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Revista cultural digital
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Nº 13
La condena definitiva, atrapado en una espiral sin salida, un donde el final me lleva al principio, un bucle como una carrera hacia el tedio. Donde la única meta es el fin de una existencia de mediocridad deprimente.
He corrido entre dimensiones. Con un pensamiento he ralentizado el avance de los planetas. He besado a mujeres de un mundo habitado por diablos. He probado frutas de planetas al borde del cosmos, mientras sus insectos lagartos revoloteaban a mi alrededor, sin saber que en un millón de años serian la especie dominante.
Cautivo en una prisión de llantos. Sujeto por la irrompible cadena de la responsabilidad. Prisionero en una repetición eterna, mientras el zumbido maléfico de un despertador se burla de esta oroboros de mezquindad: desayuno, vestir, llevar al colegio, ir al trabajo, cambiar el uniforme por ropa de casa, comida, jugar, merienda, baño, pijama, cena y dormir. El sueño, solo este punto no se cumple siempre, solo cuando te dejan los incesantes llantos que resuenan en la espesa noche.
Mi antaño heroico cuerpo encadenado por eslabones de pañales meados. Mi omnisciente mente abotargada por un trabajo mal remunerado, donde imbéciles que manejan en un día lo que yo no puedo permitirme en un mes, vienen a por títulos que ya saben comprados sin la menor intención de que se les ilustre.
Intento escapar rompiendo las ataduras, inmediatamente se abre una trampilla en el techo de mi celda, un carcelero con una irritante voz femenina me arroja una tonelada de ropa sucia. Quedo sepultado por el olor a mierda y mi psique intenta escapar a paraísos interiores que luchan por nacer.
Las paredes de mi jaula se encuentran plagadas de puertas hacia lugares fantásticos: Atlantis, la era Hyborea, la Zona Negativa, Lemuria… todas ellas permanecen bloqueadas con candados sin llave, con la palabra “DEBER” grabada a fuego. De vez en cuando aparece una grieta en alguna de ellas y vuelvo a sentirme libre: salto al erial salado donde Grull utilizó a sus semejantes como cebo, bailo en Venecia en la última cacería de un asesino en serie deforme, escucho la confesión de un lobo de mar que perdió a sus compañeros a manos de voluptuosos habitantes de las profundidades… y escucho los gritos de muchos otros que luchan por nacer: un pintor fracasado, un rayo que cae de las estrellas, naves inteligentes, gitanos en un campamento… pero mueren antes de poder ver la luz…
El zumbido de ese monótono reloj sella las grietas, bajo su interminable tic-tac que conduce al pozo del tedio: “Es lo normal, es lo normal” aúllan burlonas sus agujas en mi oído y me arroja otra tonelada de ropa sucia.
El sueño me vence, me relaja, no sueñes con otra vida, esto “es lo normal, es lo normal” tic-tac, tic-tac…
ENCADENADO (Manuel Santamaría Barrios)
ENTREVISTA A JUAN PEDRO MARTÍNEZ (JUAMPE)
Busqué números impares en el nudo de los domicilios Covachos, subía terraplenes y bajaba abismos entre casas forzadas en la roca, nacidas del limo añejo del río, pintadas con retales de sol a esas horas. La impaciencia urticante me hizo desistir, pues no encontraba “la gran puerta marrón” ni “el balcón de las gardenias”, ni tampoco “al lado de la peluquería” que él me indicó para más señas. No quise preguntar a los vecinos y yo me iba bisbiseando improperios. Fue entonces cuando él me chistó, justo al doblar la esquina de mi convencido abandono. Venía cargado con dos fascículos de la nueva edición en papel de “Star Wars”, pegados en un cartón grande y galáctico; se burló al indicarme la destacada de su puerta marrón que yo había pisado, diez veces quizás, en mi candoroso despiste. Ya en su casa o planta segunda (colmada de dibujos a la cera, bocetos en trozos de papel, pilas de lienzos y niebla de aguarrás), Juampe, el de la revista Pífano, me invitó a que comenzáramos tras posar una botella de tinto y dos vasos blancos de plástico en una mesilla envuelta en un hule verde sucio.
P.: Juampe, eres asiduo colaborador del fanzine Pífano, no solo aportas ilustración
sino textos y cómic. ¿Qué supone para ti este tipo de iniciativas culturales al margen
de editoriales y padrones comerciales?.
