Jesus y la misericordia pagola

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Jesus y la misericordia pagola Fecha: 13/11/2010Pastoraleducativa.comCarpeta compasión misericordia

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Jesús no es un escriba judío ni un sacerdote del templo de Jerusalén. Lo suyo no es enseñar una doctrina religiosa, ni explicar la Ley de Dios, ni

asegurar el culto de Israel.

Jesús es un profeta itinerante, oriundo de Galilea, que anuncia un acontecimiento, algo que está ocurriendo y que pide ser escuchado y

atendido pues lo puede cambiar todo.

El lo está ya experimentando e

invita a todos a compartir esta

experiencia: Dios se ha hecho carne en la historia

humana. Hay que cambiar y vivirlo todo de manera diferente. Así lo

resume Marcos: “El Reino de Dios está cerca. Cambiad de manera de pensar y creed en esta Buena Noticia”. Mc 1,15.

Todos los investigadores piensan que esto que Jesús llama “Reino de Dios” – malkutá d’alaha – es el corazón de su mensaje y la

pasión que animó toda su vida.

Lo sorprendente es que Jesús nunca explica lo que es el Reino de Dios. Lo que hace es sugerir cómo actúa Dios y cómo sería el mundo

si hubiera gente que actuara como Él.

Podemos decir que “Reino de Dios” es la vida tal como la quiere construir Dios.

A nosotros nos puede parecer importante saber

Qué hemos de pensar de Dios

Cómo cumplir sus mandatos

Cómo ofrecerle un culto agradable.

Jesús, por su parte, sólo buscaba una cosa: que hubiera en la tierra hombres y mujeres que comenzaran a actuar como actúa Dios. Ésta era su obsesión: ¿Cómo sería la vida si la gente actuara como actúa Dios?

Pero esto nos obliga a hacernos no pocas preguntas:

¿Cómo actúa Dios?

¿Cómo actuó Jesús?

¿Cómo entendió su vida?

¿Qué fue lo importante para Él?

¿Qué significa exactamente actuar como Dios siguiendo los pasos de Jesús?

El acuerdo es hoy prácticamente unánime.

Jesús de Nazaret ha sido un hombre, tal vez

el único que ha vivido y comunicado una

experiencia sana de Dios, sin desfigurarla

con los miedos, ambiciones y fantasmas

que, de ordinario, proyectan las diversas

religiones sobre la divinidad.

Jesús no habla nunca de un Dios indiferente o lejano, olvidado de sus criaturas o interesado por su honor, su gloria o sus derechos.

En el centro de su experiencia religiosa no nos encontramos con un Dios “legislador” intentando gobernar el mundo por medio de leyes ni con un

Dios “justiciero”, irritado o airado ante el pecado de sus hijos.

Para Jesús, Dios es compasión “entrañas”, diría él, “rahamin”. Esta es su imagen preferida.

La COMPASIÓN – MISERICORDIA ES

El modo de ser de Dios,

Su primera reacción ante sus criaturas

Su manera de ver la vida y de mirar a las personas,

Lo que mueve y dirige toda su actuación.

Dios siente hacia sus criaturas lo que una madre siente hacia el hijo que lleva en su vientre. Dios nos lleva en sus entrañas.

Las parábolas más bellas que salieron de labios de

Jesús y, sin duda, las que más trabajó en su corazón fueron las que narró para

hacer intuir a todos la increíble misericordia de

Dios.

La más cautivadora es, tal vez, la del padre bueno. Los que la escucharon por vez primera quedaron sin duda sorprendidos. No era esto lo que se les oía a los escribas o a los sacerdotes.

¿Será Dios así? Como un padre, como una Madre

Que no se guarda para sí su herencia,

Que no anda obsesionada por la moralidad de sus hijos,

Que espera siempre a los perdidos,

Que “estando todavía lejos” ve a su hijo, se le “conmueven las entrañas”, pierde el control, echa a correr, le abraza y le besa efusivamente como una madre,

Interrumpe su confesión para ahorrarle más humillaciones y la restaura como hijo.

¿Será ésta la mejor metáfora de Dios: un Padre – Madre conmovido hasta sus entrañas, acogiendo a sus hijos perdidos y suplicando a los hermanos a acogerlos con el mismo cariño?

¿Será Dios un Padre - Madre que busca conducir la historia de los hombres hasta una fiesta final donde se celebre la vida y la liberación de todo lo que esclaviza y degrada al ser humano?

¿Jesús habla de un banquete abundante, habla de música y de baile, de hijos perdidos que despiertan la compasión del padre, de hermanos invitados a acogerse. ¿Será éste el secreto último de la vida? ¿Será esto el Reino de Dios?

Jesús contó en otra ocasión una parábola

sorprendente y provocativa sobre el

dueño de una viña que quería trabajo y pan

para todos. Contrató a diversos grupos de trabajadores. A los

primeros a las seis de la mañana, luego hacia las nueve, más tarde a las doce del mediodía, a las tres de la tarde e incluso a las cinco,

cuando sólo faltaba una hora para terminar la

jornada.

Sorprendentemente, a todos les pagó un denario: lo que se

necesitaba para vivir durante un día.

Este hombre no piensa en los méritos de unos y otros, sino en que todos puedan cenar esa noche con sus familias.

Cuando los primeros protestan, ésta es su respuesta: “¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera con lo mío? ¿O tenéis que ver con malos

ojos que sea bueno?”.

¿Qué estaba sugiriendo Jesús? ¿Es que para Dios no cuentan los méritos? ¿Es que Dios no funciona con los criterios que nosotros manejamos?

El desconcierto tuvo que ser general.

Esta manera de entender la bondad de Dios.

¿No rompe todos nuestros esquemas religiosos?

¿Qué dirían los maestros de la Ley y qué pueden decir los moralistas de hoy?

Será verdad que, desde sus entrañas de misericordia, Dios, más que fijarse en nuestros méritos, está mirando cómo responder a nuestras necesidades?

¿Será tan bueno?

En el recuerdo de sus seguidores quedó grabada otra parábola desconcertante

sobre un fariseo y un recaudador - Luc 18, 9-14 - que subieron al Templo a orar.

El fariseo reza de pie y seguro. Su conciencia no le acusa de nada.

Cumple fielmente la Ley y la sobrepasa. Por eso da gracias a Dios. Si este hombre no es santo, ¿quién

va a ser? Seguro que cuenta con la bendición de Dios.

El recaudador se retira a un rincón. No se atreve ni a elevar sus ojos del suelo. Sabe que es pecador, pero no puede cambiar de vida. Ese es

su problema. Por eso, no promete nada.

No puede dejar su trabajo ni devolver lo que ha robado. Sólo le queda abandonarse a la misericordia de Dios: “Oh Dios, ten compasión de mí, que

soy pecador”.

