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Revista digital de pensamiento político, económico y social. Nº14 Enero 2016. Edita Cánovas Fundación.
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Nº 14 Enero 2016
nº
14
Ene
201
6
2 digital Cánovas
Edita: Cánovas Fundación
Presidente
Joaquín L. Ramírez Rodríguez
Secretario General
Miguel Ángel Ruiz Ortiz
Digital Cánovas
ISSN: 2255-5900
Nº14. Málaga. Enero 2016
Dirección
Francisco M. Castillo Medina
Diseño y Maquetación
Rosa López Campos
NOTA: Cánovas Fundación no comparte necesariamente las opiniones expresadas por los diferentes autores.
revista@canovasfundacion.com
www.canovasfundacion.com
@CanovasFundac
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ÍNDICE
¡Cuánto os hemos echado
de menos!
Joaquín L. Ramírez 4
Postureo
Salvador Merino 6
¿La generación más preparada
de la historia?
Jaime Urcelay 8
La gobernalidad de España:
¿reto o debate?
Alfredo Crespo 10
Sobre la estrategia de la UE
con Rusia
Antonio Díaz Santos 12
¿Me podría poner una de cultura
democrática, por favor? El camino
tras las Elecciones Generales
Pablo Sánchez Molina 16
Behind the scenes:
Islamic terrorism
Eduardo de Torres 18
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Ene
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4 digital Cánovas
¡Cuánto os hemos echado de menos!
por Joaquín L. Ramírez
@JoaquinRamirez
El término Sefarad, de incierta y
remota identificación, aparece en el Libro
Profético de Abdías (1:20), y es como en
hebreo clásico y en el actual se conoce a
España.
El lunes 30 de noviembre de 2015
tuvo lugar un acto histórico, un día para
recordar. Con motivo de la puesta en
marcha aplicación de la Ley 12/2015 en
materia de concesión de nacionalidad
española a los sefardíes, aprobada el 11de
junio de 2015, la Casa Real celebró un
emotivo acto conmemorativo en el Palacio
de Oriente.
Tras el decreto de expulsión de
1492 redactado por Torquemada (en
realidad fueron varios edictos, Castilla,
Aragón, Navarra -1498- y también Portugal
-1497-), comenzó un larguísimo ciclo que
sin duda se ha cerrado definitivamente en
el Palacio Real. Allí el Rey, el 30-N, no solo
le dio el definitivo carpetazo, sino que en
un extraordinario y sentido discurso acabó
resaltando en los sefarditas –agradecido-
“su amor por esta patria española”.
La presencia judía en España,
según muchos investigadores, data de
antes de nuestra era (concretamente tras
la destrucción del Templo en el 586 a.C.).
Según otros, su huella documental
probada viene recogida en la “carta a los
romanos” de San Pablo hacia el año 58
después de Cristo. Ello pone de manifiesto
sin duda alguna que los judíos llamaron a
ésta “su patria” hace más de dos mil años
y con poderosos argumentos. A los judíos
españoles se les expulsó con la salvedad
de aquellos que optasen por convertirse al
Cristianismo. Los Reyes, entre cuyos
hombres de confianza había más judíos,
conversos o no, que de cualquier otro
grupo, acabaron por allanarse a las
presiones de Torquemada y otros que
perseguían lograr la unidad de fe,
profundamente influenciados por el
principio “cuius regio, eius religió” (los
súbditos deben profesar la misma religión
que su príncipe). Los precedentes estaban
en el entorno, Inglaterra expulsó a los
judíos en 1290, Francia en 1394, Viena
1421, Linz y Colonia 1424, Augsburgo
1439, Baviera 1442, Perugia 1485, Vicenza
1486, 1488 Parma, Milán y Luca 1489, etc.
Posteriormente Sicilia en 1493, Florencia
1494 o Provenza en 1498. Claro que
ninguno de estos reinos, estados o
ciudades, era Sefarad. Y es que sólo los
sefarditas guardaron el recuerdo, el idioma
y la lealtad a su patria de origen durante
cientos de años, pues su vínculo era de
otra dimensión, un vínculo al que la
injusticia o la ignorancia del hermano
expulsado no fueron capaces de romper ni
de sumir en el olvido.
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Con la expulsión de los judíos de
España –de Sefarad- se puso fin a una
situación original en la Europa cristiana, la
de una nación que consiente la presencia
de comunidades religiosas distintas, con lo
que volvió a ser un país como los demás.
En la época la Universidad de París felicitó
a España por haber llevado a cabo “un
acto de buen gobierno”. Una opinión que
compartieron los considerados mejores
espíritus de entonces (Maquiavelo,
Guicciardini, Pico della Mirandola y otros
muchos). En fin, aquel episodio tan
doloroso fue la consecuencia del clima de
racismo que se vivía en la sociedad
cristiana de aquellos tiempos.
Se cifran entre 50.000 y 350.000 los
expulsados, aunque últimamente los
estudios sitúan entre 70.000 y 100.000 los
que finalmente marcharon de su tierra. Y
llevaron consigo la llave de su casa de
Toledo, Lucena, León, o Gerona, y durante
tantos años hablaron y transmitieron a sus
hijos su lengua, el ladino o judeoespañol,
un fósil lingüístico más próximo al
castellano del Quijote que al español
actual. El ladino ha pervivido en
comunidades judías de Israel, Turquía,
Bosnia y Herzegovina, Grecia, Macedonia,
Bulgaria o Marruecos. En el norte de África
se dio un bello dialecto –la haketía-,
mezcla de ladino con palabras hebreas y
árabes.
En la primera planta del Palacio de
Oriente los invitados, muchos de ellos
judíos venidos de comunidades de toda
España, incluso de México y Colombia,
respiraban y transmitían que se trataba de
una cita entrañable e histórica. Los
intervinientes, el ministro Catalá –uno de
los máximos responsables materiales de la
Ley-, Isaac Querub -presidente de la
Federación de las Comunidades Judías de
España-, Eli Cohen –joven malagueño que
habló en nombre de los nacidos en
España, hijos y nietos de los retornados– y
el Rey Felipe, hicieron discursos de un alto
nivel de rigor y emotividad.