JP: Es una gran salida de escape para los que tenemos ciertas inquietudes "artísticas", y
cuando digo “gran” quiero decir “GRAN” con todas las letras y con mayúsculas tamaño
ochenta, gracias a este tipo de publicaciones, en este caso Pífano, mantenemos a flote
esas inquietudes, a conocer el trabajo de otros ARTISTAS y tener la imaginación en
movimiento, y eso es de mucho agradecer, aunque todo hay que decirlo, al principio
tuve que mandar un holograma suplicatorio... -"ayúdame Pífano fanzine, eres mi única
esperanza... kkkffff, ayúdame Pífano fanzine, eres mi única esperanza... kkkffff... "-
P.: Tu vida laboral por cuenta ajena quizás no sea muy creativa precisamente ¿Te
consideras un aficionado a la pintura de ratos libres?
JP: Por desgracia así es... Uno está atado al trabajo por el dinero (los que tenemos la
suerte y desgracia de tenerlo) y eso significa tiempo, mucho tiempo dedicado a nada,
por lo menos en mi caso, pero bueno... los lienzos, pinturas, maquetas de star wars y
demás utensilios hay que pagarlos con ese dinero. A veces el trabajo es tan deprimente
que se te quitan las ganas e inspiración a la hora de ponerte delante de un lienzo en
blanco... y ya no sólo hay que tener ratos libres, también hay que tener ganas... de
verdad que es patético, soy patético, eres patético, es patético, somos patéticos...
perdona, ¿de qué estábamos hablando?
P.: ¿Te has planteado dejarlo todo por el arte? (bebe de un trago fugaz su vaso lleno,
mira la botella pensativo, rellena el vaso vacío y contesta)
JP: Por supuesto, en cuanto me toque la primitiva
(y no hablo de esa persona que todos tenemos en
mente) o mejor el euromillón... estaría más
holgado económicamente y tendría más tiempo
para no hacer nada...
P.: Juampe, ¿Qué mejorarías de Pífano?
JP: Creo que lo mejor de esta revista es la variedad
de contenido... dibujos, ilustraciones, pinturas,
comics, relatos, poesías... y por lo visto, ahora,
entrevistas... ¿alguien da más?. Bueno, quizás un
poco más de todo estaría mejor, pero esto no
depende de mí, parece ser que hay un tal Garven
detrás de todo esto... aunque creo que es como una
leyenda urbana, para mí que no existe...
P.: a la hora del dibujo, ¿cuáles son tus referencias? ¿Te consideras influenciado por
alguno de tus autores favoritos? (ahora bebo yo, un sorbo largo, el vino es recio y me
arde, toso… pienso que es magenta diluida en trementina)
JP: Pues mira, te digo que desde pequeño me gustaba y se me daba bien el dibujo, pero
mi arranque lo tuve a partir de los... bueno el caso es que me rompí la pierna jugando
al futbol y me tiré entre escayola hasta la ingle y recuperación casi seis meses en casa
sentado, ¿y en qué mataba el tiempo aparte de no estudiar? pues en dibujar a
Spiderman, a Conan El Bárbaro, a Thor, la serie de Drácula de Marvel, a Elektra...
bueno, con Elektra y la Viuda Negra además hacía otras cosas, el caso es que tenía a
unos cuantos autores, pero el que más recuerdo era John Buscema... luego llegaron
1984 y Zona 84... y grandes ilustradores del comic, así que me siento influenciado por
muchos autores, aunque siento debilidad por Corben y Juan Giménez... maravillosos.
Pero lo que me marcó excepcionalmente fue el descubrimiento de las ilustraciones que
hizo Ralph McQuarrie para La Guerra de las Galaxias, ahí ya se me fue pinza...
P.: Juampe, en el panorama plástico actual
parece que todo está ya inventado y manido,
¿crees que aún se podría asustar al gran público
curado de espanto?
JP: Ya te digo yo que si pudiéramos tener más
tiempo y dedicación a la causa, huidizos y con el
rabo entre las piernas saldrían algunos... por
supuesto que también saldría el listillo de turno
diciendo "… pues eso yo ya lo había visto...". Dicen
que en la viña de no sé quién, por lo visto hay de
todo. Pues eso...
