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Apuntes de Filosofía 2.Tema 11: la Filosofía de Kant: razón teórica y razón práctica
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11IMMANUEL KANT:
RAZÓN TEÓRICA Y RAZÓN PRÁCTICA.1. CONTEXTO HISTÓRICO, CULTURAL Y FILOSÓFICO.
1.1. Política, economía y sociedad
La vida de Kant (1724 – 1808) transcurre durante la mayor parte del siglo XVIII.
Durante este siglo se extiende el movimiento histórico conocido como Ilustración en el
que los pensadores y reformadores sociales pretenden la difusión del conocimiento
como medio de ampliar las libertades públicas.
Este movimiento estuvo amparado por la estabilidad política que sucedió en
Europa tras el tratado de Utretch (1713.Tras la guerra de sucesión española los
imperios francés e inglés se convierten en los nuevos árbitros de la política europea.
La tensión entre ambas naciones será continua durante todo el siglo, sin embargo no
se llega a una guerra abierta debido a que en estos momentos ambas naciones están
más interesadas en consolidar sus intereses coloniales y el dominio de las rutas
comerciales antes que en la expansión por el continente.
A la estabilidad internacional se une cierta prosperidad económica producida
por la implantación del liberalismo económico y el aumento de la producción propiciado
por la primera etapa de la revolución industrial. El liberalismo genera un impulso
importante a la economía europea al promover la libertad de comercio que a su vez
será la causa de la búsqueda de nuevas rutas comerciales y la colonización de aquellos
lugares en los pudiera existir algún interés económico. Por otra parte, la extensión de
los conocimientos y técnicas científicas aumentarían considerablemente la capacidad
de producción. La introducción de los procesos de producción industriales se hará cada
vez mayor hasta generar la revolución industrial del XIX.
La estabilidad, la colonización y la prosperidad económica serán la causa de
aumento ininterrumpido de la población europea. Anteriormente predomina un
régimen demográfico antiguo en el que la alta natalidad y mortalidad impiden el
crecimiento de la población europea de manera constante. En el siglo XVIII el
crecimiento de la población no se basará en el aumento de la natalidad sino en la baja
mortalidad gracias a la mejora general de las condiciones de vida de la mayoría de la
población (especialmente la población urbana).
Precisamente la mejora constante de las condiciones de vida de la población
pone de manifiesto la necesidad de amplias reformas en la sociedad de la época.
En este siglo todavía impera el que los Ilustrados llamarán “antiguo régimen”, es decir,
Filosofía 2 Tema 11: Kant: razón teórica y razón práctica
el viejo sistema de estamentos sociales en el que una pequeña parte de la
población, la nobleza y el clero, mantienen una serie de privilegios heredados sobre el
“tercer estado” (burguesía, artesanos, campesinos). El crecimiento de la población y,
consecuentemente, de las necesidades sociales se veía frenado por el mantenimiento
de una serie de monopolios, concesiones y prerrogativas de una aristocracia en su
mayoría ociosa e insensible a las necesidades del pueblo.
Los reyes, en parte por las necesidades e impulsos del pueblo y en parte por la
necesidad de afianzar su poder mediante el debilitamiento de la aristocracia y sus
privilegios, fomentarán la realización de reformas políticas, y sociales que consideraban
que eran necesarias en ese momento. Para ello se alían con la élite intelectual y
económica de la época generando lo que se conoce como despotismo ilustrado. El
principal objetivo era el fortalecimiento del Estado por lo que ponen en marcha una
serie de medidas como la centralización del gobierno frente a los poderes locales y
regionales, potenciación de la industria nacional mediante la creación de fábricas
nacionales, impulso al comercio con la mejora de los medios de transporte y las
infraestructuras. Y todo ello, en conexión con las ideas ilustradas promoción de la
instrucción pública y del avance científico mediante la creación de escuelas y
universidades públicas y la financiación de las sociedades e investigaciones científicas.
Sin embargo, las reformas promovidas por los monarcas ilustrados fracasaban
porque pretendían mantener el poder absoluto de los reyes y sin tocar los privilegios
aristocráticos para evitar enfrentamientos que debilitaran la posición de los monarcas.
Por eso cada vez aumentaban las voces que pedían no unas simples reformas políticas
sino u cambio radical de la sociedad: una revolución.
Este espíritu revolucionario es el que inspiraría los dos hechos que
determinarían el final del siglo y el comienzo de lo que se conoce como época
contemporánea de la historia universal: la independencia de los Estados unidos (1776)
y la Revolución Francesa (1791). Ambos hitos históricos aunque causados por distintos
motivos comparten la misma base ideológica: la eliminación de privilegios, el acceso de
las clases bajas al poder y la extensión de las libertades públicas. En otras palabras, el
gobierno del pueblo basado en la razón y no en el privilegio heredado.
1.2. LA CULTURA.
Aunque Immanuel Kant nunca salió de su ciudad
natal, su puesto como profesor de lógica y metafísica de
la universidad de Könisberg le puso en contacto con las
corrientes de pensamiento de su época. Fue un
defensor entusiasta de las reformas políticas y sociales
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Filosofía 2 Tema 11: Kant: razón teórica y razón práctica
y saludó con optimismo las revoluciones norteamericana y francesa (aunque la
posterior deriva hacia el terror le llevaría a replantear sus adhesiones.
Como todos los grandes pensadores europeos, se considera un ilustrado. De
hecho en su obra “¿Qué es la Ilustración?” hace una ferviente defensa de este
movimiento cultural al que distingue con el lema “Sapere Aude”, atrévete a saber. En
esta frase se resumirían las dos características principales de la Ilustración: la
confianza en la capacidad de progreso del ser humano y la seguridad de que ese
progreso solo era posible mediante la ampliación y extensión del conocimiento.
Con respecto a la primera pretende que el ser humano salga de las
tinieblas de la ignorancia y alcance la luz del conocimiento. Esta metáfora de la
luz que da nombre a este movimiento no es nueva ya que se empleaba para definir la
gracia divina que iluminaba a las personas en el verdadero camino de la fe. También
Platón la había empleado para describir el conocimiento de la autentica realidad tras
salir de la mentira de la caverna.
Sin embargo, los Ilustrados utilizan el concepto de la luz con otro significado. La
luz es, efectivamente conocimiento, pero no la que procedía de arriba, de la divinidad o
de las Ideas Superiores sino del propio esfuerzo y trabajo del ser humano. Era el
propio hombre el que proyectaba la luz a su alrededor con su esfuerzo por
mejorar, por iluminar la realidad y erradicar las tinieblas, superstición e ignorancia que
le rodeaba. Aunque persiste la creencia en Dios, se creía también que la humanidad
había alcanzado ya la madurez suficiente como para creer en sí misma, es sus propias
posibilidades.