Una jornada luminosa en la que
como claramente explicó el Rey Felipe, “no
es un privilegio frecuente escribir nuevas y
positivas páginas de la historia, pero con
este acto y esta ley todos los aquí
presentes sentimos que ésta es una de
esas oportunidades”. Finalmente, tras
agradecer a los sefarditas por haber hecho
prevalecer “el amor sobre el rencor”, su
lealtad y el hecho de haber guardado como
un preciado tesoro la lengua que hablaban
sus antepasados, el judeoespañol o
“djudezmo”, así como las costumbres,
añadió: “¡cuánto os hemos echado de
menos!”
Joaquín L. Ramírez es Abogado,
Senador y Presidente de Cánovas Fundación.
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Postureo
por Salvador Merino
@smerinocordoba
Hay algunos términos populares que definen con gracia e ironía el comportamiento humano, y uno de ellos es el “postureo”. La primera vez que escuché hablar de él, lo utilizaban unos amigos sevillanos para definir a aquellas personas que se paseaban a diario por la Feria de Abril, impecablemente vestidos y engalanados, pero sin gastar un euro, para que todo el mundo los viera. Sin duda podríamos considerarlo como una forma de comunicación no verbal, adaptable a cualquier individuo, y muy adecuada para estos tiempos donde, expresar libremente las opiniones, puede llegar a ser incluso contraproducente. Como diría el propio Arthur Schnitzler, médico y dramaturgo austriaco: “Si se te ocurre alguna vez criticar a un colectivo, siempre serán sus peores representantes los que se den por aludidos y, para disimular, te acusarán de calumniar precisamente a aquellos en los que no pensabas al formular tu juicio”.
Quizás los postureos más curiosos
que hemos podido observar últimamente se están produciendo en la sempiterna política catalana. Ya comenzaron en la noche electoral de las elecciones catalanas, en la sede de Junts pel Sí. Cuando los datos se acercaban al 80% del recuento, salió el equipo de candidatos. Todo el mundo esperaba que el discurso lo diera el cabeza de lista, como es habitual, pero nada de eso ocurrió. El quinto en
dicha lista, Oriol Junqueras, tomó la palabra y reclamó la inmediata declaración de independencia. Seguidamente el cuarto, Artur Mas, indicó que Cataluña había votado que sí, mientras aparecía en pantalla el resultado que decía claramente que no. Y cuando ya se aproximaba la desconexión le cedieron la palabra a un arrinconado Raúl Romeva, el cual acababa de descubrir quién mandaba realmente en ese maremágnum de partidos y cuan poco importante era lo que tuviera que decir. Posteriormente se le ha tratado de dar un poquito de cariño, haciéndolo miembro de la comisión de negociación con el CUP, especialmente cuando parecía que todo se venía abajo. ¿Nadie le recordará nunca a Romeva que, con un resultado similar, el líder independentista escocés Alex Salmond había presentado en la noche electoral su dimisión irrevocable?
Menos mal que hay opciones políticas que ya no basan el discurso en tanto postureo, sino en las ideas y programas, como requiere una democracia moderna. Así, Ciudadanos logró un importante éxito en las autonómicas catalanas aunque posteriormente disminuyó sus expectativas nacionales, pero en ese camino atrajo un gran porcentaje de votantes del PP e hizo desaparecer a Unió. Mientras tanto el propio Pablo Iglesias ha logrado una importante presencia a nivel nacional y no tuvo reparos en las autonómicas catalanas de tachar sus resultados de inadecuados y de un gran fracaso para su partido. Cuanto se echa de menos que los políticos, si los resultados son malos o empeoran a los esperados, sepan reconocerlos y no se esfuercen en tratar de maquillarlos con mucho baile y desenfreno, que para todo hay una edad.
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Otra forma más avanzada de postureo podría ser el clásico doble postureo, que se produce cuando un político quiere ser gobierno y oposición al unísono. Lo vemos actualmente en las negociaciones para el gobierno de España por parte del Partido Socialista. Cada día que Pedro Sánchez quiere ser presidente de gobierno (es decir, todos los días) algunos líderes o lideresas correligionarios le recuerdan que ha perdido las elecciones. Si obedece e indica que ha perdido las elecciones entonces le reprochan que no está asumiendo su responsabilidad y que debe tratar de negociar con habilidad. Y, para colmo, cuando trata de negociar empiezan a ponerle limitaciones sorprendentes: a su derecha ni agua y a su izquierda que ni se le ocurra. Realmente uno se pregunta hasta donde llega la paciencia de algunos por tal de lograr un cargo.
Los que están disfrutando con todos estos postureos son, evidentemente, los partidos que han obtenido una mínima representación parlamentaria en el Congreso de los Diputados. Ellos nunca pudieron soñar la trascendencia que tendría un pequeño número de escaños en estas titánicas negociaciones. Si es difícil negociar con un solo contrincante, imaginémonos con ocho a la vez, donde todos sospechan del de al lado y se niegan a dar su apoyo por menos precio que los demás. Y si además uno de ellos está dispuesto a cualquier cosa por tal de lograr el sillón de Ferraz, desmontar el socialismo español y cambiarlo definitivamente por el bolivarismo venezolano, la batalla está servida. Por eso sorprende que las voces más autorizadas dentro del otrora partido de gobierno estén denunciando esta desenfrenada carrera hacia ninguna parte.
La inadecuada visita a Portugal, para contactar con un partido socialista que crece en votos mientras el nuestro no deja de perderlos a espuertas, ha sido el culmen del despropósito. Hubiera sido preferible visitar Alemania o Francia, que cuentan con gobiernos donde participa o gobierna la socialdemocracia mediante pactos con los conservadores y donde sus progresos económicos son mucho más adecuados para nosotros que los de un país rescatado como Portugal.
