10 Las Parábolas de la Misericordia

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Tema 10: Las parábolas de la misericordia

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Dios es Amor

El trato de Jesús con los pecadores

Las comidas de Jesús con los humildes.

La parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-31).

La parábola del fariseo y del publicano (Lc 18, 9-14).

La parábola de los jornaleros de la viña (Mt 20, 1-5).

El anuncio por parte de Jesús del reino de Dios

es ante todo la manifestación de quién es Dios y de su amor por los

hombres, que él ha creado.

El apóstol San Juan afirma: “Dios es

amor”.

La frase Dios es amor representa la cumbre de la revelación bíblica y significa

• Que Dios es todo amor y solo amor

• Que se ha manifestado en el envío de su Hijo al mundo y en el don del Espíritu Santo

• (1 Jn 4, 8-10).

Lo que revela de modo más elocuente el amor de Jesús para con los hombres es su

trato con los pecadores públicos y las personas moralmente fracasadas.

Zaqueo, el publicano de Jericó, era una persona que cobraba

impuestos abusivos a sus conciudadanos, quedándose con una buena parte de ellos. Pero Jesús se hospedó en su

casa. (Lc 19, 5).

En el convite que un notable fariseo da a Jesús en su casa,

se presenta de pronto una mujer pecadora, una prostituta del

lugar.

Jesús la defiende diciendo: “sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho” (Lc 7,

47.50).

Con todo ello, Jesús muestra la misericordia del Padre y el

poder que el Señor tiene, como enviado de Dios, de perdonar los pecados, punto culminante

de su obra salvadora de la humanidad.

Sentándose a comer con publicanos y pecadores (Mc 2,15-17), Jesús da una idea

de lo que significa el reino de Dios:

La comunión de Dios con la humanidad pecadora.

Además, las acciones de Jesús de sentarse a la mesa con los marginados (Mc 2,15-17), de acoger a mujeres entre sus

discípulos (Lc 8,1-3) y mostrarse afectuoso en público con los niños

(Mc 9,36-37),

Manifiestan que para Dios no hay

desigualdad entre las personas.

Las parábolas de la misericordia no las dirigió Jesús principalmente a los pecadores,

• Sino a los justos

• A los hombres que le rechazaban porque él llamaba a los despreciados y los invitaba a su seguimiento.

En la primera parte de la parábola del hijo pródigo, se muestra con toda intensidad el amor del padre por su hijo arrepentido.

• Sale corriendo a buscarlo.

• No le deja terminar su confesión del pecado

• (Lc 15,11-24).

LA PARÁBOLA DEL FARISEO Y DEL PUBLICANO

(LC 18, 9-14).

No puede restituir lo robado ni abandonar su profesión inmoral.

Jesús concluye la parábola diciendo:

• "Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no" (Lc 18,14).

La situación del publicano ante

Dios es desesperada.

Indirectamente podemos

encontrar la razón de esta conclusión sorprendente, ya que la oración del publicano es una cita del Salmo 50:

"un corazón quebrantado y

humillado tú no lo desprecias".

El patrón, pagando el jornal entero a todos sin excepción, provoca la indignación de los que han trabajado más horas y en condiciones más penosas.

Para Jesús, sin embargo, Dios obra como aquel amo,

que tuvo compasión de los obreros en

paro y de sus familias.

Da su salvación también a los

"de la última hora", es decir,

a los pecadores, sin merecerlo.

Así es Dios; por éso, él, Jesús,

obra de la misma manera.

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