P.: Veo tubos de óleo en este estudio, lienzos,
botes manchados, pinceles y colores. Pero también en este escritorio tienes tu pc y
un escáner. ¿Crees que éstos últimos acabarán por extinguir a los primeros? (bebe
otra vez, pero no todo; eructa ahogadamente, respetándome. Me rellena el vaso que
casi rebosa y se mira el reloj)
JP: ¡¡Nunca!! Jamás de los jamases... Creo que lo he discutido alguna vez con otro
artista amigo mío. El caso es que en el ordenador a veces se me abre una casilla o
como se diga, no sé dónde, que pone "herramientas del sistema"… el pc, el scáner, es lo
mismo, son herramientas del sistema, de mi sistema, de mi cabeza, de mi disco duro.
Nunca podrán sustituir a la herramienta básica, es un complemento más... ¿acaso es lo
mismo ver una peli en cine que en casa? en casa es más cómodo, pero en el cine es otra
cosa, es un placer distinto... ¿es igual leer un libro en papel que en un e-reader? se le
parece, pero pasar las páginas con la yema de tus dedos es una sensación inigualable
(lo siento por los árboles talados para este fin, algo se podría hacer en este sentido,
pero...). El caso es que prefiero la electricidad que pasa de mi cerebro a mis manos y
luego al pincel o al lapicero... Respeto a los que opinan lo contrario, a veces...
P.: Juampe, una película:
JP: Una pregunta difícil... uhhmm... Star Wars, todas aunque les pese a algunos...
P.: Un cuadro:
JP: Más difícil todavía... la capilla Sixtina en general o cualquier cosa de Leonardo.
P.: Un libro:
JP: Venga... me quedo con la serie de Caballo de Troya de J.J. Benitez.
P.: Un disco:
JP: Ya te estás pasando... aquí te tengo que decir varios... El Muro de Pink Floyd, Metal
Heart de Accept, el Little Richard de los 70´s... hay tantos, ah y cualquier disco volador
no identificado, a ser posible de Raticulín...
P.: Una mujer:
JP: Hasta aquí hemos llegado... con todas las buenas mujeres que hay en el mundo y
me preguntas sólo por una, ale... puerta...
(Le doy las gracias, me pide que apure el vino; miento y le digo que no estoy
acostumbrado al bebercio, sonríe y me da la mano, advierto sus dedos manchados de
colores quizá por el difuminado de las ceras blandas. Me acompaña a la ya conocida
puerta marrón, nos despedimos con otro apretón de manos y reímos los dos. Cierra y
suenan cerrojos y pestillos. Me voy, camino por esas calles ahora húmedas de noche.
Creo que sé llegar a casa… sí, estoy seguro.)
Lucho por subsistir como luchan las almas abandonadas en el infierno, sufro como las ascuas entre sus dedos, haciendo daño sin querer hacerlo. Por seguir vivo así me veo, siendo un necio y rodeado de ellos. Quiero la libertad que nos habían prometido, no quiero luchar porque me da miedo, cuando se inicia la sangre no hay quien la pare y nunca hay bastante. Llevar cadenas creía que era lo peor pero no es así, cuando te las quitan y no tienes donde ir, cuando eres libre para morir, para vivir muriéndote en la calle fría, bajando los ojos con vergüenza y envidia.
No miras tu cuerpo sin patria ni bandera, miras a tus hijos y se te llena el corazón de ira, miras a tus padres muriéndose de frío, a tus vecinos y a tus amigos, se llena la
calle de gente libre de irse directa a morir. Amasas saliva con sangre mezclada por morderte la lengua, alzas el puño desde debajo de la tierra, te corroen ácidos en la entrañas y te levantas, mirando a los ojos
de los libertadores y lanzando tu ardiente odio hacia ellos. Es la hora de las corbatas rotas.
Esto de la política me está empezando a tocar los "eggs", creo que en el fondo tengo algo de revolucionario e inconformista aburguesado; espero que mi puño no se alce contra los ogros con corbata porque entonces será algo personal. Como siempre si la quieres para el Pífano XIII ahí lo tienes a tu disposición (si te gusta claro).