Evidentemente el postureo tiene su lugar de honor en las campañas electorales. Sin querer llegar al pesimismo extremo del dirigente ruso Nikita Jrushchov cuando decía que “los políticos son siempre lo mismo. Prometen construir un puente aunque no haya río”, hay que resaltar que parece algo ridículo ese querer estar en todas las fotos, aunque sea para no decir nada, o esa publicidad engañosa en gigantescos carteles de las obras que se van a realizar y que, pasado el tiempo, el único avance visible es el deterioro del propio cartel. Por ello y con cierta ironía, para detectar cuando una labor política es adecuada o una campaña sincera, solo tenemos que calcular el número de cargos a los que se está dispuesto a renunciar, restarle el número de familiares a los que se quiere colocar y, si el resultado es negativo, eso es…postureo.
Salvador Merino Córdoba es Doctor en Matemática Aplicada de la Universidad de
Málaga y Profesor Tutor de Matemáticas de la
UNED.
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¿La generación más preparada
de la historia?
por Jaime Urcelay
El pasado mes de noviembre asistí
en Málaga a la final del IV Torneo de
Debate Universitario, impecablemente
organizado por ese modelo de
responsabilidad cívica y vocación de
servicio que es Cánovas Fundación.
Esta experiencia me ha permitido
conocer de primera mano la práctica de
las escuelas de debate, afortunadamente
cada vez más extendidas en las
universidades españolas y con una
incipiente presencia también en el
bachillerato.
Y la verdad es que después de ver
a los dos equipos finalistas argumentar y
contra argumentar tan brillantemente, en el
contexto de seriedad y respeto marcado
por las reglas de este tipo de torneos, no
pude menos que confirmar la fértil siembra
de estas iniciativas.
Reflexionando ahora sobre esta
reciente vivencia me vienen a la cabeza
otras dos ideas, creo que muy conectadas.
La primera ha sido muy reiterada en
los últimos tiempos y se la oí, nuevamente,
a algunas de las autoridades que hicieron
uso de la palabra en la jornada
malagueña: “estamos ante la generación
más preparada de nuestra historia”.
Sintiéndolo mucho y
abstrayéndome ahora de la indudable
excelencia de los estudiantes que
participaron en el referido campeonato
malagueño, discrepo cordialmente con ese
juicio sobre la actual generación de
jóvenes. Y es que, con carácter general, no
es eso lo que verifico alrededor ni lo que se
desprende de los informes más solventes
sobre los resultados del sistema educativo
español o la sociología de la juventud
española.
Otra cosa es que estemos ante la
generación que, en algunos aspectos no
poco decisivos, más oportunidades tiene
para ser la más preparada y que hay
muchos jóvenes españoles que están
sabiendo aprovecharlo. Ahí sí podemos
ponernos de acuerdo.
De la resistencia a la regeneración
La segunda idea tiene que ver con
la responsabilidad moral que la nueva
generación tiene ante la profunda crisis
actual de España, paralela a la que sufre la
Europa más occidental.
Tengo la impresión de que están
cayendo derribados los últimos diques que
podían frenar la invasión de los nuevos
bárbaros del relativismo, la plutocracia, el
laicismo y los ídolos de la ideología de
género en el territorio de esta España
fragmentada, corrupta y cansada, sin
orgullo y sin proyecto nacional.
La legislatura de Rajoy no puede
haber resultado, en esta perspectiva, más
desoladora en cualquier nivel en el que nos
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situemos: el político, desde luego, pero
también el de la sociedad civil e, incluso, el
eclesiástico, siempre con honrosas
excepciones.
Ante un panorama así nada puede
justificar el abandono de la resistencia.
Pero una cosa es el deber moral de resistir
al mal, con todas nuestras fuerzas, y otra
pensar ingenuamente que, solo
aguantando la embestida contra los últimos
restos de España y del humanismo
cristiano en el espacio público, podemos
cambiar el curso de unas tendencias
culturales y políticas impuestas, de forma
implacable, por poderosísimas fuerzas
globales.
Sí, hace falta mucho más que
resistir. La regeneración de España, en lo
que humanamente podemos calcular y
dejando siempre la última palabra al Señor
de la Historia, solo llegará por una
profunda renovación.
Renovación tanto de la
comprensión de nuestra realidad
comunitaria como de las propuestas que,
nacidas de la dignidad inviolable de todo
ser humano, promueven el bien común y la
justicia como bases y razón de ser de la
sociedad política.
Una renovación que afectará
también al lenguaje, los argumentos y los
medios a utilizar en la acción cívico-política
y que va a exigir un esfuerzo de
creatividad en la búsqueda de soluciones a
problemas nuevos, en un contexto de
profundos y rápidos cambios.
Misión generacional
Este es, a mi juicio, el gran desafío
y es aquí donde enlazo otra vez con la
calificada como “generación más
preparada de nuestra historia” y la
experiencia del Torneo de Debate
Universitario. Porque esta generación es
imprescindible para la colosal misión a la
que acabo de referirme. Es ley de vida. De
ahí la importancia de que tome conciencia
de su papel generacional,
comprometiéndose a fondo con él.
Que se prepare aprovechando las
inmensas oportunidades que brinda el
mundo globalizado de hoy, formándose en
conocimientos y habilidades, pero también
cultivando el espíritu y las virtudes que
permiten descubrir el sentido auténtico de
la existencia, para vivir y servir desde él.
Y de ahí, asimismo, la necesidad de
que otros, aspirantes a seguir siendo
jóvenes de alma pero con la experiencia
que solo dan los años vividos, nos
empeñemos seriamente en la movilización,
orientación y formación de los jóvenes en
la Verdad y el Bien. ¿Hay acaso otro
camino?
Jaime Urcelay Alonso es Licenciado
en Derecho por la UAM y PDG por el IESE, Profesor y consultor de Recursos Humanos y
Organización y Miembro de Profesionales por
la Ética.
