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Unidad Pastoral Cristo Salvador y San Matías
PASCUA 2019
“CRISTO NOS ACOGE
EN LA CRUZ”
“Venid a mí”
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CRISTO NOS ACOGE EN LA CRUZ
“Venid a mí” Un año más somos obsequiados con la celebración del Misterio Pascual. Si cada domingo
es una actualización de él, la Semana Santa nos ayuda a profundizar en él con mucha más
intensidad y extensión.
Este año, nosotros, fieles de la Unidad Pastoral “San Matías-Cristo Salvador”, nos
acercamos a la Semana contemplando a Cristo que nos acoge en la Cruz y nos invita a
seguir profundizando en el lema del curso pastoral: “la Acogida”, al decirnos: “Venid a mí
todos los cansados y agobiados y yo os aliviaré”.
Nuestras Parroquias se han propuesto vivir LA ACOGIDA que no es solamente acoger a los
demás. Para poder formar la nueva sociedad fraterna por acogedora, precisamos antes
acoger a Dios y dejarnos acoger por Él. Saboreando la hermosura de este Padre que nos
acoge, que hace posible que nuestra muerte se convierta en vida, como fue la de su Hijo
Jesús, nosotros, yo, podremos colaborar con Jesús a hacer una sociedad de hermanos.
Durante la Semana Santa de este año vamos a caminar junto a Jesús que nos ha dicho:
“Venid a mí”. Por ello a través de las celebraciones de esta Semana Santa centraremos
nuestra atención en esta frase evangélica.
“Venid a mí” no es una palabra que Jesús dijera en la Cruz. La dijo antes y nosotros la
sentimos, como nueva, en esta Semana Santa en la que nos invita a que acojamos todo el
misterio de salvación, de amor, de cercanía, de dolor, de ternura, de afecto, de perdón, de
dignidad, de maternidad, de solidaridad, de humanidad… que nace de este Jesús clavado
en Cruz que antes de morir nos dice una y otra vez: “Venid a mí”. Este Jesús que al
comienzo de su ministerio público nos habló e invitó a ser felices y bienaventurados, nos
sigue hablando en su Pasión y con su costado abierto nos dice: “Venid a mí”, a mi corazón
herido por ti. Acoge mi muerte que es vida para ti.
A través de las diversas y ricas celebraciones de la Semana Santa que nos ofrece la liturgia
apreciamos cómo somos amados por el Señor. Estas páginas de nuestro tradicional libro
de Semana Santa pretenden ayudarnos a vivirlas desde esta dimensión de “La Acogida”.
Por ello,
El DOMINGO DE RAMOS nos centramos en “Acoger a Jesús”.
El JUEVES SANTO viviremos el “Venid a mí los cansados y agobiados y os aliviaré”.
El VIERNES SANTO seguimos escuchando: “Venid a mí… Porque os amo hasta el extremo,
doy la vida por vosotros”.
El SÁBADO SANTO, aunque parece que solo hay silencio, en nosotros resuena el “Venid
a mí… os entrego a mi Madre”.
En la VIGILIA PASCUAL se nos propone que abramos toda nuestra persona, y no sólo
los ojos, porque “Cristo vive”. Así pues, “¡Acoge la vida!”.
El DOMINGO DE RESURRECCIÓN volvemos a tener la experiencia de que Cristo nos
dice: “Venid a mí. Soy yo. Tocadme”.
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Y durante toda la SEMANA DE PASCUA, y preparando la fiesta Parroquial de “Cristo
Salvador”, con los Evangelios de cada día, iremos percibiendo cómo somos invitados a
acoger a este Jesús, resucitado de la muerte.
No es una Semana Santa distinta a la de otros años. Es la misma Semana Santa de siempre
porque siempre celebramos a Cristo entregado a la muerte y resucitado de la misma por
la fuerza de Dios. Es la misma, y nueva, Semana Santa de todos los años celebrada en
Comunidad donde se nos invita a abrirnos a este mensaje de Jesús, de siempre y de cada
día: “Venid a mí todos los cansados y agobiados y yo os aliviaré”.
Este PÓRTICO de nuestro libro de Semana Santa quiere hacerse eco de estas palabras de
Jesús. “Venid a mí”.
Aunque tengáis los pies destrozados de dar rodeos como el sacerdote y el levita para no
contaminarnos de la “projimidad herida”; aunque os veáis ausentes de mí por las
infidelidades o negaciones como Pedro; aunque no hayáis sabido tratar a los demás como
hermanos y tuvisteis en las manos la piedra “adúltera” de fraternidad; aunque no me
hayáis confesado a la luz del día y hayáis acudido a mí, como Nicodemo, en la noche de la
cobardía; aunque sintáis que la fe es tan dudosa que os hundís en las aguas del mundo;
aunque tengáis vacío el pozo del agua viva y os conforméis con falsos amores… “Venid a
mí”.
Estáis cansados, desorientados, abatidos… “Venid a mí”. Poneos a los pies de la Cruz.
Miradme. Es por vosotros. “Venid a mí”. Haced como el buen ladrón. Haced como las
mujeres, como María Magdalena, y la noche será claro día. Veréis que la Cruz se hace luz,
la muerte, resurrección.
“Venid a mí”, tocad mis manos. Tocad mis heridas gloriosas: son vuestra propia vida
convertida en mi amor crucificado. Caminad conmigo y os hablaré y os confortaré y
sentiréis cómo arde vuestro corazón y me reconoceréis al partir el pan. “Ven, venid a mí”.
“¿Qué traes? Me gusta todo lo que viene con vosotros, sea dolor o cansancios o alegrías.
Me gusta que hayáis recogido a todos esos crucificados que veis por los suelos. Me agrada
que os hagáis portadores de las ilusiones de los jóvenes, de las lágrimas de los inmigrantes,
del triste regusto de los que se hacen embusteros. Os agradezco que ante mi Cruz me
traigáis las alegrías de los niños. ¡No os dejéis nada! Que os acompañe el mundo, que con
vosotros venga el santo Pueblo de Dios que atendéis en todos los servicios de caridad. Que
seáis miembros de este paciente Pueblo de Dios que me celebra en las Eucaristías y en los
actos de fraternidad y me va conociendo en las Catequesis. Decid a todos: “Que vengan a
mí”. Que todos son acogidos por mí.
“Venid a mí”, necesito deciros cuánto os quiero… “hasta el extremo”. Necesito sentir que
reposáis vuestra cabeza en mi pecho. Os necesito. Soy mendigo de vosotros… ¡“Venid a
mí”!
No caminéis solos. Os podéis caer. Os pueden guiar ciegos. “Venid a mí” y cada uno con
su cruz, seguidme, que “Soy Camino, Verdad y Vida” y aunque esté en la Cruz sabed que
la Cruz es el inicio de la Resurrección.
Esta quiere ser nuestra Semana Santa de 2019. Semana Santa para ser acogidos.
Acogidos por Él. Por el que se puso en la Cruz y nos espera en ella cuando nos ve cargados
con una vida que, a veces, pensamos que es una pesada cruz.
Es una Semana Santa para acoger al Redentor. ¡Cómo no, si de él nos viene la
salvación!
Es una Semana Santa para acoger como Él. Si deseamos ser partícipes de su gloria
aprendamos de Él que acogió a todos los que nadie quería.
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1-RITOS INICIALES
Canto de entrada: “Hoy vuelvo de lejos” (272)
Saludo del sacerdote: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén. Bendito sea Dios, que en su infinito amor nos ha dado a su Hijo Jesucristo.
Que su misericordia esté con todos vosotros.
Monición ambiental: Hermanas y hermanos: sed bienvenidos. Empezamos la Cuaresma
y queremos prepararnos para celebrar la Pascua del Señor que significa morir para poder
resucitar con Él. Algo así como clavar nuestros pecados en el madero de la cruz, para
revestirnos de la vida nueva del Espíritu. En esta celebración queremos mirarnos en el
espejo de Cristo, para medir la distancia entre su vida y la nuestra, para sopesar lo que
nos sobra y lo que nos falta, para sentir la necesidad de la conversión y abrirnos a la gracia
del Espíritu. No demos pues mucha importancia al rito material de recibir la ceniza. Porque
lo verdaderamente importante es que este rito sea el principio de un cambio en nuestra
vida de fe.
Oración Presidencial: Oremos pidiendo a Dios que nos ilumine para ver con
claridad el camino de la conversión.
(Pausa)
Sacerdote: Dios Padre, rico en misericordia, al ponernos en tu presencia y revisar
nuestras vidas, descubrimos que estamos lejos de responderte con total
generosidad y por ello reconocemos tu bondad y nuestro pecado. Danos ánimo
para recorrer con entusiasmo en esta Cuaresma el camino de conversión a Ti. Te
lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
2-LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a la primera lectura: Dios nos va a dirigir ahora su palabra para llamarnos a
la conversión. Para disponernos a la escucha será bueno que pensemos un momento acerca
de nuestra actitud interior ante el pecado.
¿Lo aceptamos sin más, sin darle la mayor importancia? ¿Somos conscientes de nuestros
fallos, egoísmos, debilidades, envidias, ¿Hay en nosotros una actitud de humildad, de saber
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reconocer nuestras faltas y pedir perdón por ellas? ¿Vemos a Dios como quien nos perdona
y nos quiere, a pesar de todo, si nos acercamos a pedir perdón?
Escuchemos al apóstol Juan.
1ª Lectura 1ª Jn 1,5 – 2,2
Examen: A la luz de lo que acabamos de escuchar examinamos:
Nuestros pensamientos:
¿Suelo juzgar y criticar a los demás?
¿Soy envidioso o avaricioso?
¿Miro al prójimo con actitudes egoístas?
¿Me gusta ser el centro de todos aquellos que me rodean?
¿Pienso que los demás son los egoístas, los envidiosos,
los que están llenos de defectos?
