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VT II
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SNTESIS DE LOS DOCUMENTOS DEL CONCILIO PLENARIO1
P. Ral Biord Castillo, sdb
Doc. 1: Proclamar el Evangelio de Jesucristo en Venezuela
Doc. 2: La comunin en la vida de la Iglesia en Venezuela
Doc. 3: La contribucin de la Iglesia a la gestacin de una nueva sociedad
Doc. 4: La catequesis
Doc. 5: La Vida Consagrada en Venezuela
Doc. 6: Iglesia y Familia
Doc. 7: El Laico: fermento del Reino de Dios
Doc. 8: Jesucristo: Buena Noticia para los jvenes
Doc. 9: Obispos, sacerdotes y diconos al servicio de una Iglesia comunin. Vocaciones
y seminarios
Doc. 10: La celebracin de los misterios de la fe
Doc. 11: Instancias de comunin del Pueblo de Dios para la misin
Doc. 12: La Iglesia y la Educacin
Doc. 13: Evangelizacin de la cultura en Venezuela
Doc. 14: La pastoral de los medios de comunicacin social
Doc. 15: Ecumenismo y dilogo interreligioso
Doc. 16: La Iglesia ante las sectas y otros movimientos religiosos
1 Forma parte del libro: Conociendo nuestro Concilio, ideas-fuerza, publicado por las Ediciones Trpode, Caracas
2007, pp. 69-203. Para adquirir el libro dirigirse a actripode@cantv.net; telf. 0058 212 2378860. Ediciones Trpode,
Calle Terepaima, Edf. Trpode, Apto. 75.003. El Marqus Caracas 1070-A. Venezuela.
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INTRODUCCIN
Concluida la fase celebrativa del Concilio Plenario de Venezuela, con el reconocimiento
de los documentos por parte de la Sede Apostlica, su promulgacin por parte de los Obispos, y
la solemne clausura en el Parque Naciones Unidas, se impone la necesidad de conocer y
profundizar los distintos documentos. Esta es la finalidad de este libro: quiere ser un prtico
para facilitar la entrada a la experiencia y contenidos conciliares.
Estoy consciente que es una tarea ardua y ambiciosa, tal vez ingenua de mi parte, creer
que se puede sintetizar la riqueza tanto del acontecimiento conciliar como de su mensaje. No
pretendo tanto. Mi nico objetivo es contribuir a que muchas personas, cristianos de a pie, puedan entrever el tesoro escondido en el Concilio Plenario; ofrecer unas claves de lectura de los
documentos y, sobre todo, alentar a personas y comunidades a la lectura, reflexin y puesta en
prctica de las orientaciones conciliares. En este sentido, estas pginas no sustituyen la lectura de
los documentos, ni constituyen una sntesis oficial de los textos. He tratado de ser lo ms fiel
posible al espritu y sentido de los documentos, y organizarlos desde sus ncleos problemticos.
Este libro quiere, por tanto, ser un prembulo conciliar.
Queda abierta la tarea, y otros vendrn con mayor competencia, de realizar estudios
crticos sobre cada uno de los documentos, indicando sus aciertos y desaciertos, sus fortalezas y
debilidades, sus horizontes y lagunas. Se trata de otro objetivo, que es ajeno a este trabajo de
introduccin y motivacin.
Como secretario de la comisin de contenidos de la fase antepreparatoria del Concilio
Plenario y, luego, como secretario de la comisin teolgico-pastoral durante las seis sesiones
conciliares tuve el regalo de Dios de poder participar desde dentro en la dinmica conciliar de los
diversos textos. Adems form parte de la comisin redactora de cuatro documentos: Iglesia y
Familia, Ministros Ordenados, Instancias de Iglesia y la Iglesia ante las sectas y los nuevos
movimientos religiosos. En razn de esta experiencia, fui invitado en estos aos a tener
encuentros de animacin conciliar en varias arquidicesis y dicesis, as como a reuniones de
religiosos, religiosas y laicos. Slo pude participar en algunos: Caracas, Mrida, Maracaibo,
Guarenas, Puerto Cabello, La Guaira, Carora, Cabimas, Trujillo, en el ITER y en la CONVER. A
otros no pude ir por falta de tiempo. Quedo en deuda especialmente con Coro, Cuman,
Maracay, San Cristbal y San Fernando de Apure, cuyos Obispos me han invitado y no he
podido participar en los eventos.
Dos personas fueron los alicientes para escribir estas pginas. Mons. Nicols Bermdez,
quien un da me pidi los esquemas que haba utilizado en la asamblea de la CONVER y le
confes que no tena nada por escrito. Me respondi: si pones por escrito tu exposicin, otros podrn utilizar estos esquemas en encuentros de animacin. Vers que se multiplicarn ms los
contenidos que si das algunas pocas conferencias, porque no puedes ir a todos los lugares que te
invitan. La segunda y ms concreta motivacin me la dio Mons. Luis Armando Tineo, director del semanario La Iglesia Ahora, quien me insisti que publicara un resumen de cada documento
de modo que se difundieran los contenidos conciliares. Y luego me ha aconsejado vivamente
publicarlos en un pequeo librito.
Recogiendo retazos de tiempos fui preparando los artculos que ahora aparecen en la
segunda parte del libro. Fueron escritos en varias partes de Venezuela, en visitas a las
comunidades salesianas, en las esperas en los terminales y hasta en el dentista, en los breves
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resquicios del trabajo. El primer artculo se lo envi desde un cyber-caf de Duaca, otro de
Puerto Ayacucho, otro de San Flix. Urga la publicacin y el trabajo no estaba listo. A veces
tuve la tentacin de abandonar la tarea, pero la motivacin de muchas personas me anim a
seguir adelante.
Me pareci conveniente anteceder a la sntesis de los documentos una primera parte
introductoria, en la que en cinco captulos se presentan las experiencias vividas en el Concilio
Plenario, las ideas-fuerza de los documentos, la espiritualidad conciliar desde la lnea teolgico-
pastoral, la metodologa de los documentos, los lmites y retos de nuestro Concilio.
Agradezco a Mons. Ramn Ovidio Prez Morales, Presidente del Concilio Plenario y
ahora Presidente de la Comisin de la CEV encargada de la animacin y ejecucin del Concilio,
ante todo su confianza, y luego el hecho de haber querido incluir este trabajo en la coleccin
conciliar. Igualmente agradezco a Mons. Jess Gonzlez de Zrate, al Dr. Nazario Vivero y al
Dr. Rafael Luciani sus observaciones y correccin de las pruebas.
Espero que estas pginas ayuden a los lectores a conocer y vivir mejor nuestro Concilio.
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Documento 1
PROCLAMAR EL EVANGELIO DE JESUCRISTO EN VENEZUELA
El primer documento del Concilio Plenario lleva por ttulo La proclamacin proftica del Evangelio de Jesucristo en Venezuela. Toma en consideracin cinco ncleos problemticos, es decir, situaciones a las que se quiere dar respuestas pastorales: 1. EEll anuncio proftico del
Evangelio; 2. La inculturacin del Evangelio; 3. La religiosidad popular; 4. El anuncio a los
alejados; 5. El anuncio a los que an no conocen a Jesucristo. El documento realiza una
descripcin de las fortalezas y debilidades de la Iglesia en Venezuela en estos aspectos, individua
las causas que favorecen o debilitan el anuncio evangelizador, presenta una iluminacin
teolgico-pastoral, seala algunas orientaciones y normas pastorales.
Se comienza rememorando la primera evangelizacin realizada en esta tierra de gracia hace ms de 500 aos. Desde entonces la Iglesia en Venezuela ha continuado la misin
fundamental que Jess confi a sus discpulos: anunciar el Evangelio a toda criatura.
Qu es evangelizar? Es la misin esencial de la Iglesia, su dicha y vocacin propia, su
identidad ms profunda. Se trata de llevar la Buena Nueva a todos los ambientes y, con su
influjo, transformar desde dentro la humanidad misma. Evangelizar es proclamar la liberacin
salvadora de Dios en la historia de cada pueblo. Es anunciar a Cristo, Palabra de Dios.
Se trata de un anuncio encarnado en la realidad de todas las culturas, asumiendo lo
positivo que se encuentra en ellas. Es un anuncio proftico porque, como el profeta, habla en
nombre de Dios, interpreta su voluntad en una situacin concreta, discierne en los signos de los
tiempos lo que Dios quiere y lo que se opone a su voluntad.
Anunciar profticamente el Evangelio de Jesucristo
En nuestra Iglesia muchas personas viven con entereza y alegra su fe; dan testimonio de
una vida segn el mensaje del Evangelio; se entregan generosamente a hacer el bien, siendo sal,
luz y fermento para una sociedad mejor; proclaman con su vida y con sus palabras a Jess el
Seor. Muchas parroquias llegan a las familias a travs de un serio plan evangelizador.
Sin embargo, no siempre damos prioridad en nuestra accin pastoral al anuncio explcito
del Evangelio. Hemos descuidado la evangelizacin como tarea permanente, perdiendo a veces
la mordiente proftica de la fe. No nos dejamos llevar suficientemente por la fuerza
transformadora y vigorosa del Evangelio.
La Iglesia en Venezuela se compromete a vivir en profundidad su encuentro con
Jesucristo, a proclamarlo con el testimonio de vida y con la palabra, y a denunciar cuanto nos
aleje de l. Para ello es necesario vivir un proceso de conversin permanente y ser una Iglesia
siempre ms evangelizada; recuperar la lectura orante de la Biblia, proclamar con claridad y
valenta el Evangelio; dar prioridad al anuncio de Jesucristo en toda nuestra labor pastoral;
animar a los fieles laicos para que sean protagonistas en la proclamacin del Evangelio.
Inculturar el Evangelio
En un pas como el nuestro, caracterizado por el pluralismo cultural y tnico, son
significativos los esfuerzos de la Iglesia para defender los derechos de los venezolanos,
especialmente de los indgenas. Se comienza a tomar conciencia de la necesidad de inculturar el
anuncio del Evangelio tambin en los ambientes campesinos, suburbanos y urbanos. Se est
despertando un creciente inters por la cultura afro-descendiente. Sin embargo, no hemos
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asumido suficientemente la simbologa de la cultura venezolana en nuestras expresiones
evangelizadoras
Entrar en la cultura es condicin indispensable para anunciar la Buena Noticia de la
persona y el proyecto de Jess. Esta conviccin abre camino a la diversificacin de propuestas
pastorales. Estamos conscientes de la necesidad de sumergirnos en las diversas culturas, porque
ya no existe un nico, uniforme y esttico destinatario de la Evangelizacin, sino gran variedad
de situaciones sometidas a cambios constantes por la fuerza de la cultura globalizada.
