View
216
Download
0
Category
Preview:
DESCRIPTION
Conferencia "EXPERIENCIAS DE AUDIENCIA CREATIVA Y VISITAS SOCIALIZADAS EN EL MUSEU DE LA VIDA RURAL" de Albert Carreras Ballart (Fundac. Carulla). IV Jornada de Museos Locales Museu Valencià d'Etnologia Valencia, 25 de febrero de 2015
Citation preview
EXPERIENCIAS DE AUDIENCIA CREATIVA Y VISITAS SOCIALIZADAS EN EL MUSEU DE LA VIDA RURAL Albert Carreras Ballart
IV Jornada de Museos Locales
Museu Valencià d'Etnologia
Valencia, 25 de febrero de 2015
El Museu de la Vida Rural de L'Espluga de Francolí (comarca de la Conca de
Barberà en la provincia de Tarragona) acoge, desde mediados de los años 80,
una colección etnológica intrínsecamente relacionada con una amplio abanico
de características de la vida tradicional en los pueblos de Cataluña y, por
extensión, en una amplia zona del llamado arco mediterráneo. Su acento es una
sociedad rural donde el campesinado fue la piedra angular de todo un tramado
de componentes sociales, económicos y culturales.
El museo, fundado por el empresario Lluís Carulla procedente de una estirpe de
boticarios establecidos desde 1730 en L'Espluga de Francolí, reúne una
colección que se inició a mediados de los años 20 por el mismo Carulla. Ya de su
padre son las primeras fotografías de sus fondos, de finales del siglo XIX
realizadas en colodiones por quizás de los pocos profesionales, los
farmacéuticos, que en un entorno rural, poseían la capacidad de dominar unos
químicos complejos. La familia mostró desde siempre gran aprecio por la vida
tradicional y un gran ojo documentalista y etnológico. El fondo acoge fotografías
muy valiosas de la vida rural de finales del XIX y principios del XX.
De esta derivada surgió el inicio de la colección material, quizás recogida sin un
talante científico en sus primeros años (hablamos de los años 20-40) que se
tradujo, ya a partir de los años 80, con la redacción de un proyecto museológico
realizado por August Panyella entonces director del museo etnológico de
Barcelona y Andreu Morta.
El museo se inauguró en 1989 como museo privado en la casa solariega de la
familia Carulla, totalmente reformada. Mantuvo la misma estructura
museológica durante 20 años con tres secciones etnológicas y una sección local,
básicamente histórica y natural.
A partir de 2004 y hasta 2012, hay un relanzamiento de la función del museo
que comportó una ampliación de las instalaciones, con una inversión
proveniente del mismo mecenazgo privado, en segunda generación, y un
replanteo integral de la colección. Se construyeron 2 edificios nuevos triplicando
su exposición permanente potenciando también las actividades y las acciones de
investigación sobre la temática del museo, creando, por ejemplo, la colección de
libros Museu Vida Rural que hasta la fecha ha publicado cuatro volúmenes de
diferente índole el último de los cuales, "Cada dia és festa" (Cada día es fiesta)
dedicado a las fiestas tradicionales singulares en el marco de los territorios de
habla catalana. Aunque siga siendo un museo local (con un radio de abasto
sobre una población de 20.000 habitantes) la nueva museografía del Museu de
la Vida Rural está planteada en un ámbito mediterráneo.
I, aunque es un museo etnológico, la falta de equipamientos culturales en
nuestro radio de acción nos ha llevado a ofrecer, básicamente a este público
local siempre ampliable, una mayor oferta de contenidos. De esta forma, los
siete espacios destinados a exposiciones temporales del museo, ofrecen una
programación de gran variedad de contenidos: arte, pintura, fotografía y
escultura así como la programación de todo tipo de eventos culturales como
presentaciones de libros, conciertos, debates, jornadas técnicas, etc. En mi
opinión cabe considerar que la función de los museos locales en zonas no urbanas tiene que sobrepasar su temática. Sería una absurdidad que un
museo rural, o etnológico, establecido en medio de una gran capital programara
exposiciones de arte contemporáneo, pero es necesario que se plantee una
apertura de miras cuando a su alrededor, y por naturaleza, no existen ni
existirán centros especializados. El museo local tiene que comprometerse con la cultura general en su propuesta de temporales, abastando un amplio espectro de temáticas sin perder nunca su especialización.