EL OGRO CON CORBATA (miranda)
SHOPENHAUERIANA Nº 1 (Garven)
Tú y yo fuimos príncipes de algo. Herederos de un imperio raudo que nos vino a huevo para vivir holgados en un zigurat adosado con vistas al Eúfrates. En pelotas (¿Recuerdas, andaluza?), el polvo del año cero. A la mierda con Ur-Nammu. He leído algo de no sé qué códices labrados en piedra caliza, estatuillas de bronce, broches roñosos en una vitrina. A la mierda con la edad de los metales. Y tú tienes esos colores en el légamo de tus ojos. Los ojos son parte distinta del cuerpo de uno. Es decir: está uno por un lado y los ojos por otro, a su puto albedrío, gestionando miradas de forma independiente. Yo quisiera mirarte el culo y el despeñadero de tu escote, y van los muy cabrones y miran la mesa, el bolígrafo sin capucha, tu reloj de pulsera, un calendario, tus dedos que tamborilean sobre un estuche de charol negro, mis zapatos un poco sucios de barro; el suelo de feo gres. Si quieren, hablan, ¡ay, de cuando mis ojos hablan con los tuyos! Porque los ojos vocalizan con unos morros viscosos de líquidos oculares. Entonces mis ojos le cuentan a los tuyos lo de que tú y yo fuimos algo y retozábamos en cueros, sudábamos deseo, puro pitorreo febril; jodíamos tiernamente. A la mierda con Grey. ¿Te acuerdas? Preguntan mis sinvergonzones ojos a los tuyos, ¡Ah, sí, sí! responden éstos bruñidos de vidrio. Pero nada; nuestros cuerpos se han vestido de torpe boca carnosa y siguen a lo suyo, con sus rigores sociales, ignorantes de los ojos que no hay quien los dome. Y te cuento un código de aburridos formalismos; tú me hablas del tostón de los problemas de nadie y yo rebato mis principios, que son puras gilipolleces. Repartimos aburrimientos: el aburrimiento azul del transporte público en horas punta; el aburrimiento rosa del ofertón en la peluquería (diez euros lavar-cortar-y peinar); el aburrimiento verde vejiga del “a ver ¿y a quién votas?”; el aburrimiento blanco marfil de “voy a apuntar al chico a inglés”; el aburrimiento rojo fósforo del “habemus Papa”; el aburrimiento transparente de la humanidad entera. A la mierda con los telediarios. Pero ¡ay!, ay del día en que escuchemos a esos cínicos ojos, porque tú percibes sus voces tan nítido como yo, sus palabras audibles, totalmente legibles y obscenas, la historia de tú y yo entre amarillos y marrones claros; a mi no me la das; ay, del día que tras un silencio acuciante me susurres: «bruto, pretencioso. Estás loco», y yo a ti: «tontorrona». Entonces nos aislaremos en un Burguer o en una pizzería, sí, porque tragarse una pizza familiar para los dos ahogada en un litro de coca-cola es algo digno de un banquete pre-coito. Después bailaremos un agarrado en el Pub caduco aquel, en una tarde-noche de un día laborable, que no hay nadie; abrazadísimos en un son absurdo descompasado con la balada. A la mierda con la música pop. Te echaré mano al culo, semiesferas de blue jeans; relieves de asirios, páramos del Tigris, y nos tragaremos el agua de la boca, rozando la asfixia de pura codicia porno. Celebraremos la coordinación de ojos y cuerpo, que ya se entienden; siempre fueron amantes y lo vociferan libremente. El polvo del año cero.
TRAZOS DE Carlos Montero
EL PINTOR POETA (Ana)
Erase que se era un pintor que dibujaba con alma de poeta, del mágico pincel, entre sus dedos, brotaban letras. Las manos del pintor tomaban lienzos, pintando mil relojes, borradas sus agujas, para sesgar el tiempo.
A veces de sus ojos, resbalaban churretes coloridos dibujando estelas y caminos, y al borde de un abismo de tristeza lloraban letras negras de poeta que contaban historias de naufragios que inventaban historias sin cabeza. Erase que se era un gran ilusionista que desaparecía de pronto en su chistera para hacer con las horas malabares, para jugar con pinturas y tinta. Erase que se era un escritor alocado erase un triste pájaro enjaulado erase un llanto silencioso y dulce que sollozaba en un lienzo en blanco.