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10 digital Cánovas
La gobernalidad de España:
¿reto o debate?
por Alfredo Crespo
Tal y como se preveía, los
resultados de las pasadas elecciones
generales de 20 de diciembre celebradas
en España no arrojaron un vencedor claro
y susceptible de formar gobierno en el
corto plazo. Por el contrario, se hizo
tangible la aparición en el Congreso de los
Diputados de una serie de formaciones de
nuevo cuño, como PODEMOS y
Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía.
Ambas ocuparon el espacio que, en
principio, habría podido corresponder a
otras de mayor tradición, especialmente
Izquierda Unida (IU) y Unión Progreso y
Democracia (UPyD).
Al respecto, esta última no logró
diputado alguno, invirtiendo así una
notable trayectoria que había tenido en las
pasadas elecciones europeas (2014) uno
de sus momentos álgidos. La controversia
suscitada alrededor de su liderazgo y de
los posibles pactos con otros partidos, ha
influido notablemente en la percepción de
un electorado que le ha negado su
confianza.
Con respecto a las formaciones que
representan al nacionalismo periférico, el
Partido Nacionalista Vasco (PNV) mostró
continuidad, no así Democracia, Libertad y
Cataluña, “marca” con la que concurrió
Convergencia Democrática de Cataluña
(CDC), previa ruptura con su socio de Unió
Democrática de Cataluña (UDC). Esta
última parece abocada a un carácter
residual, sin capacidad para influir ni en la
política catalana ni, mucho menos, en la
española.
En efecto, CIU ha sido la primera
víctima de su órdago independentista
lanzado, bajo diferentes denominaciones, a
partir de 2012. El procés ha erosionado
hasta destruirlo, el pegamento que
mantenía unidos a convergentes y
democristianos, al mismo tiempo que ha
estimulado a partidos de naturaleza más
radical, como las CUP o ERC. Esta
afirmación ya se apreció en las elecciones
autonómicas catalanas de 27 de
septiembre de 2015, las cuales, trufadas
de soberanismo, dieron como resultado un
gobierno ciertamente contra-natura que,
como se ha venido observando, apostará
más por la confrontación que por el
diálogo.
Así, en la hoja de ruta del nuevo
ejecutivo catalán, como informó el
Presidente Carles Puigdemont, la ruptura
con España es el objetivo que marcará la
legislatura. El nacionalismo catalán ha
transitado, sin solución de continuidad, de
la “desafección hacia España”, a la
“desconexión de España” para, finalmente,
barajar como única solución la separación
total.
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Esta aspiración menosprecia, como
sinónimo de subestimar, la voluntad de la
mayoría de los catalanes. La fractura social
en Cataluña es ya un hecho consumado
que el nacionalismo catalán no puede
ocultar por más tiempo recurriendo a su
herramienta predilecta, esto es, el
victimismo que apela a un conjunto de
agravios, más supuestos que reales.
En consecuencia, la cuestión
territorial continua siendo la asignatura
pendiente en España y la multiplicación de
conceptos o expresiones tan ambiguas
como polisémicas, como “España
plurinacional” (que sigue la estela marcada
por la no menos mediática y vacua en
cuanto a contenido “España, nación de
naciones”), no ayudará a resolver un puzle
que hace poco más de una década parecía
definitivamente solventado.
En este sentido, la unión entre la
reivindicación permanente del
nacionalismo periférico, en particular el
catalán, y los guiños que el PSOE realizó a
la misma durante los gobiernos de
Rodríguez Zapatero (2004-2011), han
generado un panorama plagado de
interrogantes. Estos difícilmente podrán
esclarecerse con una reforma
constitucional a la que apelan diferentes
sectores (académicos y políticos) guiados
por motivos mayoritariamente antagónicos,
convirtiendo a aquélla en una suerte de
fórmula mágica o bálsamo de fierabrás.
Por tanto, más que reforma de
nuestra Carta Magna, lo que España
precisa es de un gobierno estable capaz
de encarar eficazmente los retos comunes
que afectan a la Nación como un todo y no
un gobierno que dé respuesta sólo a las
exigencias particulares de los territorios. La
primera de las opciones implica visión a
largo plazo, reformas domésticas de
calado, presencia notable en escenarios
como la Unión Europea y consolidar
alianzas en el panorama internacional. Por
el contrario, la segunda alternativa supone
una forma de gobierno clientelar que en
última instancia generará agravios y
multiplicará las diferencias.
Alfredo Crespo Alcázar es Licenciado
en Ciencias de la Información y en Ciencias Políticas, Vicepresidente 2º de ADESyD y autor
de “Cameron. Tras la senda de Churchill y
Tatcher” (Edit. Siníndice, Logroño, 2011).
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12 digital Cánovas
Sobre la estrategia de la Unión Europea
con Rusia
por Antonio Díaz Santos
“Que se joda la UE” (Victoria
Nuland, Secretaria de Estado para Asuntos
Europeos y Euroasiáticos de EE.UU).
Podríamos pasar horas debatiendo
sobre quién fue el iniciador de esta nueva
era de distanciamiento, desconfianza y
tensión en las relaciones entre Estados
Unidos y la Unión Europea con Rusia.
Unos hablarán de la evidente y nada
disimulada intervención occidental en las
llamadas revoluciones de colores. Otros,
en cambio, lo harán de neoimperialismo
ruso en el espacio postsoviético cuyos
pueblos exigen reformas democráticas e
independencia. El caso es que, más allá de
afinidades políticas y debates sobre quién
lanzó la primera piedra, a nivel
internacional se da un proceso de
competencia entre bloques geopolíticos
propio de un sistema que necesita, en
última instancia, expandirse territorialmente
para sostener el desarrollo de sus
economías.
A nadie le debería de sorprender
esta realidad. Así ha sucedido, sucede y,
desgraciadamente, seguirá sucediendo
incluso en el mejor de los mundos. Centros
de poder que compiten por extender su
influencia sobre una periferia que es
moldeada para encajar como una pieza
más en sus respectivos sistemas político-
económicos. Hoy en día, por ejemplo, esa
periferia en disputa entre la UE y Rusia se
llama Ucrania.