Nadie querría estar en su lugar. Dios no puede aprobar su

conducta. Inesperadamente, Jesús concluye su parábola con esta afirmación: “Yo os digo que

este recaudador bajó a su casa justificado, y aquel fariseo no”.

Jesús los coge a todos por sorpresa. De pronto les abre un mundo nuevo que rompe todos sus esquemas

¿Cómo puede Dios no reconocer al piadoso y, por el contrario, conceder su bendición al pecador?

¿Será que, al final, todos nos hemos de abandonar a su misericordia? ¿Será verdad que lo decisivo no es la práctica religiosa de uno, sino la

misericordia insondable de Dios? ¿Será Dios un misterio increíble de compasión que sólo actúa movido

por su ternura hacia quienes se confían a El?

Esta experiencia de la compasión de Dios fue el punto de partida de toda la actuación revolucionaria de Jesús y le condujo a introducir

en la historia de la humanidad un nuevo principio de actuación: la compasión - misericordia.

La ordenación religiosa y sociopolítica del pueblo judío y la espiritualidad de todos los grupos arrancaba de una exigencia radical que aparecía formulada

de manera precisa en el viejo libro del Levítico: “Sed santos porque yo, el Señor, vuestro Dios soy santo”.

El pueblo debía imitar al Dios Santo del Templo,

un Dios que rechazaba a los paganos, los

pecadores e impuros, y bendecía a su pueblo

elegido, a los justos y a los puros. La santidad era la cualidad esencial de Dios, el principio de

orientación para la conducta del pueblo

elegido. El ideal es ser santos como Dios.

Sin embargo, esta santidad de Dios entendida como

“separación de lo impuro” y de lo no santo como algo

puramente legal, generaba una sociedad

discriminatoria y excluyente.

El pueblo judío buscaba su propia identidad santa y pura, excluyendo a las naciones “impuras y paganas”.

Dentro del pueblo elegido, los sacerdotes gozaban

de un rango de pureza superior al resto del

pueblo pues estaban al servicio del Templo donde habitaba el Santo de Israel.

Los varones pertenecían a un nivel superior de pureza sobre las

mujeres sospechosas siempre de

impureza por su menstruación y los

partos.

Los santos estaban más cerca de Dios que los leprosos, los ciegos, los tullidos, los eunucos excluidos del acceso al Templo.

Esta búsqueda de santidad

Levantaba fronteras, Generaba discriminaciones y Despertaba resentimientos. No promovía la comunión, la fraternidad y la mutua acogida.

Jesús lo percibió enseguida. Esta visión religiosa no respondía a su experiencia de un Dios compasivo. Y con una lucidez y una audacia sorprendente introdujo en aquella sociedad una alternativa que lo transformaba todo: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”.

Es la compasión y no su santidad el principio que ha

de inspirar la conducta humana. Jesús no niega la

santidad de Dios, pero lo que cualifica esa santidad no es la separación de lo impuro, el rechazo de lo no-santo.

Dios es grande y santo, no porque rechaza y excluye a los paganos, pecadores e impuros, sino porque ama

a todos sin excluir a nadie de su compasión-

misericordia.

Por eso, la misericordia no es, para Jesús, una virtud más

La única manera de ser como es Dios. El único modo de mirar el mundo como lo mira Dios La única manera de sentir a las personas como las siente Dios La única forma de reaccionar ante el ser humano como

reacciona Dios.

Jesús fue el primero en vivir totalmente desde la compasión de Dios desafiando claramente el sistema de santidad y pureza que predominaba

en aquella sociedad.

En la raíz de su actividad curadora e inspirando toda su actuación con los enfermos estaba siempre su amor compasivo –

misericordioso.

Jesús

Se acerca a los que sufren, Alivia su dolor, Toca a los leprosos, Libera a los poseídos por espíritus malignos, Los rescata de la marginación Los devuelve a la convivencia.

Jesús sufre al ver la distancia que hay entre el sufrimiento de estos hombres y mujeres enfermos, desnutridos y estigmatizados por la sociedad, y la vida que Dios quiere para todos ellos y ellas.

Jesús no los cura para probar su condición divina o la veracidad de su mensaje. Lo que le mueve a Jesús es la compasión. Quiere

que, desde ahora, estos enfermos experimenten ya

en su propia carne la misericordia de Dios.

La gente captó enseguida la novedad que estaba introduciendo Jesús. Su actuación era muy diferente a la del Bautista.

La misión del Bautista estaba pensada y

organizada en función del pecado. Era su gran

preocupación: denunciar los pecados de aquella sociedad y purificar a

cuantos acudían al Jordán a recibir su

bautismo para el “el perdón de los pecados”.

La actuación de Jesús era diferente, pues lo veía todos desde la compasión de Dios. Lo que a él le preocupaba, antes que nada, era el sufrimiento que destruía, humillaba y marginaba a aquellas gentes

desgraciadas.

Jesús no camina por Galilea buscando pecadores para

convertirlos de sus pecados, sino acercándose a enfermos y

endemoniados para liberarlos de su sufrimiento. Su misión es

más terapéutica que “moral” o “religiosa”.

No es que no le preocupe el pecado sino que, para Él, el pecado que más se opone a Dios es precisamente causar sufrimiento al prójimo o

tolerarlo con actitud indiferente.

Pronto se acercaron a Jesús todo tipo de gentes desgraciadas y desvalidas. El profeta de la misericordia de Dios atraía, sobre todo, a los que

vivían hundidos en la miseria. En Galilea la inmensa mayoría de la población era pobre pues luchaba día a día por la supervivencia, pero, al

menos, tenían un pequeño terreno o un trabajo para sobrevivir.

Los que rodean a Jesús son los desposeídos de todo, lo

que no tienen lo necesario para sobrevivir.

Son un grupo fácilmente reconocible. La mayoría,

vagabundos sin techo. No saben lo que es comer carne ni pan de trigo.

Se cubren con harapos y casi siempre van descalzos.

Entre ellos

Hay mendigos que andan de pueblo en pueblo.

Hay jornaleros sin trabajo fijo y campesinos huidos de sus acreedores.

Muchas son mujeres. Entre ellas, viudas que no han podido casarse de nuevo, esposas estériles repudiadas por sus maridos, prostitutas obligadas a buscar clientes por los pueblos para alimentar a sus hijos.

Todos tienen un rasgo común: viven en un estado de miseria del que ya no podrán escapar. No tienen a nadie que los defienda. Son el “material

sobrante” de aquella sociedad. Vidas sin futuro.