Esta madurez implicaba que los seres humanos solo podrían desarrollar todas
sus potencialidades mediante la extensión de la libertad. Pero una libertad plena era
imposible en esos momentos por el sometimiento de los seres humanos a formas de
gobierno y, sobre todo, costumbres sociales que nos impiden ser felices. Por eso una de
las principales características del pensamiento y el arte Ilustrado es el desarrollo de
la crítica social y política. Así por ejemplo, pensadores como Montesquieu o John
Locke propugnan la separación de poderes. Voltaire con gran sagacidad e ironía sacude
con sus popularísimas obras la censura, las tradiciones absurdas y a intolerancia. David
Hume indagaba en los orígenes de las tradiciones y los comportamientos humanas en
sus tratados. Rousseau, por su parte defendía una vuelta a la naturaleza como forma
de recuperar la libertad que se había perdido al integrarnos en una sociedad repleta de
obligaciones absurdas.
Todas estas críticas pretendían liberar a los seres humanos de la
superstición y la ignorancia porque todos coincidían en que solo mediante el
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Filosofía 2 Tema 11: Kant: razón teórica y razón práctica
conocimiento los seres humanos pueden llegar a alcanzar el suficiente progreso que le
permita una vida libre y feliz. El conocimiento, por su parte, solo sería posible si se
extendía la educación y el conocimiento científico.
Con respecto al primero, los ilustrados impulsaron la creación de centros de
enseñanza públicos alejados del conocimiento tradicional en manos de los
sacerdotes. Fomentaron asimismo la difusión de la cultura mediante la creación de
publicaciones de todo tipo (incluidos, por primera vez los diarios y revistas)
especialmente las de divulgación científica como el proyecto de la primera
enciclopedia iniciado por D`Alambert y Diderot y en el que se pretendía recopilar todo
el saber del siglo.
El siglo XVIII también es el del triunfo de la ciencia moderna. Los nuevos
descubrimientos realizados por científicos como Laplace, Bernouilli, Euler, Linneo, Watt,
Franklin, Jenner, Lavoisier, pero especialmente los de Newton serian apreciados
divulgados y, lo que es más importante tenidos en cuenta para iniciar la revolución
tecnológica que daría lugar a la revolución industrial. El interés por la ciencia fomenta
la creación de sociedades científicas que apoyarían la realización de investigaciones y
creando una comunidad de sabios que se extendía más allá de las limitadas fronteras
nacionales.
El propio Kant, antes de centrarse en sus investigaciones filosóficas realizó
aportaciones originales como científico. Por ejemplo, ideo una teoría sobre la formación
del sistema solar muy similar a la que acabaría imponiéndose; también sería el primero
que imaginó que las nebulosas serían acumulaciones de millones de estrellas situadas
a una distancia inconcebible (él las denominó “universos islas”, actualmente se
conocen como galaxias).
1.3. LA FILOSOFÍA
Todos los pensadores e intelectuales de la época eran conocidos como
“filósofos” puesto que aún no se había impuesto la distinción entre ciencia y filosofía.
Sin embargo, mientras los científicos eran conocidos como “filósofos naturales” las
cuestiones puramente filosóficas eran objeto de una continua discusión.
Cuestiones sobre la mejor forma de gobierno, el origen de las normas morales, la
existencia y cualidades de Dios, la naturaleza del alma humana se planteaban
continuamente. Sin embargo, todas estaban condicionadas a un problema que resulta
imprescindible solucionar antes de abordar cualquier otro asunto. Qué es y cómo se
puede utilizar la razón humana.
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Filosofía 2 Tema 11: Kant: razón teórica y razón práctica
Este problema resulta básico porque en la Era de las Luces se pretendía
fundamentar el conocimiento humano, las relaciones sociales y la vida entera de las
personas bajo la claridad de la Razón. Ahora bien ¿qué se entiende por razón?
Evidentemente, resulta ilógico plantear la aplicación de la racionalidad a todos los
aspectos de la vida huma si previamente no hemos resulto qué se puede entender por
razón y racionalidad. De ahí que, independientemente de otros asuntos, los
problemas acerca del origen y racionalidad del conocimiento (la
epistemología) fueran centrales para la filosofía de la época. De hecho la diferencia
en las concepciones sobre el origen y capacidad de la razón humana dividiría la
filosofía en dos categorías de filósofos: los racionalistas y los empiristas.
Los racionalistas, seguidores de Descartes pensaban que el pensamiento
racional debía ser, ante todo, preciso y exacto y que la única forma de conseguirlo es
mediante procedimientos estrictamente deductivos, es decir, mediante las
matemáticas. La razón por sí sola, sin necesidad de la experiencia salvo para confirmar
los resultados es capaz de solucionar los problemas que se nos puedan presentar. Es
la opción que escogerían de manera predominante los filósofos continentales como
Malebranche, Leibniz, Spinoza o Wolff.
Pero, por otra parte los empiristas pensaban que la razón no es el proceso que
sigue nuestro pensamiento cuando trata de aclara a información de los sentidos. La
racionalidad de nuestras ideas y comportamientos, tal como opinaban Locke o Hume es
una cuestión de práctica puesto que no puede haber razonamiento sin la información
que proporciona la experiencia (de ahí el nombre de “empiristas” del griego
“empeireia”, experiencia).
2. LA RACIONALIDAD DEL CONOCIMIENTO: CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA.
2.1. La revolución copernicana
Para Kant resolver las cuestiones filosóficas que los seres humanos nos
planteamos sobre nuestra naturaleza (¿qué es el ser humano?): qué futuro nos espera
(“¿qué me cabe esperar?”), como debemos comportarnos (“¿qué debo hacer?”) o si el
progreso del conocimiento humano es indefinido o nos encontraremos con misterios
que no podamos resolver (“¿Qué puedo conocer?”), pasan por aclarar en consiste la
razón y si esta capacidad tiene la capacidad para llevar a la especie humana hacia un
futuro libre y feliz.
Kant es inicialmente un racionalista convencido. Piensa que la razón por sí sola,
la razón pura, puede resolver cualquier problema que se proponga, la única dificultad
consiste en que aplicamos correctamente los métodos adecuados de manera precisa y
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Filosofía 2 Tema 11: Kant: razón teórica y razón práctica
exacta. Sin embargo, tal como él mismo declara, la lectura de Hume le sacó de este
“sueño dogmático”, haciéndole ver que un razonamiento que se haga sin contar con la
experiencia podrá ser todo lo exacto que se quiera pero sin la guía de la experiencia
el resultado no será más que una especulación sin sentido.
