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¡CALACUERDA! Publicación de estudios históricos militares de la SHM Año 1 N.°5 Diciembre 2020-Enero 2021 EN ESTE NÚMERO: El Ejército Luso-brasileño en las campañas a las Misiones 1816-1819 Gestación y organización del Ejército Rojo 1917-1920 Oficiales orientales en 1815 Reglamento de uniformes de la Gran Colombia 1826 (II) - Caballería Oficiales de la Legión Irlandesa en 1819 La armadura romana, una reseña 1820 - Bicentenario del paso a la inmortalidad del Gral. Manuel Belgrano - 2020

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¡CALACUERDA!

Publicación de estudios históricos militares de la SHM

Año 1 – N.°5 – Diciembre 2020-Enero 2021

EN ESTE NÚMERO:

El Ejército Luso-brasileño en las campañas a

las Misiones 1816-1819

Gestación y organización del Ejército Rojo

1917-1920

Oficiales orientales en 1815

Reglamento de uniformes de la Gran Colombia

1826 (II) - Caballería

Oficiales de la Legión Irlandesa en 1819

La armadura romana, una reseña

1820 - Bicentenario del paso a la inmortalidad del Gral. Manuel Belgrano - 2020

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Equipo Editorial

Año 1 – Número 5 – 2020-2021

Dirección y Redacción

Diego Argañaráz

Consejo de Edición

Marcelo Molina

Leonardo Diego Muñoz (SHM Córdoba)

Miguel Escalante Galain

Diego Alejandro Núñez

Alejandro Millán Seeber

Colaboradores

Carlos Piñero

Alejandro Canaval

Rodrigo Galeano

Oscar Turchi Hache (SHM Córdoba)

Daniel Castiglione

Gabriel Popolizio

Cristián Fernández

Roberto Ávila

Mariano De Nucci

Miembros Honorarios de la SHM

Alberto del Pino Menck

Terry Hooker

John Fletcher

Mail: [email protected]

NUESTRA PORTADA

Ilustra nuestra portada, nuevamente, otra gran obra de Gabriel

Popolizio, gran colaborador e integrante de la SHM; la misma recrea a la

Sargento Mayor María Remedios del Valle, insigne mujer que supiera

destacarse en los duros años de la guerra por la emancipación. Su accionar

comenzó en las primeras campañas militares en el Alto Perú, integrando el

Ejército Auxiliador, acompañando a su esposo e hijos, que servían en la 6.°

compañía del Bón. de Artillería Volante. Se halló en Desaguadero, en junio de

1811 y, tras la derrota, acompañó la retirada del ejército. Luego, bajo el mando

de Manuel Belgrano, estuvo presente en las victorias y derrotas de 1812-1813,

siendo herida de bala en Ayohuma, donde fue tomada prisionera y, como

ejemplo, fue sometida a azote público por los realistas. La ―parda‖ María se

diluye entonces en la contienda, según algunos escapando para volver a servir

con Güemes en el norte, pero no hay documentación fehaciente sobre ello. Lo

cierto es que para mediados de la década de 1820, sí la vemos en Buenos Aires,

casi en la indigencia y solicitando la ayuda del gobierno en recompensa a los

servicios prestados; en 1826 se inicia la gestión y, dos años después, la Cámara

de Representantes de la Provincia de Buenos Aires le concede el grado de

Sargento Mayor de caballería, que es el uniforme con que se la ilustra, siendo

incluida en la Plana Mayor provincial a principios de 1830. Luego, vuelve a

escabullirse en el tiempo hasta 1835, cuando el Gobernador Juan Manuel de

Rosas la destina a la Plana Mayor Activa, donde revista con el nombre de María

Remedios del Valle Rosas. Continuaría en las listas hasta su paso a la

inmortalidad, en noviembre de 1847. De ella manifestaría el Brigadier General

Juan José Viamonte, en ocasión del expediente que se constituyó para acreditar

sus haberes:

“La que representa es singular mujer en su patriotismo. Ella ha seguido al

Ejército del Perú en todo el tiempo que tuve al mando de él: salió de ésta [Bs.

As.] con las tropas que abrieron los cimientos de la independencia del país.

