Todos los santos

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Bienaventurados Festividad de Todos los Santos - Ciclo B

En esta fiesta de todos los santos leemos el evangelio de las bienaventuranzas. Jesús toma una fórmula literaria típica del antiguo Israel: la bendición del hombre justo que cumple la voluntad de Dios.Para los israelitas, una vida próspera, feliz y en paz era un premio de Dios. Si alguien era desgraciado es porque Dios le había castigado por algo...

Siguiendo este razonamiento, la

felicidad se convierte en un pago por buena

conducta. Y esto puede llevar a

enorgullecerse a aquellos a quienes les van bien las cosas. En cambio, no explica el

misterio del dolor: ¿por qué a veces las

personas buenas padecen injustamente o sufren calamidades que no se merecen?

Jesús propone un camino opuesto a esta mentalidad de la retribución.Incluso para los creyentes de hoy resulta revolucionario o difícil de entender. Felices los marginados, los pobres, los que sufren persecución... ¿Por qué?

Para los críticos del cristianismo, como Nietzsche, las bienaventuranzas son una apología de la mediocridad, un consuelo para que los pobres se resignen a su suerte. Hay quienes hacen una lectura masoquista de este evangelio. Esta lectura se opone a la plenitud y la dignidad del ser humano.

Pero el cristianismo, bien entendido, es lo contrario: Dios quiere la plenitud del ser humano. Jesús conoce muy bien la naturaleza humana, los anhelos de la persona, sus debilidades y sus sueños. Pero es realista y sabe que, a menudo,el camino hacia lo que desea nuestro corazón está sembrado de dificultades y pruebas.

Jesús no está a favor del sufrimiento porque sí. Lo que está diciendo es que aquellos que se propongan seguirlo y predicar su Reino van a toparse con dificultades.Van a ser pobres, rechazados, perseguidos.Sufrirán la incomprensión de los suyos...Algunos llegarán a morir a manos de la justicia.

Jesús está avisando a sus discípulos: es a ellos a quien se dirige. No les vende promesas de éxito. No quiere engañarlos: los advierte para que estén preparados. Van a afrontar muchas pruebas dolorosas.

Pero, pese a todo, ¡felices ellos! Porque serán saciados, compadecidos y apoyados.Porque suyo será el Reino de los Cielos. No como se posee una casa o una tierra. El Reino no es una propiedad sino un don: el amor del mismo Dios, entregado por ellos.

Serán poseídos y colmados por ese amor. Y ese amor será su alegría, su paz, su consuelo.No podemos leer las bienaventuranzas separadas del resto del evangelio: Jesús siempre nos habla de su Reino. Y el Reino es la perla preciosa que vale más que todos los tesoros del mundo.

Por el Reino vale la pena dejarlo todo, como hicieron los discípulos. La perla preciosa, en realidad, es el mismo Jesús: el mismo que se hará pan de vida. Los bienaventurados no serán los cumplidores ni los afortunados, sino los sencillos de corazón que creerán y se dejarán alimentar por él.

Todos los Santos 2015Textos de Joaquín Iglesias Arandahttp://homilias.blogspot.com