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Belén, 18 de mayo de 2015. “La Ventana” Mis queridas semillas, Compartiré con vosotros una historia muy bonita. Había dos hombres que entraron al hospital, estaban enfermos; y a uno lo colocaron en la ventana y el otro a la pared. El que estaba en la pared no podía moverse, sólo veía el techo, la puerta y nada más, el que estaba en la ventana se podía apoyar y sentarse sobre su cama y contemplar el paisaje. El que no podía moverse le dijo: “¿Qué ves por la ventana? Cuéntame”, entonces el hombre le dijo: “Mira, justo debajo de esta ventana hay un jardín extraordinario, si vieras los árboles son tan grandes que casi llegan al tercer piso, son preciosos, hay también flores, fuentes; “Pero, ¿qué ves más?”, “Mira ahora mismo han llegado las palomas porque unos niños con bicicleta les están dando de comer unas semillas” “¿Y qué ves más?”, “Las palomas se han ido una vez que se han terminado las miguitas de pan y han venido los pajarillos, unos gorriones a comerse las miguitas aún más chiquititas que han dejado”, “Pero ¡¿Qué ves más?!” “Ahora están pasando unas señoras muy elegantes, ¡ah! Y por ahí viene también una niña paseando su perrito, el perro quiere libertad, está tirando de la correa y quiere jugar”; y cada día le iba explicando lo que veía. “Y hoy ¿qué ves?” “Pues estoy viendo la nieve, todo blanco inmaculado y los primeros muñecos de nieve que han hecho los niños”, “¿Hace frío?” “Sí, la gente va muy tapada y muy cubierta, están vendiendo castañas, uy que olor viene, ¿lo sientes ese olor?” “No, no me llega hasta aquí”, “¡Qué lástima que estés en el otro lado!”.

Belén 18 mayo 2015 - La Ventana

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Belén, 18 de mayo de 2015.

“La Ventana”

Mis queridas semillas,

Compartiré con vosotros una historia muy bonita.

Había dos hombres que entraron al hospital, estaban enfermos; y a uno lo colocaron en la ventana y el otro a la pared. El que estaba en la pared no podía moverse, sólo veía el techo, la puerta y nada más, el que estaba en la ventana se podía apoyar y sentarse sobre su cama y contemplar el paisaje. El que no podía moverse le dijo: “¿Qué ves por la

ventana? Cuéntame”, entonces el hombre le dijo: “Mira, justo debajo de esta ventana hay un jardín extraordinario, si vieras los árboles son tan grandes que casi llegan al tercer piso, son preciosos, hay también flores, fuentes; “Pero, ¿qué ves más?”, “Mira ahora mismo han llegado las palomas porque unos niños con bicicleta les están dando de comer unas semillas” “¿Y qué

ves más?”, “Las palomas se han ido una vez que se han terminado las miguitas de pan y han venido los pajarillos, unos gorriones a comerse las miguitas aún más chiquititas que han dejado”, “Pero ¡¿Qué ves más?!” “Ahora están pasando unas señoras muy elegantes, ¡ah! Y por ahí viene también una niña paseando su perrito, el perro quiere libertad, está tirando de la correa y quiere jugar”; y cada día le iba explicando lo que veía. “Y hoy ¿qué ves?” “Pues estoy viendo la nieve, todo blanco inmaculado y los primeros muñecos de nieve que han hecho los niños”, “¿Hace frío?” “Sí, la gente va muy tapada y muy cubierta, están vendiendo castañas, uy que olor viene, ¿lo sientes ese olor?” “No, no me llega hasta aquí”, “¡Qué lástima que estés en el otro lado!”.

