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SEGUNDAS JORNADAS NACIONALES DE HISTORIA SOCIAL 13, 14 y 15 de mayo de 2009
La Falda, Córdoba - Argentina Mesa 10: Grupos sociales e identidades (siglos XIX-XX) Autor: Basconzuelo, Celia Inserción institucional: Universidad Nacional de Río Cuarto. Facultad de Ciencias Humanas. Departamento de Historia / CONICET Situación de revista: Profesora Adjunta / Investigador Asistente Dirección Particular: Falucho 1215. 5º C. Río Cuarto. C.P. 5800 cbasconzuelo2003@yahoo.com.ar Dirección Institucional: Título: Representaciones e identidades barriales. Río Cuarto, primeras décadas del siglo
XX
Resumen
Sería prácticamente imposible comprender las prácticas y dinámica de la acción barrial en nuestra ciudad sin referir el rol de las asociaciones vecinales. Comenzamos a preguntarnos pues por los orígenes de ese movimiento y así arribamos a las primeras décadas del siglo XX cuando data la primera entidad, de carácter fomentista, nacida en el primero de los barrios que se había formado en la ciudad, Pueblo Almada (hoy Barrio Alberdi). Pero antes de ella, e inclusive simultáneamente en los otros barrios que lentamente emergían en el espacio suburbano, los vecinos agrupándose de modo informal habían desarrollado prácticas peticionarias ante el gobierno municipal, y cuyo contenido concreto consistía en demandas para su sector barrial.
El objetivo de este trabajo consiste en revisitar algunas problemáticas sensibles a la construcción de la ciudadanía a partir de aquella trayectoria participativa vecinal con sus estrategias colectivas de asociación, petición y presencia en la opinión pública; particularmente indagaremos cómo a través de esos canales, los “vecinos” de los barrios fueron reforzando roles de “ciudadanos”, en un camino que confluyó en 1912 con el ejercicio de la ciudadanía política para el universo masculino y desde 1947 para el universo femenino. Por otro lado, nos preocupa desentrañar a partir de dichas prácticas los múltiples vínculos potenciados en cada ocasión –entre los propios vecinos, entre éstos y los otros actores de la dinámica institucional, económica y social del barrio, la prensa y la dirigencia política- y resaltar cómo aquéllas iban precedidas por discursos portadores de valores e identidades. Pero, como esas primeras formaciones barriales son también realidades sociales, la de una sociedad suburbana, encontrarnos con los vecinos de los barrios en acción ha sido la preocupación que recorre la tercera parte del trabajo, para indagar aquí la representatividad social de la dirigencia vecinal y de los vecinos participantes: quiénes eran estos hombres y mujeres que participaban y se asociaban
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y además qué articulaciones podríamos plantear entre aquel campo simbólico en el cual se posicionaban y esta posición social.
INTRODUCCION
Sería prácticamente imposible comprender las prácticas y dinámica de la
acción barrial en nuestra ciudad sin referir el rol de las asociaciones vecinales. Ellas
nos acercan una activa dirigencia, socios y vecinos comprometidos con acciones y
decisiones en pos del bien común, comisiones directivas, mecanismos participativos
canalizados mediante reuniones semanales y asambleas generales, instancias y
procedimientos electivos, ejecución de servicios descentralizados y un sinnúmero de
actividades socio-culturales. Comenzamos a preguntarnos pues por los orígenes de
ese movimiento y así arribamos a las primeras décadas del siglo XX cuando data la
primera entidad, de carácter fomentista, nacida en el primero de los barrios que se
había formado en la ciudad, Pueblo Almada (hoy Barrio Alberdi). Pero antes de ella,
e inclusive simultáneamente en los otros barrios que lentamente emergían en el
espacio suburbano, los vecinos fueron agrupándose de modo informal y
desarrollando prácticas peticionarias ante el gobierno municipal, cuyo contenido
concreto consistía en demandas para su sector barrial. En otro trabajo analizamos
esos modos alternativos de participación a los cuales se apelaba con sistemática
frecuencia y advertimos acerca de un conjunto de prácticas, entre las cuales
destacamos el ejercicio de derechos constitucionales como el de petición, asociación
y opinión pública. Particularmente nos detuvimos en el contenido de esas demandas
procurando subrayar básicamente cómo incidían en la formulación de políticas
públicas favorables a los incipientes núcleos barriales. (Basconzuelo, 2007). En otras
colaboraciones revisitamos algunas problemáticas sensibles a la construcción de la
ciudadanía a partir de aquella trayectoria participativa vecinal con sus estrategias
colectivas de asociación, petición y presencia en la opinión pública; particularmente
indagamos cómo a través de esos canales, los “vecinos” de los barrios fueron
reforzando roles de “ciudadanos”, en un camino que confluyó en 1912 con el
ejercicio de la ciudadanía política para el universo masculino y desde 1947 para el
universo femenino. (Basconzuelo, 2009).
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Otro propósito guía la presentación de este trabajo, el de considerar las
articulaciones entre la posición social que ocupaba la dirigencia barrial y los vecinos
participantes de las estrategias asociativas y peticionarias y el campo simbólico en el
cual se posicionaban. Para ello abordamos primeramente las formaciones barriales
en sus orígenes. Luego, consideramos el problema de la representatividad social de
la dirigencia vecinal y de los vecinos participantes: quiénes eran estos hombres y
mujeres que participaban y se asociaban. Luego, nos preocupa desentrañar a partir de
las prácticas cómo ellas iban precedidas por discursos portadores de valores e
identidades.
Aquí se hace necesario mencionar que el trabajo es tributario de las
definiciones actualizadas sobre vecindad y ciudadanía. La primera categoría ya ha
recogido interesantes aportes en los distintos espacios de América Latina (Herzog,
1998; Guerra, 1993; Irurozqui, 1993), así como en Argentina y dentro de nuestro
país en algunos ámbitos municipales en particular (González, 1990; De Privitellio,
1994; Di Stefano, Sábato, 2002; De Privitellio, 2004; De Privitellio y Romero,
2005). Para el caso argentino, los estudios al respecto nos aclaran en primer lugar
sobre el vocabulario. Para algunos autores prevaleció entre fines de siglo XVIII y
principios del XIX un uso ambiguo de los términos “vecino” y “ciudadano”, pues
como ya se dijo la segunda palabra seguía refiriendo la idea de vecino, y ésta se
entendía asociando la participación a la modalidad corporativa –al cabildo donde se
ejercían los derechos políticos- y a la representación de la ciudad; además la
condición de vecino excluía al habitante rural. (Chiaramonte, 1999: 96-105).
Vecinos eran inicialmente los encomenderos y sus descendientes, luego la condición
requería estar asentado en una población, habitar en la ciudad, ser propietario y
pagar tributos; aunque también debía ser portador de virtudes, la de cristiano
esencialmente. Vecino era el español, hombre. Dicha condición era un rango social
delimitado, constituía un cuerpo político cuya pertenencia estaba determinada por la
posición en la jerarquía social. Indudablemente la concepción social que recorría el
Antiguo Régimen –prevalencia de un orden jerárquico, dinámica corporativa y
piramidal- regulaba todas las relaciones sociales y los status. Nosotros hemos
demostrado que para el caso cordobés continuó vigente durante esta centuria esa
noción de ciudadanía vinculante a la vecindad y recién en la segunda década del
siglo XX comenzó a soslayarse el término “vecino” y prescribirse bajo concepciones
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renovadas las condiciones de elector para nativos y extranjeros a nivel municipal.
