RNC Número 335 / Tomo II / 2007

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    DIRECTOR FUNDADORMARIANO PICN SALASFundada en 1938

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    SAEL IBEZ > Director

    AO LIXX ENERO-FEBRERO-MARZO DE 2007. N 335

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    CONSEJO DIRECTIVO

    Sael IbezDirector

    Maritza JimnezJefe de redaccin

    Melbis GuzmnCoordinacin editorial

    Ligia GuerraSecretaria ejecutiva

    Freddy CornejoDistribuidor

    Javier Luquez

    Asistente

    CONSEJO EDITORIAL

    Maritza Jimnez

    Antonio TrujilloGabriel Jimnez Emn

    William Osuna

    Csimo Mandrillo

    Hecho el depsito de leyDepsito legal N P. P. 193802DF 102ISSN: 0035-0230

    Casa Nacional de las Letras Andrs BelloMercedes a Luneta. Parroquia Altagracia. CaracasTelfono: 562.5584 Telefax: 562.7211www.rnc.org.verevistanacionaldecultura@gmail.com

    >EDITORES

    MINISTERIO DE LA CULTURA

    CONSEJO NACIONAL DE LA CULTURA-CONACCASA NACIONAL DE LAS LETRAS ANDRS BELLO

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    SUMARIO

    RESEAS

    Andr Maurois ~ OLIMPIO O LA VIDA DE VCTOR HUGO. BIOGRAFA 11Franoise Sagan ~ BONJOUR, TRISTESSE 15Nicola Abbagnano ~ INTRODUZIONE ALL ESISTENZIALISMO 19Alfredo Silva Estrada ~ CERCOS 23Julin Padrn ~ ESTE MUNDO DESOLADO 27Rafael Arvelo y Francisco Pimentel ~ POESAS ESCOGIDAS 31Luis Barrios Cruz ~ LA SOMBRA DEL AVIN 35Luis Beltrn Guerrero ~ HUMANISMO Y ROMANTICISMO 41

    R.D. Silva Uzctegui ~ HISTORIA BIOLGICA DE BOLVAR 45Joaqun Gabaldn Mrquez: ~ MISIONES VENEZOLANAS EN LOSARCHIVOS EUROPEOS 51

    Jos Antonio Rial ~ NURAM. DRAMA EN TRES ACTOS 55Lucas Manzano ~ LA RONDA DEL ANAUCO 59Vitelio Reyes ~ TRANCOS DE 12 LEGUAS 63Anbal Lisandro Alvarado ~ ARCHIVO DE LA ROTUNDA 67

    Luis Augusto Arcay ~ POLIEDRO (APUNTES LITERARIOS) 71Luis Beltrn Guerrero ~ SECRETOS EN FUGA 75Domingo Casanovas ~ PGINAS NAVIDEAS 81Aquiles Nazoa ~ CAPERUCITA CRIOLLA 85Marco Jos Ramrez Murzi ~ ALTA NOCHE 91ngel Rosenblat ~ LA POBLACIN INDGENA Y EL MESTIZAJEEN AMRICA 97

    C. Parra Prez ~ MARIO Y LA INDEPENDENCIA DE VENEZUELA 101

    Joaqun Gabaldn Mrquez ~ EL POETA DESAPARECIDO Y SUS POEMAS 107Jenny de Tallenay ~ RECUERDOS DE VENEZUELA 113Ernesto Luis Rodrguez ~ QUITAPESARES. VERSOS AL PIE DEL ARPA 117

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    Eddie Morales Crespo ~ NOTAS DE NUESTRO TIEMPO 121Antonio Reyes ~ VUELA EL MALEFICIO 127Capitn Alberto Contramaestre Torres ~ LA EXPEDICIN

    FRANCO-VENEZOLANA AL ALTO ORINOCO 131Edmond Vandercammen ~ ARCILLA DE MI CARNE 135Toms Alfaro Calatrava ~ DCIMAS DE AMOR Y MUERTE 139Juan Miguel Alarcn ~ LA FUENTE DE CASTALIA 143Pedro Francisco Lizardo ~ EL TIEMPO DERRAMADO 147Julio Morales Lara ~ ANTOLOGA POTICA 151Flix Armando Nez ~ FASTOS DEL ESPRITU 159Oscar Rojas Jimnez ~ PAISAJES Y HOMBRES DE AMRICA 163

    Jos Lira Sosa ~ FIAT-LUX Y OTROS POEMAS 167S. Serrano Poncela ~ EL PENSAMIENTO DE UNAMUNO 171Miguel Acosta Saignes ~ LA CANOA EN TIERRA 175Jos Parra ~ DE ITINERARIOS HABLA EL CORAZN 179Jess Mara Castillo ~ CANTO DEL FERVOR TERRENO 183J.A. Oropeza Ciliberto ~ FLIX ANTONIO CALDERN 185Luis Castro ~ POEMAS 189

    Nicols Perazzo ~ EVOCACIN DE JOS JOAQUN VEROES 193Manuel Villanueva ~ POEMA PARA CSAR VALLEJO 195Jean Aristeguieta ~ GUASIPATI, VITRAL DE HECHIZO 197Jos Rodrguez U. ~ VENDIMIA DEL MAR 201Jos G. Ponce Bello ~ LOS FRUTOS DEL TIEMPO 205Arturo Uslar Pietri ~ TIEMPO DE CONTAR 209Virgilio Tosta ~ FERMN TORO 215Comisin Indigenista ~ FUERO INDGENA VENEZOLANO 219

    Manuel Norberto Vetancourt ~ SUCRE, MARCO AURELIO DE AMRICA 225Ren L.F. Durand ~ ALGUNOS POETAS VENEZOLANOSCONTEMPORNEOS 229

    Francisco Morales Padrn ~ EL COMERCIO CANARIO-AMERICANO 233Mireya Guevara ~ EN LA CUERDA FLOJA 237Camilo Balza Donatti ~ REINO DE SOLEDAD. POEMAS (1947-1951) 239Rafael Ramn Castellanos V. ~ LA ZARANDAL 243A. Alvarado Galndez. S. Emerio Duque M. ~ CURAR. YLOS VENEZOLANOS DE ORO 247

    Jos Nucete Sardi ~ NAVIDADES DEL LIBERTADOR 251

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    Israel Pea ~ MSICA SIN PENTAGRAMA 255Jos Berti ~ ORO Y ORQUDEAS 259Carlos Iturriza Guilln ~ ALGUNAS FAMILIAS VALENCIANAS 263

    Luis Felipe Ramn y Rivera ~ CANTOS DE TRABAJO DEL PUEBLOVENEZOLANO 267

    Graciela Schael Martnez ~ LA COCINA DE CASILDA. GRANJERASY DULCES CRIOLLOS 275

    Graciela Schael Martnez ~ LA COCINA DE CASILDA. LAS MEJORESRECETAS CRIOLLAS 279

    Jos Mart ~ SECCIN CONSTANTE 283Jorge Schmidke ~ BREVE ANTOLOGA DEL RBOL (POESA MISCELNEA),

    COMPILADA Y SELECCIONADA 287Rodolfo Moleiro ~ NUEVOS POEMAS 289Dimas Kiew ~ ESPINAS EN EL BARRO 295Rafael Vaz ~ EL GRANO EN EL SURCO (MICROPOEMAS) 299Guillermo Meneses ~ ANTOLOGA DEL CUENTO VENEZOLANO 303Juan Calzadilla ~ LA TORRE DE LOS PJAROS 307

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    NO VALE LA PENA insistir sobre la extraordinaria importancia de la

    obra de Andr Maurois. Su amplsima actividad en el campo dela novela, del cuento, del ensayo, de la historia, de la biografa,hacen de l un escritor universalmente admirado, tal vez el msconocido entre los actuales escritores franceses. Su carrera lite-raria comenzada efectivamente con Los silencios del coronelBramble, aquel famoso estudio del carcter ingls realizado alfinalizar la guerra del 14 ha constituido un ejemplo de laborio-

    sidad, de estudio, de investigacin, sabiamente complementadopor la gracia y la elegancia de un estilo sereno, conciso, claro, enel cual se afirma un autntico literato.

    Como bigrafo, Andr Maurois ha realizado obras que se tienencomo arquetipos del gnero. Shelley, Disraeli, Byron, Voltaire,Chateaubriand, Georges Sand y, ahora, Vctor Hugo, forman esafamosa galera de retratos que Maurois ha logrado dibujar con el

    rigor de un novelista-historiador, con el tino de quien descubreen el documento, en la carta, en el acto pblico toda la riquezahumana y todo el significado ntimo capaces de dar a una vida elcarcter de un hombre.

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    Andr Maurois:OLIMPIO O LA VIDADE VCTOR HUGO.BIOGRAFAPars: Ediciones Hachette, 1954.

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    Al escribir su biografa de Vctor Hugo este Olimpio, en cuyocomentario nos ocupamos, Andr Maurois ha escogido un per-sonaje que, precisamente por universal, ofrece dificultades im-

    portantes. Vctor Hugo es, en s mismo, un personaje tan conocidocomo los que supo crear, tan empapado de romntica fuerzacomo Jean Valjean, tan convencional en su grandeza como eljorobado de Notre Dame, tan popular en ciertos aspectos, almenos como sus poesas que han corrido el mundo de las tra-ducciones en asombrosa sntesis geogrfica. (Si los venezolanostenemos como nuestra La oracin por todos en la versin de

    Bello, religin asitica hay que ha admitido a Vctor Hugo entresus santos.) As, el obstculo que encuentra el bigrafo consisteen que debe trabajar sobre material excesivo, usado a lo largode generaciones, cambiado en sus autnticas verdades por unaadmiracin que ha resistido al paso del tiempo.

    Vctor Hugo es un monumento (un loco que se crea VctorHugo ha dicho alguien); su opulencia, su fuerza, el arrebato de

    su voz lo han convertido en un gigante y ese habitante delOlimpo era, a un tiempo mismo, alarde literario y peso que lle-vaba el hombre en su vida de todos los das. Afortunadamente,para l, tuvo la energa suficiente para soportarse en su gloria yen su dolor y en su violencia.

    Muy diversas fases atraviesa la existencia de Vctor Hugo, desdesu infancia pintoresca en Italia y Espaa, desde las escenas de

    guerras y conspiraciones, desde las complicaciones hogareas yla tmida pureza de sus amores primeros hasta la ruda batalla delanciano capaz de afrontar con decisin el imperio de NapolenIII, pasando por los aos de cortesano y de exaltado lder literariodel romanticismo. Hoy mismo, el pblico francs aplaude elHernani. Andr Maurois ha sabido colocarse a la altura de su per-sonaje sin disminuirlo ni elevarlo ampulosamente. El resultado

    feliz de esta biografa es nueva demostracin de la admirablecapacidad que el gran bigrafo posee para crear de nuevo la ver-dad de un hombre, y para dar a la totalidad de una vida un sen-tido admirable.