Jesús se une a ellos, comienza a vestir y calzar

como ellos, los acoge y los defiende. De sus labios

comienzan a escuchar un lenguaje nuevo y desconocido: “Dichosos vosotros, los que no tenéis nada, porque vuestro rey es Dios; dichosos los que ahora

pasáis hambre porque seréis saciados; dichosos los que

ahora lloráis porque reiréis” - Luc 6, 20 – 21 -. No es una

burla. No es cinismo.

Aquella miseria que los condena al hambre, a la enfermedad y al llanto no tiene su origen en Dios. Al contrario, aquello es un

escándalo para Él. Dios los quiere ver saciados, felices y contentos.

Los que no interesan a nadie le interesan a Dios. Los que sobran entre los hombres tienen un lugar privilegiado en

su corazón. Los que no tienen a nadie que los defienda tienen a Dios como

Padre.

El mensaje y la actuación de Jesús no significan ahora mismo, el final del hambre y la miseria, pero sí una

dignidad indestructible de todas las víctimas de abusos y atropellos. Todo el mundo ha de saber que son los hijos e

hijas predilectos de Dios.

Nunca en ninguna parte se construirá la vida tal como la quiere Dios si no es liberando a estos hombres y mujeres de la miseria. Ninguna religión

será bendecida por Dios si no introduce en el mundo la compasión misericordia que producirá justicia para ellos.

Pero lo que más escandalizaba de Jesús no era verle en compañía de gente vagabunda e indeseable, sino observar que se sentaba a comer con

recaudadores, pecadores y prostitutas. Los evangelios recogen fielmente la sorpresa y las acusaciones de los más hostiles: “¿Qué? ¿Es que come con los publicanos y pecadores’”. “Ahí tenéis un comilón y un borracho,

amigo de pecadores y prostitutas” – Mt 11,19 – Luc 7,34 -. El asunto era explosivo.

Sentarse a la mesa con alguien era y es un signo de

confianza y amistad. No se come con cualquiera. Lo que

hacía Jesús era impensable en alguien considerado por todos

como un “hombre de Dios”. ¿Cómo podía sentirse amigo de publicanos y prostitutas?

Sin embargo Jesús no excluía a nadie. No hacía falta ser santo ni puro, mujer honrada o prostituta. No era

necesario limpiarse las manos. Todos podían contar con

su amistad. Hasta los pecadores que vivían lejos de

Dios. Jesús no excluía a nadie.

El actuaba movido por la compasión de Dios. Aquellos amigos y amigas son hijos “perdidos” que no aciertan a retornar a Dios por el camino de la Ley. Jesús les ofrece la amistad y el perdón de

Dios antes de que cambien y se conviertan. Nunca se había visto algo parecido.

No os lo merecéis. No lo merece nadie. Pero Dios es así: misericordia, amor y perdón”. Nadie ha realizado en esta tierra en nombre de Dios un

signo más cargado de compasión y de esperanza.

Su mensaje resonaba así:

“Cuando os veáis juzgados por la ley,

sentíos comprendidos por Dios;

cuando os veáis rechazados por la sociedad

sabed que Dios os acoge;

cuando nadie os perdone vuestra indignidad,

sentid sobre vosotros el perdón inagotable de Dios.

Tal vez es la parábola más provocativa y la que mejor sugiere la revolución introducida por Jesús desde su experiencia de la compasión

de Dios.

Jesús habla de un hombre asaltado y abandonado medio

muerto en la cuneta de un camino solitario. Afortunadamente,

aparecen por el camino dos viajeros: primero un sacerdote, luego un levita. Vienen del Templo, después de realizar su servicio

cultual. El herido los ve llegar esperanzado: son

de su propio pueblo; representan al Dios santo

del templo; sin duda tendrán compasión de él.

No es así. Los dos “dieron un rodeo” y pasaron de largo.

Aparece en el horizonte un tercer viajero. No es un sacerdote ni levita. Ni siquiera pertenece al pueblo elegido. Es un odiado

samaritano, miembro de un pueblo enemigo. El herido lo ve llegar lleno de miedo. Se puede esperar lo peor. Sin embargo, el samaritano “tuvo

compasión” y se acercó, se aproximó, se hizo prójimo.

Movido por su compasión hizo por aquel hombre todo lo que pudo: curó sus heridas, lo vendó, lo montó sobre su cabalgadura, lo llevó a

una posada, cuidó de él y pagó todo lo que hiciera falta.

La sorpresa de los oyentes no podía ser mayor. La parábola rompía todos sus

esquemas y discriminaciones entre amigos y enemigos, entre pueblo elegido y gentes

extrañas e impuras. ¿Será verdad que la compasión nos puede llegar no del

Templo ni de los canales oficiales de la religión,

sino de un enemigo proverbial?

No había duda. Jesús miraba la vida desde el

sufrimiento, con los ojos de las

víctimas necesitadas de ayuda. Para Él la mejor metáfora de Dios era la compasión por

los que sufren. Y la única manera de ser como Dios y de actuar de manera

humana era actuar como aquel samaritano.

La parábola de Jesús introducía un vuelco total.

Los representantes de la religión pasan de largo junto al herido. El odiado enemigo es el salvador.

Con la compasión - misericordia caen las barreras. Hasta un enemigo tradicional, renegado por todos, puede ser instrumento de la compasión de Dios

¿Habrá que reordenarlo todo desde la compasión?

¿Habrá que olvidarse de prejuicios y enemistades seculares?

¿Habrá que dejar a un lado odios y sectarismos, borrar fronteras y eliminar discriminaciones?

Lucas aplicó muy bien el mensaje de la parábola. La

verdadera postura no es preguntarse como el

escriba: “¿Quién es mi prójimo?”, ¿hasta dónde llegan mis obligaciones

hacia los demás? La verdadera actitud de quien vive movido por la

compasión es preguntarse: ¿quién está necesitado de que yo me acerque y me

haga su prójimo?

Cuando uno vive desde la compasión de Dios toma con toda seriedad a todo ser humano que sufre, cualquiera que sea su raza, su pueblo o

su ideología. No se pregunta a quién tengo que amar sino quién me necesita cerca. Todo herido que encuentro al borde de mi camino es mi

prójimo. Sólo desde esta compasión se construye el Reino de Dios.

Se trata de construir humanidad practicando la samaritanidad.

El lenguaje de la misericordia puede ser peligroso y ambiguo.

Puede sugerir un sentimiento de compasión y quedar reducido a tener un corazón compasivo, sin el acompañamiento de un compromiso práctico;

Puede quedarse en hacer “obras de misericordia” en un momento u otro, sin abordar las causas concretas del sufrimiento y las injusticias;

Puede entenderse como una actitud paternalista hacia las necesidades de algunos individuos sin reaccionar ante una sociedad que funciona de manera inmisericorde.