Esta labor es extremadamente compleja sino se poseen fuertes lazos con otras
instituciones y especialistas que, de forma externa, apoyen y den contenidos
sólidos a las propuestas. Pero, de grandes esfuerzos, resultados excelentes. La
variedad de propuestas afianza un público permanente que repite una y otra vez
la visita a la institución. En la variedad está el gusto.
El museo ha hecho una apuesta por conectar con la sociedad. No hacer
solamente una presentación curada del mundo rural antiguo evitando tópicos,
sino ir un paso mas allá creando un puente con el mundo rural actual. La
exposición permanente del Museu de la Vida Rural acaba, cronológicamente,
hoy.
Pero, ¿Cuál es realmente la principal función del Museu de la Vida
Rural? Luchar contra la pérdida de conocimiento. Tras la desaparición
de el último artesano de un oficio, el silencio, y luego el olvido. Vivimos en una
sociedad al borde de la pérdida de conocimiento, un conocimiento forjado
durante siglos, muy especializado, altamente complejo, con un nivel de
sustratos profundos vinculados a un rico pósito cultural. El museo quiere evitar
la fisura del conocimiento cotidiano. Este es nuestro marco de referencia.
1
La ampliación del museo en 2009 y 2012 ha otorgado una actualización en la
forma de presentar la colección a una sociedad que vive un presente en natural desequilibrio entre las personas que conocieron esta forma de vida y los que ya no la han experimentado en primera persona.
De esta balanza en desequilibrio por los tiempos, y en relación a qué puede
aportar el museo a partir de su marco de referencia (evitar la pérdida de
conocimiento), se derivan dos de las líneas de actuación de nuestra institución
que me gustaría presentarles junto a unos ejemplos: las visitas socializadas
por un lado, y la aplicación de conceptos de audiencia creativa nacidos de la
comunicación 2.0 y las redes sociales por el otro.
VISITAS SOCIALIZADAS UN MUSEO SIN VISITAS GUIADAS
Parece una contradicción pero el Museu de la Vida Rural no ofrece visitas
guiadas a su público, exceptuando las visitas a escolares. ¿Cómo un museo
puede menospreciar deliberadamente un acceso a esta información? La
1 El desequilibrio experiencial de los visitantes del MVR
respuesta es que, aprovechando que nuestra temática es de amplio
conocimiento experiencial por la mayor parte del público (aproximadamente los
mayores de 50 años), ofrecemos una visita socializada con sólo poner a
disposición de las personas una colección que actúa como catalizadora de
recuerdos y vivencias, y donde el visitante acaba ofreciendo a su grupo una gran
cantidad de datos que giran en torno su experiencia vital. Socializando la visita,
la experiencia en el museo se convierte en una gozo para la memoria y acaba
evocando grandes momentos vitales y personales. El entusiasmo de compartir
una visita con amigos y familiares, paseando por la memoria no puede
provocarse con una visita guiada donde el guía acaba por capitalizar la acción y
la información evitando esta experiencia afectiva.
Pero, ¿qué pasa si la experiencia del visitante no puede copar los objetos de la
exposición? Aquí pasamos a la segunda parte de nuestra balanza, el público que,
por edad, no ha conocido una sociedad rural tradicional. En el caso de escolares,
sí que es un grupo de guías quien conduce a los pequeños visitantes por este
mundo. Pero cuando podemos mezclar los dos conceptos aparecen
momentos mágicos.