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    Al finalizar Olimpio creemos conocer a Vctor Hugo totalmen-te. Esta ilusin ha sido el trabajo que el artista Maurois ha logra-do sacar de los documentos y de la obra del poeta. Admirables

    personajes completan el gran cuadro biogrfico. La esposa, la otraabnegada amiga, los hijos a los cuales sobrevive el gigante, eldolor y la gloria y el placer y la permanente actividad creadora deaquel hombre excepcional que tuvo tambin evidentes pequee-ces y cndidos instantes a travs de los cuales se hilvana la exis-tencia poderosa, excepcionalmente rica del poeta que alarga sufama a travs de los tiempos.

    Tratados con fineza inigualable se podran citar en el Olimpiode Maurois la rivalidad por la mujer y la literatura entreSaint-Beuve y Hugo, y el trgico sacrificio familiar que fue la exis-tencia de los Hugo y de Julieta Drouet en la isla de Guernesey ascomo las escenas del regreso del exilio. Los defectos del grandehombre, jams ocultos, dan la medida humana de este excepcio-nal y, frecuentemente, desagradable individuo que fue Vctor

    Hugo. Maurois contina con capacidad insuperable su labor debigrafo al fabricar su Olimpio con pies de barro.

    Guillermo Meneses

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    Septiembre, diciembre 1954

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    LA PUBLICACIN de este libro viene a ser especialmente interesanteno slo por sus cualidades propias sino por el hecho mismo de

    su xito. Expliquemos de una vez y concretamente. El libro deFranoise Sagan, escritora menor de veinte aos, ha provocadouna serie de comentarios favorables en las ms diversas publica-ciones literarias de Francia, tanto en las revistas especializadas,como en los diarios que informan sobre la actualidad o en losperidicos corrientes. En ninguna de esas publicaciones se haconsiderado el caso de la joven autora como una excepcional

    aparicin genial; no se la supone un nuevo Rimbaud, ni siquieraun nuevo Radiguet; sin embargo, las notas sobre Bonjour, tristesseestn hechas con una especie de cariosa admiracin, a la cual seune, a veces, cierto atisbo de burlona duda acerca de las posiblesayudas que la novelista ha podido encontrar.

    Lo cierto es que Bonjour, tristesse est escrito en grata prosa lri-ca y correcta, con mucho de frivolidad y de dulce melancola sen-

    sual. El libro cuyo ttulo est tomado de un poema de PaulEluard trata una situacin singularmente escabrosa: la de unamuchacha que interviene en la vida amorosa de su padre, a ratoscomo cmplice, a ratos como rival y cuya propia vida sentimental

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    Franoise Sagan:BONJOUR, TRISTESSEPars: Editor Ren Julliard, 1954.

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    su primera aventura la hace provocar el suicidio de una delas amantes de su padre.

    Bonjour, tristesse podra quedar catalogada como una de las tan-

    tas frvolas obras hecha para el gusto de la gente acostumbrada ala lectura de adulterios, situaciones equvocas y chistes de erti-ca intencin. (Mucho de ello tiene y la juventud de la autorasubraya la atmsfera especialmente inquietante de la novela.)Pero la verdad es que Franoise Sagan sabe crear una especie deatmsfera potica, de lirismo sensual, de terquedad juvenil que seempapa a la vez de un triste escepticismo, no ajeno al espritu

    adolescente, cualidades que dan, en su totalidad, el delicado entimo encanto caracterstico de la obra.

    Bonjour, tristesse tiene significacin ms alta que el simple jugue-te literario o que el frvolo vaudeville de adulterios, por la ansiosay contenida pasin, por la melanclica ternura hacia los ms nti-mos aspectos del amor, por las sanas imgenes a travs de las cua-les la autora dibuja una sincera y poderosa aventura sentimental.

    Bien cierto es que el personaje que dice yo en el relato, laCecilia adolescente, avanza secamente por el camino que la llevaa interponerse en el camino de esa querida de su padre a cuyosproyectos matrimoniales no desea dar apoyo, pero la crueldadde los actos de ese personaje est unida siempre a un dramticosentimiento del azar, a un inconsciente aprovechamiento de lasposibilidades sensuales de la adolescencia, que justifican el apro-

    vechamiento del poema de Eluard como ttulo de la novela.Adis tristeza; buenos das tristeza. Ests inscrita en las lneas

    del plafn; ests inscrita en los ojos que yo amo, dice el poetay ese lrico movimiento de poesa marca como un ala luminosa lasombra de las escenas amorosas, la ntima angustia presente enlas escenas de mayor desnudez sensual.

    La novela de Franoise Sagan ha merecido el inters que la

    prensa francesa le ha demostrado. La autora no puede conside-rarse como uno de los escritores importantes de la actualidad enFrancia, pero el tono de su obra, la indiscutible juventud de suespritu dentro de un ambiente en el cual los ms jvenes dan

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    muestra frecuente de senectud, significan una afirmacin de fres-cura, de impertinente fuerza, cuyo encanto no ha podido pasardesapercibido.

    La novela Bonjour, tristesse merece sincero inters, entre otrascosas porque no es un libro de los que promete brillante porve-nir. Es muy posible que Francoise Sagan no escriba jams unlibro citable en los textos de historia de la literatura. Tal condi-cin lo hace singularmente atractivo. Es, sin duda ninguna, unlibro de juventud, una demostracin de bro adolescente.

    Guillermo Meneses

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    PRXIMAMENTE APARECER la versin espaola de la Introduzione allEsistenzialismo editada por el Fondo de Cultura Econmica deMxico, y traducida por el doctor Jos Gaos. Con esta obra ten-dremos en nuestro idioma uno de los textos ms importantes dela filosofa existencialista.

    Nicola Abbagnano es la figura ms representativa del existen-

    cialismo italiano, que, aunque menos conocido y discutido que elexistencialismo alemn y francs, ha sido una corriente que se hadesarrollado en Italia con gran vigor y extraordinarios aportespara el pensamiento existencial.

    La obra retoma los temas que Abbagnano haba examinado enLa struttura dell esistenza (Torino, 1939), y en realidad ofrece unaexposicin y anlisis de todos los motivos del existencialismo.

    El tema fundamental es el hacer notar que la filosofa no se jus-tifica como trabajo de indagacin o bsqueda doctrinaria, si nose la reconoce fundada en la naturaleza misma del hombre encuanto existente.

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    Nicola Abbagnano:INTRODUZIONEALL ESISTENZIALISMO

    Torino: Taylor, 3 edicin, 1948.

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    Un ente que posee el ser como su esencia necesaria no puedepreguntarse por el ser. El hacer la pregunta que interroga por elser tiene como condicin el estado de un ente para el cual su ser

    no constituye una posesin absoluta y necesaria, sino una posibi-lidad. El nico ente que hace ontologa, el nico ente que pre-gunta por el ser, es el hombre; porque este problema palpita enla ms real concrecin de su naturaleza. Recordemos a MartinHeidegger:

    El ser ah es un ente que no se limita a ponerse ante los otros

    entes. Es, antes bien, un ente nticamente sealado porque en suser le va ste su ser. Lo nticamente sealado del ser ah reside en

    que ste es ontolgico (M. Heidegger, El ser y el tiempo, traduccin

    espaola, Introduccin, 4, pp. 14-15).

    Para Abbagnano, el hombre es radicalmente filosfico, porquela estructura de la existencia es indeterminada y problemtica. La

    duda, la certeza, el temor, el atrevimiento, la accin o la dispersinson modos concretos y singulares del problema del ser. El proble-ma del hombre es un problema de bsqueda y de reconocimientode su originaria indeterminacin. Hay que asumir esta inestabili-dad de la existencia porque ello nos abre a la posibilidad. En cam-bio, el ser necesario tiene como condicin la negacin absoluta detoda posibilidad. Se impone la decisin, y con ella no se niega la

    posibilidad sino que se la trasciende. El hombre es lo que quiereser, es lo que decida ser. Pero esta postura que asume por mediode la decisin no elimina el campo de posibilidades del hombre.Esta postura hay que confirmarla a cada paso, hay que reafirmar-la o negarla. La afirmacin de lo que se es constituye la unidad decada yo, o sea, la sustancialidad del hombre.

    El hombre en cuanto a sustancia, en cuanto individuo que se

    limita ante los otros y ante el mundo, se pone en comunicacinintersubjetiva con el prjimo y en relacin abierta con el mundo.Existir es coexistir.

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    Abbagnano, como postulador de un existencialismo positivo,se coloca en una tercera posicin con respecto al pensar de M.Heidegger y K. Jaspers. El existir para Abbagnano no es un des-

    tacarse de la nada, ni un salir de la relacin del ser hacia el ser,sino que consiste en una peculiar forma de referirse al ser comoposibilidad; o sea, la estructura de la existencia no depende delser ni de la nada, depende de la posibilidad de ser sobre la cualse constituye el hombre.

    El hombre es libre: puede ser lo que quiera ser, y lo puede serhasta el momento en que determine ser otra cosa.

    La libertad para Nicola Abbagnano tiene una importancia deci-siva, porque ella es condicin de posibilidad de la norma electi-va. Es decir, la libertad no se la puede jugar hasta lo catico (elmal, el pecado), porque ello significa la negacin de la libertad.De este modo el autor no propone un existencialismo en el quese puede establecer un criterio de juicio sobre la eleccin y la pos-tura. La libertad tiene que cuidarse a s misma por medio de una

    eleccin que no lleve al hombre a la esclavitud.La dimensin capital de la existencia es el tiempo. La tempo-

    ralidad es condicin de la finitud y por ende de la indeterminadaestructura del ser hombre. La decisin hace trascender el tiempoporque ejecuta la vida en una forma unitaria, en oposicin a laforma interna que caracteriza al tiempo. El hombre, en su deci-sin, asume el destino anticipndose al futuro, y se mantiene fiel

    e idntico a s mismo.Claro est que el hecho de trascender la temporalidad y la

    finitud no significa que el hombre escape de ellas. La situacinautnticamente existencial consiste en hacer propia la finitud, encomprenderla y realizarla.

    Los ltimos tres captulos de la obra que nos ocupa estn dedi-cados a estudiar las relaciones de la existencia con la historia, la

    naturaleza y el arte.La Introduccin al existencialismo de Abbagnano expone entodos sus aspectos los puntos de vista que el autor llama el

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    existencialismo positivo o el existencialismo sustancial, yconstituye el intento ms logrado para el establecimiento de unafilosofa existencial tica, donde el anlisis existencial tiene por

    objeto la justificacin y comprensin de los valores vitales.

    Pedro Duno

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    UNO PUEDE NO estar de acuerdo con determinada poesa y nodisentir por ello de sus cualidades intrnsecas ni de la sensibili-

    dad de su autor. En el caso del joven Silva Estrada hay que hablarde un poeta de mucha sensibilidad.

    A menudo hemos ledo en la prensa las declaraciones de SilvaEstrada; l es de esos pocos poetas en que la creacin se da a la parcon la necesidad de encontrar la frmula de su propio tempera-mento. Que ac es un oficio raro entre nosotros. Habra que admi-rarle tambin a Silva Estrada la responsabilidad seria que pone

    en el oficio lrico y su poco afn por la notoriedad y el aplausodesmedido, cualidades que pudieran ser caractersticas de lanueva juventud.

