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Poemas
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CONTIENE MUSICA DE FONDO
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García Lorca
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Jorge Luis Borges
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Mario Benedetti
Gabriela Mistral
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José Martí
Gustavo Adolfo Bécquer
Miguel de Unamuno
Lunes, 22 de Abril de 2013
Salir
Federico García LorcaGranada 1898-1936
1898 el 5 de junio nace Federico García Lorca
en Fuente Vaqueros, provincia de Granada, hijo
de Federico García Rodríguez y Vicenta Lorca
Romero. Será el mayor de cuatro hermanos:
Francisco, Concha e Isabel.
1908 Pasa unos meses en Almería, donde
comienza sus estudios de bachillerato.
Primeros estudios de música. 1909 se traslada
con su familia a vivir a Granada.
1915-1917 Estudios de Filosofía y Letras y de
Derecho en la Universidad de Granada.
Amistad con el núcleo intelectual granadino
(Melchor Fernández Almagro, Miguel Pizarro,
Manuel Ángeles Ortiz, Ismael G. de la Serna,
Angel Barrios,...). Viajes de estudios, dirigidos
por el Catedrático Martín Domínguez Barrueta,
por Andalucía, Castillla y Galicia. Inicia su
amistad con el compositor Manuel de Falla,
quien fija su residencia en Granada.1918
Publica en Granada su primer libro
Impresiones y Paisajes y escribe algunos
poemas que aparecerán más tarde en su primer
libro de versos, Libro de Poemas.
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Romance de la LunaLa luna vino a la fragua con
su polizón de nardos.El niño la mira, mira. El
niño la está mirando. En el aire conmovido mueve la
luna sus brazos y enseña, úbrica y pura, sus
senos de duro estaño. Huye luna, luna, luna. Si
vinieran los gitanos, harían con tu corazón collares y
anillos blancos.Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,te encontrarán sobre el
yunquecon los ojillos cerrados.
Huye, luna, luna, luna, que ya siento los caballos.
Niño, déjame, no pises mi blancor almidonado
El jinete se acercaba tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían, bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,ay, cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna con un niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran, dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.El aire la está velando.
Siguiente
Preciosa y el aire
Su luna de pergamino Preciosa tocando viene por un anfibio
sendero de cristales y laureles.El silencio sin estrellas, huyendo del sonsonete, cae donde el mar bate y canta su noche llena de
peces.En los picos de la sierraos carabineros duermen
guardando las blancas torres donde viven los ingleses.
y los gitanos del agua levantan por distraerse, glorietas de
caracolas yramas de pino verde.Niña, deja que levante tu vestido
para verte.Abre en mis dedos antiguos la
rosa azul de tu vientre.Preciosa tira el pandero y corre
sin detenerse.
El viento-hombrón la persigue con una espada caliente.
Frunce su rumor el mar. Los olivos palidecen. Cantan las flautas de umbría y el liso gong de la nieve.¡Preciosa, corre, Preciosa, que te
coge el viento verde!¡Preciosa, corre, Preciosa!¡Míralo por donde viene!
Sátiro de estrellas bajas con sus lenguas relucientes.
Preciosa, llena de miedo, entra en la casa que tiene, más arriba de los
pinos, el cónsul de los ingleses. Asustados por los gritos tres
carabineros vienen, sus negras capas ceñidas y los gorros en las
sienes.El inglés da a la gitana un vaso de tibia leche, y una copa de ginebra
que Preciosa no se bebe. Y mientras cuenta, llorando, su aventura a
aquella gente, en las tejas de pizarra el viento, furioso, muerde.
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Reyerta
En la mitad del barrancolas navajas de Albacete
bellas de sangre contraria,relucen como los peces.Una dura luz de naipe
recorta en el agrio verdecaballos enfurecidosy perfiles de jinetes.
En la copa de un olivolloran dos viejas mujeres.
El toro de la reyertase sube por las paredes.Ángeles negros traían
pañuelos y agua de nieve.Ángeles con grandes alasde navajas de Albacete.
Juan Antonio el de Montillarueda muerto la pendiente,
su cuerpo lleno de liriosy una granada en las sienes.Ahora monta cruz de fuego,
carretera de la muerte.
El juez, con guardia civil,por los olivares viene.Sangre resbalada gime
muda canción de serpiente.Señores guardias civiles: aquí
pasó lo de siempre.Han muerto cuatro romanos
y cinco cartagineses.
La tarde loca de higuerasy de rumores calientes
cae desmayada en los muslosheridos de los jinetes.
Y ángeles negros volabanpor el aire del poniente.
Ángeles de largas trenzasy corazones de aceite.
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Romance SonámbuloVerde que te quiero verde. Verde
viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Con la sombra en la cintura ella sueña en su baranda, verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Verde que te quiero verde. Bajo la luna gitana, las cosas la
están mirando y ella no puede mirarlas.Verde que te quiero verde. Grandes
estrellas de escarcha, vienen con el pez de sombra que abre el camino del alba. La higuera frota su viento con la lija de
sus ramas, y el monte, gato garduño, eriza sus pitas agrias. ¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...? Ella
sigue en su baranda, verde carne, pelo verde, soñando en la mar amarga.
Compadre, quiero cambiar mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo, mi cuchillo por su manta. Compadre, vengo
sangrando, desde los puertos de Cabra. Si yo pudiera, mocito, ese trato se
cerraba. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Compadre, quiero morir decentemente en mi cama. De acero, si puede ser, con las sábanas de
holanda.¿No ves la herida que tengo desde el
pecho a la garganta? Trescientas rosas morenas lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele alrededor de tu faja. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas, ¡dejadme subir!, dejadme hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna por donde retumba el agua.
Ya suben los dos compadres hacia las altas barandas. Dejando un rastro de
sangre. Dejando un rastro de lágrimas. Temblaban en los tejados farolillos de
hojalata. Mil panderos de cristal, herían la madrugada.
Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas. Los dos compadres
subieron. El largo viento, dejaba en la boca un raro gusto de hiel, de menta y de albahaca. ¡Compadre! ¿Dónde está, dime? ¿Dónde está tu niña amarga? ¡Cuántas
veces te esperó! ¡Cuántas veces te esperara cara fresca, negro pelo, en esta verde baranda! Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana. Verde cama, pelo verde, con ojos de fría plata. Un
carámbano de luna la sostiene sobre el agua. La noche se puso íntima como una
pequeña plaza. Guardias civiles borrachos en la puerta golpeaban. Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar. Y el caballo
en la montana.
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La monja gitana
Silencio de cal y mirto.Malvas en las hierbas finas.
La monja borda alhelíessobre una tela pajiza.
Vuelan en la araña gris,siete pájaros del prisma.La iglesia gruñe a lo lejos
como un oso panza arriba.¡Qué bien borda ! ¡Con qué
gracia!Sobre la tela pajiza,ella quisiera bordarflores de su fantasía.
¡Qué girasol! ¡Qué magnoliade lentejuelas y cintas!
¡Qué azafranes y qué lunas,en el mantel de la misa!
Cinco toronjas se endulzanen la cercana cocina.
Las cinco llagas de Cristocortadas en Almería.
Por los ojos de la monjagalopan dos caballistas.
Un rumor último y sordole despega la camisa,
y al mirar nubes y montesen las yertas lejanías,se quiebra su corazón
de azúcar y yerbaluisa.¡Oh!, qué llanura empinada
con veinte soles arriba.¡Qué ríos puestos de pievislumbra su fantasía!
Pero sigue con sus flores,mientras que de pie, en la
brisa,la luz juega el ajedrez
alto de la celosía..
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San MiguelSe ven desde las barandas,
por el monte, monte, monte,mulos y sombras de mulos
cargados de girasoles.Sus ojos en las umbrías
se empañan de inmensa noche.En los recodos del aire
cruje la aurora salobre.Un cielo de mulos blancoscierra sus ojos de azogue
dando a la quieta penumbraun final de corazones.Y el agua se pone fría
para que nadie la toque.Agua loca y descubierta
por el monte, monte, monte.
San Miguel lleno de encajesen la alcoba de su torre,enseña sus bellos muslosceñidos por los faroles.Arcángel domesticadoen el gesto de las doce,finge una cólera dulce
de plumas y ruiseñores.
San Miguel canta en los vidrios; efebo de tres mil noches, fragante
de agua colonia y lejano de las flores. El mar baila por la playa,
un poema de balcones. Las villas de la luna pierden juncos, ganan
voces. Vienen manolas comiendosemillas de girasoles, los culos
grandes y ocultos como planetas de cobre.
Vienen altos caballeros y damas de triste porte, morenas por la
nostalgia de un ayer de ruiseñores. Y el obispo de Manila, ciego de
azafrán y pobre, dice misa con dos filos para mujeres y hombresSan Miguel se estaba quieto
en la alcoba de su torre,con las enaguas cuajadasde espejitos y entredoses.
San Miguel, rey de los globosy de los números nones,en el primor berberiscode gritos y miradores.
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Muerto de amor¿Qué es aquello que relucepor los altos corredores?
Cierra la puerta, hijo mío,acaban de dar las once.En mis ojos, sin querer,
relumbran cuatro faroles.Será que la gente aquellaestará fregando el cobre.
*Ajo de agónica plata
la luna menguante, ponecabelleras amarillas
a las amarillas torres.La noche llama temblandoal cristal de los balcones,
perseguida por los milperros que no la conocen,y un olor de vino y ámbar
viene de los corredores.*
Brisas de caña mojaday rumor de viejas voces,resonaban por el arco
roto de la media noche.Bueyes y rosas dormían.
Sólo por los corredores las cuatro luces clamaban con el furor de San
Jorge.Tristes mujeres del valle bajaban su sangre de hombre, tranquila de flor cortada y amarga de muslo joven.Viejas mujeres del río lloraban al
pie del monte, un minuto intransitable de cabelleras y
nombres. Fachadas de cal, ponían cuadrada y blanca la noche. Serafines y gitanos tocaban
acordeones. Madre, cuando yo me muera, que se enteren los señores. Pon telegramas azules que vayan
del Sur al Norte.Siete gritos, siete sangres, siete adormideras dobles, quebraron
opacas lunas en los oscuros salones.Lleno de manos cortadas y
coronitas de flores, el mar de los juramentos resonaba, no sé donde. Y el cielo daba portazos al brusco
rumor del bosque, mientras clamaban las luces en los altos
corredores.