Por tanto si queremos que nuestro conocimiento y nuestra conducta se base en
la razón tenemos que investigar en qué consiste la razón y cuáles son sus posibilidades
y límites. En términos kantianos tendremos que realizar una crítica de la razón pura.
Según Kant la razón es una facultad del pensamiento humano que aparece al
final de un proceso de abstracción. Empezaría en la sensación por la que
convertiríamos en datos la información confusa e incoherente que llega a nuestros
sentidos. Esos datos extraídos por los sentidos son luego procesados por el
pensamiento que los ordena y los regula mediante el entendimiento. El
entendimiento elabora juicios que relacionan los daros con los conceptos
correspondientes (“la mesa es azul”, el perro ladra”, “esto es un piripito”). Sin embargo
aquí no acaba la tarea del pensamiento puesto que los juicios que elabora mi
pensamiento pueden mostrar contradicciones y discordancias que tienen que
resolverse. Para eso la razón utiliza las ideas generales que ponen orden y coherencia
entre datos que recoge la sensación y los juicios que elabora el entendimiento (por
ejemplo, veo un perro verde, pero mi entendimiento no concibe un perro con colores
como el azul, el fucsia o el verde; finalmente mi razón elabora la hipótesis de que,
probablemente, el perro ha sido pintado)
En todas las teorías del conocimiento se había establecido que este proceso se
realiza de manera automática: de la sensación al entendimiento y del
entendimiento a la razón. Así concebido, los seres humanos seriamos solo receptores
pasivos de lo que la realidad nos quiere informar. Si se cometen errores es solo porque
los intereses personales se imponen por encima de la obligación de aceptar la verdad
(como pensaba Platón de los prisioneros que se quedaban en la caverna que
renunciaban a la verdad por la comodidad).
Kant afirma que esta idea está equivocada y que si queremos entender
correctamente la manera en que se produce el conocimiento tendremos que invertir la
relación ser humano realidad. Lo mismo que Copérnico resolvió los problemas de la
astronomía invirtiendo la relación Tierra – Sol y poniendo a este último en el centro
para comprender como se produce el conocimiento humano habría que realizar una
revolución copernicana.
Según Kant el ser humano no es un receptor pasivo de la información que nos
proporciona la realidad. Al contrario, la mente humana es activa, es decir, indaga,
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Filosofía 2 Tema 11: Kant: razón teórica y razón práctica
pregunta, obliga a la realidad a que ofrezca información. De esta manera en el proceso
de conocimiento no es el ser humano el que se ha de adaptara las condiciones y
exigencias que impone la realidad sino que es la realidad la que se adapta a las
condiciones a priori del conocimiento humano. No es le pensamiento el que se
adapta a la realidad es la realidad la que se adapta a las condiciones que el
pensamiento impone.
Esto ocurre porque la mente humana tiene unas estructuras de pensamiento,
unas formas de organizar la información de la realidad, sin las cuales todo sería caótico
y sin sentido (por ejemplo, podría estar mojado antes que lloviese o un objeto estar en
dos lugares a la vez). Estas estructuras son a priori, es decir, previas a toda
experiencia y serian las “condiciones de posibilidad”, las condiciones que hacen posible
que la realidad sea real y no un sueño (como se preguntaba Descartes).
Las estructuras a priori del pensamiento varían según el proceso de
conocimiento. Así la sensación sería imposible sin las coordenadas de espacio y
tiempo. Espacio y tiempo no son realidades en el sentido de que existen fuera de mi
mente (esto es algo que no se puede comprobar) sino que son solo las herramientas
que utilizan mis sentidos para que la información se presente de forma organizada.
En segundo lugar, los datos de los sentidos se relacionan con los
correspondientes conceptos. Esta acción sería imposible sin que nuestra capacidad de
entender, el entendimiento organice los datos de acuerdo a las categorías. Las
categorías relacionan los datos entre sí y con los conceptos de tal manera que la
información se presenta de manera ordenada y regular. Así, por ejemplo, mediante la
aplicación de la categoría de causa entendemos que tiene que haber una causa para
que el suelo esté mojado o que haya aprobado filosofía y sabemos, positivamente que
la causa se produce antes que el efecto. Causa y efecto no están en la realidad puesto
que la información de los sentido solo me muestra dos hechos sucesivos (lluvia –
mojado, estudio- aprobado) es mi mente la que exige que para todo efecto exista una
causa.
Finalmente la razón pone orden y coherencia entre los distintos juicios que ha
elaborado el entendimiento. Para ello nuestra mente utiliza tres tipos de Ideas
generales (o trascendentales como las llama Kant) que son el “yo”, el “mundo” y
“Dios”. El yo interpreta determinados fenómenos como procedentes de mi interior (el
sentimiento, el cansancio, el sueño); aplicando la idea de mundo los fenómenos
proceden del exterior de mi mente (“lluvia”, “futbol”, “piripito”). La idea de Dios es el
organizador definitivo que me permite esperar que los fenómenos de mi mente y los
del mundo estén relacionados entre sí.
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Filosofía 2 Tema 11: Kant: razón teórica y razón práctica
2.2. Consecuencias de la crítica de la razón pura
Esta concepción revolucionaria del pensamiento humano tienen, según, Kant una
serie de extraordinarias consecuencias
A. Fenómeno / noúmeno
En primer lugar lo que entendemos por realidad no es lo que existe de manera
independiente (la “sustancia”). La realidad es una construcción mental generada a
partir de los datos de los sentidos en combinación con las estructuras a priori de la
sensibilidad, el entendimiento y la razón. No conocemos las cosas en sí mismas sino
sólo lo que podemos captar de ellas con nuestros medios Dicho en términos Kantianos:
no conocemos la realidad sino sólo los fenómenos de la realidad.
La realidad en sí misma, la que existe independientemente de de los seres
humanos es inaccesible. Podemos suponer que detrás de los fenómenos existe una
realidad independiente. Podemos suponer, por ejemplo, las naciones realmente existen
independientemente de los sujetos que las componen o que las cosas ocurren por una
relación causa-efecto o incluso que el tiempo es realmente irreversible, pero son
suposiciones no podemos tener la seguridad de que realmente ocurre así. Estas
suposiciones o noúmenos (literalmente “lo que se intelige”, porque no se puede
experimentar sólo suponer o razonar) son los límites de nuestro conocimiento.
