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Cristina Granados Infante Grado Magisterio Infantil 2ºCurso
Educación y sociedad
EDUCACIÓN Y SOCIEDAD
Esta es una reflexión acerca de un artículo publicado en el periódico El País en
el que se habla de cuál ha sido la evolución en la estructura de los hogares españoles
desde el 2001 hasta el 2011; también he analizado una gráfica en los que se muestran
estos datos de forma estadística, observando cual es el porcentaje de familias según su
estructura y cuál ha sido el incremento de estos respecto a los años transcurridos
dependiendo de los múltiples factores implicados.
Estructura de los hogares españoles:
Según la gráfica podemos observar que el mayor porcentaje, en cuanto a estructura
familiar, pertenece a la familia donde los miembros son una pareja con hijos (35%),
donde la mayoría son personas con sólo un hijo; pero también se observa que existe un
porcentaje demasiado elevado en cuanto a estructuras familiares en las que sólo existe
una persona (23%), donde la mayoría son personas menores de 65 años. Se observa
cómo estos porcentajes que hacen referencia al año 2001 han aumentado en gran
proporción con respecto al 2011, ya que en la estructura familiar de una persona ha
incrementado tanto en personas menores de 65 años como de 65 o mayores de 65años,
predominando las primeras con un porcentaje de 63,7%. Otros datos relevantes pueden
ser el gran incremento (55%) de parejas sin hijos y de parejas con hijos donde
predominan las de con 1 hijo mientras que existe una gran disminución de un 32,8%
menos en cuanto a parejas que tengan 3 hijos, por lo que muestra la preferencia de las
parejas a tener sólo un hijo.
En las familias dónde hay un adulto con hijos se observa un incremento en cuanto a
2011 en familias donde el adulto es el padre, cuando en 2001 predominaba la madre
como adulto.
También podemos ver un gran aumento en la formación de parejas de hecho al igual
que también se observa un aumento de las familias reconstruidas, siendo las primeras
más numerosas en la sociedad del año 2011. Y según los datos antes observados se
puede decir que los hogares unipersonales han llevado a cabo un gran aumento desde
1970 ya que en han pasado de un 7,8 a un 20,3 en 2001, llegando a un 23,2 en 2011. Y
en cuanto a la media de personas por hogar ha sido cada vez más reducido con respecto
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a 1970 donde hay un 3,82%, donde en 2001 se alcanza un 2, 86, llegando a un 2, 56 en
2011, por lo que se puede decir que la natalidad ha ido poco a poco disminuyendo
llegando a crear hogares con menor número de miembros, por lo tanto aumentando los
hogares unipersonales.
Estos datos que se observan en 2011 son datos que se siguen manteniendo en 2014,
quizá con alguna pequeña variación, pero no son datos que vayan a cambiar del día a la
mañana ya que la crisis está siendo muy influente en la estructura de los hogares
españoles, puesto que la mujeres se ven con pocos recursos, tiempo, fuerza y
entusiasmo para tener más de 1 hijo, siendo el índice de 1,3 hijos por mujer en 2012 y
dónde el índice ha seguido una evolución claramente procíclica debido a la crisis y los
efectos que conlleva. A medida que la crisis sigue haciendo mella entre la población en
edad fértil, con unos niveles de desempleo de la población joven tan altos y con pocas
vistas a disminuir sensiblemente en el corto plazo, la tendencia de nuestro país hacia la
situación de hijo único puede acentuarse (llegando a ser este problema mucho más
duradero que en crisis anteriores), por lo tanto seguirá aumentando el número de
hogares unifamiliares y el índice de natalidad será muy reducido. Creo que aunque se
resolviera el problema de la crisis sería muy difícil poder cambiar este problema ya que
la mentalidad de la sociedad seguiría siendo la misma y nos costaría mucho cambiarla
ya que la gente se ha vuelto cada vez más precavida y desconfiada; por lo tanto seguiría
existiendo una gran tendencia por parte de las familias españolas hacia el hijo único
cada vez más evidente.
Es evidente que la familia juega un papel fundamental al ser el contexto en el que las
niñas y los niños establecen sus primeros vínculos afectivos, en donde aprenden las
primeras cosas y en donde el mundo comienza a cobrar sentido. También es cierto, que
la red social de apoyo de la cual disponía la familia (abuelos, vecinos,..) que de alguna
manera ejercía una función de coparentalidad, ha ido disminuyendo su presencia debido
a transformaciones socioculturales como la pérdida de la primacía del modelo familiar,
la incorporación de la mujer al mundo laboral extradoméstico, el retraso en la edad de la
maternidad, el cambio en las tipologías familiares, el incremento en la esperanza de
vida. Y cada vez existe más conciencia social de que el cuidado de la primera infancia
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debe hacerse de forma diferente a como se realizaba tradicionalmente apoyándose en las
escuelas para ello y “lavándose las manos” en la enseñanza de los valores y principios
que deben partir de esta familia.
