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Año 1 N° 4
Ejemplar
Gratuito
Sobre la libertad.
Editorial
1
Sergio Rojas Fuera
de Prisión
2
A juicio seis luchado-
res y luchadoras por
participar en mani-
festación en defensa
de la Seguridad So-
cial en Costa Rica
3
Las Prisiones: La re-
velación en una pe-
queña historia
4
Contenido:
La libertad humana
es el derecho, el fun-
damento más tras-
cendente, que tiene
toda persona. ¿Qué es
la libertad? ¿Qué sig-
nifica ser libre? Estas
dos preguntas son las
que marcan el punto
de partida para en-
tender nuestra hu-
manidad, nuestro
ser. ¿Por qué afirma-
mos en El Porvenir
que somos un medio
para la libertad? Dis-
cutamos el ser libre.
La libertad es lo más
preciado que tene-
mos, al igual que la
vida. Sin embargo, la
vida es una condición
natural de la perso-
na: nacemos, crece-
mos, morimos. La li-
bertad, por otro lado,
es producto de una
conquista humana,
de una lucha social
llevada a cabo desde
la antigüedad. Si
bien se ha avanzado
muchísimo (se superó
la esclavitud), aún
queda mucho camino
por recorrer. La viola-
ción a la libertad hoy
en día se manifiesta
de muchas maneras:
trabajar por un sala-
rio miserable, trata de
personas (mujeres y
niños) para la prosti-
tución, servidumbre
en fincas y haciendas,
sobreexplotación labo-
ral, la obligación de ir
a las escuelas, el adul-
tocentrismo.
Ser libre significa al-
canzar todas nuestras
aspiraciones, nuestros
deseos. Ser libre con-
lleva respetar a otros
humanos con quienes
compartimos esa li-
bertad, lo que no im-
plica mi limitación
de ser libre, sino de
compartir juntos ese
máximo derecho.
Ser libre significa
que nadie me puede
imponer nada.
La libertad absoluta
solo puede alcanzar-
se en plena solidari-
dad, igualdad y
a mor hum ano .
Mientras esto no
ocurra, seguiremos
atados a los desig-
nios de otros. Por
eso, en El Porvenir,
aspiramos a esa li-
bertad y le invita-
mos a soñar con
ella.
Sobre la libertad
Editorial
Junio 2015
El compañero indígena bri-
bri, Sergio Rojas, fue sacado
de prisión. Esto es un paso
importante para loas que
nos hemos solidarizado con
él y creemos en su inocencia.
En la actualidad, Sergio Ro-
jas no está libre, sigue sien-
do culpado de un delito que
no cometió porque, simple-
mente, los juzgados del país,
hasta el día de hoy, no tie-
nen pruebas para tenerlo
preso y por ello le dieron la
“libertad condicional” por el
pago de la fianza.
Sin embargo, aunque Sergio
Rojas está en su casa, con su
familia, esperando que la
justicia y la verdad lleguen,
sigue siendo un preso políti-
co. Es un preso mientras no
pueda andar y hacer lo que
todoas loas demás hacemos.
Por esta razón, mientras
Sergio siga estando esperan-
do que la justicia llegue, es-
tá latente su regreso a la
cárcel. Así, de esta forma, si
Sergio Rojas no es libre, no-
sotros tampoco podemos ser-
lo. Mientras loas presoas,
producto del sistema cruel e
injusto en el que vivimos,
que despoja a millones de lo
mínimo para vivir, sigan en-
carcelados, nosotros no po-
dremos ser verdaderamente
libres, seguiremos tan solo
viviendo una fantasía de li-
bertad.
Somos felices en el tanto
Sergio está fuera de esas
cuatro paredes, pero segui-
remos sumidos en la desdi-
cha mientras este tipo de
injusticias se sigan practi-
cando.
La población costarricense
debe entender que lo que
ocurre con Sergio Rojas, con
Paulina Briones, y tantos
otroas que hoy son juzgados
por defender el ambiente,
los derechos humanos y me-
jores condiciones de vida pa-
ra los más desfavorecidos, es
un paso más para desmoro-
nar aquello que se llama de-
mocracia, en la cual se cree
ciegamente.
La violencia del Estado en
contra de los que desean lu-
char por un mundo mejor, es
síntoma de que algo en esa
democracia no anda bien.
Mientras haya presos o pro-
cesados políticos por luchar,
significa que el país se dirige
a un despeñadero, a un pre-
cipicio del que difícilmente
se puede volver.
Por esta razón, instamos a
las comunidades y barrios a
desconfiar. A desconfiar de
lo que el gobierno dice que
hará y no hace, a desconfiar
del Estado, a desconfiar de
la autoridad que dice prote-
ger. Más bien, invitamos a
loas vecinoas a organizarse,
a apoyarse mutuamente, a
solidarizarse. A ver en el
otroa a un compañeroa y
amigoa que padece los mis-
mos sufrimientos y que solo
juntos pueden hacer un me-
jor lugar para vivir.