    En todo caso, Silva Estrada es un poeta conceptual. As enten-demos a quienes trabajan con elementos puramente abstractos,como son las ideas, los estados de conocimiento (echando a unlado los vocablos, que son siempre meras abstracciones), o en

    otras palabras, los que trasmutan al lenguaje personal una expe-riencia de orden intelectivo, antes que sensorial o emotiva. SilvaEstrada es poeta que se vale de todos los medios de la purificacin

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    Alfredo Silva Estrada:CERCOSIlustraciones abstractas de Mateo Manaure.Caracas: Ediciones Cuatro Muros, 1954.

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    verbal para hacer consciente el movimiento de su inspiracin. Detal proceso parcenos, a primera vista, que resulta una poesaalquimiada, acaso con poca libertad de imaginacin y a ratos no

    espontnea, si se comprende hasta qu punto esconde una sedintencionada de conocimientos esenciales. Poesa del entendi-miento (si es que puede haberla), con muy pocos nexos humanoscon la emotividad que permitan a uno identificarse con ella en unprimer buceo. Hay que pensarla. A fuerza de ser lgicos puedesacarse el misterio. Toda la poesa es el encanto.

    El mismo ttulo del poema, Cercos, es el smbolo para

    expresar (o para hacer) un estado de conciencia que, ms que enespiral, gira en redondo sobre s mismo, sin posibles conexionescon las cosas.

    La esencia de la poesa es el hecho comunicativo. No las pala-bras mismas. Ojal no nos estemos equivocando al pensar quealgunas veces no atrapamos tal propiedad potica en los versos deSilva Estrada:

    Guarda saltos de bestiasy agita en el alero crines hmedasel andamiaje de invasin establesin derrumbe en el brote que me capta.

    Silva Estrada busca comunicarnos una impresin sobrecoge-

    dora, desgarrante de muda esterilidad edificndose sobre la nada,una conmocin angustiosa de la conciencia frente al mundo; paraentregarnos esta inteleccin disecadora y extraa, Silva Estradaecha mano de una fra nominacin de elementos de naturalezaconstructiva o arquitectnica (ladrillo, friso, escaln, mu-ralla, cercado, calzada, ventana, alfizar y muchos ms),acumulndose unos sobre otros en edificio de angustia que llena

    luego el silencio hecho conciencia del devenir humano, sin pri-sin ni raigambre.

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    Lo que podra darnos una idea mejor del mensaje de SilvaEstrada, de su constructivismo potico, como diramos nosotros,es el siguiente trozo (bastante inteligible, por cierto) del poema

    que comentamos:

    Dcil, cedida a su expansin concisa,la araa se transforma en propia urdimbre.Tiende el hilo conscientetras la crcel exiguaque anuda libre de ella su otra forma.

    Trocada en su labor ya no la cubre.

    Sin embargo, para la poesa el espritu necesita de la supremalibertad, de la libertad que slo tiene por lmite a s misma, deesa libertad, de la que ya deca Apollinaire que ella sola constitua elacto creador. Las restricciones, demasiado atadas a ideas abstrac-tas y no a su verdadera sensibilidad, que se impone Silva Estrada

    son casi siempre las ligaduras que le impiden su mayor vuelo.Precisa darle ms oportunidad a las fuerzas efusivas del alma.

    La poesa centra su afn de pureza en valorizar la palabra noya como smbolo sino como presencia. El poema no intentasimbolizar algo, quiere constituir ese algo mismo. Son frases delpropio Silva Estrada. Y aqu nosotros aplaudimos. Bastan ellaspara hablarnos de lo que busca el poeta. Pero lo que se busca no

    es siempre lo que despus se encuentra. Y en esto radica todo elmisterio de la creacin. Los creacionistas tambin se pusieron ainventar cosas, que eran, asimismo, poemas, y hasta idearon unarealidad distinta de las otras habidas y por haber. Sin embargo, elDios del poeta no infundi nada divino en las creaciones deHuidobro, de aqu que el chileno, seco de encanto, nos resulta lasms veces intolerable. En cambio Reverdy, creacionista tambin,

    es admirable ledo en francs... y yo no dudo que hasta en chino.

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    Son los sentimientos los hilos secretos de las palabras, y stastienen su fuente en la experiencia potica, en la vivencia presen-te del recuerdo, en la vida anmica. Las palabras de s no constru-

    yen ningn mundo, sino que lo encierran dentro de ellas mismas,lo despiertan o restituyen, en virtud de sus relaciones significati-vas, musicales y mil relaciones ms insospechadas.

    El hecho potico es un reconocimiento interior de las cosas ypuede darse solamente como plasmacin nueva de las palabras,como objeto de misterio exterior, en el poema, slo cuando tieneinminentes races en el espritu del que ha creado. All donde no

    hay emociones, ya sean llanamente expresadas, como en el casode Whitman, o quintaesenciadas como en el de Mallarm y suscontinuadores, en donde falta la vida del sentimiento, las alusio-nes profundas livianas del ser, all no hay que ir a buscar nada, ano ser el vaco inmediato de esa misma nada.

    Se precisa no olvidar que las relaciones de las cosas fueronsiempre humanas, y humano resulta todo mensaje potico aun

    cuando sea dirigido a uno mismo:

    Por mninguna cosa permanece sola

    pues yo la asocio a otra en mi corazn.

    Juan Calzadilla

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    Septiembre, diciembre 1954

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    DOS HECHOS fundamentales en la vida de un escritor ocurrierontemprano en la existencia de Julin Padrn: a los veinticuatro

    aos publica su primera novela (La Guaricha. Caracas: Editoriallite, 1934) y a los cuarenta y cuatro la muerte lo fulmina enpoco tiempo, pocas semanas antes de que entrara en circulacinsu ltima novela, Este mundo desolado. Entre uno y otro aconteci-miento se extiende un parntesis de veinte aos, dedicados confervor y preferencia al ejercicio literario. Durante ellos aparecieronlas siguientes obras: Madrugada (novela; Caracas, 1937), Clamor

    campesino (novela; Caracas: Editorial lite, 1944), Primavera noc-turna (novela; Caracas: Editorial vila Grfica, 1950), Candelas deverano (cuentos; Caracas: Editorial lite, 1937), Fogata (teatro;Caracas, 1938), Parsitas negras (teatro; Caracas, 1939). En com-paa de Arturo Uslar Pietri ejecut la primera Antologa del cuen-to moderno venezolano (2 vols., Caracas: Ediciones del Ministeriode Educacin Nacional, 1940). Participa activamente en perio-

    dismo y en algunas de las ms importantes realizaciones literariasde su tiempo, como la fundacin de la Asociacin de EscritoresVenezolanos, que llega a presidir, y la creacin de la serie de cua-dernos de dicha institucin. Prometi algunas obras que deja

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    Julin Padrn:ESTE MUNDODESOLADOCaracas-Madrid: Ediciones Edime, 1954.

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    inditas, inconclusas o en mero proyecto: Guarapiche entre loscaaverales, Guramo y Carmen Solazo (novelas); Los suplicantes(teatro). Para la fecha de su muerte trabaja en su relato La

    Guaricha, al cual le haca correcciones para una segunda edicin.El objeto primordial de esta nota es resear la ltima obra de

    Julin Padrn: ltima en el sentido absoluto de la voz. Raras vecesel ttulo de un libro anuncia tan exactamente el contenido de ste,como en el caso de Este mundo desolado. Tanto nos afirmamos eneste aserto, que glosando dicho ttulo podemos hacer una incur-sin por los pginas del relato.

    La palabra mundo est tomada aqu en el sentido de terruo, yaque el autor se refiere a un pequeo valle del oriente venezolano,cuya descripcin parece coincidir con algunas de las caractersti-cas de la tierra natal de Padrn (San Antonio de Maturn). En elvalle hay un casero y alrededor de ste los ranchos de la gentecampesina. El relato de Padrn se desarrolla en uno de esos ran-chos: el de Anselmo, Gregoria y Juan, dos viejos y su hijo adoles-

    cente. La palabra mundo se reduce mucho ms en su significadoy se bifurca, pues el novelista habr de presentarnos la desolacindel mundo geogrfico abandonado y la desolacin de aquellasalmas. Hasta aqu tenemos perfilado el significado del sustantivodel ttulo. Veamos ahora cmo el adjetivo desolado resume todaslas situaciones de la novela.

    El rancho de Anselmo y Gregoria es apenas el conjunto mni-

    mo de artefactos necesarios para que un objeto se llame vivienda.Est a medio hacer y es un simple y primitivo refugio contra elsol y la lluvia. La desolacin que exhala cada rincn de la vivien-da se contina en el completo abandono de la tierra de labranzaque integra el conuco, hurfano por mucho tiempo de la manoagricultora. Y ambos rancho y labranto son una proyeccindesconsoladora del espritu de Anselmo y Gregoria. Vestidos de

    harapos ambos viejos son, ellos mismos, harapos humanos. Nadales importa ni conmueve. l, en su chinchorro, masca tabaco.Ella, en cuclillas, fuma un tabaco con la candela hacia el interiorde la boca. Ninguno de los dos piensa en nada, como si para ellos

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    no existieran el pasado ni el presente, y mucho menos el futuro.Se alimentan de los restos de antiguos cultivos que subsisten sil-vestres en el conuco. Indolentes aguardan sencillamente que el

    tiempo pase, sin ilusiones ni proyectos, sin ansias de ningunaespecie, consumidos por la completa indiferencia hacia todocuanto los rodea.

    Mientras ellos permanecen en sus actitudes estatuarias, el hijoun mocetn en trance de nio que se hace adulto deambu-la por las orillas del ro, solo, monologando, pusilnime hasta consus propios juegos de adolescente solitario, sin escuela, sin ale-

    gra, sin futuro.De repente a Juan le entran unos mpetus irrefrenables de tra-

    bajar, de darle sentido a su vida intil dedicndose al cultivo delconuco. Bajo su esfuerzo la tierra trabajada hincha las mazorcas yengorda los tubrculos, hasta despertar la envidia de los vecinos.El estmulo que acta sobre Juan es el amor que le va naciendopor Soledad. En el momento en que la vida poda haberse hecho

    amable para los dos viejos, ambos mueren en una misma noche,de males distintos, sin mdico, ni medicinas, ni consuelos religio-sos. Juan y Soledad se unen y forman la nueva pareja que ocupa-r el rancho. Nace un hijo que muere a los pocos das de llegado,como tantos otros neonatos de nuestros campos, famlicos, sinasistencia mdica. La desolacin torna a embargar al rancho y alas almas de aquellos dos seres que parecen continuar uno como

    crculo vicioso.Aparte de estas escenas que hemos resumido, el autor describe

    la invasin de una nube de langostas que asolan los campos delabranza. Este acontecimiento aparentemente desvinculado delnervio central de la novela, en realidad es otra pincelada que acen-ta dramticamente los ties sombros de la desolacin que des-criben las pginas de este relato.

    ste es el ltimo testimonio literario de Julin Padrn. No seplantea en l ninguna tesis sociolgica ni hay de su parte la inten-cin de que los personajes simbolicen a seres de la vida real. Peroel lector ha de hacerse inevitablemente la reflexin de que todo lo

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    dicho en la obra responde estrictamente a una verdad dolorosa. Lavida oscura y sauda de nuestros hombres de campo est all decuerpo presente. Es posible que la proyeccin social que Padrn

    no alcanz a dar con su novela Clamor campesino, escrita sobre eltema de la reforma agraria, se produzca ahora cuando se ha limi-tado a presentar la verdad lacerante de Este mundo desolado.

