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Manual de Buenas Prácticas para el uso de lenguaje que promueva la igualdad de género. Madrid, junio de 2015.
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Avda. Rafael Alberti, 4 28038 Madrid
913807370 fcm@fundacioncarlosmartin.com
1. JUSTIFICACIÓN
El sexismo en el lenguaje, es una de las manifestaciones más claras de trato no
igualitario entre mujeres y hombres en la sociedad. Por eso, la sensibilidad y la
adecuación de formas lingüísticas, han ido a la par de los cambios sociales en el papel
de las mujeres y de los hombres en la sociedad, cambios que tienden a un trato cada
vez más equilibrado y justo, aunque todavía queda mucho camino por recorrer. No
podemos olvidar que una parte de la sociedad, utilizando distintas expresiones y
justificaciones, entiende esta cuestión del lenguaje como algo innecesario.
Y sin embargo no podemos olvidar que el lenguaje está en estrecha relación con
nuestro pensamiento, el lenguaje nombra la realidad, a través del lenguaje se
transmite el pensamiento que la interpreta, el lenguaje tiene la capacidad de crearla o
de recrearla, de modelarla. En definitiva, el lenguaje es el instrumento con el que
cincelamos la realidad, es la herramienta definitiva con la que podemos construir una
sociedad justa e igualitaria para todos los seres humanos, hombres y mujeres, o por el
contrario y como históricamente ha venido sucediendo, el lenguaje tiene la capacidad,
de crear barreras, de apartar, de humillar, de generar profundas y dolorosas
desigualdades.
Dado que el lenguaje es sin duda la herramienta básica que nos permite a los seres
humanos expresar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y las percepciones
que nos produce el mundo que nos rodea, su evolución histórica y social condiciona en
gran medida nuestro desarrollo como personas y nuestra visión del mundo, esta es la
grave consecuencia de un lenguaje sexista, expresión de ideas, pensamientos y
sentimientos sexistas que tanto dolor han provocado.
Para caminar hacia la igualdad, necesitamos un lenguaje que ni oculte ni denigre a las
mujeres, esto es imprescindible. No es una moda pasajera. No es una cuestión menor.
En un universo lingüístico, lo que no se nombra no existe y nuestro universo, nuestra
realidad es lingüística, la construimos con palabras. Se hace pues necesario un uso del
lenguaje liberador, uno de los aspectos más importantes en la lucha por la igualdad
real entre hombres y mujeres pasa por poner fin al uso sexista del lenguaje, que no
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sólo refleja la desigualdad. Porque lo cierto es que en el día a día se siguen asignando
roles y comportamientos diferentes a hombres y mujeres, algo que el lenguaje refleja
fielmente y que, como elemento clave que es en la construcción e interpretación de
nuestros pensamientos, influye negativamente en el avance de la igualdad de
oportunidades.
2. OBJETIVO DEL MANUAL DE BUENAS PRÁCTICAS
El sexismo lingüístico es el uso discriminatorio del lenguaje que se hace por razón de
sexo. Tal y como considera la lingüista Eulalia Lledó “el lenguaje no es sexista en sí
mismo, sí lo es su utilización. Si se utiliza correctamente también puede contribuir a la
igualdad y a la visibilización de la mujer” (UNED, Oficina de Igualdad).
La finalidad de este manual es la de dar pautas para evitar un uso sexista del
lenguaje y resolver dudas aportando expresiones no sexistas; de esta manera se
dispone de un instrumento de consulta y se homogeiniza el estilo de expresiones,
comunicaciones, interlocuciones o textos, que se desarrollan o surgen, tanto en la
propia Organización como fuera de la misma.
Este objetivo se plantea como proceso, es necesario un cambio profundo y real, no
artificial y rápido, ello obliga a sentar bases para desarrollar progresivamente actitudes
en el conjunto de participantes de la Organización, que generen un cambio real.
El sistema lingüístico del castellano ofrece posibilidades para que no se produzca
discriminación sexual en su uso. Existen múltiples recursos lingüísticos que no
requieren desdoblar continuamente las expresiones (que es lo que la mayoría entiende
como solución al sexismo del lenguaje); se trata de utilizar estrategias y recursos que
posee nuestra lengua y que no faltan ni a la gramática, ni contravienen el principio de
economía del lenguaje, sino todo lo contrario, ya que la mayoría se caracterizan,
precisamente, por su brevedad. No podemos olvidar que el principio fundamental del
lenguaje es que la comunicación sea efectiva, por lo que, en el peor de los casos,
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siempre será preferible usar un término más a que el mensaje resulte equívoco y/o
sexista.