¿Me considero mejor que los demás?
Nuestras palabras:
¿Suelo insultar cuando me enfado?
¿Es mi lenguaje de un tono colérico y grosero?
¿Soy de los que no dicen nada, pero 'las guardan'
para vengarse en el momento más duro?
¿Miento? ¿Levanto falsos testimonios?
Nuestras obras:
¿Hago mis obras con generosidad o busco siempre mi propio interés?
Mi relación con familiares, amigos y conocidos, ¿está guiada por una
actitud de servicio o por una actitud de egoísmo?
¿Busco el dominio, el placer, ... o por el contrario tengo una actitud de
servicio?
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Salmo 129. (Se canta entero según la página 52 del cancionero.)
Monición al Evangelio: El pecado de omisión puede ser considerado como el pecado del
mundo. Continuamente oímos hablar de hambre, de desempleo, de pobreza, de guerras,
de inmigrantes, de excluidos... Ahora bien, ¿no formamos nosotros parte de esta sociedad
consumista y derrochadora que al mismo tiempo se lamenta de la pobreza y miseria de
tantos seres humanos? Escuchemos al Señor en el evangelio.
Lectura del evangelio: Mc 10, 17-27
Homilía. (Una pequeña pausa)
Examen: Después de escuchar la palabra del Señor, pensemos
¿No hay en mi vida amigos y conocidos a los que podría echar una mano, con los que
podría ser más amable y servicial?
¿Busco el bien de los demás, o solamente estoy preocupado por mis propias cosas?
En nuestra sociedad hay ancianos abandonados, drogadictos, deficientes, excluidos,
¿qué hago yo por ellos? ¿soy para los demás? ¿tengo tiempo para escuchar, para
sonreír, para dar una palabra de ánimo,
¿transmito optimismo a quienes se encuentran deprimidos y sin ilusión? ¿soy
constructor de esperanza?
Tal vez mi respuesta es decirme que no puedo hacer nada, que estas cosas me superan
y desbordan. ¿De verdad creo que no podría aportar mi granito de arena de alguna
forma?
¿Me pregunto sinceramente y sin miedos qué es lo que quiere Dios de mí?
¿Hasta qué punto estoy disponible para cambiar y actuar según los proyectos que Dios
tiene sobre mi persona?
¿Deseo de todo corazón que el Espíritu de Jesús me muestre en esta Cuaresma mi
propio camino para ser testigo fiel del Evangelio y así anunciar al mundo la Buena
Noticia pascual?
3-LITURGIA DEL SACRAMENTO
Presentación del signo: Te presentamos, Señor esta jarra de agua como símbolo de
limpieza, de purificación y renovación. Ella nos permitirá limpiar todo el polvo que se nos
ha pegado en el caminar de la vida.
Sacerdote: De pie pedimos perdón a Dios y a nuestro hermano recitando desde
el corazón la confesión general: “Yo confieso…..
Primera parte de la absolución: El sacerdote que
preside, extendiendo las manos dice:
“Dios Padre misericordioso que reconcilió
consigo al mundo por la muerte y resurrección
de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la
remisión de los pecados, os conceda por el
ministerio de la Iglesia el perdón y la paz.
Confesiones individuales (El que preside pide brevedad en las confesiones. Los
sacerdotes no imponen penitencia. Al final de las confesiones el sacerdote presidente les
impondrá un compromiso)
Compromiso comunitario (Sacerdote): Como compromiso comunitario nos
proponemos para esta Cuaresma algo muy sencillo:
Ayudar a una persona necesitada de alguna manera.
Padre nuestro
4-RITOS DE DESPEDIDA
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Rito de la paz: Hemos pedido perdón a Dios y Dios nos ha perdonado por medio del
ministerio de la Iglesia. Pidamos ahora a nuestros hermanos que nos perdonen también
intercambiando con ellos el signo de la paz
Acción de Gracias: (Segunda estrofa de “Vaso Nuevo” (Pág.156)
Te conocí y te amé, te pedí perdón y me escuchaste.
Hoy soy feliz, porque te conocí, pues te amo y nunca te olvidaré.
Yo quiero ser, Señor, amado, como el barro en mano del alfarero,
Toma mi vida, hazla de nuevo, yo quiero ser un vaso nuevo (Bis)
Bendición final
PERDON Y RECONCILIACIÓN
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“Acoger a Jesús”.
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“Acoger a Jesús”
Cuando sabemos que alguien vendrá a visitarnos, nos preparamos para acogerle como se
merece. Organizamos la casa, pero lo más importante es preparar nuestro interior. ¿Cómo
lo preparamos? recordando lo que hemos vivido con esa persona, para seguir tejiendo la
amistad o el amor que ha entrelazado nuestras vidas.
Un día, hace casi dos mil años, una multitud preparó “el escenario de la acogida al Mesías”:
ramas de olivo y de palmera, mantos por el suelo y brazos en alto en señal de acogida. A
gritos pedían que llegara el Mesías.
Es posible que pusieran más empeño en el escenario exterior que en la acogida interior,
porque, a medida que se acercaba la crucifixión, el miedo les fue derrotando.
Acoger a Jesús implica, como nos recuerda el profeta Isaías: dejar que cada mañana “nos
espabile el oído”, que nos lo abra y nos dé una lengua de iniciados.
Acogerle implica acompañarle en el camino de abajamiento, despojándonos de cualquier
rango; y no tener miedo a ser “uno de tantos”.
Acoger a Jesús es un misterio. Pidamos hoy que el Espíritu conduzca a toda la comunidad
hacia ese misterio.
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1-Procesión de los Ramos
Preparativos: (Se prepara la Cruz Parroquial adornada con ramos, dos ciriales o dos velas,
acetre y megáfono. La bendición, si hace buen tiempo, se celebra en la calle y si llueve, en
el pórtico de templo. En el lugar indicado, se reúnen todos los fieles, el Celebrante y los
ayudantes. Los asistentes tienen los ramos en la mano antes de la bendición.)
Monición para antes de la bendición de los ramos: Buenos días a todos. Este domingo
de los Ramos, iniciamos la Semana Santa, una semana solemne en la que queremos vivir
con Cristo, su Pasión, Muerte y Resurrección. Hoy la Iglesia recuerda la entrada victoriosa
de Cristo en Jerusalén para consumar su misterio pascual. La liturgia de este domingo
consta de tres momentos: 1) La bendición de los ramos; 2) La procesión en honor a Cristo
Rey; 3) La celebración de la Eucaristía. Empezamos
Celebrante: Hermanos, ya desde el principio de la cuaresma nos venimos
preparando a la Pascua con obras de penitencia y caridad. Hoy cercana ya la
noche de la Pascua nos disponemos a inaugurar en comunión con toda la Iglesia,
la celebración anual de los misterios de la Pasión y Resurrección de Jesucristo,
misterios que comenzaron con la solemne entrada del Señor en Jerusalén. Por
todo ello, recordando con fe y devoción la entrada de Jesucristo en la ciudad
santa, le acompañaremos con nuestros cantos, para que, participando ahora de
su cruz, merezcamos un día tener parte en su resurrección.
Oración del sacerdote para bendecir los ramos.: (Los fieles levantan sus ramos)
OREMOS. ACRECIENTA, SEÑOR, LA FE DE LOS QUE EN TI ESPERAN Y ESCUCHA
LAS PLEGARIAS DE LOS QUE A TI ACUDEN, PARA QUE QUIENES ALZAMOS HOY
LOS RAMOS EN HONOR DE CRISTO VICTORIOSO, PERMANEZCAMOS CON ÉL
DANDO FRUTO ABUNDANTE. POR JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR. AMÉN.
(El sacerdote en silencio rocía con agua bendita los ramos).
Monición antes del Evangelio: (Lucas 19, 28-40): El
evangelista Lucas, a lo largo de todo su testimonio escrito,
su Evangelio, nos ha presentado a Jesús que, con sus
palabras y con sus signos de liberación, ha anunciado el
Reino de Dios. Ahora, Jesús entra en Jerusalén; eso sí,
montado en un borrico, símbolo de la paz y de la humildad,
y que es aclamado como aquél que viene en nombre del
Señor, como el esperado de los tiempos. Unimos nuestras
voces y nuestros corazones a este momento tan
significativo. Escuchamos el relato evangélico.
Proclamación del Evangelio. (Lucas 19, 28-40)
Homilía Brevísima
Sacerdote: Queridos hermanos: como la muchedumbre aclamaba a Jesús,
acompañemos también nosotros con júbilo al Señor cantándole con entusiasmo.
Cantos para la procesión:
Hosanna al Hijo de David. Hosanna al Hijo de David
Bendito el que viene, en nombre del Señor, en nombre del Señor
1-Del Señor es la tierra y cuanto la llena, La fundó sobre los mares,
la afianzó sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor?
“Alleluia, alleluia, el Señor es nuestro Rey” (Pág.49)
(Al llegar al altar, el sacerdote espera a que entren todos los fieles y una vez colocados en
los bancos, hace la oración colecta según el misal)
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Eucaristías sin bendición ni procesión de ramos
CANTO DE ENTRADA: "Cristo nos da la libertad" (Pág. 133)
MONICIÓN AMBIENTAL: ¡Buenos días! o ¡Buenas tardes! Bienvenidos a esta primera
celebración de la Semana Santa. Empezamos la eucaristía llenos de júbilo por la entrada
triunfal de Jesús en Jerusalén, pero al mismo tiempo vamos a entrar en el misterio del
amor de Dios a la humanidad. Cristo es entregado a la muerte para salvarnos. Este es el
gran pensamiento que nos debe ocupar en estos días. Cristo muere y resucita para salvar
a todos.
