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8/14/2019 P JULIO MEINVIELLE -El Judio en El Misterio de La Historia
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P.JULIO MEINVIELLE
El judo en el misterio de la historia
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P.JULIO MEINVIELLE
El judo en el misterio de la historia
Judos y gentiles, no tenis otro nombre en el que
podis lograr la Salud, ms que en el nombre de Jess.
(San Pedro, Hechos de los Apstoles, IV, 19).
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Slo en la fe y en el amor de Cristo se puede lograr vuestrareconciliacin. Jess.
En la medida en que os apartis de Cristo, aumentaris la carga devuestras culpas y aumentaris tambin vuestra mutua enemistad.
Cristo es la Grandeza y unin de judos y gentiles porque Emmanuelnos fue dado como Paz a los hombres de buena voluntad.
Y Cristo, Piedra de Tropiezo, levantado en alto, por encima del tiempo y del espacio, conlos brazos extendidos, dividir en dos a este pueblo; los unos en la persona de los
Apstoles, sern los grandes instrumentos de la Misericordia de Dios en la Fundacin yPropagacin de la Iglesia; los otros, en la persona de los escribas y fariseos, sern
instrumentos de la Justicia Divina en el Reino de Satans, en su obra de perdicin de laIglesia y de las almas.
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NDICE
Prlogo A La Primera Edicin
Prlogo A La Tercera EdicinPrlogo A La Sexta Edicin
CAPTULO PRIMERO: EL JUDO SEGN LA TEOLOGACATLICA
Ismael E Isaac Esa Y Jacob Grandeza Del Pueblo Judo Miserias Del Pueblo Judo Carnalizacin Del Pueblo Judo El Judasmo El Gran Pecado De Los Judos El Judo, Verdadero Can Conclusiones Teolgicas
Primera Conclusin
Segunda Conclusin
Tercera Conclusin
Cuarta Conclusin
Quinta Conclusin
Homenaje De Gratitud De Los Judos A LaIglesia
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Sexta Conclusin
Sptima Conclusin
CAPTULO SEGUNDO: ELJUDOYLOS PUEBLOS CRISTIANOS
El Talmud La Obra De Pranaitis Las Enseanzas Del Talmud Referentes A Cristo Y A Los
Cristianos
Cuatro Acusaciones Contra Los Judos Los Judos Destruyen El Cristianismo Conspiran Contra El Estado Se Apoderan De Los Bienes De Los Cristianos Exterminan A Los Cristianos Juicios De Los Papas Sobre Los Judos El Ghetto Restricciones Civiles Disciplina De La Iglesia Sabidura De La Iglesia
CAPTULO TERCERO: EL JUDO Y LOS PUEBLOSDESCRISTIANIZADOS
La Descristianizacin Del Mundo
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Renacimiento Y Reforma Los Judos Se Introducen En La Cristiandad Los Judos Y La Francmasonera Los Judos Y La Revolucin Francesa Los Judos Emancipados Y Su Plan De Conquista Del Mundo
Cristiano
Los Judos Y El Capitalismo Los Judos Y La Corrupcin Demoliberal Los Judos Y El Comunismo El Imperio Universal Judaico Mixtura De Judos Y De Cristianos Filadelfia, Unin De Hermanos
CAPTULO CUARTO: LOS JUDOS Y EL MISTERIO DE LAHISTORIAYDE LA ESCATOLOGA
Las Dos Historias En Una nica Historia De Los Movimientos Que Mueven La Historia Profana Los Judos En El Misterio De La Historia El Misterio De La Tensin De Judos Y Gentiles En Relacin
Con La Historia
Los Judos En El Misterio De La EscatologaEPLOGO
APNDICE: CARTA ENCCLICA DEL PAPA BENEDICTO XIV
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PRLOGO A LA PRIMERA EDICIN
No es posible disimular que el tema del presente libro es sumamente
difcil y sumamente apasionante.
Difcil, porque el pueblo judo llena toda la historia de Dios y de los
hombres. Qu perodo de la historia se puede escribir sin mencionar a este
pueblo? Sin mencionar a este pueblo glorificndolo o condenndolo, pero es
forzoso hacer mencin de l. Dos son los misterios de la historia, ha dicho un
escritor judo (Ed. Fleg, JESUS RACCONT PAR LE JUIF ERRANT, p. 177):
Jess es un misterio como Israel es un misterio! Y cuando ponis juntos estos
dos misterios, queris que os diga lo que pasa? Hay un tercer misterio msmisterioso, l solo, que los otros dos!
Apasionante, porque quin puede ocuparse del judo sin un sentimiento
de admiracin o de desprecio, o de ambos a la vez? Pueblo que un da nos
trajo a Cristo, pueblo que le rechaz, pueblo que se infiltra en medio de otros
pueblos, no para convivir con ellos, sino para devorar insensiblemente su
substancia; pueblo siempre dominado, pero pueblo lleno siempre de un deseo
insolente de dominacin.
Ms apasionante an ahora, porque la dominacin de este pueblo, aqu y
en todas partes, va cada da siendo ms efectiva. Porque los judos dominan a
nuestros gobiernos como los acreedores a sus deudores. Y esta dominacin se
hace sentir en la poltica internacional de los pueblos, en la poltica interna de
los partidos, en la orientacin econmica de los pases; esta dominacin se
hace sentir en los ministerios de Instruccin Pblica, en los planes deenseanza, en la formacin de los maestros, en la mentalidad de los
universitarios; el dominio judo se ejerce sobre la banca y sobre los consorcios
financieros, y todo el complicado mecanismo del oro, de las divisas, de los
pagos, se desenvuelve irremediablemente bajo este poderoso dominio; los
judos dominan las agencias de informacin mundial, los rotativos, las revistas,
los folletos, de suerte que la masa de gente va forjando su mentalidad de
acuerdo a moldes judaicos; los judos dominan en el amplio sector de lasdiversiones, y as ellos imponen las modas, controlan los lupanares,
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monopolizan el cine y las estaciones de radio, de modo que las costumbres de
los cristianos se van modelando de acuerdo a sus imposiciones.
Dnde no domina el judo? Aqu, en nuestro pas, qu punto vital hay
de nuestra zona donde el judo no se est beneficiando con lo mejor de nuestra
riqueza al mismo tiempo que est envenenando nuestro pueblo con lo ms
nefasto de las ideas y diversiones? Buenos Aires, esta gran Babilonia, nos
ofrece un ejemplo tpico. Cada da es mayor su progreso, cada da es mayor
tambin en ella el poder judaico. Los judos controlan aqu nuestro dinero,
nuestro trigo, nuestro maz, nuestro lino, nuestras carnes, nuestro pan,
nuestra le che, nuestras incipientes industrias, todo cuanto puede re portar
utilidad, y al mismo tiempo son ellos quienes siembran y fomentan las ideas
disolventes contra nuestra Religin, contra nuestra Patria y contra nuestros
Hogares; son ellos quienes fomentan el odio entre patrones y obreros
cristianos, entre burgueses y proletarios; son ellos los ms apasionados
agentes del socialismo y comunismo; son ellos los ms poderosos capitalistas
de cuanto dncing y cabaret infecta la ciudad.
Dirase que todo el dinero que nos arrebatan los judos de la fertilidad de
nuestro suelo y del trabajo de nuestros brazos ser luego invertido enenvenenar nuestras inteligencias Y lo que aqu observamos se observa en
todo lugar y tiempo. Siempre el judo, llevado por el frenes de la dominacin
mundial, arrebata las riquezas de los pueblos y siembra la desolacin. Dos mil
aos lleva en esta tarea la tenacidad de su raza, y ahora est a punto de lograr
una efectiva dominacin universal.
Y pensar que este pueblo proscrito, que sin asimilarse vive mezclado en
medio de todos los pueblos, a travs de las vicisitudes ms diversas, siempre y
en todas partes intacto, incorruptible, inconfundible, conspirando contra todos,
es el linaje ms grande de la tierra!
El linaje ms grande, porque este linaje tiene una historia indestructible
de 6.000 aos. El linaje ms grande porque de l tom carnes el Cristo, Hijo
de Dios vivo.
Y bien, este pueblo que aqu y en todas partes, ahora y en los veinte
siglos de civilizacin cristiana, llena todo a pesar de ser una infinitsima
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minora, qu origen tiene?, cmo y por qu se perpeta?, qu suerte le
cabe en la historia?, qu actitud hay que tomar frente a l? He aqu lo que
espero explicar en los captulos siguientes.
Explicar, digo, porque estas pginas pretenden ser una explicacin del
judo, y en este caso, la nica posible, una explicacin teolgica. La Teologa es
la ciencia de los misterios de Dios. Los misterios de Dios son los juicios
inescrutables del Altsimo que nos son conocidos cuando l se digna
manifestrnoslos. Sin su manifestacin jams podramos ni vislumbrarlos.
Ahora bien, el judo, como ensea la Teologa catlica, es objeto de una
especialsima vocacin de Dios. Slo a la luz teolgica puede explicarse el
judo. Ni la psicologa, ni las ciencias biolgicas, ni aun las puras cienciashistricas pueden explicar este problema del judo, problema universal eterno,
que llena la historia por sus tres dimensiones; problema que por su misma
condicin requiere una explicacin universal y eterna, que valga hoy, ayer y
siempre. Explicacin que, como Dios, debe ser eterna; es decir, teolgica.
Ser menester advertir que estas lecciones, que tocan al vivo un
problema candente, no estn de suyo destinadas a justificar la accin semita ni
la antisemita? Ambos trminos tienden a empequeecer un problema ms
hondo y universal. En el problema judaico no es Sem contra Jafet quien lucha,
sino Lucifer contra Jehov, el viejo Adn contra el nuevo Adn, la Serpiente
contra la Virgen, Can contra Abel, Ismael contra Isaac, Esa contra Jacob, el
Dragn contra Cristo. La Teologa Catlica, al mismo tiempo que derramar la
luz sobre "el misterio ambulante" que es todo judo, indicar las condiciones de
convivencia entre judos y cristianos, de pueblos hermanos que han de vivir
separados hasta que la misericordia de Dios: disponga su reconciliacin.
BUENOS AIRES,1936
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El judo en el misterio de la historia
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PRLOGO A LA TERCERA EDICIN
La primera edicin de me ensayo tiene ya ms de veinte aos. Pero su
posicin no ha cambiado en lo ms mnimo. Ni podr cambiar. Al examinar la
razn del problema judo -que es un problema tan fundamental como la
historia misma- hemos tratado sobre todo de determinar su raz. Y ella no est
en la economa, ni en la poltica, ni en la sociologa, ni en la antropologa, sino
nicamente en la teologa. El pueblo judo es un pueblo sagrado, elegido por
Dios de entre todos los pueblos para cumplir la misin salvfica de la
humanidad, cual es la de traernos en su carne al Redentor, Y este pueblo se ha
hecho, en parte, infiel a su vocaci6n, y por ello cumple en la humanidad la
misin sagrada y diablica de corromper y dominar a todos los pueblos.
