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Contrucción de una obra barroca contemporánea
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“secondlife.com un juego barroco contemporáneo”
Ana de Austria, madre de Luis XIV, tiene que ser operada.
Le cortan un seno y muere a causa de ello.
En su lecho de muerte habla con su hijo para pedirle que reconsidere acerca de la manera en
que piensa gobernar Francia.
El Rey Sol, sobrecogido, asegura a su madre que tiene todo bajo control; insiste en que, el
lujo, el hedonismo y el placer de complacer al Rey serán suficientes para mantener a todos
felices y satisfechos, aún a sus mismos enemigos.
Luis XIV habita en un mundo propio, creado por él y su poder, y por la complacencia de
quienes lo rodean. El Rey ha adoptado una identidad virtual, podríamos asegurar que irreal,
aunque las sensaciones que ésta le produce son absolutamente reales. Luis XIV se cree
divino, centro absoluto del universo, su más descabellado deseo es hecho realidad dentro de
un mundo irreal….¿o no será que lo irreal, de tanto ser irreal realmente se vuelve real? Juegos
de palabras….juegos visuales….juegos barrocos….juegos virtuales….
La imágen representa un escenario virtual; es decir irreal, intangible, creado por el ingenio del
hombre en un espacio que no corresponde al contexto de la llamada “realidad”. Es un engaño
a la percepción; es algo que no existe, y es esto lo que establece, de entrada, una analogía con
la situación política y económica aparentemente perfecta que prevalecía en la corte de Luis
XIV.
En la construcción de este escenario se han utilizado ciertos elementos simbólicos que lo
asocian con el período barroco francés relacionándolo con la monarquía absolutista y lo que
en ella sucedía.
Los reyes no se preocupaban por disimular su excesos ante el pueblo y las terribles carencias
que éste padecía; por el contrario, su sofisticación y derroche iban siempre en aumento. En
ese mismo sentido, la imagen que vemos, no se esfuerza ni trata de convencer al espectador
de que lo que se representa es real, sino al contrario: se enfatiza el carácter surreal de la
misma, no lo disimula, y no le importa evidenciarlo.
Como Francia, esto un escenario y al mismo tiempo es una naturaleza muerta, o más bien, un
espacio donde la naturaleza poco a poco decae y está a punto de perecer. Un escenario sin
personas en él, sólo cosas, rendidas al brillo y al influjo de un sol dorado que ejerce su poder
sobre ellas. Mármol frío como una lápida que irremediablemente cubrirá los restos de las
frutas que antes frescas y rozagantes, están condenadas a marchitarse, y trocar su belleza en
podredumbre. No hay nadie y sin embargo, se percibe la presencia de alguien. Es un espacio
frío a pesar de los colores cálidos; un lugar en el que habitan el brillo y la descomposición, el
poder y la decadencia, la grandeza y la fragilidad, la superficialidad y la inminencia de algo,
que aunque puede tardar mucho llegará, y seguramente será la muerte.
En la imágen, el personaje principal, la madre del Rey, no está presente. Luis XIII no se fiaba
de la habilidad de su esposa para gobernar Francia tras su muerte, y a pesar de que decretó que
un consejo regente gobernase en nombre de su hijo durante su minoría de edad para reducir
así el poder de la Reina Madre, Ana de Austria anuló el testamento de su esposo ante el
Parlamento y quedó como única regente. Es decir que a pesar de haber sido anulada, ella
siguió presente. Lo mismo haría ella después con respecto a su hijo. No lo creyó capaz, y
sinembargo, como dijo el alemán Leibinitz “fue uno de los más grandes reyes que jamás
hayan existido".
En un telón de fondo, rojo barroco, a manera de tapiz se aprecia la figura repetida y
fragmentada de una mujer, quien a pesar de no existir dentro de este universo escénico
(porque está pintada en la pared, pared que a su vez está pintada en un cuadro, que no es un
cuadro, sino una imágen virtual, por lo tanto tampoco está “pintada”, no es material sino
hecha de impulsos y luz), establece un fuerte y directo contacto visual con el espectador.