SALUDO DEL SACERDOTE. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén. Que la gracia de Dios nuestro Padre que nos dio a su Hijo como Salvador esté con
todos vosotros. Y con tu espíritu
ACTO PENITENCIAL. Pidamos perdón a Dios por las veces que hemos sido infieles a su
voluntad.
-Tú que, no conociendo el pecado, cargaste con el pecado de todos. Señor, ten piedad.
-Tú que siendo inocente fuiste condenado como pecador. Cristo, ten piedad.
-Tú que derramaste tu sangre para el perdón de los pecados. Señor, ten piedad
ORACIÓN COLECTA
2-Liturgia de la Palabra
Monición a la primera lectura. (Isaías 50, 4-7): Hoy, Domingo de Ramos, todo quiere
ayudarnos para así llegar preparados a la escucha y meditación del relato de la Pasión del
Señor. Esta lectura de Isaías nos describe cómo el mismo profeta escucha y medita cada
día esa Palabra para transmitirla como mensajero al pueblo. Así presenta la figura del
Siervo de Yahvé, quien tiene la misión de ser aliento para los abatidos y es que Dios mismo
está en el sufrimiento del Siervo y ese sufrimiento le convertirá en redentor. Escuchamos.
Salmo responsorial:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Bis) (o también)
Oh Dios, ¿por qué me has abandonado? (Bis)
Monición a la segunda lectura. (Filipenses 2, 6-11): Pablo nos transmite un antiguo
himno que sintetiza el misterio de la Encarnación. Cristo se humilla hasta la muerte de
Cruz y el Padre lo exalta sobre todo lo creado. Él es el servidor que se ha despojado de
todo poder. Así comparte la condición de todos los despojados, de todos los que no tienen
poder ni dominio sobre nadie.
Aclamación para antes de la lectura de la Pasión:
¡GLORIA Y HONOR A TI, SEÑOR JESÚS!
Monición a la Pasión del Señor, según San Lucas: Ahora vamos a escuchar el relato
sobrecogedor de la Pasión del Señor. Lo escucharemos con el corazón lleno de gratitud por
su fidelidad, por su entrega y su amor. Y lo escucharemos con mucha fe, porque en la cruz
de Cristo está nuestra vida.
Aclamaciones a la Pasión:
1ª. Pág. 170: “…y a Jesús se lo entregó a su voluntad” “Pueblo mío, ¿qué te he hecho? …..
2ª. Pág. 171: “…”Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. “Perdona a tu pueblo, Señor”….
3ª. Pág. 173: Al final, después de “Palabra del Señor” “Victoria, Tú reinarás, oh cruz tú nos
salvaras”
Homilía breve
Credo
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Oración de los fieles
Sacerdote: Acogiéndonos a la oración de Cristo que intercede por nosotros,
presentamos a Dios Padre nuestra oración, diciendo:
ESCUCHA, SEÑOR, NUESTRA ORACIÓN
Por la Iglesia, para que, movida por el celo de la gloria de Dios, anime todos sus
hijos a seguir, en los buenos y en los malos momentos, los pasos de Jesús.
Roguemos al Señor.
Por los pueblos más empobrecidos o sometidos al capricho de los poderes públicos,
para que alcancen su propia liberación. Roguemos al Señor.
Para que la celebración de la Semana Santa sea sincera y comprometida con la
pasión de Cristo que continúa hoy. Roguemos al Señor.
Para que nuestra comunidad se vea reflejada en el espejo de la pasión de Jesucristo
y encuentre momentos de reconciliación y de esperanza. Roguemos al Señor.
Para que este tiempo de Semana Santa sea realmente ocasión para un nuevo
encuentro con el Cristo que muere y resucita. Roguemos al Señor.
Sacerdote: Haz, Señor, que vivamos con seriedad estos días de Semana Santa y
sirvan para madurar nuestra fe. Por el mismo J.C.N.S. Amén.
3-Liturgia de la Eucaristía
Canto de ofrendas: “¿Qué te puedo dar?” (88)
Santo Cantado
Padre nuestro cantado: (105. Espinosa)
Cordero de Dios
Canto de comunión: “Los hombros traigo cargado” (201)
4-Ritos de despedida
Oración del sacerdote
Oración sobre el pueblo
Bendición del Sacerdote
Monición de despedida: Hermanos: hemos sido fortalecidos con la Palabra y con la
Eucaristía. Ojalá estemos dispuestos a subir a Jerusalén, y hacer presente el
acontecimiento y el mensaje de Jesús en medio de nuestro mundo. Que en estos días
sagrados sepamos acompañar a este Señor y Maestro y, así aprendamos a estar también
más cerca de los hermanos que sufren la angustia, la soledad, la incomprensión, las
injusticias. ¡Feliz, profunda y “cristiana” Semana Santa!
Despedida del sacerdote:
Podéis ir en paz. Demos gracias a Dios
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“Venid a mí los que estáis cansados y
agobiados que yo os aliviaré”
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“Venid a mí los que estáis cansados y agobiados
que yo os aliviaré” Jesús había amado a los suyos y se lo había demostrado de mil maneras, pero cuando en
el horizonte apareció la muerte, los amó hasta el extremo.
¿Qué esperamos de alguien que nos ama muchísimo y está próximo a la muerte? Que nos
deje su herencia: sus consejos, recuerdos, incluso que nos deje objetos entrañables que
serán signo de su presencia… Sobre todo, intentamos recoger sus palabras y gestos como
un tesoro que no queremos que se pierda. Pensemos en la muerte de nuestros seres
queridos.
Jesús nos entrega su herencia con un gesto y unas palabras que nos descolocan. Si solo
hubiera hablado de lavarnos los pies unos a otros, quizá hubiésemos creído que era una
parábola y se refería a “los pies espirituales” (como nos ha pasado con la pobreza).
Pero nos lo puso muy fácil, por si éramos duros de mollera. Se colocó en la posición física
de los esclavos y las mujeres: a los pies de los demás. Y lavó realmente los pies, que era
uno de los mayores gestos de acogida y hospitalidad en su tiempo. Luego nos explicó el
signo: os he dado ejemplo, para que vosotros hagáis lo mismo.
En la celebración de hoy, al ver la escena del lavatorio en la liturgia sería bueno
preguntarnos: ¿Con qué gestos expresamos la acogida y la hospitalidad, personalmente y
en la Unidad Pastoral?
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(Ambientación y Moniciones)
Himno:
Creemos en el amor (Pág. 131)
Monición al Salmo 79
Este salmo es una “suplica colectiva” ¡Señor, estamos abatidos! ¡Sálvanos! Recitamos este salmo en plural, en nombre de tantos hombres que tienen como pan abundantes lágrimas. Ante esta realidad, el salmista, aunque dolorido, no está desesperado. Orando dice “Vuelve, Señor… Ilumina tu rostro y sonríenos”. Tiene la certeza de ser escuchado, y promete: “No nos alejaremos de ti, danos vida, para que invoquemos tu nombre”. Comencemos un nuevo día dando gracias a Dios por el don de la Vida.
Modo de hacerlo: Proclamamos el salmo a dos coros y todos juntos cuando lo indica.
Monición al Cántico de Isaías 12, 1-6
En las palabras que componen el cántico de Isaías, nos reconocemos agradecid@s a todo lo que hemos recibido de Ti Señor a lo largo de nuestras historias.
Junto al Profeta hacemos experiencia de los que Dios ha hecho por nosotros, por la vida que continuamente nos da, agradecid@s le decimos: “Te damos gracias, Señor…” Esta nueva jornada nos abre a la alegría de la gratitud.
Modo de hacerlo: Lo proclama un solista
Monición al Salmo 80
El salmo invita a dar gracias a Dios por la Vida que nos ha dado, pero también es una llamada a escuchar la voz de Dios y a la conversión: “Ojalá me escuchaseis mi voz… caminéis por mi camino” … Hoy, Señor de la Vida, nos disponemos a dejarte hablar, a escucharte en nuestro interior y en las personas que nos rodean…
Modo de hacerlo: Lo lee un solista
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Invocación inicial:
V/ Dios mío, ven en mi auxilio.
R/ Señor, date prisa en socorrerme.
V/ Gloria al Padre...
R/ Como era en el principio...
Himno
Creemos en el amor (p. 131)
Salmo 79
Antífona 1: Confío en ti, de ti me fie…
Pastor de Israel, escucha,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que te sientas sobre querubines,
resplandece ante Efraín, Benjamín y Manasés;
despierta tu poder y ven a salvarnos.
Todos: Oh Dios, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Señor, Dios de los ejércitos,
¿hasta cuándo estarás airado
mientras tu pueblo te suplica?
Les diste a comer llanto,
a beber lágrimas a tragos;
nos entregaste a las contiendas de nuestros
vecinos,
nuestros enemigos se burlan de nosotros.
Todos: Dios de lo ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Sacaste una vid de Egipto,
expulsaste a los gentiles y la trasplantaste;
le preparaste el terreno, y echó raíces
hasta llenar el país;
su sombra cubría las montañas,
y sus pámpanos, los cedros altísimos;
extendió sus sarmientos hasta el mar,
y sus brotes hasta el Gran Río.
¿Por qué has derribado su cerca
para que la saqueen los viandantes,
la pisoteen los jabalíes
y se la coman las alimañas?
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa.
La han talado y le han prendido fuego;
con un bramido hazlos perecer.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre.
Todos: Señor, Dios de los ejércitos,
restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Cántico (Is 12, 1-6)
Antífona 2: Gritad jubilosos qué grande…
Te doy gracias, Señor,
porque estabas airado contra mí,
pero ha cesado tu ira
y me has consolado.
Él es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.
Aquel día diréis:
“Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
“Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel”.
Salmo 80
Antífona 3:
Ojalá escuchemos hoy su voz…
Aclamad a Dios, nuestra fuerza;
dad vítores al Dios de Jacob:
Acompañad, tocad los panderos,
las cítaras templadas y las arpas;
tocad la trompeta por la luna nueva,
por la luna llena, que es nuestra fiesta.
