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Revista Letras Raras. Literatura, música, entretenimiento y todo lo demás. Una publicación conjunta de Editorial Sad Face y Her Majesty's Entertainment.
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L E T R A S
RARAS
r e v i s t a
Dirección editorial, redacción, mercadotecnia, ventas, diseño y todo eso: Editorial Sad Face L. Letras Raras es una marca registrada. 2013. Año 2, número 8. Fecha de circulación: mayo de 2013. Revista editada y publicada por Editorial Sad Face y Her Majesty’s Entertainment. Domicilio conocido, código postal 90210. Revista producida en México. Prohibida su reproducción. Todos los contenidos originales aquí verQdos son propiedad de sus respecQvos autores y están protegidos por INDAUTOR todo poderoso… ¡Así que no te fusiles nada, o te meteremos en aceite hirviendo!
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas por las leyes, esta publicación no puede ser reproducida total ni parcialmente, ni registrada o transmiQda por un sistema de recuperación de información o cualquier otro medio, sea éste electrónico, mecánico, fotoquímico, magnéQco, electrópQco, por fotocopia, o cualquier otro, sin permiso por escrito previo de la editorial y los Qtulares de los derechos.
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Facebook.com/LetrasRaras
@LetrasRaras
tribeprod@gmail.com
ÍNDICE
Editorial . . . . . . . . . . . 4 Sueño Profundo . . . . . . . . . 5
Rojo . . . . . . . . . . . . 6
Retrato del Artista . . . . . . . . . 10
Paredes Blancas . . . . . . . . . 15
Astorian Stigmata . . . . . . . . . 18 Humo Tenue . . . . . . . . . . 20
A un Pequeño Escarabajo . . . . . . . 21
Cancer in Your Brain . . . . . . . . 22
Autores . . . . . . . . . . . 30 Sopa de Letras . . . . . . . . . 31
Editorial mayo 2013
Debo confesar que siempre me quedo mirando un buen rato esta libretita robada de Google antes de
—el pinche editor—
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decidirme a plasmar algo en ella. Y, cuando por 9in algo corre de mi cerebro a la punta de mis dedos, me muerdo el labio, desisto, y miro la libretita en blanco otro rato más. Luego me levanto del escritorio, doy una vuelta por la habitación, miro por la ventana hacia los árboles del jardín, me froto los ojos, y regreso al teclado, dispuesto a verter aquí la primera re9lexión que me venga a la cabeza. Pero ésta no llega, y luego de mucho meditar huyo nuevamente de la silla. Me tiro sobre la cama, hundo el rostro entre los cojines y busco inspiración en esa suave oscuridad. Lo único que encuentro es un sueño. Me dejo arrastrar por él. Cuando despierto sólo recuerdo algo de un ave que derretía un poste del alumbrado tanto pronto se posaba en él. Me sacudo la 9lojera y regreso al teclado. Pienso otro rato, acariciando mi barba, y cuando 9inalmente decido lo voy a poner aquí resulta que no queda espacio para escribirlo.
Ni modo. Hasta el mes que entra.
Francisco Fernández
Permítaseme caer vencido de sueño en las aguas mansas
que dóciles mecen mi figura. No hay tormenta que me despierte
ni movimiento que me hunda.
Si pasa el monje en la barca que me empuje con el remo
hacia una isla solitaria, donde seguiré dormido, me temo,
pues el sueño todo abarca.
Si acaso se descuelga de arriba un coco en dura y tenaz velocidad
a poco quedaré medio loco, pero, ¿despertar? ¡Eso sería atrocidad!
De sueño profundo no despierta ni el más avispado guerrero.
Es del sabio quedarse dormido en abandonada isla desierta
donde nadie oye decir: muero.
Elizabeth Silva
Rojo cielo, corazón el fuego en combus7ón, el rojo arcángel arrojado.
Monocordio
Te miré por última vez, te cubrí con la sábana, di media vuelta, y comencé a recordar el día de hoy mientras caminaba hacia la salida del callejón. La misma rutina de siempre: despertar, levantarme, dirigirme hacia el clóset para elegir la ropa que debería vestir y preparar la taza de café. Mi celular en vibración constante tras aquel mensaje tuyo, predecible como siempre, deseándome los buenos días, diciéndome lo mucho que me amas y que estás ansiosa por verme hoy. La misma respuesta: solamente un “yo también”.
Abrí la regadera, el agua corría entre mis pies escapando por el resumidero. Imaginé que eras tú la que reemplazaba el lugar del vital líquido. Duré cinco minutos más de lo habitual. Quería cambiar aunque fuera un poco aquella rutina despreciable; quería tomar el control por lo menos una vez en la vida, así que dejé el agua correr, cerré los ojos y te imaginé entre mis brazos, tan frágil como un cristal. Te apretaba tan fuerte que te quebrabas en miles de pedazos y un grito surgía de lo más profundo de tus entrañas. Abrí los ojos, ya no podía darme el lujo de seguir desperdiciando el tiempo. Salí de la regadera. La prisa me as9ixiaba mientras corría hacía mi trabajo.
