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Una novela de Baltasar Quiñonez, su lectura muy recomendable.
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EL DESPERTAR DE UN LÍDER
El despertar de un líder
Autor: Baltazar Quiñonez Verduzco
Título de la Novela: EL DESPERTAR DE UN LÍDER
Fecha: Diciembre de 2009
Sonora, México
PARA I., LA LUZ DE MI VIDA
Baltazar Quiñonez Verduzco 2
El despertar de un líder
NOTA DEL AUTOR
La novela EL DESPERTAR DE UN LIDER, surgió de una cita Bíblica, del libro de Proverbios,
Capítulo 17, Versículo 17. “Un amigo es siempre afectuoso y en tiempos de angustia es como un
hermano”.
Creo qué, los amigos si existen. Pero las etapas por las que atravesamos en la vida, nos van
moldeando y tratando de alejarnos de algunos y, acercarnos a otros. El objetivo de ésta novela,
no es para ser una guía precisa de cómo llegar a ser un líder. Cada ser humano tiene distinta
manera de despertar. Las lecciones de la vida son universales, y se aprovechan de forma
distinta por cada persona.
En los últimos tres años, me hice del hábito de la lectura. Se despertó en mí el interés para
escribir un libro.
En ésta novela trato de exponer que el mejor camino para superarse es la preparación, más la
disciplina y el esfuerzo personal.
Hasta hoy, mis ideas no han sido consideras como suficientes, solo han logrado fortalecer mis
grandes sueños.
¿Por qué? Seguiré leyendo y escribiendo, ahí encontrare más respuestas.
BALTAZAR QUIÑONEZ VERDUZCO
Baltazar Quiñonez Verduzco 3
El despertar de un líder
PREFACIO
Deseo aclarar que EL DESPERTAR DE UN LIDER, es una novela con lugares imaginarios. La
magia que se encuentra escrita es solo descriptiva.
Me atraen las lecturas con la temática de liderazgo. Fue suficiente para verme inmerso en la
escritura. Escribí partes de mis sueños, ya que me enfrento a grandes retos para lograr
superarme en lo profesional, y las posibilidades se alejan. Esto me ayuda a seguir firme en mis
ideales.
La época donde se desarrolla la vida de los personajes, es una combinación del pasado con el
presente. Desde los cincuentas hasta los ochentas.
El actor principal, Ezequiel, busca con esmero que se cumplan sus sueños. Cada día se
enfrenta consigo mismo a la realidad, y a veces duda sobre él mismo.
Un día se arma de valor y empieza a recoger los momentos que Dios pone frente a él. Su vida
se va llenando de actitudes y valores que lo forjan como persona.
Aprende cosas importantes. Conoce personas que le enseñan algo siempre. Él los llama
maestros a todos.
Descubre que para despertar al líder, no se logra de la noche a la mañana. Sería un proceso
que tardaría años. Su simplicidad y forma de ver la vida es tal qué, siempre fue bien visto por
la gente mas poderosa del país.
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El despertar de un líder
PRÓLOGO
Ezequiel hizo caso al Adivino, fue hasta el lugar que se le indicó. Excavó un hoyo y encontró
una cajita de madera que contenía un tesoro invaluable.
La abrió y entre otras cosas estaba una carta, dirigida a Ezequiel. Pensó, que la carta se la
abrían dirigido a alguna otra persona que también debe llamarse Ezequiel. El lugar donde la
encontró era su lugar sagrado, así que debía ser para él.
Emocionado toma las tres fotografías que además había adentro. Quedó sin habla cuando
observa cada una de ellas.
Cómo era posible que él y su esposa estuvieran en esas fotos antiguas.
Asombrado de lo que tenía frente a él, solo aceptó que el destino existe.
A pesar de haber crecido en una familia humilde, se convirtió en un hombre poderoso.
¿Cómo le beneficia ese tesoro? Deberá guardarlo para heredarlo en el futuro. Él ya habría
despertó al líder que lleva dentro.
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El despertar de un líder
Yo fui bautizado con el nombre de Ezequiel. Vivía en una región donde predomina la
agricultura y ganadería. Llueve en verano en abundancia permitiendo que todo el monte se
reverdezca. Nuestro pueblo es pequeño, hay los servicios necesarios como los de una gran
ciudad. Energía eléctrica, teléfono, escuelas, drenaje, entre otros. La gente es muy servicial y
amable. Es costumbre brindar agua o café cuando se recibe alguna visita. El promedio de vida
por persona es de sesenta años. Nuestra región es una combinación de estilos viejos con
modernos. Ya no es época de revolución, pero aun algunos campesinos tienen armas en sus
casas. Se repartieron las tierras de la mayoría de las grandes haciendas. Son tiempos de
cambios.
Trabajé en mi juventud en los campos agrícolas. Recuerdo un día, estaba agotado, todo el día
arando la tierra con los campesinos, junto a un lote de tierras en un cultivo en el predio recién
creado.
Había también siembra de trigo, eran tiempos de abril, el verano daba notas de su adelanto
porque el clima era bastante caluroso.
Al oscurecer, todos los campesinos nos reuníamos en la cabaña junto a un gran mezquite, cada
quién tenia su lugar para descansar, como un altar sagrado.
Había caciques en la región y por las noches nos visitaba con regularidad uno de ellos, a
escondidas de los demás, como buscando algo. Somos desconfiados de los ricos. Qué
necesidad tienen de andar entre los pobres preguntando sobre nuestras vidas. Qué no tendrán
ellos sus amigos también adinerados. Los abuelos por eso lucharon en la revolución para que
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El despertar de un líder
todos seamos iguales. Repartir las tierras en partes iguales entre todos los campesinos. Pero
es nuestra educación respetar a la gente, sea del nivel que digan ser.
La única herencia que me han dado mis padres es la educación. Tenía por costumbre dormir
en petate y una Biblia era mi almohada, el libro preferido es Proverbios 17: 17. “Un amigo es
siempre afectuoso y en tiempos de angustia es como un hermano”, tardaba más en meditarlo
que en leerlo. Existen en realidad los amigos. Con la experiencia descubrí que era amigo de
mis amigos, solo cuando hacía lo que ellos hacían. Si no tomaba con ellos, no me buscaban
para estar con ellos. Si yo quería ir a misa, todos estaban enfermos. Si yo no los buscaba, no
me buscaban. Esas eran las señales que percibía.
Se dirigió a mí aquel cacique, justo un viento del sur apago la vela.
*El diablo esta aquí* pensé.
Otras ocasiones la fuerza de la llama soportaba el viento, pero esta vez no. La creencia es qué,
el fuego es el diablo. En algún momento éste reclama lo suyo.
Me levanté de un salto y encendí un cerillo. Miré alrededor y vi todas las velas encendidas.
Noté que la vela ya no tenía cera. Era misterioso que al acercarse el cacique mi vela se haya
apagado. Todo no pasa sin motivo.
*Compré la vela hace tres días, debía perdurar por cinco días más* dije.
Mientras encontraba otra, pasó por mi mente que alguien me la cambió. Esa es otra
costumbre, cambiarse las comidas que nos dan para llevar al trabajo o compartir entre todos
algo que se pueda prestar. Una vela, un libro, el caballo y la bebida.
Al cacique lo llamaban Don Oscar, el papá se llamaba Oscar y su abuelo también. Al llegar a la
cabaña, saludaba campesino por campesino y al final, elegía a alguien para conversar. No tenía
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esposa ni hijos, pero tenía riqueza en abundancia. Quizá el motivo de su visita era para
tranquilizar su conciencia. Él era serio y le gustaba hablar de política, siempre pensaba
positivo y provocaba buenos diálogos.
Era sabido en la región que en los meses anteriores, él quería ser un político importante. Pero
las fuerzas partidistas que estaban en el poder lo tenían restringido para unos cuantos.
Me saluda con un fuerte apretón de manos, y me llama por mi nombre.
*Como estás Ezequiel, te asusté, te ves pálido* dijo.
*No Don Oscar, cuando usted llegó, se apagó mi vela, no supe si recibirlo o buscar otra*
respondí.
Era la segunda ocasión que teníamos una conversación, no sabía si creer lo que me decía o no
darle mi confianza. Las otras ocasiones mis amigos trataron de convencerme para que
trabajara con él de Mayordomo. Pero eso fue hace meses, ya debía tener uno.
El cacique sembraba mil hectáreas de trigo y quinientas de maíz, tenía más de un millar de
vacas lecheras, vestía ropa de campesino pero gustaba de buenos caballos españoles y árabes,
su pistola era plateada con cacha de oro. Un campesino me contó que esa pistola era única en
toda la región. Los gustos de Don Oscar eran particularmente muy similares a los de la clase
humilde. Ese era un detalle que hacía que lo respetáramos como a uno de nosotros.
*Necesito un Mayordomo* me dijo el cacique.
Todos estaban en silencio, aquel cacique me había pedido nuevamente ser su mano derecha.
Pues las funciones de Mayordomo son llevar el control de toda la hacienda y el jefe inmediato
sería él. Es una responsabilidad que no se puede encomendar a cualquier persona.
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El despertar de un líder
Es la segunda oportunidad que me ofrece para salir de pobre. El Mayordomo no tiene horario
fijo, cuando se le requiera debe estar presente. Por tanto el sueldo debe ser muy bien pagado,
suficiente para vivir bien.
Se sentó en un trozo seco de mezquite, sacó una libreta de entre su ropa.
*Trae la lista de los que le deben* Se escuchaba al otro lado de la cabaña.
Era Estefania, campesina de ojos claros, cabello castaño claro y de buen ver, viuda a sus
treinta años y sin procrear hijos. Mujer heredera de la revolución, sincera siempre, dice lo que
piensa y hace lo que sea necesario para lograrlo.
*Los otros no me son leales Ezequiel* dijo, ignorando a la mujer.
Me disgusté un poco. No es justo que no escuche al cacique solo porque trae la lista de los que
le deben. Al contrario, cada quien cuida lo suyo, así debe ser.
*Será porque usted no los trata bien Don Oscar* respondí.
Estefania me había contado que Don Oscar la pretendió cuando era soltera, pero que odiaba
de él su orgullo maldito. Dijo que le había enseñado toda La Hacienda La Campana del Tesoro,
que tardaron dos días en completar el recorrido. Pero se había dedicado a mostrarle sus
riquezas materiales y no mostraba su amor de corazón. Quiso vislumbrarla con tantos bienes.
Qué le espera a las mujeres que sean esposas de los caciques. Rodeadas de oro pero de
corazón abandonado.
*Podemos platicar Ezequiel* Me dice con un tono sincero.
*Todos tenemos derecho de ser escuchados* respondí con una sonrisa.
Somos libres de expresarnos, así se dijo en las últimas reformas en 1927.
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*Eres líder natural, y sabes de números, lo se porque todos te recomiendan* dijo.
Pensé que Don Oscar sabía todo sobre mí, había preguntado sobre mi vida. Estaba seguro que
hasta sabe más de mí que yo mismo. Me siguió diciendo que sabía que yo era un líder innato,
con cualidades para ser jefe, que la responsabilidad se gana con trabajo y no se compra ni con
todo el dinero del mundo. Él necesitaba un Mayordomo con esas características, que pueda
entender a todos sus empleados. Por último me dijo que no le diera respuesta en ese
momento, que esperara hasta mañana al oscurecer. A veces el tiempo es necesario para poner
en claro ciertas decisiones que nos marcarán para toda la vida. Él cacique lo sabía, por eso me
dio veinticuatro horas para pensarlo.
Faltaba como media hora para oscurecer del día siguiente, pensé en repetidas ocasiones la
oferta de Don Oscar. No era yo mismo ese día, pasaron por mi mente muchas ideas sobre la
propuesta que se me había hecho. Me ofrecía una oportunidad de un buen trabajo,
probablemente no me lo vuelva a ofrecer. Es una oportunidad quizá única.
*Pues que sea lo que Dios quiera* dije en voz alta cuando regresaba a la cabaña con los demás
campesinos.
Muy dentro de mí, sentía miedo, porque ser Mayordomo no es trabajo fácil. La Hacienda La
Campana del Tesoro era la vida de Don Oscar, lo que más le importaba, de él dependían
cientos de familias y su riqueza. Era como una pequeña ciudad con todos los servicios sin
necesidad de buscar algo fuera de ahí. Y una hacienda muy importante en nuestro Estado.
Acepté las nuevas obligaciones y partí con mis pocas pertenencias. Mi Biblia y mi petate de
carrizo.
*Habré tomado una buena decisión* pensé.
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El despertar de un líder
No era buena señal dudar porque me ocasionaría solo problemas. Sabía que debía ser yo
mismo, que no me debía espantar sin intentarlo primero. Debía ir un paso adelante de las
pretensiones de Don Oscar, así cumpliría con lo que me pida y estaría agradecido por
anticipar los siguientes pasos.
A cambio quizá, pueda obtener algunos centavos adicionales o generosamente me ofrezca
mejor salario. Al fin si con mi trabajo lo hago más rico, algo me tiene que tocar.
*Si yo fuera Don Oscar le daría a mi Mayordomo todo lo que me pidiera, al fin era mi mejor
trabajador* dije en voz baja.
Comencé a ir mas allá de la realidad en mis pensamientos alocados. Cuántos sueños he tenido.
Siempre sueño cosas maravillosas. La Biblia dice que primero busquemos el reino de Dios y
luego los de la tierra. No sabia en que libro estaba esa cita, pero la había escuchado en la misa
dominical.
El diablo me estaba tentando o estaba soñando despierto. En otras ocasiones había soñado
que era un personaje importante como ser el Gobernador del Estado, pero no había soñado
con riquezas como las de Don Oscar.
Mis padres decían que Dios nos da lo justo y por algún motivo permanecemos igual.
Llegué a La Hacienda La Campana del Tesoro justo cuando se ocultaba el lucero de la mañana
por la aparición de los rayos del sol. Había sido una hora de viaje muy larga. Me dio tiempo
suficiente para contemplar mi tierra. Los pájaros, los animales, los árboles, la gente trabajando
y mire al cielo. Que bendición es esta tierra.
Por la hora que era, los encargados de ordeñar las vacas lecheras ya debían estar terminando
sus labores. El calor amenazaba la tranquilidad de la mañana. Si no madrugaban a hacer su
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trabajo, les esperaba un buen castigo por el sol. El clima de ésta región es calor en el día y frío
en la noche. Debo agradecer a Dios por permitirme vivir en éste lugar.
*Qué planes tendrá el destino para mí ¿Por qué estoy haciendo esto?* dije.
En mis veinticinco años de edad me había dedicado a ser bolero de zapatos, ayudante de
cocinero, vendedor de diarios, trabajador del campo y era recién egresado de la universidad
titulado por buen promedio, pero desempleado.
En esta región no necesitan a los Licenciados en Administración, no sé para qué mis padres
me pagaron escuela, mejor me hubieran comprado un tractor, así sabría que sí trabajo más,
ganaría más, eso si es negocio.
Pero mis padres querían que yo fuera lo que ellos no pudieron ser, una persona culta, un
licenciado en la familia. No reniego de mis padres, son un ejemplo a seguir, siempre me dan
buenos consejos. Somos una familia humilde y sencilla, soy el mayor de dos hijos y mi mamá
se dedica al hogar, mi padre es el cuidador en un almacén en La Hacienda Las Mulas de Pedro.
Es de oficio mecánico automotriz. Tuvo un accidente laboral y salió lastimado de un brazo, por
eso fue asignado a cuidador. No puede ejercer fuerza por prescripción médica.
Mi hermano menor tiene veintidós años, es tres años menor que yo, él no hizo caso a mis
padres y dejó la escuela, ahora es vaquero y trabaja en otras regiones aledañas. Gana bien
pues sabe su trabajo. El Mayordomo lo estima, así que le paga bien.
Yo recuerdo que desde chicos mis padres nos alimentaban con arroz, frijoles, huevos, chile,
tortillas de maíz y leche. Comíamos carne cada vez que había fiesta en alguna hacienda. Sé un
poco de ingles, pues nos era obligatorio para titularnos de la universidad. Cuando fui niño
pensé en irme a los Estados Unidos de Norteamérica, allá si hay trabajo bien pagado. Todos
los campesinos que se han ido y regresan, siempre traen su buena camioneta y billetes verdes.
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El despertar de un líder
Esa si es vida, pensaba. Quería conocer otras regiones, viajar por todo mi país, aprender de
otras culturas, casarme con una muchacha rubia, cabello lacio, de sonrisa cautivadora y que
me fuera siempre fiel.
Recuerdo haberme hecho de valor, justo al iniciar la escuela y pensé en escaparme para el
extranjero. Pero me detenían los consejos de mi padre, que esperara los tiempos. Tardé
algunos años para comprender esa frase, era adulto ya. Cuando seas mayor la entenderás, fue
como lo expresó.
Al llegar a la entrada principal de La Hacienda La Campana del Tesoro, había gente entrando y
saliendo como en una gran tienda, sentí como sí ya hubiera vivido ese momento. No era la
primera vez que me sucedía. Es una sensación de entre un sueño y una visión a futuro. Como
si el tiempo hubiera olvidado que es su secreto no revelarnos cosas divinas a las personas.
*Qué buscas aquí joven* escuche la voz de una persona mayor.
Era un anciano que estaba sentado en una paca de alfalfa en la entrada principal. Por su edad
no debía tener ya responsabilidades. El tiempo ya lo tenía encima.
*Estoy buscando a Don Oscar, ¿sabe donde lo puedo encontrar?* pregunté.
Me dijo en concreto que, el cacique a ésta hora se encontraba en su desayuno, en el comedor
principal, como a cincuenta metros de nosotros, al otro lado del jardín. Pero su mirada era fija,
no intimidatorio, mas bien sincero. Pensé que se desvive por servir, como la mayoría de los
ancianos. Que a veces no los comprendemos.
Cómo sabía el anciano donde se encontraba Don Oscar exactamente en ese momento, debía
tener muchos años en esa hacienda.
*No conozco éste lugar bien, es la primera vez que entraré* contesté.
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*Sigue a esos hombres, diles que te mando El Perro, así me dicen aquí a mi* dijo.
Que alias tan especial. Ese anciano debió ser una persona de cuidado por su apodo, hasta creo
que en la conversación que tuve con él, detecto mis intenciones más profundas, seguramente
me vio venir y me olfateó, encontrando que vengo por las buenas, tal como cuida un perro a su
amo. En la región uno se gana el alias por algún acontecimiento que haya hecho.
Corrí y alcance a los hombres que me señaló el anciano, de inmediato les pregunte donde
estaba el comedor principal.
*Entra por esa puerta, ahí esta lo que buscas* dijeron.
Sabrán todos a lo que vengo. Por qué se portan todos de una manera muy amable. Me habré
equivocado de lugar. No lo pensé más y entre al comedor principal.
*Buen día Ezequiel, acércate, siéntate con confianza, aquí cerca de mi* dijo Don Oscar.
Estaba rodeado por siete hombres, como de treinta a cuarenta años de edad cada uno.
*Éste joven se llama Ezequiel, viene del predio nuevo, ese que el Gobierno Federal mando
desmontar, donde por cierto sembraron trigo* agregó.
*Gracias, gracias por éste recibimiento Don Oscar* respondí.
*Mira, ella es Lupe la cocinera, ella aquí vive en la cocina, estos hombres que aquí vez, son de
mi confianza, siempre tratamos de desayunar juntos, es la única vez que los veo en todo el
día* dijo.
Los hombres de confianza que veía, eran campesinos comunes, no había nada de especial en
ellos, no aparentaban que ganaban buen dinero. Todos parecían de clase baja junto con el
cacique.
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El despertar de un líder
Nos sirvieron el desayuno a todos, el mismo platillo, huevos rancheros, frijoles refritos,
tortillas de harina y café.
* Juan, tú has la bendición de la mesa* dijo Don Oscar.
*Todo sea en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: Señor Jesús, bendice los
alimentos que vamos a recibir y bendice las manos que los han preparado, por Cristo nuestro
Señor. Amen*dijo.
Jamás había bendecido los alimentos, y me considero un buen cristiano. Fue muy claro Juan,
se dirigió a Dios, hizo la petición y dio el agradecimiento. Que confianza tenía ese equipo hacia
él cacique.
Noté en Don Oscar una sonrisa que no conocía, solo le veíamos de noche en nuestro predio,
pero hoy era diferente, algo estaba sucediendo en ese momento.
Sería posible que todo lo que se decía en las pláticas en la cabaña sobre él, era una farsa.
Porque lo qué presenciaba en ese momento, difería de la idea que tenía sobre él.
No podía perder más, era de la clase baja y humilde, al contrario, lo que aprenda con Don
Oscar me servirá para toda la vida. Quizás en realidad sí soy líder. Ser Mayordomo me daría
status.
*Ésta gente son mis mejores trabajadores* dijo Don Oscar reflexionando.
Pensaba por qué era necesario un buen Mayordomo, si tenía a los mejores hombres. Todos
ellos acostumbrados a trabajar duro y a Don Oscar.
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Durante un tiempo no hubo conversación, todos nos dedicamos a degustar los huevos
rancheros. Qué era esa sensación que estaba viviendo. Cómo era posible que estuvieran tan
relajados todos. Qué pasa con sus actividades del día, por qué no se apresuraban a desayunar.
