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Renacer -laudia gray

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Capítulo 1

Traducido por Sidonie

―EL AMANECER ESTÁ CERCA,‖ DIJO BALTHAZAR.

Esas fueron las primeras palabras que se habían dicho en voz alta en varias horas.

Aunque no quería oír nada de lo que Balthazar tuviera que decir –sobre esto o aquello–

, sabía que tenía razón. Los vampiros siempre pueden sentir el acercamiento del

amanecer profundo en sus huesos.

¿Podría sentirlo también Lucas?

Estábamos sentados en la sala de proyección de un teatro abandonado, donde las

paredes cubiertas con pósters aún mostraban marcas de la batalla de la pasada noche.

Vic, el único humano en la sala, dormitaba sobre el hombro de Ranulf, su pelo castaño

dorado estaba alborotado de dormir; Ranulf estaba sentado en silencio, un hacha

ensangrentada a lo largo de su regazo como si esperara más peligro en cualquier

segundo. Su larga y fina cara y el corte a lo paje nunca le habían hecho verse como un

santo medieval tanto como ahora. Balthazar permanecía en pie en la esquina más

lejana de la habitación, manteniendo la distancia por respeto a mi dolor. Aún así su

altura y sus anchos hombros implicaban que ocupaba más de su parte de la habitación.

Acuné la cabeza de Lucas en mi regazo. Si yo viva, o como vampiro, hubiera estado

tantas horas sin moverme me habría quedado rígida. Como fantasma, sin embargo,

libre de las exigencias de un cuerpo físico, había sido capaz de sostenerlo durante toda

la noche de su muerte. Eché mi largo cabello pelirrojo hacia atrás, intentando no

fijarme en las puntas manchadas con la sangre de Lucas.

Charity lo había matado delante de mis ojos, aprovechándose del deseo de Lucas de

protegerme por encima de él. Fue su último y más horrible intento de herirme,

conducida por su odio hacia cualquiera que le importara a Balthazar, su hermano y

creador. Ella había violado un taboo vampírico al morder a alguien que había sido

mordido por otro vampiro primero – quien, de hecho, lo había preparado para la

transformación de vivo a no-muerto. Supuestamente Lucas me pertenecía para

convertirlo o no en uno. Pero hacía mucho tiempo que a Charity no le importaba

ningún taboo. A ella no le imporataba nada ni nadie salvo su retorcida relación con

Balthazar.

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Dondequiera que estuviese ahora, ella estaba sin ninguna duda deleitándose en el

hecho de haber roto mi corazón y había empujado a Lucas al único lugar en el que

nunca querría estar.

Preferiría estar muerto, siempre había dicho Lucas. Cuando estaba viva y era mucho

más inocente, había soñado que él se convertiría en vampiro conmigo. Pero había sido

criado por los cazadores de la Cruz Negra, quienes odiaban a los no-muertos y los

perseguían con la pasión de una secta. Convertirse en vampiro había sido siempre su

peor pesadilla.

Ahora esa pesadilla se había vuelto realidad. ―¿Cuánto tiempo?‖ pregunté.

―Minutos.‖ Balthazar dio un paso adelante, vio la expresión de mi cara y no se acercó

más. ―Vic debería irse.‖

―¿Qué pasa?‖ la voz de Vic estaba ronca de dormir. Se incorporó y su expresión pasó

de la confusión al horror al ver el cuerpo de Lucas, ensangrentado y pálido en el suelo.

―¡Oh! – por un segundo, pensé que sólo había sido una pesadilla o algo. Pero esto – es

real.‖

Balthazar negó con la cabeza. ―Lo siento Vic, pero tienes que irte.‖

Me di cuenta de lo que Balthazar quería decir. Mis padres, que siempre quisieron que

siguiera sus pasos, me habían contado acerca de las primeras horas de la transición.

Cuando Lucas se alzara como vampiro querría sangre fresca – la querrá

desesperadamente, tanta como pueda conseguir. En el rimer frenesí del despertar, su

sed empujaría cualquier otro pensamiento fuera de su mente.

Estaría lo suficientemente hambriento para matar.

Vic no sabía nada de eso.

―Venga, Balthazar. He llegado hasta aquí con vosotros. No quiero dejar a Lucas

ahora.‖

―Balthazar está en lo correcto,‖ dijo Ranulf. ―Es más seguro si te vas.‖

―¿Qué quieres decir con más seguro?‖

―Vic, vete,‖ dije yo. Odiaba empujarlo lejos, pero si él no entendía lo que estaba

sucediendo, necesitaba una dosis de dura realidad. ―Si quieres sobrevivir, vete.‖

La cara de Vic palideció.

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Más amablemente, Balthazar anadió, ―Este no es lugar para los vivos. Esto pertenece a

los muertos.‖

Vic se pasó las manos por el pelo enmarañado, asintió una vez hacia Ranulf y salió de

la sala de proyección. Probablemente se dirigiría a casa, donde intentaría hacer algo

útil – limpiar la casa tal vez, o preparar comida que nadie más podría comer. Las

inquietudes humanas parecían muy distantes en ese momento.

Ahora que Vic se había ido, finalmente podía decir en voz alta el pensamiento que me

había estado acechando durante horas. ―¿Deberíamos –‖ Mi garganta se cerró de golpe

y tuve que tragar saliva fuertemente. ―¿Deberíamos dejar que pase esto?‖

―Te refieres a que crees que deberíamos destruir a Lucas.‖ De cualquier otro, eso

habría sonado demasiado cruel para soportarlo; de Ranulf, era un hecho simple y

tranquilo. ―Que deberíamos prevenir que se alzara como vampiro y aceptar esto como

su muerte final.‖

―No quiero hacer eso. No puedo empezar a contarte lo mucho que no quiero eso,‖

contesté. Sintiendo cada palabra como sangre siendo exprimida de mi corazón. ―Pero

sé que es lo que Lucas quería.‖ ¿Amar a alguien no implica anteponer sus deseos

primero, incluso con algo tan terrible como esto?

Balthazar negó con la cabeza. ―No lo hagas.‖

―Suenas muy seguro.‖ Traté de decirlo tranquilamente. Aún así, estaba tan enfadada

con Balthazar que difícilmente podía mirarlo; él había traido a Lucas a la batalla

contra Charity, incluso sabiendo que Lucas estaba entumecido por el dolor e incapaz

de pelear con todas sus fuerzas. Parecía que la muerte de Lucas era tan culpa de él

como de Charity. ―¿Me estás diciendo lo que quiero oír?‖

Balthazar frunció el ceño. ―¿Cuándo he hecho eso? Bianca, escúchame. Si me hubieran

preguntado el día antes de convertirme en vampiro si hubiera querido alzarme como

no-muerto, habría dicho que no.‖

―Todavía dirías que no, si tuvieras la oportunidad. Si volvieras atrás. ¿No es así?‖ le

pregunté.

Eso lo cogió con la guardia baja. ―No sólo estamos hablando de mí. Piensa en tus

padres. En Patrice y Ranulf, el resto de vampiros que conoces. ¿Realmente estarían

mejor pudriéndose en sus tumbas?

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Algunos vampiros estaban bien, ¿no? Eso era verdad en la mayoría de los que había

conocido. Mis padres habían conocido juntos siglos de felicidad y amor. Lucas y yo

podríamos tener eso, tal vez. Sabía que él odiaba la idea de ser un vampiro – pero hace

sólo dos cortos años, él había odiado a los vampiros ciegamente, con estúpidos

prejuicios. Había llegado tan lejos tan rápidamente; seguramente podría llegar a

aceptarse a sí mismo con el tiempo.

Valía la pena la oportunidad. Tenía que valer. Todo en mi corazón me decía que

Lucas merecía otra oportunidad y que ambos merecíamos otra esperanza de estar

juntos.

Pasé un dedo a lo largo de la cara de Lucas: su frente, su pómulo y el contorno de sus

labios. La pesadez y palidez de su cuerpo me recordaron a una escultura de piedra –

fija, sin vida, inmutable.

―Se acerca,‖ dijo Balthazar. Se acercó. ―Es la hora.‖

Ranulf asintió. ―Lo siento también. Deberías apartarte, Bianca.‖

―No voy a dejarlo.‖

―Entonces, tan sólo prepárate para moverte. Si necesitas hacerlo.‖ Balthazar pasó su

peso de un pie al otro, estabilizando su postura como un luchador preparándose para

la batalla.

Va a salir bien Lucas, pensaba yo queriendo que él me escuchase más allá de la línea

que divide este mundo del siguiente. ¿No estaba él a punto de atravesar esa línea para

regresar a mí? Así que tal vez estábamos lo suficientemente cerca para que me

escuchara. Ambos estamos muertos, pero aún podemos estar juntos. Nada importa

más que eso. Somos más fuertes que la muerte. Ahora nada más podrá interponerse

entre nosotros. Tú y yo nunca tendremos que estar separados otra vez.

Quería que él creyera eso. Quería creerlo yo también.

La mano de Lucas se movió.

Yo jadeé – un reflejo del cuerpo que había creado, más un recuerdo de lo que una

conmoción provoca en un ser humano que cualquier otra cosa.

―Prepárate,‖ dijo Balthazar. Se dirigía a Ranulf, no a mí.

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Temblando, posé una mano sobre el pecho de Lucas. Me di cuenta sólo entonces que

estaba esperando sentir un latido de corazón. Su corazón nunca volvería a latir de

nuevo.

Uno de los pies de Lucas se movió ligeramente y su cabeza se giró un par de pulgadas

hacia el lado. ―¿Lucas?‖ susurré. Tenía que comprender que no estaba solo, antes de

darse cuenta de nada más. ―¿Puedes oírme? Soy Bianca. Te estoy esperando.‖

Él no se movió.

―Te amo tanto.‖ Quería llorar deseperadamente, pero mi cuerpo fantasmal no creaba

lágrimas. ―Por favor regresa a mí. Por favor.‖ Los dedos de su mano derecha se

estiraron, tensando los músculos, y luego los cerró de nuevo sobre su palma.

―Lucas, ¿puedes —‖

―¡No!‖ Lucas se empujó lejos del suelo, de mí, tambaleándose a gatas. Sus ojos eran

salvajes, demasiado aturdidos para ver relamente. ―¡No!‖

Su espalda se golpeó contra la pared. Nos miró fijamente a los tres, sus ojos no

mostraban ningún reconocimiento, ni cordura. Sus manos se presionaban contra la

pared, los dedos curvados como garras, y pensé que él podría intentar excavar en ella.

Tal vez era un instinto de vampiro para abrirse camino de la tumba excavando.

―Lucas, está bien.‖ Contuve mis manos, haciendo mi mayor esfuerzo para permanecer

completamente sólida y opaca. Era mejor parecer lo más familiar posible. ―Estamos

aquí contigo.‖

―Él no te conoce aún,‖ dijo Balthazar. ―Está mirándonos, pero no puede vernos.‖

Ranulf añadió, ―Él sólo quiere sangre.‖

Ante la palabra sangre, la cabeza de Lucas se ladeó, como un depredador captando el

aroma de la presa. Comprendí que era la única Palabra que había reconocido.

El hombre que amaba había sido reducido a un animal – a un mostruo, comprendí, la

enferma, vacía y asesina concha que Lucas había creído alguna vez que eran los

vampiros.

Los ojos de Lucas se estrecharon. Descubrió sus dientes, y con conmoción ví, por

primera vez, sus colmillos de vampiro. Alteraban tanto su cara que apenas lo

reconocía, y más que nada me desgarraban. Su postura cambió agazapándose y me di

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cuenta que estaba a punto de atacar – a cualquiera de nosotros, a todos nosotros.

Cualquier cosa que se moviera. A mí.

Balthazar se movió primero. Saltó – se abalanzó – sobre Lucas, chocando con él tan

enérgicamente que la pared tras ellos crujió y cayó polvo del yeso del techo. Lucas lo

lanzó lejos, pero entonces Ranulf estuvo sobre él en un intento de empujarlo contra

una esquina.

―¿Qué estáis haciendo?‖ grité. ―¡Dejad de hacerle daño!‖

Balthazar negó con la cabeza mientras se levantaba del suelo. ―Esta es la única cosa

que entiende ahora mismo, Bianca. Dominación.‖

Lucas empujó a Ranulf hacia atrás, tan fuerte que cayó sobre mí, y me tambaleé contra

el viejo proyector. Metal afilado se clavó en mi hombro. Sentí dolor, verdadero dolor,

el tipo de dolor que había experimentado cuando tenía un cuerpo real en vez de esta

simulación fantasmal. Cuando puse mi mano sobre el hombre, sentí una tibia

humedad bajo mis dedos y los aparté para ver sangre – plateada y extraña. Ni siquiera

sabía que podía sangrar todavía. El líquido brillaba como el mercurio, casi iridiscente

bajo la tenue luz.

La forma de luchar de los tres se estaba volviendo más violenta delante de mí – el pie

de Balthazar en la barriga de Lucas, el puño de Lucas en la mandíbula de Ranulf –

pero Balthazar vio que estaba herida y gritó, ―¡Bianca, quédate atrás! ¡Estás

sangrando!‖

¿Qué se supone que significaba eso? Seguramente los vampiros no bebían sagre de

espectros, así que no había ningún peligro de que la mía condujera a Lucas más allá

del frenesí asesino. En ese momento, no esta segura si él podría volverse más frenético

de lo que ya estaba. Más joven y débil de lo que podría estar, pero la desesperación lo

aguijoneaba haciéndolo más feroz. Era posible que pudiera derrotar a Ranulf y a

Balthazar. No podría soportar ver eso, pero tampoco creía que pudiera soportar la

alternativa. Mi miedo se agudizó – y se transformó en enfado.

Ya basta.

Me empujé hacia ellos, con sangre en las llemas de los dedos, y sacudí mi mano al

gritar, ―¡Parad!‖ Rocié gotas de sangre plateada por el aire mientras los tres

retrocedían.

A mi lado, Balthazar susurró, ―No te metas en esto.‖

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Ignorándolo, anduve hasta situarme justo delante de Lucas. Él había reculado contra

la pared, mirando a su alrededor frenéticamente como si no pudiera pensar en nada

más que en escapar – o, quizás, en buscar una presa viva. La muerte había agudizado

sus facciones, haciéndolo al mismo tiempo más hermoso e infinitamente terrorífico. El

único rasgo que permanecía igual era sus ojos.

Así que me centré sólo en sus ojos. ―Lucas, soy yo. Bianca.‖

Él no dijo nada, sólo me miraba fíjamente, totalmente inmóvil. Me dí cuenta de que no

estaba respirando – la mayoría de los vampiros lo hacían sólo por fuerza de costumbre,

pero parecía que la muerte lo había reclamado por completo. De ninguna forma iba a

dejar que eso pasara.

―Lucas,‖ repetí. ―Sé que puedes oírme. El chico que amo está aún ahí. Vuelve

conmigo.‖ Una vez más, anhelé el alivio de las lágrimas.

―La muerte no pudo apartarme de ti. No puede apartarte de mí, no si no se lo

permites.‖

Lucas no habló, pero parte de la tensión dejó su cuerpo, relajando sus manos y sus

hombros. Aún parecía nervioso, casi enloquecido, pero un poco de aparencia de

control había vuelto a él.

¿Qué podía hacer? ¿Había algo que pudiera decir que llegara hasta él? Algo que él

recordara…

Cuando Lucas se enteró de que había nacido de dos vampiros, había tenido que

superar su revulsión hacia los no-muertos para mantenerse fiel a su amor por mí. Si él

pudiera recordar lo que había significado para él aceptarme tal y como yo era, tal vez

él podría empezar a afrontar en lo que se había convertido también.

Vacilante, pronuncié sus palabras tal y como regresaban a mí: ―Incluso si eres un

vampiro – no me importa. Eso no cambia lo que siento por ti.‖

Lucas parpadeó, y por primera vez desde que se había alzado de la muerte, sus ojos

parecieron totalmente enfocados. Me di cuenta de que sus comillos se habían retirado,

dejando sólo la sobrenatural palidez y belleza de los vampiros. En el resto de los

sentidos, él parecía humano. Parecía él mismo.

Él murmuró, ―¿Bianca?‖

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―Soy yo. Oh, Lucas, soy yo.‖

Lucas me estrechó contra él en un abrazo increíblemente fuerte y yo rodeé sus

hombros con mis brazos. Sentí cálidas lágrimas sobre mi hombro; ojalá yo pudiera

llorar también. Nuestras piernas cedieron al mismo tiempo y caímos juntos al suelo.

Eché un vistazo sobre mi hombro para decirle a Balthazar y Ranulf que nos dejaran,

pero ellos casi habían atravesado ya la puerta.

Una vez estuvimos solos, pasé mis manos por el pelo de Lucas, acaricié su espalda y

besé su mejilla. ―Lograste volver,‖ dije. ―Estamos juntos. Estaremos bien.‖

―Pensé que nunca volvería a verte. Creía que estabas muerta.‖

―Lo estoy. Ambos los estamos.‖

―Entonces cómo - ¿cómo es esto real?

―Me convertí en espectro. Sólo, los espectros como yo que nacieron de ellos y de dos

vampiros – tenemos poderes que otros no tienen. Puedo tener un cuerpo si quiero, al

menos por un tiempo. Si me hubiera dado cuenta antes… si hubiera podido decirte…

esto nunca habría tenido que pasar.‖

―No lo digas.‖ Su voz estaba estrangulada.

Descansamos nuestras frentes la una contra la otra, y el contacto debería haber sido

reconfortante pero ambos estábamos tan fríos.

―Siento mi cuerpo pesado. Incorrecto. Muerto.‖ Las manos de Lucas se tensaron sobre

mis hombros. ―Y todavía está esa sed volviéndome salvaje. Volviéndome loco. Estás

de nuevo en mis brazos – te había perdido para siempre, y aquí estás – pero la única

cosa en la que puedo pensar, lo único que quiero–‖ No pudo terminar; no tenía que

hacerlo. Sabía que lo único que quería era sangre.

―Mejorará.‖ Mis padres siempre me habían contado eso, ¿y no eran la mayoría de los

vampiros de Medianoche prueba de ello?

Lucas no pareció creerme, pero dijo, obedientemente, ―Tengo que aguantar.‖

―Bien.‖

Durante un momento, simplemente nos sostuvimos el uno al otro. Las caras de

estrellas de cine descoloridas en los andrajosos pósters a nuestro alrededor parecían

observarnos, una audiencia de ojos oscuros y sin alma. Cuando me apoyé sobre el

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hombro de Lucas, intenté respirar el familiar aroma de su piel, pero se había ido.

También había desaparecido su aroma al morir, o mi sentido del olfato ya no era como

antes, o ambos. Nos habían quitado tantas cosas.

Pero no el uno al otro, me recordé a mi misma. Teníamos que recordar eso.

Primero tenía que sacarlo de este lugar, donde había sido asesinado. Teníamos que ir a

otro lugar mejor, más familiar. La casa de Vic, decidí. Nos habíamos escondido allí

durante un mes o así este verano, mientras la familia de Vic estaba de vacaciones en

Italia. Nuestro pequeño apartamento provisional en la bodega no sería más

reconfortante –era donde había muerto el dían antes– pero tal vez podíamos quedarnos

allí hasta que averiguáramos que hacer.

―Vamos.‖ Tomé una de sus manos en la mía. La pulsera de coral que me había dado

en mi último cumpleaños sonó en mi muñeca. ―Están esperándonos fuera.‖

―¿Quién nos está esperando?‖ Lucas parecía no poder concentrarse; es como si

estuviera escuchando por un teléfono al mismo tiempo que intentaba oírme a mí. No

de una forma maleducada; él simplemente no podía evitarlo, lo cual era peor.

―Balthazar – y Vic y Ranulf también. Ellos regresaron de Italia después de que les

mandaras el e-mail. ¿Recuerdas?‖

Lucas asintió. Su mano apretó la mía, tan fuerte que casi dolía. Parecía que Lucas no

tenía ninguna forma para judgar su nueva fuerza – y eso a pesar del hecho de que ya

había aumentado su poder al haber sido mordido. Provó su mandíbula, como si

practicara el morder, una y otra vez.

Si me necesitaba para ser la persona a la que morder, lo sería. Claro que yo era mejor

siendo un muerto, decidí; había tenido todo un día para practicar. Me había llevado

unas pocas horas cogerle el tranquillo a lo de ser incorpórea. Así que no era extraño

que le llevara un tiempo el lidiar con volverse un vampiro.

Dejamos la sala de proyección y caminamos por el teatro abandonado. La escena en el

pasillo no era agradable: vampiros decapitados yacían arrugados en el suelo, y yo traté

de no mirar a ninguna de las cabezas abandonadas. Los vampiros no sangraban mucho

después de morir –no habían latidos que bombearan la sangre hacia fuera– pero noté

que Lucas miraba sedientamente las pocas gotas sobre el suelo.

―Sé que estás hambriento,‖ dije, intentando reconfortarlo.

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―No lo sabes. No puedes saberlo. No hay nada como esto.‖ La mueca de Lucas reveló

sus colmillos. Simplemente la vista de la sangre los había traído fuera de nuevo.

Cuando había estado viva, en parte vampira, había experimentado el anhelo

desesperado de sangre, pero sospechaba que Lucas tenía razón: el ansia que él sentía

ahora se había intensificado más allá de lo que yo había conocido alguna vez.

Al salir a la calle vimos a Balthazar solo, apoyado en su coche en el vacío

aparcamiento. Su sombra se extendía, larga y ancha, en el resplandor de la farola

cercana. Balthazar me habló primero. ―Vic estaba deambulando enfrente. La única

forma de que Ranulf pudo lograr que se marchara fue irse con él.‖

―Vale,‖ dije cuando lo alcanzamos. ―Salgamos de aquí. No quiero volver a ver este

lugar nunca más.‖

Balthazar no se movió; él y Lucas se miraban fijamente el uno al otro. Durante años se

habían odiado mutuamente; tan sólo a raíz de mi muerte habían sido capaces de

trabajar juntos. Ahora, sin embargo, lo que veía entre ellos era un entendimiento total.

―Lo siento.‖ La voz de Lucas era áspera. ―Algunas de las cosas que te dije –sobre

elecciones, ser un vampiro y todo eso– Jesús. Ahora lo entiendo.‖

―Ojalá no lo hicieras. Desearía que nunca hubieras tenido que entenderlo.‖ Balthazar

cerró sus ojos durante un segundo, quizás recordando su propia transformación siglos

atrás. ―Vamos. Te conseguiremos algo para beber.‖

Con una punzada, me di cuenta de que Lucas y Balthazar se comprendían ahora el

uno al otro a un nivel que yo nunca alcanzaría. Por alguna razón, se sentía como una

pérdida. O tal vez en ese momento, con Lucas aparentemente tan lejos de mí en

espíritu, todo se sentía como una pérdida.

Balthazar condujo de vuelta al agradable vecindario de Filadelfia donde vivía Vic.

Lucas y yo nos sentamos juntos en el asiento trasero, su mano me sostenía

fuertemente, su mirada enfocada en la distancia más allás del parabrisas. A veces

fruncía el ceño y cerraba los ojos como una persona en medio de una migraña; sus pies

se movían sin descanso contra el suelo, como si se estuviera empujándose hacia atrás,

o intentando abrirse paso a través. Él no quería estar aquí, estar contenido –todo a su

alrededor era ahora una cosa más entre él y la sangre que necesitaba. Yo sabía que era

mejor no intentar hacerlo hablar. Después de que él hubiera tomado algo de beber,

entonces él estaría bien. Tenía que estarlo.

Balthazar rompió el deprimente silencio encendiendo la radio, en un dial de jazz

clásico, el tipo de música que mis padres solían escuchar en casa. Mientras Bi llie

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Holiday canturreaba sobre cosas ridículas, me pregunté lo que mis padres dirían ahora

y si había algún consejo que pudieran darnos. Nos habíamos separado en malos

términos antes de que huyera con Lucas al principio del verano; en ese momento, los

echaba tanto de menos que dolía. ¿Qué pensarían de todo lo que había sucedido en el

útimo par de días?

Eché un vistazo a Lucas – la quietud fría y pálida de su carne, la forma en que la

muerte había iluminado sus ojos y destacado sus pómulos – y pensé desoladamente,

Bueno, ellos siempre quisieron que terminara con un buen chico vampiro.

El coche giró hacia la calle donde vivía Vic, un área de lujo con amplios jardines que

separaban las magníficas casas. Como cada casa tenía un garaje con capacidad para

cuatro coches, apenas vimos otros coches en la calle, pero había tres justo en frente de

la casa de Vic. No el típico modelo de Mercedes o Jaguars que circulaban por aquí –

estos eran camiones y camionetas golpeados. Algo de esto empezó a ser familiar.

Entonces me di cuenta de que cerca de media docena de personas estaban en la calle y

en la entrada de Vic. Cuando vislumbré una estaca en la mano de un hombre,

comprendí que algunos de ellos estaban armados.

―¿Es la tribu de Charity?‖ preguntó Balthazar. ―¿Todavía anda ella tras Lucas?‖

Me acordé de los e-mails que Lucas había mandado justo antes de mi muerte, cuando

estuvo tan desesperado que había pedido ayuda a todos los que pudo, incluso a gente

de la que teníamos razones para esperar que se volvieran en nuestra contra. Sus

mensajes habían sido contestados.

―No es Charity,‖ susurré. ―Es la Cruz Negra.‖

CAPÍTULO 2

Traducido por Pargulin

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Corregido por Sidonie

―LA CRUZ NEGRA,‖ REPITIÓ BALTASAR. SI YO NO HUBIERA estado allí

cuando la Cruz Negra capturó a Balthazar – y lo torturaron – habría pensado que

estaba muy tranquilo por el hecho de que una banda de cazadores de vampiros se

presentara. En su lugar, pude ver insinuaciones de miedo e ira reprimidos en su

mirada. Sus puños se apretaron alrededor del volante. ―Deberíamos salir de aquí.‖

―¡No podemos sólo dejar a Vic y Ranulf!‖ dije.

Entonces Lucas se inclinó hacia delante y susurró: ―¿Mamá?‖

La vi también: Kate, líder de las células de La Cruz Negra y la madre de Lucas. Su

cabello de oro miel, como el de su hijo, brillaba bajo la luz de las farolas; las sombras

acentuaban los firmes músculos de sus brazos y la estaca que llevaba en su cinturón.

Cuando la Cruz Negra se había enterado de mi verdadera naturaleza y nos expulsaron

de su célula, la habían mantenido alejada. Siempre creí que era a causa del amor feroz

de Kate por su hijo, que estaba a menudo oculto debajo de su disciplina y deber, pero

era innegable. ¿Era lo suficientemente fuerte como para sostenerlos ahora?

―Está bien,‖ le dije a Balthazar. ―Trajo a unos amigos y vino aquí para ayudar a Lucas,

no para cazar. ¿Ves?‖ Señalando, le mostré donde otro cazador de la Cruz Negra

estaba en la puerta de entrada, al parecer haciéndole a Vic un montón de preguntas,

mientras Vic hacía un mal trabajo para parecer casual.

―Estos ‗amigos‘ son algunos de los cazadores que me capturaron y te descubrieron,

Bianca,‖ dijo Balthazar. ―Puede ser que hayan venido aquí para ayudar, pero una vez

que nos vean, todas las apuestas están fuera.‖

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―Necesito hablar con ella,‖ dijo Lucas. ―Si ustedes se quieren ir, está bien.‖

No tenía miedo por mí, estos cazadores sabían muy poco sobre los espectros y no

podrían hacerme daño. Eso no significa que no estuviera asustada. ―¿Crees que Kate

puede protegerte de ellos? ¿Y a Balthazar?‖

―Se mantendrá a raya si se lo digo,‖ insistió Lucas.

―¿Y qué hay de ti?‖ dijo Balthazar. Sus manos sólo agarraron el volante más duro.

―¿Quién te mantendrá a raya?‖

Lucas lo miró. ―No voy a atacar a mi propia madre.‖

―Crees eso ahora. Espera hasta que llegues allí y huelas la sangre fresca. Serás capaz de

sentir su pulso, casi – como un imán, atrayéndote,‖ Balthazar sabía muy bien de lo que

estaba hablando, su primer acto después de haber sido convertido en un vampiro había

sido el asesinar a su propia hermana. Además, los cazadores habían empezado a

prestar atención a nuestro coche, acercándose. Balthazar continuó: ―Si vamos a irnos,

tiene que ser ahora.‖

―No vamos a irnos,‖ la mandíbula de Lucas estaba fija, su mirada firme. ―Puedo

manejarlo. Tengo que hacerlo. Y – vamos, es mi mamá.‖

Mientras se deslizaba fuera del asiento de atrás, Balthazar me miró por el espejo

retrovisor, como si de pronto fuera a tomar su lado en lugar del de Lucas y huir. Si

Lucas confiaba en sí mismo, entonces yo confiaría en Lucas. Simplemente salí detrás

de él. Balthazar podía salir del coche para apoyarnos o no, no me importaba.

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―¿Lucas?‖ dijo Kate. Ella corrió hacia él, una sonrisa iluminando su rostro por un

momento breve antes de que me viera. En la distancia, pude ver a los cazadores

caminar hacia nosotros alejándose de la casa y a Vic cayendo contra el marco de la

puerta en alivio.

―Mamá.‖ Lucas se quedó quieto, como si se congelara en el lugar. Sus rasgos se

tensaron, y me di cuenta de que estaba mirando a la garganta de ella. Lo que Balthazar

había dicho era verdad. Podía sentir su pulso – sentir su sangre.

Los ojos de Kate se estrecharon mientras se acercaba a nosotros y me vio. ―Pensé que

se suponía que estabas enferma,‖ dijo. La desconfianza y el desprecio estaban en cada

una de sus palabras. ―Tan enferma que no podías moverte.‖

―Lo estaba,‖ le dije. ―Pero – ya no.‖ No podía exactamente afirmar haber mejorado.

―No hay más razones para que Lucas se quede, entonces.‖ Kate le tendió la mano a su

hijo. ―Puedes volver. Está bien. Las personas que están en tu contra – no las

necesitamos. Todo lo que tienes que hacer es darte cuenta de que cometiste un error.‖

Lucas no tomó su mano. ―No me equivoqué.‖ Su voz era delgada, sus palabras

forzadas. Sus ojos brillaban intensamente en la luz tenue, y podía sentir las olas de

locura por matar pasar sobre él. Sin embargo, se mantuvo firme. ―Amo a Bianca. Hice

mi elección. Pero... Me alegro de que hayas venido.‖

Un movimiento en la distancia llamó mi atención. Mis ojos se ampliaron cuando

reconocí a dos de los cazadores en este grupo pequeño, de pie en el otro lado del

césped de Vic – una corpulenta y morena mujer de piel oscura con el pelo en gruesas

trenzas, y otra con la piel dorada y el pelo cortado locamente a contrapelo: Dana y

Raquel. Dana había sido la mejor amiga de Lucas desde que eran niños pequeños, y

cuando mi verdadera naturaleza había sido revelada, fue ella quién nos había ayudado

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a escapar. Raquel había sido mi mejor amiga y compañera junior de cuarto en la

Academia Medianoche, y la víctima de un terrible espectro persiguiéndola desde su

niñez. Ella había escapado con Lucas y conmigo, uniéndose a nosotros cuando nos

habíamos convertido en parte de la Cruz Negra.

Raquel había sido también la que me había entregado a la Cruz Negra cuando se dio

cuenta de que era hija de vampiros.

Ellas se amaban. ¿Había Raquel aceptado la manera de pensar de Dana y estaría de

nuestro lado ahora? ¿O Dana estaba del lado de Raquel en lugar del lado del viejo

amigo que la había abandonado?

Me alejé de ellas, centrándome por completo en Lucas. Kate estaba a sólo un par de

metros de distancia de él. A pesar de que radiaba desaprobación, me di cuenta de que

era sólo a mí a quien detestaba, para su hijo, tenía una sonrisa incierta. ―Lucas, piensa

en esto,‖ dijo. ―No somos sólo tú célula. Somos tu familia. Porque la familia no es sólo

por la sangre – es sobre lo que comparten, lo que creen.‖

Lucas hizo una mueca cuando ella dijo sangre, pero Kate no pareció darse cuenta.

Estaba demasiado enojada conmigo, y demasiado preocupada por él.

―Bianca no puede haberte dicho lo que era al principio,‖ dijo Kate. ―Ella te mintió.‖

Aunque Lucas y yo habíamos llegado más allá del hecho de que habíamos guardado

muchos secretos el uno del otro al principio, la memoria de nuestros viejos errores

picaba.

Kate continuó, ―¿Vas a olvidar tu deber, olvidar todo lo que has aprendido, y tirar toda

tu vida por la borda persiguiendo a una chica que te mintió? Creí que eras más

inteligente que eso.‖

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Había lanzado su vida por la borda, literalmente, muriendo en un intento de

vengarme. El recordatorio de lo que había perdido para estar a mi lado me escaldaba

de vergüenza. Lucas no se dio cuenta – se sacudía con la necesidad de contenerse. Su

necesidad de sangre se había vuelto tan abrumadora que me di cuenta de que él se

podría quebrar.

―Necesito hablar contigo.‖ La voz de Lucas sonó irregular con tensión. ―Por favor,

mamá, ¿Podemos los dos sólo... hablar por un rato? Tengo mucho que decirte. Un

montón de cosas a las que necesito darles sentido.‖

La preocupación hizo que Kate dejara de tratar de convertirlo, y empezara a escuchar.

―Lucas, ¿estás bien? Te ves pálido, y obviamente has estado en una pelea –‖

―Estoy –‖ Su garganta ahogó la palabra bien. ―Tenemos que hablar. Eso es todo.

Necesito que vengas directo a mí.‖ La miró a los ojos. ―Realmente necesito que hagas

eso.‖

La expresión de Kate se suavizó. La madre había ganado a lo largo del combate. ―Está

bien.‖

Dio otro paso hacia él y le tendió los brazos. Lucas se detuvo sólo un momento antes

de abrazarla con fuerza. Le vi hacer una mueca mientras tomaba el olor de su sangre –

pero no se quebró.

Lo hizo, pensé con alegría. Lucas puede controlar la sed de sangre.

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Entonces los brazos de Kate se tensaron, y sus ojos se agrandaron. Me di cuenta de

que, por primera vez, vio que la sangre manchando su camiseta – era la suya – y vio la

herida en su cuello. La herida obviamente causada por la mordedura de un vampiro.

Si me había dado cuenta de lo frío que Lucas se sentía al tacto, entonces su madre,

también podría.

Kate se apartó de él, dejando a Lucas tropezar de nuevo en la confusión. Su mano fue

a su estaca. ―¿Qué te hizo Bianca?‖

Lucas dio un paso hacia ella, sus ojos suplicantes. ―No fue Bianca. Mamá, sólo

escucha.‖

―Pídele a los demás que se vayan,‖ le dije. Tal vez Kate tenía una oportunidad de

aceptar a su hijo sin importar en lo que se había convertido, pero no quería correr

riesgos con el resto de los cazadores de la Cruz Negra. ―Deja que Lucas te explique.‖

―Fuiste asesinado.‖ La voz de Kate fue casi un sollozo. ―Eres un vampiro.‖

Hubo un murmullo de exclamaciones y maldiciones susurradas por los demás

cazadores. Dana escondió la cara contra el brazo de Raquel por un momento. Eché un

vistazo detrás de nosotros a Balthazar, que se quedó al volante con el motor del coche

al ralentí.

Lucas mantuvo los ojos fijos en su madre. ―Sí. Lo soy. No es como nos dijeron, mamá,

soy diferente, pero sigo siendo yo. Al menos, creo que sigo siendo yo. Esto es...

extraño y aterrador, y necesito saber si hay alguna forma de ser la persona que era

antes. Por favor, ayúdame a hacer eso.‖

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Kate se enderezó. Nunca se apartó de él, su mirada tan fría y dura como el hierro.

―Eres el caparazón de lo que mi hijo solía ser. Lo amaba mucho más de lo que un

monstruo como tú nunca podría llegar a entender –‖

―Mamá, no,‖ susurró Lucas.

Actuó como si no lo hubiera oído. ―Y puedes burlarte de mí con su voz y su rostro sólo

mientras te deje.‖ Aunque su voz temblaba, Kate sacó su estaca, su agarre seguro.

―Todo lo que puedo hacer por Lucas ahora es darle un entierro decente. Y eso significa

terminar contigo.‖

―¡Lucas!‖ Le agarré del brazo para tirar de él hacia el coche, pero se torció lejos de mí,

como si no pudiera creer que su madre pudiera hacerle esto. Luego, ella se lanzó hacia

delante tan rápido, que él tropezó mientras esquivaba el golpe.

La mayoría de los otros cazadores comenzaron a correr hacia nosotros. Ranulf salió

como un estallido de la puerta de Vic, hacha en mano, con valentía saltando a la

palestra a pesar de la probabilidad de ser estacado y decapitado. Nada de eso me

asustaba tanto como lo que estaba pasando con Lucas.

¡Wham! El puño de Kate le golpeó en la mandíbula, y su expresión se quedó en

blanco.

¡Wham! Lucas bloqueó uno de sus golpes, y entrecerró los ojos, dejando al descubierto

sus dientes de rabia.

¡Wham! Esta vez la golpeó. Sus colmillos extendidos. Supe entonces que la amenaza

lo había empujado sobre el borde. La locura de sangre se había apoderado de Lucas

ahora. Estaba peleando para matar.

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Tiré de la hebilla de mi pulsera de coral, la que Lucas me había dado para mi

cumpleaños – y mi atadura a la existencia corporal. Cuando cayó sobre césped de Vic,

me sentí volverme más ligera, insustancial.

Uno de los cazadores vino hacia mí, blandiendo una estaca. Simplemente me volví

vapor, de modo que su mano pasó a través de mí – una sensación extraña, algo así

como un calambre en el estómago. El cazador gritó, lo que habría sido divertido en

cualquier otro momento.

Flotando por encima de la refriega, traté de ver toda la escena. Ranulf solo – sin ayuda

contenía a los tres cazadores más cercanos a la casa de Vic. Vic había corrido agotado

al césped, no para pelear, pero al parecer para gritarle a Raquel, lo que al menos la

mantenía fuera de la batalla. Dana, también – había permanecido al lado de Raquel,

tal vez para defenderla, tal vez porque no podía atacar a su mejor amigo, aunque se

había convertido en un vampiro. Lucas y su madre estaban en el corazón de ella,

enzarzados en combate. El respondió cada golpe que aterrizó y la arañó a cada

oportunidad que tuvo, al mismo tiempo deshaciéndose de los otros dos cazadores de

trataban de llegar en su ayuda. Si él tuviera la ventaja, sabía que iba a matar a Kate. Y

si lo hacía, si bebía la sangre de su propia madre, no había manera de que Lucas fuera

capaz, alguna vez, de perdonarse a sí mismo.

Al principio parecía que Baltasar sólo iba a sentarse en el coche y mirar, lo que me

enfureció. Entonces el motor aceleró, y con el chirrido de goma quemada, Balthazar

condujo el coche directamente sobre el césped de Vic, haciendo que los cazadores se

dispersaran. No golpeó a nadie, pero no por falta de intentarlo.

Quería proteger a la gente que pudiera. Rápidamente tomé forma física en el suelo, al

lado de Raquel, Dana, y Vic. A pesar de que seguía siendo medio transparente, fueron

capaces de verme.

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―¿Qué demonios?‖ Dana gritó, lanzando sus brazos alrededor de Raquel como si fuera

a hacerle daño.

―Váyanse de aquí,‖ dije. ―Dana, toma a Raquel y traten de conseguir que los demás las

siguen. ¡Por favor!‖

―Hazlo.‖ Vic se cruzó de brazos. ―No sabes de qué clases de rudos mojos fantasmales

es capaz. Confía en mí, la he visto en acción. No quieres estar a su alrededor.‖

―¿Fantasmales?‖ dijo Raquel en voz baja. Su rostro se puso pálido. ―Bianca – ¿estás

muerta?‖

―Nos vamos.‖ Dana arrastró a Raquel hacia uno de los camiones. Los ojos de Raquel

encontraron los míos por un torturado momento antes de que se volviera para seguir.

―¿Um, Bianca?‖ Vic trató de darme golpecitos en el hombro, pero su mano pasó a

través de mí. ―Whoa. Bueno, algunos de esos rudos mojos fantasmales no serían una

mala idea en este momento.‖

Un par de cazadores corrían hacia nosotros, pero Balthazar los derribó, sosteniéndolos

a los dos hacia abajo con los brazos abiertos. Ranulf sostenía al suyo, pero no estaba

segura de cuánto tiempo más podría aguantar. Y dos cazadores ya estaban aturdidos

en el suelo cerca de Lucas, que continuaba luchando contra su madre en ciega rabia.

Si, tenía poderes fantasmales que eran útiles en combate, pero sólo los había probado

en vampiros. ¿Matarían a un humano? No estaba dispuesta a hacer eso, incluso si los

humanos en cuestión parecían muy dispuestos a matarme.

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―No necesitamos poderes,‖ le dije rápidamente. "Necesitamos a la policía.‖

―¿La policía?‖

―¡Vic, llama al 911! ¡Diles que hay una – un allanamiento de morada o un intento de

robo en progreso, o algo!‖ La Cruz Negra intentaba mantenerse al margen de la ley,

porque querían quedarse fuera de su radar. ―Cuando oigan las sirenas, se irán.‖

Vic se dirigió hacia la casa y a su teléfono celular. Corrí hacia Lucas, sin saber lo que

iba a hacer, pero desesperada por evitar que muriera o matara a su madre.

La salvaje mirada en los ojos de Lucas me dijo que estaba más allá de todo

razonamiento. Así que grité, ―¡Kate, no! ¡No quieres hacer esto!‖

―¡Déjame darle a mi hijo un poco de paz!‖ nunca se detuvo de dar vueltas alrededor de

su hijo, uno de sus ojos ya se estaba ennegrecimiento por los golpes. Lucas nunca le

hubiera hecho eso a ella, nunca, si algo de su espíritu estuviera en control.

Me deslicé entre ellos – no era como si ella pudiera hacerme algo, conmigo estando

muerta y todo eso. ―No puedes matarlo. Sabes que no quieres.‖

Su mirada paso a través de mí, concentrándose sólo en la figura nebulosa de su hijo

detrás de mi forma transparente. ―Puedo y lo haré.‖

Mi desesperación alcanzó su punto máximo. Miré a Kate, suplicando con cada parte

de mi alma que se detuviera y tratara de ver que su hijo todavía estaba con ella – para

que lo viera a través de mis ojos – hasta que se sintió casi como si mi desesperación se

hubiese convertido en una hoja que podía cortar a través de ella –.

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A continuación, esa marea de fuerza extraña se apoderó de mí, arrastrándome hacia

Kate en un abrir y cerrar de ojos. Antes de que me pudiera preguntar qué estaba

sucediendo, me sentí ser arrastrada hacia ella, absorbida por ella. Todo se oscureció

por un instante, y luego, cuando pude ver de nuevo, sabía que estaba mirando a través

de los ojos de Kate. Podía sentir su cuerpo a mí alrededor, como una armadura, pero

una con calor, respiración y latido de corazón.

La mano de Kate dejó caer la estaca a sus pies y tropezó hacia atrás. Lo único que

podía pensar era, Estoy poseyendo a alguien. He poseído a Kate. ¿Cómo lo hice? La

potencia de mi desesperación había actuado casi como un ariete, abriendo un portal en

su propio ser. ¿Todos los espectros podían hacer esto? No tenía ni idea. Todo lo que

importaba era mi habilidad para poner fin a esta lucha.

Lucas cargó hacia mí, y lo esquivé, pero con torpeza, porque controlar el cuerpo de

Kate era extraño y desconocido, algo así como mi primera lección de conducción.

Grité, ―¡Todo el mundo, nos vamos!‖ Hablar en la voz de Kate sonaba raro, pero seguí

dando órdenes. ―¡Nos vamos de aquí ahora mismo!‖

Entonces sentí una sensación aún más extraña – el espíritu de Kate, luchando contra

mí, tratando de empujarme hacia fuera. ¿Podría hacerlo? Decidí dejarla, si era posible.

Al instante, me sentí dispersa e invisible, flotando hacia arriba en una bruma de

ensueño. Mi ensueño se rompió cuando oí decir a Kate, con la voz temblando de

miedo, ―Tenemos que irnos.‖

Los cazadores corrieron a sus camionetas y furgonetas, respondiendo bien, a su

primera orden o a la última. Lucas saltó tras ella, pero Balthazar lo empujó a un lado y

lo llevó hacia el suelo, manteniéndolo boca abajo.

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A medida que sus luces traseras se desvanecían en el camino, Vic corrió de su casa, las

dos manos en su pelo rubio, como si estuviera tratando de mantener la cabeza de una

pieza. ―¿Qué, acabo de llamar a la policía para nada?‖

―En primer lugar debes estar contento de que la Cruz Negra se haya ido,‖ señaló

Ranulf, limpiándose la ropa y tranquilo como siempre.

―Bueno, la policía viene. Así que tal vez deberías sacar el coche fuera del césped.‖ Vic

miró a las profundas marcas de neumáticos en la hierba y gimió. ―Ni siquiera hay

palabras para la forma en la que voy a estar castigado. Van a tener que inventar

palabras. Nuevas palabras.‖

Me uní en medio de los chicos. ―Ranulf está en lo cierto, sin embargo. Esto podría

haber sido mucho peor.‖

Lucas se volvió hacia Vic. Sus ojos permanecían planos y ciegos, sus colmillos todavía

extendidos. Con horror me di cuenta de que Lucas aún no había bebido sangre y que la

rabia de matar que la lucha había iniciado todavía lo tenía en sus manos.

Se lanzó hacia Vic. Ranulf consiguió sacar a Vic fuera del camino, pero Lucas lo

arrancó con toda su fuerza, dispuesto a destrozar a Ranulf si eso lo acercaba al

humano, a la fuente de sangre fresca.

La mandíbula de Vic cayó. ―Oh, Dios mío,‖ dijo, de pie en el lugar en shock en vez de

correr por su vida. ―Esto no está sucediendo.‖

―¡Vic, corre!‖ dijo Balthazar, sacando a Lucas de encima de Ranulf. Vic dio un par de

pasos, finalmente aceptó lo que estaba pasando y corrió como loco hacia la puerta de

su casa. Lucas le dio un fuerte codazo a Balthazar, pero Balthazar fue capaz de, con

dificultad, mantenerlo bajo su control. Le dijo a Ranulf, ―Llévalo a la bodega.

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Mantenlo allí hasta que podamos conseguirle un poco de sangre. Después de que

mueva el coche, iré a ayudarte.‖

―¿Lucas?‖ supliqué. ―Lucas, ¿puedes oírme?‖

Fue como si yo no existiera. Lucas sólo quería sangre, y no le importaba si tenía que

matar a Vic para obtenerla.

Ranulf arrastró a Lucas hacia atrás, luchando con él todo el camino. Todo lo que pude

hacer fue abrir la puerta de la bodega para ellos. En la distancia, las sirenas sonaban,

cada vez más cerca.

―¡Déjame ir!‖ Lucas gritó, arañando a Ranulf brutalmente en la cara. Ranulf hizo una

mueca, pero lo sostuvo. ―¡Déjame ir!‖

―Tienes que calmarte,‖ dije. ―Por favor, Lucas, ponte en contacto contigo mismo.‖

―Él no puede –oírte–.‖ Ranulf alcanzó a decir mientras luchaba para poner a Lucas

hacia una esquina. ―Recuerdo la locura.‖

Lucas rugía, un sonido animal aterrador. Cada músculo de su cuerpo se flexionaba en

su desesperada necesidad de escapar, matar y beber sangre. Ranulf podía sujetarlo,

debido a su avanzada edad y poder, pero después de esa batalla, la fuerza Ranulf tuvo

que ser llevada hasta el límite. El ver a Lucas así, reducido a un loco caparazón de sí

mismo, aquí en el pequeño apartamento improvisado donde nos habíamos amado

tanto, casi me destruyó.

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Las sirenas se hicieron más fuertes. Lucas volvió a rugir y estrelló a Ranulf hacia atrás

contra la pared con tanta fuerza que las botellas de vino se sacudieron y Ranulf perdió

su agarre. Saltó hacia la puerta, y salí corriendo detrás de él – pero Balthazar apareció.

Gracias a Dios, pensé. Baltasar puede detenerlo, ¡sé que él puede!

Pero entonces grité con horror mientras Balthazar, blandiendo una estaca, la hizo

girar, duro, por lo que se hundió profundamente en el pecho de Lucas.

Capítulo 3

Traducido por Pau24

Corregido por Sidonie

LUCAS SE DESPLOMÓ SOBRE EL PISO, UNA ESTACA sobresaliendo de su

corazón.

Caí de rodillas a su lado. ―¡Balthazar, no! ¿Qué estás haciendo?‖ Justo cuando tomaba

la estaca para sacarla, Balthazar tiró de mí hasta ponerme de pie, lejos de Lucas. Me

hice vaporosa de nuevo, deslizándome fuera de sus brazos fácilmente. ―No puedes

detenerme de cuidarlo.‖

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―Piensa,‖ dijo Balthazar. ―Necesitamos que se mantenga quieto mientras la policía

está aquí, y asegurarnos que no vaya tras Vic. No se me ocurre ninguna otra manera

para lograr eso. ¿Tú puedes?‖

―Tiene que haber una manera mejor que estacarlo,‖ insistí.

―Está esencialmente ileso,‖ dijo Ranulf, recuperándose del impacto de los últimos

golpes de Lucas. ―La estaca a través del corazón sólo paraliza; no mata. Cuando le

saquen la estaca, Lucas volverá a como estaba, excepto por la cicatriz.‖

―Lo sé —pero—‖ La imagen de él tirado a mis pies, marchitado y muerto como había

estado hace sólo unas horas, era demasiado crudo para mí.‖

Balthazar se acercó. En la relativa oscuridad de la bodega de vinos, su vaga forma

parecía más imponente de lo habitual, lo que hacía el contraste con su tranquila voz

especialmente asombroso. ―Lucas me estacó una vez para salvarme. Estoy

devolviéndole el favor.‖

―Probablemente lo disfrutaste.‖ Me di vuelta lejos de él, pero ya me había dado cuenta

que no podíamos sacarle la estaca a Lucas todavía. Como estaba, era incontrolable.

―Hasta que no tengamos sangre fresca para que beba, dejarlo inconsciente es un acto

de bondad,‖ dijo Balthazar. Justo cuando me podría haber suavizado hacia él, tenía

que añadir, ―Cuando te calmes lo suficiente para actuar como un adulto, lo verás.‖

―Por favor no me fuercen a escuchar disputas románticas,‖ dijo Ranulf

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La petición de Ranulf era simple, pero era un incómodo recordatorio de todo lo que

había pasado entre Balthazar y yo —cuanto más había querido él, y lo que había sido

yo incapaz de dar. Aunque no pensaba que las acciones de Balthazar fueron

gobernadas por los celos, me preguntaba si le había dado cierta satisfacción estacar a

Lucas.

Balthazar había insistido en ir tras Charity el día después de mi muerte, y había traído

a Lucas, sabiendo que Lucas estaba demasiado desolado para luchar verdaderamente.

Lucas, casi suicida, se había lanzado sin estar preparado. La repercusión del error de

Balthazar estaría sobre Lucas para siempre. Eso pesaba más que todo lo que había

pasado antes entre nosotros, bueno y malo.

Esto es lo que consigues por juntarte con el tipo incorrecto de gente muerte, dijo una

voz sardónica.

Esa sería Maxie, la fantasma de la casa. Los otros no podían oírla. Ella había estado

conectada con Vic durante toda su infancia pero nunca se le había aparecido a él o a

ninguna otra criatura viva —excepto yo. Anticipando mi transformación en espectro,

había comenzado a aparecer desde que era estudiante de la Academia Medianoche:

ahora que había muerto, quería que abandonara el mundo mortal y la acompañara a

otro mundo más místico. La idea me aterrorizaba, y nunca había estado de peor

humor para hablar sobre eso.

Un silencio incómodo llenó la habitación. Un cuerpo muerto sobre el piso hacía casi

imposible una conversación casual. Balthazar estudió los estantes de vinos por unos

minutos, en lo que yo pensaba era sólo una distracción, hasta que sacó una botella.

―Malbec Argentino. Qué bien.‖

―¿Vas a sentarte aquí a tomar vino?‖ protesté.

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―Tenemos que sentarnos aquí y hacer algo.‖ Balthazar buscó un sacacorchos a su

alrededor, no encontró ninguno, y entonces simplemente golpeó el cuello de la botella

contra un diminuto fregadero. Gotas rojas cayeron sobre el piso. ―No es una botella

particularmente cara. Podemos reemplazarla.‖

―Ese no es el problema,‖ dije.

―¿Cuál es el problema, Bianca?‖ Él, también, se sentía frustrado. ―¿Estás perdiendo los

estribos porque me veo menor de edad? Mi rostro puede ser de diecinueve, pero soy

legal hace más de cuatrocientos años más o menos.‖

Sabía que eso no era a lo que me refería. Antes de que pudiera responderle, Ranulf

gruñó. ―Aún siguen peleando.‖

―Está bien,‖ dije. ―Está bien. Tregua.‖ Estaba demasiado cansada para hacer esto.

Aunque Balthazar se veía como si fuera a continuar, finalmente lo dejó. Sacó mi

brazalete de su bolsillo. ―Recogí esto en el patio,‖ dijo.

―Gracias,‖ dije categóricamente. Pero me apresuré a abrocharlo alrededor de mi

muñeca. Desde mi muerte hace algunos días, había aprendido que sólo un puñado de

cosas a las que me había vinculado fuertemente en vida tenían la habilidad de darme el

poder para ser completamente corpórea nuevamente—este brazalete de coral y un

prendedor azabache en el bolsillo de Lucas. Los dos estaban hechos con materiales que

una vez habían estado vivos; era algo que teníamos en común. Como el brazalete

aumentaba mi poder, sentí que la gravedad se asentaba a mí alrededor y no tenía que

trabajar más en retener una forma regular.

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Balthazar suspiró pesadamente, tomó dos copas del estante detrás del fregadero, y se

sirvió a sí mismo y a Ranulf. Después de un momento, dijo, ―¿Todavía puedes beber

vino? ¿Beber cualquier cosa?‖

―No lo sé,‖ dije. ―No parezco necesitar comida o agua.‖ El sólo pensamiento de

masticar era algo asqueroso para mí ahora, me di cuenta—una diferencia más entre yo

y el mundo vivo.

Hay cosas mejores que comer y beber, dijo Maxie. Su presencia podía sentirse cada

vez más, una especie de espacio frío justo a mi lado, pero Balthazar y Ranulf

permanecieron en la ignorancia. ¿No tienes curiosidad de cuáles son?

La ignoré. Tenía ojos sólo para Lucas, tan pálido y roto sobre el piso. Un delgado

círculo de sangre rodeaba la estaca, no más: evidencia de que su corazón había dejado

de latir para siempre. Las fuertes facciones que siempre me habían cautivado—su firme

mandíbula, sus altas mejillas—estaban más esculpidas ahora, su hermosura tan

irresistible como no natural.

El departamento improvisado en la bodega de vino había sido donde habíamos vivido

las últimas semanas de nuestras vidas, virtualmente el único tiempo que habíamos

tenido para estar juntos sin reglas que nos separaran. Habíamos tratado de hacer

espagueti sobre el hornillo, vimos películas viejas en el DVD, y dormíamos juntos en la

cama. Algunas veces nuestra situación parecía desesperada, pero me daba cuenta

ahora que era la mayor alegría que habíamos compartido nunca. Tal vez la mayor que

compartiríamos nunca.

Estamos juntos, me recordé a mí misma. Tienes que creer que mientras eso sea verdad,

podemos lograrlo. Esa creencia nunca había sido más importante, pero nunca se había

sentido tan frágil.

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Escuché puertas de auto golpeándose; Vic aparentemente consiguió librarse de la

policía. Ranulf y Balthazar levantaron sus copas el uno al otro, o a Vic. En segundos,

golpearon la puerta, y Balthazar la abrió para dejar entrar a Vic.

―Esos tipos no querían creer mi historia de allanamiento de morada,‖ dijo. Vic

permaneció en el trabapuertas en vez de entrar. ―Aparentemente mis vecinos los

llamaron antes que yo, dijeron que había una fiesta salvaje, aunque cómo parecía eso

una fiesta, no lo sé. Me hicieron usar un alcoholímetro—oh, hombre.‖ Vic vio a Lucas

sobre el piso. ―¿Qué hicieron chicos?‖

―El estacarlo no lo lastimará,‖ explicó Ranulf. ―Cuando se saqué, Lucas revivirá.

¿Quieres vino?‖

Vic sacudió su cabeza. Simplemente se quedó parado ahí en su camiseta y jeans,

incómodo y miserable, mirando fijamente a Lucas. ―Él no…no puede…‖

―No te atacará,‖ dijo Balthazar. ―Por el momento, Lucas no se puede mover. Y no le

quitaremos la estaca hasta que podamos alimentarlo.‖

Vic metió sus manos en sus bolsillos, y aunque tenía que saber que Balthazar estaba

diciendo la verdad, no se atrevió a acercarse más.

Me di cuenta que, sin importar lo terrible que fuera esto para mí, tenía que ser cien

veces peor para Vic. Era el único humano en la habitación, y a pesar de crecer en una

casa embrujada y asistir a la Academia Medianoche, la experiencia de Vic con lo

supernatural era bastante limitada—o lo había sido, antes de esta noche, cuando uno

de sus mejores amigos había tratado de matarlo.

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Maxie levantó una ceja, su insolente sentido del humor regresando. ―Ya te dije.

¿Vampiros y espectros? No es una buena mezcla. Una mezcla, realmente, realmente

mala. Somos veneno para ellos, y ellos no son nuestros amigos.‖

―Amo a Lucas. Nuestras muertes no cambian eso.‖

―La muerte lo cambia todo. ¿No has aprendido eso ya?‖

―No cambió que me des discursos sin parar,‖ le dije bruscamente.

Maxie agachó su cabeza, su cabello rubio oscuro cayendo alrededor de su rostro. Si

tuviera flujo sanguíneo, pensé, se habría ruborizado. ―Lo siento. Has tenido unos días

difíciles. No quise —sólo quiero decirte cómo son las cosas.‖

Unos días difíciles. Morí, descubrí que soy un fantasma, vi a Lucas ser cortado y

convertido en vampiro, y rechacé un ataque de la Cruz Negra. Sí, eso contaba como

unos días difíciles.

―Solías jugar con Vic en este cuarto, cuando era un niño pequeño.‖ Miré el lugar que

él me había mostrado, donde solía sentarse y leerle sus libros de cuentos a ella. ―No te

separaste del mundo cuando moriste.‖

―Pero lo hice. La mayor parte del siglo, simplemente…estuve atascada entre aquí y

allá, y no sabía que sucedía. Algunas veces aparecía en los sueños de alguien y los

transformaba en pesadillas, sólo para probar que podía afectar el mundo a mi

alrededor.‖

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Había escuchado de espectros que hacían cosas peores, tal vez por razones similares.

Maxie se sentó en el alfeizar, su largo camisón blanco parecía brillar mientras la luz de

la luna se filtraba a través de las infladas mangas. ―Como probablemente te puedes

imaginar, la gente generalmente no se quedaba mucho tiempo es esta casa. Era como

un juego para mí, ver que tan rápido podía asustarlos hasta que se fueran. Pero

entonces llegaron los Woodsons, y Vic era tan pequeño, sólo un par de años. Cuando

me mostré a él, no se asustó. Esa fue la primera vez en mucho tiempo que recordé lo

que era —era ser aceptado. Preocuparse por alguien.‖

―Así que entiendes,‖ dije. ―Ves porque no puedo renunciar al mundo.‖

―Vic es humano. Está vivo. Me sujeta a la vida y me deja experimentarla a través de él,

sólo un poco. Lucas no puede hacer eso por ti, ya no más.‖

―Lo hace. Puede. Lo sé.‖ Pero no sabía tal cosa. Había tanto sobre ser un espectro que

no entendía todavía.

―Necesitas hablar con Christopher,‖ dijo esperanzadoramente. ―Te hará entender.‖

Recordaba a Christopher. Se me había aparecido, una misteriosa figura premonitoria,

en Medianoche; me había atacado intentando matarme, para garantizar mi

transformación a espectro. Aun así cuando se nos había aparecido a Lucas y a mí este

verano, nos había rescatado de Charity.

¿Era benévolo o malvado? ¿Acaso las acciones de los espectros se ajustaban a algún

tipo de moralidad que yo conociera? La única cosa que sabía con certeza era que

Christopher tenía poder e influencia entre los espectros. Ahora que me había

convertido en uno, nuestros caminos se cruzarían de nuevo con certeza.

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Pensar eso me puso nerviosa. Conseguí preguntar, ―Es una clase de…espectro a cargo,

¿verdad?‖

―Nadie está ‗a cargo.‘ Pero bastantes de nosotros escuchamos a Christopher. Tiene un

montón de poder, un montón de sabiduría.‖

―¿Cómo se hizo tan poderoso? ¿Es porque es especialmente viejo?‖ Así era como

funcionaba con los vampiros. ―¿O es, bueno, como yo?‖ Ya me había dado cuenta que

mi estado —como niña nacida de dos vampiros y por lo tanto capaz de morir

naturalmente y convertirme en fantasma— me daba habilidades que la mayoría de los

fantasmas nunca tendrían.

―Ninguno,‖ dijo Maxie. ―No nació para ser un espectro, como tú. Christopher

aprendió todo por su cuenta. Tiene esta increíble fuerza interna. Te va a gustar,

Bianca. ¿Por qué no vienes conmigo ahora?‖

No podía hacerlo. Christopher podría tener una increíble fuerza que había usado para

salvarme —pero también me había atacado. El mundo de los espectros continuaba

siendo extraño y aterrador; no tenía idea como mis poderes se relacionaban con las

frías criaturas impulsadas por la venganza que me había encontrado en la Academia

Medianoche. Tal vez era loco tener miedo todavía de los fantasmas después de que me

había transformado en uno yo misma, pero el pensamiento de unirme a ellos para

siempre me asustaba profundamente. Más que eso: ir a ese mundo se sentía como

rendirme a la vida.

―No puedo,‖ susurré. Maxie bajó su rostro, pero no discutió.

Me alejé de la habitación, lejos de ella, y desaparecí nuevamente en la neblina azulada

que era la manera de mi mente de encontrarle sentido a la nada pura. Lucas llenaba

mis pensamientos, y me insté a volver a su lado.

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Cuando reaparecí en la bodega de vino, inmediatamente tuve la sensación de que

había pasado más tiempo para Balthazar que para mí; había terminado su copa de vino

y estaba al otro lado de la habitación, acostado en nuestra cama.

Lucas yacía exactamente como había caído. La vista de él como un cadáver me golpeó

de nuevo, y me tomó toda mi fuerza no desaparecer de nuevo para no tener que

soportar la pérdida por un momento. Se merecía más que eso. Sin importar lo difícil

que era soportarlo, permanecería a su lado.

Balthazar se dio cuenta que estaba ahí con un sobresalto, pero no dijo nada.

No quería discutir más con él; estaba demasiado triste para eso, demasiado cansada.

En vez, pregunté, ―¿Hay algo que pueda hacer por él?‖

―No.‖ Balthazar se sentó. Su cabello ondulado estaba desordenado, y me di cuenta que

había estado durmiendo. Sin duda estaba exhausto; no habían sido unos días

maravillosos para él tampoco. ―La necesidad de matar —es poderosa, Bianca. Puede

ser insoportable. Los vampiros. Has conocido a la mayoría de los cuales han

dominado ese impulso, pero son una minoría.‖

―Quieres decir, la mayoría de ellos termina como—como Charity.‖

Cerró sus ojos brevemente ante la mención del nombre de su hermana menor. ―No.

Charity y su clase son casos especiales. Individuos con fuerza para seguir, pero que

han perdido contacto con lo que significa ser humano. Son los más peligrosos. Y,

afortunadamente, los más extraños.‖

―¿Entonces qué sucede con los otros?‖

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Balthazar frotó su sien. Si los vampiros pudieran tener dolores de cabeza, creo que él

tendría uno. ―Se auto-destruyen,‖ dijo tranquilamente. ―Son capturados por la Cruz

Negra, o por humanos que han visto suficientes películas de terror para hacerse una

idea. O se matan. Prenden fuego y caminan a él. Prefieren arder que soportar más las

ganas de matar.‖

Quería decir que no había manera que Lucas hiciera eso, pero no podía. No, la Cruz

negra no lo atraparía fácilmente. Pero odiando su naturaleza vampírica como lo hacia

él, añadiendo el hecho que había tratado de matar a su madre y a uno de sus mejores

amigos —era completamente posible que Lucas pudiera terminar su existencia. Lo

vería como lo correcto, la única manera de mantener seguras a las personas.

―El hambre es más fuerte para algunos de nosotros que para otros,‖ continuó

Balthazar. ―Tanto como ansío sangre a veces…no es nada comparado a lo que otros

vampiros soportan. Los que se auto-destruyen siempre son los que tienen más hambre.

Los vuelve locos, transforma su mente por completo.‖

Nos miramos a los ojos, como si me estuviera preguntando si tenía que continuar.

Pero sabía que necesitaba que dijera lo que venía.

Balthazar, entendiendo, dijo, ―Parece que Lucas es uno de los hambrientos.‖

―¿No hay nada que podamos hacer por él?‖ dije. ―¿Alguna manera de hacer esto más

fácil?‖

Lentamente Balthazar se paró de la cama y caminó hacia mí, su expresión incierta.

―No creo que podamos hacerlo más fácil, exactamente, pero hay un lugar donde

podemos mantenerlo alejado de la mayoría de los humanos, y la Cruz Negra, también.

Donde Lucas podría ser capaz de aprender cómo manejar en lo que se ha convertido.‖

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Me animé hasta que me di cuenta lo que quería decir Balthazar. ¿Lo hice?

Seguramente no podía estar pensando eso. ―¿Dónde?‖

Balthazar confirmó mi peor sospecha al decir, ―Tenemos que llevarlo de vuelta a

Medianoche.‖

CAPÍTULO 4

Traducido por J. T@vo

Corregido por Sidonie

―¿LLEVAR A LUCAS A LA ACADEMIA MEDIANOCHE?‖ Repetí. ―¿Te has

vuelto loco? Balthazar, ¡piensa en ello! Lucas fue de la Cruz Negra. Espiaba a

Medianoche para ellos. La señora Bethany lo odia - todo el mundo le odia. Le van a

matar en cuanto lo vean.‖

―No lo harán. No pueden‖, insistió Balthazar. ―Cualquier vampiro puede llegar a

Medianoche en cualquier momento y pedir refugio. No importa quién es o lo que han

hecho, la señora Bethany tiene que aceptarlo"

―Pero esa es la regla de la señora Bethany, ¿no? Ella puede romperla en cualquier

momento que quiera.‖

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La boca de Balthazar se torció, lo más cerca que pudo llegar a una sonrisa en un día

tan oscuro como éste. ―La Sra. Bethany no rompe las normas. Deberías saber eso.

Recuerda, dejó que Charity se quedara‖

Es cierto, y la señora Bethany y Chatiry se odiaban con fervor. No estaba convencida,

sin embargo. Lucas había sido un cazador de vampiros, sin duda que eso era peor que

cualquier tipo de vampiro, no importa cuán peligroso.

Algunas de mis reticencias eran más egoístas. Volver a la Academia Medianoche

significaría volver a mis padres. Por un lado, quería volver a verlos tanto que dolía, por

el otro, sabía que siempre habían temido y rechazado a los espectros. Si a mí me

rechazaban -como Kate había hecho con Lucas- no creo que pudiera soportarlo.

Oí pasos en los escalones de hormigón de fuera y me dirigí a la puerta para dejar entrar

a Vic y Ranulf, que tenía un gran saco repleto de lo que se sospechaba eran pintas de

sangre de vaca. Vic vino en esa ocasión, pero él no se movió más de un par pasos más

allá de la puerta. Cuando me atrapó observando, Vic entregó la bolsa, a continuación,

sacó una botella de Mountain Dew. ―Me imagino que probablemente deba estar en el

patio trasero por un rato,‖ dijo, sus ojos se centraron nerviosamente en el suelo donde

Lucas yacía. ―Hasta que ustedes chicos calmen a Lucas un poco.‖

―Buena idea.‖ Tomé la bolsa de la compra hacia la mesa plegable. ―Gracias de nuevo,

Vic.‖

―Sólo dame un día más o menos, antes de ser atacado de nuevo. Eso es suficiente

agradecimiento.‖

Balthazar y Ranulf tomaron una pinta de la bolsa, cada uno en un recipiente de

plástico pequeño, como el tipo que utilizan para servir la sopa al ir a una tienda de

delicatessen.

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Ambos la abrieron y comenzaron a beber, mientras que Lucas todavía estaba en el

suelo. Al principio pensé que estaban siendo egoístas, pero pronto me di cuenta de lo

que estaban haciendo: recuperaban su fuerza. Si Lucas se despertara tan salvaje como

lo había sido cuando Baltasar lo contuvo, ellos lo necesitaban.

Tomé un par de pintas y las puse en el microondas. La sangre siempre sabía mejor a la

temperatura del cuerpo humano. Cuando estaban listas, eché un vistazo hacia mis

amigos. Ranulf estaba terminando, golpeteando el contenedor para conseguir las

últimas gotas; los labios de Balthazar estaban teñidos de color rojo oscuro. Beber

sangre había sido tan delicioso. Me di cuenta de que lo echaba de menos, tal vez más

que cualquier otra cosa de estar vivo.

Los chicos se prepararon. Me arrodillé al lado de Lucas, poniendo al alcance las

pintas. Poco a poco envolví la mano en todo el mango de la estaca que sobresalía.

Esquirlas se clavaron en mi mano, y me imaginé el dolor que Lucas debe haber sentido

en los segundos antes de perder el conocimiento.

―A la cuenta de tres,‖ le dije. ―Una .. . dos–‖

Tiré fuera la estaca. Hizo un sonido húmedo, repugnante. Lucas se retorcía en el suelo,

y sus ojos se abrieron. Él inhalo, deliberadamente olfateando el aire. Yo sabía que él

había captado el olor de la sangre.

―Bebe,‖ le susurré. ―Bebe.‖

La mano de Lucas disparó a atrapar uno de los contenedores. En un instante estaba

tragando la sangre, los grandes tragos hicieron que su manzana da Adán se meciera en

el cuello extendido. En cuestión de segundos vació el primer contenedor, lo dejó caer

sobre el piso y se abalanzó sobre el segundo. Que bebió aún más rápido. Yo lo

observaba, fascinada.

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Cuando había terminado con ese, Lucas miró a su alrededor salvajemente y Ranulf le

lanzó otro contenedor de la bolsa. A pesar de que no había calentado ese, se lo bebió

con la misma rapidez. Cuando cayó haciendo un ruido sonoro en el piso, él no fue tras

otro -pero se pasó la lengua alrededor de su boca, a la captura de las gotas perdidas,

luego levantó su dedos manchados de sangre hacia su boca para chupar cada gota

restante de ella.

―¿Está mejor?‖ Le pregunté.

―Bianca‖ Lucas se volvió hacia mí, su cuerpo estaba tenso, pero su expresión no

parecía más la de un animal - era él mismo. ―Eso no era una alucinación. Estás

realmente aquí.‖

―Realmente aquí. ¿Cómo te sientes?‖

En lugar de contestar. Lucas me atrajo toscamente hacia sus brazos. El abrazo fue muy

duro, pero la emoción era humana, y por eso estaba agradecida. Sus manos peinaron a

través de mi pelo, que se debió sentir más o menos real para él. Yo estaba muy

presente en ese momento.

Repetí, ―¿Cómo te sientes?‖

―Mejor.‖ Sus palabras llegaron vacilantes. ―Antes, todo lo que podía pensar era - no,

yo no podía pensar. Yo sólo era esa… cosa hambrienta.‖

―Estás bien ahora.‖

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―Siempre que estés conmigo.‖ Su voz era firme, y me di cuenta de que seguía turbado.

El hambre de sangre no era su único problema. Él se alejó de mí, tomando bien mi

mano, para observar en dirección de Balthazar y Ranulf. ―Yo no soñé con ustedes

tampoco.‖

―Bienvenido a la muerte,‖ dijo Ranulf alegremente. ―No es tan malo una vez que

coges lo que se llama el ‗tranquillo‘.‖

―Gracias, amigo.‖ Lucas se limitó a asentir a Balthazar, al parecer, se acordó de la

conversación que habían tenido. Pero a continuación, se quedó paralizado, y con el

rostro retorcido como si estuviera a punto de vomitar. Me pregunté si él había bebido

la sangre demasiado rápido hasta que susurró: ―Mamá. Vic. Fui tras - yo quería-‖

―Todo el mundo está bien. No le hiciste daño a nadie.‖ Cerré mis dedos alrededor de

los suyos.

―Podría haberlo hecho. Yo quería.‖ Había algo en los ojos de Lucas que me hizo

preguntarme si, en lugar de decir 'quería', casi dijo 'quiero'. ―Mamá nunca va a hablar

conmigo otra vez.‖

Balthazar se cruzó de brazos. ―¿Estás seguro que quieres hablar con ella de nuevo,

después de la forma en que te dio la espalda?‖

―Eso no funciona así,‖ le dije. Tan amargamente como mis padres y yo nos

separamos, yo quería volver a verlos todos y cada uno de los días. Cuando mi mirada

se cruzó con Lucas, pude ver que él sentía lo mismo. Comprendió la repulsión de Kate

y la desconfianza de su nueva naturaleza, que compartían.

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Ranulf dio un paso adelante, útil como siempre. ―Vic no te tiene mala voluntad. Él

está fuera bebiendo Mountain Dew y se alegra de verte a ti mismo de nuevo.‖

Lucas negó con la cabeza. ―Él no puede querer estar conmigo después de que fui a por

su garganta.‖

―Creo que está algo... abrumado por los acontecimientos del día, pero él no te

abandonará,‖ dijo Ranulf.

―Ninguno de nosotros lo hará.‖ Quería abrazarlo otra vez, pero Lucas se mantuvo

distante, enfocado hacia su interior. Cuando miré a Balthazar, sacudió un poco la

cabeza, una advertencia para que no le presionara. El control que Lucas había ganado

era temporal, y todos lo sabíamos.

―Chicos ¿Pueden darnos unos minutos?‖ Dijo Lucas, recorriendo una mano por su

pelo dorado oscuro, que estaba aún más revuelto que el de Balthazar.

―Me alegro de verlos y todo, pero Bianca y yo tenemos que hablar.‖

―Claro.‖ Balthazar dio un codazo a Ranulf. ―Ven, vamos a ayudar a Vic con la

reparación del hogar.‖

Después de que la puerta se cerró detrás de ellos, Lucas y yo nos miramos el uno al

otro, y la tristeza de ello me golpeó tan fuerte que casi me dolía. Me encontré

recordando la vez hace unos años, cuando me enteré que era de la Cruz Negra. Una

vez que había escapado de Medianoche, nos habíamos encarado el uno al otro a través

de un panel de vidrio de color, sin creer que hubiera ninguna manera de que

pudiéramos estar juntos de nuevo. Me lo podía imaginar tan perfectamente, cada

sombra del vidrio, como si aún colgara entre nosotros.