Fue natural conocerla, como debe serlo, por cuantos han servido en el Perú: la

dejé en Jujuy después del contraste del Ejército sobre el Desaguadero. Infiero

las calamidades que ha sufrido, pues manifiesta las heridas que ha recibido; no

puede negársele un respeto patriótico. Es lo menos que puedo decir sobre la

desgraciada María de los Remedios, que mendiga su subsistencia” (Buenos

Aires, 20 de diciembre de 1826).

Bibliografía

Guzmán, Florencia; ―María Remedios del Valle. ´La Capitana´, ´Madre de la

Patria´y ´Niña de Ayohuma´. Historiografía, memoria y representaciones en

torno a esta figura singular‖, en Nuevo Mundo Mundos Nuevos (en línea), 16

diciembre 2016, consulta 1 diciembre 2020. URL:

http:/journals.openedition.org/nuevomundo/69871

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ÍNDICE

Diciembre 2020 – Enero 2021

Uniformes 5 Oficiales orientales 1815

Diego Argañaráz

Ejércitos 7 El Ejército Portugués en las

campañas a las Misiones 1816-1819.

Conceptos generales

Miguel Escalante Galain

Ejércitos 13 La forja del Ejército Rojo.

Nacimiento y organización 1917-

1920

Diego Argañaráz

Uniformes 31 Reglamento de Uniformes del

Ejército de la República de

Colombia (II). Caballería

Diego Argañaráz

Uniformes 36 Oficiales de la Legión Irlandesa 1819

Diego Argañaráz-John Fletcher

Armamentos y equipos 39 La armadura romana

Traducción de la Prof. María Rosa

Brunelli

Juegos de Guerra y Modelismo 50 “Montonero” entrerriano 1815-1820

Diego Nuñez-L.D.A.

Juegos de Guerra y Modelismo 52 Pensando sobre el Juego de Guerra

Napoleónico

Carlos A. Piñero

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Oficiales orientales1815

Diego Argañaráz

Uniformes

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Reconstruimos aquí el probable aspecto de dos oficiales de las tropas de José Gervasio de Artigas, en

el pináculo del ―Protector de los Pueblos Libres‖. Para ello nos basamos en el minucioso estudio de Rubén

Álvarez Massini y José María Olivero Orecchia, en el Boletín Histórico del Ejército del Departamento de

Estudios Históricos, del Ejército Uruguayo. Lo interesante de dicho estudio es que desmitifica, a partir de

fuentes documentales, la imagen de las tropas orientales, popularizada en gran parte por interpretaciones

extemporáneas e idealizadas.

En primer término, se recrea al coronel Fernando Torgués u Otorgués (1774-1831); desde temprano

involucrado en la lucha de los orientales a favor del movimiento de Mayo contra los realistas. A principios de

1814, considerando su valía y comportamiento, las autoridades porteñas le concedieron los despachos de

coronel de caballería veterana. Dada la pronta secesión entre Buenos Aires y la Banda Oriental, en febrero de

1815 el Artigas le encargó el gobierno de Montevideo, tras la evacuación de las fuerzas porteñas. De un

carácter aparentemente prepotente y con poco tacto político, se ganó la enemistad de las clases altas de la

ciudad, por lo que a mediados de ese año, el Protector lo relevó de la gobernación, destinándolo nuevamente

al frente de tropas. Durante su ejercicio del cargo, Torgués quiso darse cierta apariencia de lujo crematístico,

según consideraba su alta posición, por lo que mandó confeccionar el uniforme de referencia, al coste de $ 79;

en la relación de piezas sólo figuran las cantidades de paño para la prenda superior, los forros, las divisas y

trencilla para adornos. De ello, el diseño propuesto es gran parte conjetural, aunque siguiendo las líneas de los

usos y costumbres de la época. Por ejemplo, es probable que la trencilla fuera oro, como los cabos. Las divisas

de grado son las decretadas en las Provincias Unidas en 1813, en el caso del coronel charreteras de pala negra

con bordados, medialuna y canelones oro (los bordados eran, por lo general, en sentido del hombro al cuello

de estrella, gorro frigio y sol, el todo orlado por laureles).

