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Los profes...

6º profesores

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Los profes...

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El Hermano Francisco García director del colegio Mundaiz durante 4 años.

Que ideas maravillosas tenía. Entre los habituales problemas del Colegio, como acudir todos los sábados a leernos las notas en público, le obsesionaban dos situaciones: la limpieza y el silencio sepulcral dentro del recinto escolar.SOLUCIONÓ LAS DOS DE UN PLUMAZO.

La limpieza. Un sábado de octubre, cuando vino a leernos las notas nos expuso su brillante idea. Creó una cinta imaginaria (hoy se llamaría virtual) que la adjudicaba a un alumno de clase. Éste debía de pasearse durante el recreo por los patios y en el momento que atisbase a un compañero que se le caía o arrojaba un papel al suelo, lo denunciaba en portería y así se quitaba la cinta de encima, debiendo el nuevo poseedor de la cinta seguir buscando otro despistado. Pasaba la semana, el sábado, el Sr. director acudía a clase a buscar al tontolaba, que lo castigaba el domingo a las 11:00 a contar sellos para los chinitos.

La misma dinámica siguió con el silencio. Nos poníamos en filas de tres para entrar en el edificio y a partir de entonces todo el que susurrase un vocablo le caía la cinta que, el sábado recibía su premio.

Siempre hubo espabilados que se las ingeniaban para no tener la dichosa cinta. Llevaban un trocito de papel higiénico en el bolsillo y buscaban un pardillo, que en el primer descuido y cerca del profesorado se lo echaba al suelo y por mas protestas que espetaba se lo llevaba a portería. Lo mismo ocurría con el silencio. Le ponía la zancadilla al pobre cautivo y cuando se quejaba ya había hablado. A PORTERÍA. Y como lo vi lo cuento tal como ocurrió.

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1961, en la madrugada del 16 de enero un voraz incendio se declaró en la fábrica de alcoholes grasos cercana al Colegio.Las violentas explosiones despertaron a la comunidad que, rápidamente acudieron en auxilio de los obreros, que se debatían en aquel infierno en llamas mientras acudían con rapidez los bomberos.

En la foto el bombero D. Andrés Asencor y el Hermano Francisco García que heróicamente expusieron sus vidas para salvar a uno de los obreros.

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EL “CICUTA” no recuerdo su verdadero nombre como hermano. Me dicen que era el Hermano Tomás, daba clase en los cursos superiores y tenía una mano muy ligera.

Recuerdo, estando nosotros en 4º de bachiller, volvíamos cansados del recreo y llegamos, 5 minutos después de sonar la campana, al aulario. Nos esperaba agazapado tras la entrada, haciéndonos pasar al aula de sexto curso (unos tíos ya casi con pelusilla bajo la nariz). Éramos un total de 15 compañeros.

De pronto se ausentó del aula y los de sexto nos metieron miedo hasta las entrañas (Ya veréis ya, como se las gasta el cicuta, la que os espera).

Apareció el buen hombre esgrimiendo una zapatilla “WAMBA” con suela de goma y uno tras otro alineados en la pared nos hacía adelantarnos, apoyarnos sobre su mesa y nos arreaba con la “Wamba” dos veces. Si fallaba alguna recibías otra más. Salíamos con la mano sujetándonos las nalgas como si nos hubiesen desatornillado el ombligo y fueramos perdiendo el culo por el camino.

Todo esto ocurría ante la hilaridad de los de sexto. Menudo espectáculo vivieron. Nosotros callados como mudos. NADIE LLORÓ y dolía ¡¡eh!!

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Otro suceso corrió como la pólvora por todo el cole. Sucedió en una de las clases del Cicuta.

Esta vez lo organizaron los de PREU. Estos chicarrones le pasaban por lo menos 40 centímetros al desdichado hermano, por lo que tenían cojones para hacer lo que hicieron. No les puso la mano encima pero si que tuvieron su castigo correspondiente.

Debían de estar los Preus a punto de acabar el curso y tenían que ir a examinarse a Valladolid. El curso estaba vencido y se dedicaban a repasar las distintas asignaturas para la prueba de acceso a la universidad. No ocupaban los pupitres por orden alfabético, como nosotros, se colocaban según entraban en clase.