La élite rusa entendió que aún
terminada la Guerra Fría no podía
adherirse sin más a occidente si quería
conservar su independencia. Por ello, se
protegió de la interferencia extranjera y
comenzó a construir un espacio de
influencia en el que pudiese imponer sus
propias pautas. Por su parte, Europa
occidental creó un extraordinario espacio
económico común y aprovechando la
debilidad de Rusia se expandió sobre los
antiguos satélites soviéticos del este de
Europa.
Los estrechos vínculos comerciales
marcaron el pragmatismo de unas
relaciones llenas de altibajos por conflictos
como los de Kósovo, Georgia o la continua
expansión de la OTAN. Pero ese
pragmatismo estalló por los aires tras los
acontecimientos de 2013 en Ucrania, pieza
de caza mayor, por la que la UE se ha
embarcado junto a EEUU en una contienda
por separarla de la influencia rusa.
Las formas empleadas, así como
las posteriores medidas en forma de
sanciones económicas que se han
impuesto a Rusia por la invasión de
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Crimea, han dado lugar a críticas por parte
de algunos Estados miembro sobre la
idoneidad de las mismas. Los objetivos de
dichas sanciones distan mucho de ser
alcanzados, incluso comienzan a ser
contraproducentes para nuestra economía.
Este hecho lleva a pensar que la UE está
adoptando una estrategia que conduce a
un escenario incierto y poco coherente con
sus intereses.
Entre la UE y Rusia existe una gran
interdependencia. La UE es el mayor socio
comercial de Rusia, mientras que Rusia es
el tercero para la UE. Los intercambios
comerciales alcanzaron los 652 millones
de euros en 2013. Ambas economías se
complementan gracias al intercambio de
fuentes de energía por productos
manufacturados, bienes de consumo o
servicios financieros. Debido a las
sanciones y contrasanciones una UE en
crisis vio reducidas sus exportaciones a
Rusia en un 17,7% en 2014. El principal
país perjudicado es Alemania, la
locomotora europea, con un descenso de
sus exportaciones en un 22%.
Llaman la atención dos importantes
contradicciones. La primera es que el
efecto negativo de este juego de sanciones
está siendo reducido en la economía rusa,
ya que la principal razón de su crisis viene
derivada del efecto producido por la
reducción del precio del petróleo. Además,
las contrasanciones rusas hacia la UE y
recientemente también a Turquía están
dirigidas a penalizar la importación de
ciertos productos con lo que podría estar
consiguiendo efectos positivos al iniciar
una política de sustitución de
importaciones. La segunda contradicción
de difícil comprensión es que Alemania y el
resto de países europeos con estrechas
relaciones con Rusia sacrifiquen su
comercio exterior y respalden extender las
sanciones en el marco de la UE como
mínimo hasta agosto de 2016.
La importancia de Rusia como
socio comercial no sólo se mide por la
cuantía de las transacciones comerciales
entre ambos mercados sino que también
radica en el valor geoestratégico de sus
suministros energéticos. El hecho de no
disponer de grandes reservas de gas o
petróleo nos llevó a importar desde Rusia
en el año 2013 hasta el 39% del gas
natural, mientras que la factura por
importaciones de crudo y productos
petrolíferos ascendió hasta los 100 mil
millones de euros anuales.
Esta alta dependencia no es la
principal preocupación para nuestra
seguridad de abastecimiento, sino que es
el riesgo ante posibles interrupciones de
suministros que dañen gravemente nuestra
economía. Las diferentes estrategias en
seguridad energética se afanan en reducir
el riesgo que implica a veces la
dependencia externa y que nos puede
situar en una posición de vulnerabilidad,
aunque es necesario mencionar que la
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dependencia no siempre conlleva un
aumento de la vulnerabilidad. Se utiliza
comúnmente el ejemplo de Noruega como
país proveedor externo a la UE con el cual
existe una alta dependencia pero que
pocos de nosotros percibimos como
inseguro para nuestro abastecimiento de
suministros energéticos, todo lo contrario
ocurre con Rusia.
Si echamos un vistazo a los
recientes documentos y acciones llevadas
a cabo por parte de la UE en materia de
seguridad energética vemos como se
redoblan los esfuerzos para disminuir el
peso de Rusia en nuestro abastecimiento
energético. Hasta seis Estados miembro le
tienen como su único proveedor de gas,
mientras que tres de ellos dependen de
Rusia para 1/4 de sus necesidades totales
de energía. También en el sector de las
refinerías existe una gran dependencia.
De esta forma, se entiende como
algo lógico y saludable que por parte de la
UE se estudie la posibilidad de diversificar
proveedores, suministros y rutas de
abastecimiento ante tal concentración de la
oferta pero es inevitable que en el contexto
actual se envíe un mensaje de hostilidad a
Rusia cuando se la califica explícitamente
como un suministrador no fiable. La
percepción de vulnerabilidad ante el
gigante energético es, además, amplificada
por ciertos Estados miembro que actúan
cual lobby anti-ruso en el seno de la UE.
Las viejas rencillas históricas no deberían
invisibilizar una estrecha relación de
interdependencia.
Los ingresos por la venta de
suministros energéticos a Europa
constituye entre el 30-40% del presupuesto
del Estado para Rusia por lo que existe
también un claro interés por su parte en
que nada altere los estratégicos flujos de
suministros. El último de los reveses a este
importante socio se produjo al aplicar la UE
nuevas normas de funcionamiento en el
mercado interno del gas. La consecuencia
fue la cancelación por parte de Gazprom
del proyecto South Stream que hubiese
llevado gas ruso al sudeste europeo. Ante
estas perspectivas, Rusia ha comenzado a
mover ficha y a elaborar una nueva política
exterior a largo plazo que contemple el
debilitamiento de los flujos con Europa y la
búsqueda de nuevos socios estratégicos.