(Basconzuelo, 2009). Con respecto al concepto de ciudadanía debemos mencionar
que los primeros desarrollos teóricos definían el término en relación con la posesión
de derechos -T. Marshall es un referente en este sentido-. Luego, en la década del
’90 hubo un fuerte interés por el tema, una verdadera efervescencia teórica,
comenzando por aclarar los alcances del concepto, al que se reconoció íntimamente
ligado a la idea de derechos individuales pero también a la noción de vínculo con
una comunidad particular, y en este segundo sentido hubo aportes interesantes que
nos aclaran sobre las virtudes cívicas y la identidad ciudadana, es decir el ejercicio
activo de las responsabilidades. (Kymlicka, Norman, 1996). Hay quienes afirman
que este aprendizaje se realiza de un modo más efectivo no mediante la participación
política sino en las organizaciones de la sociedad civil, más precisamente sería en las
redes asociativas donde se aprenden las virtudes del compromiso mutuo, siempre y
cuando éstas aseguren condiciones de igualdad y libertad. (Walzer, 1989). Esta
nueva perspectiva ha comenzado a ser trabajada desde el punto de vista histórico en
espacios provinciales, asociando la construcción de la ciudadanía con prácticas y
libertades que devienen del ejercicio de los derechos cívicos y se corresponden con
la dimensión societaria de la cuestión. (De Privitellio, 2003; Ruffini, 2007: 25).
A la dinámica de esas prácticas accedimos mediante dos tipos de fuentes
cualitativas: los petitorios y los diarios locales. La importancia de este tipo de
fuentes es acercarnos a la voz de los actores, pero revelarnos al mismo tiempo sus
vínculos y las valoraciones e identidades que impregnaban sus discursos. En el caso
de los petitorios, nos permiten reelaborar el discurso del vecino quien gestionaba
ante la autoridad municipal, ante la inspección general de escuelas de la provincia,
ante el ministerio de obras públicas de la provincia (en caso de requerir la reparación
de edificios escolares), o bien ante el jefe político (en el caso de traslado de policías
desde una sección barrial a otra). Por su parte, la fuente periodística del mismo modo
nos permite analizar el discurso vecinal mediante las notas rubricadas por los
vecinos o por los dirigentes de las asociaciones vecinales, así como también nos
proporcionan un dato directo respecto de la posición económica de esos vecinos,
pues la sección dedicada a los avisos comerciales es pródiga es suministrarnos la
muestra gráfica de locales comerciales e industriales con la mención de sus
respectivos dueños e indicación de su localización barrial.
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Las formaciones barriales
Río Cuarto ingresa en la categoría de municipalidad urbana de acuerdo con la
ley Nº 1.819 sancionada el 20 de diciembre de 1905. (ALPC. Ley orgánica de las
municipalidades. 1905: 310-364)1. Aquí se estipulaba que para reunir tal condición
el centro urbano debía corresponderse con una población no inferior a 4.000
habitantes, en tanto reservaba la categoría de municipalidad rural para los distritos
que no alcanzaban a cubrir dicha cifra. Dos décadas después, el 23 de abril de 1925
se sancionó otra ley orgánica, Nº 3.373 que al derogar la anterior fijaba nuevo
criterio para las categorías de municipalidades en la provincia: las habría de primera
en los distritos con población de 10.000 habitantes y de segunda en los distritos
inferiores a esta cifra y no menor de 500 habitantes. Evidentemente, el censo
poblacional de 1914 servía de fundamento para actualizar la normativa.
Otra declaración importante de esta segunda ley consiste en aludir al radio
municipal que comprendía: a) la zona beneficiada por los servicios municipales de
carácter permanente; b) la zona que las respectivas municipalidades previendo el
ensanche de la ciudad destinen para la ampliación de los servicios municipales; c)
también la zona que se extendía hasta colindar con igual zona de los municipios
próximos y hasta donde se ejercía poder de policía municipal en lo referente a
moralidad, costumbres, higiene y salubridad, seguridad edilicia, etc. (ALPC. Ley
orgánica de municipalidades, 23/04/1925).
Queda claro entonces y de acuerdo con esta normativa macro que los barrios
riocuartenses quedaban comprendidos dentro del radio municipal. ¿A partir de qué
momento podemos hablar de la formación de los barrios riocuartenses? En las
memorias de los viajeros de principios de siglo XX no encontraremos allí referencia
alguna. La ausencia de datos sobre los barrios riocuartenses, aún cuando ya estaban
en su proceso expansivo, es todavía más llamativa en obras sobre la geografía de la
ciudad, igualmente editas en la capital de la provincia, de fines de los años ’30.
(Andrés, 1939).
1 ALPC, es Archivo de la Legislatura de la Provincia de Córdoba.
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En cambio, la cartografía local nos permite advertir las transformaciones en
el espacio suburbano que habrían acontecido a comienzos de siglo XX. El Mapa
siguiente muestra la consolidación del casco céntrico, la zona más antiguamente
poblada. Los cambios más significativos refieren, por una parte, el avance de la
urbanización hacia el este (Pueblo Almada, como se denominará oficialmente hasta
1922 al actual Barrio Alberdi) dividido claramente del centro urbano por la línea del
ferrocarril y la estación, ubicada al final de Boulevard Roca. En este sector de la
ciudad puede advertirse también que es el único donde las compañías ferroviarias
aparecen en calidad de propietarias de terrenos. Por otra parte, la urbanización
avanza lentamente hacia el sur y también lo hace hacia el norte, al otro lado del río
Cuarto cuya conexión sería a través del puente carretero —su trazado ya aparece
diagramado en el mapa— construido en 1912. Hacia el oeste delimita el proceso de
ocupación efectiva la calle San Martín. Más allá se pueden identificar el hipódromo,
la zona de quintas y hacia el noroeste El Bañado.
Los ramales del ferrocarril continúan irrumpiendo en la traza urbana
mediante los ramales del Ferrocarril Central Argentino que nos conectaba con Villa
María, el Ferrocarril Pacífico con Cuyo a través de Villa Mercedes y también con
Buenos Aires. Esto es importante para destacar: el ferrocarril que básicamente
asociamos con el fenómeno de la colonización y el impulso en las zonas rurales, aquí
en la ciudad tiene un impacto en el espacio urbano, pero además es factor que atrae
la concentración de una población nativa y extranjera en las adyacencias de la
estación y que luego conformará el núcleo de un futuro barrio, “Pueblo Almada”.
En cuanto a otros medios de transporte, ha desaparecido el tranway que en
décadas anteriores formó parte del paisaje urbano y que había beneficiado por su
tendido a establecimientos de importantes comerciantes y hacendados. Completan el
diagrama de las comunicaciones regionales, el camino que por el noroeste nos ponía
en contacto con las serranías cordobesas y hacia el noreste el otro hacia Reducción.
La presencia militar —ese actor otrora identificado con la frontera— ha
quedado reducida al Regimiento 14 de Infantería con asiento en la vía de entrada a
Barrio Almada y al Regimiento 4 de Caballería cuyo cuartel funcionaba en el
tránsito hacia el sur de la ciudad. Por último, es de destacar la localización de los
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establecimientos de ferias también en este último punto cardinal, así como el
matadero público.
