Un verano inolvidable

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Cuento infantil

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UN VERANO INOLVIDABLE

Una historia para contar en Navidad. Un tiempo para los recuerdos.

Y un cuento para mis sobrinas desde el corazón de su yayo.

En un pueblo castellano vivía un niño con su familia.

La familia tenía animales que salían todos los días a comer al campo.

En el pueblo tenían una pastora que llevaba el ganado a los mejores pastos. Se llamaba Virginia y era muy alegre.

Virginia estaba casada con un chico que se llamaba Pablo. Los dos eran muy felices y querían mucho al niño de esta historia.

La vida en el pueblo era muy tranquila. Cada vecino se ocupaba de sus tareas.

En el verano iban a la era, para ocuparse del trigo y de la siega.

Y cuando más alto estaba el sol, se sentaban a descansar y charlaban a la sombra de los árboles.

Las mamás cocinaban...

o lavaban la ropa en el río.

Los niños estudiaban en la escuela...

Y al llegar el otoño se dirigían todos a los viñedos para recoger la uva madura.

Los días de fiesta eran estupendos. Había música y trajes de colores.

Las vecinas se sentaban en la solana y comentaban las últimas noticias que habían ocurrido en el pueblo.

Al atardecer los hombres jugaban a las cartas.

Desde primeras horas del día los niños se juntaban y...

jugaban, jugaban y...

jugaaaaaaaaaaaban

Había terminado el curso, se acercaba el verano y con él, Virginia venía al pueblo para recoger el ganado y llevarlo a los pastos más frescos.

Sin embargo, ese año, Virginia no vino. “¿Qué hacemos con los animales?” se preguntaban muy preocupados los vecinos. Entonces, todos se reunieron para buscar una solución.

Después de pensar mucho, la mayoría decidió que lo mejor era dejar el ganado en el pueblo. Pero el padre de nuestro protagonista no pensaba lo mismo.

Por eso, el papá llamó al niño y le dijo: “Hijo mío, este verano llevarás tú el ganado a Virginia y te quedarás con ella en los pastos. Será una buena experiencia y ella te enseñará a cuidar de los animales”

Al niño no le hizo ninguna ilusión pero, como era muy obediente, recogió sus cosas y se preparó para pasar el verano más aburrido de su vida.

Al llegar, lo primero que vio fue una gran manada pastando tranquilamente.

Allí estaba Virginia que le esperaba muy contenta, gritándole desde lejos: “Hola, bienvenido. Eres un niño muy valiente”

El niño suspiró profundamente y mientras guardaba la última vaca pensaba: “¡Menudo veranito me espera!”

Sin embargo, al salir le esperaban varias sorpresas.La primera fue una hermosa casa en medio del paisaje. “¿Vivirán ahí Pablo y Virginia?” se preguntaba con curiosidad.

Pero, desde luego, lo que más le sorprendió fue ver una preciosa niña que venía hacia él guiando su vaquita hacia el establo.

➲ La niña era más pequeña pero muy lista y muy curiosa. Los dos niños hablaban mucho y compartieron todas las cosas que sabían.

Poco a poco se hicieron inseparables. Corrían por el campo, recorrían los caminos y jugaban todo el día en completa libertad..

Y cuando estaban muy fatigados se tumbaban sobre la hierba, en silencio. Ella miraba el cielo, él la miraba a ella.

Y, claro, el cariño se hacía cada vez más grande. El niño cuidaba de su amiguita y le hacía continuos regalos.

Virginia y la mamá de la niña les espiaban desde la ventana. Virginia se reía y le decía al niño: “Trátala bien que es tu novia”.

Pero hasta las cosas más hermosas tienen un final. El otoño llegó.

Y con el otoño, el regreso a casa y...

la separación de los dos amigos

Pasó el tiempo. El niño volvió a su pueblo, a su escuela, a sus estudios...

Y un día, cuando el niño ya era un hombre y había leído tantos libros que apenas podía recordar todos los títulos... encontró algo sorprendente:

Una novela que se titulaba PABLO Y VIRGINIA. Una historia que le devolvió un bellísimo recuerdo de su infancia.

➲ Un recuerdo que quiere compartir con las personas más importantes de su vida.

Porque, no lo olvidéis, los recuerdos compartidos se vuelven inmortales.

FIN

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