Porque es una ley de Israel,
un precepto del Dios de Jacob,
una norma establecida para José
al salir de Egipto.
Oigo un lenguaje desconocido:
Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré,
te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel!
20
No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto;
abre la boca que te la llene.”
Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
en un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios;
los que aborrecen al Señor te adularían,
y su suerte quedaría fijada;
te alimentaría con flor de harina,
te saciará con miel silvestre.
LECTURA BREVE: 1Jn.4, 19-21
Nosotros podemos amar, porque él nos amó
primero. Si alguno dice: «Amo a Dios», y
aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues
quien no ama a su hermano, a quien ve, no
puede amar a Dios, a quien no ve. Y hemos
recibido de él este mandamiento: quien ama a
Dios, ame también a su hermano.
INTERIORIZACIÓN EN SILENCIO
RESPONSORIO BREVE
V/ Nos has rescatado, Señor, con tu sangre
R/ Nos has rescatado, Señor, con tu sangre
V/ De toda raza, lengua, pueblo y nación.
R/ Nos has rescatado, Señor, con tu sangre
V/ Gloria al Padre…
R/ Nos has rescatado, Señor, con tu sangre
CÁNTICO DEL BENEDICTUS
Antífona:
He deseado enormemente comer esta
Pascua con vosotros antes de padecer.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros
enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre
Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre…
PRECES.
Venimos a Ti, Cristo y Salvador nuestro, te
presentamos en comunidad nuestra humilde
oración. Porque te necesitamos decimos:
Señor, ten piedad de nosotros.
Tu que nos invitas a la mesa compartida en la
Eucaristía, ayúdanos a ver todas las mesas
vacías que hay junto a nosotros para que
seamos capaces de compartir nuestra mesa
con todos.
Tu que a través del gesto del lavatorio de los
pies nos invitas al servicio desde la humildad
ayúdanos a tomar conciencia de todas las
eucaristías que hemos vivido en la rutina sin
comprometernos seriamente y tomemos la
opción de darnos a los demás desde el
servicio y el amor.
Tú que hiciste de la Eucaristía el símbolo del
amor, ilumínanos para poder responder a tu
amor amando a cada uno de nuestros
hermanos.
(Aquellos que lo deseemos podemos añadir
nuestras oraciones)
Unidos a Jesús, y a tantas personas que te
aclaman nos reconocemos Hermanos e Hijos de
un mismo Padre…Padre nuestro
ORACIÓN
Señor Dios, continúa derramando sobre nosotros
los dones de tu amor, para que aprendiendo de
ti podamos reconocernos discípulos tuyos y
anunciemos con nuestras vidas tu Resurrección.
Por Jesucristo nuestro Señor. AMEN
21
JESÚS ACOGEDOR
Los gestos de Jesús
La acogida de Jesús por los que sufren está
cargada de una calurosa humanidad, que se
expresa a través de gestos de compasión,
gestos corporales que dicen mejor que las
palabras de atención, la ternura de Jesús. En
el evangelio de Lucas se resaltan de manera
especial estas actitudes. No es extraño, pues
es el evangelista de la misericordia, la
acogida de todas nuestras miserias humanas.
Lc 4,38. Jesús se inclina sobre la suegra de Pedro. Se inclina sobre... ¿No es un
gesto maternal por excelencia? ¡Inclinarse sobre la cuna del niño! En un plano simbólico,
si hacemos la trasposición, ¿no podemos ver a Dios inclinarse sobre cada uno de nosotros
para acogernos con amor cada vez que en el ajetreo de la existencia recurrimos a él?
Lc 5,12. Toca al leproso, paria de la sociedad. ¿Quiere darnos a entender Dios que es
él el primero en dejarse tocar por nuestras penas? Así, la mujer hemofílica lo toca para
que él, Jesús, se sienta tocado (Lc 8,43)
Lc 7,14. Toca al ataúd del hijo de la viuda de Naín. Gesto provocador que lo hace impuro
ante la ley, fuera de la ley, por tanto, ante los ojos de los fariseos. Gesto sorprendente
en el que Jesús muestra que también él se siente tocado por el dolor de esta mujer que
llora a su hijo. Sorprendentes también las palabras de compasión aparentemente inútiles
que dice a la madre: ¡No llores! ¿Por qué dice esto Jesús cuando ya no nos quedan ojos
más que para llorar, sino es para mostrarnos que él no puede hacer otra cosa que
mostrarse inútil ante el dolor de la muerte que separa, mientras que es eficaz en la
invisible resurrección? Esperanza que puede secar nuestras lágrimas.
Lc 7,44. Esta vez es la mujer a la que llamaban pecadora la que lo toca. Y Jesús no tiene
miedo de mirar a la cara a una mujer de vida alegre... ¡envuelta en lágrimas! Se vuelve
hacia ella. Dios quiere hacernos comprender con este gesto que él se vuelve hacia
nosotros cada vez que ve cómo el pecado nos desvía de él y hace de nosotros mujeres y
hombres de vida triste. Impresionado nos convierte, nos perdona. ¿No es acaso esto lo
que dice a la mujer que ha sabido amar?: ¡Porque ha amado mucho, se le perdona
mucho! He aquí hasta dónde llega la acogida de Dios: ¡un exceso de amor.
Lc 8,30. ¿Cómo te llamas? Jesús le hace esta pregunta a un hombre poseído por el
demonio. ¿A un vagabundo, o a uno de esos que hablan solos por la calle, tomándola con
todo el mundo, os gustaría preguntarle su nombre? Ser llamado por el propio nombre es
ya ser reconocido y ser amado. ¿No querrá decirnos Dios, al dirigirse personalmente a
los que más nos repugnan, que para él cada ser humano es sagrado, que él ama a cada
uno como para acogerlo por su nombre?
Lc 8,49. Le toma la mano a la hija de Jairo, a la que se cree muerta, para despertarla
de su coma. ¿No quiere darnos Dios a entender que invisiblemente él nos toma de la
mano para ayudamos a pasar por tantas muertes como nos encontramos en la existencia?
22
Lc 10,47. Acercó a un niño y lo puso a su lado. Uno no le hace a un niño acercarse,
así como así. ¿Qué hizo Jesús para que se le acercara? ¿Sonreírle? ¿Qué palabras
amables, apropiadas, le diría? ¿Un juego quizás? ¿Qué haría para que el chavalín quisiera
ponerse a su lado? Sea lo que fuere, sabernos que Dios quiere hacernos comprender que
los niños están muy cerca de él, que es necesario acercarse a él, a Dios, considerándose
como un pequeñín. Hacerse niño de nuevo para ponerse al lado de Dios: es una de las
condiciones para ser acogido.
Lc 18,41. Jesús se detuvo... Cuando estuvo cerca, le preguntó al ciego de Jericó: ¿Qué
quieres que haga por ti? Jesús no esquiva la dificultad. No hace como si no viera. Jesús
no pasa de largo. Se detiene allí donde el hombre sufre, allí donde el hombre cae. Jesús
se acerca a este ciego que pide limosna. Acercarse es una de las condiciones para acoger.
Jesús cuenta con nosotros y es el sentido de sus palabras: ¿Qué quieres que haga por ti?
Ciertamente Jesús sabe muy bien de qué tenemos necesidad, lo que deseamos, pero
quiere que le contemos nuestra vida. Como para acogernos mejor.
Mc 9,21. Jesús fijó su mirada en él y lo amó. Lo habéis reconocido. Se trata de aquel
rico al que se llama el joven. Lucas no menciona esa mirada de Jesús. Sólo el evangelista
Marcos repara en esto. ¿Qué hubo entre Cristo y este hombre? Dios y el hombre,
mirándose a los ojos... Dios ve más allá de nuestros límites. Él nos ama no a pesar de
nuestras limitaciones, con las que choca, sino por nuestra capacidad de amar. Nos acoge
según nuestra medida. Acepta, pues, que digamos como el joven rico del evangelio: No
puedo. Es más fuerte que yo. Dios nos acoge a pesar de todo, pues él puede amarnos
hasta el infinito: el amor es más fuerte que él. ¡Dios, fuerte en el amor!
PARA LA REFLEXION
• ¿Cómo acoge Jesús? ¿Qué elementos resaltarías?
• ¿Estamos a abiertos y dispuestos a acoger todos aquellos que llegan a nosotros?
• ¿Cómo hacemos nosotros la acogida de aquellos que llegan a nosotros?
• ¿Nos plantea esta reflexión nuevas formas de actuar?
POSIBLE DINAMICA:
Invitar a algunas personas a compartir con nosotros su experiencia en relación con la
acogida:
Emigrantes:
¿Te sentiste acogido al llegar a España y al
barrio?
¿Qué dificultades viviste?
¿Qué echaste en falta?
¿Cómo encontraste a las personas abiertas,
recelosas, acogedoras, hostiles…?
Acogedores de los jóvenes de Taize:
¿Qué dificultades te planteaste antes de acoger
a estos jóvenes?
¿Cómo viviste la acogida y el compartir varios
días con ellos?
¿Qué te aportó esta experiencia?
