Portafolios EN 103

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FOTOGRAFÍA

Fotografías de Mattia Vacca

Una escuelaen una aldea china [Baiyang, a tres mil kilómetros de Pekín]

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Los niños chinos suelen comenzar su educación formal a los dos años.

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Debido a las enormes distancias en el campo chino, algunas escuelas primarias alojan a los estudiantes entre semana.

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Hasta finales de los años cuarenta, las escuelas rurales eran manejadas por los líderes de las aldeas para que lo aprendido estuviera acorde al ritmo del trabajo en el campo. Hoy se les critica que enseñan conceptos alejadas de la vida diaria.

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El sistema de educación chino promueve la memorización y la repetición desde temprana edad.

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Un estudiante de la escuela de Baiyang recibe un castigo por su mal comportamiento durante un examen.

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FOTOGRAFÍA

Fotografías de Christopher Furlong

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Todos aquellos que atraviesan la plaza de Eton deben tener la estatua de Enrique IV siempre a su derecha, para estar más cerca al corazón del fundador.

Un internadoen un condado inglés[Eton, a treinta y cinco kilómetros de Londres]

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Aunque hay estudiantes musulmanes, judíos, hindúes y sikhs, las actividades en Eton College empiezan en la capilla con una misa.

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Los jugadores entran al campo saltando desde la pared a la que hace referencia el juego.

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Los chicos del internado más famoso del mundo corren para llegar puntuales a clase cada veinticinco minutos. Corren ves-tidos de levita y corbata de lazo en los diez minutos que sepa-

ran una lección de otra. El horario de actividades de Eton College se llama Abracadabra y lo han cumplido George Orwell, Hugh Laurie y los príncipes William y Harry. En el último siglo de la Edad Media Eton College se creó como un internado para niños pobres: ahora la matrícula anual cuesta más que la de una maestría en Harvard. En honor a la tradición, de los mil trescientos estudiantes, una élite de setenta son los becados o King’s Scholars, el mismo número que pa-trocinaba el rey cuando Eton abrió sus puertas. Al resto se les conoce como Oppidans. A finales de noviembre, los etonians juegan el único partido oficial de la temporada del Wall Game, un deporte que nació como un cruce entre el fútbol y una pelea a puñetazos. Sentados sobre el muro más fotografiado de la escuela, los etonians observan el encuentro entre Oppidans y becados con una mezcla de ansiedad y letargo esperando unos goles que casi nunca llegan. Gracias a un reglamento que prohíbe los pases y a un campo de sólo cinco metros de ancho nadie ha anotado un gol completo desde hace un siglo.

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La dificultad del Wall Game ha hecho que la mayoría de los encuentros terminen empatados. En un partido de práctica en 2002 el príncipe Harry logró anotar y su equipo ganó por dos a cero.

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Por Eton han pasado diecinueve primeros ministros de Inglaterra, incluyendo al actual, David Cameron.