Para evitar malentendidos y reduccionismos, el teólogo Jon Sobrino ha propuesto hablar del “principio – misericordia”, es decir, de un

principio interno que está en el origen de nuestra actuación, que permanece siempre presente y activo en nosotros, que imprime una

dirección a todo nuestro ser y que va configurando todo nuestro estilo de vivir.

Para entender mejor todo esto podemos diferenciar los

siguientes elementos. En primer lugar, por decirlo así,

se da una interiorización del sufrimiento ajeno, dejo que

penetre en mis entrañas, en mi corazón, en mi ser entero, lo

hago mío de alguna manera, me duele a mí.

En un segundo momento, ese sufrimiento interiorizado,

que me ha llegado hasta dentro, provoca en mí una

reacción, se convierte en punto de partida de un

comportamiento activo y comprometido.

Por último, esa reacción se va concretando en actuaciones y compromisos diversos orientados a erradicar ese sufrimiento o , al

menos, aliviarlo.

Esto es siempre lo primero y lo último en un seguidor de Jesús. Nada hay más importante. Tendremos que hacer muchas cosas a lo largo de la vida, pero la compasión ha de estar en el trasfondo de todo. Nada nos puede dispensar. Nada puede justificar la indiferencia ante

el sufrimiento ajeno.

La compasión ha de configurar todo lo que constituye nuestra vida:

Nuestra manera de mirar a las personas y de ver el mundo; Nuestra manera de relacionarnos y de estar en la sociedad, Nuestra manera de comprender y de vivir la fe cristiana.

La parábola del buen samaritano concluye, según Lucas, con un breve diálogo entre Jesús y el maestro de la Ley. Jesús le hace una pregunta:

“¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?”. El escriba responde: “El que tuvo misericordia de él”.

Jesús concluye: “Vete y haz tú lo mismo”.

Ésta es la palabra que hemos de escuchar todos:

No “dar rodeos”, Abrir los ojos, ver a tantos hombres y mujeres asaltados, robados,

golpeados, abandonados, medio muertos en los mil caminos de la vida. Acercarnos a los que sufren, levantar a los heridos, vivir curando.

Para la Iglesia es importante encontrar en la sociedad su sitio. El lugar auténtico desde el cual cumplir su misión evangelizadora. Es evidente que la Iglesia de Jesús no puede vivir encerrada en sí misma,

preocupada sólo por sus problemas, pensando exclusivamente en sus intereses. Ha de estar en medio del mundo, pero no de

cualquier manera.

Si es fiel a Jesús y se deja inspirar por el principio – misericordia, la Iglesia ha de estar en un lugar muy preciso:

Allí dónde se produce sufrimiento donde están:

Las víctimas, los empobrecidos, los desplazados, los maltratados por la vida o por la injusticia de los hombres,

Las mujeres golpeadas y atemorizadas por sus compañeros,

Los extranjeros sin papeles, Los que no encuentran sitio ni en la

sociedad ni en el corazón de las personas. Por decirlo en una palabra, ha de estar junto a los heridos.

Desde sus orígenes, en la Iglesia ha habido muchos

hombres y mujeres al servicio de los pobres y necesitados, tratando de

aliviar el dolor y la necesidad de quienes

poco podían esperar de una sociedad todavía poco organizada y sin

apenas servicios sociales.

En veinte siglos de cristianismo han surgido en la Iglesia congregaciones religiosas, asociaciones, instituciones benéficas, centros asistenciales, hospitales, lugares de acogida y toda clase de iniciativas a favor de los

últimos: enfermos, pobres, vagabundos, peregrinos, niños abandonados, prostitutas, apestados, leprosos …

Todavía hoy es inmensa la actividad de los cristianos tanto en tierras de misión como entre nosotros, tanto en instituciones eclesiales como en

organismos y plataformas de otra naturaleza. Ellos son el rostro compasivo de la Iglesia, lo mejor que tenemos los cristianos.

Pero no es suficiente. Hay que trabajar para que la Iglesia como tal esté

configurada en su totalidad por el

principio – misericordia.

La Iglesia tendría que hacerse notar por ser el lugar donde se puede observar la reacción más libre, más audaz y más intensa ante el

sufrimiento que hay en el mundo. El lugar más sensible y más comprometido entre todas las heridas físicas, morales y espirituales de

las mujeres y los hombres de hoy.

Habrá que hacer otras muchas cosas, pero, si la Iglesia no está

estructurada por la compasión, todo lo que haga será irrelevante y podrá ser, incluso peligroso pues

la desviará fácilmente de su misión de introducir en el mundo la misericordia de Dios. La compasión es lo único que

puede hacer a la Iglesia de hoy más humana y más creíble.

¿Qué puede significar hoy en nuestra cultura una palabra magisterial sobre el sexo, la homosexualidad, la familia, la mujer o los diferentes problemas de la vida, dicha sin compasión hacia los que sufren?

¿Para qué una teología académica, si no nos despierta de la indiferencia y no introduce en la Iglesia y en la cultura moderna con entrañas de misericordia?

Para qué insistir en la liturgia si el incienso y los cánticos nos impiden ver el sufrimiento y oír los gritos de los que sufren?

La Iglesia será creíble si actúa movida por la compasión hacia el ser humano, pues esto es precisamente lo que más se echa en falta

en el mundo actual.

Vivir la compasión no es nada fácil para la Iglesia institucional ni para las comunidades de nuestras parroquias, ni para nuestros colegios, ni

para los cristianos de a pie. No es fácil ni para los que se sienten “progresistas” ni para los que se encierran en el pasado. De ahí la

urgencia de escuchar una y otra vez la llamada: “Sed misericordiosos vuestro Padre es misericordioso”.

¿Qué es en definitiva, lo que Jesús quería introducir en el mundo?, ¿qué significa para Jesús “buscar el Reino de Dios y su justicia”. Creo que lo podemos resumir así. Dios es, antes que nada, un misterio de

compasión - misericordia hacia sus creaturas. Lo decisivo para la historia humana es ahora acoger, introducir y desarrollar esta compasión.

No basta un nuevo orden de cosas más justo según la visión de justicia que tienen los poderes económicos, políticos y religiosos, casi siempre

orientados hacia sus propios intereses. Hay que hablar de justicia, sí, pero de una justicia que nace de la compasión y que introduce en el

mundo una nueva dinámica y una nueva dirección. La compasión lo dirige e impulsa todo hacia una vida más digna para los últimos.

Esta es la primera tarea de los seguidores de Jesús hoy y

siempre. Esto es acoger el reino de Dios: poner a los

pueblos, a las culturas, a las políticas y a las religiones

mirando hacia la dignidad de los últimos. No hay progreso humano, no hay

política progresista, no hay religión verdadera, no hay

proclamación responsable de los derechos humanos, no hay justicia en el mundo si no es

acercándonos a los últimos con la seriedad de la compasión de Dios. Si

distraída por otras cuestiones o intereses, la Iglesia lo olvida,

en esa misma medida se va alejando de su Señor.