TRAZOS DE Luismi Barrios
ace mucho, mucho mucho tiempo, en un lugar muy lejano, muy muy
lejano, habitaba una raza de humanos bien avenida y feliz. Aquellas mujeres y hombres vivían en plena coordinación, era un mundo de funcionarios, en el cual, todos tenían una función. Sin distinción de sexos todos trabajaban y se divertían de forma ordenada, todos tenían comida en su plato y agua en su vaso. Quizás era una sociedad monótona e insulsa, pero con el frío cada uno tenía su fuego en su hogar y su techo bajo el que encenderlo. Nadie pasaba hambre ni sed ni frío, ni uno solo de aquellos habitantes de tan singular lugar era mejor que los demás, nadie podría diferenciarlos salvo por sus características físicas, las cuales tampoco eran escandalosamente diferentes entre unos y otros. Aquella sociedad disfrutaba plenamente de la igualdad con igual suerte, de su sólida e inalienable rigidez. Los trabajadores no trabajaban ni un solo segundo más de lo que debían, a su vez, los que en ese momento no trabajaban por que libraban, disfrutaban de los conciertos de música, del cine, del deporte, de la playa, y de cualquier cosa en la que otros funcionarios trabajaban para ellos. Los actores en una función eran buenos o malos pero hacían su trabajo, los escritores que escribían las obras interpretadas eran buenos o malos pero hacían su trabajo, los deportistas igualmente buenos o malos hacían su trabajo, todos trabajaban en común. Hasta los espectadores eran obligados por orden alfabético a llenar cada teatro y cada estadio de fútbol, con el fin de que todo funcionara de forma uniforme,
pues era intolerable que mientras unos funcionarios se esforzaban en escribir obras y otros en representarlas, nadie fuera a verlos. Que los corredores, nadadores, lanzadores o pilotos no tuvieran el respaldo de sus congéneres era inconcebible. Y así, los que sobresalían en dotes de una u otra índole, igual interpretaban un papel en una película que meses después eran publico obligado a ver su propia película. Los mejores pilotos tenían que animar desde la grada a otros peores en circuitos de carreras, en pistas de tenis o en estadios de futbol. Todo diseñado para que la igualdad fuera un sueño posible en la
más justa de las sociedades humanamente concebida. Nadie se planteo cambiar nada, al fin y al cabo unas
veces eras el rey del trampolín y otras andabas descargando o conduciendo camiones. Nadie se quejaba pues la queja era motivo de exclusión y la exclusión era el principal motivo de mortandad. Pero, llegados a este punto, donde las inflexibles normas se confrontaban con la lógica, se rompió el equilibrio. Unos miles de humanos se separaron de la vulgar mayoría, decidieron ser actores y solo eso, ser deportistas y solo eso, decidieron especializarse en lo que sabían hacer y se les daba bien. Resueltos los problemas al ser demasiados, los dejaron hacer lo que sin duda era una vocación más que una especialización, los resultados eran teatros llenos de sus entusiastas seguidores, campos de golf y de fútbol abarrotados de enfervorecidos fans, que deseaban ver a los mejores sobre sus motos en circuitos y nadando en piscinas olímpicas, deseosos de oír las voces y
H
“LA DESILUSIÓN ES LA HERMANA FEA DE LA
INOCENCIA”
A p e r f e c t l i f e (miranda)
composiciones prodigiosas de gente preparada para dar el espectáculo que nunca habían tenido placer de disfrutar, pues eran obligados a aplaudir obras de teatro funestas y a deportistas que no asombraban ni tan siquiera por error. El fin de aquella época de pan para todos parecía abocada al fracaso, se hundían sobre sus cimientos las bases de la igualdad, dando paso a la especialización y al espectáculo, también llamado, circo. La gente, en sus trabajos, quizás no era feliz y soñaban con ser grandes jugadores de fútbol y ganar el dinero que ellos ganaban, pero era feliz comprando su entrada para disfrutar todos los fines de semana de sus ídolos, que al ganar para su equipo, les hacían participes de su deseo de vencer, sus sueños de pertenecer a algo que aunque lejano, fuera los más parecido a triunfar en algo que sabían, nunca lo harían por sus propios medios. Finalmente, aquella sociedad perfecta se truncó, se dividió entre los que deseaban ser actores, deportistas, músicos, escritores, escultores o pintores y tras eso, se subdividió entre los que querían ser biólogos, médicos, astrónomos, matemáticos o físicos, y a su vez otra subdivisión de ayudantes de, asistentes de, consejeros de. División tras división, la sociedad se fue transformando, cada uno tenía un talento y lo explotaba a su gusto. Los actores iban a las pistas de tenis a ver a sus ídolos de la raqueta, los tenistas contemplaban a sus equipos de fútbol favoritos, los futbolistas admiraban a los matemáticos, los matemáticos reían con sus humoristas predilectos, los humoristas