La misma gente, el mismo escritorio, el mismo empleo. Mirar por la ventana y ver a los vecinos del lugar sacando a pasear a su detestable perro; parece ser que es lo único que les alegra la vida. En seguida de ellos miro a la pareja de amantes clandestinos
siendo interrumpidos por las llamadas de sus esposos, sospechando el engaño evidente ante mis ojos.
Pasó la hora de o9icina. La rutina seguía y cuando estuve a punto de llegar al restaurante de siempre una pequeña niña con una gran sonrisa llegó a mi encuentro, extendiéndome una hoja. Era sorda y me pedía con su tímida mirada un poco de mi apoyo para sustentar su costosa operación. No le creí en lo absoluto, pero mi mal humor dio tregua y decidí darle una moneda. Ella se fue corriendo, sonriente, y tras ese encuentro entré al restaurante.
Debía ser una broma de mal gusto el que ya no hubiera mesas disponibles; debía esperar alrededor de veinte minutos para poder ocupar una. Me reencontré con mi mal humor y dejé al mesero hablando solo; le di la espalda e hice una nota mental de no volver a aquel lugar.
Pasé por un sitio de comida rápida, elegí una burda hamburguesa y me senté a mirar a las personas que estaban allí: típicas familias compensando el tiempo de ausencia hacia los hijos, algunos enamorados, una tipa solitaria con su notebook, y yo. Le di dos bocados a la hamburguesa y la dejé; el apetito se había esfumado.
Al salir del establecimiento me marcaste: estabas preocupada dado que no te había mandado un mensaje a9irmándote algo que sabes de antemano, pero que te encanta escuchar y leer. Decirte que te amo; decirte cuánto te necesito. Pero, ¿sabes? Jamás lo volveré a decir.
Caminaba hacia tu encuentro en el mismo parque, en la misma banca y, sí, a la misma hora. Llegué minutos antes, como de costumbre. Tú, por el contrario, tardaste más de lo normal: quince minutos de retraso. Te excusaste diciendo que había un choque terrible; al parecer un conductor ebrio había atropellado a una niña. Inmediatamente pensé en aquella niña sorda del restaurante, pero no me importó; tu retraso me había
7
exasperado.
Me besaste en los labios y te rechacé de inmediato. Preguntaste qué me pasaba, 9ingí dolor de cabeza y te preocupaste, pero tus palabras, tu perfume y tu vestimenta me volvían loco a pesar de todo, de modo que, para sorpresa tuya, sólo me quedó invitarte a mi departamento. Caminábamos hacia allá cuando un sujeto intentó quitarte el bolso. Lo acorralé en un callejón que estaba cerca y lo golpeé sin piedad, una y mil veces, hasta saciar el tormento de tus reclamos y mi rutina, hasta exterminar todo halo de hasties en mi vida.
El tipo yacía inconsciente, tal vez muerto. Te acercaste para cerciorarte que todo estaba bien, y entonces en ti… En ti vi todo lo que me hacía falta; te tomé por los brazos y comencé a besarte. Te quejabas de que era brusco, sin embargo, no me importó. Te recosté sobre el piso y tú comenzaste a gritar. Algo se apoderó de mí y no recuerdo nada más.
Sí, fuiste todo lo que me hacía falta: vida, amor, delicadeza... Pero eras demasiado. Demasiado para un ser que se conforma con alimentarse en un miserable lugar de comida rápida; demasiado para alguien que se conforma con darle una moneda a una niña cuya sonrisa vale más que el sueldo que percibe en un año; demasiado para alguien que se conforma con quitarle la vida a quien le da vida. Revisé alrededor y encontré lo que buscaba. Te miré por última vez, te cubrí con la sábana, di media vuelta, y comencé a recordar el día de hoy mientras caminaba a la salida del callejón…
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R e t r a t o d e l A r t i s t a
Bob Odenkirk
René
Magri\
e
Publicado originalmente en The New Yorker. Agosto de 2012. Reproducido con permiso del autor. Traducción: E.J. Valdés.
Nunca ha sido entrevistado. Se rehusó a encontrarse conmigo, a hablar por teléfono, o incluso a quedarse quieto para este perfil.
Nunca ha hecho una película o una pintura, y tampoco ha escrito un poema, tomado una fotogra`a, o intentado “hacer” cualquier cosa. A pesar de ello, ha fascinado al mundo del arte y cauQvado a la sociedad neoyorquina durante el úlQmo año. Ha sido elogiado por ArtFinger como “insondable a lo
mucho” y “desconcertantemente circunloquial a lo menos”. Califica doce de diez puntos en “Calificando la Escena Central” de BaffleMag’s, y fue nombrado un “Notable Nelly” en el ejemplar de mitad de año de ArtScrape Magazeen; tres veces en la misma lista.