Recordé otra cita bíblica que había escuchado en la misa dominical. No solo de pan vive el
hombre. Si eso era, cada uno de ellos disfrutaba cada momento de sus vidas. Había tiempo
para todas sus responsabilidades. No obstante la alegría que empezaba a sentir, conjugaba
con la buena vibra que se sentía en el comedor principal. Era un buen inicio.
En los últimos días me habían sucedido varias cosas. Una vela que se apagaba por los vientos,
la visita de Don Oscar y su ofrecimiento de trabajo, tenía presente al viejo que le decían El
Perro y mis deseos de tener poder como Don Oscar, eso normalmente no le sucede a un
campesino de por acá. Porque la religión nos enseña a ser humildes, más no, a tener bienes. La
mayoría se tomaban eso muy en serio. Por eso el progreso de la región marchaba despacio.
Hasta pensé, en encontrar una buena muchacha en la hacienda. Cuando terminamos de
desayunar, Don Oscar se disponía a hablar. Tomó su tasa de café, le dio un sorbo, miró la hora
en su reloj de bolsillo, estaba pensando bien lo que nos iba a decir seguramente.
No deseaba que Don Oscar me presentara como el Mayordomo de buenas a primeras, me
sentiría incomodo cuando lo hiciera, quizá alguno de los siete se sentía con más merecimiento,
al cabo, ellos eran los que conocían las actividades de pies a cabeza. No deseaba ser, él que
desplazara a uno de ellos.
*Justo está aquí, éste joven, Ezequiel, oriundo de nuestra región, viene porque yo lo invite,
quiero ponerlo a prueba para ser nuestro Mayordomo* dijo.
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El despertar de un líder
Eso es lo que había pensado, que no me merecía nada regalado. Debía luchar por mi mismo,
hasta merecerme toda su confianza. Así, sí alguien de los siete también quisiera ser
Mayordomo, lo lograríamos por nuestros propios esfuerzos.
Mientras tomaba nuevamente un sorbo a su café, reflexionaba con tranquilidad. Yo recordaba
las palabras de mi padre, que cuando haga algo, lo haga bien y a la primera. Así lograría, no
repetir el trabajo y ahorraré tiempo, dinero y esfuerzo.
*Ezequiel, pasarás una semana con cada uno de ellos, serán tus jefes, obedecerás en todo a
ellos, si necesitas algo puedes buscarme, si no te gusta lo que haces, recibirás tu paga y podrás
marcharte libremente* expresó.
En el fondo pensaba que eso era un atropello a mi persona, ningún cacique me iba a humillar
frente a tanta gente. Qué se creía Don Oscar. Mandarme de peón por siete semanas. Afuera de
la hacienda es lo que hago y no deseo hacer lo mismo adentro.
Al centro del comedor, en la pared norte, estaba la imagen de la Virgen de Guadalupe y junto, a
Jesús Crucificado. Pedí sabiduría para comprender lo que se me había pedido en ese instante.
*Si quiero aprender cosas nuevas, debo desaprender mis actitudes viejas * pensé.
Era atinado mi pensamiento, ya que debía recordar que vengo para ser mejor persona, para
triunfar, para tener éxito, así como Don Oscar. Si él pudo tener tanto, por qué yo no podía.
Para lo cual era necesario remover viejas costumbres qué, probablemente no permitían que
me superara en lo personal.
La gente de la región dice, que uno ya nace con su suerte y que debe conformarse con lo que
tiene, que tenemos que respetar la voluntad de Dios. Yo no comulgaba con esa idea, pero tenía
miedo de que Dios me castigara por ser rebelde.
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Mis manos empezaron a sudar, me encomendé a la Virgen de Guadalupe mirándola a los ojos.
Que la Virgencita me acompañe siempre.
Don Oscar me dio un cuaderno y una pluma, en ese momento.
*Anota muchacho, lo que te voy a decir* dijo.
Comprendí que el cuaderno de Don Oscar, no era para llevar las cuentas de los que le deben,
sino para anotar las encomiendas más importantes. Esa si es una buena idea.
Llevar un control de los quehaceres diarios y pendientes para siete semanas, Don Oscar si
sabía planear. Recordé el proceso de la administración, planear, organizar, controlar y dirigir.
Pero el cacique no sabía de ese proceso, sus quehaceres encajaban dentro de el sin saberlo.
Me dijo mis actividades con seriedad y claridad, me daba mi tiempo para anotar a detalle sus
ideas. Al final quedó escrito el plan de trabajo, si acaso le tomó cinco minutos.
*Estás en buenas manos Ezequiel, ya tienes tus obligaciones para siete semanas, pero aquí
debes estár todos los días en el desayuno* dijo.
La primera semana era para trabajar con Juan. Él era encargado de las compras y provisiones
de alimentos para toda la hacienda. Qué podía aprender de él. No sabía leer pero conocía los
billetes muy bien. Usaba un lenguaje moderno, no de los de su época. El primer comentario
que hizo fue, qué entendería ese trabajo muy pronto.
Sin embargo no debería descalificar a Juan, porque no sabía leer y usaba un lenguaje moderno.
Debía dejarme llevar por sus órdenes y mandatos.
Parecía tomar su trabajo muy a la ligera. No tenía cara de que fuera responsable.
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*Yo me encargo de las compras, las provisiones y los alimentos, hasta los insumos para las
siembras* dijo.
Era como el tesorero de la hacienda. La primera lección que me enseño es no caer en las
pretensiones de los proveedores, que a toda costa querían ofrecer mercancía dañada más
barata, y a cambio podía reportar gastos ficticios.
*Los demonios andan sueltos* dijo.
Cuántos riesgos pasa en un día Juan, se enfrenta a los proveedores como una oveja a los lobos.
Eso debía serle excitante, porque siempre salía exitoso. Él proviene de una familia humilde de
ésta región. Los papás trabajaron con los abuelos de Don Oscar. Así que, sin tener escuela
conocía el trabajo muy bien. Sus conocimientos eran empíricos.
Acompañé a Juan a realizar las compras, íbamos en una camioneta, una de modelo reciente,
con motor diesel. No sé cómo Juan podía tener tanta responsabilidad sin saber leer.
*El patrón me puso a prueba a mi también joven, hace veinte años, me mandó a las
provisiones, me dio una paca de billetes para surtir toda la semana* dijo.
Cómo podía Don Oscar darle tanto dinero a un nuevo, para que se encargara de las compras.
Pero Juan era el hijo de uno de los mejores empleados del cacique.
Comprendí que bien Juan podía escaparse a un lugar lejano y no volver más, hacer su vida y
establecer un negocio. Pero Juan habría comprendido que esa sería la prueba decisiva, la que
perduraría por siempre. Él decidió la que se le encomendó, y no ser un pobre bandido. Supo
que ganaría más si quedaba bien con él mismo, con Don Oscar y con Dios.
*Tú Ezequiel, viniste a ésta hacienda para aprender a manejarla, el patrón está buscando un
buen empleado para que sea su mano derecha* explicó.
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El despertar de un líder
Él no podía ser Mayordomo porque no sabía leer y escribir. Esa era una limitante muy grande.
Pero junto con su esposa manejaban esa área. Ella sí sabía leer y escribir. En ese caso ella era
su brazo derecho.
Juan me enseñaría lo que aprendió en veinte años en una semana. Cuando llegamos al lugar de
las compras, nos recibió un señor de unos cincuenta años, usaba sombrero fino y tenia
cadenas de oro en su cuello, anillos brillantes y camisola de seda. Esa sí era vida. Juan llamó
por su apodo al señor, le dijo El Adivino.
Por qué un adivino debía ser el proveedor de la hacienda. Por qué no se dedica a adivinar
como los gitanos o los brujos. Quizá tuvo problemas de vocación y le va mejor de comerciante.
*Don Oscar ya encontró al nuevo Mayordomo* dijo.
En esta región la gente es muy comunicativa, El Adivino tenía pleno conocimiento de las
intenciones de Don Oscar. Las noticias de difundían muy rápido.
No tardé mucho en decir algo, así que decidí platicarle un sueño. Al cabo ya me sentía en
confianza. Estábamos escogiendo las provisiones cuando dije.
*Cuando era niño yo soñaba que me perseguía un lobo rabioso, y huía a esconderme a mi casa.
Recuerdo un día haberme hecho de valor, y enfrentarme al lobo. Éste se me abalanzo…*
estaba diciendo.
*No tengo tiempo de oír tus cuentos muchacho* interrumpió El Adivino.
*…Y me araño la cara con sus patas, en eso lo tomé con mis manos y lo asfixié. El lobo murió.
Desde ese día que lo vencí jamás volví a tener ese sueño* dije en voz lenta y baja.
El Adivino se me acercó, me miró a los ojos, me pregunto mi nombre.
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El despertar de un líder
*Siéntate Ezequiel, quiero decirte algo importante para ti. Si en un sueño matas con tus manos
a un animal feroz, que te causaba miedo o te lastimaba, eso tiene un significado* dijo.
*Cómo, no le entiendo señor Adivino* dije.
*Estás madurando muchacho, alrededor de ti están girando energías positivas, está naciendo
en tu interior un don* me explicó.
Me estaba poniendo nervioso, su voz se había transformado a un tono grave y magnético, me
estaba trasladando en un viaje de lo que me estaba diciendo.
*En poco tiempo serás un hombre ejemplar, tus buenos actos permanecerán por siempre en la
historia de éste país* dijo.
De una caja de madera con incrustaciones en oro, sacó un recipiente que contenía un polvo
brillante. Tomó una pizca y lo sopló en mi cara. Tuve una sensación que no había sentido
nunca, como sí estuviera flotando en agua.
*Estás protegido muchacho, solo elegirás el bien siempre* dijo.
Que se creía El Adivino, por qué hizo conmigo su brujería, que era ese polvo brillante.
*Cuando se te cumpla el sueño de ser Gobernador del Estado, regresarás conmigo, para
guiarte a un tesoro invaluable* terminó.
Sentí que mi piel se enchinaba y mi respiración se apresuraba. Cómo sabía El Adivino sobre
mis sueños. Nunca hable sobre ellos a nadie. Cómo no creer si él me había dicho tal cual mi
sueño. Luego pensé por qué los que tienen ese don, no se convierten en los reyes del mundo.
Porque bien pueden tener control sobre muchas cosas.
Juan me regreso al mundo cuando me dijo, ya vámonos.
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El despertar de un líder
Que momento había vivido en ese lugar. De regreso a la hacienda me decía Juan que gente de
todo el mundo iba a platicar con El Adivino, pero que él seleccionaba a las personas con las
que hablaría, que tenia la cualidad de saber sus intenciones sin que le hablaran. Me dijo que
cobraba muy caro por lo que él hacía. Pero a mi no me habría cobrado ni un centavo.
Medité por largo tiempo sobre lo que me dijo del tesoro invaluable. Por qué no me lo
entregaba de una buena vez, para qué esperar más tiempo. Si mañana muero lo habré hecho
sin disfrutar del tesoro de El Adivino. Que injusta es la vida.
Pasaron los siete días que debía estar al mando de Juan. Visitamos proveedores de toda la
región, compramos las mejores provisiones que se pueden conseguir.
Descubrí que Juan era leal a Don Oscar, no lo dudaré jamás. El valor aprendido fue la lealtad.
Anoté lo respectivo en mi cuaderno de notas regalado por el cacique.
En el día ocho después del desayuno, me asignó con Alejandro, el encargado de los animales.
*En ésta hacienda yo soy responsable de todo el ganado, compra, venta y mantenimiento
total* dijo.
Tenía cinco años en esa actividad, y en ese tiempo habría logrado triplicar el número de
cabezas de vacas. Sabía hacer el corte de ganado al momento de elegirlo evitando comprar
ganado enfermo. Se decía que tenía el mejor tacto de la región para seleccionar las vacas
preñadas.
El primer día con él, ayude a vacunar a los a animales. Había vacas que renegaban bastante. A
nadie le gusta que le vacunen con semejante jeringa. Tiene una aguja como de quince
centímetros y gruesa como un clavo de tres pulgadas, el recipiente es plateado como de
aluminio, y el liquido que se inyecta es blanco. Vi que sus ayudantes lazaban la vaca, la jalaban
Baltazar Quiñonez Verduzco 22
El despertar de un líder
y amarraban a un pequeño corral de hierro, y otro le tomaba la cola para hacer presión.
Alejandro daba dos golpes en el lomo de la vaca con el puño cerrado de su mano y
posteriormente en ese lugar inyectaba. Eso era así de sencillo.
Ese día nos oscureció en el embarcadero, así llamaban donde bañaban y vacunaban el ganado.
Él se puso sobre su cuello un collar de trenzas de ajo. Esa si es una costumbre muy rara o poco
común, que tenga conocimiento.
Noté que lo hizo pero estábamos demasiado ocupados para interrogarlo. Al fin me dio otra
trenza de ajos a mí y me dijo que me la colocara en mi cuello.
En esta región tenemos costumbres muy especiales. Que función puede tener una trenza de
ajos en el cuello.
*Por estos lugares anda el chupacabras muchacho* dijo.
Sonreí y me burle de él con una sacudida de manos. Pues su comentario me pareció bastante
gracioso. Es increíble que crea en eso. El chupacabras no existe. Pero después de mi pequeño
teatrito, guarde un momento de silencio y reflexioné.
No debo burlarme de las creencias y cultura de las personas. Qué autoridad puedo tener para
burlarme de un ser humano. De la misma manera Alejandro desde el primer momento que
observó que yo no sabía vacunar vacas, él pudo haberse burlado de mí. Sin embargo su actitud
fue positiva y me enseño como hacerlo.
Su escolaridad fue hasta quinto grado de primaria en la escuela. Él tiene esposa y dos hijos
varones pequeños. La esposa cuida de ellos y conoce el arte del bordado en tela. Es una familia
joven y humilde, viven muy unidos. Los domingos van todos juntos a misa. Prestan sus
servicios en la colecta de las ofrendas. Supe que cuando era más joven, él fue monaguillo.
Baltazar Quiñonez Verduzco 23
El despertar de un líder
Es una persona humilde y muy trabajadora. Gana bien en la hacienda pero se mantiene en el
mismo nivel de vida, como campesino que es.
En el transcurso de la semana con él, se presentó un comprador de ganado, que necesitaba
cincuenta cabezas de vacas de doble propósito, leche y carne. Llamó a Juan y le notificó que le
hiciera el llenado de las guías. Pero el comprador traía otras intenciones.
Quería pagar cincuenta cabezas de ganado y llevarse ochenta, a cambio daría una buena
propina a mí y a Alejandro. Don Oscar no se daría cuenta de nada, sería una transacción
oculta. Quién iba a saberlo. Ochenta cabezas no se iban a notar de entre cientos que hay.
*No he fallado nunca a mi jefe, y no pienso perder su confianza por unos pesos* dijo.
Que mirada la de él, penetrante y sincera. Cómo si un águila viajara en vuelo de caída en busca
de su presa.
*Usted sabe si hacemos negocios o aquí la dejamos* terminó diciendo.
El trato se hizo a manera de Alejandro. Aunque el resto del día estuvo muy serio, cómo
meditando la oferta que había recibido. Quizá estuvo a punto de recibir el dinero extra que se
le ofreció y sentía inquietud de haber dejado pasar una buena oportunidad, pero le daba
vueltas en su conciencia.
Quizá si hubiera hecho ochenta tratos a modo del comprador, él tuviera dinero cómo para no
volver a trabajar más en su vida. Pero de qué le serviría, era dinero sucio mal habido. Con que
derecho iría a misa dominical y junto con su esposa hacer la recolección de las ofrendas.
Pasaron los siete días que debía estar al mando de Alejandro. Recorrimos todos los corrales y
vacunamos todo el ganado. Participé en compra y venta de ganado. Aprendí a seleccionar los
mejores animales. Descubrí que Alejandro era responsable en su trabajo.
Baltazar Quiñonez Verduzco 24
El despertar de un líder
No lo dudaré jamás. Anoté lo respectivo en el cuaderno de notas.
En el día quince después del desayuno, me asignaron a Manuel. El encargado de todo lo
relacionado con la agricultura y cultivos.
*En éstos siete días Ezequiel, te explicaré todo lo que hay que saber, pero no aprenderás todo
lo que deberías saber, porque si lo supieras no estuvieras aquí* dijo.
No pude identificar de qué autor era su frase. Porque a bien saber, la lógica me decía que su
frase tenía ocultos significados con mucha filosofía. Por apodo le decían El Chon. En sus
labores se la pasaba silbando y cuando conversaba era un tipo de cuidado. No dejaba de
hablar tan fácilmente. Que persona tan especial, que feliz debe ser su vida.
En la hacienda ya estaba por finalizar la cosecha del trigo. Así que pasábamos gran tiempo en
las maquinas trilladoras y en los contenedores que eran jalados por tractores hacia los
almacenes de la hacienda.
Un día madrugamos tres horas antes de la salida del sol, para viajar al puerto marítimo más
cercano. Nos presentamos en una oficina donde había un diagrama como de un metro de alto
por dos de largo. Por la ventana vi un edificio como de siete pisos.
*En que trabajan en ese edificio* pregunté.
*Es un barco* dijo.
Decía arriba El Titán. Era un barco carguero para transportar granos a otros países. Nos
dirigimos al encargado en un escritorio. Decidí permanecer en silencio para no dejar en claro
mi falta de conocimientos y cultura una vez más.
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El despertar de un líder
*Buenos días mi estimado amigo Lalo Glaser, como te trata la vida en estos tiempos tan
difíciles* dijo Manuel.
Por la forma en que se presentó supuse que eran amigos cercanos. Su conversación parecía
sincera y divertida.
*Tengo mil toneladas de trigo harinero, puedo ponerlas aquí mañana por la tarde. A tres mil
pesos la tonelada* agregó Manuel.
El diagrama que nos acercamos a ver era la capacidad de almacenaje de El Titán, partiría en
unos cinco días con destino a Sud África. Lalo revisó el diagrama y de entre su bolsillo saco
una maquina calculadora, hizo algunas operaciones.
*Ya conoces bien el negocio Manuel* dijo.
En unos segundos Manuel había calculado el faltante de toneladas de trigo para llenar el
barco, sabia que el precio por tonelada era de dos mil pesos por cada una y sabía que en la
región ya no habría más trigo.
Como era de exportación y tenia conocimiento que sí el barco llegaba un día antes a su
destino, la oficina exportadora ganaría más ingresos.
Muy pensativo Lalo, miró el diagrama, obtuvo nuevos números en su calculadora, tomó el
teléfono e hizo una llamada.
Qué impacto tuvieron aquellas palabras de Manuel hacia Lalo. Calculaba números hizo una
llamada, veía el diagrama y hablaba en voz baja a si mismo.
Lalo era empleado de Importaciones y Exportaciones La Divina Gracia, empresa nacional con
varios años en el ramo. Su actividad era buscar en las regiones granos de trigo, maíz, cártamo
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El despertar de un líder
y soya principalmente para exportarlos a diferentes países del mundo. Debía hacer varios
cálculos aritméticos y monetarios cada que hacia un negocio. Mientras sucedía eso, pensé en
preguntar, por qué la cosecha de la hacienda debía destinarse a exportación. He leído que
actualmente estamos importando granos porque no somos autosuficientes en el país. Pero
permanecí en silencio y solo obtuve mis propias respuestas. Es mejor pagado el trigo cuando
se destina a exportación.
*Dos mil setecientos por tonelada, incluyo seguro por calidad del grano, pago en depósito
bancario en siete días* dijo Lalo.
De un archivero saco unas hojas pre elaboradas, con espacios en blanco, para ser
complementadas con los datos del negocio. Se hizo el llenado respectivo, se asentaron los
acuerdos y firmé como testigo en un apartado.
Al ver mi nombre en el contrato, recordé que firmaba con mi nombre completo. Antes no se
me había presentado la oportunidad de firmar un papel importante. Entendí que es necesario
tener una firma personalizada, que refleje mi personalidad.
Ese día fue toda la actividad. Lalo hizo la invitación a comer al restaurante local, ya que con
esa operación concluía su actividad también.
Solicitó una orden para tres personas. Cabrería y asados especiales. No recordaba cuando fue
la última ocasión que deguste un buen platillo de carne. Pensé, cómo en unos días de
campesino que andaba arando la tierra, ahora estaba en un restaurante con dos grandes
hombres disfrutando un buen platillo regional después de un buen negoció.
*Éste joven, está en entrenamiento para Mayordomo, es escuelante egresado de la
universidad, tiene ciencia* me presentó Manuel.
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El despertar de un líder
*Se ve que eres campesino de los buenos muchacho, sigue así y llegaras a ser grande* expreso
Lalo.
Lalo era hijo de padre Alemán y mamá nativa de esta región. Así que su voz era con tonalidad
diferente a las demás. Resultó que Lalo conocía a mi padre, estuvieron juntos en un internado
en la capital. Cuentan que en ese internado se les enviaba para educar a los jóvenes con estilo
militar y que aprendieran un oficio. Lalo aprendió telegrafía y mi padre mecánica automotriz
general.
Hace muchos años que no saben uno del otro, solo los buenos recuerdos tienen. Después del
internado su padre se lo llevo un tiempo a Alemania, así que dominaba el idioma español,
alemán e ingles. Estando allá, aprendió el oficio de comerciante de su papá. Le gustaba su
actividad y pronto se vio envuelto en el negocio de las importaciones y exportaciones en
Alemania. Cuando su padre falleció decidió regresar al lado de su madre, donde vive
actualmente. No es casado y no tiene hijos. Hasta el momento no conozco el motivo por el cual
sigue soltero.