El efecto para la UE puede acabar
siendo un aumento de la vulnerabilidad
energética si las relaciones con nuestro,
hasta ahora, principal suministrador
permanecen tan deterioradas. El retorno
del aumento de la demanda energética
mundial podría comprometer el acceso a
los suministros, especialmente en un
mercado poco fungible como el gasista. Ya
en los últimos dos años Rusia ha firmado
importantes acuerdos para suministrar gas
a China, con el que entraremos en
competencia directa. Además, la búsqueda
de nuevas rutas de suministros desde el
Mar Caspio no dejan de ser aventuras en
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el radio de influencia rusa, donde se siente
especialmente poderosa.
Parece, por tanto, que la estrategia
para solucionar nuestras diferencias con
Rusia no se ajusta a los intereses
europeos, acarreando excesivos efectos
negativos al comercio y la seguridad
energética. Tampoco políticamente genera
el más mínimo efecto positivo. Ni las
sanciones económicas ni las
demostraciones de fuerza por parte de la
OTAN van a repercutir en un cambio de
actitud del gobierno ruso. Es incluso difícil
de creer que nuestros representantes
desconozcan que esas acciones
retroalimentan al régimen político de
Vladimir Putin, apoyado en la construcción
de una narrativa histórica que muestra a
Rusia como una gran potencia ofendida y
rodeada de enemigos. Ante la mayoría de
la sociedad rusa queda legitimada
cualquier acción llevada a cabo en política
exterior.
Toda esta serie de factores hace
pensar que el fantasma de la interferencia
americana sobrevuela la postura de la UE.
La "casualidad" ha llevado a altos cargos
del gobierno estadounidense a suelo
ucraniano y a involucrarse activamente en
un conflicto en principio exclusivamente
europeo. Europa no puede dejar que su
relación con tan importante socio quede en
manos de terceros, más aún teniendo en
cuenta que EEUU arriesga poco o nada.
Sus vínculos comerciales con Rusia no
superan ni siquiera 1/10 del montante
comercial entre rusos y europeos. Además,
en su agenda a corto y medio plazo
aparecen intereses a tener muy en cuenta,
como la firma de un tratado de libre
comercio con la UE o la oportunidad de
reemplazar los suministros energéticos
rusos por los americanos. Las plantas de
licuefacción ya han comenzado construirse
en la costa Este americana, al tiempo que
se firman los primeros contratos de
suministros.
Por ello, deberíamos de exigir a
nuestras autoridades una hoja de ruta
independiente y coherente con nuestros
intereses, apostando por encontrar
espacios de entendimiento mutuo. Aunque
Rusia es un rival geopolítico, es también
un aliado comercial. La conveniencia del
mantenimiento de relaciones mínimamente
cordiales será de vital importancia por
evidentes razones geográficas. Esto no
quiere decir que la UE deje hacer
libremente a Rusia. La presión geopolítica
seguirá ejerciéndose recíprocamente,
aunque debido a condicionamientos
histórico-políticos la más acertada
estrategia pasa por aplicar el famoso soft
power comunitario y no una agresiva
política de contención al estilo americano.
Antonio Díaz Santos es Licenciado en
Geografía y Experto en Seguridad Energética.
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16 digital Cánovas
¿Me podría poner una de cultura
democrática, por favor? El camino tras las Elecciones Generales
por Pablo Sánchez Molina
@PabloSMolina
Momentos difíciles de gestionar en
los que parece que todos los caminos
llevan al mismo precipicio. Situaciones en
las que es necesario hacer uso de ese don
llamado optimismo, a modo de gafas cuya
graduación eliminara de un plumazo la
miopía de la desilusión y permitiera ver con
claridad otro camino, una especie de
pasadizo estrecho y escondido que
debemos recorrer, paso a paso, hasta el
final.
Quizás la política sea, simplemente,
un reflejo de la vida misma: con sus
estados de ánimo, dificultades, decisiones,
esfuerzos y placeres. Quizás lo sean
también las pasadas elecciones del 20 de
diciembre. En ellas se reflejó, en la medida
de lo posible, la posición de la ciudadanía
española. Como es sabido, al ejercer
nuestro derecho al sufragio activo
mediante el voto estamos eligiendo a los
miembros del Parlamento (o Cortes
Generales), esto es, del Congreso de los
Diputados y del Senado a través de dos
procedimientos diferentes y cuya
circunscripción es la provincia. El del
Congreso es proporcional, busca que la
suma de todos los votos tengan su reflejo
en los escaños obtenidos por los diferentes
partidos políticos, aunque no siempre es
así debido a que la fórmula electoral que
configura el sistema D´Hondt se nos
presenta como la menos proporcional entre
las proporcionales (incluyendo otros
factores como la barrera legal del 3%)
mientras que en el Senado es mayoritario,
los que obtengan el mayor número de
votos serán elegidos. En este sentido, son
ciertas las críticas que tildan nuestro
sistema electoral de distar mucho de la
perfección, pero no es tarea fácil generar al
mismo tiempo legitimidad, estabilidad,
representatividad y gobernabilidad.
Una vez electos, los Diputados y
Senadores toman posesión de sus
escaños con la jura o promesa de la
Constitución en el momento de
constitución de las Cortes Generales y,
tras la elección del Presidente del
Congreso, tiene lugar la investidura del
Presidente del Gobierno, en la que solo
participa la Cámara Baja. Dicho
procedimiento aparece recogido en nuestra
Constitución (art. 99) y es desarrollado por
el Reglamento del Congreso. En resumen,
el Rey tras la consulta con los candidatos a
la presidencia propone al Congreso, a
través del Presidente de dicha cámara, al
candidato que, en principio, cuente con
más apoyos. Este, tras la presentación de
su programa político, solicita la confianza
de la cámara que será otorgada por
mayoría absoluta en primera votación o
simple en las sucesivas (si transcurrido dos
meses desde la primera votación ningún
candidato obtuviese la confianza del
Congreso se celebrarán nuevas
elecciones). Una vez investido, el
Presidente del Gobierno escogerá a los
Ministros que conformarán su gabinete.