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Filosofía 2 Tema 11: Kant: razón teórica y razón práctica
B. Ciencia como el conjunto de juicios sintéticos a priori.
Entonces ¿qué podemos conocer? No podemos conseguir un conocimiento
absoluto, de la realidad en sí misma. Pero sí podemos obtener un conocimiento
objetivo, es decir una aproximación mayor y más exacta a la auténtica realidad. Esto
es lo que proporciona la ciencia.
La ciencia genera leyes y teorías. Estas leyes y teorías son a priori es decir
describen y explican los hechos independientemente de que estos ocurran o no (por
ejemplo, Newton explica cómo se producen los fenómenos de acción y reacción
siempre aunque en estos momentos no se esté produciendo ninguno). La ciencia por
tanto realiza juicios a priori sobre los hechos. Es decir la ciencia es objetiva porque
realiza juicios sintéticos (se refieren a la experiencia o los fenómenos) a priori
(previos a la experiencia)
C. Imposibilidad de la metafísica como ciencia
Con el concepto de juicios sintéticos a priori se puede explicar porqué la ciencia
proporciona un conocimiento objetivo. No se puede hacer ciencia de lo que no se
puede experimentar. Ahora bien, hay cuestiones que el ser humanos se plantea a cerca
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Filosofía 2 Tema 11: Kant: razón teórica y razón práctica
de las cuales no puede tener experiencia. Son las preguntas metafísicas como la de si
existe Dios, si el mundo tiene algún final o si alma humana es inmortal, las preguntas
de la metafísica. Ahora bien, el alma, el mundo y Dios no son realidades de las que se
puede tener experiencia sino ideas de nuestra mente. Son los instrumentos con los que
podemos pensar la realidad. Si en vez de pensar sobre la realidad pensamos sobre las
ideas el resultado será una pura especulación y no ciencia. La prueba es que cada vez
que la filosofía ha intentado solucionar alguno de los problemas anteriormente
mencionado se cae en antinomias (proposiciones que son a la vez verdaderas y falsas,
es decir, paradójicas) y paralogismos (argumentaciones falaciosas)
Lo que sí puede hacer la metafísica es orientar a nuestra razón en la
búsqueda de nuevos conocimientos: nos ayuda a plantearnos dudas y abrir
problemas. Cabe decir, por tanto que la metafísica es una pretensión de la filosofía sin
posibilidades de solución aunque es la más noble de las pretensiones. La
investigación metafísica nos revela el profundo anhelo del ser humano de seguir
investigando, por seguir aumentando los conocimientos para descubrir la auténtica
realidad.
3. LA RAZÓN PRÁCTICA
3.1. Crítica de la razón práctica
La lustración pretendía extender la razón en todos los ámbitos de nuestra vida.
Por supuesto nuestros conocimientos tenían que ser racionales y de explicarlo se
encarga la “Crítica de la Razón Pura”. Ahora bien, la razón no sólo debe reservarse para
encontrar explicaciones a los problemas teóricos sino que es preciso incorporarla a
nuestra vida cotidiana, a nuestro comportamiento. Pero ¿es esto posible?
¿Podemos resolver los problemas prácticos como los conflictos amorosos o la decisión
sobre qué estudios son más adecuados aplicando la racionalidad? ¿Podemos tener una
razón práctica?
En principio, estas decisiones como la mayoría que tomamos en nuestra vida
parecen proceder más de las emociones y los sentimientos que de la razón.
Generalmente tomamos decisiones en función de lo que está bien y lo que está mal
pero ¿cómo sabemos que algo es bueno o es malo? ¿Cómo sabemos lo que está bien y
lo que está mal?
De nuevo el pensamiento de Hume resulta decisivo para la investigación
Kantiana. Según Hume nuestras decisiones y acciones se llevan a cabo a partir de un
error que no se suele advertir. Este error es lo que denomina falacia naturalista. La
falacia naturalista consiste en pasar sin justificación ninguna de la constatación
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Filosofía 2 Tema 11: Kant: razón teórica y razón práctica
de los hechos a la calificación de los mismos. Es decir, pensamos que los hechos
que ocurren son buenos o malos, que las decisiones son correctas o incorrectas,
cuando, en realidad, estos conceptos son puramente subjetivos. Un asesinato, un
honrado ciudadano que devuelve el dinero, un robo o un bombero que salva la vida a
una persona son hechos, datos de la experiencia y por mucho que indaguemos no
encontraremos nada en ellos que nos diga que estamos tratando con hechos buenos o
malos (de hecho el asesinato puede ser en legítima defensa, la devolución del dinero
sería a cambio de una recompensa, el robo socorre a los necesitados y al bombero le
pagan para que arriesgue su vida).
El que los hechos sean buenos o malos depende de los sentimientos que
en nosotros causen esas acciones. Es decir, son los sentimientos de agrado o
desagrado, de aprobación o reprobación lo que nos permiten calificar como bueno o
malo las acciones o las decisiones que llevamos a cabo nosotros o los demás. Y esos
sentimientos se generan en nosotros por la costumbre, es decir porque hemos
sido educados para sentir agrado o desagrado por determinadas acciones. Por ejemplo,
un sacrificio humano en nuestra sociedad es malo, sin embargo para la cultura azteca
no es solamente bueno sino que incluso los sacrificados estaban contentos de morir
para salvar a los demás ante los dioses.
De ser cierta la crítica de Hume (y parece bastante razonable) pretender que la
razón pueda gobernar la vida y las sociedades humanas parece una ideal imposible. Sin
embargo esto nos condenaría a convertirnos en esclavos de nuestras emociones.
Emociones que, no se olvide, han sido implantadas en nosotros por las costumbres
sociales y el capricho de los gobernantes. Es preciso, por tanto, si queremos
garantizar que los seres humanos seamos libres el que nuestras decisiones y
juicios morales se tomen de acuerdo a la razón y no la pasión del momento. Es
preciso, por tanto someter a análisis, a crítica, la posibilidad de la aplicación práctica de
la razón.
3.2. La justificación del comportamiento: la ética
Cuando hablamos de que podemos aplicar la razón a nuestra vida estamos
diciendo que nuestras acciones y decisiones se pueden justificar, es decir, se pueden
argumentar, discutir, debatir, en definitiva que las podamos razonar. ¿Hay algo en la
razón que nos permita explicar los comportamientos?
A. Éticas Materiales
La justificación de las conductas, las acciones y decisiones humanas es
lo que se conoce como ética. Tradicionalmente, todas las éticas se habían escrito
como un catálogo de conductas que nos permiten conseguir a una vida feliz. Son, dice
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Filosofía 2 Tema 11: Kant: razón teórica y razón práctica
Kant, éticas materiales, ya que nos dicen cual es el objetivo que hay que conseguir y
cuáles son las acciones más adecuadas para conseguirlos. Nos aportan el material, los
ingredientes los contenidos de la felicidad pero, a cambio, nos genera más problemas
de los que nos soluciona.