Se dio la casualidad que los mas “listillos” se colocaron al fondo del aula y en la hora de estudio charlaron mas de la cuenta, solo se permitía un leve susurro para comentar algo, se pasaron un montón de pueblos.

Al Cicuta se le hincharon los cajones y levantándose desde su mesa ordenó: “EL ÚLTIMO BANCO A LA CALLE “Y así lo hicieron, abrieron la ventana, estaban en el primer piso, cogieron el banco corrido y lo tiraron.Nadie cuenta como siguió la historia, salvo que al Cicuta se le veían las venas del cuello hinchadas , ni el castigo que obtuvieron, ni que pasó con el banco.

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El Hermano Fermín,  impartía latín, con una pedagogía  repetitiva lo que favorecía el aprendizaje. Si, pero a base de muchísimo trabajo. A la postre aprendíamos y la reválida de 4º la superábamos.

TODOS LOS DÍAS mandaba deberes y los recogía, desconozco si los corregía pero apuesto que una mirada les echaba. Siempre nos devolvió los ejercicios corregidos, que luego los recogía para archivarlos. Su celda (así llamaban a su dormitorio) tengo la impresión que sería igual a quien padece el mal de Diógenes.

Acudía a clase tieso, como si se hubiese tragado un palo de escoba, con unas hojitas blancas escritas a máquina, protegidas por dos cartones unidos con dos gomas en sus extremos, un bolígrafo rojo y otro azul y con una regla  "cuadradillo" (terror si se ponía en marcha). Repartía las hojitas y había que traducir lo que allí estaba plasmado. Las dudas a la mesa del profe y al finalizar recogía, personalmente, su papeleta con media hoja de cuaderno, lugar donde nosotros escribíamos la respuesta, colocando fecha a la izquierda y apellido y nombre en la parte superior derecha. Así durante dos años 3º y 4º de bachiller. NUNCA hubo cambios.

Era de trato afable siempre y cuando estuvieses en su línea, no admitía discusiones.

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ANÉCDOTA PERSONAL.

Hubo varias pero yo cuento lo que viví en mis carnes.

Un día al finalizar la clase, me hallaba sentado junto a Pérez Álvarez, delante tenía a Navajas y Olondris, al recoger la papeleta contemplé como una manchita aparecía en la papeleta anteriormente citada. Sabiendo las consecuencias que esto acarrearía, asustado y medio temblando le afirmé:

"YO NO HE SIDO, LA PAPELETA VENÍA ASÍ“

Mirándome a los ojos, con la diferencia de edad que nos separaba, me contestó:

"EXCUSATIO NON PETITA, ACUSATIO MANIFESTA“

No pasó nada, parece ser que la manchita era un defecto del papelico.Al salir al recreo, le pedí a Aliaga una hojita (tenía muchos papelitos para borrador) y lo apunte, guardándolo en un libro que años más tarde apareció.NUNCA tuve la curiosidad de saber su contenido. Yo me fui por ciencias.

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El hermano Humberto, hombre alto, desgarbado, repeinado, con malas pulgas si pasabas cerca de las flores que el cultivaba rodeando una palmera.

No creo que nos llegó a dar clase pero era muy conocido por la plebe infantil-juvenil.

Castigaba a dar vueltas a su jardín si te cazaba haciendo alguna fechoría como beber agua después de haber sonado la campana o llegar tarde a clase sin justificación escrita de casa.

Pero lo que más me viene a la cabeza de su presencia en el cole fue su manía con echar zimaurra (estiércol) natural de la descomposición de las heces de animales sobre el jardín en primavera.

Joder, sentías el olor a MIERDA, con perdón, desde que pasabas la puerta de entrada que era un primor, y además todo este hedor iba acompañado de multitud de moscas.

Pero todavía queda lo peor, estando en 5ºA con el Boni en los bajos , nuestras ventanas daban justo a la altura de una de sus plantaciones y era imposible abrirlas. Aguantábamos en primavera todas las horas de clase cerrados a cal y canto, oliendo al sudor de los compañeros (nadie se ponía colonia) sobre todo después del recreo y al mediodía a la comida de las cocinas. Nadie se intoxicó.Fue... ÉPICO.

