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estoy aquí carabajo

Estoy aqui 5

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carabajo

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Estoy aquí. Encerrado. Sin poder salir de mí silencio. Sin querer hablar.

Había yo dejado la facultad. Humberto, mi amigo, se estaba por ir a Alemania a estudiar y vivir con su novia con una beca. Música. A Hannover. Hablábamos mucho de lo decadente de todo. Íbamos a conciertos y nuestra predilección era la música contemporánea. El me había llevado a conocer esa lucidez de los creadores que siempre sobrevolaron el arte y no la miseria del rock y otras patrañas. Bartok, Stravinsky Mussorsky, Hindemith, Ginastera y tantos otros. Pero yo había dejado mi futuro a la vera del camino. Si no estudiaba mi destino era reencontrarme con lo que valía. La búsqueda personal. La identidad. Lo que no me permitía ser como el resto. Festejaba una independencia ligada a no estudiar ni trabajar y sí concentrarme en avanzar autodidácticamente en el piano y la lectura. Algunas poesías ya también me encontraban escribiendo para chicas que se me negaban. Pero ya estaba acostumbrado. Era lo esperado y aun así imaginaba romper el hechizo. Fuera de ir al teatro Colón había visto varias veces en concierto a nuestro Astor Piazzolla. Una de ellas en su memorable concierto con la orquesta del Colón en dicho teatro. Memorable porque estaba repleto y estallaban los bravos y los otras de un público enfervorizado que se salía de su control en devoción por el compositor y bandoneonista estrella. Eso no era tango. Era un milagro. Literalmente el Colón se venía abajo. Era el año 1982. El profeta era profeta también en su tierra. Humberto que no se convencía de Astor por pertenecer a una ortodoxia de conservatorio y ser un purista de formatos armónicos que había recontra estudiado tuvo que admitir que aquello era una fiesta sin igual. Pocos meses después él partía con su pareja para radicarse en principio en el país germano, cuna de la música erudita, cosa que creo que hoy treinta y cinco años después debe ser igual y allá debe estar. Quizá componiendo y hasta dirigiendo alguna orquesta. No supe más de él salvo por su sobrina Virginia con la que me encontré hace unos años buscando saber de él en una llamada telefónica que derivó en un romance con ella. Sé que ella le comentó a su tío de lo nuestro en sus vacaciones anuales en Buenos Aires a pesar de que me aclaró: ¨ le dije pero sin entrar en ¨ detalles ¨¨. Es feo hablar de la lujuria cuando se trata de el familiar de un ex amigo. Y digo ex porque sucedía mas de quince años después de que lo viese la ante última vez visitándolo en Hannover. La última fuese un rápido y breve café dos años mas tarde en su primer vacacionar en su país tras su partida. Pero esa anteúltima en que mi viaje, mi único viaje a Europa, lo encontraba de nuevo en mi trayecto, fue parte de la historia que voy a contar.

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Mi hermano Freddy y yo ya estábamos en el avión rumbo a el aeropuerto de Frankfurt cuando me acerqué a Sasha que volvía a su país luego de un intercambio en Argentina. Yo tenía veinte. Sasha diecisiete y Freddy catorce.

Estoy en un psiquiátrico. El viaje estuvo bueno. Me quedé sin pilas. Les hice la vida imposible a todos en casa a mi regreso. Me dan pastillas todos los días. Las retirás por ventanilla. Si no pasás queda registrado y te buscan. Hay terapia individual y grupal. No hice amigos pero tengo una novia. Ella se me declaró. Sin sexo. Besos y apretar. Ella está traumada porque hay otro que se la cogió antes que yo llegara. No lo puede sobrellevar. Creo que en mí busca algo de amor. Por eso y por lo que la trajeron. Problemas de familia. Su papá se puso en pareja dos meses después de la muerte de su mamá. Perder a su mamá fue demasiado pero lo de su viejo rebalsó el vaso. No lo entiende. Hay otros que están acá por drogas. Problemas y más problemas otros. Están los reincidentes. Uno que lleva diez años entrando y saliendo. Yo no sé qué va a ser de mí. Cómo sucedió esto. Mi locura para tener que estar acá sin salir a la calle. Mis ilusiones de ser alguien en algo parece que tienen camisa de fuerza. Hay depresivos. Sobre todo señoras mayores con problemas de soledad.

Llegamos a Alemania y Sasha nos invita a mi hermano y a mí a su casa en la ciudad de Karlshrue. Ciudad universitaria. Ella estudia enfermería. Siempre se llevó mal con su madrastra. Por eso se rajó. A mí Sasha me gusta. Representa otro país, otra cultura, y todo lo que hay de lindo en Alemania………..la cuna de la música que tanto escucho. Estamos un par de días en su casa. Vamos a bailar todos con su novio también. El que dejó hace seis meses antes de irse. Bailo solo. Todos bailan solos en Europa. Escuchar y dejarse llevar. Nada de parejas. Después sí algunos en los rincones a los apretujones en una mayor intimidad. Tirados en sillones. Es una promesa que en Buenos Aires me fue negada. Una novia. Una aventura. Algo. Una mujer. Ya con veinte pirulos. Quizá por eso dejé todo…la facultad…los amigos…me iba mal….si no podes no tener una mina…una pareja…no sobrevivís a nada. Las mujeres hablan Alemán, son rubias y me parecen más hermosas. Es otra frecuencia. Otra realidad. Otro idioma. Y que encima salvo algo de hablar inglés no lo entiendo. El inglés. Idioma universal. Asociado a la superación. Al ganador. A los imperios en puja. USA y la URSS. Yo de ninguno de los dos lados. Pero jugando a lo altruista de dominar el inglés. A las europeas les encanta hablarlo. Salir de su idioma. Se divierten. Las potencian. Freddy se ríe conmigo. Con sus catorce se lo toma como una gran aventura. En argentina el sexo en parejas está casi prohibido. O lo estuvo mientras yo era adolescente y aun hoy se lo ve como una falta de valores y a las mujeres que acceden se las tilda de ¨ muy putas ¨. Los varones y ellas franelean de lo lindo pero de ahí a desnudarse hay una abismo. O siempre lo hubo. No sé si es un tabú de las clases altas…. de la clase media. De la oligarquía de los bien educados. La democracia estaba destapando ollas cuando me fui de viaje. Por eso lo llaman destape.

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A los conservadores no les gusta. Reprimir se traslada ahora ya con el cambio a una fiesta de lo que es posible o potencial de no ser censurados porque una idea de libertad patenta ese derecho. Nada es obligado u obligatorio. Se despierta ese sentimiento. Aparecen revistas eróticas en los quioscos de diarios y se empieza a hablar sin tabúes pero con miedo de lo sexual y hasta de lo homosexual. La verdad ofende o da pie a cosas inimaginadas. La insignia del poder pasa a la cultura y a la forma de hacer política. Hay signos de pudor y de vergüenza generalizada en algunos sectores de morales y prejuicios. Nadie parece querer detener lo que promete ser un cambio. La asfixia era total y todos quieren saber, enterarse, probar, esperar, y, sobre todo, hacer terapia. Las razones de los bloqueos de hielo y las tormentas interiores pasan por los divanes y los amigos y las amigas que se juntan con algo ya para contar van animando y animándose. Desafiar a la generación de los padres parece difícil. Ellos se muestran cautos. Todos necesitan tiempo. Empieza el ajedrez de esa democracia que es valorada hasta con picardía.

Estoy tomando mate en Mar del Plata con mi novia. La primera mujer con la que tengo un sexo que ella exacerba casi como abriéndome la puerta para entrar a jugar. Seguimos la senda del triunfo. Estuvimos viendo ayer ¨ tango feroz ¨ en un cine y a una cantante de rock muy power… un teatro. ¨ Quieren robarte el corazón… cagarte a tiros en morón… quieren lavarte la cabeza… por nada…pero el amor es mas fuerte ¨….el amor para mí ya es cosa asegurada……libre de culpa y con las penas atrás me lanzo a esta larga aventura con ella. La fantasía no me había prometido una relación así. Al menos a mí. El erotismo es tan natural como comer, asearse o pasear. Descubrirlo hace descreer de los imposibles. La seriedad y el juego son ahora la misma cosa. La verdad es lo que uno tiene delante. Mi verdad ha mutado. El culto a la pasión de querer cambiar lo propio ya se va dando a entender. Las certezas son inexorables. Perder el miedo y saber por dónde ir. Empezar es un reto que me empieza a gustar. La degustación de una mujer de pies a cabeza y ser degustado por ella. Besarse de todas las maneras posibles. Saber que nos pertenecemos mutuamente. La totalidad de lo que no es efímero. La exploración de uno mismo en el otro. Soltar amarras e ir en busca de eso que está al alcance. El verse reflejado en las luces de una finalidad entre dos. Acabar y dejarse acabar. Entregar una despertada ambición. Tomando mate. Como clavando el cuchillo en el cuerpo de ella en cada sorbo. Como la autorización para degollarla. Y ella se ríe mientras lo hago. Y ya exhausta luego de una gran fiesta hacer de eso una rutina. El poder tomarlo cuando vuelve a suceder. El pasarnos el mate cuando en la cama nos succionamos. Y la charla sobre todo lo importante que nos concierne relativo a lo que no imaginaba que me importaba. Ya pasaron años de mi regreso de todo. Ya la frustración se rinde a mis pies. Y recuerdo cuando en Europa se me daba un touch and go o alguna visita a un burdel como la antesala de lo que tenía que suceder para despertar ahora en Viviana.

Uno le toma el gusto a vivir solo. Porque quiere decir que el silencio lo puede todo. Como alguna vez lo significó callarse para demostrar obediencia. Apartarse del núcleo

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donde empezó el problema. Como este viaje que me enseñó a vivir solo. Varios meses. Los solitarios inventaron el mundo. Nunca se integraron. Lo modificaron según lo que les dictaba la curiosidad. Tenían ese poder del que no se ostentaban. Más bien siempre se vieron como no pertenecientes. Observadores. Como una función de algo que lo es de todo pero que se ve desde la distancia con la objetividad de relacionar cosas. Acaso se es la prueba de que casi todo el mundo está solo y no lo cree porque está rodeado.

Estoy con Piazzolla. En Hamburgo yendo al hotel donde se hospeda. Con la mujer y los músicos. Escuché su concierto y lo visité en el camerino. Su mujer me lo presentó. Llegamos al hotel y uno, yo , charla con él en el lobby. ¨ Preguntame lo que quieras ¨, me dice. (Vademecunn de preguntas obligadas). ¨ ¿Querés venir a cenar con nosotros? vamos a un restorán! ¨. Le digo que gracias pero no puedo. En realidad no quiero saber más de lo que sé. Suficiente con su música y algunas preguntas. Estoy en medio de un escepticismo. A los dos días me compro un cassette de él por ahí. Lloro. No sé porqué. Por nada y por todo. Porque él me recordó con su música todo lo que representa de mi argentina. De mi Buenos Aires. Que hace cuatro meses que dejé para venirme acá a Europa. Porque estoy solo y creo que ser libre es difícil. Porque vengo aprendiendo cosas de la libertad. Porque estoy teniendo mujeres cerca de verdad y el coctél de escucharlo tuvo más intensidad. Más sentido. La emoción ya está en mis entrañas. En la piel ávida de sensualidad que huye por las fronteras de estos países cercanos entré sí. En mis fantasías de tener mujeres que me cruzo por todos los idiomas del alfabeto de la pluralidad cultural. Alguna que otra se me dio. Ligué en medio de esa desesperación. De esa ilusión. Greta es holandesa. La conocí en Grecia. Paso por su pueblo y me quedo unos días. Me dice si quiero coger. Sus viejos se van con mucha suspicacia y nos dejan solos una noche. Pero no le encuentro la vuelta. No sé. ¿Y si quedás embarazada?. (In english) Usamos profilácticos, dice. Pero creo que no me calienta. Es linda. Alta. Grandota. Nos vamos a bañar a una pileta pública. Las minas y los tipos se tiran y nadan en bolas. Me pregunta porqué no me saco la malla. En mi país no lo hacemos, digo. (In english). A Dagmar la conocí en un hostel en Bremen. Es médica recibida. Paso por Bremen y me quedo en lo de sus amigos. Esta vez sí. Salimos por ahí y se me entrega y me gusta. No salió todo bien pero acabé. Besos también. Buscamos nuestros sexos oralmente. Greta y Dagmar son vírgenes. Todas las que salen a dar vueltas por Europa lo son. Están tratando de zafar de trabas. Problemas. Inhibiciones. Traumas. También aquí los hay. Pero el ingles y lo turístico aflojan como todo viaje y se animan más. In english. Mora es española. Amiga de Humberto. Sí, llegué a Hannover. Besos de lengua y mucha franela. Empiezo a entender. In spanish. En español. Tuvo un aborto estando en Londres con un novio inglés (In inglish). Karen es dinamarquesa. Estoy en Hamburgo otra vez. Creo que enamorado. En un hostel. Un amigo que hago ahí me hace pata y se encarga de la amiga. Son dos. Ni él ni yo tuvimos sexo esa noche. Pero muchas promesas de ambas. Karen también es virgen. Te das cuenta. La inseguridad. La mujer que sabe algo te pasea por la cama. In english. Voy a unos burdeles. Enojado. Por la calle St Pauli de Hamburgo. Famosa. Me dan el dato. Tengo tres experiencias con tres putitas distintas. En la primera me gastan. Me usan. Me engañan. Me toman el pelo. Para qué dijiste que eras virgilio! No fuck. She masturbates me. En la segunda me callo y salgo ganando. Un buena mamada. En la

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tercera como soy inexperto todavía confieso otra vez eso a modo de disculpas. Pero está bueno. Una mina relinda. Rubia como casi todas las de acá. Bue, vuelvo a Karlshrue. Sasha (la del avión) no me da pie para nada. Pero voy a un albergue universitario. Ella me ayuda. Me opongo a estudiar Alemán. Hago amigos en el albergue. No caso one. Pero nos reímos. Uno habla italiano. Menos mal. Por supuesto que in english se puede entender algo de los otros.

Con Dagmar y sus amigos vamos a Berlín. El muro está intacto. THE WALL. La pared. En la intimidad con ella nos buscamos. Lejos de las miradas de los amigos. Pero ellos se vuelven todos. Yo me quedo en el albergue un tiempo más. Mi hermano Freddy se fue a Buenos Aires de regreso luego de estar un mes. En el hostel conozco una argentina. Carla. Vamos juntos a el lado oriental comunista de Berlín. La gilada turística. Cruzando el muro en ¨ check point charlie ¨. Pasaporte para estar hasta la media noche del lado oscuro de la luna de Berlín. Carla y yo hacemos todas las boludeces que te sugieren cuando cruzas el muro. Hay amistad. La llevo bajo mi brazo pero no le tiro onda. No me sale. Será que es argentina. ¡¿Cuál es la gracia?!. De regreso en el hostel hay tres españolas punk. Y nos hacemos amigos de ellas. Es cercana la navidad. Una dice en forma suspicaz referido sutilmente a mí ¨ ¡¡yo quiero un capullo para navidad!!¨. Carla se ríe. Es virgen. Malena no tuvo su capullo. Me volví antes de navidad para Hannover. Si me quedaba tampoco lo hubiera tenido. Salvo que me diera lecciones avanzadas de aproximación hacia una punk. Antes de volver cruzo de nuevo el muro. Hablo con alemanes del comunismo. Chicos de mi edad. Voy a un boliche y me engancho una comunista medio bisagra. Berta. Su novio ausente es diplomático. La lleva a veces a Paris. Noche. Night con mujer con aire comunacho. No fucking. In english. Se acerca la medianoche. Sigo en el pub. Estoy obligado a pasar del otro lado. Sino tenés problemas. Berta me acompaña a check point charlie corriendo. Nos damos un último beso y vuelvo a mi civilización. Las lenguas se despiden. Los contornos de su cuerpo son saludados tibiamente por mis manos. La pollera se deja abrir paso a mi tacto por debajo. Mi Roger Waters se emociona. Quiere tirar el muro abajo. El museo de los escapistas del lado de mis preferencias occidentales refuerzan ese ímpetu por las fotos y los relatos fallidos y exitosos de huidas. Bajo estricto control familias alemanas divididas porque las manos del pre-muro de soldados aliados aferrados por sus manos haciendo la cadena que después se hizo piedras los separaron, tienen posibilidad de verse esporádicamente con permisos especiales. Los charlie y los trosky en que se han convertido separando ideales e ideologías. Libertades y prisiones. La guerra fría.

En Hannover ya me reencuentro con Humberto. Mi viaje de conciertos y museos se convierte bajo esa lupa en una continuidad con él y su mujer……..y la hermana de ella. Nunca la vi más que como eso. El vértigo. Ella tiene un amigo argentino que es cocinero. Humillado por ese aura cultural de los otros comenta con avidez su pretensión suicida inconciente por las rutas de Europa. Pero después se divierte con

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nosotros. Me quedo dos meses. Conozco la biblioteca musical relativa al conservatorio plagada de vinilos de millones de obras y autores. Allí con auriculares me concentro en pasar horas que te facilita la organizada tarea de las empleadas. Conozco un centro de intercambio y me hago amigos y amigas. Intento aproximaciones con las minas. Así la conocí a Dagmar de quien ya dije. Y a Carla. Ese satélite de argentina que es la casa de Humberto me genera contradicciones. Hablo castellano como nunca en el viaje. Mi vida se concientiza de el desarraigo de los que viven lejos establecidos. Pero ellos ya hablan algo de alemán. La mujer de Humberto es de padres argentinos alemanes y lo habla con fluidez. Le ayuda a millones de cosas que solo no podría. Ambos aprobaron el ingreso al conservatorio de Hannover nivel superior. La beca les da para vivir. Años después devuelven el dinero con mucha tranquilidad trabajando con la música. Así es esa beca. Los amigos de intercambios me alegran la vida. Hacemos programas y we speek in english. Vienen de todos países de Europa. Las chicas ayudan en casa de alemanas con quehaceres y estudian el idioma por las tardes. Los varones tienen trabajos más puntuales que no requieren experiencia. Todos huyeron de sus países y familias de forma tangencial. Buscan parejas y experiencias con alemanes y alemanas de tercer tipo. De la formateada huida hacia la sensualidad. El repertorio de que para los de este país hablar en ingles con ellos que estudian alemán como fin resulta un buen collage y se reparten entre ambos idiomas. La noche da y promete en fiestas interminables y boliches. Ahí pasa de todo. Licencia para disparar fálicamente. Cañones que apuntan a las trincheras de ellas que salen desnudas de pudor. El fantasma de lo prohibido se toma vacaciones. Y algún día habrá que volver a casa. The end. Amores y aventuras. Belicosas estrategias de superarse lejos de todo. Como yo acá también. Humberto se enoja. Pero sabe que Alemania también vive el sueño americano.

La noche siempre me apasionó. Hoy mis amigos son de la noche. Es como las cosas a las que le vas perdiendo el miedo: te van gustando cada vez más. Primero una novia, después una serie de vibraciones entre minas y te vas adaptando a eso que siempre te pareció divertido pero que no lo entendías. No me imagino atrapado en una relación donde tenga que tener responsabilidades con ella. Los hijos posibles los fui descartando porque no tenía un mango y porque mi crecimiento fue lento y me quedé rezagado acerca de esas costumbres sociales. Mi entorno siempre ponderó el dinero y los gustos caros y no encontré empatía por mis dificultades para eso. Confío en una mujer que te mira a los ojos y no al bolsillo, al currículum o a su posible futuro. Además en una sociedad con tanta exigencia mis revelaciones tardías empezaron a surtir efecto. La gente a veces encuentra en la sensualidad poco peso y se anima a vivir de esa manera. Si hombres y mujeres nos gustamos puede que ese canal esté siempre abierto. Hace falta pensar en los deseos de uno para entender que los del otro se parecen aunque estén tapados. En Europa destapé esa olla. La presión era enorme. La de acá. Cuando se despertaron mis deseos sonó la chicharra de alarma en toda mi familia. No estaba eso en el protocolo. Ni siquiera en la Europa que ellos veían como una excentricidad burguesa para sacarse fotos entre monumentos y decir que se había estado aquí y allá. Yo ya cultivaba mi afición por el arte en todas sus manifestaciones y en particular el moderno. Pertenecer a esos grupos reducidos de preferencias poco masivas y más bien volcadas a una forma de vida distinta te va formando y te da casi todo lo que los demás nunca van a entender o notar porque ser común es casi aburrido. Te vas acostumbrando a eso tan lindo que es el gusto por cosas que hoy hacen los que modifican los puntos de vista

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tradicionales. Romper con lo consensuado y largarse a estar cerca de transgresiones que provocan los adelantados de este mundo. Entonces la noche te da ese interminable estar alerta a los nuevos vientos. El gustar de lo que se sale de rutinas pegajosas que empalagan a los golosos de lo habitualmente aceptado. La noche de la Europa que conocí en ese viaje fue despidiendo mi pasado. Era entrar en otra dimensión. Interesarse por cosas y disfrutar de aprenderlas y su deleite. Confiar en una nueva perspectiva al comienzo es difícil. Pero vas conociendo gente que te entiende y se enamora de las mismas cosas y hábitos. Y los que fueron adeptos a lo estereotipado de hacer lo que corresponde te miran con mala cara. Las señales de triunfo que ellos enarbolan van desgastando y se multiplican en niños que forman una caravana de pretensiones para darles todo lo que ellos tuvieron. Pero las familias son así. Se ramifican y siempre hay algún emergente. Esta vez me tocó a mí. Entonces todos los que íbamos por los trenes de Europa con una mochila y un sueño empezamos a conocernos y a probar cómo podía ser diferente la vida. Y recién teníamos no más de veinte años. El momento precioso para darse cuenta.

Empecé a coleccionar vinilos cuando se me moría la gente. El dolor era enorme pero la impotencia gigante. No sabía porqué pero estaba buscando algo del presente y el pasado. El eterno sonido de la vida. La búsqueda que me conducía a lo vigente del ayer. A rememorar y a pensar en la gente que siempre me acompañó. Esa despedida tan sutil que es abandonar el cuerpo que conocí. El terreno de la ficción y las especulaciones abstractas sobre morir solo se solucionan con el amor de lo que hicieron los que así aun hoy me acompañan. Y si hace trescientos años se empezaba a levantar el mundo de la ignorancia con los grandes compositores que hoy me hacen escuchar esos vinilos con avidez era que el tiempo era tan poco importante. La identidad se construye en una vida. El lento proceso de elaborarse a uno mismo. La vertiginosa tarea de gustar de lo que te da sentido. El abismo entre vos y los tuyos y los demás. La selección natural en donde te dejás llevar por el impulso de hacerte cargo de tus cosas. La forma de rodearse de una cantidad de hechos, personas y casualidades que te describen. El modo en que escuchar mis vinilos me hacía recorrer la vida de tantos que hoy no están. La forma de adentrarse en lo que describe y despierta esa historia y te la acerca con una estética y una figura de conformarse un punto de inflexión en cada esquina de esos legados. El recorrido de una mirada que se comparte con tantos que dejaron grabadas sus ilusiones pero que te dieron pistas de lo que hallaron. Cuando te vas de tu país sos profeta. Te vas acercando al tiempo y lugar de los hechos de los que saliste. Concebís episodios de carne y hueso llenos de esperanza que se evaporan cuando los que estaban se despiden. La conciencia de la pertenencia se logra a la distancia. Pero también el poder del eterno modo de adentrarte en un mundo diferente y despreciar lo conocido. Eso te hace cosmopolita. Los vinilos de jazz, tango, música erudita, y otras extracciones del mundo que se convierte en ser coleccionista te va conduciendo a una relación con la espiritual forma de recorrer el pasado de muchos que es tu presente. Y cuando viajé a Europa esa vez estaba todo grabado en vinilos. La cara de la gente. Su forma de hablar. Sus pensamientos, sus carencias, sus fuerzas. El canto y la música de la vida de esa época. El fanatismo por los ídolos que convocaban a los millones de seres que se relacionaban entre si por

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ellos. La forma de nacer y morir hoy de todos los que quiero y quise tiene que ver con una música. Está estampada la vida en ese momento de alegría e interrogantes con letras y formas de lo que podemos lograr que nos de descanso. La milagrosa tarea de imaginar y plasmar en una fórmula que convierte el hecho creativo en un deseo de trascendencia. En una expectativa presente pero permanente. En una larga ocasión de juntarse con otros en lugares para festejar. El mito y el rito que se alzan y elevan en plegarias fundamentales y contextuadas de vida y algunas miserias. Los idiomas del mundo sintetizados en esos tiempos sonoros que confían en llegar a todos sin palabras. El silencio para aprender a escuchar y compartir.

Aprendí a rezar en el colegio secundario. De curas. Mi familia no me había educado en la religión. Yo ya tenía 13 años. El colegio era de varones. Dios era parte de esa masculinidad y todos lo venerábamos aunque muchos escépticamente. Nunca en todo el curso entendí para qué se rezaba. Pero ya faltando el último año y estudiando en la materia filosofía supe de dos pensadores cristianos que me llamaron la atención. Agustín y Tomás. Supuestamente santos. Humberto y yo nos habíamos encontrado en las aulas recién en ese último año y él pregonaba estéticas sobre arte y exaltaba pensadores. A mí me iba tan mal en todo incluyendo mujeres que me interesó su idea. Con el tiempo aprendí que él me había también usado para mirarse a su propio espejo. Cuando fue a la colimba me comentó que rezar era de cagón si no estabas realmente desesperado. Cuando la pasabas muy mal no sacabas fuerzas más que de una oración. Creo que yo aprendí a rezar escribiendo. O que escribir fue siempre uno de mis mejores recursos para manejar la palabra y su significado en la oración. La palabra de dios era tan castellana como la mía. A los 18 años me leí la Biblia entera. La extraña historia de ese pueblo judío y la parte del testamento numero dos donde Jesús se adjudicaba como judío la salvación de todos. Salvarse. ¿De qué?. Nunca lo entendí. Nadie se salva de la muerte aunque rece. A todos les llega. Es parte del folklore eso de las misas para hacer tiempo. Para pensar en cosas raras e inexplicables. Cosas de fe. Por suerte nada de monstruos ni deformaciones que obliguen a reírse porque eso sería el colmo. Verdades rebeladas a hombres de barba de un pueblo lejano de gente bruta. Como si en 2000 años las verdades no pesaran salvo en esa balanza. Una suerte de adicción. Ver pasar el tiempo y los siglos y atarse a lo mismo. Como un ser primitivo. Frente a eso el hombre se hace autoritario. Y la mujer reza. El poder del capital se hace religión y la teoría cierra con repartos económicos de compatibilidad religiosa. El marxismo un poco más o menos cínico o igualmente cínico propone que el reparto se haga con una balanza y no con especulaciones a cincuenta años. El mundo habla de justicia pero también de libertad y según las religiones eso se confunde. Hoy cuando rezo no tomo la literalidad de las palabras sino su aspecto metafórico. Por eso soy escritor. Poeta. Detrás de cada frase hay un mundo de amplitudes y no la estrechez de una mirada ahorcada. Veo que la gente reza como si recibiera o diera órdenes. Militarmente. Sin amor. Que se obligan a aceptar algo en lo que ni siquiera piensan bañarse en sus perfumes o derivaciones para estar mejor. Es acatar la voz de una certeza que no merodea fuera de los templos y se repite incesante durante esa hora de misas. Se prometen y arrepienten de muchas cosas que son impracticables. Aseguran algo que olvidan porque es ridículo sostenerlo en una conversación. Muchos pasan por una época mística huyendo de sus problemas sin solución práctica inmediata. Algunos creen en cualquier cosa que no los perjudique. Convenciones sociales de moda o posturas bien vistas. Esto incluye el bolsillo. Obviamente la diferencia de géneros masculino y femenino tiene hasta por cuestiones

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físicas de conducta, de timbre de voz y de atracciones una figura preponderante en este escenario de la crueldad de necesitarse con restricciones que se adentran en prejuicios de esa palabra de interpretación tan textual como indigerible para poder vivir. Pero darse cuenta treinta años mas tarde después de haberse perdido en esos laberintos sigue dando oportunidad de encontrar alguna solución. Empezar otra etapa. Purgarse un poco de estupideces que hacen un imperio de dudas permanentes y fracasos de índole mágica.