El siguiente oficial, de la misma fuente del Boletín, retrata a un comandante (capitán o sargento

mayor), también de caballería veterana o miliciana; de un carácter mucho más sobrio, las fuentes para el

mismo son testimonios de época que especifican un uniforme el todo azul, agregando de nuestra parte, según

coinciden otros investigadores, divisa grana o encarnada. La carencia de divisa de grado es suplida por el uso

de faja, esta sí exclusiva de la oficialidad. El cubrecabezas podría haber sido otro sombrero civil blanco o una

gorra de manga azul con vivos rojos; la cucarda es conjetural a propuesta de los autores del Boletín, con los

colores de la primera bandera de Artigas, que el mismo Torgués izó en Montevideo a principios de 1815.

Bibliografía

Álvarez Massini, R., Olivero Orecchia J.M.; ―Uniformes de la Patria Vieja. Una contribución para la discusión del tema‖,

en Boletín Histórico del Ejército, N.° 335-338, Dpto. de Estudios Históricos del Estado Mayor del Ejército, Montevideo,

2008.

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El Ejército Portugués

en las campañas a las Misiones

1816-1819

Conceptos Generales

Miguel Escalante Galain

La influencia militar que ejerció el Portugal sobre la Banda Oriental afecto profundamente a la

gobernación de las Misiones de las Provincias Unidas del Rio de la Plata en un primer momento y,

posteriormente, a la Liga de los Pueblos Libres; el imperio Lusitano designó a parte de su ejército la

responsabilidad de conquistar estos territorios que estaban bajo el control de ―Andresito‖ Artigas,

lugarteniente e hijo adoptivo de José Gervasio Artigas.

En 1805, Brasil había sido elevado a la categoría de Reino Unido de Portugal y Algarves; el gobierno

portugués en Río de Janeiro solicitó al gobierno británico la designación de un oficial capaz de reorganizar el

ejército. Se propuso al general Beresford quien, por decreto del 7 de marzo de 1809, fue nombrado por el

príncipe regente Don João comandante en jefe del ejército portugués. Luego, tras asumir el mando del

ejército, Beresford introdujo medidas disciplinarias muy severas, además de algunas innovaciones tácticas de

acuerdo con lo practicado por los demás ejércitos europeos. Posteriormente a la expulsión de Napoleón de la

península ibérica, las tropas altamente preparadas del ejército anglo-lusitano no tenían razón de ser en

Portugal, y la necesidad de tropas con experiencia en las campañas de la Banda Oriental generó que desde

Portugal fuese enviada la División de Voluntarios Reales, compuesta por dos batallones de Cazadores, tres

escuadrones de caballería y una batería de artillería, con un total de 4.830 hombres.

Para 1816, en la zona de operaciones, el ejército portugués se combinó con las tropas brasileñas. El

teniente general Carlos Federico Lecor asumió el mando de la División de Voluntarios Reales, y el marqués

de Alegrete, gobernador y comandante de armas de las tropas brasileñas, concentró sus fuerzas en Río Pardo.

Mandos portugueses

Las guerras napoleónicas produjeron el éxodo de los mejores oficiales hacia la corte de Río de

Janeiro. El ejército anglo-lusitano de Beresford suplió esta falta con oficiales británicos y formó sus propios

oficiales lusitanos durante las campañas contra Francia. Este nuevo personal, con gran experiencia de

combate, formó en la División de Voluntarios Reales, al mando del Barón de Laguna Carlos Federico Lecor.

Ejércitos

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Dragones de Río Pardo, oficial subalternos (por el autor).

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Escuadrones de caballería, soldado y oficial subalterno de la Legión de Tropas Ligeras (por el autor).

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Organización para la campaña

Durante las campañas producidas entre 1816 y 1820 existieron dos frentes de combate, perfectamente

establecidos: el primero, ubicado en el territorio de Río Grande, que comprendía el distrito de Entre Ríos y de

las Misiones, estaba bajo el comando del teniente general Xavier Curado, comandante de la frontera del Río

Pardo quien, a su vez, se hallaba

subordinado al marqués de Alegrete,

gobernador de esos territorios. Este trabajo

se ocupa de analizar este frente en especial,

en su época conocido por ambos bandos

como el territorio de las Misiones. Es allí

donde se desarrollaron los combates de

Ibicuí (21 de septiembre de 1816), el sitio

de São Borja (3 octubre de 1816), Ibirocaí

(19 octubre de 1816), Carumbé (27 de

octubre de 1816) y Catalán (4 de enero de

1817), esta última en la región del Río

Arapei, en la Banda Oriental del Uruguay.