En las recientes elecciones
generales tuvieron lugar dos situaciones
inéditas que son, a su vez, inversamente
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proporcionales: Desde 1977 hasta 2011
tanto el partido más votado (que en todos
los casos gobernó) como el segundo (que
siempre ha ejercido como principal
oposición, esto es, en ninguna legislatura
ha acordado un pacto de gobierno con el
partido más votado) se habían mantenido
en un rango entre 282 y 323 escaños.
Mientras que el tercer y cuarto partido ha
variado entre 16 y 37. Por el contrario, en
las elecciones de 2015 los dos partidos
que se habían turnado en el poder desde
1982 (PP-PSOE) han obtenido 213
escaños y los otros dos que le siguen
(Podemos-Ciudadanos) han logrado 109
(finalmente, Podemos formará un solo
Grupo Parlamentario junto a sus otras
marcas que, bajo otras denominaciones,
se presentaron en algunas Comunidades
Autónomas). Esta situación se nos brinda
como una posibilidad de demostrar que
nuestra forma de gobierno es capaz de
funcionar en una legislatura con un
Congreso fragmentado en el que podrán
hacerse uso de todos los elementos anejos
a nuestro sistema parlamentario lo que,
previsiblemente, permitirá centralizar el
debate público en torno a las Cortes
Generales dejando de lado las proclamas
como el “no nos representan” o “lo llaman
democracia pero no lo es” surgidas a raíz
del movimiento 15 M.
El sistema parlamentario español
se basa en dos elementos fundamentales
a partir de los cuales se sustenta la
relación entre Gobierno y Parlamento, la
confianza y el control. La confianza la
otorga el Congreso, como ha sido
apuntado, en el momento de la investidura
pero esto no significa que el ejecutivo
cuente con un cheque en blanco para toda
la legislatura sino que la cámara baja
dispone de mecanismos de exigencia de
responsabilidad política del gobierno vía
cuestión de confianza o moción de censura
(arts. 112, 113 y 114 CE). Por otro lado, las
Cortes Generales deben realizar una labor
de control del ejecutivo a través de
diferentes mecanismos: preguntas,
interpelaciones, mociones, etc. En
contraposición a estas facultades, el
Gobierno tiene la capacidad de dictar
normas con rango de ley en caso de
extraordinaria y urgente necesidad, a
través de la figura del Decreto-Ley, así
como de disolver el Parlamento bajo un
criterio de oportunidad política.
Por todo ello, la actual
configuración del Congreso de los
Diputados puede llevar a dos posibles
escenarios antagónicos: la gobernabilidad
o la ingobernabilidad. El primero se
muestra apasionante, un gobierno
dispuesto a dialogar para llegar a acuerdos
junto a un Parlamento centrado en sus dos
principales labores: legislar y controlar la
acción del ejecutivo. Mientras que el
segundo nos llevará a una repetición de los
comicios. El camino que escojan
dependerá de la cultura democrática de
nuestros representantes, en particular, y de
la sociedad española, en general, cultura
que no la podremos pedir como si de un
café se tratase sino que solo podrá
adquirirse al recorrer ese pasadizo
estrecho y escondido, paso a paso, hasta
el final.
Pablo Sánchez Molina es Licenciado en Derecho, Máster en Derecho Constitucional y Becario de Postgrado de “la Caixa”.
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Behind the scenes: Islamic terrorism.
How to think about Spain and its relationship with Islamic terrorism
por Eduardo de Torres
Islamic terrorism’s problem dates
back to the 80s, has known many different
faces and has affected not only western
countries but also many regions including
Middle East, Asia and Africa. Following the
tragic events that took place the night of
the 13th November 2015 in Paris, Islamic
terrorism has become again a major
concern for western democracies.
In the particular case of Spain, there
have been two attacks: “El Descanso”
bombing (1985 – 18 deaths) and “Atocha”
bombing (2004 – 191 deaths). The list
could include also the 2015 attack to the
Spanish embassy in Kabul (Afghanistan),
which resulted in 6 deaths. But what
happens when we look at IS through
statistical glasses? In that case,
mathematics show Islamic terrorism killed
an average of 7.17 people per year during
the period 1985-2015, with a maximum
peak of 191 deaths in 2004. According to
the “Balance Seguridad Vial 2015”, traffic
accidents added up 1,126 deaths in 2015.
To give another example, in summer 2015
Newspaper “El País” published tobacco
consumption was killing about 60,000
people a year in Spain. We can draw two
conclusions from the figures above. The
first one is police and other law
enforcement agencies have proved to be
very effective when it comes to guarantee
national security. The second one is
Spanish citizens are 157 times more likely
to die in a traffic accident than due to
terrorism, or even 8,368 times more likely
to die from tobacco consumption. If lives
are what matters, other problems such as
traffic safety, tobacco or occupational
hazards are much more damaging for
public safety. Having said that, one
question arises: why has the IS become a
big concern despite showing figures much
lower than other problems much less
polemic?
The answer lays on its nature.
Eliminating Islamic terrorism is not
therefore a question of homeland security
but a political matter with a very high
economic cost. It is simply that Spanish
society can accept 60,000 deaths per year
due to legal tobacco but cannot allow a
single death due to terrorism. In fact,
bringing the probability of an attack in
Spain down to zero is virtually impossible
and at the same time would be very
expensive. But one could see international
and local press talking about military
interventions in Syria, a financial embargo
of the IS and more control under UN
supervision. But, one may wonder: is it
really reasonable to think about all these
possibilities?