Al final del día regresamos a la hacienda como triunfadores.
*Quieres conducir la camioneta* dijo.
Pensaba que aprender a conducir no me hacía temblar. Solo con la idea de que me iba poner al
volante sentí una emoción grande. Me pidió que permaneciera en mi carril derecho y que él se
encargara de los demás. Al cabo de unos minutos me encontraba conduciendo con facilidad. Él
decidió tomarse una siesta mientras llegábamos a la hacienda.
*Levanta el reporte de la venta del trigo, entrégale una copia a Juan y que te autorice para que
vayas al banco a verificar los estados de cuenta* dijo Manuel.
Baltazar Quiñonez Verduzco 28
El despertar de un líder
Hice lo qué me pidió tal cual. Me dirigí al banco. Me presente y solicitaron me sentara en la
sala de espera. Mientras lo hacia, veía a la gente que entraba y salía apresurados. Cuanta gente
hay en un banco. El gerente me recibió con extrañeza y pregunto por Don Oscar. Argumenté
que estaba en entrenamiento para Mayordomo y que traía un papel con autorización. Se lo
mostré. No lo leyó solo vio la firma. Es bueno dijo. Me entrego copia fotostática del estado de
cuenta y balances que tenían en su poder. Regresé a la hacienda para dirigirme con Manuel,
pues él me había encomendado la tarea.
Fueron siete días de jornadas largas. Así sucede cuando se esta en la zafra del trigo. Aprendí
de Manuel el valor de la confianza en sí mismo, y qué debemos confiar también en las
personas. Él sí sabía qué todos tenemos la capacidad para aceptar nuevas encomiendas. Anote
lo respectivo en mi cuaderno de notas.
En el día veintidós después del desayuno, me asigno con Antonio. El encargado de todo lo
relacionado con el buen funcionamiento de las maquinas trilladoras, tractores, implementos
agrícolas y camionetas de la hacienda.
*Mi trabajo es tener en perfecto estado todo lo que tenga motor en esta hacienda* dijo.
Tenía diez años atendiendo esa área. Por el tiempo de experiencia debía conocer muy bien
cada maquina.
*En éste oficio, cada día aprendes cosas nuevas* agregó.
Que pretendía decirme. Aun con su experiencia pensaba que él no debería ser un experto. Las
maquinas son las mismas todo el tiempo, no hay motivo para aprender cosas nuevas cada día
en ese taller. Antonio era un tipo demasiado alegre. De esas personas que sin saber el por qué
atraen a los demás. Qué puede ser ese don tan especial que tiene.
Baltazar Quiñonez Verduzco 29
El despertar de un líder
En el taller tenía a su cargo a cuatro ayudantes generales. Había buena relación con todos.
Cual sería el inconveniente de que él fuera el Mayordomo. No tardó demasiado cuando me
encomendó algunas actividades. Pronto me gané su confianza, pues tenía los conocimientos
básicos de mecánica automotriz. Mi padre había sido de oficio mecánico. Es una actividad que
no prefería hacer. La gente de por aquí quiere todo trabajo fiado.
Me atraía la limpieza del taller. No había visto jamás un buen taller con todas las herramientas
en orden. Qué por lo general hay aceite, grasa en el piso y en las paredes. Ese era un taller de
primera. Descubrí que el hijo mayor de Antonio gustaba de la lectura. Le había estado
asesorando para implementar un plan de orden y limpieza en el taller el cual leyó en un libro
traducido de autores japoneses. Esa si es una buena idea.
Hasta donde tenía conocimiento solo se aplicaba eso en empresas grandes de los países mas
desarrollados. Aquí en el pueblo, quien iba a saber de métodos y procesos, apenas un poco
más de la mitad de la población sabia leer y escribir.
*Te animas a buscarle a esa camioneta, por qué motivo no enciende* me dijo.
Mi padre me había dicho los puntos básicos del funcionamiento de los automóviles, sin que
realmente supiera conducir. Revisa gasolina, temperatura, batería y presión de aceite. Si el
auto se anda calentando es porque le falta agua, se pegó el termostato o la bomba de agua no
sirve. Si huele mucho a gasolina en el tubo de escape es porque no anda quemando la gasolina
bien y es problema de carburación. Si no hay corriente en las bujías es la bobina, no sirve.
De manera que procedí a revisar según lo enseñado por mi padre y descubrí que el
carburador tenía exceso de gasolina. Para encender la camioneta bastó con pisar a fondo el
acelerador y luego darle ignición. Con eso desfogue el exceso de gasolina y posteriormente
procedí a desmontar el carburador para su limpieza y restauración.
Baltazar Quiñonez Verduzco 30
El despertar de un líder
*Oye muchacho, aquí los chalanes perdieron la apuesta*. Dijo.
Los ayudantes se habían puesto de acuerdo en que no podrías encender la camioneta. Antonio
había apostado a mi favor. Confió en mí. Me encomendó las mismas tareas que a sus
ayudantes. Me trataba igual que a ellos, no había preferencia.
Él aprendió su oficio con otro mecánico de apodo El Valo, desde muy niño fue ayudante.
No se necesita tener escuela para hacer buenos trabajos. Ese era un buen ejemplo. Aplicaba
conocimientos nuevos, era buen tipo y se esforzaba por ser mejor cada día.
*Cómo aplicas ese método de orden y limpieza Antonio* pregunte.
Inició explicándome qué primero tienes que ser organizado en todo. Acomodar cada
herramienta según las veces que se utilizan. Las llaves estándar y milimétricas estaban a la
mano. La prensa hidráulica estaba apartada ya que se usaba si acaso una vez al año. Luego, ya
que cumplimos con la organización necesitamos poner orden. Porque bien podemos tener
todo organizado pero desordenado. Por eso de este lado del taller esta todo lo relacionado con
lo eléctrico, por allá las rampas, y por acá donde recibimos la maquinaria. Entonces el orden
consistiría para evitar pérdidas de tiempo y claro, trabajo y esfuerzo.
Ya que se logra ser organizado y ordenado, se puede aspirar a la limpieza del lugar. La
limpieza es importante porque es la imagen de uno mismo, es el reflejo personal. Así que
debía procurar tener todo en estado higiénico, además que, la limpieza era un trabajo fácil
porque no había herramientas esparcidas sino todo lo contrario.
Cuando cumples con los tres aspectos anteriores, se supone que llegas a un nivel donde
regresar sería un retroceso, y mantenerte sería lo ideal. Así que él llamó a su equipo y recalco
Baltazar Quiñonez Verduzco 31
El despertar de un líder
que así debía estar siempre el taller. Era como un tipo de compromiso no escrito, donde todos
debían cooperar.
No bastaba con lo anterior, cual sería la importancia si solo se habían comprometido de
palabra. Éstas se las lleva el viento. Era necesario ponerlas por escrito. Las llamaba cartas
compromiso, y estaban firmadas por todos los integrantes del taller.
Cada uno de nosotros preservamos y mantenemos el compromiso. Él trataba de decirme que
son de cierta manera disciplinados. Qué sería de nosotros, si no somos disciplinados. En
nuestro actuar, en nuestra vida cotidiana, en la administración del dinero y en lo que decimos
de palabra.
Pasaron los siete días que debía estar al mando de Antonio. Anoté en mi cuaderno los pasos de
su método de orden y limpieza. Aprendí sobre el valor de la disciplina. Comprendí el motivo
por el cuál Don Oscar confiaba en él y respetaba su ritmo de trabajo.
En el día número veintinueve después del desayuno, me asignó con José, el encargado de todo
lo relacionado con herrería y carpintería.
Desde el primer día que me presente en el comedor principal, noté qué él es el más imponente
físicamente de los siete. Es un tipo de estatura alta, corte de pelo estilo militar, musculatura
predominante, estomago de lavadero me imagino. Me atrevo a bautizarlo con el apodo de
Popeye, el tipo fortachón. Aunque también puedo decirle Hércules. Probablemente causaría
agrado. O El Titán, como aquel gran barco donde se exporta granos a diferentes partes del
mundo.
Todo lo que tiene que ver con metales y madera, él era la persona indicada para hacer el
trabajo. De vez en cuando los amigos de Don Oscar, los invitados por él, encargaban trabajos
de herrería para sus haciendas. Sus trabajos eran de primera.
Baltazar Quiñonez Verduzco 32
El despertar de un líder
*Bueno muchacho, bienvenido a mi taller* me dijo.
Casi ninguna vez lo había escuchado hablar. Y descubrí el motivo. Tartamudeaba cuando se
sentía presionado. Los siete días a su mando no sabía sí serían una eternidad o disfrutaría el
trabajo. Nadie sabía nada de él. De donde venía, si tenía familia o hijos. Apareció en la
hacienda como por arte de magia. Era buena persona. Si El Perro lo dejo entrar es porque es
un buen tipo.
Además que Don Oscar debe conocerlo. No ponen de jefe de taller a las primeras a un
empleado. José debe tener su historia pero no la comparte con nadie. Todas las historias son
importantes porque son la base de nosotros mismos. Así como los cimientos de las casas, de
ellos depende la vida y duración. La historia nos define como somos y lo que seremos.
*Gracias Don José, aquí estoy para aprender* dije.
Al inicio de mis actividades al mando de él, tenía un trabajo que se le había encomendado por
parte de la Presidencia Municipal, la elaboración de bancas y la culminación del kiosco central
en la plazuela pública.
Tenía tres ayudantes al mando y conmigo ya somos cuatro. El trabajo encomendado era para
veinte días. El pedido era de cuarenta bancas. Hacían dos por día. Distribuido el tiempo
cumplirían con el pacto contraído. Pero no le dejaba tiempo para presentarse en la plazuela y
terminar el kiosco.
*Al paso que vamos no cumpliremos con el pedido* dijo.
Iniciaba en él un conflicto consigo mismo. Le preocupaba quedarle mal a Don Oscar y al
Presidente Municipal. Su trabajo no tenia mancha alguna, siempre cumplía con lo que se
pactara.
Baltazar Quiñonez Verduzco 33
El despertar de un líder
*En la escuela técnica aprendí a soldar y se algo de carpintería* dije.
Eso había sido ya hace algunos años, y carecía de practica con las maquinas que ahí había.
Traté de ser parte de las soluciones, no de los problemas. No me simpatizaba que José me
viera como un estorbo. Una presión más. Enseñarme algo en los siete días y además culminar
con los pendientes.
*Te enseñaré como usar la sierra eléctrica* dijo.
Se le aclaro que era buena idea contar con un ayudante más. Quizá no iba a ser tan mala mi
presencia. El primer día colabore con los demás ayudantes, me familiaricé pronto.
Comentaban que José se desesperaba con facilidad, que debía tomar las cosas con calma.
Físicamente se ve imponente pero tiene los sentimientos frágiles como una paloma.
Me encomendó cortar un lote completo de madera con las medidas que me ordenó. Tendría
trabajo para dos o tres días, cortarlas y además pulirlas. Es un trabajo extenuante. En cuanto
recibí la tarea inicié. Finalizado ese día, pedí permiso a José para quedarme un tiempo más en
la tarea ya que aun tenía energía.
Cómo sería posible que José no cumpliera con su encomienda. Todo es posible. Así decía mi
padre. Al salir del taller a buscar un poco de aire fresco, vi a mis amigos del taller mecánico.
Eran dos de ellos. De inmediato los aborde. Mi intención era platicarles como estaba la
situación, del pedido de la Presidencia Municipal. Los convencí de qué solo por ésta noche me
ayudaran en el taller de carpintería por algunas horas.
Estábamos dejando claro de trabajar tiempo extra sin recibir un pago a cambio. Lo hacían por
el gusto de ayudar. Porque estaban comprometidos con la hacienda.
Baltazar Quiñonez Verduzco 34
El despertar de un líder
Esa noche, cortamos y pulimos toda la madera con las especificaciones que me había dicho. El
trabajo de dos o tres días estaría listo para el siguiente día. El agradecimiento a mis amigos fue
solamente con un gracias. Bromeamos un poco durante el trabajo, escuchamos en la vieja
radio a Los Montañeses del Álamo. Para refrescarnos tomamos agua de horchata, que traje de
la cocina de La Lupe. Qué buena es ella, nos mandó unos taquitos de papas guisadas con carne
molida, frijolitos refritos, una panela y con tortillas de harina. Recuperamos la energía perdida
demasiado rápido.
Al día siguiente, un poco desvelado y ya recuperado del cansancio por el trabajo extra.
Estábamos esperando a José por fuera del taller. Como imaginamos los cuatro, venía
apresurado con síntomas de enojo consigo mismo porque no encontraba las soluciones de
tiempo a su trabajo. Al mismo tiempo llegaron dos amigos, los del taller mecánico.
*Buenos días Ezequiel, estamos aquí para ayudarte en lo que se pueda* dijeron.
Habían solicitado a Antonio el día libre por adelantado. Con la intención de que en ese día lo
trabajarían en la carpintería con nosotros en el pedido de las bancas.
Sumábamos seis ayudantes a disposición de José, la madera estaba cortada y pulida. Cuando
José entro al taller y miro que la madera estaba lista, se impresionó bastante. No esperaba
tanto de un aprendiz en un día. Creo que me subestimó.
*Ezequiel, creo que lograste salvarme de la locura* dijo.
En el primer día hicimos el noventa por ciento de las bancas, y al día siguiente el faltante diez
por ciento. Con la ayuda y trabajo en equipo el rendimiento se triplico y se redujo el esfuerzo.
José agradeció a los dos ayudantes que colaboraron con desinterés en el trabajo. Hablaría con
Don Oscar para qué de alguna manera se les otorgara una recompensa para ellos.
Baltazar Quiñonez Verduzco 35
El despertar de un líder
Estuvimos trasladándonos los días restantes a la plazuela pública, para terminar el kiosco. Fue
un trabajo elemental el que hicimos. No se siente igual trabajar encerrado en un taller a
trabajar en la calle. Sentí más libertad.
Tomamos un descanso al medio día. Estaba junto a un árbol de benjamín. Veía a los niños
jugar en el pasto verde. Sus papás estaban contentos porque sus hijos daban sus primeros
pasos. Que orgullo ser padre, debe ser una experiencia única. Cuando yo tenga hijos el
primero quiero que sea niña, que se llame como su mamá. Y el segundo que sea niño, que se
llame como su padre, para llamarlo como al abuelo.
Que la mamá sea bonita. Irnos de vacaciones juntos a Francia, sentarnos en la plazuela frente
a la Torre Eiffel. Tomarnos fotografías. Conocer los parques...
De pronto sentí agua, los ayudantes de José me mojaron. Desperté y todo fue un sueño. Los
muchachos me habían echado agua porque se acerco con nosotros el señor Presidente
Municipal. Nos saludó a uno por uno y nos preguntaba nuestros nombres. En mi turno me
presenté. Me pregunto que si era el Mayordomo. Hasta el Presidente Municipal tenia pleno
conocimiento de que estaba en entrenamiento.
Se dispuso humildemente a mis órdenes y en lo que pudiera ayudarme. Igual lo hizo con los
demás compañeros. El día último de los siete días habríamos cumplido con el pedido del
Presidente Municipal. Aproximadamente como cinco días antes de la fecha estimada.
Me felicitó por tener iniciativa y comprometerme con las obligaciones contraídas. Cuando
cumples bien con tus responsabilidades, muchos son los beneficios. El jefe, los empleados y
los terceros.
Pasaron los siete días que debía estar al mando de José. Cuando sea el Mayordomo sabré que
no debo presionarlo, sino que ofrecerle alternativas de ayuda. Sé que es un buen elemento y
Baltazar Quiñonez Verduzco 36
El despertar de un líder
conozco como trabaja. De él aprendí el valor del compromiso. Él estaba comprometido con su
trabajo, con Don Oscar y con el Presidente Municipal. No lo dudaré jamás. Anoté lo respectivo
en mi cuaderno de notas.
En el día número treinta y seis, durante el desayuno. Me felicitó Don Oscar porque los cinco
jefes que había tenido, me apoyaban para ser Mayordomo. No había pensado en algo. Era
como una campaña política, yo era el candidato, haría proselitismo por siete semanas, una
semana con cada jefe de taller y, sí obtenía el mayor número de votos, sería el ganador. Si así
es el plan del cacique. Prácticamente ya era él Mayordomo. De siete tengo cinco votos a mi
favor.
Pero no debo expresar aun nada. Estoy solamente haciendo suposiciones. Aunque es lógico
debo guardarlo solo para mí.
*Ezequiel, solo puedo decirte que vas bien* dijo Don Oscar.
Me asignó con Lázaro, el encargado de todo lo relacionado con actividades culturales,
recreativas y deportes.
Tiene la encomienda de organizar eventos de bailables, concursos entre los niños,
competencias de atletismo, promover el deporte y en general todo lo relacionado con
divertirse sanamente.
Cómo era posible que en la hacienda le pagaran buen sueldo a una persona para que organice
juegos. Eso no es justo. A él le pagan por divertirse. Eso no esta bien. Tendré que tomar cartas
en el asunto cuando sea Mayordomo.
*Soy Lázaro, encargado de las actividades culturales, recreativas y deportivas* dijo.
Baltazar Quiñonez Verduzco 37
El despertar de un líder
Hacía un año que se había creado ese taller. Era relativamente nuevo. Me explicó que Don
Oscar necesitaba hacer que los hijos de todos sus trabajadores y empleados e incluso ellos
mismos, tuvieran una distracción sana. Los medios adecuados para tomar los descansos y
relajarse. Apostaba que eso ayudaría a mejorar las relaciones sociales, de salud y harían todos
mejor sus trabajos. Eso es algo que no pensé antes.
En la región están de moda los cigarros de marihuana. Recordé que algunos campesinos la
fumaban y algunos de sus hijos deseaban probarla también. Por qué recurrir a las drogas y
vicios. Solo acarrean problemas de por vida. Por qué buscar problemas como ser humano en
vez de soluciones. Qué motivo puede tener una persona consciente para entrarle al vicio de
las drogas.
Era claro qué, Don Oscar tenia conocimiento de esos casos que se estaban presentando en la
hacienda y le preocupaba que los niños siguieran por esos senderos difíciles de dejar. Entendí
que debo aprender mucho de Lázaro en este taller. Cuán equivocados podemos estar sin saber
realmente lo que esta sucediendo en la realidad.
*Estoy listo para aprender jugando* dije.
Lázaro era un muchacho joven casi de mi edad. Egresado de una escuela normal rural donde
enseñan la pedagogía. No era casado pero tenía novia. Entre ambos atendían las
responsabilidades del taller. La novia desarrollaba temas en unas hojas blancas grandes sobre
la drogadicción, y las exponía a grupos pequeños de personas de la hacienda.
*Estamos desarrollando los planes para tener nuestra primer semana de actividades
culturales y deportivas* dijo.
Serían cinco días donde equipos de fútbol, béisbol, atletismo, carreras de caballos, rodeo,
oratoria, bailables y entre otros. Eran como diez los eventos a desarrollarse.
Baltazar Quiñonez Verduzco 38
El despertar de un líder
*Estoy aquí para aprender, estoy listo* dije nuevamente.
Nos sentamos en una mesa a conversar los tres. Necesitábamos repartirnos los pendientes
que había. Faltaban muchos aspectos que cubrir. Él y su novia tenían que ir hasta la capital a
conseguir uniformes, pelotas y balones, redes, trofeos y medallas. Aprovecharían su estancia
por allá para ir a las oficinas de Gobierno del Estado por algunas actas de nacimiento de
personas de la hacienda. Estaría fuera durante tres días. Era necesario poner en claro qué me
correspondería hacer, en el tiempo que no estuvieran.
El primer punto era conseguir en la oficina de Secretaría en la Presidencia Municipal la
anuencia para las carreras de caballos y el rodeo. No veía yo la necesidad de pedir permiso si
es un evento particular. Pero Lázaro me dijo que debemos informar al gobierno que se
realizarán eventos deportivos y culturales, donde habrá mucha gente. No faltaría alguno que
quiera andar escandalizando o provocando trifulcas. Para evitar eso, se paga un impuesto por
evento y se nos manda una patrulla para resguardar los días que duren los eventos.
Esa si es una buena idea.
Al día siguiente me presenté en la Presidencia Municipal. Estaban reunidos en un salón. Había
reunión de cabildo, lo supuse porque estaban todos sentados en mesa redonda. Estaban
discutiendo sobre los usos y costumbres de la región. Pues próximamente serían las fiestas
tradicionales. Los indígenas pedían que se les dejara hacer a ellos a su manera las fiestas, y la
Presidencia insistía en meter las manos y hacerlo a su manera.
Estaban acordando cómo serían las cosas. Pensé qué en nuestro país se respetaban los
derechos de todos por igual, y respetar los derechos de los indígenas. No se merece nadie de
este país que se viole su estado de derecho. Espere a que terminaran su sesión.
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El despertar de un líder
*Buen día señor Presidente Municipal, soy Ezequiel, de La Hacienda La Campana del Tesoro,
me puede recibir cinco minutos* dije.
Me recibió con un abrazo y un fuerte apretón de mano en su saludo. Qué señor tan saludador
es él. Me preguntó cómo estaba, que sí qué novedades había, que sí cómo estaba Don Oscar,
que sí cómo nos fue en la cosecha y recordó lo de las bancas.
Respondí con naturalidad a sus preguntas. Me sentí en confianza.
*Vengo a solicitar una anuencia para una semana cultural y deportiva que se planea muy
pronto en la hacienda* dije.
