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g Hay tres maneras de ganarnos el respeto de los demás: con el desarrollo de actividades profesionales y sociales, a través del cuidado de nosotros mismosy con la ayuda a los demás.
En la primera se incluirían aquellas ac-tividades que concuerdan con nuestra ma-nera de ser y merecieran el reconocimiento de nuestros semejantes. Este es el caso de una violinista que ejecuta magnífi camente
una pieza de música, pero tam-bién del carpintero, del jardinero o la enfermera que realizan su trabajo con efi cacia.
En el mundo antiguo cuidar de uno mismo signifi caba apren-der a buscar el placer y sopor-tar estoicamente el dolor. Hoy, signifi ca además no convertirse en una carga para los otros. La adquisición de la necesaria in-dependencia de los adolescentes respecto a los padres quedaría dentro de este ámbito. Nuestra sociedad da mucha importancia a esta manera de ganarse el res-
peto al rechazar a quienes se aprovechan del trabajo de los demás.
Ayudar a los demás es la fuente más universal, intemporal y profunda del ca-rácter propio del ser humano. No podemos vivir aislados. El intercambio social es la fuente de grandes satisfacciones y de no pocos problemas. Ni el aplauso por el brillo o las exhibiciones de las cualidades perso-nales en el ámbito que sea, ni tampoco la autosufi ciencia tienen grandes consecuen-cias para los demás; en cambio la ayuda mutua es el principio que conlleva al re-conocimiento de las otras personas como importantes, iguales y autónomas.
En el respeto a los demás, no hay mejor acción humana que el amor; por ello éste siempre nos inspirará respeto. La autono-mía para amar a quien uno prefi era se da por descontada, así como la necesidad de brindar nuestra ayuda a quien la necesite.
Valor añadido El respeto
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