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―¿Cómo fue para ti?‖ Le pregunté. ―¿Estar muerto?‖

―No recuerdo nada al respecto.‖ Lucas inclinó la cabeza hacia atrás contra la pata de

la mesa plegable, cediendo ante el cansancio que seguía de levantarse de la tumba.

Nosotros permanecimos en el suelo, incapaces de reunir la voluntad de movernos.

―Justo ahora, cuando Balthazar me estacó - que suena tan raro de decir - lo que sea.

Bien, después de eso, soñé. Creí ver a Charity persiguiéndonos.‖ El medio se rió, un

sonido amargo, y miró hacia el techo. ―Lo último que necesitaba era a ella en mis

pesadillas.‖

Me estremecí. Charity parecía inocente, con su rostro juvenil y aspecto desaliñado: era

todo lo contrario. Pensé que tendría pesadillas con ella para siempre, también, si

todavía podía soñar. Yo no estaba segura de eso todavía.

―¿Cómo fue para ti?‖ preguntó, centrándose en mí otra vez. ―¿Te convertiste en un

fantasma de inmediato, o hubo algún tiempo en medio? Sería agradable pensar que

tuviste un vistazo del cielo.‖

―Ningún vistazo previo.‖ Crucé los brazos encima de mis rodillas y apoyé la barbilla

allí. ―Creo que me convertí en un fantasma casi al instante, pero me tomó un rato para

darme cuenta de lo que había sucedido. Al principio yo entraba y salía.‖

―¿Crees que hay un más allá para vampiros? ¿Es que ellos - todos nosotros no vamos al

infierno, si hay un infierno?‖

―¡No digas eso!‖

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―El agua bendita me quema. Nunca seré capaz de poner los pies en tierra consagrada

de nuevo,‖ dijo Lucas. ―Dios puso bastante claro cuál es su opinión, ¿no te parece?‖

Acuné su rostro con las manos. ―Sé que odias esto, pero hay maneras de seguir

adelante, para disfrutar de los próximos años. Piensa en esto: somos inmortales ahora.

Nos perdimos el uno al otro una vez, pero al menos no tendrá que volver a pasar.‖

Lucas se apartó, rompiendo el contacto entre nosotros. Poco a poco él mismo se puso

en pie. Caminó unos pasos más en nuestro apartamento improvisado en la bodega,

estudiándolo como si lo estuviera viendo por primera vez: la placa caliente, el colchón

de aire en un bastidor de la cama, los cajones de cartón que contenía nuestras cosas.

Hubo veces en las últimas semanas cuando yo pensaba que este era el lugar más

perfecto y romántico en la tierra. Ahora parecía vieja y pequeña, su belleza sólo era

nuestra última ilusión compartida.

Él dijo: ―Bianca, no sé si yo pueda hacer esto.‖

―Tú puedes.‖

―Dices eso porque quieres creerlo. No porque lo hagas.‖

―Estás rindiéndote sin siquiera intentarlo.‖

Lucas se volvió hacia mí, sus ojos angustiados. ―Yo voy a intentarlo. Jesús, Bianca,

¿crees que no lo intentaría por ti? Tanto como odio esto - esta hambre dentro de mí,

este frío, la asquerosa sensación de estar muerto - si eso significa estar contigo, lo voy a

intentar.‖

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―Lo lograrás. Aprenderás a manejar el hambre. Te lo prometo.‖

―¿Cómo se supone que eso suceda?‖ Él hizo un gesto a los contenedores vacíos de

sangre en el suelo. ―Eso es, qué, ¿tres pintas de sangre? Todo lo que puedo hacer bien

en este segundo es no atacar esa bolsa y beber el resto de inmediato. Incluso cuando

pienso acerca de Vic allá afuera - ya no se trata de Vic, se trata del hecho de que está

vivo y tiene la sangre que podía beber. En unos minutos más –‖

―Tenemos más sangre. Bebe todo lo que necesites. Podemos conseguir más.‖ Pero eso

era una solución puramente temporal, y ambos lo sabíamos.

Él necesitaba esperanza, y sólo una sugerencia nos daba alguna esperanza. Dejé a un

lado mis objeciones y temores acerca de mis padres; el plan de Balthazar era lo mejor

que teníamos.

―Las clases comienzan en dos semanas,‖ le dije. ―En Medianoche. Vas a volver allí.‖

Lucas me miró por un segundo y luego golpeó la cabeza contra uno de los bastidores

de vino e hizo que se sacudieran las botellas.

―Genial. Ya estoy imaginando cosas. A mitad de camino a la locura.‖

―No estás escuchando cosas. Volverás a inscribirte en la Academia Medianoche como

un estudiante, un estudiante vampiro en esta ocasión, y van a cuidar de ti.‖

―¿Cuidar de mí? Bianca, la última vez que estuve allí, fui con los tipos que quemaron el

lugar.‖

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Me acordé de lo que Balthazar había dicho y me aferré a ello. ―Eres un vampiro ahora.

Si pides santuario, la señora Bethany tiene que dártelo. Puede que no sea amigable,

exactamente, pero te darán un lugar para quedarte, y un montón de sangre para beber,

y consejos sobre cómo lidiar con el hambre. Durante semanas o meses,

independientemente del tiempo que se necesite.‖

―O años,‖ dijo Lucas. ―Balthazar ha seguido volviendo durante años.‖

Balthazar había asistido a la Academia Medianoche, por razones diferentes, las más

centradas en la verdadera misión de la escuela: ayudar a los jóvenes-vampiros que

buscan pasar por humano, manteniéndolos actualizados a la última con el mundo

moderno. No era acerca del punto por el que iba Lucas, sin embargo. Lo último que

necesitaba oír era lo bien que todos los demás vampiros pueden manejarlo.

Lucas añadió: ―Además, no importa lo mucho que me odien. Nosotros no iremos a la

Academia Medianoche, porque es peligroso para ti.‖

―¿Para mí?‖ apenas había tenido un momento para considerar esto, pero Lucas tenía

razón. Nosotros sabíamos por los sucesos del último año en la escuela que la señora

Bethany ya no era simplemente la directora en Medianoche, ella también estaba

usando la escuela como un medio para encontrar -y tal vez capturar- fantasmas como

yo. El porqué lo estaba haciendo eso sigue siendo un misterio, pero no había duda de

que ella detestaba los espectros. Cualquier cosa que estuviera persiguiendo no podía

ser buena para nosotros.

Al ver la comprensión surgir en mi rostro, Lucas asintió con la cabeza. Su expresión se

había vuelto verdaderamente sombría. ―Yo ya he estropeado las cosas a tal punto que

moriste,‖ dijo. ―De ninguna manera voy a volver al único lugar donde esa situación

podría ser incluso peor.‖

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¿Qué más podemos hacer, sin embargo? Me obligué a ser valiente. ―Lo

solucionaremos.‖

―No me pidas ir sin ti. Yo no podría soportarlo.‖ Se limitó a decir Lucas, como era

obvio; si era separado de mí, la delgada cuerda de voluntad que lo mantenía hacia

delante se rompería.

―Vas a ir a la Academia Medianoche, y me voy contigo.‖

―Bianca, no. Es demasiado peligroso.‖

―Lucas, sí.‖ Él siempre quería protegerme contra todo riesgo, pero ya era hora de un

test de realidad. ―¿Es más peligroso que yo sea un vampiro en una celda de la Cruz

Negra? Me las arreglé allí, y voy a hacerlo a través de esto. Además, hay fantasmas que

consiguieron estar en Medianoche sin ser destruidos por la señora Bethany. Maxie es

una de ellas. Se puede lograr. Por lo menos sé cómo ser cuidadosa.‖

Lucas no parecía convencido. ―Nosotros podíamos hacer otra cosa. Encerrarme en

algún lugar hasta que –‖

―¿Hasta que dejes de querer sangre?‖ Mantuve mi voz baja, para suavizar el impacto

de mis siguientes palabras. ―Eso no va a suceder. Y yo no te voy a convertir en un

prisionero en algún sótano en algún lugar. Te lo digo, podemos hacer esto. Nosotros

podemos porque tenemos que hacerlo.‖

―No me gusta.‖

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―A mí tampoco, pero voy a estar bien. Vas a tener una estructura allí, un suministro de

sangre, otros vampiros que pueden ayudar a enseñarte cómo manejar esto. Ranulf y

Baltasar irán contigo,‖ le prometí. ―Y Vic volverá allí, también, ¿recuerdas?‖

Sus ojos de color verde oscuro se ampliaron, y yo sabía que Vic no era una fuente de

confort para él, no era un amigo. Era una presa.

A toda prisa, añadí, ―Vas a poder estar cerca de Vic, mientras que otros estén ahí para

ayudarle. Al final va a parecer fácil.‖

Lucas se quedó mirando el suelo, y me odiaba por ser tan locuaz, tan casual. Tal vez él

aprendería a soportarlo, pero nunca sería fácil. Tampoco nos ayudaba que yo

pretendiera que lo sería.

Me acordé de lo que Balthazar había dicho, acerca de los vampiros entrando en un

incendio en lugar de seguir adelante. Lucas sabía más que muchos la forma de destruir

el cuerpo de un vampiro.

―Está bien. No será fácil,‖ le dije. ―Esto nunca lo ha sido. Y eso nunca nos mantuvo

separados.‖

Extendió sus brazos, y corrí hacia ellos. Ya su abrazo se había enfriado, pero aún así

era Lucas, seguíamos siendo nosotros.

En mi pelo, Lucas susurró, ―¿Solo te veré en mis sueños?‖

―Mientras tengas mi broche, puedo llegar a ti.‖

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Frunció el ceño, luego sacó el broche de su bolsillo trasero. El lirio acuático tallado,

había sido un regalo de él cuando recién comenzábamos a salir. Lo había llevado con

él cuando entró en la pelea, a morir, era lo único que me había permitido llegar a él.

―¿Por qué el broche?‖

―Son cosas a los que los espectros se apegan fuertemente en la vida, cosas significativas

–como este broche, o mi pulsera, o la gárgola fuera de la ventana de mi antigua

habitación– bueno, podemos usarlas para viajar. Son como paradas en una línea de

metro; puedo viajar a ellos, sólo como aparecer en cualquier lugar donde estén. El

brazalete de coral y el broche de azabache son especialmente poderosos, porque están

hechos de materiales que alguna vez fueron seres vivos.‖ Cerré su mano alrededor del

broche. ―Así que, mientras mantengas esto contigo, siempre voy a ser capaz de

encontrarte. Ves, todavía tienes una manera de asegurarme de que estoy a salvo.‖

―Medianoche,‖ dijo. ―Está bien.‖ Me di cuenta de que no le había convencido tanto

como lo había desgastado. Permaneció más asustado por mí que por sí mismo. Pero

realmente no teníamos otro lugar al que acudir.

Nos abrazamos de nuevo, con más fuerza esta vez. Qué tan fuertemente quería creer

que Lucas había encontrado una razón para la esperanza. Incluso mientras nos

abrazábamos, sin embargo, me di cuenta de que estaba mirando por encima del

hombro, mirando a la sangre.

Capítulo 5

Traducido por Ctt

Corregido por Sidonie

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―DESCANSA,‖ DIJE CUANDO ENTRAMOS en una de las habitaciones de hotel

en el centro de Filadelfia que Balthazar había pagado. Era ridículamente lujosa, con

edredones de algodón blanco en las camas de plataforma alta –demasiado limpio para

criaturas no-muertas untadas con sangre seca. ―Ambos necesitamos descansar.‖

―¿Puedes dormir?‖ preguntó Lucas. Había comido de nuevo en el camino, varias

pintas, y ahora tenía una expresión medio aturdida que reconocí como consecuencia

de la sobrealimentación -como mamá y papá en Acción de Gracias. Habíamos tenido

que darle más de lo que podía tomar, era la única manera de asegurar que él podría

conseguir atravesar el vestíbulo del hotel sin romperse. Pronto él se estrellaría.

―No estoy segura si los fantasmas necesitaban dormir. A veces tengo la necesidad

como de... desaparecer, supongo. Pero como que no es lo mismo.‖

―¿A dónde te vas? Cuando desapareces.‖

Me encogí de hombros. Había tantas cosas que todavía no sabía acerca de mi nueva

naturaleza espectro. ―En algún lugar del cual puedo volver. Eso es lo único que

importa.‖

Él asintió con cansancio. A través de las delgadas paredes del hotel, podía escuchar a

Balthazar claramente arrojando su equipo en la habitación próxima. Nosotros

decidimos pasar los últimos días antes del nuevo semestre en el hotel porque los padres

de Vic estaban a punto de volver de Italia. Él iba a estar en suficientes problemas por

los destrozos en el jardín delantero sin que su mamá y papá descubrieran una plaga de

vampiros en el sótano.

Además, teníamos que dar a Vic un poco más de espacio. Él y Lucas no habían estado

cara a cara desde el ataque, por mutuo acuerdo. Era obvio que Vic estaba tratando de

aceptarlo, pero era obvio que le iba a tomar un tiempo.

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―¿Por qué los vampiros necesitan dormir? No tiene mucho sentido.‖ Lucas se quitó las

botas, las pateo y deslizó fuera sus pantalones vaqueros. Ahora él sólo llevaba sus

calzoncillos y una camiseta, pude ver que todo su cuerpo había tomado la escultural

belleza de los vampiros. La camiseta marcaba todos los músculos de su pecho amplio.

A pesar de que había perdido mi cuerpo mortal, todavía podía sentir el deseo.

Apagué una de las luces laterales más cercana a la ventana y cerré las cortinas pesadas

que mantendrían el sol de la mañana lejos. Lucas se había alimentado recientemente,

por lo que la luz del sol no le haría daño, pero probablemente odiaría el resplandor.

―Mi mamá solía decir que pensaba que era más un hábito que cualquier otra cosa,

como que el cuerpo sigue haciendo lo que sabe que debe hacer. ¿Ves cómo has

comenzado a respirar de nuevo? No te detendrás, incluso cuando estés dormido.‖

―A pesar de que ya nunca necesitaré el aire.‖ Lucas lo dijo como una broma, pero no

hizo gracia. Comprendí que él acaba de darse cuenta de que nunca más sentiría el

alivio de una buena respiración, profunda, o un suspiro sincero.

Se desplomó en la cama, hundiéndose hacia atrás con gratitud en la mullida almohada

de plumas. Probablemente podría haberse quedado dormido en cuestión de segundos,

pero yo tenía ideas diferentes.

Tal vez el hambre voraz de Lucas por la sangre podría ser canalizado hacia otras cosas.

Otras necesidades. Donde ser voraces no debería ser un problema –sino todo lo

contrario, en realidad.

Con cuidado, intenté desprenderme de los pantalones de pijama estampados con

nubes. No eran ropa real sino más bien el recuerdo de ellos, así que no estaba segura

de si habían salido o no.

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Lo habían hecho. Los pijamas se desplomaron en el suelo y después sólo se

desvanecieron. Esperaba que volvieran -pero más tarde. A ser posible, no los quería

durante un rato.

Lucas levantó una ceja.

Mientras me metía en la cama junto a él, sonrió un poco -el primer signo de verdadero

placer que había visto en él desde su resurrección. ―¿Esto todavía funciona?‖

murmuró. ―¿Tú y yo?‖

―Averigüémoslo.‖

Él me jaló a sus brazos, estábamos fríos uno contra el otro ahora, pero era natural para

él y para mí, en lo que

nos habíamos convertido. Delicadas líneas de las heladas sabanas se enredaban a

nuestro alrededor mientras nuestros labios se encontraron con suavidad. Por primera

vez, Lucas estaba tan inseguro -de sus reacciones, de las mías- que me sentía

insoportablemente tierna hacia él. Como si todo lo que quisiera hacer fuera

envolverme a su alrededor como una manta y protegerlo de todo lo que habíamos

pasado.

Su boca se abrió debajo de la mía mientras enredaba sus dedos en mi cabello. Lo único

que llevaba ahora era el brazalete de coral que me mantenía sólida, haciendo esto

posible.

Lo hicimos, pensé. Todas las complicaciones que habíamos enfrentado parecían haber

desaparecido. Nosotros estábamos de vuelta donde empezamos, la Muerte no pudo

arrebatarnos esto.

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Nuestros besos se intensificaron y profundizaron. Las manos de Lucas seguían siendo

sus manos, fuertes y familiares. Me tocó de la misma manera. Sentí el placer diferente

ahora -más suave, más difuso y que aún así abarcaba todo- pero no era menos por

haber cambiado. Y mientras yo sentía como crecía la pasión entre nosotros, parecía

que mi gozo en él fluía a través de los dos.

Me rodó sobre mi espalda, pero luego cambió de expresión. Yo vi sus colmillos, lo

comprendí, y le sonreí. Yo también sentí la necesidad de morder -no tan fuerte, ahora

que ya no necesitaba la sangre, pero el sexo y los colmillos siempre iban de la mano

para mí.

―Está bien,‖ le susurré en su garganta, entre besos. ―Tú puedes estar hambriento por

esto. Puedes tenerlo.‖

―Sí,‖ dijo con voz ronca. Sus ojos verdes se clavaron en mí, una súplica desesperada.

―¿Necesitas beber?‖ Me arqueé contra él y dejar caer mi cabeza hacia atrás, dejando al

descubierto mi garganta. Lucas respiró un duro jadeo. ―Bebe de mí.‖ Con un gruñido,

hundió sus dientes en mi carne. Sentí otra vez el dolor real de tener un cuerpo, y solo

eso fue por sí mismo una forma de placer. Mis manos se apoderaron de él con fuerza

alrededor de la espalda, rindiéndome a su hambre – hasta que él se apartó de mí,

gritando de dolor.

―¿Lucas?‖ me senté en posición vertical, cubriéndome con la sabana. ―Lucas, ¿qué

pasa?‖

―¡Quema!‖

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Mientras se bajaba de la cama, llevándose las manos a la garganta, se ahogó y escupió

a continuación. La sangre de color plata brillaba en el piso brevemente antes de que

desapareciera. Yo olí humo y encendí la luz de la mesilla, en la alfombra aún pude ver

un par de restos de las marcas de la chamusquina. Entonces me di cuenta de que las

sabanas se habían quemado también – gotas de color café donde mi sangre había

caído. Yo puse la mano en la herida en mi garganta, pero ya se estaba cerrando. La

piel se unía debajo de mi mano, una delicada sensación.

Durante unos segundos, nos quedamos mirando el uno al otro. Lo único que se me

ocurrió decir fue: ―Ahora sabemos por qué los vampiros no beben sangre de

espectros.‖

―Sí.‖ Lucas hizo una mueca mientras hablaba, y su voz era ronca. Me di cuenta de que

sus labios, la lengua y la garganta continuaban quemadas. Como un vampiro, se

curarían rápidamente, pero no al instante. Cada lugar que nos habíamos tocado era

sólo una fuente de dolor para él ahora.

Tal vez vio la compasión en mis ojos, porque él volvió la cabeza. ―Deberíamos

dormir.‖ Él apartó las mantas de la otra cama de la habitación.

―Lucas –no siempre hay que involucrar el beber sangre. Recuerda eso.‖

―Ya lo sé.‖ Se acostó en la otra cama, pesadamente, como si ya no pudiera soportar su

cuerpo. ―Nosotros – nosotros lo solucionaremos.‖

A pesar de que yo quería discutir, sabía que no era el momento. Yo simplemente

apagué la luz de nuevo y me deslicé por debajo de las mantas, fría y solitaria en la

cama grande. Después de un par de segundos, era inútil seguir siendo sólida, así que

me quité la pulsera y me disolví en el vacío azul y brumoso.

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Vaya pensamiento el que la muerte no podía arrebatarnos nada.

―Última oportunidad para cambiar de opinión,‖ dije unos días más tarde, cuando

Lucas agarraba sus pocas posesiones temprano en la mañana del primer día de clases.

Por un momento me arrepentí de la broma, sería desastroso si Lucas cambiara de

opinión, porque no teníamos un plan B.

Pero Lucas trató de tomar la broma. ―Siempre he tenido la intención de obtener un

diploma algún día. Supongo que después de la muerte cuenta como algún día, ¿eh?‖ Él

trató de sonreír para mí, pero no duró mucho. ―¿Se siente raro? ¿El no ir?‖

Esa fue la primera vez que me di cuenta de que había muerto como una estudiante de

undécimo-grado. ―Sip, un poco.‖

Estos días no habían sido fáciles para nosotros. Nosotros teníamos que continuar

sobrealimentando a Lucas con sangre, y en su mayoría él se negó a abandonar la

habitación. Yo había memorizado el calendario de las camareras de hotel, así

podíamos hacer que Lucas las evitase. Lucas seguía pensando que Medianoche era

demasiado arriesgado para mí, y yo no estaba segura de no estar de acuerdo. Pero,

¿qué otras opciones teníamos?

La luz del amanecer iluminó los bordes de la cortina de la ventana del hotel mientras

Lucas se encogió de hombros con su suéter del uniforme -Balthazar había ordenado los

suministros para los dos por internet. Se había vuelto un poco más alto y mucho más

musculoso desde que había sido un estudiante de Medianoche, por lo que el suéter

estaba un poco apretado, pero en el buen sentido. ―Te ves muy bien‖ dije. ―Me

recuerda cuando nos conocimos.‖

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―Cuando traté de salvarte de los vampiros.‖ Lucas hizo una pausa, luego se acercó a

mí y puso su mano en mi

mejilla. ―Tú sabes que la única razón por la que estoy haciendo esto es para poder

volver contigo. Ser suficientemente decente para ti, saber cómo actuar. Entiendes eso,

¿no?‖

―Lo entiendo.‖

―Y vas a tener cuidado, ¿no? ¿No correrás ningún riesgo en Medianoche?‖

―Tendré mucho cuidado.‖ Tomé su mano en la mía y le besé la palma. Entonces me

quité el brazalete de coral y plata, siendo medio transparente mientras dejaba caer los

dedos de Lucas. ―Lleva esto contigo. Lo cogeré allí‖

―¿No lo quieres contigo? ¿Por si acaso? No puedes permitirte el lujo de perder esta

cosa, y el broche ya está en mi bolso.‖

―No es como si pudiera llevarlo yo misma,‖ señalé. ―Cuando viajo incorpórea, nada

físico puede viajar conmigo. Por otro lado, no podría estar en un lugar más seguro que

contigo.‖ Cerré su mano entorno a la pulsera.

Se inclinó hacia delante, como para darme un beso. Ahora que yo estaba incorpórea -

una sombra suave de niebla azul en la vaga forma de mi cuerpo -nuestros labios no se

podía tocar. Pero un poco de Lucas pasó a través de mí, un leve y fresco cosquilleo me

hizo estremecer, justo donde nuestro beso hubiera sido.

Así como empecé a sonreír, sin embargo, golpearon en la puerta: Balthazar. Era hora

de irse.

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* * *

Después de que ellos comenzaran el largo viaje desde Filadelfia, me preparé para mi

propio viaje. Maxie me había dicho que los espectros nos manteníamos unidos a

ciertos lugares y cosas que habían sido significativos para nosotros en nuestras vidas.

Nosotros podríamos siempre viajar hasta ellos, no importa lo lejos que pudiéramos

estar. Yo no estaba segura de donde estaba cada uno de esos lugares, sin embargo tenía

algunas ideas: el viejo arce en Arrowwood donde me gustaba jugar cuando era niña, el

teatro donde Lucas y yo habíamos ido en nuestra primera cita, y tal vez la bodega

donde habíamos vivido nuestras últimas semanas. Eran sólo teorías, sin embargo.

El único lugar donde sabía que podía viajar era el primer lugar al que había ido, por

accidente: la Academia Medianoche, específicamente la gárgola que estaba posada

fuera de mi dormitorio.

Me dejé ir en la oscuridad brumosa y la primera sensación era deliciosa como el sueño,

tan tentadora. Pero mi mente se mantuvo centrada en la gárgola. Había pasado tanto

tiempo mirando su sonrisa con colmillos que podía imaginarla perfectamente: las

garras de piedra, espalda encorvada, alas puntiagudas. En poco me imaginé la forma

en que había sentido la piedra bajo mis manos, fría y dura –

Entonces yo pude sentirla.

El mundo a mi alrededor se aclaró. Yo me encaramé en lo alto de la gárgola, lo que

habría sido enormemente incómodo si hubiera estado con vida, pero estaba muy bien

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ahora que podía flotar cuando quería. Escarcha helada cruzaba las ventanas,

anunciando la presencia de un fantasma.

¿Podrían mis padres verlo? Ellos estaban la primera vez que accidentalmente había

venido aquí. Sin embargo en lugar de darse cuenta de que era yo, se habían asustado,

creyendo que la escarcha provenía de otro de los fantasmas que habían invadido

Medianoche.

No invadido, me recordé. Arrastrados aquí, por los estudiantes. Traídos aquí

específicamente por la señora Bethany. Tenía que permanecer en guardia.

No oía nada en el apartamento. Era probable que mis padres estuvieran abajo,

ayudando a la señora Bethany con la bienvenida a los estudiantes. Mirando hacia

abajo, vi que algunos de los primeros ya habían comenzado a llegar. Mayormente seres

humanos en este punto, demasiado ruidosos y demasiado felices -pero alguno que otro

en silencio, figuras vestidas en tonos oscuros se deslizaban a través de la multitud

como si pertenecieran aquí más que nadie. Ellos sí pertenecían aquí más, ellos eran los

vampiros.

Rápidamente me moví a lo largo del costado del edificio, invisible a excepción de los

senderos de escarchas que dejaba atrás. Al principio sólo quería tener una mejor vista,

pero luego me di cuenta: Algo se sentía extraño en la escuela.

Bueno, gran sorpresa. La Academia Medianoche era en su mayoría extraña. Esto era

diferente, sin embargo, algo que nunca había sentido antes - como si, en algunos

lugares, la escuela me estuviera empujando, tratando de mantenerme fuera.

Probablemente era algo que sólo los espectros podían sentir. En aquellos lugares,

sentía como si estuviera siendo observada justo a través de las paredes. Curiosa,

avancé por el lado del edificio, dejando rastros de escarcha en las ventanas a mí paso.

Aunque había lugares por los que podría entrar en la escuela, había otros que no. Y un

solo lugar -el área en la parte superior de la torre sur, justo encima de apartamento de

mis padres - sentí que estaba cerrado a mí por completo, de una manera que me daba

escalofríos.

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Así que no vayas allí, me dije. No es que alguna vez hayas tenido una sola razón para

ir allí antes. Mientras puedas entrar por cualquier parte del edificio, puedes llegar hasta

Lucas. Nada más importa.

Sin embargo, el conocimiento de esa extraña y peligrosa energía me preocupaba. Me

lancé hacia abajo de nuevo, lo mejor era alejarse de eso, y ver a los recién llegados, lo

cual era a lo que tenía que prestar atención en cualquier caso.

Cuando me centré otra vez en el grupo, vi mi primera cara familiar y sentí un cálido

resplandor de felicidad que podría haber sido una sonrisa. ¡Patrice!

Patrice Deveraux, mi compañera de habitación durante mi primer año en Medianoche,

salió de un Lexus gris. Su versión del uniforme de la escuela a medida le daba el

aspecto sofisticado, incluso en una falda escocesa y un suéter, y su pelo se balanceaba

ahora con sus rizos naturales, un oscuro y espeso halo que encajaba con ella. Se había

saltado el año pasado para divertirse en Escandinavia con su nuevo chico, pero uno u

otro de ellos debe haber roto - probablemente Patrice, que parecía pensar en los

hombres principalmente como accesorios de moda.

A pesar de su obsesión por las apariencias y el lujo, Patrice tenía un punto

fundamental que había hecho que me gustara. Más o menos para mi sorpresa, ella

había intentado llegar a mí durante el verano después de que había huido, lo que

demuestra que ella no era tan irreflexiva como a veces pudiera parecer. Me hizo feliz

recordar que no todos los vampiros en la Academia Medianoche eran siniestros e

inquietantes. Además, esta fue la primera vez que la había visto desde que yo había

muerto. Me hubiera gustado poder saludarla, pero por supuesto eso era imposible.

Justo antes de que Patrice entrara, se detuvo en la puerta y miró hacia arriba,

directamente a donde me movía. ¿Podía verme? Me di cuenta rápidamente que no

podía, pero la coincidencia fue sorprendente. Patrice dudó un segundo más antes de

reajustar sus gafas de sol e ir dentro.

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Algunos otros rostros familiares comenzaron a aparecer, de vampiros y humanos,

mayormente gente que no conocía demasiado bien, pero que habíamos compartido

clases y hablado de vez en cuando. Un par de profesores, también -tanto el Sr. Yee

como el profesor Iwerebon se mezclaban entre los recién llegados, saludando a los

padres. Busqué a mi madre y a mi padre, en parte asustada y en parte esperanzada,

pero ellos no hicieron acto de presencia. Entre los alumnos humanos, no vi a ninguno

de los viejos amigos, pero reconocí algunas caras -como Clementine Nichols, cuya

entrada a Medianoche había sido un coche embrujado de su familia, y Skye Tierney,

estudiante de segundo año -compañero de laboratorio de Raquel. Raquel había dicho

que Skye era "buena gente, básicamente." Viniendo de Raquel, que odiaba a la

mayoría de la gente en principio hasta que ellos no le dieran una razón para pensar de

otra manera, era un gran elogio.

Y sin embargo, nunca traté de tener una verdadera conversación con ella, o con

muchas de estas personas. ¿Cómo pude no preguntarle nunca a Clementine lo que era

tener un coche embrujado? Yo debería haberme acercado a la gente más a menudo.

Nunca había sido muy sociable, pero la muerte me hizo sentir más sola, de alguna

manera.

El coche de los Woodsons finalmente apareció, y Vic y Ranulf emergieron. Cada uno

de ellos llevaba el uniforme reglamentario, pero Vic, llevaba una gorra de los Filis,

como de costumbre -y para mi deleite, Ranulf también llevaba una.

¡Qué sorprendente! La señora Bethany salió de la escuela, como si ella pudiera percibir

las desviaciones del protocolo a cierta distancia. ―Sr. Woodson, su influencia en el

vestir en el Sr. White es a la vez profunda y lamentable.‖

―Nos las quitáremos antes de la clase,‖ prometió Vic, volteando a su alrededor.

―Absolutamente.‖

―Procuren hacerlo.‖

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La señora Bethany los vio irse, sus ojos penetrantes los seguían como un halcón sigue a

supresa. Ella se veía sombríamente hermosa con su abundante cabello recogido dobre

su cabeza y sus largas uñas pintadas de color carmesí. Pero lo único que podía pensar

era acerca de la última vez que la había visto -durante el asalto que había perpetrado en

la sede de la Cruz Negra en Nueva York. Ella había matado al padrastro de Lucas

delante de mis ojos sin vacilar. La directora de Medianoche cumplía su idea de la ley,

absolutamente, ya sea buscando venganza por un ataque de la Cruz Negra o el

cumplimento del código de vestimenta escolar. Me pregunté si estas cosas serían

diferentes para ella, o si sólo era todo una cuestión de reglas.

Eso era lo que Balthazar parecía pensar. Yo no estaba segura, sin embargo. Lucas y yo

nos habíamos conocido porque, dos años antes, la señora Bethany había cambiado de

pronto las reglas de la Academia Medianoche con el fin de permitir a los estudiantes

humanos inscribirse –sin informar a los humanos que iban a estar rodeados de

vampiros, por supuesto. Cada uno de los muchos estudiantes humanos tenía

conexiones, de una forma u otra, con fantasmas. Ella había estado buscando espectros

-criaturas como yo- por razones que aún teníamos que averiguar. La señora Bethany

era complicada de una manera que no pretendía comprender.

Pero yo tenía la esperanza de que ella jugara bajo las reglas hoy al menos, porque me

di cuenta que el coche que había alquilado Balthazar venía subiendo por el camino de

grava.

Cuando Balthazar salió, varios de los estudiantes -vampiros y humanos- le sonrieron,

él siempre había sido popular sin ningún esfuerzo, de confianza para todo el mundo.

Pero cuando Lucas se bajó del asiento del pasajero, las sonrisas de los vampiros se

desvanecieron, sustituidas por expresiones de odio puro.

Los que habían estado aquí hace dos años sabían que Lucas había pertenecido a la

Cruz Negra -que él había ido a Medianoche para espiarlos y que él había sido criado

para matar a los vampiros que viera. Todos ellos habían escuchado cómo se había

escapado por poco de la señora Bethany cuando fue descubierto. El hecho de que

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Lucas había sido transformado en un vampiro, algo que ellos deberían haber sentido al

instante, no disminuyó su odio en lo más mínimo.

El único vampiro que no estaba en estado de shock y con furia era la señora Bethany.

Ella dio un paso adelante sin problemas, su larga y negra falda girando alrededor de

ella, para hacer frente a Lucas. Su expresión era ilegible cuando ella lo miró a los ojos.

¿Podría decidirse a hacerlo? Su rostro traicionaba su confusión y duda, y ¿quién podría

culparlo? Para pedir la protección de los vampiros -para declararse uno de ellos al fin-

era una especie de segunda muerte para él. La muerte de quien había sido toda su vida.

Pero no tenía muchas otras opciones.

Lucas respiró hondo. ―Solicito refugio en Medianoche.‖

El caos se desató. Varios de los estudiantes vampiros intentaron protestar, también a

Balthazar, que se negó a ser carnada, o la señora Bethany, que no les hizo caso cuando

se paró por completo todavía en medio del estruendo. Los estudiantes humanos, por

supuesto, no tenían ni idea de lo que estaba pasando o por qué este chico nuevo era

despreciado por la mayoría de los estudiantes, comprensiblemente, desconfiaban ya de

él.

Lucas se mantuvo firme, aunque yo podía ver cómo él anhelaba retirarse, y cómo sus

ojos de color verde oscuro a veces seguían a uno de los estudiantes humanos por

demasiado tiempo. La señora Bethany lo estudió, sus ojos analizándolo, hasta que

hizo un gesto para que la siguiera y caminó hacia el borde del campus -hacia la casa

donde ella vivía.

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Mientras Balthazar los veía irse, se formo un amplio espacio alrededor de él como si

fuera rechazado por los otros estudiantes vampiros, yo me moví hasta su lado y le

susurré, ―¿Cómo crees que ella lo está llevando?‖

Él dio un respingo, luego susurró, ―Me asustaste.‖

―A partir de ahora, da por sentado que estoy cerca.‖

―¿Incluso cuando esté en la ducha?‖

―Ya quisieras.‖

Después de una mirada de lado a lado, asegurándose de que nadie se daba cuenta de

que estaba hablando ‗solo‘ murmuró, "Yo creo que si ella fuera a echarlo, lo habría

hecho de inmediato. Pero nunca lo haría, Bianca. Confía en mí."

A pesar de todo lo que había hecho por Lucas desde su conversión, yo no estaba

dispuesta todavía a confiar totalmente en Balthazar de nuevo. Él fue el hombre que

había llevado a Lucas a su muerte - la persona que había metido a Lucas en esta

situación para empezar. ¿No es así?

Yo no podía seguir con la incertidumbre entre nosotros un segundo más. En lugar de

eso fui detrás de la señora Bethany y Lucas, deseosa de escuchar lo que pudiera.

La señora Bethany vivía en una casa al borde del terreno de la escuela, un lugar que

conocía bien. Pero se me olvidó lo básico sobre ella hasta que me arrastré hacia el

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techo, lista para colarme dentro - y caí sobre mi espalda violentamente. Por supuesto,

me di cuenta. El techo.

Los metales y minerales que se encuentran en el cuerpo humano, tales como el cobre y

el hierro, rechazan firmemente los espectros. Esta es la razón por la Sra. Bethany había

optado por un techo de cobre: para mantenernos fuera. El impacto me recordó el

"bloqueo" de ciertas áreas de Medianoche, excepto que en este caso, el lugar entero

estaba cerrado para mí.

Bueno, si yo no podía seguir a Lucas adentro, yo podría intentar hacer lo mismo que

había hecho cuando era una estudiante -espiar.

Me acurruqué en una nube suave en el borde de una ventana, donde las ramas del

olmo más cercano casi raspan el vidrio y me disimulaba en sus sombras. Esto me daba

una vista del escritorio de la señora Bethany - tan limpio y ordenado que todo estaba

en ángulo recto, con sólo la silueta de un caballero enmarcado del siglo XIX como

decoración. Mientras miraba, ella entró en la sala, tan dueña de la situación como

siempre. Lucas la siguió, los hombros tensos y la mirada cautelosa, la misma que

llevaba cuando esperaba una pelea.

―Hay una cuestión que debemos abordar antes que cualquier otra, Sr. Ross,‖ dijo la

señora Bethany mientras tomaba asiento tras su escritorio. ―¿Dónde está Bianca

Olivier?‖

Sorprendida, salté, y las hojas susurraron a mí alrededor. Echó un vistazo hacia donde

yo estaba por sólo un segundo; ninguna duda de que pensara que era simplemente el

viento.

Lucas se sentó pesadamente en la silla frente a ella, agarrando los brazos de la silla

duramente. ―Bianca está muerta.‖

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La señora Bethany no dijo nada. Sus ojos oscuros permanecieron fijos en él con una

orden silenciosa para saber toda la verdad.

Él continuó, ―Hace cerca de seis semanas, su estado de salud sólo... falló. Ella no

quería comida. No quería sangre. Traté de llevarla a ver al médico, pero ella había

empezado a, bueno, cambiar, por lo que ellos no sabían qué mas hacer con ella.‖

―Debe haber estado claro para usted lo que se necesitaba hacer.‖

Poco a poco, Lucas asintió con la cabeza. ―Bianca necesitaba convertirse en un

vampiro para seguir con vida. Le pedí que me matara. Me habría dejado convertirme

en un vampiro, para salvarla. Pero ella no lo hizo.‖ Su voz se rompió en la última

palabra, y él volvió la cabeza lejos de la señora Bethany.

Mi resurrección como un fantasma podría haber disminuido el dolor de Lucas, pero

me di cuenta en ese momento que las heridas que había sufrido cuando me vio morir

dejaron cicatriz para siempre.

―Usted no podría haberlo evitado,‖ dijo la señora Bethany. Ella no parecía simpática,

exactamente, pero era su tono de voz un poco más suave. ―Si la señorita Olivier no le

transformó en vampiro, ¿quién fue?‖

―Esa fue Charity.‖ Lucas apretó la mandíbula. Un escalofrío de puro odio pasa a

través de mí. ―Nosotros tuvimos un roce –justo después de que Bianca muriera, de

vuelta a Filadelfia. No sé porqué lo hizo.‖

―Con Charity More, la razón rara vez entra en la ecuación.‖ Eso fue lo más cercano a

una broma que yo había oído decir a la señora Bethany.

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―No sabía qué hacer al principio. Es -supongo que usted sabe cómo es, cuando se

cambia. Balthazar estaba alrededor, intentando lidiar con su hermana, y él me ayudó a

salir. Traté de hablar con mi madre, pero ella -ella es la Cruz Negra."

La señora Bethany se enderezó, sus ojos brillantes. ―Quieres decir que ella te atacó.‖

―Sí.‖

―Tu propia madre.‖ Para mi asombro, me di cuenta de que la señora Bethany estaba

sintiendo indignación justificada -en nombre de Lucas. ―Indecente. Sorprendente.

Odiosa. El tipo de comportamiento que habría esperado de la mayoría de los

miembros de la Cruz Negra, sin duda, pero uno podría pensar que al menos el amor de

una madre sería más poderoso que su dogma anti-vampiro.‖

―Supongo que no,‖ murmuró.

La señora Bethany se puso de pie, caminó alrededor de la mesa al lado de Lucas, y

puso su mano en el hombro. Si sus amplios ojos eran una indicación, estaba tan

sorprendido como yo. ―Es lamentable que tuviera que aprender el error de sus formas

en una manera tan dolorosa. Pero usted debe saber que mis simpatías están del todo

con aquellos que han sufrido persecución por la Cruz Negra. Y tu pasado como un

hombre vivo, y los errores que cometió entonces, se han borrado. El santuario de la

Academia Medianoche es suya. Nosotros le protegeremos. Nosotros le enseñaremos.

No tiene por qué estar solo por más tiempo.‖

Por medio segundo, me ha gustado mucho la señora Bethany.

Lucas no era conquistado tan fácilmente. ―Gracias. Lo aprecio. Pero no va a ser tan

sencillo. Los chicos ya han estado a punto de clavarme una estaca.‖

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―Obedecerán las reglas.‖ Sonreía la señora Bethany con un toque de frialdad. ―Déjeme

eso a mí.‖

―Los estudiantes humanos-‖ Su voz sonó ahogada. ―Yo nunca he matado.‖

―El impulso es muy fuerte.‖ Habló como si esto fuera sólo cuestión de esperar. ―En su

caso, tal vez, más fuerte -veo los signos. Sin embargo, aquí tendrá usted muchos

guardianes sobre su conducta, me atrevo a decir que está en menos peligro de dañar a

un ser humano aquí de lo que sería en el mundo exterior. Con el tiempo, usted

descubrirá cómo ser parte del mundo de los vampiros. Usted se convertirá en uno de

nosotros.‖

Lucas cerró los ojos por un momento, y me pregunté si era por alivio o desesperación.

Capítulo 6

Traducido por Sidonie

LUCAS CAMINÓ HACIA EL CENADOR DE HIERRO, mirando fijamente a la

Sra. Bethany mientras ella entraba para dar el discurso anual de bienvenida a los

enstudiantes. Por fin segura de que nadie más estaba mirando, me atreví a

materializarme a su lado.

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―Hey,‖ dijo él. Se giró a medias para verme y logró sonreír por mí. ―Justo donde nos

besamos por primera vez.‖

―Lo demás ha cambiado tanto.‖ Mientras la brisa alborotaba su pelo dorado oscuro y

las hojas de la hiedra a nuestro alrededor, pude imaginar que habíamos vuelto al

principio. La luz del sol pareceía atravesarme, calentándome por todas partes. A pesar

del viento, mi pelo pelirrojo caía hacia abajo y sin movimiento, intocable, irreal. ―¿Por

qué no estás dentro?‖

―La Sra. Bethany me dio una exención en esta ocasión. Dijo que intentaría encontrar

la manera de explicarles a los estudiantes y profesores vampiros que me dejen en paz

sin involucrar a los humanos. De ninguna forma voy a pasearme desarmado entre un

montón de vampiros antes de que ella de la charla de ‗las manos quietas‘‖

―Ella lo manejó mejor de que lo había pensado,‖ dije yo. ―Supongo que la Sra.

Bethany se toma muy en serio la solicitud de santuario.‖

Lucas se encojió de hombros. ―Ella afirma que está de mi parte, pero de todas formas,

me alegra que Ranulf escondiera nuestras armas arriba en su baúl.‖

―¿Por qué no en el tuyo?‖

―Si la Sra. Bethany no inspecciona el mío, es una necia. Y esa señora no es tonta.‖

Estudié su rostro, leyendo las emociones que él estaba intentando ocultar. ―A ti no te

dan miedo los vampiros. Nunca lo han hecho. Es el estar alrededor de los estudiantes

humanos lo que te pone nervioso.‖

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Él hizo una mueca. ―No puedo mirar a Vic sin pensar- Bianca, le habría matado. Vic.

Uno de los mejores amigos que he tenido nunca. Le habría matado sólo para comer.‖

―¿Ese es el motivo por el que no te quedarás a solas con él?‖ Cuando me lanzó una

mirada, agregué, ―Sí, me di cuenta.‖

―No, no lo hiciste,‖ dijo Lucas en voz baja. ―No soy solo yo. También es Vic. Él se las

arregla para evitar estar a solas conmigo.‖ Podía oír el dolor en su voz.

Lo rodeé con mis brazos; tal vez era un verdadero abrazo, pero podía sentirlo junto a

mí y sabía que le había consolado un poco. ―Él confiará en ti de nuevo. Es sólo que va

a llevar algún tiempo.‖

―¿Cuánto tiempo pasará antes de que confíe en mí mismo?‖

No había respuesta a eso. Dije la única cosa que podía: ―Te quiero.‖

―Y yo te quiero a ti. Es por eso que voy a hacer que esto funcione. Tengo que hacerlo.‖

* * *

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Como Lucas estaba aprendiendo a ser un vampiro por mí, yo estaba aprendiendo a ser

un fantasma por él. Eso significaba que tenía que cogerle el tranquillo a esto de rondar.

Tenía dominado lo básico: volverme invisible, aparecerme en forma de niebla y,

cuando tenía mi pulsera o mi broche, volverme sólida y real una vez más. El moverme

de un lugar a otro requería cierta concentración, pero se podía hacer.

Sin embargo, rondar la Academia Medianoche – iba a ser bastante más arduo. Tenía

que averiguar por dónde podía viajar en los pasillos y por donde no. Dejar rastros de

hielo allá por donde iba avisaría a los otros estudiantes y profesores sobre un fantasma,

y mientras no estuviera segura de si ellos podrían hacer algo a parte de gritar, no tenía

la intención de averiguarlo.

Daba miedo pensar en la cantidad de formas en las que esto podría ir mal. Pero

acobardarse significaba dejar a Lucas solo, y eso era algo que no podía hacer.

Cuando él entró en la academia le seguí. Las pesadas puertas de madera eran bastante

fáciles de atravesar, tal vez porque, como yo, habían estado vivas en una ocasión. Una

vez más, entré al gran vestíbulo de la Academia Medianoche. Docenas de estudiantes

se arremolinaban alrededor, llevando cada uno el jersey del uniforme con el escudo de

la escuela: un escudo blasonado con dos cuervos a cada lado de una espada. Para mi

sorpresa, una ola de nostalgia me sacudió. Quizás no había sido feliz a menudo en

Medianoche –pero sí a veces. Ahí fue donde me había enamorado y hecho tantos

buenos amigos. Ahí fue donde había vivido.

Mi felicidad sólo duró un momento, sin embargo, cuando me centré una vez más en

Lucas. Nadie le atacaba, o le decía algo, lo cual hubiera contado como un signo

positivo; aparentemente la charla de la Sra. Bethany había dado resultado. Pero

aunque nadie planeaba matar a Lucas, tampoco planeaban perdonarlo y olvidar. Cada

estudiante vampiro le miraba fijamente con sincero odio. Lucas no aminoró el paso –él

no era un tipo que se arrugara por una pequeña mirada furiosa- pero eso no significaba

que le gustara.

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Le animamos a venir aquí porque queríamos que se sintiera a gusto siendo un

vampiro, pensé. ¿Cómo puede pasar eso si todo el mundo le rechaza?

Cada vez que pasa a un estudiante humano, todo su cuerpo se tensaba; podía verlo en

la postura de sus hombros y las líneas de su rostro. Pero él no miró directamente a

nadie y sus pasos nunca aminoraron. Su determinación era tan fuerte como su hambre,

al menos por ahora.

Lucas continuó hacia delante, dirigiéndose hacia la torre norte donde se alojaban los

chicos. Permanecí con él. Algunos copos de hielo se cristalizaron en el alféizar más

cercano a mí, y apresuradamente floté más alto, acercándome al techo. Hasta que

aprendiera cómo evitar crear escarcha, sería mejor mantenerme alto, donde al menos

fuera probable que nadie lo viera.

La multitud empezó a murmurar, como si hubiera algún alboroto. Miré hacia atrás y

vi que los estudiantes se estaban apartando – que alguien estaba empujándolos a un

lado para acercarse a Lucas. Aparentemente la Sra. Bethany no había logrado calmar a

todo el mundo.

Me encogí fuertemente sobre mí misma en una esquina. Lucas ladeó la cabeza,

escuchando el peligro antes de verlo, y se dio la vuelta para enfrentarse a su posible

atacante. Probablemente se trataba de un vampiro joven, que sólo estaba en

Medianoche por unas risas, listo para volverse de nuevo un asesino en cuanto le

apeteciera – como Erich, ese imbécil que había acechado a Raquel durante nuestro

primer año. Sabía que Lucas sería capaz de manejar a alguien así fácilmente.

Pero cuando el atacante apareció, era alguien que Lucas no podía manejar. Alguien

que yo no podía manejar.

Era mi madre.

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Mamá estaba de pie frente a él, con los puños a los costados y los ojos furiosos. ―¿Es

verdad? Dime.‖ Su voz temblaba. ―Quiero que me mires a la cara y me digas que es

verdad.‖

Lucas se veía como si le hubieran golpeado en el estómago. Cuando Lucas abría su

boca para responder, sin embargo, Balthazar se abrió camino hasta su lado y agarró el

brazo de mi madre. ―Aquí no,‖ dijo en voz baja.

Mamá ni siquiera giró su cabeza, como si no pudiera ver ni oír a Balthazar, pero tras

un momento ella asintió y se dirigió indignada hacia una de las escaleras. Era como si

ella desafiara a Lucas a no seguirla, pero él lo hizo. Balthazar empezó a seguirlos

también, pero mi madre le lanzó una mirada que lo congeló en el sitio en las escaleras.

Ella lo guió hasta una pequeña oficina de la segunda planta. Entré, a pesar de que no

quería oír desesperadamente lo que sabía que tenía que venir a continuación.

En cuanto él cerró la puerta tras ellos, mamá dijo de nuevo, ―Dime que es verdad,

Lucas.‖

―Es verdad,‖ dijo Lucas. Él se veía más muerto que la noche después de haber sido

asesinado. ―Bianca murió.‖

Mi madre se tambaleó hacia atrás, tan aturdida como si hubiera dado muchas vueltas.

Su rostro se vino abajo por las lágrimas. ―Se suponía que viviría para siempre,‖

susurró. ―Bianca iba a ser nuestra pequeña niña para siempre.‖

―Sra. Olivier, lo lamento tanto.‖

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―¿Lo lamentas? ¿Lo lamentas? Tú convenciste a mi hija para que dejara su hogar y a

sus padres y a renunciar a la inmortalidad que era legítimamente suya –su derecho de

nacimiento– y ha muerto, ella se ha ido para siempre, ¿y la única cosa que puedes decir

es que lo lamentas?‖

―¡Es todo lo que puedo decir!‖ gritó Lucas. ―¡No hay palabras para esto! Habría

muerto por ella. Lo intenté. Fallé. Me odio a mi mismo por ello, y si pudiera volver

atrás lo haría, pero… pero…‖ Su voz se ahogó en un sollozo. Se armó de valor y logró

decir, ―Si quiere matarme, no la detendré. Ni siquiera la culparé.‖

Mi madre negó con la cabeza. Las lágrimas surcaban su rostro, y unas mechas de su

cabello color caramelo se le pegaron en las mejillas sonrojadas. ―Si te odias tanto como

dices – si la amabas una décima parte de lo que la amábamos nosotros – entonces te

mereces la imortalidad. Te mereces vivir para siempre, así podrás sufrir eternamente.‖

Lucas también estaba llorando, pero nunca apartó su cabeza, armándose de valor para

mantener la mirada de mi madre. Era más de lo que yo podría hacer. No era culpa de

Lucas. Era mía.

Por un segundo consideré aparecer en la habitación. Si mamá veía que una parte de mí

continuaba viva, tal vez ella no sufriría tanto. Pero en ese momento, yo estaba

demasiado avergonzada por hacerla sufrir para mostrar mi cara.

―Esto no ha terminado,‖ dijo mamá. Ella se abrió paso hasta el pasillo a ciegas

apartando a Lucas. Él se derrumbó en la silla más cercana. Quería tomar forma y

consolarlo, pero tenía la sensación de que verme como fantasma no sería demasiado

reconfortante para Lucas ahora mismo.

Y había algo más que tenía que hacer.

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Seguí a mi madre a lo largo de los corredores. Ella se limpió las mejillas, pero sin

embargo no intentó disimular el hecho de que había estado llorando. Varios de los

estudiantes, tanto vampios como humanos, le lanzaron miradas curiosas, pero no

parecía importarle.

Subimos la escalera de caracol de piedra de la torre sur, hasta llegar al apartamento de

mi familia. Mi padre estaba echado en el sofá, con los brazos a su alrededor y los ojos

sin brillo. No miró a mi madre cuando entró. Papá tenía puesto uno de sus viejos

discos – uno que reconocía, uno con canciones de Henri Manzini que tanto me había

gustado cuando era pequeña. Audrey Hepburn estaba cantando ―Moon River.‖

―Es verdad,‖ dijo mamá en voz baja.

―Lo sé. Creo – creo que lo supe hace tiempo. Simplemente no quería…‖ Papá cerró

sus ojos con fuerza, como si se cerrara a mamá, a los recuerdos y al resto del mundo.

Mi madre se estiró en el sofá a su lado, tomándolo en sus brazos. Cuando inclinó su

mejilla sobre su pelo pelirrojo oscuro, sus hombros empezaron a sacudirse con fuertes

sollozos.

Ya no podía soportarlo. No importaba lo avergonzada que me sentía, ni lo duro que

sería, no podía ser peor que escucharlos sufrir. Era hora de que me apareciera ante

ellos, de revelar lo que había sucedido.

Pero cuando me encogía para tomar forma, justo mientras me esforzaba para

encontrar las palabras correctas que decir en primer lugar, mi madre espetó, ―Ojalá

Dios maldiga a los espectros.‖

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Me congelé.

―Es culpa suya,‖ continuó ella. ―Lo que le pasó a ella es culpa de ellos.‖

Papá la abrazó más fuerte. ―Lo sé, cariño. Lo sé.‖

―Los odio. Los odio a todos ellos. Mientras continúe en esta tierra, nunca dejaré de

odiarlos…‖ Su voz decalló en sollozos de nuevo.

Ellos odiaban a los espectros, por haberme arrebatado, por rondar Medianoche, por

existir simplemente. Si aparecía, ya no pensarían en mí como su pequeña niña. Sólo

sería un monstruo. Igual que Lucas no había sido más que un monstruo para Kate.

Nunca había sabido lo mucho que necesitaba su amor hasta que lo había perdido.

Así que no me aparecí ante ellos. ¿Cómo podría? Sólo lo habría empeorado para ellos

y para mí, tan imposible que parecía que nada, nunca, podría ser peor que ese

momento. Comparado con esto, morir había sido fácil. Pero me quedé allí durante un

largo tiempo, observándolos llorar. Merecía verlo.

Ellos lloraron hasta quedarse dormidos, pero no tuve el valor de irme. Por un

momento floté hasta mi viejo cuarto. Aparentemente la mayor parte de las cosas de mi

familia se habían salvado del fuego, porque muchas de mis cosas continuaban allí. El

Beso de Klimt todavía seguía sobre una pared, magníficos amantes ideales que, en mi

mente, simbolizaban a Lucas y a mí.

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Volveremos a ese lugar, pensé. Encontrarmos una forma.

Volé a través de la ventana, sin importarme por la escarcha, hasta sentarme de nuevo

al lado de mi vieja amiga la gárgola. Sus alas de piedra eran del mismo color que el

grisáceo atardecer otoñal.

―¿Recuerdas aquella vez que hablamos aquí?‖

Sobresaltada, me giré para ver a Maxie sentada a mi lado – en realidad a pocas

pulgadas del borde del alféizar, pero cuando eras un fantasma la gravedad no

importaba tanto. Ella estaba sonriendo como si este fuera el mejor día de todos.

―Maxie, ¿qué estás haciendo aquí?‖

―Uh, ¿saludando? Igual que la última vez que nos encontramos aquí. Descubriste

cómo empañar el cristal de forma que yo pudiera escribir en él. Fue entonces cuando

decidí que tal vez no eras terminalmente estúpida.‖

Había empañado el cristal con mi respiración – un truco que nunca podría llevar a

cabo de nuevo. ―No te ofendas, pero honestamente, no puedo bromear en estos

momentos.‖

―Deja de enfurruñarte, chica muerta viviente.‖

―Maxie. No.‖ No podía sentirme bien siendo un espectro, estando muerta, después de

ver lo que mi muerte les había hecho a mis padres.

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―No estás sola, ya sabes.‖ Maxie intentó que sonara casual, pero yo sabía que había

tendido la mano lo mejor que pudo. Después de décadas de estar aislada del mundo de

los vivos, salvo por las visitas de Vic, ella no era muy buena en interacción social. ―No

tienes que estar asustada de nosotros.‖

Pero lo estaba. Ir a ―hablar con Christopher‖ era lo mismo que aceptar mi muerte, y en

este momento no podía. ―Esta noche no, ¿vale?‖

Ella vaciló, claramente decepcionada, pero luego desapareció.

Tras un segundo, comprendí que Maxie tenía razón en una cosa: Ya era hora de que

dejara de dar vueltas y fuera con Lucas. Ahora, quizás, ya estuviera listo para verme de

nuevo, fantasma o no.

La manera más fácil de bajar resultó ser fundirme en cierta forma con la pared de la

torre, sintiendo vibrar las piedras a través de mí. Tan pronto como alcancé el nuevo

tejado, pude sentir que era mucho más resistente a fantasmas que antes, pero podía

entrar a través de la puerta delantera o por la mayoría de las ventanas. Revoloteé

dentro y fuera, abriéndome paso, memorizando rutas en caso de que necesitara usarlas

más tarde.

De vez en cuando sentía una pequeña onda de energía detrás de mí, o en la esquina

contraria, y supuse que era Maxie siguiéndome. Pero luego me di cuenta de que no era

ella.

Eso – ellos – eran otros fantasmas.

¿Christopher? pensé, con un escalofrío de miedo. Él era el único otro espectro con el

que me había tropezado en Medianoche. Pero él era una presencia poderosa e

inconfundible, una que no detectaba aquí. Y habían varias de ellas: dos, tres, cinco,

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diez, tal vez más. Ellos eran briznas de niebla, auras de sensaciones, probablemente

invisibles para todo aquel que no fuera fantasma también. Me recordó cuando había

sido vampiro, la forma en que empecé a ser capaz de sentir cuando estaba cerca otro

vampiro, lo viera o no. No estaba viendo exactamente a esos fantasmas – más bien los

rastros que dejaban – pero sabía que estaban allí.

El plan de la Sra. Bethany para atraerlos aquí por medio de los estudiantes humanos

obviamente había funcionado.

Siempre quisimos saber porqué estaba cazando espectros, pensé. Supongo que pronto

lo averiguaremos.

Ascendí atravesando la torre norte, buscando mientras tanto. En su mayor parte vi un

montón de vampiros pasando el rato en sus cuartos, bebiendo sangre y fanfarroneando

de cuánto sexo habían tenido durante las vacaciones de verano, y unas pocas

habitaciones con humanos que pasaban el rato comiendo patatas fritas y

fanfarroneando –menos creíblemente– sobre el sexo que habían tenido durante las

vacaciones de verano. Si hubiera tenido un cuerpo, habría puesto los ojos en blanco.

Luego llegué a una habitación donde sus dos ocupantes estaban sentados en los lados

opuestos de un tablero de ajedrez, y sonreí.

―Ese peón es ahora una reina, pequeño,‖ dijo Vic. ―¡Chúpate esa!‖

―Tu alma es tan tortuosa como tus estratagemas.‖ Ranulf frunció el ceño mientras

consideraba lo que hacer a continuación.

Me revelé, por propia voluntad, en una forma visible. Tanto Vic como Ranulf saltaron,

pero luego ambos sorieron. ―Hey, señorita fantasma.‖ Vic se levantó de la silla, como

un antiguo caballero. ―¿Qué tal?‖

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―No muy cálida,‖ admití. ―¿Qué tal vosotros?‖

―Ahora competimos por la deseada litera más lejana a las ventanas, que tendrá menos

corrientes en invierno,‖ dijo Ranulf. ―Después, el iPad de Vic será usado para ver una

película a elección del ganador. Hay mucho en juego.‖

―En otras palabras, todo va bien.‖ Vic hizo una pausa. ―Al menos, en esta habitación.

En la sexta planta, encontrarás dos chicos que están teniendo un momento apestoso.‖

―¿Así que la Sra. Bethany les ha dejado compartir habitación?‖ Balthazar había dicho

que lo sugeriría, y dado las actitudes del resto de vampiros hacia Lucas, tenía sentido

que la Sra. Bethany estuviera de acuerdo. Pero me sentía mejor saberlo seguro.

―Bueno, es algo, de todas formas.‖

Vic estuvo extrañamente callado durante un par de segundos. Él evitaba mi mirada, en

cambio estudiaba el cursi y viejo póster de película de Elvis Presley que había pegado

en su pared. Luego dijo, ―Debería haberme ofrecido voluntario. Para compartir cuarto

con Lucas, quiero decir. Él necesita a sus amigos con él – yo sé eso – pero es que-‖

―No, Vic, no pasa nada. Lucas debe estar con Balthazar, porque va a tener un montón

de preguntas que sólo un vampiro más experimentado puede manejar.‖ Habían otras

razones por las que Vic no tenía que compartir cuarto con Lucas justo ahora, pero

recordárselas no haría ningún bien a nadie.

―Eso no es a lo que me refiero. Quiero que Lucas sepa que confío en él. ¿Entiendes?‖

―Lo sé. Pero… dale tiempo. No lo presiones.‖

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Vic asintió sin decir nada más. El momento estaba amenazando con volverse

embarazoso cuando Ranulf deslizó triunfalmente su reina por varios cuadros. ―Creo

que la litera superior será mía.‖

―Oh, tío.‖ Vic hizo una mueca, y tuve que sonreír a pesar de mí misma.

Despidiéndome con la mano, me desmaterialicé de nuevo y subí más arriba, hasta la

sexta planta. Después de buscar por varias habitaciones, encontré a Lucas y a

Balthazar. Ellos ya estaban dormidos.

No era extraño que ya se hubieran acostado – ese día tenía que haber sido agotador y

traumático para ambos. Ni siquiera creía que hubieran desecho las maletas. La mitad

de la habitación perteneciente a Lucas era tan espartana como siempre, y parecía que

Balthazar lo había dejado tan pronto como puso un paquete de cigarros y un mechero

en el alféizar. Balthazar, casi demasiado ancho y alto para encajar en su litera, estaba

acurrucado de cara a la pared. Siempre el luchador, Lucas dormía sobre su espalda,

recto, sus manos con cicatrices por encima de las mantas, lo mejor para coger un arma

al instante si fuese necesario.

Aunque sabía que necesitaban descansar, me sentía mal por no haber sido capaz de ver

a Lucas de nuevo, aunque sólo fuera para desearle dulces sueños.

Luego recordé algo que Maxie me había enseñado antes de la muerte de Lucas, y

sonreí. Tal vez podría darle las buenas noches después de todo.

Me concentré en la forma durmiente de Lucas, esperando que estuviera soñando. Si

recuerdo bien, era como bucear en una piscina – empujando hacia abajo, hacia

adentro, cada parte de mí en una tensa línea –

Al instante, estaba en el sueño de Lucas.

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El entorno me era familiar – era la sala de archivos de lo alto de la torre norte. Algunas

telarañas vaporosas nublaban las esquinas de la habitación, y páginas de color sepia

dorado estaban esparcidas por aquí y allá. La Sra. Bethany sólo la usaba para

almacenar archivos que ya no le servían, boletines de notas desde 1853 y cosas

similares.

De todas formas, ahí había sucedido mucho en los últimos años. Fue donde Lucas

había luchado – y matado – a Erich, un vampiro que había acechado a Raquel. Donde

Balthazar y yo habíamos buscado pistas sobre el plan final de la Sra. Bethany. Y ahí

Lucas y yo nos habíamos reunido después de que él se huviera enterado de que yo era

hija de vampiros. Él me había aceptado sin reparos, igual que yo lo había aceptado a

él.

Menos mal, pensé. Teniendo en cuenta la de cosas que nos han pasado desde

entonces.

Lucas estaba de pie junto a la ventana, mirando fíjamente el cielo nocturno. Su pelo

era ligeramente más largo, tal y como había estado la primera vez que nos conocimos.

Sonreí, dándome cuenta cuando lo hice de que tenía un cuerpo, o lo que fuera que

pasaba por uno en el mundo de los sueños. Eso significaba que podría sostener a Lucas

en mis brazos, y que podríamos compartir todo lo que nuestras horas de vigilia nos

negaban. Ahí, en el sueño, podíamos estar a solas y a salvo.

Cuando me acerqué a él, me di cuenta de que tenía una estaca en una mano – Qué

extraño, pensé. Entonces la puerta se abrió a nuestras espaldas.

―Toc, toc.‖ Para mi sorpresa, Eric atravesó la puerta. ―¿Raquel? Gracias por la

invitación. Sabía que no podías esperar para verme.‖ Su ávida expresión cambió a una

molesta al ver a Lucas junto a la ventana; no estaba segura si él me veía o no. ―¿Qué

demonios haces tú aquí?‖

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―Esperando a ver si podía falsificar la letra de Raquel lo suficientemente bien como

para traerte hasta aquí arriba,‖ dijo Lucas. Él me pasó de largo sin un vistazo.

Aparentemente no jugaba ningún papel en este sueño. ―Parece que esto es un sí.‖

―¿Me has gastado una estúpida broma para tenerme a solas? ¿Qué eres, alguna clase de

marica?‖

―Sería tu día de suerte si lo fuera.‖ Lucas trazó un círculo alrededor de Erich, todo su

cuerpo en tensión y listo. En el momento en que estuvo entre Erich y la puerta, dejó

que Erich viera la estaca. ―Pero no es tu día de suerte.‖

―Cruz Negra,‖ escupió Erich.

―Vampiro,‖ dijo Lucas, con un odio tan profundo que parecío resonar desde sus

huesos.

Ambos embistieron contra el otro, depredador y cazador. Yo grité cuando cayeron al

suelo, las manos de Erich se cerraron alrededor del cuello de Lucas.

Esto no es real, me dije a mí misma, pero eso no era exactamente verdad. No cabía

duda de que eso era el recuerdo de Lucas de su batalla final con Erich. Nunca había

dudado que Lucas había hecho lo que debía, pero nunca me había dado cuenta de lo

peligroso que había sido para él. Lo asustado que debía haber estado, para que las

pesadillas sigan volviendo.

Mientras Lucas y Erich forcejeaban, el brazalete de cuero leonado de Raquel cayó al

suelo. Debía haber estado en el bolsillo de Erich. Lucas lanzó a Erich lejos, fuerte, y

jadeó, ―¿Tomando trofeos? ¿Marcando a tu presa?‖

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―Raquel será mía,‖ dijo Erich. Sus colmillos estaban fuera, deformando su sonrisa.

―La habría tenido hace semanas si tu estúpida novia no se hubiera metido en medio.‖

―Entonces estoy haciendo esto a tiempo.‖ Lucas pateó una de las inestables torres de

cajas viejas, volcándolas sobre Erich. Pero Erich, como cualquier monstruo en un

sueño, de repente parecía estar en otro lugar y atacó a Lucas desde otra dirección, todo

a la vez.

―¿Sabes que tu novia es uno de los nuestros también?‖ le provocó Erich, mientras tenía

sus manos entorno a la garganta de Lucas. ―¿O eres tan estúpido como para no darte

cuenta de que te estás tirando a un vampiro?‖

―¡Deja a Bianca –fuera de esto!‖ Se ahogó Lucas, empujando lejos a Erich.

Erich sonrió. ―No la voy a dejar fuera de esto. ¿Todo lo que te haga aquí arriba? Ella

va a tener el doble. Cuando termine, tú estarás muerto y ella estará peor que muerta.

Bastante mucho peor.

Eso hizo a Lucas perderse; su concentración en la lucha se debilitó mientras cedía ante

la ira. ―Nunca dejaré que le hagas daño.‖ Golpeó a Erich, con un puño furioso; Erich

lo esquivó con el sobrenatural poder de la pesadilla.

Es un sueño, me recordé a mí misma enérgicamente. Puedes aparecerte ante Lucas en

sus sueños. Tan sólo toma el control y cámbialo. Recupera este sueño para vosotros

dos.

―¿Lucas?‖ lo llamé, atreviéndome a acercarme a la pelea. No era como si Erich

pudiera herirme. ―Lucas, soy Bianca. Mírame. ¡Mírame!‖

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―Creo que está ocupado,‖ dijo Charity.

Me di la vuelta para verla encaramada en otra torre de cajas, llevando un bestido gris

con telarañas, su cabello enmarañado como un nido de ratones. Ella podría haber sido

una de las gárgolas – la más monstruosa. Charity me sonrió, sus ojos brillaban en la

noche como los de un gato.

Claro que Lucas soñaba con ella también. Ella lo había matado. ¿Pero cuántos

monstruos tendría que desvanecer de los sueños de Lucas para ganar unas horas para

nosotros?

―¡Lucas!‖ grité. Me lancé hacia la lucha, deslizándome entre Lucas y Erich. ¡Mírame!‖

―¿Bianca?‖ Lucas me miró horrorizado. ¿Qué estás haciendo aquí?‖

Las manos de Erich, fuertes como el hierro, me agarrarón desde atrás. ―Hey, Lucas –

¿quieres ver a tu novia sufrir?‖

―¡No!‖ Lucas me agarró y tiró de mí. El forcejeo se sentía completamente real.

―Lucas, él no puede matarme,‖ le dije mientras trataba deshacerme del agarre de

Erich. Sus dedos parecían garras clavándose en mi carne, tanto que era difícil

recordarme a mí misma que no era real. ―Tampoco puede hacerte daño. Es un sueño.

¿No te acuerdas?‖

Él no podía oírme. Él pánico se había apoderado de él – su miedo por mi vida era

muchísimo mayor de lo que había sido por la suya. ―¡Bianca, aguanta!‖

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Lucas siguió intentando asestar a Erich con su estaca, pero Erich me arrastraba de un

lado a otro, usando mi cuerpo para bloquearlo. ―Tú serás el que la mate, cazador,‖ se

burló Erich. ―Tú la quemarás para detener su sufrimiento. ¿Sabes esas viejas historias

que te contaron en la Cruz Negra? ¿Sobre la peor de las torturas que puedes aplicar en

un vampiro? Bañar la estaca en agua bendita, estacarlos profundo de forma que el agua

bendita penetre en su sangre – y entonces ellos estarán paralizados para siempre. Sin

poder despertarse, ni moverse. Ellos estarán tumbados allí sintiendo como si ardieran

vivos por toda la eternidad.‖

―Nunca hice eso,‖ resopló Lucas. ―Ni siquiera a escoria como tú. A ti, sólo voy a

matarte.‖

―Voy a probarlo.‖ Dijo Erich en un lado de mi cara; podía sentir su fría y muerta

respiración contra mi cuello. ―Se lo voy a hacer a Bianca. Será como la Bella

Durmiente, pero tú sabrás que no está durmiendo. Tú sabrás que estará ardiendo para

siempre. Nadie más será capaz de escucharla gritar, pero apuesto a que tú sí.‖

―No tendrás la oportunidad,‖ juró Lucas, pero podía ver su miedo aumentando.

Cuando él arriesgaba su propia vida, podía permanecer en calma; pero cuando se

trataba de mí, la perdía.

Finalmente arremetí hacia delante, liberándome del agarre de Erich. Afiladas líneas de

dolor azotaron mi hombro – las uñas de Erich, pensé – pero no me importó mientras

caía al suelo. Lucas se lanzó contra Erich, derribando a ambos. Ahora la batalla era

frenética, la sangre de cortes abiertos salpicaba las paredes de piedra.

Mi sangre plateada y brillante rezumaba entre las yemas de mis dedos. Centelleó sobre

el suelo, mezclándose con la sangre roja de Lucas de una forma que parecía hermosa,

casí hipnotizante.

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¡Reacciona! Me dije a mí misma. Estaba en shock.

―Oh, esto es divertido,‖ se rió Charity desde la cima de las cajas. Ella tocó las palmas

como una niña pequeña que acaba de ver su tarta de cumpleaños. ―¡Sálvala, Lucas!

¡Sálvala mientras todavía puedas! O… ¿tal vez no puedes?‖

La cara de Lucas tomó una expresión que reconocía, aunque sólo la había visto en una

ocasión. Nunca podría olvidarla – la mirada de puro tormento que había tenido junto a

mi cama la noche que morí.

Me di cuenta en ese momento de que no podía forzarlo a salir a él fuera de su

memoria. No podía hacer nada en este sueño salvo hacerlo más terrorífico para Lucas.

Eso significaba que tenía que irme.

Me cerré sobre mí misma lejós de la vista. Lejos de él. Cuando pude ver de nuevo,

estaba de pie en su dormitorio, al pie de su cama. Lucas se retorcía entre las sábanas,

luego se desplomó, pasando de la pesadilla a una fase del sueño más profunda sin

sueños.

Al menos ha terminado, me dije a mí misma. Pero incluso en mi forma etérea podía

sentir dolor físico; eso no había pasado antes. Confusa eché un vistazo al hombro que

escocía y dolía.

Los arañazos de Erich todavía se veían sobre mi piel, y cada uno brillaba con gotas de

sangre plateada.

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Capítulo 7

Traducido por Pargulin

Corregido por Sidonie

SALÍ DEL EDIFICIO DE LOS DORMITORIOS, A TRAVÉS DE LA puerta y por

el pasillo como si fuera una mortal. Debe haber pasado más tiempo de lo que me había

parecido, porque todo estaba en silencio, dormidos o al menos dentro por la noche. A

pesar de que anhelaba volver a ver a Vic y Ranulf, con la débil esperanza de que

pudieran levantarme el ánimo, no los despertaría por mis razones egoístas.

Comprendí que sin ellos no había nadie más en el mundo, literalmente, con quien

pudiera hablar, o ver incluso, sin causar dolor.

¿Cómo había arruinado todo tanto? Pensé mientras bajaba por la larga y sinuosa

escalera de piedra. A mí alrededor oía el crepitar del hielo. Estaba dejando evidencias,

pero en este momento no me importaba mucho. Lo único que queríamos era estar

juntos, y vivir honestamente, sin todas las mentiras. ¿Cómo tanta gente había

terminado herida?

Por primera vez, me di cuenta de lo fácil que sería seguir el consejo de Maxie y dejar

de lado el mundo mortal por completo. Dejarme ir mecánicamente y sin esfuerzo a la

deriva dentro de la niebla azul me parecía realmente bueno ahora mismo. Hubiera sido

un gran alivio estar libre del dolor y la culpa, y de la responsabilidad de la gente que

había dejado atrás.

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¿Era eso verdad para los fantasmas atrapados en estos momentos en la Academia

Medianoche? Tal vez atrapados no era la palabra correcta. Este podría ser un santuario

para ellos, también – un lugar en donde no tenían que permanecer en sus viejos

refugios y viviendas, siendo burlados por las vidas que habían perdido.

Pero la señora Bethany había atacado a Maxie una vez, y no era amiga de los

espectros. No había manera de que hubiese construido este lugar como un refugio para

ellos.

Tentativamente, extendí mi conciencia, en busca de los otros espectros que vivían

aquí. ¿Pueden oírme?

No hubo respuesta – pero pude sentir un cambio en el aire, como si alguien estuviera

observando.

Entonces las visiones comenzaron a inundar mi mente.

Eran como sueños vívidos, casi alucinaciones, excepto que sabía que no venían de

dentro de mi propia mente. Los fantasmas me estaban obligando a verlas: Vampiros,

cada uno de ellos, en su momento más monstruoso, como si los estudiantes recorrieran

Medianoche sin ducharse, ensangrentados y con colmillos. Estaban atacando a los

estudiantes humanos en los pasillos, en las aulas. Un brutal asalto tras otro.