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El Camborio de camino a Sevilla
Antonio Torres Heredia,hijo y nieto de Camborios,con una vara de mimbre
va a Sevilla a ver los toros.Moreno de verde luna
anda despacio y garboso.Sus empavonados buclesle brillan entre los ojos.A la mitad del caminocortó limones redondos,y los fue tirando al aguahasta que la puso de oro.Y a la mitad del camino,
bajo las ramas de un olmo,guardia civil camineralo llevó codo con codo.El día se va despacio,
la tarde colgada a un hombro,dando una larga torera
sobre el mar y los arroyos.Las aceitunas aguardanla noche de Capricornio,
y una corta brisa, ecuestre,salta los montes de plomo.
Antonio Torres Heredia,hijo y nieto de Camborios,viene sin vara de mimbreentre los cinco tricornios.Antonio, ¿quién eres tú?Si te llamaras Camborio,
hubieras hecho una fuentede sangre con cinco chorros.
Ni tú eres hijo de nadie,ni legítimo Camborio.
¡Se acabaron los gitanosque iban por el monte solos!
Están los viejos cuchillostiritando bajo el polvo.A las nueve de la noche
lo llevan al calabozo,mientras los guardias civiles
beben limonada todos.Y a las nueve de la noche
le cierran el calabozo,mientras el cielo reluce
como la grupa de un potro.
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El Camborio
Voces de muerte sonaroncerca del Guadalquivir.
Voces antiguas que cercanvoz de clavel varonil.
Les clavó sobre las botasmordiscos de jabalí.
En la lucha daba saltosjabonados de delfín.
Bañó con sangre enemigasu corbata carmesí,
pero eran cuatro puñalesy tuvo que sucumbir.
Cuando las estrellas clavanrejones al agua gris,
cuando los erales sueñanverónicas de alhelí,
voces de muerte sonaroncerca del Guadalquivir.Antonio Torres Heredia,Camborio de dura crin,moreno de verde luna,voz de clavel varonil:
¿Quién te ha quitado la vidacerca del Guadalquivir?
Mis cuatro primos Herediashijos de Benamejí.
Lo que en otros no envidiaban, ya lo envidiaban en mí.
Zapatos color corinto, medallones de marfil, y este cutis amasado
con aceituna y jazmín.¡Ay Antoñito el Camborio,digno de una Emperatriz!
Acuérdate de la Virgen porque te vas a morir.
¡Ay Federico García,llama a la Guardia Civil! Ya mi
talle se ha quebrado como caña de maíz. Tres golpes de sangre tuvo
y se murió de perfil.Viva moneda que nunca
se volverá a repetir.Un ángel marchoso pone
su cabeza en un cojín.Otros de rubor cansado,encendieron un candil.
Y cuando los cuatro primosllegan a Benamejí,
voces de muerte cesaroncerca del Guadalquivir.
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El Piyayo
¿Tu conoces al ”Piyayo”un viejecillo renegro, reseco y chicuelo;la mirada de gallo pendenciero y hocico de raposo tiñoso... que pide limosna por
"tangos“ y maldice cantando "fandangos“ gangosos?
¡A chufla lo toma la gente y a mi me da pena y me causa un respeto imponente!
Ata a su cuerpo una guitarra, Que chilla como una corneja Y zumba como
una chicharra Y tiene arrumacos de vieja Pelleja. Yo le he visto cantando,
Babeando De rabia y de vino, BailandoCon saltos felinos Tocando a zarpazos,.Los acordes de un viejo"tangazo“ Y, a sus contorsiones de ardilla, Hace son
con la sucia calderilla.¡ a chufla lo toma la gente y a mi me da pena y me causa un respeto imponente!
Es su extraño arte su cepo y su cruz,su vida y su luz, su tabaco y su
aguardientillo... y su pan y el de sus nietecillos: "churumbeles" con greñas de
alambre y panzas de sapos. Que aullan de hambre Tiritando bajo los
harapos; Sin madre que lave su roña; Sin padre que "afane“ Porque pena una
muerte en santoña
Sin mas sombra que la del abuelo... ¡poca sombra, porque es tan chicuelo; en el
altozano tiene un cuchitril ¡a las vigas alcanza la mano; y por lumbre y por luz, un candil. Vacia sus alforjas Que son sus
bolsillos, Bostezando los siete chiquillos, Se agrupan riendo. Y entre carantoñas les
va repartiendo Pan y pescao frito, Con la parsimonia de un antiguo rito:
¡chavales!¡pan de flor de harina! Mascarlo despasio.
Mejo pan no se come en palasio. Y este pescaito, ¡no es na? sacao uno a uno del
fondo del má! ¡gloria pura él! Las espinas se comen tamié, Que to es alimento... Asi....despasito. ¡no llores, Manuela!
Tu no pués, porque no tiés muelas. ¡es tan chiquitita mi niña bonita!.. así, despasito.Muy remascaito, Migaja a migaja, que
dure, Le van dando fin A los cinco reales que costo el festín. Luego entre guiñapos
durmiendo, Por matar el frío, muy apiñaditos. La Virgen María contempla
al “Piyayo” Riendo Y hay un Angel rubio que besa la frente De cada gitano
chiquito. A chufla lo toma la gente!...¡y a mi me da penay me causa un respeto
imponente!
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La casada infiel
Y que yo me la lleve al ríocreyendo que era mozuela,
pero tenía marido.Fue la noche de Santiagoy casi por compromiso.Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.El almidón de su enagua me
sonaba en el oído,como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillosSin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,y un horizonte de perrosladra muy lejos del río.
Pasadas las zarzamoras,los juncos y los espinos,bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata. Ella se quitó el vestido. Yo el cinturón con revólver Ella sus cuatro corpiños.Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino, ni los cristales con luna relumbran con ese brillo. Sus
muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí el mejor de los caminos, montado en potra de
nácar sin bridas y sin estribos. No quiero decir, por hombre, las cosas
que ella me dijo. La luz del entendimiento me hace ser muy
comedido. Sucia de besos y arena,yo me la lleve del río. Con el aire se batían las espadas de los lirios. Me
porté como quien soy. Como un gitano legítimo. La regalé un
costurero grande de raso pajizo, y no quise enamorarme porque
teniendo marido me dijo que era mozuela cuando la llevaba al río.
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Rosalía de CastroSantiago de Compostela (Galicia)
1837-1885
Nació en Santiago de Compostela. Fue bautizada con los
nombres de María Rosalía Rita. hija de padres
desconocidos. Muy poco se sabe de su educación. Se sabe
que en la escuela mostró talento de versificadora.
También le gustaba el dibujo, la música y la declamación.
Rosalía de Castro contrajo matrimonio con Manuel
Martínez Murguía, erudito cronista de Galicia. Al año
siguiente Rosalía da luz a su primera hija, Alejandra, a la
que han de seguir seis hijos más. Su domicilio cambió
varias veces, entre Madrid y Simancas. Rosalía nunca
disfrutó de buena salud. Luchó siempre contra
enfermedades, y a menudo con la penuria, vivió dedicada
a su hogar, a sus hijos y a su marido, nunca aspiró a la
fama. Su marido fue quien la convenció para que
publicara sus obras. Murió de cáncer a los cuarenta y
ocho años en su casa de Padrón, la cual hoy es un museo.
Todos sus hijos murieron antes que ella, sin poder dejar
herederos.
Compuso sus primeros versos a la edad de 12 años. A los
17 años ya era conocida en el "Liceo de San Agustín". por
su primer libro; La Flor. y Follas Novas: es el título de su
último libro que contiene su manera de ver la vida, en el
muestra su esencia vital. Rosalía muestra una visión
sombría de la existencia humana. En los Cantares,
Rosalía asume la voz del pueblo gallego. Su obra maestra
en castellano es En las Orillas del Sar, versos de tono
íntimo, de extraña penetración, cargados de nocturna
belleza. Merece ser considerada, al lado de Gustavo
Adolfo Bécquer, como la precursora de la Modernidad e
iniciadora de una nueva métrica castellana.
Siguiente
1
A través del follaje perenneque oír deja rumores
extraños,y entre un mar de
ondulante verdura,amorosa mansión de los
pájaros,desde mis ventanas veo
el templo que quise tanto.
El templo que tanto quise...,pues no sé decir ya si le
quiero,que en el rudo vaivén que
sin treguase agitan mis pensamientos,
dudo si el rencor adustovive unido al amor en mi
pecho.
2¡Otra vez!, tras la lucha que rinde
y la incertidumbre amargadel viajero que errante no sabe
dónde dormirá mañana,en sus lares primitivos
halla un breve descanso mi alma.Algo tiene este blando reposode sombrío y de halagüeño,
cual lo tiene, en la noche callada,de un ser amado el recuerdo,
que de negras traiciones y dichasinmensas, nos habla a un
tiempo.Ya no lloro..., y no obstante, agobiado y afligido mi espíritu, apenas de su cárcel estrecha y sombría osa dejar las tinieblas
para bañarse en las ondasde luz que el espacio llenan.
Cual si en suelo extranjero me hallase, tímida y hosca, contemplo
desde lejos los bosques y alturasy los floridos senderos donde en
cada rincón me aguardabala esperanza sonriendo.
Siguiente
3Oigo el toque sonoro que entonces a mi
lecho a llamarme venía con sus ecos que el alba anunciaban, mientras, cual dulce caricia, un rayo de sol doradoalumbraba mi estancia tranquila.Puro el aire, la luz sonrosada, ¡qué
despertar tan dichoso! Yo veía entre nubes de incienso, visiones con alas de
oro que llevaban la venda celestede la fe sobre sus ojos... Ese sol es el mismo, mas ellas no acuden a mi
conjuro; y a través del espacio y las nubes, y del agua en los limbos confusos,
y del aire en la azul transparencia,¡ay!, ya en vano las llamo y las busco.
