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EL PAÍS, miércoles, 3 de mayo de 2000
Un meteorito pudo causar la mayor extinción de la historia de la Tierra.
Un cráter australiano, vinculado con la pérdida hace 247 millones de años del 90% de las especies
William J. Broad | Hace 247 millones de años, alrededor del 90% de las especies animales, incluyendo los trilobites, omnipresentes predadores marinos, desapareció de forma repentina, en términos geológicos, de la superficie de la Tierra. La causa de esta extinción en masa, la mayor de la historia, es desconocida, pero la identificación en Australia de un cráter producido en aquella época por el impacto de un meteorito hace pensar a algunos científicos que han hallado al culpable.
El cráter de Woodleigh, recién presentado en sociedad a través de una revista científica, tiene
120 kilómetros de diámetro y se encuentra oculto bajo 200 metros de sedimentos y rocas en la
costa oeste australiana, en la zona de Shark Bay. El momento en que se produjo el impacto no
ha podido ser precisado, pero todo indica que fue entre hace 200 y 280 millones de años,
afirman sus descubridores. El choque debió levantar toneladas de roca y polvo que
oscurecieron el cielo y probablemente provocaron un cambio climático que contribuyó a la
extinción. Sin embargo, el hecho de que no se haya datado todavía resta fuerza a la hipótesis
de que sea la causa de aquella desaparición masiva de especies.
Aquel cataclismo biológico representó la desaparición no sólo de los trilobites, sino también de
centenares de otras especies de invertebrados marinos, insectos y reptiles primitivos.
Constituyó un punto de inflexión en la historia de la Tierra que permitió el ascenso de los
dinosaurios y amplió los nichos disponibles para los reptiles que precedieron en la evolución a
los mamíferos. Otra gran extinción se produjo luego, hace unos 214 millones de años.
El cuarto en tamaño
El nuevo cráter es el mayor descubierto en la placa geológica australiana y el cuarto en tamaño
de los descubiertos en el mundo. Los tres mayores son los de Vredefort (Sudáfrica), Sudbury
(Canadá) y Chicxulub (México). En total se han encontrado hasta ahora unos 150 cráteres
debidos al impacto de cuerpos celestes.
El hallazgo australiano se inspiró en el trabajo detectivesco que llevó al descubrimiento del
cráter de Chicxulub, correspondiente al final del periodo cretácico y relacionado con la
desaparición de los dinosaurios y los ammonites hace 65 millones de años. El equipo
australiano estudió una muestra de una roca extraña extraída en 1981 por una empresa a 200
metros de profundidad en la región de Woodleigh y observó que el cuarzo de la roca estaba
fracturado, quizá como consecuencia de haber sido sometido a una presión y una temperatura
muy elevadas. En 1999, el estudio al microscopio de nuevas muestras extraídas en la zona y su
correlación con mapas de gravedad revelaron la cicatriz cósmica, una serie de círculos
concéntricos ahora ocultos.
Los esfuerzos por datar el cráter no han dado todavía resultado, aunque se han obtenido
indicios radioquímicos de que se produjeron altas temperaturas hace entre 250 y 280 millones
de años. Existe otro cráter encontrado en Brasil que también podría corresponder a una de las
causas de la extinción de hace 247 millones de años , ya que la mayoría de los científicos se
inclina por creer que fue una serie de circunstancias, y no una sola, la que produjo cada una de
las extinciones.
Los científicos australianos son cuatro, de la Universidad Nacional de Australia y del Servicio
Geológico de Australia Occidental, y el trabajo lo ha dirigido Arthur J. Mory y ha sido publicado
en la revista Earth and Planetary Science Letters.
Texto tomado de http://elpais.com/diario/2000/05/03/sociedad/957304805_850215.html
Gráfico, escaneado de la edición en papel del día de la fecha.
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