Como Iglesia nos comprometemos a proclamar el Evangelio en la multiplicidad de
culturas y en la nueva cultura emergente. Esto nos pide: incentivar el conocimiento de las
diferentes culturas; prestar mayor atencin a la influencia de la cultura emergente; reforzar la
formacin especfica de agentes pastorales en las diversas comunidades (indgenas, afro-
venezolanas, campesinas, urbanas, suburbanas, de inmigrantes); propiciar experiencias concretas
de inculturacin del anuncio del evangelio en la liturgia, en la catequesis, en las formas de
agrupacin y asociacionismo.
Evangelizar la religiosidad popular
El pueblo venezolano tiene hondas races religiosas. Son muchas las expresiones de esa
religiosidad que se conservan como algo propio. Algunas giran alrededor de determinados
momentos de su vida, otras estn vinculadas al calendario litrgico. Son diversas formas de
expresar la fe. En esta religiosidad existen muchos valores, que constituyen verdaderos vnculos
de pertenencia a la Iglesia.
Esta religiosidad est acompaada de no pocas debilidades contrarias a la fe cristiana:
tendencias mgicas, supersticin, prcticas esotricas, horscopos. Adems se comprueba en
muchas expresiones de religiosidad poco compromiso social, escasa formacin religiosa,
insuficiente valoracin de la Biblia. Se trata de una fe que debe madurar. Como Iglesia, no
siempre valoramos suficientemente estos vestigios de fe.
El Concilio Plenario opta por profundizar la religiosidad popular, haciendo de ella una
fuente de identidad cristiana, de vitalidad y transformacin, profundizando sus valores y
corrigiendo sus posibles desviaciones y lmites. Para ello se propone: favorecer el estudio
sistemtico de la religiosidad popular, teniendo en cuenta las peculiaridades regionales;
promover la insercin de los agentes de pastoral en la vida del pueblo y su formacin; programar
celebraciones litrgicas inculturadas a partir de las manifestaciones religiosas masivas, las fiestas
patronales, las peregrinaciones y otras tradiciones religiosas de nuestro pueblo.
Anunciar el Evangelio a los que estn lejos
La accin pastoral de las dicesis y parroquias, de las congregaciones religiosas y los
movimientos de apostolado seglar ha impulsado el testimonio cristiano de muchos hombres y
mujeres, quienes ponen en prctica las obras de misericordia, visitan hogares, atienden enfermos,
brindan atencin a los encarcelados, imparten catequesis, dedican tiempo a la oracin. Es un
signo alentador el comprobar diferentes iniciativas de evangelizacin en las grandes barriadas de
nuestras ciudades. Algunas parroquias urbanas y suburbanas se estn organizando, a partir de sus
sectores, como comunidad de comunidades.
Sin embargo, constatamos que nuestras comunidades son poco misioneras. La pastoral
est muy centrada en el templo: se espera que los fieles acudan a l, en vez de ir a su encuentro.
Las formas tradicionales de accin pastoral no son suficientes para llegar a todo el Pueblo de
Dios. Los grandes conglomerados de las ciudades favorecen la lejana y el anonimato. No
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tenemos un plan pastoral orgnico, que incluya una accin permanente hacia los que estn lejos.
Es grande la ignorancia en materia religiosa. Crece el nmero de personas que simplemente
prescinde de lo religioso, por considerar la fe como innecesaria. Hay tambin actuaciones,
formas de relacin y posiciones asumidas por la Iglesia, que alejan a los fieles.
Ante esta situacin, nuestra Iglesia renueva su compromiso de ir hacia los que estn lejos
en la vivencia de la fe, de renovar la dimensin misionera de la fe, prestando una atencin
especial a los bautizados que viven como si no conocieran a Cristo. Para ello es importante:
propiciar presencias y proyectos pastorales de desplazamiento e insercin en sectores populares
(barrios, campesinos, indgenas, frontera); hacernos presentes con creatividad en zonas urbanas
populosas (grandes edificios) y en grupos diferenciados (universidades, dirigentes, gremios,
sindicatos, etc.); favorecer la sectorizacin de las parroquias; acompaar comunidades cristianas
y comunidades eclesiales de base en las que se anuncie el Evangelio de forma ms personalizada.
Anunciar el Evangelio a los que an no conocen a Jesucristo
Nuestra Iglesia ha sentido desde los inicios el ardor misionero orientado hacia los que no
conocen a Cristo. La misin ad gentes, especialmente en los vicariatos apostlicos, despliega una notable accin evangelizadora entre nuestros hermanos indgenas. Aumenta el nmero de
misioneros venezolanos, sacerdotes, religiosos y laicos fuera de nuestras fronteras. El Centro
Misionero Nacional (CEMINA) empieza a ser significativo como organismo promotor y
articulador de la labor misionera.
Sin embargo, falta conciencia misionera. Algunas comunidades indgenas no han recibido
todava la Buena Noticia de Jesucristo. Son pocos los misioneros que se ofrecen a los Vicariatos
Apostlicos y Dicesis que cuentan con territorios de misin. La escasez de personal y recursos hace que no se logren cubrir las exigencias de la misin que les ha sido confiada. Hay
escasa conciencia del compromiso de colaboracin entre nuestras iglesias particulares. Hay
amplios sectores indgenas, suburbanos y campesinos, a los que no se atiende de ninguna
manera.
Como Iglesia nos comprometemos a reforzar la vocacin misionera de llevar el
Evangelio a aquellas personas y pueblos que todava no conocen a Cristo. Para ello es necesario
fortalecer la accin misionera de la Iglesia en Venezuela; elaborar un proyecto misionero
nacional; dar oportunidades de realizar esa vocacin dentro y fuera del pas; crear equipos de
animacin y coordinacin de proyectos y actividades que despierten el inters vocacional; formar
agentes pastorales indgenas de modo que sean evangelizadores de sus pueblos; organizar la
solidaridad con las misiones ad gentes de Venezuela.
Lneas de accin
a) Entregar la Biblia al pueblo
La Iglesia en Venezuela se compromete a intensificar en los prximos aos una autntica
campaa de difusin de la Biblia a todos los sectores de la poblacin; a hacer de la Palabra de Dios la base fundamental de la predicacin y formacin; a desarrollar cursos bblicos a diferentes
niveles, y a favorecer la lectura orante de la Palabra.
b) Reforzar y hacer ms clara su opcin preferencial por los pobres
Como expresin de la Buena Noticia de Salvacin, la Iglesia asumir y defender la causa
de los pobres, reforzar su presencia entre los ms desfavorecidos y hacindola cada vez ms
significativa; fortalecer las organizaciones de base que luchan por la organizacin de sus
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derechos; trabajar para que los pobres tomen conciencia de su potencial evangelizador y de sus
responsabilidades, y para que asuman su misin y tareas dentro de la comunidad cristiana.
c) Promover y fortalecer comunidades eclesiales de base
Cada Dicesis plantear una pastoral de comunidades cristianas; renovar las parroquias
organizndolas por sectores que permitan llegar a todos; promover una mayor participacin de
los laicos; acompaar a las comunidades eclesiales de base como forma privilegiada de vivir
comunitariamente la fe cristiana.
d) Formar agentes pastorales
Como Iglesia nos comprometemos a emprender un amplio plan de formacin,
organizacin y apoyo de agentes pastorales. Para ello promover procesos de formacin integral;
fomentar su organizacin dentro de la comunidad cristiana; preparar agentes de pastoral para
que sean animadores de sus propias comunidades. La Conferencia Episcopal Venezolana
reactivar, con el aporte de todas las fuerzas eclesiales, el Instituto Nacional de Pastoral, a fin de
contribuir a la investigacin, formacin y difusin de los temas relacionados con la
Evangelizacin..
e) Despertar la inquietud y la mstica misioneras
Para suscitar y promover la dimensin misionera de la vocacin cristiana, la Iglesia en
Venezuela fomentar la animacin misionera, la articulacin de las iniciativas existentes y
favorecer el envo de misioneros (sacerdotes, religiosos, laicos) tanto dentro como fuera del
pas.
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Documento 2
LLAA CCOOMMUUNNIINN EENN LLAA VVIIDDAA DDEE LLAA IIGGLLEESSIIAA EENN VVEENNEEZZUUEELLAA
El segundo documento conciliar lleva por ttulo La comunin en la vida de la Iglesia en Venezuela. Este documento expresa la lnea eclesiolgica, lo que podramos llamar la dimensin ms hacia dentro de la Iglesia, lo que correspondera en el Concilio Vaticano II a la
Constitucin Dogmtica Lumen Gentium. Si el primer documento trata del anuncio de Jesucristo, ste se centra en la comunidad de
los seguidores del Seor. Expresa la autocomprensin de la Iglesia en Venezuela. Vale a decir, la
forma como la Iglesia se comprende a s misma, los horizontes que proyecta, el modelo de
Iglesia que nos proponemos ser.
VER
Una Iglesia que vive la comunin El pueblo venezolano, que en su mayora se confiesa catlico, vive, en general, los
valores de la comunin y de la solidaridad en los diversos espacios y momentos de su vida. La
Iglesia ha asumido la propuesta del Vaticano II: la comunin como principio teolgico y
organizacional.
La conciencia de comunin se manifiesta en la unidad de los obispos en sus declaraciones
y opciones pastorales; en las buenas relaciones de obispos, sacerdotes, vida consagrada y fieles
laicos; en los trabajos de pastoral de conjunto y en los encuentros fraternos. Esto se hace visible
en la mutua implicacin de la Conferencia Episcopal Venezolana, la Conferencia Venezolana de
Religiosas y Religiosos, y el Consejo Nacional de Laicos.
Existen experiencias de comunin en las comunidades eclesiales, entre sacerdotes,
religiosos/as y laicos, desde sus respectivos ministerios, movimientos de apostolado y de
compromiso social. La misma celebracin del Concilio Plenario ha sido una fuerte vivencia de la
comunin.
aun caminando entre sombras A pesar de los esfuerzos por avanzar hacia una Iglesia-comunin, persiste una
identificacin de la Iglesia con sus expresiones institucionales y jerrquicas. Los organismos
colegiales no siempre cumplen su verdadera funcin de participacin para la toma de decisiones.