Los barrios riocuartenses estaban pues en formación hacia 1910.
Precisamente otra fuente, un censo escolar levantado en 1931 sobre el radio urbano y
suburbano ya identificaba varios de ellos: Banda Norte y Pueblo San Martín en la
margen norte del río Cuarto; Barrio Noroeste (radio comprendido entre el río y calles
Mendoza y San Juan, hasta 9 De Julio y Deán Funes, por Maipú hasta Paunero y
hacia el noroeste hacia las quintas), Barrio Pagano, Pueblo Alberdi, barrio del Puente
Carretero, Barrio del Hipódromo, Barrio Las Ferias, Barrio Quinta Semería
(comprende al oeste de la línea férrea y al sur del camino a la quinta de Semería y
camino a Achiras), Barrio Quinta de Couvett, Barrio del Centro. (El Pueblo.
26/4/1931, p.3, c/3-4).
Con base en estas fuentes queda claro que el barrio refería una unidad de base
territorial cuya conformación había ido consolidándose a través de un proceso donde
la acción oficial municipal intervino para ir fraccionando terrenos y éstos destinarlos
al poblamiento. Por entonces la ciudad, de acuerdo con el tercer censo nacional
había registrado 20.632 habitantes. Más tarde, otro censo municipal, el de 1927
arrojó la cifra de 30.246 habitantes: 14.943 varones, 15.303 mujeres, 25.741 nativos
y 4.505 extranjeros.
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Fuente: AHMRC. Plano de la ciudad de 1910.
La representatividad social de los barrios riocuartenses
La aparición de los barrios entraña en cualquier ciudad el desarrollo de un
espacio físico, territorial y por ende significa que se han operado transformaciones
en la planta urbana. Pero también representa un espacio social al interior del cual sus
moradores desarrollan actividades económicas y llevan a cabo acciones de
sociabilidad, y también de política desplegando inclusive relaciones con vecinos de
otros barrios.
En nuestro trabajo privilegiamos algunos lineamientos teóricos que analizan
desde una perspectiva antropológica y sociológica lo barrial. Es decir, por un lado lo
barrial como especificidad espacial, por el otro una construcción social y en este
sentido las relaciones que se generan a partir de la convivencia en un marco espacial
común y por último, en la dimensión simbólica, los mecanismos de construcción de
identidades. (Gravano, 2003).
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Respecto de los barrios, para cuyos datos nos ha sido de fuente referencial la
prensa de la época, la localización de pequeñas y medianas fábricas que publicitaban
sus avisos en El Pueblo y Justicia, nos ha permitido reconstruir a grandes rasgos el
desenvolvimiento de los núcleos más apartados del centro, entre 1914 y 1932. Las
revistas de la época que recogían publicidad comercial también resultaron
orientadoras. Otras fuentes han sido igualmente valiosas. El padrón electoral de la
UCR de 1912 indicada profesión y domicilio de todos los censados en la ciudad. Los
registros cívicos municipales de 1917 y 1918 tienen indicado el domicilio, la
nacionalidad, la profesión y la indicación de quiénes tributaban al fisco municipal,
cualidad que los convertía en potenciales electores. Así fuimos reconstruyendo un
cuadro de la vecindad riocuartense por barrio. Identificamos el tipo de
emprendimiento localizado, su propietario y la ubicación concreta dentro del barrio.
Puede inferirse entonces la existencia de comercios varios, pequeñas y medianas
fábricas, también profesionales. El Cuadro Nº 1 incluido al final del trabajo es tan
sólo una muestra parcial del trabajo realizado a los fines de ilustrar nuestras
afirmaciones. Cabe también aclarar que no contamos para esa época con fuentes
censales que nos permita conocer la población habitante por barrio. De manera que
nuestras estimaciones son cualitativas.2
Las variables consignadas nos acercaron pues al problema de quiénes
poblaban esos barrios. Por un lado, nos encontramos con los propietarios para referir
apellidos nacionales y extranjeros. En este caso inmigrantes poseedores de capital que
se habían asentado en el núcleo urbano a fines del siglo XIX y venían a engrosar los
sectores medios en la ciudad. De manera entonces que ese desarrollo en actividades
económicas importantes para la ciudad, tanto en el rubro clásico del comercio como
en la producción en sus diferentes ramas, posicionó a nativos y extranjeros residentes
en los barrios con negocios allí instalados, con un significativo capital social que les
facilitaba ganar adhesiones entre otros vecinos del mismo sector habitacional. En
algunos casos eran también representantes de casas comerciales residentes en el
centro.
2 Recién en estos últimos años la municipalidad de la ciudad ha encarado esa tarea.
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Pero el universo social que configuraba el barrio incluía otros actores y con el
objeto de individualizarlos hemos puesto en diálogo las fuentes mencionadas con
otras fuentes cualitativas, como los petitorios y solicitudes. Parte de este trabajo
hemos reflejado en el Cuadro Nº 2, al final del trabajo, donde ubicándonos en uno de
los barrios más dinámicos por la actividad petitoria y asociativa de sus vecinos,
individualizamos a esos sujetos que además de vecinos actuaban como ciudadanos
porque quienes allí figuran —excepto las mujeres— han sido votantes en elecciones
municipales, de acuerdo a las actas consultadas. Así nos encontramos con
representantes de los sectores medios: comerciantes, fabricantes, empleados públicos
nacionales y municipales, agricultores. Pero también con un grupo nutrido de
trabajadores: cocheros, carreros, maquinistas, foguistas, herreros, albañiles,
mecánicos y peones de campo. Un cuadro similar registramos en los otros barrios de
la ciudad, aunque con la particularidad que uno de ellos —Banda Norte— presenta
mayor registro de extranjeros.
La construcción identitaria barrial
A partir del análisis de los petitorios y solicitudes podemos abordar esta
problemática que nos sitúa en el discurso de los vecinos de los barrios para
comprender mediante cuáles identidades se presentaban ante los poderes públicos y el
espacio público; cuáles distinciones se habían trazado para diferenciarse de otros
barrios y sobre cuáles valoraciones sustentaban su discurso.
Por un lado, lo barrial era constituyente de un sentido de pertenencia, de arraigo
en la comunidad de base. Hay un nosotros que unificaba, identificaba. Entonces se
dice: “todos los vecinos de este barrio”, “vecinos del barrio comprendido entre…”. Se
advierte una necesidad de reconocer y reconocerse dentro de un lugar en la ciudad.
Reconocer el lugar de lo propio, marcar locaciones, dentro de las cuales operarían
relaciones de vecindad y marcos de sociabilidad. Hay barrios cuyos moradores
apelaban a las marcas espaciales propias del lugar para indicar las convenientes
diferenciaciones con otros barrios. Cuando un grupo de vecinos de Barrio Alberdi se
movilizó en 1922 para que se modificara el nombre del barrio vigente por entonces,
Barrio Almada, por el de Alberdi exponían: « […] En esta parte de la ciudad de Río
Cuarto separado por el paredón de la estación F.C.C.A. ha ido formándose una
población poco a poco que en la actualidad constituye un vecindario numeroso, y
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dada la coincidencia de separarnos de la ciudad tanto por un extenso paredón como
por las vías del Ferrocarril Argentino constituye puede decirse un núcleo aparte de
la población urbana y corresponde clasificarlo como Pueblo o Barrio que aún
formando parte integrante de la ciudad, se caracteriza por su independiente
formación […]». (AHMRC. 1922. 18/12/1922).
