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MONOGRAFÍA PRESENTADA EN EL MARCO DEL IV CONCURSO BIALET MASSÉ 2014/2015
Condiciones de vida y estrategias de reproducción social de los sectores
populares del Conurbano Bonaerense. Matrices político territoriales y
“especialización territorial” de la economía popular
Nuria Laura ZUCCHIATTI (Coordinadora), María Claudia CABRERA,
Marcela Laura VIO, Analía Soledad D’ANGELO. Universidad Nacional
de Avellaneda.
Categoría A: Investigadores y Docentes Universitarios
1. Resumen
Este trabajo presenta resultados de un trabajo de campo realizado desde 2011 en 12 barrios
populares de 8 municipios del conurbano Bonaerense y cuyo objeto es el estudio de la economía
popular, a partir de la identificación de una combinatoria determinada de estrategias que resulta
en una matriz en la que ésta encuentra su especificidad. Matriz caracterizada por la pérdida de
protagonismo de los intercambios mercantiles-formales, por la equiparación entre las estrategias
de obtención de bienes de uso y de ingresos, tanto desde la perspectiva del nivel de satisfacción
que generan en torno a las necesidades de consumo básicas de los hogares, como también
respecto de la valoración que hacen de ellas los miembros de los hogares, en tanto mecanismos
de acceso a satisfactores.
Se analiza la idea de territorialidad de esta matriz y de las estrategias que desarrollan los
hogares, sosteniendo la premisa que la territorialidad es propia de la economía popular y no de
su sociabilidad. Puntualmente se profundiza en las condiciones de vida y las estrategias de
reproducción social de los hogares de estos barrios populares, para dar cuenta de las condiciones
de producción y trabajo y su vinculación con el territorio que las sostiene y muchas veces las
posibilita. De este primer objetivo se desprende otro, que apunta a analizar los modos como la
economía popular configura enclaves de especialización territorial que se imbrican en las
estrategias de reproducción social de los hogares
2. Acerca de los autores
M. Claudia Cabrera: Licenciada en Sociología (UBA), Magister en Políticas Ambientales y
Territoriales (UBA), Doctora en Ciencias Sociales por FLACSO. Es profesora en la UBA y en
la UNDAV. Miembro del Grupo de Estudios sobre Políticas Sociales y Condiciones de Trabajo,
del Instituto Gino Germani. Ha dirigido diversos proyectos de investigación. Entre sus
2
publicaciones se cuentan La trama social de la economía popular, Trabajo y seguridad: La
experiencia de trabajar en negro, y El campo educativo en Argentina: escenario y mapa de
actores. Sus temas de investigación se centran en la economía popular, las políticas sociales y
las condiciones de trabajo.
Mail de contacto: mccabrera@ymail.com
Analía D’Angelo: Licenciada en Sociología (UBA), Profesora de Enseñanza Secundaria,
Normal y Especial en Sociología (UBA) y Maestranda en Hábitat y Pobreza Urbana en América
Latina (FADU-UBA). Es becaria de investigación Tipo 1 del Conicet y la Universidad Nacional
de Avellaneda en temas vinculados a la economía popular y condiciones de vida en el
Conurbano Bonaerense, más específicamente, relacionados a la dimensión habitacional.
Mail de contacto: analiadangelo@gmail.com
Marcela Vio: Arquitecta (UBA). MSc in the Built Environment, Development Planning Unit,
University College of London. Doctoranda en Ciencia Sociales por FLACSO (tesis en curso).
Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Es
profesora de la FADU-UBA y de la UNDAV. Directora de varios proyectos de investigación.
Entre sus publicaciones se cuentan La trama social de la economía popular, Políticas del
hábitat, desigualdad y segregación socioespacial en el AMBA y La geografía de la industria en
la Región Metropolitana de Buenos Aires. Un análisis de los datos de los dos últimos censos
económicos 1985-1994
Mail de contacto: marcelavio@gmail.com
Nuria Zucchiatti: Licenciada en Sociología (UBA). Investigadora de los proyectos
UNDAVCyT “La descalificación social en barrios populares del conurbano bonaerense” y
Consenso del Sur “Las reconfiguraciones la economía popular del Conurbano bonaerense en
la posconvertibilidad” financiado por el Ministerio de Educación de la Nación. Ha participado
en estudios vinculados a la cuestión urbana y en diversos proyectos de transferencia. Autora de
publicaciones sobre trabajo infantil y estrategias de reproducción social en hogares de sectores
populares. Sus temas de investigación se centran en la economía popular y las políticas sociales,
particularmente los procesos de desmercantilización, familiarización y territorialización.
Mail de contacto: nuriazuc@hotmail.com
3. Introducción
Para considerar el estudio de la economía popular conviene distinguir dos tipos de enfoques. Por
un lado, el que con intención de proposición enlaza su análisis con otras formas de organización
económica (no capitalistas), tales como la economía social o solidaria, y orientan el debate hacia
la formación de un sector urbano de resistencia que pueda sobreponerse a los avatares de la
racionalidad capitalista, garantizando su reproducción ampliada (Coraggio 2004a; Icaza 2004).
3
Por otro lado, las discusiones que aportan una caracterización a la luz de la evidencia empírica
de las metrópolis de América latina, para las cuales una parte creciente de los sectores pobres
urbanos sostiene su integración social por fuera de las protecciones del trabajo asalariado, y
cuya satisfacción vinculada a valores de uso, básicos para la reproducción de la vida, no se
resuelve exclusivamente por la vía mercantil (Razzeto, 1993).
El punto de encuentro y, a la vez, el de partida, de ambas vertientes se encuentra en la
concepción de la economía popular y social-solidaria, como una dimensión específica de la
organización social y económica, que trasciende la lógica de la ganancia y se vincula a la
reproducción ampliada de la vida. Del mismo modo, ambos enfoques advierten la presencia de
mecanismos de reciprocidad y solidaridad que representan formas específicas de integración e
intercambio y configuran formas de protección alternativas a las del trabajo asalariado, lo que,
para el debate en curso, resulta habilitante de la relación directa entre economía popular y
economía social o solidaria.
El análisis que se propone aquí se acerca a las visiones que exploran principalmente las
modalidades de producción, consumo e intercambio de los sectores populares, y sus modos de
integración en redes de reciprocidad (jerárquicas), en coincidencia con algunos de los principios
que propone la segunda de las vertientes del debate que mencionamos antes, y distanciándonos
de otros. El principal punto de acuerdo reside en la perspectiva de jerarquización de la evidencia
empírica para el estudio de la economía popular.
Esta investigación se propone entonces analizar las condiciones de existencia real de la
economía popular, profundizando en reflexiones teórico-metodológicas sobre los modos de
encarar su investigación. Su objeto se recorta a los hogares que habitan en villas, asentamientos
y barrios desarrollados con financiamiento público (en el marco de programas habitacionales),
atendiendo a una propiedad específica de este sector de la economía popular, el modo de acceso
al suelo y a la vivienda, que está por fuera de las condiciones establecidas en el mercado
inmobiliario formal del suelo metropolitano.
Dicha modalidad establece una diferencia con otros grupos dentro del universo de sectores
populares. Esto se debe a que expresa una estrategia reproductiva (orientada a la obtención de
suelo y vivienda) en la que priman intercambios informales y aquellos mediados por dinero en
el marco de acuerdos informales con otros hogares/agentes y con el Estado, lo cual reduce la
participación de los intercambios formales en la satisfacción de la necesidad habitacional,
dentro de la matriz de estrategias que orienta la reproducción social de los hogares.
Para este análisis se presentan los resultados de un trabajo de campo que abarcó 12 barrios
populares del Conurbano, iniciado en el año 2011. Se indagó acerca de cuatro dimensiones
fundamentales: hábitat, trabajo, producción y consumo de los hogares. El diseño metodológico
incluyó el uso de técnicas cualitativas y cuantitativas aplicadas a los hogares y a informantes
claves, a los que se les administraron diferentes cuestionarios de investigación. En cada barrio
4
se realizó una encuesta representativa, entrevistas semiestructuradas -dependiendo de las
características del entrevistado: vecino del barrio o funcionario- y se elaboraron informes sobre
las condiciones de hábitat de cada barrio, a partir de la observación de miembros del equipo.
Respecto del enfoque conceptual, se propone uno que se distingue de los estudios que plantean
el análisis de las condiciones de exclusión social de estas poblaciones, y que discute con el
concepto mismo de exclusión ya que éste último supone —en términos teóricos— que el lazo
social puede constituirse "por fuera" del entramado institucional en que se sostiene lo social (y
la sociedad) en la modernidad, lo cual, en un punto equivale a decir que puede hacerlo por fuera
del Estado. Lo que aquí sostenemos es que, en todo caso, es posible plantear la desconexión de
mecanismos de integración y protección social respecto de la condición de asalariado. Y lo que
buscamos indagar se refiere, precisamente, a los modos en que los hogares aseguran su
reproducción social en tal situación.
Entendemos que estas estrategias de reproducción entraman una matriz que posee una
configuración particular, la cual define las especificidades de la economía popular que aquí
analizamos. Entre estas especificidades, una fundamental es el anclaje de su economía en las
matrices político territoriales. En términos teórico-metodológicos afirmamos que no puede
estudiarse la economía popular por fuera de la singularidad de esas matrices en las que los
hogares desarrollan estrategias de reproducción, es decir, por fuera del territorio que habitan. Y
por ello la economía popular debe estudiarse desde las particularidades locales, sin desconocer
que pueden reconocerse tipicidades estadísticas.
Este trabajo se estructura en siete apartados. En el primero se presentan los objetivos del
estudio, luego se expone la metodología utilizada y se brindan precisiones sobre el alcance del
trabajo de campo que origina la investigación. Posteriormente se desarrolla el andamiaje
conceptual sobre el que se monta el tratamiento de los resultados que se presentan.
En el quinto apartado se exponen los resultados de la investigación organizados en dos títulos:
en el primero se analizan las condiciones de vida de todos los barrios en estudio, bajo la
hipótesis que la matriz de las condiciones de vida se encuentra en el trabajo. En el segundo se
presentan tres casos de especialización territorial, bajo la hipótesis que entrama la relación entre
territorio y economía popular. Los tres casos son: la economía popular de los desechos,
puntualmente el caso de Costa Esperanza e Independencia en el partido de San Martín, la
terciarización de la industria textil en 22 de Enero (partido de La Matanza); y finalmente San
Cayetano/San Blas (partido de San Miguel), dónde el oficio de los trabajadores permite pensar
en términos de especialización territorial en el sentido que se propone en este trabajo.
Los dos últimos apartados presentan unas breves reflexiones finales y luego las propuestas de
mejora de la situación estudiada.
4. Objetivos de Estudio
5
Este trabajo tiene por objetivo analizar las estrategias de reproducción social de los hogares de
la economía popular, entendiendo que este análisis es inseparable de la consideración del
territorio en el que esas estrategias se desarrollan. En otros trabajos hemos señalado que
empíricamente comprobamos la existencia de cuatro estrategias fundamentales: de obtención de
bienes de uso, de obtención de ingresos, de acceso a financiamiento y de acumulación del fondo
de reproducción (Cabrera y Vio, 2014). Estas estrategias de reproducción se amalgaman de
manera intrincada en procura de asegurar las condiciones de reproducción social de los hogares,
ya que si bien el trabajo sigue siendo la principal fuente de ingreso de los hogares, pierde
preminencia por no poder asegurar ingresos suficientes para ello.
El trabajo que se desarrolla en esta presentación tiene por objetivo analizar la relación entre
trabajo mercantil (a través del indicador Población Económicamente Activa) y condiciones de
vida, y luego considerar el amalgamiento entre territorio y economía popular, considerando en
particular las estrategias de obtención de ingreso a través del trabajo mercantil, profundamente
vinculadas con la inscripción territorial de esas estrategias. Se pretende iniciar una línea de
investigación que indague sobre la economía popular considerando los modos que asume la
“especialización territorial” y si es posible considerar esta economía como una economía de
enclaves.
5. Procedimientos metodológicos utilizados.
En esta investigación se presentan algunos resultados de un trabajo de campo cuanti/cualitativo
realizado en 12 barrios populares del Conurbano, el cual se inició en el año 2011 en el marco de
un convenio entre la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) y el Ministerio de
Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires. El convenio fue financiado por la UNPRE
(Unidad de Preinversión de la Secretaría de Política Económica del Ministerio de Economía y
Finanzas Públicas) con la finalidad de confeccionar un Plan Estratégico para la Urbanización de
Villas y Asentamientos del AMBA. Para la elaboración de este plan se propuso llevar a cabo un
relevamiento de las condiciones de vida de barrios populares del Conurbano.