Sirva de ejemplo la experiencia "Vine amb el teu nét" (Ven con tu nieto) que
llevamos en práctica periódicamente y que fomenta una visita intergeneracional
que coloca a abuelos y abuelas como guías del museo y a sus nietos y nietas
como público. Sin necesidad de formación previa, los experimentados guías
tienen a disposición, a parte de las salas del museo, una serie de piezas que son
vivo recuerdo para ellos y a la vez extraños artilugios para los pequeños. De un
objeto a su uso, de su uso a su tiempo, de su tiempo a su sociedad y a los detalles
que aparecen inmediatamente. Los niños descubren un mundo nuevo, los
abuelos se convierten en prescriptores de conocimiento colocándose dónde
siempre debieron estar: en la cima de la sabiduría que ofrece la experiencia.
2
2 Fotografías de la experiencia "Vine amb el teu nét"
AUDIENCIA CREATIVA O CÓMO EL PÚBLICO PUEDE CO-CREAR EN EL MUSEO
Preguntarse, como hemos hecho más arriba, qué puede aportar el museo a la
sociedad es una premisa tradicional en el campo de la museología, pero
preguntémonos también (a lo Kennedy) qué puede aportar la sociedad a los
museos. Cómo el público (o participantes deberíamos decir) puede aportar una
co-creación de contenidos museológicos que reviertan posteriormente en la
misma sociedad. La nueva comunicación 2.0, las redes sociales y la
participación no sólo física en una institución museística abre infinitas puertas a
una nueva etapa en los museos. Además para nosotros, los usuarios de esta
nueva forma comunicativa son, en su gran mayoría, un público que no ha
experimentado en primera persona esta sociedad rural.
La intención de conexión con la sociedad se ha visto trasladada a la relación con
el público. Se están adaptando nuevas ideas de funcionamiento donde el
visitante puede dejar de ser un mero consumidor y convertirse en partícipe de la
experiencia. Tenemos que empezar a ver el público no como individuos estáticos, consumidores o, peor aún, clientes, sino como potenciales dinamizadores de conocimiento, como participantes o colaboradores.
Aplicando conceptos de audiencia creativa no sólo las acciones del museo
irradian hacia el público sino que el público puede aportar también contenidos
al museo. Estas acciones, de las cuales veremos posteriormente unos ejemplos,
están estrechamente relacionadas con las TIC i la presencia de las redes sociales
que solidifican un contacto directo y abierto con las instituciones.
La experiencia socializada se repite, esta vez on-line. La interacción 2.0 con los
museos tiende a la experiencia social, por tanto necesariamente compartida
entre participantes, donde el museo se erige como un recipiente con capacidad
de "construir y compartir", donde una pieza puede generar un conocimiento compartido y donde el individuo puede aportar más valor hasta el punto de convertirse en co-creador. La creación de
exposiciones on-line, por ejemplo, una de las primeras iniciativas después de la
irrupción de Internet, ha ido evolucionando dejando margen al público a
participar con estructuras más populares que académicas sin perder el sentido
científico.
De los pocos estudios sobre esta temática cabe destacar el trabajo de Nina
Simon, directora ejecutiva del Santa Cruz Museum of Art & History de
California. En su publicación The participatory museum (Museum 2.0, 2010)
hace un detallado estudio de diseños participativos en los museos, a partir de
los conceptos de audiencia creativa. El libro puede descargarse de forma
gratuita en esta dirección: http://www.participatorymuseum.org
Simon aborda: ¿Cómo pueden las instituciones poner en marcha técnicas de
participación que vayan más allá de dar voz a los visitantes y conseguir
desarrollar experiencias más valiosas? Si el objetivo es promover el diálogo o la
expresión creativa y el aprendizaje compartido el proceso empieza con una
simple pregunta: ¿qué herramienta o técnica producirá la experiencia
participativa deseada?
Cuando se trata de desarrollar experiencias participativas en las que los
visitantes puedan crear, compartir y conectarse entre sí en torno a contenidos
hace falta aplicar las mismas premisas en los diseños expositivos y de
actividades. La principal diferencia entre las técnicas de diseño tradicionales y
las participativas es la forma en que fluye la información entre instituciones y
usuarios.