Voy a terminar recordando una parábola que podemos

leer en el evangelio de Mateo. Tal como ha llegado hasta nosotros, no es fácil

reconstruir el relato original de Jesús, pero

nos permite captar la revolución que Jesús ha introducido en la

historia. – Mt 25, 31-46 -.

La parábola es, en realidad, una descripción grandiosa del veredicto

final de todas las naciones. Allí están gentes de todas las razas y pueblos, de

todas las culturas y religiones, las generaciones de todos los tiempos. Se va a escuchar la palabra final que lo esclarecerá todo. Dos grupos van emergiendo de aquella muchedumbre.

Unos son llamados a recibir la bendición de Dios para heredar su

reino;

a otros se les invita a apartarse. Cada grupo se dirige hacia el lugar que ellos

mismos han escogido.

Unos han reaccionado con compasión ante los necesitados;

los otros han vivido indiferentes ante su sufrimiento. Lo que va a decidir su suerte no

es su religión ni su piedad.

Sencillamente, unos han vivido movidos por la compasión,

otros no.

En la parábola se habla de seis situaciones de necesidades básicas. No son casos irreales. Son situaciones que se dan en todos los

pueblos y en todos los tiempos. En todas partes

Hay hambrientos y sedientos;

No se pronuncian grandes palabras como “justicia” y

“solidaridad”. Se habla de comida, de ropa, de algo de beber, un techo para resguardarse. No se habla tampoco de “amor” sino de

cosas tan concretas como “dar”, “acoger”, “visitar”, “acudir”.

Enfermos y encarcelados.

Hay inmigrantes y desnudos;

Lo decisivo no es una teoría noble y sublime, sino la compasión que nos lleva a ayudar a quien sufre y necesita nuestra ayuda.

La salvación de la humanidad está en ayudar a los desgraciados del mundo a vivir una vida más humana y digna. La perdición, por el

contrario, está en la indiferencia ante el sufrimiento. Éste es el grito de Jesús a toda la humanidad. El mensaje proclamado y vivido por Jesús

hasta el final: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”.

Desde Jesús hay algo claro. Nunca en ninguna

parte se construirá la vida tal como la quiere Dios sino es

liberando a los que sufren de su miseria y humillación.

Nunca ninguna religión será bendecida por Dios sino

introduce para ellos la justicia que brota de la compasión.

Para Jesús, una humanidad constituida por naciones, instituciones o personas comprometidas en alimentar a los

hambrientos, vestir a los desnutridos, acoger a los inmigrantes, atender a los enfermos y visitar a los presos, es el mejor

reflejo del corazón de Dios y la mejor concreción de su Reino de Vida Plena y Abundante.

La pastoral que plantea Jesús para reconciliar a los pecadores, a los alejados, a los extraviados, a los perdidos no es la pastoral del reproche y la amenaza, el juicio, la condena. Todo lo contrario es la pastoral de la amistad, de la convivencia, la cercanía humana, la búsqueda, la comida

compartida, la misericordia entrañable. Una pastoral terapéutica que de vida y felicidad a la gente. Que humanice compasivamente.

No es por tanto la pastoral que echa mano Si no

De las verdades que hay que enseñarni de las normas que hay que imponerni de los rituales religiosos que hay que celebrar y a los que hay que asistir.

Cómo tenemos que vivir para hacer realidad la Buena Nueva de Jesús, su Proyecto de Vida Plena

y Abundante, que sana, cura, libera.

El medio para conseguir la alegría en el cielo está en superar relaciones de

sospecha, de juicio, de rechazo y hasta de condena. Establecer relaciones de seguimiento a Jesús y su Proyecto de Vida

Plena y Abundante y no de sometimiento.

Lo que sana a la gente es la cercanía humana, la amistad, la

comida compartida, la misericordia entrañable, la felicidad. Eso es lo que nos humaniza y nos cambia. El

relato de Zaqueo es paradigmática a este respecto.

Luc 19.

El enemigo de la fe no es el poder, la herejía o el pecado sino el miedo, “no es el poder lo que corrompe sino el miedo. El miedo de perder el poder

corrompe a los que lo tienen y el miedo del azote de quienes lo ostentan, corrompe a quienes están sometidos”

En Jesús encontramos un Dios que no soporta el sufrimiento humano, los relatos de las curaciones destacan la profunda humanización de

Nuestro Dios.

Lo decisivo no es la conducta “intachable” sino la humanidad, la cercanía con los que sufren, con

los despreciados del mundo.

Lo decisivo no es la religiosidad sino la compasión, no el éxito sino

partir el pan, tener entrañas de misericordia.

Reconocer las propias limitaciones nos humaniza. Verse “ejemplar” y perfecto nos

puede hacer intolerantes, arrogantes, despectivos, soberbios,

autosuficientes, prepotentes, imperialistas, vengativos, crueles,

duros, cínicos, severos, inclementes, autoritarios, fanáticos,

insensibles, fríos, ostentosos, intransigentes. Y todo esto

constituye el ser anticristiano por excelencia.

El Evangelio de Juan insiste en que el interés de Jesús por lo humano es lo que produce la fe – Jn 4,53 – y lo que la hace crecer – Jn 2,11 -.

LA PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO COMO PRÁCTICA PEDAGÓGICA

La clave pedagógica es asumir al otro desde relaciones de igualdad camino para la transformación de las relaciones pedagógicas donde

todos aprendemos de todos.

Se trata de “la alteridad” no de “la mismidad”. Pasar de la escuela

que uniforma a la escuela que se enriquece desde la alteridad.

Hacer nuestro el mundo del otro para vivirlo y entenderlo desde

dentro. Dialogar con lo mejor del otro. Pasar de la imposición a la

persuasión.

1. EL PAPEL DEL OTRO COMO INTERLOCUTOR VÁLIDO, COMO TESTIGO VIVO CON UNA COSMOVISIÓN DIFERENTE A LA MÍA Luc 10,25,27,29,37.

Solo la pregunta alrededor del texto es la que moviliza y amplia el horizonte de comprensión tanto del texto como del con-texto.

2. EL PAPEL DEL TEXTO COMO PRE-TEXTO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE Luc 10,26

Estamos en “la hermenéutica del sujeto” Foucault. El centro es la persona humana no la ley, los contenidos, logros, temáticas, objetivos. Evitar idolatrar el texto desapareciendo del escenario escolar las

personas cayendo en el “academicismo” donde el rey es el texto: - norma, voluntad, Santillana -. Es un proceso de descentramiento donde el con-texto replantea el texto, lo moviliza recrea su sentido. Recrear con el

saber el ser el otro para producir la conversión epistemológica.