Los que aprendieron a callar hablan poco. No es que sepan. Pero de lo que no saben se preguntan y quieren saber. Pero el secreto es un recurso práctico que entra en todas las partes de los grupos familiares y religiosos y sociales. Mantener el silencio es una verdadera tarea de perplejidad que se padece. Cuando dicen ¨ fulano habla poco ¨ o referido a un hijo se sabe que ni pudo sacar su lengua al viento porque lo que lo calla es terrible aunque no conozca exactamente qué es y sus detalles. El vértigo de ir por dentro y no animarse a interrumpir eso por cuidados de proteger y protegerse es una costumbre que nos hace pensar. Y de eso sale una forma de vida. Sale la estructura de lo determinista, la flexibilidad. El arte. Se ha estado en situación expectante y eso no supo ser llenado más que con observaciones, lecturas e ideas estudiadas sobre todo lo que es fue un poco tabú. El que se adentra en los problemas no se hace partidario de un esclarecimiento crudo de acusaciones y verdes evidencias sino que encausa juegos inteligentes o intelectuales. Se rodea a las causantes y se las convierte en ritos para estarse entre inquietudes sobre lo que investiga la iniciación y el origen de las causas y funciones vitales o calladas de esos ritos. El mundo interior es una olla tapada pero que se puede ir descorchando de botellas de un licor que suelta las lenguas en el momento menos pensado y de forma tangencial se evita ofender los terrenos de lo prohibido pero se lo convierte en una faena de incursiones con lascivia, perversión y promiscuas atenciones de efectos y defectos de todo lo que funciona de forma automática por los hechos que jamás se rebelaran. El moderarse y no decir lo que es tal cual se formula desde la cultura la antítesis de la violencia. No se responde con causas y causantes sino con derivados y variantes de lo que emerge como la parte visible de lo oculto. Los que se avocan a recrear los mitos y hacen milagrosos tratos con el bien y el mal se complementan con ideas de otros y pulen las aristas de el lado afable o bondadoso de lo impenetrable. Hacen de esas cavernas oscuras sitios de culto y de una mortecina variedad de aplicaciones a inventar monstruos y fenómenos sobrenaturales y se confieren atribuciones de índole imaginario que es creída de una aparición que hipnotiza la conciencia y deforma o tergiversa el estado de la verdad para disfrazarla de impregnaciones de falsos interrogantes sobre cosas que no interesan pero que llevan a aquello. La autoridad que se despierta en los que custodian las arcas de los monumentos de la heroica tarea de salvaguardar confesiones de guerra solo se desencadenó entre los que estuvieron cerca de aquello y los enmudeció el horror y las forma implícita de negarlo todo. Los controles de acceso a cada revelación ocurren como catastróficas repercusiones en el devenir de los que heredan la veneración de ese pasado que se asocia con la integridad y la forma de lo humano. Personas que tuvieron el valor de matar y defender vínculos y estrategias para integrar la construcción de pedazos de lo fragmentario de la implicación delineada entre figuraciones de olvidos y condiciones de algún día recibir información para vulnerarse

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a uno mismo sobre lo que creía creer. Ir en busca de lo desconocido nos hace creyentes de una factibilidad de hallarlo fuera de lo que no se va a conocer nunca. Los rumores crecen y la paciencia se hace a veces insoportable o insostenible. Los lados ocultos de cada explicación son la pasiva manera de adoctrinar lo que ya sucedió a las generaciones de hechos futuros. El desencadenamiento de sospechas convierte la tranquilidad de los callados en un torbellino de acusaciones sobre los conflictos que se tomaron con la llave de una situación declarada final como perenne. Entonces vanos por la vida buscándonos a nosotros mismos y nos asociamos a pensar y espiritualizar el rencor y el enojo de lo que nos hace ciertos de haber sido perjudicados en la trama de esta historia fatal y mordaz. Es que hay cosas que no se pueden creer. No se ¨ quieren ¨ creer. Se reducen a la decepción de tener que aceptar que nada que se haga puede darle un giro a lo que ya está definido para nuestro perjuicio. La imposibilidad que se pierde entre momentos en que la ilusión nos hace olvidar de los recuerdos que nunca vivimos.

Muchas veces me preguntaron en mi país de regreso por Alemania como país que fue cuna del nazismo en la segunda guerra. A mí estando allá me llamó la atención el inmenso turismo de todos los países del mundo que circulaba por sus ciudades y en especial el cariño e interés de los jóvenes turistas estadounidenses que adoraban todo lo relativo a el país alemán. Teniendo en cuenta que Estados Unidos fue el que llevó adelante con los aliados la caída de Hitler y que en sus millones de películas de cine y televisión estigmatizo a los yankis como los buenos y salvadores y a los alemanes como los malos y degenerados sin compasión de soldados que en los films transmitían la frialdad de ser inhumanos y poco plausibles de ser entendidos o considerados como personas, esto es un signo que me hace pensar que en estados unidos no se compartía tanto la propaganda que estuvo creo yo en manos de tantos cineastas judío- yankis para destruir el orgullo de generaciones de alemanes aun hasta hoy y a costa de, en el momento que viajé, la imagen de Alemania como símbolo de la crueldad ya a cuarenta años en ese entonces después de la caída de el nazismo y de los juicios y el invento del muro de Berlín como condena. Además también era increíble el buen inglés de la mayoría de los jóvenes Alemanes que incluso sentían mucha simpatía, y lo veía todos los días, por los jóvenes yankis. Es decir que lejos de haber un resentimiento cuando en ese entonces ya pasaran cuarenta años del final de todo y pese a las despiadada condena sobre las generaciones de alemanes que veían sin duda el verse catalogados de asesinos en cientos de películas, de ninguno de los jóvenes de ambos países había siquiera mención a aquello como vigente de un presente sino que se visitaban como anécdota los centros de campos de concentración mantenidos como memoria pero ninguna alusión al nazismo se filtraba en conversaciones donde la amistad, el entendimiento y el idioma ingles fundían a ambas culturas de verse catalogados de asesinos por ninguno de los jóvenes en esa década del ochenta en que estados unidos era símbolo de la potencia arrolladora que era y que eso despertaba admiración en alemanes que festejaban un prestigio de desarrollo y modernidad tan bien ganado. Así mismo tiempo cientos de Israelíes viajaban también y ningún tipo de connotación era necesaria. El pasado era una cuestión de otra época y no el momento que inventaba una Europa libre y aliada a Estados Unidos incluyendo Alemania. Al menos el lado no tomado por el comunismo que era la Alemania de occidente y no la que se disputasen como otro pedazo los pactos luego de la guerra que nada tenían que ver con Hitler sino con la guerra fría en sí misma

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como contexto fundamental y mas importante de la segunda guerra donde millones de soldados murieron por la guerra en sí y no por la matanza de judíos en manos de ideología nazi dentro de Alemania como un tema aparte de índole racial.

Cuando uno es un ente. Cuando uno no existe. Cuando uno no tiene voz ni voto, da lo mismo estar vivo o muerto. Todo estaba manejado por los demás. Estar o no estar era una minucia. Despreciable. Indiferente. Innecesario. El modo en que todo transcurre sin uno tiene un peso que se va limando hacia la transparencia. A uno nadie lo ve. Nadie lo nota. Solamente es un estorbo que tiene necesidades. No se es una carga pero sí un ser sin voluntad ni acción o decisión. Se consigue entender que vivir es un trámite donde el documento te lo dan porque sí y no te piden nada. No tenés que ser alguien o importar demasiado. Tenés que escuchar y preguntar. Jamás decir o hacer. Si decís cosas que molestan te dicen que no entendés nada o que no sabés ni estás informado. Te vas dando cuenta que el mundo fue hecho para los otros. Para los demás. Que gracias a ellos lo podés comer y hasta ser un observador no comprometido con lo que sucede. Un tele espectador que se entretenga de aceptar la autoridad con que los otros hablan o se refieren a lo que sucede. Estas como un invitado a una fiesta cuyo resultado o participación te fue entregada en bandeja y te atienden de maravilla y no te piden que hagas nada que signifique modificar los modios en que está planear o el festejar o conseguir que algo de lo que esta aconteciendo¡ sea plausible de tu intervención o modificación. Te hacen notar que estás ahí gracias a otros y que sos una persona que debería estar agradecido de ello. Que el esfuerzo y la presencia de los organizadores hicieron posible que se festeje algo. Que lo que de vos depende te limites a escuchar lo que confía ser lo mas seguro para que no pase nada malo. Que ellos te van a cuidar y que si algo te molesta o llama la atención que te calles pero que se lo hagas saber a algún organizador. Entonces se transcurre y se va y se viene y te indican por donde y como te tenés que desplazar. En cada ocasión se te estará atendiendo y no pretendas ayudar en nada porque ya está todo hecho. Es indiferente que te hayas dado cuanta de algo o preocupado porque es solo producto de tu ignorancia o imaginación que las cosas te resulten extrañas. Algún día estudiaras o ascenderás en la jerarquía que se te ha asignado para poder tener una profesión que te mantenga aun así sujeto a la opinión y postura de los que lo armaron todo de una forma tal que de nada sirve cuestionar o destacar aspectos contradictorios o rarezas que merecerían ser atendidas. Ya va a venir alguien a decirte lo que tenés que hacer y decir. La conducta es primordial y no te atrevas a entender o interpretar lo que los demás ya te explicaron cómo es. Recordá siempre que las celebridades consiguieron que se te otorgue un lugar sin que hayas ganado eso ni lo hayas pagado, merecido o estudiado como parte de una trayectoria que no tenés. Los años transcurren y vos estás ahí decorativamente mirándolos para ver si lo que ellos deciden te afecta de tal o cual modo pero solo para aceptar las cosas como son y siempre callándote. Aprender es afianzar la fe en lo que te cuentan y el silencio te hace ser premiado por tus veneraciones a un sistema de vínculos y relaciones estipuladas en manuales de pautas a seguir con el respeto que infunde el haber llegado al mundo como todo lo ya predeterminado y definido o definitivo. Las confianza en los otros es lo que te llevará a darles a sus logros lo que te puede servir para seguir estando y no vivir lo que ellos vivieron porque para qué pasar por todo lo mismo de nuevo y si lo que hoy está como está alguna vez ni siquiera

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estuvo. Sonreír y estar agradecido es una muestra de afecto hacia el sudor de los que lucharon para que cuando te trajo alguna casualidad reproductiva no tuvieses que estar en medio del vacío sino con una programada manera de ir haciendo durante décadas lo que se puede notar que es tan producto de una relación estrecha con el conocimiento y la sabiduría de personas iluminadas que todo lo encendieron para que te des cuenta de que es así y se acabó. El problema es que si se cambia lo ya hacho los que lo hicieron ser mueren de asfixia. Tenés que entender que ellos son inmortales. Y que el único que va a tener que enfrentarse con esa realidad mortecina sos vos. Que la gente no muere porque para que ellos mueran tienen que morir sus viejos proyectos y eso es imposible. Entonces pasaran los años y las pieles se arrugan pero todos siguen intactos porque todo sigue intacto. Y vos ves que nada sucede y que se te va la vida mientras ellos siguen disfrutando de todo como está y como lo hicieron para que seas vos el que se muera a pesar de que tenés menos edad y no pudiste hacer tanto como sí ellos hicieron. Un desperdicio que hayas vivido por tan poca cosa y para tan poco tener que ocuparte de nada.

Estoy en Nueva York. Pasaron como veinte años desde mi viaje a Europa. El ímpetu de esta ciudad me contagia. Los bares también. Alquilo un piano que llevé a mi depto también alquilado en el east de Manhattan. Mi profesor es de la Julliard. Practico en el Carnegie Hall. Estoy en un bar y le hablo a una negra. African American. Cuando llegamos a su depto me dice que sabía desde que le hablé que íbamos a terminar en la cama. ¨ That we were going to have sex ¨, me dice. La adopto como pareja. Su madre me saluda. Todo bien. Su hermano y hermana. Cuando estoy por acabar mientras me la chupa la saco de su boca. Se enoja y me dice ¨ ¡y want to drink you! ¨. ¡Te quiero beber!. Un día vamos a un culto protestante y me quedo hablando con la pastora. Estuvo en Centroamérica y habla bien castellano. Le hablo de mí. Kate se enoja porque me dice que que qué me creo que soy. Mi profesor de composición Ronald también me pregunta un día que qué me creo que soy. Le podría decir que soy argentino y que allá no tenemos prejuicios. Que los límites los borra el viento. Que mi verdad es decir lo que creo. Ronald me adora. Kate también. A los yankis les gustan los trasgresores porque allí todo se hace según una guía de procedimientos de índole muy básica. En realidad la conducta es de niños de jardín. Por eso un tipo como yo parece trasgresor. La gente se ríe de mi osadía. Allá hay cosas que no se discuten. Es el orden establecido. Yo juego y me divierto con eso. Hay un productor cineasta amigo de la mama de Kate. Fueron pareja. El tipo produjo la película argentina ¨ hombre mirando al sudeste ¨. Lo encontramos borracho. Lo dejó su novia. Conoce argentina. Es obvio. Kate se enoja porque la madre protege a su ex. Madeleine le responde que él les ayudó con dinero siempre y que viajaron gracias a el un par de veces. Creo que Kate se siente desplazada por Franck el productor del afecto de su madre. Subo a las torres gemelas y veo pasar un avión cerca. Qué loco no? Me gusta la noche neoyorkina. La gente corre a los bares. La NBA absorbe la atención. Michael Jordan está conquistando con los Chicago Bulls un nuevo título. Los que saben música conocen a todos los compositores del siglo XX. Esta es una ciudad moderna donde la novedad es más difundida que lo anterior porque da más que hablar y es revolucionaria. La gente cree en sus arquetipos de luchadores de la

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verdad. The truth. Todos buscan el sentido de las cosas. Las encrucijadas son como un templo. La extrema fórmula de elaborar se entrevera con procedimientos pero al final salen luminosidades. En la segunda guerra de Europa en los 40 todos los compositores venían acá. Nombres que hoy son rúbrica de lo nuevo y el progreso que condujeron. Nunca pensé que hacerlo con una negra iba a ser tan especial. Chuparle la chicha o que me haga un pete. O esas tetazas que nada tienen que ver con ese modelo de negros africanos. Esto es la civilización. La gente de color tiene una identidad, un orgullo y una dignidad. Acabar con Kate me hace sentir bien. El clímax. La presencia de ese tinte negro del sexo. El color de su piel. La erótica forma de reírse de las cosas que le hago. Su mamá tiene un amante. Un lover. O varios. Kate se enoja por eso. Por ser tan múltiple. El papá de Kate no sé dónde vive. ¿Están separados o murió? La hermana de Kate tiene un lomazo. Se que se fija en mí. Pero respeta a su hermana. Además tiene un novio. Creo que judío. Los judíos acá son vistos como una raza menor. Hay un desprecio étnico que no se traduce en el hablarse mal entre ellos. Los derechos de las personas no impiden ciertas distancias que a veces no se notan pero se piensan y se actúan. Me voy a Central Park de levante. Hablo con mucha mina que se la re cree. Les llaman la atención los argentinos. Tenemos un rating alto respecto de los latinoamericanos. Quieren saber sobre nosotros. Es el mundial 98 en Francia y Argentina elimina a Inglaterra. Le aposté una cerveza a un inglés. ¨ Ya tendrán otra oportunidad ¨, le digo. El se enoja y me dice ¨ that ´s not being a gentleman ¨. Creo que me detesta. Los ingleses son soberbios. Son de mal humor. Una vez estuve con una rubia inglesa en California. La conocí en un hostel. Tuvimos intimidad. Me dijo que con su novio hacían chanchadas que le propuse. Estaba bárbara. Pero algo falló. Yo no era un experto. Veinticuatro. Ella quería venirse a Argentina conmigo. Yo ir a Inglaterra con ella. En los viajes las relaciones generan sueños de amores imposibles. Pasa siempre. Es una película de amor con sexo explícito. Como reivindicando la humanidad del acto. Love story. Amor eterno. Promesas en una vida mejor. Imaginación que separa idiomas. La inglesa Mary se encuentra con otro inglés y yo desaparezco. Se entienden entre ingleses. Yo estuve con ella pero cuando se juntan son insoportables. Se les va la integración al mundo por la rejilla. Los taxis nos llevan a todos lados de Manhattan. Pero la red de subterráneos es lo más. Me hago amigo de los barmans y las bartenders. Hay mucho artista con sueños dando vuelta en los bares.

Con el tiempo fui perdiendo toda capacidad para trabajar, ser esposo, padre y manejar un auto o comprar cosas por mis medios. Pero yo era un iluminado y todos ya lo habían notado. Sabían que ser parte de una organización donde hay cosas que se hacen naturalmente no era parte de mis condiciones. El poder arriesgar entre los escritos y las formas de lo musical o las figuras de trazos se fue convirtiendo en ese territorio de las artes que todos veneran y que genera una simpatía que excede a lo que uno esperaba. El verdadero manantial está en ese estarse quieto ante lo que va por dentro y traducirlo en sonidos de armónicos conceptos y palabras ardientes de sabiduría y figuras que llamaban la inquietud de cualquier observador. Supe que mi camino iba del lado de estar siendo interesante a un sector de mujeres sensibles a las ocurrencias, la diversión y la originalidad. Eso reforzó mi prestigio exaltándolo como algo no ajeno a la sexualidad y en verdad muy atractivo para el género femenino. Las permanencias en ese modo de vida se iba delineando como un estilo y una conducta que algunos tachan de bohemias. Sin embargo el esfuerzo es siempre condición para que en lo abstracto de esta vida se de el hecho concreto de llegar a resultados admisibles y causantes de un

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interés que afirmase mi proclividad a ir mas hondo en este camino. La fortaleza que da la tenacidad de un propósito está siempre alerta y sujeta a impensados modos de ir elaborando lo que ocurre a partir de ello. La misión que se hace conciente y consecuente a cada aspecto en el andar de una intima relación con todo se va confiando a el poder cada día avanzar en procura de los símbolos que representan lo visible y lo no visible de esto. El mundo del misterio es parte del ser absorto en la curiosidad que se deleita en alcanzarlo como una mirada a ese vacío que se llena. Las predisposición a entrar como si la salida fuera el ingreso hace de una minuciosa vocación por estar en frente de lo que sigue al acto anterior. En verdad el trabajo y el dinero eran cosa difícil de conseguir ser un modo de vida pero con las consecuencias de verme afectado a un mundo sin las ambiciones que se compran o se adquieren por un precio. La manera de ir dándose cuenta los iluminados de los aspectos de esa iluminación es entenderse entre los que buscan lo mismo pero destacarse en el buen gusto y la extrema percepción de detalles que se reconocen como deslumbrantes en los que nos precedieron y de los que se habla tanto. En otras palabras, no salimos de un mágico delirio existencialista sino del de otros que se anticiparon a darnos lo que a su vez adquirieron observando los ascendentes tratos que fueron la maestría del bien derivado en todo ello. La simplicidad con que se va encontrando una veta de aceptación que confiando en lo reconocible introduce lo que es parte del agujero negro del saberse dentro de algo fascinante nos inventa una mirada que se ejercita en el hábito de ir por esos tratos preferenciales respecto de lo vulgar o lo mas relacionado con cosas tan parecidas que la gente no nota ni aprecia. La indiferencia es una escuela en la que se aprende a encontrar lo que produce el desconcierto en el que no había visto lo que le faltaba ver para no evitarse de aprenderlo y conocerlo tal cual se lo describe y se lo purifica como una idea conlleva de pormenores que se infunden de lo cotidiano pero con raíces profundas en algo mas bien desconocido. En otras palabras, se ingiere la fe de que hay algo que existe que podemos capturar gracias a la imposibilidad de obrar de forma rutinaria. Casi como ahogando la voluptuosa manera de escalar por los lugares donde todos pasan y dejan huellas con indicaciones para ser un resaltador de excepciones que confirman la regla en donde todo lo que pasa se transfiere al mejoramiento de lo que nos hace increpar a creer en los alternantes puntos de observar lo increíble de ir en procura de otros pasos que se inauguran y se inventan sobre la marcha. Entonces el enajenado ir y venir entre la nada y el todo se estremece de pudor pero adquiere una infantil decisión de el lúdico moderante juego de las alquimias interiores que se plasman entre los que nos observan.

Las personas que conozco que son brillantes y creativas han estado sometidas a una agresión permanente en situaciones de su vida sin poder defenderse casi de manera pasiva. La agresión no significa siempre golpes o algo visible sino maltrato, ironía u estar sujetos de seres cuya perversidad pasa por canalizar su enojo con el mundo a través de el trato y los mensajes a hijos, parientes o amigos y conocidos. El masoquismo es un dolor que como muchos placeres se convierte en una costumbre. Se siente el efecto de el que se ocupa lastimando porque no se entiende ser olvidados al no recibir

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ese castigo sutil de manos de los que se ensañan con mantener a el que se somete involuntariamente sepultado bajo la apariencia de los cuidados y los detalles de un a vida holgada llenas de lujos o sin privaciones. Otras veces es la desgracia la que se desata al reventar a un ser contiguo un poco aprendiendo esos métodos de mensajes de amor sádico que procede del contexto del entretenimiento para idiotas al que nos acostumbra las industria fílmica. El habernos revolcado sin resultado en el fango de la desgracia nos hace empezar a no creer en ella. Casi como si se estuviera considerando la lujuria como el opuesto al maltrato. Se empieza a reaccionar cuestionando los ejes en que se apoya el verdugo. Se lo debilita porque la información y a veces algo de cultura asumida de forma de escape nos informa o introduce en un terreno de aplicaciones donde el héroe que nos controlaba es ambiguo y carecer de funciones en el mundo en donde nada de lo que se suponía era cierto. El despegue del artista y de el intelectual es entonces una leve insinuación de advertir al controlador de los actos que se van afirmando que hay cosas que se pueden explicar de otra manera. El entonces protagonista de los flagelos empieza a dudar de sí mismo. Se pregunta por los orígenes de lo que le hacía infligir la maldad. Casi como si la maldad fuera un derecho y un deber de justicia para apalear al que se nos aferra a esos principios. Puede ser un dogma o una idealización de lo bueno y lo malo en donde el que arremete sin cesar se siente educador e instructor porque venera un forcejeo donde la realidad se aprende a los golpes. Esos que se desatan cuando se quiere crecer y no se puede y justifican que la autoridad que da el haber sido producto de las inclemencias de otros tiempos es aplicable a nuestro presente. Entonces cuando nos liberamos del modo en que fuimos prisioneros nos desatamos de toda atadura y cuando acudimos a un vínculo se puede reproducir aquel dolor como una asociación donde recuperar la mecánica del sentir algo nuevamente con un nuevo verdugo. También el que inflige aprendió a hacerlo porque no sabe relacionarse de otra manera. La persecución de los que nos contrastan es una avocación en donde perdemos el control. Y aplicamos procedimientos tan crueles como mortecinos. El género humano se adoctrina en ficciones de deformar lo mejorable hacia el caos de la intolerancia de una limitación del tiempo de exposición frente a otro. El poderío de la guerra entre las personas se sustenta en que no hay un proyecto en común donde todos sean valorados. Una repercusión del anarquismo de odiarse todos por igual y vivir del olor de la sangre de cada muerto en vida. Ser víctimas o victimarios es una catarsis de hechos anteriores que se atormentan ante la sola idea de estar equivocados o juzgados en su esencia hacia la condena social que recrimina la malintención de cosas que parecen tan familiares y en las que se creció y educó. El desenfado de los líderes radica en unificar criterios y salirse de las escapatorias que desgastan a los que no se pueden identificar con los demás. El modo de extenderse la proclividad a hacer justicias puede estar sujeta de aspectos temporarios y puntos de fijaciones atendiendo a las miserias de cada época. El renunciar a cierta acción o manera como probabilidad de caer en algo malo también es visto como una muerte a lo que se conoce y en lo que se sustentó toda una vida. Se puede defender así como un ideal hasta el último espasmo de vida la imperiosa necesidad de acatar lo que se cree de una manera infalible como si la causalidad de los hechos pudiera matar al que se exente del pensar en no poder despertar mas en su mundo tal cual se lo reivindica como un deber de soldado que se ha prometido por toda la vida aun a costa de esta el sostener los argumentos de un ética o manera de convivir y determinar a la de otros.

