ALUMNA: Gutiérrez López Carla Beatriz.

PROFESOR: Arq. Juan Manuel Salazar.

GRADO Y GRUPO: 7B.

T-M LIC. EN ARQUITECTURA. CENTRO UNIVERSITARIO UTEG.

FECHA DE ENTREGA: 22, 09, 2016.

“LA INTERPRETACIÓN DEL ESPACIO EN LA ARQUITECTURA”.

“LA EVOLUCIÓN DEL ESPACIO EN LA ARQUITECTURA SEGÚN SIGFRIED GIEDION”.

Teoría Crítica de la Arquitectura

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“LA INTERPRETACIÓN DEL ESPACIO EN LA ARQUITECTURA”.

“LA EVOLUCIÓN DEL ESPACIO EN LA ARQUITECTURA SEGÚN SIGFRIED GIEDION”.

La interpretación espacial propia de la arquitectura se encuentra en todos aquellos lugares que solemos

transitar cotidianamente; la ciudad en las calles y en las plazas en las calles y parques, en los centros comerciales

y en los jardines, en nuestros hogares inclusive; allí donde el hombre creó ‘espacios en el vacío’.

Se ha oído hablar que, el espacio es el factor más importante en la arquitectura, pero decir que el espacio

interno es la esencia de la arquitectura, no significa de ninguna manera que el valor de una obra arquitectónica

se agote por el valor espacial. Pues todo edificio se caracteriza por un conjunto de valores: económicos, sociales,

técnicos, funcionales, artísticos, espaciales y decorativos,… Pero el significado del edificio es consecuencia de

todos estos factores, y su historia o antecedente por el cual se construyó cierta edificación, no puede quedarse

atrás y sin importancia. La historia de la arquitectura es, ante todo, la única concepción espacial válida. O sea:

El espacio arquitectónico no es solo un espacio tridimensional, que puede apreciarse en planta, alzado y

perspectiva; sino que desde un principio entra a jugar en su concepción una cuarta dimensión concebida como

tiempo-movimiento, es decir, recorrido; la creación y, por consiguiente, su experimentación.

La experimentación directa del espacio es insustituible, estando íntimamente ligada a la función y a la ejecución

funcional del edificio. Esto hace que nos parezcan vacíos de contenido aquellos edificios de los que no hemos

captado bien su sentido espiritual o funcional, y a los que simplemente vemos con ojos de turistas. Es decir, el

valor que le asignamos a una obra arquitectónica no solo requiere la mera presencia física del edificio, sino

también el estudio de las condiciones socioculturales del momento en que fue hecho.

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“El silencio a la música, y el espacio a la arquitectura”, es esa la esencia. Si proponemos esta analogía nos

percatamos de que, para que la música se aprecie y se produzca, es necesario el silencio… lo mismo sucede con

la Arquitectura. Sin espacio no hay cavidad para crear arquitectura.

Pues si bien Alois Riegl en Die Spätrömische fue quien realizó por primera vez una clara interpretación espacial

de la arquitectura y que en conjunto con personajes filósofos, arquitectos tales como: Paul Frankl, Bruno Zevi,

Francastel y Siegfried Giedion; Todos ellos buscan el elemento caracterizador de la arquitectura en algo ajeno a

la función.

Pero se dieron cuenta de que el espacio por sí solo tampoco puede explicar por ejemplo todo el valor de una

obra arquitectónica como bien podría ser un edificio. Ya que si pusiéramos el término “espacio” por delante, se

desplazarían elementos valiosos que conforman la arquitectura como lo son los acabados, muros, materialidad,

las estrategias para lograr iluminar cada rincón, las formas y estudios que deben realizarse para llevar a cabo

una vinculación funcional, por ende ‘buena arquitectura’.