Por otro lado, lo barrial emergía como espacio para un entramado de relaciones
primarias sobre las cuales se sustentaba la vecindad, donde lo colectivo contaba y en
este sentido se destacaba la participación en la tarea organizativa de sus asociaciones.
La aparición de las sociedades de fomento marcaría otro momento en la dinámica de
movilización del vecindario donde la práctica asociativa se consolidaba
institucionalmente, se identificaba fuertemente con el progreso del barrio y al mismo
tiempo buscaba apartarse —igual que toda sociedad de fomento— de los partidismos
políticos. Iniciaba una trayectoria en la representación barrial y la convertía en
objetivo de sus prácticas; de manera que trasponía los límites barriales y proyectaba
esa representación ante el poder local, provincial y ante el espacio público.
Predominaba entonces un sentido agregativo y colectivo de las demandas. La
exposición de esas demandas y, sobre todo, su reclamo sostenido en el tiempo
implicaban no sólo a las representaciones ejercidas por los dirigentes; se trataba de
instalar en la opinión la visión de un “vecindario” movilizado en pos de esas
reivindicaciones que eran para todos: «Es de oportunidad recordar a nuestros
poderes comunales que este vecindario ha venido realizando desde hace un año
empeñosas gestiones ante el Sr. Intendente, a fin de que esta localidad sea dotada de
tal elemental servicio público (alumbrado) […] tal estado de cosas tiene sumamente
desagradados a los vecinos; volcándose al respecto comentarios acervos para la
Autoridad Comunal […]».(El Pueblo. 17/6/1914, p. 5, c/1).
En otros barrios de la ciudad donde todavía no se había iniciado el movimiento
asociativo de igual modo se creía conveniente destacar el trabajo asociado de los
vecinos y las gestiones encaradas ante los poderes municipales: «Los vecinos del
barrio sudeste de la ciudad manifiéstense satisfechos viendo ahora después de mucho
tiempo, que se ha iniciado el arreglo de calles, cosa reclamada imperiosamente en
estos momentos en que empiezan las lluvias de verano […] Aprovechando ahora la
baratura de los jornales la intendencia se ha puesto a la hora del arreglo, buena
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obra que fuera de desear no se suspendiera en momento alguno». (El Pueblo.
20/10/1915, p. 4, c/5).
El discurso es propio de la vecindad. En primer lugar, en relación con las
marcas de la vecindad, por eso es común hallar en el encabezamiento de los petitorios
su presentación en calidad de “vecinos”, “propietarios”, “moradores de tal barrio”, o
bien como “contribuyentes del fisco municipal”, “vecinos y contribuyentes de este
municipio”. Por otro lado, la vivencia vecinal era asociada con la búsqueda del bien
común; por eso se fundamentaban los pedidos invocando “los intereses públicos”,
“las necesidades de orden general”, las cuales se consideran beneficiarían no sólo al
propio barrio sino al resto de los habitantes que podían transitar por él: «Los vecinos
que suscriben exponen que durante el segundo período de la intendencia del Sr.
Ferrer fue colocado en el puente que existe en el arroyo, en la prolongación de la
calle 9 de julio hacia el norte, un foco de luz a acetileno con lo que se llenó con él
una necesidad sentida por el enorme tráfico público que durante día y noche se
mantiene en ese parage […]La reposición de este foco de luz que alumbre dicho
puente para confianza y seguridad del tráfico público motiva nuestra solicitud».
(AHMRC. 1918. 25/3/1918).
Otro núcleo discursivo se confundía con los tópicos de la ciudadanía, la
igualdad ante la ley, la inclusión social. En este sentido intersectaban la identidad del
vecino con la del ciudadano que buscaba trabajar desde lo barrial en el plano de la
reivindicación de los derechos. Por eso, a la vez que los petitorios instalaban una
demanda para el sector, mostraban un problema de la realidad urbana: las posiciones
diferenciales en el goce de los bienes públicos frente a las cuales se reaccionaba con
una conciencia de la desigualdad y en consecuencia, la búsqueda de la igualdad:
«Vecinos de la calles Rioja, Mendoza y 9 de julio exponen que teniendo en cuenta la
población de la circunscripción nombrada y que día a día se va extendiendo, que
dada la poca distancia que existe entre la plaza Gral. Roca a esta vecindad sin que
gocemos de los beneficios de la iluminación pública. Por esta circunstancia los
suscriptos al pie de la presente vienen a solicitar la colocación de un foco eléctrico
en la calle Rioja esquina 9 de julio». (AHMRC. Departamento Ejecutivo. 1918.
5/2/1918. Oficio de vecinos al presidente de la Comisión Administradora Municipal).
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Otros vecinos transmitían su demanda a la prensa y, por ejemplo, al bregar por
una escuela en Banda Norte expresaban: «El Censo escolar levantado últimamente
por el gobierno de la provincia ha comprobado según hemos podido averiguar, que
existe una numerosa población escolar, que no tiene más escuelas que las del centro
de la ciudad, distantes de aquí, de 20 cuadras a una legua, con los graves
inconvenientes que es fácil imaginar». (Justicia. 23/2/1922, p.1, c/3-4).
En otro momento son los vecinos de Barrio Alberdi quienes requerían una
escuela y afirmaban: «La actual escuela que funciona actualmente en una casa
estrecha e incómoda sin las condiciones generales de higiene indispensable en todo
edificio escolar y el haber en Pueblo Almada más de 300 niños en edad de asistir a
clase, muchos de los cuales o no reciben educación por insuficiencia de las escuelas
permaneciendo analfabetos o tienen que recorrer más de media legua para alcanzar
las escuelas del centro de la ciudad. En consecuencia este vecindario recurre a V.S. y
por su intermedio al Superior Gobierno porque siendo este un barrio de importancia,
que ya cuenta con una iglesia propia de un valor de 250.000 pesos, hermosa calles
con edificado, etc. qué menos podemos solicitar de los poderes públicos que una
escuela?». (El Pueblo. 15/8/1922, p.6, c/2).
Vecinos de calle Alberdi, entre Pedernera y Alsina, bregaban también por una
distribución más equitativa de los beneficios públicos, pero prefirieron exponer sus
quejas a través de la prensa quien tenía la habitual costumbre de conceder la palabra a
los vecinos de los barrios, inclusive en secciones especiales: «Teniendo en cuenta
que el Sr. Intendente no está enterado de las irregularidades que pasan, es por eso
que los vecinos que abajo firman, venimos a pedirle encarecidamente en su difundido
diario Justicia lo siguiente: que vivimos en esta calle poco menos que afixiados por
la tierra, pues parece que nos han olvidado; en cambio todos los días y por la noche
riegan por la calle Alberdi hasta la esquina de Alsina y por la calle Pedernera toda
íntegra. Teniendo en cuenta que todos pagamos nuestros derechos municipales nos
creemos en la obligación de reclamar que nos rieguen nuestra calle de mañana y
tarde». La firmaron 12 vecinos. (Justicia. 18/3/1929, p.2, c/3).
Esa valoración de la igualdad no sólo constituye una representación en barrios
como Alberdi los sectores empresariales y comerciales eran notorios, sino también
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podemos individualizarla en barrios donde el componente obrero era predominante.