El problema de las éticas materiales es que se basan en que todas prometen la
obtención de un objetivo que resulta deseable, es decir, son hipotéticas. Parten de la
hipótesis de que realizando determinadas acciones y tomando determinadas decisiones
se pueden conseguir los fines propuestos (si quieres conseguir esto – la felicidad, la
calma, el paraíso…- tienes que hacer esto otro). Ahora bien ¿cómo sabemos que
haciendo algo conseguiremos el fin propuesto? (por ejemplo, ¿cómo sabemos que
rezando iremos al cielo?) No lo sabemos con seguridad solo podemos suponer que al
comportarnos de acuerdo a estas normas podremos conseguir lo que nos proponemos.
Y si no hay seguridad de que alcancemos el objetivo ¿qué ganamos cuando cumplimos
con las normas morales?
Precisamente aquí aparece el problema que según Kant, se encuentra en el
fondo de todas las éticas materiales: todas las éticas materiales son heterónomas, es
decir, nos imponen desde fuera (heteronomía) cual ha de ser nuestra conducta. Si
aceptamos sin garantías cual ha de ser nuestro objetivo en la vida y cómo vamos a
conseguirlo es sólo porque aceptamos que quienes han creado las normas morales
decidan por nosotros. Por ejemplo, la ética cristiana establece con total seguridad
que todos queremos ir al cielo y nos establece unas normas (mandamientos) unas
costumbres (virtudes) y unas prohibiciones (pecados) que garantizan la vida eterna.
Pero ¿qué ocurriría si alguien no quiere ir al cielo de los cristianos? (probablemente se
le obligaría a ir por la senda correcta ya sea de grado o por la fuerza).
B. Ética Formal
Para Kant, nuestros actos y decisiones no pueden estar justificados por la
experiencia ni por los resultados. Sino solo sin han sido realizadas de manera libre y
consciente, es decir, de forma racional. Por tanto la justificación de la conducta, la
ética, no puede ser material sino formal.
La crítica de la razón pura había establecido que la razón es la capacidad
argumentar, de dar coherencia a nuestros juicios. En la vida práctica los problemas se
producen cuando tratamos ser coherentes en nuestras acciones con las decisiones
que hemos tomado, es decir, cuando tratamos de llevar a la práctica las decisiones de
nuestra voluntad.
Podemos decir, entonces, que la ética formal no se ocupa de si hemos tenido
éxito en los fines que nos hemos propuesto sino si nuestras acciones se ajustan a
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Filosofía 2 Tema 11: Kant: razón teórica y razón práctica
los ideales de nuestra conducta. Los ideales son los objetivos de nuestra voluntad,
por ejemplo, estudiar más, ser mejor persona, dejar de fumar. Pueden ser tan distintos
como las personas y las circunstancias de las personas esto es algo que a la ética no
debe preocupar. De lo que sí se ocupa la ética es que la voluntad que se ponga en ellos
sea una buena voluntad.
Por buena voluntad ha de entenderse que las conductas han de ser buenas en
sí mismas y no por los beneficios que nos puedan conseguir. Esta voluntad
buena por sí misma implicaría lo siguiente:
La voluntad es buena porque es autónoma, es decir lo suficientemente libre
como para imponerse a sí misma sus normas de conducta sin
imposiciones externas. Esta libertad no significa que no reconozcamos más
autoridad que la nuestra porque eso además de imposible, sería irresponsable.
Vivimos en una sociedad y tenemos que asumir las normas que la sociedad ha
impuesto. Podemos, no obstante tener una cierta libertad, una cierta autonomía
en nuestra conducta si empleamos la razón para someter a crítica los mandatos,
las normas o las obligaciones que nos tratan de imponer. Gracias a la razón el
único juez de nuestras acciones es nuestra conciencia.
Pero además de ser libre, la buena voluntad ha de ser una voluntad
categórica. Por categórica entiende Kant lo contrario a hipotético, es decir, una
voluntad segura, firme, que no se deje llevar por las presiones externas.
Esto significa que nuestros actos voluntarios han de ser plenamente conscientes.
En este caso conciencia no es sólo saber sino que es el saber lo que realmente
quiero. En otras palabras, la voluntad categórica es aquella que surge de
nuestra más intima y auténtica personalidad, no es un querer por querer o
un querer porque quieren los demás sino es lo que real y absolutamente quiero.
3.3. El deber
¿Cómo se puede llegar a tener tal seguridad? ¿Cómo puedo saber si lo que estoy
haciendo es algo que parte de mi voluntad y no me estoy engañando a mí mismo y a
los demás? Hay un criterio claro: la voluntad es auténtica cuando las acciones se
realizan por deber. Pero no cualquier clase de deber sino que es un deber moral.
Para saber qué es un deber moral tenemos que distinguir entre actuar conforme al
deber y actuar por deber.
Las acciones conformes al deber pueden ser, por un lado, aquellas que
responden a inclinaciones naturales de las personas, como, por ejemplo,
conservar la vida: conservar nuestra vida es una obligación que la naturaleza a
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Filosofía 2 Tema 11: Kant: razón teórica y razón práctica
impuesto en nosotros y que inevitablemente cumplimos seamos o no conscientes de
ello. Pero, por otro lado, también actuamos de manera conforme a un deber pero no
porque tengamos una inclinación a cumplirlo sino porque tenemos un interés: por
ejemplo hay quien cumple con la obligación de venir al instituto porque cree que así
podrá aprobar o hay empresarios que son honrados porque consiguen más beneficios
no engañando o robando a sus clientes y no tanto por cumplir con su deber.
Con este concepto de acción conforme al deber Kant está criticando el
conformismo y la hipocresía que se dan en la sociedad. Conformismo porque no se
implen con las obligaciones por que sean valiosas o necesarias sino porque ir en contra
de lo establecido nos puede provocar una gran cantidad de problemas. O, lo que es
peor, disfrazamos bajo el honorable cumplimiento del deber lo que en realidad es un
movimiento calculado para obtener respetabilidad ante los ojos de los demás. Esto no
es deber moral sino solo “salvar las apariencias”, es decir, obligaciones sociales
En cambio cumplimos con nuestro deber moral cuando las acciones se realizan
por respeto al deber. En este caso el cumplimiento del deber se realiza porque hay
una necesidad de cumplir una obligación. Es decir que en el caso de no cumplir con
nuestro deber moral estaríamos traicionándonos a nosotros mismos porque nos
negaríamos a cumplir el ideal que nosotros mismos, de manera consciente y libre nos
hemos impuesto.