Las personas nos necesita-
mos mutuamente, esa es la
única forma de sobrevivir
como especie humana. Así lo
ha comprendido Sergio Ro-
jas, quien ha encontrado en
conocidos y desconocidos un
apoyo importante en este
lamentable proceso que le
ha tocado vivir. La libertad
es nuestro baluarte, es nues-
tro máximo tesoro.
Estaremos pendientes de
todo lo que acontezca con
Sergio Rojas y sus vecinos y
amigos, quienes se han orga-
nizado para llevar a cabo
acciones concretas para su
beneficio.
Por José Solano
Sergio Rojas Fuera de Prisión
PÁGINA 2 EL PORVENIR AÑO 1 N° 4
A juicio seis luchadores y luchadoras por participar en
manifestación en defensa de la Seguridad Social en Costa Rica
PÁGINA 3 EL PORVENIR AÑO 1 N° 4
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mandar y como él distribuye,
también saca una parte de lo
producido para él y, además,
guarda el sobrante, “lo prote-
ge”. ¿Lo protege de quién? Fá-
cil, del resto de las personas
que se empezaron a dar cuenta
que ese alguien se estaba de-
jando todo lo producido.
Ese alguien empezó a notar
que las personas se molestaban
al verlo cruzado de brazos
mientras lo veían cargado de
joyas y bienes que los demás no
tenían. Probablemente hayan
intentado quitarle esas cosas, o
incluso, en un arrebato de ira,
intentaran matarlo. ¿Envidia
de loas otroas o concha de ese
alguien? Claro. Al encargarse
de guardar el sobrante, ese al-
guien empezó a ver como se
acumulaban las cosas y seguro
pensó: “Tal vez no se den cuen-
ta si tomo un poquito de por
aquí y otro poquito de por allá”.
Pero sí lo notaron loas demás.
Entonces, ese alguien decidió
que sería bueno establecer le-
yes, policías y jueces para que
“protegieran lo producido”. En-
tonces, nació la prisión. La cár-
cel se convirtió en el lugar don-
de meter a aquellos que aten-
taran contra el producto y la
vida de aquel que decidió guar-
dar lo sobrante y que dejó de
distribuirlo equitativamente
entre todos. La gente empezó a
notar que quejarse de ello era
peligroso.
Se ha preguntado alguna vez
por qué no hay ricos en las pri-
siones? O bien, ¿por qué la pro-
porción de personas acaudala-
das en una cárcel es menor que
la de personas miserables?
Quizás piense: “Los ricos tie-
nen plata y pueden pagar fian-
zas”. Quizás sí, pero quizás no
necesariamente. O bien puede
plantearse: “Esoas tienen po-
der y por eso no van a la cár-
cel”. Esto quizás se acerque un
poco más a la verdad. Veamos
un poquito la historia.
Cuando los seres humanos se
asentaron en la Antigüedad al
lado de los ríos y desarrollaron
la agricultura, la producción
aumentó considerablemente.
Al aumentar de esa manera, se
generó sobrante del producto.
En aquel momento, a alguien
se le ocurrió que debía organi-
zarse la sociedad de manera
que cada persona ocupara un
rol en la producción y la comu-
nidad. Ese que organizó todo se
quedó como simple dirigente y
dejó de cultivar para mandar.
Esto significó que al mandar
él, el resto de las personas tra-
bajaban. Ese alguien decidió
distribuir lo producido entre
todoas a la vez que decidió
guardar el excedente. Quizás a
este punto de la historia, el es-
timado lector se ha dado cuen-
ta de algo: ¿De qué vive esa
persona si no produce nada?
La respuesta es fácil: vive de
Hasta el día de hoy, la prisión
es el punto de encuentro de to-
dos aquellos miserables que no
tienen absolutamente nada y
que han cometido crímenes pa-
ra solventar esas carencias:
asaltos, robos (casa, vehículos),
narcotráfico, lavado de dinero.
¿Nota algo característico en
esos crímenes? Se dan contra
la propiedad, son económicos.
El poder judicial registra que,
precisamente, la mayoría de
los delitos ocurren contra per-
tenencias. Significa esto que,
en el fondo, lo que existe es un
asunto de desigualdad, donde
quien no tiene busca quitarle a
quien sí. ¿Acaso no empezó así
la historia?
En resumen, en una cárcel difí-
cilmente encontrará a un pode-
roso. ¿Por qué tres expresiden-
tes jamás fueron llevados a la
cárcel a pesar de haberle roba-
do millones a usted estimado
lector? Quizás, porque si usted
hiciera lo mismo, se le haría un
juicio rápido y pasaría veinte
años en prisión. Quizás porque
la cárcel se hizo para el que
roba un celular y no para el
que roba un millón de dólares
a un país entero. O, quizás, só-
lo sea porque ese expresidente
es aquel que decidió “proteger”
lo producido por usted desde la
Antigüedad. Piénselo.
Por José Solano
Las Prisiones: La revelación en una pequeña historia
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