¿Contacto visual algo que no es un ojo sino una luz? Ya sean unos simples pixeles, o
información digital impresa en papel, ¿haciendo contacto visual? ¿En qué dimensión estamos?
¿En qué mundo nos movemos, si es que alguna vez nos movemos?... Juegos barrocos que
cuestionan la percepción y la mirada; y como si no fuese suficiente, Ana de Austria, con la
fuerza de su personalidad se refleja en el espejo y ocupa, sin estar, gran parte de la habitación.
Otro artificio barroco: el engaño.
Flotando en la irrealidad, un Sol dorado reinando y compitiendo al mismo nivel con la esencia
de lo superfluo, lo frágil y lo efímero representado por un par de burbujas que nos hacen sentir
que en cualquier momento van a reventar y desaparecer, del mismo modo que desaparecerá y
se extinguirá la vida de la reina, justo después de haberle reventado un seno que, blanco como
la muerte, yace tirado a su vera. Terrible tragedia plasmada en una escena de tanta calma, que
provoca una tensión inquietante.
Luis XIV, un hombre, quería ser el Sol. Creó un universo y reinó en él. Fué el centro de todo,
un astro con sus planetas (sus ministros), sus lunas (sus amantes) y sus estrellas (sus artistas).
Voltaire, el apóstol de la Ilustración, lo comparó con Augusto. La era en que vivió se
denominó “El Gran Siglo”. Sintió que era divino. Realmente vivió como un dios. Fue
venerado, casi adorado. Podríamos pensar que en nuestro tiempo ya no sería posible vivir en
un nivel tal de control, de poder, de ficción, de engaño para convertir la irrealidad en realidad.
¿Hay algo que hubieras querido ser y no eres, que hubieras querido hacer y no te atreves, algo
que piensas que no sería posible, algo por lo que pagarías? ¿Has pensado cómo sería vivir en
un mundo irreal, virtual, pero a la vez tan real que estuviera habitado por millones de personas
más, que a su vez estuviesen viviendo su propia fantasía…o tal vez su propia “realidad”?
Hace algunas semanas me enteré de lo que ocurre con el exitosísimo sitio web
http://www.secondlife.com. Mi reflexión sobre el barroco y sobre la creación de esta imágen,
se relacionan en gran medida con un fenómeno tan increíble, tan existente dentro de lo
inexistente, tan descabellado y tan real como SecondLife.
¿Qué grado de rebuscamiento alcanzó el arte barroco en el siglo XVII? ¿Qué grado de
irrealidad se esforzó Luis XIV por convertir en realidad? ¿Qué grado de poder nuestra
poderosa mente humana, aunada a la tecnología será capaz de ejercer sobre una supuesta
“realidad” para, imposibilitados de cambiar el mundo, movernos entonces a otro, que aún
siendo virtual llegase a ser “otra” realidad …paralela…alternativa….y “real”?
Figuras que salen del marco, pintura que parece escultura, espejos que devuelven el reflejo,
efectos irreales de iluminación, ventanas que se abren a otros espacios y que como en un
“rompimiento de gloria” nos conducen a otros mundos, a otras “realidades”, manejo magistral
del espacio y de la luz, del movimiento, de la atmósfera, golpes de vista que apabullan los
sentidos; dicho de una forma más actual: “super-efectos especiales”.
Objetivo: atraer, impresionar, conmover, convencer…controlar y trascender. ¿Y qué no es
finalmente eso, lo que en el mundo actual se sigue persiguiendo? En el siglo XXI, ¿qué clase
de sofisticados juegos barrocos seguimos jugando?
…¿O será que no es otra cosa sino nuestro interminable anhelo de “irrumpir en la Gloria”?
DULCE MARIA RIVAS GODOY
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