3. EL PAPEL QUE JUEGAN LAS PREGUNTAS Y CONTRA-PREGUNTAS EN LA CONVERSIÓN EPISTEMOLÓGICA, EN EL CAMBIO DE PARADIGMA

Lc 10,25,29,26

Paso de una epistemología cerrada – conocimiento ya dado de verdades prefabricadas de un saber dogmático. Entrega de verdades pero no sentido impide

la formación del pensamiento crítico y creativo, allana el camino para las mentes cuadriculadas a una epistemología abierta al mundo de la vida. la pregunta no muere en el texto si se traslada al mundo de lo cotidiano para que el saber tenga

sentido humano.

¿Para qué educamos?

Qué tipo de personas pretendemos SER?

Qué tipo de personas pretendemos SER?

Y hacia que estilo de sociedad miramos?Y hacia que estilo de sociedad miramos?

•A quienes educamos?

•Cuál es su realidad?

•En que momento histórico se realiza nuestra práctica educativa?

•A quienes educamos?

•Cuál es su realidad?

•En que momento histórico se realiza nuestra práctica educativa?

•Cómo educamos?

•Cuales los procesos metodológicos y didácticos coherentes con los

propósitos educativos?

•Desde cuál axiología educamos?

•Cómo educamos?

•Cuales los procesos metodológicos y didácticos coherentes con los

propósitos educativos?

•Desde cuál axiología educamos?

El cosmos es nuestra casa, es nuestro lugar para habitar?

El cosmos es nuestra casa, es nuestro lugar para habitar?

¿Por qué existe el ser y no la nada?

¿De dónde procede el universo?

¿Para qué existe?

¿De dónde proviene el ser humano?

¿A dónde se dirige?

¿Por qué es el mundo tal y como es?

¿Cuál es el fundamento y sentido último de toda realidad?

¿Por qué hacemos lo que hacemos?

¿Por qué y ante quien somos en último término responsables?

¿Hay algo que merezca desprecio incondicional? ¿y amor?

¿Cuál es el sentido de la fidelidad y de la amistad?

¿Y del sufrimiento y la culpa?

¿Y del mal?

¿Cuál es la medida decisiva para el ser humano?

¿Para qué estamos en la tierra?

¿Qué va a ser del todo?

¿Existe algo que nos sostiene en nuestra pequeñez, algo que nunca nos deja perder la esperanza?

¿Algo permanente en medio de todo cambio, algo incondicional en medio de todo lo condicionado?

¿Un absoluto a pesar de la relatividad que experimentamos por doquier?

¿Qué nos queda al final?

¿La muerte, termina privando a todo de sentido?

¿Qué es lo que nos da valor para vivir?

¿Y para morir?

Preguntas que se hacen para recibir respuestas que satisfacen el oído del interlocutor, o el ajuste al texto.

Preguntas relevantes, pertinentes: “Me había convertido yo mismo para mi mismo en una gran pregunta” San Agustín

De la pregunta como definición a la pregunta como proceso, como sentido. Preguntas amarradas al texto

Qué es el PEI? Cómo hemos construido el PEI?

Qué es la democracia? Cómo hemos construido ciudadanía en el colegio?

Qué es una célula? Cómo hace una célula para volverse ojo, mano, pie?

Quién es mi prójimo? Cómo hacerse prójimo?

Paso de la educación bancaria a la problematizadora. Paso de la pedagogía nocional a una experiencial.

Pregunta ética que responde al sufrimiento del otro. Ejemplo de preguntas de actualidad del libro “Casi toda la verdad” de

María Isabel Rueda:

¿Qué responsabilidad le cabe a la prensa en la violencia política del siglo XX?

¿A la revista Cambio la cerraron porque estaba perdiendo plata o porque era un estorbo para el Gobierno?

¿Pecó el periodismo de ingenuo en el proceso de paz en el Caguán y en la magnitud del fenómeno paramilitar?

¿Por qué el periodismo cuando se toca con la política, choca con la ética?

¿Hay “chuzadas” buenas? ¿Han cumplido los medios con su función

de denuncia política? ¿Incurrió la Corte Suprema de Justicia en

alguno de sus fallos sobre la parapolítica en injusticias?

¿Traspasó Piedad Córdoba el límite de la legalidad?

Yo no interpreto para darle cuentas al profesor sino para auto -comprenderme a partir de la lectura del texto. Se trata de una confrontación entre lo que el texto

sugiere y mi forma de pensar.

Hay que traspasar las dos preguntas claves de la interpretación qué dice el texto y cómo lo dice y trasladarlas al plano existencial qué me dice el texto y

cómo lo puedo realizar.

4. PAPEL QUE JUEGA EL CON-TEXTO EN EL REPLANTEAMIENTO DE LAS RESPUESTAS, EN LA TRANSFORMACIÓN DE UNA RESPUESTA DOGMÁTICA A UNA RESPUESTA COMO PROCESO HUMANO-

MISERICORDIOSO Luc 10, 27,37.

La primera es una respuesta de la pedagogía instruccional que tranquiliza el pensamiento, acalla la conciencia que actúa por fuerza mimética.

La segunda es una respuesta con entrañas de misericordia que nace como respuesta de una razón sensible ante el sufrimiento humano. .

La primera genera un saber que muere en el examen, la previa, el cuestionario, la tarea;

la segunda es un camino de transformación que genera un saber solidario, sin indiferencia.

La conversión epistemológica consiste en la transición de un saber dogmático, abstracto y estéril a un saber que genera vida plena y abundante porque responde al

sufrimiento de la gente, porque modifica la vida.

Es importante plantear las respuestas en términos de pistas orientadoras y no reglas y normas

de lo que hay que hacer.

Se pasa de la hermenéutica de la palabra a la hermenéutica de la

acción, de la ortodoxia a la ortopraxis, a la resignificación de

las acciones.

No se trata de repetir o memorizar, sino de lograr una transformación de los interlocutores.

La propuesta pedagógica de Jesús es una pedagogía que abre el horizonte de las personas permitiendo que ellas descubran en sí mismas las

respuestas y resignifiquen sus prácticas cotidianas. .

El replanteamiento de la pregunta inicial es una invitación para tomar postura, para optar

por el que sufre… Es una pregunta que transforma la

intención inicial, el “prójimo” no es solo el que cayó en manos de los ladrones, el “prójimo” está

también entre los “no necesitados” que son los

verdaderos necesitados en este caso los sacerdotes y levitas que han hecho de la religión su estilo de vida pero sus prácticas no dan

espacio para la misericordia, el amor y la justicia.