    Oscar Sambrano Urdaneta

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    NADA MS encomiable que la iniciativa tomada por los editores dela Coleccin Maracapana al presentar en hermosos volmenes,

    manuables y econmicos en el precio de adquisicin por el lec-tor, las obras escogidas de algunos de nuestros ms meritoriospoetas desaparecidos. Excelente modo de divulgar una rica mani-festacin de la literatura venezolana que, segn explica PedroDaz Seijas en el Prlogo a uno de los tres volmenes ya publica-dos de la coleccin, se ha venido perdiendo en la cultura de lasnuevas generaciones.

    Hemos tenido noticias de que el editor Villegas (por cierto demuy buen gusto en la presentacin tipogrfica de sus libros) tieneel firme propsito de emprender una campaa cuyo fin sera elabaratamiento de la edicin de la obra venezolana, conservando,gracias a los adelantos tcnicos de la maquinaria moderna, la buenacalidad de impresin que tienen algunas editoriales extranjeras.

    En un pas donde la publicacin de un libro resulta para el

    pobre escritor siempre gran aventura, dado el elevado costomonetario de la edicin, el mal gusto y el descuido de ciertosimpresores, es justo celebrar la iniciativa de empresas nacientesque prometen al autor todo gnero de garantas en este sentido.

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    Rafael Arvelo y Francisco Pimentel:POESAS ESCOGIDASCaracas: Ediciones Villegas,Coleccin Maracapana, 1954.

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    Y ms si se trata de exaltar una rica tradicin nacional hoy des-cuidada. Salvo las publicaciones de obras venezolanas por orga-nismos oficiales, los libros editados en el pas tienen un precio

    relativamente inasequible para el tipo de consumidor medio, si setoma en cuenta el valor por ejemplar de las obras venidas del otrolado del mar. El libro econmico garantiza su mayor alcance cul-tural y el mrito del libro radica ms que nada en la divulgacinde su texto, en la circulacin y generalizacin de sus ideas.Ningn autor pretende menos que esto. Y el poder de difusin delos libros es base muchas veces de la supervivencia de una cultu-

    ra o tradicin.Das vendrn en que sern mayores las posibilidades de editar

    bien en Venezuela (y las Ediciones Villegas son ya un signo pro-misor). La gente podra entonces adquirir a mdicos preciosobras de autores venezolanos del pasado que no circulan, no por-que carezcan de inters o actualidad (como dicen los impresoresavaros) sino porque no han sido incorporados mediante una

    difusin dirigida y consciente de las preocupaciones ms actualesde nuestra cultura. Fruto de ese acercamiento que nacer entreel autor y el lector venezolanos (y esto es ya perogrullada)nuestro nivel de cultura aumentar enormemente. Es el caso queArgentina, Chile y Mxico, que son los primeros pases publicis-tas de Amrica Latina, alcanzan hoy por hoy una cultura formi-dable en todo sentido.

    Decamos, pues, que una manera de revivir cierta tradicinliteraria venezolana (que escapa al inters del impresor avaro)sera la de ponerla a circular en forma de libros, y esto del modoms desinteresado. El Ministerio de Educacin tiene realizada yabuena parte de esta labor. Igualmente las universidades y algunasinstituciones privadas. Pero falta todava el impuso que d a estola empresa particular, etc.

    Sin embargo, no podemos saludar la aparicin de las excelen-tes publicaciones Maracapana, que tiene por mejor garanta lite-raria la sinceridad crtica de Pedro Daz Seijas en la direccin, sindejar de observar (a objeto de un mayor cuidado en las futuras

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    ediciones de la coleccin) muchas erratas imperdonables quequitan prestigio tanto a la obra literaria en s como a los preocu-pados editores. Sobre todo en el tomito de poesas de Lazo Mart

    llamamos la atencin en cuanto a estos descuidos. En los otrosdos volmenes la impresin ha mejorado notablemente.

    Otra observacin es la siguiente: nos gustara ver en estas her-mosas ediciones recogida la obra seleccionada de algunos poe-tas venezolanos desaparecidos que estimamos grandemente; porejemplo: Alfredo Arvelo Larriva, Leoncio Martnez, Jos AntonioRamos Sucre, Jacinto Gutirrez-Coll, y muchos ms.

    En lo que respecta al volumen que motiva este comentario(puesto que el editor no ha utilizado la numeracin que es siem-pre de rigor en estos casos), recoge una seleccin de las obras enverso de Rafael Arvelo y de Francisco Pimentel (Job Pim), dosde nuestros humoristas ms conocidos. El Prlogo es de J.A. deArmas Chitty.

    Finalmente, este comentario sirve para felicitar a los directivos

    de la Coleccin Maracapana, as como al editor Villegas, por lajusta empresa acometida de reactualizar el pasado literario deVenezuela.

    Juan Calzadilla

    RNC N 108Enero, febrero 1955

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    NOSOTROS VAMOS A intentar aqu una valorizacin apasionada de la

    poesa de Luis Barrios Cruz, este maestro de la lrica venezolanaque no ha sido estimado en su ms desconocido valer. En primerlugar no nos detendremos en la explicacin de la simbologa deBarrios Cruz, pues ste no es precisamente poeta simbolista, a noser sino nicamente en el ttulo de su libro: La sombra del avin,imagen en que quiere el poeta encerrar su propia definicin vital,la reiteracin de su fe, como se dice en el Prlogo, su credo

    potico, gstenos o no (pues este ttulo ha sido discutido y es dis-cutible) no tiene, nos parece, nada que quitar o agregar al mara-villoso contenido del poemario, el que aparece a partir del tercercanto: el que nos sirve para considerar este libro como funda-mental a travs de todo el proceso lrico venezolano.

    Despus de Lazo Mart (y no es una mera coincidencia que losdos poetas tengan lugar de origen comn) ningn poeta venezo-

    lano por nosotros conocido y es nuestro modesto criterio halevantado a mejores cumbres la expresin nativista y ningunoha cantado como l tan mgicamente el alma de lo criollo. Y BarriosCruz no es un poeta popular! Ms bien es poeta de aquilatada

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    Luis Barrios Cruz:LA SOMBRADEL AVINCaracas: Tipografa Garrido, 1954.

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    hondura lrica, espontneo en su pureza verbal, popular y refi-nadsimo al mismo tiempo y sin quererlo: milagro de la verda-dera poesa! La materia de sus cantos est vertida en finsimo

    decir y con una incomparable gracia e irrupcin de ingenuidad,con una fuerza prstina de claridad y misterio a la vez, que aveces sus versos quisieron como traernos el aejo sabor deGabriela Mistral:

    Mi ciudad suma cinco templos, grandesy fuertes, enraizados en la vida,

    y mi esplndido campo robles, ceibas,dividives, samanes y alcornoques.

    Y se necesita ser un ingenuo, en el sentido en que la crtica fran-cesa saluda a los genios incultos de la plstica, para decir:

    la tierra es lo ms hermoso del universo,

    pero se necesita tambin ser verdadero poeta para decirlo y eso eslo que es Luis Barrios Cruz. Si se ha de querer gustar su poesahemos de colocarnos frente a ella con toda nuestra generosidadabierta hacia la comprensin; y por eso no estamos de acuerdocon lo que a este respecto dice Pedro Sotillo en el excelentePrlogo al libro que nos ocupa, de que para comprender a Barrios

    Cruz haya que situarlo con su fondo de llanuras infinitas: no!;para comprender hasta la mdula la poesa de Barrios Cruz lo quehay que hacer es leer estos poemas con ese mismo trasfondo degenerosidad, producida adentro de nosotros, y que requiere todabuena poesa como premisa de su disfrute. Y qu maravillosomundo nace para nosotros de la lectura de estos poemas! Es elpoder de la palabra vivida como carne honda del recuerdo, como

    sangre del sentimiento de la tierra.

    Y la lengua del hombre donde caben todas las hermosuras.

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    Y este verso que lo hubiera dicho con orgullo Whitman en susHojas de hierba, no es otro, y mejor dicho an, que aquel deRoberto Ganz que traduce Ida Gramcko:

    Si un nombre tiene claridades en su lenguael universo est construido

    Y el poeta que ha renunciado devotamente al cielo, al cielo delavin:

    S que estis orgulloso, bien hallado,genio fundamental del siglo mo,con tu avin, con tus alas, con tu ascenso.Djame a m la sombra candorosa,la sombra del avin volando,

    para tomar la posesin doliente de las cosas sencillas del corazn

    aqu abajo en la tierra, tiene ganado ya el otro cielo, el cielo de lapoesa que no muere nunca, el cielo de la posteridad.

    Una poesa tan llena de saberes de la tierra, tan candorosa ytransparente y salpicada de ancdotas y de recordaciones, depasin casta, de sentimiento que disgusta a los temperamentosintelectuales, no puede estar mejor contenida en este apretadodominio de la tcnica mtrica que impone LBC con pureza sin

    par a su estro, si no fuera ella perenne fruto de una dolorosabrega potica de toda la vida. La poesa es dificultad, ejercicio deltiempo y de vida lenta, trama del espritu, y quien llega a sentirsiquiera una vez y comunicrnoslo para siempre el hondn de esasangre indestructible, el misterio de las cosas, est en el secretode lo permanente.

    Y el milagro del verso de LBC consiste en la manera de desarro-

    llar la ancdota. Un poeta requiere de largo adiestramiento parahacerse un lenguaje personal, preciso y directo, y an muchotiempo para dominar las aparentemente estriles estructuras del

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    metro, pero se necesita mucho ms en voluntad y energa y entre-ga potica, en adiestramiento espiritual para conservar tan intac-tas y puras y frescas en el recuerdo las experiencias profundas de

    la poesa adquiridas en el manejo difcil de la vida. Qu origina-lsimo estilo!:

    As me gusta contemplar tu fachagrave y antigua de llanero cierto.Lo soy tambin y me conozco, amigo.Dame la mano.

    Dura la tienes por la soga en vueloy por las crines al domar el potroy por el fuego en la gentil coleadadel toro insigne.

    Qu maestro del anecdotismo:

    En una de tus horas cat los vinos,con Rodolfo Moleiro, vinos de Espaa,que envibanos Antonio Machado excelsoen la ms espaola fina garrafa.

    Puede salir al campo a todas horas

    mi ciudad libremente y cuando quiereentrar mi campo en la ciudad, sin vallasencuentra por doquier mbito limpio.