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La antimateria. El recuerdo de los que estudian hace décadas en la facultad de ingeniería. La física. La convención de Copenhague. Los genios detrás del átomo, sus formas, estructura y consecuencias. El átomo. La partícula casi inmaterial que transparenta todos los objetos incluso nuestros cuerpos. La determinación de incluir nuestra cultura el conocimiento. La física que en mil novecientos dieciocho ya había descubierto lo que hoy pocas personas saben valorar o incluyen en sus creencias. Si los objetos y nuestros cuerpos carecen de materia entonces son pura energía y esa energía después de la vida se transformaría en algo. Sino qué. Pero eso se maneja entre logias de estudiantes y estudiosos que tratan de no comprometer sus descubrimientos que datan de hace un siglo con la conducción del modo burgués de creer que estamos hechos para deteriorizaciones acerca de la materia que en verdad casi no existe. Suposiciones místicas que se proclaman salvadoras del mundo incluyendo la putrefacción de la energía. Una pelotudez total. Un dogma para ignorantes. Una forma de pactar con los centros de poder espirituales para no ser demolidos los modos de transmisión por las fortalezas de los intereses sociales y mundiales. El silencio que ya lleva cien años. La manera de enfrascar en envases de conclusiones mágicas para el devenir lo que los estudios irrefutables hacen trizas con solo ser divulgados de forma cotidiana por los medios de comunicación masivos. Se puede esto? Acaso la gente bruta o que no se le permitió acceder a la educación por el clasismo tradicional de aceptar que hay algo tan incomprensible para quien no sabe nada de un estudio básico para poder asimilar el duro golpe de la antimateria? O acaso los onerosos juegos de los adinerados que se dicen estudiosos cultos prefieren mirar a un costado y hurgar entre los supuestos que les conservan privilegio económico. La verdad se escapa de los que la necesitan. La gente que fue dominada por la forma de conservar en silencio y secreto esa verdad. El duro golpe a las civilización mística que se enfurece de suponer que los derivados de la materia son inviables sin materia. El cuerpo putrefacto de células muertas que no es mas que vacío o ausencia de muerte contrapone los cuidados de conductas y actitudes respetuosas para con los ritos de sepultura del ego y de la idolatría de ejes de confluencias en las que se puede mirar lo que ha ocurrido a la energía de un cuerpo que estaba vivo y hoy es algo que no se quiere ni puede averiguar pero que transgrede las normas de los discursos de dictadores de la espiritualidad programatizada para robar ilusiones y pensada para atontar a los ávidos de saber. Entonces fueron esos físicos que descubrieron que la materia no es más que un microscópico abundante lugar de átomos con núcleos y electrones u partículas girando………..pero sin materia. La energía de un ser vivo podría ser comparada a una energía producida por una máquina o una represa o una manera de hacer funcionar algo. Si, el cuerpo humano funciona conectado por átomos que ignoran que están en todos los rincones del cuerpo desde las células hasta los órganos y la piel y los puntos de la reproducción y el placer. Un mundo inimaginado que se había concentrado como un foco energético de la máquina más asombrosa. El ser humano que a su vez empezó a inventar máquinas a su servicio casi a su imagen y semejanza o encubriendo ese hallazgo de los físicos que en Copenhague en 1918 sentenciaban que la energía era la

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fuente del universo anticipando la tecnología pero además describiéndola en sus propios cuerpos. No era el alimento el que se le daba de comer al hombre sino una constitución atómica que energizaba sus conductas y que pormenorizaba sus búsquedas de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro. En el que quiere aprender una humanidad sin fe y que se obliga a creer en falsas treguas de trascendencias post carnales se levantaba el consenso de los intelectuales científicos que estudiaban esa materia y decían que no lo era. Y si el total de ella la materia en un cuerpo humano era equivalente a un grano de sal y el total de materia de ¨ estos seres vivos ¨, los humanos de todo del planeta, se reducía al volumen de unas manzanas entonces la energía era la fuente de la salvación que se venía postergando y que se esconde para no generarle caos en los controles que se ponen como cepo a los soñadores de un mundo en donde ser provechoso del engaño en pos del dinero y una vida de lujos no da acceso al mundo del más allá donde morir para el que mas tiene es un trauma sin fin y para todo el séquito de los que no quieren escuchar mas que oraciones de penumbras y restos sin entender lo que es el mundo inmaterial que daría mucho mas poder al que no está sujeto a reglas de una educación estoica en donde nada se dice de lo que no se quiere creer para mal de todos. Treinta o más físicos en la dos primeras décadas del siglo veinte ya había explicado que esto era tal cual como se lo puede experimentar y probar pero sin caer en desacatos al poder mundial de forma tal que el secreto circule entre esta logia de los que lo leyeron en libros de de universidades y los que investigan acallados por las voluptuosas tormentas de una figura de el ideal de vida de consumir materia. Esa materia que no es más que una apariencia. Un inconvencional modo de describir la falsedad de una cultura dominada por la energía que no considera aun al hombre la mejor maquina por pudores éticos, morales y religiosos que se resguardan de trasmitirle al mundo la verdad. La caída del muro entre la gente y los guardianes de esos santuarios es una ventajosa tarea que se consigue con el resguardo de lo que se conoce como potencia en lo imperialista que difiere de la palabra potencia llevada a la energía humana.

El amor es someternos al poder de otro. Es la adoración de lo imposible. El creer en algo que no tiene contenido real. La maldad se está puesta cuando se siente amar a alguien a quien se le entregan las fuerzas de un mal de devoción incondicional en el que se está muriendo para resucitar en el sentimiento. Una postergación de esta vida que se desdibuja con la feroz persistencia de depender de un sí imponente que lo domina todo. La certeza de lo perdurable y de lo eterno. La religión del amor. El barómetro de nuestra presión en donde se enciende una vertiente de fuga de lo que nos importa y valoramos. Abandonar el barco y arrojarnos al mar donde seremos devorados. La inmaculada percepción del fin. Del final de la película de la libertad. El rasgo distintivo de una historia que se termina. La proclama de una declaración jurada. El relato del centro de atención del mundo. Un omnipotente tener y tenerse para una obligación de la que se huye antes de entrar. La repercusión de un festejo triste y depresivo que se confunde con la idiosincrasia en una inminente tregua con la desdicha. Se deja atrás el pasado de una observación en la que se olvida lo que se es y se deja de ser lo que alguna vez pudo ser. El amor de lo que no se nos da es una mendigante situación de limosnas de ser queridos por la persona no indicada. El huir de la felicidad se consagra a los dioses y se relatan episodios del ayer en donde no se era nada porque la piedad de lo terrible no llegaba de

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forma amorosa. El relato del sobreviviente que se sale de su centro y se diluye entre lo inconmensurable de los episodios que se van sucediendo como una reliquia que alguna vez se soltará y se intentará dejar como ignorancia de una pasión desenfrenada llena de silencios y de obediencias. La proclama de la calma del deseo porque ya no se quiere nada que sustituya la vaciedad de una figura cósmica que se traspasa entre idealizar y sentenciar un correlato de lo epistemológico de sentir según un catalogo que instruye acerca de cómo. El amor que se encuentre en una celda y hace de la presión una fórmula del sufrimiento para alentar los premios de la verdad que se suceda luego de morir a ese amor. Desangrarse entre los intermitentes lazos del cruel incentivo de estar controlado por la institución que se interpone entre el miedo y el asombro. El despertarse de una pesadilla en la que se estaba ligado a el hacer lo que se quería como de ser arrancado de ello. Una prueba de lo incondicional de la promesa en la que se adentra el preámbulo de la constitución de nuestro cuerpo y alma para otro que se relampaguea de éxito y se enfurece de dilataciones de su ego ante semejantes demostraciones de una cadencia de lo incandescente de volver solo para su jactancias y diversidad. El contraste con lo distinto en donde se renuncia ser y se entrega la razón de haber aprendido a serlo. El intervalo en el que se apartan los conceptos de lo que se quiere y se aceptan las privaciones de la privacidad. El ponerle un nombre, amor, a lo que se constituye como la ficción de inapartado de la letra pequeña que nunca se lee de una inclinación a aceptar que se va a hacer todo lo que se pida en favor de una persona deificada en el símbolo de la renuencias con la que se interrumpe lo total de un ser que se completa con el misterio de la interrogación entre una pareja que sea algo menos que un claustro de reverberaciones trascendentales y le de menos mitologías al encuentro entre dos personas. Tocar el cielo es muy fácil si se lo tiene encima y no debajo. Es una sellada manera de enviarse al desastre de local amistoso de ser entregado u ofrecido cuando ser sustituye lo que se tiene por la irrigación de una desesperación de la mentira perdurable que se interpreta como la originalidad de haberlo creado uno. Entonces la utopía debería dejar de ser el amor sino en cambio lo posible para que se defienda lo firme de una fórmula menos protocolar. El irrigarse entre lo que se succiona al tiempo de no tener lo que se creía y ponerse entre los festejos de una vida mejor. Cuando la locura es alegría y no calamidades de tozudeses y restos del pésame que arremete contra las paredes de algún templo. Lo creíble de lo increíble está debajo de el estar acordándose de la manera de conducir hacia un milagro.

Los artistas necesitamos percibir. No sé si es el objeto que determina al sujeto o el sujeto que determina al objeto. De cualquier forma es una relación de adhesión hipersensible con la realidad que la mayoría no logra entender hasta que lo plasmamos en una obra. Estamos expuestos como se gesta ante la vertiente de las sensaciones sensibles sensoriales y lo intelectual que se transforma y convierte en lo simbólico relacionándose todo lo percibido en un orden estético o intelige4nte. El dejarnos ir en pos de aquello sobre lo cual se construye es una observación de la inconciencia de no ver las cosas tal cual las vería una persona descuidada o fuera del circulo de la atención concentrada. El que percibe es un conteniente de ello posible en un mundo

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mágico al que se le dedica tiempo, paciencias y un poco de salirse con tenacidad de los modos que tienen de estar los que nos rodean en el momento en que nos fijamos a ello. El acto de amor es una valoración de una persona u objeto en cuanto a todo lo bello o lo imperceptible a una mirada despreocupada o preocupada que se le otorga comúnmente. Es la fascinación por los seres vivos y en particular por las personas y sus aspectos más experimentales a quien se encuentra ante ellos pero también a el sitio y espacio que contiene lo cultural de ser de tal o cual manera según dónde se esté. Eso el artista lo registra como una hermosa característica de las personas a las que les dedica un tiempo distraído pero eficazmente contextuado de adornos y destellos de particularidades de índole física o intelectual. Una abstracción que permite tomar lo bello de una selección e interpretación subjetiva y hasta objetiva respecto del que no nota lo obvio. Las personas que acuden a estimulantes de todo tipo quieren entrar por una vía indirecta que no es la ejercitada con la capacidad de desarrollar un modo de conocer sin acudir a las inmediatez de una consumación de elementos que deterioran y detectan lo que se puede ver de lo que es ya mas que evidenciable a alguien entrenado en abandonarse al mundo de lo que se ejerce del estar en una disposición humana natural pero sin tener que alterar el sistema nervioso. No obstante la relajación puede estar ayudada por alguna voluntad de tomar cosas que nos signifiquen salir de las estructuras y explorarlas desde fuera. El miramiento de lo que se es proclive a dejar que lo que sirve detenga un escenario de lo que sin despertar a ello en silencio y tranquilidad se desvanece como todo lo cotidiano. Los artistas y otros que se estimulan para ello tienen un desprecio por lo insensible de un mundo vertiginoso lleno de lo impenetrable de hacerse llevar por una conservación de conductas y tratos de formalidades y definiciones aprendidas sin agregado alguno o con poca enfocada vibración del estirar la cuerda de lo que nos agrada como si lo hermoso también le estuviera permitido al que sufre sin ello. Es por eso una necesidad de los que alivian su dolor y al mismo templarse y se avocan a extender una finalidad en el dejar que el placer y la lucidez se destapen de sus prisiones en donde todo cae en el vacío. Y es mas extensible el que sean los que no lo buscan los que lo encuentren gracias a esto y se reconozcan en haber sentido lo que nunca les fue posible plasmar o explicarse, ese momento que quedó en el olvido y hoy suena o tiene forma, volumen, espacio y palabras. Las personas que se avocan a otras tareas inteligentes de tipo experimental o científico o simplemente doctrinarias en donde se definen a sí mismos como opuestos a lo inexplicable de la captación se son proclives a objetar muchas veces desde las defensas de sus posturas intransigentes propias del amor a sus preferencias lógicas y acotadas a una fórmula de demostraciones en donde se puede seguir una ilación que a muchos satura o le parece fría pero que a ellos les da la libertad que después padecen de denostar los ejercicios de la creación en vez de conformar los lugares inexpresivos de las funciones de un aparato de divisiones y conexiones casi infantilmente comprobables y que cualquiera que haga uso de los aprendizajes puede tomar como herramientas duras carentes de interés fuera de la practicidad de lo maquinal y lo repetitivo sin obtener mayor gratificación que al desafiar en ello al generar en la mayoría que tanto busca el descanso en los trabajos de la inspiración. No obstante se sabe de muchos o la gran mayoría de los dotados en argumentos de investigación que tienen a su vez un profundo amor y relax en el arte tal cual les inspira para entender desde lo inteligible que hay en él lo práctico de sus búsquedas en los lugares más específicos de sus estudios. Así como el artista completo entiende y se pregunta por las áreas del conocimiento.

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Cuando era muy joven tenía pánico. Tenía miedo de mí mismo. De la gente. Sé distorsionaba mi realidad. Desvariaba mi sensibilidad. Mi percepción estaba derrotándome. No podía integrarme ni a los que me rodeaban en la familia. Estaba sujeto de que me cuidaran. Vivía escuchando música culta dentro de mi casa y no sabía qué hacer ni como salir de eso. Era la más atroz de las dependencias a la que puede estar sujeto un ser humano. Casi como un bebé solamente que ya era grande y hablaba y me podía plantear cosas. Leer. Entender. Pero la comunicación era un dilema. Insoportable. Insostenible. Un karma que sería para toda la vida. Hasta hoy. A pesar de haber desarrollado unas habilidades estratégicas. Digo que hablaba pero hasta estuve sin hablar durante más de un mes y me comunicaba por señas. O me daba a entender. Estaba apabullado. Todo se me venía encima. Mis padres, mis hermanos, y todos eran una masa de arrogancia sobre mi debilidad hipersensible. No había nada que hacer. Me traían comida a mi habitación o bajaba por las noches de madrugada a la comida que me dejaban porque no podía ni compartir. Estaba desolado. Lleno de impotencias. Acababa de volver de la libertad de seis meses solo en Europa con mis albergues y pases de tren entre países donde me comunicaba con otros libres que salían de sus mundos a buscarse también. Un día consideré suicidarme. Acudí a pastillas para dormir. Unas veinte. Al día siguiente amanecí bien como si nada. Un amigo al que le conté se lo dijo a su sicóloga. Ella le comentó que lo que era efectivo eran muchas aspirinas. No sé si él me lo dijo con maldad hastiado de mi arrogante odio a la vida. Probé con aspirinas. A las tres de la mañana mi hermano Freddy compañero de el primer mes de aquel viaje me acompañó a la clínica porque tenía dolores y me dieron un medicamento. Ahí terminó mi transito por el prescindir de la vida. Sé que esto suena cobarde. Pero ya no sabía cómo hacer para que un día de mi vida no fuera un calvario de imposibilidades de las que no podía avanzar hacia nada. No se podía luchar. No había camino. Entonces decidiendo no hablar terminó en esa internación de tres meses en la clínica donde conocí tantos que como yo tenían varias improbabilidades de encontrarse y conseguir hacer su vida. Mis sensaciones eran como un tornado en la cabeza que no se afirmaba a nada. Todo era negado. La búsqueda de encontrar alguna forma de salir chocaba con mi agotamiento de no poder ni sostenerme en una menor relación con los demás. El haber estado después de salir de la clínica un poquito mejor no solucionó mis desvaríos. Estaba en una situación crítica. Y fueron años los que me tuvieron entre música y libros para refugiarme en algo y resignarme a tomar parte de algún propósito que fuera un continuo que me llevara a algún lado. Era un ente. Me iba solo a librerías y casas de música. Tocaba el piano. Estaba destruido pero ahora quería pelear. Haber visto a tantos jóvenes en la clínica me había dado fe. No estaba solo. Me arme de coraje y empecé a desarrollar fe en pequeñas cosas. Me sumergí en esos mundos que a mí me interesaban y a la mayoría no. Me convenció que lo mío iba a ser diferente. Me sujeté de todo lo relativo al arte. Ese que había explorado en Europa durante el viaje. Los artistas eran viajeros del tiempo y el espacio. Entrar en esa dimensión. Encontrar sus secretos. Lo hice en el viaje. Solo tenía que volver a creer en ello en mi tierra. En este país de gente acostumbrada a que le digan lo que tenía que hacer. Nadie daba un peso por mí. Me

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daban por perdido. El soldado de una familia y un sistema con todo amputado. El interrogante de que lo que todo el mundo hacía sin problemas me costaba y mucho. Se fueron acostumbrando. Ya no tenían expectativas sobre mí. Fue entonces que supe que me las tenía que jugar sin pretensiones de nadie mas que las mías. El solitario ir en busca de todo lo que me gustaba. La gente que está cerca se da cuenta de muchas cosas frente a la conciencia de que el tema es algo serio y determina a todos a plantearse y buscarse los porqués y las implicancias personales en las que esto influye en cada uno de ellos. En eso se es parte de los demás y lo que era seguro y lo que era inseguro es una repercusión en todos. Perder a alguien que no muere pero está insostenible de vivir una vida conforme a lo que el otro cree a él también le genera dudas y traumas. Verlo en el desapego a todo lo que el otro valora a este le convierte en víctima de sus creencias que influyen en sus desavenencias. El influjo de lo que se perciba a través de los que perciben diferente es tan cierto y transformador como estar en la misma vulnerabilidad a resolver o se va conociendo de forma incorpórea el mundo invisible de los modo en que se irradia lo que ya es parte de todos. Y así ellos también desarrollan una sensibilidad que les hace defenderse de este nuevo modo de los propios tramos de su vida. Crecen a la par de lo que se les va conformando entre todo lo que se desata de los tenues modos de mirar a la antigua. La novedad se convierte en un beneficio generalizándose el acto de buscarse y encontrar nuevas cosas de formas inminentes a tratos de originalidades. Hoy aun con rasgos ermitaños entre mis tratos entre lo mío y el resto sé como llegar a otros. La creación nos da esa posibilidad y el arte se conforma de ello.

Lo complicado de esto es que nadie te cree. Te cierran las puertas porque cuidan su mundo precario. Ser revolucionario o intelectual genera aversión en los que se sienten cómodos donde están. No les gusta que les cuentes la historia de lo que hacés y mucho menos que se los muestres. A lo largo de años me he conectado bien con las mujeres. En ellas hay menos competencia y más curiosidad hacia hombres. Les interesan los tipos raros y les conmueve que les digas dónde estuviste y qué hiciste. Algo que salga de lo común. En cambio he perdido relaciones de amistad porque los egos se repelen y me han dejado solo muchas veces. Me demuestran que lo que siempre padecí que es el rechazo está fundado en que nadie se banca a un tipo como yo. Las minas en cambio se ríen y se encuentran encantadas de conocer detalles y meterse en lo que les importa. Hay un tema entre los hombres de ver quien la tiene más grande. No es una discusión sin intereses o prejuicios. Se avocan a destruirte con comentarios lacerantes o te privan del acceso a compartir lo tuyo. Se va gestando así una vida de ostracismo en los que se hacen a la idea de las ideas y de los hechos que fundan los cambios y la percepción de una reconstrucción apoyada en el saber sobre tantos que lo han hecho. Muchos son específicos y saben mucho o poco de algo. Cuando sabés mucho de todo se van o defendiendo y o planean hacerte caer. A la vez se sienten bien de encontrar un adversario que les haga ver otras cosas que desconocen o que siempre les indignaron. Ver la cara buena de lo malo depende de cómo lo cuentes o de la interpretación de los hechos con una nueva formulación. El deseo de ir más allá te genera amigos temporarios. Se van adosando a tus creencias por la conversación que les das. Pero después se revelan contra tu mirada que les cuestionan puntos de vista. Hay que saber crecer y la mayoría carece de este sexto sentido. Siempre traté de aprender de los

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demás. Los que me van conociendo no incluyen este aspecto como necesario. Entonces nadie te cree, o lo que es peor no quieren creerte. Se refugian en sus cánones de lo posible y no ven detrás de sus aspectos histriónicos. Se develan como miserables y tratan de justificar que esa miseria está avalada por lo que hacen y por el modo. Es una religión de la adversidad en donde lo intelectual puede resultar peligroso. Te escuchan como estudiándote y en cuanto pueden te dan la dentellada. Son amigos ocasionales que se aburren de sí mismos y de no conseguir nada a la altura de sus deseos. Entonces se informan de todo lo que les das para después negarlo o escaparse. Pero sucede que en el fondo saben que no es su actitud combativa sino que hay especulaciones de tipo indignantes que se juntan con la guerra de su presente. Van vendiéndose entre los que los felicitan y se juntan a decir las mismas cosas de siempre. Verse entre los crucigramas de una verdad diferente los asusta y se van enemistando de todo ello. Consiguen ser parte de grupos en los que entrar significa que varios se pongan de acuerdo en decirte sí cosa que en mi caso es difícil. La gente que te acepta es la que obtiene algo a cambio. La verdad es un término demasiado abstracto. La belleza también. La estética ni que hablar. Controlan ciertos territorios de ámbitos donde se hace de la cultura un entretenimiento barato o un negocio de confabulaciones y de devolver favores. Se ceden lugares entre ellos y se dan palmaditas en la espalda. Van formulándose que lo que quieren es lo que no les agrada de vos. Lo toman como una maldición. Se perturban porque la iniciación tuya es más usual entre los que representan amor a la vida y no rechazo o negaciones resentidas. Lo que se va creando fuera de sus límites les parece anecdótico de ciertos héroes que les parecen fallidos porque los detestan. La conveniencia decide entre el bien y el mal. Se suscriben a lánguidas funciones y maltratan la fluctuación entre otros que se tomaron de sus propias epopeyas. Esas en que se trata de salir a flote a lo largo de una imagen de lo real y lo imaginario para poder estar donde ellos no te dejan entrar. Se sienten satisfechos porque se apoyan entre ellos. Son una cofradía y la mediocridad les apetece tanto como la marihuana usada como la relajación frente a todo conflicto o lucha.

Esto no fue fácil. Se me hizo cuesta arriba. Recuerdo haberme puesto a llorar en el primario porque una profesora de Lengua (larga) me acusaba de orgulloso. No entendía porqué. Ni siquiera el significado de la palabra. O haber llorado porque era el único reprobado en un examen de matemáticas. O por no estar entre todos los que podían dar el examen de ingles de nivel siendo el único que no podía presentar en la clase del aula del colegio. O en el secundario porque no podía hacer el examen de caligrafía bien a pesar de haberme preparado. O mismo de llevarme castellano a diciembre y después a marzo. Si, he llorado mucho en esta vida. En general por ser perdedor. Porque no tenía una novia que me gustara como todos mis amigos entre los quince y los dieciocho años. Porque en nada me destacaba salvo en tocar el piano. Y eso parecía no ser una carrera o no tenía que ver con algún día ser un egresado de una universidad con alguna nota que me calificara como que me iba a destacar en alguna profesión. Mis notas rara vez superaban el siete y eso era insuficiente. Ya me iba haciendo a la idea de que no iba a ser un tipo importante. Que loco, no? Como si ser importante fuera el éxito que mi padre y mis hermanos manejaban o manejarían con tanta facilidad. Casi como si yo hubiera tenido que flaquear para que ellos se lucieran en todo. Para que se me mirara como el hijo mayor que nada podía hacer para estar a la altura de la familia Rolex. La

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familia donde generalizando se tiene que uno asegurar el futuro. Se tiene que abalanzar sobre el mañana. Arrollar a todos descollando y destacándose. Así llegué a la universidad de ingeniería y duré tres años. Me interesaba la ciencia pero mis notas eran solo para demostrar que no estaba hecho para ser ingeniero. Un calculista de mediciones electrónicas o de centrales eléctricas. Me hubiera electrocutado. No me sentía seguro en nada. Tenía compañeros que aprobaban con lo justo como yo pero otros que eran diez o nueve de promedio y frente a eso tuve que renunciar porque nunca iba a estar entre los mejores o entre los buenos. Hoy los que aprobaban con lo justo están recibidos y algunos tienen mucho éxito. Yo creo que mas que creerle a mi familia el problema era que las películas made in usa me mal informaban sobre lo que era ser un tipo feliz y conseguir pertenecer a un ámbito amigable. Se transformaba el futuro en una alusión de ser notado y notable en todos los ámbitos que reivindicaran el poder del imperio. Ser adorador de el sueño americano en donde ciertas profesiones y aspectos de otras jugaban al bien y el mal con cierta maldad. Uno se pegaba a el televisor al volver del colegio y aquello era todo. Parecía que uno salía a la calle y Broadway quedaba lejos o que el lejano oeste no estaba en este sur o que la policía que hacia justicia con un poder (fuera de lo lumínico) atrozmente creíble se ponía como una amenaza a los que jamás se plantearían hacer las cosas mal vistas en el futuro a los ojos de ellos. Es bueno saber que no hay que hacer enojar al que te puede devorar. Al que se le debe tener cuidado para no equivocarse. Es la recurrencia de pensar a través del celuloide. Desde que me independice de mi familia y vivo solo que la televisión permanece apagada. Se sigue vendiendo lo mismo y encima en lugar de con cinco con ochenta canales. Se nos propone conseguir algo en la escala social. Yo trato de meterme en lugares donde nadie o pocos estuvieron. Son los más seguros. Se puede estar mas tranquilo de que no te van a repercutir los problemas de la demanda del consumo.