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Preparativos para la celebración: (Todos los preparativos de este día hacen referencia
al lavatorio de los pies y al traslado del Santísimo al Monumento: Jarra con agua, jofaina,
dos toallas, una para ceñírsela el sacerdote y otra para secar los pies, colonia, lavabo
para el sacerdote, un trozo de limón y para el traslado del Santísimo, incensario y paño
humeral)
1-Ritos iniciales
Entrada procesional del sacerdote
desde el fondo del templo
Canto de entrada: “Como el Padre me
amó” (122) o “En su mesa hay amor” (140)
Monición ambiental: Buenas tardes y
bienvenidos. En esta tarde del jueves,
vamos a celebrar la Cena del Señor. Es una
tradición que llega hasta las primeras
comunidades cristianas. Jesús, la tarde
antes de padecer, quiso celebrar la Pascua
con sus amigos. En aquella cena, en un
ambiente de intimidad y generosidad desbordantes, Jesús dijo las mejores palabras e
hizo cosas y gestos inolvidables. Nosotros, hoy, en memoria suya, no reunimos para
recordar y actualizar estas palabras y estos gestos de Jesús. Él quiere celebrar hoy la
Pascua con nosotros. Todo es un misterio de amor extremado, que le lleva, desde
lavarnos los pies, hasta entregarnos su Cuerpo y su Sangre. Por eso hoy es también el
día del Amor fraterno. Día para aprender las lecciones de Amor que Jesús nuestro amigo
nos enseñó.
Saludo del celebrante: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén. El amor de Dios Padre, manifestado en Jesús, presente en la Palabra y en
la Eucaristía, que nos da la fuerza de su Espíritu para que vivamos en entrega y
amor, esté siempre con todos vosotros. Y con tu espíritu.
Rito penitencial: Delante de Dios, pedimos perdón por nuestras limitaciones, por
las faltas de caridad y entrega a los hermanos.
-Tú que instituiste la Eucaristía, y nos llamas a extender tu entrega y amor.
TEN PIEDAD, SEÑOR, TEN PIEDAD. -Tú que amaste a los tuyos hasta el extremo.
Y DE MÍ, CRISTO, APIADATÉ, CONTRA TI …. -Tú que nos das ejemplo para que vivamos como testigos anunciando tu
Evangelio.
TEN PIEDAD, SEÑOR, TEN….
Sacerdote: Envía, Señor, tu fuerza a nuestro corazón, que esa
fuerza nos ayude a compartir nuestra vida con los hombres
necesitados de amor y al final de nuestra vida, llévanos a la
vida eterna.
Amén.
Canto del Gloria. (Se pueden tocar las campanas o campanillas
durante el canto del Gloria)
Oración cantada
https://www.google.es/imgres?imgurl=https://estatico3.diariolibre.com/documents/10157/0/1362x600/157c0/1047d600/none/10904/GNIA/image_content_8123309_20170413113200.jpg&imgrefurl=https://www.diariolibre.com/actualidad/
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2-Liturgia de la Palabra
Monición a la primera lectura: (Éxodo 12, 1-8. 11-14): Esta primera lectura nos
describe la comida del cordero por parte de los judíos, al comienzo de la noche de su
liberación de Egipto. Ese era el banquete que conmemoraba el banquete pascual
celebrado por Jesús con sus discípulos. La cena pascual para los judíos antes de salir de
Egipto y el cordero que inmolaron para señalar las puertas de su casa, son la figura de
Jesucristo y de la cena de despedida que Él celebró con sus discípulos.
Respuesta al salmo:
EL CÁLIZ QUE BENDECIMOS ES LA COMUNIÓN EN LA SANGRE DE CRISTO
Monición a la segunda lectura. (1ª Corintios 11, 23-26): El apóstol Pablo, que ha
tenido una experiencia personal y singular de Jesús, su Maestro y Señor, sintetiza en este
pasaje, el sentido de la Cena del Señor: además de ser una tradición recibida y que
procede del mismo Jesús, es la expresión de su vida entregada por la salvación de la
humanidad. La Comunidad Cristiana vuelve a celebrar y revivir cuanto en este gesto se
nos ofrece. Lo escuchamos.
Aclamación al evangelio:
“Os doy un mandato nuevo (Bis)
que os améis, que os améis, como yo os he amado (Bis)
Evangelio. (Juan 13, 1-15)
Homilía
3-Lavatorio de los pies
(El sacerdote se despoja de la casulla, se ciñe una toalla y ayudado por dos laicos va
lavando y secando los pies a las seis personas que están preparadas)
Monición: El Señor Jesús, después de la cena, se
levantó y lavó los pies a sus discípulos. Es un gesto
que acompañaba y hacía creíbles sus palabras:
“Amaos los unos a los otros como yo os he
amado; en esto conocerán que sois mis
discípulos”. Lo que hacemos es tan sólo un gesto,
que tiene que expresar todo el significado y contenido
de una vida de entrega y de servicio a los demás. De
lo contrario, puede quedarse tan sólo en un mero rito
o en una expresión de nuestra falta de coherencia y
de hipocresía. Hoy lo queremos vivir como el mismo
Jesús lo vivió, con toda su fuerza y exigencia. Solo se
van a lavar los pies seis personas que representarán
seis problemas de nuestra sociedad provocados por la
incomprensible incoherencia de muchos hombres.
1º-las guerras. Señor, traemos a nuestra celebración a tantos seres humanos víctimas
de las guerras provocadas por otros seres humanos. A unos y a otros les lavamos los pies
para que lleguen a comprender que Tú les amas y que la única solución del hombre es el
amor, no la guerra.
Canto:
Sigue habiendo tantos pies que lavar.
Sigue habiendo tanta oscuridad, que iluminar.
Tantas cadenas que romper.
Pan y vino para el pobre quiero ser.
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2-El terrorismo: Señor, muchos hombres siembran el terror en el mundo de hoy. Tú
sembraste el amor. Hoy queremos lavar los pies a tantos inocentes como mueren por la
sinrazón del terrorismo y a los mismos terroristas, para que todos crean en el amor como
solución para el hombre
Canto:
Sigue habiendo tantos pies que lavar.
Sigue habiendo tanta oscuridad, que iluminar.
Tantas cadenas que romper.
Pan y vino para el pobre quiero ser.
3-Maltrato: Señor, a veces parece que creaste hombres de primera, de segunda y de
tercera clase. Pero somos nosotros los que nos creemos amos y señores de otros hombres
a los que podemos esclavizar y maltratar. Hoy queremos lavar los pies a tantos niños,
mujeres y hombres maltratados, humillados y despojados de su dignidad.
Canto:
Sigue habiendo tantos pies que lavar.
Sigue habiendo tanta oscuridad, que iluminar.
Tantas cadenas que romper.
Pan y vino para el pobre quiero ser.
4-Hambre: Millones de semejantes mueren de hambre todos los días. Millones de niños
están desnutridos mientras que en nuestro mundo se desperdician los alimentos. A todos
ellos les traemos a nuestra celebración de esta tarde para lavarles los pies y pedirles
perdón
Canto:
Sigue habiendo tantos pies que lavar.
Sigue habiendo tanta oscuridad, que iluminar.
Tantas cadenas que romper.
Pan y vino para el pobre quiero ser.
5-El medio ambiente: El Papa Francisco ha levantado
el grito en esta Cuaresma para decirnos que no podemos
maltratar la creación de Dios sin poner en riesgo el
bienestar del hombre. Queremos lavar hoy los pies a
tantas personas que no pueden disfrutar de la naturaleza
por la contaminación y el maltrato que hacemos de ella.
Canto:
Sigue habiendo tantos pies que lavar.
Sigue habiendo tanta oscuridad, que iluminar.
Tantas cadenas que romper.
Pan y vino para el pobre quiero ser.
6-La soledad: Señor, multitud de personas viven en plena soledad, aislados de la
sociedad, sin nadie que les acompañe, sin nadie que les ayude, sin que nadie les bese y
abrace, sin nadie que les ame. A todos ellos los traemos a nuestra celebración para
lavarles los pies.
Canto:
Sigue habiendo tantos pies que lavar.
Sigue habiendo tanta oscuridad, que iluminar.
Tantas cadenas que romper.
Pan y vino para el pobre quiero ser.
(Terminado el lavatorio de los pies, el sacerdote se quita la toalla, se vuelve a poner la
casulla y desde la sede introduce la Oración de los Fieles)
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Oración de los fieles:
Sacerdote: Hermanos, oremos a Dios Padre, por medio del Señor Jesús,
confiados en su amor y su misericordia, puesto que nadie nos ha dado una
prueba mayor de amor. Respondemos diciendo:
ENSÉÑANOS A AMAR COMO TÚ NOS AMASTE.
1. Por aquellos hombres a quien la sociedad ha marginado de forma injusta por
pertenecer a otra cultura, raza o condición social. Te pedimos que el amor fraterno
que tu Hijo nos dejó como valor principal de nuestra vida haga posible que algún día
estos problemas se conviertan en motivo de unión. Oremos.
2. Por todas las familias que quedan divididas a causa de las guerras y los desastres
naturales. Para que el Señor les dé una señal de esperanza y visión de futuro donde
recobren la fraternidad y la tolerancia. Oremos.
3. Para que nuestros obispos y presbíteros que hoy recuerdan el principio de su
ministerio y han renovado sus promesas sacerdotales, vivan plenamente configurados
con Jesús y sean siempre fieles a lo que en su ordenación prometieron. Oremos.
4. Para que los enfermos, al ser ungidos con el óleo de la salvación, experimenten la
protección del Señor y sientan mejora en su enfermedad y alivio en sus dolores.
Oremos.
5. 5-Para que en nuestras Comunidades aprendamos a servirnos unos a otros con amor,
humildad y respeto. Oremos al Señor.
Sacerdote: Acoge, Señor, nuestros deseos y las necesidades de nuestro mundo
como un clamor de nuestra pobreza necesitada de tu ayuda. Por Jesucristo
nuestro Señor. Amén
4-Liturgia de la Eucaristía
Colecta para Cáritas Parroquial
Canto mientras la colecta. “Tú pones lo demás” (Pág. 92). Solo se cantan la 2ª y 3ª
estrofa.
Presentación de ofrendas
Colecta: Te presentamos, Señor, esta humilde colecta con la que
queremos a ayudar a los necesitados de nuestra parroquia. Ayúdanos
a ser generosos y a no permitir que ningún vecino nuestro pase
necesidad.