―Nada de eso es real,‖ dije, con la esperanza de que pudieran oírme. ―En su mayoría

dejan a los estudiantes humanos en paz, y cuando alguien se equivoca, la señora

Bethany se ocupa de ellos. Los humanos a los que siguieron hasta aquí – están a

salvo.‖

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Los fantasmas no me creyeron. Cada imagen se intensificó, cada vez más cerca, y

ahora tenían sonidos (gritos) y olor (sangre). Disgustada, traté de alejarme, pero ¿cómo

puedes alejarte de algo que está en tu cabeza?

Uno de los vampiros en la visión de repente se volvió azul y se convirtió en hielo. Yo

observaba, fascinada y horrorizada, como profundas grietas aparecían en su carne

endurecida, fragmentando sus mejillas, sus labios, toda su cabeza. Él cayó, una lluvia

de fragmentos ensangrentados se dispersó, y sabía que eso era lo que los espectros

esperaban hacer a los vampiros.

Lo que querían que yo les ayudara a hacer.

―¡No voy a ayudarles a atacar a nadie!‖

Y así, de repente, estuve sola. Nada desapareció o se fue, pero sólo sabía que ya no me

estaban prestando atención.

¿Qué iban a hacer los fantasmas? Si había estado aterrorizada de ellos antes, ahora era

mucho peor. Había aprendido algunos nuevos poderes, pero nada que pudiera

defenderme o a mis seres queridos contra un ataque así. ¿Podrían los espectros herir a

Lucas? ¿Balthazar? ¿Mis padres? Si trataban algo, ¿sería capaz de ayudarlos?

No, pensé, la depresión hundiéndose más profundamente en mí. No hay nada que

pueda hacer por cualquiera de ellos. Soy una inútil.

Estoy muerta.

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Floté en el gran salón en la planta baja, que parecía más grande cuando estaba vacío de

estudiantes. Aunque siempre fue un espacio majestuoso, se veía más bello y austero

cuando se extendía inmenso y silencioso. La luz de la luna se filtraba por las

numerosas vidrieras de colores, que se extendían desde el suelo hasta el techo, pero era

más brillante a través de la ventana de vidrio sin pintar. La vidriera original fue

destruida por un miembro de la Cruz Negra – un antecesor de Lucas – hace mucho

tiempo al huir. Lucas la había destrozado una vez, tal vez tratando de estar a la altura

de la tradición familiar. Siempre me había preguntado por qué la señora Bethany no la

había reparado para que se viera como las demás.

Ahora, por fin, lo entendí. La había dejado de esta manera porque así siempre se lo

recordaría. Así ella nunca sería negligente de nuevo.

Este edificio estaba lleno de cicatrices. Lucas estaba lleno de cicatrices. Y yo también,

sentí como si nunca fuera a sanar. Estaba atrapada para siempre con mis pesares y

separada del mundo de los vivos. Lucas sufría de la misma manera. La principal

diferencia era que él podría ponerle fin por sí mismo y probablemente lo haría, si no se

quedara alrededor por mi bien.

En ese momento, sentí que todo lo que había hecho, era hacerle daño a todos los que

habían intentado amarme. No lo valía. Me quería dar por vencida.

Vi que estaba cerca de la biblioteca de la escuela. Probablemente no había nada allí

sobre los espectros, pero tal vez si lo había. Me decidí a buscar información y ver. En

ese punto, una pregunta se cernía en mi mente, más grande que cualquier otra: si había

alguna manera para que los espectros – bueno, murieran. Una vez más. Para siempre.

No es que quisiera hacer nada tan drástico en ese momento, pero tenía que saber si

había una salida. Y tal vez estaba empezando a querer tomarla.

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La biblioteca me alegraba, casi todos los días. Me encantaban las pesadas mesas de

roble, los altos muros repletos de libros hasta el techo, el olor a humedad de las viejas

páginas y los accesorios de metal pesado que se había oscurecido con el tiempo y el

desgaste. Recordé pasar aquí el tiempo con Raquel, o coquetear con Lucas, o estudiar

con Balthazar. De todo lo feliz, sencillo, y vivo.

Ya no pertenecía allí.

Decididamente viajé pasando la biblioteca, preguntándose dónde podrían estar los

libros relacionados con fantasmas – y sentí que la pared comenzaba a tirar de mí.

Era repugnante, abrumador, como la terrible sensación cuando estás mirando por

encima de una repisa alta y durante un segundo sientes que quieres saltar, sólo que esta

vez la fuerza me llevaba lo quisiera o no. La pared este de la biblioteca tenía un

extraño magnetismo que se ató a mi núcleo. Una vibración espesa apagaba cada

sonido y casi me ensordeció, y una especie de estática nubló mi visión.

Traté de hacerme más substancial, así tal vez podría impulsarme hacia atrás, pero no

pude volverme completamente sólida. Una negra y extraña brecha – no en el mundo,

sino en mis sentidos – se abría delante de mí, arrastrándome hacia adelante.

Desde dentro de esa brecha, pude oír gritos terribles. Me di cuenta de que eran los

gritos de otros fantasmas atrapados por la fuerza que me sostenía. ¿Eran los mismos

que antes se habían burlado de mí? ¿Otros? No había forma de saberlo. En cualquier

caso, no podrían salvarse a sí mismos, y mucho menos a mí.

―¿Hay alguien ahí?‖ grité. ―¡Que alguien que me ayude! ¿Alguien puede oírme?‖

No hubo respuesta.

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Bueno, querías morir, dijo esa pequeña y viciosa voz en mi cabeza. Me pregunté si

estaba equivocada al pelear contra esto. Tal vez tenía que dejar que sucediera.

Entonces me di cuenta de que si hacía eso, nunca vería de nuevo Lucas, o a cualquiera

de las otras personas que amaba.

―¡Lucas!‖ grité. Mi mente se llenó con imágenes de la escena de pesadilla en la que lo

había dejado, y me imaginé a mi misma en la sala de archivos. Se solidificó a mí

alrededor, tomando forma. Lucas y Erich estaban encerrados de nuevo en batalla –

una lucha en sueños mucho más larga de lo que la real podría haber sido, sudorosa y

sangrienta. La pesadilla había comenzado de nuevo, al parecer una larga noche de

tormento para él. Charity se había desvanecido, como cualquier otro capricho en

sueños, pero de todas formas era terrible. Esta vez, sin embargo, pude atravesarlo. Una

vez más, con cada parte de mis fuerzas, grité, ―¡Lucas!‖

Volvió la cabeza de Erich, sorprendido. La expresión de Lucas estaba tan confundida

que pensé que no podía verme, pero al menos podía oírme.

―Lucas, esto es un sueño, sólo un sueño. ¡Estoy en la biblioteca y algo me tiene – tienes

que encontrarme!‖

La escena se desvaneció tan rápidamente como había llegado. ¿Había llegado a él, o

era sólo una ilusión que me había inventado? La brecha oscura ya se había tragado casi

todo lo que podía ver, todo lo que podía sentir. En mis oídos, lo único que quedaba era

el llanto de los otros espectros.

Quería llamar a Maxie o Christopher, pero no sabía si me iban a oír, o si Maxie

respondería a mi llamada de ayuda. ¿Y si les arrastraba dentro, también?

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Un estremecimiento me atravesó, y podía sentir los vaporosos contornos de mis

piernas empezar a disiparse. Oh, no, no, no, este es, este es el final-

―¡Bianca!‖

―¡Lucas!‖ Traté de buscarlo, pero sólo pude obtener la más tenue sensación de él en la

habitación. Era una silueta, una radiación de energía y miedo y amor, nada más. ―Me

tiene.‖

―¡Dame tu mano!‖ Con esto me quiso decir que formara una mano, que le diera algo a

lo que agarrar; yo comprendía eso pero no estaba segura de poder hacerlo, o si serviría

de algo. Ninguna fuerza física sencilla podría retirarme de la vorágine.

Pero quería tomar la mano de Lucas por lo menos una vez más, aunque no pudiera

hacer nada más. Así que, con cada gramo de mi fuerza y concentración, pensé en el

lugar donde mi mano debería estar, y tallé la imagen de una muñeca, palma y dedos.

Una forma azul suave apareció, frágil como una voluta de humo. No era nada como

debería haber sido, tal vez así era como se veían los espectros justo antes de que se

desvanecieran para siempre.

Entonces Lucas envolvió algo alrededor de mi muñeca.

¡La pulsera! Vi el coral y la plata en el mismo segundo en que sentí una sacudida de

poder interno. En un instante, mi cuerpo se volvió sólido, y caí al suelo duro. El dolor

en respuesta fue maravilloso. Esto significaba que era real, y que me había escapado.

Algo acerca de convertirme en sólida negaba el poder de lo que fuera que me había

agarrado.

Lucas se dejó caer de rodillas y me llevó hasta sus brazos. Horrorizada, vi la

manifestación de la vorágine que casi me había tragado – un remolino de niebla y

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oscuridad que se había abierto en la pared de la biblioteca. Mientras lo mirábamos, sin

embargo, se contrajo y calmó, suavizándose en yeso desigual, una vez más.

―¿Qué demonios fue eso?‖ dijo Lucas, apretándome contra su pecho. ―¿Estás bien?‖

―Creo que sí.‖ Mi voz era irregular, y me sentí un poco como si fuera a vomitar, si

todavía tuviera un estómago. Pero la desorientación disminuía a cada momento. ―La

Sra. Bethany no está sólo cazando a los espectros. Ella está... atrapándolos.‖

―¿Eso es lo que era esa cosa?‖ Sus ojos se estrecharon. ―Quédate atrás.‖

Echándome rápidamente hacia atrás, puse tanto espacio entre mí y la pared como

pude, mientras Lucas iba a la pared, pasaba la mano contra ella y, a continuación, con

todas sus fuerzas de vampiro, la perforó con un puño. Pequeñas motas de polvo de

yeso volaron mientras fragmentos de la pared caían al suelo.

―Así sabrán que alguien estuvo aquí,‖ le dije.

―Dejémosles que lo sepan. Tenemos que resolver esto,‖ Lucas alzó una mano a la

pared y sacó una pequeña caja de metal – de forma curiosa, con curvas y ángulos

extraños: un poco como una concha de plata y obsidiana. La tapa estaba abierta,

revelando un interior de nácar. Al principio pensé que no era más que una caja de

joyería antigua y hermosa, pero luego cuando me centré en el nácar, en la sustancia

viva del interior, sentí su fuerza tirando me mí de nuevo. Con la pulsera

fortaleciéndome y manteniéndome sólida, no estaba en peligro, pero la sensación

seguía siendo terrible.

―¡Lucas, ciérrala! ¡Ponla de vuelta!‖ Grité. Lo hizo inmediatamente, mirando hacia mí

con alarma. Pero tan pronto como la caja estuvo cerrada, me sentí tranquila de nuevo.

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Mientras Lucas corría a mi lado, dije, ―Eso es una trampa. Una trampa para espectros.

La señora Bethany puso una aquí. Ella debe – debe tenerlas por todos lados en la

escuela. Nos está cazando y capturando.‖ ¿Por qué? pensé. ¿Qué puede querer de

nosotros? ¿Es sólo odio, o algo más?

Él frunció el ceño mientras me abrazaba con fuerza. ―Jesús. No vuelvas nunca más

aquí.‖

―No sin la pulsera,‖ le dije, mirándola en mi muñeca. ―Eso fue una gran idea.‖

―Imaginé que lo que fuera por ti, tendrías una mejor oportunidad si podías devolver el

golpe.‖

Pasé mi mano por su mejilla. ―Me oíste. En tu sueño.‖

―Sí.‖ Lucas pasó los dedos por mi pelo, ―¿Cómo sabías sobre esa pesadilla? ¿Habías

intentado visitarme, antes?‖

―Lo intenté, pero no pude atravesarlo. No pude hacer que me vieras.‖

Sus labios rozaron mi frente mientras hablaba. ―Vamos a trabajar en eso. Podemos

mejorarlo.‖

―Está bien.‖ Me di cuenta de que este fue el primer momento en el que Lucas parecía

realmente él desde que se había levantado de entre los muertos. Salvarme le había

devuelto un sentido, un propósito – una razón para estar aquí.

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Y me di cuenta de que él era mi razón para estar aquí, también.

Lucas me estudió en la tenue luz de la luna, una vez más centrado y seguro. ―Vamos a

encontrar todas estas trampas. Encontrar una manera de mantenerte alejada de ellas.

Nada va a pasarte, Bianca. No de nuevo. No hay manera de que deje que eso suceda.‖

―Y yo voy a cuidar de ti.‖ Recordé lo asustada que había estado por todos los que

amaba, aun cuando la trampa me había estado succionando. Sí, estaba muerta, pero

mi corazón seguía con vida. Por el bien de Lucas, y por el bien de la gente que me

importaba – por el amor que permanecía después de la muerte – tenía que encontrar un

lugar en este mundo. Si eso significaba que no iba a ser del todo parte del mundo de los

vivos o de los no-muertos, bueno, siempre estaría – entre ellos. En las sombras. Sabía

cómo hacerlo, y tal vez podría mejorar en ello.

Tal vez no era el más allá predicado desde los púlpitos o imaginado por los pintores a

los que le gustaban las arpas, alas y nubes esponjosas. Pero cuidar a la gente que

amaba parecía una muy buena manera de pasar la eternidad. Mientras Lucas me

abrazaba con fuerza, supe que él sentía lo mismo.

Todavía tenemos algo en juego, me di cuenta. Algo por lo que luchar.

Capítulo 8

Traducido por Pau24

Corregido por Sidonie

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LUCAS Y YO NOS QUEDAMOS DESPIERTOS EL RESTO DE la noche,

acurrucados en los brazos del otro, fuera sobre el césped. La muerte nos había hecho

inmunes al viento del otoño o al frío de la suave tierra bajo nosotros. Así que nos

acurrucamos, en la postura de cuchara, bajo uno de los robles grandes medio cubiertos

por las primeras hojas caídas mientras el viento las soplaba sobre nosotros como una

manta. Las hojas eran del color de nuestros cabellos—rojo profundo y dorado oscuro.

Éramos parte del otoño. Y, por primera vez en demasiado tiempo, éramos

verdaderamente parte el uno del otro.

―No has dicho que deberíamos irnos de Medianoche,‖ susurré.

―No creas que no lo he pensado.‖ Lucas acarició con su nariz un lado de mi rostro.

―Odio saber lo peligroso que este lugar es para ti. Pero…tengo que confiar en que

tomes tus propias decisiones sobre los riesgos. Ese es el trato que hicimos, y lo

cumpliré.‖

Con mi cabeza todavía mareada por la trampa en la librería, y los rasguños en mi

hombro, me pregunté si necesitaba volver a examinar los riesgos de la Academia

Medianoche. Pero hasta que Lucas estuviera más estable, sabía que permanecer aquí

era nuestra mejor opción. ―Estoy bien.‖ Lo besé, suave y profundamente. ―Nada peor

me puede suceder. De hecho—finalmente veo que muchas cosas buenas pueden

suceder todavía. Hay muchas cosas que puedo hacer aquí, por ti y por todos los

demás.‖

Lucas medio sonrió. ―No eres un fantasma, sino un ángel.‖

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―Hay muchas cosas que puedes hacer aquí como vampiro. Piensa en cuantos

estudiantes han ayudado mi madre y mi padre, o cuán frecuentemente Balthazar nos

sacó de un apuro. Estar muerto…no es lo peor que puede suceder.‖

Permaneció en silencio por un rato después de eso, considerando. ―Es sólo—este

hambre.‖

―Lo sé.‖

―Si alguna vez pierdo el control, y lastimo a alguien...mato a alguien—―

―No lo harás.‖ Quería creer eso, y ayudarle a creerlo también. ―Eres fuerte, Lucas.

Cuando niño, atravesaste un entrenamiento de la Cruz Negra que habría destrozado a

algunos adultos. Trabajaste encubierto cuando tenías diecinueve años y tuviste éxito.

Quiero decir, engañaste a la señora Bethany, y podrías ser la única persona que ha

hecho eso.‖

Ante eso, se rió, realmente; era una risa triste más que una feliz, pero tomaría lo que

pudiera. Simplemente se sentía demasiado bien, estar aquí con él sin el peso del

mundo aplastándonos.

Seguí enumerando puntos. ―Piensas por ti mismo, lo cual es más raro de lo que debería

ser. Puedes admitir cuando estas equivocado, lo cual es incluso más raro que eso. Eres

leal, eres valiente, y haces amistades que duran para siempre. Esas son partes de ti. Lo

mejor de ti.‖

Muy serio ahora, Lucas sacudió su cabeza. ―Te equivocas.‖

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―Escúchame—‖

―Escucha tú.‖ Se acurrucó más apretadamente contra mí. ―Tú eres la mejor parte de

mí. Siempre.‖

Cerré mis ojos y apoyé mi cabeza en su brazo, finalmente en paz—al menos por una

noche.

Al siguiente día, la Academia Medianoche continuó con su habitual torbellino de

actividades—a su manera, pensé, más viva que la mayoría de su cuerpo de estudiantes.

Las personas se mezclaban en los pasillos; los vampiros pulcros y sofisticados, el resto

preguntándose vagamente por qué no encajaban. Ahora me daba más miedo viajar por

los pasillos, porque nunca sabía dónde podría estar la siguiente trampa. Pero me lo

tomé con calma y procedí cuidadosamente. Todo bien hasta el momento.

Estaba buscando a Lucas, con la intención de seguirlo a clases. No lo distraería; él

estaba intentando honestamente que funcionara el curso, como una manera de matar

el tiempo si no era por otra cosa. Después de nuestra reunión de anoche, sentía como

si fuera suficiente simplemente estar su lado, y sospechaba que él se sentía igual.

Pero entonces vi a alguien que se veía más solitario que lo que se había visto a Lucas—

mi madre.

La ropa de mamá era la misma que siempre había usado; una falda simple, zapatos

prácticos y un sweater suave. Su cabello color caramelo recogido en una cola de

caballo, peinado que solía llevar desde que tengo memoria. Pero la primavera había

pasado, y no había señales de luz en sus ojos mientras recorría penosamente el pasillo

hacia su clase de historia del siglo veinte.

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Cuando atravesé la puerta de la clase, estaba escribiendo en la pizarra. Leí las palabras

junto con los estudiantes: LA GENERACIÓN PERDIDA. Vi algunos rostros

familiares en la habitación, más particularmente Balthazar, él ya había pasado por esto

y permanecía más concentrado que la mayoría de los vampiros, observé, pero

probablemente se había inscrito en esta clase en particular para poder estar cerca de mi

mamá.

Oh, seguro, reflexioné. Ahora eres considerado. ¿Por qué no fuiste previsor cuando

Lucas más lo necesitó? Balthazar había llevado a Lucas a la batalla con Charity

sabiendo que Lucas no estaba bien—algo que yo todavía no había superado. Pero por

mi madre, si no por mí misma, no pude evitar sentir cierta gratitud hacia él—y hacia

Patrice, que se sentaba unas filas adelante y estaba inscrita probablemente por la

misma razón, aunque ella nunca lo admitiría.

―La Generación Perdida. Así fue como llamaron a las personas que alcanzaron la

mayoría de edad durante la Primera Guerra Mundial—o como la llamaban en ese

entonces, la Gran Guerra. ¿Alguien sabe por qué?‖ preguntó mamá cansadamente.

Estaba dirigiendo su pregunta a los alumnos humanos, por supuesto, o al menos a los

vampiros que habían sido convertidos después de esa época. Era una regla no escrita

de la Academia Medianoche que depender del conocimiento histórico que has

experimentado, era lo mismo que hacer trampa.

Skye Tierney, sentada en primera fila, levantó su mano. ―Porque la Segunda Guerra

Mundial no había sucedido aún.‖

―Correcto.‖ La mirada de mamá permaneció un par de pulgadas sobre la clase, no del

todo comprometida con ellos. Ojeras rodeaban sus ojos. Parecía que no hubiera

dormido en semanas. ―Porque no podían creer que la humanidad pudiera ser tan

estúpida dos veces.‖

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Un par de vampiros sonrieron con satisfacción, obviamente pensando que ese era un

golpe para los seres humanos en vez de lo que realmente era—Mamá siendo fatalista.

Balthazar cerró sus ojos brevemente como si tratara de protegerse de su estupidez.

Mi mamá agarró la tiza en sus manos y fino polvo amarillento cubrió la yema de sus

dedos. Su mirada era distante, su voz más suave de lo que debería haber sido para

dirigirse a una sala llena de estudiantes. ―La Primera Guerra mundial destrozó las

creencias de las personas en cada aspecto de la sociedad. La gente ya no podía rendirle

culto a un Dios todo protector después de que tantos de sus hijos y hermanos murieran

en las trincheras. Los soldados que habían padecido el gas mostaza, disparos de

ametralladora e inanición ya no podía confiar en los gobiernos y generales que los

habían enviado al frente con promesas de una guerra que duraría solo unos cuantos

meses. Las mujeres que tomaron las riendas del trabajo de guerra en las fabricas y

administraron su hogar solas durante años nunca más pudieron ser ‗protegidas‘ de

nuevo.‖ Lápices escribían en cuadernos; las teclas de los laptops hacían clic. Todos

pensaban que esto iba a estar en el examen, pero yo sabía que simplemente era mi

Mamá perdiéndose en recuerdos tristes.

Continuó, ―Algunas de esas mujeres habían perdido a todos los que amaban. Cada

promesa que les hicieron a sus hijos de mantenerlos seguros…esas promesas se

rompieron. Después de eso, tú nunca pudiste—ellas no nunca pudieron creer de

nuevo.‖

Oh, Mamá. Quise poner mis brazos alrededor de ella tan intensamente. ¿Quería

abrazarla y decirle que todo estaría bien, o es que yo era lo suficientemente infantil

para querer que ella me tranquilizara?

Unos cuantos vampiros—los más viejos, que habían atravesado ese periodo también—

se veían tan tristes como mi madre; Balthazar repentinamente parecía sumamente

interesado en sus zapatos. Me di cuenta que nunca le había preguntado que había

hecho en la guerra, si es que había hecho algo. Lo que sea que le haya pasado en ese

entonces oscurecía sus recuerdos, o tal vez simplemente entendía la mentalidad de mi

Mamá mejor que nadie y se sentía mal por ella.

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Contactar con otras personas, me recordé. Cuidar de ellos, incluso si resulto estar

enojada con ellos ahora mismo. Es por eso que estoy aquí.

Fui a su lado. Sus dedos no estaban sosteniendo el lápiz muy firmemente—habiendo

presenciado esos eventos, aparentemente no sentía necesidad de tomar notas. Así que

tomé control de lápiz y escribí, mientras él lo sostenía, ¿Crees que ella esté bien?

Balthazar se sentó erguido muy rápidamente, pero se recuperó del sobresalto lo

suficientemente rápido. Su agarre en el lápiz se incrementó. No, no lo creo.

Soltó el lápiz ligeramente para que pudiera responder. ¿Qué hay de mi padre? ¿Crees

que sea capaz de ayudarla?

Me pidió que abandonara su clase. El recordatorio sería demasiado doloroso, dijo. Así

que eso suena como un no. Bianca, ¿por qué no te les apareces? Odio mentirles

haciéndoles creer que te fuiste completamente, para siempre.

Mamá y Papá odian a los espectros. Hicieron todo lo que pudieron para evitar que me

transformara en uno y no dijeron ni una palabra acerca de que me convirtiera en nada

salvo un vampiro. Las siguientes palabras eras difíciles, pero me forcé a terminar:

tengo miedo de que me odien también.

Son tus padres. No harían eso. Te aceptarían.

¿Como la madre de Lucas lo aceptó a él?

El no tenía respuesta para eso.

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En su asiento delante de Balthazar, Patrice comenzó a temblar; aparentemente la

presencia de un fantasma siempre creaba frío en el aire. Miró sobre su hombro una

vez, obviamente curiosa sobre la fuente de la corriente de aire. Me moví hacia la

puerta, incapaz de soportar más de esto, pero miré larga y fijamente a Mamá antes de

dejar el cuarto. Ahora cada vez que la miraba sentía que podía ser la última vez.

Quería tanto aparecerme ante ella y papá. Me imaginaba apareciendo ante ellos,

usando la camisola blanca y mi pantalón de pijama con estampado de nubes en los que

había muerto, y poniéndome el brazalete para poder hacerme sólida. Si hiciera eso no

hay nada que quisiera más en el mundo que correr a sus brazos y sentirlos abrazarme

nuevamente.

Y entonces me imaginé a ellos rechazándome. Si hacían eso—nunca lo superaría.

Los otros estudiantes habían comenzado a hablar hace días acerca del próximo viaje

del colegio a la cercana ciudad de Riverton, pero no había prestado mucha atención,

porque dudaba que ninguno de mis amigos participara. Los viajes eran una innovación

reciente—un regalo para los estudiantes humanos. Los vampiros tendían a evitarlo

completamente, porque ir a Riverton involucraba cruzar sobre agua en movimiento, lo

que a ellos siempre les produce escalofríos, náuseas y en ocasiones cierto shock.

Además, cualquier cosa que los humanos disfrutaran se convertía automáticamente en

algo fuera de moda. El único humano con el que pasaba tiempo ahora era Vic, quien

probablemente se quedaría cerca del colegio para pasar el rato con Ranulf.

Sin embargo, mis planes estaban a punto de cambiar.

Después de las clases de Mamá, mientras los estudiantes se aglomeraban en los

pasillos, busqué a Lucas. Me sentía como si me necesitara, y después de ver la angustia

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de mi madre, yo lo necesitaba también. Pero cuando llegué a su lado, la Sra. Bethany

se movió suavemente a su izquierda. ―Sr. Ross.‖

―Sra. Bethany,‖ dijo, dando una mirada rápida en mi dirección; había sentido que

estaba ahí y obviamente se sentía protector. Aunque ambos sabíamos que yo era

invisible, algo acerca de la mujer hacía parecer como si pudiera detectarme de

cualquier manera.

Pero ella parecía estar pensando en algo completamente diferente. ―Usted aún no ha

puesto su nombre en la lista de estudiantes que se unirán a nuestro primer viaje fuera

del campus. Creo recordar que le gustaban tales excursiones.‖

―Tiempo atrás cuando podía cruzar el río sin querer vomitar, sí.‖

―Tal malestar es momentáneo,‖ dijo la Sra. Bethany. ―Puede ser superado.‖

Lucas se encogió de hombros. ―No veo el punto.‖

―Compartiré un secreto con usted, Sr. Ross. El secreto de cómo aprendí a soportar

estar muerta.‖

¿Por qué iba a revelar la Sra. Bethany algo tan personal? El rostro de Lucas se veía tan

conmocionado como yo me sentía. ―Em, está bien.‖ Entonces se sacudió de la

sorpresa. ―En realidad, es algo que me gustaría escuchar.‖

―Ahora mismo, sospecho que está intentando olvidar lo que amaba acerca de estar

vivo.‖ La falda de la Sra. Bethany hacia frufrú mientras se abría paso a través de la

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multitud, la gente se alejaba para dejar un amplio espacio alrededor de ella y Lucas.

―Está intentando distanciarse de esas alegrías, creyendo que está separado de ellas para

siempre. Pero eso es un error.‖

Lucas caminaba más lentamente, obviamente tratando de asimilar eso. ―Pero no es

como si pudiera... no sé, ir a comer una buena hamburguesa o ir a nadar al océano—‖

―No. Algunas cosas están cerradas para nosotros. Pero seguramente puedes disfrutar

de los entretenimientos que Riverton puede ofrecer.‖

Habíamos ido al cine de películas clásicas en nuestra primera cita. Me había comprado

mi broche en la tienda de ropa de época. Sería divertido visitar nuevamente algunos de

esos lugares, juntos. ¿Y qué si me tenía que esconder? Llámalo otra forma de cita ‗a

ciegas‘.

Tal vez Lucas captó lo que yo estaba sintiendo, porque asintió lentamente. ―Eso es

verdad. Todavía podría ir.‖

La Sra. Bethany sonrió con satisfacción. ―Recuerda tu vida,‖ dijo. ―No la dejes ir, más

de lo que debas.‖ Entonces se enderezó, completamente formal de nuevo. ―Pondré su

nombre en la lista de Riverton.‖

―Gracias.‖

Mientras vagamos por los jardines, susurré, ―Estoy contenta de que hayas dicho que

sí.‖

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―Eso fue un poco extraño, ¿no es así?‖ Claramente estaba pensando en la Sra.

Bethany. ―Ella sincerándose así.‖

Era un poco extraño. Más que extraño. Sabía que debería estar agradecida con ella—

parecía estar cuidando de Lucas, a su propia manera— pero me asustaba demasiado

para eso. No quería hablar más de ella, ni siquiera pensar en ella. Mejor concentrarse

en los mejores tiempos que vendrían. ―Si vamos de nuevo a ver películas, entonces está

bien por mí.‖

Lucas se rió, y me regodeé en el placer de ser sólo otra chica ansiosa por su cita de fin

de semana.

Pude haber ido simplemente en el bus a Riverton ese fin de semana, flotando sobre

Lucas, pero estuvimos de acuerdo en que terminaría congelando la ventana. En

cambio, tomó el broche consigo para que pudiera aparecer a su lado una vez que él

llegara allí. Lucas llevó un abrigo de más y un par de pantalones de chándal en su

mochila; de esa manera, si éramos los únicos estudiantes de Medianoche en el cine,

como era usual, me podría hacer sólida y podríamos pasar el rato como antes. Tal vez

liarnos como antes. Estaba definitivamente esperando eso.

Mi impaciencia sólo creció la media hora después de que se fuera el bus. Se sintió

como una eternidad esperar, pasando el rato en el techo al lado de una de las gárgolas

y dejando que la suave lluvia me atravesara. Sabía que no tenía sentido ir con Lucas

antes de que él estuviera con certeza en Riverton, pero estaba ansiosa por llegar allí.

Especialmente al cine. El primer lugar al que habíamos ido en una cita. Era tan valioso

para mí que podía imaginarme cada pedazo de voluta dorada en las paredes, las

cortinas de terciopelo rojo, los carteles—

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Espera. ¿Era posible que lo amara lo suficiente para ligarme a él? ¿Qué era uno de los

lugares a los que podía viajar instantáneamente, y ―aparecerme‖, después de mi

muerte?

Vale la pena intentarlo, decidí. Desaparecí ligeramente, alejándome del mundo

material a mí alrededor en el colegio, y me imaginé el cine con tanto detalle como mi

mente recordaba. Todo sobre él, la carpintería, la forma del teatro, me insté a que

tomara forma a mí alrededor.

Y estaba ahí.

¡Sí! Habría hecho un pomposo gesto en señal de victoria si hubiese estado sólida. El

teatro no había cambiado en absoluto. Estaba la máquina de palomitas de maíz a la

antigua, una pequeña caja de latón con un cartel a rayas rojo y blanco. Y aquí estaba la

alfombra con estampados de remolinos, tan gruesa y suave que ansiaba tener pies que

pudiera hundir en ella. El espectáculo de esta noche, a juzgar por los carteles

alumbrados, sería ―Atrapa a un ladrón*.‖ Cary Grant, glamur total, romance total.

¿Podría ser mejor?

Bueno sí, me di cuenta. Parecía que iba a ser un espectáculo atestado, así que Lucas y

yo no tendríamos muchas posibilidades para estar solos. La película no comenzaría

hasta en otra media hora, y ya varias personas habían tomado asiento—aunque

seguían mirando nerviosamente hacia la entrada donde me había materializado,

mirando a través de mí, esperando a alguien más—

Y entonces me di cuenta. Reconocía a algunos de ellos—incluyendo, abajo en la

primera fila, Kate.

La Cruz Negra. Sentí que el terror me inundaba, tan intenso que me convertiría en

hielo. Ellos comprendieron a dónde iría Lucas después de ser convertido en vampiro, y

se acordaron de los viajes a Riverton de cuando él espiaba para ellos. Y esto no era un

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puñado de gente como la que habían llevado a Filadelfia—esto era un grupo completo

de cazadores de la Cruz Negra.

Tenían este lugar bajo vigilancia. Estaban esperando para matarlo.

Salí volando del vestíbulo; sabía que debía haber congelado una de las puertas de

vidrio, pero no me importaba. La Cruz Negra no me estaba buscando a mí. Si no le

advertía a Lucas a tiempo, iban a abalanzarse sobre él tan pronto como entrara en el

teatro. Incluso con su fuerza y habilidades para luchar no se salvaría contra una

docena de cazadores de vampiros.

Mientras me habría paso hacia la calle en dirección a la plaza principal, no obstante,

me di cuenta de que el grupo en el teatro no era el único. Ahí, sentada en la terraza de

un restaurante, ignorando un plato de patatas fritas frente a ella, estaba Eliza Pang la

líder de la célula de la Cruz Negra en Nueva York. Y, lo peor de todo, acechando en

un callejón cerca de la plaza estaban Raquel y Dana.

El bus de Riverton estacionó, y los estudiantes comenzaron a salir. Sólo tenía ojos para

Lucas así que no le presté atención a los otros, que se estaban riendo y conversando,

caminando a través de mí sin tener idea que estaba ahí.

Lucas fue uno de los últimos en salir de bus. Se veía conmocionado, casi débil. El

haber atravesado el agua debió afectarlo fuertemente. ―¿Estás bien amigo?‖ dijo el

conductor.

―Estoy bien. Voy a tomar un café rápidamente. Eso ayudará,‖ dijo Lucas. Lo que

quería decir era que se sentaría en la cafetería sin nadie molestándolo durante un rato.

Él pensaba que yo me reuniría con él en el teatro y no quería que lo viera tan débil.

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¡No importa, simplemente anda a algún lugar privado, para que pueda advertirte! No

vi a ningún cazador de la Cruz Negra en la cafetería, pero eso no significaba que no

había un par de personas que no reconocía. Rápidamente salí disparada tras él,

esperando susurrarle en el oído antes de que pudiera entrar a ninguna parte.

Y entonces simplemente—me detuve. Quedé ciega. Perdí todo.

En un instante, me fue imposible avanzar hacia delante, atrás, arriba o abajo—a

cualquier lugar. ¡Una trampa! pensé con pánico, recordando esa escalofriante caja en

Medianoche, pero esto era diferente. En vez de una fuerza firme e inexorable, estaba

simplemente mantenida firmemente en ese lugar. Era como la diferencia entre

hundirse en arenas movedizas y sólo estar atascado en un ascensor. Bueno, un

ascensor con las luces apagadas.

¿Había hecho esto la Cruz Negra? ¿Estaban tras los dos? ¿Qué estaba sucediendo?

Todo lo que sabía era que este encarcelamiento, lo que sea que fuera, me impedía

advertirle a Lucas que estaba en un terrible peligro.

Entonces vi un círculo simple y brillante abrirse ante mí, destellando como una piscina

bajo la luz de la luna. Cuidadosamente miré hacia afuera—y vi a mi captor mirándome

consternada.

―¿Bianca?‖

―¿Patrice?‖

*(en el oiginal: To Catch A Thief, película dirigida por Alfred Hitchcock)

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Capítulo 9

Traducido por J. T@vo

Corregido por Sidonie

―¿BIANCA?‖ PATRICE PARECÍA TAN ASOMBRADA COMO yo me sentía. Su

rostro parecía llenar todo el cielo, o el techo, o cualquier otra cosa que veía encima de

mí en este lugar oscuro, sin forma. ―¿Eres-? ¿Te has convertido en un fantasma?‖

―¡Patrice, no tengo tiempo para discutir esto ahora!‖

―Tenemos un montón de tiempo, ya que las dos estamos muertas,‖ espetó Patricie con

expresión sombría. El viejo resentimiento entre vampiros y espectros parecían estar en

funcionamiento. ―La eternidad, de hecho. Empieza por cómo moriste.‖

―¡La Cruz Negra está aquí, en Riverton, y si no me dejas salir ahora mismo, van a

matar a Lucas y a cualquier otro vampiro que encuentren, probablemente

incluyéndote!‖

El extraño foso como de alquitrán que limitaba mis movimientos me soltó tan rápido

que me sentí como si saliera disparada. La luz parecía explotar a mi alrededor- pero

tan sólo eran las farolas de la ciudad de Riverton, en contraste con la oscuridad que me

había encerrado. En cuanto me hube ubicado de nuevo, me di cuenta de que estaba

justo delante de Patrice, quien a su vez estaba en un callejón al lado de la calle

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principal. Ella tenía en la mano un pequeño espejo de maquillaje, que estaba cubierto

con hielo. Yo debía de ser visible, pero por muy poco – cuando estiré una mano, yo

sólo vi el más leve contorno gris de los dedos y la palma. Nadie me vería si no sabía

que buscar.

Patrice sí sabía. Ella parpadeó una vez, luego se recuperó del asombro. ―¿Dónde

están?‖, dijo. ―Rápido, dime.‖

―En el teatro. En el restaurante. No sé dónde más. Lucas se dirigió hacia la tienda de

café, tenemos que llegar a él antes que ellos.‖

Cruzó la calle, corriendo tan rápido como si fuera su vida la que estuviera en juego en

lugar de la de Lucas. La seguí, pero lentamente. Ser atrapada había tomado algo de mí

- necesitaba tiempo para recuperar mi fuerza, un tiempo que Lucas no tenía.

Patrice llegó a la cafetería, mientras yo todavía estaba a dos metros de distancia. Ella

no abrió la puerta sin más sino que irrumpió en el local con suficiente violencia como

para que la mayoría de los clientes levantaran la vista para ver a qué venía tanta

conmoción. Uno de ellos fue Lucas, que había estado sentado en uno de los sillones de

terciopelo verde con la cabeza entre las manos. Mientras miraba a Patrice, ella le

tendió la mano a él, claramente instando a que se fuera.

Ese fue el momento en que mi vista fue bloqueada por los cazadores.

Kate. Eliza. Milos. Diez o quince más que yo no conocía, pero cada uno de ellos con

la fuerza bruta de las tropas de la Cruz Negra. Alguien había corrido la voz de que

Lucas estaba en la ciudad y les había dado su localización. Patrice y yo habíamos

llegado demasiado tarde.

Oh, no, pensé. Por favor, no.

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―Preparad las armas,‖ dijo Kate. Las palabras cayeron tan pesadas e inflexibles como

el hierro. Había venido aquí a matar a su hijo, y el peso de ello apagaba sus ojos. A

medida que los cazadores tomaron a hombros sus ballestas, Lucas se levantó y caminó

hacia Patrice, listo para salir – Y entonces vio a su madre. Se dio cuenta de que el

ataque estaba a punto de suceder, y no había nada que pudiera hacer al respecto.

Eso significaba que dependía de mí.

Me estiré hasta ser delgada, en una línea horizontal larga, y me imaginé como el filo

de una espada - luego me lancé hacia adelante.

―¡Fuego!‖ exclamó Kate, al mismo tiempo que yo me extendía por los cazadores.

Debió haberlos golpeado como un delgado y rápido golpeteo helado. Porque todos

gritaban y la mayoría de ellos disparó a ciegas, de modo que sus flechas golpearon en

el suelo o en paredes cercanas. Pero al menos uno logró pasar, porque el escaparate del

café estalló en una lluvia de vidrio. La gente en el interior empezó a gritar, y pude ver a

los transeúntes en la calle comenzar a enloquecer.

¡Lucas! No podía verlo. A pesar de que desesperadamente quería saber si estaba bien,

yo sabía que tenía que poner fin a esto antes que alguien pudiera resultar herido. Mi

fuerza se mantuvo inestable, pero debía hacer todo lo que pudiera.

Los cazadores ya estaban reagrupándose. Aunque algunos de ellos se habían

doblegado por el dolor de mi golpe, estaban enderezándose, y se preparaban para otro

asalto. Mi primer pensamiento fue volver a poseer a Kate y ordenarles que se

detuvieran. ¿Podría hacer eso? Si la desesperación fuese la clave, como yo había

sospechado antes, entonces sí, podría hacerlo. Pero al tratar de arremeter contra ella,

sentí que algo me empuja hacia atrás, hasta que me detuve.

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¿Qué de-? Entonces descubrí media docena de anillos de cobre brillando en sus dedos.

El cobre, al igual que cualquier otro mineral que se encuentre en el cuerpo humano,

repele espectros. La Cruz Negra sólo sabía un poco acerca de fantasmas, por lo que yo

había sido capaz de averiguar, pero al parecer, Kate había descubierto suficiente para

protegerse de la posesión. Podía atacarla, pero nunca más podría poseer su cuerpo.

Tendría que derrotarlos uno por uno, entonces.

Me dirigí hacia el cazador más cercano a mí. Para golpearlo con mi puño de hielo, yo

tendría que tomar forma, y sabía que era una mala idea, pues no sólo me revelaría ante

montones de los estudiantes de Medianoche, sino que también le daría a la Cruz Negra

algo a que apuntar. Probablemente habían buscado formas de herir o destruir un

espectro desde nuestro último encuentro.

En cambio, giré en torno a él, convirtiendo el aire en un vendaval, concentrándome

para volverme más y más fría. A medida que mi velocidad aumentaba, pude ver

carámbanos empezando a formarse en los extremos de su pelo y la barba. Su piel se

volvió azulada y clamó de dolor.

Suficiente. Lo dejé ir, escuchándolo caer en un estupor aparente, y me precipité hacia

otro cazador. Vagamente pude sentir el resto de la pelea a mi alrededor: Patrice había

tomado a Kate, igualándola golpe a golpe con una ferocidad que nunca me había dado

cuenta que ella poseía. Lucas estaba en el meollo de las cosas, también; rugió de rabia

cuando arrojó a Milos al suelo. Mis emociones se debatían entre ser feliz porque Lucas

estaba bien, y aterrorizada de que este sería el momento en que tomara una vida

humana, el pecado por el que nunca podría perdonarse a sí mismo.

Pero en ese momento, lo mejor que podía hacer para ayudar a Lucas era seguir

luchando. Me obligué a convertirme en un torbellino otra vez, con ráfagas más y más

frías. A breves momentos de estar rodeando a la siguiente cazadora, ella también cayó

víctima de la congelación o hipotermia, o lo que fuera que estaba haciéndoles. Así que

me fui detrás de otro, pero cuando empecé, escuché a Lucas gritar de dolor.

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Yo no podía concentrarme. En el terror, miré detrás de mí para ver a Lucas – con los

colmillos extendidos y la cara monstruosa - sobre el suelo, Milos levantó una estaca.

La sangre fluía libremente de un corte en la frente de Lucas. Estaban demasiado lejos,

no podía llegar a ellos a tiempo –

Entonces apareció Raquel, corriendo desde una calle cercana, y estrelló algo en el

costado de la cabeza de Milos.

Milos cayó de rodillas, aturdido. Mientras miraba con incredulidad, Raquel exclamó:

―¡Lucas, vete de aquí! ¡Ahora!‖

―¿Qué demonios estás haciendo?‖ gritó Kate. Pero Dana había llegado también,

sosteniendo una ballesta apuntando directamente a Kate.

―Ya basta,‖ dijo Dana. Ella estaba temblando con tanta fuerza que su voz temblaba.

―Esto termina ahora.‖

Desde la distancia, escuché las sirenas comenzando a sonar, alguien en Riverton había

llamado a la policía.

Lucas tropezó con sus pies, obviamente un poco aturdido por el golpe en la cabeza - y

hundido en la necesidad de pelear y matar. Me fui rápidamente a su lado, incapaz de

ser algo más que una brisa fresca en la mejilla, pero a lo mejor eso podría al menos

recordarle quién era él.

Detrás de mí, oí la voz de Kate temblando de rabia. ―Ustedes dos se arrepentirán de

esto.‖

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―Tengo un montón de cosas de las que me arrepiento,‖ dijo Raquel. Ella no se había

movido de su lugar entre los cazadores y Lucas. ―¿Qué importa una más?‖

―Maldita seas.‖ Rápida como un parpadeo, Kate se desplazó a la izquierda y cargo su

ballesta. Dana la golpeó a un costado desviando la flecha, gracias a Dios. No golpearía

a Raquel o a Lucas, pero luego me di cuenta de que se dirigía directamente hacia uno

de los estudiantes de Medianoche atrapado en la lucha, una chica humana que nunca

sería capaz de esquivarla a tiempo.

Aunque el siguiente momento no duró más de una fracción de segundo, pareció

desplegarse ante mí a cámara lenta. La flecha, cortando letalmente a través del aire.

Lucas, saltando con su fuerza de vampiros y velocidad, directamente hacia la niña en

peligro. Sus cuerpos chocan, el pelo oscuro de ella flotando a su espalda, ambos caen

al suelo - sólo un par de pulgadas debajo de la flecha, que se clavó en el lado del

edificio, sepultándose a sí misma varias pulgadas dentro la madera.

Las sirenas se acercaban, y las multitudes estaban creciendo – ahora había decenas de

testigos, algo que la Cruz Negra odiaba. Kate debía de haber dado alguna señal,

porque escuché a los cazadores retirarse, corriendo o tropezándose lo mejor que

pudieron.

Dana gritó ―¡Lucas!‖

Él levantó la vista hacia ella desde la acera, donde yacía junto a la chica a la que había

salvado. Todo su cuerpo temblaba, y él no sonrió. Yo sabía que, aunque Lucas podría

haber superado su hambre de sangre para proteger a otra persona, aún estaba

demasiado cerca de atacar.

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―No te acerques a él ahora,‖ dijo Patrice. Ella había visto indicios de que Lucas estaba

a punto de perder el control. ―Las dos tenéis armas. La policía pensará que formabais

parte del grupo que nos atacó.‖

―Nosotras renunciamos ayer por la noche, cuando Kate dijo que íbamos a ir tras

Lucas,‖ dijo Dana. ―No es que exactamente se lo hubiéramos mencionado a ella o

algo parecido…‖

Raquel dijo, ―¿Qué fue eso-? ¿El ciclón de hielo?‖

―Eso fui yo,‖ contesté, todavía invisible. Todo el mundo dio un salto. ―Dana, Raquel,

deben escuchar a Patrice. Os arrestarán si os quedáis aquí.‖

―Y esta vez no contamos con la Cruz Negra para pagar la fianza.‖ Dana suspiró.

―Raquel, cariño, es hora de correr.‖

Dana se fue, pero Raquel vaciló un momento, buscando en vano un rastro de mí en el

aire. ―Bianca...‖

―Lo sé,‖ dije. ―Yo lo entiendo.‖ Lo que no era totalmente cierto - Yo no sabía qué,

exactamente, había traído a Raquel de vuelta del miedo que la había llevado a

traicionarme. Pero yo sabía que había algo, y que ella y Dana habían arriesgado sus

vidas y dejado a la Cruz Negra con el fin de proteger a Lucas. Por lo que a mí

respectaba, eso importaba más que cualquier otra cosa.

Raquel corrió tras Dana, desapareciendo en una esquina justo cuando el coche se

detuvo. Me di cuenta de que Patrice se había apartado de mí y me volví para ver que

ella se había puesto suavemente entre Lucas y la niña humana que había salvado -

Skye Tierney, la reconocí ahora - para que Lucas no pudiera mirarla. Su rápida

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ocurrencia podría haberlo salvado de atacar. O, más exactamente, salvó la vida de

Skye.

A medida que la policía se bajó del coche, Patrice susurró en voz baja lo suficiente

como para que sólo Lucas y yo pudiéramos escuchar, ―Déjenme las explicaciones a

mí.‖

Al cabo de un par de minutos de la llegada de los agentes de policía, comprendí por

qué Patrice había querido hacerse cargo de esto. Un siglo y medio de experiencia

proporcionando supuestas explicaciones racionales para los eventos sobrenaturales

estaban dando sus frutos. Con experiencia, Patrice desempeñó el papel de una joven

niña aterrorizada, convencida de que había visto a miembros de una banda de

delincuentes de ciudad, y que habían dicho algo acerca de una iniciación, y algo de

unos mensajes de correo electrónico que recibes a veces donde te enteras de que los

miembros de una pandilla iban a matar a una persona inocente al azar, ¿no?

La policía puede no haber creído eso, pero ellos creyeron que su miedo era real y, más

importante aún, que ni ella ni ninguno de sus amigos tenía nada que ver con el inicio

de la lucha. El testimonio de otros testigos, incluyendo el de Skye, apoyarían eso. Al

tiempo en que llegaron a Lucas, las únicas preguntas que le hicieron fueron sobre su

cabeza y si necesitaba ver a un médico.

Él fue capaz de responder a sus preguntas con calma suficiente. Aunque yo sabía que

él estaba luchando, Lucas había triunfado sobre el hambre de sangre despertada por la

lucha, al menos por ahora.

Una vez que la policía se fue, yo estaba ansiosa por hablar con él, para ver cómo

estaba - pero también lo estaba otra persona. Skye se acercó a su lado, brillando de

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emoción y alivio. ―Yo sólo tenía que decirte, que fue increíble,‖ dijo. ―Me salvaste la

vida. En verdad. No puedo agradecerte lo suficiente.‖

―Me basta con que estés bien,‖ dijo Lucas, y a pesar de las turbulencias en las que

sabía tenía que estar, sonrió un poco para ella. Eso hizo a Skye sonreír de oreja a oreja

para él, y me di cuenta en un momento cuan bonita era ella: pelo negro liso, ojos azul

pálido con gruesas pestañas, la piel perfecta, delgada pero no pareciendo demacrada –

De repente, no estaba totalmente emocionada por el hecho de que Lucas la hubiera

salvado. No es que yo quisiera a Skye muerta, pero ella era una niña hermosa.

Probablemente a punto de tener un enorme enamoramiento con mi chico. Y eso no era

bueno.

―¿De verdad crees que eran miembros de una pandilla?‖ Ella parecía dudosa.‖Se veían

un poco viejos para eso.‖

―Supongo que nunca se es demasiado viejo para ser estúpido.‖ Lucas no podía mirarla

a los ojos.

Skye puso una mano sobre el antebrazo de Lucas. Yo estaba bastante cerca de odiarla

hasta que dijo: ―Estoy algo temblorosa... Quiero ir a llamar a mi novio de vuelta a casa

- pero antes de retirarme, gracias de nuevo. En serio.‖

Así como así, de repente Skye empezó a caerme mucho mejor. Cuando Lucas se

despidió de ella con un gesto, le murmuré al oído: ―Está bien. Logramos atravesar eso.

No te has venido a bajo. Lucas, ¿ves lo fuerte que eres?‖

―Necesito estar solo.‖ Lucas se alejó de mí, y yo quería seguirlo, pero no lo hice. Su

madre había tratado de matarlo otra vez; no es de extrañar que no pudiera celebrar su

pequeña victoria sobre sí mismo.

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Mientras lo veía marcharse con tristeza, observé a otra persona - Patrice, que ahora

estaba sentada sola en un pequeño banco. Ella parecía estar estudiando el borde

estampado de su falda floreada, por cualquier rasgón o corte. Como no podía ser de

otro modo, había intervenido en esa lucha contra todo, dando lo mejor de sí misma,

pero sin arruinar su peinado.

Fui a su lado y le dije: ―Gracias por todo eso.‖

―Bianca.‖ Patrice levantó la cabeza, con la mirada lejana que la gente tenía cuando me

hablaba mientras yo era invisible. ―¿Eres un fantasma ahora?‖

―Así es.‖

Ella se acomodó en el banco, claramente encontrando una posición cómoda.

―Cuéntame la historia completa. Empieza cuando tú y Lucas rompieron, que ahora

asumo no era exactamente la verdad.‖

Patrice nunca había sido alguien en quien yo confiara mucho, pero después de la

forma en que se había arriesgado por nosotros, yo sabía que podía confiar en ella. Así

que le dije toda la historia, de la forma más concisa que pude, desde los inicios de mi

relación clandestina con Lucas, nuestras muertes, y la situación actual en la Academia

Medianoche. Ella no escuchó con la simpatía que algunas personas pueden tener,

hablando de lo terrible que era y lo mal que se sentían por nosotros - pero ella no

juzgo. Después de toda la culpa y la recriminación que nos rodeaban, tan sólo eso fue

un alivio.

Una vez que terminé, me di cuenta de que tenía algunas preguntas propias. ―¿Por qué

me atrapaste? ¿Cómo me atrapaste?‖

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―Había sentido algo detrás de mí. Veo ahora que más bien siguiendo a Lucas

alrededor, pero sabía que lo sentía. Algo fantasmal. No estaba convencida, pero decidí

tomar acción si lo volvía a sentir. Eres fría a veces, ¿ya sabías eso?‖

―¿Cómo es que no tienes miedo de mí? La mayoría de los vampiros lo tienen.‖

Los labios carnosos de Patrice se curvaron en una sonrisa. ―La mayoría de los

vampiros son bastante estúpidos sobre los fantasmas - me enteré del pánico del año

pasado. Que montón de tonterías. Pero en Nueva Orleans, donde empecé. En aquel

entonces, había una mujer llamada Marie Leveau que sabía todo sobre vampiros,

fantasmas, espíritus, lo que sea. Me acerqué a ella cuando recién me convirtieron.‖

Ella miró a la distancia como si estuviera tratando de mirar hacia el pasado. ―Había un

hombre que había muerto…, alguien que quería volver a ver... bueno. Traer a alguien

de nuevo contra su voluntad, resulta ser una mala idea.‖

―Lo puedo imaginar.‖ Acostumbrarme a ser un fantasma había sido bastante difícil

para mí. Para alguien que hubiera muerto en paz, era probablemente mucho peor.

―¿Lo atrapaste en un espejo?‖

―Y al final, rompí el espejo para dejarlo ir.‖ De su bolso sacó el espejo que había

utilizado para atraparme. La escarcha se había derretido, y cuando lo abrió, vi que el

cristal reflectante estaba intacto. ―Desde entonces, he descubierto la forma de liberar

fantasmas sin romper ningún espejo. Es un gran dolor, reemplazarlos.‖

Así era Patrice - preocupada por su espejo de maquillaje, mientras estaba jugando con

la línea entre los vivos y los muertos.

―¿A dónde van los fantasmas cuando se utiliza el espejo para atraparlos?‖

―Esperaba que me lo dijeras,‖ dijo. ―Dentro del espejo, hasta donde yo sé.‖

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Para mí se sentía más como ningún lugar, un área entre la existencia y no existencia,

pero los misterios como este estaban empezando a sentirse casi de rutina ahora que me

había convertido en un fantasma. Además, las preocupaciones terrenales se sentían

más apremiantes en ese momento.

Empecé, ―¿Sabes? A Lucas le vendrían bien algunos amigos más en la Academia

Medianoche. Y sería bueno tener alguien más con quien hablar.‖ En particular, pensé,

otra chica. Lucas, Balthazar, Ranulf, y Vic eran cada uno magnífico a su manera, pero

andar sólo con ellos se volvía un poco cansado después de un tiempo.

―Yo no pretendo hacer amigos con los cazadores de la Cruz Negra, a diferencia de

algunas personas,‖ repuso. Pero yo podía ver su porte estirado ablandarse un poco.

―Aunque creo que Lucas no está con ellos. Así que estar con él es básicamente lo

mismo que hacerle un corte de manga a la Cruz Negra.‖

No era una confesión de eterna amistad, pero yo lo tomaría.

―Y supongo que me hiciste falta,‖ agregó Patrice. ―Había estado pensando en ti hace

un rato, en realidad.‖

―¿En serio?‖ Eso me hizo sentir bien, el ser extrañada.

―Tú siempre tenías buen gusto para la joyería antigua, y yo quería salir de compras a la

tienda de aquí para encontrar algo que ponerme con este conjunto. Eso vale la pena un

paseo sobre el río, ¿no te parece?‖

Patrice no se detendría ante nada para tener el look perfecto, pero ya no encontraba

eso molesto - al contrario, era divertido. Y algo así como genial, y, bueno, muy propio

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de ella. ―Está bien, voy contigo. No me van a ver. Tal vez esté muerta, pero aún puedo

comprar.‖

Ella se animó. ―Ooooh, necesitamos camisetas que digan eso.‖

Fui de compras con Patrice, aconsejándola sobre una pulsera antigua; sin embargo,

aunque era agradable volver a conectar, en realidad yo no hacía más que matar el

tiempo. Cuando estábamos en la tienda de ropa, no pude dejar de recordar cómo

Lucas y yo habíamos venido aquí en una de nuestras primeras citas. El había sido tan

feliz. Probándose impresionantes abrigos largos y sombreros locos, tan despreocupado.

Tan vivo.

No es que yo lo quisiera algo menos por estar muerto - ¿cómo podría? - Pero sabía que

su vida era algo que había amado sobre Lucas, y se había ido.

Cuando los estudiantes comenzaron a reunirse en la plaza para tomar el autobús de

vuelta a la escuela, Lucas no apareció con el resto. Nadie, excepto Skye pareció darse

cuenta. Como todo el mundo comenzó a subir, se dirigió al acompañante y le dijo:

―Nos falta una persona. Podría estar herido.‖

―¿Ross? No está herido‖ El conductor, que era un vampiro, se encogió de hombros.

―Él me dijo antes que tenía quien lo llevara de vuelta a la escuela esta noche. Lo verás

de nuevo mañana.‖

Skye no parecía muy contenta con que Lucas se quedara atrás, y yo podía entender por

qué. En cualquier escuela normal, eso habría sido un motivo de preocupación, incluso

en Medianoche, de haber sido un estudiante humano el que se hubiera perdido.

Habrían hecho búsquedas y una preocupación considerable. Pero los estudiantes

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vampiros se les permitía una mayor independencia y se suponía que eran capaces de

cuidar de sí mismos.

Tenía la esperanza de que fuera verdad.

―Ve a buscarlo,‖ Patrice susurró antes de subir al autobús. ―Hasta luego.‖

Rápidamente me alejé de la plaza, hacia el bosque que quedaba entre la ciudad y

Medianoche. Una vez que las casas eran pocas y distantes entre sí, y la brisa de la

noche se agitaba a mí alrededor, tuve la soledad que necesitaba para concentrarme.

Imaginé mi broche de azabache, el que él me había comprado aquí en Riverton. La

piedra negra, la forma de la flor, la piedra llena de la vida que había pulsado una vez

en el centro de la madera.

Todo a mí alrededor se agitó como entre brumas, mudando de color y tomando forma.

Para mi sorpresa, yo no estaba con Lucas; el broche estaba en el bolsillo de su

chaqueta, que ahora yacía abandonada en un montón en el suelo del bosque. Mientras

miraba hacia abajo, vi que estaba manchada de sangre. Suya de la lucha, asumí - pero

luego vi que otras cosas estaban yaciendo a su alrededor. Un mapache muerto. Un

pájaro muerto de algún tipo. Un zorro muerto. Sus cuerpos no habían sido sólo

drenados; sino que habían sido arrancados en pedazos. La pila era el resultado después

de un frenesí de muerte, atacando animales pequeños en vez de seres humanos.

A una distancia cercana, pude oir unos golpes secos. Tac, tac, tac – eran golpes contra

la madera, al igual que con un mazo o quizás un hacha. Tomando en mi mano el

broche y volviéndome sólida, caminé hacia el sonido hasta que vi a Lucas, que se

había quedado en camiseta. Él estaba frente a un árbol, golpeándolo de la forma en

que un boxeador golpea un saco.

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Me acerqué. Lucas era ajeno a mí, tal vez a todo. Él golpeó el árbol con tanta fuerza

que la corteza voló con cada golpe; a cada lado del tronco había partes desgarradas de

madera astillada, que relucían con su sangre. Horrorizada, me di cuenta de que había

golpeado hasta abrirse la piel de sus manos, y una astilla de hueso sobresalía a través

de un dedo. El dolor que sentía con cada golpe tenía que ser enorme, y sin embargo él

continuó, implacable.

―¡Lucas!‖ corrí a su lado y me agarré a uno de sus brazos. ―¡No te hagas esto!‖

Se detuvo, pero no me miró. El sudor perlaba su piel, por lo que su camiseta se adhería

él y su cara brillaba a la luz de la luna. Lucas seguía mirando el árbol, como si él lo

odiara. ―Yo quería matarla.‖

―Ella es tu madre,‖ le dije. ―Ella te traicionó, tanto como nadie podría hacerlo. . . es

normal enfadarse por eso.‖

―No sólo ella. Quería matar a Dana y Raquel, mientras ellas estaban tratando de

salvarme. Quería matar a Skye todo el tiempo cuando la rescaté. Y ahora miro hacia

atrás, y no estoy orgulloso, y no me siento fuerte. Estoy muy enojado conmigo mismo

por no matarlas y beber su sangre cuando tuve la oportunidad, y me odio por ello, y yo

- ¡Maldita sea! ¡Maldita sea!‖

Lucas golpeó el árbol de nuevo, con tanta fuerza que yo sabía que no estaba

imaginando hacerle daño a cualquiera sino a sí mismo.

―Por favor, no hagas esto.‖ Tomé sus dos brazos en mis manos y llevé su mano

fracturada a mi cara. Era un desastre retorcido de huesos, tendones y sangre, como si

hubiera estado en un accidente de coche. ―Me duele verla.‖

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―Sigo tratando de romper mi mano de mal en peor, para que no se cure,‖ dijo. ―Pero

se está curando. Puedo sentir los huesos regresando juntos mientras rompo otros

nuevos. Vuelve a la forma en que estaba antes. No me puedo destruir. Yo no puedo

escapar de esto. No hay manera de salir.‖

Estaba en lo cierto. No podía discutir con él. Así que en vez de eso arrojé mis brazos

alrededor de su cuello y lo abrace con fuerza.

Después de un momento, Lucas me abrazó de nuevo. Se estremeció, como si la locura

se fuera de él.

Sólo por ahora, yo lo sabía. Pero si esa era la única ayuda que podía dar, entonces yo

se la daría. Cerré los ojos y esperé que el amor verdaderamente pudiera conquistar a la

muerte.

Capítulo 10

Traducido por Ctt

Corregido por Sidonie

DESPUÉS DE ESA NOCHE EN RIVERTON, LUCAS SE VOLVIÓ más callado.

Más duro. A pesar de que el continuaba localizándome, y tratando de encontrar cosas

divertidas para hacer los dos, era cada vez más obvio para mí –y, sin duda, para él- que

estaba en una desesperada lucha por conservar la cordura, y yo no podía ayudarlo

mucho.

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Y cada vez que se recuperaba, y podía conseguir tener un buen día o dos seguidos,

alguna cosa pasaba y se derrumbaba.

Un par de días después, yo espiaba en su clase de Cálculo, una que generalmente

evitaba, porque la había tomado el año anterior y una sola vez había sido suficiente.

Como era usual, Lucas estaba sentado al fondo del salón, pero esta vez, no había una

barrera invisible alrededor de él. Un par de chicos –chicos vampiros, delgados y

pálidos- estaba a cada lado de él, y estaban poniendo más atención a Lucas que a la

ecuación en el pizarrón.

Mientras me deslicé un poco más cerca, escuché a Lucas murmurar, ―Déjalo ya, ¿vale,

Samuel?‖

El más delgado de los vampiros, un estudiante nuevo aparentemente llamado Samuel,

contestó: ―No me lo puedo callar. Tú lo sabes tan bien como yo. Tú también lo

hueles.‖

El otro vampiro, se rió en silencio de una manera increíblemente espeluznante,

señalando con su dedo medio a la chica sentada a dos filas delante de ellos, una con

cabello rubio y corte cuadrado.

―Respíralo‖, Samuel murmuro. ―Nada mejor que una chica en pleno período.‖

Yo nunca me había dado cuenta de que los vampiros convertidos podrían oler cuando

las chicas tiene su periodo. Retroactiva mortificación de cada mes de mis dos años en

Medianoche me pego de repente, y si yo hubiera tenido un cuerpo, estaría totalmente

sonrojada.

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Lucas lucía mortificado también, pero eso no era claramente el problema principal.

Samuel y su detestable amigo no estaba tratando de avergonzarlo, ellos trataban de que

tuviera hambre.

Samuel se inclinó hacia delante en la silla, su escritorio ladeado, su boca pegada al

oído de Lucas. ―¿Tú has cambiado apenas este verano, no, cazador? Apuesto a que

nunca has tenido que matar. Nunca has tenido sangre humana fresca. Pero tú la

quieres, ¿no es así?‖

Las manos de Lucas agarraban fuertemente la orilla de su escritorio. Sus nudillos

horriblemente blancos. El mantenía la vista abajo hacia las notas que había hecho,

pero era obvio que él no estaba viendo nada de eso.

―Este lugar es como un maldito buffet de todo-lo-que-puedas-comer estos días,‖ dijo

Samuel. ―Son muchos humanos. Son muchas chicas. ¿Quieres un trago, Lucas? ¿O la

Cruz Negra te creó mucha conciencia como para alimentarte por ti mismo?‖. El soltó

las palabras Cruz Negra como si ellas le dieran un mal sabor de boca.

―Cállate la maldita boca.‖

La voz de Samuel se hizo más baja, pero él seguía hablando. ―Tienes hambre. Tú vas a

estar más y más hambriento hasta que te desgarre por dentro. Una chica linda como

esa, tal vez –ella te llevará justo al borde. Algún día tú repentinamente, cazarás. Algún

día tu matarás.‖

Lucas cerró fuertemente los ojos.

Suficiente, decidí. Yo floté hacia el suelo, frío y duro, y me coloqué debajo del

escritorio de Samuel, empujándolo y a Samuel con él.

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El se cayó, libros y papel por todos lados, y todos empezaron a reírse. La profesora

Raju cruzó sus brazos. ―Sr. Younger, usted nunca aprenderá las ecuaciones

balanceadas si no puede balancearse a sí mismo.‖ Humor de maestro poco

convincente, pero la gente se río de todos modos; Samuel se veía furioso pero se

levantó hoscamente. Yo sabía que él no se iba a burlar de nadie en al menos un día o

dos.

Lucas no se unió a las risas. El hambre lo tenía preso, y me di cuenta de que le tomó

un poco enfocarse y no ir a atacar a la chica a dos filas delante de él.

Cuando la clase terminó, Lucas se levantó tan rápidamente de su escritorio que este

cayó al piso. Samuel y su horrible amigo se rieron, y Samuel dijo, ―¿Cuál es la gran

urgencia, Lucas? ¿Vas a cambiar un Tampax?‖

Un par de vampiros rieron, Skye, quien había estado en la fila de enfrente, volteó y

dijo, ―Chicos, ¿no van a dejarlo nunca en paz?‖

―¿A ti que te importa si no nos gusta este idiota?‖

―Estoy viendo al mayor idiota en el salón, y no es Lucas.‖

Mientras Samuel y Skye discutían, Lucas agarró sus cosas y salió rápidamente de la

clase. Yo lo seguí, y sólo mi habilidad para viajar a través de multitudes de estudiantes

me permitió seguirle el paso. Lucas seguía y empujaba, caminando más y más rápido,

ignorando cualquier mirada molesta que recibía. Él estaba enfocado en una sola cosa:

salir de allí.

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Lucas abrió las grandes puertas de madera del gran salón con las dos manos. Las hojas

de color dorado y rojizo crujían bajo sus pies, y yo podía decir que él estaba

preparándose para correr. Volvería a ocultarse en los bosques otra vez, matando todas

las criaturas que pudiera, golpeándose a sí mismo. No otra vez, pensé con

desesperación. ¡Otra vez no, por favor!

En ese momento apareció Balthazar, como si se materializara enfrente de Lucas. El

debe haber recurrido a su velocidad de vampiro para alcanzarlo. ―¿Un mal día?‖ dijo.

―Quítate de mi camino,‖ gruñó Lucas.

―No.‖ Balthazar agarró el brazo de Lucas y lo arrastró de regreso al edificio. ―Tu

vienes conmigo.‖

―¿Qué estás haciendo?‖ Le susurré furiosa en el oído a Balthazar.

―Impedir que se destroce a sí mismo.‖

Lo cual era lo que yo quería también, pero esto sólo podría empeorar la situación. ―El

necesita irse de aquí. Alejarse de los humanos. ¿No te das cuenta?‖

Balthazar sonrió ampliamente, mientras cruzábamos los pasillos. Se veía raro –él

básicamente arrastraba a Lucas mientras tanto, Lucas casi fuera de esto- pero

Balthazar no parecía importarle empeorar las cosas al hablar conmigo en voz alta. ―Yo

sé que no confías mas en mí, pero solo vas a tener que manejarlo.‖

Su destino cambió a ser un cuarto de esgrima. No había clases a esta hora: estaba

desierto, el equipo almacenado lejos. Quedaban algunas colchonetas en el suelo pero

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aparte de eso se veía vacío. ―Está bien‖, dije después de que la puerta se cerrara detrás

de nosotros, mientras me permitía tomar una forma visible. ―Estamos lejos de la

multitud, ¿es eso suficiente?‖

―Es suficiente,‖ dijo Lucas. Él se veía como si quisiera vomitar. ―Tan sólo déjenme

solo, ¿está bien? Yo puedo –sólo déjenme solo.‖

―No puedo hacerlo.‖ Balthazar dijo, justo antes de que le diera un puñetazo a Lucas

en la cara.

Di un grito ahogado. Lucas se tambaleó hacia atrás un paso, una mano en la

mandíbula. Sus ojos oscuros, y pude ver su auto-control, esforzarse, extenderse, justo

en el punto de quiebre.

―Necesitas sacarlo.‖ Balthazar dijo. Él se quitó el suéter y se quedó en camiseta. ―Así

que vamos a sacarlo.‖

―No pienso luchar.‖ La voz de Lucas temblaba.

Balthazar sonrió. ―Entonces creo que sólo tendremos que sacar esa mierda de ti a

golpes.‖

Se volvió a Lucas de nuevo con un golpe, pero el instinto de lucha de Lucas se hizo

cargo. Él bloqueó el golpe y empujó a Balthazar a través del cuarto. En un instante,

volvió Balthazar, golpeando con el puño en el estómago a Lucas. Lucas le devolvió el

golpe más duro, enviando la cabeza de Balthazar hacia atrás.

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―¡Chicos, paren esto!‖ Grité, pero Baltasar no escuchaba, y Lucas no podía oír. Eran

dos vampiros - dos monstruos - que luchaban por el dominio, y nada más importaba en

el mundo.

Puños. Sangre. Sudor. Embestían por igual como animales. Me asusté, traté de pensar

en la mejor forma de detener esto y decidí, De acuerdo, tiempo de congelar la

habitación. Pero cuando empecé, me di cuenta de lo que estaba sucediendo.

La mirada enloquecida había dejado los ojos de Lucas. En cambio, su mirada era viva,

enfocada, como si estuviera en una misión de la Cruz Negra otra vez. Cada golpe era

centrado, cada movimiento fue táctico. Luchar de ese modo, contra un rival tan fuerte

como él, le había dado una salida a toda aquella energía desesperada que se agolpaba

en su interior.

Yo no tenía ni idea de lo que estaba haciendo Balthazar con aquello, pero incluso

cuando Lucas le dio una patada en la mandíbula, enviándolo a través del suelo, tenía

una sonrisa de loco en su cara.

Balthazar se rió desde su lugar en el suelo, poniendo dos dedos en su boca y

retirándolos para ver la

sangre. ―Sólo un maldito miembro de la Cruz Negra se rebajaría a dar patadas a un

chico en la boca.‖

―Sólo algún cadáver medio-podrido me lo permitiría.‖ Lucas pestañeó como si no

pudiera creer que había hecho una broma. Al igual que, al parecer, la lucha había

terminado.

Todo se quedó en silencio durante unos segundos, hasta que yo dije… ―Lucas, ¿ya

estás bien?‖

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―Sí.‖ Él reflexionó, y devolviendo su atención a Balthazar añadió. ―Sí. Gracias,

hombre.‖

Balthazar dijo, ―Si vuelves a estar así de nuevo, y necesitas una salida, sólo búscame.

Nosotros podemos hacer algo. Cualquier cosa que se necesite para dejarlo salir.

Ayuda; ya lo veras‖.

Lucas no parecía creerlo por completo, pero asintió con la cabeza. Le tendió una mano

a Balthazar para ayudarle a levantarse del suelo. Cuando Balthazar encontró mis ojos,

él sonrió, desesperadamente satisfecho. ―¿Qué, no vas a darme las gracias también? ¿O

al menos admitir que tenía razón en algo?‖

―Lo has disfrutado,‖ repliqué.

Balthazar se encogió de hombros, incapaz de negarlo. Agarró su suéter del piso. ―Me

voy a la ducha antes de la clase. Chicos los veo más tarde.‖

Una vez que estuvimos solos, Lucas dijo, ―Bianca, lo siento.‖

―¿Por qué?‖

―Caer de esa forma, delante de ti.‖

―Tú no caíste.‖ Insistí. ―Fuiste capaz de controlarlo.‖

―Balthazar fue capaz de controlarlo,‖ me corrigió Lucas.

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Era cierto. Pero sabía que teníamos que centrarnos en lo positivo. ―Veo que te sientes

mejor ahora.‖ El se veía mejor, de hecho, con la piel perlada de sudor, su cabello

despeinado y su uniforme torcido, estaba asombrosamente atractivo.

Si tan sólo pudiéramos tocarnos el uno al otro sin que él sienta la necesidad de morder,

pensé con nostalgia. Yo sabía mejores maneras para que él quemara esa energía.

―Me siento. . . bien.‖ Lucas estaba un poco más recto. ―Más tranquilo que en mucho

tiempo. Es como si todo este ruido blanco en mi cabeza, finalmente se quedó en

silencio y yo puedo por fin pensar.‖

Yo bromeé, ―Tal vez este sería un buen momento para que trabajes en tu tarea de

psiquiatría.‖

―En realidad, ¿sabes qué?‖ Lucas dio un paso atrás y se enderezó su suéter. ―Este es un

buen momento para colarse en la casa de la señora Bethany.‖

―Espera. ¿Qué?‖

―La Sra. Bethany esconde trampas para fantasmas alrededor de la escuela, ¿verdad?

Nosotros no podemos protegerte hasta que sepamos más sobre dónde las está

poniendo, y por qué. Él sonrió, y por un momento se parecía a su antiguo yo, cuando

nos conocimos -guapo, agresivo, y muy posiblemente no muy bueno. ―¿Te animas a

irrumpir un poco y entrar?‖

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―Deberíamos esperar hasta que saliera de la escuela en algún momento. O por lo

menos esté en clase. No creo que ella esté enseñando en este período. Es peligroso,‖ le

dije, mientras Lucas seguía su camino por las escaleras.

―Siempre va a ser peligroso. Por lo menos ahora, me puedo concentrar en lo que estoy

haciendo. Eso tiene que ayudar a nuestras posibilidades.‖

Yo no estaba del todo convencida, pero Lucas tenía un punto -y, además, parecía

empeñado en hacerlo ahora. ―Yo estaré en mi puesto de observación. Si viene por ahí,

voy a arrojar piedras contra la ventana, algo así.‖

―Suena bien.‖ Lucas sonrió, y en ese momento, parecía como si estuviéramos en una

gran aventura juntos, como la primera vez que salimos a escondidas para vernos. Al

parecer, el robo podría ser muy romántico bajo las circunstancias adecuadas.