Así, vecinos del barrio denominado “La Buena Vista” solicitaban se habilitaran
puestos de carne en el sector y explicaban: « […] por ser un barrio compuesto en su
mayoría de gente trabajadora y de no disponer de los medios de conducción
necesarios para el traslado hasta el nuevo mercado […] Hemos dicho también que se
trata de un barrio de gente obrera y que no disponemos de sirvientes […]».
(AHMRC. Concejo Deliberante. 1929. Expediente IX. Carpeta 70).
Otras valoraciones permiten advertir la articulación con un discurso propio de
sectores sociales en ascenso: el progreso asociado con el desarrollo material, edilicio
y las obras públicas en los barrios. Pero, también con el desarrollo económico: «En el
orden comercial la razón Eduardo Bas y Cía. tiene establecido en local propio
fábrica de jabón y grasas concurriendo a dar movimiento al barrio. Los sres.
Martínez hnos. en local propio también funciona fábrica de fideos y elaboración
mecánica de pan galleta, próximo al barrio por parte norte se halla instalado el gran
molino Monlezún, signo de adelanto y progreso, factores todos ellos y obras y otros
varios negocios del adelanto del Barrio Alberdi […] Actualmente en materia edilicia
el barrio se ha embellecido con tres espléndidas avenidas que han sido arregladas y
enarenadas por el actual intendente Vicente Mójica cuya triunfante candidatura
prestigió el Comité del Comercio preocupándose el jefe del departamento ejecutivo
de dotar al barrio con 11 focos de luz eléctrica, que ello ha sido la constante
aspiración de estos vecinos por tal mejora; […] y hacemos votos porque este
práctico adelanto y progresista aspiración del vecindario llegue a ser realidad».
(AHMRC. 1922. 18/12/1922).
Para otros vecinos el progreso no podía ir de la mano de cuestiones que rozaran
la moral pública y en este sentido era incompatible por ejemplo con el problema de la
prostitución, que se localizaba precisamente en los barrios alejados. Eso motivó que
un conjunto de del barrio comprendido entre Plaza Racedo y sus alrededores dieran a
conocer su posición inclusive ante la opinión pública expresando: «Los que suscriben,
exponemos que por razones de progreso edilicio en sus distintas manifestaciones no
nos es posible aceptar resignadamente la resolución tomada por el H.C.D. en sus
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sesión del 13 del corriente, por cuanto está en flagrante contradicción con la obra de
embellecimiento y saneamiento prohijada por la misma Municipalidad en la plaza
Gral. Racedo, que tan afectada resultaría de llegarse a semejante resolución […] que
por razones de orden moral, de higiene y seguridad pública y por justo anhelo de
mejoramiento colectivo, no podemos concebir cómo sólo a seis cuadras de la plaza
principal y a dos cuadras de la arteria más hermosa y de mayor tráfico de la ciudad
se permita la instalación de un prostíbulo […] Que también por razones de orden
económico y social desechamos la perpetuidad de esa afrenta, puesto que
representamos una parte importante de la población que aún cuando en su mayoría
modesta, es honesta y laboriosa. Reclamamos el respeto que nos corresponde por el
cual no velaríamos si permitiéramos que ese mal se extienda, es que anhelamos su
total desaparición». La firmaron un centenar de vecinos. (Justicia. 20/4/1923, p.1,
c/4; p.2, c/3).
En otros petitorios vecinos de Barrio Alberdi se presentarían como “vecinos de
este progresista barrio” y a la vez se consideraban «un vecindario honesto y laborioso
cuyo componente de argentinos y de extranjeros han ido desarrollándose en vías de
progreso […] se progresa porque en el barrio han concurrido personas de labor y
honestidad que al abrigo de leyes tanto nacionales, provinciales como comunales
laboran en común […]». (AHMRC. 1922. 19/12/1922).
En concordancia con la fuerza que tenía en el discurso oficial de la época las
cuestiones higienistas, los vecinos de algunos barrios se apropiaron de esa valoración.
Así, vecinos de la calle Mitre, en la intersección de la calle Echeverría y
proximidades del Hospital de Caridad exponían: «que en la esquina de las manzanas
formadas por las referidas calles como pertenecientes al Hospital, existe una
construcción con puertas a la calle destinada por la dirección y administración de
ese Establecimiento a velar los muertos y darles desde ahí salida al Cementerio.
[…]Este triste espectáculo Sr., impropio de una ciudad culta, es bajo todo concepto
inadecuado, abusivo y arbitrario pues no sólo importa una falta de respeto y
menosprecio al vecindario que no está obligado a vivir en perpetuo velorio y a
sacrificar la tranquilidad de sus horas de descanso por la directa asociación que
comunica el cuadro siempre penoso de la muerte sino que bajo el punto de vista de la
cultura y la higiene es también improcedente». (AHMRC. 1918. 29/12/1918).
16
Del mismo modo que observamos en los discursos barriales de otros
municipios (De Privitellio, 2004: 37), aquí también se distinguía un núcleo activo
dentro del barrio en pos de buscar adelantos culturales. De ese núcleo activo se
desprendía naturalmente la dirigencia vecinal acompañada por otros vecinos que se
integrarían a las asociaciones como socios, tal como lo relatan unos vecinos ante el
poder municipal para sintetizar cuál había sido la labor en Barrio Alberdi y quiénes
dentro del vecindario la habían encarado: «En el año 1916 como el núcleo de
población iba siendo importante, surgió la feliz y acertada idea en vecinos y
propietarios del barrio de elevar al C.D. de esa fecha una solicitud pidiendo fuera
denominado este suburbio con el nombre de Pueblo Alberdi […]».«A solicitud del
vecindario ponemos una escuela, con la inscripción de alrededor de 200 alumnos de
ambos sexos […]se han plantado árboles en las calles donde han cooperado y
concurrido vecinos destacados del barrio […]Cuenta el barrio con una biblioteca
denominada Biblioteca Popular Sarmiento fundada en el año 1915 a la sola
iniciativa y peculio de los sres. Juan Morales y Eduardo Bas quienes gestionaron
para el vecindario dicho beneficio y quienes gratuitamente daban clases nocturnas
para obreros durante 3 años consecutivos». (AHMRC. 1922. 18/12/1922.)
Esos representantes de los sectores sociales en ascenso y que eran quiénes
encabezaban las acciones asociativas en el barrio creían necesario diferenciarse de los
“otros vecinos”, y no sólo en referencia a quienes cometían delitos sino de aquellos
que componían la masa obrera. Precisamente, esa distinción aparecía cuando los
dirigentes vecinales de Barrio Alberdi refirieron la composición social del barrio en
instancias de requerir el alumbrado público: «Hoy venimos por tercera vez a la
comuna ha solicitar el servicio de alumbrado público para esta localidad […] Una
población obrera en estado floreciente, sin policía, que por las noches presenta un
aspecto horroroso, sumida en la mayor oscuridad constituyendo un verdadero
peligro para la seguridad personal de los vecinos y especialmente obreros,
empleados del F.F.C.C. Argentino que por la naturaleza de sus ocupaciones se ven
obligados a transitar a altas horas de la noche». (AHMRC. 1918).
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Esa retórica vecinal encerraba pues un sentido legitimante de la participación de
estos nuevos actores suburbanos que desplegaban voluntad colectiva y lazos
comunitarios.