En el trabajo de campo se indagó acerca de cuatro dimensiones fundamentales —hábitat,
trabajo, producción y consumo de los hogares— en principio en 10 barrios. Posteriormente, el
equipo obtuvo el financiamiento de la UNDAV para continuar esta línea de trabajo
(UNDAVCyT 2012-2014 “La descalificación social en el Conurbano bonaerense”), el cual
permitió el relevamiento de otros dos barrios del municipio de San Martín, en el marco de un
convenio de colaboración mutua firmado entre ese municipio y la UNDAV, y cuyos objetivos
apuntaban a la realización de acciones de transferencia del UNDAVCyT mencionado.
5.1. La metodología
El diseño metodológico incluyó el uso de técnicas de investigación cualitativas y cuantitativas.
En cada barrio se realizó una encuesta representativa (a excepción de Alsina, donde se realizó
6
un censo por tratarse de un barrio con menos de 200 viviendas), una serie de entrevistas en
profundidad a informantes clave (se les aplicaron diferentes cuestionarios semiestructurados,
dependiendo de las características del entrevistado en tanto fuera un vecino del barrio o un
funcionario) y se elaboraron informes sobre las condiciones del hábitat de cada barrio a partir de
la observación de miembros del equipo.
Tabla 1: Casos relevados, totales ponderados y entrevistas realizadas, por barrio
BARRIOS
ENCUESTA
EN
TR
EV
IST
A
Casos relevados Casos ponderados
Viv
ien
da
s
Ho
ga
res
Per
son
as
Viv
ien
da
s
Ho
ga
res
Per
son
as
1990 viviendas 327 328 1.432 1.980 1.985 8.696 9
2 de Abril 271 272 1.293 897 897 3.956 11
22 de Enero 310 321 1.472 1.315 1.360 6.236 12
9 de Enero 220 221 1.420 479 481 2.116 11
Alsina 121 122 492 121 122 492 8
Costa Esperanza 328 332 1.441 1.856 1.887 8.250 9
Independencia 402 405 1.813 2.373 2.384 10.653 10
La Esperanza 263 263 1.089 750 750 3.097 8
Las Achiras 201 202 930 437 439 2.500 12
San Cayetano/San Blas 240 242 946 589 594 2.322 11
Santa Rosa 310 311 1.669 1.429 1.434 7.685 13
Villa Inflamable 290 292 1.284 1.169 1.182 5.243 11
Total 3.283 3.311 15.281 13.395 13.515 61.213 125
Fuente: elaboración propia
En cuanto a la distribución de los 12 barrios, cuatro son del primer cordón, siete del segundo y
uno del tercero, ya que las dimensiones de La Matanza la convierten en un caso atípico, por lo
que se decidió relevar un barrio de cada uno de los cordones que abarca.
Sobre la pertenencia a cuencas, dos están en la de la Zona Sur, uno en la del río Luján, seis en la
del río Matanza – Riachuelo y tres en la cuenca del río Reconquista.
Considerando la tipología, dos son barrios planificados por el Programa Federal de Vivienda,
uno es un Núcleo Habitacional Transitorio, cuatro son asentamientos, dos son villas, uno es un
barrio producto de un loteo popular, otro es fruto de una combinación de asentamiento y loteos
populares y finalmente, otro es una combinación de villa y asentamiento.
Tabla 2: Barrios relevados
Municipio Barrio Origen Antigüedad
(aprox.) Tipología Cordón Cuenca
Almirante 2 De Abril Toma 30 años Asentamiento 2º De la zona sur
7
Brown organizada
Avellaneda Villa
Inflamable
Antigua Zona de
Quintas. 80 años Villa 1º M-R
Esteban
Echeverría
9 De Enero Toma
organizada
14 años
(2000) Asentamiento 2° M-R
PFCV – 1990
viviendas
Programa
Federal de
viviendas
8 años Plan Federal
de Viviendas 2° M-R
Florencio
Varela Santa Rosa
Programa
Federal de
Viviendas
6años (2007) Plan Federal
de Viviendas 2º De la zona sur
La Matanza
Las Achiras
NHT - Plan de
Erradicación de
Villas
44 años
(1969) NHT 1º M-R
22 De Enero Toma
organizada
27 años
(1986) Asentamiento 2º M-R
La Esperanza
Barrio producto
de loteo popular
previo a la ley
8912/77
55 años
(1960-1961)
Loteos
populares 3º M-R
San Fernando Alsina Toma de
terrenos 55 años Villa 2º Luján
San Martin
Costa
Esperanza
Toma
organizada 14 años Asentamiento 1º Reconquista
Independencia Toma
organizada 60 años
Asentamiento
y loteos
populares
1º Reconquista
San Miguel
San
Cayetano/San
Blas
Ocupación de
área vacante
luego de la
rectificación del
Río Reconquista
10 años
(2004)
Villa y
asentamiento 2º Reconquista
Fuente: elaboración propia
5.1.1. Muestra para la aplicación de la encuesta
En cada barrio se realizó un estudio por muestreo con un diseño probabilístico estratificado en
etapas, aplicando una selección sistemática en cada estrato. El marco muestral fue construido a
partir de la identificación y conteo de viviendas mediante imagen satelital, su correspondiente
restitución en formato .dwg y su posterior identificación en el terreno. Se delimitaron estratos
8
definidos territorialmente y en cada uno de ellos se seleccionaron viviendas de forma
sistemática in situ, relevándose luego todos los hogares y todos los individuos residentes en
cada vivienda elegida.
El tamaño de la muestra se determinó de forma tal de, obtener estimaciones de variables
categóricas referidas a viviendas y a hogares con un margen de error no mayor a 5 puntos
porcentuales, y con un nivel de confianza de 95%. Las estimaciones de este tipo de variables,
referidas a los individuos, poseen un margen error menor con el mismo nivel de confianza.
5.1.2. Entrevistas en profundidad
Las entrevistas se realizaron en simultáneo con la encuesta. Se entrevistó a vecinos del barrio y
funcionarios de los municipios, aplicando una guía semiestructurada por temas que no
necesariamente siguieron una secuencia previamente fijada, sino que, se vieron condicionados
por las respuestas de la persona entrevistada. Las preguntas se formularon siguiendo ejes que se
derivaron de los objetivos específicos del estudio y con la intención de propiciar el flujo
discursivo de los entrevistados (a diferencia de lo que sucede cuando las preguntas son
formuladas mediante un cuestionario cerrado y precodificado).
El procesamiento de los datos cualitativos se realizó utilizando el programa informático Nvivo8,
el cual permitió ordenar la información para luego efectuar una codificación de las entrevistas
de acuerdo a nodos temáticos pertinentes. Para ello se elaboró un árbol de categorías que, a su
vez, podían contener tantas subcategorías como se considerara necesario. Estas categorías
pueden obtenerse a partir de un procedimiento de tipo inductivo, según el cual éstas se elaboran
a medida que se analizan los datos, o de uno deductivo, por el cual se establece previamente el
sistema de categorías sobre el que se va a codificar. En este caso se adoptó un procedimiento
mixto.
5.1.3. Relevamiento por observación
Durante los días de realización del trabajo de campo cuali y cuantitativo, se llevó a cabo un
relevamiento —vía observación— de las condiciones ambientales y de infraestructura. Un
equipo de arquitectos y sociólogos recorrió el territorio con el objetivo de recolectar
información que se utilizó como fuente para la elaboración de un informe sobre las condiciones
generales del barrio. Se contemplaron los siguientes aspectos:
Ubicación geográfica: recorte territorial a escala regional, localización municipal y cordón
bonaerense al cual pertenece el barrio.
Origen, antigüedad y tipología del barrio: Análisis histórico y su conformación en el territorio.
Riesgo urbano-ambiental: Déficit de la cobertura sanitaria (agua de red y cloacas); zona de
máxima crecida de ríos, arroyos o cursos de agua; zonas deprimidas y/o inundables; basurales a
cielo abierto y/o rellenos sanitarios; zona de influencia industrial (parques o centros industriales
en un radio de 1 km); recolección y disposición final de los residuos sólidos urbanos; déficit del
transporte público urbano; falta de conectividad con los centros urbanos principales hacia los
9
servicios básicos de salud, educación y comercio; zonificación (parcelas rurales; industriales, de
1º, 2º y 3º categoría; zonas complementarias y/o zonas de reserva verde); déficit de espacio
verde público.
La información obtenida se utilizó para la confección de la cartografía del barrio. Asimismo se
realizó un relevamiento fotográfico de las condiciones del barrio.
5.2. Los indicadores
Nos referiremos, a continuación, a los criterios utilizados para la construcción de los índices
empleados en este trabajo, y a su vez al modo en que se elaboraron la Canasta Básica
Alimentaria (CBA) y la Canasta Básica Total (CBT) para efectuar el cálculo de la pobreza por
ingresos (teniendo en cuenta que la canasta construida por el Instituto Nacional de Estadística y
Censos [INDEC] ha ido perdiendo, en los últimos años, confiabilidad respecto a la validez de
los datos que publica):
Población económicamente activa (PEA): se construyó considerando toda la población
mayor de 14 años. Aquellas personas que trabajan o buscan trabajo son considerados PEA,
mientras que los que no trabajan ni buscan trabajo son considerados inactivos.
Informalidad: por informal se ha considerado a todo aquel trabajador que no obtiene
protecciones sociales a partir de su condición de trabajador. Es decir, coincidiendo con
Portes (1995), todos aquellos que no cuentan con una relación contractual registrada.
Percepción de transferencias monetarias: es un indicador de hogares, y abarca la
percepción de cualquier política social que implique transferencias monetarias de cualquier
jurisdicción. Así, puede haber una gran dispersión respecto de los montos que estas
políticas pueden significar para los hogares. Y también puede suceder que un hogar reciba
más de una transferencia.
Necesidades básicas insatisfechas (NBI): es un índice compuesto por cinco indicadores.
El INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) señala que “se consideran hogares
con NBI aquellos en los cuales está presente al menos uno de los siguientes indicadores de
privación: hogares que habitan viviendas con más de 3 personas por cuarto (hacinamiento
crítico); hogares que habitan en una vivienda de tipo inconveniente (pieza de inquilinato,
vivienda precaria u otro tipo); hogares que habitan en viviendas que no tienen retrete o
tienen retrete sin descarga de agua u hogares que tienen algún niño en edad escolar que no
asiste a la escuela; finalmente, hogares que tienen 4 o más personas por miembro ocupado
y en los cuales el jefe tiene bajo nivel de educación (sólo asistió dos años o menos al nivel
primario)”. Esta última dimensión, conformada por dos variables (cantidad de personas por
miembro ocupado y nivel educativo del jefe del hogar) se expresa a su vez en la variable
“capacidad de subsistencia del hogar”. Finalmente, es importante señalar que en esta
metodología para la medición de la pobreza estructural, las condiciones de hábitat tienen un
fuerte peso en la determinación del NBI de los hogares, siendo que 3 de sus 5 indicadores
10
refieren a estas condiciones (los dos restantes refieren a la escolaridad de los menores y al
porcentaje de ocupados por miembros del hogar, si bien refiere sólo a hogares cuyos jefes
tienen bajo nivel educativo).
Pobreza por ingresos: para construir la CBA (Canasta Básica Alimentaria) se tomó el
dato de la canasta elaborada por el centro de estudios CIFRA (Centro de Investigación y
Formación de la República Argentina) de la CTA (Central de Trabajadores de la
Argentina) encabezada por Hugo Yasky1. Este dato -que para diciembre de 2010 era de
$299- se elaboró en base a la EPH (Encuesta Permanente de Hogares) y al IPC (Índice de
Precios al Consumidor) 7 provincias.
El valor de esta canasta se calculó de acuerdo al IPC denominado “7 provincias” hasta el
mes de abril de 2011, y desde ese mes se actualizó por un IPC difundido por un grupo de
diputados nacionales (IPC-“Congreso”) y que refleja un promedio de las cifras
proporcionadas por diversas consultoras privadas. No continuamos aplicando el IPC-7
provincias porque no fue posible acceder a ese dato para después de abril de 2011 —dada
la discontinuidad de su actualización por parte de CENDA (centro de estudios que lo
calculó originalmente). Por su parte, el IPC difundido por el grupo de diputados se
mantiene como una fuente permanente para la obtención de esta información. Respecto de
la confiabilidad del dato, si se compara la CBA que estamos utilizando con el dato
proporcionado por CIFRA para diciembre de 2011, se observa cierta paridad en los valores,
siendo superior el monto estimado por el centro de estudios de la CTA ($370 contra
$366,88).