Cuando se me asignó elaborar su perfil, todo lo que sabía eran rumores y chismes. Pero la subsecuente invesQgación sólo hizo que los rumores se solidificaran y los chismes endurecieran. ¿Saben a lo que me refiero? ¿No? Sigan leyendo.
Es un hombre de hábitos, creyendo que “simplifican la vida y dejan espacio para la lluvias de ideas”.
Se despierta cada mañana exactamente a las 7:43, toma siestas durante el día y se va a dormir a las tres de la madrugada en punto.
Todos los días se pone su “uniforme”: mocasines, pantalones de esmoquin, uno de los tantos suéteres de pijama que ha diseñado para él L.L. Bean, y su conocida máscara de hockey con pico de pato.
Usa la misma ropa interior durante un mes, luego se pone un par nuevo encima del par viejo, y así hasta que lleva doce pares encima; entonces sabe que el Año Nuevo está a la vuelta de la esquina.
Todos los días para el almuerzo come dos perros calientes (sin el pan), una rebanada de pay de limón, y media botella de la bebida de chocolate Yoo-‐hoo a temperatura ambiente. Lo junta todo en un bol, lo pone al microondas, y lo come cual avena. Dice que esto hace que su boca se sienta como “un armario de sabores”.
Pone un árbol de Navidad una vez a la semana y lo decora, luego lo quita a la mañana siguiente.
Voraz lector de historia, se sabe que recorta sus palabras favoritas de los libros y se las come. A veces se traga párrafos enteros. Su tarjeta de la Biblioteca Pública de Nueva York ha sido permanentemente revocada.
No observa los martes. Usa un reloj que destrozó a propósito a las doce en punto, por ende, agendar no es su fuerte. Es famoso por haber llegado tres meses tarde a su propio cumpleaños.
Ha tenido el mismo asistente durante diez años: su gato. Se llama Rodolfo y le paga con grillos. Su apartamento en East Village ha sido condenado a demolición por infestación de grillos tres veces en los úlQmos seis años.
Lee la Biblia en arameo para sí mismo a través de un megáfono todas las
noches y dice que es la mezcla perfecta de lo viejo con lo nuevo.
Es un maestro del hockey de mesa y Qene la marca del mayor puntaje en la historia de Pong, habiendo jugado durante cuatro meses seguidos.
Ha sido bauQzado, circundado, exorcizado, y bañado en el Ganges —todo durante un frenéQco mes de auto-‐descubrimiento— pero ahora considera que toda religión es “demasiado literal como para ser creída”.
Tiene tres hijos con cuatro mujeres que nunca ha conocido. Adoptó a un hombre mayor que él a quien cariñosamente se refiere como su abuermano* y con quien intercambia tarjetas de cumpleaños tres veces al año.
*Grandbrother en el original. (N. Del T.)
Afirma odiar “todos los dibujos”. Tiene un tatuaje de su mano derecha en su mano izquierda para que “mi mano derecha sepa lo que hace la izquierda”.
Corre maratones, pero siempre se reQra en la milla veinQcinco porque le gusta “senQrse como un reQrado”.
Siempre vota por el ParQdo Republicano, asegurando amar a Ronald Reagan por su silueta.
Su programa favorito es Mayberry R.F.D., con el sonido ahogado por una grabación en vivo de Grateful Dead.
Todos los años arroja una fiesta por el Super Bowl el día siguiente al Super Bowl, asegurando la puertas una vez que el programa “pre-‐grabado” ha dado inicio y abriéndolas cuando el encuentro ha concluido y el resumen post-‐juego ha sido resumido. Solamente invita a una persona: a sí mismo. Se graba recibiendo la invitación, confirmando su asistencia, dándose la bienvenida, comiendo frituras, y animando al equipo de su elección. Nadie ha visto estas cintas y, según ha dicho, “nadie lo hará: son para mí y para mi edificación personal”.
Cuando pedí a su padre, un plomero reQrado de Nyack, un comentario respecto a la vida y obra de su hijo, él simplemente sacudió la cabeza y musitó: “ese Qpo es un fraude”.
René
Magri\
e
FIN 12
Está usted leyendo
LETRAS R A R A S
Por si no se acordaba.
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Paredes Blancas Luna Escarlata
Siempre odié las paredes de mi cuarto.
Odio su color, es muy feo. De hecho, siempre he odiado el blanco y, para colmo, las paredes de mi cuarto son blancas.
Una vez intenté pintarlas, pero me cacharon y me amarraron las manos.