Mando llamar a la secretaria y le dio instrucciones para que elaborara el documento solicitado
y el recibo de pago de impuestos. Me despedí de él y agradecí todo el apoyo. Hice de manera
informal la invitación a que asistiera como invitado de honor a la inauguración. Le interesó
bastante la idea así que enviaría a una persona para ver en que podía ayudar o cooperar.
Llegó Lázaro de la capital y traía varias cajas de cartón en la camioneta. Bajamos todas y las
colocamos dentro del taller que tiene asignado. Había conseguido todo lo que ocupábamos
para la semana de los eventos. Qué bien se siente personalmente, cuando se ayuda a los
demás sin esperar nada a cambio.
Estábamos los tres desempacando aun cuando llega un niño.
*Te hablan por teléfono, es la secretaria del Presidente Municipal* dijo el niño.
Sonrió Lázaro. En broma dijo que no sabía que yo era amigo del Presidente Municipal. Que lo
tenía bien guardadito. Rápidamente le comente que lo había invitado para que estuviera
presente en la inauguración de los eventos y a lo mejor me habla para confirmar.
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El despertar de un líder
Acudí hasta el teléfono que se encontraba en la estancia.
*Ezequiel, no se enojará Don Oscar si invito al señor Gobernador del Estado a la inauguración,
esa semana estará él por aquí en la región* dijo el Presidente Municipal.
Sentí grandeza en ese momento, cómo los planes estaban tomando forma. Sería suerte. Qué
Lázaro y su novia se hayan ido a la capital y yo me hubiera encargado de ir a la Presidencia
Municipal. No entendía porque me llamaba a mí por teléfono. Por qué no le habla directo a
Don Oscar. Por qué me pide autorización a mi. Aun no soy el Mayordomo, solo estoy en
entrenamiento. Sería que Don Oscar tendrá dicho que tengo autoridad ya.
*Señor Presidente Municipal, ustedes son bienvenidos siempre, los esperamos con ansias*
dije.
Fue una llamada telefónica de un minuto. Dijimos lo que teníamos que decir y nos
despedimos. Todo quedo claro y entendido. Así debemos ser en ocasiones.
Informé de inmediato a Lázaro, pues era mi jefe inmediato en ese momento, para que
notificara a Don Oscar. Durante el desayuno él informó sobre la llamada por teléfono y de las
intenciones que tenían los políticos. Todos apoyaron y estuvieron de acuerdo en que así fuera.
Don Oscar ordenó dar un retoque de pintura a la hacienda.
Lázaro me mostró el rol de los equipos que jugarían y los horarios de los demás deportes.
Estaba todo bien planeado y esquematizado por escrito. Se hicieron públicos los horarios y
roles de los juegos. La fecha de inauguración de los eventos, sería en el día siete que estaría al
mando de Lázaro. Al día siguiente se me asignaría a otro taller.
La inauguración fue muy concurrida. Vinieron personas de otras haciendas y de la región.
Estuvo presente nuestro Gobernador del Estado, el señor Presidente Municipal, el Diputado
Baltazar Quiñonez Verduzco 41
El despertar de un líder
por nuestro distrito y Don Oscar en la mesa de honor. Dirigieron cada uno palabras de aliento
y consejos para seguir practicando algún deporte. Hubo gente que abordaba a los políticos
para saludarlos de persona. Algunos les pedían apoyos para solucionar algún problema que
tenían.
Se iniciaron con las actividades y todo marchaba muy bien.
Agradecí a Lázaro la oportunidad de trabajar con él. Cambié de opinión respecto al sueldo que
ganaba y de que no era necesario ese taller.
En los siete días aprendí que para tener éxito en los resultados necesitábamos planear y
organizar las ideas que tenemos. Resumo que el valor aprendido en esos siete días fue la
planeación. Anote lo respectivo en mi cuaderno de notas.
En el día número cuarenta y tres después del desayuno, me asignó con Francisco, el encargado
de todo lo relacionado con la salud.
Él es una persona que no tuvo en su tiempo, la manera económica de costear la profesión de
medicina. Pues quería ser médico. Sus padres solo pudieron pagar el estudio para enfermería.
Es una persona muy joven, apenas tiene treinta y dos años. Es casado y tiene un niño de cinco
años. Él es de esta región. Trabajó algún tiempo en la capital en hospitales públicos y privados
en lo que sabe hacer.
*Soy Francisco, encargado de la enfermería* dijo.
Para qué era necesario estar siete días con él. No iba a aprender a aplicar inyecciones o a
poner sueros. No descubría las intenciones de Don Oscar de designarme a esa área. Pero
recordaba que necesitaba su voto y debía hacer un esfuerzo grande por aprender cosas
nuevas. Cómo hay cosas que aprender en esta vida.
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El despertar de un líder
*Mucho gusto trabajar contigo, pondré todo mi esfuerzo* dije.
Hay algo que me molesta de los hospitales. El olor a alcohol, me provoca nauseas. Él me asigno
no directamente a enfermería, sino a un programa de la hacienda para vacunar a todos los
niños menores de diez años. En estos tiempos se tiene que ir en busca de ellos, porque es
difícil que acudan a la enfermería a vacunarse.
*Que opinas Ezequiel, si tienes todo, casa, familia, dinero y trabajo, pero no tienes salud* dijo.
No respondí en el momento, me tomé unos minutos. Se me vinieron recuerdos de gente de la
región que habían trabajado duro toda su vida, con el fin de tener mucho dinero y vivir bien.
Ahora de viejos tenían problemas de artritis, diabetes, presión arterial, incluso familias
desunidas porque se habían dedicado a atender los negocios en lugar de atender a su familia.
Habían preferido el dinero.
*Qué es importante tener buena salud, antes que tener lo demás* dije.
Comprendí algo en que no había pensado en mi vida. Debemos cuidar nuestra salud como
prioridad principal. De qué me serviría el dinero si no puedo compartirlo felizmente. De qué
me sirve una camioneta nueva si no puedo pasear con mi familia. De qué me sirven las tierras
en abundancia si hay campesinos que no tienen nada. De qué me sirve ser Mayordomo si no
voy a cuidar la salud de mis trabajadores.
Comprendí a Don Oscar. Nuevamente había descubierto el objetivo. Era necesario que
aprendiera el manejo básico en la enfermería para qué, sí en algún momento fuera yo el
Mayordomo darle la importancia que se merece a ésta área.
*Hoy iniciamos con la campaña de vacunación* dijo.
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El despertar de un líder
Antes de iniciar la campaña Francisco me dijo, qué era necesario que me vacunaran contra
hepatitis, tétanos, sarampión y rubéola. Todos los que se dedican a eso deben siempre
prevenirse vacunándose. Anticipando siempre la salud general. Accedí de no muy buena cara,
no era justo, tantas inyecciones seguidas. Pero ahora ya tengo mi cartilla de vacunación
actualizada.
Me correspondía llevar las anotaciones en un formato que enviaba la Secretaría de Salud de
nuestro país. Anotaba el nombre, la edad y meses, el sexo y anotar que se entregaba la cartilla
de vacunación respectiva. La enfermería pertenecía a la hacienda desde hace algunos meses,
pero era asistida en medicina por el Gobierno. Francisco no tenía buen sueldo de la Secretaría
de Salud, pero también estaba en la nómina de la hacienda.
Aprovechamos el evento cultural y deportivo que estaba realizándose, e hicimos corte parejo
en la selección de los que deberíamos vacunar. En ese momento estaban jugando béisbol dos
equipos. Éste día hicimos un buen trabajo.
Al día siguiente, por misterioso que pareciera, no había ningún niño en los callejones, ni en los
patios de las casas, ni en el jardín, ni en los campos deportivos. Todos los niños habían
desaparecido. Se corrió la voz entre ellos, que andaban vacunando al que se encontraran a su
paso, sea del lugar que sea.
Sentí rara la hacienda sin niños que anduvieran jugando por todos los lugares. Antes no daba
importancia a los gritos de ellos, pues me parecía normal todos los días verlos reír. Que
importantes son los niños. Debemos atender su salud siempre para que estén sanos cuando
sean grandes. Ellos le temen quizá a las inyecciones, pero hasta éste momento inyectarlos
puede salvarles su vida. Vacunar a los hijos y llevar su cartilla actualizada es una prioridad. Si
así se hace, es que se es responsable.
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El despertar de un líder
Supe que la decisión de Francisco por ser médico fue porque uno de sus hermanos, por
desconocimiento de su papá, negó que se le vacunara contra la poliomielitis. La consecuencia
es qué su hermano ya no pudo caminar mas. Ahora era necesario el uso de una silla de ruedas.
Por eso él deseaba ser médico, para ayudar en la procuración de la salud.
La enfermería me parecía que requería adecuaciones de orden. Recordé el método
implementado por Antonio en el taller mecánico. Escribí el proceso en una hoja en limpio y
explicado lo más claro posible para que lo leyera Francisco. Cómo es que un plan tan bueno no
tiene seguimiento. Cuando sea Mayordomo debería proponerlo para toda la hacienda. No
había pensado en hacerlo de conocimiento general. Esa si es una buena idea.
Un día llego personal de la Secretaria de Salud a traer medicamentos y material curativo.
Entre otras cosas venían póster sobre temas de cuidados maternos y prevención de
enfermedades. Que bueno que se preocupa en Gobierno por mantener la salud pública.
Pasaron los siete días que debía estar al mando de Lázaro. Conocí objetivamente acerca de
primeros auxilios. Aprendí el valor de cuidarse uno mismo y cuidar a los demás. La salud es
primordial. Anoté lo respectivo en mi cuaderno de notas.
Finalicé mi entrenamiento de las siete semanas. Durante el desayuno habitual. Me sentía con
capacidad para ser Mayordomo. Pues no parecería trabajo difícil. Es algo práctico esa labor.
Descubrí que el secreto es estar bien con las personas, lo demás resulta fácil.
Los siete concluyeron con el desayuno y se retiraron del comedor principal. Le dieron las
gracias a Lupe la cocinera. Habíamos desayunado un platillo típico, menudo.
Don Oscar estaba atendiendo la correspondencia en silencio.
*Ezequiel, tengo el reporte de qué estás listo* dijo.
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Por un lado sentí felicidad porque me esforcé para aprender todo lo posible. Había tenido
buenos maestros. Comprendí que no se necesita ser licenciado o médico para ser maestro.
Ellos no tienen universidad y aprendí bastante. Eso sí es ser maestro. Me preocupaba que sí
me diera la oportunidad de ser Mayordomo, podría ser buen maestro también.
*Tienes dos días para escribir en un cuaderno nuevo, todo lo que aprendiste en las siete
semanas* agregó.
Pensé que me iba a solicitar que de inmediato tomara posesión del cargo. Qué ideas tiene, no
es como los otros caciques. Quizá tenga escuela. Cómo es posible qué me solicite hacer
actividades fuera de lo común. No me atrevía a preguntarle por respeto. Él es un tipo que se
debe tratar con respeto.
De inmediato comencé con la elaboración y escribí lo aprendido en las siete semanas, era
como un tipo de manual donde me guiaría para tomar decisiones. Si eso era. Eso quería el
cacique, una guía que me sirviera para qué mis decisiones, estén respaldadas en la experiencia
de los demás y la mía propia. Con eso no dudaría demasiado al hacer elecciones.
Presenté el manual tres días después. Durante el desayuno. Hizo extensiva una noticia
agradable.
*Tienen aquí a Ezequiel, el nuevo Mayordomo de La Hacienda La Campana del Tesoro* dijo.
Era como sí me estuviera tomando protesta. Así lo sentí. En dos ocasiones estuve en la toma
de protesta para Presidente Municipal. Recuerdo muy bien. Era algo similar a lo que estaba
sucediendo en el comedor.
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El despertar de un líder
Los siete me hicieron el comentario de qué todo saldría bien, que era cuestión de imponerse.
Esa sensación deben sentir todos los nuevos cuando se inician en un empleo. Pero tenía una
carta escondida. Ya me gustaban los retos.
*La próxima semana nos visita el señor Senador, viene con su familia a tomar un descanso*
dijo.
A parte de las otras encomiendas diarias en la hacienda, se me asignó preparar las actividades
de la bienvenida, estancia y planeación de actividades que él político pudiera desarrollar. Los
políticos no me gustan, dicen solo mentiras. Bueno, a excepción de algunos, no debía juzgar a
todos parejos. Quizá éste Senador era buena persona.
Me quedé con la duda que tipo de parentesco tenia el cacique con él. Un político de ese nivel
tiene dinero como para pasar sus vacaciones en Europa u otros lugares más conocidos que la
propia hacienda.
Por qué aquí, en éste lugar alejado del centro del país y de nuestra capital.
Ya tenía varias semanas sin hablar con El Perro, el señor mayor que siempre estaba en la
puerta principal. Decidí ir con él para platicar un momento, quizá y hasta puedo pedirle un
consejo sobre el recibimiento que organizaba.
*Todavía no se le suben los humos muchacho* dijo.
Solo sonreí y traté de explicarle que de ser posible tendría siempre los pies en la tierra. No
olvidar mi origen y mi gente.
Él recordó qué cuando era joven, ésta hacienda era sitio de descanso de gente importante. Dijo
que Generales Militares, Senadores, Gobernadores y otros Secretarios eran amigos de los
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El despertar de un líder
papás de Don Oscar. Él tuvo la función de la vigilancia de la hacienda, para evitar que bandidos
intentaran algo perverso.
El Perro fue un tipo de cuidado, en su vida había sufrido por lo menos unos quince impactos
de bala y seguía vivo, y supe que también tenía su cuenta de bajas.
Defendió al abuelo de Don Oscar de un intento de asalto por las colindancias de la hacienda, se
paró frente a los bandidos y sirvió como escudo para su jefe, dicen que logro tumbar a cuatro
esa vez.
¿Cómo es posible que una persona se convenza con su trabajo a ese grado? Propiamente a mi
se me hacía algo no muy común.
Hacia mucho tiempo, la esposa de El Perro, tuvo una enfermedad grave, y le pidió ayuda al
viejo Oscar, le había dicho que no tenía dinero para pagarle lo que le prestara, pero que dejaba
en prenda su vida. Comprendí que la vida a veces nos pone entre la espada y la pared. Él solo
cumplía con su palabra. Él si era un verdadero hombre.
Me pareció casi irreal que él supiera de principio a fin qué actividades debería hacer para
recibir al Senador. Rápidamente enliste todo lo que me estaba diciendo y me pido subrayar
algo.
*No te enamores de las hijas de ellos* dijo.
Qué era esa aclaración. Qué tengo cara de enamorado. Si jamás había estado enamorado. No
tengo tiempo para ocuparme de una novia. Ni compromisos tenia. En la escuela si conviví con
muchachas muy bonitas pero no había pensado en enamorarme. En la región donde vivo hay
muchachas muy trabajadoras. Cómo era posible que no me despertaran interés. Recordé a mi
padre. Todo a su tiempo.
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El despertar de un líder
Elabore un plan de recibimiento al Senador. Fui en el mejor auto de la hacienda a la estación
del ferrocarril. La gente bajaba del tren, cómo iba a saber quienes eran. Planee casi todo
menos en investigar cuales eran las características del Senador y su familia. De pronto se
acercaron tres personas a mí.
*Es éste el automóvil de Don Oscar* preguntó.
Era el Senador, Don Adolfo, quien se había presentado, pues su vestimenta no parecía la de un
político de altura, más bien, parecía un turista común y corriente. Pero si portaba un reloj de
oro, lentes graduados de marca, zapatos relucientes, cinto de piel, sombrero del tipo que usan
en el centro del país y a decir verdad combinaba muy bien todo su atuendo.
*Sí, soy el Mayordomo, me llamo Ezequiel, estoy aquí para transportarlos a La Hacienda La
Campana del Tesoro* dije.
Él venia acompañado de su esposa, una mujer de tez blanca, estatura media, ojos azules,
cabellos castaño claro, de complexión delgada. Una mujer muy carismática y atenta. Notaba
que era muy bondadosa. Era francesa. Se habían conocido ellos en un intercambio de la
universidad. El Senador estuvo en Francia un año, tiempo suficiente para conquistar a su
esposa. Así fue como llegaron a casarse.
La hija de ellos es casi de mi edad, tiene veinte años, nacida en Francia pero con materia prima
mexicana. El parentesco físico es el típico de los franceses pero con mucho parecido al
Senador. Por atuendo portaba un traje de manta blanca, bordado de flores de todos colores.
Alcance a percibir un olor a perfume de fresa. No di importancia por el momento a ella ya que
me concentraba en darle la bienvenida al Senador, explicándole la historia de estos lugares.
Llenos de costumbres y tradiciones indígenas. Historias revolucionarias y creencias que
predominaban.
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El despertar de un líder
Atentos los tres, llegamos a la hacienda.
*Está igual que cuando vine la última vez* dijo el Senador.
En aquel tiempo el Senador habría venido con su padre, que también era político. Él era
soltero y más joven en aquel tiempo.
El recibimiento fue con la banda de música, Hermanos del Álamo. Tocaron canciones
populares y dos o tres peticiones que hizo él. También fueron recibidos por Don Oscar y
estuvieron platicando por unos minutos. Los guiamos hasta sus recamaras. Las dos mejores
de la hacienda. Una para los esposos y una sola para la hija.
*Ezequiel, tu instala a la hija del Senador, invítala a un recorrido, yo esperare al Senador con
su esposa en la estancia* dijo.
Por qué el destino estaba cumpliendo al pie de la letra lo que me dijo El Perro. Qué
significaban esas respiraciones mas seguidas. Sentía los latidos de mi corazón hasta mis
rodillas. Acaso me estaba enamorando de la hija del Senador.
*Tomaré una ducha y después me puedes invitar a conocer esta bonita hacienda* dijo.
Había visto a los pavorreales cuando tratan de aparearse. Hasta ese momento entendí que el
macho extiende su bello plumaje para demostrarle a la hembra su galanura. Por qué no había
entendido eso antes.
Apresuré el paso a mi recamara, escogí mi mejor ropa y tarde más en quitarme los huaraches
y ponerme unos choclos americanos que me había regalado Don Oscar.
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El despertar de un líder
Dejé mi sombrero y puse sobre mi pelo un gel que se llamaba “glostora” jamás lo había usado
pero era necesario porque así lo ameritaba la ocasión. Eso sí, no faltó en mi pantalón de
mezclilla mi paño rojo y mi cinto de cuero de cabrito. Por suerte me afeite por la mañana.
Apresurado iba a la recamara de la hija del Senador, cuando me interrumpe Lupe la cocinera.
Mijito, llevas la camisola al revez. Sonriendo estaba porque me sucedió eso. Regresé a la
recamara y arregle mi error. Al salir a encontrar a la hija del Senador debía pasar por el jardín.
Corté una rosa roja.
Justo al llegar a la puerta de la recamará de ella. La abrió, allí estaba la hija del Senador. En
esta ocasión ahora traía el cabello suelto. Un vestido de una sola pieza parecido al anterior. Y
huaraches de tres puntadas.
*Y esa rosa roja, seguramente es para tu novia* dijo.
Por qué hacia eso. Estaba preguntándome para saber sí la rosa era para mi novia y descubrir
si la tenia, o si preguntaba para qué yo respondiera sí era para ella. A veces no entiendo nada a
las mujeres.
*Es para tí, bienvenida nuevamente* dije.
Se colocó la rosa roja entre su cabello y su oreja. Estaba haciendo calor ese día, así que la guié
hasta los establos. Ensille dos de los caballos mas mansos, y le propuse recorrer esa área.
*Me dan miedo los caballos, podemos ir en uno solo* dijo.
Por qué Dios insiste en acercarme cada vez más a la hija del Senador. Será que ella lo hace
todo intencional o estaba delirando yo.
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El despertar de un líder
Propuse que bien podíamos caminar, e ir tomando descansos mientras le platicaba sobre la
hacienda.
Llegó un peón montado en un caballo. Don Oscar me necesitaba. Que estaría en la estancia con
el Senador.
*Disculpa, entre tanto alboroto ni me presenté, mi nombre es Ezequiel* dije.
*Sí, ya lo sabia, yo me llamo igual que mi mamá, Reginee* dijo.
*Que nombre tan bonito* contesté.
*No seas malo, esta feo el nombre, no me gusta* dijo.
Prefirió que le llamara por su alias, le decían Reg. Ese sí que era una apodo más raro que el
propio nombre. Yo conocí a El Perro, El Carretas, El Gordo Panzón, El Chiflado, El Becho, pero
Reg, eso me sonaba como Ruf, la abuela de una amiga que vivía en otra región, en la sierra
madre occidental.
Regresamos con Don Oscar y el Senador. Pues era ya el momento de la comida. Opte por
encaminar hasta el comedor principal a Reg, acomodé la silla. Y decidí salir de ahí. Pues creí
que no me correspondía estár en esa elite. Sus temas de conversación quizás no me incumbían
y además quería ser lo más respetuoso posible.
Don Oscar me detuvo y me pidió que los acompañara en la comida. Éramos solo los cuatro.
Que debía decir yo. No estaba seguro de decir palabras que fueran del nivel de ellos.
*Cómo te comenté Oscar, en las próximas elecciones seré el candidato a Presidente de la
Republica* dijo el Senador.
Baltazar Quiñonez Verduzco 52
El despertar de un líder
Cómo fui a llegar a ese comedor con esa gente. Cómo es posible que de pronto esté en la
misma mesa que el futuro Presidente de México.