La articulación discursiva de las representaciones barriales
Ese discurso vecinal que se apropiaba del valor de la higiene pública en los
barrios se articulaba con otro que provenía de la prensa, para mostrarnos así no sólo
cómo las demandas barriales encontraba una caja de resonancia en la opinión pública,
sino cómo algunas representaciones porque circulaban entre los estratos altos y
medios de la sociedad daban refuerzo a un campo simbólico que tendría su anclaje
también en los espacios suburbanos. Comentaba El Pueblo, diario de orientación
demócrata: «Son varias las denuncias que hemos recibido por vecinos de la Avenida
Gral. Roca en la parte no terminada, sobre los focos de infección que se han formado
al estancarse las aguas, debido a las grandes lluvias […] La municipalidad ya que
no puede concluir la avenida como sería de desear, sería buena tomara medidas a fin
de subsanar esto un poco que hablaba muy mal acerca de la cultura y la higiene de
la población». (El Pueblo. 19/1/1915, p. 2, c/5).
Cada vez que se aludía al problema de la prostitución, los diarios empleaban
adjetivaciones para apoyar la demanda barrial y en este sentido también intentaban
igualar a los vecinos de los barrios con los del centro en la condición de honestidad.
Por ejemplo, El Pueblo denunciaba: «en el sector noreste de la ciudad, existe una
casita de moderna construcción donde aparenta haber un café. Según honestos
vecinos de aquel rumbo, en este aludido café, se estacionan algunas mujeres, que con
el mayor descaro llaman a cuanto hombre por allí transita tanto de día como de
noche, siendo ésta la causa de que muchas familias se ven obligadas a permanecer
en el interior de sus casas y además tengan a su pequeños encerrados durante el día
so pena de presenciar escenas vergonzantes». (El Pueblo. 28/11/1914, p. 5, c/2).
La prensa no dudaba en calificar algunos como “barrios progresistas”. En
referencia a Barrio Alberdi se decía: «Conocemos bien cómo nació este barrio, que es
un verdadero pequeño pueblo de la noche a la mañana; cómo se manifestó
rápidamente su progreso material en la edificación, en el trazado de amplias calles,
en el establecimiento del alumbrado público, activamente impulsado todo por un
18
vecindario ansioso de progreso y de bienestar. En otro orden no fue descuidada la
cultura general y funciona en aquel pueblo una escuela pública. Hoy acaba de darse
allí un paso más con la creación de una biblioteca popular que significa un evidente
progreso y que habla muy alto a favor de aquel núcleo de vecinos que se han
propuesto como norma hacer el bien al pueblo en cuyo seno viven […]» (El Pueblo.
4/6/1915, p. 2, c/2).
Otras construcciones discursivas periodísticas a la vez que calificaban,
instalaban en la opinión pública una identidad barrial asignada. Había en la ciudad
“barrios populosos”, “apartados de la ciudad” como el de Alberdi. Otros eran “barrios
muy poblados” que requerían la presencia de autoridad policial de manera más
continua (Las Ferias). Había “barrios inseguros”, otros estaban “incomunicados”.
Otros eran “barrios olvidados”, como Banda Norte y sin embargo compuesto por un
“vecindario numeroso”. De otros barrios era destacable la movilización de sus
vecinos y así se ludía a los vecinos de Avenida Italia que solían “manifestarse a través
de la prensa”, vecinos del barrio de la Estación que “reclaman por mejoras”, vecinos
de las inmediaciones de Avenida España y Parque Centenario o de calles Maipú y
Sadi Carnot que “reclaman en la prensa”.
Pero estas representaciones externas al discurso barrial, paradójicamente, venían
a articular sus propias demandas y ratificarlas por un lado ante la opinión pública, que
de ese modo continuaba reconociendo las problemáticas de los espacios suburbanos,
y por el otro ante los poderes municipales a fin de que diseñaran políticas públicas
más inclusivas.
A modo de conclusión
A través de este trabajo donde nos hemos detenido en la construcción de
representaciones barriales hemos aportado tesis que ampliarían la noción de vecindad,
ya no sólo para indicar a quien desde el punto de vista jurídico era contribuyente del
fisco y podía ejercer sus derechos electorales, sino quien mediante las prácticas
sociales cotidianas forjaba relaciones múltiples, participaba en el espacio público y de
algún modo influía en la toma de decisiones políticas locales, permitiendo así a
nativos y extranjeros, ciudadanos o excluidos de los derechos cívicos más allá del
19
municipio por no hallarse naturalizados, ejercitar una práctica de la libertad allí, en
ese espacio local, y asociarse para participar en asuntos de interés común.
La pertenencia barrial implicaba un posicionamiento en el territorio de base y
también un compromiso con ciertos valores, pero no por ello se descuidó el
posicionamiento en el espacio más amplio de la ciudad. Aquí resultaba clave la
estrategia participativa, que les permitía instalarse con sus demandas ante los poderes
públicos municipales por una parte, y por la otra ante la opinión pública. Como
resultante de esta operatividad que anclaba además en lo asociativo, resultarían como
emergentes algunas dinámicas donde ciertas articulaciones venían precisamente a
reforzar aquellos posicionamientos sociales: valoraciones apropiadas por los sectores
sociales en ascenso desde los barrios e identidades —autoasignadas y atribuidas—
que resultaban funcionales a una intencionalidad explícita de los actores en juego —
los vecinos de los barrios— y de los otros que a veces hacían de las cuestiones
barriales un arma en la lucha política —los periodistas— pero que en definitiva
venían a instalar y reflejar el problema de la complejidad que iba cobrando el
desarrollo urbano cuando nuevas realidades espaciales se fueron conformando en sus
límites.
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Legislación ALPC. Ley de Municipalidades y Decreto Reglamentario. Año 1905. (pp. 310-364).
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Tipográfico. Padrones electorales
Unión Cívica Radical. Registro Cívico de la Nación. Padrón de Electores. Colegio electoral de Río Cuarto, Est. Gráfico C. E. Argot, Río Cuarto, 1912.
Periódicos Editados en Río Cuarto El Pueblo. 1910-1930. Justicia. 1922-1930.
20
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Walzer, M. (1989). Citizenship. En Ball, T. Farr, J. Political Innovation and Conceptual Change. Cambridge: Cambridge University Press.
21
Cuadro Nº 1
Localizaciones comerciales y fabriles barriales
Comercios y fábricas en Boulevard Roca Propietario Dirección Confitería, Café y cine “Centenario” Garbino & Candela (h) Boulevard Roca Farmacia El Aguila José Azpiroz Boulevard Roca 126 Farmacia “Del Águila” Adolfo Petrazzini Boulevard Roca 130 Establecimiento de Pastas y Molino, representación de la firma Biava, Tampieri y Cía. Representación de Compañía Importadora y Comercial del Plata Representación de Compañía inglesa de seguros contra incendios
V.S. Zunino Boulevard Roca 225
Agencia Chevrolet. Salón-Exposición Berti Hnos. Boulevard Roca 334 Farmacia “La Nueva” Dr. Ricardo Vergés Boulevard Roca 335 Farmacia Internacional Paulino Antón Boulevard Roca 335
(cambió de dueño) Negocio de compra y venta (ropas, calzado, armas, joyas, relojes, muebles, inst. musicales) Casa de Préstamos
José Mingorance Boulevard Roca 335 (funciona hasta 1919; después se traslada calle Belgrano)
Concesionarios de haciendas y cereales Juan Almada (h) y
Fernández Boulevard Roca 481
Casa Granados Boulevard Roca 550 Fábrica de fuegos artificiales Angel Mario di Lascio Boulevard Roca 577 Restaurant Barconi
Boulevard Roca, s/n
Tienda, mercería, zapatería y sombrería “La Reina”
Boulevard Roca y Sarmiento
Hotel “Mayo” Adelo Berti Boulevard Roca y San Lorenzo
Sastrería Conejero Boulevard Roca y Lavalle Panadería y almacén “La Piemontesa” Pugnatta Hnos. Boulevard Ameghino.