    Y esto sirve para demostrar una ley del tiempo: la poesa no esasunto ni tema, es simple hacer, realizacin pura, ejecucin lim-pia de la experiencia trasmutada en lenguaje eterno. Y no es sola-

    mente en el dulce y cristalino vaso de sus estrofas mtricas endonde nos da a beber LBC la esencia de sus cantos; tambin esdueo Barrios Cruz de un verso libre de magnficas posibilidades:

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    Amo la tierra, la amo simplemente, como amolos ojos que de ella se me adornan,las manos con que la tomo y alzo en el aire dorado

    y como amo; sin saberlo casi,mi propia alma que es su retoo y su fruto y su sabor.

    Amo la tierra y un pedazo suyoesplende al que le llamo tierra ma

    y por entero soy de este pedazo,donde una celedonia ofrceme en su despierta copa

    de zafiro y brisa el sorbo ltimo del tiempo.

    Luis Barrios Cruz forma parte, cronolgicamente, de la llama-da generacin del 18 y entre sus libros de versos ms importan-tes publicados se encuentran: Respuestas a las piedras (1931),Plenitud (1941), Cuadrante (1944) y el que acabamos de researen esta nota.

    Juan Calzadilla

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    Enero, febrero 1955

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    EL CONTENIDO de este volumen rene los contenidos de dos cua-

    dernos, el 32 y el 70 de la Asociacin de Escritores Venezolanos.El primero de ellos de 1942, y el segundo de ellos, de diez aosms tarde. Uno y otro en la actualidad totalmente agotados.

    El ttulo del actual conjunto resume los ttulos de los dos cua-dernos que lo precedieron y que lo integran: Sobre el humanismo

    y otros temas, y Variaciones sobre el romanticismo.Luis Beltrn Guerrero es un escritor clsico: por la limpidez

    de su estilo y por el corte de su frase. Tiene adems perspectivas depensador contaminado por la preocupacin filosfica y que seasoma desde ella a la crtica literaria como a la crtica histrica.Su nombre ha quedado recientemente subrayado por otras dospublicaciones diferentes, ambas del ao 1954: Posada del ngelque lo acredita como poeta; y Razn y sinrazn que lo acreditacomo ensayista.

    En la obra que comentamos campean dos problemas de sen-dos temas, en busca de las respectivas definiciones: el del huma-nismo y el del romanticismo. El primero es perenne; el segundoes de poca.

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    Luis Beltrn Guerrero:HUMANISMOY ROMANTICISMOCaracas-Barcelona: Biblioteca de EscritoresVenezolanos-Ediciones Nueva Cdiz, 1954.

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    Luis Beltrn Guerrero inicia sus pginas acerca del humanismodesde las riberas del Ro de La Plata, de ese gran ro que juega a sermar, segn el autor nos dice. Quiere sentar las bases de un huma-

    nismo americano, ni extrao con respecto Europa ni dependientede ella. Guerrero piensa en un humanismo que se renueve sin cesary que puede tener hoy su centro en Nueva York o en Buenos Aires.

    Sobre el romanticismo nuestro autor hace gala de una erudicininteligente. Cita a Rousseau y hasta a Kant. Es ms filosfico queDaz Plaja al tratar este punto. Bien es verdad que disentiramos deGuerrero en su afirmacin, harta generosa, de que el estilo de Kant

    en sus observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo subli-me estn escritas con gracia. Gracia de escritor no la tuvo nuncael gran filsofo de Knigsberg; Dios le haba dado otros dones. Elde la diafanidad acaso, cuando se penetra su terminologa.

    Guerrero explica bien las diferentes acepciones del romanticis-mo como vuelta de aoranza a lo que nunca existiera: a la inge-nuidad y a la placidez del indio americano o a las supuestas

    delicias en la vida de los medievales. Guerrero ve en el romanti-cismo un renacimiento potico. Como el renacimiento del sigloXVI y del siglo XVII idealiz los cnones intelectuales y estticos delmundo clsico, el romanticismo del XIX habra poetizado los con-tenidos medievales para la exaltacin del individuo y de suspasiones desbordadas cuando la Edad Media era precisamente locontrario: el imperio de la jerarqua y del gremio.

    Humanismo y romanticismo es un libro que nos invita a pen-sar sobre los misterios del hombre. Y lo hace en un lenguajeclaro, transparente, como si el autor nos estuviera hablando deotro asunto.

    La prosa de Luis Beltrn Guerrero es peligrosa: invita a leer ysobre todo a escribir, como si cualquiera pudiese replicarle.

    Cuando un libro de Guerrero, como el que motiva esta nota,

    se ha formado por coleccin de artculos, la impresin de aparen-te ligereza es lo ms engaoso. Luis Beltrn Guerrero es un hom-bre de tesis; y su erudicin no es estorbo para la libertad de supensamiento.

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    Es divertido su artculo terminal sobre la tradicin y las acade-mias. Despus de la mezquindad de la Academia Francesa conClaudel, y de la ms absurda de la Academia Espaola con Ortega

    y Gasset, nos inclinaramos a recitar la antfona satrica de RubenDaro que Guerrero cita muy oportunamente: De las Academias /lbranos, Seor!. Pero Guerrero defiende las academias. Y en ellohace bien, sin duda. Por tratarse de un espritu clsico y, consi-guientemente, mesurado, Suaviter in modo, fortiter, in re.

    Domingo Casanovas

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    Marzo, abril 1955

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    LA PALABRA BIOLOGA est entendida en esta obra en su ms ampliaacepcin. Las relaciones entre fisiologa y psicologa son evidente-

    mente tan estrechas que la actual teora psicosomtica comprendea ambos aspectos como integradores de la unidad fundamentalviviente, teora cuyo desarrollo ha sido tarea de los ltimos aos.Posiblemente en este sentido aunque no lo dice entiende elautor la biologa, puesto que su obra casi ntegramente se dedicaal estudio de la personalidad psicolgica de Bolvar, coincidiendoas en una zona considerable con el estudio realizado por el doctor

    Guevara, que arriba reseamos.Pero la Historia biolgica de Bolvarnos presenta la otra cara del

    problema, mostrndonos una personalidad psicoptica de Bolvar,con un andamiaje argumental por lo menos tan imponente comoel que sustenta la obra de Guevara.

    El autor, consciente del riesgo que entraa el desarrollo deltema, se apoya en intentos como el del estudio mdico-legal de la

    pasin de Jesucristo escrito por un mdico catlico, paradefenderse de las acusaciones de profanacin. Anloga intencinposeen las numerosas citas con que inicia su libro, justificativasdel actual criterio histrico que estimula el anlisis, con mtodos

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    R.D. Silva Uzctegui:HISTORIA BIOLGICADE BOLVARBuenos Aires: s/e, 1954.

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    cientficos, de los conductores de pueblos, de los creadores denacionalidades y de los fundadores de religiones.

    La dimensin mtica del profeta, del hroe o del genio crea en

    torno suyo un ambiente erizado de peligrosos tabs, con losque roza inevitablemente el anlisis cientfico. Sin embargo, en elproceso analtico el valor ejemplar y radicalmente movilizador detales arquetipos humanos se acrecienta, ya que al ser puestos anuestra altura, al sentirlos palpitar y vivir como semejantes nues-tros, con caracteres positivos y negativos, nos parecen modelosms entraablemente alcanzables y asequibles.

    Silva Uzctegui analiza con slida documentacin la relacindel genio y de los estados psicopticos, llegando a la conclusinde que no todos los hombres de genio son psicpatas en tantoque muchas gentes de escasa mentalidad s lo son, lo que consti-tuye una verdad evidente y claramente expuesta. Ms discutibleresulta su otra conclusin de que en algunos casos, un estado psi-coptico lejos de perturbar las facultades generales, puede consti-

    tuir un factor favorable, y no por la enunciacin del principio,sino por la ms espinosa cuestin de su aplicacin a un caso con-creto. Habran sido menos geniales hombres como Edgar Poe,sino hubieran tenido manifestaciones psicopticas o si se las hu-bieran tratado?

    El autor da una importancia muy grande a la herencia biolgi-ca y a la herencia psquica de Bolvar y, apoyndose en la opinin

    de notables investigadores venezolanos, encuentra mltiples mani-festaciones psicopticas en ascendientes y colaterales de Bolvar.

    ste es posiblemente el aspecto ms dbil de la obra. Ciertamente,puede hablarse de un psicopatogenio de la Conquista que, porotra parte, se produce en toda guerra y que hay que referir a lapsicologa de las multitudes; pero ni aqulla ni el paludismo niel calor pueden dar lugar a un estado mental de sobrexcitacin

    patolgica transmisible hereditariamente, a no ser que aceptemoslas doctrinas de Lysenko, cuya validez no se ha comprobadoexperimentalmente. Es posible la formacin de un sndrome psi-copatolgico del conquistador, debido al violento choque con un

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    ambiente nuevo y difcil y a los conflictos internos propios dela tremenda aventura, pero nos parece exagerado suponer que laexcitacin guerrera por unida que se d a otras condiciones

    negativas pueda causar estados psicopticos en los descendien-tes de aqul. Si esto fuera as, como en toda familia, a poco que nosremontemos en su historia, ha habido un nmero apreciable deguerreros, todos estaramos locos y ciertamente la humanidadentera parece muchas veces loca de remate; pero entonces tallocura sera la normalidad y el anormal resultara el cuerdo.

    De manera anloga nos parece exagerada la citada tesis de

    Rufino Blanco-Fombona segn la cual el hecho de figurar entre losantepasados de Bolvar un cura, algunos msticos, un encarnizadoperseguidor de contrabandistas y un hombre cruel, demuestra unaherencia psicoptica, no siendo tampoco fuerte argumento que elabuelo materno de Bolvar fuese persona de religiosidad meticu-losa y hombre recto, amigo de exterioridades, realista acrisolado,rezandero, conservador. Ser realista y rezandero en aquellos tiem-

    pos era ms bien lo normal, como tambin lo era que MaraAntonia Bolvar mandase apalear a un carpintero por insolente.

    La tesis hereditaria resulta, pues es nuestro parecer, muy dis-cutible y desde luego nos produce la impresin de no estar sli-damente sostenida desde un punto de vista cientfico.

    El hecho de que Bolvar fuera un nio difcil podra explicarseperfectamente por las condiciones de su educacin ya que, como

    dice OLeary, hubo demasiada tolerancia de sus tutores y maes-tros. La enseanza de Simn Rodrguez es muy importante ensu vida, y aunque aqul s era muy exaltado y excntrico, nosparece excesiva la opinin del doctor Estap que ve en ambosuna verdadera pareja psicoptica.

    Desde muy pronto Bolvar comienza a sufrir fuertes traumaspsquicos. Es primero la muerte de su joven esposa, muy poco

    tiempo despus de la boda. Y luego, la innumerable serie deacontecimientos desfavorables y adversos de la poltica y la gue-rra, capaces por s solos de hacer saltar en trozos cualquier sis-tema nervioso, por normal que fuera. Bolvar es incesantemente

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    sacudido por la fortuna. Alcanza ms gloria que ningn otro serde Amrica, pero tambin en vida se hunde en situaciones amar-gas que a cada momento amenazan arruinar su obra entera.

