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Congreso AECA 2013 La mujer en el arte MUJERES Y COLECCIONISMO: OTRA FORMA DE VER EL ARTE. Marta Pérez Ibáñez Página 1 “Mujeres y coleccionismo: otra forma de ver el arte” Marta Pérez Ibáñez Cuando analizamos el lugar (o más bien los lugares) que ocupa la mujer en el mercado del arte, son muchas las reflexiones que nos vienen a la mente, muchos los perfiles de mujer que a su vez perfilan este mundo amplio y ramificado que engloba la producción, la gestión y el coleccionismo. Mucho se puede decir y se dice de la mujer como artista, productora de un arte que es a su vez hijo de un mundo en constante evolución. También se habla a menudo del papel de la mujer como gestora del mercado, de si hay más mujeres galeristas que hombres, o del papel de intermediación que desempeñan entre el productor y el comprador, que a menudo trasciende lo puramente profesional y entra en el ámbito de la relación personal con unos y con otros, ámbito que las mujeres dominamos de una forma natural y empática. Pero hoy nos interesa profundizar en el perfil de la mujer coleccionista de arte, queremos analizar si realmente existen diferencias entre mujeres y hombres ante la obra de arte y ante el deseo de posesión de la misma. Aún a pesar de nuestras reticencias a hablar de un tipo de “coleccionismo femenino”, queremos valorar si en el mercado actual del arte existen esas diferencias al observar a la mujer como elemento prescriptor en la compra de arte. No vamos a entrar en detalles sobre el coleccionismo en España, que en los últimos años no pasa por su mejor momento, a tenor de los estudios que se vienen desarrollando sobre el mercado español del arte en pleno tiempo de crisis. No vamos a analizar la situación actual de la inversión privada en el arte contemporáneo, ya que sabemos que los resultados de dicho análisis aportarán información general, pero no particular, alejada de nuestro objetivo. Nos interesa más observar la dinámica de la adquisición de arte por parte de mujeres en los últimos años, basándonos más en aspectos culturales, sociales, psicológicos, intelectuales que puramente económicos. La influencia de la crisis afecta, a nuestro modo de ver, de manera parecida a coleccionistas hombres y mujeres: aquí encontraríamos más diferencias en cuanto a sectores económicos o niveles de ingresos que en cuanto a sexos. Más allá de la importancia de factores estrictamente económicos, nos centraremos en el arte que colecciona la mujer actualmente, en qué adquiere, cómo, dónde y, sobre todo, por qué. El coleccionismo privado de arte contemporáneo, en los últimos años, aún a pesar de que está dejando notar el mismo menoscabo que el resto de las actividades comerciales de nuestra sociedad, se mantiene activo a la vez que mantiene activo al mercado del arte. Durante la última década, a nivel

Mujeres y coleccionismo: otra forma de ver el arte

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MUJERES Y COLECCIONISMO: OTRA FORMA DE VER EL ARTE. Marta Pérez Ibáñez Página 1

“Mujeres y coleccionismo: otra forma de ver el arte”

Marta Pérez Ibáñez

Cuando analizamos el lugar (o más bien los lugares) que ocupa la mujer en el

mercado del arte, son muchas las reflexiones que nos vienen a la mente,

muchos los perfiles de mujer que a su vez perfilan este mundo amplio y

ramificado que engloba la producción, la gestión y el coleccionismo. Mucho

se puede decir y se dice de la mujer como artista, productora de un arte que

es a su vez hijo de un mundo en constante evolución. También se habla a

menudo del papel de la mujer como gestora del mercado, de si hay más

mujeres galeristas que hombres, o del papel de intermediación que

desempeñan entre el productor y el comprador, que a menudo trasciende lo

puramente profesional y entra en el ámbito de la relación personal con unos y

con otros, ámbito que las mujeres dominamos de una forma natural y

empática. Pero hoy nos interesa profundizar en el perfil de la mujer

coleccionista de arte, queremos analizar si realmente existen diferencias entre

mujeres y hombres ante la obra de arte y ante el deseo de posesión de la

misma. Aún a pesar de nuestras reticencias a hablar de un tipo de

“coleccionismo femenino”, queremos valorar si en el mercado actual del arte

existen esas diferencias al observar a la mujer como elemento prescriptor en la

compra de arte.

No vamos a entrar en detalles sobre el coleccionismo en España, que en los

últimos años no pasa por su mejor momento, a tenor de los estudios que se

vienen desarrollando sobre el mercado español del arte en pleno tiempo de

crisis. No vamos a analizar la situación actual de la inversión privada en el arte

contemporáneo, ya que sabemos que los resultados de dicho análisis

aportarán información general, pero no particular, alejada de nuestro objetivo.

Nos interesa más observar la dinámica de la adquisición de arte por parte de

mujeres en los últimos años, basándonos más en aspectos culturales, sociales,

psicológicos, intelectuales que puramente económicos. La influencia de la

crisis afecta, a nuestro modo de ver, de manera parecida a coleccionistas

hombres y mujeres: aquí encontraríamos más diferencias en cuanto a sectores

económicos o niveles de ingresos que en cuanto a sexos. Más allá de la

importancia de factores estrictamente económicos, nos centraremos en el

arte que colecciona la mujer actualmente, en qué adquiere, cómo, dónde y,

sobre todo, por qué.