—¡Niña mala! —dijeron.
Pero yo no era mala.
Simplemente no me gustaba el blanco en las paredes. Toda la casa era blanca y toda mi ropa era blanca. Quizá por eso un día quise pintarla de rojo. Rojo sangre.
El rojo lo saqué de los bolsillos de la camisa de uno de los mayordomos de la casa. No fue difícil. Él tenía un bolígrafo y eso ayudó mucho. En un momento su camisa ya
era roja y mi vestido también. Pero los demás mayordomos se enojaron, me volvieron a gritar, y me castigaron otra vez, amarrándome las manos y metiéndome a mi cuarto blanco.
A los mayordomos les gustaba encerrarme en mi cuarto, por eso me caían mal, pero eran ellos los que siempre llegaban a darme dulces y agua, y me vestían y me alimentaban; siempre con comida que no me gustaba, pero al menos ahí estaban.
Mis papas viajaban mucho y por eso eran ellos los que me atendían, pero igual me caían mal. Pero eso sí: nomás veían que mis papás llegaban y luego, luego, me sacaban de mi cuarto al jardín y les decían que yo estaba bien. Y eso sí: siempre estaban listísimos a acusarme por alguna travesura.
Pero las visitas de mis papás nunca duraban más de dos horas. Siempre ocupados ellos, pobrecitos.
Yo tenía diecisiete años y sólo los veía unas horas cada semana, y siempre con un mayordomo o una mucama al lado, como si yo fuera a escaparme o algo así.
Una vez lo intenté, pero no resultó. No llegue ni al jardín. Y eso que mordí a varios de los mayordomos. La pena que les dio a mis papás cuando les fueron con el chisme. El chiste fue que tuvieron que subirles el salario para que no se quejaran. Mendigos.
Y yo de nuevo encerrada y maniatada al cuarto blanco.
Siempre he odiado esas mugres camisas de mangas largas que me ponen para amarrarme y meterme a mi cuarto. Ni siquiera me dejan decorarlo como yo quisiera. Blanco, blanco, blanco. Donde quiera que mires hay blanco. Ni siquiera se nota dónde está la puerta. Menos tengo llave.
16
A veces me siento como encarcelada en mi propio cuarto, pero al menos es mío y al menos sé que ahí nadie más entra. Sólo yo. Porque es mío; mi cuarto feo de feas paredes blancas. Y además acolchadas, o sea, que hasta cómodo es. Me puedo recargar, pero a veces se me entumen los brazos por la posición en la que están. Entonces recuerdo que es como si me abrazaran, pero soy yo la que me abrazo, porque estoy solita en mi cuarto de paredes blancas.
Al menos tengo el consuelo de que los Beatles suenen en mi cabeza. Porque desde que mis papás me los ponían cuando era niña y vivíamos en la otra casa ellos tocaban un concierto continuo en mi cabeza.
Aborrezco a los mayordomos. Todas las noches me ponen el pijama y viene la misma camisa de auto abrazos.
Una vez estaba tan harta de todos ellos que decidí quemar la casa. Ya sé que suena medio disparatada la idea, pero al menos si lo lograba mis papás me llevarían con ellos a sus viajes, porque entonces no habría quién me cuidara.
Así que debía intentarlo. Me escurrí hasta la cocina sin que me vieran y entonces saqué unos cerillos. Tomé varias botellas de alcohol del cuarto de medicinas y comencé quemando la sala. Lo malo fue que me cacharon antes de poder seguir, y ahí voy de nuevo castigada a mi cuarto, con el pijama blanco de abrazos gratis.
¿Loca? Yo no estoy loca. Simplemente no me gustan las paredes de mi cuarto. No me gusta mi ropa y tampoco el color blanco.
Me gusta el rojo. El rojo sangre. Y ese tono sólo se encuentra en las venas de los mayordomos.
FIN
17
Visita: Facebook.com/AstorianSQgm
ata
Astorian Stigmata es una banda de rock oriunda del poblado de Wilkes-Barre, en Pennsylvania, la cual ha dado a conocer su trabajo principalmente a través de Facebook y se ha hecho de una amplia (aunque dispersa) base de seguidores. Si bien ellos describen su sonido como una mezcla entre The Cure y Modest Mouse, la verdad es que el proyecto liderado por Dennis Condusta ha logrado algo dificilísimo: crear un sonido tan singular que, de hecho, es un tanto difícil de describir. Su música se caracteriza por las melodías melancólicas (acaso oníricas) de sus guitarras, un bajo que pasa sutilmente de lo dinámico a lo obscuro y letárgico, y una voz vibrante que lo mismo canta a los corazones rotos que a aquellos que han encontrado esperanza en las causas perdidas. El pasado 20 de abril Astorian Stigmata lanzó al mercado su nuevo material discográfico, Ashes of Angels, que la neta está muy bueno. Tres canciones indispensables de este álbum son “Innocence Lost”, Strange Shadows” y “I’m not Dead, I’m Sleeping”. Visita su canal en YouTube o compra alguno de sus discos en iTunes; te los recomendamos ampliamente.
