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VALORAR LOS DEFECTOS Y VIRTUDES Todos tenemos virtudes y defectos que nos diferencian de los demás y que, por tanto, nos aportan una identidad propia. Desde la terapia cognitivo-conductual se parte de la idea de que no hay virtudes mejores o peores, ni defectos más negativos que otros. Tener en cuenta esta idea es fundamental para aceptarse a uno mismo, porque la clave de la no aceptación está en la comparación con los demás. Cuando algo nos sale mal o no sabemos hacerlo, es difícil no caer en la tentación de observar a otros que sí lo pueden realizar y, en cierto modo, sentirnos menos valiosos. El problema reside justo allí, en comparar nuestro punto débil con el punto fuerte del otro. Para llegar a aceptarnos, primero debemos conocer todo lo que somos -tanto lo bueno como lo malo- sin juzgarnos. A continuación, debemos huir de las comparaciones, pues todos somos diferentes. Por último, una vez que conocemos -y valoramos- lo bueno de nosotros mismos, podemos potenciarlo centrándonos en aquellas actividades que sabemos que podemos realizar con mayor facilidad y crecer dentro de ese ámbito, mientras que aceptamos aquello que, en un momento dado, se nos puede escapar. Centrarnos en nuestras mejores aptitudes nos ayudará a sacar todo nuestro potencial y ser más felices . Que dice la Biblia? “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18). ¿Y cuál ha sido nuestro mayor defecto? ¿Nos ha apartado del camino de la dicha? ¿Ha servido para alejarnos de Dios? ¿De los amigos? ¿De la busqueda de nuestros sueños? Así como nuestras calidades pueden ser usadas como

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Page 1: Valorar Los Defectos Y Virtudes

VALORAR LOS DEFECTOS Y VIRTUDES

Todos tenemos virtudes y defectos que nos diferencian de los demás y que, por tanto, nos aportan una identidad propia. Desde la terapia cognitivo-conductual se parte de la idea de que no hay virtudes mejores o peores, ni defectos más negativos que otros. Tener en cuenta esta idea es fundamental para aceptarse a uno mismo, porque la clave de la no aceptación está en la comparación con los demás.

Cuando algo nos sale mal o no sabemos hacerlo, es difícil no caer en la tentación de observar a otros que sí lo pueden realizar y, en cierto modo, sentirnos menos valiosos. El problema reside justo allí, en comparar nuestro punto débil con el punto fuerte del otro.

Para llegar a aceptarnos, primero debemos conocer todo lo que somos -tanto lo bueno como lo malo- sin juzgarnos. A continuación, debemos huir de las comparaciones, pues todos somos diferentes.

Por último, una vez que conocemos -y valoramos- lo bueno de nosotros mismos, podemos potenciarlo centrándonos en aquellas actividades que sabemos que podemos realizar con mayor facilidad y crecer dentro de ese ámbito, mientras que aceptamos aquello que, en un momento dado, se nos puede escapar.Centrarnos en nuestras mejores aptitudes nos ayudará a sacar todo nuestro potencial y ser más felices.

Que dice la Biblia?

“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18).

¿Y cuál ha sido nuestro mayor defecto?  ¿Nos ha apartado del camino de la dicha?  ¿Ha servido para alejarnos de Dios?  ¿De los amigos?  ¿De la busqueda de nuestros sueños? Así como nuestras calidades pueden ser usadas como portón de grandes realizaciones, tanto para nosotros mismos como para todos aquéllos que nos cercan, también nuestras flaquezas pueden servir de gradas para aproximarnos a Dios a fin de ser transfiguradas en canales de bendiciones para el encuentro de días mejores y más felices.

¿Cuáles sus mayores defectos?  ¿Y las mayores virtudes? ¿Qué representan delante de Dios?