La teoría de la arquitectura puede ser una reflexión sobre la arquitectura existente, un análisis del proceso de

diseño o bien una doctrina. Detrás de toda arquitectura existe una intención y una modalidad del habitar, mas

no siempre son explícitos y conscientes estos principios. El arquitecto responde no sólo a las necesidades

utilitarias y de espacio, sino a las expectativas simbólicas y de poder jerárquico de la sociedad en la que vive. Sin

embargo, estas implicaciones de significado no se enuncian claramente como finalidades en el proceso de

diseño. Son consecuencia de un contexto que se da por hecho y ni siquiera se cuestiona. Para fundamentar las

cuestiones de las cualidades de la buena arquitectura recurren a una estética que tenga prestigio histórico, o

bien acuden a la necesidad de renovar el gusto bajo nuevas reglas pues en la modernidad las justificaciones

estéticas ennoblecen lo que la técnica dicta.

La función de la crítica es hacer patentes las relaciones que lo arquitectónico establece con lo social, político,

económico y técnico. Al enfocar su atención en determinado ‘repertorio histórico’ el crítico pone de relieve los

intereses de su propio mundo. Por ello cada estilo arquitectónico aporta según lo han requerido los argumentos

de validación estética y edilicia.

Por ejemplo:

Bruno Zevi afirmaba que «… la esencia de la arquitectura no depende de la limitación material impuesta a la

libertad espacial, sino en el modo en que el espacio queda organizado en forma significativa», Giedion, al tratar

la teoría especialista, no deja de conectarla con un cierto análisis histórico pues él planteaba tres etapas en el

desarrollo de la arquitectura. Una primera, en que el espacio adquiere realidad por la interacción de volúmenes,

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época en que no se tenía en cuenta el espacio interior y se prestaba especial atención al exterior. La segunda

fase comienza con el Imperio Romano y representa la conquista del espacio interior y, finalmente,

la tercera que se inicia a comienzos de nuestro siglo XX y que, como resultado de la revolución que representó el

Cubismo al acabar con la perspectiva de punto de vista único, inició las relaciones entre espacio interior y

espacio exterior.

“Lo cierto es que el espacio, si bien es condición necesaria para la existencia de la arquitectura, no agota su

experiencia ni su sentido.”

Es por ello que en lugar de interpretar “el espacio” como la única ‘propiedad’ necesaria de la arquitectura, éste

debería de ser considerado como uno de los protagonistas. Que en conjunto a otros aspectos ya mencionados

anteriormente, conforman un todo, conforman ARQUITECTURA.

Es importante reconocer el carácter primordial de la arquitectura, el carácter por el que se distingue de las

demás actividades artísticas porque involucra al hombre. La arquitectura puede ser caminada, habitada, ‘vivida’

no sólo deriva de una suma de longitudes, anchuras y alturas de los elementos constructivos aunque envuelven

el espacio, sino espacio interior, en el cual los hombres viven y se mueven.

Tal como es el sentido de “Habitabilidad”. No sólo se refiere a, la materialidad y emplazamiento de la

construcción, sino, el ambiente que éste brinda. Las sensaciones que evoca en la persona. Característica

predominante desde la Arquitectura Mesoamericana, pues sin necesidad de crear algún tipo de limite, bardas o

algún otro elemento que cumpliese con dicha función pues no había interrupción de la fluidez del espacio, se

articulaba exclusivamente a partir de las relaciones que estableen los distintos elementos (volúmenes) entre sí y

el paisaje circundante. Es verdad, muchas “Arquitecturas” deberían de ser apreciadas dejando de lado los

principios, reglas, teorías y todo aquello que hemos estado aprendiendo en el transcurso de esta profesión pues

de éste modo quizás se nos facilitaría un poco más apreciar, e involucrarnos en la imponencia que causa cada

edificación sea antigua o no, sea innovadora, costosa o en tendencia. Que sus componentes arquitectónicos

hablen por si solos. Por el valor y significado para y por el cual fueron creados y no tanto por “el claro que es

capaz de soportar entre columna y columna “o el espacio que abarca el proyecto.