El coleccionismo privado de arte contemporáneo, en los últimos años, aún a

pesar de que está dejando notar el mismo menoscabo que el resto de las

actividades comerciales de nuestra sociedad, se mantiene activo a la vez que

mantiene activo al mercado del arte. Durante la última década, a nivel

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internacional el número de coleccionistas privados se ha multiplicado

enormemente1, de forma paralela a como se están desarrollando las grandes

y pequeñas ferias internacionales que se han convertido en punto de

encuentro de amantes del arte y compradores de todo tipo, no sólo grandes

fortunas en busca de blue chips y valores refugio, sino también los nuevos

coleccionistas emergentes con presupuestos más reducidos que apuestan por

artistas noveles y galerías start up. De forma paralela, es común oír que el

coleccionismo corporativo está siendo actualmente el balón de oxígeno de

muchas galerías y artistas2, y mencionar el aumento de coleccionistas

corporativos más interesados en invertir en arte como bien tangible que en

otro tipo de activos más volátiles3, pero sin duda la cercanía al cliente

particular es una de las características principales que sigue distinguiendo y

posicionando al mercado primario. Tanto las grandes colecciones privadas

internacionales, muchas de ellas vinculadas de cerca a colecciones

corporativas, como el humilde comprador en ferias y galerías, son en la

actualidad agentes primordiales del mercado del arte.

A menudo las decisiones se toman en conjunto, el o los coleccionistas y su

asesor o asesores, a menudo una pareja de coleccionistas forma un tándem

en el que se evalúa la posible compra, se discute y se decide, como veíamos

hacer recientemente a Mera y Don Rubell paseando por la última edición de

ARCO, en la que el matrimonio adquirió varias obras del artista Secundino

Hernández, uno de los grandes descubrimiento de la feria. La colección Rubell,

en palabras de la propia Mera Rubell4, es producto del consenso, del diálogo y

de la capacidad de persuasión, no sólo entre los dos miembros de esta pareja,

sino en conjunto con el resto de la familia y amigos, que dan su opinión sobre

las piezas que se adquieren. De esta forma, cada persona aporta a la decisión

final su propia visión del arte, su relación con la obra y el artista, de modo que

la colección se convierte en un reflejo de la vida de sus propietarios, así como

el arte es también un reflejo de la vida del artista.

En España tenemos un buen ejemplo de coleccionismo particular en pareja,

en la formada por Josep Inglada y Roser Figueras, creadores de la colección

Cal Cego. Partiendo de un interés común por el arte contemporáneo y del

asesoramiento de galeristas y comisarios, están construyendo una colección

sugerente, enigmática y variada que engloba tanto artistas noveles y

emergentes como algunos nombres reconocidos. Roser declara ser más

racional, menos espontánea que Josep, característica que se aplican también

1 http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/06/28/actualidad/1340903510_100447.html

2http://www.dirigentesdigital.com/articulo/estrategias/210271/coleccionismo/corporativo/entiende/cri

sis.html 3 http://vimeopro.com/theartnewspaper/all/video/55038831

4 http://www.youtube.com/watch?v=0ZdSmKtcSEk

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otras mujeres coleccionistas, pero las obras que conforman la colección han

de seducirles a ambos5.

Esta forma de coleccionar basada en el acuerdo es habitual; el consenso y el

diálogo del que hablamos son una dinámica de los clientes a la que los

galeristas están acostumbrados, y que caracteriza a una parte importante de

los mismos. Pero, si bien desde siempre ha habido grandes ejemplos de

mujeres coleccionistas independientes, con un objetivo claro y un criterio

propio inapelable, entre las que recordamos a Peggy Guggenheim, Gertrude

Stein o Isabella S. Gardner, en las últimas décadas, en las que el coleccionismo

particular se ha segmentado en grupos de opinión y decisión claramente

representativos, la mujer como elemento prescriptor y decisor ha ido

adquiriendo cada vez más fuerza. La esposa que decide lo que su marido va a

comprar ha ido dejando paso a una mujer económicamente independiente

que decide y dispone por sí misma.

Pero, ¿qué determina la forma de coleccionar arte en una mujer? ¿Existe algo

que la diferencie respecto a los hombres coleccionistas, algo propio de su

entidad femenina? La curiosidad nos ha llevado a menudo a preguntarnos si

en realidad se puede hablar de un “coleccionismo femenino”, aunque este

término ya de por sí nos parece inadecuado. La experiencia y el contraste de

opiniones con otros galeristas nos hacen ver ciertas particularidades propias de

la mujer en su aproximación a la obra de arte, cierta sensibilidad que la hace

plantearse más preguntas que al hombre, más dudas. La mujer suele ser más

racional, menos impulsiva, como hemos visto anteriormente en el caso de

Roser Figueras, y es habitual que tarde incluso años en decidirse por

determinado artista u obra hasta estar completamente segura. También suele

ser más corriente que sea la mujer quien indague sobre el artista, sus

motivaciones, su trayectoria, su proceso creativo y se interese por conocerle o

visitar su estudio, como forma de comprender mejor su obra. A la hora de

conservar una colección, también la mujer suele ser más fiel a las obras que

posee que el hombre, que puede desprenderse de ellas con más facilidad, lo

que nos hace pensar que los lazos que unen a la mujer con las piezas de su

colección tienen casi un carácter personal, íntimo.