A la vez, esta entidad señala que si se comparan las mediciones de la inflación realizadas
según su nuevo IPC (basado en 9 provincias), con las calculadas en base al IPC-7
provincias, al IPC-“Congreso” y al elaborado por el INDEC, este último refleja la inflación
más baja, seguido por el IPC “Congreso”:
Inflación 2011
IPC-9 provincias IPC-7 provincias IPC-"Congreso" IPC-INDEC
Promedio anual 23,4% 24,9% 22,8% 9,8%
Fuente: CIFRA (2012)
En cuanto al cálculo de la pobreza, éste se realiza a partir de la CBA, la cual se multiplica
por la inversa del Coeficiente de Engels (que marca la relación entre los gastos alimentarios
y los gastos totales, tal como lo muestra la siguiente fórmula: Coeficiente de
Engels=Gastos alimentarios/Gastos totales). Esto generó otra dificultad y distorsión en el
cálculo de la pobreza que se presenta en este trabajo, ya que al no contar con el dato del
Coeficiente de Engels para la construcción de la CBT —la cual determina la línea de
1Actualmente la CTA se encuentra dividida en dos. Una CTA asumió una postura crítica respecto del gobierno nacional, mientras que la encabezada por Yasky puede ser considerada como oficialista.
11
pobreza— se utilizó el publicado por el INDEC. En consecuencia se produjo una leve
sobreestimación de la pobreza ya que, por ejemplo, la CBT de diciembre de 2011 fue de
$803 para CIFRA, mientras que según nuestro cálculo fue de $810.
6. Marco teórico o conceptual
Este trabajo no se propone analizar las características constitutivas del conjunto de las clases
populares, sino que recortaremos un grupo específico que se inserta en uno más amplio. En
otras palabras, delimitaremos un sector de esas clases populares, el cual presenta una
característica definitoria que permite su unificación como una clase específica de condiciones de
existencia.
Adamovsy (2012) ensaya una aproximación a la conceptualización, siempre compleja, de
“clases populares” que, como toda clase, abarca a un conjunto “múltiple y heterogéneo de
grupos sociales”. Pero existen varios aspectos que permiten unificar esa multiplicidad y
heterogeneidad. Por un lado, estos grupos “se fueron haciendo parte de una misma sociedad”, es
decir que no es posible pensarlos excluidos de ella.
La segunda característica, definitoria para el autor, es la posición subalterna compartida por ese
conjunto. En términos de Pierre Bourdieu, su exclusión del campo del poder. Es entonces esta
relación fundamental de subordinación lo que define a este grupo como clase. Sin embargo, la
posición subordinada —que implica una definición por la negativa— es una condición necesaria
pero no suficiente para delimitar las fronteras que permiten hablar de clases populares. O más
correctamente, de un sector de ellas, como pretendemos hacerlo aquí. En tercer lugar hay que
recordar que la clase existe objetivamente y se corresponde a “clases de condiciones de
existencia”, establecidas por la posición que las mismas ocupan en el espacio social (Bourdieu
1988; 2000).
La pertenencia a las distintas clases puede operacionalizarse a partir de las prácticas y de las
propiedades de los agentes que las constituyen, propiedades en todos sus sentidos2. Una de las
fundamentales para establecer estas condiciones homogéneas de existencia está dada por la
ocupación (y el modo en que ésta se desarrolla) de un cierto territorio geográfico3 que, en
muchos casos, es definitoria para resolver el acceso a otra propiedad, central para la
(re)producción de las condiciones de existencia: la vivienda.
Con este criterio recortamos el universo del sector de las clases populares que hacemos objeto
de estudio: a partir del modo como acceden al suelo y a la vivienda —por fuera del mercado
2 Según el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), el término “propiedad” tiene las siguientes acepciones: Derecho o facultad de poseer alguien algo y poder disponer de ello dentro de los límites legales./Cosa que es objeto del dominio, sobre todo si es inmueble o raíz./Atributo o cualidad esencial de alguien o algo. 3 La relación fundamental entre espacio geográfico y espacio social ya ha sido señalada por Bourdieu (1999) cuando afirmaba que “El espacio social tiende a reproducirse, de manera más o menos deformada, en el espacio físico, en forma de una determinada combinación de los agentes y las propiedades. De lo que resulta que todas las divisiones y las distinciones del espacio social (arriba/abajo, izquierda/derecha, etcétera) se expresan real y simbólicamente en el espacio físico apropiado como espacio social codificado (por ejemplo, con la oposición entre los barrios elegantes, calle del Faubourg-Saint_Honoré o Quinta Avenida, y los barrios populares o suburbios)” (pp. 178-179).
12
formal— y sus escasas posibilidades de modificar la situación habitacional a partir de una
mudanza a otro barrio, con mejores condiciones generales (materiales y ambientales)4.
Establecido el criterio con el que se recorta el universo que se estudia, cabe mencionar algunas
características de las estrategias de reproducción de los hogares en la economía popular: i) la
centralidad del trabajo doméstico para asegurar la reproducción, ii) el carácter informal que
asumen sus modos de acceso a bienes y servicios, iii) la precariedad e informalidad de las
condiciones de inserción en el mercado de trabajo, sea bajo las formas de trabajo asalariado,
cuenta propia o producción, reforzada por la fragilidad del soporte habitacional y urbano
ambiental en el que se realizan; y como rasgo específico de la posconvertibilidad; iv) la
centralidad de los intercambios con el Estado para la obtención de ingresos procedentes de las
políticas sociales.
La informalidad se manifiesta como una constante de las propiedades de clase de los sectores
populares, asumiendo el carácter de funcional para la reproducción. Habíamos recortado el
universo en estudio considerando el modo como resuelven el acceso a la tierra y la vivienda, a
través de la configuración de estrategias de reproducción que funcionan por fuera del mercado
formal. En cuanto a las condiciones de trabajo, la informalidad permite desarrollar estrategias de
obtención de ingresos, con una ocupación que asume un carácter procíclico y alcanza, en
muchos de los barrios en estudio, porcentajes superiores a los de la media del Conurbano en su
conjunto. Y, como señala Portes (1995) otro efecto de la informalidad es el abaratamiento de los
costos de bienes y servicios, lo cual habilita la ampliación del consumo del sector formal y del
informal.
Es importante señalar que en estas condiciones, las modalidades asumidas por las políticas
sociales en la posconvertibilidad –caracterizadas por el peso preponderante de las transferencias
monetarias– cobran centralidad en las estrategias de obtención de ingresos que despliegan los
hogares para procurarse la reproducción de las condiciones de vida. Podemos afirmar que estas
políticas se complementan con la informalidad —operando en diferentes momentos de la
distribución del ingreso5— en su función contenedora del proceso de mercantilización del
trabajo, propio del capitalismo. Cabe aclarar que se trata de un proceso que entra en
contradicción con la reproducción de la vida de los propios trabajadores. Esto se debe a que
desde la lógica del capital “no todas las necesidades son reconocidas y/o no todos los
trabajadores satisfacen sus necesidades por la vía de la venta de su fuerza de trabajo, ya que no
hay ninguna garantía de que todos los productores puedan vender-se” (Danani 2004, p. 16). A
esto se puede agregar que aún aquellos que pueden vender-se no siempre logran satisfacer sus
4 Esto se debe no sólo a las condiciones económicas. Debemos tener presente la íntima relación que existe entre propiedades y prácticas, las cuales se determinan mutuamente. Ciertas prácticas concebidas como posibles o imposibles por estos sectores, fijan o imposibilitan el acceso a ciertas propiedades. Y el acceso, o no, a esas propiedades, habilitan o no a asumir ciertas prácticas como posibles y/o adecuadas a la posición que se ocupa en el espacio social. 5 Mientras que la informalidad opera en la distribución del ingreso derivada del proceso de producción (distribución primaria), las políticas sociales lo hacen en el momento de la distribución secundaria del ingreso.
13
necesidades con esa venta, particularmente cuando ésta se da en las condiciones de informalidad
características de la economía popular.
Danani (2009) afirma que la matriz de las condiciones de vida se funda en el trabajo —
entendido éste en sentido mercantil—, y considerando esta afirmación nos interrogamos acerca
de las estrategias que se desarrollan en la economía popular, en la que el trabajo no puede
asegurar esas condiciones de reproducción social. Esta pregunta general nos lleva a recorrer el
camino hacia las precisiones teórico-metodológicas que proponemos en este trabajo. Para ello
debemos precisar qué estrategias son las que se trenzan en la reproducción social de los hogares,
y el modo como definimos a la economía popular, desde una perspectiva que se corre de la
mirada economicista y pone el acento en la trama social que se entreteje en ella.
En investigaciones previas se indagó en las estrategias de reproducción social de los hogares
(Cabrera y Vio, 2014). Dos de ellas son habitualmente consideradas en las investigaciones sobre
sectores populares: las estrategias de obtención de bienes de uso y las de generación de ingresos.
En el marco conceptual que se propone aquí se incorporan otras dos, escasamente estudiadas.
En este sentido, se sostiene que el acceso al financiamiento implica el desarrollo de estrategias
que tienen una racionalidad propia y que, por lo tanto, no pueden ser equiparadas con las de
generación de ingresos ni con las de obtención de valores de uso (Cabrera, 2014a). Finalmente,
se señala que es posible definir una cuarta estrategia, resultante del entramando de las tres
anteriores (obtención de bienes de uso, de ingresos y de financiamiento): aquella que apunta a
ampliar el “fondo de reproducción de los hogares” y que son las que se dirigen al sostenimiento
y ampliación del capital social o sistema de relaciones en que se inserta el hogar. En estas
relaciones se pone en juego la construcción de vínculos (fuertemente jerarquizados) que
ofrezcan garantías a la reproducción y retroalimenten las posibilidades de reproducción
ampliada de las condiciones de vida, la cual depende del trabajo mercantil pero también de
recursos que provienen de políticas estatales, mediadas por los referentes territoriales –entre
otros (Cabrera y Vio, 2014).
Una característica específica del fondo de reproducción es que reclama la presencia y las
acciones de las personas en las actividades que el referente territorial les “señala/exige”. Es
decir, su presencia en actos, en reuniones organizadas por la gestión
local/municipal/provincial/nacional, y en actividades que involucran a otras instituciones. De
esta manera, estas personas funcionan como un “ejército simbólico” que expresa el poder
territorial del referente, el cual es medido a partir de su capacidad de convocatoria.
En este sentido, se trata de un modo de trabajo diferente al que se invierte en la obtención de
bienes de uso, ingresos o financiamiento. Así, el carácter inmaterial y simbólico del fondo de
reproducción se traduce en un compromiso de presencia y esfuerzo, que habitualmente se
articula con la estructura familiar que procesa la participación en redes populares, generalmente
entendidas como redes de reciprocidades. Muchos trabajos sostienen la centralidad que tienen
14
estas redes de reciprocidad que se dan en el territorio del barrio de los sectores populares. A
modo de ejemplo, puede mencionarse el papel que Merklen (2010; pág. 57) asigna a las redes
que se dan en el contexto barrial, el cual permitió que “los perdedores se refugiaron en lo local y
fueron reconstruyendo su sociabilidad principalmente a través de lo que llamamos ‘inscripción
territorial’”. Frente a estas posiciones proponemos las hipótesis que se señalan abajo, y que
discuten con el presupuesto de solidaridad que subyace en estos enfoques.
Esta investigación pretende aportar directamente al análisis de las estrategias de reproducción
social de la economía popular, sosteniendo la hipótesis que éstas se ajustan a las matrices
político-territoriales que a su vez están fundadas en el amalgamamiento del poder estatal con el
de las organizaciones de base y con los poderes individuales de “referentes comunitarios
barriales”. Esta “fusión” de poderes es posible a partir de las transferencias de diversos tipos
de capitales —bienes de uso/dinero/social/simbólico— que son asignados en función de la
forma que asume la articulación entre la matriz político-territorial y los fondos de
reproducción de los hogares.
Desde esta perspectiva, la imbricación del concepto de estrategias de reproducción con la
noción de “economía popular” amplifica el horizonte de análisis al incorporar el estudio del tipo
de articulaciones que se dan entre las estrategias que despliegan los hogares (para la obtención
de bienes de uso, ingresos y financiamiento, siempre atravesadas por las que apuntan a la
ampliación del fondo de reproducción) y los intercambios que ellas orientan (tanto al interior del
propio hogar, como con otros hogares, con el mercado, con el Estado y con otras instituciones
de la sociedad civil) (Hintze, 1989).
