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Universidad Centroamericana de Ciencias Sociales (UCACIS)
Bachillerato en Psicología
Curso de Psicología de la Familia
Profesora Tania Porras M.
Ficha Nº 4
La familia desde el enfoque sistémico
Estudiante: José Fabio Guevara Sánchez
III Cuatrimestre 2013
Sobre la terapia y los modelos sistémicos
La principal característica de los modelos sistémicos es que centran sus objetivos terapéuticos
en la modificación de patrones de interacción entre las personas. Su desarrollo ha estado
históricamente unido a la evolución de la terapia familiar.
El concepto de sistema de define por su oposición al reduccionismo, y pone el énfasis en las
propiedades del todo o en las propiedades metasumativas. Un sistema es un conjunto de
objetos o elementos que se relacionan entre si, que interactúan y que presuponen la existencia
de una interdependencia entre las partes y la posibilidad de cambio por reversibilidad de la
relación.
Existen sistemas abiertos y sistemas cerrados. Un sistema cerrado es aquel que no intercambia
información con el medio. El sistema abierto intercambia constantemente información con el
medio o con otros sistemas.
Hay tres propiedades principales de los sistemas abiertos:
Totalidad, esto es, la relación entre las partes de tal forma que la modificación de un elemento
provoca la modificación de todo el sistema.
Retroalimentación, cuya base es la circularidad, en donde a partir de una información emitida
existe cierta información de retorno permitiendo comunicación e intercambio. Se habla de
feedback positivo o negativo dependiendo de los efectos que produce, que pueden ser de dos
clases: estabilidad u homeostasis o sea feedback negativo que no produce cambios; y pérdida de
estabilidad del sistema, que genera cambio por lo que se considera feedback positivo. Tanto
homeostasis como transformación constituyen dos procesos complementarios para la vida del
sistema. Cuando la autorregulación no funciona correctamente se puede producir la destrucción
del sistema o su endurecimiento o pérdida de flexibilidad.
Equifinalidad se refiere a que es la naturaleza de los procesos que operan y no necesariamente
su origen los que generan los resultados dentro de un sistema abierto y autorregulado.
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A través de lo que se conoce como la Segunda Cibernética se consideró que todo sistema
viviente depende para su supervivencia de dos procesos llamados morfostasis y morfogénesis. El
primero mantiene la constancia del sistema y el segundo da cuenta de su variabilidad.
En el campo de la Terapia Familiar este desarrollo epistemológico permitió la aparición de
intervenciones generadoras de crisis, movimientos desequilibradores y actividades provocativas
que pretenden movilizar a la familia para generar cambios cualitativos.
En el modelo sistémico en general los síntomas son entendidos como expresiones disfuncionales
del sistema familiar. Así, el análisis no se concentra solamente en el paciente que tiene el
síntoma, sino que abarcará todo el sistema. La solución de los problemas o síntomas se
encuentra en estrecha vinculación con las relaciones o pautas que establecen los miembros del
sistema entre sí.
La Estructura Familiar
La estructura familiar es el conjunto invisible de demandas funcionales que organizan los modos
en que interactúan los miembros de una familia. Una familia es un sistema que opera a través
de pautas transaccionales sobre qué manera, cómo, cuándo y con quién relacionarse.
Las pautas transaccionales regulan la conducta de los miembros de la familia. Son mantenidas
por dos sistemas de coacción. El primero es genérico e implica las reglas universales que
gobiernan la organización familiar, la jerarquía de poder por ejemplo o la complementariedad
de funciones. El segundo es idiosincrático e implica las expectativas mutuas de los diversos
miembros de la familia cuyo origen deviene de las negociaciones explícitas e implícitas entre los
miembros. Aunque se hayan olvidado los contratos, las pautas permanecen.
Debe existir flexibilidad para movilizar estas pautas transaccionales de tal forma que la familia
pueda responder a los cambios internos y externos y ser capaz de transformarse. A la vez la
familia está compuesta por subsistemas, como pueden ser las díadas esposo-esposa, madre-
hijo, etc. Cada individuo pertenece a diferentes subsistemas en los que posee diferentes niveles
de poder. Un hombre puede ser un hijo, un sobrino, hermano mayor, hermano menor, esposo,
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padre, etc. Los límites de un subsistema están constituidos por las reglas que definen los
participantes. Los límites protegen la diferenciación del sistema.
Para que el funcionamiento familiar sea adecuado, los límites de los subsistemas deben ser
claros, deben definirse con precisión y permitir el contacto entre los miembros de subsistemas.
Estos límites pueden ir desde los extremadamente rígidos hasta los difusos y los subsistemas de
las familias suelen ir desde los aglutinados hasta los desligados.
A menudo un terapeuta opera como un delineador de límites, que clarifica los límites difusos y
abre los límites excesivamente rígidos. Su evaluación de los subsistemas y del funcionamiento
de los límites de la familia proporciona un cuadro diagnóstico en función del cual orienta sus
intervenciones terapéuticas.
El subsistema conyugal se constituye por dos adultos de sexo diferente que se unen con la
intención de constituir una familia. Son fundamentales la complementariedad y la acomodación
mutua. Para ello será importante que cada uno ceda parte de su individualidad de manera que
logren un sentido de pertenencia. Sobre todo cuando hay hijos, el subsistema conyugal debe
llegar a un límite que lo proteja de la interferencia de las demandas y necesidades de otros
subsistemas. El terapeuta debe proteger los límites que rodean este sistema.
El subsistema parental implica la diferenciación del subsistema conyugal con la finalidad de
socializar a los hijos. El límite debe permitir al niño acceder a ambos padres y a la vez quedar
excluido de las relaciones conyugales. El subsistema parental deberá irse adaptando a los
nuevos factores que actúan en el marco de la socialización, como la escuela y otras fuerzas
socializantes exteriores a la familia.
El subsistema fraterno constituye el primer laboratorio social donde los niños pueden
experimentar relaciones con sus iguales. En él los niños aprenden a negociar, cooperar y
competir, a lograr amigos y aliados. En los niños sin hermanos se alcanza a reconocer la
significación del sistema fraterno. Estos niños desarrollan pautas precoces de acomodación al
mundo adulto y pueden mostrar dificultades en el desarrollo de la autonomía y la capacidad de
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compartir. Los límites del subsistema fraterno deben proteger a los niños de la interferencia
adulta para que puedan ejercer su derecho a la privacidad.
Mitos y desmitificaciones del modelo sistémico
Una de las principales críticas consiste en reducir a la psicoterapia sistémica a un manojo de
técnicas comunicacionales y ridiculizar las intervenciones o prescripciones paradojales. En la
indagación sistémica se trabaja con el contexto y las interacciones. Así las tareas utilizadas
buscan generar acciones correctoras.
También se suele criticar el modelo al considerar al terapeuta como preguntón e
intervencionista, en contraste con los sistemas clásicos que pregonan una menor participación,
limitándose a la escucha y a la libre asociación. Profundidad del modelo y focalización del
problema son dos aspectos que también suelen ponerse en duda cuando del modelo sistémico
se trata.
A pesar de la complejidad del sistema familiar, y precisamente por esa complejidad, la Teoría
General de Sistemas ofrece un modelo útil para explicar tanto el funcionamiento de las familias
normativas como el de las nuevas familias, ofreciendo además una estructura que permite
integrar el conocimiento que aportan otros modelos teóricos, lo que ratifica su carácter
interdisciplinar e integrador.
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