Nadie más parecía estar cerca de los terrenos de la escuela; Lucas en ese momento

tenía la clase de corte. (Un montón de los estudiantes vampiros hacían esto –ya que

estaban aquí no para aprender los temas sino para aprender a encajar, lo que los

maestros tácitamente reconocían. Pero, por lo general, cuando se saltaban la clase lo

hacían por algo de diversión más que para descansar en el exterior.) Con un

asentimiento de cabeza, me lancé hacia la casa de la señora Bethany. Miré a través de

cada ventana, helando un poco un par de los cristales. Ella no estaba dentro. ―No hay

moros en la costa.‖

―Está bien. Mantente vigilando.‖

Lucas fue a una de las ventanas laterales. Vi que manipulaba uno de los marcos de

metal alrededor de un pequeño cristal, moviéndolo hacia atrás y hacia adelante hasta

que la franja superior se deslizó en su mano libre. Las otras tres tiras de metal

alrededor de la ventana salieron fácilmente entonces, al igual que el rectángulo de

vidrio. Al parecer, la señora Bethany no había reemplazado las ventanas

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recientemente. Lucas puso todo fuera de su camino, y luego pasó la mano a través del

cristal abierto para quitar el bloqueo, rápidamente dejando a un lado la fila de

pequeñas macetas de violetas africanas. Luego puso las manos en el alféizar y

cuidadosamente volteó y saltó al interior de la casa de la señora Bethany.

Eso fue mucho más rápido y más limpio de lo que yo habría sido capaz de hacer. Me

consoló un poco pensar que contaba con sus poderes de vampiro para hacerlo. Tal vez

me burlara de él después por tener instintos criminales por naturaleza.

A través de la ventana, podía ver caminando a Lucas a través de la casa hacia el

escritorio, donde era más probable que estuviese todo el material para su caza de

espectros. Cambié alrededor de los bordes de las paredes, deseosa de mantener un ojo

en él, mientras mantenía mi puesto de observación para la señora Bethany. Pero

mientras lo hacía, lo sentí de nuevo. El tirón.

¡Una trampa! Antes de que pudiera entrar en pánico, me di cuenta de que no era igual

que la de la biblioteca - o, si bien era el mismo tipo de trampa, había una barrera

puesta entre nosotros que evitaba no caer - el techo o las paredes a prueba de espectros,

tal vez. Al parecer, ella puso las trampas juntas en su casa antes de instalarlos dentro

de la Academia Medianoche.

A pesar de que no me capturaba, el poder de la trampa era abrumador. Podía sentir esa

extraña atracción a lo largo de mí, y de repente me sentí lenta, frenada y

desconcentrada. Era como una fiebre alta, cuando nada más tenía sentido, y el

movimiento era posible, pero parecía requerir demasiado esfuerzo.

Cuando estuve a punto de perder la capacidad de concentrarme, vi a Lucas peinando

su mano en contra de algo puesto en su escritorio -otra concha- en forma de caja, al

igual que la que él había encontrado en la biblioteca. Tal vez era la misma, él había

informado que la pared de la biblioteca había sido inmediatamente arreglada, sin hacer

preguntas. Rápidamente cerró la caja, y la atracción de vértigo de la trampa se

desvaneció. Sin embargo, todavía me sentía terrible, sólo estar cerca de una trampa

activa era suficiente para drenarme completamente.

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Por un instante, estuve tentada a desaparecer -para descansar, sólo por un rato - pero

me di cuenta que podría ser un largo tiempo antes de que me despertara de nuevo.

Reuní mi voluntad y me libré de aquello, tenía que regresar al aquí y ahora de Lucas

con la búsqueda -justo a tiempo para ver a la señora Bethany caminar hasta la puerta

de la cochera.

Me arrojé contra la ventana de la Sra. Bethany con tanta fuerza que se sacudió. Lucas

levantó la vista de su escritorio, instantáneamente alerta, pero demasiado tarde. La

señora Bethany entró en la casa y fue a su estudio antes de que Lucas pudiera hacer

algo más que ponerse de pie.

Se detuvo en la puerta. Por un momento, simplemente se quedaron mirando el uno al

otro en la habitación. El horror me congeló tan profundamente que fue como si me

hubiera convertido en puro hielo. Lucas parecía mareado.

Ella va a atacarlo, o a echarlo de la Academia Medianoche. No debería haberle pedido

hacer esto. No debería haber dejado que lo hiciera.

Estaba a punto de volar a la escuela en un intento de obtener ayuda cuando la señora

Bethany dijo tranquilamente, ―Sr. Ross, sería más eficiente si simplemente me

preguntara lo que necesita saber.‖

Él no se relajó, ni se movió. Sus ojos permanecían fijos en ella, dispuesto a defender o

atacar. ―Dudo que me lo dijera.‖

―Duda.‖ La señora Bethany dejó a un lado sus cosas y se sentó en una de las sillas de

madera, al otro lado de la pared. Había otro asiento desocupado a su lado, una

invitación sin palabras para Lucas. ―La Cruz Negra enseña a sus cazadores a dudar de

todo lo nuevo, y a creer sólo en sus propios decretos sobre el deber. O sacrificio. O

sobre quién es o no un monstruo.‖

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Lucas apretó la mandíbula, y yo sabía que estaba recordando el ataque de Kate.

―Pidieron mucho de usted, y ¿qué obtiene usted a cambio? Nada, excepto unos

cuantos malos hábitos, tales como su afición por el allanamiento de morada.‖

Lucas dijo en voz baja, ―No me haga dejar la escuela.‖ Las palabras parecían

estrangularlo. Odiaba suplicar.

―El refugio de Medianoche le protege,‖ dijo la señora Bethany. Su voz sonaba tan rara,

yo no pude saber la diferencia en un primer momento, hasta que me di cuenta de que

en realidad sonaba -tierna. ―No tengo la intención de castigarle por comportarse en la

única forma que ha conocido. La Cruz Negra le ha exhortado a ser de esa forma. Hay

una mejor manera de hacer las cosas. Espero que pueda aprenderlo aquí.‖

Sí, la Academia Medianoche era el hogar de la honestidad, como lo de mentir a los

alumnos humanos que la mayoría de sus nuevos amigos eran vampiros. Mientras que

me burlaba, sin embargo, pude ver la expresión de Lucas cambiar, cada vez menos

defensivo. La señora Bethany estaba diciendo exactamente lo que quería oír.

Y lo más increíble era que pensé que ella estaba realmente convencida. ―Ahora,‖ dijo

ella. ―Dígame lo que está buscando.‖

―Más información acerca de los espectros.‖

¡Lucas, no! No podía creer que iba a desvelarle a ella nuestros secretos tan fácilmente.

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En su lugar, él dijo, ―He oído que estaban tras de Bianca el año pasado. No entiendo

por qué murió ella. Si tenía algo que ver con eso, quiero saber. Y quiero venganza.‖

La señora Bethany se enderezó, obviamente contenta de haber encontrado un alma

gemela. Lucas la había convencido de que quería lo mismo que ella: cazar a los

espectros. Esa fue probablemente la mejor manera de llevarla a abrirse. Yo debería de

tener más fe en él.

Hizo un gesto hacia la silla que estaba a su lado, y Lucas miró el asiento. ―Según mi

conocimiento, los espectros creen que ellos tenían algún tipo de demanda sobre la

señorita Olivier,‖ dijo la señora Bethany. ―¿Es usted consciente de las circunstancias

relacionadas con el nacimiento de Bianca?‖

―¿Usted quiere decir, la parte donde los dos vampiros no puede hacer pequeños

vampiros bebé sin ayuda fantasmas? Si, ella me lo contó.‖

―Más bien un cuento de hadas,‖ dijo la señora Bethany. Lucas le lanzó una mirada de

perplejidad. ―Supongo que su madre guerrera no pasó mucho tiempo contándole los

cuentos de los hermanos Grimm. Basta con decir que la madrina mágica en el

bautismo por lo general esconde una maldición en medio de sus dones. Y así fue con

los espectros. Tomaron la sangre de Celia y concedieron a Celia y a Adrian la

oportunidad de crear vida, por un tiempo.‖

Lucas consideró esto. Sus ojos de color verde oscuro se centraron en la ventana,

aunque sabía que en realidad no me podía ver, él sabía exactamente dónde estaba.

―Así que su madre y su padre siempre habían sabido que esto iba a suceder.‖

―Para ser precisos, sus padres pensaron que iba a cumplir su vida con un dominio de la

herencia vampiro, y completar la transformación. Ellos sabían que la única alternativa

para ella era la muerte.‖

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―Ser sólo una chica normal –‖

―Eso era imposible,‖ dijo la señora Bethany con frialdad. ―A Bianca se le había dado la

vida, pero sólo en esas circunstancias.‖

Me deje caer al suelo, y la niebla adoptó la forma de mi cuerpo. Si hubiera alguien

caminando por ahí en ese momento, probablemente me hubiera visto, pero no me

importaba. Necesitaba sentir algo sólido donde descansar. No era que lo que la señora

Bethany había dicho me hubiera hecho daño, al contrario, se sentía extrañamente e

innegablemente bien. Mi asombro ante mi propia reacción pareció llevarse algo de mí.

La voz de la señora Bethany se suavizó. ―Es difícil para usted oirlo, ¿no? Pero con el

tiempo, creo que saber eso calmará su dolor. Usted no podría haberla salvado, Sr.

Ross. Usted no la puso más en peligro de lo que sus padres hicieron -a pesar de que

ello nunca aceptarán eso.‖

―No creo que yo pueda tampoco.‖

―Usted todavía ve la muerte como lo peor que puede suceder. Y no es así…‖

―Sé que hay algo peor que estar muerto,‖ dijo Lucas con voz rabiosa. ―Debido a que

estamos allí.‖

―Usted extraña estar vivo.‖ Yo esperaba que ella dijera que era una tontería hacerlo,

nadie parecía tener más placer de ser un vampiro que ella. Pero la señora Bethany

agregó, en voz muy baja, ―Yo también.‖

Lucas dijo, ―A sí que esto nunca mejora, ¿eh?‖

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―Yo no he dicho eso.‖

El asombro venció mi melancolía. Me hizo transparente de nuevo para que yo pudiera

mirar una vez más a través de su ventana, la señora Bethany se sentó con su mano

sobre el hombro de Lucas, sus uñas gruesas y de color carmesí oscuro en contra de su

negro suéter. Él no rehuía el contacto.

¿No estará... ligando con él? Rechacé la idea al instante, no era esa clase de gesto. No

se puede negar que un vínculo se había formado, sin embargo - y que de alguna

manera, en este momento, la señora Bethany podía entender lo que estaba pasando

con Lucas mejor que yo.

Sin palabras, le dio unas palmaditas en el hombro. Lucas obedeció la sugerencia tácita

de ponerse en pie. La señora Bethany lo encaminaba fuera de la casa -completamente

indiferente sobre haber irrumpido en ella- y todo el camino de regreso a Medianoche

en sí. Ellos no se apartaron hasta que estuvieron dentro del gran salón; algunas cuantas

personas que estudiaban durante su tiempo libre echaron un vistazo a la escena,

registrando para su sorpresa que Lucas había obtenido al parecer el estado de favorito

del profesor. Me pregunté si esto haría que los otros vampiros dieran marcha atrás, o lo

molestaran aun más.

―La clase de Inglés le espera,‖ dijo. ―¿Me atrevo a esperar que usted haya hecho la

lectura?‖

Lucas dijo: ―En realidad, leí El guardián entre el centeno por mi cuenta hace un par de

años.‖

―Por supuesto. Usted tuvo una educación no convencional. ¿Qué le pareció?‖

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―Que Holden Caulfield era un perdedor de autocompasivo que necesitaba ocupar

mejor su tiempo.‖

La señora Bethany sonrió ligeramente. ―A pesar de que las cosas las diría más

delicadamente, nuestros análisis son similares en cuanto al fondo. Lo cual significa que

voy a preguntarle a usted. Esté listo.‖ Ella comprobó el reloj de pulsera antiguo de oro

que llevaba. ―Dispone de varios minutos sin embargo, si desea ducharse,‖ dijo ella, en

un tono de voz que indicaba definitivamente que debería de tenerlo en cuenta.

Ella siguió su camino, y Lucas de inmediato comenzó a correr escaleras arriba para

hacer lo que ella le había dicho. Él estaba sonriendo –realmente sonriendo, como si

viniera de su corazón. Me sentía casi celosa, más como algo que cuelga que como su

compañera constante, hasta que susurró, ―¿Puedes creer eso?‖

―Lo cierto es que has sudado de verdad en el combate contra Balthazar.‖

―No, quiero decir, ¿puedes creer que me dejara ir sin más?‖

―Nop. Por otra parte, tú eres bastante encantador."

―El encanto no es mi fuerte.‖

―No estoy de acuerdo.‖ Cuidadosamente dije, ―Sabes que no debes confiar en ella,

¿verdad?‖

Lucas permaneció en silencio mientras caminaba hacia el piso de los dormitorios de

chicos donde vivía. Finalmente, cuando llegamos a su cuarto, dijo, ―Ella hizo la vista

gorda y no tenía por qué hacerlo.‖

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―Ella detesta a la Cruz Negra, y supongo que siente lástima por ti, por lo que pasó con

ellos, pero... las trampas, Lucas. Ella se dedica a atrapar fantasmas como yo. Una de

esas trampas casi me mata.‖

―Tal vez es sólo miedo de lo que no entiende,‖ protestó mientras se quitaba el jersey y

la camisa, lanzándolos al suelo encima de las toallas húmedas, sin duda restos de la

ducha de Balthazar. Los chicos no parecen darse cuenta de que lavar la ropa es una

opción. ―Bianca, tú todavía le tienes miedo a los fantasmas, y eres uno de ellos. Así

que no es una reacción excesiva.‖

Tuve problemas para imaginarme a la señora Bethany temerosa de algo. Pero Lucas

no estaba totalmente equivocado tampoco, ella había llegado a él cuando ninguno de

sus amigos podía, ni siquiera yo.

De la misma manera, yo no podía tener verdadera fe en ella. Todavía no. ―No le dirás

nada de mí, ¿verdad? ¿Que me he convertido en un fantasma, y que estoy aquí

contigo?‖

Lucas puso una mueca de extrañeza en su rostro. ―¿Estás bromeando? ¡Por supuesto

que no!‖

Me sentí muy aliviada. ―Entonces tampoco confías en ella.‖

―No sé si yo confió en ella o no. Pero cuando se trata de ti, no me arriesgo más de lo

necesario. Y tus secretos son mis secretos, Bianca. No dudes de eso.‖

Yo roce su mejilla, una suave brisa, y él cerró los ojos y sonrió.

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Él era tan fuerte ahora mismo. Tan feliz. Le sugerí, ―Yo sé, bueno, me doy cuenta de

que en realidad no podemos… estar juntos..."

Lucas abrió los ojos, su sonrisa disminuyó.

Antes de que pudiera pedir disculpas. Le dije: ―Pero yo podría verte en la ducha.‖

Se rió en voz alta.

Los siguientes diez minutos fueron impresionantes, en términos de la vista. Sin

embargo, todo ese tiempo, no podía concentrarme totalmente –no con el magnífico,

húmedo y desnudo Lucas ante mí. Un pensamiento se había instalado en mi mente, y

yo no lo podía evitar.

No dejaba de pensar que, era como si todo el mundo pudiera ayudarle un poco a él -

pero no a mí. A mí, nunca.

Capítulo 11

Transcrito por Sidonie

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CONTEMPLAR A LUCAS EN LA DUCHA ME AFECTÓ.

Dejé que se marchara a clase, pero volver a verlo, con su pecho y piernas musculosos,

y el agua recorriéndole el cabello rubio y los labios gruesos mientras iba recordando

todo lo que habíamos compartido durante las escasas semanas que habíamos pasado

juntos en Filadelfia, despertó mis ganas de volver a estar con él. Ahora que carecía de

cuerpo, mi deseo era distinto, pero de ninguna manera era menor.

Quería sentir de nuevo esa proximidad. Era consciente de que estaba ayudando a

Lucas a anclarse en el mundo igual que él me ayudaba a mí; pero eso no significaba

tener que guardar castidad para siempre, ¿no? Podíamos encontrar una solución. Con

la pulsera puesta, no veía por qué tenía que ser tan difícil.

Lucas no había hecho ningún movimiento en ese sentido desde nuestro primer y

terrible intento. En atención a lo traumático que había resultado, yo había respetado el

hecho de que él necesitara mantener cierta distancia; sabía que él me amaba igual. Sin

embargo, me dije que tal vez lo habíamos llevado demasiado lejos. Tal vez yo debiera

dar el primer paso.

En cuanto oscureció, me colé por el lado de la torre de los chicos y penetré en la

habitación de Vic y Ranulf. Los dos estaban cenando en un silencio lleno de

camaradería: Ranulf tomando sorbitos de sangre en una taza de los Eagles, y Vic

devorando una empanada Hot Pocket para microonas. Cuando me aparecí en su

cuarto, Vic sonrió y me saludó:

―¡Guau, Bianca! ¡Qué bien que hayas venido! Estábamos a punto de ver una película

de Jackie Chan. De las antiguas, de cuando hacía de malo, no de esas americanas en

las que hacía reír.‖

―Ese tío es malo haga lo que haga,‖ apuntó Ranulf.

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―Es malo y siempre lo será,‖ dijo Vic. ―Y lo fue un poco más en El mono borracho.

¿Nos acompañas, Bianca? ¿Quieres verla?‖

―Bueno, la verdad,‖ empecé a decir, ―es que esperaba que tal vez pudierais invitar a

Balthazar aquí. Por un par de horas o algo así.‖

Vic asintió con un gesto de complicidad.

―Ya entiendo. Ha llegado la hora de colgar la corbata en el pomo de la puerta para no

ser molestados.‖ Al ver que Ranulf fruncía el entrecejo, añadió: ―Bianca y Lucas

quieren estar solos.‖

―He captado perfectamente el simbolismo del pomo de la puerta y la corbata,‖ dijo

Ranulf.

―Espera, no,‖ dijo Vic. ―Eso no es lo que significa. Bueno, por lo menos, no creo…‖

La conversación estaba a punto de degenerar.

―¿Podrías pedírselo? Sería todo un detalle.‖

Vic sonrió.

―Dalo por hecho.‖

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Al cabo de diez minutos, cuando subí a la habitación de Lucas, lo encontré solo; Vic y

Ranulf habían pasado a recoger a Balthazar. Lucas estaba rodeado por montones de

libros, como si de golpe estudiara para todos los exámenes.

―¡Uau!‖ dije en cuanto tomé forma. ―¿Es que tienes un tsunami de deberes o algo así?‖

―Estudiar me ayuda,‖ contestó Lucas con una expresión relajada. ―Cuando estudio,

me centro durante un rato en algo que está fuera de mi cabeza.‖

Los libros, los papeles y el portátil que tenía ante él, ahora parecían distintos; aquello

me recordó de pronto a Lucas en el comando de la Cruz Negra, rodeado de sus armas

de cazador. Su reciente interés por los deberes era otro modo de defensa para él; esta

vez, de los demonios de su interior.

Esperaba poder ofrecerle otra estrategia.

―¿Crees que podrías dejarlo un rato?‖

Lucas levantó sus ojos verdes hacia mí, dirigiéndome una mirada tan cálida y líquida

que hizo que casi me fundiera.

―¿Por ti? ¡Siempre!‖

―Estamos solos.‖

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Le pasé la mano por el pelo; él cerró los ojos, disfrutando de la caricia.

―Tienes mis joyas, así que puedo permanecer corpórea durante un rato. Tal vez

podríamos intentar estar juntos de nuevo.

No dijo nada durante un rato. Cerró su mano en la mía y sentí de nuevo la chispeante

sensación de conexión de cuando no estaba sólida por completo: una sensación muy

agradable, que me provocaba oleadas de placer. Me incliné para besarlo, pero justo

antes de que nuestos labios se rozaran él sijo:

―No deberíamos.‖

―Lucas, ¿por qué no?‖

No me sentí rechazada; él irradiaba deseo y amor por mí. Pero no podía entender qué

nos mantenía separados.

―Sé que la última vez no salió bien, pero ahora sabemos lo que ocurre. Lo que

podemos hacer y lo que no.‖

En mi opinión, lo que podíamos hacer era mucho más interesante que lo que no.

―La necesidad de sexo y la necesidad de sangre van muy unidas, Bianca. En nuestro

caso siempre ha sido así.‖

―Pero no son lo mismo.‖

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Lo besé en la frente, en la mejilla, en la comisura de los labios. Él respiraba con fuerza,

y yo sabía que lo deseaba tanto como yo, o tal vez incluso más.

―Ahora ya sabes que beber mi sangre te hace daño. Que tal vez puede destruirte. Eso

significa que no vas a perder el control ni me vas a morder.‖

Lucas me tomó de las manos y me miró fijamente.

―Sé que beber tu sangre podría destruirme,‖ dijo. ―Y por eso temo que pueda

morderte.‖

El silencio se interpuso entre los dos, tan pesado y horrible como la información que

yo tenía que asimilar. Sabía que Lucas se esforzaba, pero no me había percatado de

que su deseo de autodestrucción seguía siendo perentorio e intenso.

Seguramente mi rostro reflejó mi decepción, porque exclamó:

―¡Oh, Dios, Bianca! Lo siento, Lo siento mucho.‖

―Me has dicho la verdad,‖ logré decir. ―Eso es lo importante.‖

Lucas me abrazó con toda la fuerza de la que fue capaz dado mi estado semisólido.

―No pienso en otra cosa más que en poder estar contigo,‖ me susurró con el rostro

hundido en mi pelo. ―Siempre. Si no recordara haber estado contigo, no sé cómo

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seguiría adelante. Pero a veces pienso que si pudiera poner fin a todo esto estando

contigo sería lo más cerca que podría estar del cielo…‖

―Lucas, no.‖

―Nunca te haría algo así,‖ dijo él. ―Nunca. Pero, Bianca, no podemos.‖

Asentí y acepté la barrera que había entre nosotros. No era para siempre; solo hasta

que Lucas aprendiera a controlar sus ansias de sangre y el terrible desprecio hacia sí

mismo que la Cruz Negra le había inculcado. Pero ¿cuánto tiempo había de pasar

hasta entonces?

¿Llegaría alguna vez?

Lucas, como si hubiera oído mis dudas, dijo:

―Algún día.‖

―Algún día,‖ repetí. Era una promesa para él y para mí.

Bien entrada la noche, afectada por mi desengaño y la preocupación por Lucas, vagué

por la zona principal del internado, que estaba vacía a esas horas. Incluso los vampiros

dormían.

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Me pregunté cuántos vampiros no culminaban su transformación. ¿Cuántos cedían al

impulso del suicidio, de la sed de sangre, o de ambos? Supuse que el número era

mucho mayor que el que mis padres me habían dado a entender. De nuevo sentí una

enorme necesidad de estar con ellos. No sólo los echaba de menos, sino que pensaba

que si pudiésemos hablar, hablar de verdad, sin mentiras, tal vez averiguaría cómo

ayudar a Lucas a sobrellevar su carga.

Puede que se debiera a mi concentración mientras pensaba en todo aquello, y el modo

en que eso me llevó a las profundidades de mi mente, o tal vez fuera algún truco del

lugar en que me encontraba, ya que las trampas y defensas y los pasillos de

Medianoche creaban una especie de arquitectura espiritual. Fuera lo que fuera, de

pronto percibí con intensidad que no estaba sola.

Notaba la presencia de espectros.

Se hicieron más presentes que nunca. No sólo percibía que estaban ahí, sino que

además era capaz de saber más o menos cuántos había. Eran por lo menos varias

docenas. En mi conciencia cada uno resultaba distinto y a la vez parte de un todo,

como las estrellas en el firmamento: puntos de luz diferentes que formaban

constelaciones en torno a mí. Fue como ver el cielo nocturno por primera vez, como si

hubiera permanecido ciega a su influjo durante toda la vida y ahora me sintiera

súbitamente deslumbrada.

La diferencia, sin embargo, estribaba en que las constelaciones eran bellas y tranquilas,

y lo que yo percibía a mi alrededor era desesperación y locura. En lugar de sentirme

anonadada, sentí el abrazo gélido del miedo.

Algunos permanecían aislados, metidos en diminutas esquirlas entre las piedras o en el

borde de los cristales de las ventanas. Parecían darse cabezazos contra la pared,

contrayéndose y haciéndose daño sólo para recordarse que continuaban existiendo.

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Los que estaban atrapados eran los peores, porque sólo podía percibir auténtico pavor.

Ya no eran más que prolongados gritos sin palabras.

Y luego había unos pocos que permanecían muy juntos, y que me presintieron en

cuanto yo advertí su presencia.

De nuevo empezaron las visiones.

En mi mente asomó una imagen de la señora Bethany. No era un producto de mi

imaginación, sino una imagen que había sido proyectada en mi cabeza como una

película en una pantalla. Había algo que literalmente le desgarraba de forma vívida los

huesos, los tendones, la sangre y las entrañas; era la cosa más desagradable que había

visto en mi vida. Noté la tensión en mi garganta y me vinieron arcadas, pero la imagen

entonces ya ocupaba toda mi mente, y no podía apartarla de mí.

Los Conspiradores, así los llamé, repetían: ¡Ayúdanos!

¿O qué? ¿Atacarían a la gente a la que quería sin más? ¿Me acosarían a mí? ¿Qué podía

hacer un espectro contra otro? No tenía ni idea, pero en mi cabeza empezaron a

desplegarse posibilidades terribles que pasaban a formar parte de la destrucción atroz

de la señora Bethany.

Ella tenía la boca abierta, la mandíbula desencajada, pero en mi mente era yo quien

profería aquel grito desesperado.

Entonces, un rayo de luz parecío colarse en mi sueño. La señora Bethany desapareció

y las constelaciones se desvanecieron como si fuera de día.

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Cuando pude volver a ver, Maxie estaba conmigo en el vestíbulo principal. Su camisón

blanco flotaba levemente, mecido por una brisa invisible, de modo que ella parecía

formar parte de la niebla del exterior.

―Me has salvado,‖ dije.

―Los he apartado. Es cuanto puedo hacer.‖ Enarcó una ceja, como si resultara raro

que ella tuviera que salvarme a mí de alguna cosa. ―Por si no te habías dado cuenta, tú

eres la chica de los superpoderes.‖

¿Qué otras cosa podía hacerle un espectro a otro? Ese nuevo y agudo terror me poseyó

con la misma fuerza que antes lo habían hecho los Consipardores. Me estabilicé lo

mejor que pude, y adopté una forma más sólida.

―¿Acaso son… esbirros de Christopher? ¿Esbirros fantasmales o algo parecido?‖

―Christopher no tiene nada que ver con ellos,‖ contestó Maxie. ―Si lo fueran habrían

desaparecido. Están demasiado atados al mundo humano para aceptar el hecho de que

son espectros.‖

―Odian Medianoche,‖ dije. ―Odian a la señora Bethany. ¿Por qué no se marchan sin

más?‖

Maxie se cruzó de brazos.

―Tú sigues creyendo que todos podemos hacer lo que tú haces. Pero no es así. La

mayoría de los espectros no pueden desplazarse como tú, ni siquiera como yo. Han

seguido a los humanos que les sirven de ancla precisamente por la fuerza de su

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vínculo; su instinto les urge a no abandonarlo. Y como ahora ya están muy mal, no

son capaces de ir más allá de su instinto. De hecho, no piensan y punto. Sólo orientan

emociones hacia cualquier sitio.‖

―¿Qué les pasa?‖

―Así es como acabamos si no vamos con cuidado.‖

Con prudencia pregunté:

―¿Quieres decir que… nos volvemos locos?‖

―Nos trastornamos. Nos volvemos inestables. Se debe al hecho de permanecer en el

mundo humano sin formar parte de él.‖

Me miró como diciendo que yo iba por el mismo camino.

―Tú llevas mucho tiempo con Vic, desde que él era pequeño,‖ le dije. Vic era su punto

débil, estaba dispuesta a servirme de ello.

Ella sonrió levemente cuando ponuncié su nombre.

―Los puedes observar. Incluso los puedes… querer.‖ Se le quebró la voz al decir esto

último. ―Pero no puedes vivir. El mal viene de engañarte y creer que sí puedes.‖

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―Yo no me engaño,‖ insistí.

―¿De veras? Bianca, si pudieras hablar con Christopher…‖

De nuevo fui presa del terror y sacudí la cabeza.

―No.‖

La habitual actitud sarcástica de Maxie pasó a ser una súplica genuina.

―Bianca, tú eres muy importante para los espectros. ¿Es que no te das cuenta? Las

cosas que tú puedes hacer y los demás no… Significa algo. Tú eres importante.‖ Mi

curiosidad empezaba a vencer al miedo, pero, cuando iba a preguntarle más cosas,

Maxie adoptó una actitud desesperada, casi daba miedo, y dijo: ―Te necesitamos.‖

―No sois los únicos que me necesitáis.‖

Salí deslizándome a toda prisa por el vestíbulo principal, temerosa de que fuera a

alcanzarme. Pero me dejó marchar.

―¿Estas segura de querer aprender a hacer esto?‖ Patrice se cruzó de brazos,

escrutándome con la misma severidad que la señora Bethany en los exámenes

parciales.

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La respuesta verdadera era que no, que no lo estaba. Aquello era, a su modo, tan

espeluznante como entrenarse con la Cruz Negra: nunca resultó agradable aprender a

atacar a seres como yo.

El único modo de liberarme consistía en adquirir poder. Y eso significaba aprender a

defenderme de los espectros si era preciso.

―Empecemos,‖ dije.

Patrice sacó la polvorera.

―Para atrapar a un espectro,‖ comenzó, ―primero tienes que detectar su presencia.‖

―Hecho.‖ Patrice me miró con enojo por haberla interrumpido, de modo que me

expliqué: ―Bueno, creo que en ese punto llevo algo de ventaja, ¿no te parece?‖

―Entiendo. Vale, ahora mira.‖

Abrió el espejo lentamente, con gestos exagerados, como si fuera una profesora de

preescolar. De no haber sido la situación tan grave y el entorno tan espeluznante, me

habría echado a reír. Fuera, una fuerte y fría lluvia llevaba cayendo todo el día,

despojando el cielo de todo color que no fuera gris. Aunque Patrice había encendido

las dos lámparas de su habitación, estas no lograban contrarrestar la penumbra del

exterior. Una de las luces se reflejó en el espejo abierto, arrojando un pequeño destello

que oscilaba en las paredes de piedra que nos rodeban.

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―Hay que abrir el espejo después de percibir la presencia del espectro, pero antes de

enfrentarse a él. Esto no es como las trampas de la señora Bethany: un espectro puede

resistirse a un espejo si sabe que va a ser atacado.‖

Mi diversión iba en aumento. Cuando empecé a sonreís, Patrice ladeó la cabeza,

confusa.

―Lo siento,‖ dije. ―Es que resulta tan raro oírte hablar de atacar a la gente.‖

―¿Cómo dices?‖

―Bueno, ya sabes, ¿es que no te preocupa romperte una uña o algo así?‖

Patrice me miró enojada hasta que cayó en la cuenta de que estaba bromeando. Enarcó

una ceja.

―¿Acaso tuviste la sensación que eso me preocupara lo más mínimo cuando les asesté

una patada en el culo a esos de la Cruz Negra?‖

―En absoluto,‖ admití.

―¿Sabes?, la verdad es que ya no tengo tanta práctica. Ya he matado todo lo que

prentendía. Beber sangre deja un aliento realmente repulsivo. En mi opinión, la

Academia Medianoche debería ofertar también clases de higiene personal, porque hay

unos cuantos que… bueno, no han captado este mensaje.‖

A mí no me interesaba chismorrear acerca de quién sufría halitosis por beber sangre.

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―Tú… ¿has matado mucho?‖

―No tanto,‖ respondió Patrice tranquilamente. ―Tan sólo a unos pocos propietarios de

esclavos y unos alguaciles reaccionarios; eran otros tiempos. En este país, antes de la

Proclamación de Emancipación, si eras negro siempre había alguien con ganas de

arrebatarte la libertad. Lo digo en sentido literal; de modo figurado, eso no ha

cambiado. Tras convertirme en vampiro, dejé de tener que soportar esa situación por

más tiempo.‖

Prácticamente todos los vampiros a los que conocía habían matado en alguna ocasión,

excepto mis padres, aunque puede que ellos simplemente no lo hubieran compartido

conmigo. Incluso los mejores vampiros como Patrice y Balthazar, habían bebido la

sangre de humanos y habían matado a alguno. En general, las carnicerías de Balthazar

se habían producido durante la guerra, y desde luego no podía criticar a Patrice por

atacar a alguien que había pretendido esclavizarla. En cualquier caso, habían bebido

sangre humana. Balthazar había llegado incluso a matar a su propia hermana, una

acción cuyas consecuencias aún sufríamos.

¿Significaba eso que realmente no había solución para Lucas? ¿Que más tarde o más

temprano no podría evitar atacar? Conociéndolo, sabía que nunca se lo podría

perdonar a sí mismo. Así, no era de extrañar que estuviera desesperado por encontrar

un modo de superar su voracidad. Tal vez la señora Bethany pudiera ofrecerle lo que

más deseaba en el mundo.

―¿Qué?, ¿volvemos a la lección?‖ Patrice repicó en el esejo con una uña perfecta,

pintada de lila. ―Bien. Esto te ayuda a adivinar el sentido de una corriente, o una brisa,

a hacerte una idea de por dónde circula el espectro. Si son visibles, no hay problema. Si

no, entonces debes fijarte muy bien en aspectos como el frío del aire, indicios de

escarcha y cosas así. A continuación, orientas el espejo de forma que quede

perpendicular a esa dirección.‖

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―¿Basta con sostenerlo como un guante de béisbol para que el espectro caiga en él?‖

―Ojalá.‖ Patrice vaciló. ―En realidad, tienes que pensar en tu propia muerte.‖

Aquello me cogió desprevenida.

―¿Por qué?‖ pregunté.

―No se trata simplemente de pensar en ello. Tienes que convertirte en un todo con ello.

Es algo así como alcanzar el interior de uno mismo y, por decirlo de algún modo,

emitir en una frecuencia de muerte. Hay que encontrar la manera de ser como los

espectros. Eso es lo que los atrae al interior del espejo: se acercan a la fuente de la

emisión, y luego el extraño encantamiento del espejo entra en acción.‖

No tuvo que explicarme qué era ese extraño encantamiento del espejo. Uno de los

enigmas de ser vampiro consistía en averiguar por qué los espejos dejaban de emitir

reflejos cuando un vampiro llevaba demasiado tiempo sin tomar sangre; era un

fenómeno carente de sentido y, sin embargo, real. La simple propiedad física de la

reflexión influía en dicha cuestión de un modo que ninguno de nosotros alcanzaba a

entender, pero que todos respetábamos.

Patrice prosiguió:

―En tu caso debería funcionar mejor que con los vampiros, porque me imagino que

eres capaz de emitir más fácilmente hacia los demás espectros. Sin embargo, este truco

sería inútil para un humano.‖

―Vale. Parece bastante sencillo.‖

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―Parece sencillo.‖ Se mofó. ―Hay que ensayar varios intentos hasta aprenderlo bien; al

menos eso es lo que tuve que hacer yo.‖

Nuestras miradas se cruzaron, y su expresión de indiferencia fingida se desvaneció. Sin

duda, yo tenía un aspecto aterrado.

―Me asustan,‖ dije. ―Soy una de ellos, pero… No sé.‖

―Eres fuerte.‖ Habló en un susurro. Nunca la había visto tan seria, ni tan sincera.

―Más fuerte de lo que yo habría supuesto en alguien tan joven. Si alguien puede

enfrentarse a ellos, eres tú.‖

―No sé si me da miedo que me hagan daño o…‖

―¿O qué?‖

―O que me aparten de aquí, de Lucas, de todos vosotros. Que me impidan regresar.‖

Patrice negó con la cabeza. La lámpara que tenía a su espalda hacía que sus rizos

parecieran brillar.

―A ti, no. Sé que siempre encontrarás un modo u otro para poder regresar a casa.‖

Me hubiera gustado tener la misma seguridad que ella.

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Al observar mi renuencia, Patrice se incorporó y se alisó el uniforme a medida hasta

que le quedó perfecto.

―Lo que tenemos que hacer es proporcionarte un hogar al que puedas regresar.‖

―¿Adónde vamos?‖ preguntó Lucas mientras yo lo acompañaba por la escalera de

caracol de la torre de los chicos. ―¿Esto es más divertido que la astronomía?‖

―¡Siempre fingiste interesarte por mi astronomía!‖

―Y me interesaba. Pero tú me interesabas más.‖

―Es un secreto,‖ respondí, despeinándolo con una brisa fresca. ―Ya lo verás cuando

lleguemos.‖

Samuel Younger bajaba por la escalera mientras nosotros subíamos. Lucas se tensó

conforme se acercaba.

Samuel dijo:

―¿Hablando solo, rarito?‖

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―A veces no se puede hacer otra cosa para mantener una conversación ineligente,‖

respondió Lucas.

Samuel le hizo un gesto vulgar con el dedo corazón, pero siguió bajando.

En cuanto volvimos a estar solos dije:

―Debemos tener cuidado con eso.‖

―No hay problema. Por otra parte, es increíble la de cosas que la gente no nota.‖

Para entonces, ya habíamos llegado a lo alto de la torre, la habitación de archivos.

―En cualquier caso, Patrice y yo hemos pensado que no es bueno para ninguno de

nosotros estar solos tanto tiempo.‖

―Mientras te tenga a ti, no estoy solo.‖

Dicho lo cual, abrió la puerta y se encontró con el grupo reunido en la habitación:

Patrice, que alisaba un pañuelo sobre uno de los baúles polvorientos antes de sentarse

encima; Vic y Ranulf, que parecían haber llevado unos carteles de cine y un sillón

inchable; y Balthazar, que echaba el humo de su cigarrillo por la ventana. En un rincón

había un iPod y un equipo de música, cuyo volumen estaba al máximo posible para no

llamar la atención.

Lucas lo miraba todo boquiabierto y le susurré:

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―Siempre nos tendremos el uno al otro, pero esto también lo podemos tener.‖

―¡Hola, gente!‖ Vic fue el primero en vernos. ―Pensamos que era preciso animar un

poco el lugar. Y para dar un toque de categoría nada como unos carteles antiguos de

películas de Elvis.‖

―La verdad es que a mí se me ocurren otras ideas al respecto,‖ intervino Patrice con un

tono de voz que dejaba entrever que aquel toque de categoría no había surtido efecto.

De todos modos, sonreía.

―¿Este sitio es seguro?‖ preguntó Lucas.

Balthazar apagó el cigarrillo en el alféizar de piedra de la ventana.

―No veo por qué no. Puede que nos pillen, pero entonces creerán que lo único que

hacemos aquí es pasar el rato.‖

―Y eso es lo que haremos,‖ dije. ―Pero, en serio, necesitamos un lugar que la señora

Bethany no conozca. Un lugar donde podamos elaborar estrategias. Donde averiguar

lo que se trae entre manos. Encontrar un modo de comunicarnos mejor con los

espectros. Todo eso. No puedo pasarme el rato farfullando con vosotros en las pausas

entre clases.‖

―No hay ningún motivo por el que alguien vaya a pensar que Bianca está aquí arriba

con nosotros,‖ corroboró Patrice. ―Aunque alguien nos hubiera estado espiando

durante mucho tiempo, no se le ocurriría algo así. Tiene razón. Si continuamos

comunicándonos con ella de uno en uno, parecerá que hemos empezado a hablar

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solos, y eso hará que la gente se haga preguntas. A Bianca le conviene estar ligada a un

sitio, igual que a la gente.‖

La alegría inicial de Vic se había desvanecido ligeramtente, y él y Lucas se escrutaban

con cautela. Lucas dijo entonces:

―No estoy seguro de… de esto.‖

No estaba seguro de poder estar cerca de Vic. De estar cerca de un humano durante

mucho tiempo.

De pronto, Vic exclamó:

―¡Estoy ungido!‖

―¿Qué?‖

Lucas tenía una expresión confusa. No era de extrañar.

―Mirad, pedí a mis padres que me enviaran agua bendita, lo cual, por cierto, me obligó

a darles unas explicaciones más bien complicadas. Bueno, ahora creo que piensan que

voy a convertirme en sacerdote, nada más lejos de la realidad, claro. El caso es que me

la enviaron. La tengo en un frasco de colonia sobre mi escritorio. Y ahora mismo estoy

ungido.‖

Vic se desabrochó el cuello de la camisa; la corbata con el dibujo de la hawaiana osciló

levemente.

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―Llevo agua bendita por todo el cuello. Así pues, aunque se te crucen los cables y me

muerdas, cosa que espero que no hagas, te quemarás. Sería como morder un pimiento

jalapeño. Por lo tanto yo soy como un pimiento jalapeño. Y tú tendrás que apartarte

de inmediato.‖ Dirigió una mirada a todos los que lo reodeábamos. ―¿Verdad?‖

―Hummm, ya veremos.‖

Eso fue todo lo que Patrice alcanzó a decir; los demás nos habíamos quedado sin

habla.

Lucas, claro está, se hallaba tan desconcertado como el resto, pero asintió lentamente.

―¿Sabes?, es raro pero ayuda. No creo que debamos estar a solas aquí arriba, pero, sí.

Vale.‖

Vic se relajó un poco. Seguía habiendo cierta distancia entre ellos, pero era menor. Tal

vez Lucas lograría estar junto a un humano si se trataba de uno al que no pudiera

morder con facilidad; tal vez así su amistad podría empezar a reestablecerse.

―Vamos, tío. Llevo más de un año sin humillarte en una partida de ajedrez. Ya va

siendo hora de que aprendas un poco de humildad.‖

―Te reta a ti porque sabe que es incapaz de derrotarme a mí,‖ dijo Ranulf.

Vic hizo una broma, fingiendo que lo apartaba del tablero de ajedrez.

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Lucas me entregó la pulsera, me la puse y de nuevo adopté una forma sólida. Por

primera vez en un tiempo que me pareció eterno, pude pasar un rato con mis amigos

como cualquier otra persona. Aquello era lo más próximo a la normalidad que podía

lograr.

―Esto funcionará. Ya lo verás.‖

―Sí,‖ dijo Lucas.

Pero sabía que él seguí inquieto por Vic y por todo lo demás.

Dale tiempo, me dije a mí misma, y a él.

Cuando empezó a anochecer más temprano y las hojas pasaron a cubrir el suelo con

profusión en lugar de permanecer en las ramas de los árboles, Lucas me devolvió la

pulsera definitivamente. Él llevaba consigo mi broche para que pudiera contactar con

él en cualquier momento. Sin embargo, a propuesta de Patrice, debajo de una piedra

suelta de la pared escondí una cajita y guardé la pulsera. De este modo podía acceder a

ella cada vez que quisiera volverme corpórea.

―No me haría ninguna gracia que te quedaras bloqueada si me ocurriera algo a mí o a

mis cosas,‖ dijo Lucas mientras me la colocaba en la mano.

―No pasará nada,‖ insistí. Pero sabía que tenía razón. Lo que no podía imaginar era

con cuánta rapidez los acontecimientos lo demostrarían.

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Ya de noche, Lucas y yo habíamos decidido que había llegado el momento de que

volviera a penetrar en sus sueños.

―Esta vez sabré que vendrás,‖ dijo él, intentando mentalizarse. ―Eso me ayudará a

romper la secuencia de esa pesadilla.‖

Aquel supuesto, la naturalidad con que dijo pesadilla, me dio a entender que todos sus

sueños eran ahora pesadillas.

―Todo saldrá bien,‖ contesté.

Aunque estaba segura de que sería así, me pareció como si le estuviera mintiendo. No

e había hablado de los misteriosos arañazos que había sufrido en su sueño, cuando

luchaba contra Erich. Dejaron de dolerme muy rápidamente y al cabo de unos días

desaparecieron por completo. Por otra parte, no habían sido más que rasguños. ¿Cómo

podía hacerme daño algo así?

Decidí que Lucas ya se preocupaba lo bastante por mí. De hecho, si tras visitarlo en

sus sueños yo presentaba algún tipo de moratón o arañazo místico no tendría mucha

importancia; sin embargo, si él se inquietaba antes de empezar, aquello podría

condicionar su pensamiento y tal vez sus sueños. Neesitaba una vía de escape para su

ansiedad, no otro motivo adicional para sufrirla. Yo tenía la certeza de que era

preferible no decirle nada.

Al cabo de unas horas, descendí hacia la habitación de Lucas y Balthazar; ambos

estaban preparándose para acostarse. No me anuncié porque sabía que Lucas

percibiría mi presencia, pero deseé haberlo hecho cuando de pronto Balthazar se quitó

el uniforme.

Todo el uniforme.

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―Hummm… Balthazar,‖ dijo Lucas.

―¿Sí?‖

Balthazar arrojó los calzoncillos tipo bóxer a la cesta de la colada. Aunque procuré no

mirar, lo poco que llegué a ver era exactamente el tipo de imagen que me animaba a

querer ver más.

―Te has dado cuenta de que no estamos lo que se dice solos, ¿verdad?‖

Balthazar se quedó inmóvil por un segundo; luego agarró rápidamente una almohada

y la sostuvo delante de él.

―¡Bianca, cuando te dije de que me siguieras hasta la ducha estaba bromeando!‖

En la ventana dibujé débilmente una palabra con escarcha. ¡Perdón!

Lucas frunció el entrecejo.

―¿Se puede saber cuándo bromeasteis con la posibilidad de ducharos juntos?‖

Mientras Balthazar intentaba ponerse el albornoz sin dejar caer la almohada,

respondió de mala gana:

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―Me voy a los baños comunitarios en busca de privacidad. Es patético, pero hasta aquí

hemos llegado.‖

Cogió el pijama y salió a toda prisa.

Entonces le susurré a Lucas al oído:

―Yo no hablé de ducharme con Balthazar.‖

―Lo sé,‖ dijo él desplomándose de nuevo en la cama. ―Confío en ti. Pero a veces me

gusta meterme con él. Es divertido.‖

―¿Estás preparado?‖

Él asintió y tomó aire, como si estuviera intentando tranquilizarse para irse a dormir.

―Sí. Probémoslo.‖

Al cabo de media hora, Lucas ya estaba profundamente dormido mientras Balthazar

tomaba lo que parecía ser la ducha más larga del mundo. Aguardé hasta distinguir

rápidos movimientos en los párpados y las espesas pestañas de Lucas antes de

recogerme y zambullirme profundamente en lo que esperaba que fuera el mundo de

sus sueños.

Entonces tomó forma a mi alrededor. Sin embargo, mi triunfo se desvaneció cuando

me di cuenta de dónde nos encontrábamos: era el cine destartalado y abandonado

donde Lucas due asesinado. Él estaba de pie en el vestíbulo, varios pasos por delante

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de mí. Con una mano agarraba una estaca y con la otra se tapaba la nariz y la boca.

No entendí el porqué del gesto hasta que olí el humo y me di cuenta de que era la

causa de la neblina que nos rodeaba.

De la pantalla surgió un parpadeo ardiente. No era una película. Era un incendio.

Otra pesadilla, observé. A ver si en esta ocasión logro despertarlo.

Pero antes de que pudiera decir nada, Lucas habló:

―Charity.‖

―Hola, tesoro.‖

Charity surgió entre las sombras. No dijo tesoro como si con ello quisiera decir cariño

o amorcito, sino que parecía estar hablándole a un niño pequeño. La luz del fuego

oscilaba entre sus rizos claros. Por una vez, aunque sólo fuera en sueños, llevaba

limpio el largo vestido de encaje.

―¿Qué tal está mi pequeñín esta noche?‖

―Déjame,‖ dijo él. Se le quebró la voz al hablar.

―No podría ni queriendo.‖ Ella sonrió con aire triunfante. ―Y no quiero.‖

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―Lucas,‖ intevine yo. ―Tranquilo. No la mires. Sólo es un sueño. Mírame a mí.‖

Él no me miró. Me interpuse entre Charity y él con la esperanza de poder romper

aquel hechizo de sueño que le impedía reconocerme, pero no sirvió de nada. Él miró a

través de mí, como si yo ni siquiera estuviera presente.

―¿Buscas a Bianca?‖ La preocupación de Charity habría podido parecerle sincera a

cualquiera que no la conociera. ―Seguramente ha quedado atrapada en el incendio.

¡Tienes que ir a salvarla!‖

Lucas se apartó de ella corriendo y se dirigió directamente hacia las llamas. Cuando

me volvía para seguirlo, Charity dijo:

―Ahora él me pertenece, Bianca. Nunca lo volverás a tener.‖

¿Cómo podía ser que Charity me viera y Lucas no se hubiera dado cuenta de mi

presencia, cuando ella sólo era una parte de la pesadilla?

Se quedó mirándome fijamente. Su sonrisa fue cambiando hasta ser menos desafiante,

más cómplice. Parecía como si estuviésemos bromeando otra vez. ¿Cómo podía

ocurrir todo eso en un sueño de Lucas?

Era imposible.

Entonces me di cuenta de que ella no formaba parte de la pesadilla. Ella era la causa.

No se trataba de un sueño sobre Charity; era algo real. Estaba allí, en la mente de

Lucas.

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Sin duda, al verme la cara, se dio cuenta de que acababa de entenderlo todo; entonces,

sonrió ampliamente y dejó ver sus colmillos.

―Te lo dije. Lucas me pertence.‖

Capítulo 12

Traducido por Pargulin

Corregido por Sidonie

―¿CÓMO ESTÁS HACIENDO ESTO?‖ GRITÉ SOBRE el crepitar del fuego.

―¿Cómo entraste en la cabeza de Lucas?‖

―Yo creé a Lucas.‖ Charity enrolló en el dedo uno de sus rizos rubio pálido como si

estuviera coqueteando. Al haber muerto a los catorce años, se veía demasiado joven

para ser tan malvada, sus mejillas suaves como las de un bebé. ―Yo soy su sire. Eso

significa que su mente y el resto de él me pertenecen ahora y para siempre.‖

Nadie me había mencionado esto antes. Nunca se habría aplicado en mi caso, al ser

hija de dos vampiros, nunca habría requerido de un ―sire‖ para cambiarme. Aunque

siempre había sabido que la relación llevaba consigo un lazo poderoso, nunca me

había dado cuenta de lo mucho que se extendía.

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―No le hagas soñar con esto.‖ Odiaba tener que rogarle, pero no sabía qué más hacer.

―Tiene demasiadas cosas con las que lidiar.‖

Charity ladeó la cabeza hacia un lado mientras se me acercaba, espeluznante y

amenazante incluso en el reino de la imaginación. ―Yo no he creado esta pesadilla.

Lucas lo hizo. ¿O fuiste tú? Tú eres a quien sigue tratando de salvar.‖

Desde lo más profundo dentro del teatro en llamas, oí mi propio grito.

―Una y otra vez, te amenazan,‖ dijo Charity. ―Una y otra vez, te matan. Algunos

vampiros sueñan con sus asesinatos, y otros acerca de sus remordimientos. Pero no

Lucas. Los fantasmas de su mente, las miles de pesadillas que soporta, son todas sobre

una sola cosa – el perderte una y otra vez.‖

Y cuando estaba despierto, también. Lucas no tenía la tranquilidad de saber que era

sólo un sueño. Realmente había muerto. Estar con él como un fantasma no podía

curar del todo esa herida. Al hacerle experimentar ese momento una y otra vez,

Charity mantenía a Lucas a punto de perder el control y convertirse en un asesino.

―Son sus sueños,‖ me susurró al oído. ―Yo sólo los empeoro. Hago que el fuego queme

más caliente y que la sangre fluya más rápidamente, para que pueda estar aún más

asustado por ti. En lugar de beber su sangre, ahora me alimento de su dolor.‖

―Te odio.‖

― De su dolor, y del tuyo.‖

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Huí de ella hacia el teatro. Hubiera sido más rápido sólo pensar en estar al lado de

Lucas, pero pronto recordé que, en el mundos de los sueños, no tenía poderes

fantasmales. Las viejas limitaciones humanas me mantenían firme. Mientras corría, oí

llamar a Lucas, ―¡Resiste, Bianca! ¡Estoy llegando!‖

La escena en el teatro me horrorizó. La pantalla estaba en llamas y se desprendía de la

pared en ennegrecidas tiras que se retorcían y curvaban en el calor. Las cornisas de

plástico de las paredes se estaban derritiendo en vetas burbujeantes. Y en los asientos,

que habían estado vacíos esa noche, había cadáveres, yaciendo marchitos y

ensangrentados. Todas y cada una de sus gargantas habían sido desgarradas.

Son víctimas de vampiros, me di cuenta. Las que Lucas vio. Las que él temía crear.

Algunos de los cadáveres estaban en llamas, también.

Disgustada y con náuseas, me tambaleé para alejarme de los cadáveres y caí hacia

atrás. Cuando golpeé el suelo, sentí el fuerte azote del fuego en una pantorrilla. Con un

suspiro me levanté de nuevo para ver un rojo verdugón, con ampollas justo debajo de

mi rodilla; seguramente me había quemado con un trozo de madera que todavía estaba

en combustión en el suelo.

El peligro era cada vez más real. Tenía que sacarnos de aquí. ―¡Lucas!‖ grité.

Una vez más, escuché mi propia voz – aún sin ser mía – diciendo su nombre también.

Me abrí paso a través del humo, con los ojos picando y la garganta en carne viva,

finalmente alcancé a ver a Lucas. Estaba en la parte frontal del teatro, donde parte del

techo se había derrumbado en una maraña de metal y madera. Debajo de una viga,

con la cara arrugada de dolor, yacía... yo. O, en todo caso, la visión que Lucas tenía de

mí en sus sueños. Mi rojo y largo cabello estaba extendido en el suelo, reflejando la

acumulación de sangre alrededor de mi abdomen. La yo del sueño estaba aún más

gravemente quemada y ampollada que yo. Era difícil, incluso mirarla.

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―¡Lucas, no! ¡Estoy aquí!‖ Me acerqué, dispuesta a hacer que me escuchara.

Y lo hizo, volviéndose para mirarme. Pero su expresión se mantuvo desesperada, y

sólo dijo: ―¡Está bien, Bianca! ¡Voy a sacarte de aquí!‖

Aún no había roto el poderoso hechizo del sueño, pero ahora entendía por qué Lucas

creía en sus ilusiones tan desesperadamente: Charity se aseguró de que lo hiciera.

Decidida a llegar a él, empecé a avanzar, pero una mano fría se cerró completamente

en torno a mi muñeca.

―Él tiene que aprender que no puede salvarte,‖ dijo Charity. Sus rizos rubios eran del

color de la luz del fuego. ―Y tú tienes que aprender que no puedes salvarle, porque es

mío.‖

Una ardiente sacudida de poder pasó a través de mí, como si me estuviese

electrocutando unas mil veces. Grité más fuerte de lo que sabía que podía – y el dolor

se detuvo.

Abrí los ojos para ver que estaba una vez más, flotando en la habitación de Lucas y

Balthazar. Charity me había lanzado fuera del sueño.

―Que mier–‖ Balthazar se sentó de un salto mientras que los ojos de Lucas se abrían

ampliamente. Seguramente había gritado en este mundo, así como en el sueño. Lucas

me vio y parpadeó con fuerza. ―¿Bianca?‖

―¡Estoy aquí!‖ Me arrojé a sus brazos y lo abracé con fuerza, dispuesta a hacerme lo

más sólida posible. ―¡Estoy bien!‖

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―En el sueño, estabas – eso no te sucedió, ¿verdad? ¿No tuviste que pasar por eso?‖

―No,‖ dije, pensando sólo en la versión rota, quemada de mí que había visto. Pero

cuando mi pierna rozó el costado de su cama, di un respingo, y Lucas miró hacia abajo

con preocupación.

La sangre plateada manaba a través de los pantalones de pijama, revelando una larga

la línea de quemadura en mi pantorrilla.

―¡Bianca!‖ Lucas bajó de la cama para mirar más de cerca. Me levantó el pijama y me

hizo daño, pero el gesto le provocó un estremecimiento mayor a él. Por supuesto, mi

sangre de espectro le estaba quemando. Sin embargo, no le importaba. Volutas de

humo se alzaban desde sus dedos chamuscados mientras examinaba la herida. ―Esto

realmente sucedió. Lo que ocurre en mis sueños puede hacerte daño.‖

―Se curará. No es nada importante. Una vez que me desvanezca, lo peor habrá

pasado.‖ Aunque traté de sonar tranquilizadora, mi voz temblaba. La quemadura

dolía más de lo que pensé que sería capaz de sentir tras haber muerto.

Balthazar, frotándose soñolientamente la cabeza, se acercó a nuestro lado de la

habitación. Sus ojos se agrandaron al ver mi quemadura.

―¿Cómo sucedió eso?‖

Me volví hacia él, el miedo al instante transmutado en rabia. ―¿Por qué no nos hablaste

del sire de un vampiro?‖

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―¿De qué estás hablando?‖ Sorprendido por mi cambio de ánimo, Balthazar no parecía

saber cómo responder. ―Los dos saben lo que es un sire, ¿no? No veo cómo no podrían

saberlo.‖

―Quiero decir, la parte sobre que tu sire entra en tus sueños.‖ Me levanté de la cama de

Lucas y me acerqué más a Balthazar, lo suficientemente cerca como para hacerle

enderezarse. Mi pierna dolía, pero la ignoré. ―¿Por qué no nos dijiste eso?‖

La cara de Balthazar cayó, y se hundió hacia atrás al darse cuenta de lo que estaba

diciendo. ―¡Maldita sea!‖ masculló. ―Charity.‖

Lucas se puso pálido. ―Espera – en mis sueños – Charity ¿es real?‖

―¿Creíste que la santa de tu hermanita no haría algo así?‖ exigí. ―¿O era más divertido

dejarnos descubrir esto por nosotros mismos?‖

El ánimo de Balthazar cambió tan rápido que me sobresaltó. Miró directamente a mi

cara, su expresión cambió a una ira más oscura de lo que había visto en él antes. ―En

primer lugar, nada de esto es divertido. No para ti, no para Lucas, y no para mí.‖

―Entonces, ¿Por qué no nos –‖

―Cállate.‖ Balthazar dijo. Lucas se levantó de sus rodillas por eso, tal vez listo para

entrar en la discusión y defenderme, pero Balthazar nunca miró hacia él. Nos

mantuvimos las miradas.

―En segundo lugar, no les advertí chicos, ya que no sucede a menudo. Para vincularse

de eso modo a alguien, el sire tiene que desearlo con todas sus fuerzas; además,

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hacerlo debilita a un vampiro durante días. Semanas tal vez. Por eso nadie lo hace. Si

cada noche se apodera de los sueños de Lucas es que Charity está… más que

obsesionada.‖

―En otras palabras, Charity,‖ repliqué.

Lucas no tomó parte en la discusión, pero lo que decíamos tuvo su propio efecto sobre

él. ―Charity está realmente en mi cabeza,‖ murmuró. ―Ella es la que me está volviendo

loco.‖

Balthazar hizo una mueca. ―Sí, así es. Es enfermo y torcido – y sí, entiendo ahora que

Charity está enferma. Incluso cuando la extraño, aun cuando creo que puedo hacer

que mejore –‖ Su voz se quebró, pero siguió hablando. ―Siempre sabré que ella está

mal.‖

―Balthazar –‖ Dije, en voz más baja. Tratando de darle una salida.

―!Dios! No puedes permanecer en silencio y permitir hablar a los demás, ¿verdad?‖ Él

se me acercó – más cerca de lo que había estado en cualquier otro momento a parte de

las veces en que nos habíamos besado. ―En tercer lugar, y por último, quiero que

tengas una cosa clara. Independientemente de los errores que cometí después de que

moriste, yo no soy el que cambió a Lucas. Charity lo hizo. Y yo no te obligué a dejar

que Lucas se levantara de entre los muertos. Así que deja de culparme por ello.‖

Con eso, Balthazar se volvió, cogió su bata de baño y cigarrillos, y se fue hacia la

puerta. Quise protestar, pero sabía que eso sólo le llevaría al límite.

Sin embargo, Lucas dijo, ―Hey. Balthazar.‖

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Él hizo una pausa con la mano en el pomo de la puerta. ―¿Qué?‖

―No debiste haber gritado.‖ Lucas me hizo una mueca y dijo, ―Pero no estás

equivocado.‖

Balthazar simplemente salió, cerrando de golpe la puerta detrás de él. Al final del

pasillo, pude escuchar a un par de personas murmurar por el ruido. Lucas, oyéndolas,

también, dijo, ―Espero que nadie haya reconocido tu nombre cuando gritaba.‖

―No puedo creer que te pongas de su lado.‖

―Estoy de tu lado. No importa lo que pase.‖ Lucas puso sus manos sobre mis

hombros, que eran lo suficientemente sólidos como para soportar el tacto.

―Pero has estado siendo desagradable con él a la menor excusa desde entonces – desde

que morimos, supongo. Eso nunca va a dejar de sonar extraño.‖

―¡No debería haberte llevado esa noche!‖

―Yo no debería haber ido con él. Pero fue mi elección, mía. Además –‖ A Lucas

claramente no le gustaba admitir esto, pero siguió adelante. ―Perderte le golpeó casi

tan duro como a mí. Si yo no era responsable de mis acciones ese día. Tampoco lo era

él.‖

Me alejé un poco de Lucas, dejándome flotar hacia la ventana, donde podía poner mis

rodillas contra el pecho. Abrazándome como una niña, me di cuenta que era una

especie de consuelo que no había superado. En ese momento, sentí como si hubiera

demasiadas cosas que debería haber dejado atrás, pero no lo había hecho.

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―Sé lo mucho que deseas a alguien a quien culpar,‖ dijo Lucas. ―Alguien que esté aquí,

ahora, para que le puedas hacer la vida imposible. Pero Balthazar es nuestro amigo,

Bianca. Ha hecho mucho por nosotros.‖

Lentamente asentí con la cabeza. ―Me siento estúpida.‖

―No eres estúpida.‖ Después de un momento, dijo, ―Pensaste en destruirme antes de

que me levantara como un vampiro. Balthazar te convenció de lo contrario.‖

―Sí. Pero dejé que me convenciera.‖ La pesadez de esa pregunta no formulada era

demasiado difícil de soportar, ahora; tenía que saber. ―Lucas, ¿hice lo correcto? Te

amo tanto. No podía dejarte ir. Pero me doy cuenta... me doy cuenta de que no es lo

que probablemente querías.‖

―Está hecho. Sé que hiciste tu elección por amor. Eso es suficiente,‖ dijo Lucas.

Aunque todavía me sentía horrible –tanto por haber considerado destruirlo, como por

no haberlo hecho– sabía que me había perdonado. Realmente deseaba que fuera

suficiente.

―Me gustaría poder llorar.‖

Él me acarició la mano, como si pudiera alejar mi tristeza. ―¿Cómo está su pierna?‖

―No muy bien.‖ La flexioné e hice una mueca de dolor. ―Si me desvanezco, ayudará,

aunque...‖

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―Nunca haremos esto otra vez,‖ dijo Lucas con expresión severa. ―Si Charity es capaz

de hacerte daño en mis sueños, entonces no puedes entrar en ellos.‖

Recordé el primer sueño que habíamos compartido, en la época cuando Lucas había

estado todavía vivo. Nos habíamos abrazado en una librería en la que habíamos

pasado el tiempo, cuando milagrosamente el cielo nocturno se abrió sobre nuestras

cabezas. Había sido tan hermoso y romántico, en ese momento, había pensado que era

el único consuelo que tendríamos estando yo muerta. Ahora eso, también se había

perdido.

Seguramente mi cara reflejaba abatimiento, porque Lucas me besó en la frente, la

mejilla, y luego en la boca, con el más suave y delicado de los toques. ―Está bien.‖ Él

no se veía tan deprimido como yo me sentía. Teniendo en cuenta las cargas que él

llevaba, hubiera pensado que la constatación de que Charity le torturaba en sus sueños

sería todo lo necesario para ponerle al límite. En cambio, parecía más estable. ―Quiero

decir, piensa en ello. Balthazar ha oído hablar de esto, la invasión de los sueños. Al

parecer, muchos vampiros lo han oído también. Eso significa que deben conocer

alguna forma de manejarlo. Bloquearlo o – o algo así.‖

―Tal vez.‖ Eso era alentador. Me animó a pesar de mí misma. ―Es posible.‖

―Incluso si Balthazar no sabe la manera de ahuyentar a Charity, la señora Bethany

probablemente lo sepa. Tiene que haber algo, ¿verdad?‖

―De acuerdo,‖ dije con aire ausente. De repente Charity no parecía el único problema

con el que teníamos que lidiar.

Lucas quería confiar en la señora Bethany. Quería compartir sus miedos más

profundos con ella, y recurrir a su ayuda. Ella podría ser capaz de salvarlo cuando yo

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no pudiera. Y en ese momento, no podía culparlo por no preocuparse por las trampas

que ella había colocado.

Me parecía como si todos y todo – Charity, la señora Bethany y su propia hambre de

sangre – estuvieran luchando conmigo por el alma de Lucas.

A la mañana siguiente, volví a la sala de esgrima. Aunque la clase había terminado por

el día, la habitación no estaba vacía.

Balthazar estaba en su traje de esgrima, la máscara encima de su cabeza mientras

limpiaba el sudor de su frente. Después de que los demás de la clase habían terminado,

él se había quedado practicando su técnica – para luchar contra adversarios invisibles

que sólo existían en su mente.

Recordé que a menudo hacía eso cuando estaba estresado; la noche anterior había sido

tan difícil para él como para mí.

Poco a poco fui tomando forma en una esquina de la habitación, dándole el tiempo

suficiente para irse si no quería hablar. Se quedó. En unos pocos segundos nos

encontramos cara a cara otra vez, aunque toda la extensión amplia del piso de madera

estaba entre nosotros.

―Hey,‖ comencé. Débil, pero tal vez era mejor dejarlo simple al principio.

―Hola.‖ Balthazar probó el peso de su espada en una mano, luego en la otra, como si

el sable fuera nuevo para él en lugar de un viejo amigo. ―¿Estás aquí para practicar?‖

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―Nunca fui buena en esgrima.‖

―Has aprendido mucho. No te desprecies.‖

Podía ser amable conmigo, incluso ahora. ―Lo siento,‖ le dije. ―No debí haberte

gritado la noche anterior. No debería haberte gritado nunca por lo que le sucedió a

Lucas.‖

Balthazar dio una estocada poco entusiasta a un maniquí cercano. El acero se curvó en

un arco fino bajo la presión. ―No debería haber sido así contigo. Estabas herida, y era

evidente que estabas molesta.‖

―No dijiste nada que no fuera necesario decir.‖

―Pero podría haber escogido una mejor manera de decirlo.‖ Se quitó la máscara de la

cabeza y la metió bajo el brazo mientras se acercaba a mí. El traje de esgrima siempre

se había visto bien en Balthazar, y recordé por un momento lo que había sentido al

estar tan cerca de él.

Nunca podría lamentar elegir a Lucas, pero eso no significaba que no estaba al tanto

de lo que había perdido cuando elegí.

Como si pudiera leer mis pensamientos, Balthazar sonrió. ―¿Amigos otra vez?‖

―Sí, por favor.‖ Quería abrazarlo, pero eso probablemente era una mala idea.

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―En realidad, la mayoría de las veces, cuando no estás molesta, eres muy buena para

escuchar.‖

Justo cuando estaba a punto de decir simplemente gracias –aliviada además porque me

había dolido mucho lo que él había dicho la noche anterior sobre que no me callaba

nunca–, me di cuenta de que podría estar dándome una oportunidad.

―¿Tengo que escuchar ahora?‖

―Charity.‖ El nombre cayó entre nosotros como una piedra. ―Tenías razón cuando

dijiste que estaba en negación acerca de ella. Siempre has estado en lo cierto al

respecto. Y en algún nivel, siempre lo he sabido.‖

Ya podía sentir la rabia abriéndose paso de nuevo en mi mente, pero esta vez me

obligué a recordar que estaba enfadada con Charity, no con Balthazar. ―Ella es tu

hermana.‖ Las palabras salieron serenas y firmes, por lo que estuve agradecida. ―La

amas. ¿Cómo podrías evitarlo?‖

―Eso no es excusa para permitir que pierda la cabeza. Dejar que lastime a la gente. O

no hacerme pensar en lo que podría estar haciéndole a Lucas, y a ti.‖

―Él no te había dicho al respecto, sin embargo.‖ Lucas compartía sus sentimientos tan

abiertamente conmigo que había tenido que detenerme y darme cuenta de que no era

tan abierto con todos los demás, incluso con la mayor confianza y simpatía que había

entre ellos ahora, Lucas nunca hubiera pensado hablar con Balthazar sobre sus

pesadillas. ―Y dijiste que Charity se debilita a sí misma para hacer esto. No había

esperado eso.‖

―Llevo un mes oyéndole girar y revolverse en sueños, y jamás lo relacioné con eso. Ha

sido una estupidez soberana, me he merecido que me gritaras.‖

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―Ya he terminado de gritarte, ¿de acuerdo? Para siempre.‖ Tenía los hombros

hundidos y la mirada triste por el sentimiento de culpa, así que me acerqué y

suavemente puse una mano en su brazo. ―Tú mismo lo has dicho, invadir los sueños

de la gente así – es raro.‖

Balthazar asintió con la cabeza. ―Nunca lo he hecho. Nunca me lo han hecho a mí.

Charity debe estar durmiendo casi todo el tiempo, porque tiene que ser agotador para

ella. Por otra parte, el hecho de dormir le permite aparecerse cada vez que Lucas

sueña. Maldita sea.‖

Sólo una cosa importaba. ―¿Hay una manera de proteger a Lucas de eso? ¿De ella?‖

―No que yo sepa. Pero déjame pensar en ello.‖ Él estudió mi rostro por unos instantes.

―Algo de lo que tú y Lucas dijeron anoche, y esa quemadura en tu pierna – sonaba

como si Charity fuera tras de ti en los sueños, también."

Asentí. ―Pero ella no puede manipularme tanto como lo hace con Lucas. Supongo que

es porque es su sueño, y yo simplemente estoy de visita.‖

―Ten cuidado, Bianca.‖ La voz de Balthazar fue inesperadamente firme. ―Es el sueño

de Lucas, y eso probablemente quiere decir que Charity tiene más influencia sobre su

mente. Pero cuando tú estás en los sueños – eres tú, no sólo tu subconsciente. Así es

como te quemaste ayer por la noche. No sé que tanto peor daño podría hacerte, pero

no deberías tratar de descubrirlo.‖

―No vamos a intentarlo otra vez,‖ admití.

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Algo de la tristeza que sentía debía de haberse mostrado, porque Balthazar fue suave

otra vez. ―¿Cómo se siente tu pierna?‖

―No muy bien, pero no terrible.‖ Señalé para mostrarle que podía moverla. Cada vez

que me volvía sólida o casi, podía sentir todavía la tirante línea, que picaba en mi

pantorrilla, pero el dolor ya no era tan malo. Otros miedos se deslizaban en mi

corazón, y espeté, ―¿Crees que la señora Bethany sepa cómo sacar a Charity de sus

sueños?‖

―Lo dudo.‖ Él ladeó la cabeza. ―¿Por qué eso te hace ver... aliviada?‖

―Es extraño sentir que ella puede ayudarle más de lo que yo puedo,‖ admití.

―Eso es por lo que vino a la Academia Medianoche, sin embargo, ¿no? ¿Por la

experiencia de todos los presentes, para darle a Lucas un lugar seguro para ajustarse?

La señora Bethany es una gran parte de lo que hace a esta escuela segura.‖

―No confío en ella.‖

―No confío exactamente en ella tampoco. Pero confío en su dedicación a esta escuela y

a los vampiros que vienen aquí.‖

―Mientras que siga cazando espectros, es nuestra enemiga.‖

Balthazar se detuvo. ―No sabemos eso. Hay mucho que no sabemos.‖

―Bueno, al menos estamos de acuerdo ahí.‖

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Él sonrió, y a pesar de mis otras incertidumbres, me alegró saber que habíamos

recuperado nuestra amistad.

Después de que Balthazar se fuera a prepararse para sus clases de la tarde, me volví

incorpórea y floté a través de la escuela, sumida en mis pensamientos. Durante un rato

vi a mi padre enseñando física, escribiendo fórmulas en el tablero con tanta energía

que cualquiera que no lo conociera bien se perdería la tristeza en sus ojos.

Cuando no pude soportarlo más, me escapé a la clase del Sr. Yee de tecnología

moderna, en la que explicaba a un grupo de vampiros mayores y desfasados cómo

utilizar una lavadora. A medida que impartía una conferencia sobre el ciclo de

centrifugado, me acurruqué en un rincón vacío y reflexioné sobre todo lo que había

aprendido – y todo lo que no sabíamos.

Necesitábamos saber cómo mantener a Charity fuera de los sueños de Lucas, y si yo,

como espectro, podía acabar lastimada al entrar en sus ensoñaciones, o si realmente

podía ayudar a Lucas a superar aquello.

Además, para hallarme a salvo, necesitábamos averiguar el número de trampas que

había en la Academia Medianoche, así como emplazamiento.

Y, lo más importante, debíamos descubrir qué planes tenía la señora Bethany, no sólo

por el bien de los espectros, sino también para estar seguros de si se podía o no confiar

en ella.

Ninguno de los vampiros que conocía y en los que confiaba tenía esa información o

podían conseguirla. Eso significaba que si quería esas respuestas – iba a tener que

enfrentar mis temores.

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Tendría que ir con los espectros.

Decidida, me enderecé en mi rincón – para ver que la mitad de la clase me estaba

mirando.

Oh, mierda, ¿soy visible? Me di cuenta de que no lo era, pero que por mi profunda

concentración en mi nuevo plan, había permitido que una densa malla de escarcha

cubriera la pared y las ventanas. Para cualquiera familiarizada con el tema, aquello era

algo así como un enorme letrero de neón que parpadeara, diciendo AQUÍ HA

PASADO UN ESPECTRO.

―¡Sr. Yee!‖ gritó alguien.

―Todo el mundo mantenga la calma,‖ dijo el Sr. Yee, pese a que su actitud, por lo

común impasible, iba camino de convertirse en un ataque de nervios. ―Convocaremos

a la señora Bethany de inmediato.‖

¡Había que salir de allí! Empecé a pensar en los diferentes lugares con los que me

sentía conectada, todas las ―estaciones de metro‖ a las que era capaz de viajar en un

instante. Algo más lejos habría sido ideal ahora – y así de rápido, me di cuenta que

había una manera de salir de aquí y seguir mi última idea.

Filadelfia. Casa de Vic, donde Lucas y yo vivimos juntos. El ático– Al instante, la

Academia Medianoche desapareció a mi alrededor, girando alrededor como un

torbellino de niebla. El vapor tomó nueva forma rápidamente y se transformó en la

silueta del ático de la casa de Vic, con su cómodo desorden.

Y la mamá de Vic, que llevaba un par de bolsas de ropa vieja estaba mirando hacia mí.

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―¡Jerry!‖ gritó ella, dejando caer las bolsas y corriendo por las escaleras. ―¡Es el

fantasma de nuevo! ¡Tenemos que llamar a esa gente de la televisión por cable!‖

Cuando la puerta del desván se cerró, una voz me dijo, ―Genial, gracias. Ahora voy a

tener equipos de cámara dando vueltas por aquí, y un montón de nerds* fingiendo que

saben cómo morí.‖

―¡Hola, Maxie!‖ dije, volviéndome para sonreírle. No parecía encantada de verme, al

menos no hasta que le dije por lo que había venido. ―Estoy lista para conocer a

Christopher.‖

Su rostro se iluminó. ―¡Lo vas a hacer!‖ dijo Maxi. ―Vas a unirte a los espectros.‖

*bobos, generalmente se aplica para los cerebritos relacionados con ordenadores.