Frente galpón de carga. Taller de Carrocerías para automóviles Esquina Sadi Carnot
(frente paredón FFCC) Otras instituciones Sanatorio Rodríguez Dr. Víctor Rodríguez Boulevard Roca 275 Sanatorio Dr. Fernando Ferrer y
Cayetano Vitale Boulevard Roca
Conservatorio “Buenos Aires” Boulevard Roca 339 Profesionales
Profesión Dirección
Héctor Martínez Médico Cirujano Boulevard Roca 183 Dr. Fernando Ferrer Médico Cirujano Boulevard Roca 195
Comercios y fábricas en barrios cercanos al centro
Propietario Dirección
Usina eléctrica Werner y Cía. Vélez Sarsfield esq. Alberdi
Casa de representación y consignación comercial
Firma Ruiz y Remaggi Vélez Sarsfield esq. Alberdi
Molino Modelo
Francisco Monlezún. Vélez Sarsfield 359
Almacén La Trigueña (depósito de forrajes y carbón
Juan Pagano San Martín esq. María Olguín
Colchonería
Julián Tisera Mitre, entre San Luis y San Juan
Depósito de vinos Natalio Spósito Alberdi 287 Depósito de productos “La Granja Blanca” de Buenos Aires
Alejandro Mayer Alberdi 922
Depósito de vinos Pablo Ramonot Alberdi y 25 de Mayo Fábrica de mosaicos Pizarro de Marco y Cía. Lavalle 1031
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Depósito y venta de forrajes, leña y carbón Capati & Dalvit Humberto 1º y Lamadrid Fábrica de Mosaicos y empresa constructora “El Porvenir”
Berti Hnos. Humberto 1º y San Lorenzo
Casa “La Flor”. Ventas por mayor y menor Rogelio Martínez 25 de Mayo y Lamadrid Distribuidor. Bodegas y Frutales Samuel Guiñazú y Hnos. Belgrano y Lamadrid Casa Introductora en Ramos Generales Fiorda hnos. Belgrano y Gral. Paz Bar y billar Marconi
Francisco Prieto Gral. Paz y 25 de Mayo
Panadería “La Republicana” Gassó & Sastre Mendoza y Deán Funes
Comercios en barrios del sur Propietario Dirección Curtiembre y fábrica de zapatillas “La Industrial”
José Domingo Jazeñuk Av. Italia
Oculista Dr. Zamora Av. Italia 64 Elaboración de embutidos de cerdo Bezel, Alberto Venta de cal A. Caprioli y Cía. Av. Italia 190 Barraca y depósito de jabón, cereales y frutos del país
Remedi & Rotondi Av. Italia
Almacén “El Neutral” Av. Italia y Sadi Carnot Construcción y reparación de carrocerías para automóviles
Cobos Hnos. Sobremonte 1455
Profesionales Profesión Justo Claro Procurador Av. Italia 74 Dr. Ignacio Ramos. G. Medina Cabral Abogado. Martillero
Público Alejandro Roca 112
J. S. Arandino Dibujante Sadi Carnot y Cabrera Comercios y negocios en Banda Norte Propietario Dirección Almacén Pedro Rossi s/d Jardín del Progreso. Establecimiento dedicado a la horticultura y floricultura
Fábrica de ladrillos y materiales “La Modelo” Ángel Nimis Quinta Mastrángelo
Cuadro Nº 2 Vecinos y ciudadanos en los barrios riocuartenses
Barrio Almada IDENTIFICACION DEL VECINO
ACTIVIDAD PRODUCTIVA O PROFESIONAL
VINCULACION ASOCIATIVA FIRMANTE DE PETITORIO
ACEVEDO, Camilo Agente policial ACOSTA, Clodomiro Albañil 1929- Pro-tesorero Unión Vecinal 1931-
Pro-Tesorero 1932- Pro-Tesorero Centro Cultural y Sportivo
1929- Por autoridad policial
ACOSTA, José Comerciante 1929- Vice-presid. Unión Vecinal 1931- Vocal Unión Vecinal
1929- Por autoridad policial
ACOSTA, Melitón Propietario 1929- Vocal Unión Vecinal
1929- Por autoridad policial
ACOSTA, Paulino 1932- Vocal Centro Cult. Y Sport ACOSTA, Segundo Empleado 1932- Vocal Centro Cult. Y Sport ACOSTA, Weldina 1915- Por cambio de
nombre barrio AGÜERO, Narciso 1923- Comisión Vecinal AGÜERO, Rufino Comerciante 1915- Por cambio de
nombre barrio 1929- Por autoridad policial
AGUILERA, Isidoro Mecánico AGUILERA, Pascual Peón AGUIRRE, José 1915- Por cambio de
nombre barrio AGUIRRE, Pedro Propietario ALBELO, Juan 1932- Vocal Centro Cult. Y Sport
23
ALBENICIO, Nuncio
1929- Por autoridad policial
ALVA, Petrona de 1915- Por cambio de nombre barrio
ARAZA, José 1929- Por autoridad
policial ARGÜELLO, Abraham Carnicero ARIAS, Genaro Propietario ASTULÁN, E. 1914- Vocal Unión Vecinal BALMACEDA, Félix Telegrafista BALAMACEDA, Pascual Propietario BARRERA, Doncel Carrero BARRI, C. del 1915- Vocal Unión Vecinal BAS, Antonio 1923- Vocal. Comisión Vecinal 1922- Por preservar
nombre barrio BAS, Eduardo Comerciante.
Propietario de fábricas de jabón y grasa Español
1914- Secret. Unión Vecinal 1915- Fundador y Secret. Biblioteca Sarmiento 1923- Miembro Comisión Vecinal 1923- Presid. Biblioteca 1929-1931. Secret. Unión Vecinal 1932- Centro Cultural y Sportivo
1918- Por alumbrado 1922- Por preservar nombre barrio
BAZ LÓPEZ, Antonio Comerciante. Españ
BENITES, Francisoo 1914- Vicep. Unión Vecinal BENITES, Hermójenes Comerciante.