    Apasionados y dramticos ciclos de los ms opuestos signos seproyectan sobre su vida, si la disposicin y el campo que ofreceel sujeto deben ser tenidos en cuenta, no menor atencin ha deprestarse a la influencia del medio. Precisamente por forjarse elcarcter en relacin con las impresiones recibidas por el sujeto,tanto podemos explicar el origen de sus desajustes desde el ngu-lo del sujeto como desde el ngulo del ambiente.

    Para el autor, Bolvar presenta una constitucin ciclotmica aso-ciada a una constitucin emotiva, no considerada la ciclotimiacomo una enfermedad mental, sino ms bien como perturbacinafectiva. Entre la constitucin ciclotmica que puede conside-rarse como uno de los varios tipos de constitucin normal, lacicloide que se encuentra en un estado intermedio y la psico-sis manaco-depresiva que constituye franco estado de enferme-

    dad, hay una graduacin imperceptible, por lo que, aun dandocomo vlido un diagnstico de cicloide, sera imposible afirmarque tal tipo no se hubiera desarrollado sobre un fondo normalciclotmico, a causa de la educacin de la agitada vida posterior.

    Pero el diagnstico de ciclotmico puede justificarse en loshechos, tanto como otro cualquiera. Si admitimos que la cons-titucin esquizoide se caracteriza por el retiro de la vida social y

    el refugio fcil en el sueo, tenemos un ejemplo de lo primeroen el aislamiento del mundo despus de la prdida de la esposao en el hecho de no querer ver a nadie despus del acceso dePativilca. En cuanto a los sueos de Bolvar, de todos son cono-cidos. Si quisisemos encontrar rasgos paranoides, los encontra-ramos despus del atentado de Bogot, en que qued padeciendomana persecutoria con alucinaciones (p. 203). El diagnstico

    de epilepsia, segn la teora lombrosiana del genio, podra fun-darse en las ausencias, desmayos e impulsiones ambulatorias. Deigual modo podemos clasificarlo como introvertido, si atendemos

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    a su intensa vida interior, y como extrovertido, si miramos suasombrosa actividad social.

    Pero precisamente si Bolvar es clasificable de manera ms o

    menos forzada en todos los tipos de constitucin psicoptica,sin caer plenamente en ninguno, no podemos concebirlo en rea-lidad como una personalidad psicoptica, como no lo juzgaronsus contemporneos.

    Pudiera a veces parecer loco para quien no lo conociera,como muy certeramente advierte uno de sus ms cercanos ayu-dantes, y quizs aqu est la clave del asunto. El no especialista

    distingue con certera intuicin entre el loco y el hombre de genio,aunque ambos tipos humanos se parezcan en ocasiones.

    Las apuntadas consideraciones crticas no pretenden mermaren lo ms mnimo el considerable valor que por la solidez de suconstruccin intelectual y por su abundante documentacin poseelibro tan interesante como el que comentamos, aunque la naturalpasin por la defensa de la tesis lleve al autor a extremos que es

    deber del crtico sealar.

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    MONUMENTOS Y documentos forman el sustrato fsico de la memo-ria de la humanidad. Son portadores de significados que vanmucho ms all de su estructura fsica, mensajes inscritos en lapiedra, el metal o el papel, que cada poca descifra con cdigopropio, porque entiende de manera diferente esas voces hierti-cas que nos vienen del pasado.

    El documento, a pesar de su ms claro sentido, es ms frgil y

    huidizo por lo que est en mayor riesgo de perderse comosucedi en la Biblioteca de Alejandra o en la quema de los testi-monios de la cultura maya por misioneros demasiados celososo de extraviarse en remotos centros de informacin, cuya existen-cia se ignora.

    En el caso de Amrica, dadas las particulares caractersticas desu historia, los documentos que permiten reconstruir su existen-

    cia en el tiempo, se encuentran en gran cantidad dispersos y enlugares lejanos, en archivos europeos y especialmente en losespaoles.

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    Joaqun Gabaldn Mrquez:MISIONESVENEZOLANASEN LOS ARCHIVOSEUROPEOSMxico: Instituto Panamericano de Geografa e Historia,Comisin de Historia, 1954.

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    El descubridor y el hombre de la conquista militar, funcio-nario o sacerdote, al ponerse en contacto con el apasionantemundo que se abra a su mirada, relat sus impresiones en una

    muchedumbre de documentos, que, junto con las relaciones,expedientes y notas de carcter oficial, constituyen una inmensariqueza para la historia del Nuevo Mundo.

    Cierto es que la seleccin de los sucesos y objetos que se pre-sentaban a la mirada de los hombres de la conquista y la coloniase haca de acuerdo con sus preocupaciones culturales, lo quedeformaba su visin, pero tal fenmeno se da siempre en el cono-

    cer humano y no por ello es menos importante lograr acceso fcila esos documentos, que habrn de ser posteriormente tratadospor la crtica histrica, valoradora de los factores de deformacinque perturbaron la objetividad de los observadores, cuidando deno sustituirlos por los suyos propios.

    La tarea que se ha impuesto la Comisin de Historia del Ins-tituto Panamericano de Geografa e Historia, de recoger el mate-

    rial recopilado por diversas misiones americanas en los archivoseuropeos, es por esto de la mayor importancia, tanto ms si con-sideramos que las devastadoras guerras del ltimo medio siglohan puesto en peligro la existencia de estas valiosas reliquias dela historia americana.

    La historia de Venezuela descubrimiento, conquista, coloni-zacin, independencia desbord los linderos del territorio

    nacional debiendo dejar en consecuencia una vasta y complejaestela documental en archivos de muy diversos pases, principal-mente de Espaa, Estados Unidos de Amrica, Francia, Inglaterray algunos otros europeos y americanos, como certeramente seadvierte en la introduccin de la obra que comentamos.

    Desde bien pronto los gobiernos venezolanos se preocuparonpor designar y financiar comisionados que hiciesen investigacio-

    nes y copiasen en aquellos archivos o fuentes los papeles intere-santes para esa misma historia nuestra, labor que se ha comple-mentado con la tarea ejemplar de historiadores que con carcterparticular trabajaron en las fuentes de documentacin exteriores.

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    El tomo actual es el octavo de una coleccin en la que hastaahora se han recogido la labor de misiones mexicanas, norteame-ricanas, cubanas, brasileas, colombianas, chilenas y argentinas,

    habiendo tocado ahora turno a las venezolanas.Joaqun Gabaldn Mrquez, con la colaboracin de Carlos

    Urdaneta Carrillo, Elena Lecuna de Urdaneta Carrillo, HermanoNectario Mara y Walter Dupouy, ha cumplido brillantementeel encargo hecho por la Comisin de Historia del Instituto, en cum-plimiento de resoluciones tomadas en la asamblea de Caracasde 1946.

    La importancia de este trabajo reside en que el conocimientode la existencia en Amrica de copias de importantes documen-tos para la historia del continente ahorrar a los investigadoresamericanos como advierte el Comit de Emancipacin latarea de repetir copias difciles y costosas en aquellos archivos.

    Las misiones oficiales reseadas han sido las del doctor BenitoFigueredo, cuya finalidad fue la de acopiar documentos relacio-

    nados con la fijacin de los lmites entre Venezuela y los pasesfronterizos; la del doctor F.C. Vetancourt Vigas, quien trabaj enarchivos espaoles y especialmente en el de Sevilla, la del doctorPedro Csar Dominici, igualmente en archivos espaoles, y lamisin, tambin en Espaa, de Fray Froiln de Rionegro. En cin-cuenta y cinco volmenes se recogieron estos documentos queahora estn en la Academia Nacional de la Historia, cuyo ndice

    figura en el libro que comentamos.Las misiones o investigaciones particulares descritas son las

    siguientes.La del doctor Caracciolo Parra Prez, que aporta papeles con-

    cernientes a Miranda y a la Independencia de Venezuela.La misin del doctor Carlos Urdaneta Carrillo y de su esposa,

    que obtuvo copias de los documentos relacionados con el movi-

    miento de emancipacin de Hispanoamrica, y especialmente deVenezuela, de la Seccin Histrica del Archivo Nacional de laGran Bretaa.

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    La misin de Casto Fulgencio Lpez consigui dos series dedocumentos conservados en su biblioteca particular. Una, con862 folios, se refiere a la poca y a la vida de Lope de Aguirre, y

    ha sido base de su obra histrica sobre el Tirano y de obras sobrela isla Margarita y Garcilaso Inca de la Vega. La otra serie, de msde 3.000 folios, se refiere a los orgenes y poca del movimientoemancipador y, sobre todo, a Gual y Espaa, habiendo utilizadoestos datos para su obra sobre La Guaira y para otra en prepara-cin acerca de Gual y Espaa.

    La misin del H. Nectario Mara fue dispuesta por el Gobierno

    del Estado Lara en 1948, previa consulta con el Centro HistricoLarense, para buscar en Espaa documentos relacionados con lafundacin de Barquisimeto, intento inicial que se ampli a otrosaspectos de la historia de Venezuela.

    Como puede observarse por esta breve enumeracin, la publi-cacin de los ndices de documentos correspondientes a estasmisiones ha de calificarse de trascendental para los historiadores

    venezolanos, quienes disponen ahora de un valioso instrumentode orientacin para su labor.

    Un paso ms podra constituirlo la posibilidad de obtenercopias en microfilm de esos documentos y de otros anlogos, ser-vicio que cada da se emplea ms, merced a las modernas tcni-cas de la ciencia documental.

    Rafael Rodrguez Delgado

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    LA INSTITUCIN DEL literato con su penetracin esttica no debe-mos olvidar la raz etimolgica de aisthetiks, en que juegan lasideas de sensacin y de sentimiento ha ido siempre a la van-guardia de la psicologa.

    Pero, aunque la exploracin del literato llega ms lejos y msprofundamente, tal extensin es a costa de la claridad al aprehen-der los objetos, en lo que existe relacin inversa entre el arte y la

    ciencia. sta contempla con mayor diafanidad aquello que inves-tiga, pero no puede ahondar tanto en las mltiples dimensionesde la cosa como la intuicin artstica. Freud era tan literato comohombre de ciencia o quizs an ms lo primero que lo segun-do de igual modo que Sartre es ms dramaturgo que filsofo.

    Jos Antonio Ral, situado dentro de esta complejidad en laque ciencia, arte y filosofa se imbrican hasta que sus lmites se

    hacen imperceptibles, se lanza a la aventura de ofrecernos unaobra muy actual de teatro de ideas, en la que se enlazan nume-rosos temas psicolgicos en contrapunto con una unitaria con-cepcin general.

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    Jos Antonio Rial:NURAM. DRAMAEN TRES ACTOSCaracas: Cuadernos Literarios de la Asociacin de EscritoresVenezolanos, n 85, Tipografa La Nacin, 1954.