Este libro quiere ser una meditacin -una simple meditacin- sobre este
punto preciso, para destacarlo en toda su fuerza y hacerlo penetrar en la
mente distrada del hombre moderno,
El estudio de este punto nos ha conducido a introducir en esta tercera
edicin un cuarto captulo, que se intitula "El judo en el misterio de la
historia", y en el cual se considera el papel excepcional que le toca
desempear al judo en la historia y en la escatologa. Esta consideracin es
tambin de tipo teolgico, basada sobre la exgesis de los captulos noveno,
dcimo y undcimo de la Carta de San Pablo a los romanos.
Al aadir este nuevo captulo tuvimos mucho cuidado de no quitar nada
de lo anterior. Sin embargo, el punto de vista general con que apareca
enfocado el problema a travs de todo el libro era como transportado a otro
nivel, que lo haca menos polmico. Por lo mismo, preferimos cambiar el ttulo
con que aparecieron la primera y segunda ediciones, y denominar a esta
tercera con el ttulo del nuevo captulo. Y as, en efecto, nuestro libro "El judo"se llamar, de ahora en adelante, "El judo en el misterio de la historia".
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Como han persistido hasta aqu las disensiones entre judos y cristianos
sobre la perversidad del T almud, verdadero y nico libro sagrado del judo,
hemos utilizado para esta edicin el libro famoso del I. B. Pranaitis "Cristo e i
cristiani nel Talmud", donde su autor reproduce fotogrficamente el texto
hebreo de los lugares en que el Talmud se refiere a Cristo y los cristianos. Attulo de muestra, r para que el lector tenga una idea exacta del valor del libro
de Pranaitis, reproducimos en esta edicin copia fotogrfica de algunas pginas
de dicho libro.
Las variantes que hemos introducido .en diversos pasajes de la presente
edicin no afectan en lo ms mnimo el contenido, sino que tratan de
reforzarlo.
EL AUTOR.
Buenos Aires, en la fiesta de los Santos Apstoles Redro y Pablo de
1959.
El Judo en el Misterio de la Historia, Pbro. Julio Meinvielle (Telogo),Ediciones Theora, Buenos Aires, 1975.
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P.JULIO MEINVIELLE
El judo en el misterio de la historia
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PRLOGO A LA SEXTA EDICIN
I. He aqu un libro profundamente serio. Y si la afirmacin resulta obvia
dada la eximia capacidad del autor, no lo es en cambio por la naturaleza deltema tratado.
Tanto se ha dicho y escrito sobre la persecucin a los judos; tanto
se han sensibilizado los pensamientos con el fantasma del totalitarismo; tanto
se ha condicionado a la opinin pblica con la acechanza - supuestamente
constante - del antisemitismo; y tanto se ha fantaseado en torno del presunto
resurgimiento del Tercer Reich, que es imposible encarar crticamente el
problema judaico sin ser acusados con repetidos apriorismos.
El de nazi es el primero e insoslayable, y al parecer slo preocupa
el nazismo en lo que tiene de antihebraico. Jams se recuerda a la hora de las
admoniciones, su odio a Cristo y al Catolicismo1;como jams invocan - los que
tanto gustan de ostentar repudio al Nacionalsocialismo -, su manifiesto rechazo
por la Cruz y por la Iglesia, rechazo cuya paradojal similitud con ciertas
prescripciones rabnicas, no ha dejado de llamar la atencin de algunos
observadores. Pero adems, quien objete, cuestione o enjuicie al judasmo,
ser un panfletario y si es posible, un demente. Nadie osar nunca
concederle los rangos de la cordura y del saber cientfico.
As las cosas - e incluimos expresamente a la Argentina y a esta
obra en la situacin descripta - valga nuestra observacin inicial: He aqu,
efectivamente, un libro serio. Escrito con el rigor metodolgico de las ciencias,
con la lucidez del servicio a la Verdad y con la necesaria caridad por aquello de
San Agustn: matar al error, amar al que yerra. Cada tesis tiene una acabada
fundamentacin y un slido respaldo. No encontrar el lector ni sesgo de
heterodoxia, ni vanos apasionamientos, ni planteos antojadizos o fantsticos.
1 Justamente ha sido el Padre Meinvielle -tantas veces acusado de nazi con arbitrariedad y malicia- uno de los pocosque enjuici debidamenteal Nacionalsocialismo. Vanse, entre otras, sus obras: Entre la Iglesia y el Reich, Ed. Adsum, Bs. As.,1937yHacia la Cristiandad, Ed. Adsum, Bs. As., 1940.
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No se encontrarn tampoco, actitudes rencorosas o agresivas, de las que
obnubilan el entendimiento y tuercen la conducta.
Meinvielle saba muy bien lo que deca. Su sabidura teolgica era
el fruto de un esfuerzo y de un don de la inteligencia. Con ella tornabainteligible todo el curso de los tiempos. Su rigurosa informacin poltica y social
lo provea de los elementos necesarios para mostrar la realidad con todas sus
desgarradoras miserias, pero tambin, con sus recnditas esperanzas.
Pudo correr entonces, implacablemente, el velo de las nuevas y
viejas fbulas doctas (2. Ped. 1, 16); y como los mejores apologistas,
escribi con Fe, que an perseguida y acechada, la historia culminar con el
triunfo de la Fe; pero precisamente en el misterio de la Historia de la historia
teolgicamente entendida, que es la nica manera de entenderla - hall la
razn y la clave del judo.
II. El libro consta de cuatro partes fundamentales. En la primera
El judo segn la teologa catlica, Meinvielle comienza por centrar el anlisis
en su punto exacto; esto es, en y desde el mbito teolgico. Se equivocan los
que ven en el judasmo una cuestin poltica, econmica, racial o cultural.
Sindolo sin duda, no se reduce a ello, ni deben confundirse los accidentes con
la esencia. El judasmo es, ante todo, una cuestin teolgica. Slo la teologa
puede develarnos el drama y el enigma del linaje ms grande y ms miserable
de la tierra. El que fue elegido y el que prevaric; el de la fidelidad de Abraham
y la traicin de Judas; el de Ismael e Isaac, el de Esa y Jacob; el linaje que
engendr a Mara y el que mat al Redentor.
Desde entonces, desde el crimen inefable del Calvario, no quedan
ms que dos caminos opuestos: el cristiano y el judo. Pero tambin, desde
entonces, los judos son enemigos teolgicos, con una enemistad universal,
inevitable y terrible de la que los cristianos han de precaverse y defenderse.
Es ms, estn obligados a ello hasta que la misericordia de Dios disponga el
tiempo de la reconciliacin. Reconciliacin que nicamente tendr lugar -
conviene recordarlo en esta poca de eclecticismos inauditos - cuando los
judos reconozcan, acaten y amen fervorosamente a Nuestro Seor Jesucristo.
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Coadyuvar a este reconocimiento, a este acatamiento penitencial y
a este amor arrepentido, debe ser seguramente la razn principal por la que la
Iglesia viene fomentando los vnculos con los judos. Mas si este propsito no
significa para los cristianos una misin inabdicable, tales vnculos, no slo les
sern inconducentes, sino riesgosos para la integridad espiritual, como enalgunos casos viene sucediendo.
En la segunda parte: El judo y los pueblos cristianos, se
formulan cuatro acusaciones tremendamente graves y ciertas: 1. cmo los
judos, llevados por un odio satnico, buscan la destruccin del Cristianismo;
2. cmo conspiran contra los estados cristianos que les dan albergue; 3. cmo
se apropian de los bienes de los cristianos; y 4. cmo los exterminan,arrebatndoles las vidas, cuando pueden.
Intil aclarar a quien no se disponga a una lectura receptiva y
serena, que estas formulaciones no son inventos, ni estn motivadas por el
odio; ni constituyen una incitacin al antisemitismo, al que el autor condena
expresa y categricamente con la autoridad de la Iglesia.
Meinvielle no hace ms que citar, por un lado, al Talmud y a
representativos autores judos, aclarando los ardides de que han intentado
valerse para evitar su genuina lectura y difusin; tal el caso del Snodo
Israelita reunido en Polonia en 1631 o la conspiracin contra la obra del Padre
Pranaitis, finalmente asesinado.2 Pero, por otro lado, el Padre Meinvielle, funda
sus acusaciones en la misma palabra del Evangelio y de la Iglesia; en aquellos
documentos inequvocos en los que el Magisterio seal la perfidia y lapeligrosidad juda, la necesidad imperiosa de procurar su conversin, al par
que preservarse de sus influencias negativas.
La tercera parte: El judo y los pueblos descristianizados, podra
servir de respuesta a un interrogante bsico, formulado a veces con
sospechosa candidez: qu han hecho los judos?; cules son en el tiempo
2 Nos referimos obviamente a Monseor I. B. Pranaitis ya su libro Christianus in Talmude Judaeorum, sive Rabbinicaedoctrinae de christianis secreta, publicada originalmente en 1892, por laAcademia de Ciencias de San Petersburgo. Elpadre Meinvielleutiliz la edicin fotocopiada y traducida al italiano de Mariode Bagni (Ed. Tumminelli y Cia., Miln, Roma, 1939) Pranaitis fueasesinado durante la Revolucin Bolchevique.
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sus obras y sus frutos? La verdadera respuesta nos lleva al misterio de la
iniquidad. Porque indagando el acontecer humano, detrs de la iniquidad,
asoma siempre el judo.
No nos estamos refiriendo a casos personales; no es este o aquelisraelita que pueda sealrsenos - meritorio, abnegado o pecador como
cualquier ser contingente - el destinatario de semejantes afirmaciones. Es el
espritu judaico, la cosmovisin y el programa judo que viene desarrollndose
implacablemente.
Desde las primeras persecuciones a los cristianos - frecuntense
los Hechos de los Apstoles, las Actas de los Mrtires, las confesiones de los
apologistas - hasta los actuales embistes del Sionismo, es una constante
comprobada que judaico es el sentido de la Revolucin Mundial Anticristiana,
como judaicos son sus planes, principios y protagonistas.