Capítulo 13

Traducido por Pau24

Corregido por Sidonie

―TODO SERÁ DIFERENTE, AHORA QUE eres una de nosotros.‖ Maxie estaba

radiante —literalmente— en una bruma dorada de alegría. ―Espera y verás.‖

―He sido una de ustedes desde que morí.‖

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―No realmente. No mientras pasabas el tiempo con los vampiros. Esto va a ser mucho

mejor.‖

No le dije a Maxie que no tenía intenciones de abandonar a Lucas ni a nadie más. Se

sentía incómodo mentir, y yo estaba más que cansada de las mentiras. Pero no estaba

lista para confiar completamente en los espectros todavía.

―Así que,‖ comencé. ―¿Cómo hacemos esto? Encontrar a Christopher, quiero decir.‖

Miré por los alrededores. ―No creo que pase el rato contigo en este ático.‖

―Por supuesto que no,‖ se burló. ―Como si Christopher pasara algo de tiempo en el

plano mortal.‖ Entonces hizo una pausa. ―Me retracto. En realidad viene cada cierto

tiempo.‖

―¿Al ático?‖

―Al plano mortal, tonta. Pero viene sólo cuando tiene un propósito. Como tratar de

ayudar a un espectro perdido para que encuentre su camino. Cosas como esas.

Christopher no hace apariciones.‖

―¿Como tú, quieres decir?‖

Pretendía que fuera un golpe contra Maxie, señalar que ella no había renunciado al

mundo mortal completamente tampoco. Pero ella asintió, solemne y dulce. ―Cuando

te unas a nosotros podré abandonar este lugar por fin. E incluso… incluso a Vic.‖ Bajó

la mirada hacia un punto de la alfombra donde en otros tiempos Vic se sentaba para

convocarla. ―Será duro, pero podré hacerlo.‖

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―¿Por qué yo? Tú y yo nos conocemos, supongo, pero no se puede decir que seamos

amigas del alma—‖

―Prefiero que te lo explique Christopher.‖ Maxie prácticamente brillaba con

anticipación. ―¿Lista?‖

No podía responder esa pregunta sin saber para que se suponía que tenía que estar

lista. ―¿Tal vez?‖

―Desvanécete conmigo. Vamos.‖

Por alguna razón, esta vez fue difícil para mí desaparecer, cuando nunca lo había sido

antes. Tal vez era un poco como tratar de quedarse dormido cuando es importante

descansar, así que por supuesto que te quedas tendida despierta por horas. Pero

cuando Maxie se convirtió en puro brillo, logré seguir su pista. Lentamente el mundo a

nuestro alrededor se transformó en nada más que una neblina gris axulada, una

misteriosa bruma que no tenía arriba, ni abajo, ni centro, y tampoco límites. El brillo

de Maxie titiló ligeramente en medio de los torbellinos de niebla, después desapareció.

Bien, Bianca. Su voz no era algo que escuchaba ya, sólo algo que percibía sin

realmente saber cómo. Tienes que liberarte.

¿Liberarme de qué?

De todo.

Quieres decir, Lucas y mis amigos—

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No. Quiero decir, TODO. De ti misma. Basta con que tires firmemente de ti misma y

luego… libérate.

¿Qué se suponía que significaba eso? Sin mucho optimismo, traté hacer lo que decía

Maxie. Aunque mientras lo intentaba comencé a hacerme una idea—y después me

dejé ir.

Era escalofriante. Como descubrir que tienes la habilidad de hacer que tu corazón deje

de latir, o hacer que la gravedad deje de funcionar. Poner cada ley del universo al

revés. Ahora no había ninguna neblina gris azulada; sólo había una total nada, tan

extraña como raramente familiar, como algo tan extenso que simplemente nunca había

sido capaz de ver antes. Aunque siempre había estado a mi alrededor. Flotaba libre

dentro de mi mente—o la mente de algo que ya no era completamente yo.

¿Seré capaz de volver alguna vez? En ese momento, parecía como que no había regreso

de algo así. ¿Era eso lo que había al otro lado de las trampas? Lucas, lo siento, no me

di cuenta de lo que significaría esto.

Entonces escuché otra voz, profunda y masculina: ―Hazte presente.‖

Instantáneamente, era yo nuevamente. Estaba parada sobre el suelo, veía luz, tenía un

cuerpo. Mientras parpadeaba, este nuevo lugar tomó forma a mi alrededor, y al

principio lo único que pude hacer fue quedarme mirando.

¿Cómo podía describirlo? Estaba parada en el centro de una ciudad, entre una enorme

y bulliciosa multitud, que era simultáneamente el lugar más terrorífico y más hermoso

que había visto. Un templo Griego pintado brillantemente se encontraba en frente de

nosotros, al lado de una torrecilla baja y sólida de piedra, y más allá eso, un pequeño

bosque de árboles de cerezas con gruesas nubes de tréboles bajo las ramas. Tras ellos

había rascacielos, casas, tiendas de campaña, colinas, un castillo, un chalet —cada tipo

de estructura y paisaje imaginable, algunos gloriosos, otros en ruinas. Al lado del

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camino de adoquines sobre el cual estábamos paradas Maxie y yo serpenteaba un

pequeño río de agua parduzca, moviéndose tan rápidamente sobre las rocas que estaba

segura, que si caía, sería arrastrada por la corriente. A nuestro alrededor estaba lleno

de personas en todo tipo de vestimentas, desde jeans pasando por las mejores galas

Victorianas, las túnicas beduinas y las togas. Ellos podían verme—algunos miraron en

mi dirección—pero nadie se acercó. Mi antigua timidez ante muchedumbres había

regresado cien veces más fuerte, así que estaba agradecida.

Cuando me miré, me di cuenta que ya no estaba usando el pijama en el que había

muerto. ―!Es mi sweater verde!‖ dije. ―Nunca lo pude encontrar después de mudarnos

a Medianoche. Era mi favorito, y… oye, estos jeans, los amaba también, pero… ¿no

me quedaban chicos?‖

―Casi todo lo que alguna vez has perdido puedes recuperarlo aquí,‖ dijo Maxie,

acicalándose en su grueso abrigo peludo. Su cabello estaba pulcramente peinado ahora

en una melena, y usaba brillantes zapatos plateados con hebillas, a la altura de la moda

flapper*. Así es como ella se había viso cuando estaba viva, me di cuenta, cuando ella

había sido más feliz. ―Y, te lo advierto, eso incluye tanto lo bueno como lo malo.

Simplemente nunca se sabe.‖

Ahora que había envuelto mi mente alrededor de algo tan mundano como nuestra

ropa, comencé a comprender las implicaciones de lo que estábamos viendo. ―Maxie,

¿esto es…? No, esto no puede ser el cielo.‖ Estaba segura que el cielo no sería tan

sucio, y a pesar de la belleza de las construcciones a nuestro alrededor, este sitio estaba

inmundo. Un lugar magnífico y, sin embargo, ligeramente desagradable. En realidad,

me recordaba mucho a mi primera impresión de la Ciudad de Nueva York.

―Todavía no has alcanzado el paraíso,‖ dijo una voz masculina. ―Este es un lugar de

refugio, creo, pero nunca pretenderé entenderlo, es mejor aceptar donde estamos bajo

sus propios términos.‖

Me di la vuelta para verlo: se trataba de un hombre elegantemente vestido con ropa del

siglo diecinueve y cabello largo y espeso de color castaño. Era un adulto, pero no

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exactamente de edad mediana todavía o, al menos, no lo había sido cuando murió.

Tenía el rostro firme y sus mandíbulas marcadas, como aquellos que había visto en los

retratos antiguos de grandes soldados o almirantes que se dirigían a la batalla bajo un

cielo improbablemente bello: hombros amplios, cintura delgada, mirada decidida, y

ojos penetrantes.

Maxie sonrió mientras se acurrucaba en su abrigo. ―Christopher, traje a Bianca

conmigo. Bianca, este es Christopher.‖

―Nos conocemos,‖ dije, aunque era inadecuado describir las extrañas maneras en las

que se habían cruzado nuestros caminos. Cuando él había comenzado a aparecérseme

durante mi primer año en Medianoche, me había amenazado tan aterradoramente que

había estado aterrorizada de él; también había prevenido que la tribu de Charity nos

asesinara a mí y a Lucas el verano pasado. Comencé por el principio: ―Estoy bastante

segura de que ustedes dos trataron de matarme una vez.‖

Christopher no lo negó; ni siquiera se veía desconcertado. ―Sólo tenías cierta cantidad

de vida para vivir. Tarde o temprano, te habrías convertido en un vampiro o un

espectro. Fuimos a ti en Medianoche cuando estabas bebiendo sangre, acercándote a

tu yo vampírico.‖

―Me querían para ustedes,‖ dije.

―Y por tu bien también,‖ respondió Christopher. ―Convertirte en vampiro habría sido

un menor sacrificio para ti que la mayoría, pero tendrías mucho menos potencial que

el que tienes.‖

―Además, las vampiros son asquerosos,‖ dijo Maxie. La miré, pero ella sólo se encogió

de hombros. ―Sin ofender, pero vamos. Son cuerpos muertos. Caminando. Uuuuu.‖

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―Te aseguro que eso no influyó en mi decisión.‖ Christopher se veía ligeramente

afligido por la mala educación de Maxie. ―Bianca, como un vampiro, habrías sido

solamente una entre muchos. Como un espectro, tienes poderes más grandes que la

mayoría de nuestra clase, y habilidades que sólo has comenzado a comprender.‖

―Por eso nos salvaste a mí y Lucas de Charity este verano. Sólo para detener mi

conversión a vampiro. Nunca ha sido… personal, para ti. Matarme o salvarme.‖

Christopher pareció divertido. ―¿Cómo podría ser personal cuando nos acabamos de

conocer?‖ Aparentemente notó cuánto me enojó aquello, porque añadió rápidamente,

―Cuando alguien lleva muerto tanto como yo, el modo en que ve las cosas cambia.

Pero no por ello se equivoca.‖

Genial. Tenía que aguardar siglos de no muerte para que todo resultara comprensible.

Aunque decidí que no tenía sentido alterarme por eso. Me había convertido en un

espectro, y tenía que lidiar con esa realidad. Christopher era la única persona que

podía ayudarme a atravesar esto.

Maxie me había dicho que él no era el líder de los espectros, aparentemente no existía

tal cosa. Pero Christopher era el más poderoso entre los espectros, por razones que aún

no conocía. No sólo tenía poderes significativos por sí mismo, sino que también había

sugerido que yo tenía poderes mayores aún esperando manifestarse. Descubrir mis

propias habilidades, aprender a estar por mi cuenta como espectro, significaba aceptar

a Christopher. Decidí que era un pequeño precio a pagar. ―Está bien. Lo pasado,

pasado está, o como sea. Sólo quiero entender.‖

―¿Quieres dar un paseo conmigo?‖

―Claro.‖

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Tomando la indirecta, Maxie nos hizo una señal de adiós con la mano, apresurándose

a algo que se veía como una cafetería a la antigua. Una de las brillantes hebillas de sus

zapatos se quedó atascada en el camino de adoquines, haciéndola tropezar; al parecer,

incluso aquí te podías caer, pero no se cayó. Eso nos dejó a Christopher y a mí solos en

este misterioso lugar. ―Si no estamos en el cielo,‖ pregunté, ―¿cómo llegamos…aquí?‖

―Aquellos de nosotros que hemos conseguido cierta claridad después de la muerte,

quienes no necesitan atormentar el reino humano, traemos aquello que amamos aquí

con nosotros.‖ El ondulado cabello castaño de Christopher se despeinó con una suave

brisa que olía como la orilla del mar, fresca y fétida a la vez. En una colina en la

distancia delante de nosotros vi a un Egipcio circulando por el camino en un carro de

guerra, justo delante de una vieja camioneta de reparto que arrojaba gases por el tubo

de escape. ―No a la gente que amamos, desgraciadamente. El alma de cada individuo

en particular está únicamente en su posesión. Pero los lugares que nos importan,

recuerdos de lo mejor y lo peor de nuestras vidas—todo eso nos encuentra aquí, donde

todo lo perdido puede ser encontrado una vez más.‖

La tierra de los objetos perdidos, pensé. Parecía ser tan buen nombre para el lugar

como cualquier otro. ―Si los fantasmas pueden venir aquí, ¿por qué se molestan en

pasar el rato atormentando a la gente? Esto es mejor que estar al acecho en el ático de

alguien.‖

―No todos los espectros pueden venir aquí.‖ Sus ojos oscuros podían ser

inquietantemente intensos, más ahora que estaba en su forma humana. ―La mayoría

de nosotros somos creados por un asesinato. Y sólo los más crueles de los asesinatos,

ninguno cometido en el calor de la pasión, sino premeditados, matanzas egoístas que

surgen de la traición.‖

La voz de Christopher se hizo más ruda, y me pregunté que le habría sucedido, y a

Maxie. A los muchos fantasmas que iban de aquí para allá a nuestro alrededor en el

camino.

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Compuesto nuevamente, continuó. ―Ese tipo de muerte no es fácilmente superada. La

mayoría de nosotros despertamos como espectros, sin más, incapaces de creer que

hemos fallecido, que hemos sido traicionados, o que tenemos que esperar para ir al

cielo, quizás para siempre. Algunas veces vemos a aquellos que pensamos que nos

amaban disfrutando nuestro deceso. ¿Es sorprendente que tantos se vuelvan…

retorcidos? ¿Tal vez enfermos?‖

―Supongo que no.‖ Ese pensamiento me revolvió el estómago. ―¿Eso te sucedió a ti?

Alguien a quien amaste—‖

―Amigos,‖ dijo tranquilamente. ―Hombres que pensé que eran mis fieles camaradas

habían conspirado en mi contra. De mis más queridos, sólo mi querida esposa fue fiel.

Y le esperó el peor destino.‖

Eso sonaba seriamente malo. Me pregunté si sus amigos la habían matado también, o

la habían dejado sola y herida para que muriera de hambre; en esa época, una mujer

por si sola podría no ser capaz de conseguir un trabajo, o tal vez heredar dinero,

aunque no estaba segura de eso. O tal vez uno de los asesinos se introdujo en su vida y

se casó con ella, sin que ella nunca supiera que él era responsable de la muerte de

Christopher. Cualquiera de esas opciones parecía demasiado terrible para contemplar,

y definitivamente no iba a tratar de curiosear más. Cambié el tema, preguntando, ―Así

que me estás diciendo que la mayoría de los espectros quedan atascados. No pueden

superar sus propios asesinatos, y los vuelve locos.‖

―Básicamente. Si nuestros asesinos son capturados, nos proporciona cierta sensación

de justicia. Eso ayuda a que muchos de nosotros nos soltemos y ascendamos.‖

Christopher miró hacia arriba sobre nosotros con anhelo. Después de tanto tiempo,

seguía esperando ir al cielo. ―Pero muchos no son descubiertos, y para otros, la justicia

no es suficiente para sanar las heridas. Ellos permanecen en la tierra para siempre,

volviéndose más enfermos y extraños, y a veces peligrosos. Para muchos de ellos, no

hay posibilidades de que se recuperen lo suficiente para venir aquí. Se vuelven tan

malvados como las fuerzas que los destruyeron.‖

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―He escuchado de espectros así,‖ dije. ―Pero ¿y el resto de vosotros? Toda esta gente de

aquí, ¿por qué no está en el cielo, o lo que sea que sigue a esto?‖

―Permanecen anclados al mundo mortal.‖

―Anclados.‖ Había escuchado eso un montón últimamente. ―¿Qué significa eso?‖

Christopher me guió alrededor de una fuente, ornamentada y elaborada, quizás algo

del Renacimiento; en vez de borbotear alegremente, el agua en su interior estaba

inmóvil y viscosa, llena de algas que manchaban las piedras. ―Un ancla es alguien o

algo que te une a la tierra. La mejor ancla te mantiene cuerdo y fuerte. Pueden ser

fuentes de un amor profundo y duradero.‖ Miró a la cafetería donde habíamos dejado

a Maxie; apenas podía distinguir su silueta mientras ella estaba sentada en el

mostrador, bebiendo algo de un vaso alto, congelado. ―Maxine estaba a punto de

abandonar el mundo mortal completamente cuando el niño pequeño en su casa la

descubrió y comenzó a leerle historias.‖

―Vic.‖

―Sí. Su amor por él la ha atado a la tierra una vez más. Un gran disgusto para ella, sin

duda…‖ Por primera vez, percibí un atisbo de humor en la voz de Christopher.

―Aunque ella no lo admitiría nunca, podría desprenderse de él en cualquier momento,

con la confianza de que la vida de él será feliz y plena. Pero ya se ha demorado

ochenta años desde que murió; otra década, o varias, no harán diferencia.‖

―Las mejores anclas, dijiste. ¿Acaso hay otras anclas… anclas malas?‖

―Algunas veces no es amor lo que nos une a nuestras anclas, sino obsesión.

Enfermedad. Cuando eso sucede, el espectro se vuelve más retorcido con el tiempo.‖

Mientras Christopher hablaba, recordé el espectro que había aparecido y atormentado

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a Raquel. Sin duda ese era un ejemplo de lo que estaba hablando. ―El peligro de esto es

tan grande que incluso los espectros mejor anclados, como Maxine y yo mismo,

consideran cualquier lazo con el mundo mortal fundamentalmente desafortunado.

Incluso nosotros esperamos seguir adelante algún día, por difícil que sea dejar a

nuestros amados.‖

Quise preguntarle si yo estaba anclada, pero ya sabía que lo estaba. Lucas, mis padres,

Balthazar, Vic, Ranulf, Patrice, Raquel…, ellos me mantenían abajo, en la tierra, por

decirlo de alguna manera. Incluso si pudiera dejarlos, no quería hacerlo. Se me ocurrió

un pensamiento que me hizo fruncir el ceño. ―¿A quien está esperando el tipo

Egipcio?‖

Christopher sonrió. ―Ayudó a diseñar las pirámides y permanece bastante orgulloso de

ellas. Creo que le gusta regresar a Giza* en las mañanas y observar salir el sol allí.‖

En el cielo distante, nubes oscuras se arremolinaron, iluminadas brevemente por un

destello que podía haber sido un relámpago. ―Está bien, ustedes realmente querían que

viniese,‖ dije. ―¿Qué es lo que me hace tan poderosa o especial o lo que sea? Quiero

decir, aparte de poder adoptar forma corpórea, que ya de por sí resulta bastante

impresionante.‖

Me encaró, serio nuevamente. ―Ya sabes que eres capaz de trasladarte entre nuestros

reinos y que puedes hacerlo con más facilidad que cualquiera de nosotros, incluso yo.‖

―Maxie puede hacerlo.‖

―A veces, pero no fácilmente, salvo cuando está en tu presencia,‖ dijo Christopher.

―Eres capaz de sentir a otros espíritus, algo que muy pocos pueden hacer. A veces

somos invisibles entre nosotros, particularmente, para aquellos que permanecen

perdidos y asustados en el reino mortal. Una vez que hemos establecido comunicación

el uno con el otro, es más fácil, pero nunca es fácil.‖

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Entonces entendí lo que él pretendía. ―Quieres que te ayude a localizar a esos

espectros. Hacer que se liberen de la enfermedad que los corroe antes de que pierdan la

cabeza para siempre.‖

―Mientras todavía puedan venir aquí y recuperarse.‖

―¿Quieres que te ayude a encontrar a todos los espectros del mundo?‖

Él negó con la cabeza. ―La mayoría logra encontrar su camino hasta aquí. Sin

embargo, tú puedes contactar con aquellos a los que eso les resulta imposible, por su

bien y por el de las personas a las que atormentan tierra. Puedes guiarlos. Ayudarles a

encontrar el camino hasta aquí. Puedes viajar entre mundos, Bianca. Eres un puente

entre el mundo de los vivos y el de los muertos.‖

Esas nubes distantes ya no eran tan distantes; me pareció que todo el cielo se

oscurecía, aunque la luz del sol brillaba sobre todos los demás. La fría y húmeda brisa

que pasó por mi cabello no tocó a nadie más en el camino. Me di cuenta que el cielo

sobre nosotros era, para cada persona aquí, un reflejo de su estado de ánimo; mientras

me asustaba más y me volvía más insegura, llegaba la tormenta.

Christopher no respondió. ―Este trabajo es importante. Demandará mucho de ti. Pero

el bien que podrías hacer es inmenso.‖

Estaba de acuerdo con él. Aquello parecía merecer la pena. Es más, era importante. El

tipo de cosa que había querido pasar mi vida haciendo. Pero la idea de dejar a las

personas a las que amaba me detenía. ―¿Por qué no lo haces tú? Eres tan súper

poderoso y todo según Maxie.‖

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―No nací para ser espectro. No tengo tu poder natural. Mis talentos son más humildes,

y los aprendí yo mismo con el tiempo.‖

―¿Por qué no entrenas a todos los demás para que hagan lo mismo?‖

―No están anclados tan poderosamente al reino mortal como yo,‖ dijo. Su mirada era

distante. ―Mi conexión ha durado más tiempo que la mayoría, más íntimamente que la

mayoría.‖

Destellaron relámpagos, y sentí que la lluvia comenzaba a golpetear sobre mi cabello y

vaqueros, a pesar del hecho de que nadie más se estaba mojando. ―No puedo. Lo

siento… Veo que lo que quieres de mí es algo bueno, que es importante. Pero no

puedo.‖

Christopher no se veía tan desanimado por mi rechazo como lo habría pensado.

―Tienes tiempo para considerar el asunto,‖ dijo. Estaba en lo cierto, por supuesto;

literalmente teníamos la eternidad para analizar esto. Mientras me alejaba poco a poco

de él, ansiosa de irme, Christopher apresuradamente añadió, ―No necesitas estar

completamente separada de aquellos a los que quieres, incluso aquí. Tus poderes te

permitirían oírlos.‖

―¿En serio?‖ Eso tampoco era determinante para hacerme cambiar de parecer, porque

quería estar con la gente a la que amaba, no solo poder contactar con ellos. Sin

embargo, saber que esos vínculos seguirían ahí resultaba alentador de algún modo.

Aparentemente esperanzado, Christopher asintió. ―Sumérgete en las profundidades de

tu propio espíritu hasta que encuentre en tu interior a alguien a quien ames.‖

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¿Qué se suponía que significaba eso de sumergirme en mi espíritu? Entonces recordé lo

que había pensado sobre el cielo que teníamos sobre nuestras cabezas. Sobre que era

un reflejo de mi ser más profundo; tenía que concentrarme en aquella tormenta oscura.

Cerré los ojos, pero todavía podía ver el resplandor de los relámpagos a través de mis

parpados. Unas frías gotas de lluvia salpicaron mi rostro, pero alcé mis brazos, en señal

de que aceptaba la tormenta como parte de mí misma.

Y entonces abrí los ojos cuando escuché mi nombre. Era un grito.

Alguien está en problemas, me dije. Primero pensé en Lucas, luego caí en la cuenta de

que la voz que sonaba entre los truenos me resultaba familiar.

Parecía la de mi padre.

*flapper: moda de los años 20.

*Giza: Ciudad egipcia.

Capítulo 14

Traducido por J. T@vo

Corregido por Sidonie

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―PAPÁ‖ SUSURRÉ. LE OÍA, aunque "oír" no era exactamente la palabra correcta.

Era más una cuestión de sentirlo, percibiendo su miedo y angustia a través del sonido

de los truenos y del frío del viento azotando a mi alrededor.

―¿Irás hacia él?‖ Christopher no parecía aprobar o desaprobar aquello, sólo se limitó a

mirarme, como si me analizara.

¿Podía encarar de nuevo a mi padre? ¿Correr el riesgo de que me rechazara para

siempre, o se volviera contra mí?

Entonces el trueno retumbó una vez más, y sentí que el temor en el corazón de mi

padre era más intenso que mi propio miedo. Algo terrible le estaba sucediendo, algo

mucho más importante que las respuestas que necesitaba. Si Christopher se volvía en

mi contra ahora, si intentaba atraparme en este lugar… Tenía que encontrar a papá si

podía.

―Sí,‖ dije. ―Iré.‖

Christopher no estaba enojado, por primera vez pensé que tal vez podía confiar en él.

―En tal caso, abrigaré la esperanza de que regreses.‖

―Volveré,‖ le prometí a Christopher. ―Quiero saber más.‖

―Y yo quiero contártelas.‖

―¿Cómo puedo llegar a mi padre?‖

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―Cuando la persona que amas quiere de un modo tan desesperado que estés con ella,‖

dijo Christopher, ―verás que te resulta imposible estar en cualquier otro lugar.‖

Su cara se veía tan triste cuando lo dijo, que me pregunté quién había deseado tenerlo

a su lado. Pero yo no podía preocuparme mucho por Christopher, no con mi papá en

peligro o en una situación desesperada, o en lo que fuera que nublaba el cielo sobre mi

cabeza. No podía preocuparme por mí, tampoco. Me di cuenta de que mis temores

sólo habían sido una especie de egoísmo. La tierra de los objetos perdidos arrojaba una

claridad intensa sobre todas las cosas, tanto las visibles como las invisibles.

Cerré los ojos y pensé en mi padre. Por primera vez en meses, desde que había muerto,

no me limité a acariciar la idea de él. Me dejé recordar tan plenamente que llenó mi

corazón. Llevándome a la cama cuando era un bebé. Bailando lento con mi mamá,

mientras que Dinah Washington sonaba en su antiguo tocadiscos. Teniendo

conversaciones triviales con nuestros vecinos en Arrowwood en un esfuerzo por

encajar. Llevándome a la playa porque me encantaba a pesar de que él detestaba la luz

del sol. Quejarse de tener que levantarse temprano en la mañana, con todo el pelo

alborotado. Representando su resurrección de entre los muertos con uno de mis viejos

muñecos Ken, a una audiencia de una niña muy interesada y algunas Barbies muy

sorprendidas. Pensé, en fin, en todo lo que le convertía en mi papá.

Cuando abrí los ojos. Él estaba allí.

Para ser precisos, yo regresé con él, a Medianoche. Había caído la noche, y no sabía

cuánto tiempo había pasado desde que había salido. Se sentían como minutos, pero

podrían haber sido horas o días. Mi padre estaba en el centro de la biblioteca de la

escuela…

¡La biblioteca! Pensé, aterrada, recordando la trampa que había estado aquí. Pero

Lucas la había quitado, y tal vez no había sido sustituida. Me sentía muy bien. Mi

padre, en cambio, parecía estar protegiéndose de un vendaval. No, no "parecía": un

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viento huracanado se había levantado dentro de la sala, y cada ráfaga era fría como el

hielo. Me di cuenta de que estaba atrapado; el hielo se había formado entre las

estanterías, creando un laberinto helado de diez pies de alto con mi padre en el centro

y sin salida aparente.

Una forma resplandeciente de un color gris azulado parecía estar en la esquina más

alejada, era un ser escuálido, hasta el punto de que se le veían los huesos, muy viejo y

casi calvo. Podría haber sido un hombre o una mujer, era ciertamente un espectro.

―Lo intenta,‖ la cosa jadeaba, con una voz que sonaba como grietas de hielo. Lo

reconocí: uno de los conspiradores. ―Lo intenta, pero es demasiado estúpido para saber

lo que está haciendo mal.‖

Papá dijo, ―Te detendrán. No podrás aguantar para siempre.‖ Pero no sonaba como si

él lo creyese. Sus ojos no se veían enojados o asustados, tan sólo tristes… tal y como

estaban cuando lo había visto en el sofá cuando retorné a Medianoche. La misma

mirada que Lucas tenía cuando entró en su batalla fatal con Charity. Supe entonces

que papá había estado pensando en mí, llamándome, mi padre creía que estaba a

punto de morir de forma definitiva.

Me di cuenta de que había estado tratando de atraer a este fantasma hacia una trampa:

reparé en que tenía una de esas cajas de cobre en forma de concha a los pies, rota en

dos mitades y, en apariencia, carente de poder. ¿Por qué ayudaba papá a la señora

Bethany?

El silbido se convirtió en una carcajada. ―Hiélalo. Divídelo. Sin cabeza, no hay ruido.‖

La cara de mi padre no cambió, porque probablemente no sabía lo que el fantasma

estaba hablando. Pero yo sí. Yo misma había utilizado ese poder: la capacidad de

penetrar en un vampiro y convertir su cuerpo en hielo. Había visto la fuerza con que

podría dañar vampiros, y no me cabe duda de que podría matarlos.

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El espectro se abalanzó, era el espíritu maligno de mis peores pesadillas, la

encarnación de todo lo que sigue aterrándome de los espectros. Yo no sabía qué hacer;

no sabía si tenía algún poder sobre otros espectros. ¿Podría destruirme, así como a mi

padre? ¿Qué podía hacer?

Al instante, pensé en mi pulsera de coral y la sala de archivos, y mi espíritu se

materializo allí. Vic, que estaba sentado en un puf leyendo un cómic, medio resopló y

medio se atragantó con un trago de soda cuando me aparecí.

―¡Whoa! Bianca, ¡deberías avisar!‖

Me hubiera gustado encontrar a Lucas o a Balthazar. Pero tomaría toda la ayuda que

pudiera conseguir, incluso una simple interrupción puede hacer que el espectro se

marche.

―Mi padre está en problemas. ¡Ve a la biblioteca! ¡Rápido!‖

Con la misma rapidez, me concentré en la gárgola fuera de mi vieja ventana, y yo

estaba allí, flotando fuera de mi antigua habitación. Valía la pena asustar a mi madre si

eso conseguía que bajara a la biblioteca para ayudar a papá, pero ella no estaba allí.

Frustrada, me deslicé hacia abajo a lo largo de las piedras, en busca de un rostro

familiar, por suerte, Patrice estaba allí, sola, poniendo el toque final a su manicura. Me

di cuenta de que ella era la persona que yo había necesitado todo este tiempo. Escarché

la ventana tan rápido que se sacudió y ella la abrió para asomar su cabeza fuera.

―¿Bianca?‖

―¡La biblioteca! ¡Coge tu espejo, ya!‖

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Tengo que volver con papá. Pero la cuerda por la que había viajado antes se había

roto, ese tipo de conexión no parecía funcionar aquí en el mundo de los mortales.

Tendría que tomar el camino largo. La única manera de evitar dejar un rastro de hielo

era calmarme y reducir la velocidad, pero no era el momento para eso.

Atravesé a toda prisa la habitación de Patrice y me precipité por los pasillos, haciendo

caso omiso de la escarcha y las misteriosas luces azules que ondulaban a mi alrededor,

incluso cuando el resto de los estudiantes comenzaron a gritar. Skye, que salía de la

ducha, estuvo a punto de dejar caer su toalla, y pude ver los mechones mojados de su

cabello congelándose en picos de hielo. Lo siento, pensé ausente. En ese momento no

podía preocuparme por nadie más que no fuera mi padre.

Mi viaje a la biblioteca probablemente no tomo más que un par de minutos, pero

pareció una eternidad. Al atravesar las puertas, mientras sentía el impacto de la

madera en mi cuerpo, vi una luz azulada parpadeante que se reflejaba en torno a lo

que ya era una enorme jaula de hielo. En algún lugar, en medio de esa crepitante

prisión, estaba mi papá. Me abrí paso a través del hielo hasta llegar al centro.

Allí, para mi horror, vi a papá balanceándose sobre sus pies, recostado en un ángulo

imposible, defendiéndose desesperadamente de un puño de hielo que se le hundía en el

pecho.

El espectro se rió. ―Cosa estúpida. Cosa estúpida.‖

―¡Aléjate de él!‖ grité. No sabiendo qué más hacer, me lancé contra él con todas las

fuerzas que fui capaz de reunir. Pero adoptó una forma permeable y me hizo caer

dando un traspié. Al menos propicie una distracción, el fantasma retiró su helada

mano de mi padre y se volvió hacia mí.

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Era la cosa más fea que había visto nunca. Al principio pensé que sólo era viejo, pero

los ancianos no se parecían a esto. La carne que exhibía no parecía encajar bien al

cuerpo: sus párpados inferiores estaban tan hundidos que se le veía toda la cuenca del

ojo, y los labios colgaban hasta la barbilla. Retrocedí hasta tocar el hielo; me podría

haber ido a través de él, pero eso hubiera significado abandonar a papá.

Oí una voz débil que decía, incrédula: ―¿Bianca?‖

¡Papá! Pero yo no podía mirar hacia él ahora mismo, este espectro tenía que centrarse

en mí y no en él.

Los ojos redondos y espantosos del espectro se iluminaron, literalmente, como si se

trataran de dos llamas de gas. No tenía idea de que podíamos hacer eso y en serio, no

quería probarlo. ―Un bebé,‖ dijo.

―Tal vez sea nueva en esto, pero te prometo, que soy capaz…‖ ¿De qué era yo

realmente capaz? ―Si no lo dejas en paz, soy capaz de hacer que dejes de vagar el día

menos pensado.‖

―Tú nos puedes llevar hasta allí,‖ dijo él, arrastrando los pies hacia adelante con un

entusiasmo que resultaba un poco infantil, y por ello más inquietante.

¿Era eso lo que Christopher había querido decir? ¿Se suponía que yo tenía que ayudar

a seres espeluznantes como ese?

Entonces me sentí mal. Si no hubiera sido capaz de crear un cuerpo, e interactuar con

la gente que me amaba una vez más, tal vez me hubiera vuelto espeluznante, también.

Si pudiera ir a esa tierra de las cosas perdidas. Tal vez dejaría de ser tan atroz y

adoptaría el aspecto que le era propio. Habría sido una estupidez por mi parte creer

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que trabajar con muertos sería agradable siempre, sobre todo considerando algunos

que conocía.

―Te llevaré,‖ le prometí. Yo no sabía exactamente cómo hacerlo aún, pero sabía que,

si no lo conseguía con facilidad, Christopher me podría ayudar. ―Solo deja este

hombre, ¿de acuerdo? Podemos ir allí ahora mismo.‖

El espectro vaciló. Tal vez no podía creer en su buena suerte.

Sin embargo entornó sus ojos llameantes, como hendiduras donde surgía un fuego azul

sobrenatural. ―No se librará,‖ susurró. ―No después de lo que hizo.‖

―No me importa lo que estaba haciendo. ¡No importa! Puedes salir de este lugar ahora.

¿No es más importante?‖

No me contestó. Me di cuenta de que el fantasma tenía que reflexionar. Estaba

dividido entre la esperanza y el odio, incapaz de elegir uno sobre el otro.

En voz baja. Añadí, ―A donde vamos... puede ser bello. Es mejor que encantar una

escuela. De todos modos. Tienes que verlo. Vamos.‖ Me obligué a ofrecer mi mano al

fantasma, a pesar de que sus dedos que eran como garras y huesos.

Por otro momento, el espectro vaciló. Me atreví a mirar a mi padre y deseé al instante

no haberlo hecho; levantó la mirada hacia mí, las lágrimas corrían por sus mejillas

mientras y pensé que tal vez estaba llorando porque me había convertido en algo tan

horrible, en algo parecido a esa criatura que había tratado de hacerle daño.

Entonces el fantasma de repente gritó de rabia. ―¡No! ¡No se librará!‖

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El odio había ganado.

Se lanzó contra mi padre, y yo traté de ponerme entre ellos. Yo no pude detener al

espectro, exactamente, de algún modo nos quedamos enredados: ninguno de los dos

tenía forma sólida, resultábamos indistinguibles. Al igual que mantequilla de maní en

un sándwich: un enredado y pegajoso desastre.

El espíritu del espectro se curvó alrededor del mío, más enfermo y triste de lo que yo

esperaba, y me estremecí de asco.

―¡Aléjate de mí!‖ Empujé hacia fuera al espectro, y funcionó. El fantasma saltó por

encima de nosotros, una raya azul en espiral de electricidad justo debajo del techo. Yo

tenía una imagen repentina de que bajaría como un rayo. ¿A quién golpearía primero?

¿A mi padre o a mí? ¿Y qué pasaría cuando lo hiciera?

Entonces el fantasma gritó, un sonido lamentable, y se disolvió en humo azulado que

se arremolinaba hacia abajo, hacia la puerta de la biblioteca.

En cuestión de un segundo la luz se había apagado, y se hizo el silencio.

Me figuré lo que había sucedido. ―¿Patrice?‖ Llamé.

―¡Está en mi nueva polvera!‖ gritó desde más allá del hielo. ―Es de Estee Lauder,

¿sabes? Así que más vale a esa cosa no romperla.‖

Entonces oí el sonido de la risa asombrada de Vic. ―¡Ha sido una pasada!‖

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―Esa era la idea,‖ dijo ella.

Mi padre y yo estábamos rodeados de paredes de hielo. A pesar de que supuse que se

fundirían con el tiempo, no me gustaba la idea de dejarlo allí solo para que lo

encontraran en la mañana. ―¿Podéis romper esto para liberarnos?‖

―¡Sí, espera!‖ Vic parecía entusiasmado con todo el proceso. ―Voy a usar el hacha de

emergencia contra incendios. Probaré algunos de los movimientos de Ranulf.‖

Mientras les oía salir al pasillo a por el hacha, supe que ya no había forma de evitar lo

que tenía que ocurrir. Hice acopio de valor y me volví una vez más a encarar a mi

padre.

―Bianca,‖ dijo de nuevo. Tenía las mejillas mojadas por las lágrimas. ―¿De verdad...

eres tú?‖

―Sí.‖ Mi voz sonó tan pequeña. ―Papá, lo siento.‖

―¿Qué lo sientes?‖ Mi papá me agarró y me abrazó tan fuerte que mi cuerpo

semisólido casi cedió, pero resistí. ―Mi pequeña bebé. No nada que lamentar. Estás

aquí. Estás aquí.‖

Entonces me di cuenta de que no le importaba que fuera un espectro, o que hubiera

sido tan estúpida y me hubiera equivocado en tantas cosas, o que nos hubiéramos

peleado la última vez que hablamos. Mi papá todavía me amaba.

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Si pudiera haber llorado, lo habría hecho. En cualquier caso, mi alegría se convirtió en

luz y calor, un suave resplandor, como el de una vela, que sentí que aliviaba el dolor de

mi padre. ―Te extrañé,‖ le susurré. ―Os he echado mucho de menos a ti y a mamá.‖

―¿Por qué no viniste a nosotros?‖

―Tenía miedo de que ya no me querríais más. Ahora que soy un espectro.‖

―Eres mi hija. Eso nunca cambiará.‖ El rostro de papá estaba contrito de dolor. ―Los

odiamos tanto. . . Los temíamos tanto... Es normal que tuvieras miedo. Hemos sido

tan obstinados y miopes en eso... Deberíamos haberlo hablado contigo.‖

―Si hubiera sabido. . .‖ No sabía lo que yo hubiera hecho de haberlo sabido. ¿Me

habría convertido en un vampiro? ¿Elegido mi camino actual? No podía saberlo, y no

me importaba. Estábamos aquí ahora. ―Siento haber huido así. Sé que os asusté.‖

La expresión de mi padre me sugirió que no sabía ni la mitad, pero nunca dejó de

abrazarme. ―Fue ese muchacho. Él siempre fue una mala influencia sobre ti…‖

―Papá, no. Tomé la decisión de ir por mi cuenta. Lucas me ayudó a cuidar de mí

misma, pero fue mi elección. Si estáis enojados al respecto, no os culpo, pero tenéis

que entender que fue mi culpa. Sólo mía.‖

Papá me acarició el pelo, pero no dijo nada. Yo sabía que él no me creía.

―Lucas necesita tu ayuda,‖ le susurré. ―Está teniendo problemas con la transición. Él

odia lo que es y es incapaz de superarlo. Podrías ayudarle.‖

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―Eso es pedir demasiado.‖

―Es lo que pido.‖ Sin embargo, después de lo que yo había hecho a mi padre pasar los

últimos meses, tal vez no tenía el derecho a exigir mucho, al menos no ahora.

―Cuando estés listo. Piensa en ello.‖

Las puertas de la biblioteca chillaron, y oí gritar Vic, ―¡El Cuerpo de Bomberos está

aquí!‖

Mi papá y yo nos tomamos de la mano mientras Vic y Patrice comenzaron a abrirse

paso a través del hielo. Se reían. Al parecer, era un trabajo húmedo y sucio; lo cual me

permitió decirle a mi padre en privado, ―¿Podemos ir a ver a mamá?‖

Pensé que estaría muy emocionado, pero en cambio vaciló. ―Debemos esperar. No

mucho tiempo…Necesito tiempo para encontrar el modo más adecuado de enfocarlo.‖

Mi corazón se hundió. ―Piensas que mamá no sería capaz de aceptar esto. Ella odia a

los espectros. ¿Va a odiarme?‖

―Tú madre te quiere por encima de todo,‖ dijo papá con fiereza. ―Igual que yo. Sin

embargo, sus experiencias con los espectros han sido peores que para la mayoría. Tras

el Gran Incendio de Londres, y la destrucción masiva de fantasmas que tuvo lugar allí,

tachar de dementes a los sobrevivientes es quedarse muy corto. Celia soportó muchos

días las heridas y podría haber muerto de no ser porque yo… En fin. Mientras estaba

atrapada entre la vida y la muerte, tuvo algunas experiencias aterradoras. No puedes

imaginarte lo duro que fue para ella consentir el breve encuentro con el espectro que te

creó. Todavía hoy ese asunto la aterra.‖

―¿Es que Mamá me… tendría miedo?‖

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―Vamos a conseguir que lo supere,‖ prometió. Ya papá se veía mejor de lo que yo lo

había visto desde antes de morir. Más joven, si fuera posible. Había una luz en sus

ojos, y no había sombra detrás de su sonrisa. ―No quiero dejarla en duelo por mucho.

Sería… No, no pienso hacerle eso a ella. Sólo quiero pensar en la mejor forma de darle

la noticia.‖

―Está bien.‖ Me parecía justo. Aunque tenía muchísimas ganas de volver a ver a mi

madre y duplicar la felicidad que sentía en ese momento, confié en el criterio de papá.

Había amado a mi madre por unos cuatrocientos años, la conocía mejor de lo que

nadie podría jamás. ―Espera… ¿has dicho que el Gran Incendio de Londres destruyó a

todos los espectros?‖

Me tomó por los brazos. ―Bianca, ¿no lo sabes? Si un fantasma queda atrapado dentro

de una estructura y ésta se quema, el espectro se destruye. Tienes que tener cuidado. El

fuego puede dañarte.‖

Era como si de pronto tuviera tres años y mi padre me estuviera explicando por qué no

conviene tocar el horno cuando está encendido. ―No te preocupes. No tengo la

intención de dejar que me atrapen.‖

La pared de hielo más cercana a nosotros cayó destrozada, papá y yo saltamos hacia

atrás. De pie en el otro lado, salpicado de escamas de hielo, estaban Vic y Patrice. Vic,

que tenía el hacha, parecía que no se lo hubiera pasado tan bien en toda su vida;

Patrice se apartó con cuidado los rizos que le chorreaban.

―¿Cómo está usted, Sr. Olivier?‖ Dijo Vic alegremente.

Patrice tendió su polvera cara, que estaba completamente cubierta de hielo. ―¿Alguna

idea de lo que debo hacer con esta cosa? No pienso volver a meterla en mi bolsa de

maquillaje.‖

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Papá los miró fijamente, luego a mí, como si estuviera terminando de atar cabos.

―Espera… tus amigos. Ellos... ¿lo saben? ¿Han estado contigo?‖

―Sí. Me tomó un poco de tiempo encontrar la manera de hacer que funcione, pero lo

conseguimos.‖

―Y Lucas... y Balthazar...‖ Papá frunció las cejas en un gesto de desaprobación.

―Sí, ellos siempre lo han sabido,‖ le dije. ―Y no te enojes con ellos por no decírtelo.

Eso también fue decisión mía.‖

―¡Uf, qué mal rollo!‖ Vic escondió el hacha tras su espalda, como si fuera razón por la

cual la situación resultara embarazosa. ―¿Deberíamos irnos?‖

―Yo no pienso llevarme esto conmigo,‖ dijo Patrice, manteniendo con dos dedos la

polvera recubierta de hielo lejos de ella, como si oliera mal. ―Dámela a mí.‖ Papá la

vio vacilar y suspiró. ―Te la devolveremos más tarde.‖

Patrice no parecía convencida, pero le entregó la polvera. ―Bien, ya está. Ha sido un

placer poder ayudaros. Nos vemos luego, ¿de acuerdo?‖

―De acuerdo,‖ dije.

Vic se limitó a saludarnos con la cabeza y se marchó dócilmente tras Patrice. A medida

que se alejaban, la vi mirando hacia abajo con mirada desaprobadora hacia sus uñas, al

parecer, en su prisa por ayudarme, se había destrozado su manicura nueva. Para

alguien como Patrice, aquello era señal de auténtica entrega.

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Mi padre y yo estábamos solos otra vez. Sin mediar palabra, salimos de los bloques

serpenteantes de hielo hasta llegar a un rincón acogedor de la biblioteca, donde había

un pequeño sofá colocado entre dos de las estanterías más altas. Era un buen lugar

para sentarse y hablar, aunque en ese momento no estuviéramos hablando. Había

tanto que decir que yo no podía pensar por dónde empezar, empecé por el

enfrentamiento de esta noche. ―¿Qué pretendías hacer con esa caja?‖

―Intentaba atrapar a un espectro.‖ Sus ojos pasearon a lo largo de la pared del fondo de

la biblioteca, el lugar donde había estado colocada la trampa. Las manos de papá se

cerraron alrededor de las mías, como si no estuviera dispuesto a dejarme ir ni por un

segundo. ―Se había instalado aquí, sin…‖

―Sin quedar atrapado, porque la trampa estaba rota.‖ Entonces se me ocurrió que tal

vez mi padre tenía las respuestas que yo buscaba. ―Papá, ¿qué está pasando? ¿Por qué

la Sra. Bethany coloca trampas contra los espectros?‖

―Para anularlos, por supuesto. No son todos como tú. La mayoría de ellos son como lo

que acabamos de capturar.‖

―No. La mayoría de ellos son más como yo; en principio, son como nosotros, como

quienes fuimos antes. Lo único que ocurre es que no los ves. No rondan los lugares de

ese modo.‖

Abrió la boca como si fuera a discutir, antes de darse cuenta de que realmente sabía

más acerca de esto. ―De haberlo sabido...‖

Aunque papá se había quedado callado, pude seguir el hilo de su pensamiento.

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―… me habríais hablado de mi conversión en un espectro, ¿verdad? Pero creíais que

eso significaba convertirse en algo espantoso y horrible, algo que no podría volver a ser

vuestra hija.‖

―Yo no podía ni pronunciar esas palabras. Y además creímos que te asustarías.‖ Papá

parecía muy cansado. ―Así que nos esforzamos en hacer que el vampirismo resultara

los más atractivo posible. No parecía haber ninguna razón para que lo cuestionaras, o

no lo aceptaras.‖

No hasta que me enamoré de un ser humano, pensé. Esa fue la verdadera fuente de su

ira hacia Lucas, me di cuenta, no tenía mucho que ver con lo que Lucas había hecho o

no. Él me había dado una alternativa, me hizo cuestionar todo lo que había dado por

sentado. Me preguntaba si papá también se había dado cuenta.

Volví al tema. ―De todos modos, la mayoría de los fantasmas no son tan locos como

ese.‖

―La mayoría de los que hay por aquí sí lo parecen,‖ señaló. ―¿Recuerdas el baile de

otoño del año pasado?‖

Cómo olvidar haber estado a punto de ser aplastada por el desprendimiento de unas

enormes estalactitas de hielo. ―Si son tan peligrosos, ¿por qué la señora Bethany los

está atrayendo hacia aquí, en primer lugar?‖

―¿Que los trae aquí? Bianca, ¿qué quieres decir?‖

Rápidamente le expliqué el secreto común denominador que todos los estudiantes

humanos en Medianoche compartían, esto es, que cada uno de ellos procedía de una

casa embrujada y estaba conectado a uno o más fantasmas. Y que algunos de esos

espectros los habían seguido hasta allí.

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―Por eso permitió la entrada de humanos. Para que trajeran a sus espectros.‖

―¿Así que no crees que podría tener algo que ver con el hecho de que los estudiantes

humanos ayudan a los estudiantes vampiros a aclimatarse a la actualidad? No hay

mejor preparación para encajar con la humanidad que en realidad pasar tiempo con los

seres humanos.‖ Él apretó mi mano con fuerza, como si pensara que estaba siendo un

poco tonto, pero no le importaba.

Yo negué con la cabeza. Tal vez eso ayuda. Pero en serio, papá, ¿todos y cada uno de

los seres humanos? No hay tantos espectros. Ni siquiera cerca. No hay manera de que

sea una coincidencia.‖

―Así que ella atrapa a los espectros con algún propósito. Un propósito que no

conocemos. Intentaré averiguarlo.‖ La expresión de mi padre cambió, volviéndose

fuerte y distante, como si estuviera enojado con alguien que no estaba en la sala.

―¿Papá?‖

―Es sólo que… Nada.‖ Volvió su atención hacia mí y me abrazó con fuerza. Mi

resplandor de felicidad iluminó toda la biblioteca y la convirtió en oro. ―No importa.

Nada importa, salvo tenerte de vuelta.‖

Nos quedamos haciéndonos compañía por un rato después de eso, pero ya habíamos

dicho las cosas más importantes. Pronto le diría a Mamá, hasta entonces, los dos

acordamos reunirnos después de sus clases para poder pasar al menos unos minutos al

día juntos como reportándonos, encontrar la manera de relacionarnos como padre e

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hija después de que hubieran cambiado tantas cosas. Era un punto de partida, y me

sentí como si todo lo que necesitara fuera ese comienzo.

Cuando, después de la medianoche, mi padre finalmente subió a su habitación, me

sentía agotada, como si necesitara "desaparecer" por un rato, que en mi caso era lo más

parecido a dormir. Pero yo sabía que tenía cosas más importantes que hacer. A pesar

de que había conocido a Christopher, y había cambiado de opinión acerca de tener

miedo de todos los espectros, acababa de tener una atención importante en cuanto a lo

peligrosos que podían ser para la de la gente a la que amaba. Acababa de enfrentarme

a un espectro; era el momento de descubrir qué más podía hacer sin tener a Patrice a

mi lado.

Cualquiera cosa que la Cruz Negra me hubiera hecho, me habían convertido en una

luchadora. Era hora de que yo actuase como tal.

Por supuesto, para ponerme a prueba en una pelea, necesitaba un espectro con quien

luchar. Llevaba unos días con un candidato en mente; tenía la certeza total y absoluta

de que aquel fantasma empleaba sus poderes del modo más diabólico posible. Parecía

un buen punto de partida.

―¡Es fantástico!‖ dijo Lucas a la mañana siguiente, sentado a mi lado en uno de los

escalones de piedra. ―De verdad, Bianca. Es fabuloso que tu padre lo sepa. Será bueno

para ti y para tus padres.‖

Al decir eso su mirada se ensombreció. Yo ya sabía que no tenía nada que ver con sus

sentimientos acerca de mi reconciliación con Papá; era el recuerdo de los ataques

brutales de Kate lo que lo lastimaba ahora. Tras haberme enfrentado a mi padre, la

crueldad del rechazo por parte de ella me impresionaba todavía más. Yo sabía del

temor y la vulnerabilidad de ese momento. Lucas había demostrado tener incluso más

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valor y fe que yo; y su confianza en ella había sido inmediata y total. Y su recompensa

había sido la traición. No podía imaginar lo mucho que eso debía haberle dolido.

―Tal vez tu madre recapacite,‖ dije en voz baja. ―A su debido tiempo.‖

Lucas sonrió tristemente cuando sacudió la cabeza. ―Yo no soy más que un monstruo

para ella ahora. Nunca seré otra cosa.‖

Acaricié su rostro. ―No eres un monstruo.‖

―Sí, lo soy. Tengo los colmillos para probarlo.‖

―Entonces no eres sólo un monstruo. Eres también un buen hombre.‖

Sonreí, esparciendo una luz suave a nuestro alrededor por el hueco de la escalera.

Aunque esperaba que eso lo reconfortara; me dije que no sería mala idea cambiar de

tema.

―Entonces, ¿qué te parece mi plan?‖

―Lo odio.‖

―¿Crees que es una mala idea?‖

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―No,‖ admitió. ―Es buena. Alguna vez vas a tener que enfrentarte a un espectro , y no

se me ocurre un mejor candidato que ese bastardo. Pero es peligroso. No me gusta

pensar que no puedo protegerte.‖

―Yo puedo protegerme.‖

Una sonrisa involuntaria se esparció por el rostro de Lucas. ―Ya lo sé. Confío en ti. Y

he visto de lo que eres capaz cuando te empeñas. Pero siempre he querido ser el que te

protege, ¿sabes? Tengo que aprender a dejar que libres tus propias batallas, por lo

menos en las que no puedo luchar por ti.‖

Comprensiva, dije, ―No tiene por qué gustarte.‖

―Exacto...‖ Se calló en cuanto oímos unos pasos en la escalera por encima de nosotros.

Rápidamente desaparecí, convirtiéndome en una leve nube de niebla que fácilmente

puede esconderse en un rincón. Lucas se puso de pie, ajustando el suéter de su

uniforme, y dijo a la persona invisible. ―¡Hola!‖

Quizás habló demasiado fuerte, haciendo que le saludo sonase forzado, y sin duda

asustó a quien fuera que pensaba estar solo, Oí un grito femenino de sorpresa, y luego

un golpe en la escalera. Lucas corrió hacia arriba, subiendo los escalones de dos en

dos, mientras yo lo seguí detrás.

Allí, prácticamente la falda del uniforme en su cintura y los libros esparcidos por todos

lados, estaba Skye. Cuando vio a Lucas, había conseguido sentarse y recomponerse

rápidamente la falda mientras se sonrojaba de vergüenza.

―¡Me has asustado! ¡Pensé que estaba sola!‖ dijo. ―¡Y estas escaleras! ¡Son tan

resbaladizas!‖

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―No tienes que pedir disculpas por haberte caído,‖ dijo Lucas. ―Te he dado un buen

susto, y sí, estos escalones son una mierda. ¿Estás bien, Skye?‖

―Realmente, sólo estoy muerta de vergüenza.‖

―No te pongas nerviosa por mí. Estás bien.‖ Se inclinó, tal vez para ayudarla a

levantarse o para recoger algunos de los libros… y se quedó paralizado.

Lo vi sólo un momento después. Skye se había raspado la rodilla al caerse. Unos

pequeños arañazos, cada vez más abultados, le cruzaban la piel blanca de la rodilla.

Lucas entornó los ojos y vi que su cuerpo se tensaba al percibir el olor de la sangre.

Skye también observó el rasguño e hizo una mueca. ―Vaya, pues parece que no es sólo

un moretón. ¿No creo que andes con unas tiritas encima o si?‖

―No,‖ dijo Lucas lentamente. Su mirada, todo su ser, se centró por completo en la

sangre. Al observar como empezaba a mover las mandíbulas me di cuenta que sus

colmillos estaban amenazando con surgir.

Lucas, no. Lucas, reacciona. ¿Y si me materializaba? Desde luego asustaría a Skye

tremendamente, pero si Lucas estaba a punto de morderla. . . pero él no lo haría. Él no

podía.

―Por supuesto que no tienes una tirita. Los chicos no lleváis bolso,‖ dijo Skye, como si

se estuviera regañando a sí misma. Ella dobló la pierna, llevando la rodilla más cerca

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de su cara, y él al imitó. ―Tal vez tengo un pañuelo de papel en mi mochila, pero creo

que dejé mi botiquín de primeros auxilios en los establos. Déjame ver…‖

A medida que abría su mochila, su pelo brillante marrón cayó sobre su rostro y

ocultaba su vista de Lucas. Podía sentir la tentación que irradiaba de él como el calor.

Él quería sangre, la sangre de Skye, en ese momento. Era lo que más quería en este

mundo, tanto como para olvidar que yo lo estaba observando, tanto, quizá, como para

olvidarlo todo excepto su hambre de vampiro.

Había tomado la decisión de aparecer y me estaba concentrando para hacerlo, cuando

oí a alguien caminando en el piso de arriba. El clic-clac de los pasos hizo a Skye mirar

hacia arriba, a pesar de eso Lucas seguía siendo incapaz de apartar los ojos de la herida

sangrante…

―Señorita Tierney.‖

La voz rica de la señora Bethany resonó ligeramente en el hueco de la escalera. La vi

aparecer primero como una sombra en la oscuridad, como si estuviera hecha de nada

excepto noche. ―Veo que tuvo un accidente. Y el señor Ross la está ayudando.‖

Skye sonrió de manera desigual. ―Así es, tropecé y se caí.‖

Mientras hablaban, Lucas finalmente dio un respingo y se recuperó. No parecía

recordar dónde había estado o cómo había llegado allí. Apresuradamente le tendió su

brazo para ayudar a Skye a ponerse de pie.

La señora Bethany le ofreció un pañuelo de encaje blanco. ―Véndela lo mejor que

pueda hasta que pueda conseguir un botiquín.‖

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―Es demasiado bonito,‖ protestó Skye, acariciando con los dedos el delicado encaje.

―No quiero mancharlo de sangre.‖

―Si lo limpia en agua fría lo más rápido posible, es poco probable que quede mancha,‖

insistió la Sra. Bethany. ―En cualquier caso, un pañuelo manchado de sangre es

infinitamente preferible a una estudiante ensangrentada paseándose por los pasillos.‖

Es evidente que la señora Bethany sabía que no debía tentar a la mitad no-muerta de

los estudiantes.

Skye agradeció a la Sra. Bethany y a Lucas cuando éste volvió a guardar los libros en

su mochila y se la entregó. Justo cuando ya se iba, ella lanzó una mirada curiosa a

Lucas, tal vez dándose cuenta que no había dicho casi ninguna palabra desde que

había visto su rodilla raspada. Sin embargo, no dijo nada acerca de ello mientras se

retiraba cojeando de vuelta a su dormitorio.

Cuando la señora Bethany y Lucas estuvieron otra vez solos, a excepción de mí, ella le

lanzó una mirada dura. ―Le ha resultado difícil, ¿verdad?‖

Lucas se limitó a asentir. Él no podía mirarla a los ojos. Yo sabía que la vergüenza

debía de estar consumiéndolo por dentro. Él se odiaba a sí mismo por desear la sangre

y sentir la tentación de atacar a un ser humano, y especialmente a alguien que siempre

había sido amable con él, tenía que resultarle insoportable.

―Créame, señor Ross,‖ la señora Bethany de nuevo apoyó una mano en su hombro

con gesto familiar, ―hay un modo de superar estas difíciles circunstancias actuales.‖

―¿Me está diciendo que hay un modo de evitar que los vampiros deseen la sangre?‖ Se

burló él.

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―Sí.‖

Él la miró atónito, o al menos eso me pareció, ya que mi asombro no me permitía ver

gran cosa.‖

Querer sangre… eso es lo que hace a un vampiro, un vampiro. Por otra parte, la

Academia Medianoche estaba prácticamente compuesta por vampiros que no atacaban

a humanos; ¿no podrían enseñar este tipo de cosas en lugar de lecciones de conducir?

En respuesta al aturdimiento de Lucas, la señora Bethany esbozó una sonrisa leve. Sus

dedos se apretaron en el hombro de Lucas. ―Una manera de silenciar a la sed de sangre

para siempre,‖ murmuró. ―Existe. Y será mía.‖

Lucas estaba completamente quieto, mirándola embelesado. ―Enséñemela,‖ dijo.

―Cuando esté preparado.‖ Ella se volvió para irse, pero cuando empezó a subir las

escaleras con sus faldas largas en sus manos dijo: ―Yo creo que será muy pronto.‖

Cuando estábamos solos otra vez, susurró, ―¿Existe? Bianca, ¿puede estar diciendo la

verdad?‖

―No lo sé.‖

El resto del día me pareció que transcurría envuelto en una especie de bruma extraña.

Mi inquietud por la creciente influencia de la señora Bethany sobre Lucas no me

permitió concentrarme correctamente en nada, incluyendo la tarea en cuestión. Pero al

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caer la noche y Lucas y mis amigos fueron a la cama, me obligué a mí misma a

recomponerme.

Si fallaba esta noche, yo nunca tendría el valor para enfrentarme a los espectros de

nuevo. Y eso significaba que no podría ser capaz de controlar mi propio destino.

Me concentré en un objeto que había sido significativo para mí durante mi vida, una

"parada de metro" potencial a la que yo podría viajar en cualquier momento. Sin

embargo, esa vez resultaba más difícil porque el objeto no me había pertenecido a mí.

Era propiedad de otra persona, de alguien que tal vez no querría volver verme nunca,

pero que estaba a punto de hacerlo.

Llené mi mente con la imagen, disponiéndome a mí misma a ver, a ser uno con ella:

una pulsera trenzada de piel, de color rojo.

La Academia Medianoche desapareció. Todo a mi alrededor se oscureció. Al mirar

alrededor, pude ver algunos puntos de iluminación: tiras de luces a través de persianas

venecianas, revelando las luces de neón chillonas del letrero de un hotel barato y

números en un reloj despertador digital.

Para mi alivio, se trataba de una habitación privada en lugar de una guarida llena de

gente de la Cruz Negra. Me lo había imaginado, pero de todas formas era mejor

comprobarlo. Decidí que el espacio necesitaba otra fuente de luz y encendí mi propio

brillo, llenando la habitación con una suave luz azulada que delineaba mi forma

espectral. Ahora podía ver la cama del hotel, y las dos figuras que dormían allí.

Una de ellas se removió bajo las sábanas y se sentó erguida de pronto. Ella parpadeó

una vez, y luego dijo, ―¿Bianca?‖

Sonreí. ―Hola Raquel.‖

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Capítulo 15

Traducido por Ctt

Corregido por Sidonie

RAQUEL SE ME QUEDÓ MIRANDO, CON SU CABELLO CORTO Y NEGRO

alborotado y sus ojos muy abiertos. ―¿Estoy soñando?‖ Susurró.

―No,‖ dije.

Ella golpeó a la otra persona durmiendo en la cama, su novia, Dana, quien se

incorporó lentamente, frotándose los ojos.

―¿Qué paso, nena?‖

Yo brillé poco más, casi tomando la forma más firme. ―Hey, Dana.‖

Dana dio un respingo, que en otras circunstancias, habría sido divertido.

―¿Has venido a atormentarme?‖ Raquel preguntó. Se había deslizado hacia atrás,

contra la cabecera de la cama, como si quisiera alejarse. Había clavado en la pared uno

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de sus locos collages, era colección de fragmentos de revistas y objetos que Raquel

pensaban que podrían convertirse en arte. ―Lo sabía.‖

―¿Qué? ¡No!‖ Entonces me di cuenta de por qué Raquel parecía tan asustada y

culpable, ella pensaba que yo seguía estando enojada por haberme denunciado a la

Cruz Negra.

Por lo cual, lo estaba un poco. No me había dado cuenta de ello hasta que la había

vuelto a ver, sin esa horda de cazadores de la Cruz Negra interponiéndose.

Dana interrumpió, ―¿Cómo se encuentra Lucas? En Riverton, no se veía bien.‖

―Está teniendo un mal rato.‖ Eso era totalmente inadecuado para lo que Lucas estaba

pasando, pero yo no sabía qué otra cosa decir.

Dana se desplomó, como si la hubieran atropellado. Ella y Lucas habían crecido juntos

-y ella también había sido adoctrinada por la Cruz Negra, de modo que ella

consideraría el vampirismo como el peor destino posible. Tal vez ella era la única

persona que podía comprender plenamente la profundidad del desprecio que Lucas

sentía hacia sí mismo. Entonces fijó su vista, brillante de rabia, en mí. ―¿Por qué no lo

decapitaste?‖

Por horrible que fuera considerar esa posibilidad, ya me había parecido lo bastante

duro saber mi respuesta: ―Porque yo misma había sido un vampiro. Y sabía que no era

la peor cosa que te puede pasar. Pensé que tal vez él podía aceptarlo, y es posible que

así sea.‖

―Pero tú nunca has sido otra cosa más que vampiro,‖ replicó Dana. Raquel nos vio

discutir con los ojos muy abiertos, como si temiera recordar a alguna de las dos que

estaba allí. ―¿Cómo sabes qué es lo peor? Estoy malditamente segura de que si me

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hubieran cambiado, me gustaría que alguien se asegurara de que no me despierto como

no muerta. Es la promesa más sagrada que nos hicimos. Lucas y yo nos lo prometimos

el uno al otro miles de veces.‖ Ella estaba respirando con dificultad, con creciente

indignación. ―Si le quisieras de verdad, lo habrías hecho.‖

Fue una bofetada en la cara, aunque sabía que Lucas me había perdonado por ello.

―Es fácil hacer promesas. Pero si tú hubieras estado allí, si hubieras visto a Lucas

tumbado muerto, sabiendo que puedes perderlo para siempre o poder hablar con él de

nuevo en un par de horas,… Entonces no habría resultado tan sencillo.‖ Una vez más,

deseé que los espectros pudieran llorar; era muy doloros cargar con un recuerdo tan

triste y no tener modo de dejarlo salir. ―Por muy difícil que esto sea para él, Lucas

tiene amigos. Me tiene a mí. ¿De verdad te parece que eso es peor que no tener nada

nunca, para siempre?‖

Dana se sentó en silencio durante unos segundos. ―No sé,‖ admitió finalmente. ―Pero

lo que digo quiero que lo tengas en cuenta, ¿está bien, cariño?‖ Sus ojos se encontraron

con los de Raquel. ―Si me transformo en un vampiro, asegúrate de que nunca, nunca,

vuelva a ver el amanecer.‖

―Te lo prometo.‖ La voz de Raquel estaba tan tranquila, tan segura, que su amor por

Dana llenó la habitación. Si Lucas y yo hubiéramos hablado de esto -si yo le hubiera

hecho esa promesa- ¿podría haber sido lo suficientemente fuerte como para dejarlo ir?

¿Tan fuerte como Raquel? Yo no estaba segura.

Por un largo rato, Raquel y Dana se miraron sólo la una a la otra, y Raquel apretó

fuertemente la mano de Dana. Pero a continuación, Dana se volvió hacia mí. ―¿Y has

venido hasta aquí para hablar de todo eso? ¿De Lucas?‖ Su tono se suavizó un poco.

―¿Necesita él hablar conmigo? Porque... si hace falta que me cuele en esa loca

academia para vampiros por él, lo haré.‖

Raquel espetó, ―¿Y qué están haciendo de nuevo en la Academia Medianoche? ¿Estáis

locos?‖ Entonces ella se echó hacia atrás otra vez, todavía temerosa de mí.

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―En cierto modo, todo va bien. La señora Bethany ni siquiera se enfadó. Es como si

odiara tanto a la Cruz Negra que se regocijara por haberles quitado a Lucas.‖ No me

había dado cuenta de eso hasta ahora, pero no me cabe duda de que explicaba parte de

su reacción. ―De todos modos, yo no recomendaría que apareciera por allí una

cazadora de la Cruz Negra. Sin embargo, hay otro viaje a Riverton bastante pronto. A

menos que... ¿sabéis si la Cruz Negra vendrá tras él otra vez, si sale del internado?‖

―La próxima vez la señora Bethany va a tener gente esperándolos,‖ dijo Dana,

sacudiendo la cabeza. ―La Cruz Negra lo sabe. Si alguna vez vuelven a atacar a Lucas

otra vez, irán a por él al momento, pero no atacarán Riverton tras fracasar allí la

primera vez.‖

―Entonces quizás funcione. Dana, ¿podrías regresar a Riverton? Me parece que Lucas

cree que no quieres verlo.‖

―A ese chico siempre le ha faltado un tornillo.‖ El ceño fruncido de Dana me dijo que

le gustaba Lucas tanto como siempre. ―Dinos el día y allí estaremos.‖

Me fijé por primera vez de nuestro entorno: se trataba de una habitación de hotel

barata pero confortable, con un desorden de cosas que indicaba que llevaban allí algún

tiempo. Ahorrar dinero para alojamiento privado era imposible para la Cruz Negra; se

suponía que el dinero pertenecía al grupo y no al individuo. ―Entonces, ustedes

realmente lo hicieron. Dejaron la Cruz Negra para siempre.‖

―No es como si tuviéramos muchas opciones después de dispararle a Kate,‖ dijo

Raquel. Por primera vez, se encontró con mis ojos sin pestañear. ―Pero no dudaríamos

en volver a hacerlo, de corazón.‖ Entonces ella hizo una mueca; obviamente temía

haber cometido una falta de delicadeza al haber dicho algo así a un muerto.

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Dana suspiró. ―Empezamos a tener dudas después de lo que os hicieron en Nueva

York. Luego, cuando se volvieron contra Lucas en Filadelfia, fue la guinda. Nos

piramos hace un par de semanas. Nos hemos refugiando aquí, pero alguna vez

encontraremos un lugar de verdad. Ganamos el salario mínimo y nos sentimos bien.‖

―Puede que sólo comamos pasta‖ agregó Raquel, ―pero comemos.‖

Un extraño silencio cayó en la sala. Entonces tomé la palabra: ―Raquel, en realidad

vine aquí a hablar contigo.‖

―Lo siento.‖ Raquel temblaba, pero finalmente salió de la cama. Llevaba una camiseta

vieja y unos pantalones deportivos, y por supuesto, la pulsera de cuero, la que yo

recordaba tan bien que había tenido el poder de conducirme hasta allí. ―Bianca, lo

siento tanto. Nunca sabrás cuanto... olvídalo, lo que siento no importa. Tú eras una

buena amiga para mí, y yo debí protegerte, y no lo hice. Soy un asco. Si quieres

acosarme o… o lo que sea, me lo merezco.‖

No me había dado cuenta de lo mucho que necesitaba escuchar eso. Pero también

había cosas que necesitaba decir. ―Te mentí. Tenía mis razones, pero te mentí. Si yo te

hubiera dicho la verdad de la manera correcta, tal vez nada habría terminado tan mal.‖

―Eso no es excusa para lo que hice,‖ dijo Raquel, con la voz temblorosa. No dejó de

apretarse las manos, estaba tan nerviosa que me sorprendió. ―Podrían haberte matado.

Quiero decir, matado de verdad. Tú sabes lo que quiero decir. Cuando me di cuenta de

lo que pretendían hacer… De haberlo sabido, nunca habría hablado. Jamás.‖

―Ya lo sé. De hecho, creo que siempre lo supe. Además, vosotras ayudasteis a Lucas

cuando más lo necesitaba. Eso es lo principal.‖

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Cuando le sonreí un poco a Raquel, ella trató de devolverme la sonrisa. El peso de la

vieja traición pendía sobre nosotras, pero, de alguna manera, más ligero de lo que

había sido antes. Nos llevaría algún tiempo cerrar la herida, pero al menos habíamos

podido clararlo todo. Volvíamos a estar en el mismo bando. El tiempo curaría todo lo

demás, me dije.

―De todos modos, no he venido hasta aquí para hablar de eso contigo,‖ expliqué.

Entonces Raquel puso atención. Después de echar un vistazo igualmente

desconcertado a Dana, dijo, ―Entonces, ¿por qué estás aquí?‖

―Es por el espectro que tenía tu casa encantada,‖ le dije, preparándome para lo que

añadiría a continuación. ―El que te hacía daño.‖

Los ojos oscuros de Raquel buscaron los míos, como si me pidieran que no

mencionara una cosa tan dolorosa. ¿Qué pasa con él?‖

―Vamos a encargarnos de él… Para siempre.‖

Resultó que Dana y Raquel estaban viviendo en una zona residencial de Boston, no

muy lejos de donde Raquel se había criado. Además, cuando se habían ido, habían

tomado una de las camionetas de la Cruz Negra con ellas.

―Algunos pueden llamarlo robar,‖ dijo Dana alegremente mientras subieron a la

camioneta vieja, que olía a pólvora y a maíz frito. ―Pero como vimos que la Cruz

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Negra se la robaba a un vampiro muerto en primer lugar, lo considero algo así como

reciclar el vehículo. Suena mejor, ¿no te parece?‖

―Parece que también habéis reciclado algunas armas.‖ Miré el arsenal que había en la

parte trasera. ―Estacas, agua bendita, y... ¿es eso un lanzallamas?‖

―Nunca sabes cuándo te vendrá bien uno,‖ dijo Raquel, y tuve que sonreír.

Nuestras bromas no duraron por mucho tiempo, sin embargo. Cuanto más nos

acercábamos a la casa, Raquel se fue poniendo tensa. Ella iba delante con una escopeta

y yo era el fantasma del asiento de atrás.

―¿Cómo se supone que vamos a hacerlo?‖ preguntó.

―Es bastante sencillo.‖ En realidad, no mencioné que no lo había hecho nunca. No

hay necesidad de añadir más a su nerviosismo, ¿verdad? ―Sólo necesitamos un espejo.

¿Alguna de ustedes tiene una polvera? Ya sabéis, eso para los polvos, maquillaje.‖

Estábamos paradas en un semáforo, razón por la cual tanto Dana como Raquel se

volvieron y me miraron fijamente, asombradas. Después de un segundo, Dana dijo,

―¡Hola! ¿Nos conocemos?‖

―Vale. Está claro. No hay maquillaje en el coche,‖ le dije. ―Entonces tenemos que

conseguir un espejo.‖

Hicimos una parada rápida en una farmacia de veinticuatro horas para comprar una

polvera. A pesar de que mi forma era bastante sólida, me costó bastante manejarme

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con el envoltorio, así que dejé que Raquel se encargara de ello. Ella rompió en el papel

y el plástico con manos temblorosas, con más agitación de la necesaria.

―No he hablado con ellos en mucho tiempo,‖ dijo, levantando la tapa de la polvera.

―Y ahora me voy a plantar allí tranquilamente a las 2 de la madrugada, en plan: Hey,

¿recordáis el fantasma que decíais que no existía?‖

―Tal vez no tengamos que despertarlos,‖ dijo Dana. Una fina lluvia comenzó a caer y

encendió los limpiaparabrisas, con su suave sonido de slap-slap. ―Oye, Bianca, ¿cazar

espectros es ruidoso?‖

―Bueno, puede serlo. Pero no tiene por qué.‖ Esperaba que fuera cierto. ―Intentaremos

no hacer ruido.‖

Raquel siempre había sido muy clara sobre el hecho de que ella no era tan rica como la

mayoría de los estudiantes vivos o muertos de Medianoche. Sin embargo, su

vecindario no era tan malo como yo siempre había imaginado. Tal vez había sido

ingenua con el pensamiento de que pobre significaba vivir en una chabola de esas que

mostraban en los programas malos de televisión, con coches incendiados y bandas de

delincuentes por todas partes. Sólo era un barrio tranquilo de casas pequeñas sin

grandes jardines. En lugar de la miseria y la violencia, las cosas simplemente eran

grises y estaban descuidadas, con algunos graffiti desolados y sin gracia en los botes de

basura.

―¡Qué suerte que llueva!‖ dijo Raquel. ―De no ser así, todo el mundo estaría por la

calle.‖

La casa que estaba en el centro del bloque pertenecía a la familia de Raquel. Nos

dimos cuenta tan pronto como salimos del coche que no había nadie en casa. ―¿Dónde

estarán?‖ preguntó Dana, cuando vimos unas cajas de mudanza a través de la ventana.