Se asiste, entonces, a la identificación de una combinatoria determinada de estrategias que
resulta en una matriz en la que la economía popular encuentra su especificidad. Esta matriz
está caracterizada por la pérdida de protagonismo de los intercambios mercantiles-formales,
pero, sin que el trabajo mercantil pierda primacía como principal estrategia de obtención de
ingresos. Sin embargo, el tipo y condiciones de ese trabajo mercantil no permiten asegurar las
condiciones de reproducción, por lo que en esta matriz el trabajo doméstico como así también
las políticas sociales estatales mantiene un lugar fundamental para asegurar el acceso a bienes,
ingresos y también financiamiento. Asimismo se caracteriza por la equiparación entre las
estrategias de obtención de bienes de uso y de ingresos, tanto desde la perspectiva del nivel de
satisfacción que generan en torno a las necesidades de consumo básicas de los hogares, como
también respecto de la valoración que hacen de ellas los miembros de los hogares, en tanto
mecanismos de acceso a satisfactores.
Otra característica de esta matriz de estrategias surge de la modalidad que asume el acceso al
financiamiento, la cual determinará su incorporación como una estrategia singular dentro de esta
economía popular de la Argentina de la poscrisis (Cabrera, 2014a). A la vez, se observa, como
rasgo singular de esta etapa, cierta masificación de las estrategias de las cuales el Estado es
15
contraparte y que, en principio, señalan un movimiento hacia la “desmercantilización” de los
hogares que se da en consonancia con uno tendiente a la “familiarización” y a la
“territorialización”.
Sin embargo, si se considera el papel de las matrices político-territoriales y el rol de los
referentes como reales “asignadores” de la política social, estos movimientos no se
corresponden necesariamente con una mayor autonomización, sino más bien, lo contrario
(Cabrera 2014b y 2014c; Zucchiatti 2014). Ello se advierte en la menor autonomía de los
miembros de los hogares respecto de los demás integrantes del hogar así como de esas matrices,
en las que se ponen en juego diferentes combinaciones del poder estatal, del de las
organizaciones comunitarias y de los poderes individuales corporizados en los referentes
locales/barriales, que se constituyen en fuentes para la acumulación de los fondos de
reproducción (Cabrera y Vio, 2014).
Estas posiciones llevan a una reflexión sobre el planteo tradicional de Esping-Andersen ([1990]
1993), quien sostiene que las políticas sociales deben ser analizadas considerando la forma que
asumen los arreglos familia-mercado-Estado. Danani (2009) ha llamado la atención sobre la
necesidad de considerar el papel del clientelismo en esta relación, y en esta línea se propone
profundizar este proyecto, considerando a las matrices político-territoriales como un cuarto
componente de esos arreglos (Estado-Mercado-Familia–Matrices político territoriales), pero
corriéndonos de aquellas perspectivas que proponen el análisis de las estrategias de los
referentes territoriales fundadas en el clientelismo, concepto que no se ajusta a la estructura
conceptual que se propone en esta investigación.
7. Desarrollo del Estudio: Condiciones de vida, producción, trabajo y
territorio
7.1. Condiciones de vida
Para acercarnos a las condiciones de vida de los barrios en estudio utilizaremos algunos
indicadores que refieren a distintas unidades de análisis. Puntualmente se seleccionaron cuatro:
Población económicamente activa (PEA).
Informalidad.
Línea de pobreza.
Percepción de transferencias monetarias estatales.
Analizaremos como estos cuatro indicadores permiten un acercamiento a las condiciones de
vida de los hogares de 12 barrios populares del Conurbano.
Tabla 3: Hogares según pobreza y percepción de transferencias monetarias estatales, habitantes
mayores de 14 años según condición de actividad y ocupados según informalidad (en%)
16
Barrio
Hogares
Personas
mayores de
14 años
Ocupados
Bajo LP
Percepción
transferencias
monetarias
PEA Informalidad
Villa Inflamable
1°
Cordón
56,6 47,7 53,4 64
Las Achiras 51,6 54,1 53,2 61,7
Costa Esperanza 45,5 41,6 57,3 66,7
Independencia 62,1 63 52,4 64,6
9 de Enero
2º Cordón
52,2 39,4 58,8 73,8
Pfcv – 1990 viviendas 40,4 44,1 56,8 50,9
2 de Abril 63,5 58,5 50,9 72,7
Pfcv – Santa Rosa 69,3 70 43,7 66,8
22 de Enero 61,5 51,4 62,4 71,6
Alsina 50,8 62 60,6 70,9
San Cayetano/San Blas 37,3 35 71,4 74,4
La Esperanza 3º Cordón 57,1 58,4 56,5 74,1
Fuente: elaboración propia en base a relevamientos realizados entre 2011 y 2013
La Tabla 3 presenta estas variables. Este primer acercamiento muestra que en 9 de los 12 barrios
la mayoría de los hogares son pobres y en 7 la mayoría de los hogares perciben algún tipo de
transferencia monetaria estatal a través de las políticas sociales de cualquier jurisdicción.
Considerando ahora a los habitantes mayores de 14 años, sólo en tres barrios la PEA se acerca o
supera la media del conurbano (alrededor del 62%). Y entre los ocupados, en todos los barrios la
informalidad supera el 60%, con la sola excepción del barrio del PFCV 1990 Viviendas. Este
último indicador es el único que muestra diferencias significativas por cordón. Con la excepción
FCV 1990 Viviendas, el menor porcentaje de informalidad (66,8% en PFCV-Santa Rosa) es
más alto que el mayor del primer cordón (66,7% en Costa Esperanza).
Gráfico 1: Pobreza por ingreso de los hogares y percepción de transferencias monetarias estatales a
través de políticas sociales (en%)
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30
40
50
60
70
80
Pobreza e indigencia Hogares Percepcion transferencias
Fuente: elaboración propia en base a relevamientos realizados entre 2011 y 2013
En el Gráfico 1 presenta los indicadores de pobreza por ingresos y la percepción de algún tipo
de transferencia monetaria estatal. Resulta significativa la relación proporcional que se observa
entre ambas variables, con la sola excepción del caso de Alsina. Es decir, a mayor porcentaje de
hogares pobres, es mayor también el porcentaje de hogares que reciben transferencias
monetarias. Santa Rosa, barrio de PFCV de Florencio Varela, se ubica en uno de los extremos
(69,2% de hogares pobres y 70% de los hogares reciben transferencias monetarias), mientras
que en el otro se encuentra San Cayetano/San Blas (37,3% de hogares pobres y el 35% reciben
transferencias).
Gráfico 2: Pobreza por ingreso de los hogares y PEA (mayores de 14 años) (en%)
0
10
20
30
40
50
60
70
80
Pobreza e indigencia Hogares PEA
Fuente: elaboración propia en base a relevamientos realizados entre 2011 y 2013
18
Si se considera la relación entre hogares pobres y PEA, la relación se invierte. Es decir, en los
barrios cuya PEA es menor aumenta la pobreza. Una vez más Santa Rosa ocupa uno de los
extremos (es decir, es el barrio con mayor porcentaje de hogares pobres y de hogares que
reciben transferencias monetarias, y la menor PEA) y San Cayetano/San Blas en el otro extremo
(es el barrio con menor porcentaje de hogares pobres y de hogares que reciben transferencia
monetarias, y de mayor PEA). Indudablemente no puede explicarse la pobreza sólo
considerando el comportamiento de estas variables, ya que existen otras que no pueden
soslayarse. Una de ellas es, indudablemente, la composición de los hogares. Es por ello que, por
ejemplo, para definir la pobreza por Necesidades Básicas Insatisfechas se considera la variable
Capacidad de Subsistencia, (para ambos conceptos, ver sección 6.2 “Los indicadores”, dentro
“Metodología”) ya que la relación entre ocupados y miembros del hogar puede resultar
significativa para la determinación de las condiciones de vida.
Sin profundizar en esa variable, un primer acercamiento a la relación entre proveedores y
dependientes la aporta el peso de los menores en la composición demográfica de los barrios.
Debido a que éstos, los menores, se encuentran atravesando un momento del ciclo vital en el
que generalmente se generan (o se obturan) las condiciones para el futuro desarrollo de una vida
autónoma. Además conforman junto a los adultos mayores, el grupo poblacional que se prevé
requiere trabajos de cuidado y, dada las escasas políticas públicas que se ocupan de atender
estos requerimientos, se presume que la asistencia a esta porción de población queda librada
casi exclusivamente a la disponibilidad y medios del hogar.
El barrio con menor porcentaje de menores de 18 años es Independencia (32%), mientras que la
mayoría ronda entre el 40% y 50%. Santa Rosa está muy por encima de ese promedio: el 56%
de los habitantes es menor de esa edad, mientras que San Cayetano/San Blas ese porcentaje
alcanza al 41,7%.
Gráfico 3: PEA (mayores de 14 años) y hogares que perciben transferencias monetarias a través de
políticas sociales (en%)
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PEA Percepcion transferencias
Fuente: elaboración propia en base a relevamientos realizados entre 2011 y 2013
Si se analiza la PEA y la percepción de transferencias monetarias, la relación entre las variables
desaparece. El aumento o disminución de uno de estos indicadores no parece afectar al otro. Si
se considera que la Asignación Universal por Hijo es la política social de mayor presencia en los
hogares que se analizan (Cabrera, 2014c), y que los requisitos para su cobro implican que los
receptores se declaren como desocupados o trabajadores informales cuyos ingresos son menores
al Salario Mínimo Vital y Móvil, o sean monotributistas sociales o trabajadoras domésticas, en
principio, debería existir un tipo de relación más notoria. Pero debido a la extensión de la
informalidad (sin considerar que en realidad la mayoría de las receptoras de la AUH son
mujeres inactivas, que declaran la situación de trabajadoras sólo para cumplir el requisito) esta
falta de relación aparece como esperable.
Gráfico 4: Informalidad (ocupados) y hogares que perciben transferencias monetarias a través de
políticas sociales (en%)
0
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30
40
50
60
70
80
Bajo LP Percepción Transferencias monetarias
20
Fuente: elaboración propia en base a relevamientos realizados entre 2011 y 2013
Efectivamente, dado que la informalidad se mantiene por encima del 60% en todos los barrios
(con la mencionada excepción del PFCV 1990 Viviendas de E. Echeverria), la relación con la
percepción de politicas sociales es baja. Ya hemos planteado en otros trabajos (Cabrera y Vio,
2014) la hipótesis que propone que para el analisis de los mecanismos de acceso a las politicas
sociales debe considerarse la matriz político territorial, que implica “la participación consciente
en este sistema de relaciones en el que se articulan vínculos familiares y vecinales, también
jerárquicos, y atravesados por la inscripción político-territorial como matriz de mediación entre
los destinatarios y los otorgadores de los recursos provenientes de las políticas sociales. Estas
matrices se convierten, así, en las reales `asignadoras´ de las transferencias monetarias del
Estado, así como de las políticas sociales en general”.
Gráfico 5: Informalidad (ocupados) y hogares según pobreza por ingresos (en%)
Fuente: elaboración propia en base a relevamientos realizados entre 2011 y 2013
Asimismo, la relación entre informalidad y pobreza también es débil. Si, por un lado, el barrio
con el menor porcentaje de pobreza entre sus hogares es también el de mayor informalidad; por
el otro, esa relación no se cumple en el barrio de menor informalidad, dónde la pobreza alcanza
al 40,4% de los hogares, el segundo porcentaje más bajo luego de San Cayetano/San Blas.
Gráfico 6: Informalidad (ocupados) y PEA (en%)
21
Fuente: elaboración propia en base a relevamientos realizados entre 2011 y 2013
También es débil o más bien inexistente la relación entre PEA e informalidad. Esto podría
mostrar que la informalidad no tiene el rol funcional que le asigna Portes (1995). Pero en
principio no adherimos a esta posibilidad, ya que esta independencia entre PEA e informalidad
se presenta con una base de esta última variable siempre superior al 50%, con lo cual, aparece
como una condición de la mayoría de los trabajadores, mientras que las posibilidades de
participación en la PEA de la población mayor de 14 años debería analizarse considerando otros
parámetros. Por ejemplo, calificaciones y género.