Judo fue el espritu triunfante del Renacimiento y la Reforma, juda
la inspiracin que alienta a la Masonera; creaciones judas el Capitalismo y el
Comunismo, y maquinacin juda la crisis que asuela hoy a la Iglesia por las
fuerzas combinadas del Progresismo y todas las corrientes desacralizantes.3
No vendr ahora la sensiblera periodstica a recordarnos tal o cul
invento o ste u otro benefactor de origen hebreo. No es a eso a lo que
apuntaba nuestra pregunta, ni es tampoco - como vimos - la contestacin
esencial que objetivamente nos da la historia.
La verdad es que se ha absolutizado lo fctico, pero los mismosque han optado por este rumbo le vuelven las espaldas a determinados
hechos, cuando ellos no sintonizan con sus propios artificios ideolgicos.
La cuarta parte: Los judos en el misterio de la historia y de la
escatologa, nos rene nuevamente - en feliz culminacin y sntesis - con los
primeros principios teolgicos. La historia no se entiende sin Dios, porque l es
3 Meinvielle se ocup especialmente de este tema. Remitimos a su slido trabajoDe la Cbala al Progresismo, EditoraCalchaqu, Salta, 1970.
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el Seor, el Autor y el Eje de los siglos. El sentido del transcurrir no est dado
- como quieren los historicismos - por la supuesta distancia entre un origen
simiesco y un porvenir de progreso continuo, sino por el tiempo que se
necesita para que los pueblos abracen la fe cristiana. Slo en la convergencia
en Cristo encuentran los hombres y las naciones su significado histrico. Y estovale de un modo particularsimo para los judos.
Se convertirn sin duda al final del camino; pero ese camino lo
recorrern - lo vienen recorriendo - sembrando los grmenes de la subversi6n
y la ruina, corrompindolo todo. Irn errantes por los senderos del mundo -
humillados y humillando - hasta que adoren a Aqul a quien no quisieron
conceder ni un instante de reposo.
Es su castigo y su culpa. Y es el acicate para que los cristianos
ejercitemos el bien y libremos el buen combate. Porque acertadamente dice el
Padre Meinvielle que hay que sacudir con energa viril esta dominacin
mortfera afirmando y consolidando la vida cristiana en los pueblos y
reprimiendo directamente las acechanzas judaicas con la tctica franca y
resuelta de la espada. Esto es, protegiendo y afianzando el Orden Natural conlos recursos legtimos y responsables de la Justicia.
III. Entre nosotros la reedicin de este libro no poda ser ms
oportuna. En el momento de escribir las presentes lneas, la Argentina ya ha
sido vapuleada ante diversos foros internacionales por supuestas actividades
antisemitas. En nombre de los derechos del hombre, se violan impunemente
los deberes para con la Verdad, para con la soberana de las naciones y hastapara con Dios.
No es la primera vez que esto ocurre, pero hoy la paradoja resulta
intolerable. Y decimos paradoja porque en rigor, es nuestro pas el invadido,
copado y elegido por el Poder Judo buscando sus propios beneficios y
conveniencias estratgicas. Para afirmar esto no necesitamos acudir a ningn
esotrico plan patagnico ni a discutidos protocolos. Son los mismos judos
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quienes lo han sostenido con ms o menos sutileza.4 Son los mismos judos los
que evidencian a diario - medios de comunicacin, industrias, bancos, nego-
cios, profesionales, oficios, empresas, logias, consorcios y un largusimo
etctera - la imbricada red de ocupacin que han tendido sobre la Nacin.
Tampoco necesitamos apoyarnos en la autoridad de pensadoresreaccionarios; lanse ciertos escritos de Sarmiento y hasta de La Nacin de
Mitre5 y se comprender la vigencia de sus severas prevenciones y reparos por
la presencia juda en nuestra tierra.
La Patria ha sabido librar una dura guerra contra el Marxismo. Las
Fuerzas Armadas destruyeron sus formaciones en heroicos enfrentamientos,
pero deben vencerse an, tanto las fuentes nutricias de los males como sustxicos frutos. Y es aqu cuando se impone conocer al Judasmo, pues dos
errores deben ser cuidadosamente evitados en toda la apreciacin que se haga
del Marxismo.
Consiste el primero en explicarlo como un fenmeno social, poltico
y econmico; y el segundo, en creer que dicho fenmeno se halla en abierta
oposicin con el Capitalismo. Nada ms ajeno a la verdad. Reducir el Marxismoa una expresin cultural, por real que esta afirmacin resulte, es limitarse a
sealar sus consecuencias, pero negarse a buscar la causa. Y la causa del
Marxismo no es otra cosa que la apostasa orgullosa de la creatura frente al
Creador, la impa claudicacin del alma ante la materia, la desercin de la
4 Los planes para la dominacin juda de la Repblica Argentina pueden seguirse desde la obra de Len Pinsker:Autoemancipacin(1892) hasta cualquier nmero suelto de La Luz, Mundo IsraelitaoNueva Sin, sinolvidar El Estado Judo de T.Herzl (1895), losproyectos de Hirsch con la Jewish Colonization Association(1891), la Historia y destino de los judos de JosephKastein (1945),las Pginas Escogidas deSigfredo Krebs e Isaac Arcavi (1949), la Historia del Sionismo de Wolf Nijelsohn (1945),Sers siempre Davidde Arieh Len Kubovy (1953), Abraham Len y el pueblo judo latinoamericano de Carlos Etkin (1954) y unlargusimo etctera, que abreviaremos aqu con la sola aclaracin de que estas obras han sido editadas cuando no difundidaslibremente en todo el pas.
5 Escribi Sarmiento: Hayque perseguir a la raza semtica, que con Cahen, Rostchild, Baring y todos lossindicatosjudos de Londres y de Pars, nos dejan sin banca. Y los judos Joachim y Jacob que pretenden dejarnos sin patria,declarando a la nuestra, articulo de ropa vieja negociable y materia de industria. Fuera la raza semtica! 0 no tenemos tantoderecho para hacer salir del pas a estos gitanos bohemios que han hecho del mundo su patria...? (siguen otros conceptossimilares). Vase: Somos extranjeros, artculo de Sarmiento publicado en El Censoren 1886 y recopilado junto con otros bajoel ttulo Condicin del extranjero en Amrica. Lib. La Facultad. Biblioteca Argentina. Director Ricardo Rojas. Bs. As., 1928, pp. 260-261.
En cuanto a La Nacin refirindose al proyecto de venta de 1.300 leguas cuadradas al barn Mauricio de Hirsch,despus de calificar de vergonzoso, desventajoso e irregular esa venta de tierras fiscales, aclara: Todos los informes son
desfavorables a la nueva poblacin que ha de venir a incorporarse a nuestra vida. En todas partes donde los judos se hanreunido en nmero considerable han provocado cruzadas en su contra. Se afirma sobre hechos innegables que en generalson sucios, indolentes, ineptos para las labores agrcolas (Cit. por Terrera, G. A.: La Sinarqua. Bs. As., 1976, pp. 53-54;sinmencin de editorial).
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Eternidad, la huida errante de la Cruz buscando los treinta dineros. El
Marxismo es la locura deicida que despus de entonar el criminal Requiem
aeternam Deo culmina con el homo homini Deus. Muerto Dios, el hombre es
el nico dios para el hombre. Por eso el Marxismo - que tambin se entiende
teolgicamente o no se entiende - no poda sino ser una creacin judaica.Porque el judo encarna como misin insoslayable la prfida voluntad de
subvertir. Es el crimen de Can, la libertad de Barrabs, y la traicin de Judas;
es el ciego non serviam de Luzbel.
Esas mentes de post-guerra, tan amantes de las estadsticas, los
sondeos, y tan prontas a simplificarlo todo, nos adeuda una explicacin,
porque desde Marx hasta Timerman, la larga, interminable lista derevolucionarios comunistas est constituida substancialmente por judos. No se
pretender balbucear una razn causal en esta poca de las razones
mensurables.
Queda aceptar, pues, y con valor de confesin, la tesis que tantos
judos defienden: el judasmo es el padre del marxismo y del comunismo.6
Con respecto al segundo error enunciado, su rectificacin exige la
misma perspectiva teolgica. El Capitalismo, el Poder del Dinero, el srdido
afn de poseer el oro, no es sino el otro rasgo innegable de la naturaleza
judaica.
Desde la noche desrtica de la Fe, que los movi a adorar a un
becerro de oro (xodo 32, 4) hasta la conspiracin del Sanedrn, la imagen
ms cabal del judo sigue siendo el Iscariote: por dinero, hasta se es capaz de
crucificar al Amor.
Desde entonces, la subversin y el dinero han marchado en ntima
unin. Estircol de Satn, llama Papini al dinero, y se entiende que las heces
del diablo slo pueden conformar a sus hijos, los judos, segn olvidada
enseanza de Cristo (Juan, 8, 44).
6 La frase esta tomada del rgano sionista Le droit de vivre. Paris, 12-5-1933.
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La historia verdadera derrumba silenciosamente todas las ficciones,
y el mito del Comunismo en las antpodas de los poseedores y los poderosos,
cede desplazado ante el hecho innegable de que todas las revoluciones
marxistas han sido y son financiadas por la plutocracia juda. La Argentina no
fue en esto una excepcin, y el famoso caso Graiver slo se explica dentro deeste contexto universal y teolgico. Es el milenario ayuntamiento judo -
subversin y dinero - que una vez ms se ha cumplido triunfante.
Y restara por enmendar un tercer error, tal vez el ms contagioso.
La necia suposicin de que la Democracia liberal es la anttesis del Comunismo,
y de que ste se combate con ms democracia. Nos hablan tan claro en esto
los ejemplos concretos que pueden obviarse los conceptos tericos.
Basta volver los ojos hacia Europa, donde el Comunismo se ha
enseoreado en ella precisamente cuando dej de ser una Pasin - como noto
Gmez Tello - para convertirse en un mercado sufragista: Basta volver los ojos
hacia Amrica o hacia nosotros mismos.
Entindase de una vez por todas que la democracia es la Celestina
ramplona del Comunismo Internacional. Ella es la va natural, inevitable,
obligada que conduce al terror bolchevique; ella es el puente lgico que
necesita el Marxismo para cruzar e instalarse. As, lo han afirmado con total
naturalidad Marx y Engels, Lenin y Trotzky, Mao y Stalin, Castro y Allende y
cuanta internacional, congreso o partido comunista se haya reunido hasta hoy.
El primer paso de la Revolucin Obrera es la conquista de la Democracia,
dice el Manifiesto. La Repblica Democrtica es el acceso ms prximo a laDictadura del proletariado, explica Lenin en El Estado y la Revolucin. Y as
se ha cumplido con una precisin que muchos han olvidado.
