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Obviamente es muy agradable vivir en una ciudad o en un paraje cuidado en extremo, donde aún la belleza y la armonía se hayan buscado en los elementos cotidianos, tales como bancos, muros, tapas de alcantarilla, faroles, mojones, carteles, canteros, rampas, senderos, veredas, etcétera. Pero claro, para que tenga sentido preocuparse de esos extremos, es necesario que la población en general sea culta y respetuosa. En Uruguay y también en otros países de América Latina, se llega a extremos tales que a veces se profanan cementerios para robarse las tapas de bronce de las tumbas, y que a veces se deja sin luz o sin teléfono a una o dos manzanas porque se robaron las respectivas líneas de tendido. Medítese sobre lo dicho mientras se disfruta de la presentación digital adjunta. La cultura debe de manifestarse en todos los frentes, en todos los niveles.
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