The only good thing about a broken heart is you can put the pieces back together however you want...!
No es que me interese mucho pero, ¿es cierto que Emma
Watson saldrá en la película de Fifty Shades of Grey?
(de nada)
*fap*
*fap*
*fap*
Pues…
La verdad es que aún no se sabe. Hasta ahora el elenco que aparecerá en la adaptación cinematográfica de la popular novela de Erika Leonard James es un misterio, aunque se ha especulado mucho sobre quiénes podrían dar vida a los personajes principales, y en el caso de Anastasia Steele uno de los nombres que han sonado mucho es el de Emma Watson; sin duda muchos caballeros, incluidos los que no somos fans de esta trilogía, estamos cruzando los dedos, ¿no? *risas perversas* Como sea, cualquier pronósNco al respecto es muy prematuro, pues el proyecto aún no Nene director ni fecha en que de inicio la producción.
Pero mientras, a Emma Watson la puedes ver en la nueva película de
Sofia Coppola: The Bling Ring.
Humo Tenue Ricardo García
Siento el caminar del dolor en el pecho, camina vagabundo en el alma. Parece ser que los cristales del aroma abrieron el tiempo para encontrar las dudas. En el respiro, a veces, las esquirlas me asfixian. Cómo quisiera ser humo tenue y soñar con días aventurados. Cuesta tanto entender el silencio y escuchar lo que se murmura en él. Durante la noche, la pasión con estrellas pasa a un costado del espejo. Las imágenes reflejadas se disuelven con el viento del incienso. Los días, las tardes, son varas de locura. En ellos, las ideas dilatadas se atoran en mi cabeza, cuando sólo recuerdo tu ser.
A un pequeño escarabajo Éste no es poema complicado: no habla de metáforas, ni rimas perversas, ni tampoco garabatos de palabras. No confunde el corazón lector. No tiene métricas, ni tuercas retorcidas. Es poema sencillo, ingenuo. Podría decirse que un niño lo hizo. Pues entre tanto poema suelto de delirio, amor, sangre y olvido se olvidaron más bien de lo básico de un creador. Aquí no hay hilos de fondo, ni interpretaciones adicionales. Ni las lágrimas son dagas, ni las miradas feos cuchillos.
No habrá sueños de color, ni retóricas de cristal, ni suntuosas palabras, menos interpretaciones miles. No le busques al poema veinte signos. Pues sólo habla de un titán pequeño en un árbol. Un escarabajo de sol empedernido, cortando una corteza con brío, como si tuviera el árbol adentro un latido.
Francisco Fernández
21
C a n c e r i n y o u r
BRAIN E.J. Valdés
E l 9in de semana pasado fui a conocer un museo de la Capital con mi amigo Alfredo y a esta aventura se sumó Rocío, una conocida suya de los años que pasó en un pueblito nevado de Europa. “Te presento a tal”. “Tanto gusto”. “Igualmente”. Ya saben cómo es eso. Luego de andar una cuantas horas entre pinturas, dibujos, esculturas y antigüedades fuimos a comer a un lugar chino en un centro comercial cercano. Ya en la mesa surgieron los temas de conversación que la casi sacra atmósfera de la exposición inhibió, y luego de la comida, cuando los tres charlábamos bebiendo té helado de jazmín, tuve a bien plantear una cuestión que no supe si juzgar descortés o impertinente:
—¿Y cómo se conocieron ustedes dos?
Rocío no tuvo inconveniente en dar respuesta a esto: 22
La Antología Letras Raras de narrativa y
poesía reúne todos los cuentos y poemas
originales que se publicaron en la revista
durante su primer año de circulación (junio
2011-2012).
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(y apresúrate porque se agota)
—Cuando estaba en la universidad fui de intercambio al mismo pueblo en Suecia donde Alfredo vivía, aunque entonces yo no lo conocía, por supuesto. Como casi todos los estudiantes extranjeros que llegan allí, conseguí hospedaje en la pensión situada a un par de cuadras del campus. Quizá Alfredo te haya hablado del lugar: es un viejo edi9icio que sirvió de hospital psiquiátrico hasta después de la Primera Guerra Mundial. Luego de abandonado, el municipio lo reclamó y lo adaptó para dar alojamiento a los viajeros.
Me encogí de hombros. Nunca había oído hablar de tal sitio.