O no fueron acaso los grandes demcratas occidentales los que
entregaron en Yalta y Potsdam la mitad del mundo a la barbarie roja?, o no
fue la democracia la que permiti y contemplo alegremente en Rusia, Polonia,
Hungra, Eslovaquia, Vietnam o Amrica el triunfo sangriento de la hoz y el
martillo?, o no fue el demcrata Lanusse quien convoc al Poder al Gran
Responsable de la subversin, cuyos cuadros de criminales escupieron a
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nuestros soldados, mientras - por obra y gracia del fallo inapelable del pueblo
soberano - se entregaba el bastn presidencial al hombre alfombra del
verdadero vencedor? Creemos necesario recordar ante la posibilidad de que se
reiteren los mismos errores, lo que hizo el Marxismo en los aos del gobierno
ms votado, ms aplaudido, ms democrtico de cuantos se jact conocer elpas.
Nadie puede negar esta asercin terrible: la guerrilla marxista
clav sus garras en nuestra Patria bajo el patrocinio de la ms pura demo-
cracia liberal. Y a la hora del festn de los corruptos, la Democracia los
convoc a todos y la Sinagoga no falt a la tenebrosa cita.
Detrs de la iniquidad est el judo. Y estar tambin, cuando as lo
disponga Dios, detrs de la Gloria y de la Gracia.
Pero en tanto, nos asiste el deber de combatir, de no dejarnos
engaar, de conocer y saber, de velar v vigilar, de resistir con coraje y
sabidura.
A todo esto y mucho ms, nos insta, nos ayuda y nos orienta este
formidable libro del Padre Julio Meinvielle que ningn argentino debe dejar de
leer; mxime si se considera con orgullo, catlico militante al servicio de Cristo
Rey.
ANTONIO CAPONNETTO
Buenos Aires, 25 de marzo de 1982,
Anunciacin de Nuestra Seora.
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CAPTULO I
EL JUDO SEGN LA TEOLOGA CATLICA
El judo no es como los dems pueblos, que hoy nacen y maana
fenecen; que crean una civilizacin admirable restringida a un punto del
tiempo y del espacio. Recordemos los grandes imperios de los egipcios, de los
asirios, de los persas, de los griegos y romanos. Su gloria fue gloria de un da.
El pueblo judo, porcin minscula enclavada en la encrucijada del
Oriente y del Occidente, est hecho de pequeez para llevar el misterio de Dios
a travs de los siglos. Y para llevar este misterio grabado en su carne.
No debe crear una civilizacin porque esto es humano, y a l est
reservado lo divino. Es el pueblo teolgico, que Dios crea para s. Moiss nos
refiere en el Gnesis cmo el Seor Dios, 2.000 aos A. C., llama al Patriarca
Abrahn, que viva en Ur de Caldea, en la Mesopotmia, y le dice:
l. Sal de tu tierra, y de tu parentela; y de la casa de tu padre, y ven a la
tierra que te mostrar.
2.Y hacerte he en gran gente, y te bendecir, y engrandecer tu nombre,
y sers bendito.
3.
Bendecir a los que te bendigan y maldecir a los que te maldigan, yen ti sern benditos todos los linajes de la tierra. (Cap. 12).
El pueblo judo, hijo de Abrahn, tiene entonces su origen en Dios,
porque l lo selecciona del resto de la humanidad y porque a l le promete su
bendicin en forma tal que en l sern benditos todos los linajes de la tierra.
Israel, entonces, es grande, y grande con grandeza teolgica.
Pero esta grandeza de Israel estriba puramente en su descendencia
carnal de Abrahn, en que este pueblo est formado en los lomos del
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Patriarca, o en cambio estriba en la fe que tiene Abrahn en la Promesa de
Dios?
Esto es sumamente importante; porque si las bendiciones de Dios son
para la descendencia carnal de Abrahn, para la pura descendencia carnal,entonces por el hecho de ser hijo de Abrahn, el pueblo judo ser elegido y
bendito entre todos los linajes de la tierra.
Si en cambio las bendiciones estn reservadas a la fe en la Divina
Promesa, la pura descendencia carnal no vale; es necesaria la descendencia de
Abrahn por la fe en la Promesa, o sea una descendencia espiritual fundada en
la fe.
ISMAEL E ISAAC
En qu estriba, entonces, la grandeza de Israel, segn los divinos
designios? Para mostrarlo Dios le da a Abrahn dos hijos. Uno, de su esclava
Agar, que nace en forma corriente y natural, y recibe el nombre de Ismael. El
otro que contra toda esperanza le pare su mujer Sara en la vejez, de acuerdo
a la Promesa de Dios, y que es llamado Isaac.
Con Isaac y con su descendencia despus de l confirma Dios el pacto
celebrado con Abrahn. A Ismael le otorga el Seor tambin una bendicin
puramente material, prometindole hacerle caudillo de un gran pueblo. De este
Ismael descienden los actuales rabes, que tan reciamente se han opuesto a la
entrada de los judos en Palestina. Como Ismael, el hijo de la esclava, se
burlase y persiguiese a Isaac, Abrahn, a instancia de Sara, su mujer, y deacuerdo a la orden de Dios, tuvo que echarlo de su casa. (Ver Gnesis, cap.
21,-9-21).
Qu significado tienen estos dos hijos de Abrahn, Ismael e Isaac? San
Pablo, el gran Apstol de los Misterios de Dios, nos explica que en Ismael e
Isaac estn prefigurados dos pueblos. (San Pablo ad. Gal. 4, 22-31).
Ismael, que nace primero de Abrahn, como fruto natural de su esclava
Agar, figura la Sinagoga de los judos, que se glora de venir de la carne de
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Abrahn. Isaac, en cambio, que nace milagrosamente de acuerdo a la promesa
divina, de Sara la estril, representa y figura a la Iglesia, que ha surgido, como
Isaac, por la fe en la Promesa de Cristo.
No es, por tanto, la descendencia carnal de Abrahn lo que salva, sino suunin espiritual por la fe en Cristo.
El pueblo judo, formado en Abrahn, no es precisamente por su unin
carnal con Abrahn, sino asemejndosele en la fe, creyendo en Cristo, como
puede lograr su salud.
Todos los que se unen con Cristo forman la descendencia bienaventurada
de Abrahn y de los Patriarcas, y son el objeto de las Divinas Promesas. La
Iglesia es Sara hecha fecunda por la virtud de Dios. El espritu vivifica, y la
carne, en cambio, nada vale, deca ms tarde Jesucristo. (S. Juan 6, 64).
Podra suceder que este pueblo, o parte de este pueblo, unido por lazos
carnales con Abrahn, creyese que esta pura unin genealgica es la que
justifica y salva?
S podra suceder, y sucedi... Y para prefigurarlo, comenta el Apstol
San Pablo, dispuso Dios que Abrahn tuviese dos hijos, uno de la esclava y
otro de la libre. Mas el de la esclava naci segn la carne; al contrario, el de la
libre naci en virtud de la Promesa. Todo lo cual fue dicho por alegora para
significar que el hecho de una pura unin carnal con Abrahn est
representado en Ismael, el hijo de la esclava, y la imitacin de Abrahn por la
fe en Jesucristo figurada en Isaac, el hijo de la Promesa.
De aqu que haya que distinguir entre los verdaderos israelitas porque
imitaron su fe en Dios creyendo en Jesucristo, y stos estn figurados en
Isaac, y los israelitas que descienden de Abrahn por la carne sin imitar su fe,
y stos estn figurados en Ismael.
Ismael persegua a Isaac. Y San Pablo, comentando, aade: Mas as
como entonces el que haba nacido segn la carne persegua al nacido segn el
espritu, as sucede tambin ahora. (Gl.4.29).
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Y aqu est expresada la necesidad teolgica de que Ismael persiga a
Isaac, la Sinagoga persiga a la Iglesia, los judos que estn unidos con
Abrahn por slo una unin carnal persigan a los cristianos, verdaderos
israelitas, unidos por la fe en Cristo.
ESA Y JACOB
El mismo misterio nos lo revelan los dos hijos que el Seor concedi al
Patriarca Isaac: Esa y Jacob.
Nos refiere el Gnesis en el captulo 95:
21. Hizo Isaac plegarias al Seor por su mujer, porque era estril, y elSeor le oy, dando a Rebeca virtud de concebir.
22. Pero chocaban entre s, en el seno materno, los gemelos que concibi;
lo que le hizo decir: Si esto me haba de acontecer, qu provecho he sacado
yo de concebir? y fue a consultar al Seor.
23. El cual respondi diciendo: Dos naciones estn en tu vientre y dos
pueblos saldrn divididos en tu seno, y el uno sojuzgar al otro pueblo y el
mayor ha de servir al menor.
24. Llegado ya el tiempo del parto, he aqu que se hallaron dos gemelos
en su vientre(1).
25. E1 que sali primero era rubio y todo velludo, a manera de pellico, y
fue llamado Esa. Saliendo inmediatamente el otro, tena asido con la mano eltaln del pie del hermano, y por eso se le llam Jacob.
San Pablo en su carta a los romanos, donde revela el misterio del pueblo
judo, hace ver cmo Esa, el mayor segn la carne, es el pueblo judo, unido
con Abrahn por puros lazos de sangre, y Jacob, el hermano menor, es la
Iglesia (formada de judos y gentiles), que porque est unida por la fe en
Cristo, es preferida a Esa. Y as se cumplen las palabras escritas: He amadoms a Jacob y he aborrecido a Esa. Y as la Iglesia vence a la Sinagoga,
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aunque la Sinagoga, como Esa, mantiene vivo su odio y dice en su corazn:
Yo matar a mi hermano Jacob. (Gn. 27, 41)
GRANDEZA DEL PUEBLO JUDO
He recordado estas figuras de los antiguos Patriarcas no como evocacin
literaria, sino porque en el origen mismo del pueblo judo, en Abrahn y en
Isaac, est figurada la grandeza y miseria de este pueblo y su oposicin con la
Iglesia.
El pueblo judo es el linaje teolgico, escogido, consagrado, santificado
para significar y traernos en su carne a Ese otro que haba de venir, al
Esperado de las naciones.
He aqu lo tremendo de ese pueblo: su carne est santificada y
estigmatizada para traemos a Aqul que es la Verdad y la Vida; que es la
Salud de los hombres.
Pero, por qu esta carne es santa? Porque es del linaje de Abrahn, o
porque ha de traemos a Cristo?
En otros trminos: Es Cristo quien santifica al linaje judo, o es el linaje
judo el que santifica al Cristo?
He aqu, entonces, que Cristo, como haba, predicho Isaas (ad. Rom. 9,
33), ha sido puesto como piedra de tropiezo y de escndalo para este pueblo.