En algunos pastores, hay una deficiencia en la comprensin del sentido de corresponsabilidad
pastoral del Pueblo de Dios, lo cual se traduce en actitudes individualistas y concentracin de
decisiones y funciones.
A veces no existe una integracin efectiva entre todos los pastores en orden a asumir las
orientaciones pastorales nacionales. No todas las parroquias se integran a la pastoral diocesana.
Algunos movimientos de apostolado seglar y comunidades religiosas caminan en paralelo.
Todava existe una frgil conciencia de la necesidad de hacer ms operativa y planificada
la pastoral. En las distintas Dicesis se nota la ausencia de una comunin efectiva y afectiva de
bienes. No existe un autofinanciamiento que permita lograr una estructura pastoral acorde a las
necesidades de la evangelizacin.
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JUZGAR
La comunin viene de Dios
Jesucristo nos revela al Padre y su amor. Desde su singular comunin filial con l, desea
que sea vivida y participada por sus discpulos. La comunin entre sus seguidores ser el signo
de la credibilidad de su misin: Que todos sean uno, como t, Padre, ests en m y yo en ti, que tambin ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que t me enviaste (Jn 17, 21-22).
La Iglesia hunde sus races en el misterio de la comunin trinitaria: Dios Padre, su Hijo
Jesucristo y el Espritu Santo. Nuestro Dios no es triste soledad, sino bienaventurada comunin:
el supremo modelo y principio de este misterio (la unidad de la Iglesia) es la unidad de un solo Dios Padre, Hijo y Espritu Santo en la Trinidad de personas (UR 2). Dios es uno y trino, unidad en la diferencia, comunin de personas. De igual manera, la Iglesia es un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espritu Santo (LG 4). La comunin es la razn de su existir, el objetivo a proseguir, la meta que le espera.
La Iglesia es sacramento de comunin
El Concilio Vaticano II afirma que la Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea, un signo e instrumento de la unin ntima con Dios y de la unidad de todo el gnero humano (LG 1). La Iglesia es signo, expresin en s misma de la comunin. Esta comunin es la
manifestacin de aquel amor que, surgiendo del corazn del eterno Padre, se derrama en nosotros
a travs del Espritu, que Jess nos da, para hacer de todos nosotros un solo corazn y una sola alma (Hch 4, 32).
La comunin en la vida de la Iglesia no se decreta, sino que se construye! Es una tarea
para todo el pueblo de Dios. Para ello es necesario, como nos propuso el Papa Juan Pablo II,
promover una Espiritualidad de la Comunin: hacer de la Iglesia una casa y escuela de la comunin.
La comunin debe hacerse realidad en todos los miembros del Pueblo de Dios: las
personas, las familias, las comunidades eclesiales, las parroquias, las Iglesias particulares. Es
tarea de todos crear y cultivar espacios de comunin.
La Iglesia es Pueblo de Dios en fraternidad
La comunin se hace realidad en el Pueblo de Dios. Es un pueblo universal. Familia de Dios en la tierra; pueblo santo; pueblo que peregrina en la historia; pueblo enviado (Puebla 236). Es un pueblo constituido por la fe en Jesucristo muerto y resucitado. Es un pueblo proftico
que anuncia el Evangelio o discierne las voces del Seor en la historia. Anuncia donde se manifiesta la presencia de su Espritu. Denuncia donde opera el misterio de iniquidad, mediante
hechos y estructuras que impiden la participacin ms fraternal en la construccin de la sociedad
y en el goce de los bienes que Dios cre para todos (Puebla 267). Es un pueblo de hermanos, que se hace sujeto histrico en el conjunto de los pueblos y
cuyas preocupaciones o dimensiones de la vida de las personas, no les son ajenas; pero, a su vez,
tiende a lo definitivo, a lo escatolgico y, por lo tanto, es un pueblo peregrino.
La comunin no se logra sino en la vivencia de la fraternidad, la cual se funda en el amor,
la misericordia y el perdn.
La comunin para la misin evangelizadora
La Iglesia es comunin en misin: existe para evangelizar! No puede hacer otra cosa,
sino anunciar con franqueza y valenta que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y
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resucitado, se ofrece la salvacin a todos los hombres (EN 27). La comunin representa la fuente y el fruto de la misin. Es el nico Espritu el que convoca y une a la Iglesia y el que la
enva a predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra (ChL 32). La Iglesia es animada por el Espritu Santo, quien suscita una multiplicidad de carismas y
ministerios. En este sentido, nuestra Iglesia debe abrirse al Espritu y ser espacio privilegiado
para el desarrollo de las fuerzas creadoras de nuestro tiempo.
ACTUAR
1. Conversin y reconciliacin como signo de comunin y unidad
La Iglesia se compromete a vivir un proceso de conversin, impulsando un dilogo
fraterno entre las personas de las diversas culturas y situaciones del pas, trabajando por el
entendimiento entre todos los sectores de la sociedad y promoviendo la reconciliacin en todos
los niveles; a impulsar la fraternidad humana y cristiana entre los miembros del Pueblo de Dios
desde un sentido de igualdad y mutua dignidad.
Esto exige que todos profundicemos la Espiritualidad de la Comunin; que los ministros
ordenados vivamos nuestro ministerio pastoral como hermanos y servidores; que los diferentes
organismos del Episcopado, de los Religiosos y de los Laicos renueven sus relaciones fraternas y
la colaboracin pastoral.
2. Sentido de pertenencia a la Iglesia en la comunin y diversidad de dones
Ser Iglesia exige promover una comunicacin afectiva y efectiva entre los diversos
ministerios e instituciones eclesiales. El Concilio pide fortalecer la fraternidad en medio del
Pueblo de Dios; promover el respeto mutuo; discernir y promover los carismas, dones y
ministerios en los fieles laicos, para que, con participacin y corresponsabilidad, contribuyan a la
evangelizacin, a la animacin de la comunidad y al compromiso humanizador.
Es necesario promover una mejor formacin para la comunin, especialmente en los
seminarios y casas de formacin; profundizar las teologas del presbiterio, de la vida consagrada
y del laicado; fomentar una mayor corresponsabilidad de todos los miembros del Pueblo de Dios
en la construccin de un nuevo modelo operativo pastoral.
3. Todos somos miembros del Pueblo de Dios en comunin y misin
Todava se identifica a la Iglesia con sus expresiones institucionales y jerrquicas; por
eso debemos impulsar la toma de conciencia de todo cristiano, de que por el Bautismo somos
constituidos en Pueblo de Dios, para compartir la misin del anuncio del Evangelio.
En este sentido se nos pide favorecer la fraternidad entre todos los miembros del Pueblo
de Dios; impulsar la formacin en la fe para que sta se haga vida y se exprese en signos de
comunin y solidaridad; fomentar la corresponsabilidad entre las distintas Iglesias particulares en
orden a una mejor distribucin de los agentes pastorales, favoreciendo a las Iglesias ms pobres o
con ms habitantes desasistidos en la fe.
4. Hacia una pastoral de conjunto
La comunin se expresa en un trabajo pastoral orgnico, sistemtico, planificado y
participativo. Por ello la Iglesia se propone asumir la cultura de planificacin pastoral,
promoviendo una pastoral de conjunto en las distintas instancias eclesiales donde se privilegien
la participacin y la corresponsabilidad de todo el Pueblo de Dios.
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Esto implica procesos de motivacin y formacin en las reas de planificacin,
organizacin, recursos humanos y administrativos; renovar operativa y funcionalmente los
organismos colegiales (Consejo Presbiteral, de Pastoral, de Asuntos Econmicos, etc.) para que
estn al servicio de la evangelizacin como signos reales de comunin y participacin; promover
la renovacin de las parroquias como comunidad de comunidades, por medio de la sectorizacin y la creacin de comunidades eclesiales de base.
La comunin nos pide que con creatividad promovamos una accin pastoral ms
personalizada y evangelizadora; y propongamos nuevos modelos pastorales que permitan una
mayor evangelizacin.
Conclusin
Este documento enuncia los principios eclesiolgicos que la Iglesia en Venezuela quiere
asumir en el Concilio Plenario. Es un texto inspirador de los dems documentos conciliares, en
particular del nmero 11: Instancias de comunin del Pueblo de Dios para la misin, donde se propone un modelo operativo de organizacin pastoral a partir del principio de una Iglesiacomunin.
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Documento 3
LLAA CCOONNTTRRIIBBUUCCIINN DDEE LLAA IIGGLLEESSIIAA
AA LLAA GGEESSTTAACCIINN DDEE UUNNAA NNUUEEVVAA SSOOCCIIEEDDAADD
El tercer documento conciliar lleva por ttulo La contribucin de la Iglesia a la gestacin de una nueva sociedad. Trata de la relacin de la Iglesia con el mundo, temtica central de la constitucin Gaudium et Spes del Vaticano II. El documento expresa nuestro compromiso de contribuir a la construccin de una nueva Venezuela que sea ms justa, ms
solidaria, ms fraterna y ms cristiana, en la lnea de la Civilizacin del Amor. El anlisis se centra en cuatro grandes mbitos: 1. lo econmico; 2. lo social; 3. lo
poltico; 4. lo tico-cultural. Se describen brevemente los grandes problemas de Venezuela y la
labor realizada por la Iglesia, con sus luces y sombras; se ilumina la situacin desde el Evangelio
y la Doctrina Social de la Iglesia; y se trazan algunas orientaciones pastorales y lneas de accin.
Presencia y accin de la Iglesia
A lo largo de los quinientos aos de vida de la Iglesia en Venezuela, y a pesar de las
fallas, sta ha realizado una ingente labor de evangelizacin de la cultura, animando innumerables
obras de asistencia, promocin y defensa del ser humano, con una presencia activa, especialmente
en favor de los ms pobres y necesitados, en el campo de la educacin, la salud y la asistencia
social.