Cayado: Tu vara y tu cayado nos sosiegan porque Tú eres nuestro Pastor.
Pero también nos has dado otros pastores para que nos guíen por caminos
seguros. Concede, Señor, a todos los sacerdotes fidelidad a sus promesas
y fortaleza para cumplirlas.
Pan y vino: Te presentamos esta hogaza de pan. Es el símbolo de nuestra
alimentación más básica y también el símbolo de tu Eucaristía. Danos hoy, Señor, la
fuerza para luchar contra el hambre en el mundo y para ser entre los hombres testigos
de tu muerte y resurrección.
https://www.google.es/imgres?imgurl=https://img-global.cpcdn.com/002_recipes/925414c568cd91f2/751x532cq70/hogaza-de-pan-casero-foto-principal.jpg&imgrefurl=https://cookpad.com/co/recetas/716860-hogaza-de-pan-casero&docid=l7tRW__https://www.google.es/imgres?imgurl=https://img-global.cpcdn.com/002_recipes/925414c568cd91f2/751x532cq70/hogaza-de-pan-casero-foto-principal.jpg&imgrefurl=https://cookpad.com/co/recetas/716860-hogaza-de-pan-casero&docid=l7tRW__https://www.google.es/imgres?imgurl=http://imagenes.catholic.net/imagenes_db/9f6424_un-solo-pastor.jpg&imgrefurl=http://es.catholic.net/op/articulos/63606/cat/331/que-hace-un-pastor.html&docid=QfkHKZEb7C065M&tbnid=TtDMJr529qXL
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Santo cantado
Padre nuestro cantado con las manos unidas. (Pág. 105. Espinosa)
Cordero de Dios. (cantado)
Canto de comunión: “Creemos en el amor” (Pág.131) “El Señor Dios nos amó”
(Pág.138)
5-Traslado del Santísimo al Monumento
Oración postcomunión
Monición antes de la procesión: La Eucaristía de hoy termina de una manera diferente:
se reserva, o sea, se guarda en el sagrario el Pan consagrado hoy para la celebración de
mañana. Mañana, Viernes Santo, no celebramos la Eucaristía, pero sí comulgamos. Por
eso, ahora haremos una pequeña procesión hasta el Monumento donde vamos a reservar
la Eucaristía hasta mañana a las 18.00 horas que celebraremos los Oficios. Esta noche la
Hora Santa será a las 23.00.
Incensación del Santísimo. (Mientras la incensación el pueblo canta el “Pangelingua”
Pág. 146)
Cantos para la procesión. “Cantemos al amor de los amores” (125) “Si me falta el
amor” (148)
Reserva del Santísimo. (Mientras la reserva el pueblo canta el “Tantum ergo” Pág.146)
También se puede cantar a elección del celebrante: “No adoréis a nadie” (Pág.69.
Nº 111
https://www.google.es/imgres?imgurl=http://www.villanuevadelduque.com/f3/05.jpg&imgrefurl=http://www.villanuevadelduque.com/category/semana-santa/page/6/&docid=1vh_q2GnNYr8fM&tbnid=udvqOSDEaIIapM:&vet=10ahUKEwiWtvTGk5jhAhUSx4U
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Discípulos sentados a la mesa
Los discípulos se sienten felices. Después
de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén se
sienten animados y confiados en que todas sus
expectativas se van a cumplir. Además, van a
celebrar con Jesús la Cena Pascual. “Al
atardecer, llegó Jesús con los doce” (Mc.
14,18)
Estar sentados a la mesa con Jesús
significa intimidad, elección, acogida
especial…Pero para Jesús es la celebración de
una última cena, una cena de despedida con
sus seguidores más cercanos. Momento
propicio para expresar sus sentimientos
personales sobre el trasfondo de la tormenta
que se iba a descargar contra él.
Acomódate y escucha tú también esta
noche a Jesús, que quiere cenar contigo, que
quiere acogerte y hablarte al corazón.…
Canto meditativo: “Ubi Caritas et amor,
Deus ibi est” (Escuchar o cantar)
Lectura: Jn. 13,1-7.33-35
“Era antes de Pascua. Sabía Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al
Padre; había amado a los suyos que quedaban en el mundo y los amó hasta el extremo.
Estaban cenando. Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos y que él
había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando
una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los
pies a los discípulos y a secárselos con la toalla… Cuando se acercó a Simón Pedro, éste
le dijo: "«¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?”. Jesús le replicó: «No puedes
comprender ahora lo que estoy haciendo, pero lo comprenderás más tarde» …
"Hijos míos, me queda muy poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo:
que os améis unos a otros; igual que yo os he amado, amaos también entre vosotros. En
esto conocerán que sois discípulos míos, en que os amáis unos a otros»
Canto: “Os doy un mandato nuevo (bis), que os améis, que os améis, como yo os he
amado”
Reflexión:
“Señor, Jesús, en este ambiente cálido e intenso de amistad contigo, vuelven a resonar
en nosotros una a una tus palabras más tiernas, las más importantes recomendaciones,
el gesto más significativo de servicio, cuando abriste de par en par tu corazón a los
amigos.
“¡¡Hijos míos!!” No encuentras mejor expresión para manifestarnos toda la ternura y
acogida… No queda tiempo más que para lo importante, lo decisivo, la última voluntad,
tu deseo más grande: el mandamiento Nuevo: “AMAOS”. Este será el signo distintivo el
aire de familia, el amor con marca de Cristo, con tu marca de servicio. Amarse es quererse
29
y hacerse bien. Amarnos es abrirnos al otro y contarnos lo que queremos y lo que
sufrimos, todo lo que nos pasa. Nada tan natural, tan espontáneo, tan fácil como el amor.
Pero también nada más sublime, más misterioso, más exigente y más nuevo que el amor
del que tú nos hablas
No hay palabras que expresen mejor la profundidad y la fuerza de tus relaciones con los
tuyos.
“Como yo os he amado”. Nos pides que nos amemos como tú. En eso está lo nuevo. Y
tu amor es gratuito, generoso, universal, incondicional, sin límites. Amar a todos,
especialmente a los que más nos necesitan, a los pobres. Amar incluso a los que nos
resultan desagradables.
Amar a los que nos ofenden. Sin límites: hasta despojarse de todo hasta gastarse del
todo, hasta darse totalmente.
Señor, no podrías mandar amar así, si no nos hubieras amado primero. Antes que
mandato el amor es un don tuyo. Tú eres capaz de cambiar nuestro corazón de piedra en
un corazón de carne como el tuyo. Nosotros no podemos ni sabemos, pero tú derramas
en nosotros tu Espíritu, que es amor
Silencio contemplativo:
Lectura: Jn.17, 1-3.19-24:
En los momentos más decisivos de tu vida, Señor Jesús, oras al Padre en la intimidad de
tu corazón con total confianza y nos enseñas a orar a nosotros. Por eso nos unimos, esta
noche, a tu súplica repetida e insistente al Padre:
“Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu hijo, para que tu hijo te glorifique a ti, y que por
el poder que tú le has dado sobre todos los hombres, él dé vida eterna a todos los que le
has confiado. (Y la vida eterna es que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al
que tú has enviado, Jesucristo "Por ellos yo me consagro a ti, para que también ellos
sean consagrados en la verdad". "No ruego sólo por ellos, sino también por los que crean
en mí a través de su palabra. Que todos sean una sola cosa; como tú, Padre, estás en mí
y yo en ti, que también ellos sean una sola cosa en nosotros, para que el mundo crea que
tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste para que sean uno, como
nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en la unidad, y así
el mundo reconozca que tú me has enviado y que los amas a ellos como me amas a mí”.
Tú nos adviertes con claridad, que no puede haber unidad sin amor. Sólo una
comunidad unida que acoge y ama puede manifestar a un Dios que ama e invita al amor.
(Los cristianos no somos los más sabios, ni los más mortificados, ni los más influyentes,
sino los que más se aman) el amor es la marca viva de nuestra identidad comunitaria.
Verdad, unidad y amor, tres palabras que engendran, alimentan y construyen tu
comunidad, la Iglesia (y sintetizan su misión y su tarea en el mundo). Por eso, Señor
30
Jesús, tu oración no sólo constituye un ruego al Padre, sino que expresa una exigencia
de vida, para todos tus discípulos.
Cuánto nos queda por aprender de Ti: a dialogar, a acoger al otro, a orar unidos, a
reflexionar juntos: Tu Palabra, tu Vida. Hemos de luchar por encima de nuestros intereses
personales… El amor que unifica, al punto, de crear entre toda una profunda unidad.
Aquí aflora tu gran preocupación por la unión que debe reinar en los tuyos. Unidad no
significa uniformidad, sino permanecer en el amor, a pesar de todas las tensiones y de
todos los conflictos que se generan entre nosotros. El amor que unifica al punto de crear
entre toda una profunda unidad. La unidad en el amor revelada en la Trinidad es el modelo
para nuestras comunidades parroquiales.
Tú, Señor, quieres que, a través del amor mutuo entre nosotros, revelemos al mundo tu
mensaje más profundo: “¡Mirad como se aman!… Divididos, no merecemos credibilidad.
Canto: ¡Amaos! “Como el Padre me amó, yo os he amado” (pg. 122)
Silencio meditativo:
Lectura: Jn.17, 24-26: “Que el amor con que tú me amaste esté en ellos”.
Jesús, tú no quieres quedar solo... Dices:
“¡¡Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para
que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación
del mundo!!”.
“Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo si te he conocido; y ellos han
reconocido que tú me has enviado. Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré
dando a conocer, para que el amor que tú me tienes esté en ellos y yo también esté en
ellos”.
Tú dicha, Jesús, es que todos nosotros estemos contigo. Quieres que tus discípulos
tengamos la misma experiencia que tú tuviste del Padre. Quieres que conozcamos al
Padre como tú lo conoces; implica experimentar la presencia de Dios en la convivencia
comunitaria.