Arg. 1923- Comisión Vecinal
BERENGA, Ernesto 1927- Comisión Vecinal 1926- Por pasarela 1927- Por apertura de calle
BIASSOTI, Fernando 1931- Prosecret. Unión Vecinal BORGIANI, Nazareno 1931- Vocal Unión Vecinal BRINGAS, Aureliano 1923- Miembro Comisión Vecinal
1923- Secret. Biblioteca
BUSTOS, Hercolano 1929- Presid. Unión Vecinal 1931- Presid. Biblioteca 1931- Vocal Unión Vecinal
1929- Por autoridad policial
BUSTOS, Reynaldo Agricultor BUTINELLI, Eduardo Peón CABRAL, Toribio Pedro Carrero CABRERA VILCHES, Ignacio
Empleado
CARRANAZ, Nicolás Comerciante CASTRO, Ricardo Peón CEBALLOS, Marcos 1917-Por
alumbrado y agua corriente
CELIO, Francisco Peón de campo CENTENO, Abel 1915- Por cambio de
nombre barrio COLABERARDINO, Felipe 1929-1931 Tesorero Unión Vecinal CONTRERAS, Romano Comerciante CORREA, Roberto Empleado CRUZ, Gregorio DEL BARRI, C. 1914- Vocal Unión Vecinal DOMINGUEZ, Antonio Estanciero DOMINGUEZ, Blas Peón DOMINGUEZ, Secundino Propietario DOMINGUEZ, Teodoro Emp.
Municipal
DORADO, Pedro Albañil ECHENIQUE, Ramón 1931- Vocal Unión Vecinal ESCUDERO, Juan 1915- Por cambio de
nombre barrio ESPRILA, Leandro 1922- Por cambio de
nombre barrio FARÍAS, Isaac 1929- Por autoridad
policial FARÍAS, Lorenzo 1915- Por cambio de
nombre barrio FERREIRA, Tiburcio Peón FERRER, Antonio Propietario de
quintas en 1923- Miembro Comisión Vecinal 1922- Por preservar
nombre barrio
24
Banda Norte 1922- Por escuela B. Norte
FERRER, Juan 1932- Centro Cultural y Sportivo FERREYRA, José Peón de campo FERREYRE, Benedicto Comerciante GALLARDO, Pedro Comerciante.
Arg. 1929- Unión Vecinal
GALLARDO, Secundino Propietario GARZÓN, Agustín 1929- Por autoridad
policial GAUNA, Eduardo Propietario GENTILE, Rémulo 1922- Por cambio de
nombre barrio GIL, Rosario GOMEZ, Eulogio Mecánico GOMEZ, José 1914- Miembro Unión Vecinal 1922- Por cambio de
nombre barrio GONZALEZ, Agustín Cochero GONZÁLEZ, Carlos 1923-Miembro Comisión Vecinal 1922- Por cambio de
nombre barrio GONZALEZ, Domingo Peón de campo GONZÁLEZ, Rogelio 1931-Miembro Unión Vecinal GUENAN, Pedro GUZMÁN, Abdón 1932- Secret. Centro Cultural y Sportivo GUZMAN, Isidro Albañil IBAÑEZ, Baldomero Peón LAHORCA, Samuel Peón LASCURAIN, Ignacio Propietario LEGA, Rafael 1931- Vicepresid. Unión Vecinal LIBRADI, Severino 1917-Por
alumbrado y agua corriente
LIVARES, Julio 1931- Vocal Unión Vecinal LÓPEZ, Abel 1929- Vocal Unión Vecinal LÓPEZ, Alberto 1926-Miembro Comisión Vecinal 1915- Por cambio de
nombre barrio 1926-Por pasarela 1926-Por apertura de calle
LÓPEZ, Ernesto 1915- Por cambio de nombre barrio 1922-Por mantener nombre de barrio
LOPEZ, Francisco Propietario LÓPEZ, Juan Carrero LÓPEZ ORTIZ, A. 1915- Por cambio de
nombre barrio LUCERO, Ángela de 1915- Por cambio de
nombre barrio LUCERO, Francisco Agricultor LUSERO, Pedro 1915- Por cambio de
nombre barrio MALINOVZKY, Pedro 1931- Vocal Unión Vecinal MARINCONI, Celeste 1917-Por
alumbrado y agua corriente
MARTÍNEZ, Juan Comerciante. Español
MARTÍNEZ, Salustiano Fábrica de fideos y elaboración de pan
1929-Por autoridad policial
MARTÍNEZ, T. 1914- Miembro Unión Vecinal MEDINA, Constantino 1931- Presid. Unión Vecinal MOLINA, Baldomero Estanciero MONLEZÚN, Francisco Propietario de
molino Miembro Sociedad Francesa
MORALES, José G. 1914-Presid. Unión Vecinal 1915-1918 Presid. Biblioteca Sarmiento
1918-Por alumbrado público
MORALES, Ramón Peón de campo MORENO, Cornelio Estanciero MOYANO, Bonifacio 1929- Miembro Unión Vecinal 1929-Por autoridad
policial
25
OVIEDO, Damacio 1932- Tesorero Centro Cultural y Sportivo
OVIEDO, Eduardo Carrero PACHECO, Simplicio Peón PAEZ, Feliciano Estanciero PAEZ, José Propietario PAÉZ, Ramón 1923- Miembro Comisión Vecinal PALACIO, Andrés Propietario. Arg. PALACIOS, Martín 1923- Miembro Comisión Vecinal
1929-Vocal Unión Vecinal
PALACIOS, Teodoro Maquinista PASTERIZ, Luis 1931-Vocal Unión Vecinal PELIZZIA, Félix 1929-Por autoridad
policial PERALTA, Florencio Cochero PEREYRA, Bautista Comerciante.
Arg 1923- Miembro Comisión Vecinal
PEREYRA, Benedicto 1929-Por autoridad policial
PEREYRA, José Estanciero PEREYRA, Juan 1922-Por mantener
nombre barrio 1929-Por autoridad policial
PEREYRA, Néstor Comerciante. Arg
PEREZ, Romualdo Herrero PETROINI, Alejandro Estanciero PIANE, Carlos 1917-Por
alumbrado y agua corriente
PINOS, Clara 1915-Por cambio nombre barrio
QUINTANA, Manuel Propietario QUINTEROS, Luis 1932- Centro Cultural y Sportivo RAZQUIN, Pedro 1932- Secret. Centro Cultural y Sportivo RICCHIARDI, José 1917-Por
alumbrado y agua corriente
RICCHIARDI, Luis 1917-Por alumbrado y agua corriente
RIVAROLA, Julio 1929- Pro-tesorero Unión Vecinal 1922-Por cambio nombre barrio
ROJO, Celestino Cochero SALONIO, César 1923- Miembro Comisión Vecinal
1929-Vocal Unión Vecinal
SÁNCHEZ, Julia 1915-Por cambio nombre barrio
SCHEID, José Comerciante. Franc
SOSA, Ramón 1929-Por autoridad policial
SOTILE, A. 1914. Vocal Unión Vecinal TOMMI, Carlos 1931. Vocal Unión Vecinal TORRES, Carmen Empleado URREA, Sicio 1932- Presid. Centro Cultural y Sportivo VAREA, Francisco 1922-Por escuela VILLAGRA, Gerónimo Foguista WITTOUCK, Enrique 1932- Presid. Centro Cultural y Sportivo YGARZA, Francisco 1929. Vocal Unión Vecinal
Fuente: Elaboración propia sobre la base de las siguientes fuentes. Peticiones elevadas a la intendencia de la municipalidad de Río Cuarto. Departamento Ejecutivo. 1910-1930. UCR. Registro Cívico de la Nación. Padrón de Electores. Sección electoral de Río Cuarto. 1912. Est. Gráfico Argot. Río Cuarto. Registros Cívicos Municipales, 1917, 1918.
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