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    Desde la primera frase: Hoy tampoco vendr, el ambientequeda definido. En el faro solitario flota algo que no tiene nom-bre, que no es el viento ni el mar ni el silencio ni la soledad; algo

    que palpita como un macizo y amenazador suceso, como aconte-cimiento que se desea y se teme, como ente misterioso que nosabemos si es persona u objeto, temor o destello, hombre o barco.

    El faro, plantado sobre un risco salitroso y ardiente, cambia alas personas, las hace extraas y elementales y est poblado derecuerdos adheridos a los seres que viven en su torno. El faro,que es luz para el navegante, es sombra y tiniebla para sus mora-

    dores, surgiendo el drama en cuanto aparece una mujer que,casada con Ismael, rompe la vieja amistad entre ste y Mauricio,los dos torreros.

    El conflicto entre la amistad y el amor se presenta desde el pri-mer momento. Para el autor, el hombre tiene el alma dentro y lamujer fuera, como la roca en cuyas oquedades silba y canta elviento. El misterioso espritu femenino se le presenta como un

    barco aparejado para el viaje, en el que manda el viento, que noobedece a nadie.

    Los celos de amistad de Mauricio ante el matrimonio de suamigo se transforman luego en atraccin irresistible por Nuram,lo que desdobla y complica el tema inicial. Pero a su vez Nuramse debate con sus propios problemas, ya que la existencia solita-ria en el faro se le ha presentado como una promesa de evasin

    en su conflicto de odio y amor frente al hombre de temperamen-to dominante que se ha casado con su madre viuda.

    La luz intermitente del faro sobre la roca exterior se conviertepara Nuram en smbolo de una idea que la tortura, que vuelvesin cesar y ante la cual no hay huida, la de querer poseer su almay verse sometida a la fortaleza de la voluntad ajena. El sueoangustioso de la dependencia, de la falta de voluntad, de la lucha

    por no caer y la fascinacin del vrtigo representa su existenciainfantil, que se teje ahora con la tela de araa sutilsima delambiente, encarnada en el viejo Len, al que no puede escapar.

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    Len, el antiguo marino, relata las tremendas historias del faro,que sugestionan a Nuram, aunque ella no se lo quiera confesar.Len, viejo torrero que habit durante mucho tiempo el faro,

    dej que otro se llevase a la mujer que deba haber sido suya, ydesea malignamente que la historia se repita, para justificar sufracaso anterior, achacndolo a la fatalidad que pesa sobre el islo-te maldito. Las historias de la suicida que se arroja al acantiladosin que nadie sepa por qu, de la desposada infiel en el viaje haciael faro, y la del margariteo que amenaza con matar, son otroselementos de ese destino del que parece imposible huir y que est

    ligado al faro y a sus habitantes de manera casi fsica, como la sala las rocas.

    El verdadero protagonista es, como en el drama griego, estedestino que se manifiesta en varias e imprevisibles formas. Laangustia de elegir una forma de huida del faro conduce al desen-lace. Nuram se evade del ambiente y huye de s misma en el acan-tilado, que es forma ms noble de terminar que la huida en la

    barca que le ofrece Mauricio. La destruccin de Nuram pareceunir y atraer tambin en un destino de final destruccin a los doshombres que se la disputaban, a los dos torreros que se lanzan ala empresa imposible de rescatar el cadver entre la roca y la ola.

    Nuram no es en realidad el drama de la soledad, sino el dramade la evasin. La soledad es solamente el escenario en que todapasin y todo conflicto se agigantan. La huida es de las propias

    ideas cubiertas de emocin, que crecen hasta hacerse inmensasen la spera desolacin del faro.

    En la obra no aparece la posibilidad de salvacin, la rebeldatriunfante contra el medio, el ser ms fuerte la mente que elambiente. Tal solucin se apunta, pero resulta pronto impractica-ble, porque hay desproporcin entre el carcter dbil y la moralfuerte de Ismael y el vigor elemental de Mauricio y su claudican-

    te moral. Nuram, ms dbil y ms fuerte que los hombres, noencuentra salida a su conflicto y en l se produce la destruccinde todos.

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    La exploracin psicolgica en que se adentra Jos Antonio Rales de extraordinaria hondura y plantea problemas en los que entan corto espacio no podemos entrar.

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    PRECEDIDO POR un prlogo elegante y ameno firmado por LuisBeltrn Guerrero, publica Lucas Manzano, el veterano periodista

    caraqueo, su sptimo volumen intitulado, La ronda del Anauco.Hablar de Lucas Manzano y de su larga trayectoria en el campodel periodismo nacional no es tarea fcil. Los bigrafos futuros abuen seguro tendrn presente este personaje de honda raz vene-zolana, que es una imagen fiel de la Caracas de los ltimos cin-cuenta aos. A ella est ligado ntimamente no tan slo en elaspecto vital y humano, sino tambin a los hechos ms signifi-

    cativos de la ciudad. Lucas fue aficionado a las letras y militaren sus aos mozos. Existe una vieja fotografa donde aparece elcapitn Manzano rodeado de un grupo de brillantes oficiales.Posteriormente, nuestro autor retom el camino de las letras tra-bajando y fundando peridicos hasta desembocar en Billiken, laprestigiosa publicacin nacional, por cuyas pginas siempre gene-rosas han desfilado las cifras ms significativas de las letras nacio-

    nales durante el ltimo cuarto de siglo.Lucas Manzano, siempre en trance de superacin, como todosaquellos que se labran una posicin en la recia escuela del traba-jo, no se conform con ser simplemente el periodista. Su trajinar

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    Lucas Manzano:LA RONDADEL ANAUCOCaracas: Imprenta Nacional, 1954.

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    de muchos aos por las calles de la vieja Santiago de Len deCaracas y su trato frecuente con los poderosos y los humildes,sumado a su innato espritu de observacin, proporcionronle un

    estupendo material para su obra futura de escritor. Un buen da,ya en plena madurez, nos sorprendi con su primera obra impre-sa, Tiempos viejos, con la cual inaugura brillantemente sus traba-jos de cronista caraqueo a los cuales acudirn necesariamentetodos aquellos escritores interesados en reconstruir el pasado dela capital venezolana.

    La ronda del Anauco, el ltimo libro de Lucas Manzano, osten-

    ta un ttulo significativo. Es el nombre de uno de los riachuelosque cruzaban el valle de San Francisco o valle de Caracas y delcual Jos Oviedo y Baos se expresa en trminos elogiosos en sucelebrada Historia de Venezuela. l ofreca a competencia suscristales con el Guaire, el Catuche y el Caroata, y los cuatro erandelicia para los cuerpos de la morena criolla que oraba los domin-gos en la antigua Iglesia de la Catedral y compraba los sbados

    hermosas flores cultivadas en las tierras neblinosas de Galipn.Esta Caracas de ayer, llena de mgicos encantos, est presente enel libro de Lucas Manzano con un sabor inconfundible. No empleapara contar sus crnicas delicados lirismos ni frases altisonantes.Su estilo directo y objetivo se compagina muy bien con su largoejercicio de periodista y con los temas que enfoca. Predominannecesariamente personajes y lugares ya desaparecidos de la vida

    ciudadana, ahora rescatados deliciosamente por la pluma de uncronista gil y veraz.

    Es desde todo punto de vista imposible analizar por separadoen una breve resea bibliogrfica cada una de las crnicas conte-nidas en La ronda del Anauco. Varios y amenos son los temas deesta pequea historia de la ciudad. Con ellos se afinca en nuestronimo la tradicin caraquea, porque Lucas, como bien expresa

    su prologuista en una apreciacin justa y cabal, abre una figuraal pasado, y con un rasgo, una ancdota, un pormenor inadverti-do nos entrega muchas veces su mejor clave. Clave de la Caracasde ayer con precisas resonancias en el presente, cuando escasean

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    cada vez ms los preocupados por la vida del espritu, y el nacio-nalismo tiende a desvirtuarse con falsas teoras importadas y ras-tacuerismos anacrnicos. Por todo esto la aparicin de este libro

    de Manzano en los tiempos que corren llena una funcin ejem-plar digna de destacarse. Todos aquellos que la lean sentirn nti-ma satisfaccin y una sincera simpata por lo que all se narra.Simpata de veras por esos personajes populares ya desdibuja-dos en el gran escenario de la ciudad capitalina, barridos prc-ticamente por una corriente materialista impuesta por el progresodel siglo, que ha borrado la mejor sonrisa del rostro de Caracas.

    Nosotros sentimos como nuestro este prrafo del autor de Laronda del Anauco: Ya no vemos cruzar por la calle, cabizbajo ocon el asta en alto, presto a descargarla sobre el primer guasnque le motejase, al individuo a quien la fatalidad sign con elalias. Desaparecen de la ciudad los tipos populares, las esquinasde nombres pintorescos, desaparece la vieja Caracas, pero quedael testimonio fiel de los buenos caraqueos que sostienen fervo-

    rosamente su mejor tradicin.Lucas Manzano se cuenta entre los amigos de la vieja ciudad.

    La lectura de su libro es un maravilloso sedante para la angustiade nuestro tiempo.

    Oscar Rojas Jimnez

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    EL ESCRITOR Vitelio Reyes, autor de Dos interpretaciones histricas,libro en el cual compendia sus apreciaciones sobre el Lago de

    Maracaibo y la ciudad de Barquisimeto, nos da hoy a conocer susTrancos de 12 leguas. En este nuevo volumen, Reyes no se desvaun momento de su lnea de conducta que se ha impuesto comoescritor, cabe decir, la exaltacin permanente de los valores esen-cialmente venezolanos, tanto en el orden material como en elespiritual. Desde el ensayo cuidadoso en el cual analiza serena-mente el fenmeno social y poltico de la Venezuela de nuestros

    das, hasta el recorrido emocional por ciudades, pueblos, camposy ros de la patria, toda su escritura se orienta a destacar con opti-mismo y buena fe los valores permanentes de la nacionalidad.

    En el prtico o prlogo del libro es el mismo autor quien nosdice:

    el contenido de Trancos de 12 leguas es una recopilacin de artcu-

    los, algunos de ellos, la mayora, publicados en diarios y revistasde la capital; pero cuya vigencia queremos mantener en la expre-

    sin mayormente segura y perdurable de un volumen como ste.

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    Vitelio Reyes:TRANCOSDE 12 LEGUASCaracas: s/e, 1954.

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    Pese a la declaracin modesta del autor, este volumen contiene, anuestro juicio, aspectos dignos de destacarse no solamente por lavigencia que puedan tener en los das que corren, sino que ellos

    encierran puntos de vista para el fallo sereno de la historia. Msadelante asienta el mismo autor:

    otros de los escritos insertos no haban sido publicados antes;

    pero de todas maneras unos y otros se complementan en el deseo

    de dejar aqu testimonio cierto de nuestra fe en los destinos

    inmarcesibles de Venezuela. En la grandeza de nuestras ms puras

    ambiciones y esperanzas como hijos de una patria en la cual seconjugan los intereses ms seeros y preciados que pueden ser

    preocupacin del ciudadano, creyente en el honor de disfrutar de

    un gentilicio con races nobiliarias en las glorias de ayer, con

    orgullo en las grandes del presente y seguridad en el ms esplen-

    doroso porvenir.