“¡Que sean uno como nosotros!” (Unidad y Trinidad están muy presentes en el
evangelio de San Juan) “Yo y el Padre somos una cosa sola” (Jn 10,30). Entre Tú y el
Padre existe una unidad tan intensa que quien ve el rostro del uno, ve también el rostro
del otro. Y cumpliendo esta misión de unidad recibida del Padre, revelas al Espíritu. El
Espíritu de la Verdad viene del Padre (Jn 15,26). Y le pides (Jn 14,16) al Padre que nos
envíe el Espíritu a cada uno de nosotros para que permanezca en nosotros, dándonos
ánimo y fuerza.
¡Señor Jesús! ¡Que se cumpla en nosotros tu último deseo!: “Que nos amemos”. “Que
seamos uno para que el mundo crea que tú nos has enviado” …Haznos capaces de amar
y vivir unidos como os amáis y vivís unidos Tú y el Padre con el Espíritu Santo.
Canto:
“Danos, Señor, un corazón nuevo, derrama
en nosotros un espíritu nuevo”
Peticiones espontaneas
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Lectura: Mt. 11,25-30:
Jesús dijo: "Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas
cosas a los sabios y a los entendidos, y se las has manifestado a los sencillos. Sí, Padre,
porque así lo has querido. Mi Padre me ha confiado todas las cosas; nadie conoce
perfectamente al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien
el Hijo se lo quiera manifestar. Venid a mí todos los que estáis cansados y oprimidos, y
yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy afable y humilde de
corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi
carga ligera”
Señor, Jesús, es muy clara tu invitación a todos a ser tus discípulos, a participar
de tu amistad, intimidad y de tu vida…” Aprended de mí” … “a ser manso y humilde
de corazón”. ¿Quieres ser grande? Comienza entonces por ser pequeño. ¿Tratas de
levantar un edificio grande y elevado? Piensa primero en la base de la humildad. Y cuanto
más trates de elevar el edificio, tanto más profundamente debes de cavar su fundamento.
¿Y hasta dónde ha de tocar la cúpula de nuestro edificio? Hasta la presencia de Dios”
(San Agustín)
¡Qué suerte la nuestra haberte conocido! Tú nos llamas para aliviar nuestros cansancios
y agobios y para ayudar a los pobres y necesitados a llevar su injusta y pesada carga.
Misterio profundo se encierra en esta llamada que tú nos haces, Señor Jesús. ¿Quién
puede decir en verdad a los hombres de todos los tiempos “venid a mí y yo os aliviaré?”
… Sólo el Hijo que ha recibido todo de Dios. Sólo el Padre conoce al Hijo y sólo el Hijo
conoce al Padre. Nosotros, los hombres, sólo conoceremos el designio de Dios en la
medida que Tú, Señor Jesús, decidas hacernos partícipes de tu propia experiencia y de
tu amistad compartida.
Oración Final:
Señor, tú me enseñarás el camino de la vida, me hartarás de gozo en tu presencia, de
dicha perpetua a tu derecha. (Sal 16,11)
Cantos para finalizar la oración:
“La bondad y el amor del Señor, del Señor, duran por siempre, duran por siempre” (Bis)
“Danos Señor un corazón nuevo, derrama en nosotros un Espíritu nuevo”
Gesto de despedida: Ahora antes de irnos a casa, miremos hacia el Viernes Santo,
contemplemos a aquellos que están sufriendo su dolor y tomemos en nuestras manos
ese dolor para presentarlo al Padre junto con Jesús en la celebración de mañana.
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Padre Nuestro:
Recitamos juntos:
Señor, enséñanos
a no amarnos solo a nosotros mismos,
a no amar solamente a nuestros amigos,
a no amar sólo a los que nos aman.
Enséñanos a pensar en los otros
y a amar sobre todo a aquellos a quienes nadie ama.
Concédenos la gracia de comprender
que mientras nosotros vivimos una vida demasiado feliz,
hay millones de seres humanos,
que son tus hijos y hermanos nuestros,
que mueren de hambre, sin haber merecido morir de hambre
que mueren de frio, sin haber merecido morir de frio.
Señor, ten piedad de todos los pobres del mundo.
Y no permitas, Señor,
que nosotros vivamos felices en solitario.
Haznos sentir la angustia de la miseria universal
Y líbranos de nuestro egoísmo. Amén (Raoul Follereau)
Canto final: “Danos un solo corazón”
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“Venid a mí, porque os amo
hasta el extremo y doy la
vida por vosotros”
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35
“Venid a mí, porque os amo hasta el extremo y doy la
vida por vosotros”
La multitud gritaba: ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícale!
Querían expulsar a Jesús de su vista y lo habían pre-juzgado y considerado culpable. Por
eso, Pilato se lo entregó a la multitud para que lo crucificaran.
¿Qué hubiera pasado si hubieran acogido a Jesús, como uno de los suyos y le hubieran
ayudado a establecerse de nuevo entre su pueblo, con su familia, discípulos y discípulas?
Hoy, de muchas maneras gritamos: ¡Fuera! ¡Fuera! Pre-juzgamos y condenamos como si
tuviéramos la claridad del mismísimo Dios.
Por eso, personas, colectivos y multitudes van siendo empujadas hacia los márgenes. La
cruz se convierte en símbolo de los hombres y mujeres que hoy sufren como si estuvieran
crucificados. Es símbolo de quienes gritan como Jesús: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me
has abandonado?”, de quienes mueren, como Jesús, despojados de todo y a las afueras
de la ciudad. Es expresión de quienes sufren burlas en insultos.
Al acercarnos a besar y adorar la cruz acogemos en ella a los crucificados de la tierra.
Que no sea un gesto rutinario, sino de compromiso.
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Ambientación y Moniciones
Himno: Pongo mi vida en tus manos (Luis Guitarra, A la intemperie)
Monición Salmo 50
El salmista es consciente de su situación de pecado y experimenta la necesidad de una
total transformación interior. Por eso, además de reconocerse pecador implorando el
perdón de Dios, le suplica que lo renueve íntegramente, “creando” en su interior “un
corazón puro”. Con este salmo nos reconocemos necesitados de Ti, y acogid@s en tu
Amor de Padre que busca inculcarnos sabiduría… Nos disponemos a que nos renueves
por dentro con tu Espíritu…
Modo de hacerlo: Lo proclamamos a dos coros.
Monición al Cántico Ha 3, 2-4 13ª 15-19
Habacuc se encuentra frente una sociedad turbulenta, donde la presión social, el mal uso
del poder político y legislativo, comportamiento del pueblo de Israel alejado de Dios,
mantenían el corazón del profeta inquieto y dolorido (cómo no relacionarla con la nuestra
cuando miramos las noticias o leemos los periódicos). Habacuc se preguntaba ¿Dónde
está Dios? Pero también abre los oídos y el corazón a Dios, escucha su respuesta y
descubre su soberanía que expresa en este cántico de exaltación que hoy vamos a
proclamar
Modo de hacerlo: Lo proclama un solista
Monición Salmo 147
El salmista alaba a Dios por su bondad para con el pueblo escogido y por las bendiciones
que derrama sobre la tierra. Por último, el salmista pondera el mayor beneficio recibido
por el pueblo elegido: la Ley que manifiesta la voluntad divina.
Nosotros hoy, como comunidad creyente oramos con corazón agradecido. Llenos de
admiración queremos alabarte, porque nos sabemos amad@s por Ti, hasta el punto de
entregarnos a tu Hijo Jesús.
Modo de hacerlo: Lo proclamamos a dos coros
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INVOCACIÓN INICIAL:
V/ Dios mío, ven en mi auxilio.
R/ Señor, date prisa en socorrerme.
V/ Gloria al Padre...
R/ como era en el principio...
HIMNO: Pongo mi vida en tus manos (Luis
Guitarra, A la intemperie)
Pongo mi vida en tus manos,
Padre mío me abandono a ti.
Haz de mi lo que quieras,
estoy dispuesto a aceptarlo todo.
…con infinita confianza,
Porque Tu eres mi Padre.
Salmo 50
Antífona 1:
Señor Dios nuestro restáuranos
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Cántico Ha 3, 2-4 13a. 15-19
Antífona 2:
Tu Palabra me da vida, confío en Ti Señor
Señor, he oído tu fama,
me ha impresionado tu obra.
En medio de los años, realízala;
en medio de los años, manifiéstala;
en el terremoto, acuérdate de la misericordia.
El Señor viene de Temán;
el Santo, del monte Farán:
su resplandor eclipsa el cielo,
la tierra se llena de su alabanza;
su brillo es como el día,
su mano destella velando su poder.
Sales a salvar a tu pueblo,
a salvar a tu ungido;
pisas el mar con tus caballos,
revolviendo las aguas del océano.
Lo escuché y temblaron mis entrañas,
al oírlo se estremecieron mis labios;
me entró un escalofrío por los huesos,
vacilaban mis piernas al andar;
gimo ante el día de angustia
que sobreviene al pueblo que nos oprime.
Aunque la higuera no echa yemas
y las viñas no tienen fruto,
aunque el olivo olvida su aceituna
y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban las ovejas del redil
y no quedan vacas en el establo,
yo exultaré con el Señor,
me gloriaré en Dios, mi salvador.
El Señor soberano es mi fuerza,
él me da piernas de gacela
y me hace caminar por las alturas.
38
Salmo 147
Antífona 3: La bondad y el amor del Señor,
duran por siempre, duran por siempre
Glorifica al Señor, Jerusalén:
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
Y su palabra corre veloz;
Manda la nieve como lana,
Esparce la escarcha como ceniza;
Hace caer el hielo como migajas
Y con el frío congela las aguas;
Envía una orden, y se derriten;
Sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
Sus decretos y mandatos a Israel;
Con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
LECTURA BREVE (Is 52, 13-15)
Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y
crecerá mucho. Como muchos se espantaron
de Él, porque desfigurado no parecía un
hombre, ni tenía aspecto humano, así
asombrará a muchos pueblos, ante Él los
Reyes cerrarán la boca, al ver algo
inenarrable y contemplar algo inaudito.