The first option recommends a
military intervention coordinated by the UN
in Syria. This would be a possibility if the
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five permanent members of the UN
Security Council could agree. We should
keep in mind president Obama’s program
to reach the White House in 2009 included
withdrawing the American troops from
warlike areas (mainly Iraq and Afghanistan)
and that under this situation the Democrats
cannot intensify their military presence in
the region unless the UN approves it, as
otherwise it would have a tremendous
political cost for them. For sure the Russian
are fully aware of the situation and know
that if they exercise their right of veto at the
UN, Russia would remain the only
superpower able to defeat the IS, of course
acquiring geopolitical control in the Middle
East and receiving natural resources as a
payment for assisting al-Asad’s Syrian
government. Then we could have a look at
the EU: the fact the situation in Syria is a
geopolitical opportunity for Russia or the
United States doesn’t mean it is so for
Europe as well. Europe is not a military
superpower and it is unrealistic to think the
EU would successfully compete against
Russia for the military control of the area.
Actually, solving a political problem by
means of a military intervention in Syria not
backed by the UN would be disastrous for
Europe in every sense, idea that doesn’t
contradict the fact that eventually some EU
countries could be interested in sending
military support to the region.
On the other side some journalists
are suggesting a financial embargo to the
Islamic State’s economy and its partners
such as it was the case in Iran or Cuba.
This creates several problems. The global
interconnected economy, the possibilities
of an extensive offshore network of tax
havens, and the complexity of geopolitical
interests around the world make of this one
an extremely inefficient and very costly
measure, at least for the countries blocking
IS economy (and imply a good economic
opportunity for other countries remaining
“neutral”). Actually the best example to
show this inefficiency is the case of the
illegal cocaine industry which, despite
being forbidden in almost every country in
the world and chased by all possible
means including special legislation and
international cooperation agreements, still
remains massive. This way, Islamic
terrorism remains a political problem and
implementing a response based on
financial aspects would certainly not be
effective to eliminate a fuzzy and
incorporeal organization which is scattered
over different countries in three continents
and whose terrorists use homemade
bombs and low budget AK-47. So, if
undertaking military and economic
measures against the IS are not the best
options, what should we do instead? What
measures should the Spanish government
undertake against Islamic terrorism?
Obviously, politics have the key.
Like other EU countries,
Spainshould think about its capabilities and
let international games to others,
subsequently focusing on its national
policy. One suggestion concerns the
education. One of the best things the
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administration could do is investing funds in
education against terrorism, such as it does
against tobacco, alcohol, traffic safety and
other awareness campaigns. Actually a
trained population who have learned how
to identify possible threats, how to behave
when required, and firmly determined to
call the police upon any suspicion or
potential suspect, would incontestably have
the desired effects. Simultaneously, any
awareness campaign multiplies its effect
when it isbackedwith legal provisions,
granting the police more flexibility when it
comes to terrorism. Police should evolve
and increase its elasticity and
responsiveness when it comes to
investigate, search or intervene. But this is
of course something problematic insofaras
it affects the privacy and rights of the
average citizen. What should the Spanish
government do then?
France has pointed out the path to
follow. The first step consists in a
constitutional reform, adapting the
democracy to the needs of an era marked
by international terrorism. This small reform
would consist in minimum amendments
allowing some provisions in case of a
realistic terrorist threat. However in the
particular case of Spain, a constitutional
reform would be a double-edge weapon for
the political party promoting it; for it could
be used by the opposition for pure political
goals. Such reform could be presented as
an attack against freedom and civil and
political rights. This is too much political
risk (especially just before an upcoming
election) when we consider the Popular
Party lost the presidency due to the
Spanish unpopular intervention in Iraq in
the times of president Aznar back in 2004.
So what could the Popular Party do at that
time? As of November 2015 the only thing
they could do was to “test” the chamber.
They suggested an expansion of the
“Antijihadist Pact” in the attempt to identify
what political forces would support them or
not. Unfortunately the reaction wasn’t as
good as they expected, for some left-wing
parties (ERC, IU and Podemos) rejected it
as well as some nationalist forces such as
CDC and the Basque PNV.
Islamic terrorism is a major concern
and a direct threat against Human rights
and western freedom. It is not only a
question of terrorism, but also a question of
symbolism resulting in very different
opinions and ultimately in a big mess.
However we citizens have to remain very
careful when it comes to support one or
another action for it might be a big mistake.
But at the end of the day, we should not
forget this time the question is crystal-clear:
should we minimally restrict our freedom
and rights in order to fight against our
enemy or is it better to remain passive?
“It was during those long and lonely
years that my hunger for the
freedom of my own people became
a hunger for the freedom of all
people, White and Black. I knew as
well as I knew anything that the
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oppressor must be liberated just as
surely as the oppressed. A man
who takes away another man’s
freedom is a prisoner of hatred, he
is locked behind the bars of
prejudice and narrow-mindedness. I
am not truly free if I am taking away
someone else’s freedom, just as
surely as I am not free when my
freedom is taken from me. The
oppressed and the oppressor alike
are robbed of their humanity.
When I walked out of prison, that
was my mission, to liberate the
oppressed and the oppressor both.
Some say that has now been
achieved. But I know that that is not
the case. The truth is that we are
not yet free; we have merely
achieved the freedom to be free, the
right not to be oppressed. We have
not taken the final step of our
journey, but the first step on a
longer and even more difficult road.
For to be free is not merely to
castoff one’s chains, but to live in a
way that respects and enhances the
freedom of others. The true test of
our devotion to freedom is just
beginning.
I have walked that long road to
freedom. I have tried not to falter; I
have made missteps along the way.
But I have discovered the secret
that after climbing a great hill, one
only finds that there are many more
hills to climb. I have taken a
moment here to rest, to steal a view
of the glorious vista that surrounds
me, to look back on the distance I
have come. But I can rest only for a
moment, for with freedom come
responsibilities, and I dare not
linger, for my long walk is not yet
ended.” (Nelson Mandela, Long
Walk to Freedom).
Eduardo de Torres Hernández es Ingeniero Industrial y de Telecomunicación y Especialista en fletamentos de Marina Mercante.
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