El anlisis de la realidad lleva a que, como cristianos, nos interroguemos sobre lo que
Dios espera de nosotros de cara al futuro. La Iglesia tiene como misin anunciar y construir el
Reino de Dios, mbito de comunin con Dios y solidaridad con los hermanos. El acercamiento y
la conversin a Jesucristo y a su Evangelio suponen una evangelizacin que toque el corazn y la
mente del hombre y de la mujer de hoy: una Nueva Evangelizacin. Forma parte de la misin de
la Iglesia dar un aporte especfico a la gestacin de un nuevo orden econmico, social, poltico y
cultural.
mbito de lo econmico
Venezuela tiene significativas potencialidades: recursos naturales renovables y no
renovables, produccin petrolera; profesionales y tcnicos en diversas reas de la produccin
industrial, agrcola, pecuaria y pesquera. Sin embargo, nuestro pas sufre una crisis econmica de
gran profundidad.
Nuestra economa es prcticamente monoproductora, pues depende bsicamente del
petrleo. Esto favorece que el Estado intervenga y decida a su propia discrecin convirtindose
en un Estado empresarial poderoso que controla la economa y la vida social del pas,
incentivando el clientelismo y la vulnerabilidad de la economa. Un Estado repartidor y
solucionador de problemas, lo cual fomenta la irresponsabilidad de los ciudadanos, pues no se
sienten factores importantes para el desarrollo del pas. Se ha acentuado as una visin
paternalista que tiene como consecuencia la manipulacin de la poblacin, la marginacin y la
exclusin de muchos del bienestar econmico-social.
Sufrimos un constante deterioro econmico social y un serio empobrecimiento de las
mayoras. Se concentra la riqueza mientras aumenta la pobreza. Crece el desempleo, el
subempleo y la economa informal. sta ltima, aun cuando pueda ser un paliativo, no es
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sustentable, pues este sector sufre la falta de proteccin social y acusa una grave disminucin en
su calidad de vida, por los reducidos ingresos de los mismos trabajadores. El empobrecimiento
compromete la paz social, amenazada por niveles alarmantes de violencia e inseguridad.
Ante esta situacin, la Iglesia en Venezuela se compromete, desde la opcin preferencial
por los pobres, a ejercer un influjo real de transformacin hacia un sistema econmico ms
justo, ms solidario y ms propicio al desarrollo integral de los venezolanos. Para ello,
promover la educacin en valores y virtudes, como la justicia, la fraternidad, la honestidad, la
integridad y el trabajo; insistir en la responsabilidad del Estado y del sector privado en la
generacin de fuentes de empleo; estimular la produccin y la economa solidaria, participando
en ellas, en la medida de sus posibilidades, con esquemas cooperativos y de microempresas;
insistir en la necesidad de invertir en polticas sociales para beneficio de los sectores ms
necesitados.
mbito de lo social
Contamos en Venezuela con un avanzado cuerpo legal en materia social. Existen muchas
instituciones para la atencin de la vivienda, la salud y la educacin. Asimismo ha aumentado el
nmero de ONG dedicadas al desarrollo social. Sin embargo, los esfuerzos pblicos y privados
no han sido suficientes.
La apata social y el limitado apoyo del sector oficial no han permitido una real
participacin, ni la mejora sustancial en la prestacin de los servicios pblicos. Esto ha provocado
el empobrecimiento y la consecuente exclusin de amplios grupos humanos a bienes y servicios,
lo que acarrea situaciones cotidianas de violencia, delincuencia, inseguridad, consumo y trfico
de drogas, paternidad irresponsable, alcoholismo, prostitucin, juegos de envite y azar. Crece la
brecha entre ricos y pobres, la desatencin de los trabajadores y de los sectores populares, la
desarticulacin de la familia, el abandono y exclusin de los indgenas y campesinos, la
indefensin social.
Si bien hay en el pas voluntad por brindar proteccin constitucional y legal a la
ciudadana y defender sus derechos humanos, la situacin en este campo sigue siendo
preocupante. La deficiencia en la administracin de justicia, la crisis del sistema penitenciario y
la ineficiencia de los organismos de seguridad, son aspectos innegables de la crisis social
acompaada de la prdida de confianza en sus instituciones, entre ellas del Poder Judicial.
El sistema educativo venezolano ha alcanzado un enorme tamao social y econmico. Sin
embargo, la calidad de la educacin est en deterioro. El Estado y la sociedad no han asumido el
reto de darle calidad a la Educacin, con consecuencias negativas para la formacin de nuestro
capital humano.
La crisis de la familia se evidencia en el fenmeno de los nios de la calle, la irresponsabilidad y el libertinaje, el aborto provocado, el maltrato a los nios, la violencia
domstica, el abandono de los hijos y de las mujeres, siendo esta situacin una fuente de pobreza,
miseria y delincuencia. La disminucin de la calidad de vida se manifiesta en el deterioro de la
seguridad social y de atencin a la salud y en el dficit de viviendas.
En los ltimos aos se han incrementado notablemente la violencia y el delito,
especialmente contra la vida, la integridad personal y la propiedad. Esto es consecuencia de la
prdida de valores morales, la difcil situacin econmica, la falta de empleo, el alcoholismo, el
consumo y trfico de las drogas. La violencia en las crceles es otro signo de la crisis social.
Desafiada por esta realidad, la Iglesia en Venezuela se compromete a concretar la
solidaridad cristiana, defendiendo y promoviendo la paz y los derechos humanos ante las
14
frecuentes violaciones de los mismos. Para ello propiciar, la organizacin y formacin de
instituciones y grupos que trabajen en el campo de la accin social, de la solidaridad, de la
promocin y defensa de los derechos humanos; promover y defender la paz tanto a nivel
social como poltico, evitando las divisiones, los odios y la violencia; insistir en la necesidad de
fortalecer la familia; velar por el derecho a la calidad de vida de la niez y juventud en
situacin de peligro; fortalecer sus instituciones (escuelas, centros de capacitacin para el
trabajo, casas hogares) en beneficio de los nios y los jvenes; prestar mayor atencin a la
pastoral penitenciaria; acompaar y apoyar a las comunidades indgenas.
mbito de lo poltico
El sistema democrtico ha sufrido un proceso prolongado de deterioro, lo que se
manifiesta en el desprestigio de los partidos tradicionales y en la prdida de credibilidad en las
instituciones polticas fundamentales. Esta situacin dej un vaco que ha sido llenado por
nuevos actores. El nuevo rgimen poltico y la nueva Constitucin Nacional expresaron un
deseo de profundizar la democracia, la participacin en la toma de decisiones, el control de la
gestin pblica y el mejoramiento de las condiciones de vida, de los servicios pblicos, del
acceso a la vivienda, de la seguridad social y del empleo.
El documento conciliar, aprobado en el 2002, seala el peligro del cuestionamiento a la democracia formal, el resurgimiento del militarismo, el predominio del Estado, el centralismo,
la creacin de mecanismos de aparente participacin, que en realidad son excluyentes, y que
corren el riesgo de ahogar a nuevos movimientos sociales y al mismo proceso de
descentralizacin. Igualmente afirma que surge tambin el peligro de un mesianismo poltico que delegue las soluciones en lderes que salven al pas de la crisis con soluciones mgicas. Este
mesianismo refuerza el paternalismo y otras actitudes propias del anterior y cuestionado modelo
poltico. Esto genera tambin poca participacin, indiferencia y apata, que, por otra parte,
venan siendo favorecidas por el uso clientelar de las polticas sociales. De igual modo se
debilita el poder poltico de las organizaciones de base, las organizaciones comunitarias y
vecinales. Se denuncia la corrupcin administrativa generalizada como otro elemento negativo de
la realidad nacional. Nacida de la difundida tolerancia de la trampa y el favoritismo, incide en el
gravsimo empobrecimiento del pas. Sus efectos han causado el rechazo al liderazgo anterior,
pero su prctica sigue presente en el nimo de gran nmero de funcionarios pblicos a todo
nivel, lo que se facilita por el debilitamiento de los organismos contralores.
Consciente de que el compromiso cristiano exige construir el Reino de Dios, y ste pasa
tambin por las estructuras temporales. La Iglesia considera que la poltica es el camino que lleva
a consolidar la convivencia dentro de un Estado de Derecho, a fijar los roles y lmites del Estado
y del sector privado, a definir las leyes que garanticen el respeto de la dignidad de la persona
humana. La actividad poltica es una tarea noble, y la Iglesia alienta a quienes la asumen que lo
hagan como un servicio a la sociedad. Todo cristiano debe asumir en la accin poltica, y para el
logro del bien comn, los principios de solidaridad y subsidiaridad, la defensa de la libertad y la
justicia, la promocin de la participacin ciudadana, la organizacin social, la formacin socio-
poltica, y el compromiso del amor cristiano, propuestos en la Doctrina Social de la Iglesia.
En este sentido, la Iglesia se compromete a ayudar a construir y consolidar la
democracia, promoviendo la participacin y organizacin ciudadana, as como el
fortalecimiento de la sociedad civil. Para ello orientar y apoyar la formacin socio-poltica de
los venezolanos en la lnea de la construccin de la paz y la justicia; insistir en la participacin
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poltica de los laicos como una opcin de servicio y compromiso en la construccin de nuevos
modelos de sociedad; fomentar la organizacin de la sociedad civil para generar una mayor
participacin libre y consciente en las opciones polticas, sindicales, grupales y vecinales, a fin de
que las personas, y especialmente los pobres, sean sujetos sociales de su propia superacin y
desarrollo humano; mantendr un dilogo permanente con todas las organizaciones para
armonizar las diversas visiones en el respeto a la dignidad humana y en la bsqueda del bien
comn; continuar denunciando la corrupcin como un gravsimo pecado y como una perversin
del ejercicio de cualquier actividad pblica.
mbito de lo cultural
Desde el punto de vista cultural, encontramos en muchos venezolanos vivos anhelos de
libertad, justicia, igualdad y participacin. Los medios de comunicacin social (MCS) son
abundantes y hay un gran nmero de comunicadores sociales con elevado espritu de servicio a la
verdad y a la libertad. Valores como la solidaridad, la alegra, la tolerancia y la paciencia del
venezolano, ayudan a superar las dificultades y son factores que pueden contribuir a generar una
nueva sociedad.
A pesar de esto, es preciso sealar como debilidad una fuerte influencia de modelos
culturales forneos, donde el mercantilismo se impone sobre los valores morales. En este
contexto, se afianzan los criterios economicistas que fortalecen el culto al individualismo y al
consumismo, desplazando las formas tradicionales de expresin comunitaria. Adems muchos
espacios en los MCS promueven no solamente la vulgaridad, sino tambin la violencia.