(Meditamos en silencio)
En lugar del responsorio breve, se dice
Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la
muerte, y una muerte de cruz
CÁNTICO DEL BENEDICTUS
Antífona:
Encima de su cabeza colocaron un letrero con
la acusación: “Jesús Nazareno Rey de los
judíos”
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros
enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre
Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte, para guiar nuestros
pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre…
PRECES
Te reconocemos Señor como nuestro
Redentor, porque entregaste tu vida por amor
a la Humanidad, nos unimos pedirte:
Señor, ten piedad de nosotros.
Señor y Maestro nuestro enséñanos a
buscar y “escuchar” siempre a la voluntad
del Padre.
Tú que siendo nuestra vida quisiste morir
en la cruz para destruir la muerte,
ayúdanos a generar signos de vida en
nuestra sociedad, en nuestras familias…
Señor con tu entrega nos enseñaste el
camino ayudamos a comprometernos en la
lucha por construir el Reino de Paz, Justicia
y Amor que nos tú nos anunciaste.
Señor Jesús, enséñanos a amar a todos
con un amor semejante al tuyo.
(Podemos hacer nuestras peticiones de
manera espontánea)
PADRENUESTRO
ORACIÓN CONCLUSIVA
Mira, Señor de bondad, a tu familia aquí
reunida, acoge nuestra humilde oración, y no
dejes de ayudarnos a crecer en tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos. AMEN
39
ACOGEMOS LA PALABRA
María, según el evangelio de Juan, se reencontró con su Hijo en el Calvario. Al pie de la cruz, sin
ocultarse entre la multitud que contempla el espectáculo, se había situado un reducido grupo de
personas. La madre de Jesús estaba allí con Juan, la mujer de Cleofás y María Magdalena. Todos,
sin pronunciar palabra, confesaban públicamente con su presencia que eran seguidores de Jesús:
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la esposa
de Cleofas, y María Magdalena. Cuando Jesús vio a su madre, y a su lado al discípulo a
quien él amaba, dijo a su madre:
—Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Luego dijo al discípulo:
—Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquel momento ese discípulo la recibió en su casa. (Juan 19:25-27 )
La Santísima Virgen en la peregrinación de la fe, mantuvo fielmente su unión con el Hijo hasta la
cruz, junto a la cual se mantuvo erguida, sufriendo profundamente con su Unigénito y asociándose
con entrañas de madre a su sacrificio, consintiendo amorosamente en la inmolación de la víctima
que ella misma había engendrado; y, finalmente, fue dada por el mismo Cristo Jesús agonizante
en la cruz como madre al discípulo con estas palabras: Mujer, ahí tienes a tu hijo. (Vaticano
II: Lumen Gentium 58)
Párate un momento y contempla este cuadro de la Crucifixión. (Al final
del cuadernillo lo tienes en color) Mira a María, vestida de verde, erguida
y de pie junto a la cruz. Descubre en ella a la Virgen sensata que ha
escuchado y acogido la Palabra y obrado en consecuencia. Escucha a
Jesús decirle: Mujer, he ahí a tu hijo… déjate mirar por ella. Calla y pon
nombre a tus sentimientos…
La verdadera maternidad de María ha asegurado para el Hijo de Dios una verdadera historia
humana, una verdadera carne, en la que morirá en la cruz y resucitará de los muertos. María lo
acompañará hasta la cruz, desde donde su maternidad se extenderá a todos los discípulos de su
Hijo. (Papa Francisco: Lumen fidei 59)
Volvamos al cuadro de la Crucifixión. Fijemos los ojos en el Discípulo Amado vestido de rojo,
erguido y de pie junto a la cruz. Identifiquémonos con él. Escuchemos a Jesús que le dice: Ahí
tienes a tu madre. Demos gracias a Jesús por haber pensado en nosotros en aquella hora de
salvación y habernos dado a María por madre.
Y pidamos perdón por las veces que “nos hemos sentado con los soldados a jugar a los dados”
dando la espalda a Jesús clavado en la cruz, sin ver a su madre en un grito de dolor, grito que se
perpetúa en la actualidad en tanta gente sufriente…
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Primera estación
"Jesús es condenado a muerte"
V/ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
R/ Pues por tu santa cruz redimiste al mundo
Del Evangelio según San Lucas (23,20-25)
“De nuevo Pilato les habló, pues quería dejar en
libertad a Jesús. Pero ellos gritaron: ¡crucifícalo!,
¡crucifícalo! Y Pilato, por tercera vez. Les dijo: ¿pero ¿qué
mal ha hecho? No he encontrado en La causa alguna de
muerte; por tanto, le dejaré en libertad después de haberlo
castigado. Pero ellos insistían a grandes voces que fuera
crucificado, y sus gritos cada vez eran más fuertes. Pilato
decidió que se hiciera como pedían. Dejó en libertad al que
pedían (el que había sido encarcelado por una revuelta y un
homicidio), y les entregó a Jesús para que hicieran con Él lo
que quisieran.”
Reflexión
Una vez más el inocente es condenado y al que había sido encontrado culpable se
le deja en paz. Y Pilato, por cobardía, por no contrariar a la masa vociferante, condena a
Jesús a muerte, aunque este no era su deseo. Hoy en día mueren miles de personas por
hambre. Los Pilatos de hoy no quieren que mueran, pero no hacen nada por evitarlo, por
cobardía, comodidad, ganas de no complicarse la existencia. La indiferencia ante el que
pasa hambre, el miedo a perder nuestro estilo de vida, las faltas de voluntad política
condenan a muchos inocentes a morir diariamente. Se sabe quién es uno de los culpables:
“… hoy tenemos que decir no a una economía de exclusión y la inequidad”. Esa economía
mata (EG 53)
Oración
Señor Jesús, aumenta nuestra sensibilidad. No permitas que sigamos mirando para
otro lado ante las injusticias de este mundo indiferente ante tantas personas que mueren
diariamente por no tener suficiente comida, o agua en condiciones saludables. Haz que
nuestra mirada se fije en el hambriento, no nos conformemos solo en ayudarles
esporádicamente, sino que nos planteemos las causas de su pobreza. Cambia la voluntad
de los políticos para que pongan en sus agendas como punto prioritario acabar con el
hambre y la desigualdad.
Cantando… “He aquí que vengo, Padre, para hacer tu voluntad”
41
Segunda estación
Jesús con la Cruz a cuestas
V/ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
R/ Pues por tu santa cruz redimiste al mundo
Del Evangelio de Juan (19,17)
“Jesús quedó en manos de los judíos y, cargando con la cruz, salió hacia el lugar
llamado “la Calavera”, en hebreo “Gólgota”
Reflexión
El camino de los crucificados siempre era un
espectáculo. La gente salía a ver a los condenados;
quizá algunos se compadecían, otros disfrutarían o
tendrían miedo
Hoy vemos la comitiva de refugiados que
salen cada uno con la cruz de su sufrimiento. Van en
filas, protegidos también por las fuerzas de
seguridad para que nadie se escape, para que sigan
el destino que les han asignado pero que ellos no han
escogido. Buscan un lugar donde vivir en paz,
libertad y progreso y lo que se les da son muros,
alambradas, campos de internamiento, centros de
reclusión que les alejan de su destino. Vemos en la
TV las filas de personas vagando de un sitio a otro,
sentimos quizá pena, pero volvemos a la noticia
siguiente que a lo mejor es el triunfo de nuestro
equipo favorito y todo queda en el poso de la
indiferencia
Oración
Señor, te pedimos por los millones de migrantes y refugiados que hay en el mundo,
para que nadie se vea obligado a salir de su tierra. Ayúdanos a humanizar nuestra mirada,
a ver que en esas filas de personas que cargan con su cruz hay realidades concretas,
familias destrozadas, niños sin futuro. Haz que sintamos como propio el dolor ajeno y nos
impliquemos en transformar esta sociedad en una sociedad de acogida que proteja,
promueva e integre al migrante y al refugiado.
Cantando…: “Danos un corazón grande para amar
Danos un corazón fuerte para luchar…”
Tercera estación
Jesús cae por primera vez
V/ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
R/ Pues por tu santa cruz redimiste al mundo
Del Libro de Isaías (53,3)
“Despreciado, desecho de la humanidad, hombre de dolores avezado al sufrimiento,
como uno ante cual se oculta el rostro, era despreciado y desestimado”
42
Reflexión
Así está de nuevo el drogodependiente, ha
caído una vez más, lo intenta, pero no puede, el peso
de su historia es muy fuerte, está sin fuerzas, pero
quiere encontrar una salida. En su cuerpo se ven las
huellas de sus dependencias, las personas le dan de
lado, tienen miedo al pasar junto a él.
Oración
Señor, te pedimos por todas las personas que sufren, que se sienten despreciadas
por su aspecto, sus adicciones, dependencias. Como Tú están caídas, esperando una mano
que le ayude a levantarse. Haz que la encuentren pronto y puedan seguir caminando en
esta vida sintiendo manos amigas dispuestas a sostenerlas para que no vuelvan a caer
Cantando…: Con vosotros está y no le conocéis/ Su nombre es el Señor
Cuarta estación
Jesús se encuentra con su Madre
V/ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
R/ Pues por tu santa cruz redimiste al mundo
Del Evangelio según San Lucas (2, 34-35)
“Este niño está destinado en Israel para que unos caigan y otros se levanten; será
signo de contradicción (…); y a ti una espada te atravesará el corazón”
Reflexión
Abatido, ca
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