3. LENGUAJE NO SEXISTA Y ACTITUD
“Utilizar un lenguaje igualitario y no excluyente permite visibilizar a las mujeres,
rompiendo con estereotipos y prejuicios sexistas; por todo ello, es necesario modificar
el enfoque androcéntrico de las expresiones, nombrando correctamente a mujeres y
hombres “(UNED, Oficina de Igualdad).
Esta reflexión intenta potenciar lo que parecería evidente toda vez que, el lenguaje
igualitario se utiliza si se desea, es decir, el lenguaje en sí mismo no es excluyente o
inclusivo, pues el lenguaje depende de la idea, la concepción, la actitud del
interlocutor. Cierto es que un lenguaje igualitario, como señala la cita del
encabezamiento, es no excluyente y permite visibilizar a la mujeres fuera de los
estereotipos y prejuicios sexistas, esto es cierto, pero para el uso del lenguaje de esta
manera es necesaria un actitud de respeto, de consideración, de puesta en valor de la
mujer, un actitud que evite radicalmente la no inclusión.
Cuando entendemos que la mujer tiene su propio espacio plenamente incorporado a
la sociedad, empezamos a utilizar el lenguaje de manera no sexista e inclusiva. No
olvidemos que el lenguaje es puro reflejo de nuestro pensamiento, de nuestra manera
de entender las cosas, de nuestra puesta en valor de determinadas realidades, y por
supuesto, de nuestros sentimientos que necesitan en la previa, armarse frente a la
discriminación y el uso en formato patriarcado de nuestro lenguaje en relación a la
mujer.
La conclusión es evidente, se hace necesaria con carácter previo, la puesta en valor de
la realidad de la mujer, puesta en valor que ha de forma parte de la actitud de todos
frente a esa realidad, descubriendo personal y colectivamente, las consecuencias que
de ello se derivan. Como consecuencia de esta actitud frente a esta realidad, surge el
deseo, la voluntad, la también actitud de usar el lenguaje de una determinada manera,
siendo la no sexista, la igualitaria, en el caso que nos ocupa.
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4. LENGUAJE IGUALITARIO Y NO SEXISTA: BUENAS PRÁCTICAS.
4.1. Criterios fundamentales que definen el marco de una buena práctica.
Es necesario modificar el enfoque androcéntrico de las expresiones,
nombrando correctamente a mujeres y hombres.
Es perfectamente compatible el uso de las normas gramaticales y estilísticas
con el uso no sexista de la lengua.
El uso innecesario o abusivo del masculino genérico ha de desaparecer, por lo
que ha de evitarse su utilización en textos, documentos y otros formatos de
comunicación, oral o escrita.
Será necesario, por una parte, encontrar un equilibrio entre el respeto a la
normativa y la precisión y claridad necesarias en los ámbitos formales, y por
otra parte, una formulación de la realidad en la que las mujeres se presenten
en igualdad de condiciones con los hombres, como personas activas y visibles.
Es fundamental:
Respetar las normas gramaticales,
Velar por la economía lingüística y no introducir formas excesivamente
complejas o de difícil lectura o expresión,
No alterar el significado del texto al utilizar las alternativas.
Tener en cuenta la coherencia de las soluciones adoptadas a lo largo de
todo el texto.
Se trata de encontrar expresiones respetuosas con el distinto sexo de
las personas a las que nos referirnos, adecuadas a un contexto
determinado y que no dificulten la legibilidad del texto por un exceso de
complejidad o una vulneración flagrante de las convenciones
gramaticales.
Cuando redactemos un texto se deben tener en cuenta los géneros
gramaticales, en especial, cuando se hace referencia a personas concretas,
pero también cuando se apela a personas indeterminadas, a las que
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identificaremos, sobre todo, con formas genéricas o desdobladas. No obstante,
es necesario tener en cuenta siempre el contexto y el marco textual, ya que no
en todos los casos es adecuado el uso de cualquier alternativa.
Desde un punto de vista exclusivamente gramatical, el uso del masculino
genérico en singular y en plural para designar a todos los individuos de una
especie no suele presentar objeciones. No obstante, el uso sistemático del
masculino genérico en el texto o en el discurso puede resultar inapropiado, ya
que oculta la presencia de mujeres, sostiene y mantiene la ambigüedad
referencial y, ocasionalmente, indica un uso sexista del lenguaje en muchos
contextos.