7.2. Enclaves de especialización territorial
7.2.1. La economía popular de los desechos: el caso de San Martín
La dinámica productiva de San Martín se vio especialmente favorecida por la reorientación de la
política económica que comenzó en el 2002 y que, junto a otros territorios portadores de
capacidad ociosa instalada, aportó al andamiaje de la recuperación económica del Conurbano
durante los primeros años de la posconvertibilidad (2002-2005). Esta economía fue receptora,
principalmente, de hogares pobres e indigentes que, habiendo perdido sus fuentes históricas de
obtención de bienes e ingresos como consecuencia de los efectos sociales y económicos de la
implementación de las políticas neoliberales durante la década de 1990, debieron ensayar
nuevas estrategias para alcanzar su objetivo de reproducción social. Para los que ya vinculaban
su reproducción al recupero de basura, la actividad cobró una mayor centralidad en el marco de
la matriz que articulaba sus modos de reproducción.
Asimismo, la expansión de esta práctica a lo largo de la última década guarda relación con su
carácter pro-cíclico, en tanto su crecimiento acompaña al de la economía en su conjunto, con la
consecuente valorización cada vez mayor de una parte de los materiales recuperables. En
particular de aquellos que sirven de insumo a las principales ramas de la industria local
22
(metalmecánica, productos de papel, productos de caucho y plástico), aunque para ninguna de
éstas la recuperación de desechos para su consumo intermedio ingresa en su agenda productiva.
La informalidad caracteriza al hábitat de los hogares recuperadores, resultante de un proceso de
urbanización popular en un espacio geográfico no apto para el uso residencial, caracterizado por
la presencia de grandes extensiones de bañados que tienen lugar entre la ruta provincial Nº 4 y
el río Reconquista. Convergen en el mismo espacio importantes fracciones de tierra, propiedad
de CEAMSE, las que, como rellenos sanitarios, sirven a la disposición final de los residuos
sólidos urbanos de la Ciudad de Buenos Aires y de un alto porcentaje de los partidos de su área
metropolitana. Estos usos —el residencial y el sanitario— tensionaron el desarrollo territorial de
la zona y aportaron, por un lado, a la conformación de un área de especialización vinculada a la
gestión de la basura y al negocio del recupero, y por otro, al surgimiento de nuevas vocaciones
urbanas asociadas a dichos usos. Los barrios Costa Esperanza e Independencia responden a este
fenómeno y testimonian el desarrollo de la urbanización popular bajo modalidades de
producción del hábitat sostenidas fundamentalmente en el trabajo doméstico.
El barrio Costa Esperanza ocupa una superficie aproximada de 58 ha. y su emplazamiento
dentro del partido tiene lugar en un área de urbanización popular que se extiende de modo
paralelo al curso del río Reconquista, en una zona de bañados, ubicada entre el Camino del
Buen Ayre al oeste; la ruta provincial Nº 4 al este y los límites político-administrativos del
distrito, en el norte y sur.
Enmarcado en la tipología de asentamiento, su origen se remonta a una toma de tierras cuya
propiedad corresponde a CEAMSE (Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del
Estado), y que tuvo lugar en 1997. Aproximadamente 20 familias fueron protagonistas de la
toma y, posteriormente, a mediados de la década del 2000, hubo una venta de lotes a familias
provenientes de Paraguay. Esa venta involucró, a su vez, el regreso a su lugar de origen —
mayoritariamente las provincias del NE argentino— por parte de algunas familias que
estuvieron presentes en la fundación del barrio.
Los límites físicos de Costa Esperanza son la Av. Eva Perón al este; la diagonal Buenos Aires al
sur; la calle Paraná, que se extiende paralela al zanjón Güemes, al oeste y la calle Córdoba al
norte, paralela al Camino del Buen Ayre. Los barrios con los que linda son: barrio Libertador (al
norte), Loma Hermosa (al este) y barrio Uta (al sur), todos ubicados en el mismo partido.
Por tratarse de un área de bañados, el barrio se desarrolla sobre tierras con cotas inferiores a las
aceptables para el desarrollo urbano. En general, las viviendas se construyeron sobre rellenos
realizados por los mismos hogares, con basura, escombros y tosca, que lograron incrementar en
casi 3 metros la altura original del área, previa a la consolidación del barrio.
Costa Esperanza tiene un trazado regular, que divide el tejido en 55 macizos, loteados en su
interior en parcelas de 10 m de frente por 20 m de fondo. Se advierten intensidades diferentes en
la ocupación del suelo y niveles de densidad igualmente diferentes.
23
Tabla 4: Características demográficas. Costa Esperanza
Total de viviendas 1856
Total de hogares 1887
Total de habitantes 8217
Hogares con menores de 19 años 1492
Hogares con menores de 10 años 1271
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en el barrio Costa Esperanza (San
Martín). Noviembre de 2012.
De acuerdo a los datos relevados, del total de las 8.217 personas que habitan en Costa
Esperanza, el 51,2% son varones y el 48,8%, mujeres.
Gráfico 7: Población total según rangos de edad. Costa Esperanza
Hasta 5 años
De 6 a 12 años
De 13 a 17 años
De 18 a 24 años
De 25 a 49 años
De 50 a 64 años
65 años y más
14,4%
14,3%
10,2%
14,9%
25,3%
14,1%
6,9%
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en el barrio Costa Esperanza (San
Martín). Noviembre de 2012. Base: 8217 casos.
El Gráfico 7 nos muestra una importante presencia de población joven. El 38,9% de los
habitantes del barrio son niños y adolescentes de hasta 17 años, el 14,9 % tiene entre 18 y 24
años, y la más alta concentración de población se da en el rango de los 25 a los 49 años (25,3%).
Un 21% de los integrantes de los hogares del barrio Costa Esperanza es mayor de 50 años.
Gráfico 8: Población según nacionalidad. Costa Esperanza (en%)
24
Argentina
80,2
Chile; 0,4
Bolivia; 0,6
Paraguay;
17,7Uruguay; 0,2
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en el barrio Costa Esperanza (San
Martín). Noviembre de 2012. Base: 8217 casos.
El 80,2% de los habitantes es de nacionalidad argentina y el 19,8% restante proviene de países
limítrofes; el mayor porcentaje corresponde a Paraguay (17,7%), seguido de Bolivia, Chile y
Uruguay que, individualmente, no alcanzan el 1%.
En cuanto al barrio Independencia, se encuentra delimitado por la Av. Márquez (también J.M.
de Rosas o ruta provincial N°4) al este y sudeste; la Av. Artigas al sur y sudoeste; la calle 4 al
oeste y el zanjón Suárez al norte y noreste. Actualmente entubado en un 70% de su extensión
dentro de Independencia, éste último constituye, además, el límite físico que distingue a este
barrio del 13 de Julio.
El nivel de consolidación del barrio Independencia presenta fuertes contrastes, lo que facilita la
distinción de sectores en su interior que, además, guardan relación con los diferentes momentos
del desarrollo del barrio. Distinguimos tres:
i) El núcleo original del barrio, ubicado en el sector sur y sudoeste, en un espacio comprendido
por la Av. Márquez, la Av. Artigas, la calle José Ingenieros y la calle Santa Brígida. Este sector
corresponde al loteo y venta de tierra que tuvieron lugar en la década del cincuenta por
iniciativa de la Cooperativa Malvinas Argentinas. Presenta un trazado regular amanzanado, con
espacio verde público, calles asfaltadas, veredas terminadas, y las viviendas cuentan con
servicio de energía eléctrica provisto de medidor individual.
ii) El sector denominado barrio “Curita”, el cual conforma un rectángulo comprendido entre la
calle Santa Brígida, el Parque Suárez (calle A), la calle San Martín —que corre paralela al
zanjón Suárez— y la calle 4. Este área se desarrolló en el marco de un proceso de extensión
sustentado en ocupaciones espontáneas que llevaron adelante familiares de los habitantes
originarios e inmigrantes provenientes del interior del país y, más tarde, de países limítrofes, en
un período que lleva casi 60 años. Presenta una división en macizos más o menos regulares, con
calles sin asfalto, excepto las que conforman sus bordes. El tejido es irregular, sin una división
parcelaria ordenada, con presencia de pasillos que facilitan la circulación al interior de los
25
macizos. No hay veredas construidas; sólo se advierten zanjas por las que corren aguas grises a
cielo abierto.
iii) El sector del “fondo”, producto de la extensión informal del núcleo original. Se extiende
entre la Av. Artigas, la calle Santa Brígida, la calle José Ingenieros y la calle 4, que lo separa del
área de la Laguna del Pejerrey. Posee características similares al barrio “Curita”, si bien la
división en macizos se presenta más regular, presentando características propias del núcleo
original, a la vez que un tejido más ordenado y regular. En este sector se ubica el Centro de
Atención Primaria para la Salud que sirve a todo el barrio.
El trabajo de campo se realizó en un recorte que abarca parte del barrio (Curita y el fondo), tal
como se observa en el siguiente mapa:
Tabla 5: Características demográficas. Independencia
Total de viviendas 2373
Total de hogares 2384
Total de habitantes 10653
Hogares con menores de 19 años 1742
Hogares con menores de 10 años 1210
Fuente: Elaboración propia en base a la encuesta realizada en el barrio Independencia (San Martín).
Diciembre 2012 a marzo 2013.
La población del barrio Independencia presenta una proporción levemente menor de hombres
(49%) que de mujeres (51%).
Gráfico 9: Población total según rangos de edad. Independencia
26
Hasta 5 años
De 6 a 12 años
De 13 a 17 años
De 18 a 24 años
De 25 a 49 años
De 50 a 64 años
65 años y más
10,9%
12,0%
9,1%
16,1%
30,5%
15,8%
5,5%
Fuente: Elaboración propia en base a la encuesta realizada en el barrio Independencia (San Martín).
Diciembre 2012 a marzo 2013. Base: 10653 casos.
El Gráfico 9 muestra la distribución etaria de la población del barrio, la cual se caracteriza por la
preponderancia de jóvenes y adultos sobre el total de los habitantes. El 32% de la población está
formado por niños y adolescentes de hasta 17 años y el 16,1% tiene entre 18 y 24 años, a la vez
que vuelve a presentarse un elevado porcentaje de población concentrada en torno a los 25 y los
49 años (30,5%).
Gráfico 10: Población según nacionalidad. Independencia
Argentina95,0%
Chile0,2%
Paraguay4,0%
Uruguay0,3%
Perú0,5%
Fuente: Elaboración propia en base a la encuesta realizada en el barrio Independencia (San Martín).
Diciembre 2012 a marzo 2013. Base: 10653 casos.
Con respecto al país de origen de los habitantes del barrio, se observa que el 95,0% son nacidos
en la Argentina. Al analizar la composición de los extranjeros, los datos muestran que éstos
provienen mayoritariamente de países limítrofes, principalmente de Paraguay (4,0%) y, con
menos del 1%, de Chile y Uruguay. Perú es el único país no limítrofe que aparece en el listado,
con un 0,5% de oriundos de ese país.
En cuanto a la economía popular de los desechos, afirmamos que ésta encuentra su
especificidad en la generación de valor a partir de la transformación de desechos en bienes de
consumo y/o en mercancía (Vio, 2014). Se trata del conjunto de actividades llevadas a cabo por
27
los hogares y trabajadores de la economía popular, orientadas a la recuperación de bienes
desechados —o parte de ellos— que hayan tenido, o no, un consumo previo, y hayan sido
concebidos como mercancía, es decir, producidos para su venta en el mercado.
La economía popular de los desechos comprende un espacio económico delimitado por la
(re)circulación —en circuitos formales e informales de la economía urbana— de bienes
desechados (restos de bienes consumidos; bienes sin consumir que no cumplen estándares de
calidad para su venta en el mercado formal y que previamente pueden haber circulado por
canales formales de la economía urbana en su carácter de mercancía) por otros hogares y por
agentes de la producción, por lo que no puede comprenderse ni analizarse por fuera del territorio
específico en el que se desarrolla (Vio, 2014).
Tabla 6: trabajadores según tareas vinculadas a basura (por calificación)
Costa Esperanza Independencia
Casos % Casos %
Trabajo vinculado a la basura 202 6,6 162 4,2
Otros trabajos no calificados 914 29,9 1215 31,8
Otros trabajos calificados 1830 59,8 2190 57,3
Ns/Nc 114 3,7 252 6,6
Total 3059 100 3818 100
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta aplicada a hogares de Costa Esperanza e
Independencia (San Martín). Noviembre de 2012 – febrero 2013
En relación con otros casos que se analizan abajo, el porcentaje de trabajadores cuyas tareas se
vinculan con la basura es relativamente bajo (6,6% en Costa Esperanza y 4,2% en
Independencia), lo que podría poner en cuestión la hipótesis que se sostiene respecto de la
relación entre economía popular y territorialidad, o al menos de la pertinencia de hablar de
“economía popular de los desechos”. Sin embargo, también hemos definido a la economía
popular como una matriz específica de estrategias, dónde el trabajo mercantil pierde
preeminencia aunque no principalidad.