¨ No se asombren si les digo que posiblemente estamos en presencia de un genio ¨, decía sobre mí un crítico de arte en mi exposición en un restaurante de Recoleta muy exclusivo donde había no menos de setenta personas escuchando y al que me había costado llegar como expositor por el sudor de un año de trabajo en el que casi no había dormido de noche. Mi musa se había encargado del erotismo abrumador con que ese año se iba plasmando una nueva ventana en la plástica y se delineaba el libro más esperado después de el segundo que hice. El verme también frente al piano en lo más puro de mi expresión estilística con composiciones coloridas era ya la rúbrica de el esplendor que atesoraban las palabras de el presentador durante la muestra. La gente está ávida de que entre tanto ir y venir en busca de algo importante le declaren que se está frente a un genio. Tampoco es gratuito ser lo que se es. Lo que puede trascender a cualquier postura en donde mucho se puede llegar a derivar de lo extensivo de mi ocuparme de tantas artes. Supe que había llegado. Que estaba en el escalón en donde a partir de ahí todo es ascendente. Ya no se recorren largas llanuras de paisajes sedados sino las escarpadas cumbres de naturaleza asombrosa y producciones con la superlativa idea de querer siempre estar atento a esa mirada del que no dejará desde entonces de creer en sí mismo. Un año que sentenció el cambio de la musa que me dejó con cierta maldad pero gracias a lo cual una jovencísima y hermosa diva de características que contribuyeron en una aventura de características impensadas durante ocho años que llevo a su lado me depararían con mas intensidad aun la mirada

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de los que veían eso como el acertijo de una rebeldía sin parangón que estaría dando tantos remiendos de antiguos dolores y carencias. Volver a ser adolescente era mi realidad pero con el talento de un adulto artista. Se iba confirmando una tenaz manera de afianzar aun más mis artes. La fe era inmensamente trasgresora y en ello iba el erotismo y la manera de jugar con una mujer tan niña que insaciable de recorrer ese camino conmigo se dejaba llevar y me impulsaba a través de ecos que se encantaban de poesías y literatura que se escurrían entre mis dedos para depositarse en las hojas en blanco repletas ahora de poemas. La fuente de la sabiduría era una desbordada merecida tarea que se me había encomendado desde algún cielo. Lo prolífico de esta etapa era tan impresionante que no alcanzaban publicaciones ni páginas virtuales para poder abarcar todo. Era una maravilla de la intrigas detectivesca de una serie de personajes invisibles que había creado y que le daban acento a cada página con la consagración de una mirada en la que todo iba siendo cada vez mas hermoso. La fascinación se apoderaba de mí. El cuerpo y el encanto de mi musa le daban nombre en mi literatura y el largo tránsito hasta aquí tenía la justificación que aun en aquel encuentro en la muestra de mi genio no había encontrado.

Yo estaba en la universidad cuando me encontré en los ochenta con el reinicio de la política estudiantil dentro de el ámbito de estudios. Realmente no entendía nada. Jamás había leído el diario. No me habían educado en eso en mi familia. De hecho el diario siempre lo leían los padres a mi entender. Pero yo ya tenía dieciocho años y no era un niño pero tampoco quería ser padre, quizás nunca. Había cosas que me habían parecido aburridas ya desde entonces. Una era la ocupación de mi padre. Su trabajo de economista y el modo de vivir suyo y de sus amigos que eran referentes a los que apreciaba…… pero todo era muy serio. Yo no quería esa vida. Por eso asociaba yo la lectura de un diario con gente que se interesaba por lo menos agradable de sus formas de vida llenas de algo nefasto. Sin embargo había una chica que me gustaba, Dilma, que por alguna razón parecía que sabía mucho de todo y la notaba segura. En algún momento le declaré mi amor pero ella me rechazó argumentando ¨ un problema de piel conmigo ¨. Vivía de lo más cerca de casa y yo me hacía escapadas y le escribía alguna poesía y le llevaba cosas e inquietudes que ella rechazaba. El ¨ problema de piel ¨ no era una pavada. Era un desprecio por ciertas actitudes mías. Entre ellas el poema que le di. Además yo también estaba en un momento místico de guías espirituales y lecturas de filósofos y santos que a ella le caían mal. Decía algo así el poema: ¨Alma hermosa. alma divina, testimonio de la grandeza de tu creador. Tu te escondes detrás de un cuerpo. Cuerpo de mujer. Lo veo tan frágil. Tan delicado. Temo herir tus sueños con caricias faltas de pureza ( un poeta de verdad!!! ) porque dios aun no es dueño de mi alma (que moral en medio de la declaración erótica!!) . Pero él me rebelará y desaparecerán tus temores, aparecerán tus encantos, y así seremos un solo cuerpo y una sola alma ¨. No sé si omito algo pero el poema dejaba en claro que me la quería coger. Para la época a una mina así se le hablaba solo con muchos huevos y un amplio deseo o calentura explícita. Eso hablaba bien de mí y a ella le inquietaba mi tranquila forma de decírselo en un poema. No muchos se hubieran animado a esa sinceridad. Al menos con ella. Creo que

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en algún modo yo sabía lo que quería. Algo vedado a esas circunstancias de una sociedad que todavía no se animaba. Además ella era una feminista. Y había sido abanderada en su colegio secundario, el San Andrés. Era muy femenina y tenía una vocecita suave que era como una canción. No hubo manera de evitar que me dejara en claro de que no le interesaba yo en lo más mínimo. Y que encima aunque no lo dijera para no herirme yo le resultaba un tipo poco menos que leproso. Es que ella era inteligente y yo le planteaba mi deseo en todo sentido. Casi como doblegando su poder de destacarse en los estudios y ser muy mirada en la facultad. No era una belleza según mis amigos pero muchos la veían muy encantadora. ¨ La lunática ¨ decía un amigo. En ese momento en que para mí el futuro era destacarme como estudiante de ingeniería yo trataba de minimizar que ella y sus amigos eran excelentes alumnos y que me mataba estudiando más de lo aconsejable sin conseguir los mismos resultados. Era un tipo inseguro, supe con el tiempo. Era evidente que eso en mí era un juego de exponer lo que quería jugar con ella. Como si el demolerla con mi sabiduría fuera suficiente para tratarla como una niña que se enamorase de mi actitud, forma y ligazones. Un día en que no pude mas le fui a tocar el timbre y le pregunté que qué era lo que le daba tanta seguridad. Me dijo que leía mucho y me tiro una serie de nombres de novelistas que memoricé y que fueron el punto de partida de mi deseo de empezar a entender todo. Quería llegar a la altura de ella. En ese entonces yo ya había olvidado que la lectura fuese un tema a tener en cuenta si bien había leído mucho hasta los doce años libros de fantasía de autores famosos y muchos cómics. Empecé a darme cuenta que con el gobierno militar se me había pasado por alto todo interés por pensar en libros de ficción. Ah, ¡era eso!, me dije. También me dijo que el diario había que leerlo… ¨ ¡aunque sea los títulos! ¨. ¨ Seguramente me debés odiar ¨, agregó. Un amigo de ella que yo conocía me aseveró ¨ es peligrosa ¨ estando ella presente y yo me reí como quitándole peso a las cosas difíciles y en especial a ella que me escuchaba. Incluso poniendo una sonrisa y un gesto que atesoraban que solo se le podía tener cariño. El hombre como macho para mí estaba para ser un brillante que se destacara y mantuviese una familia con holgura como aprendiese de mis padres, pero yo no estaba preparado aunque quería dejar en claro que por otro lado estaba por arriba de ciertas cosas. Esas cosas que ella valoraba. Un día la llamé por teléfono y un poco rendido por no poder hacer nada me dijo que viera un psicólogo que para eso estaban. Yo lo tome como una ofensa porque no la entendí que hablaba en serio. Ella se refería siempre a lo natural. Y cuando le mencionaba a escritores clásicos con su forma natural decía que ¨ le aburrían ¨. Un día me burlé de su forma de hablar y le dije que ella dejaba mucho que desear en sus principios y posturas. Pero dejé la facultad y me lancé a leer todo lo que me había mencionado de esa larga lista de educadores que eran los modos de sus inquietudes y su natural forma de saber de todo o al menos que nada le asustara. Un día me dijo en relación a lo que creo que ella veía en mí: ¨ yo no le tengo miedo a nada ¨. Como poniendo en riesgo mi existencia de temores santos. Sin duda con el tiempo años después tomé conciencia de que estábamos en ese entonces en un país que quería encontrarse con una libertad basada en compromisos de todo tipo y entre ellos el de saber sobre los intelectuales de acá y de otros países que eran la base de cualquier modo moderno y como para dejar de lado cuestiones mitológicas de bolsillo que yo arrastraba un poco por mis estudios secundarios en medio de curas y por la interesada identificación de Humberto y de mi viejo en poner énfasis en lo trascendente. Humberto sepultaba toda mi verdad de pianista chato según él que tendría que haber estudiado música como él y encima ganaba premios nacionales en composición. Era un tipo que me incitaba a tomar conciencia de que yo estaba errado y que sus parámetros eran más inteligentes que los míos. Y como a mí me había ido mal en todo lo relativo a mujeres ya que no podía

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entrar en sus delicadezas y tener novia me fui dando cuenta que nada tenía que perder y yo estaba empezando a creerle a Humberto. Así abandoné los rastros de mis formas de componer banalidades y me adentré en la música erudita. Más como oyente que como conocedor de sus secretos ya que por más que me esforzaba los libros de teoría no me facilitaban las cosas para ese cambio.

A lo largo de mi vida siempre escuché hablar sobre el peligro. Tené cuidado?! Ojo con lo que haces?! No hablés con extraños?!. Y además supe siempre que construir es inútil `porque todo después se cae. No valió la pena. Todo es inútil. Nada sirve. Siempre te cagan. Esos hijos de puta de los……. En suma, no hay nada que hacer. Entonces elegí las artes. Porque cualquiera de ellas a pesar de no ser yo famoso es algo terminado e inmutable no sujeto a los vaivenes de las catástrofes y las desgracias o del pesimismo. Se trata de construcciones donde se ensambla lo que puede ser casi una idea o una fijación de lo que nos interesa ver. Si te ponías a escuchar, de chico decían: ¡se murió!. ¡Que en paz descanse, cómo sufrió, menos mal que ahora está donde siempre quiso estar!. La luz de la eterna misericordia de dios lo guardara por todo lo que no pudo hacer con su vida. Los fracasos y fracasados y los frustrados y la gente que tuvo todo y se cayó o que le fue bien y después mal eran una marca registrada. Yo no sabia para qué hacer tanto esfuerzo como hacían ellos si al final iban a llorar sus pérdidas. Levantarse temprano y laburar como un burro para una buena posición económica y poder darse todos los gustos hasta que llegaba la mala noticia. Algo había pasado. Se había desmoronado toda una esperanza. Los que estudiaron y los que pusieron el hombro a la vida agotados, extenuados, destrozados, hechos una piltrafa. Confiados los que hoy están abandonados. Valientes que se quedaron sin sus valores. Los tropezones y las formas cambiantes que le dan una oportunidad y mañana se la quitan. Si eso es la vida…………así es la vida!. Y vos te preguntás que para qué vas a sacar fuerzas que no tenés para hacer cosas que no vas a lograr o que si las lográs se te caen encima. Por eso yo entiendo que hoy la sociedad y los jóvenes no creen lo de antes. Prefieren no hacer el sacrificio. Ese que mató a sus padres. Se rebelan y consiguen vivir con estimulantes y estimulaciones de cosas bellas y agradables. Creen en ser jóvenes como nunca se creyó. Son la verdadera repercusión de lo que siempre faltó y de lo que sus padres querían hacer y a veces lo hacen. Padres que se alejan a los suburbios del placer y no ven el dolor y la flagelación de creer en algo más que como el suplicio y el masoquismo de saber que no va a resultar. Padres e hijos ser hacen amigos y se vende lo que el miedo generó en los padres de dinero. La riqueza enfrentada con el deseo de gastar y de vivir bien. El escapar de la prisión y lanzarse al abismo de locuras y contrastes de mejoras en donde lo que antes se defendía hoy no importa o no tiene valor. El peso de no tener los padres nada que aconsejar a los hijos salvo decirles que hagan lo que les parezca mejor y que sean libres. Esa evolución educativa donde la responsabilidad es una antigüedad o una reliquia de gente caduca que se dejó engañar por extraños que le imponían cosas. Una agresividad a flor de piel donde el enojo y la maldad son parte del cinismo de haber sido estropeadas las vidas de muchos a costa de pensarse como parte de algo que no pudo ser o que alguien boicoteo. La forma en que se habla con desprecio y el desenfado para decir cosas hirientes o atacarse como gladiadores que se prueban para una fugitiva realidad de los desguaces que se fueron

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haciendo de lo que alguna vez fue cierto. La incredulidad y el humor volcados a reírse de todo a cualquier costa para matar los demonios de una respetuosa manera de valorar el bien y el mal. El increparse como seres salidos de una película que se maneja en el idioma de la informalidad y que se inyecta de errores y latentes persecuciones de los esclavos de lo que se fue y no se quiere ser más. El irse muy lejos de lo que se conoció y disparar contra todos en medio de una inseguridad total. El episodio trágico que marcó la existencia de las décadas de una interrogación en la que se pudo responder a las acusaciones con la misma irracionalidad con que ahora se vive. El que importa el presente como una indicación de que nadie va a arriesgar nada en pos de una colección de atributos que se confían a lo ilegítimo de aproximarse a lo fallido que se cuece con la misma indiferencia que se conoce de a poco al entender que se fugó uno de el horror de estar de acuerdo con lo inexplicable y que se aborden los problemas como la eficacia de una precisión en la que se mata a un legado de lo que no se relaciona con lo que dejó de ser imprescindible. La resignación a que nada importa. Que hay que tolerarse como un antídoto contra el mal de todos. A saber que todo es gratis y accesible y que se consume como algo efímero que nos da la vehemencia en distorsionar lo que no tiene que ser ganado sino que merecer y experimentar en este modo de praxis metabólica nos encadena a descansar el dolor y esperar el placer entre trazos de alivio y la decadencia de una intriga de lamentos alegrías y repercusiones. Y el peligro. El peligro ya no existe o no importa. Qué importa que pase lo que pasa. A quién molesta que lo maléfico se hace eco de el momento donde conservar lo que no se quiere da lo mismo. Acaso esto es un juego. Una ruleta rusa. Un propósito de que todos tengan el mismo acceso a tener y atarse como parte de una divertida fiesta de exclusiones donde ser de un bando o del otro te identifica como renuente a salir de tu mundo de comodidad y tergiversaciones aseguradas para no tener interés en saber nada más.

Vivir es una locura. Cómo podés seguir si la persona que hasta hace un rato estaba al lado tuyo murió. Que pasó? Se escapó? Tuvo miedo? Lo engañaron? Lo cagaron? Lo capturaron? Estuvo expuesto a otras cosas? Fue presa del pánico?. Víctima de algo? Se tuvo que rendir? Le dieron pocas horas de vida? Lo sentenciaron? Lo juzgaron? Lo maltrataron? Porqué se pierde la vida? Porqué se va la vida? Hay algo hecho adrede? Premeditado? Es una trampa de patoteros? Se atrae al que va a ser crucificado? Se le culpa de algo?. ¿De la culpa de otros o de la suya? Se lo hace creer que era algo que no era? Un engaño? No se puede estar tranquilo cuando se pierde al que te socorrió. Cuando se intenta recuperar la fe. Cuando se demuestra que todo lo que había que hacer lo hizo bien. Entonces porqué? Por la justicia divina? Por la silenciosa manera de callar lo que le hizo? Por la indómita tarea de aceptar que todo es como es? Por el cadalso del héroe o del inocente? Vivir es una locura. Un esfuerzo desmesurado. Una contradicción. Un pasecito sexual. La reproducción. La militancia en un ejército que aplasta. La demostración del poder que reduce. Ser víctima o victimario. Una confabulación. Un desperdicio de fuerzas. La providencia. El centro de lo que nos apetece y quieren otros. El egoísmo o los deseos que molestan o generan aversión. La miseria y la filosofía. El control universal del intelecto. El conocimiento avanzado para devorar ignorantes. El

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deseo de vivir en la adrenalina de ser cada vez más. La multiplicación de los hechos. La eternidad. El abismo. La divulgación. El espectro de dudas. La benevolencia. La estigmática tarea de descubrir. El ascenso. La bifurcación. El tiempo. La trascendencia. El más allá. La generación. Lo imposible. Lo especulable. El sendero de los filántropos. Una ración de pureza que dignifica la existencia. La exteriorización del ego. Pero alguien murió. Y ves sus restos. Y lo velás. Y lo sepultás. Y enterrás sus huesos, su cuerpo. Su sangre helada,. El horror. La impotencia. El dolor. La ignorancia. Hay gente inmortal. Que es recordada. Músicos, escritores, artistas, pintores, científicos. Otros lo son por sus familiares que a su vez mueren.

Es navidad: guitarreada. Mis hermanos, primos y yo viendo al tío Ernesto con su cara colorada de chupi y sus ojos desorbitados inyectados en sangre como escupiendo canciones folklóricas de su repertorio que acompañamos. Seguramente él huyendo de lo que lo atosiga. Mucha alegría que circula por sus vasos repletos de vino, champagne y sustancias. Se eleva en el cielo su plegaria de la misa criolla de Ariel Ramírez para que de su guitarra charango rece por la desgracia propia y ajena. Su garganta parece como de poseído. Algunos insultos solidarios a la vida se superponen con sonrisas y elementos de la dulcificación frente a los niños que somos. Él se encarga de consumar una aletargada vigilia de espera hasta las doce y después se sigue. Está como relampagueando de misterios que nosotros pequeños desconocemos. Cosas de adultos. No se nos ocurre pensar que las hay en nuestras familias. Nos dejamos llevar por su entusiasmo. Se desgañita. Su pescuezo parece el de una gallina a punto de ser descogotada. Como el gallinero de mi abuelo Don Selecto que se dedica a traer los chanchos y algunos plumíferos de su corral. Los conejos no faltan. Hay escabeche. Eran tan suaves allá en la casa del abuelo. Los disfrutamos igual. Podemos relacionar la suavidad con el crimen. Las épocas así lo marcan. Se mata por amor. Se dedican sacrificios humanos a dioses de la justa causa de un mundo incivilizado de delincuentes atorrantes que nos quitan la paz social. ¨ Hay que matarlos a todos ¨, escucho en un estribillo. Hay que trabajar y construir. ¨ Los mártires somos nosotros ¨, grita una tía. Tiren los cadáveres, agrega, refiriéndose a los huesos de los animales devorados. Mi tía también curda es soltera y vive su antagonismo con orgullo. El pensado modo del lamento folklórico lastima nuestra alma y nos genera un dolor placentero. Casi erótico. Todos sexuados en potencia alabamos al dios de Ariel Ramírez y le pedimos presente y futuro. Encadenados a la verdad nos sujetamos de lo conocido. Invertimos la cruz de el cristo que en las alturas nos llena de las burbujas de mi tío que se deja embriagar como anestesiándose. Los fisonómicos modos del protagonismo de nuestros viejos y de la familia en general donde cada uno es indivisible por su colorido y su forma de hablar, participar o reírse. Nos encontramos cautivos de un mundo de adultos que acorazan un tanque de guerra de canciones de protesta de tinte lugareño donde también otros autores como ser la autenticidad de nuestra patria cantan en castellano y con matices que hacen pensar en gauchos y en vaquitas y en los paisanos que construyen el campo con su fuerza casi animal. Mi viejo y mi tío alcohólico se detienen en compartir un campito en Santiago. Se adueñan de una tierra para destacar la identidad que les llega hondo. Se ponderan como los líderes de una manada de niños en los que se fija la expectativa de un mañana. Todos nos dejamos llevar por una ola de arena que genera

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caos y dichas en nuestras gargantas. Nos pesa el hambre de esperar pero estamos muy bien alimentados. Consumimos todo lo que nos llega. Aceptamos las cosas como parecen ser. Suministramos antídotos a lo que no entendemos. Nuestros viejos lo saben todo. Tienen razón. Que se ocupen ellos. Nosotros con una pelota y las formas de jugar y competir con otros de nuestro tamaño. Mis hermanos y yo estudiamos piano con una profesora particular. Como lo hizo mi viejo de chico. Son tradiciones. Se pondera elegir las mismas cosas y perpetuarlas. Se desangra la misma esencia de los abuelos que se esparcen como limitando la vida y la muerte. Su vejez nos conmueve. ¡Esos sí eran abuelos!. En verdad se esconde lo que algún día negaremos y pensamos que es normal que haya problemas. En las familias se entonan melodías de humor y de cinismo. Se contagia una mirada cómplice pero además de solidaridad de una consecuente tergiversada tentación de disecar el mundo y verlo con las pinceladas de un gestor de lo propio. La política es aun ajena. Un día voy a la casa de Perón en Gaspar Campos, Vicente López, y nos saluda. Regala juguetes. Entonces juego a los soldaditos y a las guerras. La guerra nos llega por la televisión. Los malos siempre pierden. A los trece años me cambian de colegio. Mi hermana a uno inglés y yo a uno de curas. Se puede oler que no hay nada mÁs aliviado que ingresar a la pubertad entre mujeres u hombres. Mi hermana y yo. Que el conflicto desbordará tarde o temprano y se empezará a establecer el karma de lo insoluble. El trágico tema de mi vida. Qué es una mujer. Vos no sabes lo que es una mujer me diría Dilma en la facultad enamorado yo de ella. Entonces yo la comparo con una maquina de procrear con plata para hacer gastos. Pero el sexo me delata y le digo que para mi una mujer es eso. Una calentura eterna. Que me atrae todo lo que hay en sus curvas. Que me gustaban sus pechos y su pelo rubio. Cómo no me iba a enamorar de una rubia. Los varones elegimos mujeres distintas a nuestra vieja. Como evitando lo irresoluble de que el sexo se detiene ante mujeres parecidas a ellas. Qué es una mujer??? Yo juego al doctor con mi hermana. Con mis primas. Después empiezo a toquetear empleadas domésticas. Qué es una mujer. Para mí pasa por el deseo. Quiero siempre más. Pero Dilma quería expresarme que ella no era un objeto que estudiaba ciencias en la facultad sino un ser pensante con dignidad y deseos de progreso. Que no quería ser un ente que tuviera hijos sin haber desarrollado su independencia y mantener una limitación a los que le consideraran un pedazo de carne. Ya lo dije, era feminista. Estaba por encima de pensarse como una mujer de hogar. Vos no sabes qué es una mujer? Y ustedes, las mujeres, saben lo que son?? Le replicaba con una coherencia apesadumbrada y llena de interrogantes y expectativas. Supe lo que era una mujer cuando me fui a Europa con Freddy ya con veinte años. Pude sentir su piel y tener experiencias eróticas. Las perseguía por todos lados, en los trenes, en los colectivos y en las calles. Creo que fui allá en busca de la caza de ese ejemplar de la raza. La mujer. Lejos del maltrato de mi tierra y los condicionamientos en un viaje de contemplación carnal excesiva pero que marcaría el resto de mi vida. El código de las respuestas estaba en esa soledad de verlas en un territorio donde los que me atrasaban no implicaban presencias o peligro. Se podía estar ante bellos especimenes con la misma suavidad que el idioma inglés le infligía a conversaciones soñadoras y prácticas con el previo modo de explorar y escudriñarnos.

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Al ¨ hermano amor ¨ lo trajo a mi vida y la de mis amigos mi hermana Celeste. Ella andaba por algunos altares de el psicoanálisis en busca de repuestas y nos trajo a el brujo indicado para ese pésame que era la legitimidad entre lo religioso, lo onírico y lo psicoanalítico. Era como si Freud se hubiera puesto sus hábitos para adictos a musas entre uniones de los jóvenes del futuro. Eso éramos. Ya estudiantes y presos de el amor y la desdicha. El hermano amor había hecho quince años de terapia y esa era la edad que lo separaba de nosotros los infantes de su ejercicio de conjeturas y elevaciones. HMAM lo llamaré en este texto. Él podía interpretar lo que nos pasaba en base a minutos de silencio por todos los muertos que se nos venían encima con sus balbuceos de profeta for export. A cada uno lo agarraba por separado y le daba un par de cachetadas con autoridad y legado de su relación inquebrantable con Freud y aniquilada con Jesús. Él dominaba la escena de meditaciones colectivas donde todos pagaban boleto. Había que someterse a sus opiniones en el confesionario al que nos trasladaba uno por uno. Allí nos explicaba por separado cómo eran todos los demás y nuestras dudas sobre nuestras familias. Él tenía una revelación de fotográficas muestras que eran pruebas irrefutables de que la revelación en celuloide contenía el misterio que nos veía a simple vista. Nos daba eclipses de luna con conversaciones llenas de paz y armonías al estilo de los reveladores de historias y duelos iniciadores de cuentos. Medio embaucador pero se declaraba incompetente a sí mismo para la misión que se proponía. El ingería el léxico del teórico ético de el diván. Se había pasado tanto tiempo capturando culpables en su vida que ahora los encontraba en las nuestras. Se entregaba en cuerpo y alma y el deseo de formar una familia y nosotros éramos un apéndice. HMAM era un emergente de guerras civiles en argentina de carácter montonero con asesinos con caras de perros guardianes. Un luchador de la libertad que nunca pudo tener. Una víctima de el recetario de la indulgente contradicción entre lo probable y lo posible. Una carismática manera de meterse en la vida de los demás que él interpretaba como su misión en el mundo. La iglesia de la misericordia y su cura párroco le daban el ok para que se encargara de educar jóvenes en la fe. HMAM era un tipo de muchos relatos referidos a él mismo. Quería ser importante para nosotros y que no nos pasara lo mismo que a él o que resolviésemos sus mismos problemas según él lo hiciere en sus terapias. Él diagnosticaba cada pequeña de captación de los modos en que nos comportábamos en esas macumbas de la oralidad depresiva. Una secuencias de tratos con el más allá para recuperar la dignidad de un mundo feliz. Estaban los que lo adoraban y los que como yo se sentían en dicotomías con ese dios para con su propias manera de querer crecer. El mundo de su peregrinaje nos imbuía de colecciones de frases hechas a la medida de lo irrespondible. Como si la incoherencia fuese su fórmula poética. Decir cosas sin que tengan sentido nos drogaba de la racionalidad externa. Confería a cada trato con la verdad unas tormentas de dudas que no eran más que filtraciones de su subconsciente en nuestras vidas de manera hipnótica. Seguramente en su vida anterior fue un médico brujo o un mago. Se lo confundía con su barba de sabiduría experimental con Abraham o Isaac. Era un judío de miserias que se proponía extirparlas de nuestras vidas o darnos claves pasa ello. Yo imaginaba que su madre le torturaba con ataduras a la cama y le hacia pasar por tormentos y que su padre se hubiera encargado de mutilarlo a golpes en nombre del señor. Mis amigos y yo teníamos fórmulas de éxtasis consagradas en la música de jazz y yo en lo particular en judíos que no habían sido fieles a su credo componiendo los estragos de sinfonías vanguardistas del siglo XX con la misma lividinosa idea que yo creía que tenía del mundo en ese entonces. La masacre y la depravación me atraían sobremanera en las artes y el deterioro de lo real me daba impulsos para contemplarme en ello como un devoto. La devastación desde los judíos genios del siglo XX acababa con todo y no dejaban nada en pie salvo la sed de rebeldía

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la ironía y el sarcasmo. No todos eran judíos. Bartok era el pan de cada día. Hindemith la salvación. El misionero de HMAM se encargaba de explicarnos porqué nos gustaban tales cosas a la luz de su fe. Nos encontraba como especímenes interesantes en su colección de adeptos condicionados a escapar de torturas que él había conocido. Se departía entre la agonía y el sudo de la frente. Extirpaba de nuestras preferencias lo que le parecía mal y nos indicaba el sendero de su autoridad de reglamentos vertidos en el pan de cada día. HMAN estaba siempre en su frecuencia de radio y emitía con el mismo timbre de voz. Con la cadencia del que perdona y da bendiciones. El ensangrentado trayecto de cápsula de la píldora de la concepción de un registro de las cosas a las manera de un aprendizaje made in casa con ayuda de un perpetuo mítico ensamble con la figura de los hombres de barba, Freud incluido.