La platica entre Don Oscar, el Senador y su esposa, se enfocaban a planear cómo
desarrollarían a nuestro país con sus ideas. De cómo pretendían hacer algo grande para esta
región.
*Sí tu fueras Presidente de México muchacho, que harías por ésta tu tierra* preguntó el
Senador.
Precisamente esas eran las preguntas que no sabría contestar. Pues cómo puedo decirle a un
Senador que repartiera mejor las tierras, que acabara con la pobreza, que generará más
empleos y que se acabaran los caciques.
Esas son respuestas que no debía responder. En mi opinión iba implícita la de Don Oscar, pues
soy su brazo derecho. Debía poner en alto mi nombre y el de mi jefe. Tal cómo una vez lo hizo
El Perro. Así qué responderle eso, solo dejaría escapar la oportunidad de crecer. Más bien
debía pensar en algo grande, algo que sirva a todos los de ésta región.
*Con su permiso señora Reginee, Senador, Reg, Don Oscar, cada temporada las lluvias son
menos. El río lleva menos agua y la disputa por ella nos trae problemas* dije.
Esa sí era una buena introducción, pedir el consentimiento a todos para dar mi opinión. Era
una oportunidad de lucirme, pues tenía la atención de dos de los hombres más poderosos de
México. En la historia no conozco una situación parecida a ésta. Estaba a punto de qué me
escucharan y por lo tanto era necesario algo de persuasión.
Baltazar Quiñonez Verduzco 53
El despertar de un líder
Debía poner en práctica los valores que aprendí en las siete semanas. Aplicar una táctica
sanamente agresiva si quería quedar bien, sobre todo ante Reg. Éste podría ser el examen que
determinaría si estaba aprendiendo a ser grande, o seguía siendo uno más del montón.
*Construir una obra rió arriba, un represo de dimensiones enormes, que satisfaga las
demandas por igual a todos los de por aquí* terminé.
*Que lleve sus apellidos “Ruy Martínez”* agregué.
Sentí cómo las miradas de todos estaban sobre mí. Pero estaba tranquilo al saber que esa sí
era una idea innovadora, única en esta parte norte del país. Sentí que había cumplido con mi
deber de mexicano. Haber participado con la patria.
Don Oscar dejó el tenedor sobre la mesa, tomó su servilleta, dio un sorbo a su taza de café.
Seguía mirándome sin parpadear. El Senador siguió degustando el platillo de la comida. Carne
machaca guisada con cebolla blanca, tomates, cilantro, chiles serranos, frijoles refritos,
tortillas de harina y un buen café. Después llego un silenció por parte de todos.
*Eso es precisamente lo que necesito Oscar, algo de magnitudes no vistas antes* dijo el
Senador.
Había aprobado mi examen. Dejé un buen sabor de boca como decimos en la región. El
Senador daba sorbos a su café.
*Me gusta la idea de qué lleve mis apellidos, Oscar, que opinas tú* dijo.
*No sabía que tenía todo un estadista por Mayordomo* agrego Don Oscar.
Con el comentario de Don Oscar mi respiración regreso a su estado normal, me dejaron de
sudar las manos y volví a tomarle sabor a la comida.
Baltazar Quiñonez Verduzco 54
El despertar de un líder
*Si se puede Oscar, mañana quiero ir río arriba, llevas al muchacho, quiero que me muestre el
lugar* dijo el Senador.
No era yo mismo ya. Me estaba transformando en otro hombre. Ahora era necesario hacer
ciertos cambios en mi mentalidad. Comprender que tenía responsabilidades importantes. No
como arar la tierra. Ahora era necesario tener más capacidad en todo, pensar en grande.
*Aun estoy analizando tu propuesta Ezequiel, es muy interesante* dijo Don Oscar.
Reg bromeó un poco ocasionando que todos riéramos. Dijo que sí su papá tenia su represo de
esa magnitud, ella quería una hacienda como ésta.
El tiempo que restó en la comida fue de plática cerrada entre el Senador y Don Oscar. Reg, su
mamá y yo cambiamos de tema y nos dedicamos a bromear. Les platiqué que había un
vaquero que no salía por las noches sin sus trenzas de ajo, porque temía que el chupacabras se
lo llevará. Y así estuve por un rato, fui el centro de atención de ellas.
Otro día muy temprano, un grupo de hombres que alisté, acompañaríamos al Senador y a Don
Oscar río arriba, tal como se planeó en la comida. Lupe la cocinera nos dio huevos cocidos
para el desayuno y café. Mis hombres llevaban rifles calibre 30 – 40 por si veíamos algún
venado o cochi jabalí. Llevábamos caballos extras, por si algo pasaba con los otros. Fuimos en
camioneta hasta donde se pudo y llevábamos los caballos en remolque. Hicimos cuatro horas
más a caballo hasta el lugar que les indiqué.
*Cuánta riqueza hay en este país* dijo el Senador.
Se sentía en contacto con la naturaleza. Por suerte ese fue un día nublado, así que el sol no nos
estaba castigando tanto.
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El despertar de un líder
Recorrimos por varias horas esa área. Se hicieron cálculos imaginarios de las dimensiones de
los diques y cemento que se ocuparía. Don Oscar se animó de decir que en unos cinco años
podría quedar concluida la obra.
No pensé en los costos ni en el tiempo que se tomaría en la construcción de lo que propuse.
Solo pensé en el beneficio que resultaría. Deduje que si se gasta en obra se incrementarían las
probabilidades de crecimiento en la región. Pues habría agua para todos y ya no sería un
obstáculo para sembrar más tierras de cultivo y, para el propio consumo humano.
Las tierras que eran antes de agostadero muy pronto serían de riego. Por consiguiente
adquirían mas valor económico.
Mientras Don Oscar y el Senador intercambiaban ideas, recordé el momento cuando le regale
la rosa roja a la hija del Senador. Qué muchacha tan guapa. Creo que me enamoré de ella. Y
como no habría pasado eso, si tal parece que nos entendemos muy bien.
Faltaban unas dos horas para que el sol se ocultara, partimos de regreso a la hacienda.
Al día siguiente, el Senador hizo una llamada por el teléfono, a un amigo de él. Era un
ingeniero, un tal Alfredo Robles, lo supe porque así le llamo.
Le pidió que viniera hasta éste Estado lo más pronto posible, que necesitaba un favor
importante. Que se trajera todo el equipo. Fue lo que alcance a escuchar.
El favor más importante que yo había pedido en ese día, fue en la cocina de La Lupe, le había
pedido de favor que me pasará otra tortilla de harina.
Pero el Senador le estaba pidiendo algo que no es tan fácil de hacer. Eran como tres días de
camino en tren hasta esta región si no había contratiempos.
Baltazar Quiñonez Verduzco 56
El despertar de un líder
Me solicitó el Senador que pasará el día con él y con Don Oscar, pues recorrerían los establos y
las tierras de cultivo en la mañana y regresar por la tarde.
*Quiero saber que más trae este muchacho Oscar* dijo.
El Senador estaba dispuesto a seguir escuchando a éste humilde Mayordomo. Estoy
reconociéndome como tal. Me lo merezco. Me he esforzado para lograrlo.
*Si le sigues preguntando a Ezequiel, te va decir que cuando tu seas Presidente de México, él
querrá ser Secretario de desarrollo social* dijo Don Oscar.
Todos reímos bastante. Cómo había pasado tiempo que no reía tan seguido y sin complejos.
*No, no es para tanto Don Oscar, con que me conceda cortejar a Reg el Senador* dije.
Cerré los ojos fuerte, detuve mi respiración, llevé mi mano a la cara como dándome un
manotazo, y permanecí callado sin ver a los ojos a Don Oscar y al Senador.
Sentí qué el mundo se me acababa. Que injusticia había cometido, me estaba ganando la
confianza del Senador y ya había dicho algo que quizá le molestaría. Me va mandar fusilar
pensé. Pero no es de hombres retractarse de lo que se dice y se hace, debemos enfrentarnos a
nuestros actos. Al fin lo que había dicho, lo había hecho con respeto.
Mis intenciones eran buenas y yo me considero un buen muchacho también, trabajador.
Así que decidí tomar mi postura normal y ver a los ojos al Senador.
*Disculpe mi atrevimiento Senador, creo que actué mal al decirle eso* agregué.
Hubo un momento de silencio entre los tres. Don Oscar veía a lo lejos las tierras de cultivo. El
Senador seguía aún pensativo.
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*Estuve tan ocupado con mi asuntos, que no me di cuenta que mi hija había crecido* dijo.
Si bien esa era la oportunidad de decir algo mas apropiado. Más claro y preciso. Cómo pude
decir eso si apenas eran unos días de conocer a Reg. Era algo apresurado decirlo. Pero estaba
seguro que también a ella yo le gustaba. En éste momento debe estar extrañándome como yo
a ella, pensé.
*Reg tiene muchos planes muchacho, quiere estudiar en Francia, quiere conocer el mundo*
dijo.
Cómo sería posible que una persona humilde como yo, pueda querer cortejar a una muchacha
de alta sociedad. Acabo de enterarme de algunos de sus planes y no está en mis posibilidades
pagar los estudios en el extranjero, menos financiar viajes para conocer el mundo. Como iba a
fijarse en mí. Estaría haciéndome falsas ilusiones. Pero sí todos mis sueños se han empezado a
cumplir, por qué este no habría de cumplírseme. Que injusta es la vida. Así que me propuse a
ahorrar por completo todos mi sueldos, no gastaría ni un centavo.
*Don Oscar me va tener que aumentar el sueldo* dije en tono de broma.
El Senador y Don Oscar rieron bastante. No se tocó más el tema de la hija. En cambio ellos
siguieron con lo suyo, hablar de política.
Fueron varios días que hacíamos recorridos por toda la hacienda. El Senador quería disfrutar
cada momento del día. Pues quién no, si la hacienda es maravillosa.
En cambio debía estar yo a la expectativa de las peticiones de Don Oscar y no dejar de lado mi
responsabilidad como Mayordomo. Hubo días en que no veía ni un minuto a Reg.
Eso me entristecía un poco. Porque quería platicar con ella y hacerla sonreír. Que ojos tan
bonitos tiene Reg.
Baltazar Quiñonez Verduzco 58
El despertar de un líder
Pensaba que el Senador había hablado con Don Oscar para traerme ocupado todo el día y
pasar el menor tiempo posible con la hija. Si eso era, estaban de acuerdo para eso. Era un
complot.
Por fin llegó el ingeniero que había contactado el Senador. Traía consigo algunos instrumentos
de medición. Descubriendo las intenciones del Senador. El ingeniero haría una serie de planos
y medidas para el represo. Había tomado la idea muy en serio.
Se llegó el momento de qué partiera el Senador y su familia a la ciudad capital de la República.
El ingeniero se quedaría por unos días más.
En la despedida era la oportunidad para decirle a Reg lo que sentía. El Senador y su esposa se
despidieron muy amablemente, quedaron encantados con el trato que les dimos en la
hacienda. Se había cumplido su objetivo del viaje. Tomar unos días de descanso y salir de la
rutina diaria.
Subieron al tren. Yo ayudaba con el equipaje. No encontraba la manera de decirle algo a Reg.
Entraron al vagón del tren.
*Perdí la oportunidad de mi vida* pensé.
Se había marchado ella para no volver a verla, quizá jamás.
De pronto baja del tren Reg. Se acerca a mí y me da un beso en la mejilla. No me dijo ni una
palabra. En cambio puso en mi camisola una notita con un corazón con mi nombre y el de ella.
Decía la nota: “Te quiero, volveremos a vernos pronto. Te esperaré”.
Parado en la estación del tren, sintiendo mariposas en el pecho y mirando estrellitas
alrededor de mi cabeza. Otra vez esa sensación de estar flotando en el aire. El tren se perdió
de la vista de los que despedíamos a nuestros seres queridos.
Baltazar Quiñonez Verduzco 59
El despertar de un líder
Al término de unos días, el ingeniero concluyó con sus planes.
En un desayuno con los siete, conmigo y Don Oscar, pidió al ingeniero nos detallará lo que
había encontrado.
*El represo actual es demasiado pequeño y no da abasto. Aproximadamente es de un millón
de metros cúbicos de capacidad de almacenaje de agua y no está sobre el cauce principal* dijo.
Lo que nos presentaba el ingeniero nos dio temor. Era una obra de ultra dimensiones. Se
ocuparían dos mil quinientos hombres para culminarla en cinco años. Tendría una capacidad
de unos mil quinientos millones de metros cúbicos de agua de primera calidad.
Suficiente agua para quince años sin que llueva en ese periodo. Estábamos todos
boquiabiertos, cómo era posible lo qué se nos estaba presentando. Era algo que no se podía
hacer.
*Cuánto cuesta en pesos construir esa obra* pregunte.
Pensativo el ingeniero, repasó sus notas y confirmó algunos cálculos aritméticos.
*Alrededor de ochenta mil millones de pesos* argumentó.
Todos nos quedamos desconcertados por semejante cantidad. Era un ocho con varios ceros a
la derecha. Yo conocía los billetes de mil pesos. Son un uno con tres ceros. Lograba ahorrarlos
a veces hasta en dos meses. Ochenta mil millones de pesos ni en toda mi vida podría juntarlos.
*Cuando llegues a México, ve con el Senador y dile que me hable por teléfono* dijo Don Oscar.
El proyecto tenía la aprobación del hombre más acaudalado de la región. Y estaba dispuesto a
que beneficiara a todos los campesinos. No solamente a los caciques sino también a los ejidos.
Baltazar Quiñonez Verduzco 60
El despertar de un líder
Don Oscar se enfrentaba a un gran reto. Convencer a sus semejantes para que no se opongan a
la aprobación para construir el represo. Me ordenó visitar a cada comisario ejidal y delegados
de las comunidades de la región, para que les explicará sobre éste nuevo proyecto.
Me dio veinte días para recorrer en su totalidad la región sur de nuestro Estado. Serían
algunos días muy agotadores. Como un aporte personal, había recolectado más de mil firmas
de campesinos, ejidatarios, comisarios, delegados y vecinos que apoyaban el plan. Visité a
cinco señores Presidentes Municipales para que asistieran a una asamblea en La Hacienda La
Campana del Tesoro para que Don Oscar les explicara sus intenciones.
El día de la asamblea estábamos reunidos en la estancia, los cinco Presidentes Municipales,
Don Oscar y yo. Estábamos por iniciar el desarrollo del tema, cuando suena el teléfono.
Contesta directamente Don Oscar. Era el Senador desde la Ciudad de México.
Don Oscar se mostró sonriente y contento. Debía estar recibiendo noticias buenas.
*El Senador quiere qué, por mi conducto les informe de las acciones que se tomaron en la
capital de la República* dijo.
El Senador había solicitado licencia por tiempo indefinido para buscar ser candidato único
para la Presidencia de México.
Pedía a Don Oscar que se presentara en las oficinas del partido en la capital porque él sería
candidato único para Senador por nuestro Estado.
Una vez que ambos ganaran en las elecciones respectivas impulsarían obras en beneficio total.
Los recursos serían de la federación, el Estado y los ejidos.
Informó a los reunidos a detalle lo que el Senador le había propuesto, y los planos que el
ingeniero había elaborado. Dejó en claro los beneficios que se esperaban para toda la región.
Baltazar Quiñonez Verduzco 61
El despertar de un líder
Descubrí qué, cuando nos visitó en la hacienda el Senador, no fue únicamente con fines de
pasar un tiempo para descansar. Ya planeaba ser candidato a Presidente de México. Había
solicitado a Don Oscar su apoyo y respaldo. El peso de Don Oscar se reconocía a nivel nacional.
En verdad es un hombre poderoso.
Esas reuniones de horas y horas que tenían el cacique y el Senador, tenían el fin de organizar
las estrategias que utilizan los políticos. Ahora comprendía porque Don Oscar iba y nos
visitaba en las tardes al oscurecer en la cabaña junto al gran mezquite. Estaba haciendo
campaña sin que nos diéramos cuenta.
Se hizo de amigos que le ayudarían a convencer a los demás campesinos. Para cuando yo me
percaté de todo lo que había hecho él, ya estaba el camino recorrido casi en su totalidad. Por
medio de mi obtuvo votos cuando visité a los comisarios, todo tenía un objetivo claro. Que se
le apoyara. Esa si es una buena idea.
*Cómo es posible que no me haya dado cuenta* dije.
Cuando yo hable de la creación de un represo río arriba, ellos ya tenían intenciones de hacer
los estudios necesarios. Pero me dejaron hablar para ver que tanto potencial tenía.
En un momento pensé que me habían utilizado para su engañoso plan. Así no se vale. Me
jugaron chueco. Esto no se va quedar así. Mi padre me enseño a ser sincero y así lo fui. Me
traicionaron. Con razón la gente habla mal de cacique. No debía descartar ninguna posibilidad.
*Ante quien sea, sé tu mismo, natural y todo lo demás llega solo* recuerdo dijo mi padre en su
consejo cuando era niño aun.
Ese día permanecí serio. Sentí que le había faltado el respeto a mis orígenes y a mis raíces.
Baltazar Quiñonez Verduzco 62
El despertar de un líder
Por la tarde noche, decidí dar un paseo en el jardín. Había una pareja de enamorados en un
rinconcito. Llegaba un viento fresco. Dos niños jugando con los carritos y sus papás
degustando un buen chocolate, de la abuela me imaginé.
Necesitaba ese tiempo para reflexionar lo que me había pasado en las últimas semanas en la
hacienda. No comprendía las magnitudes de reconocer que ya no soy el mismo muchacho que
trabajaba arando la tierra. Qué difícil aceptar qué ahora ya era conocido por gente importante
y debía aprovechar ese factor.
Será acaso que deba renunciar por esto que me hicieron y volver a las tierras. O debería seguir
adelante y descubrir hasta donde puedo llegar. Cuando menos sentía que tenía el apoyo de
Don Oscar para desarrollar mis ideas. Estaré pensando con mis pies y no con mi cabeza. Será
mi orgullo que no me deja ver el futuro que se me esta presentando.
Di muchas vueltas al asunto. Acepté que ya estoy adentro, para eso me he esforzado, para ser
alguien. Pensé desde lo mas profundo de mi alma y misterioso de mi corazón, en despertar al
líder que llevo dentro y reconocerme como tal.
Me interrumpe un muchacho para darme un mensaje. Que me presente de inmediato con Don
Oscar en la estancia.
*Madrugaremos a la capital muchacho, lleva ropa para algunos días* dijo.
Me estaba solicitando Don Oscar, que lo acompañara en su viaje a la capital. ¿Que haría en la
capital yo? Ser natural. Hasta hoy me había traído solo beneficios. Saldríamos a las dos de la
mañana para llegar al amanecer. No opuse pretexto, solo acate la orden de mi jefe. Pues en eso
se había convertido ya Don Oscar.
Baltazar Quiñonez Verduzco 63
El despertar de un líder
Al llegar a las oficinas del partido había concurrencia. Gente que había venido de varios
lugares a apoyar a Don Oscar para que sea Senador. Pensé en no despegarme de él ningún
instante, pues la encomienda era acompañarlo.
Lo tomé muy en serio y estaría junto a él hasta en las reuniones que tuviera en privado. Salvo
indicaciones que me aclare. Cuando pensé en ello, nuevamente traje a mi mente a El Perro. Él
debió ser un verdadero guardián de su jefe.
Después de una larga reunión que hubo, entre políticos y representantes de la sociedad. Se dio
a conocer de manera oficial que Don Oscar era el candidato ya a Senador. Había otros
candidatos también otros cargos.
*Regresarás a la hacienda, serás el encargado de todo allá* dijo.
El habría de quedarse por algunas semanas realizando la campaña política en todo el Estado.
Había ya un equipo de trabajo establecido que le apoyaría.
Regresé a la hacienda con la encomienda de cuidar lo que hay e incrementar en lo posible lo
económico.
Las semanas que estuve al frente de La Hacienda La Campana del Tesoro fue una escuela
donde aprendí mucho de todos los empleados. Conocí a gente con diferentes caracteres e
ideologías muy distintas. Me enfrenté a situaciones donde fungí como mediador para resolver
problemas.
Por fin inventé una firma porque al día firmaba mas de cien documentos. Era demasiado
cansado firmar con mi nombre completo. Adquirí cierto respeto entre las personas de mi
región. Perdí de vista el tiempo y me deje llevar por el trabajo. Olvidé mis fines de semana
Baltazar Quiñonez Verduzco 64
El despertar de un líder
para ahora dedicarlos a la hacienda. Los bienes muebles e inmuebles eran los mismos y las
cuentas de banco permanecieron iguales.
A veces en los atardeceres, pensaba en Reg. No sabía cuando volvería a verla y la extrañaba.
Recibí llamada por teléfono de Don Oscar. Me notificó que en tres días habría un cierre de
campaña en la región, que buscara el lugar ideal para que asistan unas mil personas.
De inmediato pensé en la cabaña junto al gran mezquite. Además vendría el candidato a la
Presidencia de la República. Me dio una lista de actividades por hacer. Entre otras contactar al
presidente del partido local para trabajar en equipo. Un día antes llegaría un grupo de
personas para apoyo en lo necesario para el evento. Si quería cumplirlas tenia que empezar de
inmediato. Llamé a Antonio del taller mecánico para pedirle de favor me facilitará a los dos
muchachos que me habían ayudado en la carpintería, cuando tenía encomendado lo de las
bancas José el carpintero. Necesitaba apoyo para las actividades. Accedió sin ningún
inconveniente ya que para ello nos considerábamos amigos.
