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LAS TENTACIONES DE BUDA Eduardo Chicharro
AITOR MERINO MARTÍNEZ MUSEOLOGÍA Y MUSEOGRAFÍA 220
2014/2015
Aitor Merino Martínez - 220
Autor: Eduardo Chicharro
Título: Las tentaciones de Buda
Año de producción: 1916 – 1921
Dimensiones: 366 cm x 290 cm
Número de Inventario: 1429
Soporte: Lienzo
Técnica: Óleo
Aitor Merino Martínez - 220
Nos encontramos ante Las tentaciones de Buda, óleo sobre lienzo
adquirido por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
en 2001 gracias a la herencia de Fernando Guitarte. Fue pintado
originariamente entre 1916 y 1921, aunque debido al cariño que
le tenía su autor, permaneció en el estudio durante un largo
periodo de tiempo, razón por la que optaba en 1943 por
autorretratarse frente a él (obra que cedería posteriormente a la
Academia y se exhibe en la misma sala)1.
Según recogía el periódico ABC en su ejemplar del 17 de mayo de 1984, la obra fue subastada
por la casa Sotheby’s alcanzando un precio de 4.000.000 de pesetas (4.400.000 a la hora de
hacer efectiva la oferta), precio nada sorprendente, puesto que su autor obtuvo, gracia a él, la
Medalla de Honor en la Exposición Nacional de 1922.
En el año 2006, el gabinete de dibujo de la Academia adquirió 23 dibujos preparatorios que
ayudan a comprender el proceso creativo de una obra de tales magnitudes (366 cm de largo x
290 cm de alto).
La obra fue realizada en el periodo en el que Chicharro se convirtió en el director de la
Academia de España en Roma (1912 – 1925), cuyo nombramiento había sido promovido por
artistas de la talla de Sorolla, Tomás Bretón o Ramón Carrión.
El propio Chicharro, en su discurso de acceso a la Academia de 1922, Ciencia y arte del
colorido, defiende que el “perfecto equilibrio” entre forma y color es el que construye el
cuadro, “Que el color no destruya la forma; que la forma no apague la hermosa llama del
color”, terminando su exposición con una frase sentenciosa que resumiría todo su discurso y
sentaría las bases de su creación: “Embriaguémonos en la sensualidad del color; pero no
olvidemos la forma, que es su arquitectura”.
Se trata de una obra de un alto contenido simbólico. Observamos la figura central de Buda,
siendo tentado por las Apsaras, consideradas hijas del mal, encargadas de personificar las
tentaciones de la vida terrenal. Iconografía nada nueva, si nos detenemos a observar las
representaciones de las Tentaciones de San Antonio (desde la visión de El Bosco hasta la de
Dalí, pasando por Grünewald, Piero della Francesca o Cézanne) o incluso iconos bizantinos del
siglo XII como La escalera al cielo de San Juan Clímaco.
En este caso, el tentado se trata de Buda (Sidarta Gautama), un joven destinado a ser príncipe
que abandonaría toda materialidad de la vida mundana para dedicarse por completo a la
oración.
Chicharro opta por representar a Buda sentado bajo un Ficus religioso, erguido y en plena
oración, en busca de la calma y quietud que su figura transmite al cuadro. Su cuerpo está
cubierto por un manto rojo que únicamente deja visibles las manos (en posición de Vitarka
1 Óleo sobre lienzo realizado en 1943. Nº Inventario 0788.
Mudra, símbolo de transmisión de conocimiento) y los pies, que los lleva descalzos como
símbolo de pobreza y caridad.
Aitor Merino Martínez - 220
El rostro sosegado, con largo lóbulos a causa del peso de los
pendientes propios de la nobleza. Todo ello rodeado por una
aureola que dota a su imagen de un carácter sagrado.
Es en torno a su figura donde se organizan las Apsaras, hijas de
Mara, deidad caracterizada por tratar de impedir que Siddharta
alcanzara la verdadera iluminación. Pese a las numerosas
interpretaciones que se le han dado, Mara suele ser entendida
como la ignorancia que impide a los seres humanos alcanzar la
sabiduría, el nirvana.