En el caso de la economía popular de los desechos, que es un subsector específico de la
economía popular (Vio, 2014) la organización doméstica es la que procesa el menú de las
opciones posibles para garantizar la reproducción, y establece una combinación de estrategias
que tienden a sostenerse en el tiempo hasta tanto factores endógenos al hogar (muerte de un
miembro, realización de otra actividad lucrativa de mayor beneficio, mudanza) o exógenos,
vinculados a la dinámica económica-productiva en la que se inserta la actividad, establezcan un
punto de inflexión que obligue a una nueva síntesis. Para la economía popular de los desechos
se trata de la articulación de estrategias que, más allá de los cambios que puedan tener lugar,
sostiene la persistencia en el centro de aquellas asociadas a la generación y obtención de valores
de uso y cambio a partir de la basura/desecho.
28
En la articulación de estos modos de reproducción se imbrican los diferentes modos de trabajo
que ponen en juego los miembros de estos hogares: el trabajo doméstico orientado a la
reproducción y, en particular, a la producción de bienes para consumo del hogar (vivienda,
vestimenta, cría de animales, preparación de alimentos) y el trabajo mercantil motivado por la
necesidad de acceder monetariamente a medios de producción, así como a bienes y servicios no
producidos por el trabajo doméstico.
A su vez, el mercantil tiene lugar bajo un conjunto de actividades ligadas a la basura e incluye
diferentes modalidades que no siempre son reconocidas como “trabajo mercantil” por los
trabajadores, y entre las que se destacan: i) el trabajo doméstico mercantil realizado al interior
del hogar, productor de bienes y servicios para el intercambio en el mercado (que puede incluir
el trabajo remunerado de los miembros de la unidad doméstica, el trabajo de miembros externos,
y el trabajo con sentido mercantil que, aunque no perciba remuneración, produce mercancías);
ii) el trabajo mercantil independiente, realizado fuera del hogar productor de bienes o prestador
de servicios vendidos en el mercado y iii) el trabajo asalariado que intercambia directamente la
fuerza de trabajo a cambio de un salario monetario.
En suma, la multiplicación de las estrategias de reproducción social asociadas al consumo de
basura y a su recuperación para la venta, que tuvieron lugar a partir del 2002, acentuaron una
especialización territorial a partir de las relaciones entre el lugar de residencia y el lugar de
trabajo que tejieron los trabajadores de la economía popular.
7.2.2. Informalidad y tercerización. El barrio 22 de Enero
El barrio 22 de Enero se encuentra en la localidad de Ciudad de Evita, partido de La Matanza,
en el 2do cordón del conurbano. Sus límites físicos son la Av. Cristianía y la planta terminal
Poliducto La Matanza de YPF al este; la calle Las Orquídeas al norte, lindando con el barrio
BID; el barrio 21 marzo al oeste y, al sur la calle Las Gardenias, que limita con una parte del
Centro Polideportivo “José Hernández”.
La zona en la que se sitúa el barrio 22 de Enero presenta la particularidad de contar con una
gran cantidad de asentamientos, surgidos también a partir de tomas organizadas, la mayoría de
ellas cercanas cronológicamente. Desde sus inicios se estructuró bajo la lógica del asentamiento.
Emplazado sobre terrenos del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cuenta con
una superficie aproximada de 98,5 ha, y una población de alrededor de 11.250 habitantes. Posee
una antigüedad de unos 28 años ya que su origen responde a una toma organizada en el año
1986, que fue iniciada desde la intersección de la calle 600 (Las Orquídeas) y Av. Cristianía, en
correspondencia con la toma del barrio denominado “El Tambo”. El barrio se estructura bajo la
lógica de amanzanamiento tradicional, con un trazado regular. Las manzanas son de tipo
rectangular (60m x 100m).
22 de enero se encuentra atravesado en toda su extensión por el arroyo Berro (hacia el sudeste),
curso de agua subsidiario del río Matanza que se configura como una barrera urbana interna.
29
Además de estar ubicado sobre la Av. Cristianía —una de las vías principales del municipio en
sentido norte-sur—, el barrio cuenta con dos de sus calles internas pavimentadas, las que
permiten atravesar el conjunto en los dos sentidos, garantizando el acceso, tanto de vehículos
particulares, como de ambulancias, patrulleros, bomberos, etc.
Debido a las dimensiones del barrio, el relevamiento de campo se realizó en la zona central,
delimitada por Av. Cristianía y las calles Los Claveles, Las Camelias y Los Gladiolos. Para
definir el área de relevamiento se consideraron varios criterios que permiten, en términos
teóricos, abarcar situaciones distintas desde los aspectos ambientales, sociales e históricos: se
siguió la lógica de crecimiento del barrio desde Av. Cristianía hasta la calle Las Camelias, se
consideraron los bordes consolidados, la conexión y conectividad con el sector, las condiciones
críticas ambientales, la situación de borde con un nuevo asentamiento que se ubica después de la
calle Las Camelias y también la presencia de curso de agua.
Tabla 7: Características demográficas. 22 de Enero
Total de viviendas 1315
Total de hogares 1360
Total de habitantes 6.236
Hogares con menores de 19 años 1104
Hogares con menores de 10 años 705
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en el barrio 22 de Enero (La
Matanza). Mayo de 2011.
De acuerdo a los datos relevados, la diferencia entre hombres y mujeres es mínima: del total de
6.236 personas que habitan en 22 de Enero, el 51,2% de son varones y el 48,8%, mujeres.
Gráfico 11: Población total según rangos de edad. 22 de Enero
30
65 años y más
De 50 a 64 años
De 25 a 49 años
De 18 a 24 años
De 13 a 17 años
De 6 a 12 años
Hasta 5 años
2,5%
9,7%
31,1%
18,7%
11,6%
13,5%
12,9%
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en el barrio 22 de Enero (La
Matanza). Mayo de 2011. Base: 6236 casos.
El Gráfico 11 nos muestra una importante presencia de población joven. El 38% de los
habitantes del barrio son niños y adolescentes de hasta 17 años, el 18,7% tiene entre 18 y 24
años, y la más alta concentración de población se da en el rango de entre los 25 y 49 años
(31,1%). Un 12,1% de los integrantes de los hogares del barrio 22 de Enero es mayor de 50
años.
Gráfico 12: Población según nacionalidad. 22 de Enero
Argentina
72,7%
Paraguay
15,4%
Bolivia
11,3%Chile
0,3%
Otros
0,3%
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en el barrio 22 de Enero. Mayo de
2011. Base: 6236 casos.
El 72,7% de los habitantes es de nacionalidad argentina y el 27% proviene de países limítrofes,
con un porcentaje mayoritario correspondiente a Paraguay (15,4%), seguido por Bolivia
(11,3%) y, en menor medida, por Chile (0,3%).
Una característica de este barrio es la presencia de pequeños talleres, mayormente dedicados a
la actividad textil, aunque subregistrada en el trabajo de campo, dado que la situación de
informalidad de los establecimientos (de los trabajadores, de las conexiones de servicios
necesarias, de habilitaciones y permisos de toda jurisdicción), hace que la declaración de su
31
existencia sea considerada riesgosa, a lo que se suma que metodológicamente la encuesta
realizada tiene por unidad de análisis viviendas y hogares, por lo que los locales no usados
como viviendas quedan fuera del relevamiento. Sin embargo, por un lado, existieron otras
herramientas que aportaron a la identificación de esta característica: las entrevistas y lo que
podríamos llamar un modo de “observación participante” que significa la presencia del equipo
de investigación coordinando el campo en el territorio, que conlleva un modo de relevamiento
de información carente de sistematicidad pero que resulta en un aporte invalorable al momento
de analizar los barrios Por otro lado, los datos de la encuesta permiten observar el peso de la
industria textil en el barrio, aun con el subregistro mencionado.
Tabla 8: Viviendas según tipo de usos (en %)
Als
ina
22
de
En
ero
La
s A
chir
as
9 d
e E
ner
o
Sa
n C
ay
eta
no
-
Sa
n B
las
Infl
am
ab
le
La
Esp
era
nza
2 d
e A
bri
l
Fed
era
l
Va
rela
Fed
era
l
Ech
ever
ría
C
ost
a
Esp
era
nza
In
dep
en
den
cia
No tiene otros
usos
91,
7
88,
3
89,
7
86,
3
87,
4
88,
5
84,
5
87,
4
87,2 86,
6
86,
9
86,
4
Uso comercial 5,0 6,4 7,5 11,
0
9,5 7,2 12,
7
7,0 7,4 8,8 7,9 10,
3
Uso productivo 2,5 3,9 0,5 1,2 0,4 1,0 0,9 2,2 1,6 2,5 2,8 1,5
Uso
institucional/soci
al
0,7 0,8 0,9 0,4 2,0 0,9 1,6 1,6 0,3 ,6
Otros usos 0,3 1,5 0,5 2,3 1,1 1,0 1,4 0,6 1,6 1,4
Ns/Nc 0,8 0,3 0,2 0,4 1,6 1,8 ,2 0,4
Total 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100
Fuente: Elaboración propia en base a la encuesta realizada entre 2011 y 2013
Cuando se analizan otros usos de la vivienda declarados por los encuestados, 22 de Enero
resulta ser el barrio con mayor porcentaje de viviendas dedicadas a uso productivo (3,9% de las
viviendas).
Tabla 9: Hogares según utilización de algún ambiente o cuarto exclusivamente como lugar de
trabajo. 22 de Enero
Casos %
Si 175 12,9
No 1171 86,1
Ns/Nc 14 1,0
Total 1360 100
32
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio 22 de Enero (La Matanza).
Mayo de 2011
Ante una repregunta, dirigida a los hogares, respecto de utilizar ambientes de la vivienda como
lugar de trabajo exclusivamente, casi el 13% de los hogares afirma destinar al menos uno.
Tabla 10: Hogares según realización de alguna actividad productiva en la vivienda. 22 de Enero
Tienen quiosco, almacén,
verdulería u otro tipo de venta al
público
Realizan actividad productiva por las que
les paguen o vendan lo producido o el
servicio
Casos % Casos %
Si 80 5,9 112 8,2
No 1270 93,4 1239 91,1
Ns/Nc 9 ,7 9 ,7
Total 1360 100 1360 100
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio 22 de Enero (La Matanza).
Mayo de 2011
Otro de los indicadores respecto del peso de la utilización de la vivienda como unidad
productiva por parte de los hogares, lo aporta la respuesta a la pregunta sobre la realización de
actividades vinculadas a trabajo mercantil en la misma. Casi el 6% de los hogares tiene algún
comercio (este porcentaje es relativamente bajo si se lo compara con los demás barrios
relevados), mientras que poco más del 8% realiza actividades productivas (en este caso, se trata
de un porcentaje alto en el contexto de los otros barrios populares relavados).
Tabla 11: Hogares según realización de actividad productiva familiar (múltiple). 22 de Enero
Casos %
No 1275 93,8
Ns/Nc 22 1,6
Si 63 4,6
Almacén/Kiosco/Comercio 21 33,3
Costura/fabrica ropa 20 32,5
Taller de calzado 4 6,8
Cría de gallinas 4 6,8
Reciclado de botellas 4 6,8
Otros 4 6,8
Ns/Nc 4 6,8
Total 1360 100
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio 22 de Enero (La Matanza).
Mayo de 2011
33
En lo que respecta a hogares, existe una tercera pregunta respecto de la actividad productiva, y
es aquella relacionada con la realización conjunta por parte del hogar. Un 4,6% afirma tener
alguna actividad, y de ese porcentaje un 32,5% se dedica a la costura, prácticamente el mismo
porcentaje que declara hacerlo al comercio.
Tabla 12: Ocupados según calificación. 22 de Enero
Casos %
Calificado 1916 69,8
No calificado 801 29,2
Ns/Nc 26 1,0
Total 2744 100
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio 22 de Enero (La Matanza).
Mayo de 2011
Un primer acercamiento al análisis del mundo del trabajo en el barrio 22 de Enero muestra que
el 30% de los trabajadores son considerados no calificados. Los trabajos vinculados con la
costura y textiles entran en la condición de calificado.