Nuestra cultura vive una crisis de los valores ticos, especialmente de la verdad y de la
justicia, del respeto a la vida, del amor al trabajo. Esto se experimenta en el aumento de la
violencia y la corrupcin, la mentira, el facilismo, el aprovechamiento ilcito en los negocios y el
atropello a los valores familiares. La crisis ha invadido los mbitos social, poltico y econmico,
con enormes consecuencias en el empobrecimiento, en el ejercicio de la actividad poltica y
econmica, y en la perversin del sentido moral de muchos venezolanos.
La Iglesia se compromete a intensificar la labor de evangelizacin del mbito cultural,
defendiendo y promoviendo los valores humanos. Para ello estar presente en el quehacer tico-
cultural del pas, con su mensaje y experiencia en los escenarios donde se gestan y propagan las
diversas manifestaciones culturales de la sociedad; organizar programas de formacin;
promover y defender los valores humanos; participar en la gestacin de los nuevos
movimientos culturales y en la consolidacin de los ya existentes; contribuir a enriquecer los
principios ticos que humanizan la investigacin cientfica, el desarrollo tecnolgico y la
innovacin; se har presente en los medios de comunicacin social, para proclamar el mensaje de
la fe, de los valores y principios de la tica cristiana.
16
Documento 4
LLAA CCAATTEEQQUUEESSIISS
El documento 4 del Concilio Plenario est dedicado a la catequesis. Se comprende como
el proceso integral de maduracin en la fe. Es la accin eclesial que trata de fundamentar la fe de todo cristiano. No trata slo de preparar para recibir un sacramento, sino de acompaar al
creyente en el crecimiento de su fe hasta llegar a la madurez. No es una mera enseanza, sino un
aprendizaje, un noviciado que inicia a la totalidad de la vida cristiana. Capacita a los fieles cristianos para vivir conscientemente su fe, dar razn de su esperanza y realizar su misin en la
Iglesia y en el mundo.
El documento examina la realidad de la catequesis con sus luces y sombras, descubre las
causas y tendencias actuales, ofrece una iluminacin sobre los elementos pastorales de la
catequesis, propone orientaciones y normas pastorales. Considera los siguientes ncleos
problemticos: 1. la constatacin del divorcio entre fe y vida en un ambiente secularizado; 2. la
ignorancia religiosa que debilita la prctica cristiana; 3. la ausencia de itinerarios para la
iniciacin cristiana.
VER
Luces: Se comienza haciendo memoria de los grandes catequistas que, a lo largo de la historia de
nuestra Iglesia, dieron insigne testimonio de vida cristiana y contribuyeron a la educacin
cristiana del pueblo. Se reconoce la actuacin estelar de muchos catequistas laicos y el aporte de
las congregaciones religiosas que se dedican a la catequesis.
La catequesis parroquial cuenta con muchos laicos: adultos y jvenes, estos ltimos le
confieren un carcter ms dinmico y creativo, alegre, testimonial y esperanzador. Destaca en
ella la participacin predominante de la mujer catequista. Hay una mayor participacin de los
adultos, debido a las reuniones de padres y representantes; al fortalecimiento de la catequesis
familiar y a la propuesta de itinerarios catequsticos para la iniciacin cristiana de adultos, nios
y adolescentes. La catequesis de adultos se ha intensificado en diversos movimientos apostlicos
con un sentido kerigmtico.
Las dicesis han ido progresivamente creando o consolidando los secretariados
diocesanos de catequesis. Hemos pasado de un estilo de catequesis preferentemente memorstico
a uno ms narrativo y vivencial. El Catecismo de la Iglesia Catlica (1992), el Directorio
General para la Catequesis (1997) y las publicaciones del Departamento de Catequesis del
SPEV han sido bien acogidos y representan un estmulo para la renovacin catequstica.
La Educacin Religiosa Escolar es un valioso instrumento para la formacin de las
nuevas generaciones. sta se vio fortalecida por el Convenio entre la Conferencia Episcopal
Venezolana y el Ministerio de Educacin (1992) y, sobre todo, por el trabajo abnegado de
muchos docentes cristianos.
Sombras: La catequesis presacramental no vincula a la comunidad. En muchos casos se reduce a
charlas, consideradas como un mero requisito para la celebracin del sacramento, y en consecuencia, se da un escaso sentido de pertenencia a la comunidad eclesial. Con frecuencia, la
catequesis enfatiza el rea del conocimiento, dejando de lado la celebracin gozosa de la fe, e
insiste muy poco en el compromiso solidario del cristiano. No se han incorporado
suficientemente a la catequesis los valores de la religiosidad popular y de la cultura autctona.
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La catequesis se ha centrado ordinariamente en los nios y adolescentes, sin continuidad
en la etapa adulta de la vida. A esto se une la ausencia de una pastoral orgnica y de planes
diocesanos de pastoral que proyecten la catequesis como parte de un proyecto pastoral ms
amplio.
Muchos prrocos no asumen la tarea de direccin y animacin de la catequesis de manera
personal, sino que la delegan en catequistas que a veces no renen las condiciones necesarias.
Falta formacin y organizacin de las escuelas de catequistas, a nivel parroquial, zonal,
diocesano y nacional.
JUZGAR: Hacia una concepcin renovada de la catequesis La novedad en la catequesis viene de seguir la pedagoga de Jess de Nazaret. l no slo
anunci de palabra el Reino de Dios por llegar, sino que su misma persona fue simultneamente
anuncio y realizacin. Su pedagoga modela toda forma de catequesis. En consecuencia,
catequizar es mucho ms que ensear una doctrina; es dar testimonio de la persona de Jess, para
que el catequizando lo busque, lo encuentre y lo siga.
Una concepcin renovada de la catequesis se plantea al considerar la Sagrada Escritura
como su fuente, y al tener en cuenta la praxis litrgica y pastoral. La catequesis no es un acto
puntual ni una actividad ocasional con motivo de un sacramento, sino un proceso pedaggico de
etapas sucesivas de formacin integral, cohesionadas internamente por una finalidad o intencin:
la madurez espiritual.
La catequesis de iniciacin significa entrar en un proceso integral y progresivo de
formacin para que la persona se convierta en un verdadero cristiano. Este proceso lleva al
descubrimiento del ser cristiano y del ser Iglesia; a la apropiacin de un sistema de valores,
principios y actitudes del discpulo de Cristo; y a la incorporacin a la comunidad cristiana. La
iniciacin es slo la primera etapa. Se desvirta la naturaleza de la catequesis, si se reduce a ser
mera preparacin a los sacramentos y no se convierte en educacin permanente en la fe.
Una catequesis permanente incluye estudio de la Sagrada Escritura y lectura orante de la
Biblia; lectura cristiana de los acontecimientos sociales, econmicos y polticos; catequesis
litrgica; formacin espiritual; profundizacin sistemtica del mensaje cristiano.
En este sentido, la catequesis de adultos debe ser principio organizador de toda catequesis
y punto de referencia, al que la catequesis de las primeras edades est dirigida y articulada en un
proyecto unitario.
ACTUAR: Dar prioridad a la catequesis como proceso de iniciacin y maduracin en la fe
Ante el proceso de progresiva descristianizacin de la sociedad, ante el divorcio entre fe
y vida de muchos cristianos, ante la ausencia de fuertes y slidas convicciones entre los que se
dicen ser creyentes, el primer desafo es dar prioridad a la catequesis como proceso de
iniciacin y maduracin de la fe, ante todo de los adultos, para que puedan hacer su opcin
personal por Cristo.
Para ello la Iglesia invitar a todos los fieles a conocer mejor su fe a travs de la
catequesis; acompaar a los adultos en su camino cristiano mediante itinerarios catequsticos de
educacin permanente en la fe; establecer en cada dicesis y parroquia un tiempo para el primer
anuncio misionero o kerigma; implementar en cada parroquia la catequesis para los adultos
bautizados que necesiten renovar su fe, mediante itinerarios inspirados en el proceso
catecumenal; asumir en la catequesis de adultos el contexto sociocultural de las diferentes
18
regiones del pas, los valores y tradiciones locales, las expresiones de la religiosidad popular y de
la cultura emergente.
Renovar y transformar la catequesis presacramental de nios y adolescentes
Ante la creciente ausencia de los nios y adolescentes de la comunidad cristiana, y de la
falta de apoyo familiar para su insercin gradual en la vida eclesial, la Iglesia se compromete a
renovar y transformar la catequesis presacramental en un proceso de iniciacin en la fe que
introduzca a los nios y adolescentes en una autntica vida cristiana y en la vida misma de la
comunidad.
Para ello la Iglesia implementar los Itinerarios Catequsticos de Iniciacin Cristiana que,
como proceso gradual y continuo, orienten la formacin y maduracin de la fe de los nios,
adolescentes y jvenes, y encaminen su plena insercin en la comunidad parroquial; favorecer
la interrelacin de la catequesis de nios y adolescentes con la pastoral juvenil y familiar;
insertar en el proceso catequstico la presentacin de la vocacin del cristiano y su concrecin
en la vida sacerdotal, consagrada y familiar.
Formar a los agentes de pastoral para la catequesis
Ante la urgencia de la renovacin catequstica para responder a los retos de la nueva
poca, la Iglesia se compromete a garantizar una formacin adecuada y permanente de los
agentes de pastoral a todos los niveles.
Para ello la Iglesia multiplicar el nmero de catequistas formados para una catequesis
renovada; crear o fortalecer Escuelas de Catequistas que garanticen su formacin inicial y
permanente en la lnea de la catequesis renovada y su especializacin para la catequesis, segn
las edades evolutivas; capacitar a los obispos, sacerdotes, diconos, religiosos/as, y catequistas,
para la puesta en prctica de los itinerarios catequsticos.
Los obispos y prrocos animarn y acompaarn la catequesis
Si bien es cierto que toda la comunidad cristiana es responsable de la renovacin
catequstica, sin embargo, el cuarto desafo es la necesidad de animacin y acompaamiento de
la catequesis por parte de los obispos y prrocos.
Para ello, los obispos y prrocos animarn la catequesis en las dicesis y parroquias; se
comprometern en la formacin de catequistas; establecern planes unificados que ayuden a
fortalecer el itinerario de fe de los catequistas; procurarn espacios fsicos y recursos adecuados
para atender los diferentes grupos en proceso de formacin catequstica; favorecern la
sectorizacin de la catequesis a nivel parroquial; acompaarn y asesorarn, a travs de los
organismos encargados de la catequesis, los procesos catequsticos a nivel nacional, diocesano y
parroquial, y evaluarn sus resultados; realizarn el envo misionero de los catequistas con ocasin de la Semana de la Catequesis.