—Bueno. La cosa es que muchos de esos viajeros resultaron ser estudiantes y, siendo lo tradicional,
terminé rentando un cuarto allí. Como garantía se me pidió depositar los primeros dos meses del arrendamiento, con lo cual no tuve mayor problema, la cuestión fue que al llegar el momento de pagar la mensualidad siguiente cometí un error y deposité lo equivalente a otros dos meses. Esto no me preocupó, después de todo, sencillamente dejaría correr otros sesenta días antes de ir nuevamente al banco, pero aún así quise hablar con el administrador del edi9icio para enterarlo de lo sucedido, de modo que indagué entre los vecinos de mi piso con quién había de dirigirme y así descubrí que el encargado era un tal Freddy, quien vivía en la planta alta. Fui a buscarlo en un par de ocasiones, mas no tuve la suerte de encontrarlo, de modo que dejé una nota pegada en su puerta pidiéndole se comunicara conmigo.
“La mañana siguiente llamó a mi dormitorio el tal Freddy, cuyo inusual acento pronto lo reveló como Alfredo, un connacional. Me dijo que no había ningún problema con lo de la renta y, como estaba yo tan contenta de encontrar a alguien de mi propio país tan lejos, lo invité a almorzar. Él accedió y desde entonces somos amigos.
—¿Y tú también te quedaste por allá tantos años como él?
—¡Ah, no! Yo sólo estuve un semestre. Cuando yo llegué a Suecia él ya llevaba… ¿Cuánto? —le preguntó—. ¿Dos años?
—Tres —aclaró Alfredo.
—Ahí lo tienes. 24
—Pero han seguido en contacto desde entonces, ¿no es cierto? —dije.
—Sí. Bueno, más o menos. Prácticamente ha sido a través del Internet y alguna llamada ocasional. Hace mucho, pero mucho tiempo que no nos veíamos en persona.
—Ya veo —comenté, asintiendo—. Pues no queda sino beber por la amistad, ¿qué no?
Llevé mi vaso al centro de la mesa, los dos chocaron los suyos a la voz de “¡salud!”, y bebimos hasta el fondo. Guardamos silencio mientras Alfredo servía otra ronda de té y luego, mirando a Rocío a los ojos, le dije:
—Debo admitir que ése ha sido un cuento muy bonito. Sin embargo, he de concluir que nada de lo que dijiste es verdad.
—¿De qué hablas? —interrogó ella arqueando una ceja.
—Tú no viajaste a Suecia en calidad de estudiante ni conociste a Alfredo bajo las circunstancias que describes. Por la cara que has puesto asumo que esto no lo sabes o, más precisamente, no lo recuerdas. Sin embargo, estoy seguro que cuando te vas a la cama o estás sola en tu o9icina tienes la sensación, casi la certeza, de que hay algo oculto muy dentro de ti; algo que te roba el sueño y el aliento.
La extrañeza en la faz de Rocío había dado paso a una tremenda curiosidad. Di un sorbo a mi vaso y proseguí:
—Te diré lo que sucedió realmente. Estudiabas en una universidad local. Llevabas buenas notas y todos los maestros te auguraban un futuro de lo más prometedor. Sin embargo, un día en que se te hacía tarde para llegar a un examen pisaste el acelerador un poco más de lo usual e ingresaste al aparcamiento a gran velocidad. Te percataste de esto al tomar a una curva y, al girar la dirección y pisar el freno, perdiste el control y el vehículo volcó. Las llantas quedaron apuntando hacia el 9irmamento y tu cabeza terminó atrapada entre el toldo y el volante. Aparatoso. Nadie se explicaba cómo había ocurrido. Fue di9ícil sacarte de allí. Cuando despertaste en el hospital no recordabas nada de lo sucedido. Tus padres y el médico pre9irieron dejarlo así y dijeron que el calor y el estrés te habían desmayado. Un ataque de ansiedad o algo parecido. Aquello fue un privilegio realmente: no todos podemos elegir qué memorias llevar con nosotros y cuáles no.
“Te repusiste muy pronto y volviste a la escuela. Bastó decir que el coche estaba en el taller cuando preguntaste por él. La vida, por lo menos para ti, siguió como si nada hubiese pasado: las buenas notas seguían ahí, al igual que tu futuro prometedor. Pero había algo más: inconscientemente comenzaste a presentar una serie de tics que cada vez se acentuaban más y más. ¿Qué era lo que andaba mal? No
tenías manera de saberlo. Te convencieron que era algo pasajero, mas no fue así y luego vinieron los espasmos involuntarios, que a su vez fueron seguidos de muecas, quejidos y exclamaciones i n i n t e l i g i b l e s a m i t a d d e l a c l a s e . Desafortunadamente para ti, nadie a tu alrededor quiso ver lo evidente, y la situación empeoró hasta volverse intolerable no sólo para ti, sino para tus compañeros y maestros. Te enviaron con un psiquiatra que diagnosticó Tourette y recomendó un tratamiento de bajo impacto que te permitiría continuar tus estudios. Te prometió que saldrías adelante, que ibas a estar bien, pero no fue así: el cuadro se complicó y tu carrera quedó pendiendo de un hilo; la universidad no podía permitirse una alumna cuyo síndrome entorpecía la labor de alumnos y docentes, ello sin importar lo buenas que fueran sus notas. Estabas a punto de perderlo todo, sin embargo, el decano estaba de tu lado y sugirió a tus padres y al comité de directivos someterte a un tratamiento que había probado ser muy efectivo en Europa. La universidad podía costearlo a través de su programa de intercambios. Fue así como llegaste a Suecia.