3.4. El imperativo categórico
Todos los deberes se expresan en forma de imperativos o mandatos, con la
forma: "haz esto, no hagas aquello". Cuando actuamos conforme al deber el imperativo
que estamos aplicando es hipotético: “estudia” (si quieres tener un futuro el día de
mañana), “no engañes a tus clientes” (si no quieres que se vayan a la competencia),
“cumple la ley de Dios” (si no quieres quemarte en el infierno). En cambio cuando
actuamos por deber los imperativos se convierten en categóricos, son incondicionados.
El deber ha de cumplirse de manera incondicionada, sin esperar nada a
cambio sino solo porque se corresponde con nuestra buena voluntad
Solo si cumplimos nuestro deber sin ninguno tipo de condiciones y sin esperar
ninguno tipo ventajas o beneficios posteriores podemos decir que nuestra conducta es
realmente libre. Cuando actuamos por deber estamos cumpliendo con los ideales que
ha establecido nuestra voluntad. Ahora bien, un deber puede ser absolutamente libre y
no ser moral. Por ejemplo, yo puedo tener el ideal de llegar a ser el mejor asesino del
mundo o el ideal de ser profesor de filosofía pero no basta con que yo quiera de
manera consciente y libre para que pueda considerarse bueno.
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Filosofía 2 Tema 11: Kant: razón teórica y razón práctica
Para que los deberes además de libres sean morales tienen que ser racionales.
Para que se a racional ha de ser coherente con los diferentes aspectos que conforman
nuestra vida: nuestros gustos, objetivos, las personas que nos rodean etc. En otras
palabras nuestra conducta es racional cuando ponemos de acuerdo todos los
elementos de nuestra vida. Sólo entonces nuestra conducta se realizará sin obedecer a
obligaciones ni calcular las consecuencias sino que actuamos de acuerdo a las
convicciones más profundas de nuestra personalidad, es decir, porque actuamos
de acuerdo a un imperativo categórico
La ética Kantiana pretende ser formal y no material. No trata de definir que
conductas son morales o no porque eso depende de los ideales y razonamientos que
cada persona haga. Lo que si se atreve a establecer Kant cual puede ser la forma en
que se expresen nuestros imperativos. Es decir, no qué es lo que debemos hacer
aunque sí como debemos hacerlo. De ahí que se aventure platear una formulación del
imperativo categórico
Kant, consciente de que una ética formal es una ética abstracta y, por tanto,
insuficiente para la vida práctica, intenta determinar el contenido del imperativo moral,
pero consecuentemente y sin abandonar nunca su procedimiento puramente racional,
a priori, por principios. Una voluntad racional solo puede querer cosas que sean
igualmente racionales, es decir, posibles, no contradictorias. Por esta vía, Kant
consigue dotar de contenido concreto al imperativo categórico. Así, no puede ser
lícito mentir, porque, si lo fuera y todos mintiésemos cuando nos conviniera (es decir, si
la mentira se convirtiera en ley de la naturaleza), ya nadie creería nunca a nadie; y ese
mundo hipotético es irracional, contradictorio: un mundo en el que todos mienten pero
la mentira no existe (porque nadie cree ya en las palabras de nadie).
Ahora bien, el imperativo categórico es el principio universal y necesario de
la razón práctica y se expresa según la fórmula: Obra sólo según una máxima tal
que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal. En otras
palabras, tenemos que comportarnos de la misma forma como quisiéramos que los
demás se comportaran cundo estén en nuestra misma situación. Por ejemplo, si se nos
presenta la oportunidad de robar algo tendríamos que preguntarnos si queremos que a
nosotros nos robaran.
Otra fórmula del imperativo categórico dice "Obra de tal modo que uses la
humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro,
siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio" Que
viene a completar la fórmula anterior ya que si no debo portarme con los demás como
no quiero que se porten conmigo lo que pretendo es que me traten como a un ser
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humano y no como un objeto o un herramienta que se utiliza cuando hace falta y se
desecha cuando ya no sirve. En otras palabras quiero que se me valore por mí mismo y
no por lo que puedan conseguir de mí.
Kant, ofrece otras formulaciones de este imperativo categórico o principio
fundamental de la ética, pero vienen a ser variaciones sobre estos dos enunciados
expuestos
3.5. Los postulados de la razón práctica
Kant exige de la ética que sea racional; esto es: que sea el individuo, con su
razón, quien se dé a sí mismo sus leyes. Para Kant carecen de cualquier valor las
acciones de una persona que respetase las normas éticas pero sin haberlas reconocido
como tales, sino aceptándolas sin crítica. La voluntad racional debe regirse por sí
misma, con autonomía; aceptar cualquier principio ajeno a sí misma y dejarse guiar
por él (heteronomía) imposibilita la buena voluntad, y la convierte en inauténtica.
Ahora bien ¿podemos asegurar que nuestra libertad es realmente libre para
tomar sus decisiones? Sólo podemos asegurarlo si establecemos una serie de garantías
de que las decisiones que se tomen pueden ser efectivamente racionales. Estas
garantías es lo que Kant denomina postulados de la razón práctica.
Kant denomina postulados de la razón práctica la libertad, la inmortalidad del
alma y la existencia de Dios. Considera que la moralidad, la obligación de obrar por
deber, supone la libertad (cuya existencia es inconcebible para nuestro
entendimiento teórico, que aplica a todo suceso la noción de causa mientras que
libertad, significa obrar sin estar determinado por una causa externa). La
inmortalidad del alma se establece como postulado porque la aspiración a la
perfección en el cumplimiento del deber (es decir, la virtud) no puede alcanzarse
completamente en el tiempo de la vida humana, sino que exige un tiempo infinito. Y
la existencia de Dios es un requisito para garantizar que es posible salvar la distancia
que observamos en el mundo entre el ser y el deber ser; la garantía de que,
finalmente, la virtud será premiada con la felicidad, lo cual es raro que ocurra en
este mundo.
En la Crítica de la razón pura, Kant había concluido que la metafísica no podía
ser una ciencia. Sin embargo, la posibilidad de la inmortalidad del alma o la existencia
de Dios son cuestiones fundamentales para el ser humano, aunque no puedan ser
asequibles al conocimiento objetivo. Y Kant cree que existe de hecho una vía (práctica,
no teórica) que nos posibilita el acceso a estas sustancias.
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ANEXO 1
IMMANUEL KANT: UN FILÓSOFO ILUSTRADO.