disfrutaban con las películas de sus directores fetiche y todos, todos, se contagiaban unos de otros avanzando de una forma menos igualitaria y uniforme pero hacia adelante, que es como se suele avanzar. El mundo descrito al principio se colapsó, no era posible oír canciones malísimas y aplaudir por el bien común, era normal ver al mejor cantante del mundo en una ventanilla sellando permisos de conducir, o estar al lado del actor protagonista de una película casi buena, sujetando una linterna para que te acomodases en la butaca del cine. Todo tiene un porqué, o casi todo, porque todos queremos tener las mismas oportunidades y si no somos suficientemente buenos, no nos gusta lo que vemos y preferimos
ignorarlo. Si naciste para martillo, del cielo te caen los clavos. Todos tenemos una particularidad que
nos hace diferentes, que nos podría hacer los mejores o uno de los mejores en ello, pero nadie lo sabe, nadie te dice que solo sirves para echar gasolina en un coche, que lo único que haces bien es callarte para que te hagan fotos en bañador o hacer fotos en bañador a los demás. El talento, como su nombre indica “ta lento… mú lento” y es imposible acertar, e igual de imposible ser feliz haciendo hamburguesas o comiéndolas si no sabes disfrutar de ello. Aquel mundo lleno de utópicas situaciones se especializó y pasó a ser, más o menos, lo que somos a día de hoy. Una sociedad que idolatra a otros que hacen lo que nosotros quisiéramos hacer, por una ínfima parte de su sueldo, sabiendo, que nadie pagaría por vernos en una película, en un deporte, en cualquier otro arte… incluso tirando de una
“LA INOCENCIA ES LA HERMANA TONTA DE
LA REALIDAD”
palanca en una fábrica de pelotas de colores, nos hace feliz algo que no pertenece a nuestros sueños y sin embargo, los cumple. Y poco a poco, sin querer cambiar, nos aceptamos, o más bien nos adaptamos, hacemos un hueco a nuestro alrededor, como un perro que se tumba a placer, agachamos las orejas y cerramos los ojos, contentos porque nuestro equipo de fútbol o de baloncesto ha ganado la liga, porque nuestro ídolo ha cantado para nosotros y otros tres mil más esa noche en un concierto, porque hemos visto de lejos a un actor semi‐conocido de una serie. Y cuando el día se cierra sin que tu equipo gane, sin ninguna alegría ajena que echarse a la boca, te das cuenta de algo tan tonto que cuando estas contento no ves, que simplifica todo. Llegas a una conclusión y sabes que:
La desilusión es la hermana fea de la inocencia. Y la inocencia, la hermana tonta de la realidad.
Quizás, esa noche no duermas bien, pero sabes, que tarde o temprano, irás al concierto que no pudiste ir, verás la película en la que no quedaban entradas, y tu equipo, volverá a ganar.
Amén hermanos, utopía ha muerto, larga vida a la realidad.
Algún día, alguien dirá que las caretas son solo para ladrones y actores feos, que la mentira es más fea que las verdades que ocultamos. Eso sí, reitero la maría del Hobbit, me hace sentirme tan bien como mal, tan triunfador... como lo que soy. (mi careta es una cabrona que no perdona) Espero te guste y le encuentres sentido.
(miranda)
Cuanto nos cuesta quitarnos la careta,
cuántas mentiras envueltas en verdades a medias.
Decir sí, se convierte en no sé.
Decir no, en estoy seguro de no
saber. Camuflamos, nuestro
mundo avergonzándonos por las
dudas, haciendo creer a todos
que sabemos lo que queremos, lo
que sentimos sin ocultarlo pues
no nos hace falta. El miedo a no
encajar, acumulando miedo a
decir la verdad, arrastrando los
días uno tras otro, poniendo
caras a lo que no queremos y
aceptamos, poniendo nombres a
lo que creemos y amamos, dando
la espalda a nuestros principios
porque creemos que mientras
crecemos, ellos crecen otro
tanto, y nos enseñan la verdad
que ignoramos, conduciéndonos
con su luz hacia lo que antes
estaba oscuro debido a la
ignorancia con que
inconscientemente lo rodeamos.