El segundo frente de combate fue

el ámbito de la División de Voluntarios

Reales; éste entró en el territorio Oriental

por el litoral, dirigiendo su esfuerzo

principal sobre Montevideo, el cual terminó

siendo ocupado el 20 de enero de 1817,

después de vencer en el sitio y asalto al

fuerte de Santa Teresa (12 agosto de 1816)

en los combates de Chafalote (24 de

septiembre de 1816), India Muerta (19 de

noviembre de 1816) y en la toma de

Maldonado (17 de enero de 1817).

Antes de iniciar las operaciones en

el primer frente, el teniente general Curado

había concentrado sus tropas en la

localidad de Río Pardo, las cuales estaban compuestas por el Regimiento de Dragones de Río Pardo, el

Regimiento de Caballería de Milicias, el Regimiento de Infantería de Santa Catalina y los Escuadrones 1.° y

3.° de la Legión de Tropas Ligeras.

Brig. Francisco Das Chagas Santos (por el autor)

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Entre sus comandantes estaban el teniente general João de Deus Menna Barreto; el brigadier Joaquín

de Oliveira Alvares, comandante de la Legión de Tropas Ligeras; el brigadier Francisco Das Chagas Santos,

comandante del distrito de las Misiones, y el teniente coronel José Abreu de las Milicias de Caballería

de Río Grande. La base de esta organización estaba constituida por el Regimiento de Santa Catalina, cuya

estructura puede ser recreada teniendo en cuenta la reglamentación militar del príncipe regente de 1808, la

Regimiento de Infantería de Santa Catalina, oficial y soldado (por el autor)

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cual se aplicó para todo el periodo comprendido desde su puesta en vigencia, el 20 de diciembre de 1808 hasta

la independencia del Brasil.

Capitulo II Composición y Fuerza de un Regimiento de Milicias [de Infantería].

1ro. Cada Regimiento de Milicias estará compuesto por un estado mayor, una compañía de Granaderos y ocho

compañías de Fusileros, las cuales formaran dos batallones de cuatro compañías cada una.

Estado mayor

Coronel 1, Teniente Coronel 2, Mayor 1, Ayudantes 2, Cuartel maestre 1, Abanderados 2, Tambor mayor 1,

Pífanos 2, Total 12.

Compañía de Granaderos o Fusileros

Capitán 1, Teniente 1, Alférez 2, Primer sargento 1, Segundos sargentos 2, Furriel 1, Cabos 8, Aspirantes 8,

Tambor 1, Soldados 6, Total 21.

Fuerzas de un Regimiento

Estado Mayor 2

Compañía de Granaderos 121

Primer Batallón 484

Segundo Batallón 484

Total 1.101”1

Otra organización militar que merece especial atención es la Legión de Tropas Ligeras, unidad cuya

denominación anterior fue el de la ―Legión de San Pablo‖, existente desde inicios del s. XVIII. Esta se

reorganizó en 1808 con la llegada del príncipe regente, quien mediante un decreto determinó su disposición de

la siguiente forma: “La legión de tropas Ligeras será compuesta de dos Batallones de infantería, de cuatro

escuadrones de caballería y de dos baterías de artillería montada”2.

Si bien al inicio de las operaciones solo se encontraban dos escuadrones de esta Brigada de Caballería

Ligera, durante las batallas desarrolladas en las campañas de las misiones surgen otros elementos

pertenecientes a la Legión. Por ejemplo, en el archivo del Estado de San Pablo existe un relato —transcripto

en la ―Historia del 5.º Regimiento de Infantería Mecanizado del ejército brasileño‖— en donde Joaquim de

Oliveira Álvares, jefe de la Legión, escribe a Xavier Curado informando sobre los detalles de la batalla de

Carumbé. El informe, enviado el 27 de octubre de 1816 al campamento del arroyo Elías, traía datos sobre los

efectivos de la Legión que participaron en ese encuentro. Las fuerzas participantes eran las siguientes: de

Caballería, 120 efectivos del Regimiento de Dragones, 40 de la Legión y 140 del Regimiento de Milicias, total

300. De infantería sumaban 200 de la Legión, además de 40 artilleros con dos piezas de a 6 libras. También se

agregaban 120 hombres de las guerrillas indígenas al servicio de Portugal, sumando un total de 760 hombres.