En exposiciones y programas tradicionales, la institución ofrece contenido para
que los visitantes lo consuman. Los diseñadores se centran en crear un
contenido consistente y de alta calidad, para que todos los visitantes,
independientemente de sus antecedentes o intereses, reciban una buena
experiencia contrastada.
En cambio, en los proyectos participativos, la institución apoya experiencias con
contenidos multi-direccionales. La institución sirve como una "plataforma" que
conecta los diferentes usuarios que actúan como creadores de contenido,
distribuidores, consumidores, críticos y colaboradores.
3
3 SIMON, NINA: The Participatory Museum (Museum 2.0, 2010)
El crecimiento de las tecnologías de la web social, a mediados de la década de
los 2000 transformó la participación de algo limitado y poco frecuente a algo
posible en cualquier momento, para cualquier persona y en cualquier lugar.
Algunas instituciones culturales respondieron, como lo hicieron algunos
estudios de música y televisión, mediante el bloqueo de su contenido por lo que
no podría ser utilizado de esta manera. Pero a medida que el tiempo ha pasado,
más y más proveedores de contenidos han abierto su material y han invitado a
la gente a crear, compartir y conectarse a su alrededor. Una cosa similar a lo que
ha sucedido con la fotografía en los museos, de una prohibición absoluta en los
años 80 al actual fomento institucional de la fotografía social4.
Bajo esta óptica, el Museu de la Vida Rural, gracias a sus fondos y a su
estructura, tiene la capacidad de generar una experiencia social y de
conocimiento donde la participación del público mejore las propuestas
expositivas. Los retos de esta nueva comunicación tienen algunos peligros a
considerar, uno de ellos es perder la veracidad. Cualquier institución museística
debe velar por su veracidad ya que es considerada como fuente de confianza y la
posesión de esta connotación sigue haciendo inclinar el público hacia
propuestas procedentes de instituciones avaladas. De ahí el término de co-
creación, donde la segunda parte de la acción tiene que ser comisariada por
personal especializado.
Los boletines han dejado paso a las redes sociales, donde el usuario participa y
corrige si es necesario. El Museu de la Vida Rural tiene abiertos perfiles en una
serie de redes sociales, aunque es preciso considerar la estrategia a seguir. No
podemos aventurarnos en todos los caminos porqué abandonar la interacción
en una red social es una desconsideración a sus usuarios. Por tanto es preciso
saber cuáles son las plataformas que podemos abarcar de forma competente.
Así tenemos un publico on-line, un audiencia que consume contenidos
museísticos virtuales que puede actuar de público tradicional (como receptor de
contenidos) o puede interactuar de forma participativa porque tiene a su
disposición las herramientas.
En esta página les muestro un ejemplo muy puntual de una acción en base a la
audiencia creativa. Es simplemente la fotografía de una de las piezas del museo,
colgada en nuestra página de facebook, y una pregunta: "¿Saben como se llama
esta pieza?". La pregunta tenía cierta trampa, de antemano sabíamos que la
pieza recibe diferentes nombres según la geografía, pero ni mucho menos
podríamos imaginar la cantidad de denominaciones que el público aportó.
Podríamos decir que la ficha de documentación de esta pieza fue redactada por
4 SIMON, NINA: The Participatory Museum (Museum 2.0, 2010)
más de 40 personas gracias a su voluntad participativa. La foto fue visualizada
723 veces, y apreciada (con el conocido "me gusta") 35 veces. Este público
podría ser el convencional: un total de 758 personas visitaron la exposición
virtual de la pieza. Pero las 24 personas que comentaron sobre la denominación
de la pieza formarían parte del público creativo, al cual agradecemos
enormemente su aportación. Por cierto, la herramienta es para la cosecha de
aceitunas; nombres locales (en catalán): grapes, arpa, arpeta, rascle, rasclet,
rascador, urpa, urpes, escarrador... según denominaciones locales.
5
Otro de los proyectos realizados con un alto índice de participación del público
es el llamado Fotoscòpia, un proyecto de recuperación fotográfica e histórica.
