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EL DOCTOR ESTABANOS…
Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amo.
(Confucio)
MgSc. Nerio Ramírez Almarza
Cada día me asombro más de la calidad educativa y de la formación
familiar en relación a la ausencia de los buenos modales, la moral, las buenas
costumbres, y de otras aristas que con el tiempo van saliendo a flote cuando se
habla o se actúa, pero estos vacíos se observan mucho más cuando la persona
llega a ser un profesional y sobre todo si ejerce la docencia.
Este es el caso del singular Doctor Estabanos, (que puede ser cualquiera
que lea esta reflexión), una persona que con empeño estudió y obtuvo varios
títulos, siendo el último de Doctor en...; y con el paso del tiempo dirige un
departamento de… en la universidad…tal. Este talento humano se enorgullece de
su sabiduría inefable, puesto que a vox populi, se jacta de exclamar cada vez que
puede, que él tiene varios años de experiencias en su “esparda” y que ningún
“rectol” “po decite”, le regaló los referidos títulos y que otra de sus metas es que lo
nombren “Doctol Honoris Causa”…
Cuando uno escucha hablar al Doctor Estabanos, me vienen a la mente
miles de cuestionantes, y las dos primeras son: como se logró formar ese feto
intra universitario a tantos títulos violando todas las reglas del buen uso de la
palabra tanto oral como escrita y cómo llegó a gerenciar este engendro
académico. ¿A quién o a quiénes culpo o responsabilizo? y la respuesta genera
otras preguntas ¿A los padres? ¿A los maestros? ¿A la escuela? o ¿Al sistema?
Y así el alumno Estabanos, va aprobando cátedras y carreras, poniéndose
togas, birretes y medallas (hasta prestadas para que crean que tiene más títulos
de los que verdaderamente dicen su historia y el curriculum vitae); como si fuera a
desfilar en una pasarela internacional y de repente se encuentra en un pulpito de
clase, distorsionando el modelo referencial para los estudiantes y colegas. Es así
como oímos y vemos como nuestros compañeros de clase en el pregrado y
posgrado, hablan y se expresan de una manera tal peculiar, que dejan ver las
debilidades lingüísticas y lexicales con vicios de dicción y de construcción, siendo
muy pocos los que tratan de ayudar a través de una corrección fraterna o
profesional, tal vez por miedo a su reacción de la corrección o porque también
dudan de cómo se dice.
De tal manera que, el antiguo estudiante Estabanos, dispara cada disparate
por el cañón de su boca, saliendo apresuradamente: andabanos, estabanos,
hubieron, ibanos, de tras mio, arcarde, amol, nadien, entre otras; dicha
conversación se convierte en un carnaval de vicios de la lengua y del lenguaje,
donde pasean muy orgullosos los pleonasmos, barbarismos, anfibologías,
solecismos, apocopes, paragoges, queísmos y dequeísmos, vulgarismos,
muletillas, monotonías, arcaísmos, sonsonetes, impropiedades, coprolalias, y
pare de contar , con ello asesinando la decencia de la docencia.
Para este tipo de situación es recomendable acudir a la corrección fraterna,
aquella que se hace con amor, con verdad y humildad y no de aquella supuesta
corrección en la cual se trata de humillar, reducir al otro y que de modo enfermizo
da un placer cada vez que la persona se equivoca para ir tras su corrección.
Es imposible corregir o guiar al otro sin caridad, puesto que el amor fraterno
es como una anestesia que ayuda a recibir el diagnóstico y la cura, por tal motivo
se debe llamar al Doctor Estabanos a parte y tener una conversación de altura,
con mansedumbre, o sea hablarle con mucho respeto y seguridad; decirle en esa
conversación la verdad, que él tiene muchas equivocaciones cuando se expresa,
pero hay que decirle la verdad, quiere decir que hay que indagar si todo lo que se
comenta a espaldas de él es auténtico o son exageraciones.
De la misma manera, se debe orientar con humildad, es decir no reducir al
otro y no llegar con prepotencia como si fuéramos el experto de los expertos, sino
que más bien, todos tendemos a equivocarnos y que estamos abiertos a aceptar
cualquier corrección que se nos haga para ir creciendo como personas, como
profesionales y como organización. Es aquí el momento de activar la sinergia y
colocarnos en el lugar del otro, y pensar si fuéramos nosotros quienes tuviéramos
esa debilidad, no nos gustaría que nos ayudaran…
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