Tabla 13: Ocupados según tipo de tarea. 22 de Enero
Casos %
Albañiles y mamposteros 439 22,9
Vendedores y demostradores de tiendas y almacenes 279 14,6
Costureros, bordadores y afines 226 11,8
Zapateros y afines 76 4,0
Pintores y empapeladores 75 3,9
Conductores de automóviles, taxis y camionetas 66 3,5
Niñeras y celadoras infantiles 60 3,1
Cocineros 58 3,0
Carpinteros de armar y de blanco 44 2,3
Operadores de máquinas de preparación de fibras, hilados y devanados 40 2,1
Soldadores y oxicortadores 26 1,4
Panaderos, pasteleros y confiteros 26 1,4
Barnizadores y afines 25 1,3
Fontaneros e instaladores de tuberías 22 1,1
Ayudantes de enfermería a domicilio 22 1,1
Operadores de máquinas herramientas 21 1,1
Operadores de máquinas para elaborar cereales, productos de panadería y
repostería y artículos de chocolate
21 1,1
Operadores de máquinas de blanqueo, tejido y tintura 20 1,0
Operadores de instalaciones y máquinas y montadores 20 1,0
34
Otros (menos de 1%) 349 18,2
Total 1916 100
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio 22 de Enero (La Matanza).
Mayo de 2011
Un porcentaje considerablemente alto de trabajadores ingresan en la categoría “Costureros,
bordadores y afines”, y a ellos se deben sumar los “Operadores de máquinas de preparación de
fibras, hilados y devanados”, los “Operadores de máquinas de blanqueo, tejido y tintura” y dos
ocupaciones que al no alcanzar el 1% fueron agrupados en “otros”: “Patronistas y cortadores de
tela, cuero y afines” (0,6%) e “Impresores de serigrafía y estampadores a la plancha y en
textiles” (0,5%). La sumatoria de estas actividades alcanza al 16% de los trabajadores
calificados.
Puede decirse que estos trabajadores de la industria textil con pequeños talleres domésticos
contribuyen a la generación de valor, usufructuando las condiciones materiales del hábitat
autoproducido y autofinanciado. En estas condiciones se sostiene una red de trabajadores
informales que abaratan los costos de producción, incluyendo los de las empresas formales, las
cuales pueden tercerizar en esas urbanizaciones informales parte de su producción. Así
encuentran allí a los trabajadores que demandan para la producción, así como también, el
soporte material de la infraestructura que las unidades productivas informales requieren.
Las consecuencias de este abaratamiento son importantes. Por un lado, permite el acceso al
consumo de muchos sectores, no sólo los populares. Por el otro, la reducción del costo de las
mercancías que los trabajadores consumen, disminuye el costo del tiempo de trabajo
socialmente necesario para su reproducción, produciendo un incremento del plusvalor relativo,
aún por fuera del aumento de la productividad. Y ello, en términos empresariales, significa un
aumento de la ganancia.
7.2.3. Enclave de oficios. San Cayetano/San Blas
El tercer y último caso que se presenta es el del barrio San Cayetano/San Blas, en el segundo
cordón del conurbano y en el distrito de San Miguel. Este es un barrio de reciente creación, ya
que se asienta sobre la rectificación del rio Reconquista realizada a principios de la década del
2000.
Situado en la localidad de Bella Vista (partido de San Miguel), el barrio San Cayetano/San Blas
tiene como límites a la Av. Gaspar Campos, parte del curso medio del río Reconquista y el
barrio Vuelta de Obligado.
Este barrio presenta un conflicto en lo que respecta a su pertenencia jurisdiccional. El límite de
los partidos de San Miguel y Hurlingham está determinado por la demarcación del lecho del río
Reconquista. El predio que hoy corresponde al barrio San Cayetano/San Blas pertenecía
anteriormente al partido de Hurlingham, pero ante el desplazamiento del cauce del río, debido a
tareas de rectificación, dicho predio pasó a ser (hipotéticamente) parte de la jurisdicción del
35
municipio de San Miguel. Este serio conflicto administrativo aún no ha sido resuelto, e impide a
los vecinos resolver muchas de sus demandas.
Luego de las tareas de rectificación del río Reconquista y del posterior relleno del antiguo
cauce, los vecinos ocuparon esta nueva área vacante, conformando el barrio bajo la lógica del
asentamiento. El barrio tiene una antigüedad de 10 años aproximadamente y su estructura
responde a un amanzanamiento de trazado regular. Sin embargo las manzanas que lo componen
difieren entre sí en forma y tamaño.
La principal vía de acceso al conjunto es la Av. Gaspar Campos. Esta arteria representa, al
mismo tiempo, una de las avenidas más importantes del municipio de San Miguel y uno de los
principales atravesamientos del río Reconquista de dicho partido, permitiendo la vinculación de
San Cayetano/San Blas con el partido de Hurlingham. El trazado de las restantes calles internas
continúa la lógica del barrio vecino, Vuelta de Obligado. Si bien éstas permiten atravesar el
barrio en ambos sentidos, la falta de pavimento y veredas dificulta el acceso vehicular en días de
lluvia.
El barrio, en su interior, se encuentra atravesado por un pequeño curso de agua, subsidiario del
río Reconquista. Este curso representa el límite entre lo que se denomina el área de San Blas y
el área de San Cayetano. Los vecinos de San Cayetano/San Blas cuentan con un importante
espacio verde disponible en uno de los extremos del barrio (aproximadamente del tamaño de
una manzana, carente de equipamiento y utilizado actualmente como cancha de fútbol), y otro
sobre la Av. Gaspar Campos que sirve de acceso al barrio y de plaza de juegos.
Tabla 14: Características demográficas. San Cayetano/San Blas
Total de viviendas 589
Total de hogares 594
Total de habitantes 2322
Hogares con menores de 19 años 461
Hogares con menores de 10 años 387
Fuente: Elaboración propia en base a la encuesta realizada en el barrio San Cayetano/San Blas (San
Miguel). Mayo de 2011.
La población del barrio San Cayetano/San Blas se compone de proporciones similares de
hombres (50,5%) y mujeres (49,5%).
Gráfico 13: Población total según rangos de edad. San Cayetano/San Blas
36
65 años y más
De 50 a 64 años
De 25 a 49 años
De 18 a 24 años
De 13 a 17 años
De 6 a 12 años
Hasta 5 años
0,8%
3,6%
39,6%14,3%
7,8%
15,5%
18,4%
Fuente: Elaboración propia en base a la encuesta realizada en el barrio San Cayetano/San Blas (San
Miguel). Mayo de 2011. Base: 2322 casos.
En el Gráfico 13 se presenta la distribución etaria de la población del barrio, la cual permite
apreciar la preponderancia de la población joven sobre el total de los habitantes. El 41,7% de la
población son niños y adolescentes de hasta 17 años y el 14,3% tiene entre 18 y 24 años.
Asimismo, vuelve a registrarse un elevado porcentaje de la población concentrado en torno a los
25 y los 49 años (39,6%). Apenas el 4,4% de los vecinos del barrio San Cayetano/San Blas es
mayor de 50 años.
Gráfico 14: Población según nacionalidad. San Cayetano/San Blas
Argentina
38,5%
Uruguay
0,1%Bolivia
2,4%
Perú
0,9%
Paraguay
57,6% Ns/ Nc
0,5%
Fuente: Elaboración propia en base a la encuesta realizada en el barrio San Cayetano/San Blas (San
Miguel). Mayo de 2011. Base: 2322 casos.
En cuanto al país de origen de los habitantes del barrio, se observa una fuerte presencia de
inmigrantes que comprende al 61% de la población total. En este sentido, más de la mitad de los
habitantes del barrio es de nacionalidad paraguaya (57,6%), con una menor incidencia de
inmigración proveniente de Bolivia (2,4%), Perú (0,9%) y Uruguay (0,1%). El 38,5% de los
habitantes son argentinos.
37
Este barrio también se caracteriza por ser el de mayor Población Económicamente Activa (PEA)
del conjunto de barrios que conforman el objeto de la investigación que se presenta (71%),
también es el de menor nivel de pobreza por ingresos y con el menor porcentaje de hogares que
perciben algún tipo de transferencia monetaria estatal bajo la forma de políticas sociales.
En San Cayetano/San Blas priman dos tipos de ocupación: entre los trabajos no calificados,
encontramos el servicio doméstico (característica que comparte con el resto de los barrios,
aunque tiene el mayor porcentaje de esta ocupación: 76,4%) y los trabajos vinculados con la
construcción.
Tabla 15: Ocupados según calificación. San Cayetano/San Blas
Casos %
Calificado 742 69,5
No calificado 308 28,9
Ns/Nc 18 1,7
Total 1067 100
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio San Cayetano/San Blas (San
Miguel). Mayo de 2011
Casi el 70% de los trabajadores son calificados, y el análisis de ese subgrupo muestra la
preeminencia de los trabajos vinculados a la construcción.
Tabla 16: Ocupados calificados según tipo de tarea. San Cayetano/San Blas
Casos %
Albañiles y mamposteros 317 42,8
Carpinteros de armar y de blanco 54 7,2
Vendedores y demostradores de tiendas y almacenes 48 6,4
Pintores y empapeladores 41 5,5
Costureros, bordadores y afines 32 4,2
Constructores con técnicas y materiales tradicionales 25 3,4
Niñeras y celadoras infantiles 22 2,9
Fontaneros e instaladores de tuberías 19 2,6
Trabajadores de los cuidados personales y afines, no clasificados bajo otros epígrafes 13 1,8
Electricistas de obras y afines 13 1,7
Herreros y forjadores 12 1,7
Reguladores y reguladores-operadores de máquinas herramientas 12 1,6
Cocineros 12 1,6
Carniceros, pescaderos y afines 10 1,4
Mecánicos y ajustadores de vehículos de motor 10 1,3
Ebanistas y afines 7 ,9
Operadores de máquinas para la fabricación de calzado y afines 6 ,8
38
Operadores de instalaciones y máquinas y montadores 6 ,8
Instaladores de material aislante y de insonorización 5 ,7
Conductores de camiones pesados 5 ,7
Parqueteros y colocadores de suelos 5 ,6
Tejedores con telares o de tejidos de punto afines 5 ,6
Tapiceros, colchoneros y afines 5 ,6
Otros operadores de máquinas y montadores 5 ,6
Soldadores y oxicortadores 5 ,6
Techadores 4 ,6
Oficiales, operarios y artesanos de artes mecánicas 3 ,4
Profesionales de nivel medio de servicios administrativos y afines 3 ,3
Conductores de autobuses y tranvías 3 ,3
Oficiales y operarios de la construcción (obra gruesa) y afines, no clasificados bajo
otros epígrafes 2 ,3
Maquinistas de locomotoras 2 ,3
Personal de enfermería de nivel medio 2 ,3
Secretarias 2 ,3
Empleados de control de abastecimiento e inventarios 2 ,3
Peluqueros, especialistas en tratamientos de belleza y afines 2 ,3
Operadores de grúas, de aparatos elevadores y afines 2 ,3
Impresores de serigrafía y estampadores a la plancha y en textiles 2 ,3
Agricultores y trabajadores calificados de huertas, invernaderos, viveros y jardines 2 ,3
Operadores de máquinas para fabricar productos de caucho 2 ,3
Operadores de máquinas de preparación de fibras, hilados y devanados 2 ,3
Zapateros y afines 2 ,3
Actores y directores de cine, radio, teatro, televisión y afines 2 ,3
Camareros y taberneros 2 ,3
Barnizadores y afines 2 ,3
Operadores de máquinas para fabricar productos textiles y artículos de piel y cuero, no
clasificados bajo otros epígrafe 2 ,3
Total 742 100
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la encuesta realizada en barrio San Cayetano/San Blas (San
Miguel). Mayo de 2011
Pueden considerarse actividades vinculadas con la construcción de diferentes modos: “Albañiles
y mamposteros”, “Carpinteros de armar y de blanco”, “Pintores y empapeladores”,
“Constructores con técnicas y materiales tradicionales”, “Fontaneros e instaladores de tuberías”,
39
“Electricistas de obras y afines” y “Herreros y forjadores”, que suman el 63,6% de los
trabajadores calificados.
De este modo, el barrio parece funcionar como solidificando una especialización territorial que
define las estrategias de acceso a ingresos de gran parte de la población.