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Documento 5
LA VIDA CONSAGRADA EN VENEZUELA
El documento conciliar 5 trata sobre la Vida Consagrada en Venezuela. Quiere proponer
lo que significa vivir en nuestro mundo con radicalidad el estilo de vida de Jess, que en l@s
religios@s se expresa a travs de los votos de pobreza, castidad y obediencia. Estos hombres y
mujeres un da sintieron la llamada de Dios y dejndolo todo, lo siguieron; durante un tiempo fuerte, se formaron y fueron aceptados para siempre al servicio de un carisma. La Iglesia en
Venezuela propone a la vida consagrada organizar respuestas nuevas en estilos y trabajos, de
forma que, viviendo y ofreciendo, el mismo Evangelio de siempre, se actualicen la formacin,
las relaciones y presencias.
1. Una historia para recordar En los inicios de la fe en Amrica est la entrega de much@s religios@s que hicieron de
la evangelizacin a los nuevos pueblos el sentido de sus vidas. Esa misma vida consagrada
desde el principio de la evangelizacin de Venezuela estuvo presente con su entrega y fidelidad
al evangelio. No slo se trabaj en el establecimiento de la fe y de la Iglesia, sino en el
forjamiento de pueblos y ciudades del pas, y de la idiosincrasia venezolana. Casi todo el interior
del pas fue evangelizado por las rdenes religiosas, sobre todo los Franciscanos y Capuchinos,
aunque con presencia significativa de Dominicos y Agustinos en Los Andes.
Esta evangelizacin fue tan consistente que, al debilitarse la presencia de la Iglesia hasta
muy avanzado el siglo XX, y cuando la vida religiosa fue extinguida por el estado a lo largo del
siglo XIX, la poblacin conserv y trasmiti la fe catlica. Slo en 1889 pudo ingresar al pas la
primera congregacin; las hermanas de San Jos de Tarbes. En ese mismo ao el Padre Santiago
Machado fund en Venezuela la primera congregacin de vida religiosa venezolana, las
Hermanitas de los Pobres de Maiqueta, a la que pronto siguieron otras. Aunque la mayora de
l@s protagonist@s de esta historia permanece en el anonimato, recordamos especialmente a la
Beata Madre Mara de San Jos y a la Venerable Madre Emilia.
2. Una realidad actual
Existen en Venezuela ms de 280 Institutos de vida consagrada con un nmero superior
al de 5.000 consagrad@s, de los que un 70% son mujeres. Se encuentra presente una gran
variedad de carismas y estilos: desde monjes y vida contemplativa femenina, pasando por los
religiosos laicos, hasta Institutos Seculares que viven su consagracin insertos en las realidades
temporales, Sociedades de vida apostlica, y nuevas formas de vida consagrada que Dios inspira
con caractersticas originales, como son comunidades mixtas de diversos estilos, o versiones
nuevas de carismas histricos.
Durante muchos aos han predominado los venidos de otros pases, quienes se han
granjeado en el pueblo un gran respeto por su entrega y dedicacin. En la actualidad hay un
crecimiento constante del nmero de venezolan@s que van tomando el relevo. La vida
contemplativa y monstica, especialmente la femenina, ha establecido una mayor presencia en
los ltimos 25 aos.
L@s consagrad@s tienen como misin o apostolado la educacin, los trabajos en
parroquias y las obras sociales, en las que se destacan la salud, las crceles, misiones populares,
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trabajos con drogadictos, nios de la calle, atencin a enfermos con SIDA, ancianos, indgenas,
presencia en los medios, cultura, publicaciones..., sin olvidar los espacios de retiros y oracin.
A la vida consagrada femenina se le reconoce su entrega en los lugares de misin que
ofrecen mayor dificultad. Es especialmente sensible al clamor de los pobres, pero aunque se
aplaude su dedicacin y generosidad no siempre se valora en la Iglesia a la altura de lo que
hacen y son.
Una experiencia rica es la intercongregacionalidad, es decir, la relacin fraterna de
comunin y colaboracin entre los diferentes institutos. La Conferencia Venezolana de
Religiosas y Religiosos (CONVER) es la respuesta organizada a esta llamada a vivir la
comunin fraterna. La consolidacin de los centros de estudio ha permitido enriquecer la
formacin inicial de los jvenes formandos.
La relacin con la gente es de amistad y cercana. Es notable el esfuerzo por situarse
como voz de los sin voz, hermanos de los ms excluidos. As se hace realidad que la Iglesia se
encuentre en los barrios populares, en los espacios de nuevas pobrezas y marginacin y en las
presencias de larga tradicin entre los pueblos indgenas. Sin embargo se dan casos de
acomodamiento, por lo que se le pide ms radicalidad y compromiso.
Hay buenas relaciones, en general, con las Iglesias particulares, los obispos y sacerdotes
diocesanos. Aunque en muchos casos, a nivel pastoral, se camina en paralelo. La vida
consagrada ha dado respuestas muy positivas a las necesidades de las Iglesias Particulares,
especialmente en la atencin a parroquias y vicaras. Sin embargo, ahora se ve la necesidad de
concentrarse en los compromisos apostlicos ms adecuados a los propios carismas.
En la vida consagrada se sealan como tendencias: la bsqueda intensa de la experiencia
de Dios y el seguimiento radical de Cristo; un fuerte despertar en los trabajos vocacionales; las
experiencias y reflexiones de inculturacin; la tendencia a la insercin con un fuerte estilo de
evangelio que, sin embargo, ltimamente se ha visto debilitada.
3. Una gran historia que construir
La pasin por Dios: sean mis testigos!
Se le pide a la vida consagrada, ante el pragmatismo y el activismo dominantes,
profundizar en una actitud que sepa ir a la raz de los problemas, all donde Dios se hace
encuentro y respuesta. Slo Dios basta. Ser hombres y mujeres expertos en Dios, teniendo como modelo a Mara, ejemplo de consagracin total. En un mundo que tiende a construirse al
margen de Dios, urge crear nuevos espacios que sean escuela y taller de la vida con Dios.
A l@s consagrad@s se les pide vivir y proponer una espiritualidad que sea signo del
amor y presencia de Dios; dar razn, en su ser y hacer, de la esperanza cristiana y ofrezcer
medios para el encuentro y experiencia de Dios, desde la lectura orante de la Palabra y de la vida.
Urge tambin usar estilos y smbolos comprensibles para el pueblo, desarrollar el sentir y gustar a
Dios, expresar la primaca de Dios.
Inculturar la vida y el evangelio: ...en todos los rincones de la historia!
Como aporte se le pide a la vida consagrada fomentar la sensibilidad y solidaridad de los
cristianos, hacer que no falte en la Iglesia la presencia de los dolores y esperanzas del pueblo y
sugerir respuestas e iniciar gestos que anticipen el mundo al que Dios nos llama. Respuestas y
gestos que se iniciarn en la misma vida comunitaria de cada instituto. De manera que sean
propuesta carismtica y proftica, recuerdo a la Iglesia y al mundo de las exigencias radicales de
la vida cristiana.
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Laicado cristiano: crezcan juntos hasta la plenitud de Cristo!
Como miembros del Pueblo de Dios, l@s consagrad@s comparten con ministros
ordenados y laicos la misin, la corresponsabilidad y el mutuo acompaamiento. Cada vez son
ms los laicos que participan en los carismas de los institutos. Se anima a descubrir la mejor
forma de compartir el carisma y la misin eclesial, desde los voluntariados en que participan
muchos laicos hasta las organizaciones creadas para asociarse establemente. As la vida
consagrada ofrece a la Iglesia caminos de santidad para el laicado cristiano.
Las comunidades religiosas: que todos sean uno!
El Concilio anima a la vida consagrada a mantener vivo y a trasmitir el testimonio de la
comunidad, como lugar de acogida y experiencia cristiana, como referencia laical. Pide a los
consagrados que sus comunidades hagan creble el evangelio y la comprobacin de que es
posible una nueva humanidad. Los invita a ser un espacio de crecimiento de la persona y la
vocacin, de la experiencia de Dios y del mundo y de la insercin en la vida desde la causa de
Jess.
En un mundo con las relaciones rotas y un gran sentido individualista, la vida consagrada
retoma la utopa divina de la fraternidad y confianza mutua, asumiendo las fragilidades de
nuestro mundo y, desde ellas, trabajando por la restauracin de las relaciones entre todos.
La vida consagrada en Venezuela se compromete a intensificar la
intercongregacionalidad, uniendo esfuerzos en su espiritualidad, en las relaciones fraternas y en
el apoyo comn a las grandes tareas y proyectos. As ser expresin para nuestro pueblo de una
forma de entender y hacer la educacin, la salud, y la comunin, en especial a favor de los
olvidados.
Las vocaciones: djenlo todo y sganme!
Se pide a la vida consagrada fomentar una decidida cultura vocacional que valore y sirva
de soporte para las llamadas y entregas definitivas a Dios; promover la pastoral vocacional de
los distintos institutos; dar a conocer las distintas vocaciones eclesiales; ofrecer espacios de
reflexin y discernimiento vocacional; poner en contacto con testigos de estas vocaciones y
animar las mejores opciones de los jvenes.
A l@s formandas se les invita a profundizar en el conocimiento ntimo de la persona de
Jesucristo y de su proyecto; en el conocimiento de s mismo y en la comprensin vital e histrica
de la propia congregacin.
Los pobres: para que el mundo crea!
La vida consagrada tiene como opcin preferencial los pobres y todas las formas de
pobreza. Es propio de ella hacer felices a sus semejantes, y por ello debe situarse all donde se
sufre o se muere, all donde los derechos humanos son violados, en las fronteras de la vida y
donde sea necesario ofrecer una mano amiga que aporte humanidad
Se compromete a introducir en la Iglesia y en el pas las preocupaciones de la vida
consagrada: los pobres, el mundo del trabajo, la educacin, la niez y juventud, la salud, la
atencin a la vejez, los medios de comunicacin, los excluidos, el SIDA. De esta forma
favorecer que la Iglesia siga manteniendo su presencia en los lugares ms olvidados, haciendo
as reconocible el rostro de Dios en los excluidos.