Lucas 10,29; Lucas 10, 36

Hay preguntas que no son existenciales ni vitales no traspasan las fronteras del texto, mueren en el

texto. No son relevantes ni significativas, producen apatía,

desinterés, cuando una pregunta es buena, significativa

incomoda la forma de vivir del otro,

desacomoda, inquieta, no deja tranquilo

porque son preguntas profundamente existenciales y forman parte de las principales

preocupaciones del ser humano.

La interpelación a la pregunta no debe ser interpretada como un ataque, un pleito sino como un recurso pedagógico que favorece la argumentación y la

comprensión de los puntos de vista del otro.

En conclusión no se trata de la pregunta por la pregunta sino que esta tiene un valor perlocutivo al reorientar la acción.

El papel del maestro por tanto es saber

discernir los horizontes de las preguntas de sus

educandos, dejarlos preguntar saber

articular las inquietudes de ellos, las temáticas con los intereses de la vida.,

En otras palabras problematizar el conocimiento.

Así se comprende la disciplina académica como cruce entre preguntas, argumentos y problemáticas

para ser enfrentadas o resueltas.

Se pasa de la hermenéutica de la palabra a la hermenéutica de la acción, de la ortodoxia a la

ortopraxis, a la resignificación de la acción.

5. EL PAPEL DE LA PEDAGOGÍA COMO PRÁCTICA TERAPÉUTICA – LIBERADORA Luc 10, 30-35

El problema pedagógico no se reduce a un conocimiento teórico de lo último en didácticas, metodologías, técnicas, enfoques sino que corresponde a un modo de relación, curativo, sanador, liberador donde el docente se des-centra por las heridas, sufrimientos de sus estudiantes, poniendo todo su ser: saber, hacer, tener y poder al servicio de la dignidad del otro. Un conocimiento

que “ve, se compadece y actúa”. Conoce el con-texto para transformar el texto.

Se pude generar un conocimiento pedagógico en donde las aulas son espacios propicios para el desencuentro, la competencia, la rivalidad, la

indiferencia, el individualismo, el matoneo?

Una relación pedagógica terapéutica propone el siguiente proceso, siguiendo la parábola del Buen Samaritano como práctica

pedagógica: VER – conmoverse – Actuar.

“Al verlo se conmovió”: Saber ver, escuchar, esperar, es saber

conmoverse, porque hay un ver que no ve. Un escuchar que no escucha,

un esperar que no espera lo dice muy

bien Jesús “Tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen”.

Un maestro debe aprender a dejarse atravesar por el dolor, el sufrimiento del otro. Así era el ver, el escuchar, el esperar de Jesús.

En el caso nuestro la pedagogía se ha acentuado más del lado de la enseñanza que del lado del aprendizaje. Esto ha llevado a que pretendamos adoctrinar más y concientizar poco, pensar que las cosas se resuelven con

más doctrina, con más contenido, con más enseñanza. Y esto no transforma a las personas.

“Actuó”: Se le da el primado al que sufre. Es fundamental entregar un saber que produce gozo, alegría, fiesta, que genera esperanza, que devuelve

el sentido de la vida. Un saber que pretenda no solo convencer, no solo demostrar sino motivar, para abrir las posibilidades de resignificar la vida es

aspectos concretos y cotidianos. Es necesario des-ideologizar los conceptos, ponerles rostros concretos y con-textos específicos. Es la

pedagogía narrativa.

Es importante saber acercarse al otro, hacerlo con respeto, con tacto. Se trata de entregar un conocimiento que cure las heridas del ser humano.

Entregar unas ciencias humanas, sociales y naturales que se pongan al servicio de los que sufren para hacer historia desde las víctimas y no de los victimarios.

Unas Ciencias Naturales que comprendan y escuchen los clamores de la naturaleza que vive con dolores de parto. La tierra sufre, el agua sufre, el

aire sufre, todo sufre…

Unas Ciencias Humanas que sanen culturas, lenguajes,

creencias, comunicaciones, que utilicen los diversos lenguajes

con fines terapéuticos – símbolos, literaturas, escultura,

música, artes, poesías, danzas…- para lograr la

comprensión de lo humano, para liberarnos de la

incomunicación, la soledad, el egocentrismo, la indiferencia.

Unas Ciencias Sociales que nos liberen de toda dominación, opresión, manipulación. Y todo

esto dentro de la mayor gratuidad.

El papel de la gratuidad en la transformación pedagógica es clave para superar condicionamientos que maltratan al otro al verlo como producto o

resultado y no como un ser humano en proceso de formación.

La gratuidad nos salva como maestros de llevar cuentas, estadísticas, balances es

la que verdaderamente nos libera y nos recuerda que todo ser humano es apto de

cambio o transformación.

Hay que evitar el creer que es el texto la mediación pedagógica y no la realidad.

6. EL PAPEL QUE JUEGA EL SUFRIMIENTO HUMANO PARA REPLANTEAR LA PRÁCTICA PEDAGÓGICA: LA RESPUESTA AL SUFRIMIENTO

Luc 10, 25-37

Como criterio irrenunciable del discernimiento pedagógico. El qué y el

cómo se enseña quedan subordinados a la pregunta sobre el para qué se

enseña: combatir el sufrimiento humano.

Si hay una lección en la existencia de Jesús que hay que tener presente, es que, en lo que respecta al mal, no hay que comenzar por explicarlo, sino por

combatirlo.

El Dios de la vida Plena y Digna nos llama a humanizar el proceso educativo escolar empleando el conocimiento académico, las prácticas de enseñanza aprendizaje, el

ambiente escolar y la evaluación con un sentido terapéutico para formar personas compasivas-

misericordiosas, sociedad solidaria, sin indiferencia y creación plena y abundante para todos.

El Dios de la vida Plena y Digna nos llama a humanizar el proceso educativo escolar empleando el conocimiento académico, las prácticas de enseñanza aprendizaje, el

ambiente escolar y la evaluación con un sentido terapéutico para formar personas compasivas-

misericordiosas, sociedad solidaria, sin indiferencia y creación plena y abundante para todos.

Lc 10, 25-37

2009 se habrá capacitado un 10% de los docentes de las instituciones afiliadas a CONACED Bogotá – Cundinamarca en los fundamentos y componentes del Proyecto Educativo Samaritano.

2010 se socializará con el equipo directivo, rectoras y rectores la propuesta HACIA UNA ESCUELA TERAPÉUTICA desde el PROYECTO INVESTIGAR PARA HUMANIZAR.

2011 se socializará la propuesta Investigar para humanizar con docentes por localidades y Diócesis de Cundinamarca.

2009 se habrá capacitado un 10% de los docentes de las instituciones afiliadas a CONACED Bogotá – Cundinamarca en los fundamentos y componentes del Proyecto Educativo Samaritano.

