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Sabemos que la vocación no es un “donprivado”, destinado a permanecer en losconfines individuales. Por su naturalezadebe expandirse y “explotar” en un himnode Alegría Pascual, de gratitud en elEspíritu del Magnificat. (cfr C.4). Escondición para que nuestras Comunidadessean generadoras de Vida, despertandoaquella frescura mornesina que la hace serrica de fecundidad vocacional; es elmilagro del “vino nuevo” para la alegríade todos.

¿Cómo no reconocer en el anhelo de tantaspersonas el deseo de gustar lo esencial de este“camino” para descubrir que la alegría tieneun nombre, un rostro: el Amor de Diospresente en la historia de la humanidad y encada persona con la ternura que solo El sabedar con plena gratuidad y fidelidad?Es un “pacto de Amor” que llena las jornadasde luz, de alegría, también cuando la tristeza,las dudas, las pruebas de la vida y los posiblesfracasos tienden a ponerlo en la sombra y adebilitarlo.

Es en estos momentos en los queresplandece más viva la dimensión delMisterio Pascual que es la fuente de laverdadera alegría, de la felicidadauténtica, que se irradia en nuestravida de Consagradas hasta llegar alcorazón de tantos jóvenes y suscitarpreguntas sobre el “por qué” de tantaalegría.

No es fácil hoy hablar de alegría,testimoniar que es posible ser feliz enun tiempo en el que, a menudo,prevalece la cultura de la tristeza, delmiedo, de la muerte; donde enmuchas realidades hay una“desertificación” espiritual fruto delproyecto de sociedad que se quiereconstruir sin Dios o que destruye laspropias raíces cristianas.

Es propiamente en los desiertosde la sociedad donde puedenmanifestarse los signos de la “sedde Dios”. Por esto hay necesidadde personas que saben sembraresperanza, de “personas ánforaspara dar de beber a los otros”

“Quitar la sed con el agua de laEsperanza quiere decir: hacer brotaren abundancia la Alegría”. Alegría yEsperanza, elementos fundamentalesde la Espiritualidad Salesiana no sepueden separar nunca, porqueprovienen de una única certeza: elAmor de Dios que acompaña, estápresente, “hace arder el corazón conel Fuego que genera Vida y Vida enabundancia”

La Alegría nace del encuentro conJesús Resucitado, de la certeza queÉl nos ha amado hasta dar la Vidapor nosotros. Si nos falta Él, nadatiene sentido.

La Alegría no es un sentimientoefímero, superficial si no un “habitointerior” que madura en unaprofunda Vida de Fe, en unaintensa experiencia de Oración,dejándonos tocar del Espíritu deDios que habla cuando encuentracorazones disponibles a la escucha.

Os pido que le déis el mejortiempo de vuestra jornadaa la meditación cotidianade la Palabra de Dios, a laEucaristía como acción degracias, fuente y culmen denuestra oración.

La Alegría supone una experienciade encuentro; es acogida, confianza,escucha, humildad, paciencia,apertura de corazón para dejarsehabitar por Dios y por los otros,teniendo presente que la verdaderaComunión se construye en el ser conlos otros.

Humanizar también el ritmo denuestras jornadas para vivir cadaencuentro como experiencia de Fiestay de Alegría aunque advertimos elpeso de los problemas que nospreocupan. Un rostro sereno, sonrientedeja transparentar la Alegría de Dios,la belleza de ser convocadas para unamisión que nos hace “signo y expresiónde su Amor”

Estas son las Comunidades vientresfecundos de nuevas vocaciones, comorepetimos cada día en la oración porel CG XXIV. Cuando Jesús está alCentro se respira el Evangelio de laCaridad, la Alegría aparece como elmás creíble mensaje vocacional.

Son muchas las Comunidades queprogresivamente descubren el secretode la felicidad auténtica, encontrandola fuente en el Amor de Dios. Tengotambién el conocimiento que elindividualismo, y el activismo sontodavía insidias reales que puedendebilitar la Alegría de nuestro ser FMAcon la consecuente dificultad detestimoniarla.