Porque si este pueblo, con la humildad de Abrahn, cree en el Cristo quesantifica su linaje, est llamado a ser raz y tronco de una frondosa Oliva que
es la Iglesia de Jesucristo; si en cambio parte de este pueblo rechaza al Cristo
fundado en la soberbia de su linaje, est llamado a ser la raz y el tronco de
una Vid silvestre que no produce sino frutos amargos de pecado.
Si lo primero, este pueblo ser Isaac, Jacob, Abel; si lo segundo, este
pueblo est llamado a desempear el papel de Ismael, Esa, Can.
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Pero este linaje escogido siempre tendr superioridad sobre los otros
linajes de la tierra. Si acepta al Cristo ser lo principal, lo mejor de la Iglesia.
Ser la raz y el tronco de esa Oliva que produce frutos para la vida eterna,
como ensea el Apstol. Si rechaza al Cristo ser tambin lo principal, es a
saber lo peor en el reino de la iniquidad.
El Apstol San Pablo, que con orgullo se senta israelita, subraya esta
superioridad del judo en lo bueno y en lo malo cuando, escribiendo a los
Romanos, dice (2, 9-10):
As que tribulacin y angustia aguardan al alma de todo hombre que obra
mal, del judo primero y despus del griego.
Mas la gloria y el honor y la paz sern de todo aqul que obra bien, del
judo primero y despus del griego.
Grande es, pues, la superioridad de los judos, ensea el mismo Apstol,
(Rom, 3, 2) porque a ellos les fueron confiados los orculos de Dios.
El judo es, entonces, primero en el orden de la bondad, en el misterio dela gracia. Judo, entonces, el tronco del rbol que es la Iglesia. Judos o
Israelitas, los Patriarcas; Judos los Profetas; Judo, Bautista el Precursor;
Judo, San Jos; Juda, la Madre de Dios; Judo, Nuestro Adorab1e Salvador,
en quien son benditas todas las naciones. Judos los Apstoles y Evangelistas;
Judo el Protomrtir Esteban.
Qu pueblo, este pueblo teolgico, hecho tronco del rbol de la Iglesia!
Delante de esta Oliva, qu valen los pueblos gentiles que no son ms
que pobre acebuche?
Qu el podero de Roma y la ciencia de los griegos? Estulticia y
necedad, los llama el Apstol, porque absolutamente de nada sirven para la
salud.
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Los gentiles, con los griegos a la cabeza, si quieren entrar en la va de
salud tienen que entrar de limosna, aprovechando que algunos judos sern
rechazados para que ellos puedan ser injertados, y as dice el Apstol que la
cada de parte del pueblo judo:
Qu pueblo, este pueblo teolgico, hecho tronco del rbol de la Iglesia!
Delante de esta Oliva, qu valen los pueblos gentiles que no son ms
que pobre acebuche?
Qu el podero de Roma y la ciencia de los griegos? Estulticia y
necedad, los llama el Apstol, porque absolutamente de nada sirven para la
salud.
Los gentiles, con los griegos a la cabeza, si quieren entrar en la va de
salud tienen que entrar de limosna, aprovechando que algunos judos sern
rechazados para que ellos puedan ser injertados, y as dice el Apstol que la
cada de parte del pueblo judo:
Ha venido a ser una ocasin de salud para los gentiles.
17. Si algunas ramas han sido cortadas, y si t, pueblo gentil, que no eres
ms que un acebuche, has sido injertado en lugar de ellas y echo participante
de la savia que sube de la raz del olivo.
18. No tienes de qu gloriarte contra las ramas. Y si te gloras, sbete que
no sustentas t a la raz, sino la raz a ti. (Rom. 11).
MISERIAS DEL PUEBLO JUDO
Pero cuanto mayor sea la grandeza de Israel, que ha sido predestinado
en el Cristo, tanto mayor ha de ser su fidelidad a Cristo. Miserable este
pueblo si llega a rechazar a Aqul que es su salud! Entonces seguir siendo el
primero, pero el primero en la iniquidad. Y todo cuanto ms inicuo y perverso
produzca el mundo saldr tambin de ste pueblo.
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Judo fue Judas el traidor,. Judos, Ans y Caifs. Judo el pueblo que se
gozaba con la sangre del Salvador y que exclamaba: Caiga su sangre sobre
nosotros y sobre nuestros hijos. Judos, los que apedrearon a San Esteban.
Judos, los que dieron muerte al Apstol Santiago de Jerusaln. Judos, todos
los que acechaban contra la predicacin de los Apstoles. El crimen msgrande de todos los tiempos, la muerte del Hombre Dios, ha sido perpetrado
por ste pueblo, que mereci por eso el nombre de "prfido".
En qu est la raz del pecado y de todos los errores judaicos?
En que parte de este pueblo crey que las Promesas hechas a los judos
a causa de Cristo que deba nacer de ellos fueron hechas a su carne, a su
genealoga.
En otras palabras: En lugar de advertir que si el pueblo judo era pueblo
de predileccin lo era por el Cristo, ellos, en su obcecacin, creyeron que el
Cristo recibi gloria de su descendencia genealgica.
As no era de Cristo de quien vena la gloria, sino de la carne de Abrahn.
Por esto los fariseos, encarnacin genuina de este espritu de iniquidad, decan
con orgullo para no aceptar a Jesucristo: Nosotros tenemos por Padre a
Abrahn.
Su pecado consisti entonces, en carnalizar las divinas Promesas. De
esta suerte, dieron valor de substancia a lo que no era ms que figura.
Esperaron la salud de lo que no era sino un signo.
Y del Mesas, que era el esperado para traer al mundo la gracia y la
verdad, hicieron ellos un dominador poltico, terrestre, que deba asegurar y
perpetuar la grandeza de Israel sobre todas las naciones sujetadas como
esclavas al imperio judaico.
CARNALIZACIN DEL PUEBLO JUDO
Es a1eccionador indicar las etapas del proceso de carna1izaein obrado
en e1 pueblo judo.
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Siempre fue el israelita de condiciones naturales perversas, dominado
por una gran soberbia y una gran avaricia.
Moiss advierte expresamente a los israelitas (Deut. 9,6):
Sabe, pues, que no por tus justicias te ha dado el Seor Dios tuyo esta
excelente tierra en posesin, pues eres un pueblo de cerviz muy dura.
Y advierte ms adelante (Deut. 9, 13-14):
13. Y me dijo de nuevo el Seor: Veo que este pueblo es de dura cerviz.
14. Djame que lo desmenuce y que borre su nombre de debajo del cielo
y te ponga sobre una gente que sea mayor y ms fuerte que sta.
Pero de modo particular este pueblo prevaric y se carnaliz en la poca
de los Reyes, entregndose a mil deshonestidades e idolatras, de suerte que
en castigo fue primero desmembrado y llevado luego en cautivo a Babilonia
por el rey Nabucodonosor, seiscientos aos A.C.
Setenta aos dur este cautiverio, al cabo de los cuales, vueltos losjudos a Palestina, se reconstituyeron en nacin sobre las bases nuevas y ms
firmes que les dio Esdras, a quien los judos consideran un legislador casi tan
grande como Moiss. De esta reorganizacin que dio Esdras al pueblo judo,
arranca en realidad el judasmo tal como era en tiempo de Jesucristo y como
se perpeta hasta nosotros.
Para caracterizar a los judos, hemos de decir que el judo es un puebloatado a un Libro, el Libro por excelencia, la Ley, la Thora. En realidad forman
la Thora los 5 libros del Pentateuco que escribi Moiss. Pero los judos slo
aceptan la Thora con las interpretaciones que los Rabinos han ido trasmitiendo
de boca en boca como palabra de Dios superior a la del mismo Moiss,
interpretaciones que han quedado consignadas y en cierto modo petrificadas
en un voluminoso libro, llamado el Talmud, que es el cdigo civil y religioso de
los judos.
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EL JUDASMO
Los judos son, entonces, un pueblo forjado por la mentalidad de los
Rabinos, en especial de los Rabinos fariseos.
El Fariseo nos muestra al vivo el carnalismo judaico. Carnal, digo, no
precisamente porque los judos tengan una propensin especial a los pecados
de la impureza, sino en la acepcin que Jesucristo daba a esta palabra cuando
anatematizaba la tendencia de atribuir una interpretacin literal, inferior y
terrestre a lo que en la mente de Dios tiene un sentido espiritual superior y
celeste.
Los Fariseos, en lugar de seguir las huellas de los Profetas que, como
Isaas y Ezequiel, haban predicado la adoracin de Dios en espritu, la
compuncin del corazn, la reforma de las costumbres, la caridad para con
todos los hombres, se afanaron por inculcar en el pueblo la observancia literal
de ritos mezquinos y un sentimiento de orgullo por el hecho de la
descendencia carnal del Patriarca Abrahn.
Nosotros somos hijos de nuestro Padre Abrahn, exclamaban con
orgullo, como si la carne justificase. (San Juan, 8, 31 y sig.).
Los Fariseos, casustas miserables, haban redactado numerosas
prescripciones sobre la purificacin, la ablucin, la locin e inmersin de las
manos, de los cuerpos, de las copas, de los manteles, a fin de asegurar la
pureza del pueblo. Obligaban al bao a todo fiel que haba tocado a un no-
judo en el paseo, en el mercado, y consideraban grave pecado la violacin deestas reglas rituales.
El que comiere pan sin lavarse las manos -dice el Talmud-, obra tan mal
como el que se echa con la meretriz.
Nada demuestra mejor el carnalismo judaico que aquellos terribles ay!
que en los ltimos das de su vida mortal pronuncia Cristo, denunciando la
hipocresa de religin, la hipocresa de pureza y la hipocresa de piedad del
pueblo farisaico. (Mt. 23).
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Denuncia la hipocresa de religin cuando dice:
13. Ay de vosotros, escribas y fariseos hipcritas! que cerris el reino de
los cielos a los hombres, porque no vosotros entris ni dejis entrar a otros.
14. Ay de vosotros, escribas y fariseos hipcritas! que rodeis la mar y la
tirra para hacer un proslito, y despus de haberle hecho le hacis dos veces
ms digno del infierno que vosotros.
16. ...ay de vosrotros, guas ciegos!...
23. Ay de vosotros, escribas y fariseos hipcritas! que pagis diezmos de
la yerba buena y del eneldo y del comino y habis dejado las cosas que sonms importantes de la Ley, la justicia y la misericordia y la fe.
24. Guas ciegos que colis el mosquito y os tragis el camello.
Denuncia la hipocresa de pureza cuando les increpa, diciendo:
25.Ay de vosotros, escribas y fariseo. hipcritas! que limpiis lo de fuera
del vaso y del plato, y por dentro estis. llenos de inmundicia y de rapia.