Blanca y desierta la vía entre los frondosos setos y los bosques y arroyos
que bordan sus orillas, con grato misterio atraerme parece y brindarme
a que siga su línea sin término.Bajemos, pues, que el caminoantiguo nos saldrá al paso,
aunque triste, escabroso y desierto,y cual nosotros cambiado,
lleno aún de las blancas fantasmasque en otro tiempo adoramos
4Tras de inútil fatiga, que mis fuerzas agota, caigo en la senda amiga, donde una fuente
brota siempre serena y pura,y con mirada incierta, busco por la llanura
no sé qué sombra vana o que esperanza muerta, no sé qué flor tardía de virginal frescura que no crece en la vía arenosa y desierta. De la oscura Trabanca tras la
espesa arboleda, gallardamente arranca al pie de la vereda La Torre y sus contornos cubiertos de follaje, prestando a la mirada descanso en su ramaje cuando de la ancha vega por vivo sol bañada que las pupilas
ciega, atraviesa el espacio, gozosa y deslumbrada. Como un eco perdido, como un amigo acento que sueña cariñoso, el familiar chirrido del carro perezoso corre en alas del viento y llega hasta mi oído cual en aquellos días hermosos y brillantes en que las ansias
mías eran quejas amantes, eran dorados sueños y santas alegrías. Ruge la Presa lejos..., y, de las aves nido, Fondón cerca descansa; la cándida abubilla bebe en el
agua mansa donde un tiempo he creído de la esperanza hermosa beber el néctar sano, y hoy bebiera anhelosa las aguas del olvido, que es de la muerte hermano; donde de los
vencejos que vuelan en la altura, la sombra se refleja.
Siguiente
5¡Cuán hermosa es tu vega, oh Padrón, oh Iria Flavia! Mas el calor, la vida juvenil y la savia que extraje de tu seno, como el sediento niño el dulce jugo extrae del pecho blanco y lleno,
de mi existencia oscura en el torrente amargo pasaron, cual
barrida por la inconstancia ciega, una visión de armiño, una ilusión
querida, un suspiro de amor. De tus suaves rumores la acorde
consonancia, ya para el alma yerta tornóse bronca y dura a impulsos del dolor; secáronse tus flores de virginal fragancia; perdió su azul tu cielo, el campo su frescura, el alba su candor.La nieve de los años, de la tristeza el hielo constante, al alma niegan toda ilusión amada, todo dulce consuelo.
Sólo los desengaños preñados de temores, y de la duda el frío, avivan los dolores que siente el pecho mío, y ahondando mi herida, me desti rran
del cielo, donde las fuentes brotan eternas de la vida.
6¡Oh tierra, antes y ahora, siempre
fecunda y bella!Viendo cuán triste brilla nuestra
fatal estrella,del Sar cabe la orilla
al acabarme, siento la sed devoradoray jamás apagada que ahoga el
sentimiento,y el hambre de justicia, que abate y
que anonadacuando nuestros clamores los
arrebata el vientode tempestad airada.
Ya en vano el tibio rayo de la naciente aurora tras del Miranda
altivo, valles y cumbres dora con su resplandor vivo; en vano llega mayo de sol y aromas lleno, con su frente de niño de rosas coronada, y con su luz
serena: en mi pecho ve juntos el odio y el cariño, mezcla de gloria y pena,mi sien por la corona del mártir agobiada y para siempre frío y
agotado mi seno.
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7¡Cuán hermosa es tu vega, oh Padrón, oh Iria Flavia! Mas el calor, la vida juvenil y la savia que extraje de tu seno, como el sediento niño el dulce jugo extrae del pecho blanco y lleno,
de mi existencia oscura en el torrente amargo pasaron, cual
barrida por la inconstancia ciega, una visión de armiño, una ilusión
querida, un suspiro de amor. De tus suaves rumores la acorde
consonancia, ya para el alma yerta tornóse bronca y dura a impulsos del dolor; secáronse tus flores de virginal fragancia; perdió su azul tu cielo, el campo su frescura, el alba su candor.La nieve de los años, de la tristeza el hielo constante, al alma niegan toda ilusión amada, todo dulce consuelo.
Sólo los desengaños preñados de temores, y de la duda el frío, avivan los dolores que siente el pecho mío, y ahondando mi herida, me desti rran
del cielo, donde las fuentes brotan eternas de la vida.
8
¡Ya que de la esperanza, para la vida mía,
triste y descolorido ha llegado el ocaso,
a mi morada oscura, desmantelada y fría,tornemos paso a paso,
porque con su alegría no aumente mi amargura
la blanca luz del día.
Contenta el negro nido busca el ave agorera;
bien reposa la fiera en el antro escondido,
en su sepulcro el muerto, el triste en el olvido
y mi alma en su desierto.
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Jorge Luis BorgesBuenos Aires 1899-1986
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Nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899. Fue bilingüe desde su infancia ya que su abuela materna le hablaba en Inglés. "Georgie", como le decían en casa, tenía apenas seis años cuando dijo a su padre que quería ser escritor. En 1910 aparece su primera publicación en el diario El País, de Buenos Aires, donde tradujo El príncipe feliz, de Oscar Wilde. En 1914, el padre de Borges se jubiló debido a su ceguera casi total, por lo que la familia pasó una temporada en Europa. Sorprendidos por la guerra, se instalaron en Ginebra donde el joven Borges escribió algunos poemas en francés y cursó la preparatoria (1914-1918). Vivió en España de 1919 a 1921 y dos años después la familia regresó a Buenos Aires. En 1923 publicó el poemario Fervor de Buenos Aires.
Alhambra
Grata la voz del agua a quien abrumaron negras arenas,
grato a la mano cóncava el mármol circular de la columna, gratos los finos laberintos del agua
entre los limoneros, grata la música del zéjel,
grato el amor y grata la plegaria dirigida a un Dios que está solo,
grato el jazmín. Vano el alfanje
ante las largas lanzas de los muchos,
vano ser el mejor. Grato sentir o presentir, rey
doliente, que tus dulzuras son adioses, que te será negada la llave,
que la cruz del infiel borrará la luna,
que la tarde que miras es la última.
AlguienUn hombre trabajado por el tiempo, un hombre que ni siquiera espera la
muerte (las pruebas de la muerte son estadísticas y nadie hay que no corra el
albur de ser el primer inmortal), un hombre que ha aprendido a agradecer
las modestas limosnas de los días: el sueño, la rutina, el sabor del agua, una
no sospechada etimología, un verso latino o sajón, la memoria de una mujer
que lo ha abandonado hace ya tantos años que hoy puede recordarla sin
amargura, un hombre que no ignora que el presente ya es el porvenir y el olvido, un hombre que ha sido desleal y con el que fueron desleales, puede sentir de
pronto, al cruzar la calle, una misteriosa felicidad que no viene del
lado de la esperanza sino de una antigua inocencia, de su propia raíz o de
un dios disperso. Sabe que no debe mirarla de cerca, porque hay razones
más terribles que tigres que le demostrarán su obligación de ser un
desdichado, pero humildemente recibe esa felicidad, esa ráfaga. Quizá en la
muerte para siempre seremos, cuando el polvo sea polvo, esa indescifrable raíz, de la cual para siempre crecerá, ecuánime o atroz, nuestro solitario cielo nfierno.o...
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Antelación del amor
Ni la intimidad de tu frente clara como una
fiesta
ni la privanza de tu cuerpo, aún misterioso y
tácito y de niña,
ni la sucesión de tu vida situándose en
palabras o acallamiento
serán favor tan persuasivo de ideas
como el mirar tu sueño implicado
en la vigilia de mis ávidos brazos.
Virgen milagrosamente otra vez por la virtud
absolutoria del sueño,
quieta y resplandeciente como una dicha en la
selección del recuerdo,
me darás esa orilla de tu vida que tú misma no
tienes,
Arrojado a la quietud
divisaré esa playa última de tu ser
y te veré por vez primera quizás como Dios ha
de verte,
desbaratada la ficción del Tiempo
sin el amor, sin mí.
Arte poéticoMirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.
Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.
Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,
ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.
A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.
Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.
También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.
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Antonio MachadoSevilla 1875-1939
(Sevilla, 1875 - Collioure, 1939) Poeta español. Aunque
influido por el modernismo y el simbolismo, su obra es
expresión lírica del ideario de la Generación del 98. Hijo
del folclorista Antonio Machado y Álvarez y hermano
menor del también poeta Manuel Machado, pasó su
infancia en Sevilla y en 1883 se instaló con su familia en
Madrid.
Se formó en la Institución Libre de Enseñanza y en otros
institutos madrileños. En 1899, durante un primer viaje
a París, trabajó en la editorial Garnier, y posteriormente
regresó a la capital francesa, donde entabló amistad con
R. Darío. De vuelta a España frecuentó los ambientes
literarios, donde conoció a J. R. Jiménez, R. del Valle-
Inclán y M. de Unamuno.
En 1907 obtuvo la cátedra de francés en el instituto de
Soria, cuidad en la que dos años después contrajo
matrimonio con Leonor Izquierdo. En 1910 le fue
concedida una pensión para estudiar filología en París
durante un año, estancia que aprovechó para asistir a los
cursos de filosofía de H. Bergson y Bédier en el College
de France. Tras la muerte de su esposa, en 1912, pasó al
instituto de Baeza.
Doctorado en filosofía y letras (1918), desempeñó su
cátedra en Segovia y en 1928 fue elegido miembro de la
Real Academia Española. Al comenzar la Guerra Civil
se encontraba en Madrid, desde donde se trasladó con su
madre y otros familiares al pueblo valenciano de
Rocafort y luego a Barcelona. En enero de 1939
emprendió camino al exilio, pero la muerte lo
sorprendió en el pueblecito francés de Colliure.
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A un viejo y distinguido señor
Te he visto, por el parque ceniciento
que los poetas aman para llorar, como una noble
sombra vagar, envuelto en tu levita larga. El talante cortés, ha tantos años
compuesto de una fiesta en la antesala,
?¡qué bien tus pobres huesos ceremoniosos guardan!?
Yo te he visto, aspirando distraído, con el aliento que la tierra exhala
?hoy, tibia tarde en que las mustias hojas
húmedo viento arranca?, del eucalipto verde
el frescor de las hojas perfumadas. Y te he visto llevar la seca mano
a la perla que brilla en tu corbata.