1 ―O exercito Portugês en finais do Antigo Regime‖ En: O Portal da Historia. http://www.arqnet.pt/index.html 2 Cartas de Lei, Alvarás, Decretos y cartas Régias. p. 113.

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Estas organizaciones para el combate se constituían de acuerdo a las circunstancias, pero lo normal

durante esta campaña en las Misiones fue formar una brigada sobre la base de por lo menos un elemento de

infantería completo, al que se le agregaban escuadrones o regimientos de caballería con un mínimo de apoyo

de fuego de piezas pequeñas de artillería.

Bibliografía:

Escalante Galain, M. D.; La defensa de las Misiones occidentales durante la invasión Portuguesa de 1817, tesis

(Maestría en Historia de la Guerra) Buenos Aires; Instituto Universitario del Ejército, Escuela Superior de Guerra ―Tte.

General Luis María Campos‖ 2014.

- Andresito y Chagas Campaña de 1816, Moglia Ediciones,1a ed., Corrientes. 2019.

O Exercito na Historia do Brasil, Biblioteca do Exercito, Rio de Janeiro: Ed Salvador, tomo II, 1998.

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La forja del Ejército Rojo

Nacimiento y organización 1917-1920

Diego Argañaráz

Introducción

El estallido de la Revolución Rusa fue consecuencia tanto de problemáticas internas del Imperio

zarista, como de factores externos europeos, aunado a complejas interrelaciones sociopolíticas de la Rusia

decimonónica. En un período increíblemente corto (aún menor a la de la Revolución Francesa, si tomamos en

“¿Ya te alistaste como voluntario?”; poster de propaganda, Dimitry Moor (1918).

Ejércitos

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cuenta la fecha inicial de 1789 y la desaparición del régimen monárquico en 1793)3, el ―Gendarme de Europa‖

se vio sumergido en el torbellino de la guerra civil y la caída de una de las dinastías más viejas del continente

euroasiático. Aquí no trataremos el devenir de esos acontecimientos, sino que nos centraremos en el análisis

de la constitución del brazo armado de la revolución: el Ejército Rojo. El foco se pondrá en el nivel

organizativo, así como en los factores que atravesaron el poder político que lo conformó y delineó, lo que se

buscó y lo que realmente se logró, según las circunstancias caóticas contemporáneas.

Gestación

Empezaremos este acápite por el final: en el curso de aproximadamente un año, entre 1917 y 1918, el

Partido Bolchevique fue capaz de organizar un brazo armado funcional a sus objetivos, en un contexto de

carencias de todo tipo y con conflictos ideológicos internos, además de la amenaza de la contrarrevolución y

sus apoyos externos.

Luego de ocupar el vacío de poder dejado por la caída del Gobierno Provisional en octubre (un

―putsch‖ a la nada, ya que no había gobierno concreto al cual efectuar un golpe de estado), V. I. Lenin se

abocó a que su partido tomara el poder, segregando a la oposición de la izquierda moderada. Su siguiente paso

fue asegurarse que no hubiera un levantamiento del alto mando en el ejército, colocando un hombre de su

confianza que se aseguró de mantener el statu quo. Esto le dio el espacio para buscar una salida negociada de

la Gran Guerra, que devoraba recursos y había sido uno de los lemas principales del Partido: alcanzar la paz;

con pragmatismo, Lenin veía la continuidad del conflicto contra la Potencias Centrales como una grave traba

hacia la consolidación del poder. En diciembre de 1917 se logró pactar una tregua, y a principios del año

siguiente se iniciarían las tratativas para llegar a un acuerdo. Con ese frente asegurado momentáneamente,

Lenin comenzó el proceso para la creación de un brazo armado que reemplazara el anquilosado Ejército

Imperial. La base sobre la cual se edificó esa fuerza armada fueron las Guardias Rojas.