Al día siguiente le dice: “Y ahora ¿qué ves?” “Después del parque, hay unos columpios, unos caballitos, estoy viendo la ciudad, hay una ciudad muy grande, muy grande, muy grande donde hay rascacielos, hay una torre enorme, helicópteros y veo también los aviones pasar” el compañero le dice: “¡Qué alegría, ojalá un día pudiésemos nosotros también tomar el avión!”, “Todo llegará”, le contestó el hombre de la ventana. “¿Qué ves aún?”, “Está lloviendo y todos han salido a la calle

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porque es una lluvia y una tormenta de verano, están con manga corta, saltan, ríen y están contentos porque esa lluvia tan fresquita les acaricia” y cada día era algo que venía nuevo, “Dime más de la ciudad” “Está muy lejos, pero por lo que percibo creo que debe de haber un cine, hay muchísima gente al lado, está esperando, ahora pasan los niños con unos globos, unos balones de todos los colores y banderitas y van cantando”.

Una noche, el señor de la ventana empezó a toser y se estaba ahogando y le dijo a su compañero “Por favor, llama el timbre que vengan urgente que no llego, no puedo alcanzar el timbre ¡dile que venga, dile que vengan!” Entonces el compañero de la pared pensó “No le voy a ayudar, así podré tener un día la cama de la ventana, pues no llamo y no le ayudo” El señor de la ventana, continuaba a moverse que llamara el timbre, que llamara, que viniera una enfermera, se hizo el sordo, giró la cara y lo dejó. Al día siguiente cuando vinieron las enfermeras, se lo encontraron que había muerto y dijeron: “¡Qué lástima, una bellísima persona y ya se ha ido al cielo!” lo sacaron; y así fue, el señor de la ventana se había ido a la Luz.

El compañero de la pared, le preguntó, dejó pasar unos días y le dijo a la enfermera: “¿Podría cambiarme a la cama de la ventana? Estoy mucho mejor y desearía ver”, entonces la enfermera consultó al doctor y dijeron: “Sí, sí, pueden cambiarlo no hay ningún problema” lo cambiaron y estuvo tan feliz y dijo: “¡Por fin! Voy a ver directamente lo que pasa en la calle y a disfrutar, poco a poco se levantó y se sentó en su cama, abrió la ventana para mejor respirar y ver tantas cosas maravillosas que le había explicado ese compañero; y cuál fue su sorpresa y dijo: “Pero ¡qué pasa!” miró una vez y varias veces, enfrente de la ventana había una pared de piedra y de ladrillo que tapaba completamente la vista, que no se veía absolutamente nada, sólo se veía la pared. El hombre llamó a la enfermera y le dijo: “Enfermera ¿Dónde está la ciudad? ¿Dónde está el parque? ¿Dónde están las palomas? ¿Dónde están los niños con los globos? ¿Dónde están las fuentes?” lo miró y le dijo: “De todo lo que usted dice, nunca ha existido, siempre ha habido una pared” aquel hombre bajó la cabeza, bajó los brazos y dijo: “¡¿Cómo es posible que exista, tanta bondad, taaanta generosidad en mi compañero que dejé morir?! por celos, por envidia, porque él veía y yo no podía, él me transmitió una buena Enseñanza, La Enseñanza del Amor, cada día yo tenía esa ilusión y cada día me ayudaba a curarme a tener ese regalo”.

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Mis semillas, os hago la misma pregunta ¿Cuántas veces hay personas que os han ayudado, que os han hecho favores, que os han explicado quizás historias y que ustedes no los han creído o han considerado que estaban injustamente tratados? O no se les daba el reconocimiento que esperaban o pensaban que ese Amor que recibís y que

reciben no tiene valor, reflexionar bien en estas últimas palabras, si podéis ayudar a alguien sólo tenéis 5

minutos para hacer feliz, quitar un dolor, quizás un par de horas para transmitir ese jardín, esa fuente, esas palomas. ¿Por qué os ponéis en la zona de confort? El hombre de la ventana fue a la Luz directamente, aunque estaba enfermo y sentado en su cama le dio Esperanza, le dio vida y

era un guiador de almas, ustedes que tienen el Don de transmitirla, no se paren ¡Corran! ¡Vuelen!

Que esa alegría será siempre recompensada.

Lloró mucho aquel enfermo, se arrepentía, de tanto tiempo que había recibido y nada había dado, es tan hermosa la vida, aunque nos cueste sacrificios, pero vale la pena. Siempre el Universo nos recompensa y siempre los sueños se hacen realidad.

Con todo mi amor, La Jardinera