8. Conclusiones y consideraciones finales
Este trabajo se propone iniciar una línea de investigación que busca indagar en la relación entre
territorio y economía popular. Desde nuestra perspectiva, la “inscripción territorial” no es una
característica específica de los sectores populares, sino de su economía. En todos los sectores
sociales, la vida social se encuentra moldeada por las relaciones con parientes, vecinos, colegas,
etc., que delimitan, por ejemplo, el capital social de los diferentes grupos o clases. Y si tenemos
en cuenta la reflexión ya citada de Bourdieu acerca del modo en que el espacio social tiende a
reproducirse en el espacio físico, observamos que, generalmente, esas relaciones tienen por
escenario territorios acotados y definidos como los adecuados para cada clase social.
Postulamos, entonces, que la economía popular no puede estudiarse ni explicarse por fuera de su
inscripción territorial, en un sentido amplio que incluye la articulación de las diferentes escalas
(espaciales/territoriales) en las que se piensan/deciden y se despliegan/realizan las estrategias de
reproducción de los hogares orientadas: a) a la obtención de bienes de uso, b) a la generación de
ingresos, c) al acceso al financiamiento, y c) a sostener y ampliar el “fondo de reproducción” de
dichos hogares.
En la investigación que presentamos nos propusimos indagar acerca de las estrategias de vida de
los hogares de los sectores populares, estrategias que manifiestan una constante: la informalidad
(la que está presente en el modo de acceso a la tierra y/o vivienda, en las condiciones de trabajo
y en los modos de financiamiento). Como señaláramos en la Introducción de este informe, esta
informalidad no los pone por fuera de la sociedad, sino en sus márgenes. El mismo lugar que, tal
como nos recuerda Castel (1997), ocupaban los proletarios del siglo XIX (quienes constituyeron
el núcleo de la cuestión social de ese siglo, aglutinados por el pauperismo que el marxismo supo
convertir en leitmotiv revolucionario).
Siguiendo el planteo de este autor, según el cual, a diferencia de los supernumerarios actuales,
que ya no son actores sociales dado que “no hacen nada socialmente útil” (Castel, 1997, p. 22),
esos proletarios del siglo XIX “aunque ocupando el último rango formaban parte de la
sociedad” (p. 22), eran ya indispensables porque son los únicos capaces de producir el plusvalor
que el capitalismo requiere para su existencia, reproducción y reproducción ampliada.
Postulamos en este libro que, lejos de ocupar ese lugar de “peso inútil de la tierra” que les
asigna Castel, los supernumerarios, entre los cuales se incluyen los sectores populares, ocupan
un lugar central y funcional en y para el desarrollo actual del capitalismo.
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Esta utilidad y funcionalidad se advierte en varios planos, que intentamos justificar en el
transcurso de este trabajo con la expectativa de, al menos, poder dejar abiertos interrogantes
para futuras indagaciones que permitan profundizar en esta relación entre los sectores populares
y su plena integración a la sociedad, aún en desde sus márgenes, como así también analizar la
vigencia de la afirmación de Danani acerca que “La matriz de las condiciones de vida se
encuentra en el trabajo” (2009, pp. 29-30). Sobre esta poderosa afirmación reflexiona también
este trabajo; sobre las condiciones de vida en los barrios populares, donde el trabajo se ha
desconectado de los fundamentos de lo que Robert Castel llamó “empleo” y que marcó los
parámetros medulares de la sociedad salarial. Intentamos mostrar que el trabajo sigue ocupando
un lugar central en las estrategias de reproducción que desarrollan los hogares que aquí se
analizan, pero pierde preponderancia en la determinación de las condiciones de vida, ya que
muchas veces no puede asegurar ni protecciones, ni ingresos suficientes para garantizar la
reproducción ampliada de la vida (o en algunos casos, apenas la biológica).
Hemos adoptado la noción de informalidad propuesta por Portes (1995), y las afirmaciones
precedentes nos ubican cerca de la vertiente que analiza la cuestión de la informalidad desde
una perspectiva que puede denominarse neomarxista o estructuralista. Los autores de esta
escuela señalan que el origen del sector informal en el mercado de mano de obra se encuentra en
el excedente estructural de mano de obra, lo cual no convierte al sector en marginal de la
economía capitalista sino en funcional a ésta . Al ampliar su análisis por fuera del mundo del
trabajo, los representantes de esta corriente señalan que la informalidad permite abaratar los
bienes y servicios necesarios para la reproducción de los trabajadores, posibilitándoles el acceso
a éstos, tanto a informales como a los formales.
Portes puntualmente recupera la idea de la heterogeneidad de las actividades del sector informal
y propone clasificarlas en función del objetivo al que apuntan, que puede ser de tres órdenes:
a) La reproducción de los sectores populares a partir de formas de producción que apuntan
a la subsistencia o la venta de bienes y servicios en el mercado
b) La reducción de costos empresariales, a partir de la contratación de empleados
informales, o de la subcontratación de empresas informales.
c) El desarrollo para la acumulación de capital a través de microempresas de bajos costos
de producción y de relaciones solidarias que permitan una mayor “flexibilidad laboral”.
La informalidad se convierte, así, en la vía privilegiada para que el empresariado “alivie las
consecuencias de la proletarización” (Portes, 1995, p. 38), al disminuir los costos de las
protecciones que asegura el salario registrado, pero también al abaratar los costos de
producción. Esto último les permite a los trabajadores formales (y a los informales) ampliar el
acceso al consumo (y a los capitalistas, ampliar los márgenes de la plusvalía relativa, al
disminuir el tiempo de trabajo socialmente necesario para la reproducción, tal como lo señalara
Karl Marx).
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A partir de lo anterior reafirmamos la funcionalidad de los distintos planos que asume la
informalidad que caracterizan a estos sectores populares, considerando que:
a) El universo de la población que se estudia ha resuelto el acceso a bienes de uso
fundamentales (la tierra y la vivienda) a través de la configuración —por parte de los
hogares populares— de estrategias de reproducción que funcionan por fuera del mercado
formal.
b) El mercado de trabajo informal permite desarrollar estrategias de obtención de ingresos,
donde la tasa de ocupación asume un carácter procíclico y alcanza, en muchos de los
barrios en estudio, porcentajes superiores a los de la media del Conurbano en su conjunto.
c) Estas estrategias reproductivas permiten, a la vez, el abaratamiento de los costos de
bienes y servicios, el cual habilita la ampliación del consumo del sector formal y del
informal. Sostenemos la hipótesis de que este consumo, cuyas manifestaciones más
evidentes se dan en la proliferación de ferias y mercados que abastecen a sectores
populares y medios, está lejos de tener un peso marginal en la estructura productiva del
Conurbano. Estos sectores populares, cuya inscripción territorial los convierte en sujetos de
la política social que desde la posconvertibilidad ha fortalecido la implementación de
transferencias monetarias, y cuyos bajos ingresos cercenan la capacidad de ahorro, vuelcan
al consumo todos sus ingresos. Esto vigoriza un mercado interno que ha sido uno de los
pilares de la política económica de la primera década del siglo.
Esta conceptualización nos obliga a poner en el centro del análisis la racionalidad presente en
las estrategias de los hogares, desde una perspectiva que recupera una cuestión básica de la
sociología: la que se pregunta por los modos de integración social, es decir, por cómo distintos
sectores del espacio social constituyen la sociedad.
Entendemos que estas estrategias de reproducción entraman una matriz que posee una
configuración particular, la cual define las especificidades de la economía popular que aquí
analizamos. Entre estas especificidades, una fundamental es el anclaje territorial de su
economía. En términos teórico-metodológicos afirmamos que no puede estudiarse la economía
popular por fuera de la singularidad del territorio en el que los hogares desarrollan esas
estrategias de reproducción, es decir, del territorio que habitan.
Por ello se analizaron tres casos puntuales: el de los barrios que rodean a CEAMSE en San
Martín, dónde la basura se convierte en fuente de ingresos y de bienes de uso (comida, insumos
para la construcción de la vivienda, vestimenta, etc.) En este caso la ubicación geográfica es
determinante de las estrategias de reproducción de los hogares.
En el segundo caso estudiado, es el barrio mismo, con sus condiciones de informalidad el que da
marco al desarrollo de una especialización, en la que se entrama la posibilidad de desarrollar el
trabajo en condiciones de informalidad, el capital social que se utiliza para conseguir empresas
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que terciaricen (es decir, los clientes para vender el trabajo) y las posibilidades de trasmisión del
conocimiento para desarrollar el oficio.
El último caso analizado es el de un barrio que tiene la peculiaridad de ser habitado mayormente
por inmigrantes paraguayos, que al igual que en el caso anterior, entraman el capital social
necesario para contactar empleadores y los mecanismos de trasmisión de conocimiento del
oficio.
9. Propuestas de mejora de la situación estudiada
Consideramos que el estudio de la economía popular implica un acercamiento a una matriz
específica de estrategias de reproducción social, que se caracteriza por el amalgamamiento. En
otros sectores sociales (típicamente los llamados “medios”, que generalizaremos por no ser
objeto de investigación empírica del equipo que presenta este trabajo) es el trabajo mercantil el
que define en una parte significativa las formas que toma esa matriz de estrategias: los bienes de
uso se adquieren en el mercado a partir de los ingresos que aporta el trabajo mercantil, el
financiamiento se acopla a los requerimientos del sistema financiero, y es acorde a los ingresos
que proporciona el trabajo mercantil, el fondo de reproducción se orienta a un mejoramiento en
la posición que se ocupa en el campo que define el trabajo mercantil, para habilitar la
posibilidad de mejorar las condiciones de empleo…
En los sectores populares el trabajo mercantil mantiene su lugar central como fuente de
ingresos, pero pierde preeminencia por no poder asegurar ingresos suficientes para asegurar la
reproducción del trabajador y su hogar. Entonces esta matriz se caracteriza por la pérdida de
protagonismo de los intercambios mercantiles-formales, por la equiparación entre las estrategias
de obtención de bienes de uso y de ingresos, tanto desde la perspectiva del nivel de satisfacción
que generan en torno a las necesidades de consumo básicas de los hogares, como también
respecto de la valoración que hacen de ellas los miembros de los hogares, en tanto mecanismos
de acceso a satisfactores.
A la vez, se observa, como rasgo singular de esta etapa, cierta masificación de las estrategias de
las cuales el Estado es contraparte y que, en principio, señalan un movimiento hacia la
“desmercantilización” de los hogares que se da en consonancia con uno tendiente a la
“familiarización” y a la “territorialización”. Estos movimientos no se corresponden
necesariamente con una mayor autonomización sino más bien lo contrario. Ello se advierte en la
menor autonomía de los miembros respecto de los demás integrantes del hogar, así como de las
matrices político-territoriales. Es en estas matrices en donde se ponen en juego diferentes
combinaciones del poder estatal, del de las organizaciones comunitarias y de los poderes
individuales corporizados en los referentes locales/ barriales, que se constituyen en fuentes para
la acumulación de los fondos de reproducción, dejando entrever los límites que encuentran los
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abordajes que conciben a los fondos como procesos de “comunitarización” articulados en torno
a una ética de la solidaridad.
Estas consideraciones son necesarias para la reflexión acerca de una propuesta para la mejora de
la situación del mundo del trabajo, ya que la trama social de la economía popular hace que deba
considerarse la matriz de manera holística, ya que en ella cada estrategia se entreteje
cerradamente con las otras.
Hemos analizado que el territorio asume un lugar central en las matriz de estrategias, y en dos
de los casos presentados (22 de Enero y los barrios de San Martín linderos al CEMASE) la
vivienda asume el rol de unidad productiva. Por ello cuando se analizan propuestas de mejoras
pueden asumirse dos posiciones. La primera es considerar la necesidad de incorporar al mundo
de los asalariados protegidos a los trabajadores de la economía popular.
Otra (no contrapuesta ni excluyente) es considerar el estado de la economía popular realmente
existente ahora, y definir políticas públicas que apunten al mejoramiento de las condiciones de
vida que significan un mejoramiento de las condiciones del mundo del trabajo para esos
sectores. Para ello consideramos que algunas medidas de política pública debería apuntar a:
a) Realizar un diagnóstico y sistematización de la información existente acerca de
los circuitos productivos de la economía popular.
b) Encarar estudios "sectoriales" de la economía popular, como se hace con el
resto de la economía, para contar con elementos empíricos y conceptuales que permitan
definir políticas orientadas al desarrollo de la economía popular.
c) Asegurar el acceso al financiamiento para el mejoramiento de la vivienda (no
nos referimos a microcréditos productivos) que permitiría que bajaran los porcentajes
de NBI mejorando las condiciones de vida y las de producción.
d) Profundizar las políticas sociales de trasferencias monetarias que deslindan la
Seguridad Social de la condición de trabajador.
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