Las Guardias Rojas eran unidades paramilitares formadas por primera vez durante la fallida

revolución de1905. Una especie de milicia estrictamente voluntaria, se habían constituido como cuerpo

armado en torno a la iniciativa de obreros de las fábricas para la custodia de los soviets (consejos obreros), las

instalaciones fabriles mismas y los barrios u hogares de sus integrantes. Integradas por obreros

fundamentalmente (de allí su carácter eminentemente urbano), pero también por jóvenes idealistas, soldados

desmovilizados o desertores, campesinos fugados del campo y algún que otro criminal, elegían a sus

comandantes por votación en asamblea. En un principio con una organización algo laxa y heterogénea, a raíz

del intento de golpe de estado contra el Gobierno Provisional de agosto de 1917, las Guardias cobraron una

estructura más homogénea con batallones formados por 3 compañías con un total aproximado de 600

hombres.

3 Las manifestaciones contrarias a la guerra, a las malas condiciones de vida y, en último término, hacia el propio

gobierno habían comenzado en enero de 1917 (según calendario occidental) y el 8 de marzo comenzaron masivas

protestas y huelgas en Petrogrado, antigua San Petersburgo, que se expandieron a otros centros urbanos. El 15 de marzo

de 1917, empujado por sus propios colaboradores, el Zar abdicó, finalizando con la monarquía de los Romanov. El Zar y

su familia serían asesinados en julio de 1918.

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Arriba: mapa esquemático de la Guerra Civil Rusa, 1918-1921. Las Guardias Blancas se conformaron en base a cosmopolitas grupos anti-bolcheviques, con monárquicos, liberales e incluso facciones de izquierda; sus comandantes eran ex-oficiales zaristas, muchas veces más preocupados por legitimar su posición ante los aliados, que combatir a los Rojos. En 1918, los Aliados intervinieron con el fin de salvaguardar sus intereses económicos y evitar que los bolcheviques se afianzaran en el poder; en Siberia oriental desembarcaron estadounidenses, británicos y japoneses. Otros países aprovecharon la crisis del zarismo para obtener la autonomía, caso de Finlandia (que libró su propia guerra civil) y las provincias bálticas, así como resolver la conformación de sus fronteras, como de Polonia, renacida como estado soberano, que se expandió hacia el este.

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En diciembre de 1917 se creó el Comisariado de Guerra, con la intensión de, por un lado, aumentar la

fuerza de las Guardias para reorganizarlos como el nuevo ejército revolucionario. Unas de las primeras

unidades regulares se constituyeron con Guardias Rojas de la acería de Putilovsky Zavod, productora líder de

locomotoras y maquinaria, con una planta de empleados con fuerte conciencia de clase. Se concretó así la

creación del ―1.° Regimiento Socialista de Obreros y Campesinos Rojos‖, y la división de ―Artillería de

Acero‖4, una subunidad correspondiente a un batallón o medio regimiento. No obstante, aquí surge uno los

primeros problemas en cuanto a la percepción de la situación y la realidad: transformar a las Guardias Rojas

en unidades regulares probó ser una tarea sumamente compleja. Por un lado, los bolcheviques creyeron que se

encontrarían con un flujo tal de obreros y campesinos conscientes de clase que, el nuevo ejército, sería de base

exclusivamente voluntaria; por otro, la realidad mostró una serie de problemáticas concretas que rápidamente

vetaron esas esperanzas: muchas unidades de Guardias eran más leales a los soviets locales que le habían dado

origen que a los bolcheviques, otros guardias eran muy efectivos en la defensa de sus hogares o lugares de

trabajo, pero perdían esa tenacidad cuando debían combatir fuera de sus distritos. Por último, y que resultó en

un verdadero golpe psicológico para la dirigencia del Partido, fue la escaza cantidad de voluntarios; de los

300.000 obreros y campesinos esperados, sólo se habían presentado 20.000 hombres a principios de 19185, no

todos aptos para el servicio y con una alta proporción de criminales. Sin embargo, a pesar de estos nada

promisorios inicios, sí hubo

casos de unidades de Guardias

Rojas que se presentaron al

completo para servir en el

Ejército Rojo de Obreros y

Campesino6 (RKKA por sus

siglas latinizadas del cirílico);

esto creó problemas adicionales,

ya que los guardias se

consideraban superiores a sus

noveles camaradas (aunque

también supieron transmitir

cierto espíritu de cuerpo).