4.2. Propuestas prácticas.
A continuación planteamos propuestas prácticas, consensuadas de manera
mayoritaria, que orientarán el lenguaje en todos los formatos de comunicación,
evitando expresiones sexistas que atenten contra la igualdad de género:
Para sustituir el masculino genérico se emplearán términos colectivos,
abstractos o vocablos no marcados, perífrasis (expresión de más de una palabra que a
menudo puede ser expresada con una sola. Ejemplo: “cuerpo esférico que produce alegría,
alberga esperanzas y despierta pasiones” en lugar de referirse simplemente a
una pelota o balón), especialmente la de ciertas formas verbales o metonimias
(cambio semántico por el cual se designa una cosa o idea con el nombre de otra, sirviéndose de
alguna relación semántica existente entre ambas. Ejemplo: Se comió dos platos, se refiere a
comerse el contenido de dos platos). Cuando no produce ambigüedad, se puede
omitir la referencia directa o bien utilizar infinitivos o pronombres.
Se utilizarán las denominaciones de cargos, profesiones y titulaciones en
femenino cuando se refieran a una mujer y en masculino en el caso de los
hombres, mediante el morfema de género y/o el artículo. Cuando su uso se
haga en plural, se evitará la utilización del genérico masculino.
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En los casos en los que el texto u otra forma de expresión se refiera a quien
posee la titularidad de una entidad, área o institución, el lenguaje se adecuará
al masculino o al femenino en función de si se trata de un hombre o una mujer.
Es importante recordar que la lengua castellana tiene marca de género por lo
que los cargos ocupados por mujeres deben recogerse en femenino.
Los documentos administrativos deben dirigirse a la ciudadanía con fórmulas
que nombren específicamente a las mujeres cuando se conoce su sexo. Cuando
se desconoce quién será la persona destinataria, se usarán fórmulas que
engloben a ambos sexos, evitando el uso del masculino genérico.
El uso de dobletes mediante barras queda limitado a los formularios de
carácter abierto y a determinados encabezamientos, no utilizándose en ningún
caso en otro tipo de redactados.
No es recomendable el uso de la @, que no es un signo lingüístico, sobre todo
teniendo en cuenta la variedad de recursos que ofrece la lengua para evitar un
uso no sexista del lenguaje.
Tradicionalmente, el género masculino precede siempre al femenino cuando
hay mención expresa de ambos sexos. Se propone por ello que el masculino no
siempre se anteponga al femenino, de modo que este último también pueda
aparecer en primer lugar, o que se alterne con el masculino.
La ambigüedad en la interpretación de una palabra, que puede entenderse
como exclusivamente masculina o como genérica (valida tanto para el
masculino como para el femenino), que es lo que se conoce como masculino
genérico: Todos los hombres son iguales ante la ley.
La invisibilizacion de las mujeres, es decir, su desaparición como sujetos del
discurso: Todos los auxiliares han sido convocados a las pruebas de promoción
interna.
Uso de pronombres y determinantes sin marca de género.- Conviene evitar el
uso de él, los, aquel o aquellos seguido del relativo; para ello puede utilizarse
quien, quienes, etc.
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Ejemplo:
El abajo firmante declara haber realizado la comisión de servicio ordenada.
Propuesta de uso:
Quien abajo firma declara haber realizado la comisión de servicio ordenada.
Uso de las barras.- Este recurso es muy habitual en la Administración y su
finalidad es la de ahorrar espacio en el documento administrativo como
impresos, instancias, formularios, etc. Al utilizar artículos precediendo al
nombre aquéllos también deben aparecer en forma de barras para garantizar la
concordancia gramatical.
Ejemplo:
El interesado/a.
Propuesta de uso:
El/la Interesado/a.
En los casos de sustantivos cuyo morfema de género es el artículo, se incluirán
las dos formas del artículo. No es recomendable su uso en textos amplios, ya
que una barra es fácil de distinguir, pero cuando son varias, es preferible la
doble forma completa.
Ejemplo de sustantivos:
Del representante
Propuesta de uso:
Del/ de la representante.
El orden de las palabras.- Tal y como se menciona en las reglas de uso del
lenguaje no sexista, se observa en multitud de documentos y comunicaciones,
que el género masculino precede siempre al femenino cuando hay mención
expresa de ambos sexos, lo que establece una relación de jerarquía inexistente.
Se propone por ello que el masculino no siempre se anteponga al femenino, de
modo que este último también puede aparecer en primer lugar, o bien que se
alterne con el masculino.