2010 se socializará con el equipo directivo, rectoras y rectores la propuesta HACIA UNA ESCUELA TERAPÉUTICA desde el PROYECTO INVESTIGAR PARA HUMANIZAR.

2011 se socializará la propuesta Investigar para humanizar con docentes por localidades y Diócesis de Cundinamarca.

Comprendemos la educación escolar como un PROCESO DE ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO COMUNITARIO en el cual el conocimiento académico, las prácticas de enseñanza-aprendizaje, la convivencia escolar y la evaluación ayudan a CURAR, SANAR y LIBERAR aquellas HERIDAS de los miembros de la comunidad educativa en su SER: SABER, PODER, TENER, HACER, SENTIR, CONVIVIR, CELEBRAR y ESPERAR, con el fin de FORMAR:

Personas compasivas-misericordiosas, Sociedad solidaria, sin indiferencia y Creación plena y abundante para todos.

“El término "misericordia" hay que entenderlo bien, porque puede connotar

cosas verdaderas y buenas, pero también cosas insuficientes y hasta

peligrosas:

Sentimiento de compasión con el peligro de que no vaya acompañado de una praxis curativa y liberadora.

“Obras de misericordia" con el peligro de asistencialismo donde no se analicen las causas del sufrimiento,

Alivio de necesidades individuales con el peligro de abandonar la transformación de las estructuras escolares y sociales.

Actitudes paternales con el peligro de paternalismo, de tolerar irresponsabilidades y abusos de confianza.

Actitudes y mentalidades rígidas incapaces de discernir entre el sufrimiento ajeno y la manipulación de los avivatos.

El principio compasión-misericordia se comprende como un amor educativo terapéutico

que acompaña todo el proceso de formación escolar de la

comunidad educativa, orientando y configurando un NUEVO MODO DE SER HUMANOS. Este principio propone una nueva manera de ver, sentir y vivir la vocación como educadores y padres de

familia, que aprenden a desaprender sus formas de

pensar, conocer, sentir, enseñar, comprender, investigar,

relacionarse y evaluar para no pasar de largo ante el sufrimiento

humano que se encuentra en nuestras comunidades educativas.

Proponer a los colegios asociados de la Confederación Bogotá-Cundinamarca un proyecto de investigación en 4 LÍNEAS DE REFLEXIÓN-ACCIÓN- INVESTIGACIÓN de acuerdo con las finalidades del PEI de cada institución y el carisma fundacional:

1.1.CURRÍCULO CURRÍCULO 2.2.PRÁCTICAS DE ENSEÑANZA-PRÁCTICAS DE ENSEÑANZA-

APRENDIZAJE.APRENDIZAJE.3.3.AMBIENTE ESCOLAR Y AMBIENTE ESCOLAR Y 4.4.SISTEMA DE EVALUACIÓN.SISTEMA DE EVALUACIÓN.

Que nos permitan avanzar en la HUMANIZACIÓN DEL PROCESO EDUCATIVO ESCOLAR.

Lo fundamental en una escuela cristiana no es que nuestras niñas y niños sepan cosas, sino que el

CONOCIMIENTO los lleve a SER, VIVIR Y RELACIONARSE de UNA MANERA MÁS HUMANA.

“En un mundo SIN CORAZÓN que se nos obliga aceptar como único mundo posible,

• no hay pueblos, sino mercados;• no hay ciudadanos sino consumidores;• no hay comunidades educativas, sino empresas;

• no hay ciudades, sino aglomeraciones; • no hay relaciones humanas, sino competencias mercantiles”.

EDUARDO GALEANO

“En un mundo SIN CORAZÓN que se nos obliga aceptar como único mundo posible,

• no hay pueblos, sino mercados;• no hay ciudadanos sino consumidores;• no hay comunidades educativas, sino empresas;

• no hay ciudades, sino aglomeraciones; • no hay relaciones humanas, sino competencias mercantiles”.

EDUARDO GALEANO

REFLEXIÓN CRÍTICA, PERMANENTE Y SISTEMÁTICA sobre

COMUNIDAD EDUCATIVA

ACADÉMICA QUE INVESTIGA PARA

HUMANIZAR

Lectura de textos que amplían el horizonte de comprensión de aquella

situación que deshumaniza

en la práctica escolar

Generación de una propuesta que ayuda a humanizar y curar esa

situación escolar

1. ESCUCHAR – VER Lucas 24, 13-24

2. DISCERNIR – INTERPRETARLucas 24, 25-27

3. RESPONDER-ACTUAR

Lucas 24, 28-35

Un problema percibido en la investigación

sobre la práctica educativa

1. ETAPA DIAGNÓSTICA

Objetivo: Realizar un diagnóstico de las realidades que deshumanizan al interior de nuestros colegios, en las cuatro líneas de reflexión acción que se proponen.

1. SABER OBSERVAR Lucas 24, 13- 14

2. SABER ACERCARSE Lucas 24, 15-16

3. SABER PREGUNTAR Lucas 24, 13-17

4. SABER ESCUCHAR Lucas 24, 18-24

Objetivo: Interpretar los resultados del diagnóstico desde los fundamentos del

Proyecto Educativo Samaritano y otros

referentes teóricos que promueven la humanización

del proceso educativo escolar.

2. ETAPA DISCERNIR - INTERPRETAR

1. SABER INTERPRETAR Lucas 24, 25-

26

2. SABER ARGUMENTAR Lucas 24,27

3. SABER COMPRENDERNOS Lucas 24,25-27

1. El Proyecto del Reino de vida plena y abundante de Dios anunciado y vívido por Jesús.

2. Los contextos educativos institucionales.3. El Carisma fundacional.4. El Horizonte del Proyecto Educativo Samaritano.

3. ETAPA RESPONDER - ACTUAR

Objetivo: Proponer Proyectos Educativos Institucionales pertinentes que respondan al sufrimiento humano y de la naturaleza de acuerdo con:

1. SABER COMPARTIR LA VIDA Lucas 24, 28-30

2. SABER DESAPARECER Lucas 24, 31.

3. SABER TRANSFORMAR LA CONCIENCIA Y EL CORAZÓN Lucas 24, 31-32

4. SABER CONSTRUIR COMUNIDAD EDUCATIVA ACADÉMICA Lucas 24, 33-35

“Bendito sea el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo Padre de Misericordia y

Dios de toda consolación, que nos conforta en todas nuestras luchas por las que ahora

pasamos para que nosotros también podamos consolar a los que están en cualquier prueba, comunicándoles el

mismo consuelo que nos comunica Dios a nosotros” Apóstol Pablo 2 Corintios 1, 3-4

“En Jesús: “Dios ha mostrado

Misericordia”

Rom 11,32 “Porque se ha manifestado la gracia salvadora de Dios a

todos los hombres” Tit 2,11