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Hoy, cuando muchas labores y obras ya no pueden realizarse o mantenerse sin la ayuda
de otras instituciones pblicas o privadas no propias, la vida consagrada debe introducirse en el
alma de esas mismas instituciones y, desde ellas, ser una seal proftica por su estilo de entrega,
una fuente inspiradora de respuestas y un medio de provocar preguntas sobre la fe y la
fraternidad.
Sean profetas!
La vida consagrada, que naci como contraste de un mundo cuyos valores no son los del
Evangelio, debe ser hoy profeca de la esperanza y espacio de dilogo, al mismo tiempo que
instancia crtica que busca la reforma de costumbres, de estilos y hasta de leyes en desacuerdo
con el evangelio.
Este Concilio pide a l@s consagrad@s, como la mejor aportacin a la Nueva
Evangelizacin, que busquen la fidelidad creativa a lo ms profundo de lo que significan en
cuanto memorial de Dios y su Reino. Como parbola de otros destinos y valores, concretar
en cada caso este contraste y ser, as, memoria en cada situacin histrica de Dios
sumamente amado, de una Iglesia servidora siempre en camino y de la posibilidad de una
humanidad mejor.
23
Documento 6
IGLESIA Y FAMILIA
El documento conciliar 6 est dedicado al tema de la Familia, cuna de la existencia
humana, raz de la sociedad e Iglesia domstica. El documento describe la familia venezolana desde sus estructuras constitutivas, esto es, desde los vnculos que en ella se establecen y desde
su funcin en el grupo humano donde convive; establece luego un dilogo desde la fe con estas
realidades de familia y traza algunos desafos y orientaciones pastorales.
Realidad familiar en Venezuela
La familia predominante en Venezuela es la matricentrada, constituida por la madre y
sus hijos. A veces, los hijos provienen de distintos padres, fruto de la convivencia en
concubinatos transitorios. La madre y los hijos son lo permanente como grupo familiar, mientras
que el varn no es determinante; la madre, y no la pareja, es el centro de todos los vnculos. Esta
forma por ser la ms comn, aunque hay diferencias segn las regiones, se ha convertido en un
componente cultural con consecuencias antropolgicas, psicolgicas y sociales en la
personalidad de muchos venezolanos. Se forma un tipo de mujer y de varn profundamente
marcados por la funcin de madre y por la de hijo, respectivamente. La mujer, desde nia,
aprende a identificarse con el rol materno. El varn se identifica como hijo y no como padre. La
madre no permite al varn el ejercicio de su paternidad y favorece as el machismo.
Como aspectos positivos en esta familia hay que reconocer que la madre ha favorecido la
transmisin de los valores de la fe y ha forjado una identidad cultural donde se acenta lo
afectivo, la acogida, la comprensin y solidaridad; lo relacional por encima de lo individual. Los
comportamientos no se dan en base a una disciplina impuesta, sino en base a acuerdos. Pero esta
realidad tiene tambin sus aspectos negativos como la permisividad, una disciplina poco
exigente y la ausencia del componente masculino de la autoridad.
Est presente tambin la familia tradicional, donde el padre es la cabeza de familia e
impera una relacin vertical y desigual. Este modelo patriarcal funciona por su estabilidad y por
la ayuda que proporciona a sus miembros.
Crece el modelo de la familia nuclear de padres e hijos, donde se reconoce la igual
dignidad en la relacin de pareja fruto entre otras cosas de la promocin de la mujer en la
educacin y su participacin en el mercado laboral. Este modelo es el ms cercano a la
propuesta cristiana.
En general se vive un concepto extensivo de familia que incluye abuelos, tos, padrinos,
primos. Esta familia funciona a todos los niveles como instrumento de ayuda para enfrentar
solidariamente los graves problemas: salud, educacin, trabajo y disfrute del tiempo libre.
Situaciones de gran influencia en la familia Muchas familias viven sacramentalmente su matrimonio, sin embargo es frecuente la
realidad de concubinatos estables, de cnyuges separados o divorciados, de divorciados unidos
en nueva pareja, de madres solteras y adolescentes.
Es notorio el aumento de alcoholismo, consumo y trfico de drogas, lo que genera
violencia, delincuencia y mucha conflictividad familiar. Entre adolescentes y jvenes estas
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adicciones abren la puerta para la promiscuidad sexual, los embarazos precoces y las
enfermedades de transmisin sexual.
El creciente nmero de mujeres solas con hijos constituye el nuevo rostro femenino de la
pobreza. Estas mujeres son padre y madre al mismo tiempo, y tienen que recurrir a cualquier
forma de trabajo, con graves consecuencias morales y sociales, como la violencia social, la
esterilizacin, la prostitucin y el aborto, generando una situacin precaria de la familia. Los
nios de la calle son una tendencia creciente: nios sin hogar, alimentacin, escuela; nios sin
familia y sin patria; y muchos de ellos, vctimas ya de la droga, de la prostitucin y en camino
hacia la delincuencia.
La creciente pobreza y el desempleo tienen graves consecuencias sobre la familia. La
carencia de viviendas obliga a muchas familias al hacinamiento, produce gran tensin y conspira
contra la armona y la estabilidad. Son numerosas las familias que no pueden velar por sus
propios ancianos, los cuales quedan sumidos en soledad y muchas veces en abandono.
El amor y el respeto al otro tienden a perder importancia. Hay una crisis tica que se
expresa en la bsqueda del bien individual, del placer y el tratamiento de las personas como
objetos, la banalizacin de la sexualidad, la promiscuidad, la violencia domstica y la paternidad
irresponsable. Los medios de comunicacin social transmiten anti-valores como la exaltacin de
la homosexualidad, el permisivismo sexual, la mentalidad anti-vida, la violencia, la promocin
de la infidelidad y de la inestabilidad del matrimonio.
La Iglesia ante la Familia La familia venezolana, inspirada en un sentido cristiano, fomenta valores como la
solidaridad, la hospitalidad y el sentido de religiosidad. El padrinazgo es una institucin muy
apreciada. Es digno de resaltar la acogida a hijos provenientes de familias en abandono o en
situaciones precarias, lo que ha dado origen a los llamados hijos de crianza y resolvi en el
pasado la actual realidad de los hijos de la calle.
La accin evangelizadora de la Iglesia ha contribuido a la aparicin de signos
importantes de un mayor compromiso en el ejercicio de la paternidad responsable. La
participacin en grupos juveniles de inspiracin cristiana, en la catequesis familiar y de
adultos, en movimientos de apostolado, ha contribuido a una vida de pareja y de familia de
mayor calidad.
La Iglesia impulsa el matrimonio como sacramento y defiende el protagonismo
irreemplazable de la familia que, por derecho natural, tiene la funcin de procreadora, educadora
y formadora de comunidad de amor y de vida. Para impulsar estos objetivos, realiza iniciativas
variadas dentro de la Pastoral Familiar, entre las cuales se destaca el Abrazo en Familia. En relacin a las familias en situaciones especiales, aun siendo las ms numerosas,
pastoralmente se ha hecho muy poco y no hay unidad de criterios al respecto. Es necesaria una
iluminacin comprensiva y paciente as como un acompaamiento pastoral que motive su
participacin en la vida de la comunidad. Ante las numerosas familias constituidas fuera del
sacramento, la Iglesia no puede permanecer indiferente, pues como madre y maestra tiene la
misin de anunciar la salvacin a todos los hijos de Dios. Se siente la urgencia de una intensa
accin pastoral de evangelizacin que promueva matrimonios integrales, comunidades de vida y amor, parejas unidas por el sacramento. Viendo la realidad a la luz de la fe emergen los siguientes desafos:
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1. Promover la figura integral del padre
Dado que la mayora de nuestras familias estn centradas en la madre con una inexistente
o ausente figura paterna, la Iglesia se compromete a presentar la figura integral del padre:
destacando su presencia para contribuir as al cambio de horizonte cultural; favoreciendo la
vivencia de la paternidad como forma de realizacin personal y social; promoviendo campaas
de comunicacin que refuercen la figura del padre; fomentando en los jvenes la conciencia de
la necesidad del padre en la propia vida y en la de sus hijos; promoviendo la participacin de los
hombres en las actividades eclesiales; fortaleciendo la celebracin del da del Padre.
La Iglesia reconoce con alegra, como un cambio cultural de gran significacin humana,
el aumento y la aparicin pblica de jvenes padres que, sin ninguna inhibicin, llevan en sus
brazos a sus pequeos hijos, hacia los que dan claras muestras de cario, y se compromete a
fomentar este cambio con todos los medios a su disposicin.
2. Construir parejas consistentes, estables, generadoras de familias Ante la ausencia de verdaderas parejas, la Iglesia se compromete a construir parejas
consistentes y estables que, unidas por el amor y el compromiso, sean generadoras de familias.
Para ello colocar en el horizonte cultural la imagen de la pareja en sus diversas dimensiones;
promover en los medios de comunicacin campaas de concientizacin sobre su importancia y
lo positivo de vivir como pareja; estimular en las parroquias la formacin de grupos familiares
para favorecer el encuentro entre la pareja, la integracin familiar, la solidaridad, el respeto
mutuo y la ayuda recproca; har de la pareja tema frecuente en la predicacin y la catequesis;
favorecer la vivencia del noviazgo y acompaar a los novios en su proceso.
3. Afrontar y resolver los conflictos familiares
Toda familia, tarde o temprano, experimenta el conflicto, proveniente a veces de su
interior y otras de los mbitos sociales, polticos y econmicos. Aunque puede resolverlo, sin
embargo, necesita un acompaamiento y ayuda especializadas. Por eso, como Iglesia nos
comprometemos a ayudar a afrontar y resolver los conflictos multiplicando programas de
atencin a la familia; ofreciendo la orientacin adecuada en situaciones difciles; favoreciendo la
participacin de parejas y laicos especializados en la pastoral familiar; creando centros de
atencin a la mujer; asesorando sobre la maternidad y paternidad responsables segn la doctrina
cristiana; apoyando a las jvenes embarazadas para evitar el aborto y acompandolas en su
sanacin espiritual en casos de post-aborto, abuso sexual y violacin; implementando programas
que incidan en la solucin del problema del maltrato y abuso sexual infantil; formando agentes
profesionalmente preparados en la pastoral y en las ciencias conexas con la familia;
favoreciendo en la formacin de los sacerdotes la capacidad de acompaar y orientar a familias
en conflicto.