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El jardín del Edén, perdón del Hermano Humberto, sólo dejaba cruzar ese pasillo para sacar la foto.

Estaba prohibidíííísimo subir por esas escaleras. No había excusa alguna.

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El hermano Bonifacio, hombre rechoncho, bajito, de nuestra altura y profesor de Matemáticas y de Ciencias.

Tenía muy malas pulgas, sus bofetones todavía me duelen y almorzaba antes que sus compañeros pues su clase estaba cercana a la cocina.

Su andar era lento y pausado cuando sólo caminaba y se transformaba cuando nos acompañaba a las filas hasta la tabacalera.

Hablo en primera persona. No conseguí a lo largo del curso aprender el tema que se componía de tres lecciones sobre: Permutaciones, Conmutaciones y Variaciones.

Había dos casuísticas en su forma de actuar:-Nos colocaba en fila cerca de los colgadores de los abrigos y nos hacía pasar por la pizarra a resolver algún problema. Si no sabías recibías el sopapo y al asiento y pasaba el siguiente. Nunca he rezado tanto para que el anterior a mí, supiese la pregunta. Así la mía era nueva y tenía una posibilidad de evitarme el tortazo.- La segunda manía era más benevolente, permitía ir a las 8:30 y recitarle alguna pregunta de Ciencias. Si no sabías te soltaba una reprimenda y te decía que lo estudiases y volvieses al día siguiente. Pero si acertabas con la solución te ponía nota y luego a lo largo del horario escolar sólo preguntaba a quien no tenía notas

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El hermano Cirilo, hombre bonachón, demasiado para la época, comparando con el resto de Hermanos. Ni gritaba, ni se enfadaba, ni pegaba era dulce, hoy diríamos que “pierde aceite” pero era agradable su clase.

Su asignatura era el Francés. Se hacía de todo, leíamos escribíamos, hablábamos, conjugábamos verbos y hasta copiábamos en los exámenes, pero se aprendía.

Me han comentado que los de quinto “B”, algunos se escapaban por la ventana y otros pedían permiso para ir al WC y debían ser micciones kilométricas por el tiempo que tardaban en regresar al aula.

En fin, de vez en cuando tenías un respiro en aquel Mundaiz agresivo.

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El hermano “Caruso”, nunca supe si era su nombre o el mote, pero creo recordar que era el Hermano Eduardo. Era muy serio, su cometido en el cole se centraba en los alumnos de PREU y era el secretario, cumplimentaba la matrícula periódica con el cobro correspondiente, rellenaba los libros de escolaridad y ponía cien mil sellos y pólizas. Curraba, curraba pero jamás le vi sonreír y eso que era muy aficionado a la música e incluso tocaba el armónium.

Dos detalles recuerdo de él:-Siempre repetía el mismo chiste, año tras año. Decía el primer día de octubre: El libro de francés lo tienen ustedes que comprar “endeaia” y como ya lo sabíamos, quería decir que se compraba en Hendaya. Ja, ja, ja.-Tenía la maldita manía de jorobarte el domingo porque el lunes nada mas pasar el umbral de la puerta preguntaba la lección correspondiente a “TODA LA CLASE” y ponía nota. Mi padre si aprobaba todo me firmaba con azul y si suspendía alguna con rojo. ¿Os queda la duda de que color iban las notas firmadas?

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El caminar de los profesores en el recreo

mientras charlaban.

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De los profesores hubo una cosa que siempre me llamó la atención . Los paseos de los recreos. Me fijé mucho en la manera como cuidaban la educación

Paseo de dos profesores

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Paseo de dos profesores

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Paseo de dos profesores

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Paseo de dos profesores

Cuando llegaban al final del trayecto se volvían mirándose la cara, nunca se daban el culo y volvían charlando repitiendo la misma operación.

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El de dos profes sin problemas.

Paseo de tres profesores

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El de dos profes sin problemas.

Paseo de tres profesores

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El de dos profes sin problemas.

Paseo de tres profesores

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El de dos profes sin problemas.

Paseo de tres profesores

Al final del recorrido: - El del centro caminaba mas despacio e iba a su derecha - El de la derecha se colocaba en medio. -- El de la izquierda giraba sobre si mismo.Siempre mirándose la cara, nunca se daban el culo.

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