A un olmo secoAl olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido. ¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento. No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores. Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana, ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino; antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas; antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
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A Miguel de UnamunoEste donquijotesco
don Miguel de Unamuno, fuerte vasco,
lleva el arnés grotesco
y el irrisorio casco
del buen manchego. Don Miguel camina,
jinete de quimérica montura,
metiendo espuela de oro a su locura,
sin miedo de la lengua que malsina.
A un pueblo de arrieros,
lechuzos y tahúres y logreros
dicta lecciones de Caballería.
Y el alma desalmada de su raza,
que bajo el golpe de su férrea maza
aún durme, puede que despierte un día.
Quiere enseñar el ceño de la duda,
antes de que cabalgue, el caballero;
cual nuevo Hamlet, a mirar desnuda
cerca del corazón la hoja de acero.
Tiene el aliento de una estirpe fuerte
que soñó más allá de sus hogares,
y que el oro buscó tras de los mares.
Él señala la gloria tras la muerte.
Quiere ser fundador, y dice: Creo;
Dios y adelante el ánima española...
Y es tan bueno y mejor que fue Loyola:
sabe a Jesús y escupe al fariseo.
A un naranjo y limonero
Naranjo en maceta, ¡qué triste es tu suerte!
Medrosas tiritan tus hojas menguadas.
Naranjo en la corte, ¡qué pena da verte con
tus naranjitas secas y arrugadas!.
Pobre limonero de fruto amarillo cual
pomo pulido de pálida cera, ¡qué pena
mirarte, mísero arbolillo criado en
mezquino tonel de madera! De los claros
bosques de la Andalucía, ¿quién os trajo a
esta castellana tierra que barren los vientos
de la adusta sierra, hijos de los campos de
la tierra mía? ¡Gloria de los huertos, árbol
limonero, que enciendes los frutos de
pálido oro, y alumbras del negro cipresal
austero
las quietas plegarias erguidas en coro; y
fresco naranjo del patio querido, del campo
risueño y el huerto soñado, siempre en mi
recuerdo maduro o florido
de frondas y aromas y frutos cargado!
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A orillas del DueroMediaba el mes de julio. Era un hermoso día. Yo, solo,
por las quiebras del pedregal subía, buscando los recodos
de sombra, lentamente. A trechos me paraba para enjugar
mi frente y dar algún respiro al pecho jadeante; o bien,
ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante y hacia la
mano diestra vencido y apoyado en un bastón, a guisa de
pastoril cayado,
trepaba por los cerros que habitan las rapaces aves de
altura, hollando las hierbas montaraces de fuerte olor
?romero, tomillo, salvia, espliego?. Sobre los agrios
campos caía un sol de fuego. Un buitre de anchas alas
con majestuoso vuelo cruzaba solitario el puro azul del
cielo. Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo, y una
redonda loma cual recamado escudo, y cárdenos alcores
sobre la parda tierra
?harapos esparcidos de un viejo arnés de guerra?,
las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero para
formar la corva ballesta de un arquero en torno a Soria.
?Soria es una barbacana, hacia Aragón, que tiene la torre
castellana?. Veía el horizonte cerrado por colinas oscuras,
coronadas de robles y de encinas; desnudos peñascales,
algún humilde prado donde el merino pace y el toro,
arrodillado sobre la hierba, rumia; las márgenes de río
lucir sus verdes álamos al claro sol de estío, y,
silenciosamente, lejanos pasajeros, ¡tan diminutos!
?carros, jinetes y arrieros?, cruzar el largo puente, y bajo
las arcadas de piedra ensombrecerse las aguas plateadas
del Duero. El Duero cruza el corazón de roble de Iberia y
de Castilla.
¡Oh, tierra triste y noble, la de los altos llanos y yermos
y roquedas, de campos sin arados, regatos ni arboledas;
decrépitas ciudades, caminos sin mesones, y atónitos
palurdos sin danzas ni canciones que aún van,
abandonando el mortecino hogar, como tus largos ríos,
Castilla, hacia la mar! Castilla miserable, ayer
dominadora, envuelta en sus andrajos desprecia cuanto
ignora. ¿Espera, duerme o sueña? ¿La sangre derramada
recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espada? Todo se
mueve, fluye, discurre, corre o gira; cambian la mar y el
monte y el ojo que los mira. ¿Pasó? Sobre sus campos
aún el fantasma yerta de un pueblo que ponía a Dios
sobre la guerra. La madre en otro tiempo fecunda en
capitanes, madrastra es hoy apenas de humildes
ganapanes. Castilla no es aquella tan generosa un día,
cuando Mío Cid Rodrigo el de Vivar volvía, ufano de su
nueva fortuna, y su opulencia, a regalar a Alfonso los
huertos de Valencia; o que, tras la aventura que acreditó
sus bríos, pedía la conquista de los inmensos ríos
indianos a la corte, la madre de soldados, guerreros y
adalides que han de tornar, cargados de plata y oro, a
España, en regios galeones, para la presa cuervos, para
la lid leones.
Filósofos nutridos de sopa de convento contemplan
impasibles el amplio firmamento; y si les llega en
sueños, como un rumor distante, clamor de mercaderes
de muelles de Levante, no acudirán siquiera a preguntar
¿qué pasa? Y ya la guerra ha abierto las puertas de su
casa. Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora.
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Mario Benedetti Tacuarembó (Uruguay) 1920-2009
Mario Benedetti nació el 14 de septiembre de 1920 en Paso de Toros, en Tacuarembó, Uruguay, fruto del matrimonio entre Brenno Benedetti y Matilde Farugia. La economía familiar se vio seriamente afectada por un engaño que sufrió el padre de Mario y así con tan sólo 4 años, la familia se trasladó a Montevideo (no en vano en Montevideo vive más de la mitad de la población de Uruguay, el mayor porcentaje de población que vive en una capital de toda Sudamérica). Este engaño condujo a tiempos difíciles para la familia Benedetti que tuvo que vender multitud de objetos de valor para seguir adelante y que obligó a Brenno a la clandestinidad económica para evitar a los acreedores y en busca del soñado empleo público, un auténtico sueño en el Uruguay de la época en el que el sueldo de un funcionario era inembargable y echarlo era casi una cuestión de Estado. Mario estudió en un colegio alemán, en parte por la admiración que el padre tenía por ese país. De esta experiencia, además de aprender el idioma, aprendió el gusto por el trabajo bien hecho y por la puntualidad. Pero en 1933 el padre le obligó a salir del colegio, ya que en éste obligaban a utilizar el saludo nazi, otro año en un Liceo y termina su educación.
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Desde los afectosCómo hacerte saber que siempre hay tiempo?
Que uno solo tiene que buscarlo y dárselo.
Que nadie establece normas salvo la vida.
Que la vida sin ciertas normas pierde forma.
Que la forma no se pierde con abrirnos.
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente.
Que no está prohibido amar.
Que también se puede odiar.
Cómo hacerte saber que nadie establece normas salvo
la vida!...
Que el odio y el amor son afectos.
Que la agresión porque sí, hiere mucho.
Que las heridas se cierran.
Que las puertas no deben cerrarse.
Que la mayor puerta es el afecto.
Que los afectos nos definen.
Que definirse no es remar contra la corriente.
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo más se
dibuja.
Que buscar un equilibrio no implica ser tibio.
Que negar palabras implica abrir distancias.
Que encontrarse es muy hermoso.
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida.
Que la vida parte del sexo.
Que el porqué de los niños tiene un por qué.
Que querer saber de alguien no sólo es curiosidad.
Que querer saber todo de todos es curiosidad malsana.
Que nunca está de más agradecer.
Que la autodeterminación no es hacer las cosas solo.
Que nadie quiere estar solo.
Que para no estar solo hay que dar.
Que para dar debimos recibir antes.
Que para que nos den
también hay que saber cómo pedir.
Que saber pedir no es regalarse.
Que regalarse es, en definiva, no quererse.
Que para que nos quieran debemos mostrar quiénes
somos.
Que para que alguien sea hay que ayudarlo.
Que ayudar es poder alentar y apoyar.
Que adular no es ayudar.
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara.
Que las cosas cara a cara son honestas.
Que nadie es honesto porque no roba.
Que el que roba no es ladrón por placer.
Que cuando no hay placer en hacer las cosas,
no se está viviendo.
Que para sentir la vida no hay que olvidarse que existe
la muerte.
Que se puede estar muerto en vida.
Que se siente con el cuerpo y la mente.
Que con los oídos se escucha.
Que cuesta ser sensible y no herirse.
Que herirse no es desangrarse.
Que para no ser heridos levantamos muros.
Que quien siembra muros no recoge nada.
Que casi todos somos albañiles de muros.
Que sería mucho mejor construir puentes.
Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se
vuelve.
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Corazón corazaPorque te tengo y no
porque te piensoporque la noche está de ojos abiertosporque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imageny eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a míporque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulcecorazón corazaporque eres mía
porque no eres míaporque te miro y muero
y peor que muerosi no te miro amor
si no te miroporque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quieroporque tu boca es sangre
y tienes fríotengo que amarte amor
tengo que amarteaunque esta herida duela como dosaunque te busque y no te encuentre
y aunquela noche pase y yo te tenga
y no..
Estados de ánimo
A veces me sientocomo un águila en el aire
Unas veces me sientocomo pobre colina
y otras como montañade cumbres repetidas.Unas veces me sientocomo un acantilado
y en otras como un cieloazul pero lejano.A veces uno es
manantial entre rocasy otras veces un árbolcon las últimas hojas.
Pero hoy me siento apenascomo laguna insomnecon un embarcaderoya sin embarcaciones
una laguna verdeinmóvil y paciente
conforme con sus algassus musgos y sus peces,sereno en mi confianza
confiando en que una tardete acerques y te mires,te mires al mirarme.