Cuando era veinteañero me iba de vacaciones con contingentes de pibas y pibes que salíamos del albergue juvenil destino Pinamar. Éramos todos salidos de una situación de la que la camaradería unía el fin que teníamos de crecer en el compañerismo y algún que otro romance. El touch and go era moneda corriente. Nos entreteníamos en el albergue en Pinamar y estábamos sobre las playas que nos atrapaba en fiestas al sol y también a la noche donde los fogones y las veleidades de mi tocar la guitarra y cantar temas de Zas y Phil Collins. Me eligieron varias veces mister fogón pero aun patinaba en hacerme de novias. Era muy querido por los que me llamaban Phill y se encontraban a charlar y contarme sus vidas. Ya yo empezaba a escribir con avidez y estudiaba el término femenino entre las bellezas que nos acompañaban. No éramos todos los años los mismos pero había algunos habituéis. Eran los ¨ socios vitalicios ¨ de estar entre gente que se adivinaba perteneciente a una mixtura entre clases socales y jipis y chetas que se encargaban de conocer los rastros del jipismo. La encantadora presencia de las damas nos ahorraba tener que aburrirnos. Siempre había historias entre nosotros. Algunas nos identificaban y otras veces algún roce o aclarar cosas para soportar los entretelones de dos semanas de estar juntos. En el albergue las chicas y los chicos tenían habitaciones por separado pero había pactos entre damas y caballeros para permitir la privacidad de los amantes ocasionales que se pasaban de un cuarto al otro. Éramos como cincuenta o setenta entre todos, una verdadera forma empírica de hacernos del deseo y de conocer la vida en comunicación comunitaria. Conseguíamos todo lo que nos proponíamos y dejábamos de lado algunas diferencias acertando vas coincidencias y planificando lo que nos convenía. Podíamos estar en pequeños grupos o asociaciones de tres o cuatro que se pudiesen diluirse a la noche en una alegre confusión entre todos. Hacíamos fiestas y comidas en común y nos entregábamos a paseos y a salir a bailar a boliches en Pinamar. En ese lapso hubo musas y esporádicos momentos de ilusión. Hubo encuentros pasajeros y dobles intenciones. Selección de preferencias y contención de amigos y amigas. Nos sentíamos incluidos y todos podíamos ser necesitados o necesitar. El despliegue de programas y proyectos que aprendí a elaborar me sirvió para siempre. El saber que las minas tenían mambos y defectos me dio su lado mas humano y su vulnerabilidad llegó a conmoverme. Éramos asiduos concurrentes de parrilladas y de lugares de mete gol y tejo. Nos disputábamos

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el derecho a intentar antes o después que el otro el avance a una chica. Entrábamos en lugares difíciles de nuestra vida y hablábamos del mundo de política y de los noctámbulos menesteres de pertenecer a una raza de gente que se buscaba a sí misma. Supe conocer a Carina que me enseñó el arte de buscar un camino de paciencia con el género opuesto. Como su vida que ya tenía a los casi treinta más novios y parejas que los años que tenía. La invíté al casamiento de mi prima Leticia porque ella me lo pidió. Nunca traspasamos la amistad pero entregué mis armas de enamorado a un pozo ciego y comencé a seducir chicas que me resultaran accesibles y me alegraran la vida. Carina me había contagiado esa costumbre de ir formándome en relaciones y no para una única relación. Sé que ella se casó y después nunca supe más. Era bellísima, tenía un lomazo y era una rubia encantadora. Se divertía con los hombres y tenía muchos amigos. Su pareja en el momento de conocerla la mostraba a todos los que podía. Un verdadero lujo digno de exposición pública. De vez en cuando a los hombres nos llegan mujeres que nos dan para lucirnos. A veces hay que padecer para alimentar algún provecho posterior. En mi caso creo que algunos mártires se sienten en deuda conmigo. Fui canonizado sin que me lo dijeran. En ese cielo de las deudas se me pagó lo que se me debía. Con el tiempo fui apagando el dolor de muchos años de treguas con la dicha. Como un pacto de entrega que me dio después energías para crecer y ser feliz en muy buenas compañías.

El tango llegó a mi vida de una manera inesperada. Seguidor de Piazzolla empecé a escuchar al fin la dos por cuatro y conocí el enlace armónico que estudiaba al piano de los distintos tangueros que reproducían en la radio. Era una aventura. Me encantaba notar las diferencias y continuar siendo músico con esa identidad en relieves voluptuosos. Contar lo que sabías me daba tema en algunos tratos y me seguía pareciendo Piazzolla el eje de mi interés. Sabía potenciar una elevada vertiente de atributos en cada variedad y seleccionar sus matices preponderantes. Era un exquisito de la degustación de cada ocurrencia que se delineaba entre una forma de componer tango y otra. Casi como si lo circense estar en el mundo de ese organito que es el bandoneón. Me parecía una madurez como placer más la música de mi ciudad y estar atento a los modos en que eso influye en mis improvisaciones que para mí gusto tenían ya influencias de sonoridades del tango pero sin caer en la evidencia. La determinación entre una forma y otro colorido exaltaba y coincidía en algunos pocos aspectos en común que se iban delineando y despertaban posibilidades de ver lo mismo de distintas maneras. Espero que esto no lo escuche un tanguero. Son muy ortodoxos los que detestan a Piazzolla y se enfadan con el modo sutil en que los más jóvenes los estudiamos y hacemos de ello personajes de nuestras vidas. Lo pintoresco siempre atrae cuando se lo hace con amor y mucho deseo de no ofender a los que se inclinan por distintas preferencias. El respeto esencial cuando se estudia una cultura. Rescatar sus valores, sus emociones y los epitafios de los celebres que les dieron vida. El ensamble de lo misterioso y lo corpóreo de un baile que se danza como una de las cosas más preciadas en las que el bailarín y la bailarina se lucen a su manera. El despegue de una plataforma de paso firme para apoyar la pasión y el desempeño sobre letras de

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desengaño y nostalgias. El limite entre la cordura y el desamparo. Las veleidades de los consagratorios modos de cantar las letras más pegadizas. El retratar con fotos en las que las grabaciones perpetuaban tal o cual versión de un mismo tango. La muestra del malevo y el duelo por una mujer. Los cuchillos y los guapos. Los hombres y el desafío. La tradición y la ciudad. Pude dejar mi mensaje en la grabación de la FM tango y lo reprodujeron muchas veces como tantos de otros. Yo contaba los detalles de mi mítico encuentro con Piazzolla en Alemania siendo breve para interiorizar lo más relevante. Con una novia que recupere del pasado recorrimos los lugares donde diversas orquestas en vivo nos iban adentrando en ese mundo que hasta entonces, el de ir ver en vivo, parecía reservado en la inquietud para turistas y no entre curiosos de su propia procedencia. El menor rasgo de los ejecutantes de las orquestas de tango era retratado en mi memoria de sostener los gestos y las torceduras de sus manos y sus cuerpos al ejecutar. Los cantantes eran los edilicios emuladores de la tradición de el tango cuyos versos de poesías los impactaban en el tono corajudo y enfático de la dicción y la pronunciación lenta y deliciosa de cada letra en un desenlace en el que se relataba el porqué de nuestra historia. La desdicha y el lenguaje lunfardo con alegatos de osadía desafiaban o pasiones encontradas en quienes antes habíamos estado cerca de aquellos interiores de familia con padres y abuelos estrechados en esos cantos. El cambalache como idea de traición de la vida y de que todo daba igual era un reto y un dejo de angustia no exento de conformismos. Las limitantes procedencias de las geografías de los arrabaleros y los lugares donde el conventillo y sus antesalas de personalidad de gente que llegaba a los puertos con un aire de polizones envanecía, y enorgullecía ser parte de esa malintencionada declaración jurada de estar todo confiado a explicarse y darle aire de suficiencias hasta a lo que no tenía mayor sustento que una vida miserable de pobreza, canto y carencias. Un lamento y una queja con perfiles de lo dejado en el viejo continente y lo que se trajese y se encontrase entre los pasillos de extranjeros que eran todos al llegar acá y pisar tierra firme. Su destino sin regreso escapando de guerras fatales y de lo que la interioridad de empezar de nuevo en manos de los avatares en un lugar desconocido que les fue dando esta música. La misión traída de lejos para progresar con lo que se tenía en medio de lo ignoto.

Yo vengo desarrollando una guerra silenciosa contra el idioma inglés. Lo de Pol es una forma de no poner paul pero también una forma de denunciarlo. Algunos me responden poniendo paúl. Y me doy cuenta que les da alivio. Que prefieren los dogmas del imperio. Esa manera de decirnos nombres en inglés como apodos o derivados. En Nueva York me esforzaba por hablar un ingles tan pensante que los yankis se ofendían ¨ who do you think you are ¨ me preguntaban mi novia allá y mi profesor de composición. No quería ofenderlos respondiéndoles del orgullo que tenía de ser argentino. De nuestras forma cosmopolita y europea. De nuestro modo de incluir aborígenes. Pero me limitaba a desafiarlos con comentarios espontáneos cuyas consecuencias no media. Ya conté que me costó mucho aprobar los exámenes de nivel de inglés según la universidad de Cambridge. Pero tomé conciencias de que el inglés lo podía usar como arma. Que con mi cultura que había leído gente de tantos idiomas me podía jugar a

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pensar y ser lo que era. Pol es una ironía. Un desenlace de mi políglota modo de ver el mundo. Será que estoy empezando a identificarme con mi país cosmopolita. Que defiendo los derechos de los míos y me animo a sacar de contexto a los que están acostumbrados aciertos comentarios y ciertas formas respetuosas en los sitios donde se levantan deidades al inglés. Será que leí a todos los escritores argentinos y conozco de cerca cómo impactó ello en nuestro país en los famosos vende-patrias y los trogloditas con términos medios. Será que a mí las enciclopedias me parecen tanta brutalidad almacenada como un analfabeto en el norte argentino. O que pienso en cosas que me da mi formación que incluye la música o la plástica también y otras formas como las filosóficas. A nivel internacional sé que tipos como yo somos temidos y que estamos en un precipicio que no declara lo que portamos en las aduanas ya que no hay impuestos y restricciones legales a la cultura y el interés por los pueblos en función del propio. A mí no me venden pancartas o folletos de anarquismo letal o de adhesión a el pacifismo de banderas de guerra. Crecí entre libros y música y obras de arte. El arte es mi consigna y no una especulación de ganar un trecho en una puja electoral. O de hacer sangrar la verdad para que la sangre sea menos creíble. Soy una vértebra de una columna que forman miles de argentinos que piensan como yo. Que día a día se levantan para explicarse las cosas y contribuir al bien común. Creo en la amistad entre los que se abocan a esta tarea. No en los pactos transitorios para destruir a otros. La sombra de los que lucharon por esta identidad me resulta grata y así es como con mis colegas confiamos en poder aportar lo que el país necesita entrando en lo íntimo de nuestras raíces, historias y presente. No tengo enemigos. Más bien adhiero o admiro. Sé que se puede. Que se puede ser más. Como país y como nación que está en las puertas de demostrar que las verdades duelen aunque se enojen con nosotros. Que tenemos mas para dar de lo que algunos quieren encontrar. Que la fuente de nuestra tarea es la humildad y el deseo de un mundo donde se hable de principios y no de deberes. Que se encuentren conexiones y no se terrorifíque lo que no es igual y la invención de una paz es solo entendible con ejemplos. Hace falta que nos crean y es cuestión de tiempo. No excluimos a nadie. La cultura está en muchos países y todos ellos somos una forma de demostrar que se puede componer el bien en función de trascender al egoísmo y el deseo de lucro o poder banal. Pol nació como un juego. Y es así jugando pacíficamente con la palabra, la música y las formas que me dejo llevar como tantos que se compren entre sí en este medio de expresión que es el poner a disposición de otros lo que se aprende y lo que aprendemos de los demás. Los demás. Esos que nos determinan y nos hacen entender que no somos los únicos. Que no estamos solos. La delicada tarea de entender, escuchar y aceptar lo que es bueno y nos hace falta. El bien común. Y que después la competencia era un juego de caballeros. Una exposición de una despierta inclinación por la imagen de lo que todos queremos que es ser de la manera más positiva y oportuna. Desde la capacidad nuestra y la que recibimos como interpretaciones de otros sobre lo mismo que nos interesa. Con el milagro de estar felices en el viento de el mundo mas liviano que no se hace por la fuerza. El destierro de la selva del haber estado en donde supimos lo que era y no queremos volver. El énfasis en la pluralidad de una relatividad donde todos dependemos de todos y no hay dueños ni poderosos que deciden sobre lo que después es horror. Pol se dedica todos los días agregar algo a lo que nunca entendió y poder aceptar que lo que lleva tiempo se llama trabajo. Y así como otros trabajar por uno y por todos.

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En esos años del viaje a Europa antes y después al regreso mis hermanos ya tenían planes para sus vidas. Los llevaban con cautela por lo que había pasado conmigo. Especialmente la internación. Freddy tenía una novia y se compraba cajas de doscientos profilácticos. Rolo se la pasaba de fiesta en fiesta con sus amigos. Muchas eran en casa. Las de Freddy también. Estaban explotando de deseos de progresar pero de pasarla bien. Eran compinches sus amigos. Se mezclaban a veces entre los dos grupos. Yo estaba medio encerrado. Casi incomunicado. Seguramente ya era el loco. El delirante. El destruido. El motivo de el arrojo de ellos para defender su dolor frente a su hermano convaleciente. Sé que tenían miedo. Que me miraban como disculpándose pero que era por eso que estaban dispuestos a todo. A mujeres. A fiestas. A joda. A todo lo que a mí me había faltado. Eran los defensores de mis ausencias. Se podían pasar horas chupando cerveza y otras bebidas alcohólicas y charlando mientras yo aparecía casi como un espectro a conversar dos palabras con ellos. Algunos me valoraban. Me querían y me respetaban. Es que antes de colapsar ya había dado indicios de mi talento en el piano, y la música para los jóvenes evoca ídolos y fanatismos. Freddy y Rolo se encargaban de estar cerca de los límites en los que yo había fracasado. Se adueñaban de la casa que ya era su territorio mientras yo era un refugiado de guerra. Un negro que había cruzado cerca del mediterráneo hacia Europa para recibir misericordia. Conservaba la frescura de mis gustos refinados y me aferraba a ellos. Lo que vendía era lo que me sostenía aun en pie. Rebalsaba de ganas de que algún día mi vida cambiara. Pero eso parecía una trayectoria que llevaría décadas y demasiado optimismo para el que yo en ese momento y el resto de mi familia teníamos. Todos estaban cerca del hecho del momento. Yo era la novedad y eso era triste. Me trataban como a un niño. No tenía forma de coordinar acciones de independencia. Estaba sometido y sojuzgado por la adversidad de mi cabeza que desataba perturbaciones que yo desconocía. Se lo conocía clínicamente como un brote pero yo eso no lo sabía entonces. No lo supe hasta quince años después al regreso de mi viaje a Nueva York (de un aserie de varios que hice) donde mi médico tomó las decisión de explicarme la clínica de mi estado desde hacía años. Sin embargo mi terapeuta de hacía doce años negó el diagnostico y me dijo que él no estaba de acuerdo con ese enfoque. Es que ambos médico y terapeuta estaban en la misma organización pero este último me daba la expectativa de que no todo es del mismo color. Para él era una generalización absurda teniendo en cuenta mi ya desarrollado grado de independencia que no coincidía con una clínica de brote. Al menos en lo presente. De todas formas fue bueno no saberlo para que mi lucha no partiese del prejuicio de ser un enfermo y me ocupara en cambio de mí mismo con mis fuerzas, deseos y voluntad con bastante éxito. (Yo acepté la medicación novedosa pertinente recién desarrollada muchos años mas tarde porque al regreso de Nueva York no podía detener mi tendencia al alcohol. Lo mío fue un pedido a mí medico. El brote era el modo en que se manifestaba orgánicamente en algunos aspectos del organismo disfuncionante). Pero el hecho cerca del regreso de Europa fue de no poder acertar una sola cosa que me pudiera sacar de ahí. Estaba preso. No sé si preso político. Me entregaba a los brazos de la indeleble elegía de el infortunio de estar en tempestades de incertidumbres que desplegaban de todos los rincones de mí ser. No gobernaba mis actos ni mis

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sensaciones. Mi casa, mi familia, era casi como una nave espacial. Estaba atado de pies y manos. Podía caminar, comer y otras cosas básicas. De noche escuchaba vinilos de música culta hasta altas horas de la madrugada. Era un zombi. Un tipo que se despertaba sin despertar y hacía ruidos con su música. Caminaba dormido. Me desplazaba con la cruel idea de que me podía pasar algo y me tenía que cuidar de todo y de todos. Era un astronauta en la luna. Un creador de los misterios que yo solo veía o entendía. La salvedad de mis hermanos me atraía a la tierra y sus fiestas y novias o mujeres le daban un lado material y feliz a mi delirio por lo carnal de sus derivaciones. Freddy había entablado una relación compinche seguramente por nuestro viaje juntos. Él había estado allá siendo mucho menor que yo y aun así era mas adulto de lo que yo podía ser. Se encargaba de encontrar noticias en el diario y de entender la realidad que ya encontraba para él. Rolo leía ámbito financiero porque se mimetizaba mas con la economía y el entorno familiar lleno de superdotados del liberalismo en el rodeo de de mis viejos. Yo por momento creí que podía pero se me doblaban las rodillas en el alma. Era una marioneta y me manejaban entre muchos. Freddy me integraba a sus grupos y por supuesto sus amigos y amigas tenían siete años menos que yo que era y es la diferencia de edad con él. Pero todos sabían disimular sobre mis cualidades y Freddy no hablaba de eso con ellos. Muchos suponían que era el hermano mayor pero no se podían imaginar anormalidades en mí. No se notaban dentro de esos vínculos. Me gustaba estar cerca de chicas que quizá fueran una vidriera de lo que a mí me hubiera gustado tener. En el caso de Rolo no traía mayores consecuencias mi revelación de mundos imaginarios porque él ya estaba en la facu y se dedicaba a aprobar materias. Recuerdo cuando le preguntaron qué iba estudiar y con una sonrisa de oreja a oreja dijo económicas. Se le abrían las puertas desde la convicción y lo irrefutable de su sencillez para preferir lo que había visto más de cerca en la familia. Celeste, mi hermana seguía con su forma embelezada de cantar en lugares con grupos y se integraba con facilidad a un área artística dedicada a el canto y los covers. A veces íbamos a verla y mi vieja nos daba cátedra de sus virtudes y de la aceptación que tenía entre los hombres que le daban vueltas como abejas. El panal y la colmena era un reducto familiar repleto de deseos de ascenso social y en el caso de mi viejo ya con medallas de honor en todos los ámbitos de su profesión de economista ligado a empresas privadas de carácter pujante y envergadura de horizonte. Benjamín el menor tenía un amigo que era el hijo del hermano amor y eso me exasperaba porque HNAM hizo un agujero en mi identidad de cohesión de la familia. Escribí sobre ello y me explayé para hacerle un boicot que a mis EX amigos no les interesó. Ellos lo veían como la verdad rebelada y le rendían homenajes de devoción por la sencillez con que exprimía los frutos de la madurez de comentarios exagerados sobre cosas pequeñas. Era un extirpado ser de la sociedad de perdedores que se dejaba adueñar de los hombres del mañana. Era un coach de box. Era un preparador anímico para mandar a otros a sus guerras. Los internaba en su conciencia y les daba una palmadita antes del cambio de golpes con posibles contrincantes. Benjamín entonces recibió un par de reacciones fuertes y desagradables para su niñez siendo ajeno a los hechos que era inútil explicarle. Su amigo fue echado por mí de casa con la vehemencia del descendiente de un traidor. La patria estaba primero. Y la patria era la familia. Lo cierto es que Benjamín tenía tendencia llorar. Lloraba no solo por mí sino por todo. Y eso que no sabía porqué lloraba. Porque todos lo cargaban, lo gastaban y descargaban su neurosis en el nene mimado por la mamá en la casa.

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Había ciertos desacuerdos entre mis viejos al regreso de Europa mío. Evidentemente yo había ido por un mes y me quede seis escapando de todo. Buscando la mujer que no se me había dado cerca de los míos. Ellos asumieron el golpe. Hicieron terapias juntos y se dedicaron a explorar sus pretensiones futuras y carencias presentes. Se interrogaban sobre mí y sobre ello consultaban a todos los especialistas de renombre. Ya era común que los hombres de ciencia se interesasen por mi caso. La vigilia de ellos era total. Se enterraban en esa tertulia de la que su hijo iba a quedar excluido. Ya no era una promesa y mi delicadeza iba en aumento y la internación fuese solo un atenuante y el regreso mantuvo la misma expectativa de acuerdos entre ellos y sobre mí. Se revelaban los hechos y me planteaban opciones alternativas de las que se huiría alguien que no había sido signado por seguir la huella que dejaban todos. La masificación justificaba el tratarme como especial y además yo ya tenía como dije cualidades de pianista compositor que se habían notado desde los quince años en escenarios con mi grupo de amigos músicos. En eso ya había una tendencia. En mis gustos por el arte también. Su hijo no era un alienado. Estaba apasionado por algo a pesar de ser vulnerable. Tenía sus inclinaciones exquisitas y como si no fuera poco había en Europa encontrado mujeres de todo tipo y categorías éticas compradas entre los mitos de lo que estaba bien y lo que estaba mal. Uno mantiene cierta postura como indeclinable hasta que el edificio se cae y entre los escombros se acepta que algo hay que volver a interpretar. El mea culpa era un hecho en ello. Que ellos sufrían. Cómo renunciar a tantos principios y valores. Cómo aceptar que se tenía que bajar uno del pedestal habiendo llegado tan alto en pos de toda una familia. Cómo ver desde cerca la desolación de lo triste de un hijo a la merced de los ajustes de una idea que parecía no funcionar más. Acaso destacarse y ventearlo a él. No. Parecía que yo ya había dado señales de estar a la altura de una predilección por una vida diferente antes que el polvorín explotara. La misma empírica manera de viajar solo durante seis meses entre trenes y albergues rodeado de extranjeros y conociendo gente le daba un plus a que había cosas que aun se podían rescatar. Que solo había que encontrar la raíz de el problema. Se estaba ante alguien lleno de personalidad que no la podía extender a la beligerancia de un mundo hostil que atacaba esos poderes de la naturaleza de un artista. La forma de cuestionar hacía de ellos una autocrítica y una determinación de dar vuelta la página de su vida. Tenían que empezar a pensar según lo dictara una pertenencia a los hechos que podían colaborar a defender algo que podía estar siendo en su inercia el factor de la necesidad del cambio. El enfriamiento entre ellos en búsqueda de un culpable los hacia señalarse por distintos motivos. Como toda pelea sea que alguien que no tener la culpa. Los argumentos se llevaron a terapia. El tener un testigo imparcial que supiese sobre la profesión de la hermana de mi viejo y sobre su hija Celeste. Los psicólogos metían fuego al destape. Y se presenciaba una inteligente manera de salir de lo perecedero de los formatos del negar todo lo que se sabía sobre las conductas. El abanico de posibilidades incluía que no siguiesen juntos. Eso era una prueba a la que tenían que someterse. Llegar a entender si el problema era su unión era parte de el entregarse a los formularios de la masticada verdad que fluía entre sus charlas y la intervención de un profesional. La vestimenta de lo que se conocía se deslizaba como preguntando que

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qué era lo que faltaba hacer para estar bien de nuevo. El pragmatismo no era posible. Había que hacer un duelo. No había fórmulas. Solo buscar la tranquilidad y darse tiempo. Celeste estaba que desbordaba. Era el centro en la disertación interior que circulaba por la familia. Ella convocaba en su profesión en camino una apertura de juicios sobre lo que se daba como que dos más dos no son cuatro. Y para ella ya estaba probado que no era así. Sus debilidades también eran evidentes y sufriese algún desamor terrible y la negación de el poder acertar en ese aspecto. En ese momento todo el país hacía terapia. Los terapeutas eran más escuchados que los políticos y los economistas. Eran signos de modernidad. Se podía ser en medio de turbulencias gracias a el tiempo de reflexión de una ficción durante unas horas dedicadas. El pueblo argentino estaba en terapia. El presidente, sus ministros y todo el congreso hacía terapia. Los jeques de la verdad estaban en observación también. Se auto interpretaban como víctimas todos de una confabulación de izquierda con matices de desencantamiento respecto de el eje ineludible de un tipo de hacer las cosas de formas veloz y con autoridad. Opinar sin citar Freud era poco menos que pecar de soberbios. Alentar ideas golpistas era las ilusiones de volver a estructuras rígidas que se acababan de dejar y que mataron a muchos. El reconocer la propia ignorancia también se puso de moda. Había que aceptar los riesgos del ir en procura de lo que nunca se supo o nunca se dijo y atarse a sus consecuencias. El miedo doblegaba a los que siempre se aseguraban de controlar todo. La religión y la iglesia eran ya símbolos despóticos y represores salidos de las dictaduras. El creer ya no tenía valor. Las iglesias se vaciaron y la gente buscó templos en otros lados. Se empezó a creer en miles de cosas que antes eran raras, extravagantes o signos de decadencia moral.