“Ahora, en lo que respecta al pueblo donde conociste a Alfredo, seguramente recuerdas cuán alejado está de toda ciudad importante, así como la ausencia de caminos que lo conectasen directamente con las grandes urbes. El aislamiento de este poblado, Rocío, no es incidental: fue concebido así desde su fundación en el siglo XVIII, cuando se le proyectó como una aldea para los trabajadores de las minas. En un principio cumplió esta función, pero es la minería una labor riesgosa, y pronto los vapores de la Tierra, las sustancias que saturan las rocas y las arduas condiciones laborales quebrantaron a los hombres y retorcieron sus mentes. Al poco tiempo deambulaban por las calles personas que hablaban
de duendes, demonios y aparecidos. Y su delirio era contagioso. Las autoridades hubieron de poner la villa en cuarentena, y para tratar a todas esas personas construyeron el hospital que al cabo de siglo y medio se denominó “psiquiátrico” y pasó a convertirse en el lugar donde el gobierno recluía a los dementes y a quienes no querían o no convenía tener en las ciudades. Sin embargo, contrario a lo que tú crees, el lugar no cerró luego de la Primera Guerra Mundial. No: mientras hablamos el hospital está aún en pie y operando. Fue allí a donde la universidad te envió, esperando tuvieran un remedio para tu mal, y fue allí donde conociste a Alfredo, mas no en las circunstancias que has contado.
“Verás, efectivamente hay una universidad en ese pueblo, la cual tiene un programa de intercambio con algunos institutos de nuestro país. Alfredo era parte de dicho programa. Sin embargo, la vida allá es costosa, y él, queriendo procurarse más comodidades de las que el estudiante promedio tiene, se dio a la tarea de desempeñarse en una serie de empleos que le ingresaban unas cuántas coronas más al mes. En su tercer año de residencia, Alfredo se había hecho de un trabajo como celador en el psiquiátrico, donde era conocido como Freddy o, en su defecto, Alfredsson, esto para que su calidad de extranjero no afectase su relación con los pacientes. Casualmente, al ser ingresada quedaste bajo su cuidado, y él, siendo un muchacho empático, procuró hacer de tu estancia lo más tolerable posible. Ello quiere decir que contigo no empleó las brutales técnicas de control que eran rutina con otros internos. De hecho fue todo lo contrario: conforme mejoraste, él te ayudó a superar los traumas del tratamiento, salvando tu psique en el proceso. Luego, cuando quedaste curada del Tourette pero aún te mantenían en evaluación, él, haciendo caso omiso a todo protocolo, se dio a la tarea de fabricarte una memoria nueva para que no cargases contigo los horrores de los electrochoques, los azotes, los baños con agua helada, o los días de con9inamiento en solitario. Por segunda ocasión gozaste del privilegio de que alguien más recordara por ti, y por ello, te aseguro, debes vivir agradecida. El incidente que cuentas de la pensión, eso el doble pago de la renta y demás, estoy seguro, es algo que le sucedió a Alfredo cuando llegó a Suecia. Después de todo, piénsalo: ¿por qué iba a ser él, un estudiante de intercambio, el administrador del edi9icio?
“Una vez te dieron de alta, tú y tus recuerdos maquillados volvieron al país, concluiste tus estudios y conseguiste el buen empleo que tienes hoy. Sin embargo, también has mantenido el contacto con ese chico amable que conociste en Europa, cuyo verdadero motivo para telefonearte y demás ha sido meramente profesional: él ha estado monitoreando a la paciente cuya memoria fabricó.
Cuando hube dicho todo esto Rocío me miraba con los ojos desorbitados tras sus anteojos, mientras que Alfredo tenía la vista clavada en su vaso y un
avergonzado rubor le entintaba las mejillas. Di otro trago a mi té y continué:
—Ahora te diré cómo es que sé todo esto. Para empezar, he seguido de cerca las andanzas del buen Alfredo desde que se marchó al viejo continente y, sin darse cuenta, él mismo me ha mantenido al tanto de las personas con las cuales se relacionó en todo ese tiempo. Ahora, supe que la historia que contaste sobre su encuentro era una fabricación en el momento que dijiste...