Yo, querría vivir siempre donde
mi mundo tenía centro, ser
protagonista de mi mundo
perfecto, cuando te ame con
tantas fuerzas que me quede
vacío por dentro, y tú, primorosa
como la primera flor tras el
invierno, me dejabas chupar de
tus pechos la sal de la vida que
sabían a puro cielo. No se me cae
la cara al suelo, no rechazo ni
reniego de mis sentimientos, y no
lo entiendo, si me confundí por
qué pagar por ello, si toqué la luz
con mis jóvenes dedos, cuando
mi mente estaba en blanco como
el pergamino que dejé de rellenar
al dejarme tirado en mi sueño.
Cuanto nos cuesta quitarnos la careta,
cuántas mentiras envueltas en verdades a medias.
Parece ser que nuestro castigo,
consiste en avanzar pese a todo
lo que nos parece bien o mal, a
que todo lo que empieza tiene
que tener un final. Los locos
inconformistas son solo eso,
desdichados que no aceptan el
destino que según les viene
incomoda su acomodada vida, su
programada existencia donde
nada sale mal, donde todo sale
bien hasta que buscas salida, y el
arrepentimiento, maldito
orgulloso que no acepta el
rechazo, en su temor, termina
devolviéndote a la locura de
pensar que todo, todo lo pasado
fue mejor.
Si tuviera por castigo la máquina
del tiempo en mi poder, no sabría
que hacer, me pegué tanto la
máscara de la indiferencia, la
pose del “me da igual”, el “ya
pasó…” que me convertí en
fanático de mi existencia
conviviendo con la mentira a
medias, con la verdad enterrada
entre risas. Me transformé de ser
un gusano en un capullo, lié tanto
mi vida para olvidar lo que sin
liarlo nunca sería olvidado, que
cuando salí de mi interior no me
di cuenta, que lo que lloro y lo
que río se hicieron río, en ola sin
playa donde romper, en más
mentiras donde esconder mis
delirios.
Cuanto nos cuesta quitarnos la careta,
cuántas mentiras envueltas en verdades a medias.
"Aquel momento le pareció eterno. Una gota de agua cristalina que parecía caer a cámara lenta explotó en la pantalla de su reloj. Treinta segundos condensados en los recuerdos de toda una vida... treinta segundos para el fin de la vida de todos, treinta segundos para ponerle remedio... "
EL INFORME DE LA MINORÍA
(Homenaje a Philip K. Dick)
"Aquel momento le pareció eterno. Una gota de agua cristalina que parecía caer a cámara lenta explotó en la pantalla de su reloj. Treinta segundos condensados en los recuerdos de toda una vida... treinta segundos para el fin de la vida de todos, treinta segundos para ponerle remedio... " Pero... ¿y si estaban equivocados?, ¿y si hubiera otra forma de remediarlo?... Las dudas asomaron en el momento elegido para cambiar la historia... Lentamente quitó el seguro de su M40 mejorado... ¿Y si confiar en las predicciones de unos pocos iniciados hace que lo jodamos todo?. No sería la primera vez que se equivocan y, además, un ochenta por ciento de acierto deja muy alta la probabilidad de que la pifien... Las gotas se multiplicaron por doquier al igual que las dudas... A la hora señalada en el reloj, la última víctima del proyecto "Daniel" comenzó su recorrido de treinta segundos... No era su primer trabajo, pero sí el más importante, un magnicidio sólo reservado para los mejores... Se colocó la visera hacia delante y dejó que su cuerpo se relajara. Pero su cabeza no paraba de hacerse preguntas... ¿En realidad todo esto beneficia a la humanidad o sólo a unos pocos? ¿El poder de unos visionarios les da derecho a ser jueces y verdugos...?. Un largo pasillo de medio minuto... ¿y si en ese momento cambia lo que sea que haya decidido y las visiones ya no son de muerte y destrucción...?. Ellos dicen que el futuro siempre en movimiento está. Veinte segundos bajo la lluvia... ¿No sería mejor que el mundo tuviera conocimiento de este secreto...?. ¿Y si yo lo diera a conocer? Sabía que a mediados de los años cincuenta alguien de la organización quiso sacarlo a la luz pública... se encargaron de él a tiempo, y al final todo quedó en la novela corta de un fantasioso escritor de ciencia ficción... Diez segundos y miles de gotas de agua... En el último momento la madre de todas las dudas apareció como un flash en su cabeza... ¿Y si los iniciados videntes hubieran previsto todas mis dudas y tuvieran otros dos tiradores, uno para la víctima y... otro a quinientos metros tras de mí...?. El sonido hueco y silenciado ratificado por una mancha borrosa de color carmesí a seiscientos metros de su mira telescópica le provocó un suspiro de alivio... Más vale prevenir, se dijo...