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Hagamos un trato
Cuando sientas tu herida sangrar cuando sientas tu voz sollozar
cuenta conmigo.Compañera,usted sabe
que puede contar conmigo,no hasta dos ni hasta diez
sino contar conmigo.Si algunas veces
advierte que la miro a los ojos,y una veta de amor reconoce en los míos,
no alerte sus fusilesni piense que deliro;a pesar de la veta,
o tal vez porque existe,usted puede contar conmigo.Si otras veces me encuentra
huraño sin motivo, no piense que es flojera igual puede contar conmigo.Pero hagamos un trato: yo quisiera
contar con usted, es tan lindosaber que usted existe,
uno se siente vivo; y cuando digo estoquiero decir contar aunque sea hasta dos,
aunque sea hasta cinco.No ya para que acuda
presurosa en mi auxilio,sino para saber a ciencia cierta
que usted sabe que puedecontar conmigo.
Pasatiempo
Cuando éramos niñoslos viejos tenían como treinta
un charco era un océanola muerte lisa y llana
no existía.Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarentaun estanque un océanola muerte solamente
una palabra.Ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuentaun lago era un océano
la muerte era la muertede los otros.
Ahora veteranosya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océanopero la muerte empieza a ser
la nuestra.
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Rostro de vos
Tengo una soledad tan concurrida
tan llena de nostalgias y de rostros de vos
de adioses hace tiempo y besos bienvenidos
de primeras de cambio y de último vagón.
Tengo una soledad tan concurrida
que puedo organizarla como una procesión
por colores tamaños y promesas por época por tacto
y por sabor. Sin temblor de más me abrazo a tus
ausencias que asisten y me asisten con mi rostro de vos.
Estoy lleno de sombras de noches y deseos
de risas y de alguna maldición.
Mis huéspedes concurren concurren como sueños
con sus rencores nuevos su falta de candor
yo les pongo una escoba tras la puerta
porque quiero estar solo con mi rostro de vos.
Pero el rostro de vos mira a otra parte
con sus ojos de amor que ya no aman como víveres
que buscan su hambre
miran y miran
y apagan mi jornada.
Las paredes se van
queda la noche
las nostalgias se van
no queda nada.
Ya mi rostro de vos
cierra los ojos
y es una soledad
tan desolada.
Si Dios fuera una mujer
¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.
Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol, sus labios no de yeso. Si Dios
fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.
Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno, con
sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico y su amor no de ángeles. Ay Dios
mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre fueras una mujer qué
lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible, prodigiosa
blasfemia.
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Alguien
Alguien limpia la celda
de la tortura
que no quede la sangre
ni la amargura
alguien pone en los muros
el nombre de ella
ya no cabe en la noche
ninguna estrella
alguien limpia su rabia
con un consejo
y la deja brillante
como un espejo
alguien piensa hasta cuando
alguien camina
suenan lejos las risas
una bocinay un gallo que propone su canto en hora
mientras sube la angustia la voladora alguien piensa en
afuera que allá no hay plazo piensa en niños de vida y
en un abrazo alguien quiso ser justo no tuvo suerte es
difícil la lucha contra la muerte alguien limpia la celda
de la tortura lava la sangre pero no la amargura.
Allende
Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques para batir al
hombre de la paz tuvieron que bombardearlo hacerlo
llama porque el hombre de la paz era una fortaleza
para matar al hombre de la paz tuvieron que desatar la
guerra turbia para vencer al hombre de la paz y acallar
su voz modesta y taladrante tuvieron que empujar el
terror hasta el abismo y matar más para seguir
matando para batir al hombre de la paz tuvieron que
asesinarlo muchas vecesporque el hombre de la paz
era una fortalezapara matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa una armada
una hueste una brigada tuvieron que creer que era otro
ejército pero el hombre de la paz era tan sólo un
pueblo y tenía en sus manos un fusil y un mandato y
eran necesarios más tanques más rencores más
bombas más aviones más oprobios porque el hombre
del paz era una fortaleza para matar al hombre de la
paz para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla para vencer al
hombre de la paz tuvieron que afiliarse para siempre a
la muerte matar y matar más para seguir matando y
condenarse a la blindada soledad para matar al
hombre que era un pueblo tuvieron que quedarse sin
el pueblo.
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Amor de tarde
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.
Ausencia de DiosDigamos que te alejas definitivamente
hacia el pozo de olvido que prefieres,
pero la mejor parte de tu espacio,
en realidad la única constante de tu espacio,
quedará para siempre en mí, doliente,
persuadida, frustrada, silenciosa,
quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,
tu corazón de una promesa única
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.
Después de ese dolor redondo y eficaz,
pacientemente agrio, de invencible ternura,
ya no importa que use tu insoportable ausencia
ni que me atreva a preguntar si cabes
como siempre en una palabra. Lo cierto es que ahora ya
no estás en mi noche desgarradoramente idéntica a las
otras que repetí buscándote, rodeándote. Hay solamente
un eco irremediable de mi voz como niño, esa que no
sabía. Ahora que miedo inútil, qué vergüenza no tener
oración para morder, no tener fe para clavar las uñas, no
tener nada más que la noche, saber que Dios se
muere, se resbala, que Dios retrocede con los brazos
cerrados, con los labios cerrados, con la niebla, como un
campanario atrozmente en ruinas que desandara siglos
de ceniza. Es tarde. Sin embargo yo daría todos los
juramentos y las lluvias, las paredes con insultos y
mimos, las ventanas de invierno, el mar a veces, por no
tener tu corazón en mí, tu corazón inevitable y doloroso
en mí que estoy enteramente solo sobreviviéndote..
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Síndrome
Todavía tengo casi todos mis dientes
casi todos mis cabellos y poquísimas canas
puedo hacer y deshacer el amortrepar una escalera de dos en dos
y correr cuarenta metros detrás del ómnibus
o sea que no debería sentirme viejopero el grave problema es que antes
no me fijaba en estos detalles.
Táctica y estrategiaMi táctica es
mirarteaprender como sosquererte como sos.
Mi táctica eshablarte
y escucharteconstruir con palabras
un puente indestructible.Mi táctica es
quedarme en tu recuerdono sé cómo ni sécon qué pretexto
pero quedarme en vos.Mi táctica es
ser francoy saber que sos francay que no nos vendamos
simulacrospara que entre los dos
no haya telónni abismos.
Mi estrategia esen cambio
más profunda y mássimple.
Mi estrategia esque un día cualquiera no sé cómo ni sé con
qué pretexto por fin me necesites.
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Te quieroTus manos son mi caricia,
mis acordes cotidianos;te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice, y todo.Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.Tus ojos son mi conjurocontra la mala jornada;te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro.Tu boca que es tuya y mía,
Tu boca no se equivoca;te quiero por que tu boca
sabe gritar rebeldía.Si te quiero es porque sos mi amor mi
cómplice y todo. Y en la calle codo a codo somos mucho más que dos. Y por tu rostro sincero. Y tu paso vagabundo. Y tu llanto por el mundo. Porque sos pueblo te quiero. Y porque amor no es aurora, ni cándida moraleja, y porque somos pareja que sabe que no está sola. Te quiero en mi paraíso; es decir, que en mi país la gente vive feliz aunque no tenga permiso. Si te quiero es por que sos mi amor, mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo somos mucho más que dos.
Una mujer desnuda
Una mujer desnuda y en lo oscurotiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo un apagón o una noche sin luna es
conveniente y hasta imprescindible tener a mano una mujer desnuda. Una mujer
desnuda y en lo oscuro genera un resplandor que da confianza entonces dominguea el almanaquevibran en su rincón las telarañas y los ojos felices y
felinos miran y de mirar nunca se cansan. Una mujer desnuda y en lo oscuro es una vocación para las manos para los labios es
casi un destino y para el corazón un despilfarro una mujer desnuda es un
enigma y siempre es una fiesta descifrarlo. Una mujer desnuda y en lo oscuro genera una luz propia y nos enciende el cielo raso se convierte en cielo y es una gloria no ser inocente una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte.
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Ustedes y nosotrosUstedes cuando aman exigen bienestar una cama de
cedro y un colchón especial, nosotros cuando amamos
es fácil de arreglar con sábanas qué bueno sin sábanas
da igual. Ustedes cuando aman calculan interés
y cuando se desaman calculan otra vez, nosotros
cuando amamos es como renacer y si nos desamamos
no la pasamos bien. Ustedes cuando aman son de otra
magnitud hay fotos chismes prensa y el amor es un
boom, nosotros cuando amamos es un amor común
tan simple y tan sabroso como tener salud. Ustedes
cuando aman consultan el reloj porque el tiempo que
pierden vale medio millón, nosotros cuando amamos
sin prisa y con fervor gozamos y nos sale barata la
función. Ustedes cuando aman
al analista van
él es quien dictamina
si lo hacen bien o mal,
nosotros cuando amamos
sin tanta cortedad
el subconsciente piola
se pone a disfrutar.
Ustedes cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial,
nosotros cuando amamos
es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno
sin sábanas da igual.
Viceversa
Tengo miedo de vertenecesidad de verteesperanza de vertedesazones de verte.
Tengo ganas de hallartepreocupación de hallartecertidumbre de hallartepobres dudas de hallarte.Tengo urgencia de oírte
alegría de oírtebuena suerte de oírte
y temores de oírte.o sea,
resumiendoestoy jodidoy radiante
quizá más lo primeroque lo segundo
y tambiénviceversa.
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Ayer
Ayer pasó el pasado lentamentecon su vacilación definitiva
sabiéndote infeliz y a la derivacon tus dudas selladas en la frente
ayer pasó el pasado por el puentey se llevó tu libertad cautiva
cambiando su silencio en carne viva
por tus leves alarmas de inocente
ayer pasó el pasado con su historiay su deshilachada incertidumbre/
con su huella de espanto y de reproche
fue haciendo del dolor una costumbre
sembrando de fracasos tu memoriay dejándote a solas con la noche.
BienvenidaSe me ocurre que vas a llegar distinta
no exactamente más linda
ni más fuerte
ni más docil
ni más cauta
tan solo que vas a llegar distinta
como si esta temporada de no verme
te hubiera sorprendido a vos también
quizá porque sabes
cómo te pienso y te enumero
después de todo la nostalgia existe
aunque no lloremos en los andenes fantasmales
ni sobre las almohadas de candor
ni bajo el cielo opaco
yo nostalgio
tu nostalgias
y cómo me revienta que él nostalgie
tu rostro es la vanguardia
tal vez llega primero
porque lo pinto en las paredes
con trazos invisibles y seguros
no olvides que tu rostro
me mira como pueblo
sonríe y rabia y canta
como pueblo
y eso te da una lumbre inapagable ahora no tengo dudas
vas a llegar distinta y con señales con nuevas con
hondura con franqueza sé que voy a quererte sin
preguntas sé que vas a quererme sin respuestas.