27. Ay de vosotros, escribas y fariseos hipcritas! que sois semejantes a
los sepulcros blanqueado, que parecen de fuera hermosos a los hombres y
dentro estn llenos de huesos de muertos y de toda suciedad.
Denuncia por fin la simulacin de culto y piedad para con los
antepasados cuando les dice:29. Ay de vosotros, escribas y fariseos hipcritas! que edificis los
sepulcros de los Profetas y adornis los monumentos de los justos.
30. Y decs: Si hubiramos vivido en los das de nuestros padres, no
hubiramos sido sus compaeros en la sangre de los profetas.
32.
Llenad vosotros la medida de vuestros padres.
33. Serpientes; raza de vboras, cmo huiris del juicio de la gehenna?
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34. Por esto he aqu que yo envo a vosotros profetas, y sabios y
doctores, y de ellos mataris y crucificaris, y de ellos azotaris en vuestras
sinagogas y los perseguiris de ciudad en ciudad.
35.
Para que venga sobre vosotros toda la sangre inocente desde lasangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacaras, hijo de Barachas, al cual
matasteis entre el templo y el altar.
Nadie en el curso de la historia ha pronunciado anatemas ms terribles
que el Hijo de Dios contra este prfido carnalismo judaico que iba a colmar
toda medida con la muerte del Justo por excelencia.
EL GRAN PECADO DE LOS JUDOS
El 14 de Nisn del ao 33, el pueblo judo, agrupado en Jerusaln delante
del Pretorio del gobernador Pilatos, azuzado por sus sacerdotes, pide a voz en
grito la muerte del Prometido.
Crucifcale, dicen, crucifcale.
Qu mal ha hecho?
Nosotros -responden los judos- tenemos una Ley, y segn esta Ley debe
morir. (Juan, 19, 7).Y antes haban dicho los Rabinos en un concilio secreto
contra Jess: Qu hacemos...? Si lo dejamos as, creern todos en l; y
vendrn los Romanos y arruinarn nuestra ciudad y nacin. Y Caifs aada:
Conviene que muera un hombre por el pueblo y no que toda la nacin perezca.
(Juan, 11, 48-50).
Los judos, entonces, en nombre de su Ley, de su Thora, y para servir a
los intereses carnales de su Nacin, de su Raza, piden la Sangre de Aquel que
les fue prometido corno Bendicin.
Ellos concitan a los gentiles contra Jess; ellos, con los gentiles como
ejecutores de sus planes, crucifican a Aquel que ser levantado en alto comoSigno de contradiccin. (Lc. 2, 34).
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Y Cristo, Piedra de Tropiezo, levantado en alto, por encima del tiempo y
del espacio, con los brazos extendidos, dividir en dos a este pueblo; los unos
en la persona de los Apstoles, sern los grandes instrumentos de la
Misericordia de Dios en la Fundacin y Propagacin de la Iglesia; los otros, en
la persona de los escribas y fariseos, sern instrumentos de la Justicia Divinaen el Reino de Satans, en su obra de perdicin de la Iglesia y de las almas.
EL JUDO,VERDADERO CAN
Dios no exterminar al judasmo carnalizado. Cuando los judos deicidas
se vuelvan al Seor y, como verdadero Can, le digan:
13. Mi iniquidad es muy grande para merecer el perdn.
14. He aqu que me echas hoy de la haz de la tierra, y me esconder de
tu presencia, y ser vagabundo y fugitivo en la tierra; por lo que todo el que
me hallare me matar. (Gn., 4).
El Seor les dir, como a Can:
15. No ser as; antes bien, todo el que matare a Can, siete veces ser
castigado, y puso el Seor a Can seal para que no le matase todo el que lo
hallase.
Y desde entonces este pueblo marcado con el Sello de Dios debe andar
errante por el mundo, haciendo qu? Llevando en su carne el testimonio de
Cristo en el misterio de la iniquidad.
Porque la carne juda, quirase o no, proclama a Cristo el Bendito de
todos los siglos. Lo proclama la carne porque Cristo es de esa genealoga. Lo
proclama la carne juda porque esa Ley del judo, rabnicamente interpretada,
ha crucificado a Cristo, Trmino y Cumplimiento de la Ley. Y Cristo no puede
ser recordado sin que recordemos al judo, y el judo no puede ser recordado
sin que recordemos a Cristo.
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Lo proclama la carne juda en el misterio de iniquidad porque el judo,
sellado en la iniquidad despus que perpetr su crimen, queda para el resto de
la historia como el agente de iniquidad. El judo, que fue misterio de bondad,
queda convertido en misterio de iniquidad. Ya no es Isaac, sino Ismael. No
Jacob, sino Esa. No Abel, sino Can.
Otros le han arrebatado los derechos de primogenitura. A otros les
fueron acordadas las Bendiciones de la Promesa. Y esos otros somos todos
aquellos - judos y gentiles, judos primero y despus gentiles - que formamos
la Iglesia de Jesucristo,
La Iglesia de Jesucristo es el verdadero Isaac, el verdadero Jacob y el
verdadero Abel. Cristo ha sido el santificador de judos y gentiles para formar
una creacin nueva, la Iglesia de Jesucristo, que adora al Padre en Espritu y
en Verdad. (Juan, 4, 23). Frente a la Iglesia, que es Isaac, Jacob, Abel, qu
har la Sinagoga?, qu har el judo?
Har el papel de Ismael, de Esa y de Can.
Qu haca Ismael con Isaac? Se burlaba de l y le persegua. (Gn.
21, 9). Qu haca Esa con Jacob?
Nos dice el Gnesis, 27:
41. Esa, pues, aborreci siempre a Jacob por la bendicin con que su
padre le haba bendecido; y deca en su corazn: Vendrn los das de luto de
mi padre y matar a mi hermano Jacob.
He aqu el papel que le toca entonces desempear a la Sinagoga, al judo
que queda judo y no quiere reconocer a Cristo. Se dedicar a perseguir a la
Iglesia, como observa el Apstol.
Y tendr que hacerlo porque sa es su misin, su papel teolgico.
El judo ser, entonces, el agente de la iniquidad. As como en el reino dela bondad le cupo y le cabe (porque la historia es un presente a los ojos de
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Dios) la primaca, as tambin en el reino de la maldad le ha de caber el primer
lugar. Y todo lo malo que se perpetre en los veinte siglos de historia cristiana
debe ser primera y principalmente judaico. Los otros pueblos, los gentiles, si
quieren obrar la iniquidad tendrn que venir a la zaga de los judos. Los
gentiles, si quieren carna1izar, tendrn que judaizar; as con gran exactitudteolgica los Santos Padres llaman judaizantes los gentiles que diseminan la
hereja.
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CONCLUSIONES TEOLGICAS
Yo no s si habr logrado exponer con fuerza la oposicin teolgica, es
decir, dispuesta por Dios, que ha de existir a travs de la historia cristiana
entre la Sinagoga y la Iglesia, entre cristianos y judos, entre Isaac e Ismael,entre Jacob y Esa. En los dos captulos siguientes estudiar histricamente
estas relaciones entre judos y cristianos. Lo indispensable aqu es dejar
consignadas las conclusiones teolgicas a cuya luz debe interpretarse la
historia.
PRIMERA CONCLUSIN
El pueblo judo, cuyo destino fue traernos a Cristo, tropez en Cristo.
Parte del pueblo crey en Cristo y se edific sobre l para formar la raz y el
tronco de la Oliva que es la Iglesia. Otra parte del pueblo cay y reneg de l
invocando el orgullo carnal de la raza y de la nacin judaica. Esta parte de
Israel fue rechazada y lleva sobre s la sangre de Cristo como maldicin. Esta
parte forma el Judasmo propiamente dicho, que es herencia y continuacin de
los Rabinos que rechazaron a Cristo.
Despus de Cristo no hay, para los descendientes de Abrahn, sino dos
caminos: o ser cristianos adhirindose a Cristo, o ser judos. El que a
sabiendas no se convierte sinceramente al cristianismo, es judo con todas las
perversidades satnicas de la raza estigmatizada.
SEGUNDA CONCLUSIN
El Judasmo es un enemigo declarado y activo de todos los pueblos en
general, y de modo especial de los pueblos cristianos. Desempea el papel de
Ismael, que persegua a Isaac; de Esa, que buscaba matar a Jacob; de Can,
que dio muerte a Abel. San Pablo, en su 1 Carta a los Tesalonicenses, dice
que los judos son enemigos de todos los pueblos (2, 15). Observemos que
esto es tremendo e importantsimo. Son enemigos teolgicos. Es decir, no es
una enemistad local, o de sangre, o de intereses. Es una enemistad dispuestapor Dios. Los judos, si son judos, es decir, si no se han convertido
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sinceramente al cristianismo, aunque no quieran buscarn con mentiras hacer
dao, perder y corromper a los cristianos, apoderarse de sus bienes y
sujetarlos como a viles esclavos. Desempean en ello una funcin teolgica
como la desempea el diablo, de quien son hijos, en expresin de Jesucristo,
quien deca de los fariseos: Vosotros sois hijos del diablo y queris cumplir losdeseos de vuestro padre. El fue homicida desde el principio, y no permaneci
en la verdad porque no hay verdad en !; cuando habla mentira, de suyo
habla, porque es mentiroso y padre de la mentira. (Juan, 8, 44).
TERCERA CONCLUSIN
Si los judos son enemigos teolgicos, esta enemistad debe ser universal,
inevitable y terrible. Universal, porque debe extenderse a todos los pueblos, ya
previniendo al Cristianismo, ya acompandole, y as vemos que donde va el
cristianismo van los judos. No hay modo de evitarlo, porque es teolgico. El
Cristianismo y el Judasmo han de encontrarse en todas partes sin reconciliarse
y sin confundirse. Representan en la historia la lucha de Lucifer contra Dios, de
las tinieblas contra la Luz, de la carne contra el Espritu. Representan en el
tiempo el cumplimiento espiritual y el cumplimiento carnal de la Escritura. LaLetra tiene que estar en todas partes para ser sirvienta del Espritu, y por esto
Santo Toms de Aquino ensea que el judo es sirviente de la Iglesia.
Enemistad terrible, porque es teolgica. En el judo hay un misterio de
iniquidad, como ensean San Jernimo y San Justino hacindose eco de
Jesucristo y de la predicacin Apostlica. No os fiis del judo porque ejerce la
enemistad simulando que os beneficia. Jesucristo los anatematiza llamndolesinfinidad de veces hipcritas y mentirosos. El judo hace dao sin mostrar la
mano. Los judos obran detrs de los bastidores, insina el gran judo Disraeli.