Ciertas amarguras, tristezas ydesilusiones por “la escasez devocaciones” deben dejar el puesto auna toma de conciencia radical delos valores que os he asignado. Osinvito a una serena y decididaevaluación personal y comunitariapara renovar, si fuera necesario, lafidelidad a Jesús y la Alegría depertenecerle.

Debemos amar nuestra Vocación, ser felices de serviral Señor con Alegría. Es un Don que no podemostenerlo para nosotras. Irradiar la alegría de lavocación es una forma de Evangelización a la cualtodos estamos llamados. Es una modalidad dedejarnos invadir del Espíritu del Magnificat, del climade las Bienaventuranzas característica de nuestraEspiritualidad. Somos mujeres que caminamos sobreesta maravillosa vía para hacer resplandecer labelleza del Amor del Padre en un mundo sediento deinfinito

Dejemos que en nosotras surjan estos interrogantes:¿Tengo la conciencia de que soy llamada a ser“Persona-Ánfora” disponible a derramar en elambiente la Alegría de la vocación en la gratuidad yen el Espíritu del Magnificat, porque me sientoinmensamente amada de Dios?¿Soy consciente que la debo dar ante todo a los máscercanos: las Hermanas, los jóvenes y otras personasque esperan gestos de humanidad, de Caridadfraterna en un diálogo abierto, de confianza, derespeto y estima, contando con la diversidad de cadauna?

Nos viene presentada María como discípula quecamina en la Fe y que tiene el valor de ayudar al“sueño de Dios.” Nos invita a ser con Ella discípulas y afiarnos de Jesús repitiendo: “Haced todo lo que El osdirá.”Es interesante preguntarnos: ¿Qué quiere decirnos hoyJesús para ser capaces de permanecer en la Alegría dela llamada y contagiarla a las jóvenes?

En este tiempo de preparación al 150° dela Fundación del Instituto pienso que nospida mayor atención a las indicacionescotidianas del Espíritu Santo que hacenuestras Comunidades “generadoras deVida Nueva”.Somos depositarias de una rica herenciacarismática que tenemos no solo quecustodiar, sino hacerla crecer parairradiar la fecundidad a nivel eclesial ysocial.

Es una hora histórica para vivir conMaría y ser con Ella “auxiliadoras” de laVida, custodias de la Alegría y de laEsperanza de los jóvenes.Hay una gran sensibilidad entre las FMAy los laicos para despertar de nuevo laalegría en el corazón de los jóvenes enun tiempo donde casi no se sientencomprendidos, escuchados, amados,valorados.

Hay un empeño en construir una“cultura vocacional” como “caminopara el encuentro”, donde cadapersona expresa su vocación con laAlegría de la identidad específicapara la realización de la misióncomún; donde los jóvenes sonacompañados para descubrir eldesignio de Dios sobre ellos quetiene como punto de llegada lafelicidad.

En Valdocco y en Mornés el clima deAlegría Salesiana era de “Casa” yresultaba una invitación irresistible acompartir la experiencia de seguir a Jesúscon radicalidad. Recordemos las sencillasy atrayentes expresiones: “Nosotroshacemos consistir la santidad en estarmuy alegres” (Domingo Savio).“Uno solo es mi deseo; veros felices en eltiempo y en la eternidad” (D. Bosco)

A una joven novicia M. Mazzarello le escribe:“Valor y siempre una gran Alegría; es este elsigno de un corazón que ama mucho alSeñor”. Para ella Alegría es expresión de Amor.Quien ama no puede sino estar alegre.Nuestros Fundadores han sido “buscadores” y“promotores” de la Felicidad de los jóvenes.Con una aguda intuición pedagógica hansabido hacer experimentar a los jóvenes elgusto de la Alegría como punto de partidapara llegar a la santidad.

M. Mazzarello en una espléndida síntesisentre Consagración y Misión vigila paraque toda relación sea expresión dedulzura, de Alegría. El suyo es un“corazón de madre” que habla alcorazón de las muchachas y de lasHermanas con profunda humanidad.

Sueño Comunidades acogedoras,alegres, capaces de compartir losvalores de la Vida con los jóvenes,prontas a caminar con ellos. “Losjóvenes esperan que lespropongamos estilos de Vidaauténticamente evangélicos ycaminos de iniciación a losgrandes valores de la Vidahumana y cristiana”.