En los últimos diez años me dediqué a sacar canciones de rock. Dejé el jazz fusión con la música contemporánea ya que venía grabando mis composiciones dentro de ese estilo sin que nadie mostrara interés por lo que hacía. Un noviazgo que terminó mal me decidió. Empecé por Charly y Fito y por supuesto Phill Collins, Sting y Eric Clapton. También muchas canciones pegadizas que a todos les gustan. A un conocido le dije: un día me dije se acabó con eso de ser pianista y no tocar para nadie y me decidí a cantar lo que me gustaba para mí y mi nueva novia. Era un momento en que consideraba mi virtuosismo, o pianístico como prescindible porque no me hacía feliz. Además del fracaso de no poder divulgarlo mi novia que me había dejado marcó un antes y un después en esa preferencia. Me puse a sacar en el piano las armonías difíciles de los buenos músicos que nombré y con el tiempo me iba saliendo. Estaba convencido porque lo disfrutaba, no era que me destacaba sino que cantaba. En mi familia, dije en una reunión, no se habla: se canta, en clara referencia a ese modo generalizado de que a todos nos gustaba hacerlo. Además entendí que los músicos cuyas melodías analizaba y experimentaba armónica y rítmicamente eran realmente excepcionales. Se suele tener una visión paupérrima de la música popular y del rock. Pero se sabe que muchos

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músicos que la componen estudiaron mucho de música y algunos antes de pasar al género popular eran prodigios en el concertar el ejercicio de partituras de erudición. Entonces me gustaba también cantar con mi nueva novia a la que la canción la embelezaba y a veces yo tocaba para ayudarla a cantar a ella. Era un momento muy limpio. Lleno de sueños y de poesía. Yo escribía poesía sin parar y no dejaba de lado esa predilección por esparcirme en el canto y hacerlo en forma tal que evolucionar y encontrar mejores formas de interpretación y entonaciones tímbricas favorecía en el resultado. Me regalaba a mí mismo el cantar todo lo que a la gente le gusta. Disfrutaba de verdad. Quería estar en algún escenario. Pero siempre fui difícil para comunicar lo mío. Solo que esta vez no necesitaba un público. Eran mis canciones y yo con mi novia alegre y despierta al lado mío. Fui dándole siempre esos años relevancia a mi literatura. Realmente creía que iba a trascender o lo que escribía. Tenía una fe ciega en cuanto a que trabajaba muchísimo y estudiaba mis manuscritos para sacar conclusiones y seguir adelante. El premio nunca llegó. Nadie sabe que escribo en este país salvo algunos conocidos. Mi editor se encargaba de alentarme y sugerirme cosas. Era un momento de calma. Me relajaba en ese duelo experimental con mi presente y mi futuro. Quería ir hacia adelante. Varios duelos incluyendo el de mi editor transformaron mi forma de describir. Me hice más determinista y punzante. Me enojó con la forma estereotipada de decir pavadas y expulsé toda la poesía que llevaba el corazón con una perseverancia y continuidad que me asombraban, evidentemente había una meta y era no desfallecer a los duelos y en cambio sí convertirlos en vida. Mi gesto de cantar fue repercutiendo en mi vida haciéndola también mas sencilla. Ya no quería que me diese ello dinero o prestigio sino que me sumergió en un mundo abstracto que componían mi literatura, mí novia y yo y por supuesto todas las conjeturas externas a la inoperancia de triunfar en algo o de ser al menos notado. Era un ostracismo pero no sería jamás mi vida una vagancia. Estaba decido a trabajar aunque no hubiese en ello un propósito que sobrepasase al deseo de ir en busca de mí mismo y de lo que me rodeaba. Empecé a ir a jams de jazz, de blues y de rock porque me hice de un entorno de músicos. Pero yo me divertía y tomaba. Eran reuniones de renegados o al menos de cultores de una vida distinta. Nos identificábamos en poder hablar de músicas y de cosas referidas al sexo y la fuerza de nuestro destino sin corazones que nos detuviesen. Había una ermitaña tarea colectiva en hacernos como núcleos de gente que tocaba y hablaba de todo con un vaso de alcohol mientras bellas mujeres nos agradaban con su canto y presencia. Estoy seguro que hay que estar donde se está para poder pertenecer a algo. Esa pertenencia me marcó como mi mayor integración social desde que tomaba cafés todos los días con amigos bohemios hace diez años. Desde eso y la ruptura con ello y el hábito medio tanguero y nostálgico me di cuenta que aquellos eran de mayor edad que la perseverancia en grupos de flacos que estaban en la misma que uno y me hacía más creíble a mí mismo. Me podía dar a charlas y chistes y referirnos todos a la memoria de cada cosa que nos importaba en la música. Una sola vez subí yo a cantar solo porque no sé tocar con otros. Éramos el piano, el micrófono y yo. Les gustó pero las jams no fueron hechas para solistas sino para integraciones de músico y yo eso todavía no lo puedo lograr. Sin embargo cuando estoy allí todos me identifican como el poeta. Y eso me da identidad y describe algo muy cercano a la música que también es mi poesía como formas de vida.

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Voy a volver sobre el tema de mi carrera. Mi papá era y es economista. Pero cuando yo elegí mi profesión y no quería estudiar economía por motivos de lo que vi que era su vida profesional también hubo un mensaje claro en el en el sentido de que el futuro estaba en las ciencias exactas y mas precisamente la física y la biotecnología que eran las dos especialidades que estudiaban dos amigos de su época universitaria: física y biotecnología. Ambos destacados investigadores. Entonces yo recibo de mi padre (y de Humberto) el mismo mensaje al respecto. Me decido por ingeniería pesar de que no me destacaba en ciencias en el secundario. Eso me preocupaba. Hice tres años de la carrera y aprobé cantidad de materias. Pero se presentó que fuera de mi vocación por las artes también había otra cosa que fallaba. Mi papá estaba siendo ¨ superado ¨ por su hijo. Eso se debía también además de sus ¨ opiniones ¨ a que a él en la vida le estaba yendo medio mal. Y sobretodo cuando yo ya cursaba tercer año. Es que sus problemas de pareja con mi vieja eran algo que se disimulaba pero que explotaron cuando yo dejé ingeniería y me fui los seis meses a Europa. Cuando digo ¨ superado ¨ quiero aclarar que no es algo que yo sentía que recuerde como un objetivo. Pero que las circunstancias de que sus problemas eran tan complicados le hacían enviarme el permanente mensaje de que él se había equivocado. Que no sabía como ¨ remediarlo ¨ a esa altura. Es decir que yo creo recordar que ver a mi viejo caer en su autoestima no me hacía nada bien. Ver que yo estaba en el lugar acertado y él no. Superar para él era una cosa que se contagiaba desde sus amigos científicos a su hijo que era yo que se mataba estudiando esos mismos caminos. Para el que fue hijo sabe que ser el mayor y ser varón es un tema delicado en cuanto a cómo hacer eco del padre y de sus expectativas sobre lo que se debe hacer y sus planificaciones para una vida de éxito y felicidad que a él se le estaba negando de golpe en los últimos años ya que había sido muy exitoso como economista hasta que se le caía el tablero encima cuando coincidió entre otras cosas la democracia y la libertad de elegir y otros pormenores como ese destape propio del traspaso de lo autoritario a el sentido común. Es decir que ya nada le cerraba y a pesar de sí tener sus convicciones liberales o de ciertas escuelas económicas y se sentía ofendido porque sus amigos de la misma profesión también estaban empezando a ser vistos como los causantes de una sociedad dura y sin concesiones que algunos políticos querían asociar o justificar el pertenecer el ejercicio a el periodo militar que defendiese posturas de este modo. Ya se verá en los 90 que el mismo Menem volvió a entrar en ese perfil de empresas privadas y financiamientos e inversiones y esta vez no había ningún militar cerca. Lo que es más Menem destruyó a los militares para asegurar todo el poder posible. Por supuesto que la cúpula ideológica de el eco de los de identidad militar también hacia imagino yo posible que el mundo liberal y militares se dejasen dominar y la verdad es que desconozco como fue que desbarató Menem a todo el ejército. No creo que a pesar de aplicarse economías similares con un liderazgo político democrático bastara para que el ejercito, la armada y aeronáutica bajaran la cabeza y se dejaran destituir del mapa de el país como gravitantes o presentes. Lo que sí fue un tanque de oxígeno es que un presidente electo le diera al país un refrigerio de libertad que fue muy cuestionada luego por el kirchnerimo durante más de una década. Quizá porque los tiempos habían cambiado y había que retar a duelo ciertos principios para concertar una política económica

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controlada estadística y que avergonzara cualquier intento de liberales que eran puestos otra vez ¨ de político a políticos ¨ en el banquillo de los acusados. Pero volviendo al tema los hijos y sobre todo los mayores siempre llevaremos ese karma de ver a nuestros viejos contentos y de no infligir sus alegrías respecto de nosotros. Por supuesto que viendo tan mal en tercer año dejé la carrera y esta vez sí el viaje a Europa y al regreso medio destruido y el insistir en las artes fue una opción que no encajaba como la que un hijo mayor de una familia como la mía. Aun así el segundo hermano varón se ocupó de la feliz manera de caminar el trayecto que hiciera feliz al padre. Supongo que no fue gratuito hacer lo que se me cantaba a partir de aquello a pesar del aditivo fundamental de que yo estabas desde un punto de vista técnico decididamente enfermo y de incapacidad para afrontar responsabilidades. Digamos que eso que tanto arrastré por mi vida me sirvió de ayuda de excusa y de leive motive para ser un artista de los mas delirantes que dictan en el recetario de las historias de los que se destacaron. Seguramente la competencia de escribir volvió a plantear una perspectiva donde ya no era pintor o músico sino intelectual y un libro que escribí, el segundo, desató una terrible atracción en él de indignación y un claro enfrentamiento hacia mi persona. Seguí entonces pagando caras mis elecciones y perdía el duelo de la prosperidad de mis hermanos que hacían buena letra. Solo una etapa muy avanzada de mi literatura me encontró también dibujando con mucho éxito que era desplegado en la opinión de personas autorizadas y a mi viejo le salió el niño de adentro y se emocionó y alentó esa veta de mi creación. Toda la familia estaba preocupada de que escribiera como lo hacía y todos valoraban la sencillez de mis bellos dibujos. También en mi música veían con cierto pudor todos los cantantes de vocación de la familia mi virtuosismo pianístico y mis composiciones grabadas con un estilo realmente muy festejado también por colegas y conocidos. Por eso el dibujo fue un pacto, una transacción humanitaria hacia el deseo de todos, y mientras tanto sigo con la música con la salvedad de que hace poco acabo de regalarles la sorpresa de escucharme cantar a mí también y no en un piano forte sino ejecutando un piano digital. Creo que estoy ¨ mejorando la letra ¨ cada vez más. Faltaría que escriba tratados de pensamiento liberal que yo creo que ya lo estoy haciendo aunque ellos no lo saben y no me leen. Entonces si el padre tiene una historia con su hijo mayor y la familia entera también se ve en medio del dilema y si ya me pude dar tantos gustos trasgresores y de estilísticos matices de buen gusto porqué no abandonar el hecho por el tiempo necesario para que la atención de los demás se relaje y puedan disfrutar de un pacto implícito.

El mundo artístico también tiene sus dogmas y sectarismos. Vos no podés entrar en una jam de jazz y decir que escuchás música contemporánea. Porque de repente se despiertan todos los que te van a hacer pasar un mal momento por incomodarlos y ni que hablar si argumentás que toda la música actual se teje en los laboratorios de esos eruditos. Esto es el abc de los sectores donde para entrar no se pide un salvoconducto pero te pegan a la salida si te equivocaste en una apreciación de carácter epidérmica que

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lastime la piel de la esencia del status quo del lugar. Ya no es derecho de piso. Es mucho más que ir frecuentar y participar. Es que si una vez en esa jam de jazz te dejaron tocar unos temas de rock solo ya estás registrado en el vademécum de los insoportables y te van a hacer la vida imposible hasta en los comentarios más sutiles que son hechos con intención y alevosía premeditada. El control de acceso lo pasaste pero la próxima vez te miran como a un extraño y te saludan como se saluda a un vecino que no tiene nada que ver con la fiesta. Te guiñan el ojo y con desprecio te hacen esperar toda la vida para volver a tocar un temita de rock. Es que es el modo en que se comportan los grupos. Ellos se protegen entre sí y defienden los principios desde su originalidad. En cualquier evento de expresión musical que vayas tenés que dar por sentado que ellos en esa expresión se consideran la vanguardia de todo. Si se lo negás hay insultos disfrazados de descalificaciones donde podés pasar a ser un tonto como aquel otro o un inútil dicho metafóricamente. Es decir que toda la expulsión del veneno se sale de las serpientes que te acosan y te agobian para clavarte el diente e inyectarte la solución letal. Entonces tratar de golpear la puerta y pedir permiso antes de ¨ pecar de originalidad ¨ y esclarecer las bondades de el dogma del lugar con todos los ejemplos posibles para que no te tiren aceite hirviendo. Tenés que tener algún conocido que sea demasiado open minded para lograr que surja una charla donde se considere alguna cuestión de una preferencia paralela o perpendicular siempre que no moleste y no desencadene la artrosis de calificarlos de viejos frente a tus novedades inmaculadas. Lo mismo si vas a una jam de rock y sacás un tema de contrabando del area del jazz. Vas a notar mirada de desconcierto y que el de la puerta pone el dedo en su fál y acaricia el gatillo de su enojo para aniquilarte en cuanto le des la espalda. Y de nada sirve ser bondadoso o hacer alharaca de ser amplio de que te gusta todo. Mejor andate a otro lado o rezás lo mismo que se reza en ese templo del bien y el mal donde el bien es lo que se toca ahí dentro y otras sonoridades son malignas y propias de un hechizo de invasión extra terrestre o del mismo diabólico modo de tirar tu agua bendita en los instrumentos que se les oxidan entre los dedos. Verás que los ojos se encienden como luces de neón iracundas presas del pánico a tu blasfémica idealización de encontrar similitudes y contrastes con otras fuentes de tu saber ajenas a ellos o que ellos conocen y sacan de un rito de haberlas quemado de su conciencia hace tiempo. No creas que no estaban prevenidos, no te hagas el distinto y el que quiere vengar el honor de tus procedencias. Es casi un ser muerto en vida en el lapso de la tertulia del registro de tu existencia nefasta y tu horrible dependencia de agentes externos que espían y se hacen de información para sacarlos de su propósito. Es como intentar meterte en la cueva de un animal feroz y mostrarle un cebo para después habitarla. Es casi seguro que te destrozara antes de que le muestres tu carnada. No condiciones tu entrada o permanencia, tu derecho a estar en un lugar público. Porque en estos casos la calle no es de todos. Sé de los que las vienen acomodando a su manera desde hace tiempo y se avocan a la delicada tarea de ir poniendo imágenes musicales de todos los santos de ese género. Y los mencionan casi con un gesto de persignarse ante ellos y son imantados de ser quitadas sus imágenes de las paredes sacras del sucucho que se agiganta como poseyendo la totalidad de la cuadra. Y no vengas con que no te aceptan o no te dan la oportunidad de tocar. Es como comparar la Biblia con el Corán. No es posible leer los grados de cada versículo de los punteos y rasgueos de uno y otro bosquejo desarrollado hasta el hartazgo donde tu fe es tan repulsiva o materialmente lejana a su música que nadie se mostrara en eso evidente pero irás notando los gestos en las expresiones de las caras y el modo en que se teje la telaraña de mandarte lejos de tu deseo de ser escuchado nuevamente. Si te perdonaron la vida la primera vez fue porque hubo un llamado de alguien que dijo no le hagan nada que los conozco pero que no se repita.

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A los veinte años ya había estado frente a la pérdida de seres queridos de mi misma edad que fallecían en diversas circunstancias. No menos de cinco me vienen a la memoria. En ese entonces yo había pasado ya por el colegio católico y no sabía de todas formas que perder era atenuado por un destino celestial. Más bien veías a chicos y chicas que se perdían de vivir el resto de sus vidas. Si a eso le agregamos Malvinas cartón lleno. Es decir que más de ochocientos jóvenes habían también dejado su vida a los dieciocho o veinte años para defender nuestra bandera. Pero no me quiero apartar de los más cercanos y queridos que conocí y traté por relatividades de mí familia. Algunos eran medio kamikases y morían en accidentes de motos o en juergas. De alguna manera yo estaba reservado para el futuro. Es decir que no me arriesgaba. No tomaba alcohol, no salía de joda, ni exponía mi vida. Tenía esa idea de Humberto de que Malvinas había sido unas locura y de que algunos teníamos que conservarnos vivos para que con el tiempo nuestras vidas fueran un punto de partida para darle a todo lo incongruente sentido. Es decir estudiar y darle a las artes el contexto de explicar los misterios del más allá. Estar cerca de los que partían pero sin morir. Darle una relación comprometida a la fatalidad inexplicable de muertes tan prematuras. También de chico iba perdiendo a algunos parientes en especial tíos y abuelos. Por diversas razones parecía que el mundo giraba descontroladamente y si no te agarrabas bien te mataban las muertes de otros. Estabas expuesto a perder la ilación de construir algo porque ya nada tenía valor y la vida era una lotería. Algunos por vejez, otros por enfermedad y otros por rebelarse jóvenes a estar al borde de todo. Seguramente los de Malvinas estaban esperando que les fuéramos a sacar de sus trincheras y les diéramos comida y un poco de calor humano. Pibes que se estaban internando en la desgracia de no poder conseguir que se los recordara siquiera por su nombre salvo los familiares. Una interrogación de decantar que los héroes no eran más que derivados de una situación de beligerancia que para los que amábamos nuestra vida era injusta y vacía de contenido. La locura estaba en marcha. El no poder encontrar nada que asegure que ellos habían muerto de pibes por una guerra como las hay en todas partes del mundo. Eran argentinos y les gustaba levantarse a tomar un café con leche o a matear. Tenían hermanos, padres, tíos y abuelos. Mientras esperaban la muerte por un balazo o una explosión nos interesábamos por su pertenencia a nuestras vidas. Nosotros éramos ellos y ellos eran nosotros. Éramos la misma cosa. Yo creo que muchos miles que no fuimos a Malvinas morimos también en esa guerra. Nadie se salvó. Estábamos pensando todos en lo mismo. Que la vida había que conservarla y que nos teníamos que preparar para tener algún futuro. El orgullo y la decencia de merecer algo sufrió el golpe más terrible de nuestra historia. Se nos vino abajo todo. Nos quitaron la dignidad. Tener que estudiar y llegar a algo no parecía tanto un deber en los que no fuimos a dar nuestras vidas sino la renuncia a que nada importaba porque esos chicos ya tenían sellado el destino de no poder salir de lo terrible de no sobrevivir. Estaban condenados y sus razones eran las mismas que las de los que no fuimos. Pensábamos en ellos y todo era una farsa. El nuestro es un país pacífico de inmigrantes que escaparon de guerras en Europa y no teníamos porqué inventar semejantes tragedias para el resto y el fin de nuestras vidas. Creo que ya conocíamos todos que una vez

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muertos solo había que ir en busca de un pedazo de pan y crear una familia sin mayor vuelo que el de hacer las cosas como autómatas. No me interesaba vivir a costa de mis queridos que se estaban yendo en cuanto al seguir como nosotros lo hacíamos también desde acá con la mística indignación y la pérdida de la cordura. Los argentinos enloquecimos por esa guerra. Nos sentenciamos definitivamente. De poco servía creer que había que salir adelante y olvidar las perdidas. Estábamos todos locos. Locos de remate. No había nada. Ni siquiera el santo destino ecuménico que nos diera paz ante semejante violencia en nuestras vidas. Nos mataron a todas. Entonces creo que el misticismo y el buscar un existencialismo de por vida pasó a ser una recurrencia para no terminar muriendo en el camino de la misma locura que nos azotaría suceder lo que nos llevo a perder la libertad para toda la vida. Teníamos que hacer algo con sentido. Explicarnos para no caer y no pensar demasiado en ser felices. No era cierto que los pibes habían dado su vida para que nosotros tuviésemos dignidad. La derrota fue de todos. Nos quedamos relegados para toda la vida. El episodio nos recorrió durante décadas. Y aun estamos inconcientes de que nos hicieron algo terrible. Solo que en el mundo hay guerras y todas tienen víctimas y mártires. Entonces creer que las arbitrarias formas de que eso que nos habla del poco valor de todo. Volviendo a mi familia y amigos sobre todo porque se morían chicos por pelotudeces y no en una guerra se había instaurado en mi vida que yo no era inmortal. Que eso me podía haber pasado si no me hubiera yo protegido de estar en la vidriera de un futuro mientras otros estaban llenos de vértigo y de adrenalina. Mis amigos se iban despidiendo de sus alegrías. Se trasladarían a un estado de muertos mientras yo tenía por lo menos sesenta años más de vida. Un cálculo no exagerado del que tenía una vida mesurada y no arriesgaba su integridad física porque estaba recontra controlado de no hacer macanas y de no ser víctimas de descontroles excesivos. Eso es lo que me marcó. Yo no estaba en una fiesta con una novia al borde del éxtasis. No había conocido ninguna forma de lujuria ni de desenfado excesivo. Todo lo que hacía era recatado y era yo muy introspectivo. Las muertes me encerraban y tenía que encontrar salidas que no existían. Eso era la locura. Era saber que el impulso de vivir estaba condicionado y si te pasaba a vos de morir parecía un imposible de tanto que pretendías encontrarte a lo largo de toda una vida. El poner en tierra tus deseos y no llevarlos al cielo de pesos tempranos excavaba treguas con la formas de no cuidar de estar cerca de lugar y situación de extrema peligrosidad. El peligro era una alarma que sonaba en el umbral de lo inmenso que ya llevaba encima. Ni siquiera la sensualidad, el erotismo y el sexo eran permisibles como toda expresión de tirase a la pileta y abandonar el retiro de los antojos que proponía una vida de irresponsabilidad. Yo ya era responsable de la vida de otros y de las muertes me encargaría de incluir un párrafo de recato para no perder la noción de la intriga de no encontrarle una verdadera causa. Acaso el rostro debería haber existido. Debería haberme emborrachado para curar esos dolores. Debería haberme tirado unas cuantas minas. Gritar hasta estallar y salir de mi pozo. Cagarme a trompadas con adversarios y defender mi orgullo y dignidad. Porque si todos somos piezas únicas a pesar de que otros mueran el instinto nos pide romper con el mutismo y sacarle a los silencios su estúpida idea de que nuestra inmortalidad va a permanecer sin estallar o cagarnos de risa casi como víctima de la impotencia. Reaccionar. Encontrar el motor de una entrega de nervios y de frenesí que se extenuase en meterle algarabía como si fuese último aullido de dolor. Como si pensar en cada uno fuese más importante o lo mismo que esos seres los que se fueron. Hacer un funeral disparando fuegos de artificio de las disparatadas maneras como rindiéndonos a que saber todo lo que algún día tampoco sabríamos. Expulsar y poner fibra a el furioso estar enojados

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con todo lo que nos atrapaba. Reventar y escupir. El impulso de vivir era acaso lo contrario a lo que yo hice. Me quedé sin el rugido de la feroz lucha por la perpetuidad.

Así fue como lo hice en los últimos veinte años. Tenía que destapar una olla a presión. El descontrol me empezó a caer bien. Ir a bares, tocar música, escribir, reírme, estar siempre dando el show de la fantasía de la alegría. Mujeres, novias y amantes. Una idea a de estar suelto. Sin ataduras. Medir mis posibilidades de sacar todo en donde lo tenía guardado. Expulsar mis días de vivir y dejar las libres. La detección de cada oportunidad. La agudeza y las elegancias. El buen gusto. Escuchar música fina y conectarme a fondo con el arte. Irme de lo acostumbrado. Reducirme entre hechos, lugares y personas como un integrante de la loca idea de estar siempre donde se podía disfrutar de alguna algarabía. Desarrollar una epidermis con la piel y el sexo. Disfrutar del placer. Enfocarme en la vida. Dar hasta la última gota de sangre y reír hasta reventar. Descartar los demonios y tirarlos al diablo. Reconstruirme y salvarme de todo lo encapsulado de la vida ermitaña de un tipo que no podía ser feliz. Destapar botellas, chupar alcohol y dejarme llevar por las borracheras. Escribir y escribir. Tocar el piano con una decisión cercana a el descontrol. Irme de lo conocido y sacarle razones a lo que no lo tenía. Desenvolver ese papel de el cuidado de cristales y hechos fatídicos. Esparcir alegría. Honrar la verdad de tenerla. Una verosimilitud entregada a la creación y la diversión. El pensamiento en momentos de rapidez y lucidez para darme cuenta en cuestión de segundos. No dar por terminado o perdido nada. Desarrollar la fe convirtiendo lo que tenia en una ocasión creativa. Verme en mis parejas y honrar cada encuentro y cada diferencia entre ellas. Expresar cada ramo de flores a las bellezas femeninas. Involucrarme en los problemas y los temas de interés. Darle sentido a todo lo que se iba dejando llevar por una fuerza marítima que arrastraba todo lo bueno hacia las costas. Encontrarme en situaciones nuevas y experimentar la dulce identidad de verme entre los escarpados tratos de la cultura. El desterrar los miedos y hacerme coraje de pasar a defender lo que me gustaba. Ser un místico pero de la cualidad del que se contagia de otros y los contagia. Enarbolar una costumbre que me identificaba. La forma de dejar de presionar sobre lo que incierto de no tener mas que vivir. Una dosis de buena luminosidad y decisión en consecuencias y pertenencias. Incluirme en grupos y ser activo. Incorporar relatos de otros y enriquecer lo que ya estaba en pie. Salir de la miseria de mi anterior existencia y darle brillo a las nuevas y pulirlas con destellos de ironías, sarcasmo y atrevimiento. Ser desenfadado y a veces agresivo. Insultar lo que me ofendía. Estar del lado de los que estaban conmigo. Aliarme con la tregua de los que abrían puertas y no las cerraban. Ventilar la permanencia y rendir homenaje al culto de lo perenne. Estar en todos los detalles y ponerle ganas a cada encuentro, a cada relación. A cada episodio nuevo. A cada legitimidad de defender mi derecho a ser feliz. El contenido de la informalidad lleno de inspiraciones y de cristalizaciones de hechos que me daban con qué seguir. La continuidad y la proliferación de personas en las que estar como si todo lo hermoso tuvo su premio legítimo. El incluir una festejada idea de crecer en los desarrollados tramos de cada veta de mis artes. El ver los resultados y encontrar

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los primeros episodio de una repercusión de lo que hacía. La simpatía y el ser cómplice. La incesante manera del esfuerzo puesto al servicio de todo ello. El demostrar y demostrarme que estar en positivo y concebir desde el seguimiento de mis tendencias surgiría como lo más repercutible en una visión más cosmogónica y hasta ampliamente ligada a los hechos de la realidad cotidiana. El mundo social y político. Las luchas y los desafíos. Las reivindicaciones. El estar atento a unas presencias de datos que dicen la vertiente de conocer y aceptar lo que estaba bien o mal. Ser partícipe y comprometido.