    La tesis de Vitelio Reyes es optimista. Para l la grandeza delpas se forj conjugando armoniosamente el pensamiento y laaccin. Las ideas, aunque stas sean las mejores, de nada sirvensi ese pensamiento no se proyecta a la prctica eficaz. El idealis-mo puro y simple debe, lgicamente, experimentar la dura prue-ba de las realizaciones para que nuestro yo creador entre en losdominios de la plenitud. Sostenido en estos principios insoslaya-

    bles, el autor de Trancos de 12 leguas abre las pginas de su librocon un ensayo poltico titulado: Lo nuevo en el ideal nacional,la doctrina Prez Jimnez que consiste en la modificacin delmedio fsico y la superacin moral, material e intelectual deVenezuela. El anlisis que de la misma hace el escritor presentados aspectos bien definidos. Uno real y concreto, referente a lamodificacin del medio fsico en las ciudades y en el campo, que

    acondicionaba el otro: la vida moral e intelectual de los pueblos.Concebido as, este ensayo tiene la virtud de la sinceridad. Nadade frases altisonantes ni de apreciaciones exageradas que adulte-ren el espritu de la tesis. Esto, sencillamente, porque los argu-

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    mentos de los cuales se vale Vitelio Reyes se basan en hechos rea-les y concretos, palpables en todo el mbito venezolano, y paradecirlo con sus propias palabras, en el orden concreto, la supe-

    racin moral de los venezolanos comienza a tener lugar desde elpreciso instante en que las prdicas empiezan a hacerse realidadincontrovertible.

    La tesis de Vitelio Reyes no es arbitraria por una razn muy sen-cilla. Antes se dio a la tarea rendidora de viajar por todo el pas, afin de comprobar y sopesar sus propias palabras. Surgieron pgi-nas del oriente, de los llanos y de los andes, en un magnfico

    recorrido emocional por todos los caminos de la patria; al lado dela pgina sencillamente descriptiva est la observacin del vene-zolano atento que anota el dato histrico o econmico para cons-truir con precisin el cuadro general de la geografa nacional.Ciudades y paisajes venezolanos afirma su ensayo inicial, quepuede considerarse la parte sustantiva del libro. Lo afirma, por-que su autor precisa de la experiencia viajera para llegar a conclu-

    siones concretas y reales.Al final de la obra Vitelio Reyes incluye una parte adicional que

    titula: Varios, donde publica algunos de sus discursos pronun-ciados en el interior del pas y en el exterior. Son palabras dondeexalta la Vigencia de Bolvar en Amrica, como en el discursode la Sociedad Bolivariana de Curazao o en sus Palabras dehomenaje al Tchira, donde el escritor pone de manifiesto una

    vez ms su pasin por Venezuela.

    Oscar Rojas Jimnez

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    EN VENEZUELA los trabajos de recopilacin son muy escasos. Somosimpacientes y apresurados, de ah que muy pocos escritores,bibligrafos y eruditos, se detengan a realizar trabajos de estandole, la mayora de las veces ingrato. Anbal Lisandro Alvarado,periodista y escritor acucioso, haciendo caso omiso de todos estosinconvenientes ha dedicado sus buenas horas a compilar parte del

    Archivo de La Rotunda, que sin duda ser de gran utilidad paralos cronistas de la historia. En el Proemio del libro es el mismoautor quien nos dice: esta publicacin se hace porque creemosque en la historia de los pueblos todo dato por menudo que seaes importante para la obra de conjunto. Nada ms cierto. A vecesun dato de escasa significacin aparente puede, en un momentodado, ser obstculo para la realizacin de una obra de mayores

    alcances. Pongamos un ejemplo. En los monogramas y en las rela-ciones biogrficas del apstol de la independencia de Cuba, JosMart, existe una manifiesta contradiccin con respecto de lafecha de su arribo a Venezuela. Algunos escritores afirman que

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    Anbal Lisandro Alvarado:ARCHIVODE LA ROTUNDACaracas: Ediciones Garrido, 1954.

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    esto sucedi a fines del ao de 1880; otros, en cambio, asientanla fecha del mes de enero de 1881; y finalmente una apreciablemayora da por segura su llegada al pas a comienzo de la prima-

    vera del mismo ao de 1881, o sea el mes de marzo. Esta confu-sin cronolgica que aparentemente tiene poca importancia hadado motivo a lamentables errores en obras de aliento, biendocumentadas. La importancia del dato menudo es lo que se hapropuesto reivindicar Anbal Lisandro Alvarado en su estimablecompilacin.

    El tomo de referencia adquiere mayor valor por cuanto el

    compilador no se atribuye paternidad alguna ni aspira primiciassensacionalistas. El libro no tiene autor, sino autores diceAlvarado. Cada pgina fue escrita por una angustia y por esoah se advierte el dolor colectivo que sign una poca. Palabrasequilibradas que, lejos de establecer justificaciones sobre aquellapoca cancelada en la historia del pas, trata, ms bien de desentra-ar serenamente el fenmeno sociolgico y poltico cuya resultan-

    te muestra Alvarado en pginas escuetas; a veces en una sencillaenumeracin de nombres y otras en el lacnico lenguaje de lacomunicacin oficial. Pero en esa enumeracin de nombres, enesos oficios y en esas declaraciones de personas, muchos de ellossin relieve en la vida pblica de la nacin, cunta elocuencia y dra-matismo y cuntas confesiones reveladoras.

    Slo un reparo debemos hacerle a este volumen de positiva

    significacin en la bibliografa nacional. Es lamentable que AnbalLisandro Alvarado no se hubiera decidido a publicar algunosdocumentos clave de los cuales se han hecho comentarios al mar-gen en la prensa y en libros sobre La Rotunda, para la mejor inter-pretacin de la historia de la poca, en honor de la verdad los quehemos ledo sobre el particular adolecen de la pasin natural delas partes interesadas. En este sentido Anbal Lisandro Alvarado

    hubiese rendido a la investigacin histrica un meritorio servicio.No es del caso sealar aqu en qu consisten tales errores o cu-les verdades de los referidos documentos. La manifestacin oficial

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    por escrito de aquel tiempo y la revelacin de los actores hubie-ra despejado muchas incgnitas. Ojal, este laborioso escritorlarense se decida a publicar un segundo tomo en obsequio de la

    futura historia de Venezuela.

    Oscar Rojas Jimnez

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    Marzo, abril 1955

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    EN UN VOLUMEN ntidamente impreso, por la Editorial Garrido, elescritor y poeta carabobeo Luis Augusto Arcay ha recogido una

    serie de trabajos literarios dedicados especialmente a la ciudad deValencia, que recientemente ha celebrado sus cuatrocientos aosde haber sido fundada. En el Prlogo de la obra, a manera deexplicacin, Arcay nos dice que estos trabajos fueron escritos endiversas pocas y bajo distintas impresiones de belleza. Traducenapenas, en forma vehemente y lrica, y a manera de legado est-tico, el afecto que inspiraron al comentarista sus personajes y

    algunas de sus obras realizadas.La primera parte del libro titulada: Mensaje a los poetas, se

    refiere a la obra de creacin realizada por Pedro Francisco Lizardo,Julio Augusto Ximnez, Elisio Jimnez Sierra, ngel MiguelQueremel, Luis Enrique Mrmol, Jean Aristiguieta y Flix AntonioCaldern. La segunda, Revalorizacin de un artista, est consa-grada ntegramente a destacar la recia personalidad del escultor y

    pintor valenciano Andrs Prez Mujica. Este trabajo de Arcay es,a nuestro juicio, lo ms logrado de su obra. En l nos presenta alartista valenciano de cuerpo entero, desde los mismos das de sunacimiento en un casern de altas paredes ennegrecidas por el

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    Luis Augusto Arcay:POLIEDRO(APUNTES LITERARIOS)Caracas: Tipografa Garrido, 1955.

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    tiempo, cerca de la esquina de la Cruz Verde, en la parroquia deLa Pastora, en Valencia. All transcurri la infancia del que mstarde sera una legtima gloria nacional. Y es el mismo Arcay

    quien nos cuenta en prosa sencilla y espontanea, los comienzosdel artista en aquellos tiempos.

    Muy chico empez a manejar la greda. Sola hacer cntaros y

    muecos de arcilla, trabajos al lpiz, acuarelas y leos, en aque-

    lla infancia suya de Valencia de las postrimeras del siglo, cuando

    la comarca, sin petulancias ciudadanas, dorma apaciblemente

    sus sueos de leyenda, sus amores en la quietud de sus callessoolientas, de sus campanas parroquiales y melanclicos atarde-

    ceres, y de sus claras noches de luna, embrujadas y amorosas,

    como los malabares que perfuman en las alboradas de Carabobo,

    sus campos y sus sierras.

    Esta descripcin lrica de la iniciacin artstica de Prez Mujica va

    tomando cuerpo a medida que el escritor con fervor y respetoahonda en su trayectoria, siempre en ascenso. En verdad la vidade este valor patrio merece los honores de la biografa y el traba-jo de Luis Augusto Arcay, bien documentado, puede ser el puntode partida de la misma.

    Con respecto a los siete trabajos que el autor de Poliedro dedi-ca a los poetas, observamos que estn escritos en tono emocional,

    desechando de antemano toda apreciacin crtica y atendiendo,ante todo, a la simpata por las personas de estos autores. LuisEnrique Mrmol y ngel Miguel Queremel, dos de los poetascomentados, constituyen sin duda dos cifras de relieve en el pano-rama de las letras venezolanas de los ltimos tiempos. Ambospertenecieron a la generacin literaria del 18, entre los que sedestacan tambin, Jacinto Fombona Pachano, Enrique Planchart,

    Rodolfo Moleiro y otros. Mrmol muri muy joven a consecuen-cia de un accidente automovilstico, pero su muerte prematurano dej trunca su obra porque sta, lejos de ser promesa, fue una

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    realidad potica que an conserva intacta toda su frescura y suvigencia despus de treinta aos de escrita. ngel Miguel Queremelcuando regres de Espaa, despus de larga ausencia, haba

    publicado una obra magnfica, digna de admiracin. Su contactocon las nuevas generaciones espaolas de aquel tiempo y su finasensibilidad para todas las manifestaciones artsticas influyeronnotablemente en las nuevas corrientes poticas venezolanas. Eneste sentido Arcay recoge algunas impresiones anecdticas deaquellos tiempos sin ahondar en el proceso literario de Viernes,lo que en realidad nos hubiera complacido sinceramente, pues su

    trabajo sobre uno de los integrantes del movimiento tiene saborde evocacin y est escrito en una prosa sencilla y justa.

    Finalmente, diremos que el libro de Luis Augusto Arcay, en suconjunto, acusa una preocupacin sincera por genuinos valoresartsticos y literarios del pas. Su autor se ha despojado de todorigorismo atendiendo nicamente a la simpata y a la admiracinque siente por todos aquellos que figuran en las pginas de su

    obra. En este sentido, Poliedro cumple su honesta misin de exal-tar valores de nuestra c