En tanto, una interrupción en las tratativas de paz con las Potencias Centrales llevó al bautismo de

fuego del RKKA a finales de febrero de 1918, en la zona del Báltico. Las mal preparadas y desabastecidas

fuerzas rusas no estaban a la altura de un curtido ejército alemán; la derrota fue funcional a que Lenin viera la

4 Khvostov, M.; The Russian Civil War (1) The Red Army, Osprey, Londres, 1996. Una división era una 5 Reese, R.; The Soviet Military Experience, Rutledge, Nueva York, 2001. 6 Establecido oficialmente el 15 de enero de 1918.

Arriba: Soldados rojos en Moscú, octubre de 1919; en la pancarta se lee “Comunismo”.

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realidad de apostar todo al voluntarismo, a la vez que doblegó a los nacionalistas del Partido, que deseaban

continuar la lucha contra el Reich. El duro tratado de Brest-Litovsk7, en marzo de 1918, finalmente le dio a

Lenin el aire que necesitaba para afianzar el poder bolchevique; a su vez, coadyuvó a que Trotsky, bajo el

encargo de aquel, creara un ejército verticalista bajo un rígido control centralizado.

Burocratización

La tarea encomendada a Lev Trotsky era ingente, no sólo por los problemas inherentes de levantar un

ejército en medio de una situación de desestabilización continua, sino por la complejidad generada por la

misma falta de experiencia administrativa del aparato de estado bolchevique, aún en proceso de formación.

Una de estas faltas eran la superposición de organismos y la falta de definición de la esfera de actuación de

cada uno. El Consejo de Comisarios del Pueblo era un organismo gubernamental, encabezado por Lenin; bajo

este estaba el Comisariado del Pueblo para asuntos Militares y Navales, que era el ojo vigilante del Colegio

Panruso para la Organización del Ejército Rojo de Obreros y Campesinos, y el Supremo Estado Mayor. En

mayo de 1918 Trotsky creó el cargo de Comandante en Jefe del RKKA, al tiempo que el Supremo Estado

Mayor reemplazaba al Colegio en sus tareas.

Una segunda estructura de supervisión era de carácter político; en primer lugar con el Comité

Ejecutivo Central, bajo el cual funcionaba el Consejo de Obreros y Campesinos para la Defensa del Congreso

de los Soviets, encabezado por Lenin, Trotsky, Stalin y otros miembros. Luego en escala descendente, el

Concejo Supremo Militar (nuevamente con Trotsky como presidente), y el Soviet Militar Revolucionario de la

República (RVSR)8.

Finalmente, se hallaba el control ejercido por el Partido a través del Politburó; subordinado, el Comité

Central, que definía las políticas militares y supervisaba el Departamento Político del RVSR. Es fácil ver,

entonces, que la plétora de organismos desdibuja el verticalismo buscado, no sólo por las entidades en sí, sino

por las personalidades mismas de cada funcionario en cada puesto encomendado. No obstante, existía un

acuerdo tácito, forjado en el horizonte cada vez más oscuro de la guerra civil, de que el Partido era el motor de

la maquinaria militar; y no podía ser de otra manera desde el momento que la revolución había fusionado en

una sola entidad el aparato político del régimen: el Partido era el estado, y el estado era el Partido:

“No se trata del régimen (…), ni tampoco de los principios que conforman la creación de su ejército,

sino del enfrentamiento de dos formaciones: la capitalista burguesa y la socialista proletaria. Esta

contradicción puede ser superada en el curso de un largo combate. Nosotros sólo intentamos crear un

instrumento para esa lucha y aspiramos a que este instrumento responda a las necesidades y

obligaciones del régimen que estamos llamados a defender”9

7 El tratado significó entonces para Rusia la pérdida de Ucrania, Polonia, el Báltico y parte del Cáucaso. 8 Creado en septiembre de 1918. 9 Trotsky, L.; discurso en la sesión del Comité Central Ejecutivo, del 22 de abril de 1918.

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De allí que el RKKA fuera moldeado según los parámetros del Partido, organismo primero y principal

en definir sus objetivos y estrategias. Así, aquel se volvería el ejército del Partido.