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VOY 3

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Las hijas de los dos Héctor se hicieron psicólogas. La de mi abuelo Héctor y la de mi papá Héctor. Supongo que por razones parecidas. La estirpe de el apellido de ambos que era ensalzada con la descendencia y también en el mismo nombre. Algo acostumbrado en algunas familias. Mi papá siempre sé que fue obediente. Respetaba la autoridad de su padre mi abuelo y aprobaba con excelentes calificaciones y después jugaba al fútbol y se divertía. De adulto lo mismo se recibió y fue un muy buen profesional. La verdad es que el abuelo Héctor lo consideró siempre un hijo ejemplar. De las hijas de los Héctor, de la hermana de papá sé muy poco pero imagino el peso de la seriedad hosca y las parquedades de su padre sobre su persona y el consecuente buscar ayuda en la psicología. De mi hermana imagino que mi papá era una imagen de papá bueno pero algo inclinado en el ejercicio de el orden y la prolijidad que tanto el rescataba como métodos de vida que desalineaban a mi hermana. En cuanto a mi papá ya conté como influyó y mi abuelo Héctor siempre me miró como miran los abuelos al hijo mayor de su hijo mayor: con una especial consideración si bien no en actitudes en la forma de valorar ese lugar en su descendencia que me correspondía. En cuanto a mi hermana, Celeste, creo que su papá, un Héctor como dije, y su mamá dejaban en claro una forma de apertura de diálogo y en ello se apoyó para ser psicóloga. En las reuniones familiares desde esa vida era el tío Ernesto de quien ya hablé y el otro abuelo, el materno, Sainz, eran los que le tiraban papelitos de comentarios con gomitas en las manos a don Héctor abuelo tratando de que aflojase la tensión y se quitase de las insignias de estilo militar. Una condecoración pesaba desde él en muchas dificultades de la familia. Estaba lleno de silencio y muy proclive a que se hicieran las cosas ¨ como correspondía ¨. Mi mamá siempre se quejó de la autoritaria forma con que Héctor abuelo la trataba pero no creo que fuera algo hacia ella sino que estaba bien esparcido incluso en las hermanas de Héctor ambas solteras. La estirpe de un héroe de la descendencia Héctor no me llegó y por suerte ligué otro nombre. La ¨ conducta ¨ era una palabra que también exaltaba papá cuando se refería a un glosario de palabras propias de hacer lo correcto. Había que ver

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su compromiso con ser respetuoso de las formas de cierto rigor donde irse de ese terreno era una desobediencia implícita a su Héctor padre. El abuelo se parecía a una estatua. Solo le faltaba el caballo y estar en una plaza. En general tengo que rescatar que también en mi abuela paterna y en toda la familia, abuelos incluidos por mi mamá se fue dando un especial cariño hacia mí. Sabía que la forma de hablarme era un rescatar mi carácter de hermano mayor varón y de ser el hijo de Héctor junior que se parecía a un gran jefe de la diplomacia porque encontraba la forma de asociar la obediencia a su Héctor padre al trato con la familia de mamá. Era macanudo, afectuoso y lleno de complicidades. Siempre actuaba como un niño en cuanto a su desenvoltura para jugar con las situaciones y ponerle humor e ironía a las charlas y los motivos de encuentro. Las familias eran en ambos casos de madre y padre de tipo conservadores típico de su generación pero con algunas diferencias bien marcadas. En mis abuelos maternos el trabajo y la dedicación a los nietos era prioridad. En lo paternos y sus relatividades de tías y primas se podía sentir un aire de suficiencia no siempre autoritario pero sí de cierta pomposidad de carácter de coquetería o de burguesía discreta donde se podían destacar otras conductas en lo expresivo que era más almidonado que en la familia materna. El mandato de los dos Héctor era de cierto estado de sitio pero con la decisión de Héctor junior de equilibrar todas las balanzas posibles. De hecho era Contador y el balance le daba algo de interés al debe, el haber, el pasivo, el activo y los repartos de equiparaciones de buen gusto para distribuir el ingreso de atención hacia todos disfrutando en especial él de llamar la atención y de ser centro de la conversación de su embajada familiar. Según él llevaba ese liderazgo desde siempre. Fue así como mochilero, desde joven como profesional y en la vida pública y privada y como padre, hijo, tío, y ahora abuelo en el reparto de atención y en el cuidado y la deferencia en lo ¨ equitativo ¨, otra palabra que en él se relacionaba con hacer el bien, religiosamente, y ser justo y no descuidar a nadie de su preocupación e intereses. El estar para todos lo convirtió siempre en el hombre orquesta de la familia. Supongo que a sus hijos yo incluido yo nos tapaba un poco a medida que crecíamos en su fuerte tener ciertos controles y se atribuyese responsabilidades de por vida que nos correspondían ya a nosotros. Pero su simpatía era compradora y arreglaba cualquier desencanto con una recompensa de especial dedicación.

Ricardo discutía conmigo acerca de detalles de mi primer novela titulada ¨ la mujer loca ¨ donde el personaje Oro era para él un hallazgo. En realidad él me escribía dándome opiniones que yo le mandaba a mi editor Hugo. Eso dio lugar a una enfática disensión entre ambos en cuanto que Hugo comparaba mi prosa con la de Saramago en relación al comentario de Ricardo de que las frases eran muy extensas y que había que editar y cortar un poco los párrafos. A mí me gustaba el punto de vista positivo de ambos. Es decir que estaba de acuerdo con Hugo en el mantener la expresividad de oraciones largas y estaba de acuerdo con Ricardo en eliminar el prólogo de la novela porque distraía. ¨ Que cada uno saque sus conclusiones ¨ me dijo en relación a los

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lectores. ¨ No tenés que aclarar cosas con el prólogo ¨. A Ricardo lo conocí porque el dirigía su programa en FM clásica y un día llamé preguntando por una obra que había escuchado emitida. Me dijeron que el programa era de Ricardo F. y me dieron para contactarlo. A partir de ahí hablé con él por teléfono de música y como yo ya había grabado conciertos míos en piano me preguntó si quería que él los pasase en su programa de radio orientado a la música contemporánea que se titulaba música insólita. Además fui a su casa y le llevé cantidad de cds de música contemporánea, insólita, para que considerara pasar a todos esos autores en su programa. Cuando llegué nos caímos bien de entrada. Éramos ambos muy concentrados en el arte y no en hablar pavadas. Enseguida empezó a ponerme cd´s y me sugería que adivinara por algunos fragmentos a qué compositor pertenecían. Su mujer estaba enferma y él le estaba cuidando en sus últimos días. Unos años más tarde llevé a otro amigo de tomar cafés para presentárselo y también se cayeron bien por la inclinación a lo erudito. Lo sensible de ser un poco exquisitos. Ya había muerto la mujer de Ricardo y Rubén mi otro amigo al escucharlo de él me dijo que le parecía raro que no mostrase la menor emoción o dolor al decirlo. Para Rubén su mujer era casi la luz de sus ojos literalmente porque él tenía dificultades visuales. A él lo había conocido en el estudio de grabación donde yo tocaba y grababa conciertos de mi autoría al piano de cola. El era sonidista. El lugar como estudio estaba dedicado en lo laboral a tomar personas con dificultades visuales. José, que era el otro técnico de sonido, tenía un ojo de vidrio. En realidad esto de el margen de operarios con problemas de la vista era porque el estudio funcionaba en el último piso de la ¨ biblioteca argentina para ciegos ¨ donde trabajaban en dicha biblioteca más abajo destinada a grabaciones de libros en cassetes para que pudieran leer sobre todo los cieguitos. La gente que no tenía capacidad visual hasta el extremo de la ceguera circulaba por los pasillos. Creo que Sábato se hubiera hecho un festín si escribiese sobre ello. Entonces, decía, yo grababa ahí y lo hice durante cinco años hasta que deje de concurrir a grabar. Rubén me comentaba que escribía y me dio varios cuentos suyos para leer. Era muy bueno. Yo le sugerí un taller literario de una amiga en San Fernando que a mí me había sido muy útil. Además ya había yo presentado dos libros con escritores de ese distrito en el stand de la secretaria de cultura de la prov. de Bs As con ella Lourdes como presentadora. Ambos libros de poesías. Entonces Rubén dejó el trabajo en el estudio porque quería jubilarse y escribir. Así fue que en el barrio de Martínez cerca de San Isidro donde yo vivía coincidíamos en un café a discutir y charlar sobre música, literatura y arte y autores del momento. Además nos dábamos compañía y para ambos era un momento de distensión a el oficio más solitario de escribir. Él que veía poco escribía en hojas grandes con letras de imprenta de hasta tres, cuatro o cinco centímetros de tamaño. Después se arreglaba para tipearlo en la computadora y llevarlo al taller de Lourdes. A su vez yo ya también tomaba cafés con mi amigo Lucas que se había puesto un anticuario en la esquina de mi depto y nos conocíamos de trabajar juntos años atrás. Lucas era un tipo canchero, piola y muy bohemio. Sus amigos eran todos del ámbito de la vida de ir y venir como vendedores de arte, muebles antiguos, cerámicas y demás cosas de antigüedad y valor que recibían en consignación o compraban para vender. Una vez que fue él a una feria a las que solía ir y compró un cuadrito por quince pesos que terminó vendiendo en cinco mil dólares a un coleccionista qua conocía sobre el autor, cotización y valor. Lucas sabía qué era y se fue buscando opiniones de entendidos. El había estudiado un curso en un museo importante para montar después el negocio y saber algo más que depender de otros. Se podía entender acerca de sellitos y de originales o pericias sobre precisiones de carácter de procedencia o valor posible de cada objeto que le traían. Yo le traje folletos de las galerías de Nueva York. Ambos

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Rubén y Lucas estaban en mi vida como compañeros aunque tenían edad para ser mis tíos. El café de por medio fue un hábito que adquirí muy porteño y no encontrábamos con cada uno por separado y en distintos horarios en dos cafés diferentes uno de San Isidro y el otro el de Martínez. Entre ellos no se conocieron.. Creo que empezaba a entender el valor de la amistad y de tener cosas de qué charlar con amigos. Hace mucho que no los veo porque nos fuimos distanciando pero ahora mis conocidos de la noche sustituyeron a mis cafés con ellos. Y a los café por un drink o una beer. Ricardo se volvió a casar y se fue a vivir a un barrio en las afueras de Montevideo indignado con la política argentina. En la distancia sé que está bien y que disfruta de una vida más tranquila ya sin ansiedad. Un retiro que le hizo bien y le cambió la mirada. Imagino que sigue escribiendo. No sé si dije que él publicó tres libros de los que leí casi todo y le comenté con enfoques mi interés.

A Hugo mi editor del que ya les hablé lo conocí por intermedio de una amiga de Lourdes ya que se había Lourdes ido a vivir a España. En realidad era conocido de ambas. Hacía muchos libros de talleres literarios. Pero yo fui con un proyecto muy ambicioso que era un libro de poesía de mi autoría de más de trescientas páginas que venía trabajando en soledad. Lo había escrito al mismo tiempo que la repercusión de mis dibujos en el evento que versó sobre mi genialidad en boca del crítico y director de una revista de arte como ya lo conté. En cuanto al libro creo que fue muy trabajoso luego de estar un año solo editándolo ver llegar el momento y la persona de Hugo para hacerlo. Fue el más festejado de mis libros. Muchos que leían y rodeaban ese mundo lo ponderaron con sólida vehemencia. A partir de ese libro en que Hugo y yo establecimos una relación de editor-escritor que duraría seis años me fui dando a el desafío de extender mi labor poética a cantidad de nuevas publicaciones que corregíamos con él y con su toque de alguna recomendación. Desde las tapas hasta los prólogos. Y cada libro tenía no menos de trescientas poesías en un formato de mi originalidad estética nueva que había yo encontrado para escribir. Una línea de estructura que conservé en seis volúmenes más ese primero que publiqué y que versa sobre mi personaje carabajo casi como si alguien, ese carabajo, me dictara el estilo y los miles de poemas que fui escribiendo en esos años. Los libros se fueron sucediendo y como dije fueron siete y uno que estuvo pero no nos pusimos de acuerdo en editar. Ya con la mirada puesta en una novela y en mi prosa recuperando cantidad de textos guardados en la memoria de mi PC desde hacía mas de diez años mas agregados que yo hacía de cantidad de ideas para crear una novela llegó con esfuerzo y se titulo ¨ la mujer loca ¨. La referencia a ese personaje, Oro, fue el puntapié y el comienzo de la secuencia de otras novelas que seguían sosteniendo la línea de una idea mas desarrollada apoyada en el personaje de Oro. Hugo se detenía en todo lo que le mandaba por mail en archivos anexos y me daba sus pareceres. La segunda novela que salió como ¨ el techo de Oro ¨ era una comparación entre Oro de una vida humilde y una mujer de clase alta venida a menos que conocí a la que llamé Trófi en la novela y ese paralelismo estuvo en una idea y un

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desarrollo consumando un resultado durante mis vacaciones en la playa escribiendo sin parar por las mañanas y las tardes. Yo tenía el hábito de escribir en mi casa pero mucho en vacaciones y llamar desde distintos lugares de el país a Hugo para tenerlo al tanto de mis progresos en cada nuevo proyecto. El me enviaba en un remís a casa los cien ejemplares o cincuenta a veces y yo depositaba un importe muy razonable en su cuenta. De todos modos el encuentro ocurría cuando yo llevaba todos los detalles para armar la tapa que constaba en general de algunas obras pictóricas modernas o interesantes (y cantidad de imágenes de un mismo pintor en el interior del libro intercaladas seleccionadas por mí) y cuyos títulos de los libros tenían algo que ver con incluir la palabra carabajo en ellos. Ese alter ego se me presentó de una manera inesperada y supe después que era en general un indicio de que el arte estaba explorando de verdad sus zonas más profundas tal era el modo en que reconocidos artistas usaban los alter egos en etapas de sus vidas de la mayor consumación de los resultados ya muy evidentes y que incluirlos le daba fuerza a su personalidad y esculpía los cambio de perspectiva y estilo en imponerse lo ya mucho mas diferenciado que las primeras etapas de esos autores. Hugo apoyó incondicionalmente el comienzo de la serie sustentada con carabajo y festejó el haber transitado hacia la prosa con Oro. El abismo que existía en mi vida entre mis cercanos amigos escritores y el resto de la gente era cada vez mas profundo y yo no presentaba los libros, de la misma forma que cuando grababa música no circulaba demasiado y compartía esos hallazgos y trabajos con colegas que se referían a mí con entusiasmo. También mantenía ese precipicio con el resto de la humanidad de mis otros conocidos que parecían mirarme con reparos y tratando de ver que mi desarrollo no les caía del todo bien como tal lo he explicado. El decir no lo entiendo era una forma muy simplista de caer en que no querían ya saber nada con enterarse de alguna trascendencia basada en esos trabajos. El modo enfático que fue tomando mi vida cada vez mas se centraba en personas que como yo eran esquivas a la renuente integridad de los epítetos de calumnias de bajo nivel de estilo de los que se alejaban a pesar de saber que todo ello estaba sucediendo en estas evoluciones mías que acentuaban una bifurcación entre muchas personas que conocía de años incluyendo mi familia. Yo estaba decidido a insistir y llevar adelante lo que algunos de los que mencioné como aliados se encargaban de sopesar con criterios que me daban más tranquilidad y confianza en darle vuelo a el conseguir afianzar como un sí el encuentro que versó sobre mi genialidad. Una forma de dar respiro a mi soledad ya de un modo público. Pero esto después se olvidó y yo encontré en Hugo el editor necesario y me dejé de hacer shows públicos o de tomar en serio el darle relieve de comunicar lo que era un desarrollo que me iba significando mas concentración en seguir y conseguir lo que me proponía y no tanto recibir mayores comentarios escépticos de los que me dejaron a un lado al tiempo que contaba con dos o tres que seguían esa trama de mi drama creativo personal. Hugo estaba por editar ¨ la mujer loca ¨ y falleció en esa época porque tenía problemas de salud. Entonces se me cayó la estantería pero en homenaje a él y a otras personas que por haber crecido era natural ir perdiendo en una diferencia de edad conmigo marcada accedí a subir todo mi material literario a un blog de tipo biblioteca virtual donde estaban los textos completos de mi autoría y lo siguen hoy estando. Volver a editar en formato de libro fue considerado con otro editor pero nunca me decidí. ¨ La mujer loca ¨ fue mutando su título y se llamó de tantas formas. Es que era el eje de mi entusiasmo por la prosa y la catapulta hacia infinidad de textos. Yo enviaba mis ahora novelas como hacia años lo había hecho con libros de poesía a los mas importantes concursos en España que daban sumas desmesuradas como premio que nunca gané pero que competir con trescientos o quinientos hambrientos de gloria y dinero parecía ser el expedir de tomarme el tiempo de averiguar sobra cada concurso por separado. Elegir las obras y

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prepararlas según los requisitos que se piden para concursar en cuanto a la forma de presentarlo todo y el anonimato que son siempre parecidos en todos los concursos de España y de todo el mundo. Hugo me decía que no perdiera el tiempo en ese asunto de participar en esos lugares como si fueran templos del saber y buscara entrar en los submundos de concursos en argentina. Que aquellos eran un circo donde los premios eran subjetivos y de cierto consenso de lo que se podía vender después. ………………………………………….

VOY 7 VOY 6??????????????????………………

Es domingo

Es domingo por la tarde. Algo hay de terrorífico en estar solo en tu casa y escuchar. Escuchar llantos de bebés. Mujeres retando niños. Hombres exasperados. Domingo. El día para compartir en familia. Esa experiencia única del domingo. El mensaje de amor. La esposa. Los hijos. Una decisión que se tomó algún día. Alaridos llegan de todos lados. Algunos parecen diabólicos. En el silencio escucho. Hay gente sufriendo. Tomando cosas de la basura. Hay hombres muriendo en combates en medio oriente. Hay terremotos y todos los gritos que oigo donde gente que escapa desesperada y no tiene salvación. Hay terror. Y yo me pierdo de tener una familia. Una esposa. Niños. Sin embargo escucho. Escucho la catástrofe y el caos. Las corridas de una amenaza de muerte. El descontrol de todo el barrio. La ciudad que arde. El mundo envuelto en llamas. Gente perseguida. O personas sin esperanza. No más destino que irse. Lunes a trabajar para traer el pan. Comida, ropa. Algún detalle de consumo masivo. Personajes de mi fantasía que cobran realidad en imágenes etéreas y fantasmales que no veo. Estoy ciego pero oigo. Sé lo que está pasando. Esto no es normal. Hay sentidos que me ponen alerta. Pienso que lo peor va a pasar. Se está cayendo algo. El mal nos invade. Hay una desolación en los que aúllan y vociferan. Gente normal. Gente común. Gente en pánico. Niños subordinados. O por su edad o por su oficio de depender. De necesitar. Espantapájaros que se ponen de acuerdo para atrapar cuervos. Leyes del destierro y la dominación. Abdicaciones de imperios. Guerra ajenas. Territorios usurpados. Maleficios y estratagemas. Deterioros de combatientes. Seres mutilados. Enfermos y lugares de emergencia que ni soportan el peso de tanta necesidad. Personas al borde de ataques de nervios. Inscripciones en grafítis que declaran violencias. Ideologías y seres que se detestan. No aguantar nada de lo que todos tienen o debieran aguantar conforme al ideal familiar.

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Me tomo unos mates. Trato de tranquilizarme. Todo está bien. Bajo control. Nada me puede pasar. Estoy entrenado para cosas peores. No es el primer domingo. Sé que hay una alineación a la que no puedo escapar. Una deteriorada idea de mi imagen. Soy un alienígena. Un solitario. Un perdedor. Alguien me secuestró del mundo real. Todo es producto de mi imaginación. Ya no vivo. Solo miro. Solo escucho. Estoy atento a lo que me pasa. Soy submundo y me refugio en mi mismo. Estoy aterrado. Tengo miedo que todo se termine. Mi vida. Mi sed de amor. Mis deseos. Mi futuro. Todo aquello de lo que esperaba algo antes de las cinco de la tarde este domingo. Pero las luces van siendo más tenues. Y el modo en que el ocaso llega se parece a un Apocalipsis. La mentira y la verdad se confunden. Quizá yo no estaba tan equivocado. Mejor esta soledad. No tener que socorrer a otros. No tener personas dependiendo de mí en medio de una masacre. Sé que puedo llegar. Que estoy dispuesto a pasar este momento. Que es por el horario en este domingo. La gente nerviosa. Los niños disminuidos. Todo se da vueltas. El mundo. El giro de los acontecimientos en la vida de cada vecino. Lo desagradable de enterarte de desgracias ajenas. El milagro de estar vivo. Sobreponerse y estar cauto para reaccionar ante cualquier estímulo que pueda destruir la coraza que te protege de la maldad. De el vil desenlace de un mundo cruel que te quiere hacer mal. El esclavo estar condicionado a que siempre algo va a pasar. Se va a desmoronar esa fe en pocas cosas que te importan. Estás condenado. Te están buscando. Se puede perseguir un fin, un motivo, una expectativa. Pero cuando algo arrasa como todo ya no hay alternativas. Hay que taparse la cara y hundiéndose entre los codos y callar. Esperar que no nos pase lo peor. Y después del horror escapar del espanto de haber estado ahí y de tenerlo como un recuerdo vivo e indigerible que te carcome toda tu alma y te despierta a saber que nada es para siempre. El terror invade las entrañas y sos proclive a dejar de lado todo lo que creías hace dos o tres horas. Hay promesas de que esto va a cambiar. Se acercan las elecciones. Los buenos y los malos prometen y sonríen. El destierro es lo peor que le pasa al que se deja vencer por la generalidad de la irritación en donde todos caen de rodillas y piden piedad. Ojalá mañana sea otro día. Pero hoy moriré en mi cama y me entregaré a mi destino final.

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Vos sos un filósofo, me dice Anita. Estás loco, dice Anselmo. Te vamos a proteger escucho de mi familia. Hay duendes por todos lados. Voces que suenan en mi interior. Mensajes del mas allá. Muertos reencarnados en mí. En mi conciencia. Hay una usurpación de mi cuerpo. Un espíritu que se propone liquidarme. Unas influencias benignas y esclarecedoras de seres vencidos por el día final que vienen para aportarme datos y v esclarecer misterios. Una anécdota en la que me cuentan una cuestión común. Personas que hablan boludeces. Gente común, normal, que se dedica a oficios desde sí mismas de su trabajo y su familia. Hay espectros. Seres extraterrestres o supranormales. Indicadores del tránsito hacia el mas allá. Una locura generalizada. La envergadura de la verga de hombres se defienden de tener buen sexo con unas chicas lindas jóvenes y que les hagan felices. Personas maléficas que transan con demonios y se sepultan entre sí. Imágenes de adoraciones paganas. Servidumbres serviciales y escombros de la caída de torres de cuatrillizos. Una estereotipadas idea de que el fin del mundo es una cuestión de segundos. La vergüenza de toda una humanidad que se ve hecha añicos por lo que dice creer. Me levanto de mi tumba y resucito. Algunos esperan que hable. Que les de la bendición. Yo soy un inmortal más. Un delincuente que se salió de lo cotidiano y robó la felicidad que nadie consigue. Un verdadero ser lleno de atributos metafísicos que confían sobre entender que se está y que no se puede sostener. Una ficción donde los que temen son los más poderosos. Una identidad que se consume como una pizza. El flagelo de vivir especulando. No saber si lo que se hace sirve pero calcularlo igual. El no tener reglas ni resguardos. El pésame a flor de piel para todos los que van muriendo en hilera. Pienso. Pienso en mí. En todo. En todos. Soy un vagabundo que no sabe entender las cosas más básicas. Me pierdo en mis laberintos y el crucigrama me resulta repulsivo. Vomito la realidad y me da ferocidad encontrar motivos para enojarme. Conmigo. Con otros. Con todo.

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¨ Algún día vas a llegar ¨, me decía Susana, ¨ sos un ser bendecido, un elegido, un artista. No te escapes de eso. Tenés que pelearla. Confiá en tus instintos. Dejate llevar por tu locura. Todos estamos un poco locos, no tengas miedo ¨. Ella se dedicaba a sopesar el peso de mi desencanto y mi vocación solidaria. Yo confirmaba mis afirmaciones y sufría el ser olvidado. ¨ Esto es así Jerónimo. La verdad es inigualable, todos tenemos que escucharla. Algún día. En mal tiempo. En algún momento. Tenemos ganas de estar allá donde todos imaginaban algo nuevo. Una verdad compartida. Un fenómeno seguro que nos recuerde de que vivimos para eso. Mientras tanto seguí así que vas bien. No te distraigas con taradeces. No le hagas caso a los que te sacan de tu centro. Interpretá tu seguridad cuando la tenés y cuando no esperá a que vuelva. Yo voy a estar aquí para ayudarte. No me voy a ir a ningún lado. Esperame y confiá. Será que nos olvidamos de ese amor. De que nadie nos quiere hacer mal. De que esto es un

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circo en donde los payasos nos reímos hasta de lo que nos importa. Es precioso el verte inspirado. Es seguro que algo te va a tocar. Y yo voy a estar ahí para verlo. Desde el más allá. Desde miles de pinturas que se inspiraron en gente como vos. Porque vos y yo lo merecemos. Cuento con vos. Sé que vas a poder. Que no te vas a arrepentir. Que dejo en buenas manos este destino tuyo, mío y de otros y de ambos ¨.

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El espíritu de mis parientes acude a mí. Me quieren hablar. Vienen de su desenlace tras un propósito. Quieren seguir vivos. Se encierran en la capsula de un comprimido que ingiero y recorre mi cuerpo. Estoy drogado por ellos. Se empeñan en sacarme de mi línea o en sacarme a flote. Discuten. Se pelean., debaten. Se enfadan. Entonan una canción que no sé si recuerdo pero que me resulta familiar. Hay perseguidos y persecutores. Hay nostalgia y perdón. Una renuente tarea de reconstruir el pasado. No se si vienen de ahí, del pasado o del presente o el futuro. Se engañan entre ellos, hacen juegos de niños. Se deshacen de la risa. Pero me acarician. Se ponen en mi piel y se llenan de sangre. Piden una versión de ellos en mi escritura. Una nueva pincelada de sus cartas. De sus facciones. De sus anhelos, de los fracasos que aun tienen remedio. Me pregunto si será muy sacado de tema el preguntarles cosas. ¨ Hola! Como están! Hablen de a uno! Saque número! Piensen y después digan!¨ Me repito en ellos. Soy su cuerpo. Su piel. Su sangre. Soy el memorandum que se expidió paras sepultar lo que alguna vez creyeron.

