente Cesar no tenia bastante fuerza para oponerse á su execucíon, aunque tan co n traria á sus principios re lig io so s , y á su clemencia. Era de caracter bien contrario el Gobernador que al efecto vino à España , Daciano : este Monstruo demasiado conocido en nuestros Fastos Eclesiásticos cruel por temperamento, y por reflexión y política enemigo del Nombre de J. C. no pensó sino en saciar su encono , y en complacer á los Emperadores.
Ya le havian visto Barcelona, y Gerona bañado com o un Tigre furioso en la sangre de las Eulalias, y los Félix , pero esto r.o havia sido sino ensayo. Su rabia lo llevaba con mayor impulso ácia otra par
te.
te. T a eras Zaragoza el blanco de sns iras > porque tufé era bien conocida en todo el Imperio 5 y tu debías ser la principal escena de su furor. Qué hizo aqui el Venerable Anciano sabiendo que los edicto s , se dirigían contra los Obispos particularmente? Pero y que baria? Padre y Pastor dejaría á sus hijos? abandonaría el Rebaño? He! lejos de su Espíritu magnánimo sentimientos de un alma mercenaria. R e dobló su zelo 9 recogió sus fuerzas cansadas bajo el peso de ia edad , y d é las solicitudes , y sabiendo que la Nave nunca necesita mas del Piloto que en tiempo de borrasca 3 aplicó al gobernalle con mayor tesón su diestra mano.
Com o un general por valerme de la comparación del Chrisóstomo en ocasion bien semejante a l aproximarse el dia de una Batalla decisiva todo lo pone en movimiento , y considera en su Exércíto qué trozo mantiene comunicación con el grueso> qué Legión y está bien pertrechada y qué Manipulo necesita de refuerzos : así me represento yo á n u estro Santo Obispo al arribo de Daciano à esta Ciudad. Venerables subterráneos que servíais de asilo á aquellas almas atribuladas , vosotros diréis mejor que yo quales fueron las exortaciones Patheticas, las promesas s?gun los principios de nuestra R eligión , las lágrimas tiernas de nuestro Padre estrechando entre sus brazos á nuestros Mayores para comunicarles su aliento. C o m o aconsejaría la cautela á los unos 5 como moderaría la intrepidéz generosa de los otros? com o consolaría á todos! Entre tanto los crueles ministros del ProconsuI iban en busca suya. No tardaron en encontrar al que estaba bien prevenido, ni él tardó en experimentar el rigor del iniquo Presidente. Encarcelado con su Santo A rcediano comenzó á beber el Cáliz amargo > pero suavizado por el valor de las primeras Victimas. Engracia 3 ó Engracia modelo harto olvidado d é la s Vírgenes Christianas de Zaragoza ! Lupercio > ó L u - ,3ercio á quien sin cesar debian estudiar sus Nobles!ge-
generosos Compañeros de estos gloriosos campeones , vuestra sangre fué el balsamo que templó ei d olor del corazon de vuestro Santo Obispo. Se lire- yó que aun desde la Cárcel inspiraba el Pastor va- Ibr á süs Ovejas j y se le privó del triste consuelo de verlus derramar su sangre.
Qué espectáculo el de esta Ciudad en el dia de su destierro! Aqui los Ministros del Santuario desechos en lagrimas en ei momento de verse separados de su g u ia , allí los Pobres abatidos porque iva á faltarles el piadoso Tobías que en medio de los Asirios hubiera hallado ingeniosos expedientes para aliviar su m iseria, y por todas partes el dolor, ios sollozos , el desconsuelo. Fué menester toda su constancia para no desfallecer á vista del espectáculo de su Grei afligida que por ultima vez fixa- ba sobre él sus lastimados o jo s ; pero no la nece* sitó menos para sufrir las vejaciones de tan larg o viaje. El pudo decir con el Santo Obispo de Antíóquia Ign acio : camino de Z aragoza á Valencia lidiando con L?opardos que cumplen exactamente con el encargo que se les ha hecho de tratarme todo lo peor que su barbarie les sugiera. Asi camina , y asi llega al descanso q u e tiene prevenido, a los horrores de un calabozo. Si pudiéramos penetrar sus tinieblas qué nueve meses de tribulación! L i incomodidad 5 el hedor , la obscuridad , la gritería de una cárcel p ú b lica , los escarnios , los insultos, la falta de alimento para un Anciano que ya pasaba de los setenta! ah! no es esto lo que añige su co razon. Zaragoza , su amada Zaragoza hacía su mayor tormento. Si mira á lo pasado: su amor ásus O vej a s , la fidelidad de la Grei , sus sudores , y la abundancia de su fruto , y verse separado de tan fértil Viñi : si mira á lo presente la astucia , y brutalidad de D u i a n o , sus vivas diligencias para inutilizarla después de derribada la cerca : si á lo venidero sin esperanza da poder v o lv e r á cultivarla : esto es lo q u e daspadaz^ sus e n trañ a s.Y guan
do
do considera q^iiealgdiio de losqiie'havia engendrado en J. C, prude peligrar:: He! No afiigas tu espirita con tus temores Santo Padre. Zaragoza persevera constante : ninguno ha perecido de los que te se havian encargado , ella ha triunfido del modo mss g lorioso , y es tan grande el numero de ics que han derramado su sangre por la f é , que no puede presarse con otro titulo que el de Innu-' merables.