―Los muebles están en su lugar, por lo que no se han mudado.‖

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―¿Con Frida, quizá?‖ Raquel entrecerró los ojos. ―Parece que han levantado parte del

suelo de la cocina. Tal vez la tubería del agua haya vuelto a reventar y estén

arreglándolo.‖

―No están en casa,‖ le dije. ―Eso es lo importante. Podemos hacer esto ahora.‖

Raquel se quedó muy quieta. ―No estoy segura de que pueda.‖

Dana puso un brazo alrededor de sus hombros. ―Está bien. Si te quieres quedar aquí,

eso funciona, también. ¿Verdad, Bianca?‖

Estaba a punto de darle la razón, pero me detuve. ―Puedes quedarte aquí si quieres,‖ le

dije. ―Pero creo que deberías enfrentarte a esa cosa.‖ Con los labios apretados, Raquel

negó con la cabeza.

―¡Vamos, Raquel! ¿Desde cuándo huyes de una pelea?‖ Ella no me miraba más, pero

seguí adelante.

―Si no ves cómo ocurre todo esto, siempre tendrás miedo. Siempre. Pero, si nos ves

derrotarlo, entonces será lo último que recordarás de él. Vencido. ¿No es eso lo que

preferirías ver?‖

―Basta ya, ¿de acuerdo?‖ Dana se puso entre nosotras. ―No la presiones.‖

―No,‖ dijo Raquel. Ella tocó el hombro de Dana apartándola suavemente. ―Bianca

tiene razón. Voy a entrar.‖

Mientras la lluvia caía suavemente a nuestro alrededor, repiqueteando en el toldo

metálico que había sobre nuestras cabezas, Dana forzó la cerradura de la puerta

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delantera con la misma rapidez que lo habría hecho Lucas. Lástima que no estuve en

la Cruz Negra el tiempo suficiente para aprender ese truco, pensé.

La puerta se abrió con un crujido. Dana entró de puntillas, procurando no hacer ruido;

Raquel, con el rostro pálido, la siguió. Yo me permití convertirme en mayor parte de

vapor, una suave niebla azul justo detrás de ellas.

―Guau,‖ dijo Raquel, claramente desconcertada. ―Eso es… espeluznante.‖

―¡Shhh! ¡Estamos intentando no hacer ruido!‖ Dana sostenía la polvera delante de ella,

como si quisiera utilizarla como un escudo. Yo tendría que cogérsela, pero sólo lo

haría cuando hubiera adquirido forma de nuevo.

―Tranquilas,‖ dije. ―Tarde o temprano, querremos que sepa que estamos aquí.‖

Estiré mi conciencia por toda la casa, descubriendo que podía sentir el diseño de las

habitaciones sin verlo, y que sabía cual había pertenecido a Raquel, pues una parte de

su esencia permanecía allí.

Y también algo más.

La voz resonó en una frecuencia que no era realmente un ruido, sólo vibraciones en el

éter que compartimos. Pequeñita. Pequeñita. Has vuelto para jugar.

Raquel empezó a temblar. ―Esta aquí,‖ susurró. ―Puedo sentirlo.‖

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Ni ella ni Dana habían oído la voz; ambas estaban mirando a su alrededor

frenéticamente, como si esperaran que el espectro apareciera desde cualquier dirección,

en cualquier momento. Y sin embargo, Raquel sabía de la presencia de esta cosa en un

nivel más profundo de lo que yo era capaz de comprender. Me maravilló la

profundidad del vínculo, la intensidad con que aquel espectro había hundido sus garras

en ella.

¿Me has traído compañeras de juego?

De repente, pude ver una habitación, no la que había sino una realidad distinta y falsa

que me rodeaba, ligeramente transparente pero también cerrada, como una celda de

cristal. Parecía un pequeño cuarto de juegos. Al principio pensé que debería de haber

sido la habitación de Raquel cuando era pequeña, pero luego me di cuenta de que me

equivocaba: ella nunca hubiera pasado más de una noche en una habitación de color

rosa y llena de volantes, con una cama con dosel y muñecos apilados en filas y filas.

Jamás había visto tantas muñecas…

Y tampoco había visto que unas muñecas que me devolviesen la mirada. De alguna

manera me observaban, con los ojos negros y vidriosos demasiado vivos. Oí el suave

frufrú de sus enaguas sedosas, y una de las muñecas se inclinó bruscamente hacia un

lado, como si se hubiera caído. Estaban vivas, y a la vez no lo estaban; miraban pero a

la vez no miraban; y todo era tremendamente espeluznante. Fue suficiente para

asustarme, y yo era un espectro.

Parece la idealización de alguien sobre cómo tiene que ser una habitación infantil,

pensé. Es una versión exagerada del lugar en que una niña dormiría. Algo creado por

una persona que ha dedicado demasiado tiempo pensando en niñas pequeñas

acostadas en su cama.

―Muéstrate,‖ exigí. En la otra realidad, la de verdad, vi que Raquel y Dana se

sobresaltaban. ―¡Deja de esconderte detrás de las muñecas! ¡Sal!‖

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―Las muñecas,‖ susurró Raquel. Seguramente había soñado con ellas antes.

En el dormitorio del sueño, las muñecas crujieron un poco y luego se desplomaron, de

modo que sus rizos dorados y castaños se enredaron. En el centro, estaba él.

Si no hubiera percibido el profundo terror que sentía Raquel, me habría echado a reír.

Ese espectro no daba miedo: sólo estaba gordo y un poco calvo. Y tampoco era muy

alto. Y, sin embargo, al escrutarme fijamente, mientras ladeaba la cabeza de un lado a

otro, algo en el vacío de su mirada y en el ansia de su sonrisa me inquietó a todos los

niveles.

Bonita. Bonita pelirroja. ¿Has venido a jugar conmigo?

Salió arrastrando los pies de aquella nube de muñecas. Su cuerpo estaba desnudo y era

repulsivo; mi miedo se convirtió rápidamente en repugnancia, y luego, en ira.

Le dije: ―No estoy aquí para jugar.‖

Patrice había hablado de resonar. Yo no sabía cómo hacerlo, así que me concentre en

él y el pensamiento de mi propia muerte. Recordé la extraña sensación de caída

cuando mi cuerpo cedió y se abandonó. Me acordé de las lágrimas de Lucas mientras

me apretaba la mano. Eso me resultaba demasiado vívido para soportarlo, pero notaba

que el espectro se sentía atraído por esos recuerdos. Vi que mi mente daba forma a

unas palabras, como si fueran un ensalmo: Por lo que nos separa de los vivos, yo te

separo de este lugar. Por la oscuridad que mora en nuestro interior, te confío a la

oscuridad. Por la muerte que me da el poder, te retiro tu poder.

El fantasma empezó a gritar, un alarido sobrenatural que reverberó en toda la casa.

Dana tapó sus oídos, tal vez de dolor, y dejó caer la polvera al suelo. Raquel no

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parpadeó. Ella cogió el espejo y lo arrojó hacia mí, y yo me materialicé a tiempo para

atraparlo en la mano.

En el momento en que lo hice, el poder de la magia comenzó a atraer al espectro al

espejo. Mientras ponía el espejo en ángulo, de la forma en que Patrice me había

enseñado, el espectro se deshizo ante mis ojos, no en una niebla como yo estaba

acostumbrada, sino como si se tratase de un cuerpo físico despedazado, sangre y

tendones, gritos de dolor. Sin embargo, se fue transformando en multitud de partículas

mientras se precipitaba al interior del espejo, entre alaridos…

Entonces se hizo el silencio. El mundo de los sueños se desvaneció. Nos encontramos

en medio de la sala de estar, mirando el espejo cubierto con escarcha que sostenía por

encima de mi cabeza.

―¿Eso es...? ¿Lo hemos atrapado?‖ preguntó Dana sin aliento, y sus manos aún en los

oídos.

―Oh, Dios mío.‖ Raquel tomó aire, estremeciéndose. Lo hemos atrapado.‖

―Y mientras no rompamos el espejo, nunca podrá salir.‖

Había luchado contra él. Lo había vencido. Sabía cómo enfrentarme sola a un

espectro, ¿significaba eso que por fin era libre?

―¿Está atrapado en el espejo?‖ Raquel parpadeó. ―¿No está en el dimensión fantasmal

o algo así?‖

Me encogí de hombros. ―Sea lo que sea, no puede salir otra vez.‖

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Raquel se echó a reír, un sonido de pura alegría, y entonces ella echó los brazos

alrededor de mí. Con todas mis fuerzas, me mantuve tan sólida como pude, porque el

abrazo se sintió demasiado bien para dejarlo pasar.

―Lo hiciste,‖ exclamó ella. ―¡Lo hiciste! Esa cosa horrible…‖

―Tranquila.‖ Cuando me di cuenta de que había pasado de la risa a las lágrimas le di

una palmadita en la espalda. "No podrá acercarse a ti nunca más.‖

―Tú hiciste esto por mí después de todo lo que yo te hice.‖

―También lo he hecho por mí.‖

―Solo cierra la boca, ¿de acuerdo?‖ Raquel me abrazó con más fuerza, y seguí su

consejo y me limité a abrazarla mientras ella lloraba. Sobre su hombro, pude ver a

Dana que me sonreía beatíficamente, como si yo fuera su nueva persona favorita en

todo el mundo.

Una vez que Raquel se calmó de nuevo, me aparté para que se abrazaran y devolví la

atención al

espejo. El hielo era grueso, pero me pareció vislumbrar algo que se movía con el

reflejo.

―¿Qué vamos a hacer con esa cosa?‖ dijo Raquel. ―¿Lo enterramos en cemento?‖

―Eso no es una mala idea.‖

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Entonces sentí el tirón, casi físico, como si estuviera siendo arrastrada.

―¿Bianca?‖ Raquel dio un paso adelante. ―Te estás haciendo invisible.‖

―¡Riverton! ¡No lo olvidéis!‖ dije, antes de perder la capacidad de emitir sonidos. ―¡Me

asegurare de que Lucas este allí!‖

―Bianca‖ Raquel volvió a gritar, pero en un instante me había ido, dando volteretas a

través de una nada de niebla azulada. Finalmente aterricé, o al menos eso fue lo que

me pareció. Miré hacia abajo y vi mis pies en un césped verde y mullido, luego volví la

cara hacia arriba para encontrarme con Maxie, que permanecía de pié por encima de

mí. Llevaba un extraño abrigo de piel oscura que parecía más espeluznante que lujoso.

―¿Qué estás haciendo? exigió. ―¿Acaso ahora te alías con ellos en contra de nosotros?‖

―Esa cosa tenía que ser detenida.‖

―¿Esa cosa? ¿Cosa?‖ Maxie parecía a punto de darme una bofetada. ―Supongo que

bien podrías ayudar a la señora Bethany a poner las trampas.‖

Una tercera voz intervino en la discusión. ―Hay una diferencia entre lo que Bianca ha

hecho y las acciones de la señora Bethany.‖

Nos dimos la vuelta y vimos a Christopher. Así que yo estaba en la tierra de los objetos

perdidos de nuevo: aunque esta vez en contra de mi voluntad. Maxie me había dicho

que Christopher era poderoso, pero esta había sido la primera demostración de lo

mucho que lo era con respecto a los demás espectros.

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De todos modos, no me sentí intimidada, porque ahora sabía que tenía el poder para

defenderme. Con el tiempo, cualquier poder que Christopher tuviera ahora

seguramente yo lograría adquirirlo en menos tiempo del que le había llevado

aprenderlo.

La luz del sol iluminó el pelo castaño oscuro de Christopher, y su largo y anticuado

abrigo era de un intenso color verde botella. Nosotros estábamos a los pies de un

edificio que parecía una especie de pagoda, excepto por un elevando tren elevado de

1910s que circulaba estrepitosamente por detrás de la construcción.

―Yo la saqué de allí antes de que pudiera hacer algo peor,‖ dijo Maxi . Así que había

sido ella, y no Christopher, quien había intervenido. ―En todo caso, me parece que no

deberías haberle permitido regresar.‖

―Maxine, cálmate.‖ Christopher puso las manos sobre sus hombros. ―No es mi papel

permitir o no permitir viajar a Bianca. Ella es más libre que cualquiera de nosotros.

Carece de nuestras limitaciones. Sé que te resulta difícil de aceptar, pero debes

hacerlo.‖

Maxie espetó, ―No veo la diferencia entre lo que la señora Bethany está haciendo y lo

que ha hecho Bianca. Ella se ha vuelto contra los suyos. ¿Acaso no importa eso?‖

Le dije: ―Esa cosa…‖

―¡Y dale con la cosa!‖

―Maxie, hacía daño a la gente,‖ continué. ―Nadie tiene derecho a hacer eso.‖

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Christopher asintió con la cabeza. ―Una cosa es actuar en defensa de los demás. Otra

actuar con deseos egoístas, no importa cuán comprensibles los deseos puedan ser.‖

Parecía tan apenado que me daba reparo preguntarle más cosas. Y sin embargo, fue su

tristeza lo que me llamó la atención más poderosamente que cualquier otra cosa. Era

como si cuanto hacía la señora Bethany le doliera a él personalmente. ¿Se preocupa

tanto por los espectros, por todos ellos? No, esto era algo que le afectaba a él, no como

el líder de este mundo espectral o en lo que fuera que se había convertido, sino como el

hombre que había sido.

Una idea ridículamente extraña se me ocurrió, y sin embargo no me la pude quitar de

la cabeza. Christopher me miraba fijamente, consciente de que había algo que me

inquietaba. Incluso su sonrisa era triste.

―Bueno, ahora ya lo sabes,‖ dijo. ―Confía en tu intuición. Aquí verás muchas cosas

que en cualquier otro sitio te estarían vedadas.‖

De nuevo la claridad de ese mundo había ejercido su magia en mí, ¿o no era así? Sin

embargo, yo no podía creerlo. Le hice al menos una pregunta directa, en caso de que

me equivocara: ―Christopher... ¿qué te ancla a ti al mundo? O... ¿quién?‖

―Mi amada esposa, aunque no he hablado con ella en casi 200 años.‖

¿Él estaba diciendo lo que pensaba que estaba diciendo? ―Entonces tu eres…‖

―Christopher Bethany,‖ dijo. ―Por supuesto, tú ya conoces a mi esposa.‖

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Capítulo 16

Traducido por Linetas

Corregido por Sidonie

―LA SRA. BETHANY ES TU ESPOSA,‖ REPETÍ. Aunque lo había imaginado por

mí misma, no podía asimilar aquella información. ¿El líder de los espectros, casado

con una de los vampiros más poderosos y despiadados que existían? ―Entonces, ¿por

qué odia ella tanto a los espectros?‖ Sin duda, si ella estaba casada con un espectro,

tendrían que gustarle un poco. O tal vez no. Tal vez habían terminado o algo así. Un

divorcio sería probablemente extra-desagradable después de doscientos años de

matrimonio.

Pero Christopher negó con la cabeza. ―No he hablado con ella desde mi muerte.‖

―¿Por qué no? ¿Es porque ella se convirtió en un vampiro? ¿Ella… fue ella la que te

mató?‖ me corregí. ―No, por supuesto que no. Dijiste que ella era la única persona que

te había sido fiel.‖

―Esta es mi historia, sólo mía,‖ dijo Christopher, y su voz tenía una mordacidad que

no había oído desde sus primeras manifestaciones aterradoras en Medianoche. Sin

embargo, tras sentir mi tensión, él se calmó visiblemente. ―Y sin embargo, ahora te

afecta a ti y a aquellos que te rodean. No está mal que preguntes.‖

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Maxie quedó boquiabierta ante él, olvidando su indignación de antes ante mi trato

especial. ―¿Vas a contarnos de dónde vienes?‖

Tuve la impresión de que este era un secreto muy bien guardado.

Christopher la fulminó con la mirada. ―Se lo contaré a Bianca porque tiene que ver con

su existencia,‖ respondió. ―Pero no guarda ninguna relación con la tuya.‖

Con un bufido, Maxie se alejó pisoteando, sus brillantes talones ruidosos sobre el

pavimento. Ella desapareció en una multitud de personas que parecían estar sobre todo

vestidas de plumas y pintura. Me volví hacia Christopher.

―Si no quieres hablar de ello,‖ dije, ―la verdad, da igual. Es cosa tuya.‖ Yo quería

respuestas, pero no quería chismorrear.

―Pronto verás el modo en que nuestros caminos se cruzan. Estos eventos se están

convirtiendo en parte de tu historia también.‖

Él hizo un gesto con su mano hacia el cielo, volviéndolo instantáneamente negro,

como si, en lugar de estar afuera, estuviésemos en una especie de planetario. En lugar

de la fluida y caótica tierra de los objetos perdidos rodeándonos, estábamos

completamente solos, en una especie de vacío. Comprendí, sin ser dicho, que esto

estaba más allá del poder de la mayoría de los espectros, entre ellos el mío, esta extraña

habilidad era algo que Christopher había forjado de sus largos siglos atrapado entre los

mundos.

―Wow,‖ dije. ―¿Qué es esto?‖

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―Estamos viajando para ver el pasado.‖

―¿Estamos retrocediendo en el tiempo?‖ Después de todo lo que me había sucedido,

era extraño que esto tuviese el poder de sorprenderme. Como algo salido de una

película de ciencia-ficción, a Vic le habría parecido una pasada.

Pero Christopher negó con la cabeza. ―Viajando para ver,‖ dijo. ―El pasado es

inalcanzable para cualquier poder, mortal o inmortal.‖

No estaba segura de cuál era la diferencia, pero no había tiempo para preguntar. Un

bosque empezó a tomar forma a nuestro alrededor, a través del cual se laceraba una

estrecha carretera empolvada, rayada con los rastros de ruedas y caballos. Un carruaje

se acercó a nosotros, tirado por dos caballos de color gris pálido e iluminado por

linternas reales en cada lado. Parecía romántico para mí, algo salido de una novela de

una de las hermanas Brontë.

Por lo menos, parecía que de esa manera hasta que unas figuras saltaron de la

oscuridad –de la nada, al parecer– y se abalanzaron sobre el carruaje. Los caballos

relincharon y resoplaron cuando una de las figuras agarró sus arneses, con lo que todo

se detuvo.

Profería un grito ahogado, pero nadie parecía capaz de oírme; quizá esa fuera la

diferencia, entre ver el pasado y estar ahí. Christopher estaba tranquilo a mi lado

mientras veíamos a los bandidos de la carretera, o lo que sea que fuesen, abrir las

puertas del carruaje. A la luz de la linterna, pude ver sus rostros, sus sonrisas

malvadas, y sus colmillos: eran vampiros al ataque.

―Bien, bien. ¿Qué tenemos aquí?‖ Uno de ellos gruñó. ―¿Los invitados para la cena?‖

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―Yo te diré lo que tenéis.‖ La señora Bethany, ataviada con un vestido estilo Regencia

y con el cabello recogido en lo alto de la cabeza, se asomó por la puerta,

completamente imperturbable por el ataque. ¿Fue este el momento en el que ella fue

cambiada? Entonces ella levantó una ballesta. ―Tenéis que correr,‖ dijo.

Los vampiros se dispersaron, pero no lo suficientemente rápido. La señora Bethany

disparó alcanzó a uno, de forma que la flecha de madera se le hundió en el corazón. Al

instante, el conductor del carro y los caballerizos saltaron a la acción, cada uno de ellos

armado, cada uno de ellos seguro y determinado, mientras corrían en el bosque detrás

de los vampiros.

―¡Rápido!‖ Exclamó la señora Bethany, saltando del carro con un revuelo de faldas.

Ella ya había vuelto a cargar la ballesta, y a pesar de la oscuridad, apuntó y derribó a

otro vampiro de un solo golpe. Su sonrisa era brillante en la noche. ―¡Ya los tenemos!‖

Ella se rió en voz alta mientras sacaba una espada de dentro de su capa. Cuando la

levantó en alto, me di la vuelta: había visto a un vampiro ser decapitado, y eso fue

suficiente para toda la vida. Cuando oí el enfermizo y húmedo ruido sordo hice una

mueca, y entonces mis ojos se abrieron.

―La forma en que estaban luchando... la forma en que ella se lanzó a ello...‖ Yo había

visto esto antes.

―Bien entrenada, ¿no te parece?‖ Christopher no apartó la mirada de la señora

Bethany.

―Si ella estaba cazando vampiros, y si ella sabía exactamente qué hacer, entonces ella

era… Ella tenía que ser… ¿La señora Bethany pertenecía a la Cruz Negra?‖

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Tuve que mirarla de nuevo. La lucha había terminado, el polvo de los vampiros a sus

pies. En el claro de luna, su sonrisa se suavizó y se volvió cálida cuando ella se

abalanzó hacia uno de los caballerizos, que, ahora me daba cuenta, era Christopher un

poco más joven. Se abrazaron el uno al otro, los brazos de ella apretados alrededor de

su cuello, y lo besó con tanta pasión que sentí mis mejillas arder.

―Los dos fuimos criados entre cazadores de la Cruz Negra,‖ dijo Christopher mientras

observaba su felicidad de antaño con su esposa. ―Cuando emigré a Estados Unidos en

los primeros años de su independencia, me conecté con la primera célula de Boston.

Allí nos conocimos. Pocas mujeres cazaban en esos días, pero nadie la cuestionaba.

Era la mejor luchadora de todos. Y los vampiros… ellos siempre la subestimaban hasta

que era demasiado tarde. Había surgido una leyenda entre ellos de una cazadora que

era bella y mortal a la vez, pero, para su desgracia, no creían en su existencia. A veces

era lo último que decían, justo cuando la estaca se hundía en ellos. ―Es ella.‖

El bosque se oscureció en la penumbra difusa, pero entonces volvieron a dibujarse

formas nuevas. Vi una pequeña casa, sencilla, con una gran habitación que parecía ser

a la vez cocina y salón. La chimenea era enorme, lo suficientemente profunda para

entrar en ella, tan alta como una persona y tan larga como la casa misma. Una tetera

colgaba cerca de las llamas mientras la señora Bethany se ocupaba de cortar un pastel;

en la mesa, Christopher estaba sentado con unos cuantos hombres vestidos como él,

con abrigos largos y pañuelos blancos atados en sus gargantas. Sostenían tazas grandes

de metal llenas de algo que se parecía a la cerveza, y se reían a carcajadas.

¿Era la claridad de este lugar la que me mostraba que los otros no estaban tan felices

como pretendían estar? ¿Que sus ojos miraban a Christopher cautelosamente mientras

tomaba otro trago?

―Socios de negocio‖ la cara de Christopher estaba iluminada por aquel fuego de

antaño. Parecíamos estar de pie en el borde mismo de la habitación, a la sombra.

―Amigos, o eso pensaba yo. Nos unimos en una empresa de envío. El comercio entre

Europa y América, de tejidos delicados, una industria creciente en ese momento, y por

lo tanto una apuesta de probabilidades de aumentar la riqueza de mi familia. Sin

embargo yo estaba acostumbrado sólo a la compañía de los cazadores de la Cruz

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Negra. Se puede decir lo que se quiera de la Cruz Negra, pero no que sus miembros

sean dados a burdas artimañas. Yo había sido educado para pensar que todo el mal

estaba encarnado por vampiros. Yo no lo buscaba en los hombres que se hacían llamar

mis amigos.‖

―¿Qué hicieron?‖ susurré, aunque sabía que por ahora las figuras que teníamos ante

nosotros no podían oír.

―Ellos no querían establecer una empresa de envío. Ellos sólo querían robar el dinero

de la familia que le di como inversión.‖ Todavía sonaba un poco desconcertado, como

si después de un par de cientos de años, Christopher no hubiese adaptado aún su

mente al hecho de su traición. ―Después de algunos meses, empecé a presionar por el

rendimiento financiero. Ganancias. Quise revisar los libros de contabilidad. Ellos

tenían innumerables excusas, pero no me enseñaban nada. Una noche juré que los

llevaría a los tribunales. Mientras caminaba a casa esa noche, me atacaron. Yo estaba

desarmado, y recuperándome de una enfermedad de invierno. Mi entrenamiento de la

Cruz Negra fue en vano. Me dejaron morir en una zanja. El último sonido que oí fue

sus risas, mientras se alejaban.‖

―Lo siento.‖ Ante nosotros se mantuvo la escena feliz con todo el mundo siendo

amistoso. Tal vez prefirió esto a recordar su muerte, yo no lo culparía. No me gustaba

recordar mi muerte tampoco, y por lo menos yo había estado en mi cama, con Lucas a

mi lado. ―Eso es terrible.‖

Christopher miró fijamente a sus asesinos, que se encontraban en ese momento

riéndose de uno de sus chistes. La señora Bethany situaba las rebanadas de pastel

delante de ellos, ella no parecía estar de tan buen humor como los demás. De hecho,

su expresión era cautelosa. A diferencia de su marido, ella había presentido problemas.

A continuación, la habitación cambió de nuevo, con la señora Bethany permaneciendo

inmóvil en el centro de la misma, mientras su vestido iba mudando de un color a otro

y su expresión cambiando de inquietud a rabia. ―¿Qué quieres decir con que no puedes

actuar?‖

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La escena frente a nosotros era ahora una especie de centro de reuniones o cuarto de

almacenaje. La Cruz Negra, me di cuenta, viendo las armas montadas en las paredes.

Un hombre con el pelo atado en una cola se sentaba en una plataforma ligeramente

elevada, obviamente a cargo. Él negó con la cabeza... ―Sra. Bethany, tan lamentable

como es la muerte de su esposo, no fue obra de ningún agente sobrenatural. Por lo

tanto, no concierne a la Cruz Negra.‖

―El juez no quiere escuchar,‖ dijo la señora Bethany. ―Él cree que fue obra de

bandidos y dice que estoy loca por dudar de unos 'caballeros tan distinguidos‘.‖

Escupió esas palabras, como si pensara que pudieran envenenarla. ―Podría matarlos

por mí misma, pero se han ido al Caribe. El dinero de su familia está perdido, debido a

su engaño. Por lo menos denme los fondos para viajar hasta allí y hacer justicia.‖

El líder de la Cruz Negra miró a la señora Bethany con lástima; la misma mirada, me

di cuenta, que Kate había puesto cuando se negó a devolverle a Lucas la lata de café

llena de dinero en efectivo. ―Nuestros fondos se utilizan para nuestra lucha, y cada

centavo se necesita. Usted lo sabe tan bien como yo y su dolor la ha llevado hasta el

límite de la histeria.‖ La expresión orgullosa de la señora Bethany nunca cambió, pero

vi algo que nunca esperé ver: sus ojos llenándose de lágrimas.

Sin embargo, habló con voz firme. ―Después de todo lo que he hecho, todo lo que he

dado, ¿esta es vuestra respuesta?‖

―¿Y qué otra respuesta podía ser?‖

Ella retrocedió un poco, ladeando la cabeza en ese gesto familiar de contemplación y

desprecio que le era tan propio. Es como si ella lo viera por primera vez, pensé.

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Christopher dijo: ―En ese instante, toda su dedicación a la Cruz Negra se convirtió en

odio. Siempre podemos odiar lo que amamos, y con un fuego tan grande como nuestro

amor fue una vez.‖

La habitación desapareció, sustituida por el mismo camino de bosque que había visto

la primera vez. Pero ahora la escena tenía lugar en invierno, las ramas desnudas de los

árboles brillaban con el hielo, y el suelo estaba cubierto por una capa gruesa de nieve.

La señora Bethany cabalgaba sola a caballo, una amazona, con una pesada capa de

pieles oscuras a su alrededor. Sus ojos buscaban a su alrededor a pesar de la oscuridad

cada vez más densa: anochecía, y el cielo tenía un intenso color azul cobalto. Entonces

se incorporó un poco; ella había descubierto algo.

Un vampiro salió de detrás de uno de los árboles más grandes, obviamente incómodo.

―Cualquiera que sea la trampa que hayas tendido, cazadora, es muy peligrosa para ti.

Tu ayuda está muy lejos.‖

―No he tendido ninguna trampa,‖ dijo la señora Bethany. Ella bajó de su caballo y se

dirigió lentamente hacia él en la nieve. ―No cargo armas.‖

―Entonces, supongo que has venido a morir, cazadora.‖

Se trataba de una provocación, pero la señora Bethany levantó la cabeza y respondió.

―Sí.‖

El vampiro parecía tan sorprendido como yo. Él no dijo nada al principio, no corrió

hacia ella o huyó.

Ella levantó sus manos, con guantes de color verde oscuro, para mostrar que ella no

tenía armas. Una ráfaga de viento le alborotó el cabello e hizo caer una lluvia de nieve

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de las ramas de encima, esparciendo el blanco sobre su pelo y capa oscuros. ―Fui

mordida una vez. ¿Lo sabías? ¿Te han contado la historia?‖

―Hay muchos que dicen haberlo hecho,‖ dijo el vampiro. ―Muchos mienten.‖

―Uno dice la verdad,‖ dijo. Un tirón rápido en el cuello de su capa reveló una vieja

cicatriz en su garganta. ―Fui rescatada, después. Pero siempre he sabido que estoy

preparada. Si un vampiro me mordiera y me matara, me levantaría de nuevo como

una no-muerta.‖

El vampiro dio un paso más cerca, sin creer. ―Esto es un truco.‖

―No hay truco.‖

―Odias a nuestra especie. ¿Por qué quieres ser una de nosotros?‖

―Necesito liberarme de las ataduras y preocupaciones humanas.‖ La expresión de la

señora Bethany vaciló, pero sólo por un momento. ―Yo… necesito viajar más allá del

alcance de mis medios mortales.‖

Eso le valió una explosión de risas del vampiro. ―Loca. Te has vuelto loca.‖

Ella dijo, ―Transfórmame y lo verás.‖

El vampiro se abalanzó sobre ella, y ambos cayeron al suelo. La señora Bethany no se

resistió ni gritó, ni siquiera cuando su sangre corrió por la nieve blanca y humeante.

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―La venganza,‖ dijo Christopher, dijo, ―es un motivador muy poderoso.‖

El siguiente lugar que me mostró fue, obviamente, un lugar mucho más cálido. Una

hoja de palmera rozaba la ventana y las flores tropicales se amontonaban en los

floreros. Nos parecía estar en una mansión, en una isla, una que podría haber sido

imponente antes de ser destrozada. Los muebles estaban patas arriba, los espejos rotos.

Dos cuerpos sin vida yacían en el suelo, y la señora Bethany estaba en una esquina,

asimilando la escena con cierta satisfacción. Se limpió la sangre de su boca con el

dorso de la mano.

―Se vengó de ellos,‖ le dije. A pesar del horror de la escena del crimen ante nosotros,

no pude evitar sentir que los tipos se lo merecían.

Christopher asintió con la cabeza. ―Pero ¿a qué precio? Su vida. Y, tal vez lo más

importante, su misión en la vida. Su alma.‖

―¿Dónde estabas durante todo esto?‖ Le dije. ―¿Por qué no apareciste ante ella? Si

hubiera sabido que eras un espectro, que ella podía hablar contigo, tal vez…‖

―En esa época todavía no me podía aparecer ante ella.‖ La escena del Caribe con la

señora Bethany se desvaneció, y estábamos de nuevo en la tierra de los objetos

perdidos. ¿Estábamos en el mismo lugar? Nuestro entorno había cambiado: en lugar de

la ciudad, estábamos parados a la intemperie, en un desierto demasiado sombrío para

ser bello. La luz del sol caía a plomo acaloradamente, y observé cómo un escorpión se

escabullía por el suelo.

Christopher se sentó en una roca baja y plana, y su hermoso perfil se recortó contra la

piedra oscura, y por primera vez, lo reconocí como la silueta en el escritorio de la

señora Bethany. ―Como sabes, aprender a utilizar las facultades de espectro lleva algún

tiempo… y mucho más tiempo para la mayoría del que te ha llevado a ti. En el

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momento en que yo pude aparecerme ante mi esposa, ella había aprendido a odiar a

los fantasmas como el enemigo natural de los vampiros. Ella me había mostrado, a

través de sus acciones, que su odio era más fuerte que su amor.‖

Me vinieron ganas de refutarle aquello, pero me acordé de lo duro que había sido para

mí aparecer ante mis padres. El miedo al rechazo era poderoso. Y, tal como la

situación de Lucas mostró, no todas las personas eran lo suficientemente fuertes para

amar a pesar del cambio.

Lucas, pensé. Claro que la señora Bethany había simpatizado con Lucas. Claro que lo

ayudaba y lo comprendía. Ella había pasado exactamente por la misma situación en

que él se encontraba. Pero eso no la hacía generosa y buena. Eso sólo la hacía alguien

que odiaba muchísimo a la Cruz Negra. Él tenía que darse cuenta de eso. Y cuanto

antes mejor.

―Tengo que irme‖ le dije. ―Volveré, ¿de acuerdo?‖

Yo había esperado que Cristopher protestase, o que demostrase su enojo con una

tormenta de hielo para mantenerme aquí; pero, en lugar de ello, él se quedó mirando al

escorpión que se deslizaba sobre la arena. ―Vete,‖ dijo. ―Estoy cansado.‖

Mirar la muerte de la señora Bethany, aunque se tratara de un recuerdo tan lejano,

había sido tan duro para él como lo fue para mí ver morir a Lucas. Puse una mano en

su hombro. ―Gracias por mostrarme todo esto.‖

―Vete,‖ dijo, ahora más sosegado, y hundió su rostro entre las manos.

Me concentré en un lugar, en la sala de registros, y viajé a través del azul hasta que

esta se materializó a mí alrededor. Patrice estaba allí sola, estudiando alemán. Se

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sorprendió al verme aparecer, pero sólo por un segundo. ―¡Oye, aquí estás! Lucas

estaba preocupado.‖

―Me voy a verlo enseguida,‖ prometí, yendo al ladrillo suelto en la pared y

recuperando mi pulsera de detrás de él. Cuando me la puse alrededor de mi muñeca,

tomé una forma completamente sólida y sentí una enorme ola de alivio. ―Sólo necesito

un segundo para ser... menos fantasmal. Si eso tiene sentido.‖

―Si a ti te va bien…‖ dijo Patrice, en tono amistoso. ―Pero él tiene un examen esta

tarde, ¿te acuerdas? Le irá mejor si sabe que andas por aquí y que estás bien.‖

―Ya lo sé.‖ A pesar de que odiaba renunciar a la pulsera tan pronto, decidí que sería

mejor. ―Está bien, está bien. ¿Vienes conmigo?‖

―Claro. Tengo que bajar a la clase de todos modos.‖ Me arrastré detrás de ella en

forma de vapor en todo el camino por las escaleras. ―¿Podrías mantenerte alejada de

mi cabello, por favor?‖ Murmuró. ―Eres muy húmeda a veces, y me lo encrespas.‖

―Esto no es fácil, ¿sabes?‖

―Tampoco lo es arreglar mi cabello.‖

Me entraron ganas de reír, pero justo entonces, mientras estábamos volviendo a entrar

a la zona de aulas, escuchamos la conmoción. La gente gritando, zapatos rechinando

contra el piso, el ruido sordo de un cuerpo contra la pared…

―Una pelea,‖ dijo Patrice.

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―Lucas.‖ Yo lo sabía sin que nadie me lo dijera.

Patrice echó a correr, y yo me mantuve por encima de su cabeza hasta que llegamos al

lugar del altercado. Efectivamente, Lucas y Samuel estaban en el suelo, luchando entre

sí, con sus narices ensangrentadas.

―Te dije que la dejaras en paz.‖ El tono de Lucas era áspero.

―La quieres para ti, ¿eh? ¿Es eso lo que quieres?‖ La sonrisa enferma de Samuel dejó

claro que él no estaba hablando de flirteo. Cualquiera que sea la humana con la que

Samuel se había estado metiendo, y que Lucas había estado defendiendo, resultaba tan

apetecicle como un bocadillo en la noche. Me imaginé de quién podía tratarse cuando

Skye, en medio de la muchedumbre, arrojó uno de sus libros contra Samuel, aunque él

lo esquivó con facilidad. ―Golpéame un poco más duro, y ella es tuya, tío. Podrás

tener lo que quieras.‖

Lucas le propinó un cabezazo con tanta fuerza que Samuel se desplomó de espaldas,

aturdido. Mareado, con una mano a la frente, Lucas dijo: ―En realidad lo único que

quiero es que te calles.‖

De pronto, la multitud que reía a nuestro alrededor se quedó en silencio y se abrió para

dejar paso a la señora Bethany. Se veía tan diferente para mí ahora que la había visto

más joven, humana, enamorada y viva. Y, sin embargo, seguía siendo la señora

Bethany, con sus encajes almidonados, sus faldas largas y su gélida autoridad. La

escena de la pelea no produjo más reacción de ella que una ceja levantada. ―Sr. Ross.

Sr. Younger. ¿Puedo suponer que la cuestión entre ustedes ya está zanjada?‖

―Sí, lo está.‖ Lucas se puso de pie, un poco vacilante, y se secó la nariz con su manga.

Samuel siguió mirando encolerizado hacia él, como si pudiera abordarlo de nuevo si la

directora estaba mirando o no.

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―¿Sr. Younger?‖ Repitió la señora Bethany. ―Espero no tener que realizar ninguna...

acción disciplinaria. Sospecho que no le agradarían mis métodos.‖

―Vale,‖ dijo Samuel, que no era exactamente una respuesta. Sin embargo se levantó y

se fue andando desgarbado sin decir una palabra.

Cuando todos los demás se dedicaban a sus negocios, dispersándose de la señora

Bethany como hojas en un vendaval, me dispuse a hablar con Lucas, pero Skye fue un

poco más rápida y llegó a él antes de que yo tuviera la oportunidad de decir una

palabra. ―Gracias por salir en defensa mía.‖

―No hay problema.‖

Ella tenía una especie de sonrisa torcida que de alguna manera resaltaba su belleza.

¿Cómo es que mi sonrisa divertida sólo me hacía parecer tonta?

―¿Sabes?, eres como una especie de equipo SWAT de un solo miembro. ¿Quién diría

que alguien podría necesitar que la rescaten tantas veces en un instituto?‖

Skye estaba haciendo una broma, pero es obvio que tocó una fibra sensible de Lucas.

Él la tomó del brazo por el codo y le dijo: ―Tenemos que hablar.‖

―Nuestra prueba es en cinco minutos… ¿y no necesitas limpiarte un poco después de la

pelea?‖

―Olvídate de la limpieza. Olvídate de la prueba. Esto es importante.‖

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Los seguí de nuevo al hueco de la escalera; Patrice lanzó una mirada de preocupación

detrás de nosotros, pero no trató de unirse a ellos. Menos mal, porque ella

probablemente se habría quedado pasmada. Conociendo a Lucas como lo hacía, yo

sabía lo que estaba a punto de decir, y pensé que era una buena idea.

Era el momento de decirle la verdad a Skye.

―¿Qué pasa?‖ la expresión de Skye se ensombreció mientras estaban juntos en el hueco

de la escalera, la luz de la estrecha ventana arqueada iluminaba su cabello oscuro.

―¿Por fin vas a hablarme de lo que te pasa?‖

Lucas se quedó perplejo. ―¿Qué quieres decir?‖

―Estás tan… enojado...‖ susurró con voz suave. ―Tan furioso por todo, todo el tiempo.

No estoy diciendo que está mal estar enfadado, pero Lucas… te está quemando por

dentro. ¿Qué es? ¿Puedes decírmelo?‖

Si hubiera tratado de sacar algo de él con indirectas o engaños, Lucas nunca hubiese

hablado. Pero la honestidad simple siempre rompía sus barreras. ―Mi novia, Bianca. . .

murió el verano pasado. Todavía la amo. Siempre lo haré.‖

La verdad, si no toda la verdad, y esta tenía el poder para calentarme y emocionarme

de nuevo. Lo que me sorprendió fue el poder que tuvo sobre Skye, sus ojos azul pálido

al instante se llenaron de lágrimas. ―He perdido a alguien este verano, también. Mi

hermano mayor.‖

―Oh, Jesús.‖ Lucas se vio claramente con la guardia baja. ―Skye, lo siento.‖

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Ella le apretó la mano. ―Créeme, lo entiendo. Puede que yo oculte la rabia mejor que

tú, pero a veces sólo quiero. . .‖ Skye resopló con frustración pero se las arregló para

sonreírle a él mientras se enjugaba una lágrima. ―Bianca era… asombrosa ¿no?

Apuesto a que era increíble.‖

La expresión de Lucas vaciló. Hablar de mí en pasado le recordaba mi muerte y revivía

el dolor. ―No tienes ni idea.‖

―Si esto ayuda en algo, yo creo… no, yo sé que los muertos no se han ido

verdaderamente.‖ Ella hablaba con la seguridad profunda que sólo podía provenir de

crecer en una casa embrujada. Skye sabía de los no-muertos, al menos a ese nivel.

―Ellos nos miran. Están muy cerca. Y creo que se dan cuenta de lo mucho que los

amamos, quizá más de lo que lo hacían cuando estaban vivos.‖

Cuando Skye terminó de decir esto, me atreví a acariciar suavemente la mano de

Lucas. Lo vi enderezarse, reconfortado de mi presencia y seguridad, y sin embargo

también más emocionado que antes. ―Yo creo eso, también.‖

―Seguro que ella querría que fueras feliz,‖ dijo Skye. ―Y no que estuvieras enojado

todo el tiempo.‖

―Lo intento.‖ Yo sabía que Lucas se dirigía tanto a mí como a Skye.

Ellos sólo se miraron el uno al otro por un segundo, luchando por recuperar la

compostura. Después de tragar duro, Skye consiguió decir, ―Así que, ¿qué querías

contarme?‖

―Esta escuela es peligrosa, Skye. Todo aquí es peligroso. Tienes que ir con cuidado.‖

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―Sí, yo en cierto modo comprendí eso después de que aquellos raros miembros de una

banda disparasen una flecha hacia mí. ¿Qué tipo de banda utiliza ballestas?‖

Lucas dio un paso más cerca y la miró fijamente a los ojos. A través de la ventana en

forma de media luna, la luz del sol por la tarde inundó el interior, convirtiendo su

cabello en oro puro. ―No, lo digo en serio. Algunos de los estudiantes de aquí, no son

simples estudiantes.‖

Ella se cruzó de brazos. ―¿Quieres decir que también son enormes capullos?‖

―Quiero decir que ellos son vampiros.‖

Skye miró fijamente a Lucas, asombrada. Lucas le sostuvo la mirada. Me pregunté si

ella gritaría, o le haría preguntas, o simplemente correría fuera de la escuela como

alma que lleva el diablo.

En cambio, se echó a reír.

Cuando Lucas, perplejo, retrocedía, ella dijo con la voz entrecortada: ―¡Casi me lo

creo!‖

―Skye…‖

―Está bien, lo entiendo.‖ Su risa casi ocultó sus palabras. ―No estábamos poniendo

demasiado profundos para gente que necesita pensar en cálculo. Gracias por hacerme

reír. Lo necesitaba.‖

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Lucas luchó por las palabras, luego, se rindió. ―En cualquier momento.‖

―Anda, vamos a clase.‖ Skye se dirigió hacia la puerta. Lucas miró hacia atrás, y yo

brillé un poco a la luz, para que él supiera que estaba cerca. Su sonrisa tímida fue la

mejor bienvenida a casa que yo podría haber tenido.

Por supuesto que quería decirle a Lucas lo de la señora Bethany, pero eso podía

esperar. La dedicación de Lucas a sus estudios este semestre tal vez era, sobre todo,

una manera de distraerse a sí mismo del dolor, y precisamente esa era una buena razón

para respetarla. Supuse que no estaría de más esperar cuarenta y cinco minutos.

No todo el mundo podría ser tan disciplinado sobre esperar al momento adecuado

para hablar, sin embargo. Cuando ya me acomodé en la habitación de archivos de

arriba, sola y dispuesta a pasar un poco más de tiempo de calidad con mi pulsera,

alguien decidió hacerme una visita.

―Vaya, vaya, pero si es la mismísima reina de los muertos,‖ dijo Maxi. Me senté,

sorprendida, ella se había materializado a través de la habitación, y yo había estado tan

absorta en mis pensamientos que no me había dado cuenta. Ella estaba de vuelta en su

camisón fluido, como yo estaba de vuelta en mi pijama habitual. ―Dime, ¿qué se siente

al ser tan especial que las normas no se aplican a ti?‖

―Es horroroso,‖ le dije. ―Significa que incluso a las personas que pensabas que eran tus

amigos no les gustas.‖

Maxie vaciló. Ella agachó la cabeza, por lo que su cabello corto cayó en sus ojos, algo

que bloqueó nuestra vista. ―Me gustas,‖ dijo en voz baja.

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―A veces no actúas como si fuese así.‖

―Tenemos que tomar decisiones,‖ dijo. Por primera vez desde que la había conocido,

ella sonaba más como un adulto que un niño petulante. ―Tenemos que reconocer que

estamos muertos.‖

―Yo lo entiendo. Confía en mí.‖

―Los vampiros son nuestros enemigos.‖

―Tal vez eso es cierto la mayoría de las veces,‖ admití, pensando en la señora Bethany,

―pero no es cierto para Lucas. O Balthazar, o Patrice, o Ranulf.

¿Por qué sigues tratando de crear estas categorías de blanco y negro? ¿Por qué no miras

cómo es cada uno en lugar de qué es?‖

―Porque ayuda,‖ susurró. ―Cuando no estás vivo, pero no has muerto totalmente, se

siente como que todo es de color gris. Quieres blanco. Quieres negro.‖

―Lo sé‖. Y lo sabía.

En ese momento, se abrió la puerta, y Vic y Ranulf entraron. Tenían la pausa del

almuerzo ahora. ―Espera, espera,‖ Vic estaba diciendo. ―¿Me estás diciendo que has

logrado que Cristina Del Valle te acompañe al baile de otoño? ¿Cómo lo has logrado?

Ella es la tía más buena de toda la escuela…‖

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―En lo que a doncellas atractivas se refiere, soy todo un experto,‖ dijo Ranulf. Luego,

ambos se callaron al verme a mí, y entonces me di cuenta de que Maxi no se había

hecho invisible a tiempo y ahora parecía estar demasiado asustada para hacerlo, o

cualquier otra cosa, excepto estar boquiabierta ante ellos.

Rápidamente, dije, ―Maxie, obviamente ya conoces a Vic, pero ¿conoces a Ranulf?‖

―Aún más espectros,‖ dijo Ranulf. Había estado inquieto por socializar conmigo al

principio, después de mi muerte, pero sólo le llevó un momento acostumbrarse.

―Bienvenida. ¿Vas a venir a menudo por aquí? En tal caso, por favor, no hieles

demasiado los asientos. Bianca acostumbra a dejarlos demasiado fríos para que luego

nos sentemos los demás.‖

―¡Hey!‖ Protesté, pero Ranulf de repente parecía muy interesado en los carteles de

Elvis.

Vic no dejaba de mirar a Maxie. Ella había interactuado con él durante toda su vida,

pero siempre invisible, esa tenía que ser la primera vez que en realidad él la había visto

de verdad. ―Wow,‖ dijo. ―eh… wow. Hola.‖

―Hola,‖ musitó Maxi.

Yo sabía que era la primera palabra que había hablado alguna vez con él. Había

cruzado la línea, esa que ella no quería cruzar y me gustó. ¿Estaba empezando a

pensar por sí misma? ¿A entender que las líneas entre vampiros, fantasmas, y humanos

eran tan borrosas como las que habían entre la vida y la muerte?

―¿Te... apetece quedarte un rato por aquí?‖ Vic miró alrededor de la habitación

salvajemente, sin duda buscando con qué entretenerla. ―Podemos sentarnos a charlar

un rato... O, bueno, también tengo algo de música…‖

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―Debería irme,‖ dijo Maxi. Pero antes de que pudiera sentirme decepcionada, añadió

rápidamente: ―Ya volveré en otra ocasión.‖

Vic sonrió de oreja a oreja. ―Genial. Quiero decir, eso es… Eso sería genial.‖

Maxi desapareció, pero yo todavía podía sentirla. Ella estaba yendo a la deriva fuera

de la habitación muy despacio, como si fuera más reacia a irse de lo que dejaba

entreveer. Cuando finalmente atravesó el techo, Vic se volvió hacia mí y dijo: ―¡Ha

sido increíble!‖

―¿Fue tan genial? ¿Finalmente la reunión?‖ sonreí hacia él. Tenía la boca abierta,

mitad sonrisa y mitad asombro.

―Supongo que... nunca me había dado cuenta. . . Quiero decir, yo sabía que ella era

una mujer y todo eso, pero nunca se me había ocurrido que mi fantasma fuera una

chica.‖

Ranulf dijo: ―Vic todavía no domina el arte de la interacción con el sexo femenino.‖

―¿Me enseñarás tus trucos, amigo?‖ Dijo Vic.

―Sólo es cuestión de observar durante unos cuantos siglos.‖

―Genial.‖ Vic suspiró, tirando su mochila.

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―Vuelvo en un momento, ¿vale?‖ Me quité mi pulsera, me desmaterialicé, y me elevé

hasta el tejado. Como ya había sospechado, me encontré con Maxie en lo alto del

cielo. Podíamos vernos entre nosotras, más o menos… éramos contornos brumosos de

nosotras mismas que serían invisibles desde el suelo.

―¡Hablé con Vic!‖ dijo. Su sonrisa era parte de la luz del sol por la tarde. ―¡Hablé con

él, y él me respondió!‖

―¿Ves lo divertido que es cruzar las líneas?‖

―No es nada malo,‖ dijo ella, con más firmeza. ―Tú sabes cuánto mejor es allí que

aquí. Pero mientras sigamos en parte aquí…‖

―Creo que debemos pasar nuestras vidas tras la muerte cerca de la gente que amamos.‖

Empecé a elevarme más alto, sobre todo por curiosidad para ver qué tan alto

podríamos ir. ―Nada más tiene sentido.‖

―Pero yo no conocía a Vic antes. No cuando estaba viva,‖ protestó Maxie.

―Si me preguntas, no importa cuándo empiezas a amar a alguien. Sólo que los amas.‖

El mero hecho de decir la palabra amor me recordó a Lucas y la noticia que quería

compartir con él tanto que quemaba dentro de mí. Pero aún debía aguardar media

hora. Así que me empujé a mí misma más alto; Maxie me siguió.

―¿Qué tan alto podemos llegar?‖ Le pregunté.

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―Ah, loco de alto. Por encima de la troposfera. Si quieres, incluso puedes ver las

estrellas durante el día.‖

―¿De verdad?‖ Podría seguir observando las estrellas en ese mismo momento; en

cualquier momento, de hecho. Yo no tendría un telescopio, por supuesto, pero sin

embargo, la panorámica merecería la pena. Sería como una fotografía del Hubble.

―Vamos, ¿de acuerdo?‖

Maxi se echó a reír, y yo sabía que eso era lo que ella había querido desde el principio.

No que yo tomara partido, sino tener una compañera en ese mundo intermedio. ―Vale,

vamos.‖

Nos elevamos, cada vez más lejos, hasta que la Academia Medianoche era sólo una

mancha en el suelo, oculta por las nubes. La luz del sol por encima era más que

intensa. Resultaba cegadora.

Entonces apareció en la distancia un enorme bulto plateado, que se acercaba más

rápido de lo que podía imaginar. ―¿Qué diablos es eso?‖

―¡Espera!‖ Gritó Maxie.

¿Eso es… es un avión?

Un avión comercial se movió rápidamente directamente hacia nosotras, hasta que

pude ver el contorno del mismo, las ventanas del frente, los pilotos en el interior, y

luego, zas, Maxi y yo nos vimos arrastradas directamente al centro del avión,

atravesando la cabina delantera, el largo pasillo, decenas de pasajeros, el pequeño

carro de las bebidas, la cola del avión… y luego este desapareció. Lo habíamos

traspasado por completo.

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Maxi y yo permanecimos allí suspendidas, aturdidas, por unos instantes. Finalmente

dijo: ―¿Crees que alguien en el avión nos ha visto?‖

―Íbamos demasiado rápido,‖ le dije. ―Pero tal vez tuvieron algunas turbulencias.‖

Ella se echó a reír, y yo también lo hice.

Aunque Maxie deseaba seguir creando "bolsas de aire" para el tráfico aéreo de Boston,

me separé de ella cuando supuse que la clase de Lucas ya había terminado.

Prometimos ir pronto a observar las estrellas, y aunque esa posibilidad me encantaba,

cuanto más me acercaba a la Tierra, más apremiantes me parecieron mis

preocupaciones.

Me encontré con Lucas afuera en el cenador, esperándome como de costumbre. Su

mochila había sido arrojada al suelo, y él estaba descansando los antebrazos en sus

rodillas, su cabeza caída. ―Te ves cansado,‖ dije en voz baja, convirtiéndome en una

niebla suave cerca de él.

―Estoy cansado.‖

―¿Qué? ¿Despierto hasta tarde preocupado por mí?‖

―Estuve despierto hasta tarde, y preocupado,‖ confirmó. "Pero sé que puedes cuidar de

tí misma, así que también estuve estudiando. Y escuchando música. Y navegando por

Internet. Y haciendo cualquier otra cosa que se me ocurrió para evitar ir a dormir.‖

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No tuve que preguntar por qué.

―Charity.‖

Lucas no respondió, pero tragó saliva, haciendo que su manzana de Adán oscilara de

arriba abajo en su garganta. Rocé suavemente su mejilla, con la esperanza de que

pudiese sentir el toque fresco. ―¿Está empeorando?‖

―¿Más? No. Ella comenzó haciendo mis sueños tan espeluznantes como podrían ser, y

desde entonces… bueno, hay que admitir que la chica es constante. Todas las noches

son horribles. Todas y cada una de ellas.‖ Lucas se puso de pie abruptamente. Apoyó

sus manos en contra el hierro fundido del cenador, todos los músculos de su espalda

tan tensos que yo podía divisarlos a través del suéter de su uniforme.

―A veces es Erich de nuevo, amenazándome con torturarte con estacas empapadas en

agua bendita. A veces, otros vampiros beben tu sangre, y por alguna razón eso te mata

en lugar de convertirte en uno de ellos. A veces mi madre corta tu cabeza. O esos tipos

borrachos, ¿recuerdas, nuestra primera cita? En mis sueños, no están tratando de

cuidar de ti. Están tratando de quemarte. Todos los sueños son acerca de perderte, una

y otra vez.‖

El dolor intenso que reflejaba su voz hizo que deseara arriesgarme a convertirme en

corpórea. Así yo podría poner mis brazos alrededor de él.

―Charity sólo te convirtió para llevarte lejos de mí‖ dije. ―Es mi culpa.‖

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―No es tu culpa,‖ dijo Lucas. Me hubiera gustado estar tan segura como él sonaba.

―Pero sí, a Charity le gusta la idea de que te pierda para siempre. Lo suficiente para

desarrollarla en repetición infinita en mi cabeza.‖

―Por favor, déjame volver. Si yo estuviera en tus sueños, sé que podría llegar a ti.‖

Lucas negó con la cabeza. ―De ningún modo. Cualquier cosa que ella te hiciese allí

podría hacerte daño en realidad. Eso es un riesgo que no estoy dispuesto a correr.‖

¿Incluso si la única alternativa era su dolor permanente? Yo lo odiaba, pero por ahora,

no teníamos otra opción mejor.

Él dijo: ―Bianca, hace tiempo que quería preguntarte un cosa. ¿Qué sucede después de

Medianoche?‖

―¿Qué quieres decir?‖

―No puedo quedarme en esta escuela para siempre,‖ dijo Lucas. ―Quiero decir, creo

que técnicamente podría, pero yo realmente no me veo repitiendo literatura inglesa

cada dos trimestres durante los próximos siglos. Y no puedes querer pasar el resto de la

eternidad oculta en los rincones. Esperándome.‖

No había pensado en ese futuro, no me lo había permitido. Ahora que había entendido

mis propios poderes, los muchos lugares a los que podía ir y las cosas que podía hacer,

ya no temía a la eternidad que se extendía ante mí. Pero era diferente para Lucas.

Le dije: ―Los vampiros por lo general comienzan a vagar..., supongo. Tomando

ventaja de su inmortalidad para explorar el mundo. Una vez que tienes unas décadas

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de experiencia, al parecer no es tan duro empezar a ganar dinero. Y después de hacerte

rico, bueno, puedes hacer casi lo que quieras.‖

La cara de Lucas pareció dolida por las palabras ―unas pocas décadas‖. Él dijo: ―Yo

no necesito hacerme rico. No necesito hacer lo que quiero. Porque ahora mismo, no

estoy seguro de si sabría utilizar ese poder también.‖

―Tienes que dejar de estar asustado de ti mismo. De aquello en lo que te has

convertido.‖

―Yo sé muy bien en lo que me he convertido,‖ dijo. ―Por eso sé que necesito tener

miedo.‖

El miedo se apoderó de mí cuando me di cuenta de que lo siguiente que iba a decir era

algo del tipo: ―Deberías ser libre". Él todavía pensaba que era una carga para mí,

cuando él era cualquier cosa excepto eso. ―En lo que tú te has convertido es en mi

ancla,‖ dije. ―La persona que me conecta a este mundo.‖

Él no podía creerme plenamente. ―¿En serio?‖

―Siempre.‖

Lucas suspiró con fuerza. ―Ojalá pudiese creer que yo podría darte algo que valiese la

pena tener.‖

―Lo haces todos los días. Cada segundo. No me cabe duda de eso.‖

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―De acuerdo‖ dijo, pero yo sabía que no estaba completamente convencido.

Era hora de enfocar su atención en los problemas reales. ―Escucha‖ dije. ―Quiero

hablar contigo acerca de la señora Bethany.‖ Se giró, para que yo pudiera ver su rostro.

―¿Tenemos que pasar por esto otra vez?‖

―Esto es nuevo.‖

Tan pronto como pude, le dije quien era Christopher, y lo que él me había revelado

sobre su pasado. Cuando dije que había sido de la Cruz Negra, los ojos de Lucas se

abrieron, pero no dijo nada. Una vez que terminé, dije: ―Ella no está siendo simpática

porque de repente se volvió buena. Lo único que pasa es que odia a la Cruz Negra

tanto como tú.‖

―¿Por qué tienen que ser dos cosas separadas?‖ Me quedé mirando a Lucas, ofendida.

Él parecía más frustrado que antes. ―Bianca, ¿estar enojado con la Cruz Negra significa

que pierdes el poder de pensar racionalmente para siempre? ¿O de preocuparte por

otras personas? Si es así, estoy jodido.‖

―Eso no es lo que estoy diciendo.‖

―¿No lo es?‖ Lucas pateó la voluta de hierro más cercana a sus pies, haciendo que la

hiedra crujiera. ―¿Por qué la odias tanto?‖

―Es una asesina.‖ No sabía que podía hablar tan fuerte, ni con un tono tan agudo,

aunque mi consistencia apenas era vapor. ―Ella asesinó a Eduardo, ¿recuerdas? ¿Y a

cuántos otros miembros de tu célula?‖

―¿La célula de la Cruz Negra que invadió este lugar para tratar de matarla? Y

Eduardo…‖ Sus manos se agarraron tan fuertemente alrededor de la barandilla del

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cenador que creí que le dolería. Lucas no había sentido mucho aprecio por su

padrastro, pero a él preocupaba que su madre estuviera sola, incluso ahora. ―Eso pasó

cuando ella llegó a la célula de Nueva York para tratar de rescatarte. ¿O lo has

olvidado?‖

―¡Ella quería vengarse por el ataque a la escuela! Eso es lo que era, ¡venganza! ¿Y te

has olvidado de las trampas que ella fijó para los espectros?‖

―¡Tú misma querías las trampas antes de convertirte en uno!‖ Lucas se dio cuenta de

que empezábamos a gritar y respiró hondo, calmándose. Yo no podía respirar

exactamente en este estado, pero traté de estar más calmada. Las pocas peleas que

Lucas y yo habíamos tenido siempre eran hirientes, y además, no quería que nadie

empezase a mirarnos. Más tranquilamente, dijo, ―La gente puede hacer las cosas por

más de una razón.‖

―Si se trata de la señora Bethany, no es una buena razón.‖

―¿Por qué crees eso? En serio, Bianca, ¿tienes una razón para desconfiar de ella,

además del hecho de que ella es una exigente en el aula?‖ Eso me cogió desprevenida.

―La gente que ella ha matado…‖

―Yo he matado a un montón de vampiros,‖ dijo Lucas. ―Ahora veo que eran personas

también. ¿Confías en mí?‖

―Por supuesto. Siempre.‖ Mi mente iba a toda velocidad. ¿Cuándo había empezado a

temer a la señora Bethany? ¿Era nada más que una animadversión juvenil hacia un

profesor estricto? Yo no podía creer eso, pero no podía dar ninguna razón mejor que

esa: ―Llámalo instinto, Lucas. No confío en ella.‖

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―No podemos descartarla solo por instinto. No cuando ella me ofrece…‖

―¿Qué es lo que te ofrece? ¿Además de vagas promesas?‖

―Un lugar para vivir,‖ dijo. ―El derecho a entender las cosas. Y tal vez el fin de esta

voracidad.‖

Lucas miró a través del terreno, donde un grupo de estudiantes estaban descansando.

Seres humanos. Me di cuenta. Incluso ahora, mientras estábamos en el corazón de un

debate apasionado, él podía oler su sangre y anhelar su primer asesinato.

―Oh, Lucas.‖ Me atreví a añadir un poco más sustancia a mí misma. Lo suficiente

como para tocar su mano. Cerró los ojos con fuerza cuando lo hice. ―¿Crees que

podría ser real?‖

Dio un paso atrás de la barandilla, con renovada energía. Su mandíbula estaba

apretada cuando me miró; de alguna manera, siempre conseguía encontrar mi mirada.

―Estoy a punto de descubrirlo.‖

―¡Lucas, espera!‖ Pero ya era demasiado tarde. Corrió desde el cenador, dos pasos a la

vez, dirigiéndose directamente a la cochera.

Lucas iba caminando directo a la guarida de la señora Bethany, y yo sabía en ese

momento, que si ella le hacia la promesa correcta, yo podría estar en peligro de

perderlo para siempre.

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CAPÍTULO 17

Traducido por Glad

Corregido por Sidonie

SEGUÍ A LUCAS HASTA EL GARAJE DE LA CASA DE LA SRA. BETHANY.

A pesar de que pude haberle llamado de nuevo, para tratar de impedir que hiciera eso,

no lo hice.

Necesitamos saber, me dije. Si ella en realidad puede ayudarle, entonces debo dejarle

hacerlo.

¿Me estaba yo resistiendo sólo porque estaba celosa de que la Sra. Bethany podía darle

algo…algo precioso que yo no podía? Qué penoso. Qué bajo. No era extraño que

Lucas sintiera que podía confiar en ella, si yo era tan débil en contraste.

Escucharía, y observaría. Tal vez oiría que Lucas se podía librar de la sed de sangre. Si

era así, entonces me prometería a mí misma que nunca diría una mala palabra más de

la Sra. Bethany otra vez.

Mientras Lucas llamaba a la puerta, cautelosamente me acomodé en mi lugar habitual

en el alféizar de su ventana, aliviada de no sentir trampas cercanas. Pero entonces me

sorprendí. Alguien ya esta sentado frente a su escritorio: Samuel, sin duda estaba

siendo reprendido por la pelea anterior. Probablemente Lucas no tendría ocasión de

mantener una seria conversación con la Sra. Bethany acerca de nada. No podía decidir

si estaba feliz o no, por eso.

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Pero cuando la Sra. Bethany abrió la puerta y vio a Lucas, ella dijo, ―Qué oportuno

momento, Sr. Ross. Por favor, entre usted.‖ Lucas pareció tan contento de ver a

Samuel como éste de verlo a él. ―¿Esto es por nuestro altercado anterior?‖

―No exactamente.‖ La Señora Bethany gesticuló hacia una silla en la esquina de la

habitación. ―Sólo estaba teniendo una charla con el Sr. Younger acerca de sus muchas

dificultades disciplinarias, durante este año. Existe otro asunto…que yo había

planificado hablar con usted más tarde, Sr. Ross…pero tras considerarlo, éste parece

tan buen momento como cualquier otro.‖

El Sr. Younger también conocido como Samuel, se irguió, obviamente ofendido.

―¿Desde cuándo esta escoria de la Cruz Negra tiene que ver con el funcionamiento de

este lugar?‖

―Yo soy la autoridad aquí.‖ La Señora Bethany caminó hacia su escritorio, con su

larga falda de color malva girando a su alrededor.

Cuando ella puso una mano sobre su escritorio, reparé de nuevo en la imagen

enmarcada que ella siempre mantenía cerca. Christopher: Ella aún miraba su cara

todos los días. Manteniéndole cerca. Eso me hizo sentir triste, y por unos momentos

sentí que tal vez la había juzgado mal desde el principio. Ella continuó, ―Como la

autoridad en esta escuela, me he dado cuenta de que han sido reprendidos por sus

instructores de múltiples ofensas que van desde hablar en la clase hasta la

intimidación.‖

Samuel quien lucía como un líder común-mediocre e idiota, para mí, cambio su

expresión y se endureció, y por primera vez pude ver al antiguo monstruo dentro del

niño. ―Esta realmente no es una escuela, ¿o ya se le olvidó? No necesito estudiar

álgebra. Necesito aprender la manera de pasar como un humano. Todo lo demás es un

desperdicio de mi tiempo.‖

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―Acosar a los estudiantes humanos al parecer, para usted, ¿es un mejor uso de su

tiempo?‖ La Señora Bethany arqueó una ceja elegantemente.

―¿Por qué están aquí?‖ Samuel replicó. ―Si no los trajo aquí para que sean servidos en

nuestra mesa como postre, no veo el punto.‖

Ella sonrió, solo un poco, sus ojos se movieron rápidamente hacia Lucas como dardos,

quien lucía tan confundido como yo. ―Usted no ve muchas cosas, Sr. Younger.‖

―He tenido suficiente de esto.‖ Samuel se levantó en ademán de irse, sin embargo la

mirada desdeñosa de la Sra. Bethany lo inmovilizó en el lugar.

Ella juntó sus manos sobre su escritorio y habló lentamente y con cuidado. ―Pedí que

los estudiantes humanos asistieran a esta escuela porque son necesarios para cumplir

con un…proyecto personal. El cual también le interesa al Sr. Ross.‖ La Señora

Bethany miró directamente a Lucas mientras ella decía, ―la eliminación de la sed de

sangre de nuestra especie.‖

Samuel bufó. ―A mí déjeme fuera de esto. No quiero ser libre de la sed de sangre. Me

gusta la sed de sangre. Es lo mejor de ser lo que somos.‖

―Tu disfrutas en demasía ser un vampiro, creo,‖ ella dijo. ―Has olvidado la

alternativa.‖

―¿Y qué si lo he hecho? Hasta donde yo recuerdo, ser de la clase humana apestaba. Era

débil, tenía que comer verduras, además de tener que ir al baño, repetidas veces, varias

veces al día. Qué desperdicio de tiempo.‖

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La Señora Bethany ladeó su cabeza, mientras sacaba algo de una de los cajones de su

escritorio: un pequeño envase de metal. Una trampa. Y sin embargo, yo no sentí nada

hacia ella. ―Ya veremos.‖

―¿Qué?‖ Samuel dijo. Pero ella ya no le prestaba más atención. Dirigiéndose a Lucas,

ella dijo, ―¿Sabes lo que es esto?‖

―Una Trampa,‖ dijo Lucas contestado. Su mirada estaba fija en la caja. ―Para un

espectro.‖

Me di cuenta de que el hielo recubría el envase de metal, lo que significaba que un

espectro estaba atrapado dentro. Por eso no tenía poder sobre mí; la trampa estaba

llena.

―Muy bien, Sr. Ross.‖ Ella se levantó poniéndose de pie. ―Ahora, observe.‖

La Señora Bethany susurró algo en latín mientras abría la trampa. El espectro que

contenía salió de repente como un relámpago que golpeó de lleno en el pecho de

Samuel. Él se desplomo sobre el suelo, temblando violentamente; el fantasma parecía

como si estuviera rodeándole, aferrándose a él, como un vapor que se contorsionaba

pasando por cada extremidad, él se cubría la cara, intentando escapar pero era incapaz

de moverse.

―¿Qué diablos?‖ Lucas se puso de pie, obviamente intentando encontrar una manera

de ayudar a Samuel, si eso fuera posible. Pero la Sra. Bethany negó con la cabeza.

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Fascinada, miré como la Sra. Bethany sacó un largo cuchillo con una hoja negra;

obsidiana, me percaté. A pesar de las barreras que significaban las paredes de la casa,

la obsidiana parecía empujarme hacia atrás.

Entonces ella apuñaló hacia abajo a través del fantasma, hacia Samuel. La sangre

plateada se mezcló con la roja, y los dos gritaron.

El fantasma repentinamente se hundió dentro de Samuel, claramente estaba siendo

absorbido por él. Samuel tembló un momento más, para luego respirar profundamente.

Luego una vez más. Él se empujó hacia arriba sobre sus codos, mirando fijamente la

herida que rezumaba sobre su brazo. La sangre pulsaba… Pulsaba… Él tiene pulso, me

percaté. Le late el corazón.

Samuel miró fijamente a la Sra. Bethany. Mudo por el shock. Sus ojos eran salvajes y

vacíos. Ella se enderezó. Echando hacia atrás sus hombros y sonriendo tan

brillantemente que por un momento lucia más joven. Bella. Terrible. Lucas retrocedió

un paso titubeantemente, luego se sentó pesadamente en la silla, como si sólo tuviera

la alternativa de caer.

―Funciona,‖ ella susurró.

―Yo soy…‖ Samuel se mantenía palpándose, como si eso hiciera que todo tuviera más

sentido. ―Oh, Dios mío, soy humano.‖

La Señora Bethany comenzó a reír. ―Estás vivo‖.

Mi mente estaba en blanco, como si no tuviera pensamientos, sólo luz blanca y

estática. Lo que acababa de ver era imposible, y aún así, lo había visto.

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―Haga que se detenga. Haga que se detenga.‖ Samuel arañó el suéter de su uniforme,

como si estuviera tratando de rasgar su propio pecho para arrancarse el corazón

palpitante.

Lucas tuvo que abrir y cerrar su boca un par de veces antes de poder decir, ―¿Qué...

qué hizo usted?‖

―El fantasma y el vampiro representan dos mitades de la muerte, Sr. Ross.‖ Su voz era

más nítida y profesional, pero la luz arrebatada en sus ojos no se había desvanecido.

Ella dio un paso más cerca a Samuel, quien ya en este punto estaba retorciéndose en el

suelo, su vivo cuerpo aparentemente le atormentaba. ―Y sin embargo, también

representan dos mitades de la vida. La carne. Y el espíritu. Únalos nuevamente. Y el

resultado es… la resurrección.‖

―Nunca escuché acerca de nada como eso,‖ dijo Lucas. ―En la Cruz Negra nunca nos

dijeron esto.‖

―Y sin embargo, están entre los pocos que alguna vez lo han sabido. Fue entre uno de

los documentos de la Cruz Negra que robé, que descubrí esto.‖ La Señora Bethany se

inclinó hacia Samuel. El desasosiego de él no hizo nada para disminuir el deleite de

ella. ―¿Por qué no compartir el conocimiento? Cualquiera pensaría que esto sería cosa

de los vampiros… pero no. La Cruz Negra no sólo quiere la seguridad para los

humanos. También quieren venganza. ¿Y qué venganza podrían obtener si permitieran

que los vampiros vivieran?‖

―Haga que se detenga,‖ Samuel repitió. Su voz era chillona ahora, lo cual la hizo casi

irreconocible. Fue como si volver a la vida lo hubiera conducido a la locura.

Lucas dio un paso hacia Samuel, pero él no sabía cómo ayudarle más de lo que sabía

yo. Él dijo, ―Esto no puede ser real.‖

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―¡Tómele el pulso!‖ La Señora Bethany agarró la muñeca de Samuel; él lloriqueó pero

no se resistió. Entonces ella le soltó, visiblemente estabilizándose a sí misma.

―Perdóname. He conocido la teoría por casi cuatro años, pero ésta es mi primera

prueba exitosa.‖

Entonces Lucas alzó su cabeza, el conocimiento nacía. ―Bianca,‖ dijo él, y por un

momento pensé que él estaba hablándome. Pero él continuó, ―Bianca fue creada

cuando sus padres hicieron un trato con un fantasma…‖

―Otra forma de combinar un fantasma y un vampiro para crear vida,‖ dijo la Señora

Bethany. ―Sin embargo allí, el resultado es la creación de una tercera parte, un ser

independiente. Aquí, tomamos la energía de un fantasma y la unimos con el cuerpo de

un vampiro. Idealmente, la conciencia del fantasma es borrada, dejando la energía

suficiente para resucitar al vampiro como la persona que él o ella alguna vez fue.‖

¿La conciencia del fantasma había sido borrada? Cuando eres un fantasma, lo único

que eres es conciencia. La Señora Bethany no sólo atrapaba fantasmas. Ella tenía la

intención de matarlos, un sacrificio para que los vampiros pudieran vivir otra vez.

Y Lucas aún no se había alejado.

Él está en shock, me dije a mí misma, y supe que era cierto; yo misma estaba en estado

de shock. Pero también sabía cuan profundamente Lucas odiaba ser un vampiro. Si él

tuviera una posibilidad de vivir de nuevo, de volver a ser plenamente humano, ¿qué

estaría dispuesto a hacer para que eso ocurra?

Lucas se concentró nuevamente en Samuel, quien había comenzado a aporrear su

cabeza contra del suelo. Eso podría haber parecido gracioso, pero la forma dislocada, y

espasmódica con la que él se movía era demasiado inquietante para eso. ―¿Qué le esta

pasando?‖

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La Señora Bethany suspiró. ―Como me temía, usar un espíritu inestable dará como

resultado un humano inestable. Éste era un fantasma, que yo creía que era un

espécimen superior, mucho más convincente que la mayor parte de los fantasmas que

he logrado atrapar hasta ahora; y sin embargo, obviamente, no es lo suficientemente

estable.‖

―Por favor…‖ Samuel susurró. Él había empezado a llorar, y me percaté que en sus

puños había hebras de su propio pelo. Él se las había arrancado de su propio cuero

cabelludo. Vi que la locura del fantasma se había convertido en parte de él ahora, tanto

como su sangre o sus huesos. La Señora Bethany le había devuelto a la vida, pero

también lo había destrozado.