Hay un camino que lleva a laFelicidad: es el que Jesús ofrece a todosy no podemos permitir que algunoresulte excluído: la Felicidad es underecho de todos. La Carta Apostólicaque el Papa ha escrito a los jóvenes y atodo el Pueblo de Dios, después delSínodo, abre horizontes a los mismosjóvenes que viven en un mundo encrisis.

Quien es llamado a ser padre, pastory guía de los jóvenes, debe tener lamirada atenta para “individualizarla pequeña llama que arde, la cañaque parece quebrarse pero quetodavía no se ha quebrado. Es lacapacidad de reconocer caminosdonde otros no ven sino muros ypeligros. Así es la mirada de DiosPadre, capaz de alimentar y hacergerminar el bien por todas partes.

El corazón de los jóvenes por tanto debe ser considerado “Tierra Santa”, portadora de semillas de Vida Divina, delante a la cual debemos “quitarnos las sandalias” para podernos acercar y profundizar el Misterio.

Caminar con los jóvenes requiere uncomportamiento nuevo: Saber mirarloscon la misma mirada de D. Bosco y M.Mazzarello. Nuestros Fundadores hanescrutado con Amor el corazón de losjóvenes, descubriendo en todos, aún enlos más difíciles, rebeldes, indiferentes, lobueno, lo bello las potencialidadesescondidas hasta transformar “Vidasheridas” en personas realizadas yacompañarlos a la cumbre de lasantidad.

Debemos creer que este “milagro” dellevar a los jóvenes a la cumbre de lasantidad es posible también hoy. No esuna utopía, sino optimismo realistacaracterística irrenunciable de nuestraespiritualidad. ¿No es acaso un valorque debe ser reconquistado para hacerbrillar de Alegría y de certezas nuestroobrar y nuestras opciones por losjóvenes y con los jóvenes?

Podemos ejercitar nuestra miradapara que sea como la de Jesús: unamirada de confianza que ve lopositivo, que da ánimo, que descubrelos retoños de Vida Nueva en losgestos simples de la Vida.

Nos estamos preparando al CG XXIVinvolucrando las Comunidades Educativas,laicos, jóvenes y la realidad eclesial y social.Somos conscientes que vivimos tiempos deprecariedad pero el Señor no nos dejará faltarlos signos de su Amor si trabajamos en sinergiapara dejarnos conquistar por CristoResucitado, con un Amor auténtico hacia losjóvenes que se nos han confiado, cercanos ylejanos, aquellos en situaciones de pobreza yde disgusto por varias razones.

Me auguro que en todos hayauna fuerte voluntad de ser“buscadores” y “promotores” deFelicidad con el valor deanunciar a los jóvenes que“Cristo vive” Él es nuestraesperanza y “la más bellajuventud de este mundo”.

Todo lo que Él toca se vuelve joven,resulta nuevo, se llena de Vida. Es unrecorrido que fascina pero al mismotiempo nos llena de pavor. Dejemos queel grito de los jóvenes toque enprofundidad nuestro corazón y hagamosde nuestras jornadas una “respuesta” asus aspiraciones más profundas.

Os propongo una estrategiaoperativa para la animaciónvocacional: intensificar Laoración personal y comunitariapor las vocaciones y eltestimonio alegre de laFidelidad a la Llamada deJesús vivida en Comunidad y enla misión con los jóvenes.

Le confío a Ella, Madre de losjóvenes, las Comunidades paraque las haga “vientres fecundosde nuevas vocaciones” y enseñe atodas a derramar “el vino buenode la Alegría” para que en la“Fiesta de las Bodas” los jóvenespuedan ser los privilegiados, losmás cercanos y amados por Jesús

Es bello pensar que María se dirige acada uno de los jóvenes y le susurra:“Haced lo que Jesús os dirá”.La bendición del Señor inunde deAlegría nuestra vida y nos ayude aalegrarnos por cada signo de VidaNueva que continuamente germinaen nosotros y al rededor nuestro.

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