De pronto entendí que era el encargado de la logística para el cierre de campaña en nuestra
región.
Me contacté con el presidente del partido para informarle sobre las acciones que me dijo el
candidato Don Oscar. También le hablaron del partido de la capital para que se contactara
conmigo y que entre ambos organizáramos todo.
Estaba ansioso para que se llegue el día, pues estábamos trabajando lo mejor que se podía.
El día anterior al cierre de campaña. Tal como se había indicado, llegó un grupo de logística de
la capital para apoyo en lo que nos faltara o hubiéramos descuidado. De inmediato tuvimos
Baltazar Quiñonez Verduzco 65
El despertar de un líder
diferencias porque llegaron con la espada desenvainada, imponiéndose y tratando de
hacernos a un lado.
Que horas son esas de llegar un día antes y ya casi al oscurecer. No era justo que nuestro
trabajo sea adjudicado a un grupo de personas con corbata.
*No señores, aquí tenemos órdenes del señor candidato Don Oscar y del candidato a la
Presidencia de la Republica, mi suegro por cierto, fueron muy claros, si no nos creen, háblenle
por teléfono y que nos diga lo contrario* dije en voz fuerte.
El grupo de personas quedó atónito, no tuvo otra opción que ponerse al tanto de las acciones
que habíamos hecho y de la comida planeada con los campesinos.
*No sabía que el candidato era tu suegro Ezequiel* dijo el presidente del partido en la región.
*No lo es. Por el momento* susurré muy despacio.
Por la noche de ese mismo día, estaba en mi recamara ya a punto de dormir. Alguien tocó la
puerta. Quizá me trataban de despertar por algún pendiente que haya quedado para el evento.
Estaba muy agotado. Hasta me siento deshidratado. Estuve a punto de hablarle a Francisco
para que me ponga un suero Beclysil en agua con algunas vitaminas y estar fuerte mañana.
Decidí no abrir la puerta y caí en un sueño pesado. No sentía los párpados del cansancio. Tenía
que dormir bien porque igual mañana sería demasiado largo. Dormí como nunca jamás lo
había hecho. En los tres últimos días habría dormido siete horas si acaso. Por un lado los
preparativos y por otro lado los pendientes en la hacienda que no se acababan. Así que esa
noche tome la decisión de dormir a gusto.
Por la mañana muy temprano me levante, sentía cansadas mis piernas, mis ojos reclamaban
un ratito mas de sueño. Pero me esforcé y me puse al día.
Baltazar Quiñonez Verduzco 66
El despertar de un líder
Aun no terminaba de salir de mi recamará cuando tocan de nuevo la puerta. Quien sería a esa
hora. Es muy temprano para que alguien venga a tocar mi puerta. Será algún cobrador. Hasta
donde recuerdo ya di el abono del colchón nuevo. Serán los niños que están jugando en el
patio.
Terminé de ponerme mis zapatos nuevos que había comprado para la ocasión. Y mi sombrero
de mil equis también nuevo. Se nos notificó que no podía nadie portar armas para el evento.
Normalmente no uso pistola.
No he disparado nunca una. Solo ocasionaría problemas.
Salí de la recamara y no había nadie alrededor.
Me dirigí directamente a la cocina. Ahí estaba Lupe la cocinera. Estaban trabajando sus dos
ayudantes, las cuales no las requiere al menos que haya invitados en el comedor.
La Lupe sonreía y me miraba. Pues no acababa de despertarme bien aun. Me ofreció café de
talega bien fuerte.
Permanecí recargado en silencio junto a la barra de la cocina. Muy pensativo. De esos
momentos que se permanece con los ojos abiertos sin parpadear, mirando un solo punto y la
mente en blanco. Es como una sensación de que te trasladas, se pierde en el tiempo, y cuando
se logra parpadear, regresas a la realidad.
*No vas a desayunar* preguntó la Lupe.
Pensativo aun, respondí que sí. Tenía que agarrar fuerzas para todo el día. Había cóctel de
frutas, ensalada de verduras, arroz a vapor, cabrería y otros platillos que solo a Don Oscar se
le ocurre pedir de seguido.
Baltazar Quiñonez Verduzco 67
El despertar de un líder
*Está Don Oscar en el comedor* pregunté.
Como por arte de magia termine de despertar, tomé mi postura recta, y trate de regañar a la
Lupe, por qué no me había informado. Pero solo se limitaba a sonreír junto con las ayudantes.
*Te está esperando en el comedor, anoche mandó llamarte y hoy en la mañana también* dijo.
Cómo iba a saber que Don Oscar me estaba buscando. Según iba llegar en el transcurso del día.
Deduje que hubo llegado anoche, cuando tuve el gran sueño.
Entre al comedor con confianza, como lo hacía por costumbre cuando desayunaban los siete
con Don Oscar. Ahí estaban Don Oscar en su silla favorita, el candidato a la Presidencia de
México, su esposa y su hija Reg. Me sentí incomodo pues entré con una tasa de café en una
mano y en la otra un pan de concha. Quedé ahí parado y sonrió el candidato a la Presidencia
de la República.
*No imaginé que estarían aquí, discúlpenme por entrar sin pedir permiso* dije.
Algo que me enseñaron mis padres es a ser educado y respetuoso con todas las personas por
igual. Son los valores que más recuerdo.
*Bueno Oscar, aquí Ezequiel no ha perdido la costumbre de madrugar aun* dijo.
En ese momento eran como las cinco y media de la mañana por lo que deduzco madrugaron
una hora mas que yo. Sonreí y todos sonrieron conmigo.
*Toma asiento Ezequiel, solo tu faltabas, vamos a desayunar, has la bendición de la mesa* dijo
Don Oscar.
Era costumbre de Don Oscar no dejar pasar la bendición de la mesa. Así que todos ahí de píe
escucharon mi oración y dijimos Amen.
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El despertar de un líder
Durante el desayuno no se hablo ni una palabra de política. Tampoco se me preguntó sobre el
manejo que le había dado a la hacienda. No se preocuparon por preguntarme sobre lo que
habíamos hecho para el cierre de campaña.
La mirada de Reg , la de su papá y la mía, se cruzaron en varias ocasiones.
Que significado tendrá el cruce de las miradas entre las personas. Es bueno investigarlo
porque causa un efecto raro. Preguntaré a El Adivino en la primera oportunidad que se
presente.
Por qué no se me ocurría decir nada, esta es la oportunidad de mi la vida. Dialogar con el
hombre mas importante de México y el de mi Estado, y con la muchacha más bonita de todas.
Claro y mi futura suegra también debía decirle algún cumplido, era justo tenerla de mi lado.
Pero cómo habría de interrumpir sus conversaciones, ellos estaban contentos y reían. Yo
también pero en mi mente trabajaba que podía decir y quedar bien. Cumplí con algo que una
vez me dijeron, que fuera natural.
La espontaneidad precisamente no se me facilitaba, por eso solo seguía el hilo de lo que
decían y afirmaba las preguntas y respuestas.
*Hija, puedes quedarte en la hacienda con Ezequiel, mi equipo se encargará de todo éste día*
dijo el papá de Reg.
Traté de evitar que todos descubrieran mí cara sonrojada. Cómo era posible que el solo hecho
ordenarme cuidar a la hija del futuro Presidente de México provocara en mi tantos reflejos. No
era justo. Y ella muy tranquila.
*Papá, quiero ir al acto* dijo.
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El despertar de un líder
No fue de todo mi agrado que fuéramos al cierre de campaña, cuando podría pasar en
compañía de Reg y su mamá ratos agradables en la hacienda. Se llego la hora de partir al acto
político.
Nos trasladamos todos al evento. Don Oscar y el papá de Reg iban en un automóvil, y mi futura
suegra, mi futura esposa y yo en otro automóvil. Era el responsable de su cuidado y traslado.
Sin saber quizá que Reg no pensaba igual, me aventuraba a hacerme ilusiones. Con el riesgo de
que sean falsas y después duela recuperarme. Pero es un riesgo que se tiene que correr.
Comprendí a Reg, pues deseaba ver a su padre dirigiéndose a miles de seguidores. Debe estar
orgullosa de él. Siento que la comprensión y el trato entre ellos es muy bueno, aunque a veces
el trabajo y la política absorba demasiado tiempo de sus vidas.
Cuando íbamos en el auto, Reg me preguntó que si por qué no le había abierto la puerta la
noche de ayer, ni hoy por la mañana temprano.
*Eras tú* dije.
La lección de ese día me había enseñado que debemos abrir las puertas siempre, no se sabe
que es lo que va suceder. Puede ser una única oportunidad que podríamos lamentar de por
vida. Cuando alguien toca la puerta, debemos mostrarnos valientes y enfrentarnos a lo que se
presente, solo así saldremos adelante. Deje ir la oportunidad de hablar con ella.
Al llegar al lugar, me notificó uno de los coordinadores que teníamos tres sillas apartadas
hasta adelante, justo frente al lugar del podium.
Habíamos ordenado mil doscientas sillas. Todas estaban ocupadas. Había mantas con letreros
grandes donde se hacían peticiones para los candidatos. “Combate a la pobreza”, “Mejores
salarios”, “No al cacicazgo”, “Reparto de tierras”, “Más empleos”, “Respeto a los derechos de
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El despertar de un líder
los indígenas”, “La reforma campesina”, “Combate a la drogadicción”, “Los ejidos apoyan el
represo” entre otras más.
La mamá de Reg mencionaba que cada temporada de campañas políticas las peticiones eran
casi las mismas o muy semejantes. Como es posible que una petición tan simple no se pueda
remediar en el lapso del sexenio.
No entiendo como pueda suceder que no se pueda remediar. Por lo qué deberé esperar hasta
cuando sea Gobernador del Estado, para saber cuales son las condiciones que se enfrentan,
cuando las buenas intenciones del gobernante se ven frenadas por ese algo que aun no
conozco.
Don Adolfo, candidato a Presidente de México resulto ser un maestro en oratoria, sus palabras
las entendía muy bien, sus ideas eran claras, los movimientos de sus manos concordaban con
el tono de su voz y con la idea que expresaba.
Cómo habrá hecho él para aprender a ser orador. Cuantos días debió prepararse para
aprender a dirigirse a la gente.
En la escuela el tiempo que estudié no hubo ninguna especialidad en oratoria. Recuerdo haber
visto los tipos de liderazgo y características de cada uno, sin embargo no realizamos
objetivamente nada en la práctica. Nos correspondía quizá a cada uno por iniciativa propia.
Mientras escuchaba a aquel político, dándome una cátedra de oratoria, dio el inicio de un
interés personal de hacerme de los conocimientos básicos de un buen orador.
Debía tomar las acciones pertinentes. Adquirir una manual o un libro que contenga la
información que necesito. Alguien debe haberse preocupado por enseñar lo básico de la
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El despertar de un líder
oratoria, no necesito un libro de las magnitudes de mi Biblia. Sino algo mas sencillo sin perder
de vista la buena enseñanza.
Al culminar con su participación todos nos paramos y aplaudimos al candidato, pues sus
palabras habían provocado cierta euforia en cada uno, incitándonos a apoyarle porque nos
convenció de que él es la mejor propuesta.
*Así quiero estar algún día en este lugar, con esta que es mi gente, aplaudiéndome cuando yo
también sea candidato pero a Gobernador del Estado* dije.
Dos ideas son las que surgieron en ese momento de mi vida, adquirir la formación de orador y
planear como llegar a ser Gobernador del Estado. Era como un plan proyecto de vida.
Todo en mi vida se ordenaba de tal modo que solo debía tomar ciertas decisiones, acertando
para cada vez más acercarme a mi objetivo.
Mi jefe Don Oscar sería Senador por nuestro Estado, el papá de Reg, sería Presidente de
México.
Tenía a mi favor eso, qué no cualquier campesino de éste gran Estado tiene. Además que Reg
me ve con buenos ojos y eso es algo a mi favor.
La esposa de Don Adolfo es una señora muy amable y atenta, Reg por el mismo estilo, me
estima y me trata muy bien, quizá puedan recomendarme.
Ahora solo falta prepararme para adquirir ciertas cualidades de orador y poder expresarme
ante multitudes. En estos días la gente vota y apoya quién los convenza.
Baltazar Quiñonez Verduzco 72
El despertar de un líder
Si seguía de Mayordomo en la hacienda por algunos años más podría prepararme como lo he
pensado y cuando nuevamente sea tiempo de elecciones ser una opción viable. Hasta puedo
ahorrar todos mil sueldos para ir a Francia.
Adquiriría conocimientos nuevos y podría practicar con mi amigos de los talleres algunas
técnicas de persuasión y negociación. Así es como debe ser, surgir desde abajo, escalando
poco a poco y aprendiendo de las experiencias de los demás y, las mías propias.
Sentía cierto miedo pensar que me iba a aprovechar de la amistad de mis amigos para lograr
resultados a mi favor. Me incomodaba en la conciencia esa frase de aprovecharme de mis
amigos. Me resultaba algo demasiado egoísta. No me parecía que sería la mejor opción.
*En tres años más, quiero ser candidato a Diputado* dije a Reg y su mamá.
Sorprendidas sonrieron argumentando que no sabían que me gustaría ser político. Pero que si
así lo quería ellas me apoyarían en lo que estuviera a su alcance. Exactamente esa es la forma
en cómo actuar para no sentirme mal en mi conciencia. Ir convenciendo personas clave que
me puedan apoyar. Me pareció un mejor plan, que tratar de aprovecharme de mis amigos. Esa
sí es una buena idea.
Al finalizar el acto de cierre de campañas de los candidatos de ese día, nos dirigimos
nuevamente a la hacienda, donde esperaría nuevas instrucciones, ya que aun estaba a cargo
de Reg y su mamá. Con que naturalidad hablaba ya con ellas, como si hubiera amistad de
mucho tiempo. Es algo tan natural platicar con una persona.
Cuando hay disposición claro, se intercambian las ideas y se discuten si es necesario. Descubrí
que entienden lo que hablo y comprendo lo que ellas expresan.
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El despertar de un líder
Seguimos nuestra platica en la hacienda, discutimos temas muy variados. La mamá de Reg a
pesar de ser de procedencia francesa conocía bastante muy bien nuestro país. Habían
recorrido la mayoría de los Estados y tenían amigos en cada uno. Conocía los principales
problemas que teníamos y, que básicamente son los mismos a nivel país.
Al caer la noche, aun no llegaban los candidatos pues se encontraban haciendo los acuerdos
necesarios con los demás lideres de esta región. Supe que se habían retirado a una alameda
junto al río.
Invite a la mamá de Reg y a ella, a la cocina, para preparar algo para la cena, ya que no
sabíamos la hora en que llegarían los candidatos. Decidimos ir a la cocina y la Lupe estaba ya
de salida. A manera de petición muy personal le pedí que se retirara que la cena sería
preparada por nosotros mismos que no necesitaría de su servicio en esta ocasión.
Sentí nuevamente esa sensación de que todos me estaban mirando, y así era. No daban cabida
a lo que dije. Sonreían y pedí que no se preocuparan que sabia cocinar muy bien, pues siempre
lo hice desde muy pequeño.
Inspeccioné en la estufa, en el refrigerador, en la alacena, había bastante para elegir. Pero
necesitaba algo rápido y rico. Comentaban que deseaban algo de la región, algo que no sea un
platillo tipo restaurante.
Puse en la mesa un poco del queso que llaman siete socios, me imagino que porque son siete
los socios de la empresa, además que éste queso solo se encuentra en esta región. Machaca,
tomates, cebolla blanca y mantequilla.
Puse en el sartén un poco de mantequilla con un poco de pimienta, seguido de la cebolla
blanca y esperar a que un poco a fuego lento, luego el tomate bien picado y tape el sartén.
Aliste el comal con llama muy baja, y puse unas tortillas de harina con trocitos de queso siete
Baltazar Quiñonez Verduzco 74
El despertar de un líder
socios. Agregue machaca en el sartén, revolví y tape nuevamente a fuego lento. El queso
comenzaba a derretirse en las tortillas así que del sartén agregue la machaca, lo coloque
encima, agregue queso sobre estas y coloque nuevamente una tortilla encima. En una hoya
había frijoles refritos, por lo que solo con calentarlos era suficiente.
La Lupe tiene el tacto para preparar los frijoles refritos, ya que les agregaba manteca de
puerco y chorizo, dando un sabor único.
Las quesadillas estaban listas, las retire del comal, había preparado varias por no saber, las
coloque en una tabla de madera de las que se usan en la cocina, y con un cuchillo las partí en
cuatro partes. Las serví en platos extendidos acompañados de frijolitos.
Reg hizo el corte de unos aguacates para acompañar el platillo. La mamá de Reg solo veía que
estaba haciendo todo muy bien y de forma higiénica. Ella busco en el refrigerador algo de
beber y había agua de jamaica. Sirvió a los tres.
Fue una cena muy personal, convivimos muy tranquilos y contamos nuestras historias. Cómo
una cena en la familia. Preguntaron si era de mi interés participar en la política. La mamá de
Reg, me solicitó autorización para decirle a su esposo que una vez en la Presidencia Nacional
me podría colocar en algún departamento acorde, donde desarrolle mis actividades
tranquilamente y aprenda más sobre política.
Ellas me proponían irme al centro del país a trabajar con Don Adolfo. En el fondo sabía de las
pretensiones de Reg, deseaba tenerme cerca para vernos más seguido. Pero debía pensarlo
bien y así lo expresé, ya que mi obligación como Mayordomo no podía dejarla de un día para
otro y no daría tiempo a Don Oscar buscar quien se quedara en mi lugar.
La aceptación se dio ese día, por lo que puedo afirmar que fue un éxito. El primero de los que
debo ir cosechando para lograr mis objetivos políticos.
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El despertar de un líder
Al día siguiente partirían al Distrito Federal Don Adolfo, su esposa y su hija. Los despedimos
cordialmente con la esperanza de qué en las elecciones salieran a favor.
Don Oscar salió a la capital de nuestro Estado para estar al tanto de lo que acontezca.
Quedé solo con mi responsabilidad de Mayordomo. Es una obligación grande.
La Hacienda La Campana del Tesoro es una escuela donde se aprende realmente sobre
negocios, relaciones personales y en sin duda una etapa por la cual debo pasar antes de
lanzarme a aspiraciones mas de arriba, lo constaté nuevamente.
Pasaron las semanas y Don Adolfo se hizo Presidente de la Republica, Don Oscar se hizo
Senador por nuestro Estado.
Reg se fue a estudiar a Francia, pintura y artes, la mamá permanece al lado de su esposo.
Había transcurrido ya un año desde que habían sido las elecciones. Me dedique bastante
tiempo a la hacienda hasta que casi olvidé a Reg. Como es posible que suceda eso. Pienso que
lo ideal debería ser conjugar por partes iguales el trabajo y nuestra vida personal.
Recuerdo que en una ocasión Don Adolfo, cuando aún era Senador le exprese mis intenciones
de cortejar a su hija. Recuerdo muy bien su cara, se había quedado muy pensativo porque
aseguró que el tiempo le gano y no disfruto como él hubiera querido al lado de su hija. Me
estaba ganando el tiempo a mi también.
Me llamó por teléfono Don Oscar. Me estaba notificando que en unos sería la inauguración
para empezar con la construcción del represo río arriba. Estarían presentes el Presidente de la
Republica, el Gobernador del Estado, los Presidentes Municipales y otros invitados.
Baltazar Quiñonez Verduzco 76
El despertar de un líder
La encomienda era juntar a gente que quisiera estar acompañándolos ese día. De inmediato
me comunique con mi amigo el Presidente Municipal para comentarle de la llamada
telefónica. Ya tenia conocimiento pues también le habían hablado por teléfono.
El día de la inauguración acompañamos mas de quinientas personas al Presidente de México.
Nos mostraron bocetos de lo que sería la obra más importante de esta parte del Estado. Dijo
muy claro, que no les iba a alcanzar para hacer los canales de irrigación, que son el
complemento de la obra. Así que estaba en manos de los comisarios hablar con los ejidatarios
para que con palas y picos se hicieran los canales respectivos.
Por la multitud y por las atenciones que se deben de dar, solo salude a Don Oscar. No
estuvieron presentes quien hubiera gustado que se presentara, Reg.
Me encomendó Don Oscar, que estuviera al tanto y en espera de una llamada telefónica para
tomar nota y recibir a un equipo de ingenieros que venían a trazar los canales de irrigación y
hacer ciertas delimitaciones en los predios.
El día que llegaron los ingenieros los reuní con los ejidatarios y campesinos viejos, ya que
ellos saben como son en esta región los niveles y el curso que toma el agua cuando llueve. Los
trabajos duraron un poco más de un mes.
Como bien lo dijo Don Adolfo, el dinero no alcanzaba para hacer los canales. Los campesinos
se organizaron entre ellos para que con palas, picos y carretas, guiados por los ingenieros
iniciar con las excavaciones para los canales de riego en el valle. Se estuvo trabajando así por
varias semanas hasta concluir con las labores encomendadas.