―Usted sólo…‖ Lucas la recorrió con la mirada. ―… hizo esto como un experimento.‖

―No deseaba intentarlo primero en mí,‖ la Señora Bethany dijo, ―y el Sr. Younger

tenía problemas de conducta serios. Tengo mejores usos para mi tiempo que ser la

anfitriona de detención.‖

Lucas frunció el ceño de una manera que pude reconocer como una señal de su ira en

aumento. Por mucho que Samuel le había hecho sufrir, él obviamente nunca habría

deseado esto para él. ―Al parecer usted pudo haber advertido al chico.‖

―Pensé que había una oportunidad razonable para que él quisiera recuperar su vida y

salud,‖ dijo la Señora Bethany. Ella abrió la puerta principal, y Samuel se puso en pie,

titubeante, luego salió corriendo hacia ella. Sus pasos eran inestables, y no se dirigió

hacia la escuela; en lugar de eso, se dirigía hacia el bosque. De alguna manera sabía

que nunca le volveríamos a ver. La Señora Bethany vino directamente hacia mi

ventana. Acercándose tan cerca que tuve que encogerme dentro de las ramas del

arbusto más próximo para después observarla alejarse. ―¿Quién sabe? En una década o

poco más, él puede ganar un poco de estabilidad.‖

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―¿No deberíamos de ir tras del muchacho?‖ Lucas exigió. ―Y si eso es lo mejor que

usted puede manejar, no debió de haber probado en él en primer lugar.‖

―¿Enojado Sr. Ross?‖ La Señora Bethany parecía más divertida que cualquier otra

cosa. ―¿Por qué? Aunque no tengo ninguna razón para dudar de sus buenas

intenciones, no puedo imaginar que su enojo sea sólo por lo que el Sr. Younger

representa.‖

―¡Usted simplemente acaba de… destruirlo! ¡Sólo para probar su teoría!‖

Mientras más enojado estaba él, más brillante era la sonrisa de la Sra. Bethany. ―Usted

está molesto porque no surtió efecto, no de una manera, que usted mismo quiera

experimentar. Y porque usted cree que no tengo la respuesta que le prometí.‖

―No es eso…‖

―¿No lo es?‖ Ella puso sus manos en sus hombros. Ahora estaban cara a cara, tan

cerca. ―Podemos resucitar de entre los muertos. Lo he probado. Podemos atrapar a los

fantasmas. También lo he demostrado. Ahora es sólo cuestión de encontrar fantasmas

adecuados, que sean especialmente fuertes, y especialmente estables. Que estén

conectados con el mundo de una manera significativa. Si sólo pidiéramos encontrar a

esos fantasmas, y atraparles, usted y yo volveríamos a vivir de nuevo.‖

La cara de Lucas era una máscara de furia, y sin embargo esas últimas palabras,

resonaron nuevamente, he hicieron que cerrara sus ojos con fuerza.

La voz de ella se hizo más baja, más suave, más dulce. ―Sé cómo mira usted a los

estudiantes humanos. Conozco su hambre… es algo que compartimos. Cambié mi

vida humana por la de un vampiro en aras del amor, y la venganza, y dos siglos más

tarde permanezco atrapada en la prisión de mi cadáver. Es duro, ¿verdad? ¿Llevar

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consigo mismo tu propio cadáver? ¿Sabiéndose a sí mismo como un monstruo y

odiando cada deseo que siente? Pero ya es suficiente, Lucas. Casi somos libres.‖

Él abrió sus ojos. Y se miraron profundamente el uno al otro por un largo segundo,

entonces pensé que, en su desesperación, lo había perdido. Esta vez de verdad.

―Únase a mí,‖ dijo ella, ―y podrá volver a vivir.‖

Lucas alejó las manos de ella de sus hombros. ―No.‖

La Señora Bethany dio un paso atrás, con una mano en su garganta. ―Sr. Ross…‖

―Usted ha echado a perder a ese chico como si no fuera nada,‖ dijo Lucas. ―Usted le

maltrató, y no le importa ni un poco. Usted destruirá a los fantasmas como si ellos no

fueran nada, incluso… incluso los demás seres vivos, tampoco le importan. No puedo

hacer esto, jamás, ni si quiera para… usted ya lo sabe, no me importa con qué tipo de

magia usted trabaje. Incluso si usted lo logra, aún si usted logra adquirir el latido de un

corazón, aún estará muerta por dentro.‖

Silencio.

Se quedaron allí, en frente uno del otro como si fueran desconocidos. La Señora

Bethany parecía… triste. Aplastada. Cuando finalmente dijo en voz baja, ―Había

esperado que usted fuera una parte de esto.‖

―Yo tenía grandes esperanzas,‖ dijo Lucas. ―Pero nunca sería parte de esto.‖ Él corrió

hacia la puerta y salió a los jardines.

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¿Cómo pude haber dudado de él, siquiera por un segundo? Lucas había estado

conmigo. Había guardado mi secreto. Se había enfrentado a la última tentación, y se

había marchado sin duda alguna. En medio de mi asombro y mi horror, también tenía

una profunda alegría, poderosa. Le seguí, y elevé una brisa por encima del suelo,

sacudiendo las hojas rojas y doradas de los árboles para que pudieran dispersarse

detrás de mí.

Lucas entró corriendo al bosque, y al principio pensé que había ido a buscar a Samuel,

aunque aún no sabía cómo podríamos ayudarle. En lugar de eso, tan pronto como los

árboles le ocultaron de la escuela —en medio del pequeño claro que reconocí como el

lugar donde nos habíamos conocido por primera vez— él se desplomó en el suelo,

sobre sus manos y sus rodillas. Tenía su respiración entrecortada, y me di cuenta de

que él estaba al borde del llanto.

Tomé forma lentamente, dándole tiempo para decirme que me fuera, si quería estar

solo. Metió su mano temblorosa en su bolsillo, sujeto mi broche, y me lo entregó. Tan

pronto como sentí el impulso, mi cuerpo se solidificó completamente, y Lucas me

estrechó contra él con todas sus fuerzas.

―Hay una salida,‖ él jadeo. ―Hay una salida, y nunca podré tomarla.‖

Le sujeté más fuertemente. ¿Por qué no me di cuenta de que esto sería peor para él? Le

habían prometido una liberación de una existencia que él consideraba peor que la

cárcel, y era verdad; cada una de las promesas de la Sra. Bethany era cierta. Era la

puerta de salida, pero él nunca caminaría a través de ella.

Entonces consideré eso. Una pequeña sensación de miedo se agitó dentro de mí, pero

no dejé que me invadiera.

Sujeté a Lucas mientras él enterrara su cara en la curva de mi hombro, todo su cuerpo

temblaba por la emoción contenida. Hasta que estuviera segura, no podría hablar.

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Finalmente dije, ―Podríamos hacerlo.‖

Lucas se desplazó hacia atrás, lo suficiente como para ver mi rostro. ―¿Hacer qué?‖

―El ritual. Lo que la Sra. Bethany hizo.‖ Me estabilicé a mí misma. ―Yo podría

resucitarte.‖

―No. Estarías renunciando a lo que te queda de vida o a la existencia que tienes, y

después tú, te irías para siempre.‖

―Te ofreciste a hacer lo mismo por mí,‖ le dije. ―¿Recuerdas?‖

―Y fuiste lo suficientemente valiente como para morir en mi lugar.‖ Lucas pasó sus

pulgares a través de mis mejillas y acunó mi cara en sus manos. ―No voy a darte nada

menos.‖

Lo abracé otra vez, y él se hundió sobre mí como si estuviera exhausto. La Señora

Bethany nunca tendría poder sobre de él de nuevo, yo lo sabía, y sin embargo su carga

ahora era más pesada que nunca. Nunca mejoraría. Ninguno de nosotros alguna vez

moriría, o viviría nuevamente.

CAPÍTULO 18

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Transcrito por Sidonie

AQUELLA MISMA NOCHE, EN LA SALA DE LOS ARCHIVOS, explicamos a

los demás lo que habíamos visto. Así, Lucas y yo no fuimos los únicos en estado de

shock: durante una hora más o menos cada uno de nosotros permaneció sentado en su

sitio sin decir nada. La acción cometida por la señora Bethany, devolver la vida a un

vampiro, contravenía todas las leyes físicas y sobrenaturales conocida por cualquiera

de nosotros. Sin embargo, tampoco se podía negar lo que habíamos presenciado.

Balthazar repitió, tal vez por octava vez: ―Me sigue pareciendo tan… irreal que exista

un modo de volver a estar vivo…‖

―No me tienta mucho,‖ comentó Patrice, desdeñosa, como si no se hubiera pasado los

primeros diez minutos porsteriores a nuestra explicación diciendo ―¡Dios mío!‖ una y

otra vez. ―Hace tiempo descubrí del peor modo posible que en cuanto alguien muere,

independientemente del modo en que lo haga, es mejor dejar las cosas como están.‖

De pronto pareció interesadísima en sus anillos, aunque yo sabía que, en realidad,

recordaba a Amos, su amor perdido hacía tanto tiempo, y al cual había devuelto la

vida como fantasma. Aunque Patrice era demasiado reservada para compartir todos

los detalles, era evidente que el resultado de aquello había sido trágico.

Vic asintió. ―Está claro que eso de resucitar a los muertos conlleva unos problemotes

espeluznantes. ¿Y tú qué piensas, Ranulf?‖

Ranulf, de largo el más tranquilo de los vampiros que conocían la noticia, negó con la

cabeza. ―Viví diecisiete años,‖ respondió. ―Y llevo siendo vampiro unos trece siglos.

Creo que esto se ajusta más a mi naturaleza.‖

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―Yo lo haría,‖ dijo Balthazar. Intercambió una mirada de disculpa conmigo. ―Eso

siempre y cuando no implicase matar a un ser sensible. Si hubiera alguna cosa

diferente, y he dicho ―cosa‖, no me lo pensaría ni un segundo.‖

―Por lo menos ahora sabemos qué pretende,‖ intervino Lucas. Tenía la mirada un

poco perdida. Me di cuenta de que estaba tramando estrategias para distraerse del

dolor. ―Y sabemos también que queremos pararle los pies. Así que es necesario

localizar todas las trampas. Limpiar este lugar y hacer que sea seguro para Bianca, y

también para los demás espectros a los que la señora Bethany todavía no ha atrapado.‖

―Eso tiene pinta de plan,‖ dijo Balthazar. Se había hecho con la única silla auténtica de

la sala; Vic y Patrice, en cambio, se habían arrellanado en los pufs. Ranulf y Lucas

estaban sentados sobre unas cajas viejas y yo me encontraba suspendida a media altura

del techo. ―¿Os parece que dividamos la zona en diferentes partes y las examinemos en

cuanto tengamos ocasión?‖

Lucas negó con la cabeza. ―Yo prefiero hacer un barrido completo. Seguramente no

para de tender trampaas, pero si pudiésemos limpiar el lugar por un tiempo tal vez

sería más fácil controlar sus acciones.‖

―¿Cuándo se supone que tenemos que hacerlo?‖ preguntó Patrice. ―Alguien se dará

cuenta.‖

Lucas empezó a decir: ―Tal vez por la noche…‖

―Un momento,‖ interrumpió Vic. ―He tenido una idea estupenda. ¿Qué tal el día del

baile de otoño?‖

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Sólo faltaba una semana para el baile más importante de la Academia Medianoche, la

versión vampírica de un baile de instituto. Ranulf tenía una cita, pero por lo que yo

sabía era el único. Cuanto más vueltas le daba a la idea, más me gustaba.

―Todo el mundo estará fuera ocupado, y la gente se dispersará para darse el lote, tomar

una cerveza a escondidas o lo que sea. Es una buena tapadera para hacer

prácticamente cualquier cosa que nosotros queramos.‖

―Nada de ―nosotros‖,‖ replicó Lucas. ―Es demasiado peligroso para ti.‖

Quise rebatírselo, pero, en ese caso, Lucas no estaba siendo sobreprotector. Enviar a

un espectro a localizar trampas contra espectros era como enviar a un vampiro a

inspeccionar una fábrica de estacas.

―Bueno, entonces podré mirar mientras vosotros estáis ocupados. Será una distracción

perfecta. Balthazar, ¿te acuerdas de que el año pasado tú y yo logramos colarnos en los

archivos de la escuela?‖

En cuanto hube hablado, deseé haber podido retirar esas palabras de inmediato; nunca

era buena idea recordarle a Lucas, o a Balthazar, que este último y yo habíamos tenido

una cita el año anterior.

El silencio que se originó creó cierta incomodidad en la sala, hasta que Vic no pudo

más. ―¡Muy bien!‖ dijo en un tono excesivamente animado. ―Así que vamos a ir al

baile de otoño. Ranulf y yo ya tenemos acompañantes… ¿Qué decís de vosotros?‖

―¿Desde cuándo tienes tú acompañante?‖ pregunté uniéndome a su esfuerzo por

animar el ambiente de la velada.

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Vic pareció avergonzado. Ranulf explicó: ―Al preguntarle, mi acompañante me habló

de una amiga agraciada en belleza pero desafortunada en amores. Así que lo

organizamos para que Vic la acompañase al baile.‖

―Le has encontrado a alguien,‖ dije. ―Vaya, eso está bien.‖

Entonces se me ocurrió que tal vez Maxie podía sentirse un poco celosa por aquello.

―Yo tenía pensado ir de viaje ese fin de semana,‖ dijo Patrice, ―pero supongo que si

me quedo podré ponerme mi nuevo vestido Chanel. ¿Qué me dices, Balthazar? ¿Te

apetece ser mi compinche?‖

Balthazar suspiró. ―Sí, claro. Pero uno de estos años me gustaría asistir a la fiesta con

alguien que realmente quiera ir conmigo.‖

―Sólo nos queda Lucas,‖ dijo Vic. Hizo una mueca. ―Y esto resulta un poco

incómodo.‖

Lucas se encogió de hombros. ―Yo seré el tío que pasa del baile. Me puedo quedar

investiando en las habitaciones.‖

―No,‖ repliqué. Aunque no me gustaba, era la verdad: ―La gente que vaya a la fiesta

será la que más libertad tenga esa noche. Si no vas, y no estás en tu habitación, los

profesores pensarán que te traes algo entre manos.‖

―¿Quieres que pida una cita a otra chica?‖ Su incredulidad me habría parecido cómica

si la situación no fuera tan grave.

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―Bueno, no. Pero ¿no hay nadie con quien puedas ir en pla de amigos?‖ Vacilé al

darme cuenta de que Lucas sólo tenía una amiga más en el internado, pero

posiblemente ella estuviera de acuerdo. ―¿Skye, por ejemplo?‖

―¿Y ella entendería que no es una cita?‖ preguntó Patrice.

―Seguro,‖ contesté. ―Estoy convencida de que está buscando a un amigo que la

acompañe porque aquí no tiene a su novio.‖

―Bueno, creo que ya no,‖ dijo Lucas. ―Hoy he oído que le decía a Clementine que su

novio ha cortado con ella. De todos modos, también ha dicho que no pensaba salir con

nadie hasta que hubieran pasado ―seis mese después de que el infierno se hiele‖. Creo

que ahora mismo sólo quiere amistad. De todos modos, ese no es el problema de

verdad.‖

―No la atacarás,‖ repliqué con un tono de voz tranquilizador. ―Te estás volviendo

fuerte. Además, te puedes citar con ella en el vestíbulo y mantenerte entre la gente todo

el rato. Si fueras a morderla, cosa que no harás, allí habría alguien para detenerte.‖

Lucas negó con la cabeza. ―Me parece demasiado arriesgado. Dejadme ir con Patrice.

Balthazar, tú podrías pedírselo a Skye.‖

―Yo no he hablado nunca con ella,‖ dijo Balthazar. ―Seguramente no sabe ni que

existo.‖

Patrice y yo nos miramos. En realidad, Balthazar era muy poco consciente de su

aspecto físico. Tal vez Skye y él no se hubieran hablado nunca, pero era imposible que

las chicas heteros o los chicos gays de la Academia Medianoche no supieran

perfectamente quién era.

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―Entonces pídeselo a otra persona,‖ insistió Lucas.

Con expresión resuelta, Balthazar dijo entonces: ―Me parece que sería bueno para ti

que pasaras algo más de tiempo con humanos.‖ Miró a Vic. ―Con humanos no

ungidos. Ahora que las cosas se han vuelto complicadas con la señora Bethany, no vas

a poder permanecer mucho tiempo en Medianoche. De hecho, tienes que ponerte a

prueba. Intentar fortalecer tu autocontrol. Y, como ha dicho Bianca, esta es una gran

oportunidad de hacerlo.‖

―Sí, supongo.‖ Lucas me miró nervioso. ―Bianca, ¿estás segura de esto?‖

Lo cierto era que yo me sentía un poco celosa. No es que temiera que pudiera ocurrir

algo entre Lucas y Skye. Tenía una fe ciega en él. Pero Skye podría arreglarse, ir al

baile y bailar con Lucas toda la noche, mientras yo tenía que conformarme con mirar

desde el techo vestida con la versión espectral del pijama con el que había muerto. Sin

embargo, era una razón demasiado estúpida para resultar preocupante.

―Mientras ella comprenda que sólo sois amigos, sí, está bien.‖

Desde el puf, Vic dejó caer la cabeza hacia atrás y sonrió a Lucas. ―Vale, es algo

penoso que tu mejor amigo te consiga una cita,‖ admitió, ―pero mucho menos que si

es tu propia novia quien te a consigue.‖

Lucas lo miró con el entrecejo fruncido, pero me di cuenta de que, pese a su aire

sombrío, la observación le había hecho gracia. ―Cállate, anda.‖

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Los preparativos para el baile nos llevaron bastante tiempo; como no iba a poder

participar en la localización, colaboré tanto como pude en todo lo relacionado con la

preparación. Trazamos un área de las distintas áreas de la escuela y decidimos quién

iba a introducirse en cada una y cuándo.

Lucas parecía poseído por una energía salvaje y desesperada. Era quien más planes

hacía, estudiaba más tiempo que antes, y practicaba esgrima con Balthazar durante

horas. Pensé que intentaba mantenerse en un continuo estado de cansancio extremo y

así sentirse demasiado agotado para pensar detenidamente en el hecho de que, aunque

tenía un modo de recuperar la vida, nunca lo aprovecharía. Incluso las clases de baile

que Patrice le daba resultaban extremas y carentes de alegría, con Lucas memorizando

los pasos como si se tratase de estrategias de combate de la Cruz Negra.

Con todo, a pesar de la importancia de nuestros planes, yo no fui capaz de dedicar

todo el tiempo a los preparativos de la búsqueda del baile de otoño. De hecho, a veces

incluso me costaba pensar en ello. En mi mente había algo más, igual de importante.

Por fin, la noche del miércoles, llegó el momento anhelado.

Aguardé en el bosque, con mi pulsera de coral a mano, ilusionada y nerviosa a la vez,

hasta que vi que mi padre se aproximaba. Rápidamente me puse la pulsera y corrí a

abrazarlo. Él me tomó en sus brazos, con tanta fuerza y amor que tuve la sensación de

ser aún aquella niña pequeña que, al oír los truenos, corría en brazos de su padre

buscando su protección ante los relámpagos.

―¿Está aquí?‖ susurré.

―Viene de camino.‖ Papá me apretó las manos. ―Se lo he dicho hace un par de horas.‖

―¿Está bien?‖ A pesar de la confianza de papá, yo no podía dejar de preocuparme por

que mi madre no fuera capaz de aceptarme como espectro.

Priscila Velázquez
Nota adhesiva
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―Sí.‖

Noté algo raro en su voz. Incertidumbre. El miedo caló en mí; seguramente papá se

dio cuenta, ya que rápidamente empezó a negar con la cabeza. ―Tu madre te quiere.

Solo que… bueno, le cuesta aceptar que te haya ocurrido algo tan terrible. Eso es lo

que la apena. Pero para ella es muy importante poder estar de nuevo contigo.‖

―Algo tan terrible.‖ Aquellas palabras resonaron en mi cabeza, y no de forma

agradable. Me hubiera gustado reflexionar sobre ellas y descubrir por qué, pero no tuve

tiempo. Oí los pasos de mi madre sobre la espesa alfombra de hojas del suelo.

Fijé la mirada más allá de mi padre, buscándola. Sin embargo, como espectro, mi

visión nocturna no era ni de largo tan aguda como durante mi vida como vampiro. Así

que primero oí a mi madre proferir un grito de espanto.

―¿Mamá?‖ Me separé un poco de mi padre, me atreví a acercarme más al lindero del

bosque y entonces la vi. Estab quieta, paralizada por el asombro, algo temblorosa, con

las manos hundidas en los bolsillos de su largo abrigo. ―Mamá, soy yo.‖

―¡Oh, Dios mío!‖ Su voz apenas era audible. ―Oh, Dios mío.‖

Como no parecía capaz de moverse, me aproximé hacia ella sin correr, igual que había

hecho con mi padre, a paso lento, para darle tiempo a reaccionar. La expresión de mi

madre no cambió; no dejaba de mirarme pasamada, como una liebre demasiado

asustada para escapar del cazador. Cuando al fin llegué a ella, inspiró profundamente

y dijo:

―Bianca.‖

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Entonces sentí sus brazos en torno a mí, y a mi padre abrazándonos a las dos. Por un

breve tiempo no hubo más que cariño y lágrimas y frases en las que nos decíamos lo

mucho que nos amábamos. No hacíamos más que farfullar incoherencias, pero eso me

daba completamente igual. Lo único que importaba era que por fin había recuperado a

mí familia.

―Mi pequeña,‖ dijo ella al soltarnos. ―Pobrecita, ¿te has quedado atrapada aquí?‖

―No, no estoy atrapada, pero desde luego no porque la señora Bethany no lo haya

intentado.‖ Pero, entonces me dije que ese tema era mejor sacarlo luego. ―Este es uno

de los sitios a los que puedo trasladarme. Llevo ya un tiempo aquí, porque Lucas

también ha venido.‖ Mi madre frunció el entrecejo, pero yo continué: ―Y también

están Balthazar, Patrice, Vic, Ranulf, vosotros, todo el mundo.‖

Desvió la mirada hacia mi padre.

―Llevas aquí dos meses, ¿y te dedicas a… pasar el rato con tus amigos? ¿Como si fuera

algo normal?‖

―Es normal,‖ repliqué. Al menos para mí.

―Podemos, bueno, podemos arreglarte tu antigua habitación.‖ Mamá sonrió vacilante.

―Puedes vivir con nosotros si quieres.‖

La idea de pasar el rato en mi habitación viendo caer la nieve sobre la cabeza de la

gárgola en invierno me pareció el mejor de los entretenimientos.

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―Puedo desplazarme hasta allí. Si lográis que sea un lugar seguro para mí, me pasaré

todo el tiempo ahí arriba.‖

La expresión de mamá se ensombreció.

―Por ‗seguro‘, te refieres a… sin trampas.‖

―Tu madre tiene miedo,‖ intervino papá. ―Está muy afectada por todo lo que hemos

estado viendo por aquí.‖

―La mayoría de los espectros no son como los que están atrapados en Medianoche.‖

Yo era consciente de que debía aclarar ese punto. ―Es verdad que algunos se vuelven

espeluznantes. Es lo mismo que les pasa a los vampiros. Pero muchos no son muy

distintos a mí. Son… bueno, sólo son gente. No por estar muerto dejas de ser quien

eres.‖

Era evidente que mamá no estaba muy convencida.

―Y entonces, ¿por qué hay tantos que atacan la escuela?‖

―Atacan la escuela porque han sido atraídos hasta ella. Se encuentran atrapados.

Gracias a la señora Bethany,‖ insistí.

Para mi sorpresa, papá volvió a interrumpir.

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―Celia, piénsalo un poco. Todo lo que la señora Bethany nos ha enseñado y nos ha

advertido sobre la escuela es más sobre ataque que sobre defensa. Creo que ella lo ha

sabido desde el principio.‖

―Exacto,‖ dije. ―Lleva planeando la captura de espectros desde…‖

Antes de que pudiera terminar y dar a conocer la maravilla que encerraba el plan de la

señora Bethany, mi padre prosiguió:

―Lo que digo es que siempre ha sabido lo de Bianca.‖

Mi madre se agarró el cuello del abrigo, arrebujándose con la lana para protegerse de

un nuevo escalofrío.

―Adrian, ¿a qué te refieres?‖

―A que la señora Bethany va a la caza de espectros, y que siempre ha sabido que

nuestra Bianca tenía posibilidades de convertirse algún día en espectro. Y, bien

pensado, me imagino que es por eso por lo que nos ofrecieron trabajo aquí.‖

―La señora Bethany va a la caza de espectros,‖ repitió mamá. ―Y tú crees que la señora

Bethany va en busca de Bianca en concreto. Pero eso es imposible. ¿Por qué iba a

hacer algo así?‖

Entonces todo adquirió sentido. La señora Bethany quería volver a vivir. Sabía que la

captura de espectros le daba el poder de crear vida; sin embargo, sólo el sacrificio de un

espectro poderoso y estable le garantizaba la cordura después de la transformación. Y

yo, gracias a mi condición especial de espectro de nacimiento, las múltiples relaciones

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que me anclaban a este mundo, y el consejo de otros espíritus poderosos que me

habían encontrado cuando ellos también fueron atraídos hacia Medianoche… yo era el

ejemplar perfecto.

Para la señora Bethany, yo era su mejor oportunidad de volver a la vida. Ni por un

instante pensé que le temblaría el pulso; si para resucitar tenía que matarme, lo haría

encantada.

―Yo sé por qué,‖ dije.

Mis padres se cogieron de las manos, como si esperaran un golpe terrible, y se lo conté

con la máxima delicadeza que me fue posible.

El resto del encuentro familiar no resultó tan agradable como yo hubiera deseado.

Cuando mamá y papá no se sentían furiosos contra la señora Bethany, lo estaban

contra ellos mismos por haber ido a la Academia Medianoche. En lugar de recordarles

que yo me había opuesto a sus planes desde el principio –en ocasiones el ‗os lo dije‘ no

es lo más apropiado, aunque los acontecimientos posteriores demostraran que yo había

estado en lo cierto-, les conté lo que mis amigos y yo habíamos planeado. Ellos

estuvieron de acuerdo en hacer las veces de acompañantes durante el baile de otoño, lo

cual era perfecto para garantizar que el resto de nosotros pudiéramos ir y volver con

facilidad. Aunque se mostraron encantados de que Balthazar y Patrice participaran en

la operación, guardaban silencio cada vez que mencionaba a Lucas. En lugar de forzar

la cuestión, esperé que acabasen hablando con él durante la noche del baile.

Colaborando en un objetivo común, tal vez encontrarían un modo civilizado de

relacionarse.

Por ello, empecé a esperar ansiosamente la fiesta: el baile, la caza, todo. Cuando llegó

esa noche, estaba demasiado excitada para limitarme a merodear por el vestíbulo

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principal y aguardar a que todo el mundo llegase. Decidí disfrutar indirectamente de

aquel glamur visitando la habitación de Patrice para ayudarla a prepararse para el

baile.

Casi me muero de envidia. Su vestido parecía costar lo mismo que varios coches. Era

una prenda ajustada de color azul hielo, cubierta de pedrería desde los tirantes hasta el

dobladillo. Y llevaba unos zapatos bordados con cristales tallados.

―¿Por quñe no puedo aparecerme vestida así?‖ dije con nostalgia cuando le sujetaba el

cabello mientras ella se hacía las últimas trenzas finas. ―Tiene un color espectral, un

toque mucho más angelical que este ridículo pijama.‖

―Por suerte es un pijama bonito.‖

Patrice se miró fijamente en el espejo. Igual que la mayoría de las chicas vampiro del

internado, había dejado de tomar sangre para tener una apariencia más delgada y

hambrienta durante el baile; sin embargo, eso significaba que su imagen no se reflejaba

bien en el espejo.

―Imagina que hubieras muerto vestida con una de esas camisetas viejas que usabas en

el segundo año. Me estremezco sólo de pensarlo.‖

―Aunque fuera el pijama más bonito del mundo, cualquier vestido de fiesta sería

mucho mejor.‖

―Cierto,‖ Patrice estaba radiante. No había nada que le gustase más que arreglarse.

¿Y si aquel no fuera el único motivo por el que estaba tan exultante?

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―Así que tú y Balthazar…‖ empecé a decir, ―¿sois sólo amigos?‖

Ella soltó un gruñido, la cosa menos femenina que le había oído nunca.

―Ya te lo dije una vez, ¿te cuerdas? No es mi tipo.‖

―Sí, ya me acuerdo.‖

El pobre Balthazar todavía tendría que esperar un poco más para el amor. Al menos,

Patrice disfrutaba arreglándose.

Tampoco era de extrañar, su vestido era muy caro y bonito. Lucía unos pendientes

largos en los que, al igual que en su delicada pulsera, refulgían los diamantes. Se había

recogido las finas trenzas en un moño muy elegante.

En cuanto hubo terminado le dije:

―Me voy a adelantar, ¿vale? Intentaré saludarte durante el baile.‖

―¿Ya te vas?‖ Patrice se rizaba las pestañas ataviada sólo con la ropa interior de encaje;

el vestido de color azul esperaba en una percha colgada en la puerta del armario.

―¿Para qué?‖

―Humm. Puede que vaya a ver cómo Lucas recoge a Skye.‖

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Patrice me dirigió una mirada de soslayo.

―Sabes que no hay nada entre ellos, ¿verdad?‖

―Sí. Pero ella puede ir a la fiesta con mi novio y yo no. Si voy ahora, después de ver lo

guapa que estás, me parecerá que ella, comparada contigo, es una más del montón.

Eso ayuda, ¿sabes?‖

Patrice se echó a reír, complacida como siempre con los halagos.

―Claro, ve.‖

Vagué hasta el pie de la escalera, donde la mayoría de las chicas bajaban para

encontrarse con sus acompañantes en la velada. Ranulf y Vic acababan de reunirse con

sus citas: la glamorosa Cristina del Valle se arrimaba contenta al brazo de Ranulf,

mientras que Vic y su cita se miraban con recelo.

En cuanto hubieron abandonado la zona común, entró Lucas. Había alquilado o

pedido prestado un esmoquin. Aunque lo conocía lo bastante para saber que no se

había preocupado mucho por su apariencia, el traje le sentaba como un guante,

marcándole los hombros, la cintura y las caderas. Llavaba el cabello dorado hacia

atrás, algo que pocas veces hacía. Aquel peinado confería a su pelo una tonalidad más

oscura y le hacía parecer mayor. En realidad, nunca había visto a Lucas vestido de

etiqueta; tal vez era la primera vez en su vida que asistía a un acto formal. En cualquier

caso, sus facciones duras se acomodaban tan bien all traje negro como los vaqueros y

las camisas de cuadros. Podría haber salido en una película de Cary Grant. No. Podría

pasar por el mismísimo Cary Grant.

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¡Qué ganas tengo de verlo y decirle lo guapo que está! pensé distraída. Ojalá

hubiésemos podido asistir juntos al menos una vez al baile.

Disfruté del aspecto de Lucas hasta que Skye apareció en la escalera.

Todos los chicos de la sala guardaron silencio. Incluso las chicas, yo incluida, se la

quedaron mirando. Llevaba el pelo castaño oscuro, que normalmente le colgaba lacio,

recogido hacia arriba en un moño blando con unos cuantos mechones rizados sueltos

en torno a su cara ovalada, lo cual resaltaba su cuello largo y fino. Llevaba un vastido

de un solo tirante y debajo del pecho lucía una hermosa faja ricamente bordada, desde

la cual el chifón caía ondulante hasta el suelo. El color rojo Burdeos realzaba el tono

de su piel y el azul pálido de sus ojos.

En un día normal, Skye era una chica guapa. Pero aquel no era un día normal.

Cuando quería llamar la atención de la gente era capaz de lograr que nadie pudiera

volver la vista hacia otro lado.

Ciega de celos, deseé desaparecer al instante de la sala al ver a Lucas ofreciéndole el

brazo. Sin embargo, si lo hacía me torturaría a mí misma preguntándome qué le decía

él y qué contestaba ella, todo. Aunque sabía que Lucas me quería, no pude evitar

sentirme insegura al compararme con aquella hermosa chica con un cuerpo tan

espectacular, bueno -¡qué demonios!-, con un cuerpo y punto, y además permanente.

Así que me quedé donde estaba y vi cómo Lucas se dirigía hacia ella. Su sonrisa era de

admiración, pero también translucía algo más. ¿Inseguridad, tal vez?

―Bueno, Skye. ¡Uau! Estás increíble.‖

―Gracias.‖ Ella pareció desfallecer. ¿Cómo podía hacerle sentir tan mal un cumplido?

Entonces ella pellizcó el chiflón con dos dedos. ―Qué vestido, ¿eh?‖

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―Desde luego.‖

―Lo compré para impresionar a Craig. El mismo Craig que ahora sale con una chica

llamada Britnee. Con dos ees. De algún modo esas dos ees lo empeoran todo.‖

Entonces vi que por parte de ella no había intención alguna de coquetear; su exquisita

presencia esa noche era como una bandera de combate, el símbolo de su negativa a

darse por vencida a pesar de tener el corazón roto.

―No permitas que eso te arruine la noche,‖ le dijo Lucas rápidamente. ―Olvida a ese

imbécil, ¿vale?‖

Aunque Skye aún tenía los hombros un poco caídos, asintió, y yo me relajé. No había

ningún motivo para sentirse celosa de ella. Bueno, exceptuando ese fabuloso vestido,

claro.

―Ya he llorado demasiado por él. Esta noche sólo quiero estar con mis amigos y

bailar.‖

―Será un placer.‖ Cuando Lucas le ofreció el brazo, ya no me importó.

El baile de otoño era siempre un espectáculo, parecía salido de otro siglo, que evocaba

grandes acontecimientos de la juventud de muchos de los alumnos vampiros. En lugar

de un DJ o una banda de música moderna, había una pequeña orquesta que tocaba

música clásica, la cual resultaba mucho más bailable d elo que habría cabido esperar.

En vez de focos brillantes y una decoración moderna, el vestíbulo principal estaba

iluminado por cientos de velas, muchas de las cuales estaban colocadas ante piezas de

latón batido o espejos antiguos y ahumados que reflejaban la luz por toda la estancia.

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Todos los chicos vestían esmoquin o traje de etiqueta; las chicas lucían vestidos largos,

algunas con guantes a juego. Era el tipo de evento al que todas las chicas, y muchos

más chicos de los que estarían dispuestos a admitirlo, querían asistir por lo menos en

una ocasión.

Yo había ido dos veces al baile con Balthazar, y había disfrutado mucho con los

vestidos, el baile y todo lo demás. Sin embargo, también esta vez me pareció muy

divertido poder observarlo todo desde lo alto, yendo de un lado para otro entre los

candelabros iluminados con velas. Me reí varias veces, como cuando vi a Lucas bailar

un vals con Skye mientras contaba ‗un, dos, tres‘, o a Vic y a su cita, quienes, en vista

de cómo guardaban las distancias al bailar, sin duda estaban calculando el modo de

escaparse cuanto antes. En otras ocasiones me dediqué a observar admirada: algunos

eran bailarines realmente expertos y estaban deseando exhibir sus muchos años de

experiencia. Balthazar y Patrice eran los más guapos y se deslizaban con elegancia por

el centro del baile. Y, claro, de vez en cuando, uno de ellos se escabullía para proseguir

la búsqueda. Mis padres los saludaban con la cabeza siempre que pasaban ante ellos.

Mamá estaba muy hermosa, con un vestido de seda de color crema que yo no le había

visto nunca.

Lucas era el que salía con mayor frecuencia, tanto como todos los demás juntos. ¿Era

acaso por esa insana tendencia suya a hacer algo productivo? ¿Por qué Skye se

excusaba a menudo para bromear con sus amigas en la zona que rodeaba la pista? ¿O

porque no se fiaba de sí mismo al estar tan cerca de una humana? Me figuré que era

todo un poco. Cada vez que salía, pasaba junto a mis padres, y los tres se ponían muy

tensos. Pero ahora al menos ya se saludaban, y mis padres empezaban a superar su

rabia; tenía la esperanza de que aquello fuera una buena señal.

Todo iba perfectamente hasta que sentí un escalofrío y empezaron las visiones.

Mimente se llenó de imágenes sucesivas de los humanos que tenía debajo, personas a

las que no había llegado a conocer bien pero por quienes entonces comencé a sentir

una proximidad tan poderosa como el amor. Caras distintas, emociones distintas,

edades distintas: todos y cada uno de los humanos que se encontraban a mis pies se

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volvieron algo preciado para mí en ese momento. Y por encima de ello se cernió un

velo de terror sombrío por la seguridad de esos humanos y de odio hacia los vampiros

que bailaban entre ellos.

Los espectros. En concreto, los Conspiradores. De pronto los empecé a sentir por todo

el baile, arremolinándose como nubes de tormenta. ¿Acaso el año anterior el ataque

había empezado así?

―¿Qué hacéis?‖ susurré cuando me aseguré de estar lo bastante alejada de la multitud y

de que la orquesta apagaba mis palabras.

Las imágenes se volvieron violentas: vampiros en llamas, congelados en bloques de

hielo, atrapados en las trampas que la señora Bethany había tendido a los espectros.

Aún no se había activado ningún plan, pero yo ya sabía qué significaba aquello. Esos

espectros temían por la seguridad de las personas a quienes estaban vinculados, y por

su propia seguridad. Y clamaban venganza contra los vampiros de abajo, soliviantados

por el plan de la señora Bethany.

Estas personas están a salvo, prometí. Si queréis marcharos, sabéis que os puedo

ayudar.

Esperaba obtener reacciones de sorpresa, felicidad, tal vez incluso de prisas por partir.

En cambio, sólo percibí una oleada de terror. La verdad era que yo no estaba menos

aterrada que ellos, y tampoco sabía si sería capaz de realizar las maravillas que

Christopher me atribuía, ni de qué modo. ¿Cómo podía prometerles nada?

En cualquier caso, tuve la sensación de que si me seguían tenía que intentarlo. De

hecho, si lograba trasladar de una sola vez varios espectros lejos de la Academia

Medianoche, dicha acción podría resultar tan eficaz con vistas a detener a la señora

Bethany como cualquier otra que pudiésemos llevar a cabo.

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Sin embargo, percibí una pétrea negativa, como el poderoso embate de una ola en la

playa en invierno. Y a continuación, una oleada creciente de energía apuntando hacia

abajo como un centenar de flechas…

¿Qué ocurre?, me dije. Miré desesperada a la multitud; Balthazar y Patrice habían

salido en busca de trampas, pero el resto de mis seres queridos estaba ahí abajo

bailando. No había tiempo ni siquiera para advertirlos.

La energía cayó en dirección al suelo, como un haz de rayos; yo estaba a la espera de

que se produjera una lluvia de hielo o de nieve, o tal vez de apariciones fantasmales.

Con lo que no contaba era con que de repente todos y cada uno de los humanos del

grupo se desplomaran inconscientes en el suelo.

La música de la orquesta gruñó algo irreconocible conforme los instrumentos se fueron

deteniendo uno a uno; los vampiros empezaron a reaccionar. Unos pocos fueron lo

bastante imprudentes para echarse a reír, pero la mayoría reaccionó con preocupación:

ya fuera por los humanos a los que apreciaban, o porque sentían la inminencia del

peligro. Lucas estaba arrodillado en el suelo con los dedos posados en el cuello de Sky

para comoprobar su pulso. Ranulf sostenía a Cristina del Valle en sus brazos, aunque

su cuerpo estaba totalmente flácido y tenía la cabeza caída hacia atrás. Vic se hallaba

tumbado bocabajo, con los brazos y los pies extendidos, como un muñeco de trapo

abandonado.

Entonces se movió, aunque debería decir más bien que su cuerpo se movió, porque

desde el primer momento caí en la cuenta de que aquello que se estaba incorporando

no era Vic.

Y finalmente comprendí: yo no era el único espectro capaz de poseer el cuerpo de un

humano.

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Otros humanos empezaron a ponerse en pie, pero tenían los ojos nublados, cubiertos

con una capa de color verde lechoso, sin pupilas ni iris. Sin embargo, ninguno de ellos

era ciego. Sus movimientos eran lentos y torpes, como sii no se hubieran movido en

mucho tiempo. Lucas retrocedió cuando Skye, o lo que fuera que tuviera la apariencia

de la chica, lo miró con malevolencia desde el suelo.

Vic se irguió y se enderezó por completo. Si yo no hubiera percibido de antemano que

Maxie no se encontraba entre los atacantes, me habría bastado con ver la expresión de

su cara para saber que no era ella quien lo poseía en ese instante. Resultaba algo tan

ajeno a Vic, tan extraño para él, que me llevó un tiempo reconocer la emoción que

reflejaba su rostro: era crueldad.

―¡Señora Bethany!‖ gritó.

No era la voz de Vic. Era una voz áspera que al instante me hizo pensar en alguien

cuya garganta hubiera sido cortada. Hubiera dado cualquier cosa por disponer de un

espejo para liberar a mi amigo. Pero a la vez me pregunté si las trampas también

funcionaban cuando un espectro poseía a un ser humano. Al recordar que, cuando

poseí a Kate, me sentí como si llevara armadura, supuse que no.

La señora Bethany dio un paso al frente. No parecía asustada, sólo ligeramente

interesada. Su vestido de encaje largo y almidonado era de un blanco intenso.

―Liberadnos,‖ ordenó Vic. Parecía como si aquella voz rasposa y salvaje hiciera

temblar toda la estancia. ―Liberadnos o atacaremos, y todos los de vuestra especie

pereceréis.‖

Ella respondió con suavidad:

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―Si me forzáis a exorcizaros de vuestras anclas, sufriréis de un modo indecible. Puede

que alguno muera.‖

La máscara de crueldad del rostro de Vic no vaciló.

―Habéis sido advertidos.‖

Entonces, de pronto, como si fueran marionetas a las que se les hubieran cortado los

hilos, todos los humanos se desplomaron de nuevo, aunque esta vez fue sólo por un

segundo. Al poco estaban todos de pie, frotándose la cabeza como si se hubiésen

caído, confundidos por lo que acababa de ocurrir. Nadie parecía recordarlo bien, lo

cual sin duda constituía un acto de misericordia hacia todas las personas afectadas.

Intenté albergar alguna esperanza. Esa noche retiraríamos la mayoría de las trampas.

En cuanto encontrásemos el modo de actuar con seguridad, seríamos capaces de

liberar a los espectros por nuestra cuenta. Con el tiempo, si allí dejaban de sentirse a

salvo, probablemente yo podría convencer a muchos de ellos para que abandonaran

conmigo esta dimensión.

Sin embargo, en ese instante presentí que algo terrible se acababa de activar, algo que

tal vez no seríamos capaces de detener.

Capítulo 19

Traducido por Pau24

Corregido por Sidonie

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―NO PUEDO CREER QUE ME HAYA VUELTO TODO MALO.‖ VIC SE

SENTÓ SOBRE los peldaños del cenador después de que el caos se extinguiera.

Aunque no era medianoche todavía, el Baile de Otoño definitivamente había

terminado. ―¿Disparé fuego por los ojos o algo genial como eso?‖

―No, simplemente te volviste escalofriante como el infierno.‖ Lucas se recostó contra

el enrejado del cenador. Había soltado la corbata de su traje de etiqueta y

desabrochado el cuello de su camisa, una vista que deseaba que tuviera más tiempo

para apreciar. Skye, como la mayoría de los estudiantes humanos y muchos de los

vampiros, se había retirado hace tiempo a su habitación por el descontrol a gran escala

que evidentemente seguía a una posesión masiva. ―¿Ellos no te escuchaban, Bianca?‖

―Escucharon, pero tenían miedo.‖ Me senté sobre el enrejado al lado de él, casi sólida;

nadie fuera de nuestro grupo estaba en los alrededores para ver. ―Lo que sea que estén

planeando, será pronto. Si no liberamos a los espectros rápidamente, me temo que

comenzarán a herir a la gente: humanos, vampiros, todo el mundo.‖

Patrice, quien no había presenciado las posesiones y, como tal, estaba pensando más

claramente que el resto de nosotros, comenzó a analizar nuestra posición. ―Fuimos

capaces de rastrear la mayoría de las aéreas que queríamos. Hay un total de cuarenta y

siete trampas en la sala de archivos. Es lógico que no halláramos todas las trampas,

pero tenemos la mayoría de ellas. Así que si somos capaces de hacer eso, debería

cambiar la opinión de los espectros, ¿cierto? O al menos darle alguna razón para tener

esperanza, y mostrarles que estamos en el mismo lado.‖

Mi mamá cambió de posición poniéndose de pie, y mi papá deslizó su brazo alrededor

de sus hombros en un medio abrazo. Sabía que encontraba difícil pensar en ella misma

estando del lado de los espectros, pero no había huido, estaba aquí con nosotros.

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―Tenemos que liberar a los espectros atrapados,‖ dije. ―Y después de eso, destruir las

trampas que tengamos para evitar que la Sra. Bethany las use de nuevo.‖

―Es poco probable que alguien tan determinado como la Sra. Bethany se permita ser

detenida por la destrucción de unas cuantas trampas,‖ señaló Ranulf.

Asentí. ―Pero cuando liberemos a los atrapados, los espectros que hayan viajado a

Medianoche dejaran de tener miedo. Puedo convencer a algunos de ellos para que se

marchen entonces, tal vez.‖

―Y tal vez no sea mala idea comenzar a advertirles a los estudiantes humanos,‖ dijo

Balthazar, captando la idea. ―Las apariciones no los ahuyentaron, pero las posesiones

podrían.‖

Lucas añadió, ―Y si las posesiones no lo hacen, los vampiros ciertamente lo harán. Soy

capaz de mostrar mis colmillos si eso saca definitivamente a algunos estudiantes de

este colegio.‖

―Para que podamos cerrarla definitivamente.‖ Comencé a sentirme excitada; por

primera vez en demasiado tiempo, se sentía como si tuviera ventaja sobre la Sra.

Bethany. ―Destruir las trampas, vaciar el colegio de todos salvo de los vampiros que

necesiten estar aquí.‖

Mi padre se veía cauteloso. ―Cuando destruyamos las trampas, alteraremos la magia

profunda en su interior. Va a ser una liberación enorme de energía. Nadie será capaz

de perdérselo.‖

Lucas hizo una mueca. ―En otras palabras, la Sra. Bethany va a saber que hemos

estropeado su plan. No después, cuando comencemos a decirles a los estudiantes

humanos.‖

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Desde su lugar dentro del cenador, donde se sentaba sobre uno de los largos bancos,

Balthazar dijo, ―Y ella actuará. Inmediatamente. Cuando hagamos esto, tenemos que

estar listos para las repercusiones.‖

―Ella realmente no mataría…‖ A otro vampiro, quise decir, pero no pude, no después

de ver lo que le había hecho a Samuel Younger. La Sra. Bethany había alimentado su

plan como su deseo más querido durante dos siglos, y no dudaría en destruir a

cualquiera que se metiera en su camino. Cuando miré a mi padre, él asintió una vez en

confirmación.

―Lo haría,‖ dijo Papá. ―Y ha tenido muchos favoritos este año, entre la facultad y los

estudiantes. Sospecho que otros vampiros integran su plan. Si no queremos ser

estacados o peor, tenemos que salir de aquí tan pronto como liberemos a los

espectros.‖

Lucas se volvió hacia mi padre, era la primera vez que lo había visto hablar

directamente con uno de ellos desde el altercado inicial con mi madre a principio del

año escolar. ―¿Alguna posibilidad de que se vaya por un tiempo a corto plazo?‖

Hubo una pausa incómoda que me hizo encogerme, pero entonces Papá pareció

calmarse. ―No tenemos tanta suerte. Pero podríamos idear una distracción, tal vez.

Una crisis para sacarla de los terrenos por el día. Se enterará en cuanto vuelva, pero

eso nos compraría tiempo para cubrir nuestro rastro.‖

―Sabrá que estoy involucrado‖ dijo Lucas. ―Después de que la rechacé completamente

el otro día, lo sabrá. Pero con suerte puedo cubrir al resto de ustedes.‖

Mamá aclaró su garganta, como si le costara cierto esfuerzo hablarle educadamente a

Lucas. ―La Sra. Bethany sospechará de nosotros también, especialmente si estamos

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involucrados en sacarla del campus. Así que deberíamos estar de acuerdo ahora que

sólo somos los tres. Nadie más.‖

―Oye, eso no es necesario,‖ dijo Balthazar.

―Ahórrate el numerito noble, ¿vale?‖ Lucas lo miró con enojo. ―Nadie quiere a esa

mujer como enemiga si puede evitarlo. Así que no seas estúpido.‖

Para mi sorpresa, Balthazar sonrió. ―Eres un buen amigo, Lucas. Aunque nunca lo

admitirás.‖

Compartieron una sonrisa, y pude ver que mis padres se dieron cuenta —contra todas

las posibilidades— que Lucas y Balthazar realmente se habían vuelto muy cercanos.

Por alguna razón, el hecho de que yo amara y aceptara a Lucas no tenía tanto impacto

sobre ellos como esa simple prueba de amistad.

Vic hizo una seña de una T con sus manos. ―Tiempo fuera de toda la vinculación

emocional masculina, ¿está bien? Hay una cosa de la que no hemos hablado: Bianca.‖

―¿Qué pasa conmigo?‖ dije.

―Eres, como, un Superfantasma, ¿cierto? Así que eres exactamente a quien la Sra.

Bethany tiene en la mira.‖ Vic miró de persona en persona, como si esperara que

alguien lo contradijera, pero por supuesto nadie podía. ―Está bien, así que ¿cómo

evitamos que se dé cuenta de que eres un espectro? ¿Y de que estás aquí? Porque ella

tiene que estar al acecho.‖

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―Todos ustedes han sido muy cuidadosos,‖ dijo Mamá. Sus ojos brevemente se

encontraron con los de Lucas, como si le estuviera agradeciendo por ayudar a

protegerme. Fue un breve momento, pero me hizo querer abrazarla más fuerte que

nunca. ―Tiene que saber que Bianca ha cambiado a espectro, pero quizás… quizás la

Sra. Bethany no se ha dado cuenta de que está aquí. Si lo supiera, ¿no habría tratado

ya de capturar a Bianca?‖

Tenía que admitir que era un buen punto. Las trampas no eran específicamente para

mí; la habitación de Lucas no había sido un blanco.

Mamá continuó, ―No me gusta no saber cuánto sabe la Sra. Bethany, pero con suerte

será un punto discutible. Dentro de un par de semanas, sospecho que nosotros tres

tendremos que dejar la academia Medianoche para siempre y… ustedes vendrán con

nosotros, ¿no es así, Bianca?‖

―Donde sea que ustedes estén.‖ Apoyé mi cabeza sobre el hombro de Lucas, con

suficiente peso para hacerlo sonreír. Las brillantes hebras de mi cabello cayeron a

través de su pecho. ―Ahí es donde estaré.‖

Después, cuando todo el mundo se preparaba para volver al colegio, me volví invisible,

volviéndome no más que vapor viajando sobre sus cabezas. Balthazar, me di cuenta, se

levantó de su asiento pero no se alejó con los demás, quedándose en el cenador por un

momento más. La luz de la luna perfilaba su silueta en medio de las volutas de hierro y

la hiedra.

Descendí un poco y susurré, ―¿Estás bien?‖

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―Claro,‖ dijo, aunque su voz era extraña. Recordé el Baile de Otoño hace dos años,

cuando habíamos salido a caminar hacia aquí juntos para mirar las estrellas; fue la

noche que le dije que amaba a Lucas, y todavía estaba aprendiendo lo profundamente

que eso lo había afectado. ¿Estaba recordando también esa noche?

Balthazar miró en mi dirección y dijo, ―Lucas se está dirigiendo a revisar las trampas,

asegurarse que estén bien escondidas. Así que no irá a acostarse por al menos una hora

más o menos.‖

―Sí. ¿Qué pasa con eso?‖

―Quiero que entres en mi mente cuando esté soñando esta noche.‖

Inmediatamente supe porque lo estaba pidiendo, lo que planeaba hacer. ―Balthazar…

no sé si sea una buena idea. Nos dirigimos a una batalla. Necesitas tu fuerza.‖

―Todo estará bien. Me ha tomado mucho tiempo enfrentarme a lo que tengo que

hacer, pero ahora lo veo claro. No podemos aplazar esto por más tiempo.‖ Su

expresión era inescrutable, pero su voz era firme. ―Confía en mí.‖

Después de pasar un par de meses haciendo conjeturas sobre él a cada momento, por

algo que no había sido su culpa para empezar, le debía eso, ¿no es así? ―Está bien. Iré.‖

Volvimos al colegio. Los grandes pasillos estaban hechos trizas: las velas estaban

apagadas, las flores habían sido pisoteadas por los estudiantes en pánico, y el quiosco

de música de la orquesta había sido claramente abandonado con apuro. Balthazar

desabrochó su corbata de moño y sus puños mientras subía las escaleras; sus pasos

hacían eco sobre la piedra. Después de lo que había sucedido esta noche, estaba

dispuesta a apostar que la mayoría de las personas permanecían despiertos y lo estarían

por horas, pero nadie se arriesgaba a pasear por ahí solo en la media noche.

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Balthazar no encendió las luces cuando entró en su dormitorio. Eso era probablemente

para tener cierta privacidad mientras se desvestía; por supuesto, no miré de todas

maneras. Aunque la luz de la luna seguía brillando, así que pude ver su sombra contra

la pared mientras se sacaba su camisa y desabrochaba su cinturón.

¿Y no es el ―tipo‖ de Patrice? pensé. Simplemente no entiendo eso.

Cuando escuché que las cubiertas de su cama hicieron ruido, volví a mirarlo, flotando

sobre su cama. Balthazar estaba recostado de lado, y parecía ser una de esas personas

afortunada que sólo tenían que cerrar sus ojos para comenzar a dormir. En unos cortos

minutos, pude sentir que estaba soñando.

Aunque me sentía extraña haciéndolo —casi como si estuviera engañando a Lucas

sólo por compartir esto con alguien más— me estiré y me lancé hacia abajo, en el

mismísimo centro de la mente adormecida de Balthazar.

Y me encontré en medio de un bosque, nuevamente era de noche.

Al principio pensé que eran los bosques cercanos a Medianoche, pero después me di

cuenta de que no era así. La mayoría de los árboles aquí eran más altos, y algunos de

ellos eran enormemente gruesos, antiguos quizás. En la distancia, podía escuchar a

otras personas hablando, y otros sonidos: cascos de caballos. Mientras miraba a través

de la oscura noche, me di cuenta que personas estaban andando a lo largo de un

camino de tierra en una carro anticuado, y usaban ropa que no me era familiar, con

grandes sombreros y largas capas. Me recordada de alguna manera a la escena que

había alcanzado a ver en los recuerdos de Christopher de su vida, pero sentía que esto

era de antes.

―Lo lograste,‖ dijo Balthazar.

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Me di la vuelta para verlo parado a mi lado, usando el mismo tipo de ropa; porque

estaba más cerca, pude ver que usaba pantalones que sólo llegaban hasta sus rodillas,

con botas altas que se ensanchaban ligeramente en la parte superior. Su abrigo tenía

cinturón, y su capa estaba adornada con pieles. Su sombrero… bueno, a pesar de todo,

tuve que sonreír. ―Te ves como la estrella de un desfile de Acción de Gracias.‖

―Te diré, que ésta era la última moda en la colonia del año 1640.‖ Balthazar reajustó

su sombrero para que estuviera en un ángulo ligeramente más desenfadado.

Más seria ahora, dije, ―¿Es esto sobre lo que sueñas? ¿Tu vida?‖

―A veces.‖ Balthazar señaló una luz distante: el brillo de una lámpara de aceite en la

ventana de una vieja casita. ―Vamos a ver lo que podamos.‖

Caminé con él a través de los bosques hasta que llegamos al claro delante de la cabaña.

Era más primitiva de lo que me habría imaginado, aunque cuando pensé en eso, tenía

sentido; Balthazar probablemente había ayudado a su padre a construir esta casa con

sus manos y las herramientas de que disponían. El humo se enroscaba desde una

chimenea de piedra ligeramente torcida, y la única ventana estaba cubierta con algún

tipo de papel de cera, en vez de vidrio. Un perro peludo dormía al lado de la chimenea,

con la espalda hacia el calor. Balthazar sonrió y se inclinó hacia abajo para acariciarlo.

―Hola, Fido.‖

Fido no se movió. Tal vez no podía sentir su toque en sueños.

Entonces, desde el interior, escuché la voz de una mujer, aguda y enojada. ―Tu

desobediencia nos cansa, Charity.‖

―Lo siento mucho, Madre.‖ Resonó la voz de Charity, clara, fuerte, y no arrepentida.

―Pero me temo que voy a tener que desobedeceros incluso más.‖

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Había sabido que llegaría este momento desde la primera vez que Balthazar me había

pedido que viniera a sus sueños, pero eso no lo hacía más fácil de afrontar. A juzgar

por el miedo en los ojos de Balthazar, se sentía de la misma manera.

Balthazar caminó hacia la entrada principal y abrió la puerta. Ahí pude ver a Charity,

parada usando un largo vestido oscuro con un delantal blanco, y un pequeño gorro de

lana blanco en su cabeza. Su rostro se veía más joven de lo que recordaba, esto fue un

par de años antes de su muerte, cuando sólo era una niña. En frente de ella estaban

sentadas dos personas quienes claramente eran los padres de Charity y Balthazar,

vestidos de la misma manera austera que sus hijos, sus rostros severos y no divertidos.

Charity sonreía, una expresión demasiado adulta en un rostro redondeado por la grasa

de bebé. Tiró de su gorro, exponiendo sus hermosos rizos. ―Ya no voy a cubrir más mi

cabeza. De hecho, creo que no cubriré nada de mi cuerpo, si no quiero hacerlo.‖

―El diablo ha entrado en ti, mi niña,‖ retumbó su padre. Se veía como una versión de

Balthazar más vieja y más gorda, pero de alguna manera más duro. Desagradable. No

había amor en él mientras regañaba a su hija, sólo desaprobación.

―¡Tienes razón!‖ Charity se reía en voz alta, regodeándose con desobedecer a sus

severos padres. ―¿Quieren ver lo que diablo puede hacerme hacer?‖

Le susurré a Balthazar, ―¿Siempre fue así?‖

―Solía pensar que era sólo rebelión,‖ dijo. ―Pero, sí. Charity siempre estaba buscando

problemas, desde el principio.‖

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En ese momento, Charity se dio cuenta de nosotros. Su rostro inmediatamente cambió

del triunfo jubiloso a la confusión. ―¿Qué estáis haciendo aquí? ¿Qué está haciendo ella

aquí?‖

―Déjame con ella,‖ susurré. Después de lo que le había hecho a Lucas, sentía como si

pudiera desgarrarla.

―No,‖ dijo Balthazar, poniéndose entre nosotras. ―Puede herirte aquí. Pero para mí,

esto es sólo un sueño. No tiene poder sobre mí.‖

Del mismo modo que ella ha atacado a Lucas, él la ataca a ella.

Balthazar saltó hacia delante, derribando a Charity y enviándolos a ambos al suelo.

Aunque sus padres protestaron, ni Balthazar ni Charity les prestaron atención; eran

solamente fantasmas del sueño. Esta pelea era real. Ella lo golpeó con el dorso de su

mano salvajemente, pero Balthazar consiguió doblar uno de sus brazos detrás de ella y

empujarla hacia el fuego. Cuando su rostro estaba a sólo unos centímetros de las

llamas, ella comenzó a gritar. ―¡Detente! ¡Detente! ¡Balthazar, me estás hacienda

daño!‖

―Y lo odio.‖ Su voz tembló. ―Sabes que lo hago.‖

―¡No te bastó con matarme!‖ Ella se retorcía violentamente en su agarre, tratando de

darle un zarpazo con su brazo libre, pero no podía alcanzarlo. La escena,

suficientemente terrible por lo que era, se veía incluso peor cuando me di cuenta lo

infantil e indefensa que se veía Charity. ―¿Ahora quieres torturarme?‖

―Quiero dejarte en paz. Igual como tú quieres dejarme en paz. Pero tienes que dejar a

Lucas.‖

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Charity reía, aunque sus rizos dorados comenzaban a arder. ―Es mío. Todo mío. Tú la

quieres a ella más que a mí, y ella lo ama a él más que a ti. Pero ella nunca lo tendrá de

la manera que yo lo tengo.‖

―Vas a dejar a Lucas,‖ repitió Balthazar. ―O si no… cada noche que vayas a sus sueños

a torturarlos, iré a tus sueños y te haré lo mismo.‖

―¡No tienes derecho! ¡No después de lo que me hiciste!‖

―Si pudiera volver en el tiempo y matarme en vez de convertirte, lo haría.‖ Balthazar

estaba temblando ahora, o por el esfuerzo de mantener a Charity cerca del fuego o por

la emoción. ―Pero he dejado que la culpa me controle durante demasiado tiempo. Eres

una amenaza, Charity. Cazas y matas, y debería haberte detenido hace mucho

tiempo.‖

―¿Matándome?‖ La voz de Charity había cambiado; destilaba auténtico dolor. ―¿Otra

vez?‖

Balthazar no respondió. ―Vas a dejar a Lucas. Vas a dejar de invadir sus sueños para

siempre. Si alguna vez rompes tu palabra, te juro que lo sabré, y te arrepentirás.‖

Charity trató de darle un zarpazo nuevamente, pero sin la misma fuerza. Podía oler

cabello quemado. ―Duele. Balthazar, está caliente.‖

―Vas a dejar a Lucas.‖ Balthazar nunca retrocedió, pero vi la humedad brillando en sus

ojos. A pesar de todo, quería proteger a su hermana pequeña y, a su vez, estaba

dispuesto a hacer esto, por Lucas y por mí.

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Después de un largo momento, ella gimió, casi demasiado silenciosamente para

escuchar, ―Está bien.‖

―Júralo.‖

―¡Lo juro! ¡Ahora detente! ¡Sólo detente!‖

Balthazar alejó a Charity del fuego y la arrojó a la esquina más alejada. El hollín había

ennegrecido su delantal y mejillas, donde podía ver los trazados de las lágrimas. ―Esto

es por ella, ¿no es así?‖ Me señaló a mí, con su mano temblando. Su rostro era tan

terriblemente joven. ―¿Escogiste a otra chica a la que salvar porque no me puedes

salvar a mí?‖

―No puedo salvarte,‖ repitió débilmente. ―Pero te amo, Charity.‖

Ella le arrojó el cepillo de la chimenea y comenzó a llorar. Esa era probablemente la

versión de Charity de ―Yo también te amo.‖

Mientras ella lloraba entrecortadamente al lado del fuego, Balthazar se paró y caminó

hacia afuera, más allá de las figuras de sus padres, ahora mudas y sin reaccionar. Lo

seguí, sin decir nada al principio. Se detuvo al lado del perro por unos cuantos

segundos, observándolo dormir.

Cuando me atreví a hablar nuevamente, dije, ―No tenías que hacer eso.‖

―Sí. Sí que tenía.‖ Balthazar tiró de su abrigo adornado con piel más apretadamente

alrededor de sí mismo. ―Charity no se habría detenido de ninguna otra manera.‖

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―¿Mantendrá su palabra?‖

―Sí. Aunque sea extraño, cuando ella hace una promesa, la mantiene.‖

Comenzamos a caminar alejándonos de la casa en los bosques. El aire olía tan fresco y

limpio, todavía no había contaminación, motores, ni humos tóxicos. ―Sé que eso fue

difícil para ti,‖ dije. ―Violar el vínculo de esa manera. Herirla.‖

Balthazar hizo una mueca de dolor, pero dijo, ―Hice lo que tenía que hacer. Tal vez

Lucas pueda encontrar algo de paz ahora.‖

―¿Tú crees?‖

―Tal vez,‖ dijo nuevamente, y sabía que Balthazar había visto en Lucas la misma

desesperación que yo.

Entonces levantó su cabeza, mirando hacia la distancia, y una pequeña sonrisa

apareció en su rostro. Seguí su mirada hacia otra casita a lo lejos. ―¿Qué es eso?‖

―Ahí es donde vivía Jane.‖ Era la única vez que había reconocido abiertamente ante

mí su amor perdido. Nunca supe que había pasado entre ellos, pero sabía que su

pasión por ella había durado cuatrocientos años desde entonces hasta ahora.

Muy atrevida, dije, ―¿Quieres ir a verla? Podría irme.‖

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―Ella sería sólo un sueño.‖ Balthazar me miró tristemente. ―Estoy cansado de los

sueños.‖

Nos tomamos las manos por un momento, el más breve de los toques. Entonces me

ordené levantarme e irme, despertando.

Cuando aparecí nuevamente en el dormitorio, Balthazar continuaba durmiendo.

Ahora, sin embargo, no estaba soñando; sólo descansaba. Rocé una mano contra sus

oscuros rizos en agradecimiento.

Al día siguiente, un silencio frío había caído sobre el colegio. La primera helada fuerte

de Invierno había vuelto plateados los árboles y el suelo, pero después de anoche eso

parecía menos como la naturaleza siguiendo su curso y más como si los espectros

hubieran reclamado el mundo completamente para ellos. Los estudiantes vampiros, en

su mayor parte aterrorizados de los espectros, se mantenían en sus habitaciones;

incluso los estudiantes humanos —generalmente más tranquilos sobre estas cosas,

dado que venían que casas embrujadas— parecían inquietos por las posesiones. Unos

cuantos chicos ya se habían marchado; tal vez no tendríamos que trabajar demasiado

duro para hacer que el resto de los humanos se fuera. Mientras me movía rápidamente

por el colegio, libre al final de moverme por los alrededores sin miedo, no vi a casi

nadie en los pasillos y no escuché conversaciones ni risas. Helado, pensé. Es como si

todo se hubiese quedado helado.

La Sra. Bethany permanecía en su casa-cochera. Una o dos veces vi su silueta contra

su ventana. Aunque dudaba que estuviera asustada de los espectros, o de cualquier

cosa, había decidido aparentemente permanecer en una estructura que era

completamente segura de la invasión de fantasmas.

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¿Ya había descubierto que sus trampas habían desaparecido? Si era así, no hizo nada.

Mientras tanto, su ausencia del edificio del colegio nos dio un tiempo breve para

reunirnos sin preocuparnos por ser observados.

Todos nos reunimos en el apartamento de mis padres. Vic estaba desparramado sobre

el sofá, con una ligera pelusa en sus mejillas porque no se había afeitado. A su lado,

Ranulf y Patrice bebían tazas del café que mi madre había hecho para nosotros. Lucas

tomó la silla más alejada de la habitación, como si pensara que mis padres lo podrían

echar en cualquier segundo, pero Mamá le llevó café también. Me quedé cerca de él, y

Maxie se atrevió a materializarse en la entrada, donde todos podían verla.

―El próximo fin de semana será nuestra mejor oportunidad,‖ dijo mamá mientras

dejaba la cafetera. ―La Sra. Bethany a veces toma ventaja de los viajes a Riverton para

dejar el colegio por un par de días. La podemos alentar a que lo haga.‖

Vic se alegró. ―Sí, y con el resto de los humanos en la ciudad por el viaje de los viernes,

habrá menos posibilidades de que nos descubran, ¿no es así? ¡Oh, tío! Acabo de llamar

humanos a las personas.‖

―En realidad, no,‖ dijo Papá. ―Los estudiantes vampiros dan las fiestas más grandes

del año cuando los humanos se van. Lo cual es un infierno para quienes los vigilan,

pero yendo al punto, eso nos complica las cosas. Pero si esperamos hasta la siguiente

noche, ese Sábado, dentro de una semana, la Sra. Bethany no habrá regresado todavía

y tendremos libertad de acción.‖

Lucas y yo compartimos una mirada. Él dijo, ―Íbamos a ir a hablar con algunos

antiguos amigos nuestros de la Cruz Negra en Riverton.‖

―La Cruz Negra,‖ murmuró Mamá, en el mismo tono de voz que usaba cuando

maldecía.

―Es Raquel, Mamá,‖ dije. ―Y Dana, las que nos ayudaron a escapar cuando casi nos

atrapan el año pasado. Son nuestras amigas, además son luchadoras, y tienen un poco

de experiencia en capturar espectros. Deberíamos hacerlas parte de esto. Ellas podrían

ayudar, tanto con los espectros como también sacándote a ti y Papá y Lucas después.‖

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Mamá y Papá claramente no estaban seguros de qué pensar, pero asintieron. Me giré

hacia Maxie. ―Está bien, cuando los espectros sean liberados, ellos van a…perder el

control.‖

―Puedes estar segura,‖ dijo Maxie. ―Estamos hablando de fuegos artificiales, como el

cuatro de Julio. Energía y luz y escarcha yendo en cada dirección. Bianca tendrá que

guiarlos donde necesiten ir, tanto si es de vuelta a sus hogares o al siguiente reino, lo

que sea. Lejos de aquí, eso es lo principal. Ayudaré si puedo.‖

―Asombroso,‖ dijo Vic, y él y Maxie compartieron una rápida mirada antes que ella

inclinara su cabeza, lo que escondía su sonrisa.

Patrice asintió. ―Así que, una vez que las trampas estén vacías, las destruimos. Aunque

eso no es fácil, puesto que deben ser un par de cientos de kilos de metal.‖

―Será requerida una gran fuerza cataclísmica,‖ dijo Ranulf. ―Yo manejaré los

explosivos.‖

―Whoa, tranquilo vaquero,‖ lo interrumpió Lucas. ―No tenemos que romperlos hasta

volverlos átomos. Todo lo que tenemos que hacer es dejarlos inutilizables como

trampas. La Sra. Bethany no puede tener un suministro infinito de estas cosas.‖

Mi padre dijo, ―Nuestro problema más grande es el elemento mágico dentro de las

trampas. No sé mucho sobre eso —no creo que ninguno de nosotros sepa— pero no es

tan simple como demoler chatarra. Podría ser capaz de crear una solución química que

funcione, pero los resultados aun serían… ¿cómo lo pusiste, Maxie?‖

―Fuegos artificiales,‖ respondió.

―No veo como esto es diferente a los explosivos,‖ dijo Ranulf.

Eso se ganó una ronda de risas, y después la gente comenzó a hablar animados sobre el

plan y nuestras posibilidades de tener éxito. Por alguna razón, me golpeó en ese

momento lo extraordinario que era que estas personas se hubieran reunido. La única

cosa obvia que tenían en común era que me conocían, pero no estaban aquí por mí, al

menos no solamente, o no en su mayor parte. Estaban aquí porque habían aprendido a

pasar por alto sus viejos prejuicios y miedos y se veían los unos a los otros por lo que

eran. La buena disposición de Maxie para comprometerse nuevamente con el mundo

vivo, la aceptación de los vampiros de los espectros y humanos como sus iguales y

aliados, Lucas tomando lo que era bueno de su entrenamiento en la Cruz Negra y

dejando atrás lo que era malo, la habilidad de Vic para tratar con el mundo

sobrenatural tan fácilmente como el mundo natural… Todo eso era lo que nos unía

ahora.

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Por un momento, nuestro plan pareció fácil. Si habíamos conseguido juntarnos así,

seguramente podíamos hacer cualquier cosa que nos propusiéramos.

CAPÍTULO 20

Traducido por Linetas

Corregido por Sidonie

―¿CÓMO UN PUEBLO DEL TAMAÑO DE RIVERTON MANTIENE una sala de

cine clásico en marcha?‖ dijo Lucas, de pie ante las rojas y doradas luces parpadeantes

de la marquesina.

―Es un pueblo muy pequeño con muy buen gusto,‖ le susurré al oído.

Detrás de nosotros, en la plaza del pueblo, el bus contratado desde la Academia

Medianoche estaba evacuando a los últimos estudiantes que habían venido también a

Riverton, menos que antes debido a los temores de ‗violencia de bandas de

delincentes‘. En la ciudad no había gran cosa: una pizzería, un restaurante, un par de

tiendas vintage, y este cine increíble. Esta semana, se mostraba ‗Tú y yo‘, mi película

favorita de Cary Grant. Eso me hizo desear que en realidad hubiésemos venido a ver la

película.

Lucas tenía las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones vaqueros. En uno de

los bolsillos estaba mi broche azabache, pero no pensé que estuviese revisando para

asegurarse de que lo tenía. Parecía más como si estuviera tratando de mantener la

calma.

―Estás nervioso,‖ le dije, manteniendo mi voz baja. ―Dana tenía razón acerca de que la

Cruz Negra no volvería aquí de nuevo, ¿verdad?‖

―Eso parece. Pero, sí, estoy nervioso de todos modos. ¿Puedes culparme?‖

Todavía tenía problemas para creer que Dana lo aceptaría como un vampiro. Tal vez

todavía dudaba de que él fuese capaz de evitar atacarla. ―Todo va a estar bien. Te lo

prometo.‖

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Lucas compró un solo boleto de cine, y yo floté en forma invisible con él. Él medio

sonrió cuando subíamos hacia el balcón. ―No se puede decir que tú no eres una cita

barata.‖

―Cállate o después te haré comprarme la cena.‖

―¡Ni siquiera comes!‖

―No importa.‖

Nos sentamos justo cuando la película comenzaba, con el sinuoso texto en cursiva

para los créditos y el exuberante tema musical. Aunque había otros espectadores en la

planta baja, estábamos solos en el balcón, así que seguí adelante y me materialicé;

Lucas apretó el broche azabache en mi mano, para que el proceso se hiciera sin ningún

esfuerzo para mí. Yo prendí el broche a mi camisola, y Lucas me ofreció su abrigo, por

lo que no sería totalmente evidente que la chica que estaba sentada a su lado estaba en

pijama.

Me sentía rara estando lejos de la escuela mientras allí estaban ocurriendo tantas cosas.

Mis padres estaban vigilando a la señora Bethany, si se iba esta noche, ellos tendrían

que averiguar cuánto tiempo se iría, y si no, tendrían que encontrar una manera de

conseguir que se fuera, al menos por un día. Mientras tanto, todos los demás estaban

pasando de contrabando las trampas al Gran Salón, preparándose para los esfuerzos de

mañana por la noche. Ir al cine –uno de mis entretenimientos favoritos desde siempre–

se sentía un poco como hacer novillos.

Disfruta de ello, me dije. Todo está a punto de cambiar.

Cuando Vic Damone canturreaba sobre una historia de amor, un par de personas más

avanzaron pausadamente en su camino hacia el balcón y se sentaron junto a nosotros:

Raquel a mi lado, y Dana en el otro lado, al lado de Lucas. ―Tengo palomitas de

maíz,‖ dijo Raquel.

Las dos nos sonreímos la una a la otra, y por un momento fue como si nada hubiese

pasado. No, me tuve que corregir, han ocurrido muchas cosas. Y pasamos por ello de

todos modos.

Junto a nosotros, Dana y Lucas no parecían ser capaces de encontrar las palabras.

Lucas se echó hacia atrás en su asiento, como si estuviera agotado y no pudiese ir más

lejos, a pesar de la oscuridad en el teatro pude ver que los ojos de Dana se llenaban de

lágrimas.

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Ella tomó la mano de él entre las suyas, y me acordé de la conmoción que había sido

para mí la primera vez que toqué a Lucas y noté que no tenía calor, ni pulso. Siempre

había sido la persona más viva que había conocido alguna vez. Por muchos poderes y

habilidades que ahora tuviera como vampiro, era imposible olvidar lo que había

perdido.

―Hermanito, ¿qué te pasó?‖ preguntó ella, estremeciéndose.

―Sigo pensando que es un mal sueño,‖ dijo Lucas. ―Pero no hay despertar. No de

esto.‖

―Y sin embargo… todavía eres tú,‖ dijo Dana.

Lucas suspiró. ―Más o menos yo.‖

―Nunca nos dijeron eso, en la Cruz Negra.‖ Dana se secó las mejillas con el dorso de

su mano libre. ―¿Cómo es que nunca nos dijeron eso?‖

Él volvió la cara hacia la pantalla de cine, donde Cary Grant estaba caminando por la

cubierta de un trasatlántico. Me di cuenta de que no le importaba la película, estaba

luchando por seguir estando estable. ―Mamá siempre decía que si ella se convertía, me

olvidase de que había tenido una madre. Supongo que ella se olvidó de que alguna vez

tuvo un hijo, ¿eh?‖

Raquel se llevó la mano a la boca. Ese pequeño gesto –compasión por un vampiro –

me dijo lo mucho que ella también había cambiado.