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Gabriela Mistral
Vicuña (Chile)1889- Nueva York 1957
Lucila Godoy, llamada Gabriela Mistral (conocida
mejor como Gabriela Mistral), escritora chilena.
Hija de un maestro rural, que abandonó el hogar a
los tres años del nacimiento de Gabriela, la
muchacha tuvo una niñez difícil en uno de los
parajes más desolados de Chile. A los 15 años
publicó sus primeros versos en la prensa local, y
empezó a estudiar para maestra. En 1906 se
enamoró de un modesto empleado de
ferrocarriles, Romelio Ureta, que, por causas
desconocidas, se suicidó al poco tiempo; de la
enorme impresión que le causó aquella pérdida
surgieron sus primeros versos importantes. En
1910 obtuvo el título de maestra en Santiago, y
cuatro años después se produjo su consagración
poética en los juegos florales de la capital de
Chile; los versos ganadores- Los sonetos de la
muerte- pertenecen a su libro Desolación
(1922), que publicaría el instituto de las Españas
de Nueva York. En 1925 dejó la enseñanza, y, tras
actuar como representante de Chile en el Instituto
de cooperación intelectual de la S.D.N., fue
cónsul en Nápoles y en Lisboa. Vuelta a su patria
colaboró decisivamente en la campaña electoral
del Frente popular (1938), que llevó a la
presidencia de la república a su amigo de juventud
P. Aguirre Cerda. En 1945 recibió el premio
Nobel de literatura; viajó por todo el mundo, y en
1951 recogió en su país el premio nacional.
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AdiosEn costa lejana
y en mar de Pasión,
dijimos adioses
sin decir adiós.
Y no fue verdad
la alucinación.
Ni tú la creíste
ni la creo yo,
«y es cierto y no es cierto»
como en la canción.
Que yendo hacia el Sur
diciendo iba yo:
«Vamos hacia el mar
que devora al Sol».
Y yendo hacia el Norte
decía tu voz:
«Vamos a ver juntos
donde se hace el Sol».
Ni por juego digas
o exageración que nos separaron tierra y mar, que
son ella, sueño y el alucinación. No te digas solo ni
pida tu voz albergue para uno al albergador. Echarás
la sombra que siempre se echó, morderás la duna
con paso de dos... Para que ninguno, ni hombre ni
dios, nos llame partidos como luna y sol; para que ni
roca ni viento errador, ni río con vado ni árbol
sombreador, aprendan y digan mentira o error del
Sur y del Norte, del uno y del dos!
AguaHay países que yo recuerdo
como recuerdo mis infancias.
Son países de mar o río,
de pastales, de vegas y aguas.
Aldea mía sobre el Ródano,
rendida en río y en cigarras;
Antilla en palmas verdi-negras
que a medio mar está y me llama;
¡roca lígure de Portofino,
mar italiana, mar italiana!
Me han traído a país sin río,
tierras-Agar, tierras sin agua;
Saras blancas y Saras rojas,
donde pecaron otras razas,
de pecado rojo de atridas
que cuentan gredas tajeadas;
que no nacieron como un niño
con unas carnazones grasas,
cuando las oigo, sin un silbo,
cuando las cruzo, sin mirada.
Quiero volver a tierras niñas; llévenme a un
blando país de aguas.
En grandes pastos envejezca y haga al río fábula y
fábula. Tenga una fuente por mi madre y en la
siesta salga a buscarla, y en jarras baje de una
peña un agua dulce, aguda y áspera. Me venza y
pare los alientos el agua acérrima y helada.
¡Rompa mi vaso y al beberla me vuelva niñas las
entrañas!
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Amor
Anda libre en el surco, bate el ala en el viento,
late vivo en el sol y se prende al pinar.
No te vale olvidarlo como al mal pensamiento:
¡le tendrás que escuchar!
Habla lengua de bronce y habla lengua de ave,
ruegos tímidos, imperativos de mar.
No te vale ponerle gesto audaz, ceño grave:
¡lo tendrás que hospedar!
Gasta trazas de dueño; no le ablandan excusas.
Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar.
No te vale decirle que albergarlo rehúsas:
¡lo tendrás que hospedar!
Tiene argucias sutiles en la réplica fina,
argumentos de sabio, pero en voz de mujer.
Ciencia humana te salva, menos ciencia divina:
¡le tendrás que creer! Te echa venda de lino; tú la
venda toleras. Te ofrece el brazo cálido, no le sabes
huir. Echa a andar, tú le sigues hechizada aunque
vieras que eso para en morir!
AusenciaSe va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo.
¡Se te va todo, se nos va todo!
Se va mi voz, que te hacía campana
cerrada a cuanto no somos nosotros.
Se van mis gestos que se devanaban,
en lanzaderas, debajo tus ojos.
Y se te va la mirada que entrega,
cuando te mira, el enebro y el olmo.
Me voy de ti con tus mismos alientos:
como humedad de tu cuerpo evaporo.
Me voy de ti con vigilia y con sueño,
y en tu recuerdo más fiel ya me borro.
Y en tu memoria me vuelvo como esos
que no nacieron ni en llanos ni en sotos.
Sangre sería y me fuese en las palmas
de tu labor, y en tu boca de mosto.
Tu entraña fuese, y sería quemada
en marchas tuyas que nunca más oigo,
¡y en tu pasión que retumba en la noche
como demencia de mares solos!
¡Se nos va todo, se nos va todo!
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BesosHay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.
Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.
Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.
Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.
Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.
Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.
Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.
Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.
Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.
Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.
¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenaron sé de lágrimas tus ojos.
¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y qué viste después...? Sangre en mis labios.
Yo te enseñe a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.
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Canción amarga
¡Ay! ¡Juguemos, hijo mío, a la reina con el rey!
Este verde campo es tuyo. ¿De quién más podría ser? Las oleadas de la alfalfa para ti se han de mecer.
Este valle es todo tuyo. ¿De quién más podría ser? Para que los disfrutemos
los pomares se hacen miel.
(¡Ay! ¡No es cierto que tiritas como el Niño de Belén
y que el seno de tu madre se secó de padecer!)
El cordero está espesando el vellón que he de tejer. Y son tuyas las majadas,
¿De quién más podrían ser?
Y la leche del establo que en la ubre ha de correr,
y el manojo de las mieses ¿de quién más podrían ser?
(¡Ay! ¡No es cierto que tiritas como el Niño de Belén
y que el seno de tu madre se secó de padecer!)
¡Sí! ¡Juguemos, hijo mío, a la reina con el rey!
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Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, nombre auténtico
de Pablo Neruda
—seudónimo que utilizó por primera vez en 1920 y
adoptó desde 1946—, nació el 12 de julio de 1904
en Parral, Chile, pero se crió en
la localidad de Temuco, entre «la poesía y la lluvia»,
como diría en sus memorias. Sus padres fueron Rosa
Basoalto, que murió de tuberculosis cuando tenía un
mes de nacido, y José del Carmen Reyes, quien
abandonó el campo para trabajar como obrero en los
diques del puerto de Talcahuano, hasta alcanzar el
cargo de ferroviario en Temuco. Neruda aprendió a
amar la naturaleza en sus años de infancia, durante
sus recorridos en tren hacia la exuberante vegetación
de Boroa. La región había sido en el pasado
escenario de enfrentamientos entre los
conquistadores españoles y los araucanos, que con el
tiempo fueron despojados de su territorio y
posteriormente aniquilados por los colonos
protagonistas de la «pacificación de la Araucanía».
Esas frías y húmedas tierras australes, bordeadas por
el más puro océano Pacífico, emergen en una
poética de la desesperanza, de la soledad del ser
humano y del amor, como en Veinte poemas de amor
y una canción desesperada, libro que llevó a su
autor a los circuitos internacionales y le dio una
fama similar a la de Rubén Darío, hasta hacerlo
merecedor del Premio Nobel en 1971
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Pablo NerudaParral (Chile) 1904-1973
Poema 1Cuerpo de mujer, blancas colinas,
muslos blancos, te pareces al mundo en tu actitud de
entrega. Mi cuerpo de labriego salvaje te
socava y hace saltar el hijo del fondo de la
tierra. Fui solo como un túnel. De mí huían
los pájaros y en mí la noche entraba su invasión
poderosa. Para sobrevivirme te forjé como un
arma, como una flecha en mi arco, como
una piedra en mi honda. Pero cae la hora de la venganza, y te
amo. Cuerpo de piel, de musgo, de leche
ávida y firme. Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de
ausencia! Ah las rosas del pubis! Ah tu voz
lenta y triste! Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia. Mi sed, mi ansia sin límite, mi
camino indeciso! Oscuros cauces donde la sed eterna sigue, y la fatiga
sigue, y el dolor infinito.
Poema 2
En su llama mortal la luz te envuelve.
Absorta, pálida doliente, así situada contra las viejas hélices del
crepúsculo que en torno a ti da vueltas.
Muda, mi amiga, sola en lo solitario de esta hora de
muertes y llena de las vidas del fuego,
pura heredera del día destruido. Del sol cae un racimo en tu vestido
oscuro. De la noche las grandes raíces crecen de súbito desde tu alma,
y a lo exterior regresan las cosas en ti ocultas,
de modo que un pueblo pálido y azul de ti recién nacido se alimenta.
Oh grandiosa y fecunda y magnética esclava
del círculo que en negro y dorado sucede:
erguida, trata y logra una creación tan viva
que sucumben sus flores, y llena es de tristeza.
