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La última noche -José Acevedo Jiménez- Fuente de la imagen: www.audistico.es Después de una noche de parranda, me dirigí a casa cerca de las dos de la mañana. Me preparaba para ir a la cama, mientras tenues aullidos provenientes del exterior escuchaba. - ¡Endemoniados canes que escucho desde mi ventana, vayan a otra parte a - desvelar a las ánimas! Dije sin saber lo que pasaba o a quien ladraban. Y, parecieron escuchar, pues, de repente, por un instante, hubo un silencio sepulcral. Ataviado con pijama blanca como nieve, me desplomé en la cama rendido e inerte. Soñaba y me veía en mi nicho tendido, mientras fuera continuaban los infernales sonidos. - ¡Perros infernales que aúllan bajo la Luna, anuncian la muerte de eso no hay dudas! Quise mirar desde mi ventana, mientras abrumado entendí lo que pasaba…era mi aliento a quien los perros guiaban, a cruzar el umbral donde descansan las almas. Dejé mi cuerpo postrado en la cama y seguí el sonido de aquellos que guiaban. Por oscuros senderos transitó mi alma, antes que Caronte me cruzara en su barca. En el reino de Hades encontré mi morada, un lugar sombrío donde el llanto no acaba. Y, todo por una noche… mi última noche de parranda.

La última noche

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Page 1: La última noche

La última noche -José Acevedo Jiménez-

Fuente de la imagen: www.audistico.es

Después de una noche de parranda, me dirigí a casa cerca de las dos de la mañana.

Me preparaba para ir a la cama, mientras tenues aullidos provenientes del exterior escuchaba.

- ¡Endemoniados canes que escucho desde mi ventana, vayan a otra parte a

- desvelar a las ánimas! – Dije sin saber lo que pasaba o a quien ladraban.

Y, parecieron escuchar, pues, de repente, por un instante, hubo un silencio sepulcral. Ataviado

con pijama blanca como nieve, me desplomé en la cama rendido e inerte.

Soñaba y me veía en mi nicho tendido, mientras fuera continuaban los infernales

sonidos.

- ¡Perros infernales que aúllan bajo la Luna, anuncian la muerte de eso no hay dudas! – Quise mirar desde mi ventana, mientras abrumado entendí

lo que pasaba…era mi aliento a quien los perros guiaban, a cruzar el

umbral donde descansan las almas.

Dejé mi cuerpo postrado en la cama y seguí el sonido de aquellos que guiaban.

Por oscuros senderos transitó mi alma, antes que Caronte me

cruzara en su barca.

En el reino de Hades encontré mi morada, un lugar

sombrío donde el llanto no acaba. Y, todo por

una noche… mi última noche de

parranda.