—¡Basta! —exclamó Rocío golpeando la mesa con su mano—. ¡No quiero oír una palabra más!
Guardé silencio. Alfredo siguió callado. Ella se bebió lo que quedaba de su té, corrió la servilleta por sus labios, llamó al camarero y le pidió el menú de los postres. Luego de echarle un rápido vistazo se aclaró la garganta, nos sonrió y dijo:
—No sé ustedes, pero yo aún tengo algo de apetito. ¿Les parece bien si pedimos un pastel de estos?
Estuvimos de acuerdo y pronto estábamos los tres compartiendo el postre y conversando sobre nuestras respectivas carreras. Nadie volvió a mencionar Suecia o lugar alguno en Europa, y al concluir la velada nos despedimos muy cordialmente y cada quien volvió a su casa.
Adivinarán que nunca vi a Rocío otra vez, y desconozco si acaso Alfredo ha mantenido el contacto con ella.
FIN
Oigan, ¿viene alguna película buena para mayo?
Pues hay dos que igual vale la pena vayas a ver:
Trance es la cinta más reciente del director inglés Danny Boyle, la cual viene estelarizada por James McAvoy, Vincent Cassel y Rosario Dawson. La trama gira alrededor de una pandilla de ladrones que consigue hurtar una valiosa pintura de una casa de subastas. Sin embargo, la cosa se complica cuando Simon (McAvoy), el único que conoce el paradero del cuadro, pierde la memoria luego de golpearse la cabeza, y los otros dos deberán ingeniárselas para extraer la información de las profundidades de su mente. Esta película se estrenó en marzo allá en el Reino Unido, y tuvo una muy buena recepción.
Epic es una cinta animada producida por Blue Sky, el mismo estudio que trajo Robots, las películas de La Era de Hielo y Río (oh, oh). Cuenta la historia de Mary Katherine, una chica que tras perderse en el bosque se ve inmersa en el conflicto de un reino secreto contra una fuerza maligna. Según ha declarado gente del propio estudio, ésta es la gran producción con la que buscan destronar a Pixar como el líder indiscuQble del cine animado (éstos solamente traen Monsters University para este año). A ver si es cierto. Esta película está levemente inspirada en el libro The Leaf Men and the Brave Good Bugs, de William Joyce.
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Francisco Fernández Domínguez Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM. Ha escrito cuentos,
poemas, una novela y numerosos “experimentos literarios”. Le gusta: la creaQvidad, la pasión por el lenguaje, los jardines.
Abigail T. Tovar, “Luna Escarlata” Melómana desquiciada con Qntes de psicópata. Entregada totalmente a sus
dos pasiones: literatura y derecho. Devora libros y discos como si fueran caramelos. Estudiante de la Facultad de Derecho de la UNAM.
Elizabeth Silva Sáenz Licenciada en Letras Españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua.
Nunca se había senQdo idenQficada con un poeta hasta que leyó a José GorosQza. La ironía de su vida es apellidarse Silva y no saber silbar.
Ricardo García, “Dracir” Licenciado en Sociología por la UAM unidad Iztapalapa. Además de la
academia, destaca su interés por las artes, parQcularmente por la pintura y la escritura. Ha publicado en las revistas Malatesta, Letra Muerta, Tamandua, y Sincre7smos Sociológicos.
E.J. Valdés Tu amigable escritor de vecindario. Colaborador del blog de opinión Effetá y
locutor del programa radiofónico-‐literario Códex, en Radio Plaza Juárez. Seis veces ganador de premios de creación literaria del ITESM. Renombrado perverQdo.
Bob Odenkirk Actor, director, productor y escritor de televisión. Ha parQcipado en los
programas Mr. Show with Bob and David, Saturday Night Live y The Ben S7ller Show, entre otros.
General Zaragoza, ¿cómo pinta la película
del 5 de mayo?
Medio guanga, don Benito, pero deje la
veo ‘ora que se estrene y le platico.
S O P A D E L E T R A S
L R R P A D A I U I
E P O E E I A P T N
L N T U R R Z Q J O
I D A G M L R N A C
B L Z B T O L Z E E
T Z O M H R G E E E
R O O P A O A T R N
E K R L N E R H R T
A Z E C M E O R X V
U G U A D A L V P E
P H N M I C H A L T
L T E P A T Z V I R
G T P R A O V E M E
E P U L A D A U G T
R J U A R U R L G N
L A T R I L J E R I
PUEBLA ZARAGOZA JUAREZ LORETO
GUADALUPE LATRILLE
INTERVENCIÓN TETELA
Este mes toca hacer la sopa de letras de la Batalla de Puebla
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H e r M a j e s t y ’ s -‐ E n t e r t a i n m e t -‐
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