―Está bien,‖ dijo Lucas, pero se corrigió. ―No está bien. Pero se acabó.‖

Dana envolvió a Lucas en un abrazo de oso, justo cuando la banda sonora se

incorporaba. ―Siempre te defendí, Lucas. Lo sabes, ¿verdad?‖

―Es bueno oírlo,‖ dije, ―Porque necesitamos tu ayuda.‖

Mientras Deborah Kerr coqueteaba con Cary en pantalla, le expliqué lo que estábamos

tratando de hacer. Ni Dana ni Raquel dudaron por un segundo. ―Podemos sacarlos

chicos,‖ dijo Raquel. ―Y vamos a llevarlos a dónde quieran ir.‖

―La Cruz Negra me enseñó a falsear identificaciones que nadie jamás detectará,‖

prometió Dana. ―Podemos sacarlos limpios y libres chicos, para lo que quieran hacer

luego. Por cierto, ¿qué será, exactamente?‖

Lucas y yo nos miramos el uno al otro. No teníamos una respuesta.

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Después de que la pausa se hubiese extendido por unos segundos, Dana dijo, ―Ustedes

pueden tomar una decisión sobre esto más adelante. Diles a los demás que nos

esperen, ¿de acuerdo?‖

―Y dile a Balthazar…‖ Raquel tuvo problemas para decir esto, pero se las arregló.

―Dile que debería haber hecho más, cuando lo vi por última vez. Debería haber lo

ayudado. Al igual que ustedes lo hicieron.‖

―Él va a estar bien,‖ le prometí. ―Pero díselo tú misma, ¿de acuerdo? A Balthazar

probablemente le gustaría oírlo.‖

Raquel asintió con la cabeza. ―Debemos irnos. Si alguien que estaba en Medianoche el

año pasado me ve, puede haber preguntas.‖

―Gracias‖ le dije.

―No tienes que darme las gracias,‖ dijo con firmeza. Nos sonreímos la una a la otra, y

se sentía tan bien saber que habíamos encontrado el camino de vuelta a ser amigas.

Una vez que se habían ido, Lucas y yo nos quedamos en el cine, viendo la historia

desarrollarse. Normalmente eso hubiese sido porque no había manera de que yo saliera

de una película de Cary Grant. Pero esta vez, me sentí como si las preguntas sin

respuesta entre nosotros nos agobiasen, por lo que estábamos refrenados en su lugar.

Finalmente dije: ―¿A dónde quieres ir después de Medianoche?‖

―No sé,‖ dijo. ―Nunca pasé mucho tiempo en el oeste. Tal vez podríamos intentar

eso.‖

―O Europa,‖ sugerí. ―Balthazar dice que es realmente más fácil cruzar una gran

superficie de agua que un río.‖

Lucas hizo una mueca; el viaje sobre el río en el camino a la ciudad lo había sacudido.

―Si él lo dice.‖

En la pantalla, Cary y Deborah se comprometieron el uno al otro a encontrarse en la

parte superior del Empire State Building, si su amor era de verdad. Tomé las manos de

Lucas en la mías. ―Sé que da miedo… ir a un nuevo lugar…‖

―No tengo miedo de eso. Nunca viví más que unos pocos meses en un mismo lugar, ni

una sola vez en toda mi vida. Pero, ¿qué vamos a hacer? No pudimos mantenernos en

Filadelfia, y era entonces cuando tú también podías trabajar.‖

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Yo no lo había pensado antes, pero ser un fantasma casi eliminaba mis posibilidades

de conseguir un trabajo. ―Mamá y papá nos van a ayudar esta vez. Ellos tienen dinero,

y además, saben cómo encajar en el mundo. Ellos te enseñarán. No tienes que

preocuparte por eso.‖

A Lucas no le gustaba la idea de pedir prestado aún más dinero, me di cuenta, pero eso

obviamente no era nuestro problema más grande.

―Sentado aquí, entre Dana y Raquel… pude escuchar sus latidos del corazón.‖

―Superarás esta ansiedad. Sé que lo harás. Mira a Balthazar , o a mis padres, o a

Ranulf.‖

―Es más difícil para mí, y ambos lo sabemos. Y si no he conseguido mejorar nada en

esto después de un par de meses en Medianoche, no hay muchas posibilidades de que

lo haga alguna vez.‖

―Tú no estás loco. Nunca serás un asesino como Charity.‖

―Si asesino incluso una sola vez… si alguna vez cometo un desliz, y Dios, Bianca sé

que lo haré… Prefiero estar muerto.‖

―No,‖ insistí en que, teniendo su rostro en mis manos. ―Lucas, yo siempre estaré aquí.

Yo nunca te dejaré. Tienes que prometer que no me dejarás. Tienes que ser fuerte.‖

Los ojos de Lucas se encontraron con los míos, y yo sabía que me estaba haciendo una

promesa solemne, más de lo que nunca antes lo había hecho. ―Jamás te abandonaré.

Jamás. Pase lo que pase, estaremos juntos.‖

Eso debería haberme hecho feliz, porque sabía que Lucas lo decía desde el fondo de su

corazón. Pero en vez de eso, me di cuenta de lo que había exigido de él. Él odiaba ser

un vampiro, y sufría por la poderosa ansia de sangre que lo agobiaba, cada día, cada

momento. Para él, mantenerse así era una tortura; nuestro amor el uno por el otro sólo

podía proporcionar una comodidad temporal. Él había jurado soportar incontables

siglos de existencia en lugar de dejarme sola. Yo podría conseguir que Lucas siguiera

adelante, pero él nunca estaría bien de nuevo. Nada alguna vez estaría realmente bien

de nuevo. Nuestra última oportunidad de verdadera felicidad había muerto cuando

Charity lo convirtió.

Lo abracé con fuerza, y él me devolvió el abrazo. Su voz ahogada en mi hombro, dijo:

―Me gustaría que ella nunca me lo hubiese mostrado. Es peor saber que existe una

salida que no puedes tomar‖.

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La señora Bethany le había enseñado como vivir de nuevo. Ella había querido ganarlo

para su lado, pero también se había dado cuenta de que, si él la rechazaba, esa

posibilidad lo atormentaría para siempre.

Traté de decirle que iba a estar bien, siempre y cuando estuviésemos juntos, pero el

mundo no era tan sencillo. Yo sabía eso ahora.

En la pantalla de cine, Deborah Kerr estaba tratando de llegar al edificio Empire State,

pero yo ya había visto la película. Yo sabía que ella no lo conseguiría.

Esa noche, yo había planeado entrar en los sueños de Lucas de nuevo. Con Charity

permanentemente exiliada de su mente, era finalmente seguro para nosotros estar

juntos allí. Pero, agobiada por la culpa de las realizaciones de la noche, me sentí como

si yo no pudiese hacerle frente todavía.

Me dejé llevar por los pasillos, inquieta. Por primera vez, realmente me sentía como un

fantasma.

Me pondré una sábana sobre mi cabeza, pensé. Y empezaré a decir ‗¡Boo!‘ Cada vez

que vea a alguien. Podría rondar el dormitorio de las chicas, o el vestíbulo principal…

Entonces me di cuenta. Si nuestro plan funcionaba de la forma en que queríamos, ésta

era la última noche que alguna vez pasaría en la Academia Medianoche. A pesar de

todo lo terrible que había ocurrido aquí, me di cuenta de que me gustaba mucho este

lugar. No me podía imaginar cómo sería nunca volver a estar allí nunca. Esta escuela

se había convertido en una parte de mí, literalmente, ya que yo era un fantasma. Me

había unido a las piedras de este lugar. Incluso cuando me fuese para siempre, una

parte de Medianoche siempre podría atraerme de nuevo.

Así que fui a todos los lugares que recordaba, oyendo las palabras habladas desde hace

mucho tiempo, viendo a todo el mundo como habían sido entonces. Raquel, en su

primer día aquí, con el ceño fruncido en la parte posterior del vestíbulo principal,

mientras la señora Bethany daba el discurso de bienvenida. Balthazar, aprendiendo a

tomar fotos con un teléfono celular en clase de tecnología moderna. Vic y Ranulf,

observando las estrellas conmigo afuera en el terreno. Patrice, trenzando ni cabello

para mi primera cita. Courtney, chismeando en el hueco de la escalera. Mamá y papá,

sonriéndome cuando nos cruzábamos en los pasillos entre clase y clase. Y en todas

partes, Lucas: susurrándome en la biblioteca, corriendo a rescatarme después del

incendio del año pasado, besándome por primera vez en el cenador.

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Pero el pensamiento de Lucas me hizo recordar el dilema al que se enfrentaba.

¿Cómo puedo pedirle que acepte la inmortalidad, cuando es lo último que él desea en

la vida?

Decidí que tenía que ser sólida por un tiempo. A menudo me hacía sentir más firme

acerca de las cosas, y era algo reconfortante ser capaz de abrazarse a uno mismo. Así

que floté suavemente hacia la sala de archivos y empecé a tomar forma.

En esa hora de la noche, todos los demás estaban en la cama, por lo que la sala de

archivos estaba desierta. Las trampas habían sido trasladadas a los niveles inferiores de

la escuela, ocultas en baúles, la habitación era sólo nuestro lugar de reunión una vez

más. Los libros de texto de alemán de Patrice estaban en el centro del puf, y Vic se

había dejado una de sus corbatas con motivos hawaianos. Sonriendo ligeramente,

quité el ladrillo en la pared donde habíamos escondido mi pulsera de coral… y una

enfermiza y horrible marea se apoderó de mí.

¡Una trampa! Traté de agarrarme al alféizar de la ventana, a las piedras de la pared, a

cualquier cosa, pero no había podido solidificar mis manos. Mi pulsera había sido

sacada de su cubículo, dejando la trampa de cobre verdoso en su lugar; mi broche

azabache estaba con Lucas, profundamente dormido, muy lejos. Traté de pensar en él

como mi ancla, en cualquiera de los otros lugares a los que podía ir, pero ya era

demasiado tarde. La trampa estaba demasiado cerca, y yo prácticamente puse mi

mano dentro. Cuando comencé a deslizarme hacia el sumidero brillante, intenté una

vez más llamar a Lucas, pero apenas logré pensar su nombre antes de que todo se

volviera negro.

Fue como hundirse en una masa de alquitrán caliente. Yo no podía materializarme, ni

tampoco desmaterializarme. No tenía ninguna sensación del mundo que me rodeaba,

ni sabía si me encontraba en el mundo mortal o fantasmal. Después de morir, había

habido un momento como este, y también la primera vez que había viajado a la tierra

de los objetos perdidos; sin embargo, aquellos vacíos terribles y sin fondo habían

durado sólo un segundo. Éste se extendía una y otra, y otra vez. Me asfixiaba el alma,

y el terror empeoraba aún más aquella sensación.

No es extraño que se vuelvan locos, pensé violentamente, recordando los muchos

espíritus gritando que había detectado en las trampas de Medianoche. Esto me va a

volver loca, también, en cualquier segundo, y sólo he estado aquí unos pocos

minutos… ¿O ha sido más tiempo? ¿Lo sabré alguna vez? ¿Es esto la eternidad? ¿O

acaso se trata de la muerte más allá de la muerte?

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Haz que se detenga, había dicho Samuel. Haz que se detenga. El fantasma que

albergaba en su interior, el que había estado atrapado así, había perdido la capacidad

de pensar en otra cosa. Yo también lo haría. Ya me sentía reducida al instinto

desesperado de escapar, nada más.

Luego, en ese vacío sin forma, se abrió un suave rectángulo de luz. Corrí hacia él, sin

importarme lo que era o lo que significaba: era algo, en un mundo de nada, y eso era

razón suficiente.

Entonces, en el marco del rectángulo, mucho más grande, vi a la señora Bethany.

―Señorita Olivier.‖ Sonrió con la tranquilidad de siempre, pero el brillo ávido de sus

ojos no llevaba a engaño. ―Por fin. La estaba esperando.‖

CAPÍTULO 21

Transcrito por Sidonie

NO PODÍA ATACAR; NO PODÍA ESCAPAR. LO ÚNICO que podía hacer era

mirar a la señora Bethany, que en ese momento se había convertido, de forma bastante

literal, en lo único que tenía en el mundo.

―Creía que el señor Ross sería quien la traería a mí,‖ dijo. ―Pero está más prendado de

usted de lo que había imaginado. Y entonces, por fin, después de semanas de

búsqueda, encontré esa baratija en la sala de los archivos y vi lo fácil que resultaría

sustituirla por una trampa y hacerme con usted.‖

La señora Bethany siempre había estado al tanto de nuestras visitas al cuarto de los

archivos. Siempre había sabido de mi existencia.

―¿Cómo supo que estaba en la escuela?‖

Inclinó la cabeza como si sintiera lástima de mí.

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―Considerando su conducta anterior, era natural suponer que estaría ahí donde se

encontrara el señor Ross.‖

La odié tanto en ese momento que me sorprendió que la trampa no se hiciera añicos.

Sentía tal rabia que habría podido fundir el metal y romper piedras.

―Yo soy el motivo de que usted ofreciera un trabajo a mis padres aquí, ¿verdad? Fue

una trampa desde el principio.‖

―Yo les brindé todas las posibilidades, ¿sabe?‖ Parecía tranquila. Satisfecha. ―Si

disfrutara tratando de forma injusta a los desvalidos, no habría fundado Medianoche.

Además, sus padres me gustaron: son unos profesores excelentes. Me sentí obligada a

tener en cuenta también todas las demás opciones. Cambié la política de admisiones

para aceptar a alumnos vinculados a otros espectros por si alguno de ellos también

resultaba apto. Cuando usted se desvió de la ruta trazada por sus padres, yo la urgí a

retomarla. En verano le dije que arrojar por la borda todo su futuro sólo por amor no

merecía la pena. Pero usted no me hizo caso, y se precipitó hacia su destino final. Y

ahora me siento libre para actuar tal como me parezca.‖

―Usted no quiere ser vampiro,‖ dije. ―Pero si me utiliza para eso… será algo peor que

un vampiro.‖

―Estaré viva.‖ La señora Bethany no dejó entrever ni un atisbo de vacilación. ―Y

quedará vengada una vieja traición. Podré morir como debería haberlo hecho, como

una mujer humana. Y usted no estará menos muerta de lo que ya está.‖

Se produjo un remolino de luz, y el mundo tomó forma a mi alrededor. Al principio

me creí libre, y me dispuse a desaparecer, a salir corriendo o lo que fuera… pero

entonces vi dónde me encontraba.

Tenía ante mí a la señora Bethany con la trampa en la mano, en el centro de una

habitación donde brillaban todos los colores, tanto en el suelo, como en el techo y en

las paredes. Era una estancia de las mismas dimensiones que el cuarto de los archivos,

pero, en lugar de ser de piedra desnuda y de polvo, refulgía de forma intensa y

translúcida. Era de madreperla. Reparé en el tejado de cobre de la torre sur, el extraño

efecto que había percibido a menudo procedente de la habitación desocupada sobre el

piso de mis padres; ella había llevado la trampa al interior de la otra torre, a ese sitio. Y

entonces comprendí qué era aquello.

―Ha convertido toda la habitación en una trampa,‖ dije. Supe que no lograría salir de

allí.

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―Tengo la teoría de que usted puede proporcionar la energía para resucitar a varios de

nosotros,‖ me explicó la señora Bethany. ―Usted, señorita Olivier, va a devolver la

vida a casi una docena de personas. Tal vez eso le sirva de consuelo.‖

Me aparté de ella. Noté el tacto resbaladizo de la madreperla bajo mis pies pero, no, no

era eso. Yo no podía ser ni sólida ni insustancial; no podía flotar, ni huir. Todo estaba

en un estado intermedio que me privaba de las habilidades que podría emplear en otro

estado. A pesar de que respiraba cierta sensación de libertad en la trampa, ésta no

dejaba de ser lo que era, y me estaba desposeyendo de la noción de realidad y de mi

propia persona. La diferencia radicaba en que todo iba algo más retrasado. Era una

muerte más lenta. No era raro que los espectros gritaran tanto…

Adoptando un tono más amable, la señora Bethany dijo:

―Considérese como una donante de órganos.‖

Entonces me acordé de que había podido oír los gritos de los espectros, incluso cuando

estaban atrapados…

Así pues, empecé a gritar con todas mis fuerzas, tanto con la voz como desde el

interior de mi alma.

¡Auxilio! Además del grito en sí, añadí el lugar donde me encontraba, la imagen de la

señora Bethany frente a mí, y todo cuanto pensaba, sentía y sabía. El mero esfuerzo

parecía mermarme aún más, como si al gritar hubiera perdido una parte de mí misma.

―Esta habitación está insonorizada,‖ dijo la señora Bethany. ―Nadie puede oírla.‖

Tal vez no con sus oídos. Pero quizá Maxie o Christopher lo captasen, o puede que

Lucas me oyera en su sueño.

Un repentino golpeteo en la puerta me devolvió la esperanza. Sin embargo, la señora

Bethany no pareció sorprenderse. Se limitó a sostener la trampa en lo alto, abrirla y

colocarla en el suelo. Un vacío oscilante y grisáceo se abrió ante mí de nuevo, e intenté

desesperadamente no sumergirme en él. Mientras agitaba las piernas frenéticamente,

incapaz de resistirme, oí un murmullo de voces que no pertenecían a la misión de

rescate que yo esperaba.

La trampa se cerró. Por unos segundos experimenté esa sensación de alivio mareante,

e intenté comprender lo que veía. Seguíamos en la habitación de madreperla, pero la

puerta se había vuelto a cerrar, imposibilitando mi huida.

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La señora Bethany y yo ya no estábamos solas. Media docena de vampiros ocupaban

la estancia, cada uno de ellos mirándome con la misma ansiedad que la señora

Bethany. La mayoría eran profesores, pero también había un par de alumnos. No

conocía bien a ninguno de ellos, pero sí me di cuenta de una cosa: se trataba de

vampiros ancianos y poderosos. La señora Bethany había escogido muy bien a sus

cómplices.

―No sé a cuántos de nosotros podrá usted resucitar, señorita Olivier.‖ La señora

Bethany introdujo la mano en el bolsillo de su larga falda y extrajo la daga que yo

recordaba de la transformación de Samuel. ―¿Me permite expresarle mi más profunda

gratitud en mi nombre y en el de los demás?‖

―Por mí pueden irse al infierno,‖ le espeté.

―Somos vampiros,‖ dijo la señora Bethany, y por un momento percibí aquel atisbo de

oscuridad y odio hacia sí misma que había notado en Lucas durante los últimos meses.

―Ya estamos en él.‖

―Me están matando.‖ Yo seguía sin poder creérmelo a pesar de que el proceso ya había

comenzado.

―Si le sirve de algo, usted también me matará a mí.‖ La señora Bethany sonrió, como

si fuera una gran noticia. ―No pretendo vivir mucho tiempo como humana. Esta

existencia prolongada ha sido más un tormento que un placer para mí. Lo único que

quiero es morir como debería haberlo hecho.‖

―¿Morir? ¿Usted sólo hace esto para volver a morir?‖

―Para morir como debería haber muerto,‖ repitió. Una tristeza profunda le oscureció

la mirada. ―Ir a donde debería haber ido después de la muerte y reunirme con aquellos

a quienes conocí en mi única vida legítima.‖

Christopher, pensé. Cree que si muere como humana estará de nuevo con Christopher.

Se subió la manga de la blusa de encaje, orientó la daga y se abrió la piel de la muñeca.

Su sangre de vampiro empezó a fluir por la mano y yo fui presa de una voracidad

desesperada, distinta de cualquier cosa que hubiera conocido hasta entonces. No

deseaba beberme su sangre: quería unirme a ella. El instinto de precipitarme en su

interior, de entrar a formar parte de ella y perderme a mí misma para siempre resultaba

más poderoso que cualquier otra cosa imaginable.

¡No! ¡Detente! ¡Piensa en Lucas, piensa en todas las personas a las que quieres! ¡Resiste

por ellos! Pero, mientras pensaba esas cosas e intentaba aferrarme a ellas con todas mis

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fuerzas, notaba que mi determinación se venía abajo junto con el resto de mi ser. Mi

forma humana empezó a desvanecerse en un vapor turbio. La señora Bethany alzó la

cabeza, triunfante. Ella pronto volvería a ser humana y yo pasaría a ser… nada.

Entonces se oyó un golpe sordo en la puerta que sobresaltó a los vampiros. El golpe se

repitió y la puerta cedió, dispersando trozos de madera y madreperla en mil

direcciones mientras Lucas entraba furioso en la sala con una ballesta en la mano.

O había comprendido al instante lo que ocurría, o estaba dispuesto a matar primero a

la señora Bethany y a hacer luego las preguntas. Lucas se llevó la ballesta al hombro

dispuesto a disparar, pero la señora Bethany se abalanzó sobre él, de modo que él

levantó el arma y la flecha dio en el techo.

―Suétela,‖ dijo Lucas mientras forcejeaban por la ballesta.

―Ella ya no te pertenece,‖ repuso la señora Bethany empujándolo hacia atrás. ―Es

mía.‖

Los otros vampiros se dispusieron a atacarlo también, pero Lucas no había acudido

solo. Balthazar y mi madre acabaron de destrozar lo que quedaba de la puerta;

Balthazar blandía su florete, y mamá simplemente había agarrado al vampiro que tenía

más a mano y lo golpeaba con fuerza.

Mientras yo me agitaba formando remolinos, desorientada e incapaz de resistirme, la

lucha a mi alrededor se intensificó. Tenía la sensación de que todo discurría muy

lentamente, como en un sueño, aunque resultaba mucho más aterrador por la claridad

de la violencia. Vislumbre un instante a mi padre blandiendo la pata de una silla rota a

modo de estaca. Vi a Balthazar caer al suelo y esbozar una mueca de dolor al volver a

ponerse en pie tambaleante. Observé cómo Lucas recuperaba la ballesta y la disparaba,

pero la señora Bethany esquivó fácilmente la flecha, que se hundió en otro vampiro,

provocándole un reguero de sangre y arrancándole un aullido.

La sangre de vampiro me anegaba, me hundía cada vez más en las profundidades de la

nada.

Al otro lado de la trampa, oí la voz de Maxie:

―¡Bianca! ¡Tienes que salir de aquí! ¡Vamos!‖

Apenas pude distinguir su silueta, de pie en el borde mismo de la habitación,

arriesgando su propia existencia para ayudarme. Detrás de ella asomaron otros rostros:

los de las alumnas que vivían en los pisos superiores de la residencia, atraídas por el

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ruido, y el de Vic, que parecía intentar con todas sus fuerzas que las chicas se fueran a

un lugar más seguro.

Intenté hacer lo que Maxie me decía, pero estaba demasiado débil. Demasiado

perdida. En ese momento, la señora Bethany corrió hacia la puerta a velocidad de

vampiro y al pasar cogió la trampa más pequeña. Entonces la abrió justo delante de

Maxie.

¡No! Pensé. Pero era demasiado tarde. Sólo pude ver el terror asomado en el rostro de

Maxie antes de que el torbellino la engullera y la arrastrara al interior de la trampa.

―¡Eh!‖ gritó Vic. Por primera vez, percibí verdadera ira en su voz. ―¡Ese es mi

fantasma!‖

La señora Bethany golpeó a Vic en la cara con la trampa y éste cayó al suelo. Las

alumnas humanas empezaron a chillar mientras la señora Bethany se abría paso entre

ellas.

―¡Se escapa!‖ gritó Balthazar.

―¡Me da lo mismo!‖ Lucas le clavó una flecha a otro vampiro; la habitación se quedó

en silencio, pero él apenas se dio cuenta. ―¡Tenemos que sacar a Bianca de aquí!‖

―¡Tiene a mi fantasma!‖

Vic empezó a bajar la escalera a toda prisa y Balthazar lo siguió. Mis padres y Lucas se

quedaron.

―Id,‖ susurré. Fue lo único para lo que tenía fuerzas. Maxie no merecía un final como

aquel.

―La trampa… Esta habitación… Dios mío, te está matando,‖ dijo Lucas. ―Bianca,

vamos. La puerta está abierta. Puedes conseguirlo.‖

Eso parecía. Sin embargo, alcanzar la puerta era imposible.

―Cariño, por favor,‖ suplicó mamá. Mi padre tenía los ojos anegados en lágrimas

mientras la sujetaba por los hombros. ―Puedes hacerlo.‖

―¡El broche!‖

Lucas se palpó los bolsillos y sacó el broche de azabache. Por un momento, sentí algo

parecido a la esperanza; si pudiera volver a adquirir sustancia, aunque fuera por un

segundo, podría salir por la puerta y tal vez recuperarme. Pero el broche cayó entre el

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humo azulado donde había estado mi mano. Como ya no podía tocarlo, no podía

acceder a su poder.

La flor negra de azabache repiqueteó en el suelo de piedra, oscuro como la tinta en

aquel mundo luminoso, y recordé los viejos sueños que me habían conducido a aquella

situación. Me habían advertido de que cuando buscara el amor, encontraría tormenta.

Pero en ninguno de mis sueños me había puesto a cubierto, con Lucas.

Él negó con la cabeza.

―Esto no puede estar ocurriendo.‖ Tenía la voz ronca. ―No puede estar ocurriendo.

Bianca, vamos. Vuelve conmigo.‖

―¿Bianca?‖ preguntó una voz que me resultó familiar. Una silueta femenina, ataviada

con un salto de cama azul intenso, estaba de pie junto a la puerta.

―¡Skye! ¿Qué haces aquí?‖ exclamó Lucas. ―¡Es peligroso! ¡Vete abajo!‖

Skye no se movió. Estaba mucho más tranquila que la mayoría de la gente en una

situación como aquella, pero, al fin y al cabo, ella había vivido en una casa encantada.

Puede que todo cuanto estaba sucediendo le pareciera normal.

―Has dicho Bianca. Era la chica de la que estabas enamorado. La que murió. ¿Se ha

convertido en fantasma?‖

―Es un fantasma atrapado y tenemos que sacarla de aquí‖ replicó Lucas sin dejar de

mirarme. ―Y ahora, tú también tienes que irte.‖

Lejos de hacerlo, Skye avanzó unos pasos y habló de nuevo. Esta vez dirigiéndose a

mí:

―Bianca, poséeme. Igual que lo hicieron los espectros en el baile.‖

¿Quería que la poseyera? ¿Podía hacer yo algo así?

―¿Qué haces?‖ Mi madre intentó apartar a Skye. ―¡Es peligroso!‖

―Sé lo que es perder a alguien,‖ explicó Skye. ―Si alguien pudiera hacer esto por mi

hermano, me gustaría que lo intentara. Así que inténtalo. Bianca, tranquila. ¡Vamos!

¡Hazlo!‖

Abandoné mi forma vaporosa y permití que el remolino de energía de la habitación me

condujera hacia Skye. Todo desapareció, y entonces, de pronto, noté la piedra dura en

mi espalda, y también dolor. Intenté tomar aire, pero me había quedado sin aliento.

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Respiración. Dolor. Latidos. Abrí los ojos, sus ojos, y al abrirlos vi a mis padres y a

Lucas arrodillados junto a mí.

―¿Bianca?‖ dijo Lucas, vacilante.

―Soy yo,‖ repuse. ―Somos las dos.‖

Porque Skye estaba allí conmigo, por completo presente. En esa ocasión no era como

cuando había poseído a Kate; Skye me había aceptado y, por eso, su espíritu y el mío

podían coexistir. Aunque ella estaba asustada, y el corazón le latía rápido, como si

fuera un pájaro, no vacilaba.

Gracias, le dije con el pensamiento.

Ella me respondió: De nada. Pero, en cualquier caso, ¿no deberíamos salir corriendo?

―¡Buen plan!‖ dije. Mis palabras sonaron muy extrañas en sus labios.

Lucas y mis padres se me quedaron mirando. Yo tomé a Lucas de la mano.

―Vámonos. Tenemos que intentar salvar a Maxie.‖

―Debemos salir de aquí,‖ dijo mamá mientras Lucas me ayudaba a ponerme en pie.

Me sorprendí cuando vi que lo podía mirar directamente a los ojos; Skye era más alta

que yo.

―Cariño, lo siento por tu amiga, pero tenemos que pensar en tu seguridad.‖

―Maxie no pensó en ponerse a salvo cuando me siguió,‖ repliqué. ―Además, Vic

intenta ayudarla. ¿Vais a permitir que Vic se enfrente solo a la señora Bethany?‖

Lucas me condujo a la puerta.

―De ningún modo. Vamos.‖

Mis padres se miraron durante un instante, pero nos siguieron. Al estar encerrada en el

cuerpo de Skye, como si éste fuera una armadura cálida y viva, la sala de la trampa ya

no ejercía ningún poder sobre mí; salir de allí resultó tan sencillo como bajar la

escalera. Como no podía ser de otro modo, mis movimientos eran bastante torpes,

porque no me había acostumbrado a manejar el cuerpo de Skye y las dos aún

temblábamos ligeramente después de lo ocurrido.

Cuando bajábamos por la escalera pregunté:

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―¿Fue Maxie quien os dijo dónde estaba?‖

―Sí,‖ dijo Lucas. Me tomó por la cintura, para ayudarme a mantener el equilibrio, pero

me tocó con cautela, y pensé que lo hacía para no incomodar a Skye. ―Esta mañana

nos hemos dado cuenta de que habías desaparecido porque era imposible que no

estuvieras con nosotros hablando de los planes de esta noche…‖

―¿He pasado un día entero en la trampa?‖

El tiempo allí me había parecido eterno, pero a la vez tuve la sensación de que todo

transcurría en una milésima de segundo.

Lucas asintió.

―Eso parece. Hemos registrado todo el internado buscándote.‖

―Seguramente, cuando robamos las trampas, la señora Bethany se dio cuenta de que la

habíamos descubierto,‖ dijo papá. ―Dejó de esperar su oportunidad y pasó al ataque.‖

Cuando todo esto acabe, pensó Skye, ¿alguien me contará qué está pasando?

¡Claro! Respondí. En cuanto yo misma lo comprenda.

―¿Y qué hay de las trampas? Seguro que la señora Bethany anda tras ellas.‖

―Esperemos que no tenga oportunidad,‖ dijo mamá mientras seguíamos bajando la

escalera de piedra.

Todo el mundo parecía despierto y consciente de que ocurría algo grave; se oían

murmullos y gritos en todas las plantas.

―Patrice y Ranulf deben de estar encargándose de ello en este mismo instante…‖

Su voz se apagó en cuanto las piedras de Medianoche empezaron a gritar.

Aquella era la única palabra que podría describirlo, aunque no sonaba como un grito

humano. Era como si el propio edificio hubiera cobrado vida y lo detestara. El sonido

se encontraba en el punto de fricción entre lo real y lo irreal, existente en unas

dimensiones que no tenían nada que ver con el sonido pero que, sin embargo,

reverberaban en nosotros. Nos tapamos los oídos con las manos, todos menos Lucas,

que seguía sujetándome con una mueca de dolor.

―Pero ¿qué diablos...?‖ gritó él por encima del estruendo.

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Entonces lo sentí, trepando hacia lo alto de la estructura del internado, trepando hacia

la libertad.

―Son los espectros,‖ dije. ―Están libres.‖

Estaban libres y también enfadados. En lugar de volar directamente hacia la gente que

los anclaba, o de desprenderse del mundo de los mortales, o de trasladarse de vuelta a

los lugares que habían encantado, estaban atacando la Academia Medianoche y

cuanto había en su interior. Antes no comprendía por qué no eran razonables, por qué

actuaban movidos únicamente por puro instinto. Ahora que había pasado un día en

una trampa, los entendí; esas cosas le arrebataban la conciencia a uno. En poco tiempo

te reducían a miedo y rabia.

Entonces mi aliento se volvió vaporoso, y la escarcha empezó a dejar huella de nuestro

paso en los muros, los escalones y el techo. Mi padre estuvo a punto de resbalar con el

hielo que se formaba en el suelo con tanta rapidez que se me clavaba en los pies y

estuvo a punto de inmovilizarlos. Los murmullos en lo alto de la escalera se

convirtieron en chillidos.

―¡Rápido!‖ exclamé con renovada determinación.

Proseguimos el camino a pesar de que resultaba difícil. El hielo ahora era más espeso

que en cualquier otro ataque de espectros que yo hubiera presenciado: era como si todo

el internado fuera de hielo. Las piedras crujían y se agrietaban bajo su presión, y

nosotros resbalábamos y trastabillábamos por la escalera, que cada vez se parecía más

a una caverna de nieve.

Al fin llegamos al vestíbulo principal; aunque no hubiera sabido que allí era donde los

espectros eran liberados, sin duda habría reconocido claramente el corazón de la

tormenta. La estancia no era otra cosa que un enorme laberinto esculpido en un solo

bloque de hielo. Temblando, a ambos lados, blancos de escarcha, estaban Patrice y

Ranulf. Yacían desplomados junto a la entrada, aparentemente incapaces de moverse.

―¿Estáis bien?‖ dije apresurándome a llegar junto a Patrice. Su mano al contacto con la

mía tenía el tacto de un pedazo de hielo.

―Estoy bien, Skye‖ respondió Patrice; le castañeaban los dientes. ―Deberías irte de

aquí.‖

―Vamos a salir todos de aquí,‖ dijo Lucas.

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Me soltó para tomar a Patrice en brazos; aunque estaba rígida, consiguió sacarla por la

puerta. Mamá y papá pasaron los brazos por los costados de Ranulf y lo ayudaron a

salir.

Yo salí corriendo del edificio de la escuela y me dirigí al jardín. Al levantar la vista

hacia Medianoche, proferí un grito ahogado; el internado parecía esculpido en cristal,

con su silueta desdibujada y fractal como las aristas de los copos de nieve. Había otros

alumnos reunidos en el exterior, temblando en pijama con la vista levantada hacia

aquella visión asombrosa. Seguramente ese día había nevado, porque algunos de ellos

estaban hundidos en la nieve hasta las rodillas.

La ayuda puede tardar horas en llegar, me dije. Para entonces puede que alguien ya

haya muerto de congelación. Tengo que hacerlo ahora.

¿Hacer qué?, pensó Skye cada vez más alarmada. Una reacción nada extraña teniendo

en cuenta todo por lo que le había hecho pasar en los últimos minutos.

Muy cerca de mí, vi a Balthazar luchando con uno de los guardianes supervivientes de

la señora Bethany. Ambos tenían los colmillos alargados mientras rugían y se

abalanzaban el uno contra el otro.

Skye gritó, tomando por un instante el control sobre su propio cuerpo a causa del

espanto.

¿Qué son?

Son vampiros. ¿Te acuerdas de lo que te contó Lucas? Él también es un vampiro.

Como mis padres. Y también… Bueno, mucha gente. Más tarde tendremos que hablar

de todo ello. Ahora mismo tengo algo que hacer.

¿Hacer qué?, repitió.

No te preocupes. Lo haré yo sola.

Dicho lo cual, solté a Skye. Las dos nos desplomamos, y fue como si el golpe de su

cuerpo contra el suelo nos separara. Yo salí rodando en mi forma semisólida, sin dejar

huella alguna en la nieve; Skye se incorporó, balbuceante, con trozos de hielo

brillándole en el pelo. Tenía una expresión extraña, de horror, como si no se acordase

de haberme dado permiso. Sin embargo, dijo:

―Los noto.‖

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―¿Qué notas?‖

Se mesó el cabello, como si pretendiera servirse del dolor para bloquear otra sensación.

―Esos espectros, todos. Es como si los tuviera en mi cabeza…‖

Me pregunté si el hecho de haberla poseído durante tanto rato le había abierto algún

otro canal de percepción. Pero eso lo tendríamos que averiguar más tarde.

―Voy a encargarme de ellos, Skye. Lo prometo.‖

Lucas, que se encontraba unos pasos más allá intentando reanimar a Patrice, dijo:

―Bianca, ¿qué haces?‖

―Regresaré pronto,‖ le prometí. ―¿Has cogido el broche?‖

Él se palpó el bolsillo y luego se quedó muy quieto.

―Tenemos un problema.‖

Como si no tuviésemos ya bastantes. Sin embargo, seguí su mirada y vi la cochera de

la señora Bethany; tenía los postigos bien cerrados y por las ranuras se colaban

pequeños destellos de luz de color azul intenso, como cuchillos cortando la noche. La

señora Bethany había iniciado su hechizo; pronto habría acabado con Maxie y

resucitaría.

Tal vez estuviera con alguno de sus compinches. Distinguí la silueta de Vic,

arrojándose una y otra vez contra la puerta, tratando de salvar a Maxie.

―Ve a ayudarlos,‖ dije. ―Prometo que regresaré pronto.‖

Tras dirigir una última mirada a Patrice, que al fin parecía poder mantenerse sentada

sin ayuda, Lucas echó a correr hacia la cochera de la señora Bethany.

Yo me liberé de mi presencia física y me elevé hacia lo alto, convertida en pura

energía. Tenía Medianoche a mis pies, no como algo que pudiera ver, sino más bien

como algo que percibía como un grupo numeroso de espíritus perdidos y desesperados

incapaces de sentir otra cosa más que miedo. Antes, cuando aún no había sido

atrapada, no entendía cómo se sentían y no había podido comunicarme con ellos.

Ahora, en cambio, sabía lo que tenía que hacer.

Mientras evocaba el intervalo que había pasado en la trampa, proyecté a mi alrededor

el recuerdo de aquel vacío oscuro e inconmensurable. Con todas las fuerzas que fui

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capaz de reunir, lo arrojé hacia abajo, de modo que los espectros pudieran reconocerlo.

En cuanto noté que reaccionaban con dolor y pánico, abrí un enorme círculo de luz: el

camino de salida.

Al otro lado del círculo, evoqué la tierra de los objetos perdidos con toda su belleza, su

fealdad y su caos. Ésta pareció adquirir forma en miniatura, como los castillos mágicos

de las bolas de cristal con nieve: una mansión antigua estilo Tudor, una caravana, un

caballo de pelo castaño con las rodillas marcadas y los ojos amistosos, un camino

polvoriento y serpenteante… no se trataba de nada que yo hubiera visto antes, eran los

objetos que los espectros llevaban consigo.

La energía que se acumulaba a mis pies dejó de transmitir miedo para empezar a

propagar algo parecido a la esperanza.

Entonces los tomé conmigo. A todos y cada uno de ellos. No sé cómo lo hice, pero

estaba claro que había poseído esa habilidad desde el principio. Conocí a cada uno de

ellos, les vi las caras, sus personalidades, capté partes de las vidas que habían llevado.

Se volvieron conocidos para mí, tanto con sus virtudes como con sus defectos, tal que

si fueran mis amigos más queridos, y sentí que ellos a su vez me reconocían a mí. Y,

más importante todavía, percibí que ellos se reconocían a sí mismos como las personas

que habían sido antes de que la oscuridad y el miedo se hubieran apoderado de ellos. A

continuación, nos alzamos juntos para penetrar en la esfera de luz.

Luego hubo risas, gritos de júbilo, abrazos. Yo me quedé de pie en una zona iluminada

por el sol junto a lo que parecía una versión del Taj Mahal negra en lugar de blanca e

incluso más bella. Un grupo de unas cien personas se arremolinaban en torno a mí

vestidas del modo más diverso, desde camisetas y vaqueros hasta una mujer ataviada

con un vestido con miriñaque y sombrilla.

―Gracias,‖ susurró ésta abrazándome con fuerza. ―Nos has sacado de allí. Nos has

traído aquí.‖

Yo le devolví el abrazo, pero no olvidé lo rápido que podía pasar el tiempo allí y lo

mucho que necesitaba regresar.

Christopher pareció surgir en medio de todos nosotros, sin ráfagas de humo ni

estallidos de luz, pero en un minuto pasó de no estar a hacerse presente. Su sonrisa lo

convirtió en el hombre joven y feliz que había sido cuando habíamos estado en los

recuerdos de su vida.

―Bianca. Sabía que podías hacerlo.‖

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―Sí. Es fabuloso, y tremendo, y todo eso, pero nuestra situación es muy grabe,‖ dije.

―La señora Bethany ha capturado a Maxie y va a destruirla. ¿Hay algo que podamos

hacer?‖

Su sonrisa desapareció.

―Pobre chica. Tiene que estar aterrada.‖

―¿Qué podemos hacer? Es tu mujer. Ya sé que la quieres, pero no podemos permitir

que haga una cosa así.‖

Aparte del miedo por Maxie, temía también por Lucas, por Balthazar, por mis padres,

por Vic… y por toda la gente a la que había dejado en Medianoche. La señora Bethany

contaba con luchadores conscientes de que ella era su única oportunidad para volver a

vivir. La batalla que iba a tener lugar entonces sería desesperada y, para algunos, fatal.

―No, no podemos permitirlo.‖ Christopher se irguió. ―Debemos regresar juntos al

mundo de ahí abajo.‖

―¿Puedes sacar a Maxie de la trampa?‖ pregunté, pese a que estaba segura de que era

imposible.

―Hay un modo,‖ dijo él, para mi sorpresa. ―Sólo uno.‖

Entonces se desvaneció. Al parecer, las explicaciones tendrían que esperar. Pensé en

mi broche, en la bella flor de azabache de mis sueños e intenté desplegarme hacia su

corazón.

Me materialicé y de pronto me sentí físicamente hundida en la nieve, con Lucas

tendido a mi lado. La sangre le ensuciaba el rostro, le cubría la piel y hacía que sus ojos

verdes parecieran sobrenaturales. Me miró sólo por un momento antes de alzar la

ballesta justo a tiempo para desviar un hachazo. Uno de los partidarios de la señora

Bethany blandía con insistencia un hacha contra él y, a juzgar por las apariencias, ya

había logrado asestarle algunos golpes.

Al parecer, mi broche había caído con Lucas; estaba en el suelo, claramente visible en

la nieve. Lo cogí, contenta de haberlo recuperado, y me lo guardé en el bolsillo. En

cuanto volví a adquirir forma corpórea, intenté asimilar lo que ocurría.

La batalla era encarnizada. Mis amigos vampiros luchaban contra los vampiros leales

a la señora Bethany. Al otro lado del jardín, la Academia Medianoche empezaba a

descongelarse o, cuando menos, el hielo que la había cubierto ya estaba

desapareciendo. Algunos alumnos ateridos se acercaban tambaleándose para volver a

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entrar, resguardarse y alejarse de la lucha. No vi a Vic, y me pareció que nadie había

podido penetrar en la cochera de la señora Bethany.

El rugido de un motor atravesó la noche, y al volverme vi cómo un par de faros se

aproximaban rápidamente al internado. Con una repentina sensación de alivio y

esperanza, reconocí la furgoneta. Corrí por la nieve gritando:

―¡Raquel! ¡Dana!‖

El vehículo derrapó al detenerse. Dana saltó del vehículo y entró en escena.

―Os dije que no empezarais la partida sin nosotras.‖

―Son todos vampiros,‖ dijo Raquel aferrando la estaca con fuerza. ―¿A cuáles

atacamos?‖

Busqué un arma para mí y me hice con una pequeña hacha de mano.

―¡Raquel!‖ Vic se acercó corriendo a la furgoneta. Seguramente había estado en el

bosque buscando algo con que poder irrumpir en la casa de la señora Bethany. ―¡Dame

alguna cosa! ¡Lo que sea!‖

Los dejé atrás y eché a correr por la nieve, dispuesta a ayudar a Lucas y a los demás.

En vista de los bien armados que iban los secuaces de la señora Bethany, rebusqué y

saqué el broche. Mi cuerpo continuó sólido.

Las personas que tenía más cerca eran mi padre y el vampiro de más altura de la

escuela, un chico que era tan ancho de espaldas como alto. Estaba golpeando a mi

padre con una sola mano, mientras con la otra sostenía un cuchillo lo bastante grande

para decapitarlo. Papá, incapaz de defenderse, tenía ya una rodilla doblada. Entonces

grité:

―¡Eh!‖

El vampiro se volvió. Con una sonrisa perezosa, blandió el cuchillo hacia mí…

… y yo dejé caer el broche y me esfumé. El cuchillo me atravesó por completo, pero no

sentí nada. El hacha que llevaba siguió balanceándose en el aire a la misma velocidad

y, certera, se clavó en la espalda del muchacho.

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El chico cayó al suelo; evidentemente, no estaba eliminado por completo, pero al

menos estaba aturdido y sentía dolor. Rápidamente volví a coger el broche y tomé a mi

padre de la mano.

―¡Vamos! ¡Tenemos que entrar ahí!‖

―Tenemos que salir de aquí!‖ protestó papá.

Negué con la cabeza.

―Esta batalla no terminará hasta que alguien pare los pies a la señora Bethany, y no

estaremos a salvo hasta que la batalla acabe.‖

La casa de la señora Bethany se encontraba apenas unos pasos más allá. Pero Vic llegó

antes que yo; cuando vi lo que llevaba consigo me quedé muy asombrada.

Jamás habría pensado que le darían el lanzallamas.

Vic apuntó hacia una pared con el arma e incendió el lugar de un fogonazo.

Vic, obviamente, no sabía que el fuego podría acabar para siempre con Maxie.

Corrí hacia la cochera, sin saber muy bien qué hacer o cómo ayudar. Entonces

distinguí una silueta apenas visible en la nieve: era Maxie, flotando aturdida lejos de

las llamas.

―¡Maxie!‖ grité.

Vic llegó a ella al mismo tiempo que yo, y le puse el broche en la mano. Aunque

apenas tenía sustancia, logró sujetarlo; la magia del azabache la materializó y pareció

darle algo de fuerza.

―¿Estás bien?‖ Vic le apartó el pelo castaño claro de la cara.

Ella negó con la cabeza.

―Christopher…‖ logró decir.

―¿Qué le pasa?‖ pregunté. ―¿Te ha sacado de allí?‖

―Sí, pero…‖ Maxie se quedó mirando el fuego que consumía la cochera. ―Me ha

reemplazado.‖ Vencida por el dolor y el cansancio, Maxie se dejó caer sobre el

hombro de Vic; éste soltó el lanzallamas y la abrazó con fuerza.

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Los dejé solos y corrí hacia el incendio. Aunque sabía que era peligroso permanecer

tan cerca del fuego o de una trampa, no podía permitir que Christopher muriera si

había algún modo de salvarlo.

Sin embargo, al recordar su expresión triste cuando nos disponíamos a ir hacia allí,

supe que no lo había. Christopher había hecho todo aquello consciente de que

desaparecería para siempre. Se había sacrificado por Maxie.

Excruté en el corazón mismo de las llamas y descubrí a la señora Bethany, con su larga

cabellera suelta sobre los hombros. Tenía el rostro tiznado de hollín y parecía muy

joven.

―¡Christopher!‖ gritó. Seguramente lo había visto en el instante en que había sustituido

a Maxie. ―Christopher. Estoy aquí. Aquí.‖

A pesar de estar a punto de morir quemada, la señora Bethany sonreía. Entonces me di

cuenta de que Christopher se había equivocado; el amor que ella sentía por él había

sido más poderoso que el odio. Pero ambos se habían dado cuenta de ello demasiado

tarde.

Maxie se había liberado antes de que la señora Bethany se pudiera transformar.

Posiblemente, ésta habría tenido tiempo de sacrificar a Christopher y volver a vivir.

Ella lo sabía, pero no lo hizo.

―Podemos salir de aquí,‖ dijo ella con la respiración entrecortada, atravesando la

madera encendida a pesar del riesgo que representaba. Observé que intentaba

recuperar la trampa que lo contenía. ―Estaremos juntos. Te lo prometo.‖

Entonces oí la voz de Christopher, convertida en apenas un susurro en medio del

chasquido de las llamas.

―Mi querida Charlotte.‖

Un estallido de chispas me hizo retroceder, y dejé escapar un grito ahogado cuando el

tejado de la cochera se vino abajo. No quedó nada excepto brasas, llamas y humareda.

Una muerte segura para cualquier vampiro o espectro. Los Bethany habían

desaparecido para siempre.

Conmocionada, me volví para ver la batalla, o lo que quedaba de ésta. Los vampiros

que luchaban contra mis amigos habían sido derrotados gracias a la ayuda de Dana y

Raquel, o bien se habían rendido al darse cuenta de que su cabecilla, y la magia de la

resurrección que sólo ella conocía, había muerto. Vi a mi madre ayudando a mi padre

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a ponerse en pie, a Raquel y a Patrice apartando a los vampiros enemigos del resto de

nosotros, y a la mayoría de los otros reunidos en torno a una figura caída en la nieve.

Era Lucas.

CAPÍTULO 22

Traducido por Glad

Corregido por Sidonie

ME LANCÉ HACIA EL PEQUEÑO GRUPO DE personas apiñadas alrededor del

cuerpo caído de Lucas. Él yacía inmóvil y ensangrentado sobre la nieve, su pecho y su

frente estaban cortados profundamente por un arma. Dana acunó su cabeza en sus

manos, y Balthazar recorrió el borde de la herida en el pecho con su dedo y respingó.

Vic y Maxie, aún se aferraban el uno del otro, permaneciendo cerca, mientras que

Ranulf estrechó su hacha contra su pecho como si él fuera un niño con su mantita

protectora. Lucas parecía estar completamente inconsciente.

―¿Qué pasa?‖ Me arrodillé al lado de Lucas. ―¿Está herido?‖

―Es grave,‖ Balthazar dijo. Pero en su voz oí temor real.

Yo dije, ―Por mala que sea la herida, por lo que sé, ahora sufre, pero pronto estará

bien.‖ Nadie habló. ―¿No es así?‖

Balthazar se volvió hacia mí, inexpresivo. ―El otro vampiro roció su arma con agua

bendita. Es una táctica peligrosa para nosotros, pero…‖

Elevé una mano; no podía soportar oír lo qué venía después, y además, yo ya lo sabía.

El entrenamiento de la Cruz Negra había abordado esa técnica, y Erich se lo había

susurrado a Lucas en su propio sueño, afirmando que si las estacas fueran empapadas

con agua bendita podrían paralizar y torturar a un vampiro para siempre.

Era como quemarlos vivos, sólo que de adentro hacia fuera.

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Ellos nunca afirmaron que aquello era verdad. Tal vez no era así. Pero Lucas no se

movía. Él estaba atrapado en la profundidad de ese fuego terrible, e interminable.

Tomé su mano entre la mía; estaba más fría de lo usual, muy fría debido a la nieve a

nuestro alrededor. Sus dedos eran pesados, inertes. ―¿Lucas?‖ Susurré, pero yo sabía

que él no podía escucharme.

La única liberación de su tormento sería cortarle la cabeza. Para perderlo para siempre.

En las primeras horas después del ataque de Charity, me había enfrentado a la decisión

de si debía o no matar a Lucas; y ahora tenía que enfrentarme de nuevo a eso. Pero no

podía. Simplemente no podía.

Apreté su mano más fuertemente. Dana, quien había comenzado a sollozar, levantó

una de sus manos para limpiar sus mejillas. La cabeza de Lucas, libre de su cuna,

colgaba hacia un lado. La sangre de la herida de su frente había escurrido hasta su

garganta, empozándose por debajo de su manzana de Adán. Eso me recordó cómo

había lucido él, la primera vez que le había mordido.

La sangre de vampiro, pensé. Durante el ritual, yo me había sentido poderosamente

atraída por ella. Tan poderosamente como si la sangre fuera la propia vida.

Entonces, de repente, me di cuenta de todo.

Como el hecho de que beber la sangre de Lucas me había mantenido en vida como

vampiro, y de que eso me había hecho sentir más viva entonces que en cualquier

momento.

De que los espectros se unían con los vampiros para crear niños vampiros como yo

porque los espectros y los vampiros eran las dos mitades de la vida, capaces de

encender una llama.

De que el ritual de resurrección de la Señora Bethany había sido diseñado para

doblegarme y meterme dentro de un vampiro, convirtiéndonos en uno solo.

De que la sangre de los espectros era venenosa para los vampiros, pero la sangre de

ellos era vida para nosotros.

De que Lucas y yo habíamos pasado a ser parte el uno del otro desde la primera vez

que cedí a mi deseo y mordí su garganta. Yo era Lucas, y él era yo.

Y entonces supe qué tenía que hacer.

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―Muévanse hacia atrás,‖ dije. Todo el mundo me miró, pero hicieron lo que les pedía,

caminaron arrastrando los pies alejándose del cuerpo repantigado de Lucas. Dana

puso su cabeza suavemente abajo antes de ponerse de pie, Raquel la abrazó

fuertemente desde atrás. Ranulf inclinó su cabeza, y Vic, sujetando la mano de Maxie,

sorbió su nariz como si estuviera al borde del llanto. Mis padres estaban ligeramente

alejados del resto, pero pude ver que la preocupación en sus caras por Lucas era real.

Algunos más se habían unido, también: apenas un puñado de estudiantes, vampiros y

humanos, sin saber qué pensar. Skye se acercó pesadamente hacia nosotros, aturdida y

débil por su terrible experiencia, pero renuente a dejar a Lucas por si él fuera a estar en

problemas. Cuando ella se tambaleó, Balthazar rápidamente se levantó para

estabilizarla contra su hombro.

La nieve alrededor de Lucas era carmesí, manchada con su sangre. Nuevos copos de

nieve habían comenzado a caer. Un viento afilado y frío comenzó a soplar por delante

de nosotros, agitando su pelo. Extendí la mano hacia Maxie; después de un momento

de confusión, ella me comprendió y me dio mi broche negro, a fin de que yo pudiera

ser totalmente sólida nuevamente. Lo necesitaba ahora mismo. Los bordes cortantes

de los pétalos esculpidos de la flor cortaron mi palma.

Pensé en lo mucho que le amaba, lo mucho que quería que él fuera una parte de mí.

Soñé con la riqueza de su sangre, y cómo había hecho sentirme viva. Recordé ser un

vampiro… y sentí que mis colmillos emergían otra vez, presionándose contra mis

labios y mi lengua. Una parte de mi vampiro interno permaneció en mí, a pesar de mi

muerte.

Entonces me agaché y le di un mordisco a Lucas en la garganta.

Sangre. Fría, pero era su sangre, aún era él. La sangre de los vampiros acarreaba

conocimiento, y así pude sentir todo lo que él sentía, supe todo lo que él conocía. Sentí

su amor por mí, y su miedo, mientras había estado en la torre intentando rescatarme.

Vi la pelea a través de sus ojos, un remolino de hojas, golpes, y la caída de la nieve.

Tragué más profundamente, bebiendo la mayor cantidad de su sangre como me fuera

posible, más de la que alguna vez había bebido como un vampiro antes. A mi

alrededor, débilmente pude oír un poco a algunos de los demás protestando, pero

sonaban demasiado distantes como para prestarles atención. Y entonces lo encontré…

a Lucas, su espíritu, su alma, aquí en el centro de su ser.

Bianca. ¿Dónde estamos?

Juntos.

¿Qué ocurre?

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Bebo tu sangre. La hago mía. Lucas, bébete ahora tú la mía.

Empujé mi mano contra su boca, por lo que la tierna carne entre el pulgar y el dedo

índice siguieron la curva de sus labios.

Confía en mí. Bebe.

Él estaba paralizado más allá de la habilidad para morder, así que presioné la suave

piel contra el filo de sus dientes hasta que estos rompieron la piel. Sentí el dolor tan

agudamente como si fuera una herida mortal, pero no vacilé.

La sangre fluyó por su garganta. Lo que le habría quemado antes no lo hizo ahora,

porque yo había entremezclado su sangre y la mía. Ahora el poder corrosivo de la

sangre de los espectros ya no podría tocarle más. Él era libre para beber. Libre para

vivir.

Me sentí mareada mientras el enlace entre nosotros se hacía más profundo. Éramos un

sistema ahora, un ser, cada uno de nosotros fluía en el otro. Mientras yo me entregaba

a él, sentí los contornos de su cuerpo tanto como sentía los míos; los cortes en su frente

y su pecho me quemaban, y la nieve estaba fría por debajo. Y percibí su mayúsculo

asombro mientras él se sentía como yo: el ángulo de mis extremidades, el sabor de su

sangre, la cercanía de mi espíritu.

La sangre que yo bebía comenzó a calentarse.

¿Es esto lo que significa morir? pensó Lucas. Porque ya no tengo miedo de eso nunca

más. No si eso significa que finalmente estaré tan cerca a ti.

Concentré toda mi energía en él, dirigiéndome a mí misma hacia su núcleo, al centro

de su corazón. No, esto no es la muerte. Esto es la vida.

Lucas inspiró aire, sobresaltado, y yo me senté derecha. Su sangre era pegajosa en mi

boca, y él lucia más ensangrentado que antes, pero sus ojos estaban abiertos. Él tomó

otro aliento, y luego otro.

―¿Qué hiciste?‖ dijo Balthazar.

Raquel, que estaba apoyada contra Dana, dijo, ―Ok, ¿esa fue una RCP* vampírica o

algo por el estilo?‖

Nunca aparté la vista de Lucas. Los cortes en su rostro cicatrizaban, más rápido que la

sanación vampírica, formando parte de su última restauración. Él me miró fijamente,

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obviamente débil por sus lesiones, pero con una sonrisa incrédula dispersándose a

través de su cara. ―Es imposible.‖

―No lo es.‖ Comencé a reír de pura alegría. ―Es real.‖

―Estás sanando a toda velocidad, tío, pero aún estás sangrando.‖ Vic le tendió un

pedazo de tela.

―Está sangrado,‖ repitió Balthazar, la nota en su voz era aguda y urgente. Él se había

dado cuenta, incluso cuando nadie más lo hizo. ―Bianca, lo has logrado.‖

―¿Ha logrado qué?‖ dijo Dana.

Abracé a Lucas fuertemente. Esta vez, cuando él me devolvió el abrazo, él era cálido.

―Estoy vivo,‖ Lucas susurró. ―Bianca me ha resucitado.‖

Todo el mundo a nuestro alrededor empezó a hablar de inmediato, con asombro,

confusión o regocijo. Dana en realidad dio un salto en el aire con sus manos por

encima de su cabeza, un salto de victoria.

No les presté ninguna atención. El tiempo para las explicaciones y las celebraciones

sería más tarde. Todo lo que quería hacer en ese momento era estar entre los brazos de

Lucas, mi cabeza contra su pecho, escuchando los latidos de su corazón.

Al cabo de una hora, los vehículos de emergencia empezaron a aparecer: coches de

policía, ambulancias y un par de camiones de bomberos, aunque de la cochera de la

Sra. Bethany no quedaban más que cenizas encendidas.

Mis padres habían encontrado una línea fija adentro que seguía funcionando después

del deshielo, e hicieron la llamada al 911.

―La escuela está acabada,‖ mi madre había explicado más temprano, mientras Ranulf

arrastraba un par de cadáveres de vampiros hacia el fuego para reducirlos al mínimo

mientras llegaban las fuerzas de la ley. ―Sin la Sra. Bethany, la Academia Medianoche

no existirá. Estos estudiantes necesitan ir a casa junto a sus familias.‖

―¿En qué se convertirá este lugar?‖ pregunté, mirando las siluetas de las torres de

piedra maciza que se recortaban en el cielo encapotado con nubes de nieve.

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―Puede que se convierta en la mansión de algún millonario. O tal vez el Estado lo

transforme en algo… un hogar para personas con problemas. Otra escuela.‖ Mamá le

sonrió suavemente a Papá. ―Menos mal que nunca vendimos Arrowood, ¿eh?‖

―No podemos regresar allí,‖ la corrigió él. ―La gente que nos recuerda sabrá que nos

vemos demasiado jóvenes.‖

―Lo sé, amor. También llevo un tiempo en esto, ¿recuerdas?‖ Ella le dio un codazo,

cariñosamente bromeando. ―Pero ahora podemos vender la casa y usar el dinero para

ir hacia algún otro lugar.‖

Él puso un brazo alrededor de sus hombros. ―¿Extrañas Inglaterra?‖

Mamá se iluminó, y sospeché que su nueva casa estaría en algún lado cerca de su

amado Londres. Pero ella permaneció canalizada en mí. ―¿Y tú, Bianca?‖

―Me quedaré con Lucas,‖ dije, ―pero ahora mismo no importa dónde esté. Puedo

acudir junto a vosotros tan rápidamente como un pestañeo. Así que nos visitaremos

tanto como queramos. No pienso volver a estar lejos de vosotros, ya nunca más.‖

Ella se inclinó un poco. ―¡Es tan injusto! Puedes darle la vida a quien quieras, pero tú

siempre serás un espectro.‖

―Mamá, está bien.‖ Había estado dando vueltas a este tema varios días, ahora, después

de los asombrosos acontecimientos de esta noche, finalmente sabía lo que quería

decirle. ―Deja de pensar que algo terrible me a ocurrido, ¿ok? Vosotros precisamente

deberían saber mejor que nadie que la muerte no es el final. Además… yo estaba

destinada a ser un espectro. Yo lo siento ahora. Estos poderes, estas habilidades… no

puedo imaginarme no tenerlos. Éste es mi destino. Esto es lo que se supone que debo

ser.‖ Tras una pausa de un momento, agregué: ―Y es divertido.‖

Mis padres comenzaron a reírse, y me aprisionaron entre sus brazos para un largo

abrazo. Mientras los policías seguían tomando declaraciones confusas de diversos

estudiantes, y una declaración muy cuidadosa de Lucas, las luces rojas y azules de sus

vehículos palpitan desarrapadamente, tiñendo el manto de nieve de diferentes colores.

Vic y Ranulf ayudaron a Skye a bajar los escalones de Medianoche; pude observar que

ella continuaba temblando, y lucía torpe mientras ella intentaba cargar una enorme

bolsa tan grande como ella misma. Cuando pasó junto a nosotros la oí decir, ―Así que

vampiros y cazadores de vampiros y fantasmas… ¿están todos ellos en guerra?‖

―Exceptuando a los presentes,‖ dijo Vic, con una sonrisa abierta por encima de su

hombro. Podía sentir que Maxie estaba allí cerca, muy próxima a él. ―Ya sabes, si me

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lo preguntas, esos no deberían ser los bandos. En lugar de eso, deberían ser las

personas normales y estupendas, contra las personas locas. Muchas personas y

vampiros y fantasmas en ambos lados de esa ecuación, ¿sabes?‖

―Nosotros somos el bando de los estupendos,‖ Ranulf dijo solemnemente.

―Si tú lo dices…‖ Skye lucía en su mayoría como si quisiera alejarse de cualquier cosa

sobrenatural y tomar un largo e interminable, aterciopelado sueño. No la podía culpar,

pero no quería dejarla irse sin darle las gracias.

―Skye,‖ dije mientras caminaba. Ella me miró cansadamente. ―Lo que hiciste allí

arriba… siempre te estaré muy agradecida. Yo y Lucas, ambos.‖

―Lucas salvó mi vida,‖ dijo Skye. ―Yo quise ayudarle, lo cual significaba ayudarte a ti.

Y, como ya dije, querría que alguien hiciera lo mismo por mí.‖

Su voz sonaba apesadumbrada, y sus ojos permanecieron fijos e idos. Escogiendo mis

palabras con cuidado, le dije, ―Te he poseído durante bastante rato, y se han producido

algunos fenómenos sobrenaturales muy intensos. ¿Estás segura de que estás bien?‖

La expresión de Skye se endureció. ―Estaré bien mientras más pronto me aleje de

aquí.‖ Ella respiró profundamente. ―Dile a Lucas que me alegro por ustedes. Y...

bien… adiós.‖ Entonces ella se fue por la nieve hacia un coche de la policía sin mirar

hacia atrás.

A lo lejos, vi a Balthazar que se mantenía apartado de los demás. Anduve por la nieve

hasta llegar a su lado. El enorme abrigo de mi padre colgaba en mis hombros y sentí

como si estuviera llevando puesta una capa. Balthazar no se dio la vuelta mientras me

acercaba, pero cuando le alcancé, él dijo, ―Alguien tendrá que encargarse de los

establos.‖

Seguí su mirada fija hacia los establos de la escuela, donde algunos estudiantes habían

mantenido a sus caballos para montar. ―No había pensado en eso.‖

―Iré allí esta noche, me aseguraré de que los caballos estén bien alimentados y

cálidos,‖ dijo él quedamente. ―Sus dueños vendrán por ellos muy pronto,

probablemente, pero estaré vigilante. Oh, a propósito, mientras te buscábamos hoy,

encontré esto.‖

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De su bolsillo, Balthazar retiró mi pulsera de plata y coral y la dejó caer en mi mano.

―Estaba debajo de la silla del puf. Supongo que la Sra. Bethany lo escondió allí cuando

lo reemplazó por la trampa.‖

―Gracias,‖ le dije, pero no era suficiente. Entre nosotros había pendientes unas

palabras aún no pronunciadas. Era necesario que afrontásemos ese tema de inmediato.

―También bebí de tu sangre,‖ dije. ―Lo que le hice a Lucas, devolverlo a la vida,

podría funcionar contigo. Si tú quieres.‖

Beber la sangre de alguien era un acto profundamente íntimo, y por tal causa, nunca

me habría ofrecido a ello en cualquier otra situación; ya que habría sido como engañar

a Lucas. Pero sabía que Lucas nunca le negaría a Balthazar la oportunidad de vivir

otra vez.

Para mi sorpresa, Balthazar negó con la cabeza. ―No. No hay ninguna garantía de que

eso funcione, y si no lo hiciese, me envenenaría.‖

―Vale la pena intentarlo.‖

―No funcionaria.‖ Entrecerró los ojos mientras miraba el horizonte, como si estuviera

ciego por la luz de la luna sobre la nieve. ―Lo que sucedió esta noche… No tiene nada

que ver con la sangre. Tiene que ver con el vínculo que os une. Lo dos sois parte de un

todo. Eso es algo que tú y yo nunca hemos sido.‖

Puse mi mano sobre su hombro. ―Balthazar, lo siento.‖

Él se encogió de hombros. ―No es tan malo como antes. Y… me alegro por Lucas. Lo

digo en serio.‖

Rápidamente me puse de puntillas para besarle en la mejilla. Balthazar me sonrió, pero

me di cuenta de que él sólo quería estar solo. Así que volví para ayudar con la

limpieza, y esperé que la policía creyera nuestra versión de los acontecimientos.

Lo harían, por supuesto. Iba a ser mucho más fácil para ellos decidir que una tubería

principal había inundado la escuela, creando algo de hielo con la noche fría y

causando un cortocircuito de electricidad en la cochera, que a su vez había originado

un incendio. ¿Por qué le creerían a algunos adolescentes entrados en pánico

balbuceando acerca de fantasmas?

No se sabía con precisión que dirían los informes oficiales finales, pero sabía cómo

terminarían: Con la afirmación de que la Academia Medianoche no existía más.

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Alrededor del amanecer, Raquel y Dana nos llevaron hacia el pueblo donde vivían.

Aunque su motel era cualquier cosa excepto elegante, estaba limpio, seguro y tenía

muchas habitaciones libres. Si la cansada pareja de casados que manejaban el motel

estaba confusa cuando repentinamente registraron la entrada de siete nuevos invitados

a las dos de la mañana. No dijeron nada.

Mis padres no me dijeron nada cuando me fui al cuarto de Lucas, con él. Mi mamá

incluso revisó el vendaje de Lucas antes de que nos marcháramos y le aconsejó que se

pusiera un poco de antibiótico por la mañana. Él tragó saliva mientras asentía con la

cabeza, y me di cuenta de que le hacia falta su madre, y la manera en la que ella

cuidaba de él. Mamá y Papá probablemente pensaban que sólo íbamos a caer en los

brazos del otro. Me gustaba la idea, pero yo sabía que Lucas y yo teníamos que tomar

un montón de decisiones esta noche… decisiones que forjarían nuestro futuro.

Cuando nos quedamos solos en el cuarto, juntos, le ayudé a quitarse su chaqueta y su

camisa. Cada movimiento le hizo respingar. Le dije, ―Sabes…Ahora que eres humano

de nuevo, si deseas llamar a Kate…‖

―No.‖ Él me miró, y aunque sus ojos estaban tristes, yo sabía que él verdaderamente

quería decir lo que había dicho. ―Aun amo a mamá. Siempre lo haré. Pero sé que

ahora, ella tiene… limitaciones. Ella no puede ver más allá de su propio miedo. No

hay manera de que sea una parte de nuestras vidas. Tal vez algún día, yo… no sé, tal

ve pueda hacerle saber lo que sucedió. Sería una carga menos de su mente, sabiendo

que he vuelto a cambiar. Pero nunca la veré de nuevo.‖

Yo me senté sobre la cama del hotel junto a él. ―¿Estás triste?‖

―No. Ya hace un tiempo que sé que nunca volveremos a estar juntos.‖ Él subió su

mano a la curva de mi mandíbula y sonrió. ―¿Y cómo podría estar triste hoy? Dios

mío, Bianca, tu eres… ¡un milagro!‖

Cogí sus manos entre las mías. ―Estás vivo otra vez,‖ dije, con mi voz temblorosa.

―Podrás tener cualquier clase de vida que desees. Así que sólo quiero que sepas que

eres libre, ¿ok? Eres libre de tomar tus propias decisiones. Incluso si… eso significa que

tienes que dejarme.‖

―¿Qué?‖ Lucas clavó los ojos en mí como si no pudiera creer una palabra de lo que le

había dicho. ―¿Por qué iba a querer dejarte?‖

―Ya no tienes que luchar contra vampiros o espectros nunca más. Siempre me has

dicho lo mucho que quieres una vida normal, y ahora puedes tener una. Lucas, podrías

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ir a la universidad, como solías soñar. Conocer a una chica que este viva y sea buena, y

no tendrás que volver a atacar a alguien nunca más, ni aprender a matar.‖ Realmente

no podía seguir mirándole a los ojos. ―Algún día podrías casarte. Tener hijos. Eso es

algo que yo nunca podré darte.‖

Lucas me miró, horrorizado, en silencio. Tenía que pensar en todo lo que le había

dicho. No esperaba que fuera a estar de acuerdo de inmediato, pero de algún modo él

tenía que ver la verdad de todo aquello. Con el tiempo, él elegiría cumplir con su

mayor sueño: vivir como las otras personas vivían. Tener una casa, un trabajo, una

familia. Dejar a un lado las viejas batallas para siempre.

Entonces él dijo, ―¿Cómo lo sabes?‖

―¿Cómo sé el qué?‖

―Que no podemos tener hijos.‖

Me cogió desprevenida. Honestamente, nunca había pensado que podría tener hijos; la

mayoría de los vampiros nunca lo hacían, mi madre y mi padre eran una excepción

rara. Convertirme en un espectro sólo había confirmado mi imposibilidad. ―Lucas,

estoy muerta.‖

―También tus padres.‖

―No tengo un cuerpo.‖

Él tomó mi cara entre sus manos, tan tiernamente que me hizo temblar. ―Te sientes

como yo.‖

Podía tener un cuerpo si quisiera uno, ¿verdad? No parecía haber un límite de cuánto

tiempo podría conservarlo. ―No sabemos si es posible,‖ protesté. ―No podemos estar

seguros.‖

―Eso quiere decir que tampoco podemos estar seguros de que es imposible.‖ Lucas me

sonrió, con sus ojos verde-oscuros brillantes. ―Bianca, antes de esta noche, nadie

alguna vez soñó que podrías resucitarme como lo hiciste. Tú hiciste que eso ocurriera.

Y ahora encontraremos una manera. No hablo de niños, o al menos no sólo acerca de

niños. Quiero decir, que no importa lo que esté por venir. Nosotros haremos que

funcione. Porque te amo demasiado para perderte.‖

La alegría me recorrió. ―¿Estás seguro?‖

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―¿Y tú?‖ Por un momento, la duda cruzó su rostro. ―Eres la criatura sobrenatural más

asombrosa en el mundo, y yo sólo soy un chico que envejecerá con el paso del

tiempo.‖

―Haré que mi pelo se convierta en gris para que coincida con el tuyo,‖ le prometí.

―Añadiré las arrugas cuando tú lo hagas.‖ No sabía que pudiera sentir ganas de llorar y

reír al mismo tiempo. ―Pero, Lucas… ¿qué hay de tener una vida normal?‖

―Olvídate de lo normal.‖ Él sonrió. ―Seremos extraordinarios.‖

Nos besamos, y por primera vez desde que él había sido transformado, no había

ninguna barrera entre nosotros, ninguna duda.

Resultó que, con un poquito de concentración, ya no tenía que quitarme la ropa. Si yo

quería que estas se fueran, estas lo hacían, de manera que sólo mi pulsera de plata y

coral brillaba en mi muñeca.

Se sentía diferente estar con él, ahora que él estaba vivo y yo no lo estaba. En cierta

forma, se sentía aún mejor. Cuando estábamos juntos, yo podía sentir todo lo que él

sentía, ser consciente de su placer junto al mío. Y su toque ya no era una simple

conexión de nervios y neuronas en una red de nervios, ya no creaban una respuesta

meramente física. En lugar de eso, sentía que su toque era: la expresión del amor entre

nosotros. Y eso me excitaba más que cualquier otra cosa.

―Bianca,‖ Lucas susurró contra mi garganta, su aliento era otra vez caliente, el

perfume de su piel otra vez me envolvía. ―Eres es mi vida.‖

―Y tú eres la mía.‖ Era cierto. Los latidos de su corazón, sus músculos, todo lo que le

hacía humano resonaba dentro de mí con la misma intensidad que antes lo había

hecho mi vida. Dentro de mí misma se mantenía lo maravilloso de ser un ser

sobrenatural, y lo maravilloso que había sido estar viva. Aquello era lo que significaba

estar anclado, ser amado.

Luego, mientras yacíamos enredados entre nosotros, Lucas peinó minuciosamente mi

pelo con sus dedos. Mientras miraba el techo, dijo, ―Sólo me molesta una cosa.‖

―¿Cuál?‖

―Lo único que no me gusta de esto de ser mortal es que tengo que dejarte. No hasta el

final de mi vida, y confía en mí, tengo la intención de vivir mucho tiempo. Pero de

igual manera. Tendremos que separarnos, algún día.‖

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Una aguda punzada me hizo abrazarle fuertemente. ―Enfrentaremos eso, hasta cuando

llegue el momento. Si soy capaz de tener los próximos cincuenta o sesenta años

contigo, si podemos estar juntos y felices durante toda tu vida, entonces eso es lo que

yo quiero. Prefiero llevar luto cuando te pierda antes de no estar contigo del todo.‖

Lucas me besó apasionadamente y me envolvió de nuevo entre sus brazos. ―Entonces

eso es lo que haremos.‖

―¿Y tú?‖ Susurré. ―Sé lo feliz que debes de estar estando vivo, pero… ibas a vivir por

siempre, y ahora no lo harás. Perdiste tu inmortalidad. ¿Eso no se siente extraño?‖

―Nunca moriré,‖ dijo él. Antes de que pudiera protestar, Lucas puso dos dedos en mis

labios. Su tierna sonrisa pareció llenar la habitación de luz. Y me di cuenta de que él

iba a decirme alguna clase de verdad profunda de la que nunca había sabido antes. ―Tú

vivirás eternamente, y perdurar en tu recuerdo es la única inmortalidad que necesito.

Seguir viviendo como una parte de ti… Bianca, esa es mi idea de cielo.‖

-fin del libro-

RCP* (Reanimación Cardio-Pulmonar)