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Poema 3Ah vastedad de pinos, rumor de olas
quebrándose, lento juego de luces, campana
solitaria, crepúsculo cayendo en tus ojos,
muñeca, caracola terrestre, en ti la tierra
canta! En ti los ríos cantan y mi alma en
ellos huye como tú lo desees y hacia donde tú
quieras. Márcame mi camino en tu arco de
esperanza y soltaré en delirio mi bandada de
flechas. En torno a mí estoy viendo tu cintura
de niebla y tu silencio acosa mis horas
perseguidas, y eres tú con tus brazos de piedra
transparente donde mis besos anclan y mi húmeda ansia anida. Ah tu voz misteriosa que el amor tiñe y dobla
en el atardecer resonante y muriendo! Así en horas profundas
sobre los campos he visto doblarse las espigas en la boca del viento.
Poema 4
Es la mañana llena de tempestad en el corazón del verano.
Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,
el viento las sacude con sus viajeras manos.
Innumerable corazón del viento latiendo sobre nuestro silencio
enamorado. Zumbando entre los árboles, orquestal
y divino, como una lengua llena de guerras y
de cantos.
Viento que lleva en rápido robo la hojarasca
y desvía las flechas latientes de los pájaros.
Viento que la derriba en ola sin espuma
y sustancia sin peso, y fuegos inclinados.
Se rompe y se sumerge su volumen de besos
combatido en la puerta del viento del verano.
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Poema 5Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.
Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.
Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.
El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.
Poema 6
Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del
crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.
Apegada a mis brazos como una enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.
Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos
anhelos y caían mis besos alegres como
brasas. Cielo desde un navío. Campo desde
los cerros. Tu recuerdo es de luz, de humo, de
estanque en calma! Más allá de tus ojos
ardían los crepúsculos. Hojas secas de otoño
giraban en tu alma.
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Poema 7
Abeja blanca zumbas -ebria de miel- en mi alma
y te tuerces en lentas espirales de humo.
Soy el desesperado, la palabra sin ecos,
el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo.
Última amarra, cruje en ti mi ansiedad última.
En mi tierra desierta eres la última rosa.
Ah silenciosa!
Cierra tus ojos profundos. Allí aletea la noche.
Ah desnuda tu cuerpo de estatua temerosa.
Tienes ojos profundos donde la noche alea.
Frescos brazos de flor y regazo de rosa.
Se parecen tus senos a los caracoles blancos.
Ha venido a dormirse en tu vientre una mariposa de
sombra.
Ah silenciosa!
He aquí la soledad de donde estás ausente.
Llueve. El viento del mar caza errantes gaviotas.
El agua anda descalza por las calles mojadas.
De aquel árbol se quejan, como enfermos, las hojas.
Abeja blanca, ausente, aún zumbas en mi alma.
Revives en el tiempo, delgada y silenciosa.
Ah silenciosa!
Poema 8
Ebrio de trementina y largos besos,
estival, el velero de las rosas dirijo,
torcido hacia la muerte del delgado día,
cimentado en el sólido frenesí marino.
Pálido y amarrado a mi agua devorante
cruzo en el agrio olor del clima descubierto,
aún vestido de gris y sonidos amargos,
y una cimera triste de abandonada espuma.
Voy, duro de pasiones, montado en mi ola única,
lunar, solar, ardiente y frío, repentino,
dormido en la garganta de las afortunadas
islas blancas y dulces como caderas frescas.
Tiembla en la noche húmeda mi vestido de besos
locamente cargado de eléctricas gestiones,
de modo heroico dividido en sueños
y embriagadoras rosas practicándose en mí.
Aguas arriba, en medio de las olas externas,
tu paralelo cuerpo se sujeta en mis brazos
como un pez infinitamente pegado a mi alma
rápido y lento en la energía subceleste.
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Poema 9
Hemos perdido aun este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo.
He visto desde mi ventana
la fiesta del poniente en los cerros lejanos.
A veces como una moneda
se encendía un pedazo de sol entre mis manos.
Yo te recordaba con el alma apretada
de esa tristeza que tú me conoces.
Entonces, dónde estabas?
Entre qué gentes?
Diciendo qué palabras?
Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana?
Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo,
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa.
Siempre, siempre te alejas en las tardes
hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.
Poema 10
Casi fuera del cielo ancla entre dos montañas
la mitad de la luna.
Girante, errante noche, la cavadora de ojos.
A ver cuántas estrellas trizadas en la charca.
Hace una cruz de luto entre mis cejas, huye.
Fragua de metales azules, noches de las
calladas luchas,
mi corazón da vueltas como un volante loco.
Niña venida de tan lejos, traída de tan lejos,
a veces fulgurece su mirada debajo del cielo.
Quejumbre, tempestad, remolino de furia,
cruza encima de mi corazón, sin detenerte.
Viento de los sepulcros
acarrea, destroza, dispersa tu raíz soñolienta.
Desarraiga los grandes árboles al otro lado de
ella. Pero tú, clara niña, pregunta de
humo, espiga. Era la que iba formando el viento
con hojas iluminadas. Detrás de las montañas
nocturnas, blanco lirio de incendio, ah nada
puedo decir! Era hecha de todas las cosas.
Ansiedad que partiste mi pecho a
cuchillazos, es hora de seguir otro
camino, donde ella no sonría. Tempestad que
enterró las campanas, turbio revuelo de
tormentas para qué tocarla ahora, para qué
entristecerla. Ay seguir el camino que se aleja
de todo, donde no esté atajando la angustia, la
muerte, el invierno, con sus ojos abiertos entre
el rocío.
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José Martí La Habana 1853 -Dos Ríos 1895
(La Habana, 1853 - Dos Ríos, Cuba, 1895) Político
y escritor cubano. Nacido en el seno de una familia
española con pocos recursos económicos, a la edad
de doce años José Martí empezó a estudiar en el
colegio municipal que dirigía el poeta Rafael María
de Mendive, quien se fijó en las cualidades
intelectuales del muchacho y decidió dedicarse
personalmente a su educación.
El joven Martí pronto se sintió atraído por las ideas
revolucionarias de muchos cubanos, y tras el inicio
de la guerra de los Diez Años y el encarcelamiento
de su mentor, inició su actividad revolucionaria:
publicó una gacetilla El Diablo Cojuelo, y poco
después una revista, La Patria Libre, que contenía su
poema «Abdalá». A los diecisiete años José Martí
fue condenado a seis de cárcel por su pertenencia a
grupos independentistas. Realizó trabajos forzados
en el penal hasta que su mal estado de salud le valió
el indulto. Deportado a España, en este país publicó
su primera obra de importancia, el drama Adúltera.
Inició en Madrid estudios de derecho y se licenció
en derecho y filosofía y letras por la Universidad de
Zaragoza. Durante sus años en España surgió en él
un profundo afecto por el país, aunque nunca
perdonó su política colonial. En su obra La
República Española ante la Revolución Cubana
reclamaba a la metrópoli que hiciera un acto de
contrición y reconociese los errores cometidos en
Cuba. Tras viajar durante tres años por Europa y
América, José Martí acabó por instalarse en México.
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Dolor
¡Dolor! ¡Dolor! eterna vida mía, Ser de mi ser, sin cuyo aliento muero!
Goce en buen hora espíritu mezquino Al son del baile animador, y prenda
Su alma en las flores que el flotante lino De mujeres bellísimas engasta:?
Goce en buen hora, y su cerebro encienda
En la rojiza lumbre de la incasta Hoguera del deseo:?
Yo, ?embriagado de mis penas,? me devoro,
Y mis miserias lloro, Y buitre de mí mismo me levanto,
Y me hiero y me curo con mi canto, Buitre a la vez que altivo Prometeo.
Arbol de mi alma
Como un ave que cruza el aire claro Siento hacia mí venir tu pensamiento Y acá en mi corazón hacer su nido. Ábrese el alma en flor: tiemblan sus
ramas Como los labios frescos de un mancebo En su primer abrazo a una hermosura:
Cuchichean las hojas: tal parecen Lenguaraces obreras y envidiosas,
A la doncella de la casa rica En preparar el tálamo ocupadas:
Ancho es mi corazón, y es todo tuyo: Todo lo triste cabe en él, y todo
Cuanto en el mundo llora, y sufre, y muere!
De hojas secas, y polvo, y derruidas Ramas lo limpio: bruño con cuidado Cada hoja, y los tallos: de las flores
Los gusanos del pétalo comido Separo: oreo el césped en contorno
Y a recibirte, oh pájaro sin mancha Apresto el corazón enajenado!
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Con la Primavera
Con la primavera Viene la canción, La tristeza dulce
Y el galante amor.
Con la primavera Viene una ansiedad
De pájaro preso Que quiere volar.
No hay cetro más noble Que el de padecer: Sólo un rey existe: El muerto es el rey.
Cese señora el duelo
Cese, señora, el duelo en vuestro canto,
¿Qué fuera nuestra vida sin enojos?
¡Vivir es padecer! ¡sufrir es santo! ¿Cómo fueran tan bellos vuestros
ojos Si alguna vez no los mojara el
llanto?
Romped las cuerdas del amargo duelo.
Quien sufre como vos sufrís, señora:
Es más que una mujer, algo del cielo,
Que de él huyó y entre nosotros mora.
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Copa con alasUna copa con alas: quién la ha visto
antes que yo? Yo ayer la vi. Subía
con lenta majestad, como quien vierte
óleo sagrado: y a sus bordes dulces
mis regalados labios apretaba:?
Ni una gota siquiera, ni una gota
del bálsamo perdí que hubo en tu beso!
Tu cabeza de negra cabellera
?Te acuerdas?? con mi mano requería,
porque de mí tus labios generosos
no se apartaran. ?Blanda como el beso
que a ti me transfundía, era la suave
atmósfera en redor: La vida entera
sentí que a mí abrazándote, abrazaba!
Perdí el mundo de vista, y sus ruidos
y su envidiosa y bárbara batalla!
Una copa en los aires ascendía
y yo, en brazos no vistos reclinado
tras ella, asido de sus dulces bordes:
Por el espacio azul me remontaba!
Oh amor, oh inmenso, oh acabado artista:
en rueda o riel funde el herrero el hierro:
una flor o mujer o águila o ángel
en oro o plata el joyador cincela:
Tú sólo, sólo tú, sabes el modo
de reducir el Universo a un beso!
Cuando me puse a pensar
Cuando me puse a pensar La razón me dio a elegir Entre ser quien soy, o ir El ser ajeno a emprestar,
Mas me dije: si el copiar Fuera ley, no nacería
Hombre alguno, pues haría Lo que antes de él se ha hecho:
Y dije, llamando al pecho, ¡Sé quien eres, alma mía!?