Creado por el Museu de la Vida Rural y con alma participativa su objetivo es
dar visibilidad a los fondos fotográficos rurales, valorar las colecciones
particulares de fotografía familiar y crear un red de información que favorezca
el conocimiento que emana de la fotografía. Un proyecto que se enmarca con un
proceso, de largo alcance, de patrimonialización de imágenes que lleva a cabo el
Museu de la Vida Rural. Está pensado de forma participativa para que
cualquier persona pueda aportar cualquier fotografía histórica comprendida
entre finales del siglo XIX y finales del XX.
El proyecto trabaja principalmente contra la aplicación Historypin y se soporta
también sobre flickr y otras redes sociales.
En este punto querría apuntar algún dato importante sobre los soportes a
terceros. La aplicación del 2.0 y las redes sociales tiene diferentes puntos
negros, por denominarlos de algún modo. Uno de los más peligrosos es la
5 Fotografía en la página de facebook del MVR: http://on.fb.me/1wu7a3f
dependencia de un tercero (facebook, google, yahoo, twitter...), del cual no
sabemos cómo se comportará en un futuro. O sea es necesario no dejar la
información o la creación únicamente en un servidor indeterminado y del que
no tenemos ninguna seguridad.
Pero la dependencia de terceros, o el uso de terceros, tiene también puntos muy
positivos, como el hecho de poder utilizar plataformas muy robustas con
mínimas inversiones, o utilizar las plataformas de éxito, donde está realmente el
público. Hoy puede ser facebook, mañana otra novedad. En cambio la creación
de herramientas propias requiere inversiones muy grandes, dónde puede que el
público no acuda, y de complejo mantenimiento a lo largo del tiempo.
Actualmente las mayores inversiones en la creación de herramientas
tecnológicas destinadas a los museos son las apps para dispositivos móviles que
están sustituyendo las clásicas audioguías y que próximamente aún aumentaran
los servicios con sistemas de geolocalización interna en el museo y el envío de
información relacionada.
Volviendo a Fotoscòpia. El proyecto usa dos de estas plataforma a terceros. Por
un lado el conocido almacén fotográfico de flickr y, por el otro, y menos
conocido, el sistema británico Historypin.
Historypin permite situar en el espacio-tiempo (virtual) una fotografía
histórica. Podemos situar sobre un mapa dónde fue tomada la imagen y,
utilizando otra subordinada de servicio a terceros (en este caso Google maps y
Google street viewer) situarla también encima de la perspectiva fotográfica
actual. Con unos pocos clicks tenemos una fotografía situada, catalogada, y en
los motores de búsqueda, no sólo geográficos sino también cronológicos. Son las
fotografías de los participantes del museo las que aportan el contenido al
proyecto, el museo actúa de plataforma y de comisario seleccionando las
propuestas. Ya sabemos que nadie se desprendería de una foto familiar antigua,
pero su imagen, la imagen digital de esa fotografía, puede ser de gran valor para
la historia de una comunidad.
Finalizando ya mi intervención sólo querría apuntarles que todo lo que acaben
de oír es nuevo, rabiosamente nuevo y, más aún, mañana habrá algo más nuevo.
Que es responsabilidad de las instituciones correr ciertos riesgos en proyectos
novedosos. Que unas veces resultará de gran éxito y otras veces no funcionará,
pero que estamos viviendo una revolución digital a todos los niveles.
A los museos no tiene que asustarnos un fracaso ante la incertidumbre de las
plataformas digitales, lo que tiene que asustarnos es quedarnos solos con
nuestras colecciones, preguntemos a nuestro público como puede participar,
preguntémonos cómo podemos hacer que participen en el conocimiento que
emana de nuestras instituciones.
Muchas gracias por su atención.
Albert Carreras Ballart
Febrero de 2015
@albert_carreras
acarreras@museuvidarural.cat
@museuvidarural
www.museuvidarural.cat
@fundaciocarulla
www.fundaciocarulla.cat
Recommended