La colección Cranford6 es el resultado del profundo interés por el arte que

desde hace décadas ha inspirado a Muriel Salem a recorrer los círculos

artísticos, galerías, ferias y estudios, a conocer a los artistas, escuchar a los

comisarios y dejarse asesorar bien y, a partir de ahí, arriesgarse y apostar por

nuevos valores o enriquecer su colección con obras clave de las vanguardias

más recientes. Con el apoyo permanente de su esposo Freddy, es ella sin

embargo quien decide principalmente, quien cada año y medio reorganiza la

5 http://www.calcego.com/

6 http://cranfordarts.org/about/history/

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colección en su casa londinense y la abre al público, en un decidido afán por

compartirla con la sociedad.

Este mismo interés por abrir su colección al resto del mundo inspira a Judith

Greer, americana afincada en Londres, a convertir su casa en un punto de

encuentro entre los YBA que marcan la pauta del arte contemporáneo

británico y artistas jóvenes dándose a conocer, artistas que pasan a formar su

círculo de amigos. Su labor de mecenazgo la lleva a abrirse a nivel

internacional y colaborar en proyectos en Oriente Próximo o en Japón, donde

vivió durante trece años y donde descubrió a Yayoi Kusama. Sus razones, sus

motivaciones para comprar determinadas obras de arte nos llaman la

atención, cuando declara que no suele comprar obras muy caras ya que su

casa no es museo, o que debe tener en cuenta que van a ocupar un espacio

familiar, y el arte no puede interferir en el fin último de su casa7.

Un caso interesante lo tenemos en la venezolana Patricia Phelps de Cisneros.

Su compromiso con los artistas jóvenes es evidente, y su labor de mecenazgo

en este sentido pretende ir más allá de lo que el puro coleccionismo permite.

Busca el talento allí donde está apenas emergiendo, donde puede desarrollar

sus cualidades casi vírgenes y explotar sus capacidades plenamente, es asidua

visitante de escuelas de arte en toda Latinoamérica, incentivando al artista

joven con becas y promoviendo sus primeras exposiciones. Igualmente, su

gusto por la obra íntima, minimalista, de Willys de Castro, una obra que

requiere una aproximación un tanto particular para apreciarla en toda su

entidad y que aún no disfruta de un reconocimiento internacional a la altura

de su valía. El hecho de que la coleccionista conozca y aprecie la obra de

Castro desde hace décadas, que haya seguido su trayectoria, adquirido obra

suya en numerosas ocasiones, y que declare con orgullo que fuera de Brasil

sólo el MoMA exhibe piezas de este artista, nos permite comprender la

importancia que Willys de Castro tiene en el conjunto de la exposición de la

colección Phelps de Cisneros en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

en la primavera de 2013.

Una de las más recientes colecciones privadas nacidas en España a partir de

la iniciativa de una mujer es la de la abogada Alicia Aza, que quizá sea uno

de los casos más claros de conexión entre la colección y su mentora, conexión

evidente en el propio planteamiento de los criterios que la han llevado a esta

selección, unos criterios muy personales que hablan de la imagen de la mujer y

lo femenino en la actualidad a través de la obra de fotógrafos y videoartistas

españoles y extranjeros, desde diferentes perspectivas y con múltiples

interpretaciones, pero siempre cargados de un profundo sentido estético y

narrativo.

7 http://www.guardian.co.uk/arts/video/2007/oct/12/frieze.collecting

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En definitiva, si existen características propias en el coleccionismo inspirado por

mujeres que las diferencian del hombre coleccionista, es una cuestión de difícil

respuesta. Puede que sólo existan diferencias entre personas, sea cual sea su

sexo, y que las motivaciones que llevan a unos y otras pueden ser tan iguales

como distintas. Pero posiblemente necesitemos tiempo para analizar a la mujer

del siglo XXI en el contexto del coleccionismo de arte, y quizá nos demos

cuenta de que sí, que la de la mujer es una forma diferente de ver el arte.

BIBLIOGRAFÍA

BUCK, Louisa and Judith GREER: Owning Art: The Contemporary Art Collector’s

Handbook. Londres, Reino Unido. Cultureshock Media Ltd., 2006.

HERSTAT, Claudia: Women gallerists in the 20th and 21st Centuries. Berlin. Hatje

Cantz, 2009.

JIMÉNEZ-BLANCO, Mª D. y C. MACK: Buscadores de belleza: historias de los

grandes coleccionistas de arte. Barcelona. Ariel, 2007.

LUMBRERAS, Javier: The art of collecting art. México D.F. Fomento Cultural

Banamex, 2011.

THORNTON, Sarah: Siete días en el mundo del arte. Barcelona. EDHASA, 2010.