Si la noticia de este Triunfo de su Pueblo llegó por entonces á sus oídos , ella bastó para llenarle de consuelo en medio de sus tribulaciones. Y en verdad que gloria puede igualarse en esta parte á la de Valero! é l havia ungido en Athletas á la mayor parte de los que vencieron, y á lodos los había armado para el combate con sus exhortaciones , y sus exemplos la Victoria puede llamarse suya. Su m ayor g o z o hubiera sido completarla mezclando su sangre con la de tantas Víctimas , pero el Sr. quería de él otra especie de Martirio menos cruel al parecer pero mas sensible. Su pública confesion de la fé con aquella constancia , con aquella libertad que inspira la iniíma convicción , y la gracia victoriosa de J. C indignò al Presidente , y le atrajo una Sentencia de Destierro. Qué golpe tan terrible! Conque ni le es concedida su disolución para unirse c o n j . C- en el cielo , ni la vuelta á su Patria para congregar las reliquias dispersas d3 Isrra*U O largos años pasadas en la humildad de la C ruz! ó fatigas continuadas llevadas hasta la ancianidad , y.sin consuelo sobre la tierra ! ah! Pablo decía que Dios lo ha^ - v i i consolado en su articcion en ÍVlaceionia con el arribo de su amado T ito 5 y Valero vé colmarse el Caliz de su tribulación con la Si^paracion de su amsdo Vicente! Siempre habia sido sus delicias; pero quanto habría creciüo su amor á vista de la cons- tarcia conque habia sufrido con él nueve meses de c a d e n a s ,y del esmero con que este h ijo , este amig o habia procurado 5 olvidando sus sufrimientos,
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aliviar los de su Padre 3 y lo que es mas para Valero, á vista de la generosidad con que habia despreciado las promesas lisongeras^y las furiosas amenazas de D a cia n o ! y ahora van á decirse un á Dios eterno? Si hay quien sienta la dulzura déla amistad , cu yo principio sea la R e lig ió n , y que no tenga otro fin que la gloría de Dios , él solo será capaz de formarse una idea del dolor de nuestro Santo Obispo ? cuya alma estaba unida á la de Vicente con lazo mas fuerte que la de David con Joña- tas. Ni como pudiera haver sobrevivido sin la dulce esperanza de reunirse con él un día en el seno de su D ios? Esta esperanza le conforta, ésta le alienta en los nuevos trabajos , en los nuevos desprecios , en las burlas que vuelve á sufrir desde Valencia á Eneto , y ésta llena su corazon de aquel afan conque semejante á los Clementes en Cherson, á los Hilarios en F r ig ia , á los Chrisostomos en A r menia no halla descanso sino en su trato intimo con su Dios , y en la extensión del R eyno de J. C. Tan gran Sacerdote por su Santidad , y su zelo en e l Santuario j como en los Tribunales , en las Cárceles como en los Caminos , en la Metropoli co m o en la Aldea en que se vé confinado. Allí instruye á los ignorantes aqui cultiva , alli siembra menor terreno j pero con igual esm ero, sabiendo que no es la grandeza de los objetos tanto como, la disposición de nuestro corazon , la que nos hace grandes á los ojos de Dios. Alli se ocupaba de t\ en sus ocios Santos Ciudad de Augusto: Quan- tas vezes levantó por ti sus manos al Cielo > quan- tas veces te bendijo con sus brazos trémulos! E l sale á los cam inos, él pregunta á los Viajeros para saber no tus sucesos civiles sino el lugar que ocupas en el R eyno de Dios. Y si tanto le mereciste en su peregrinación , y estando distante > quanío no le merecerás ahora que está tan cerca de ti existiendo en la immensidad de Dios? O si el hallara en ti Ja justa correspondencia! Y o veo. á la verdad que vive
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todavía en v u e stra memoria. Y que conforme al -prjcepto dei A postol teneis presente â vuestro Pastor , a vuestro Patron , á vuestro Conductor. Esta Solemnidad , este concurso , la atención con-que escucháis su e lo g io me está diciendo no hiabeis olvidado á Valero. Pero se pagan bien los beneficios con no olvidarlos? Es bastante gratitud la de una veneración superficial, y la de escuchar sus virtudes con oidos fríos , 6 curiosps? No. hermanos mios : acordaos de vuestros Pastores dice el Apostol msmentote Pr¿epon'torum vestronm ; pero no basta est;o: considerad los exemplos que os dieron para haceros imitadores de su íéq u oru m iniuentes exitum con~ versationís imitamini fidem. Y bien imitáis. fé de Valero! Y no habió de aquella fé, que cautivando nuestro entendimiento en obsequio de la verdad eterna disipa nuestras d u d a s , cierra nuestros labios para no permitirnos discursos equívocos , expresiones ambiguas , sátiras picantes sobre los objetos dogmáticos : os supongo á todos llenos de esta fé. Pero imitais la fé v iv a , la fé acttva de vuestro Santo Obispo? Ah! Temeria turbar su reposo si á vista de los Santos despojos de su mortalidad , si en la presencia de esta venerable cabeza describiera yo la impudencia de tantas , que aun. en el Santu a r io . . . . O . . . corramos un velo sobre el escándalo , y en este dia de la grata memoria de nuestro Padre pensemos sériamente en hacernos verdaderos herederos de su espíritu, para hacernos dignos de su protección , y compañeros de su gloria. Amen.
O. S. C. S. R. E.
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