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A los espacios
A los espacios entregarme quiero
Donde se vive en paz, y con un manto
De luz, en gozo embriagador henchido,
Sobre las nubes blancas se pasea, ?
Y donde Dante y las estrellas viven.
Yo sé, yo sé, porque lo tengo visto
En ciertas horas puras, cómo rompe
Su cáliz una flor,? y no es diverso
Del modo, no, con que lo quiebra el alma.
Escuchad, y os diré: ?viene de pronto
Como una aurora inesperada, y como
A la primera luz de primavera
De flor se cubren las amables lilas...
Triste de mí: contároslo quería
Y en espera del verso, las grandiosas
Imágenes en fila ante mis ojos
Como águilas alegres vi sentadas.
Pero las voces de los hombres echan
De junto a mí las nobles aves de oro:
Ya se van, ya se van: ved cómo rueda
La sangre de mi herida.
Si me pedís un símbolo del mundo
En estos tiempos, vedlo: un ala rota.
Se labra mucho el oro, el alma apenas!?
Ved cómo sufro: vive el alma mía
Cual cierva en una cueva acorralada:?
¡Oh, no está bien:
me vengaré, llorando!
A Emma
No sientas que te falte el don de hablar que te arrebata
el cielo, no necesita tu belleza esmalte ni tu alma pura más extenso
vuelo.
No mires, niña mía, en tu mutismo fuente de dolores, ni llores las palabras que te digan
ni las palabras que te faltan llores.
Si brillan en tu faz tan dulces ojos que el alma enamorada se va en
ellos, no los nublen jamás tristes enojos,
que todas las mujeres de mis labios,
no son una mirada de tus ojos...
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Gustavo Adolfo Bécquer Sevilla 1836 - Madrid 1870 (Gustavo Adolfo Domínguez Bastida;
Sevilla, 1836-Madrid, 1870) Poeta
español. Hijo y hermano de
pintores, quedó huérfano a los diez años y
vivió su infancia y su adolescencia en
Sevilla, donde estudió humanidades y
pintura.
En 1854 se trasladó a Madrid, con la
intención de hacer carrera literaria. Sin
embargo, el éxito no le sonrió; su
ambicioso proyecto de escribir una
Historia de los templos de España fue un
fracaso, y sólo consiguió publicar un
tomo, años más tarde. Para poder vivir
hubo de dedicarse al periodismo y hacer
adaptaciones de obras de teatro
extranjero, principalmente del francés, en
colaboración con su amigo Luis García
Luna, adoptando ambos el seudónimo de
«Adolfo García».
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Amor eterno
Podrá nublarse el sol eternamente; Podrá secarse en un instante el
mar; Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal. ¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón; Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.
Rima I
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno cadencias que el aire dilata en
las sombras.
Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar, que no hay cifra
capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!,
si, teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, cantártelo a solas.
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Rima II
Saeta que voladora cruza, arrojada al azar, y que no se sabe dónde temblando se clavará;
hoja que del árbol seca arrebata el vendaval,
sin que nadie acierte el surco donde al polvo volverá;
gigante ola que el viento riza y empuja en el mar,
y rueda y pasa, y se ignora qué playa buscando va;
luz que en cercos temblorosos brilla, próxima a expirar, y que no se sabe de ellos
cuál el último será;
eso soy yo, que al acaso cruzo el mundo sin pensar de dónde vengo ni a dónde
mis pasos me llevarán.
Rima III
Besa el aura que gime blandamente
las leves ondas que jugando riza;
el sol besa a la nube en occidente y de púrpura y oro la matiza;
la llama en derredor del tronco ardiente
por besar a otra llama se desliza;
y hasta el sauce, inclinándose a su peso,
al río que le besa, vuelve un beso.
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Rima IV
No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera, ¡habrá poesía!
Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida, y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista, mientras la humanidad siempre
avanzando no sepa a dó camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!
Mientras se sienta que se ríe el alma, sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila; mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan, mientras haya esperanzas y
recuerdos, ¡habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa, ¡habrá poesía!
Siguiente
Rima VSacudimiento extraño
que agita las ideas,
como huracán que empuja
las olas en tropel.
Murmullo que en el alma
se eleva y va creciendo
como volcán que sordo
anuncia que va a arder.
Deformes siluetas
de seres imposibles;
paisajes que aparecen
como al través de un tul.
Colores que fundiéndose
remedan en el aire
los átomos del iris
que nadan en la luz.
Ideas sin palabras,
palabras sin sentido;
cadencias que no tienen
ni ritmo ni compás.
Memorias y deseos
de cosas que no existen;
accesos de alegría,
impulsos de llorar.
Actividad nerviosa
que no halla en qué emplearse;
sin riendas que le guíen,
caballo volador.
Locura que el espíritu
exalta y desfallece,
embriaguez divina
del genio creador...
Tal es la inspiración.
Gigante voz que el caos
ordena en el cerebro
y entre las sombras hace
la luz aparecer.
Brillante rienda de oro
que poderosa enfrena
de la exaltada mente
el volador corcel.
Hilo de luz que en haces
los pensamientos ata;
sol que las nubes rompe
y toca en el zenít.
Inteligente mano
que en un collar de perlas consigue las indóciles
palabras reunir. Armonioso ritmo que con
cadencia y número las fugitivas notas encierra en
el compás. Cincel que el bloque muerde la estatua
modelando, y la belleza plástica añade a la ideal.
Atmósfera en que giran con orden las ideas, cual
átomos que agrupa recóndita atracción. Raudal en
cuyas ondas su sed la fiebre apaga, oasis que al
espíritu devuelve su vigor... Tal es nuestra razón.
Con ambas siempre en lucha y de ambas
vencedor, tan sólo al genio es dado a un yugo atar
las dos.
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Miguel de UnamunoBilbao 1864- Salamanca 1936
Escritor, poeta y filósofo español, principal exponente de la Generación del 98. Entre 1880 y 1884 estudió filosofía y letras en la universidad de Madrid, época durante la cual leyó a T. Carlyle, Herber Spencer, Friedrich Hegel y Karl Marx. Se doctoró con la tesis Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca, y poco después accedió a la cátedra de lengua y literatura griega en la universidad de Salamanca, en la que desde 1901 fue rector y catedrático de historia de la lengua castellana. Inicialmente sus preocupaciones intelectuales se centraron en las cuestiones éticas y los móviles de su fe. Desde el principio trató de articular su pensamiento sobre la base de la dialéctica hegeliana y más tarde acabó buscando en las dispares intuiciones filosóficas de Spencer, Sören Kierkegaard, W. James y H. Bergson, entre otros, vías de salida a su crisis religiosa.
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Dime que dices mar
¡Dime qué dices, mar, qué dices, dime! Pero no me lo digas; tus cantares
son, con el coro de tus varios mares, una voz sola que cantando gime.
Ese mero gemido nos redime de la letra fatal, y sus pesares,
bajo el oleaje de nuestros azares, el secreto secreto nos oprime.
La sinrazón de nuestra suerte abona, calla la culpa y danos el castigo;
la vida al que nació no le perdona;
de esta enorme injusticia sé testigo, que así mi canto con tu canto entona,
y no me digas lo que no te digo.
Porque esos lirios que los hielos matan
¿Por qué esos lirios que los hielos matan? ¿Por qué esas rosas a que agosta el sol? ¿Por qué esos pajarillos que sin vuelo
se mueren en plumón?
¿Por qué derrocha el cielo tantas vidas que no son de otras nuevas eslabón? ¿Por qué fue dique de tu sangre pura
tu pobre corazón?
¿Por qué no se mezclaron nuestras sangres
del amor en la santa comunión? ¿Por qué tú y yo, Teresa de mi alma
no dimos granazón?
¿Por qué, Teresa, y para qué nacimos? ¿Por qué y para qué fuimos los dos? ¿Por qué y para qué es todo nada? ¿Por qué nos hizo Dios?de amar.
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Que es tu vida alma mía
¿Qué es tu vida, alma mía?, ¿cuál tu pago?,
¡Lluvia en el lago! ¿Qué es tu vida, alma mía, tu
costumbre? ¡Viento en la cumbre!
¿Cómo tu vida, mi alma, se renueva?,
¡Sombra en la cueva!, ¡Lluvia en el lago!,
¡Viento en la cumbre!, ¡Sombra en la cueva!
Lágrimas es la lluvia desde el cielo,
y es el viento sollozo sin partida, pesar, la sombra sin ningún
consuelo, y lluvia y viento y sombra hacen
la vida.
Amor de la lumbre
Al amor de la lumbre cuya llama como una cresta de la mar ondea. Se oye fuera la lluvia que gotea
sobre los chopos. Previsora el ama
supo ordenar se me temple la cama con sahumerio. En tanto la Odisea montes y valles de mi pecho orea de sus ficciones con la rica trama
preparándome el sueño. Del castaño
que más de cien generaciones de hoja
criara y vio morir, cabe el escaño
abrasándose el tronco con su roja brasa me reconforta. ¡Dulce engaño la ballesta de mi inquietud afloja!
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CastillaTú me levantas, tierra de Castilla, en la rugosa palma de tu mano,
al cielo que te enciende y te refresca, al cielo, tu amo,
Tierra nervuda, enjuta, despejada, madre de corazones y de brazos,
toma el presente en ti viejos colores del noble antaño.
Con la pradera cóncava del cielo lindan en torno tus desnudos campos, tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro
y en ti santuario.
Es todo cima tu extensión redonda y en ti me siento al cielo levantado, aire de cumbre es el que se respira
aquí, en tus páramos.
¡Ara gigante, tierra castellana, a ese tu aire soltaré mis cantos,
si te son dignos bajarán al mundo desde lo alto!
Dormirse en el olvido
¡Dormirse en el olvido del recuerdo, en el recuerdo del olvido,
y que en el claustro maternal me pierdo
y que en él desnazco perdido!
¡Tú, mi bendito porvenir pasado, mañana eterno en el ayer;
tú, todo lo que fue ya eternizado, mi madre, mi hija, mi mujer!
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