Aquí, sus hijas, aparecen completamente desnudas tratando de impedir a Siddharta su
meditación. En el lateral izquierdo el deseo, representado por el abrazo furtivo de 2 mujeres.
En la zona inferior la concupiscencia representada con forma mitad mujer mitad pantera. Bajo
ella la pereza, quien parece ocultarse bajo la anterior. La ternura a los pies de Siddharta,
continuada por la Voluptuosidad, ambas recostadas en posición de abandono.
Ya en el margen derecho, la Adulación y su hermana la Lisonja, realizando una reverencia a la
figura de Buda.
Junto a él, aparece presidiendo la escena la imagen femenina de Laksmí, sobre un elefante
sagrado blanco. Se entiende a esta deidad como la diosa de la belleza y la buena suerte,
homóloga de la Venus clásica. Posee 4 brazos, con los cuales se levanta el manto e intenta
atraer a Siddharta. Su cortejo se forma por una intérprete de flauta, una intérprete de pandero
y una bailarina que se sitúa en el margen opuesto del lienzo.
En el margen inferior izquierdo, observamos a Yasodharā, esposa de Buda, cubierta por un
manto negro con lunares de diversos colores, símbolo de la tentación suprema, pues parece
suplicar a su amado que regrese junto a ella.
No obstante, como recogía el catálogo de la Exposición Nacional, Buda reniega de todas estas
tentaciones al grito de: “Mujeres, no sois más que sombras”.
Todas las imágenes femeninas que aparecen en la obra siguen el
prototipo hindú, por lo que llevan manos y pies teñidos de rojo,
portando toda clase de joyas basadas en modelos reales llevados al
taller por el propio Chicharro, joyas que ya aparecen en sus dibujos
preparatorios.
Del mismo modo, utilizó como modelo a una joven de la Sabina, con
marcados rasgos etruscos, a la que obligaba a ayunar para conseguir
el vientre hundido que poseen las Apsaras en su obra.
Según palabras del propio pintor al periódico Arriba de 1944, toda la pintura queda envuelta
en un color verde que no deriva ni de una iluminación natural solar ni lunar, si no que ese color
verde característico de la obra es una luz sobrenatural que dota al cuadro de un mayor
misticismo.
Dibujo Preparatorio
obtenido del texto de Rosa Mª Recio Aguado
Aitor Merino Martínez - 220
Este interés por la estética hindú le llevará al Museo Guimet de París, donde podrá analizar en
primera persona las vestimentas y joyas que posteriormente llevará a su propio cuadro. Es tal
el proceso de documentación seguido, que para la realización de su obra incluso adquirirá
varias serpientes que mantendrá en su taller, junto a una rama de “ficus sagrado” conseguida
en el Jardín Botánico de Palermo.
Así, una obra claramente orientalizante, repleta de imágenes enigmáticas y sensuales,
conseguirá el triunfo en la Exposición Nacional de 1922, suponiendo esto el empujón que
necesitaba para convertirse finalmente en académico el 14 de mayo de ese mismo año.
Aitor Merino Martínez
Grado en Historia del Arte (UAM) Grupo 220
Aitor Merino Martínez - 220
BIBLIOGRAFÍA
BALLESTER, Jaime, “Cuatro millones por “La tentación de Buda” de Chicharro”, ABC [en línea],
17-V-1984, http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1984/06-
/17/113.html. [Consulta: 21 de febrero de 2015]
BRIHUEGA, Jaime, Las vanguardias artísticas en España, 1909-1936, Madrid, Istmo, 1981.
CHICHARRO, Eduardo, Ciencia y Arte del Colorido, Madrid, Mateu, 1922.
FREDERICK BRANDON, Samuel George, Diccionario de religiones comparadas, Madrid,
Ediciones Cristiandad, 1975.
GONZÁLEZ DE AMEZÚA, Mercedes (coord.), Real Academia de San Fernando, guía del museo,
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, 2012, pp. 295 – 298.
GUIJARRO ALONSO, José Luis, Cuidado con la pintura. Caricaturas del arte en tiempo de
vanguardia, Madrid, Eutelequia, 2012.
RECIO AGUADO, Rosa, “Eduardo Chicharro, artista de la Academia”, en Crónica 2010, Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, pp. 138 – 147.