El tiempo transcurría en la hacienda y las cosas empezaban a parecerme rutinarias. Hace
algún tiempo que uno de los ayudantes del taller mecánico, estaba asignado conmigo. Había
aprendido algunos aspectos de ser Mayordomo. Por mi mente ya había pasado la idea de
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El despertar de un líder
renunciar al puesto para irme a Francia. Mis ahorros eran ya considerables y podía costearme
muy bien por allá. Podría emprender un negocio con Reg y ser autosuficientes. Pero mi
sueños se truncarían.
Un día llego Don Oscar a la hacienda, después de varios meses que no regresaba a su casa. Lo
recibimos con alegría, como un gran hombre que es.
Había venido solo por unos días a descansar. En el comedor y en la estancia de la hacienda,
nadie tomaba el lugar de él, todos respetábamos a Don Oscar aun cuando no estuviera
presente.
Siempre esperaba su llegada de sorpresa, por lo que los libros de administración y
contabilidad estaban listos al día siempre.
*Siempre un paso adelante Ezequiel* dijo.
Me conocía muy bien el cacique. Le cuidaba la hacienda como si fuera mía. Entregue los libros
a él pero solo los tomó, los hojeo y los cerró.
*Que bueno que ha regresado Don Oscar* dije.
No dio importancia a los libros, ya que confiaba en mí. Me había ganado la confianza de un
gran hombre. Reconozco que para mantener la confianza entre dos personas, debe haber un
compromiso mutuo de responsabilidad personal.
*Me ha ordenado Don Adolfo, que te lleve para la capital de la Republica* dijo.
En ese momento sentí que el reloj se detuvo, mi corazón se acelero al doble y me empezaron a
sudar las manos. Es esa sensación que sentí cuando estaba en entrenamiento para
Mayordomo, incluso cuando conviví con Reg.
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El despertar de un líder
Porque habría de marchar a la capital de la Republica, que intenciones tendrá Don Adolfo.
*Es broma Don Oscar, o me está hablando en serio* dije.
Reg había platicado a Don Adolfo que, en alguna ocasión comenté que mis ideales eran ser un
buen político y ser Diputado. Quizá la insistencia de ella había sido tal, que en un momento
determinado Don Adolfo buscó la manera de acomodarme en una empleo en el centro del
país.
Pensaba que me propondrían como ayudante de subdirector o un empleo operativo. Puesto
que carecía de experiencia en la administración publica. Poseía conocimientos de
administración porque soy Licenciado en Administración y soy Mayordomo de la hacienda.
Ese era mi currículo vitae.
*Don Adolfo quiere que seas Secretario de Desarrollo Social* dijo.
Cuando me propuso Don Oscar para ser Mayordomo de la hacienda por segunda ocasión,
dude en aceptarlo, hasta me dio tiempo para pensarlo. Recuerdo haberlo meditado a
conciencia. En aquel tiempo carecía de los conocimientos que hoy tengo.
Hoy trae la orden del Presidente de la República mediante un Senador, para informarme que
era necesario presentarme con él y darme algunas otras instrucciones para ser parte de su
gabinete principal.
De alguna manera Don Oscar se veía cansado, lo noté porque no tenia el brillo en sus ojos que
los caracterizaban, no me dirigió su mirada en ningún momento y por algún motivo se
mostraba con mas seriedad de su actitud normal. Noté que no era de su agrado darme la
noticia. Cuando conoces a una persona con la que se tiene trato diario, se logra cierto grado de
reconocimiento de los ademanes que utilizan cuando se comunican.
Baltazar Quiñonez Verduzco 79
El despertar de un líder
Vi en Don Oscar ese pequeño detalle.
*Pero por qué así de pronto, y quien será el Mayordomo* dije.
Claro que la idea era de todo mi agrado. Si Don Oscar no me lo estaba diciendo de buena gana,
es porque él no intercedió por mi para ocupar ese cargo.
Tuvo que haber sido Reg y su mamá. Quién más podría haberme propuesto y recomendado.
Ese apoyo debe provenir desde las mas altas esferas de la política. Cuantos políticos nacidos
de la revolución y sus hijos igual con poder económico, querrán esa Secretaría.
No esto no es normal, debe haber algo oculto. Quizá me quieren para hacer algún plan
malévolo y culparme a mi. Quizá Don Adolfo me tiene algo malo preparado. Seguramente
como no me quiere para su hija ha decidido ponerme un cuatro.
Por qué no encuentro la explicación lógica para llegar de buenas a primeras a ese puesto.
Debe existir una motivación y fundamento que los llevaron a tomar la decisión.
*Tú no eres esclavo de la hacienda y no soy tu Dios, mañana mismo viajas a la capital del país*
dijo.
El tono de voz de Don Oscar fue como un regaño. Su enojo era evidente. Estaba eufórico y no
hablaba. Supe que Don Oscar solo estaba cumpliendo la orden que se le había dado.
Comprendí que todos tenemos un jefe al cual debemos rendir cuentas. Cuando se acepta la
responsabilidad de un cargo, no tenemos opciones para elegir otros caminos, sino es con
nuestro propio jefe.
Sí dudamos en las decisiones, se corre el riego de romper el lazo que nos tiene unidos,
quedando a la deriva como traidor.
Baltazar Quiñonez Verduzco 80
El despertar de un líder
*Esta bien Don Oscar, mañana tomaré el tren* dije.
Acepte los nuevos retos. En mi mente tenia una lucha entre valores y ética. Me preguntaba una
y mil veces si debía ir. Porque le debo todo lo que soy a Don Oscar. No quiero ser recordado
como un malagradecido que abandonó su trabajo.
Explique a Don Oscar que hacia varias semanas un muchacho me había estado ayudando en
las actividades de Mayordomo, que le faltaba muy poco de preparación para estar listo.
Pensé que ese era mi destino, irme con Don Adolfo y aceptar la encomienda. Pero antes debía
saber cómo fue posible llegar tan alto, y quien intervino para ello.
*Los caminos del Señor son misteriosos Ezequiel* dijo.
No necesitaba tener dinero ni poder político, fue lo último que me dijo el cacique. Me dijo,
gánate a la gente y serás líder. Me recomendó no olvidar los valores que aprendí y que
siguiera siendo él mismo de siempre, trabajador, honrado y natural.
Precisamente no me sentía líder, cuando en realidad si lo era.
Las palabras del cacique me dieron suficiente energía para no dormir bien esa noche. Qué me
ganara a la gente y seria el líder.
Ese día por la noche fui con mis padres a informarles de lo que acontecía y me dieron su
bendición. Estimo mucho a mi familia.
Al día siguiente tomé el tren y partí sin voltear para atrás. Debía pensar en mi también y en mi
futuro. Si me quedaba en la hacienda no tenía grandes posibilidades de cumplir mi anhelos y
sueños.
Baltazar Quiñonez Verduzco 81
El despertar de un líder
Me gustaba Reg y haría lo posible por acercarme a ella. Cumplí con mi deber con mi jefe
anterior. Hice mi trabajo bajo los requerimientos que se me exigía. Logre que cada taller fuera
autosuficiente, no me necesitaban para tomar decisiones. Organice todas las áreas que
conforman la hacienda un organigrama que cada quien tiene. Realizamos en equipo lo
manuales de organización .Se implementó el método de orden y limpieza ideado por el hijo de
Antonio el encargado del taller mecánico. Así que debo sentirme contento porque logre
unirlos a todos y trabajar en equipo por el bien común.
Ahora mi nuevo jefe era Don Adolfo y debía esforzarme para cumplir con lo que se me ordene.
Tendría bajo mi mando ya no doscientos empleados directa o indirectamente como en la
hacienda. Ahora tendría miles de personas bajo mi mando.
Pensaba que si ya era ya un líder, o simplemente era una acomodado cualquiera. Si debía
aceptar el cargo debía estar consciente que ya era un líder, por tanto debía actuar como tal.
Iba a la capital de la República porque me sentía con la capacidad necesaria, iba porque me
llamaron para ocupar un cargo importante, y eso, a pesar de toda critica que se me adjudique,
no me haría temblar. Soy un hombre, un verdadero valiente que quiere a su país, no pierde de
vista sus orígenes y tengo sueños que deben cumplirse. Esta fue mi ideología adquirida
durante el viaje.
Por fin, llegué a la oficina donde me recibirían. Espere más de medio día para hablar con Don
Adolfo.
*Ezequiel, bienvenido, te informó Don Oscar sobre tus nueva responsabilidad* dijo.
El Presidente de la Republica no tiene tiempo para andarse con rodeos, así debemos ser.
Directos y concisos. No hubo necesidad de rodeos, iba con la suficiente información que
Baltazar Quiñonez Verduzco 82
El despertar de un líder
necesitaba decirme. Solo se limitó a informarme y a darme una hoja donde decía que a partir
de la fecha, me convertía en el nuevo jefe de la Secretaría de Desarrollo Social.
Nos tomamos una foto para un periódico.
Al día siguiente me presentaría en la oficina para tomar el cargo como responsable del área, y
contactarme con los subsecretarios para que me pongan al tanto de las actividades en marcha,
los planes que hay y las decisiones que haya que tomar.
Me asignó un asesor personal para qué me instalara en mi nueva residencia, y me presentará
en la oficina. Contaba ya, con un brazo derecho, un secretario y asesor personal.
*Estoy aquí para responderle con trabajo y esfuerzo Don Adolfo, sabré cumplir con la
responsabilidad que me encomienda* dije.
No fue necesario humillarme a Don Adolfo para agradecerle. Si me mando llamar es por que
me conoce y a investigado sobre mí. Así que respondí tal cual él me hablo. Directo y conciso.
No hay necesidad de bajar la cabeza para dar las gracias por las oportunidades. Soy de la clase
baja y estoy frente a uno de la clase alta. Eso no importó en ese momento.
Él me considera su amigo y confiaba en mí. No me atreví a preguntarle si tuvo algo que ver en
esa decisión su hija Reg. No era el momento pues había por lo menos siete personas en esa
oficina tomando nota.
*Hoy por la noche deberás presentarte en mi casa, tendremos una cena* dijo.
Con esas palabras se despidió, y dimos por concluida la sesión por la cual estaba yo en esa
oficina.
Baltazar Quiñonez Verduzco 83
El despertar de un líder
El asesor personal me llevo a mi nueva residencia en mi coche nuevo asignado. Por qué en el
centro del país les dicen coches a los autos. Algún día lo sabré. La casa habitación que se me
asigno, mi nueva residencia era como un castillo. Había una catalogo de ropa que podía
ordenar para mí. La mayoría eran trajes para la oficina y para reuniones formales. No
recuerdo haber hecho antes un nudo de corbata.
Llegamos a una residencia donde me reuniría con Don Adolfo, para la cena. Había por lo
menos cien personas. Me dirigí directamente con él y me presente con un saludo.
*Buenas noches Don Adolfo, estoy aquí como acordamos y con mucho gusto le saludo* dije.
Creó que debo leer y estudiar sobre la practica de los buenos modales. No quiero tener un
vocabulario restringido. Así que es necesario aplicarme un poco para adquirir el hábito de la
lectura, pues ahí entenderé sobre el uso de las palabras y además conocimientos generales
que no se sabe cuando pueda usar.
Nos sentamos la mayoría en una mesa en forma de “U”, había pequeños letreros con el
nombre de los invitados, por lo que cada uno debería buscar su lugar. Inicie por el primer
letrero y recorrí unos cuarenta hasta llegar al que me correspondía. Era junto a Don Adolfo.
El hecho de estar sentado junto a él debe despertar la incógnita entre los invitados o el
supuesto de qué son los hombres de más confianza.
Conversamos de los planes que tiene, me dijo que el presupuesto era un poco menos en este
año por lo que debía adecuarlo sin afectar a la población. Me dio una serie de
recomendaciones y trucos que se pueden aplicar. Al final hicimos un brindis deseándonos
éxito. Fueron otros tres secretarios los que también eran asignados en esa ocasión.
Baltazar Quiñonez Verduzco 84
El despertar de un líder
Nos estábamos retirando todos los asistentes cuando me mando llamar Don Adolfo por medio
de su secretario.
*Estarás en tu cargo por tiempo limitado Ezequiel, quiero que lo tengas presente, no me
quedes mal* dijo.
El sexenio ya estaba a mas de la mitad, por lo que no me pareció raro que me diera la
oportunidad por tiempo limitado. Después de haber sido secretario, dependería de mi, los
pasos que debía seguir. Esa fue mi percepción.
*Cumpliré con la encomienda con honor* dije.
Si, así debo ser. Ser un hombre responsable y con honor. No sabía hasta el momento quien o
como llegue a ser Secretario, no me importaba. Lo importante es que ya estoy al mando y debo
responder con hechos.
Al día siguiente mi secretario particular y yo, llegamos a la oficina muy temprano, mi horario
de entrada es las ocho de la mañana y no tenía horario de salida. Yo era mi jefe en esa oficina y
decidía cuando salir. Mi secretario particular me dirigió a un ascensor que me llevaría hasta el
piso de mi nueva oficina.
Rehusé a subirme pues temía a esa caja transportadora que le decían elevador y opte por
utilizar las escaleras. Implicaba ello entrar por la misma puerta de acceso donde todos
entraban, igual por donde los ciudadanos entraban y salían. Mi secretario hizo solo la
sugerencia y acato mi orden.
Al presentarme y pararme frente a la puerta principal, pasé desapercibido.
Baltazar Quiñonez Verduzco 85
El despertar de un líder
Cuando mi secretario personal se paro junto a mi derecha, vi que dos o tres secretarias de la
ventanilla de recepción dejaron de maquillarse y guardaron sus espejitos, el guardia dejo de
masticar el chicle y el intendente dejo de coquetear con una muchacha.
Hacia varios meses que el jefe no entraba por esa puerta.
Salude a todos uno por uno, me presente y me puse a sus órdenes. Perdí la cuenta de la gente,
por lo menos a trescientos recuerdo haber saludado. Todos estaban a las ordenes que se
emitieran y dispuestos a trabajar conmigo. Al llegar a mi oficina ya tenía programada una
reunión de análisis del presupuesto y acciones a tomar. Fue una reunión de cuatro horas
donde los subsecretarios desarrollaron sus ponencias.
De cierta manera concluyeron que el presupuesto no les alcanzaría ya que era menor que el
año anterior. La petición fue que debía solicitar mas dinero para la secretaría si queríamos
salir adelante con los programas sociales en puerta y los que venían.
Anoté las demandas respectivas de los subsecretarios para analizarlas y tomar medidas
necesarias.
En primer momento estuve a punto de llamar a Don Adolfo. Para informarle de la situación.
Consciente de qué, el Presidente de la República me ha dado la oportunidad para ayudarle no
para mandarle problemas, consideré necesario ponerme a analizar el caso con mas esmero.
Sin citarlo a reunión me presente en la oficina de finanzas, para hablar con el subsecretario de
finanzas. Era la primera vez que un jefe de oficina bajaba a visitar a un subsecretario de
finanzas. Noté que estaba de espaldas y tenia una llamada por teléfono. Pedí a la secretaria de
él que no me anunciara, que esperaría un momento. Sonreí y salude a todos ahí en el área. Me
ofrecieron café y acepte.
Baltazar Quiñonez Verduzco 86
El despertar de un líder
Rompí el hielo al decir que, haber qué día hacíamos una comida para conocernos más y
platicar mas a gusto. Pero que no sea de corbata agregue. Sonrieron todos y estuvieron de
acuerdo.
Me recibió el encargado de finanzas y se mostró sorprendido. Quise ser muy claro con él. Este
año ya no habría dinero disponible adicional para ésta Secretaría, así que debíamos buscar
otra estrategia para que nos alcance lo que tenemos, sin perder de vista que nuestra prioridad
eran los programas vigentes.
Me mostró algunas gráficas de los gastos de años anteriores y los de este año, cómo cada año
se incrementaban casi al doble. Pensé que si se hacían las mismas actividades con el mismo
personal cada año cuál sería el motivo tan fuerte de gastos.
Devaluación, inflación, eso no puede ser lo que este doblando los gastos pensé en ese
momento.
Había en esa semana una entrega de apoyos y estímulos económicos en mi Estado, y autoricé
el monto solicitado por él. Era un contingente de empleados de mi Secretaría comisionados
para desempeñar las actividades y un comando de unos veinte vehículos, esto sería por un
tiempo aproximado de unos quince días. Saldrían otro día muy temprano.
Así que deje todo listo en la oficina para estar fuera tres días. No avise al encargado de la
comisión que saldría al norte también. Mi intención controlar en presencia los gastos. Para
esto viaje por primera vez en avión. No algo extremadamente increíble. Solo cuando se va a
despegar se siente algo, de ahí en fuera me pareció que el mundo se mueve y el avión se queda
estático.
Baltazar Quiñonez Verduzco 87
El despertar de un líder
Se mostraron sorprendidos todos, porque me presente de sorpresa ante ellos el mismo día
que llegaron a mi Estado. El automóvil se hacían como treinta horas y en avión se hacen como
tres horas.
En los días que transcurrieron las actividades todo salió a la perfección. Me presentaron y me
dieron mi lugar. Dirigía palabras a multitudes. Ponía en alto el apoyo del Presidente de la
Republica. Me estaba convirtiendo en un buen orador y cada vez más convencía en la forma en
que hablaba.
Un día se presentó conmigo el encargado de finanzas. Me trataba de explicar que los gastos
ocasionados en la actividad en la campaña de entrega de apoyos y estímulos, que había estado
personalmente, habían sido setenta por ciento menos. No se explicaba la razón. Así como no
se explicaba que tampoco había quejas por falta de presupuesto.
Repetí mi plan de visitar en sorpresa cuando haya comisiones en otros Estados, con los
resultados similares.
El área de finanzas por medio de sus contadores, detectaron facturas falsas y exceso de gastos
no comprobables.
Tuve una reunión con Don Adolfo. Tenía conocimiento de que había reducido los gastos en
casi sesenta por ciento en ese ramo. Le estaba ahorrando al Gobierno Federal una
considerable cantidad de recursos.
Me felicitó por ser la Secretaría que habría logrado ser la menos costosa sin sacrificar los
programas en beneficio a los ciudadanos.
Baltazar Quiñonez Verduzco 88
El despertar de un líder
Pasaron los meses y aprendí el manejo de la secretaría, conocía personajes de la vida política
nacional, conocía lideres de varios Estados del país. Me entregue a mi responsabilidad como
se me había encomendado.
Un día no esperado, mi secretaria me pasa una llamada telefónica. Era Don Adolfo, me
solicitaba que por favor me reportara a su oficina lo mas pronto posible.
Atendí el llamado, deje organizado el trabajo en la oficina y me traslade hasta donde me
indicó.
*Ezequiel, trabajas mucho y obtienes resultados, quiero que te tomes unos días de vacaciones*
dijo.
Comprendí por qué en alguna ocasión él había tomado sus vacaciones en la hacienda.
Comprendí nuevamente cuando él dijo que no se dio cuenta que su hija había crecido. Cuando
menos pensé yo estaba inmerso en el trabajo. Había olvidado mi vida personal.
*Cómo usted lo ordene Señor Presidente* dije.
Me entregó un boleto de avión para tomar un vuelo a Francia. Que alguien me esperaría, una
persona allá para ser mi guía de turista. Qué me lo tenía bien merecido.
Acepte con gusto y agradecí su iniciativa. Me dispuse a disfrutar de unas buenas vacaciones en
Europa. No pensé antes decir de mis propias palabras esa frase jamás.
Cuando llegué a Francia, fue en el aeropuerto de Paris, al salir por los pasillos, me estaba
esperando Reg. Serían los mejores quince días de mi vida.
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El despertar de un líder
Cuando vez a una persona que estimas sientes una buena sensación. Cuando vez a una
persona que tiene amistad sientes alegría. Cuando vez a una persona que amas, los tantos
sentimientos que se sienten no tienen descripción.
Reg tenía preparado un tour por todo París, había hecho arreglos para mi hospedaje. Me llevó
a conocer cada lugar de la ciudad.
Me instale en el Hotel El Encanto, de donde sus abuelos son los dueños. Me explicaba la
historia de cada monumento, plazas, jardines de cada lugar. París es la capital de Francia, un
lugar ideal para el amor. Es una ciudad muy grande con mas de doce millones de habitantes.
Conocí la Catedral de Notre Dam, el Arco del Triunfo, el Museo Nacional de Historia Natural
entre otros.
Conocí la plazuela, que en realidad se llama “Campo de Marte” frente a la torre Eiffel donde
una vez sus padres se enamoraron y a partir de ahí vivieron juntos para siempre.
Consolidé mi relación con Reg y fui aceptado por sus abuelos. Me proponían opciones para
trabajar allá cuando así lo quisiera. Estaban en total disposición. Pero debía volver a mi tierra
para seguir con mis obligaciones.
En esos quince días conviví con los abuelos de Reg. Ella traducía cuando deseaba
comunicarme con ellos.
Al regresar a México, mi compromiso con Reg ya estaba formalizado en lo personal. Faltaba
pedir el consentimiento de Don Adolfo y de su esposa.
Algunos amigos y compañeros de la región donde vivo, se escapaban con sus novias sin el
consentimiento de los padres. Creo que lo bonito es poder ser libres pero con respeto.
Debemos a nuestros padres lo que somos y el hecho de estar en este mundo.
Baltazar Quiñonez Verduzco 90
El despertar de un líder
Me presenté en al residencia para informar que retomaría mis actividades cotidianas en la
oficina de desarrollo.
*Don Adolfo, regresé de Francia ayer, gracias por recomendarme ese lugar* dije.
*Bienvenido Ezequiel, pasa, siéntate* dijo.