Y en ello no hacen sino perpetuar lo que un da hicieron con el Cristo: ellos
tramaron contra l la conjuracin secreta, pero sus planes los ejecutaron los
gentiles. As la accin judaica sobre el mundo se realiza en la sombra de los
concilios secretos, y los personajes que parecen regir los pueblos no son ms
que tteres manejados por estos hijos de la iniquidad.
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CUARTA CONCLUSIN
Despus que Cristo fue levantado en alto sobre el monte Calvario, el
mundo ha quedado entregado a dos fuerzas verdaderamente opuestas: la
juda y la cristiana.
En el mundo actual, en todas las manifestaciones de la vida no puede
haber ms que dos modos verdaderamente fundamentales, dos polos de
atraccin: el cristiano y el judo. Slo dos religiones: la cristiana y la juda.
Slo dos internacionalismos: el cristiano y el judo. Todo lo que no sea de
Cristo y para Cristo se hace en favor del judasmo. De aqu que la
descristianizacin del mundo corra paralelamente con su judaizacin.
Por qu no puede haber ms que estos dos modos? Porque stos son
los nicos queridos por Dios. Son los nicos teolgicos. Dios ha repartido el
mundo entre Isaac e Ismael, entre Jacob y Esa, entre Can y Abel, entre el
Cristo y el Anticristo. Todas las fuerzas humanas tienen que plegarse en uno u
otro frente.
De aqu que a los pueblos gentiles, a nosotros, a quienes se nos ha
propuesto la vocacin a la fe cristiana, no nos queda ms que dos caminos: o
cristianizarnos o judaizarnos. O formar en la Oliva de la Iglesia o en la Vid
estril del Judasmo; o ser hijos de Sara la libre, o de Agar la esclava.
Los pueblos gentiles, si quieren ser libres y grandes, no tienen otra
solucin que adherirse humildemente a la Iglesia; no tienen otra grandeza en
la libertad que la grandeza incomparable de las naciones cristianasde la EdadMedia, que forj los santos y los hroes, que levant las catedrales, que educ
al pueblo en la contemplacin de los santos, que le dio el sentido de la belleza
en el canto gregoriano y en los frescos del Anglico y del Giotto, que sublim
su inteligencia con la Suma Teolgica del doctor Anglico. Si los pueblos
gentiles, repudiando esta grandeza como obscurantista y sombra, quieren ser
grandes con la grandeza carnal de Babilonia, podrn serlo, s, pero como
sirvientes del judasmo. Porque los judos tienen la superioridad en el dominio
de lo carnal.
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Y he aqu que la historia nos dice (Werner Sombart hace la
comprobacin) que la decantada grandeza del capitalismo ingls y
norteamericano no es ms que una creacin judaica. Grandeza carnal
incomparable, pero que es cl trabajo de millones de cristianos en beneficio de
un puado de judos.
QUINTA CONCLUSIN
La nica defensa y proteccin de los pueblos gentiles para no caer en la
esclavitud judaica es la vida cristiana. Porque Cristo, nicamente, es la Salud
del hombre. De aqu que la Edad Media no ha sufrido la dominacin de los
judos. Los judos han asechado, pero sin lograr jams la dominacin.
HOMENAJE DE GRATITUD DE LOS JUDOS A LA IGLESIA
La Iglesia, reconociendo la perversidad teolgica que hay en ellos, saba
sujetarlos con leyes sabias y con vigilancia alerta para que no inficionasen a los
cristianos. Sin embargo, la Iglesia jams ha odiado al judo. Al contrario, ha
orado y ha hecho orar por ellos; los ha defendido de las vejaciones y
persecuciones injustas, de tal suerte que cuando el Sanhedrn judo se reuni
pblicamente, por vez primera despus de siglos, en Francia en 1807,
convocado por Napolen, rindi homenaje pblico a la venevolencia de los
Pontfices en documentos que se conservan. (Collection des Actes de
l'Assemble des Israelites de France et du royaume d'Italie, par Diogne
Tama).
Los Diputados Israelitas del Imperio de Francia y del Reino de Italia en elSnodo hebraico decretado el 30 de mayo ltimo, penetrados de gratitud por
los beneficios sucesivos que el clero cristiano ha hecho en los siglos pasados a
los Israelitas de diversos Estados de Europa;
Llenos de reconocimiento por la acogida que diversos Pontfices han
hecho en diferentes tiempos a los Israelitas de diversos pases, cuando la
barbarie, los prejuicios y la ignorancia reunidos perseguan y expulsaban a losjudios del seno de las sociedades; declaran:
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Que la expresin de estos sentimientos ser consignada en el proceso
verbal de este da para que quede para siempre como un testimonio autntico
de la gratitud de los Israelitas de esta Asamblea por los beneficios que las
generaciones que les han precedido han recibido de los Eclesisticos de los
diversos pases de Europa.
SEXTA CONCLUSIN
Los cristianos, que no pueden odiar a los judos, que no pueden
perseguirlos ni impedirles vivir, ni perturbarlos en el cumplimiento de sus leyes
y costumbres, han de precaverse, no obstante, contra la peligrosidad judaica.
Precaverse como quien se precave de los leprosos. Tampoco se puede
odiar ni perseguir ni perturbar a los leprosos, pero hay que tomar precauciones
contra ellos para que no inficionen el organismo social. Dura cosa es, no hay
duda; pero es irremediable. As los cristianos no han de trabar relaciones
comerciales, ni sociales, ni polticas con esa casta perversa que hipcritamente
ha de buscar nuestra ruina. Los judos deben vivir separados de los cristianos
porque as se lo ordenan a ellos sus Leyes, como veremos ms adelante, y
adems porque son "infecciosos" para los dems pueblos.
Si los dems pueblos rechazan estas precauciones, tienen que atenerse a
las consecuencias, o sea a ser lacayos y parias de esta raza, a la que le
corresponde la superioridad en el reino de lo carnal.
SPTIMA CONCLUSIN
En la vida errante y despreciable del judo, que se prolonga, al menos,
durante dieciocho siglos, hay que descubrir el misterio cristiano. As lo
demuestra magnficamente el abb Joseph Lhmann, judo convertido, en su
libro L'Entre des Israelites dans la socit franaise. (pg. 3).
El judo haba llenado de oprobio al Justo. Le haba puesto un manto de
burla sobre sus espaldas, una corona de espinas sobre su cabeza, una caa en
su mano, golpes, escupidas, insultos, injurias, vergenzas de toda clase le
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haba prodigado, y nada le perdon de cuanto es oprobioso. Y al final le vendi
por el precio vil de treinta monedas.
Estos oprobios se han encontrado despus, como castigo y pena de
talin, en la vida del pueblo judo. Ya lo haba anunciado Moiss: Seris burla yrisa de todos los pueblos adonde os conducir el Seor. (Deut. 28, 37).
a) Venta en remate como animales de los judos despus de la mina de
Jerusaln. Se haba vendido al Justo por treinta dineros, y en la feria de
Terebinto, en la llanura de Mambr, se lleg a dar treinta judos por un dinero.
b) Prohibicin, durante siglos, de venir a llorar sobre las ruinas de
Jerusaln.
c) Exclusin de los judos de los rangos de la sociedad, en pago de que el
judo haba excluido a Cristo como leproso de todo trato de hombres.
d) La cachetada que en Tolosa, Bziers y otras partes estaba obligado a
recibir un diputado de la comunidad juda, pblicamente, el viernes santo.
e) La rueda o estrella amarilla que deba llevar en su pecho o en su
sombrero para ser reconocido como judo.
f) Los barrios o juderas donde deban vivir amontonados.
g) La obligacin en ciertas ciudades de pagar hasta el aire que
respiraban, como en Augsburgo, donde pagaban un florn por hora, y en
Bremen un ducado por da.
h) Prohibicin de aparecer en pblico desde el Domingo de Ramos hasta
el da de Pascua.
i) Los insultos al judo errante.
j) La desconfianza o creencia de una malicia perpetua del judo, aun en
las causas entre ellos. En Puy, las diferencias que surgan entre dos judos eran
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sometidas a monaguillos, a fin de que la extrema inocencia de los jueces
pusiese en descubierto la extrema malicia de los litigantes.
k) En Alemania y en Suiza se colgaba al judo al lado de un perro, en
burla, porque ste era smbolo de fidelidad.
l) Permiso dado a todo oficial pblico para usar eptetos infamantes
contra los judos.
m) Expulsin, todas las tardes, de ciertas ciudades, al toque de trompeta
de los judos.
n) Prohibicin de baarse en las playas donde se baaran los cristianos.
o) Interdiccin de pasearse en paseos pblicos. En ciudades de Alemania
se colocaba esta inscripcin: Prohibicin a los judos y a los perros de entrar
aqu.
p) Fl peaje, que era un derecho que se cobraba por la entrada de todo
judo a la ciudad.
Hasta cundo ha de prolongarse esta enemistad tremenda entro judos
y cristianos? Hasta que la misericordia de Dios disponga el tiempo de la
reconciliacin.
San Pablo nos ensea que da vendr en que Israel reconozca a Aqul a
quien ha negado (Rom. 11).
25. Mas no quiero, hermanos, que ignoris este misterio, que la ceguedad
ha venido en parte a Israel hasta que haya entrado la plenitud de las gentes.
26. y que as todo Israel se salve.
Cuando llegue esa hora, que est en las manos de Dios, Esa se
reconciliar con Jacob, esto es: los judos se convertirn en cristianos, y
entonces se cumplir la palabra del Profeta Ezequiel, dicha 500 aos antes de
Cristo:
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CAPTULO II
EL JUDO Y LOS PUEBLOS CRISTIANOS
En el captulo anterior hemos expuesto la grandeza y miseria de este
pueblo judo, nico linaje sagrado de la tierra. Y porque Linaje sagrado, nico
que ha de perpetuarse a travs de la historia como un testimonio carnal de
Aqul en quien son benditos todos los linajes de la tierra. La carne juda, el
linaje judo, es el misterio de Grandeza y de miseria. Porque ese linaje nos
trajo al Redentor. Pero el Redentor, puesto como Piedra de Tropiezo al mundo,
tambin fue tropiezo para este linaje que llev su sangre. Por esto los de este
linaje que creyeron en Cristo fueron hechos tronco y raz de la Oliva frondosa
que es la Iglesia. Los de ese linaje que rechazaron a .Cristo fueron hechos
tronco y raz de la Vid que no produce ms que uvas silvestres. (Is. 5, 4).