(Juan Pedro Martínez)
55 (Garven)
46… 47… 48… 49… 50… 51… 52… 53… 54…
05:59:30’’
"Aquel momento le pareció eterno. Una gota de agua cristalina que parecía caer a cámara lenta explotó en la pantalla de su reloj. Treinta segundos condensados en los recuerdos de toda una vida... treinta segundos para el fin de la vida de todos, treinta segundos para ponerle remedio... "
31.- No hay enmienda posible para los capturados. 32.- Ninguna condescendencia. 33.- A nosotros también nos rasparon la misericordia de la piel endurecida 34.- nos rendimos como la retama que dobla el viento; 35.- otros eligieron la lucha y el riesgo de la dignidad. 36.- Se escapa el caracol del saco, 37.- deja allí a sus compañeros y se cree libre paseando por el zulo. 38.- La amanecida llega con dientes de tiburón, 39.- y ahora viene la añoranza del frente. 40.- Debimos pelear como ellos… pero nos acojonamos; 41.- ¿Qué esperabais?, 42.- un pelotón va a sincronizar veinte disparos para reventarnos el pecho. 43.- Hay imágenes reales en blanco y negro de fusilamientos, 44.- todos las vimos alguna vez 45.- caen inminentes y abatidos 46.- pero les dobla el miedo… la muerte llega lenta y desvanecida 47.- como una pastilla efervescente en un vaso de agua. 48.- Si la bala estalla las vértebras, te tumba la paraplejia. 49.- Si atraviesa, certera, tu corazón… no es tan rápido 50.- una hemorragia masiva tarda minutos en vaciarte. 51.- ¿El reloj aún seguirá su pulso en mi hueso enterrado? 52.- No, no lo creo… me lo robarán. 53.- No es fácil saquear a un muerto… sé lo que digo; 54.- el reloj le arderá en las sienes 55.- cuando también se vista de calavera. 56.- El recuerdo del mundo que he conocido… 57.- pienso en ellos y en la fosa preparada. 58.- En mi casa, en los niños y en las mujeres: 59.- pero no es momento para adagios… 06:00:00’’
Achtung! Achtung! gegen die Wand.
Kommt alle. Pebbles!
Last! zielen!
feuern!!!
" Aquel momento le pareció eterno. Una gota de agua cristalina que parecía caer a
cámara lenta explotó en la pantalla de su reloj. Treinta segundos condensados en los
recuerdos de toda una vida... treinta segundos para el fin de la vida de todos, treinta
segundos para ponerle remedio... "
Desperté 7:46h, la suciedad de la urbe apenas dejaba entre ver algo de luz en mi piso
de 20 metros, me despojaba del pijama mientras estiraba mi cuerpo para
desperezarlo. Miré de reojo el reloj, controlando el deseo de lanzarlo contra la pared,
tampoco era culpa suya, solo hacia su horrendo trabajo con precisión horrenda. Mi
cerebro se burlaba de mí, siempre me despertaba 30 segundos antes del desenlace
de aquel absurdo sueño, con el tiempo justo para tomar un café y coger el autobús por
los pelos. La rutina, esa celda que me rodeaba con sus barrotes gruesos como el aire,
con el plano de casa al trabajo impreso a fuego, como si hubiera un surco en ese
camino del cual no podía salir, viviendo el día de la marmota mientras envejecía. Pago
el café y salgo a la calle empapada, el autobús me espera en la parada, salto delante
de él como todos los días para detenerlo pues está cerrando la puerta, saco las
monedas justas y cruzo un gruñido con el conductor que me lo devuelve. Bajo en la
novena parada, aun faltan 30 segundos para fichar, avanzo hacia la puerta rotatoria de
las oficinas, tengo la tarjeta en mis dedos, ¡clink clink! me contesta ella… un momento,
algo está fallando, me doy la vuelta abandonando la tarjeta a su suerte, atravieso el
vestíbulo y de nuevo salgo a la calle. Me marcho.
New York – 11 de Septiembre
08 horas 46 minutos WTC Torre Norte
(miranda)
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