Me recibió con mucho agrado y muy contento. De todos los recibimientos que me había dado
éste parecía ser el más cálido y sincero. El de más amistad, dejando por un lado la jerarquía
que suele usarse en la burocracia.
Dudaba en decirle de inmediato que había adquirido un compromiso con su hija. Pues no es
fácil decirlo con sinceridad a un Presidente de la República.
*Don Adolfo, debo decirle algo que pasó en Francia* dije.
Era necesario compartirle mis intenciones. Fue el compromiso que hice en Francia con Reg.
Debo ser caballero y respetuoso. Si así lo hago él debe entender que es una etapa por la cual su
hija debe pasar, y estoy dispuesto a ser el mejor hombre para ella.
Así lo he demostrado y así lo seguiré siendo por siempre.
*Muchacho, muchacho, eres noble de corazón y valiente por naturaleza, mi esposa y yo, te
damos el consentimiento para que seas parte de la vida de Reg* dijo.
Algo debo reconocer de Don Adolfo. En primer lugar me acercó a ella al ofrecerme viajar a
Francia y decirle a su hija que me esperara en el aeropuerto, y ser mi guía. Debió suponer que
esto pasaría. Pero más aún me dio la oportunidad de trabajar en una Secretaría de la confianza
del Presidente de la Republica.
*Don Adolfo, estoy agradecido por todo lo que ha hecho por mi* dije.
Baltazar Quiñonez Verduzco 91
El despertar de un líder
Que puede hacer un hombre cuando recibo el apoyo de una gran persona. Humildemente dar
las gracias. No importa el status en el que nos encontramos, ni la jerarquía que tenemos.
Cuando se escucha a alguien decir gracias de corazón, es motivo suficiente para reconocerle
como una persona de gran valor.
Todos los días en la oficina bajaba al teléfono público que esta en la entrada, y hacia una
llamada a Reg. Parecía muy extraño que hiciera eso, porque sentía como todos me miraban.
Una llamada de tres minutos me parecía de tres segundos. Me había tomado en serio la
reducción de gastos para la oficina y evitaba hablar a Francia de mi teléfono particular.
El tiempo transcurría y seguía cosechando éxitos al mando de la oficina. Cada día me hacia de
amigos en toda la república y en mi propio Estado. Durante éste tiempo no tuve ningún
acercamiento con Don Oscar. No recordaba cuando fue la última vez que conversamos. Sentí el
momento ideal para buscarlo y pasar un tiempo con él. Me propuse a llamarle por teléfono.
*Don Oscar, mucho tiempo sin verlo, le hablo para saludarlo y reunirnos lo más pronto
posible* dije.
Los expertos en política me han dicho que nada es por casualidad y menos en esa disciplina.
Así que mí llamada debía tener un fin, así lo dice la experiencia.
En breve había aprendido algunas técnicas que usan los políticos para saludar. Un tono de voz
fuerte, carismático, decirle uno que otro elogio y el respectivo reconocimiento de la persona.
*Ezequiel, muchacho, cuando gustes venir a mi oficina, será siempre bien recibido* dijo.
A pesar de que Don Oscar fue un tiempo mi jefe, tengo especial admiración y respeto a él.
Ahora qué es Senador es una persona importante para nuestro país, que ha propuesto
iniciativas en beneficio del país.
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El despertar de un líder
El motivo por el cual debería acudir a su oficina por teléfono no lo podía adelantar, debía
esperar a que estuviera presente.
Acomodé en mi agenda los pendientes del día para tener la reunión con Don Oscar.
*Muchacho, como te sientes, que bueno que estas aquí* dijo.
Me agradó el recibimiento de Don Oscar, pues la última vez no había sucedido así. Siempre es
sano en un ambiente cómodo y sin ruido. Compartir ideas, iniciativas, proyectos o por el
simple hecho de platicar.
*Don Oscar, estoy muy bien, aprendiendo cada día* dije.
Había con Don Oscar unas siete personas en la pequeña oficina. Me recordaba a los siete en el
comedor en la hacienda. Por qué motivos Don Oscar siempre estaba rodeado de siete
personas. Eso aun no lo se. Sería una recomendación de El Adivino.
*Cuéntame, como te va en la Secretaría, has causado revuelo a nivel nacional muchacho* dijo.
El reconocimiento por parte de él me hizo sentir muy bien. Me agrado saber que el Senador
me dijera que la forma en que estaba manejando la Secretaría se había convertido en un
ejemplo a nivel nacional. En ese momento comprendí que era conocido por los medios de
comunicación y era ya, una persona importante y respetada. Como Don Oscar y Don Adolfo.
Me falta tiempo y dedicación para llegar al nivel que ellos tienen, pues son políticos viejos con
bastante experiencia. No se puede subestimar a ellos pues están impuestos a ser soldados
rasos y también a ser generales. Tienen poder y tienen dinero, pero son unas personas
humildes cuando se trata de ayudar a la gente.
Baltazar Quiñonez Verduzco 93
El despertar de un líder
Que bueno que me permitieron llegar a donde estoy, y más aun desarrollar mis iniciativas.
Normalmente no sucede eso en éste país.
*Don Oscar, quiero ser Gobernador de mi Estado, quiero su apoyo* dije.
Sonrió el Senador, y se mostraba alegre. Me miraba con orgullo. Llevo su mano derecha a
tomar su reloj de bolsillo, vio la hora, se echo para atrás en su silla ejecutiva reclinable, tomó
una hoja para leerla rápidamente. Estaba muy pensativo. No sabía que palabras podría
decirme en ese momento. Un pollo estaba pidiendo a un gallo su apoyo. Misteriosa metáfora
en la que estaba pensando yo. Pero me sentía con la capacidad de entrarle de lleno a la política
para lograr mi sueño. Era el riesgo más grande de mi corta vida. Pedir a una de las personas
más importantes su ayuda para lograr mi objetivo.
Que motivos puede tener el Senador para no apoyarme. En política nacional hay bastantes
escalones que se deben respetar y requisitos que cumplir.
Seguía sin decirme nada Don Oscar, ya habían transcurrido uno o dos minutos, era serio lo
que habría de decirme. Ningún buen político se queda tanto tiempo guardando silencio. Si me
hubiera querido decir no, lo habría hecho inmediatamente con una táctica exacta y me habría
dejado contento. Él es muy buen político. Así que su silencio me estaba otorgando buenas
noticias.
Rápidamente pensé en adelantarme a su respuesta, recordé que cuando me dio la noticia para
ocupar mi cargo actual, quizá él tenia propuesta a otra persona de su agrado y por eso me lo
dijo de mala gana. Y hoy le estaba solicitando su apoyo para ser Gobernador de mi Estado. Si
eso era, él estaba pensando en mí. Su mente debía estar haciendo cálculos políticos y medidas
que tomaría. También pasaba por mi mente que estaría planeando una venganza por haberle
quitado algunas oportunidades. Por fin se disponía a decir algo.
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El despertar de un líder
*Muchacho, eres una gran persona, necesitas hablar con Don Adolfo, infórmale sobre tus
planes, estás a tiempo aun, te digo desde ahora, tienes mi total apoyo* dijo.
De la oficina del Senador me trasladé a la residencia de Don Adolfo. Esperé para mi
recibimiento. Pues aun era humilde y respetada la jerarquía en la que estaba inmerso.
*Ezequiel, has cumplido tu misión, es tiempo para que des otro paso* dijo Don Adolfo.
A Don Adolfo tenía un trabajo reconocido a nivel internacional al frente de la Presidencia de la
República. Pero con las palabras iniciales me dio a entender que era de su agrado y
aprobación que me apoyaría para ser candidato a Gobernador de mi Estado.
En el transcurso de la oficina del Senador Don Oscar a la oficina del Señor Presidente de la
República Don Adolfo, pasaron cuarenta y siete minutos, tiempo suficiente en el que se le
informo por parte del Senador sobre la reunión que habría tenido con él y de las pretensiones
que aspiraba. Debió decirle también que daría todo el apoyo que se le permita para destinarlo
a mi campaña política en busca de mis objetivos.
Así debió suceder, pues Don Adolfo estaba enterado a detalle sobre el motivo de mi visita en
su residencia donde fui a buscarlo.
La tranquilidad me llegaba cuando en mi conciencia sabía que siempre he actuado con
rectitud y que estaba listo para el siguiente paso como me dijo Don Adolfo.
* Don Adolfo, quiero ser Gobernador de mi Estado, quiero su consentimiento para dejar la
Secretaría, partir a mi tierra natal y emprender las acciones necesarias, y pido su apoyo hasta
donde sea posible * dije.
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El despertar de un líder
Sí se pide al jefe independizarse políticamente, éste ya no podrá exigirme cuentas, por tanto
las decisiones tomadas tendrán su peso y tendrán sus resultados. Si así lo es, debo
enfrentarme a lo que venga y manejarlo con madurez.
*Deberás participar en las contiendas con otros interesados, para que seas candidato a
Gobernador de tu Estado, de antemano tienes mi apoyo hasta donde me sea posible* dijo Don
Adolfo.
Mi jefe inmediato me estaba dando su apoyo y consentimiento. También me solicitó que
dejara de ser su Secretario de Desarrollo Social en la brevedad posible, para buscar ser ahora,
candidato a jefe del ejecutivo de mi Estado.
*Cumples con todos los requisitos, conozco tu hoja de vida, solo tienes un detalle en tu contra,
para ser Gobernador, necesitas ser casado, crees que puedas remediar eso* agregó.
No entenderé nunca a Don Adolfo. Me apoyaba a titulo personal para ser Gobernador de mi
Estado, pero me apoyaba con la condición y el requisito de que me case con su hija. Esa es la
primera impresión que detecte.
Por la comunicación constante y llamadas telefónicas que tenía con Reg, pensé que ella lo
tenía al tanto sobre lo que hablábamos. De nuestro noviazgo, de los planes de ella y de mis
planes.
La relación entre Don Adolfo, su esposa y su hija, había mejorado desde su estancia en la
hacienda. Lo sabía porque Reg me decía que su papá cambió la forma de ser y la actitud que
tenía para ella y su mamá. El viaje sirvió como agente de cambio.
Baltazar Quiñonez Verduzco 96
El despertar de un líder
*Don Adolfo, agradezco lo que hace por mí, siempre tengo presente sus consejos, ahora lo veo
como amigo, no como mi jefe, tomaré las medidas que sean necesarias para dejar todo listo en
los próximos días, con gusto acepto* dije.
Acepte el consejo de Don Adolfo. Por primera vez lo llamé amigo y no jefe. Y no sentí otra cosa
que gratitud. Estuve tranquilo, no me sudaron las manos, no sentía los latidos de mi corazón
hasta las rodillas, me sentí fuerte.
Tomamos acuerdos ese día. Fue una reunión de varias horas. Se hicieron varias llamadas por
teléfono.
Personalmente mi amigo Don Adolfo tomó el teléfono para que comunicara a Reg sobre las
decisiones que se habían tomado. Pedí a Reg en esa llamada, con su papá frente a mi, y un
grupo de personas que ya habían llegado para ese momento en la oficina, que sí quería ser mi
esposa.
Todos estaban dialogando entre ellos, el Señor Presidente se apresuraba a firmar algunos
documentos. Pero cuando escucharon que había pedido matrimonio a su hija, llego un
silencio, como si estuviera ahora solo.
Cuando levante las dos manos y dije sí en voz alta, los que estaban ahí compartieron mi alegría
con un aplauso fuerte. Terminé la llamada y seguimos con la reunión.
A los días llego Reg y su mamá procedentes de Francia. Nos reunimos en un conocido
restaurante del centro de la ciudad. Deseaba entregar el anillo de compromiso. Informé con
precisión sobre los planes hechos. Estuvieron de acuerdo y apoyarían en lo necesario.
Baltazar Quiñonez Verduzco 97
El despertar de un líder
Ese día se formalizó la relación con Reg y su mamá de acuerdo con Don Adolfo apoyaban la
relación. La unión civil sería en la Ciudad de México y la ceremonia religiosa en la iglesia de
donde soy originario.
El día de la unión civil me presenté con mi familia la cual había venido especialmente desde mi
Estado, estaban contentos por este pasó tan importante.
Don Oscar se propuso como padrino de boda y apoyaría con algunos gastos que debía incurrir.
Esa si es una buena idea de Don Oscar.
Se llego la fecha para la celebración civil y Reg estaba mas bonita que nunca. Elegir el vestido
para ese día me pareció como una campaña de treinta días. Ella y su mamá buscaron en por lo
menos una veintena de vestidos. Y debía estar presente para dar mi opinión si era buena la
elección.
En lugar fue un salón de la ciudad, muy elegante a decir verdad. Había gente que invité de mi
Estado, políticos de altura, el presidente del partido, estuvieron presentes hasta las personas
con las que probablemente seria contrincante en la interna, en busca de la candidatura
constitucional. Fue de los mejores días de mi vida.
Viajé a mi Estado con el fin de presentarme ante nuestro partido, el cuál ya era mi amigo
desde la ceremonia civil y registrarme como pre candidato para Gobernador del Estado. El día
del registro había una multitud de personas esperándome. La mayoría eran gente de mi
región, salude a varios amigos y gente que no veía desde hace varios meses. Que gusto saludar
a la gente de mi lugar de origen. Presenté los documentos que se requerían ante la comisión
asignada para ello. Me tomaría si acaso quince minutos. Al salir del edificio había una multitud
de personas afuera. Ellos me apoyaban para ser candidato y llevarme a ser Gobernador.
Alguien instalo un equipo de sonido y me disponía a hablar por el micrófono.
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El despertar de un líder
Me dirigí a ellos ese día con tal naturalidad. Apliqué los conocimientos adquiridos desde que
estaba en entrenamiento para ser Mayordomo y en la Secretaria de Desarrollo Social.
Fue un discurso corto, no improvise mucho, aprendí que el discurso debía ser claro y
entendible. Casi al finalizarlo, recorde algunos ademanes que usaban de Don Oscar y de Don
Adolfo y que les daban resultados, hacia que la gente se exaltara aun más. Funciono mi
estrategia y obtuve los resultados que deseaba.
Al día siguiente me traslade a mi región para dar inicio con mi campaña para ser candidato.
Pero también para contraer matrimonio religioso. La luna de miel sería después de las
votaciones y si resultara ganador, antes de la toma de protesta.
La ceremonia religiosa significaba para nosotros la bendición de Dios, la cual sellaría por
siempre nuestra unión. Mi familia estuvo presente, y todos mis amigos campesinos de la
región, había desde Presidente Municipales hasta Senadores sentados dentro de la iglesia.
Vinieron los abuelos de Reg desde Francia para acompañarnos, estaban felices. Los papás de
Reg estaban en la primera banca paralelo a la de mis padres. Estaban todos orgullosos.
Al padrino mando traer un grupo musical versátil desde la capital para que amenizara en la
cena y en el baile. Y yo invite a la Banda Hermanos Morales. Para que bailaran los campesinos
si no, no bailarían. Serían doce horas de música.
Afortunadamente todo habría salido bien. Un sueño más se me había cumplido.
A los dos días posteriores a la boda, antes de iniciar con mi campaña política, una persona de
mi equipo de trabajo y apoyo de logística, me estaba notificando que en las oficinas del partido
en la capital, ningún otro pre candidato se había registrado.
Baltazar Quiñonez Verduzco 99
El despertar de un líder
Lo que significaba que sería candidato de unidad. Me dijo también que en el transcurso del día
se contactaría con ellos para ver las condiciones en que habían quedado y lograr recuperar su
apoyo. Pensé que debía haber alguna negociación.
Cuando menos lo pensé, me di cuenta que las personas dispuestas a ayudarme ya no solo eran
campesinos de la región, sino que había gente adinerada de todo el Estado, políticos
reconocidos y de gran trayectoria, grupos y organizaciones dispuestas a colaborar. Se había
formalizado todo un esquema de trabajo bien consolidado.
En realidad no me di cuenta del trabajo que desarrollan los equipos de logística que se
dedican a las campañas y sobre todo al candidato.
Hable con mi esposa Reg, y decidimos entre ambos que los ahorros que había reunido en los
años y meses para ir a Francia, invertirlos en la campaña. Pues si era una suma considerable
ya que no compraba tamales para no tirar la hojas. Pero era necesario ahora si, abrir la cuenta
de banco para destinarla a la campaña.
En el acto de inicio estuvieron por lo menos mil personas de toda la región. Hablaba con
seguridad y convencía cada vez mas gente. Escuchaba los reclamos de los campesinos. Atendía
a grupos y organizaciones personalmente.
Visite cada región del Estado. El norte donde hay mucho trabajo de maquiladoras. La sierra
alta donde hay pinos. El desierto donde cultivan la vid. El centro donde hay industrias. La
costa donde hay puertos. El sur donde se le conoce como el granero de México.
Cada lugar con sus peticiones y problemas que resolver. Son retos que se pueden solventar
con la ayuda de la gente y disposición del gobierno.
Baltazar Quiñonez Verduzco 100
El despertar de un líder
Veo en la gente, veo en sus ojos Fé y esperanza que han depositado en mi, para que sea su
Gobernador y realizar obras que les beneficien. Veo gente orgullosa de su tierra que quieren
apoyos para trabajarla. Veo gente que ha recuperado la credibilidad y confianza en la política
y en mi como candidato. No puedo fallar a mi responsabilidad. Mucha gente se ha puesto a mis
órdenes solo con la idea de participar en esta actividad cívica.
El día de las votaciones transcurrió como una gran fiesta. Los ciudadanos acudimos a votar
desde muy temprano ese día domingo.
Permanecí en la capital del Estado donde llegaban los reportes de algunas casillas. Antes de
retirarme a dormir por la madrugada, el conteo estaba a mi favor con una ventaja
considerable. A los días el instituto que organiza las votaciones me otorgó la constancia de
mayoría. Era ya el Gobernador del Estado electo.
Me dirigí a mi región en un viaje muy apresurado. Visite a mi familia y amigos. También
deseaba ver en persona a El Adivino. Así me lo habría dicho. Cuando se te cumpla el sueño de
ser Gobernador del Estado, me entregaría un tesoro invaluable.
*En el mismo lugar donde descansabas justo después de arar la tierra, donde tendías tu petate
y tu almohada era una Biblia, ahí se encuentra enterrada una pequeña caja, que contiene
algunas fotos, y tiene una carta que escribió mi padre para ti* dijo.
Por la noche, fui a ese lugar e hice lo que El Adivino dijo.
Son las ocho de la mañana. Estoy en la capital. Hoy es el primer día en mi empleo. Estoy
sentado en mi escritorio nuevo. Frente a mi la caja que desenterré en el mismo lugar que me
dijo El Adivino. Junto se encuentra la bandera de mi país. Por la ventana veo una plazuela
donde hay familias felices que juegan con sus hijos. Más allá observo la catedral, un
monumento histórico. Me dispongo a abrir la caja y ver que secretos guarda para mi. Al ver en
Baltazar Quiñonez Verduzco 101
El despertar de un líder
el interior de la caja veo tres fotografías. Son fotos tomadas en la hacienda. En la primera foto
veo en el inferior de la foto un nombre, es el abuelo de Don Oscar y a su papá cuando apenas
era muy jóvenes ambos. El parecido físico del papá de Don Oscar es casi igual que el mío.
Tenemos facciones sumamente iguales. Me parece que soy familiar de Don Oscar por tanto
parecido. En la segunda foto veo al abuelo de Don Oscar con una muchacha, muy parecida a mi
esposa Reg. Si no fuera por el tiempo diría que es ella. En la tercera foto veo al abuelo de Don
Oscar con el papá de El Adivino, con la misma vestimenta que usa actualmente. Hay una carta
que tiene mi nombre, Ezequiel.
Ezequiel, eres un líder, si estas leyendo esta carta es porque fuiste disciplinado, ya debes tener
un poco más madurez. Sigue los siguientes consejos.
1. Se siempre un hombre puntual, no desperdicies tu tiempo.
2. No te quedes a trabajar más tiempo del debido, aplica tu capacidad intelectual.
3. Delega responsabilidades y confía en tu equipo.
4. En las reuniones exigiré claridad y precisión.
5. Los planes y trabajos se hacen correctos a la primera.
6. A las personas a mi cargo, no les exigirás quedarse más de doce horas en su labor.
7. Tu responsabilidad es servir, no lo olvides nunca.
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El despertar de un líder
8. No eres indispensable en tu trabajo, en tu casa si.
9. Tu familia es lo más importante, tu nuevo trabajo te dará para vivir.
10. Sé honesto siempre, tendrás muchos amigos.
11. Guarda ésta carta, y rescríbela. Dirígela a tu primer nieto, el chachachito.
Descubrí que la historia de mi vida es una aventura que demuestra que mis anhelos, mis
sueños y mis esperanzas, me hicieron lograr esto. Desde muy joven me hice amigo fiel de la
disciplina.
Qué misteriosa es la vida, cuantos momentos mágicos al día se presentan frente a nosotros y
no los atrapamos. La ciencia aun no explica porque los sueños pueden cumplirse aunque
parezcan imposibles.
Cuantas cajitas tendrá el destino para cada uno.
No olvidaré que desperté un día y sentí que ya era momento del cambio, y cómo me
transformé en lo que soy. Soy una persona humilde y sencilla, que he seguido con firmeza mis
ideales. Para lograrlo no necesité ser adinerado, poseer autos, terrenos ni oro. Solo fui yo
mismo. Ésta es mi historia.
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