Eludir el sujeto.- Se puede omitir la referencia directa al sujeto sin que ello afecte
al mensaje ni provoque ambigüedad, recurriendo a varios procedimientos para
reformular la frase
Ejemplo:
El solicitante deberá cumplimentar el impreso
Propuesta de uso:
Se cumplimentará el impreso.
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Cumplimentar el impreso.
Impreso para cumplimentar.
Anteponer la palabra “persona” a la posible expresión sexista o discriminatoria.
Ejemplo:
Discapacitado o discapacitada. Los interesados.
Propuesta de uso:
Persona con discapacidad. Las personas interesadas.
5. Conclusiones.
Compromiso de la FCM.
Esta guía de Buenas Prácticas, incorporada al Plan de Igualdad desarrollado por
la FCM, es una de las expresiones más importante del compromiso histórico
que la Fundación ha tenido con la igualdad y la no discriminación por sexo u
otras circunstancias. Su puesta en marcha, sin duda marca un hito en este
proceso sin vuelta a tras, a favor de la igualdad entre hombres y mujeres, toda
vez que no sólo es necesario el compromiso y la práctica; sin duda, se hace
imprescindible la configuración de un marco de trabajo, compartido, difundido,
expresado y abierto a la mejora, generar herramientas como este Manual,
consolidan el compromiso y la práctica.
Esto no se acaba aquí.
Como no puede ser de otra forma y dado el evidente compromiso con la
Calidad a todos los niveles, expresada en el sistema EFQM con el que cuenta la
Fundación, este Manual queda a vierto a un proceso de mejora, de
profundización, de ampliación o de revisión, en base a la práctica de todas las
trabajadoras y todos los trabajadores de la Fundación. El trabajo conjunto entre
la Dirección, los representantes de los trabajadores y los distintos equipos
conformados para la actividad del día a día, irán marcando la pauta de ese
imprescindible proceso de mejora que este Manual implica.
La igualdad, compromiso de todos.
Por último y como es obvio, el Plan de Igualdad en el que se enmarca este
Manual, carecerá de fuerza, de legitimidad, si no hay un compromiso colectivo
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de todas las personas implicadas en la actividad de la Organización, desde el
Presidente y su Patronato, hasta el último de los contratados o contratadas. Un
compromiso de personas con discapacidad y sin discapacidad, con perspectiva
interna y externa, en relación con las familias, las administraciones, las
empresas u otras Organizaciones Sociales,…, el compromiso pues, ha de ser de
todos y todas.
6. Bibliografía.
Marta Concepción AYALA CASTRO, Susana GUERRERO SALAZAR, Antonia María MEDINA GUERRA: Manual de lenguaje administrativo no sexista. Asociación de Estudios Históricos Sobre la Mujer (Universidad de Málaga), Ayuntamiento de Málaga, 2002. Briz, Antonio (coord.) et alii (2011). Guía de comunicación no sexista, Madrid. Instituto Cervantes. Mª Ángeles CALERO FERNÁNDEZ. Sexismo lingüístico. Análisis y propuestas ante la discriminación sexual en el lenguaje. Madrid. Narcea, 1999. Pilar CAREAGA CASTRILLO: El Libro del buen hablar. Un apuesta por un lenguaje no sexista. Madrid, Fundación Mujeres, 2002. Aguas Vivas CATALA GONZÁLEZ y Enriqueta GARCIA PACUAL. Ideología sexista y lenguaje. Galaxia-Octaedro, Valencia, 2001. Marta Dolores FERNÁNDEZ DE LA TORRE MADUEÑO; Ana María MEDINA GUERRA; Lidia TAILLEFER DE HAYA: El sexismo en el lenguaje. Tomos I y II. Málaga, Servicio de publicaciones de la Diputación de Málaga, Málaga, 1999. Carmen LAVIÑA. Guía de lenguaje no sexista en la comunicación. Dime cómo hablas...y te diré cómo piensas. Madrid, Federación de Mujeres Progresistas, 2002. Carlos LOMAS. “Mujer y publicidad: de la diferencia ala desigualdad”, en Lomas, C. y et alt. ¿Iguales o diferentes? Barcelona, Paidós, 1999. UNESCO. Guidelines on non-sexist language. (Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje). París, Servicio de Lenguas y Documentos de UNESCO, 1991. Ana VARGAS, Eulalia LLEDÓ, Mercedes BENGOECHEA, Mercedes MEDIAVILLA, Isabel RUBIO, Aurora MARCO, Carmen ALARIO. Lo femenino y lo masculino en el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española.
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