Como hemos señalado anteriormente, su vida transcurrió íntegramente en su
ciudad natal Könisberg, la actual Kaliningrad, en aquellos momentos capital de la Prusia
Oriental. Nacido en 1724, era el cuarto de los once hijos de una familia modesta que le
educó en la religión pietista (estricta y rigurosa rama del protestantismo). En 1740, año
del inicio del reinado de Federico II el Grande, el rey ilustrado, Kant ingresó en la
Universidad de Königsberg. Estudió, entre otras muchas disciplinas, la filosofía
académica y racionalista de Wolff y la física de Newton.
Una vez finalizados los estudios universitarios (1746), ejerció como preceptor de
jóvenes de la nobleza prusiana. Poco después se convirtió en profesor de la Universidad
de su ciudad, actividad que no abandonó hasta su jubilación, en 1797. Kant demostró
una formación integral y enciclopédica, ya que dio cursos regulares de las materias
más diversas: lógica, matemática, antropología, ética, pedagogía, ciencias naturales,
metafísica, teología, geografía...
Desde el año que comenzó su vida docente hasta 1769, se fue alejando del
sistema filosófico de Wolff. Este proceso se aceleró cuando leyó las obras de Hume y de
Rousseau. En Sueños de un visionario de 1766 testimonió este proceso evolutivo:
reconocía la facilidad con que pueden construirse hipótesis metafísicas, pero mostró
también la gran dificultad que había a la hora de fundamentarlas. Estos años de
docencia culminaron en 1770, cuando fue nombrado profesor titular de filosofía en
Königsberg, gracias a la Disertación, obra en la que anticipaba algunos de los temas
que trataría más tarde en la Crítica de la razón pura.
Con la publicación de la primera edición de la Crítica de la razón pura (1781),
comenzaron los años más productivos y brillantes de Kant. En 1783 publicó
Prolegómenos a toda metafísica futura que quiera presentarse como ciencia, donde se
exponían los mismos contenidos, pero de manera más accesible y ágil. De estos años
también es Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? uno de los manifiestos
programáticos más famosos de este movimiento cultural. Durante esta época, se
dedicó asimismo al tema que se encuentra en el trasfondo de toda su producción
filosófica: la ética. Lo trató en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres de
1785 y en la Crítica de la razón pura de 1788. En 1790 publicó la última de sus críticas,
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la Crítica del juicio, con la que aspiraba a establecer una síntesis o superación de las
críticas anteriores.
Mientras se concentraba en sus clases y en la redacción de sus obras se produjo
la Revolución Francesa. Kant fue un verdadero entusiasta de este acontecimiento. Por
fin asistía a la materialización de los ideales de racionalidad y emancipación que
veneraba. Ni siquiera los trágicos hechos que comportó la época del terror consiguieron
confundirle; vio en la Revolución no tan sólo las reivindicaciones de la burguesía, sino
también el inicio irreversible de una nueva época de libertad y justicia.
Desgraciadamente estos cambios coincidían, en Prusia, con la muerte del
monarca ilustrado, Federico II el Grande, al cual sucedió Federico Guillermo II, quien,
recelando de las consecuencias de la Revolución, se opuso abiertamente a los ideales
de la Aufklarung. La obra de Kant chocó contra esta reacción conservadora; incluso un
libro suyo sobre religión fue censurado. A pesar de sus convicciones, trató de continuar
su obra sin tener que enfrentarse con la autoridad.
Kant murió en Königsberg en 1804. Aunque llevó una vida monótona regular, su
enterramiento se convirtió en una sorprendente y espectacular manifestación popular:
«El hijo del bastero del pueblo fue enterrado como un rey". Y es que Kant encarnaba en
su propia persona' ideal de la Ilustración: la posibilidad de emancipación presente en
cada hombre. Además, el trabajo al que dedicó toda su vida respondía a una noble
preocupación por la existencia y la naturaleza humanas.
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ANEXO 2
VOCABULARIO
A priori: anterior a la experiencia, que no procede de ella.
A posteriori: a partir de la experiencia, que procede de ella.
Puro: sin contenido empírico, es decir, que está al margen de la experiencia, que
trabaja a priori.
Trascendental: condición de posibilidad del conocimiento, es decir, condición
que debe cumplirse para que sea posible el conocimiento de algo.
Giro copernicano: cambio de 180º en el punto de vista con el que Kant aborda los
problemas del conocimiento. Hasta entonces, se ponía el acento sobre las
condiciones del objeto del conocimiento; justamente, Kant establece que, para saber
qué podemos conocer con certeza y qué no, debemos estudiar las condiciones que
impone el sujeto que conoce, debemos estudiar el modo de conocer del sujeto
y las condiciones trascendentales que hacen posible que algo sea conocido por él.
Sensibilidad: la capacidad de recibir impresiones en presencia de los objetos. Es
pasiva, es decir, se limita a recibir datos.
“La capacidad (receptividad) de recibir representaciones al ser afectados por
los objetos, se llama sensibilidad. Los objetos nos vienen, pues, dados
mediante la sensibilidad, y ella es la única que nos suministra intuiciones”
(Crítica de la razón pura, A 19, B 33).
Entendimiento: la capacidad de pensar, es decir, de referir los datos de la
sensibilidad a conceptos. Al contrario de lo que sucede con la sensibilidad, el
entendimiento es activo porque produce espontáneamente una serie de conceptos
puros (es decir, que no extrae de la experiencia), denominados categorías, con los
que enlaza y así, comprende (es decir, piensa) los datos de la experiencia. Puesto que
la referencia de los datos a conceptos se realiza mediante juicios, Kant llama también
a esta facultad de los conceptos, la facultad de juzgar.
“La capacidad de pensar el objeto de la intuición es el entendimiento... Sin
sensibilidad ningún objeto nos sería dado, y sin entendimiento, ninguno sería
pensado. Los pensamientos sin contenido son vacíos; las intuiciones sin
conceptos son ciegas. Por ello es tan necesario hacer sensibles los
conceptos (es decir, añadirles el objeto en la intuición) como hacer inteligibles
las intuiciones (es decir, someterlas a conceptos). Las dos facultades o
capacidades no pueden intercambiar sus funciones. Ni el entendimiento puede
intuir nada, ni los sentidos pueden pensar nada. El conocimiento únicamente
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puede surgir de la unión de ambos.” (Crítica de la razón pura, A 51, B 75-76).