De los judos viene la Salud. Pero la Salud aun para los judos. La Salud
no son los judos ni es su Padre Abrahn. La Salud es Cristo. Ay de este
pueblo forjado y santificado para traer la Salud, para producir a Cristo, si cree
que su carne es la Salud! Entonces en nombre de su "Carne" crucificar a
Aqul que constitua su grandeza. y entonces este pueblo, hecho Grande por
Aqul que sale de su linaje, se trocar en Miserable por el rechazo voluntario
que har de Cristo.
Es importante compenetrarnos de este Misterio de Grandeza y de Perfidia
del judo. El judo que no se adhiere a Cristo es un "ser de iniquidad", es un"ser de perfidia", y no puede estar haciendo otra cosa en el curso de la historia
que perseguir a Cristo. Aunque no lo quiera, es su destino. Porque la razn de
ser de esta raza es el Cristo. O con l o contra l. De aqu la perfidia del judo
carnal. Y carnal es todo judo que no se adhiere a Cristo. Luego digamos
sencillamente: la perfidia del judo.
Pero advirtamos nosotros, los gentiles que hemos abrazado la fe deCristo, que esta perfidia judaica tiene un carcter sagrado, teolgico. Est en
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ella el sello de Dios. Luego, no hemos de combatir contra "esta perfidia
judaica", contra "este pueblo deicida", como se puede combatir contra otras
fuerzas humanas. Recordemos que este pueblo, nuevo Can, lleva sobre s una
seal para que nadie se atreva a exterminarlo.
No es, por tanto, a base de persecuciones y de "pogroms" como se
soluciona el problema judo, y por esto los Sumos Pontfices en todo tiempo
han protestado contra todo odio contra los judos, y en la tremenda
persecucin de Hitler, el Romano Pontfice y los Obispos alemanes han hecho
or su voz de protesta.
Pero aunque los cristianos debamos amar al judo de acuerdo al precepto
de Cristo de amar a nuestros mismos enemigos, no se sigue que no hayamos
de reconocer la peligrosidad que hay en ellos y que no hayamos de
precavernos contra ella. Tambin debemos amar a los leprosos, y esto no
impide que se los asle para evitar la contaminacin; debemos amar a los
delincuentes, y esto no obsta a que se los encarcele para que no daen a la
sociedad.
Es muy importante subrayar, en el ambiente moderno en que vivimos,
que se ha dejado atontar por las ideas sentimentales del Liberalismo, que el
judo, verdadero Ismael frente a Isaac, Esa frente a Jacob, Can frente a Abel,
no puede estar regido por el derecho excepcin de los cristianos. Debe estar
regido por un derecho de excepcin que tome las debidas y adecuadas
precauciones contra la peligrosidad teolgica de esta raza.
Ni exterminarlos de en medio de los pueblos cristianos como pretende el
antisemitismo, ni darles derecho de igualdad, que en realidad es de
superioridad, como pretende el liberalismo o filo semitismo.
El antisemitismo est condenado por la Iglesia en decreto del Santo
Oficio del 25 de marzo de 1928, que dice: La Iglesia Catlica ha acostumbrado
siempre a rezar por el pueblo judo, que fue el depositario de las Promesas
divinas hasta Jesucristo, a pesar de la ceguera de este pueblo. Ms an, lo ha
hecho a causa de esta ceguera. Regla de esta misma caridad, la Silla
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Los judos en todas estas persecuciones no hacen sino cumplir su
destino. San Pablo, el terrible Fariseo convertido a Cristo sobre el camino de
Damasco, que conoca por experiencia propia el odio satnico de los judos
contra Cristo, enuncia la ley de las persecuciones contra la Iglesia
28. Nosotros, hermanos, dice a los cristianos de Galacia, somos hijos de
la promesa, segn Isaac. (Gl. 4)
29. Mas como entonces aqul que haba nacido segn la carne persegua
al que era segn el espritu, as tambin ahora.
Y este "as tambin ahora" debe perpetuarse en toda la historia cristiana
porque es una ley teolgica ms fuerte que todos los planes y recursos de los
hombres.
EL TALMUD
Lo que importa saber es que el judo realiza esta su ley en virtud de su
judasmo, como quien cumple con una misin.
Porque esta ley contenida en el Talmud, que rige al judo, le manda, en
efecto, despreciar y odiar a todos los pueblos, en especial a los cristianos, y no
parar hasta dominarlos y sujetarlos como esclavos. Veamos qu nos ensea
sobre el Talmud Paulus L. B. Drach, el clebre rabino del siglo pasado
convertido al cristianismo, en su famosa y rara obra De l'harmonie entre
l'Eglise et la Synagogue, Paul Melier, Libraire-diteurs, Paris, 1844. Dice Drach
que el Talmud designa el gran cuerpo de doctrina de los judos, en el quetrabajan sucesivamente, en pocas diferentes, los ms acreditados ministros
de Israel. Es el cdigo completo, civil y religioso, de la sinagoga. Su objeto es
explicar la ley de Moiss conforme al espritu de la tradicin verbal, y encierra
las discusiones de los diversos doctores. Si el lector juicioso del Talmud puede
afligirse a veces de las extraas aberraciones en que puede caer el espritu
humano, si ms de una vez las torpezas del cinismo rabnico obligan a cubrirse
el rostro, si el fiel ha de conmoverse por las atroces e insensatas calumniasque el odio impo de los fariseos difunde sobre todos los objetos de su
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veneracin religiosa, en cambio el telogo cristiano puede recoger all datos y
tradiciones preciosas para la explicacin de ms de un texto oscuro del Nuevo
Testamento y para convencer a nuestros adversarios de la antigedad del
Dogma Cat1ico. El Talmud contiene las tradiciones rea les, que estn
confiadas a un cuerpo de setenta doctos, el sanhedrn, que era mirado comolegtimo sucesor de Moiss. All se mezcla lo religioso con lo profano, sobre
todo despus que los judos fueron llevados cautivos a Babilonia (586 a. C.).
La autoridad de los rabinos desplaza entonces a Moiss y los profetas. Las
prescripciones para el acrecentamiento temporal del pueblo judo adquieren
ms importancia que los preceptos del mejoramiento religioso. Con estas
enseanzas rabnicas, que agravan los peores instintos del pueblo judo, se ha
llegado a crear una mentalidad antisocial y criminal que hace de este pueblo
un inadaptado entre todos los pueblos que le dan hospedaje.
El Talmud adquiri singular virulencia despus de la aparicin del
cristianismo. All se estamparon las ms insolentes y sacrlegas infamias contra
Cristo y los cristianos. Esto determin que los libros del Talmud fueran
entregados a las llamas por orden de los Romanos Pontfices o de los prncipes
cristianos. Fue entonces cuando un Snodo judo, reunido en Polonia en 1631,
orden suprimir cuanto se refiere a Cristo o a los cristianos, en los siguientes
trminos: "Por tales razones, os ordenamos que de ahora en adelante, cuando
publicareis una nueva edicin de estos libros, dejis en blanco los pasajes
donde se habla de Jess de Nazareth, haciendo un circulo como ste O; y todo
rabino, como cualquier otro maestro, tenga el cuidado de ensear tales
pasajes a sus fieles slo verbalmente. De este modo los hombres de ciencia
cristianos no tendrn nada que reprochamos al respecto, y podremos evitar
que nos sobrevengan las ms grandes calamidades y nos ser posible vivir en
paz".
LA OBRA DE PRANAITIS
En 1892, de la tipografa de la Academia de Ciencias de San Petersburgo
sala la mejor y ms cuidadosa antologa de mximas talmdicas referentes aCristo y los cristianos. Su autor era Mons. I. B. Pranaitis, titular de la ctedra
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de hebreo de la Universidad Imperial y tena por ttulo: "Christianus in
Talmude Judaeorum, sive Rabbinicae doctrinae de christianis secreta". (El
cristiano en el Talmud de los judos, o los secretos de la enseanza rabnica
acerca de los cristianos). El libro llevaba, el texto hebreo de las prescripciones
rabnicas con su traduccin en latn. Pero los ejemplares des aparecieron casicompletamente. Slo algunos pocos se salva ron. Con uno de stos public una
edicin fotocopiada Mario de Bagni, con la correspondiente traduccin italiana.
De esa edicin aparecida en los Editores Tunminelli y Ca., Miln, Roma, 1939,
hemos podido hacer uso para este nuestro libro.
LAS ENSEANZAS DEL TALMUD REFERENTES A CRISTO Y A LOS CRISTIANOS
Antes de reproducir textualmente los pasajes ms insultantes y
criminales del Talmud referentes a Cristo y a los cristianos vamos a dar de ello
una idea de conjunto. En una primera parte expondremos la doctrina del
Talmud sobre Cristo y los cristianos, y en una segunda los preceptos del
Talmud sobre los cristianos.
La primera parte encierra dos captulos, sobre Cristo y otro sobre los
cristianos.
SOBRE CRISTO. Se le llama con desprecio: "este hombre", "un qudam",
"hijo del carpintero", el "colgado". Se ensea que es hijo espreo, de una
mujer menstruada. Que tena en s el alma de Esa, que era tonto,
prestidigitador, seductor, idlatra, que fue crucificado, sepultado en el infierno,
y que hasta ahora es un dolo para sus secuaces. Como seductor e idlatra, no
pudo ensear otra cosa que el error y la hereja, y sta irracional e imposible
de cumplir.
SOBRE LOS CRISTIANOS. Son llamados Notsrim, Nazarenos, y se les aplica
todos los nombres con los cuales se designa a los no judos. Abada zara, es
decir, cultivadores de la idolatra; acum, adoradores de las estrellas y de los
planetas; Obd Elilim, siervos de los dolos; Mnim, herejes; Edom, idumeos;
Goim, gentiles; Nokhrim, extranjeros, forasteros; Amm Aarez, pueblos de la
tierra, ignorantes; Apicorosim, epicreos; Cutim, samaritanos.
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Se dice de los cristianos lo ms abominable que se pueda imaginar. Que
son idlatras, hombres psimos, peores que los turcos, homicidas, libertinos,
animales impuros, indignos de llamarse hombres, bestias con forma humana,
contaminantes a manera del estircol, bueyes y asnos, puercos, perros, peores
que los perros; que se propagan a modo de las bestias, que son de origendiablico; que sus almas proceden del diablo y que han de volver al diablo en
el infierno despus de la muerte; que el cadver de un cristiano muerto no se
distingue de los restos de una bestia extinta.
Del culto de los cristianos se dice que es idoltrico, que sus sacerdotes
son sacerdotes de Baal, que sus templos son casas de fatuidad e idolatra, y
que todos los aparatos que hay en ellos, clices, libros, sirven a la idolatra;que sus preces privadas y pblicas son pecados que ofenden a Dios y que sus
fiestas son das de calamidades.
La segunda parte de los preceptos del Talmud sobre los cristianos
enci
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