La desaparición de apoyos sociales en el propio ámbito familiar y la falta de otros
nuevos en la organización de las sociedades modernas, hace que muchas familias se
encuentren inseguras y desorientadas en cuanto a pautas de crianza adecuadas y
modelos educativos coherentes y que, en consecuencia, acaben «delegando» la
educación de sus hijas e hijos en los profesionales de la educación (Vila, 2000a,
2000zb). De ahí que la educación infantil aparezca cada vez más como una necesidad
imperiosa de la vida moderna en relación con el cuidado de las niñas y niños.
Todo esto hace todavía más patente y relevante la necesidad de apoyo entre la escuela
infantil y la familia, siendo en muchos casos la Escuela Infantil el único referente claro
y estable que tienen los padres para contrastar y conformar su modelo de crianza.
Por tanto, actualmente contamos con familias monoparentales, que surgen en los años
setenta, como crítica a la familia nuclear, la cual es considerada como la deseable.
(Fernández, J.A y Tobío, C, 1998). Debido a los cambios demográficos ya citados como
los generados por ejemplo porque la reproducción es cada vez más tardía y la esperanza
de vida es mayor; los cambios ideológicos y de valores, modificándose los roles dentro
de la familia, la incorporación de la mujer al mundo laboral y la visión del matrimonio,
que juntos con los cambios legislativos dan lugar a un aumento en el número de
separaciones y divorcios y nuevas formas de concebir la vida y las relacionales
sentimentales.
A esto, hay que sumar, la sociedad tan competitiva, consumista y capitalista en la que
vivimos, donde el tiempo de familia, se ve reducido en gran medida, debiendo emplear
buena parte del día al trabajo para poder seguir el ritmo vertiginoso en el que estamos
sumidos. Esta falta de tiempo, repercute directamente a la vida en familia, dejándose de
lado grandes de las funciones que anteriormente la familia desarrollaba.
Aún teniendo presente esta realidad, es algo importante el manifestar y hacer
conscientes a las familias, que no es tan importante la cantidad de tiempo dedicado a sus
hijos e hijas, sino, que ese tiempo, del que dispongamos, por muy escaso que parezca,
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sea de calidad… y se convierta en un tiempo en el que los protagonistas sean ellos y sus
hijos, donde no dejen paso al estrés que el ritmo de la sociedad nos transmite.
Todos estos factores, que dan lugar a estructuras de familias con un escaso número de
miembros, implican una serie de consecuencias sociales y educativas como son: padres
que trabajan muchas horas, no tienen tiempo para ellos mismos, cobran un salario muy
reducido debido a la crisis económica, por lo que se encuentran con escasos recursos
para mantener varios hijos/as; las personas mayores se quedarán sin pagas ya que habrá
menos jóvenes que paguen impuestos ya que la natalidad ha disminuido
considerablemente; aumento de los embarazos adolescentes, la creciente inestabilidad que
se refleja en las tasas de divorcio y separaciones; de nuevos arreglos familiares que
incluyen familias reconstituidas, de tendencias al aumento de parejas que conviven sin
formalizar su unión; todo tipo de males sociales, desde la delincuencia juvenil, hasta la
perdida de integración de las sociedades, formación y disolución de parejas, divorcios, un
escaso rendimiento escolar por parte de los niños/as que sufrirán el estrés de los padres
y de la sociedad en general, por lo tanto al haber más miembros jóvenes y menos
desarrollados, el clima intelectual se deteriora, hay menos niños/as que asisten a la
escuela por lo que no tendremos tantos alumnos en nuestras aulas, mayor fracaso
escolar por acarrear con los problemas de la sociedad, …
Como conclusión puedo decir que los hogares españoles cada vez están compuestos por
menos miembros, por lo que el número de hogares unipersonales casi se a multiplicado
por dos, siendo los tipos de hogares más frecuentes, atendiendo al tamaño, los
compuestos por dos y cuatro miembros. El aumento de estos hogares unipersonales se
debe a las personas que viven solas y al aumento de las rupturas matrimoniales. Por
tanto pensando en la evolución de los próximos 10 años, creo que el número de
miembros en los hogares dependerá básicamente de la continuidad o variación, al alza o
la baja de los factores mencionados anteriormente. También decir que el retraso
acumulado en la edad de emancipación provocará que un mayor porcentaje de los que
ahora tienen 25 y 34 años sigan estando pendientes de emanciparse durante la próxima
década, lo que supondrá una contribución significativa al aumento de miembros en el
hogar, aunque por lo general como ya he mencionado antes será difícil cambiar la
mentalidad de la sociedad, ya que la gente concibe a sus hijos/as en la edad de 30 años
como media siendo años atrás a los 20 años la media. Otro factor que debemos tener en
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cuenta es la partida de muchos jóvenes al extranjero por la falta de trabajo en España, lo
que supone que formen sus familias en otros países. Al sopesar todo lo anterior no se
prevé un cambio brusco en el elevado ritmo de crecimiento del número de miembros en
el hogar.
Bibliografía:
Apuntes de Sociología de la Educación para maestros del grado de infantil. Profesor:
Ángel Zarco Rubio.
Webgrafía:
http://extension.uned.es/archivos_publicos/webex_actividades/5385/repercusiones8.pdf
Realizado por: Cristina Granados Infante