Categorías: conceptos puros del entendimiento. Éste los posee en sí mismo, es
decir, que no los ha desarrollado a partir de la experiencia. Precisamente en esta
capacidad de generar espontáneamente las categorías radica la actividad del
entendimiento. Las categorías son las formas más generales de relacionar entre sí los
datos que la sensibilidad suministra y constituyen las estructuras o leyes a priori del
pensamiento. Gracias a ellas podemos pensar, es decir, construir juicios acerca de la
experiencia. Categorías son, por ejemplo, los conceptos de causalidad, totalidad,
posibilidad, existencia... Kant establece doce categorías y las deduce de las doce
clases de juicios que podemos realizar. Como no proceden de la experiencia, sólo son
fuente de conocimiento aplicadas a la experiencia; no son aplicables con validez a
realidades que estén más allá de la experiencia, a la realidad en sí, pues entonces no
producen conocimiento objetivo ninguno sino antinomias, paralogismos y el ideal de
la razón.
Intuición: relación inmediata, es decir, directa, con el objeto del conocimiento. Sólo
hay intuición empírica, es decir, sensible, a través de los sentidos; pero no hay
intuición intelectual. Esto significa que sólo la sensibilidad puede suministrar
intuiciones y no el entendimiento, que debe trabajar con intermediarios: los
conceptos junto con los datos dados por la sensibilidad.
Razón: la capacidad de unir unos juicios con otros y extraer conclusiones. Tiene una
tendencia natural a buscar lo incondicionado, es decir, la explicación última de los
fenómenos. La razón tiene dos usos: uno, para conocer el mundo; es el llamado uso
teórico que Kant estudia en su Crítica de la razón pura (1.781). Y el segundo uso, para
dirigir la acción (práxis) del hombre, es decir, un uso ético que Kant estudia en su
Crítica de la razón práctica (1.788) y en otras obras.
Antinomia: paradoja. Razonamiento que concluye dos verdades contradictorias
entre sí, entre las cuales no hay modo de elegir. Es producida por la razón
cuando ésta busca certezas fuera de los límites de sus posibilidades de
conocimiento. Kant expone las antinomias en las que cae la razón en relación con el
carácter finito o infinito del mundo, el carácter simple o compuesto de la sustancia, la
libertad y la necesidad en la naturaleza y la existencia o inexistencia de un ser
necesario.
Paralogismo: falacia. Razonamiento formalmente falso que se produce al utilizar la
razón sin intuición sensible. La razón incurre en paralogismos cuando refiere los actos
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de conciencia (fenómenos) a una entidad sustancial, simple y personal, a la que se
denomina alma, que es el sujeto de dichos actos (noúmeno).
Ideal de la Razón pura: algo cuya existencia se halla en el pensamiento. Se
trata del concepto de Dios, que no es objeto de conocimiento, pues se halla desligado
de la experiencia, pero puede ser pensado sin contradicción.
Ideas trascendentales: son las ideas de Dios, Alma y Mundo (los temas propios
de la Metafísica) y constituyen una ilusión trascendental pues son producidas por la
razón pura, es decir, la razón que trabaja al margen de la experiencia. Estas ideas son
resultado del propio dinamismo de la razón humana en su tendencia a buscar lo
incondicionado. Tales ideas no pueden tener un uso constitutivo, es decir, no debe
considerarse que representan un objeto real, aunque sí pueden tener un uso
regulativo en la medida en que supongan, no afirmen, un horizonte hacia el que
pueda caminar la razón en su permanente búsqueda de lo incondicionado.
Fenómeno: parte de la realidad que conocemos, que se nos muestra, porque se
somete a las condiciones que impone nuestro modo de conocer.
Noúmeno: la realidad en sí misma, incognoscible porque no se da ni en el espacio ni
en el tiempo y, por ello, le son inaplicables las categorías del entendimiento. Como el
hombre carece de intuición intelectual le es incognoscible lo que la realidad sea en sí
misma.
Metafísica: discurso que pretende conocer objetivamente la realidad en sí
(Dios, Alma y Mundo) aplicando las categorías del entendimiento a lo que no se da ni
en el espacio ni en el tiempo. Tal como muestra el propio Kant, este discurso sobre lo
que está más allá de la experiencia no puede ser ciencia pues no produce
conocimiento sino razonamientos engañosos: antinomias, paralogismos y el ideal de
la razón pura. La única Metafísica posible es una metafísica crítica que asuma que no
es posible un discurso verdadero ni único acerca de estas cuestiones porque asume
la Crítica de la razón pura.
Postulado: conjetura, suposición. La libertad, la inmortalidad del alma y la existencia
de Dios son postulados de la razón práctica, algo que no puede conocerse, aunque sí
pensarse sin contradicción, y que es supuesto como condición de la moral misma.
Razón pura: la Razón, cuando intenta conocer al margen de la experiencia. Emite
juicios.
Razón práctica: la Razón, cuando intenta dirigir la vida práctica, es decir,
determinar el comportamiento moral adecuado. Emite imperativos.
Idealismo trascendental: nombre con el que se conoce la filosofía de Kant, aunque
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también se la denomina idealismo crítico. El término trascendental hace referencia a
la búsqueda de las condiciones de posibilidad del conocimiento, mientras que el
término idealismo señala que el lugar desde donde se imponen tales condiciones a
la realidad es el sujeto cognoscente.
Imperativo categórico: mandato moral que obliga a hacer algo por sí mismo, sin
subordinarlo a la obtención de otro fin. En su ética, Kant establece un solo imperativo
categórico de carácter formal, del que llega a dar hasta cinco formulaciones distintas.
Las dos más conocidas son las siguientes:
1. “Obra según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se
torne ley universal”.
2. “Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la
persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca
solamente como medio”.
Ética material: ética con contenido, es decir, que establece a partir de la
experiencia en qué consiste el bien y cuáles son los medios para alcanzarlo. Kant
considera que todas las éticas anteriores a él han sido de este tipo.
Ética formal: ética sin contenido empírico, que no determina ningún bien en
concreto, sólo la forma de actuar moralmente. Sólo una ética formal puede ofrecer un
imperativo universal.
Voluntad: la facultad de determinarse a obrar, la facultad del querer.
Buena voluntad: la que actúa por respeto al deber.
Heteronomía moral: situación que se produce cuando el sujeto moral no es el que
establece la norma moral, sino que ésta le viene dada desde fuera.
Autonomía moral: es la situación deseada por Kant, en la que es la propia razón del
sujeto la que establece el deber o ley moral desde sí, sin dejarse llevar por las
pasiones o el acatamiento de autoridades externas. Supone la mayoría de edad del
hombre que se atreve a saber, a usar la propia razón. Constituye también el
horizonte ideal de la Ilustración, según Kant.
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