4. Ampliar y reforzar la pastoral familiar
La Iglesia se compromete a ampliar y reforzar la pastoral familiar. Para ello consolidar
la Pastoral Familiar a travs del Departamento Nacional, los Secretariados Diocesanos y los
equipos parroquiales; y promover la formacin permanente de los agentes de la pastoral
familiar. Organizar programas prolongados de preparacin al matrimonio que asuman las
distintas etapas: remota, prxima e inmediata. Se impulsarn itinerarios de catequesis, como
preparacin humana y cristiana al sacramento del matrimonio, enfatizando el compromiso como
pareja y la paternidad y maternidad responsables que les pide el Seor de la Vida. La
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preparacin inmediata contemplar momentos de oracin y reflexin, retiros, escuelas para
novios u otras actividades para acompaar a los novios en la experiencia del encuentro con Dios,
as como en el encuentro y comunicacin mutua. Se involucrar a los novios en la seleccin de
los textos bblicos y en la preparacin de la celebracin, que debe realizarse en la propia
comunidad parroquial como signo de pertenencia eclesial.
La Iglesia promover el acompaamiento a la vida familiar mediante grupos
comunitarios de familias, movimientos apostlicos y otros servicios pastorales. Fortalecer los
vnculos afectivos, de respeto mutuo, comunicacin, solidaridad y responsabilidad; estimular
mediante programas integrales humanos y cristianos, la santificacin de hogares y promover su
celebracin comunitaria; apoyar el rol educativo de la familia, mediante programas de
formacin permanente en los centros docentes; impulsar la celebracin cristiana de actividades
como el Abrazo en Familia, Semana de la Vida, Jornada del Nio por nacer, Da del Nio, del
Padre, de la Madre, de los Abuelos y otras celebraciones familiares.
Como Iglesia nos comprometemos a brindar una atencin pastoral a las familias en
situaciones especiales. Particular caridad requieren aquellas parejas cuya situacin no les
permite participar de la Comunin. Las comunidades cristianas sostendrn su vida espiritual en
la oracin, la escucha del Evangelio, la participacin en la Misa, la caridad, la educacin
cristiana de los hijos; y abrirn espacios para su participacin activa en los distintos servicios
pastorales.
La Iglesia sostiene la indisolubilidad del vnculo matrimonial legtimamente contrado;
pero existen tambin situaciones en las que ese vnculo no se produce. Para responder a esta
realidad se prepararn sacerdotes y laicos que presten su servicio en los tribunales eclesisticos;
se informar suficientemente sobre las causales de nulidad matrimonial, a fin de prevenir
matrimonios invlidos y orientar hacia los tribunales eclesisticos a divorciados y vueltos a casar
cuyos casos renan las condiciones para ser sometidos a procesos de nulidad.
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Documento 7
EL LAICO: FERMENTO DEL REINO DE DIOS
Los laicos son los fieles que, en cuanto a su incorporacin a Cristo por el Bautismo, integrados al Pueblo de Dios y hechos partcipes a su modo de la funcin sacerdotal, proftica y
real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misin de todo el pueblo cristiano, en la parte
que a ellos corresponde. El carcter secular es propio y peculiar de los laicos (LG 31). Es un signo de los tiempos el protagonismo de los laicos: hombres y mujeres que son la inmensa
mayora del Pueblo de Dios. El Concilio Plenario se propone reflexionar sobre el laico, su
identidad, espiritualidad y formacin, as como proyectar su misin en la Iglesia y en el mundo.
Una historia a tener presente
En Venezuela, donde escase siempre el clero, el aporte de los laicos fue muy relevante en
la evangelizacin. Desde los inicios, encontramos a muchos laicos que, junto a los misioneros,
esparcieron la semilla del Evangelio en Venezuela y transmitieron la fe a travs de la
evangelizacin, la catequesis y la promocin humana. Hay que destacar el papel fundamental de
la mujer en esta transmisin y vivencia de la fe. La Iglesia form generaciones de hombres y
mujeres comprometidos con su fe, surgieron as las Terceras rdenes, las cofradas y
hermandades de laicos, que han sido germen para otros grupos apostlicos. A lo largo de la
historia innumerables hombres y mujeres han sido grandes testimonios de autntica vida cristiana,
entre ellos sobresale el Doctor Jos Gregorio Hernndez.
En los ltimos aos se ha fortalecido la misin de los laicos, tanto individualmente como
de aquellos que se han incorporado a distintas pastorales, movimientos y asociaciones que
reconocen en el Consejo Nacional de Laicos de Venezuela un centro de unidad. Sin embargo, la
mayor parte de los laicos vive y practica su fe en forma individual.
El Laico: su realidad y sentido de pertenencia a la Iglesia
Ver: Nuestro pueblo vive muchos valores de inspiracin cristiana, tradiciones familiares y
populares que han entrado en la cultura. La mayora de los catlicos basa su fe en hondas
devociones, prcticas de piedad y obras de bien. Cada vez son ms los bautizados que asumen
responsablemente su fe, comprometindose individual o grupalmente en la Iglesia y en el
mundo. Los laicos descubren progresivamente su sentido de ser Iglesia: asumen que son sujetos y no slo objetos de la evangelizacin, protagonistas y no slo colaboradores o
destinatarios de la pastoral.
Hay, sin embargo, un gran nmero de laicos que desconocen el significado de su
Bautismo, as como muchos otros que viven con indiferencia religiosa, incoherencia, sincretismo
o estn alejados de Dios y de la Iglesia. El laico venezolano, en general, se reconoce como
cristiano, pero no como Iglesia: le falta conciencia de su insercin en la comunidad parroquial y
diocesana.
Juzgar: cada bautizado es Iglesia, porque mediante el Bautismo se incorpora a Cristo. A todo
bautizado se le llama fiel y se le pide una respuesta cada vez ms perfecta en su relacin con Dios y con los dems. Todos los laicos comparten la condicin secular, trmino que designa la
realidad de estar en este mundo y en esta poca. Los laicos cumplen su vocacin en todas las
ocupaciones y trabajos del mundo, en las condiciones de la vida social y familiar. El mundo se
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convierte en el mbito y medio de la vocacin cristiana de los laicos, hacindose as hombres de Iglesia en el corazn del mundo y hombres del mundo en el corazn de la Iglesia (Puebla 786). A los laicos corresponde, por propia vocacin, buscar el Reino de Dios, gestionando los asuntos
temporales y ordenndolos segn Dios, a manera de la levadura.
Actuar: La Iglesia se compromete a propiciar la toma de conciencia del significado de ser laico,
de su ndole secular, de su misin de transformacin de las realidades temporales. Para ello,
acompaar a los laicos a descubrir el significado de su Bautismo, a partir de su experiencia de
Dios y de los valores de la religiosidad popular; dar a conocer la ndole secular de los laicos, de
tal manera que comprendan que el mundo y la historia son el mbito propio de su vocacin y
misin; insistir en la importancia del testimonio de vida cristiana en su vida personal, familiar,
profesional, social, y de su corresponsabilidad en la misin evangelizadora de la Iglesia.
Espiritualidad del laico (vocacin a la santidad) Ver: La religiosidad popular es para la mayora de los laicos la forma de vivir su fe. Esta vivencia
de fe ha impregnado las expresiones culturales del pueblo. Los diversos carismas suscitados por
el Espritu Santo, en los variados movimientos y comunidades eclesiales de base, han facilitado a
muchos una mayor adhesin al Evangelio, han abierto nuevas posibilidades de encuentro con
Dios a personas alejadas y han impulsado a muchos no creyentes a abrazar la fe.
No obstante, con frecuencia se ve una fuerte incoherencia entre fe y vida. Los valores del
Evangelio no impregnan suficientemente la vida del cristiano. Muchos laicos no llevan a la vida
su piedad y espiritualidad, lo que se expresa en la prdida del sentido del pecado individual y
social, en el relativismo tico y en una conciencia deformada. Algunos laicos adoptan modelos
de santidad correspondientes a la vida sacerdotal o religiosa y no conforme a su particular
vocacin laical. La proliferacin de sectas y de ofertas pseudo-religiosas, las supersticiones, la
santera, la brujera, crean confusin e influyen negativamente en la vida religiosa de muchos
venezolanos.
Juzgar: El llamado a la santidad constituye la primera vocacin del cristiano. Una autntica
espiritualidad exige centrar la vida en Dios: seguimiento e imitacin de Cristo, escucha de la
Palabra de Dios, participacin en los sacramentos, oracin personal y comunitaria, servicio a los
hermanos, especialmente a los pobres y a los que sufren. El santo es el testimonio ms esplndido
de la dignidad conferida al discpulo de Cristo. En 1985, el Papa nos deca: S que no es poco lo que les pido a los laicos venezolanos... para estar a la altura de todas esas exigencias de vida
cristiana integral, crezcan siempre en el Seor. Crezcan hacia la plenitud de Dios. Los caminos de santidad son mltiples y adecuados a la vocacin de cada uno. Para el laico, lo fundamental es
buscar la santificacin en las circunstancias de su vida ordinaria. Mara, primera laica, es el mayor
ejemplo de colaboracin en el plan de Dios: dio su s a Dios, reconoci la grandeza del Seor y lo
sigui como discpula.
Actuar: La Iglesia se compromete a promover la espiritualidad laical para que el laico se
santifique en sus propias realidades. Para ello se propone animar a los laicos a vivir la santidad
en medio de las realidades cotidianas: centrarse en Cristo; renovar constantemente la identidad cristiana; descubrir a Dios como Amor y presencia providente en la vida diaria; hacer del amor la
base de la vida cristiana, reconociendo a Cristo en cada hermano; trascender de una espiritualidad
meramente individual a una espiritualidad de comunin, que acoja y valore al hermano como un
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regalo de Dios; actuar como Jess, cumpliendo la voluntad del Padre en la familia, en el trabajo,
en las diversiones, en las dificultades, en todo momento.
Formacin del laico
Ver: Son numerosos los laicos que profundizan su formacin cristiana. Algunos adquieren ttulos
acadmicos o diplomas en teologa y pastoral, a travs de universidades y escuelas diocesanas de
formacin. En las parroquias se organizan variados cursos de formacin: escuelas de padres, de
jvenes, de Biblia. Adems, varios movimientos laicales y congregaciones religiosas tienen
escuelas permanentes de formacin abierta a todos.
A pesar de esto, hay en muchos laicos ignorancia religiosa. Las ofertas para mejorar la
formacin son insuficientes y, a veces, def
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