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Sos una guacha, Adelaida. Yo ya había renunciado a más y me pedís que escriba este texto. ¿De dónde sacaste que podía?. ¿Quién fue el que me delató?. Algún reverendo hijo de su madre me hizo parir la desintegración de mi solitaria idea de resignación. Pero vos Adelaida que te dije que sos re dark y estás siempre con ideas dark y viendo

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películas dark. Qué carajo te pasa que te encaprichaste conmigo. Porqué no te buscás un tipo de tu preferencia. Sin embargo no dejás de pensar en que si tengo que escribir esto es para que no digan que soy solo un filósofo. Que hay una miseria humana que hace falta contar. Que nos entretenemos como inertes que se aburren de su propia existencia. El decantar una enervada afinación del templo del saber. La cúpula de una fórmula para emerger de la nada. El despedirnos de la indómita tarea de lo rutinario y hacer algo todos los días. Sos una guacha, Adelaida. No es que me convenciste. Vos con tus ideas de paladar de psicología sos posesiva. Me estás manipulando. Te crees que me vas a dejar ser y eso basta. No entendés que quiero dejar de lado tus proyectos en mí. Pero vos sos cabeza dura. Me proponés que me levante de entre mis restos y haga lo que yo quiera. Que a vos no te importa si me enojo y te digo lo que pienso. Que sos como una parte de donde están todas mis pelotas. Esas pelotas que decías que tengo!

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Mi cabeza no funciona. Estoy atado a psicofármacos. Condenado a no decir nada. No sé para donde voy. Pienso pero no existo. Soy una ferocidad de la química de la anestesia de médicos en mi cuerpo. Me decidí a delirar gastos. Nadie te paga por delirar. Entierro los deseos de otro. Sé que hay gente que me quiere descuartizar. Hay un precio por mi cabeza. Una balanza de pagos al que pague el mejor precio. Una retrospectiva del mercado de frutas. Una horticultura del modo de plantar semillas en mi cabeza. Sí. Mi cabeza. De ahí me escapo. Y voy por mis venas y mis arterias. Y subo a los fenómenos de naves espaciales. Y pienso en lo que puede ser mejor para aterrizar algún día. Pero me sostengo en el aire. Y me dejo levitar. Sin construir edificios pero sí casitas con calidez de hogar. Recito poemas y escribo varios. De la persistencia en la bella idea de una humanidad que se ame entre los presuntos falsos eclipses de profetas varios. Creyendo ser integro lo que se integra. En las presión que se comunica pero que se hace eco de sus acciones. Allá estar dispuestos a todo y un no aceptar nada, un colage. Una melánge. Un desvarío. Una ortodoxia. Un lineamiento de la proclividad a no estar de acuerdo. La inmensa fortuna de llegar a tiempo. El alunizaje que pondera que estar en Venus es tanto mejor. La mujer que me ejercita en ese aprendizaje.

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Soy un escéptico. No creo en nada. Ni en mí mismo ni en vos ni en nadie. Estoy bajo el efecto de drogas. Alucino que esto es real. Que no hay otro mundo. Que nos conocemos demasiado. Que las fronteras del conocimiento tienen puntos de acceso y retroceso. Una alienada idea de no esperar demasiado. El peregrino que se enterró en su propio fango. La destartalada idea de ir en busca de una oportunidad. El efímero transitar los bosques del encuentro. La liviandad de suponerse superfluo. El ejercicio de almidonar una tregua y pactar con gente que sepa. El método que se empieza a difundir como la consecuencia de no estar entre rejas. La diversidad y el espejo que divulga lo mejor de lo peor. El eclipse de luna. El totalitario ir en procura de aventuras donde todos queremos un bocado. La singularidad del manejo de poder ser. El destello de el entrar de una presencia terrena. Y mi mirada de espécimen de una variedad que se ha extinguido pero que resucita para encontrar nuevos senderos.

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El manejo de la verdad es monopolio de tu negación. Dejá de dictarme. Me sumerjo en mis ritos. O pienso en una mujer. Las que quiero aquí y ahora. Sé que ella me va a dar lo que quiero. Estoy a la merced de ese viento. Estilos de una forma de vida muy arraigada. O personalidad diferenciada del crepúsculo de otros dioses. La aventura de ser y creer de otra manera. El péndulo que cambió lo que parecía ser interminable. El arranque de una espesura de pelos que desemboca en un lugar llamado útero. La vagina como camino obligado. Forzado. El espejo de mi alma que se redacta en un epíteto de confusiones maléficas de deseos pertinentes. La lubricación del conducto de entrada. La salida hacia la vertiente de un funeral de óvulos y espermas. El decaído verse en una forma sin imagen. La decrepita integridad de no ser nadie. El desalineado estar hecho de la nada. El hermoso aspecto de el ser no procreado. La longevidad de la vida que nunca existió. El informe acerca de la flagelación de cuerpos ya muertos. La frase final de una pertenencia que se esfuma de lo total y se despierta en un funeral sin luces. El adiós al ser querido.

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No me pidan mas, che! Yo tanto no sé. Soy un epistemólogo del placer. Un efemérides. Un detonante de las vulvas donde sucede todo. El merodeador de rincones insondables. La descripción perfecta de una alarma que suena a tiempo y se determina entre la espera de los que se salvaron. La reliquia de una intensa acción entre sensualidades de cavidad y persistencia. La dermatología en las infecciones de la deuda pública. La desperdiciada oportunidad de haber fecundado. El odio por no haber sido más precavido. El epicentro de la formalidad de hacer el amor o la desintegrada intención de coger algo con las manos del miembro. Un asociado a mi club al que le debo todo. Miembro vitalicio. Espectacular artificio de mis especulaciones sobre lugares y sensaciones de lo recóndito. El implorar perfección para la mujer que se encuentre expuesta a los rayos solares y pide algo de noche y placer. El interrogatorio de la manera de explayarse poco sobre temas. La vinculación con crímenes y asesinatos de ríos lejanos. El deterioro de la calidad de vida y el esperar que algo se haga para sacarnos de algunos problemas. Ser parte de una programática intención identificada con la indignación.

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Esperanto es un boliche. No es esperar. Es hacer. Van todas las botineras. Mujeres que quieren plata. Ser la novia de fulano que juega en la primera de un club de primera. Sacar ligas desde estrellas de el bailando por sueños ajenos. Ser la mujer del momento y describir un episodio de la vida privada. Especie de selección natural donde los mas adorados son mirados en una pantalla. Emergente enfoque de la voluptuosa tarea de amarse de celuloide. Carne y hueso que se hacen si fe y se desintegran en fotones y electrones que ves cómodo en tu casa. Inmersión en un baño maría pero sin maría en el baño. Engaño de una misericordiosa tarea de la paja germinando entre los intermediarios de gestiones de dormitorio a algunos kilómetros desde el estudio de televisión. Una evacuación que condecora la legítima entrega de una mujer a un futbolista agremiado que se encuentre con un sueldo más que aceptable a cambio de sexo en torno al boliche esperanto donde se espera encontrar a alguno de esos. El informe no fue puesto a la vista de todos. Hubo pelotas pinchadas y vaginas deterioradas. La inmersión en las peceras de alguna mujer que aseguraba ser del mediterráneo. El entender sobre especies de permisivas hembras que aseguran haber estudiado algo. La intermitente manera de mirar con un microscopio la lectura del magnánimo. El ejemplo que contagia a todos y desencadena reclamos. La verticalidad que pide una decencia y un amor a todo riesgo. El ponderado ejercicio de delictiva profesión de esperar a ver qué pasa. La intoxicación de pibes y pibas que esperan todo del sexo.

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Hay especies que se desenvuelven solas. Personas que habitan ciertos lugares. Costumbres y formas de vida. Energizados y supuestos. Entregas de favores a cambio de la posibilidad de revivirse de algo. La indecente mutación de los que pidieron dinero. El enjambre de abejas que siempre los rodearon. El apercibirse como elegidas de los que llegan condicionados. La destitución de un ñoqui que no hace nada. El pletórico modo de aumentar las ganancias de lo que no puede crecer. Hay personas que son lo que son. Inigualables pero que se conocen de memoria. Que transan con las mismas furias y se ajustan los cinturones. Entretejen ciertas tramoyas y elijen sus predilecciones. La fundamentalidad de conocer los puntos de partida y los lugares de llegada. El epicentro de un nuevo encuentro para pactar el provecho.

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Once de la noche. El camión de recolectores de residuos pasa. El silencio es total. La gente cree que son los ¨ negros ¨ que se encargan de lo peor. Lo peor es la muerte. Todo lo que han consumido. Lo desechado. Se terminan sumergiendo en su edilicio religioso. Hay gente que se encarga de nuestros despojos. De los cadáveres. De nuestros huesos como si de animales domésticos. De la verdad de tantas cosas vertidas en esa bolsa. Ese secreto que se lleva al cesto donde se lo deposita casi como una ofrenda o una colecta de la canastilla que se hace circular en esa iglesia que es el barrio de noche a esa hora. El noctámbulo modo de ver las cosas. El alboroto ya pasó. Hay personas muertas en sus casas. Víctimas de las fatalidades domésticas. Hay faenas que se disculpan de que somos carnívoros. Asesinos en una producción de competencias por ganar torneos y la longevidad de permanecer en la sangre de animales que fueron alimentos. El desencadenado andar de tropillas de funebreros que se postergan a sí mismos para rendir homenajes a esos alimentos nuestros que dejan rastro. Hay que simular que somos asesinos. Pedir perdón a algún dios por extirpar de vida a los que devoramos. Nos ungimos de ser elegidos y proclamamos la fe en la superioridad, permanencia y destino elemental de las especies puestas a nuestra merced. Nos invocamos como poseedores de la capacidad de matar que ellos no tienen. Los inmolamos y se los ofrecemos al estómago de una sideral interferencia entre epílogos, sacrificios y repercusiones de los actos humanos, el planeta verde y greenpeace nos hacen notar que hay especies que se extinguen. La vertiente de un final feliz. El dar por olvidado el futuro. Solo vivir el presente y esperar. El ver caer de pie a nuestros enemigos. El acceso a la retrospectiva interminable succión de los recursos. La dirección equivocada de cada reto de los precursores de la protección del medio ambiente. Y mientras tanto hay quienes se hacen vegetarianos o se deciden a comer de otra manera. Religiones de la salud y el bienestar en nombre de todos.

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Una hora después del camión de residuos la gente recupera el orgullo. Desea expresarse de nuevo y salir de ese somnífero de la oscuridad del ocaso de medianoche. Se fue ese domingo y eso es casi como un derecho. Es la legítima vertiginosa vuelta a la semana que empezará en unas horas vuelven cosas a su lugar que se nos han salido en el finde. De creer que se está en la nueva semana pero eso no sucede hasta que el lunes por la mañana salga la luminosidad de que el domingo renunció a su noche. Se empieza a establecer en el ruido de la medianoche un dominio del hombre sobre el crepúsculo. Se entonan frases propias y se escudriñan comentarios llenos de vivacidad para no morir en la noche de un domingo. Se puede permanecer despierto toda la noche hasta que amanece lunes de madrugada. Solo que hay lugares donde ir a tomar algo y escuchar música para ofrecerle a ese dios la permutación de los calendarios o la pertenencia que nos hace insultar a que el lunes se trabaja. Y los que van a laburar y los que no tienen trabajos fijos ya cambian su mentalidad y se adueñan de que todo se acabó y se puede usar la semana nueva como excusa de una perforación en el ejercicio de la novedad. Hay estridencias de guitarra de rock que lloran y sufre en el cambio por venir. El desengaño y las tercas ideas de cambiar las vidas son artífices de ponderaciones de mujeres que se dejan halagar sobre las que caen las miradas y recursos. La intensidad de lo sexual exacerba la iniciación inminente de lo demás. Ser postulan los que se planean distanciar de el finde para pensar en otras cosas y sacarse ese peso de encima. O para algunos el finde en familia has sido duro y frenético. Unas oficinas o un puesto de trabajo quitan reminiscencias de los fracasos y terrores de una destinación al morir en lo que termina. Las semanas terminan así. Son deformaciones pétreas que se integran a la realidad cotidiana.

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El alimento nos da persistencia, fe y esperanza. No nos hace sobresalir. Nos insume en la comunidad. Nos da para ser beneficio de estar saciados y con pocas posibilidades de perecer. Casi como habiendo cumplido con las etapas del día que se deja. La degustación de sabores y la tregua de saberse parte de los que necesitan lo mismo. La personal manera de cocinar a distintas horas pero en algunos casos en donde hay niños atendiendo a horarios necesarios para que el día de mañana se pueda cumplir con el ir y volver de donde ellos se pueden integrar en el crecimiento donde las pertenencias van ampliando su sueño de ir creciendo en la inconciencia y la responsabilidad de los padres. El modo de recetar tramos de las vidas para encapsular las evolutivas tareas de conocer los tipos de aspectos que hay en el mundo que no por ser desconocido es ajeno al trato con sus padres. Estar a disposición de un sistema donde se van quemando etapas que algún día se recuperan o se rememoran. El traslado de la inminente regulación de unas rutinas donde todo se hace de formas reiterativas casi como un calco de lo que se hizo.

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Los hombres nos pasamos la vida pensando en mujeres y más si estamos medianamente solos. Será que es el pensamiento más bello. Como un bálsamo. Como un alivio. Sopesar posibilidades. Rodear nuestro mundo de ellas. De sus formas y atractivos, de la última vez que la vimos o de todas. De escudriñar entre los otros posibles tratos que con otra se fueron dando de manera más o menos casual o con algún interés particular del tema central de desearlas. Acaso pensar en otra cosa es fastidiosamente aburrido y no tenemos ganas. Son dolores de cabeza al desviar la atención de alguna pollera. Como si los esclavos se vieran libres al bajarla en la imaginación para hacer el amor. Acaso pensamos en mujeres porque nos encanta todo lo que rodea a ese estar con ellas. El mundo es diferente con una mujer cerca o al lado. Se puede completar la inexistencia de los objetivos y los lugares con el encanto que ellas le dan a todo y a que lo significan como un lugar agradable donde ellas son las que tienen la entrada de nuestro placer. Son el descanso y el reposo. Aún cuando ya luego de considerar cuestiones de nuestra ocupación nos detenemos en que lo que no es nada sin ellas. Son la fantasía y la realidad. El empecinado trato con los otros a través de ellas. Pensar ya no es pensar sino sentir. Es una emergente ocurrencia de sentidos de lo que nos hace confiar en una presencia nuestra en el mundo. Como si antes de estar en la idea de encontrarlas no supiésemos nada sobre nada de tanto que no nos interesa nada. Es el modo en que nos debemos a nuestro esfuerzo por que ellas son el premio a veces más o menos postergado pero siempre latente. Un prisionero de su realidad escapa de su celda cuando empieza a soñar a partir de alguna mujer o recuerda en las que conoce lo que de ellas le alegra. A veces no sabemos que hacer con nuestro tiempo. El tiempo libre nos agobia. Sopesar entender, entretener, hacer, intentar y en medio de todo ese vacío hay una mujer que se puede identificar con algo nuestro con la intención de ser alguien en algo o dedicarse. Eso es lo que nos importa: dedicarnos. Nos dejamos llevar por el impulso y dejamos de lado la fuerte idea de estar en la espera de cosas. La mujer objeto también es importante. Pero no es tanto un objeto como calentarnos y ellas con nosotros el hombre objeto.

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Aunque hayan estudiado o sacado conclusiones previas que no percibimos acerca de qué significamos como objeto potencial o para ellas sobre conseguir o tener acceso a alguna cuestión material. Es que ellas son la materia. Y nosotros quisiéramos darles toda la materia, incluyendo el cuerpo y el pene. Pero lo que está en juego es el ofrecernos como sus personajes de una ficción donde la parte concreta a ellas les atrae. Se adentren en nuestras miradas y características físicas y de conducta y a veces tienen información sobre nosotros que les damos sin meditación sobre lo que nos puede ser de una equivocación o un adelanto exagerado de todo lo que haríamos por tenerlas. Los hombres son impulsivos. Con ellas nos desbordamos. Ese es el secreto que ellas conocen y lo manejan con habilidad. Se sienten dueñas y dominadoras de nuestro deseo de seducirlas. Se despiertan de sus cuestiones muy sentimentales y encuentran fuentes de una ocurrente manera de aprovechar lo que les somos para algo. A veces es muy ambicioso y otras veces cuestiones muy prácticas. En eso son el ser mas habilidoso de la tierra. Pueden sacar conclusiones y evaluar en cuestión de segundos. Parecemos algo raro o unos idiotas que ofrecen la mercancías de lo que son y lo que hacen o como viven, dónde y para qué. Ellas descartan lo prescindible y toman lo esencial para incluir ayudarnos a darnos cuenta de lo que somos ya que sin ellas a veces ni lo advertimos. Las significancia de un hombre es lo que le dicta la mujer. Esa maestra inconmensurable que le da la fe que necesita para estar con ella y para salir adelante.

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Las mujeres adoran a alguna mujer que le significa lo que quisieran ser y quieren saber todo sobre ellas. Los hombres también tenemos preferencia por algún ser que significa algo donde lo masculino nuestro se puede ir entrenando en encontrar el apoyo de alguien que ya hizo el trayecto en medio de lo difícil de defenderse. Esas personas que nos dan una palabra de aliento aunque no los conozcamos o nunca hayamos hablado con ellas. Pero son públicas o a veces conocidas de algún ámbito. Figuras que representan algo de nuestra identidad. Detenimiento en sus formas o en sus gustos o en lo que logran y su entusiasmo compartimos como si fuera también nuestro. La enfática salida hacia una fuente de alguien que sabe más y tiene una expresión de comprensión y afecto por los que se ven reflejados en deseos que alguna vez ellos también tuvieron y vieron desde lejos como nosotros hoy. Eso es lo que hace que al contrario si las mujeres buscan identificarse con un hombre o el hombre con alguna mujer pasa a ser amor, devoción, y una idea de posesión aunque también es cierto que se puede compartir el bello saber que son muchos o muchas los que piensan en ella o en él y se aseguran así cada cual que se trata de alguien verdaderamente especial. Es decir que lo que nunca se va a tener del todo se comparte y se festeja como si ya fuera propio. Y se lo tiene en la mayor de las predisposiciones a escuchar las melodías de sus voces o canciones si es que son cantantes o artistas. Es cierto que el dolor de comenzar desde cero en un mundo tan

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competitivo mata a muchos. El esa tensión y protección en las ideas de un futuro que nos atormenta. El no tener ni por dónde empezar o ir tan de a poco en caminos muy señalados nos da un ser escéptico y que perdemos el tiempo. Hasta que aparece la persona que representa de golpe que no estábamos tan errados si le damos un mejor destino al parecer nuestros pasos a los suyos y entender lo que hizo y cómo lo hizo. La identificación de sus propósitos y la manera de señalar una vertiente de preguntas que ahora sí podemos respondernos aunque sea por boca de otro que ya pasó por etapas y se puede dejar más relajado en haber conseguido cosas que prácticamente le arrebatamos en cuanto a estar de acuerdo en casi todo. Eso que se delata de que alguien remite permanentemente a una persona que conoce o que es conocida. El desenvolver un montón de conjeturas a partir de defender los mismos principios ideales y los puntos de vista que empezamos a amar como si fueran nuestros. Será que un día quizá por necesidad de conquistar a alguien como así ese ser amado lo hizo empezamos a torcer una mirada y le damos a lo que conocimos de a poco matices mas propios que extraemos de la realidad de acercarnos a un ser de otro sexo con la dificultad de haber atravesado esa adoración dentro de nuestro género y en el deseo de un mejor aprovechamiento de aprender al acercarnos al que nos tienta de dejarnos y permitir llegar para lo que nos acostumbramos a ciertas posturas propias que exacerban el ser independiente gracias al deseo de conquistas. La atracción que experimentamos por otros que están muy cerca nos hace desarrollar ideas y creencias que sustituyen la segura mirada puesta en el anterior trayecto. Esa persona que está expuesta como nosotros se ve seduciendo una integración en la que nos definimos y consagramos en eso llamado amor a nuestro propio conocimiento.

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Las personas que admiramos suelen encontrar una fórmula. Una personalidad. Una identidad que los diferencia en algo del resto. Y sostienen esa forma como si fuera una batalla contra lo establecido. Es que nadie los va a dejar permanecer ahí si no encuentran en su particular modo de ver las cosas una permanente manera de defenderlas y ser autores de su seguidilla de estados equiparables al momento en que se encontraron en ello. Es tan difícil estar en una situación que se entregue al mundo de los demás como si hubiera una autoridad y refrendar o aumentar el significado y el tiempo para que no se caiga eso que se conoció y que fue una revelación. Lo mismo que para un creyente es difícil sostener su fe toda la vida. La fe en algo que otros les agradecen en algunos casos es una batalla donde se especula con tener victorias personales sobre los prejuicios que podrían haber atacado incluso el inicio de ese trazo tan determinantemente único. Se puede correr en busca de otras cosas pero sin abandonar la

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legítima idea de enfrentarse con detractores o críticas. Los que quieren subir te quieren bajar y los que bajaste sin darte cuenta o emulaste se quieren vengar. No es que la vertiente de lo nuevo es bienvenida y nada más. No, es ¨ acá está, miren lo que hice ¨. Es trabajar para que el poder de cada cosa que se haga. Para que darle mayor pertenencia al hecho que sucedió hace un tiempito se pueda entregar con la diseminación de lo que se va tonificando como una manera en donde para transcurrir hace falta seguir haciendo. Es una continuidad en la que se ve el modo en que no se trata de una iluminación solamente sino de un estado en el que se juega el esfuerzo y lo que se fue padeciendo en el intento de ver esa intención que se pudo esbozar con la claridad necesaria a los que la aceptan. Es el hecho pragmático de toda una teoría de donde suele perdonar el tiempo gastado para descubrir en lo inmediato las utilidades. El trasvolar y trascender el mero saber lo que se hace y poder transmitirlo. El contagiar a la gente y darle razones para perdonar algún descuido. De no verlos como enemigos sino establecer alianzas donde nadie le desee el mal a nadie. Una utopía que se ve desencadenada por la radiación de una onda expansiva donde el milagro no es un hecho fortuito sino la exageración del mañana vista desde una perspectiva que nadie había notado. El poder ser agente de una intermediación para que el destinatario se sienta querido y con fe. Una misión de la que se puede ver a los que amen en lo que se ha hecho y te respeten como se lo hace con los que dan una mensaje de percepción que significa conocer más sobre lo que nos importa. El ver el amor en el gran modo en que existe de el influjo y la comunicación como modo en el nido de una frase que se acierta a dar en el blanco. La fórmula mágica que explota en cada intimidad de los que se mueven alrededor. No a todos se puede convencer y es por eso que hay que valorar los lugares y las personas que se iluminan por esa ventana.

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Las mujeres al comienzo no saben qué hacer y tienen mucha vida sexual. No entienden el vínculo entre su belleza y tener un hijo. Es como si le preguntaras a una flor si quiere que la arranque solo para dar a luz un solo momento cálido. Una rosa que se prive de la pasión y sea solo un mensaje decorativo. La mujer que sabe que es bella y además es muy mirada quiere que se entienda lo que ella no entiende. Se debate entre el hartazgo de un nuevo novio y la idea de haber dejado al anterior. Es muy difícil para ella ser tan mirada y sucumbir a que se va a tener un bebe. Que el cuerpo no va a ser solo un modelo de excitación sino la solución de un nacimiento hecho vida. Es el espectáculo de ser mirada y piropeada en todos lados o tener un cochecito que diga pertenezco a mi esposo que me ayudó a parirlo y a criarlo hoy. La mujer que se ve al espejo y quiere estar linda es un hecho tan entendible que aun mayores no soportan no verse bien. El

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espejo. El modo en que las modelos y las mujeres reconocidas son imitadas o generan envidias o poder. El poder. El balance del que significa que todos lo hombres se calienten y pensar que después de elegir al que esté mas cercano a el poder. Poder es poder y se va estirando el tiempo de espera y a veces la nueva pareja no es mejor que la anterior. Se va entendiendo que las escalas de orgasmos no coinciden con conseguir mas cosas que antes. Que el mundo de la necesidad la ve trabajando en una tienda por unos pesos y que alguno de los hombres le podría haber prometido algo para que eso no suceda. O bien ser independiente y mujer fatal y saber que sea cual sea el resultado es el trabajo propio en que extiende la expectativa del que se puede conseguir por si mismas sin el adorno del semental ideal. Las mujeres de cualquier forma quieren experimentar porque hay una gran distancia cultural entre coger y acabar y parir. Se van ampliando los márgenes y se camina por una vida donde se quiere pero no hay nada armado o para estar asentados. El elegir es algo que agota y se sabe que la que puede elegir elige lo mejor y aun así no puede sentenciar su amor con el que procrear. Esto se amortigua y el efecto pasa cuando los años avisan que el ser libres les quita un poco de seguridad en cuanto a que algo diferente vaya a ocurrir para definir sus pretensiones.

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Todos queremos poder poner la atención en algo. Algo elaborado o procesado por uno mismo. El poder estar tanto en ocuparse y no aburrirse ni angustiarse o pensar que se es un inútil. La persona que sabe que algo lo hace bien disfruta de estar gastando energía para generar lo que es capaz con ello. Poner la atención es un proceso interno. A veces no nos sentimos incluidos porque simplemente no entendemos un lenguaje, un conocimiento o una forma de proceder. Entender no es tener o no tener inteligencia. Se puede ser inteligente para hacer algo y no ser posible entender otra cosa. Se ha generalizado que el que no entiende es medio bruto o no recibió una educación que lo capacite o para estar a la altura de otros. Sin embargo esos otros no son capaces de entender y procesar la información y los métodos de construcción que esa misma persona utiliza en otras áreas. Los gustos que uno tiene y las predilecciones o afinidades se relacionan con el modo en que en el crecimiento desde la primera forma de educación en la calle o la casa o la escuela se sintió algún despertar o interés por algo. Lo mas terrible que le puede pasar a alguien es negar renegar de sus gustos e inclinaciones. Es como perder el punto de apoyo para hacer cosas porque es justo eso lo que es capaz de hacer uso para sentirse atrapado en el mejor de los sentidos por la tendencia y la felicidad de verse armando algo a partir de ello. Es así que el que hace uso de su tiempo para algo siempre está mejor que si no se interesa en lo que le atrae y se fuese a buscar otro conocimiento en el que su inteligencia no es capaz de ser tan

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efectiva. Es la idea de generarse a uno mismo cono lo que se informa desde lo más cercano al modo en que vemos las cosas. La información y el modo de estar informados también es algo en donde se prefieren distintas procedencias de esos datos y de su transmisión. El deterioro del modo en que nos hastiamos es una señal de que la búsqueda está siendo errada y que no podemos encontrar una finalidad en el comienzo de lo que no nos interpreta en su modo esencial de hacer sonar la incentividad en nuestro más íntimo lugar.