Centralizando un ejército

Las prácticas democráticas, persistentes desde principios de la revolución fueron abolidas en marzo de

1918: los oficiales ya no se elegirían por consejos de soldados, ordenandose también la disolución de dichos

consejos. Toda la autoridad recaería en los comandantes que, a partir del nivel de regimiento, compartirían la

responsabilidad con un comisario político; a mayor nivel10

existía un Consejo Militar Revolucionario con tres

integrantes.

Arriba: poster de propagando Rojo, exhortando a la defensa conjunta (nótese soldados, marineros, civiles) de Petrogrado.

En tanto, el sistema de voluntariado había dado un rendimiento tan deficiente que, en abril de ese año se

decretó la conscripción obligatoria. Para esas fechas el RKKA era fuerte de aproximadamente 200.00011

hombres, aunque carecía de estructura organizativa, uniformes, homogeneidad en el equipamiento, etc.

Tampoco el reclutamiento era universal, sólo eran aptos para servir ―los obreros urbanos que trabajan en

10 La escala de unidades tácticas del Ejército Rojo era de, en orden ascendente, batallón, regimiento, brigada, división,

ejército (equivalente aproximadamente a un Cuerpo de Ejército) y frente (equivalente a un Grupo de Ejércitos). 11 Khvostov, M., op. cit.

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fábricas, talleres, explotaciones agrícolas, pueblos, y los campesinos que no explotan trabajo ajeno‖ de entre

18 y 40 años, aunque se especificaba que los estudiantes de secundaria de 16-18 años recibirían un instrucción

pre-militar. Las mujeres podían servir bajo bandera, pero de forma optativa12

. La falencia en el entrenamiento

buscó ser subsanada mediante la creación de la Administración de Entrenamiento Universal Militar, en

realidad otro organismo burocrático.

El primer llamado al servicio militar obligatorio tuvo lugar de principios de junio a finales de agosto

de 1918, circunscripto a las regiones bajo poder

bolchevique: los distritos de Moscú, Petrogrado, Vladimir

y Nizhni-Novgorod; el resultado fue la movilización de

más de medio millón de hombres. Sin embargo, este peso

cuantitativo se veía opacado por la altísima tasa de

deserción o abandono de filas sin autorización; en un

principio Trotsky ordenó medidas draconianas para frenar

la marea, pero con un sentido más realista, los

comandantes en campaña optaban por la concesión de

amnistías, con resultados positivos.

A pesar de la fluctuación en el número de tropas,

lo cierto es que para noviembre de ese año, la conscripción

había coadyuvado a la formación de 47 divisiones de

infantería, 4 de caballería (más una brigada independiente

montada)13

y las primeras Grandes Unidades de Ejércitos y

Frentes. A pesar de estos datos, pervivían las carencias

organizativas y la falta de entrenamiento de los nuevos

soldados, motivado en parte por la extrema necesidad de

cubrir los múltiples frentes. La citada Administración de

Entrenamiento organizaba ―movilizaciones de frente‖ en

las cuales los conscriptos eran reunidos en las cercanías de

un frente y, con escasa o ninguna instrucción, eran

enviados directamente a las unidades de combate. Recién a

finales de 1919 se concretaría la constitución de centros de instrucción y un sistema de reclutamiento

centralizado.

En la primera mitad de 1919, los bolcheviques se vieron presionados por todos los frentes, con

Petrogrado y Moscú amenazados por ofensivas Blancas, por lo que el verano de ese año se anunció la

12 Decreto sobre la instrucción militar obligatoria, adoptado por el Comité Central Ejecutivo Panruso de los Soviets, del

22 de abril de 1918. 13 Khvostov, M.; ibíd.

Arriba: poster de reclutamiento del Ejército Rojo (c.1919), “¡A los caballos, proletarios!”; a pesar del carácter elitista de la caballería del antiguo régimen, los bolcheviques fomentaron ese espíritu en sus fuerzas montadas.

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unificación de la Repúblicas Socialistas

Soviéticas14

para concertar el esfuerzo de guerra y,

funcionalmente, concretar la centralización de la

fuerza militar.

Oficialidad: los especialistas militares

El estallido de la revolución había alejado

en un primer momento a la oficialidad del Ejército

Imperial, en tanto enemiga de clase de los

bolcheviques, por su pertenencia a la burguesía en

los grados subalternos, o a la aristocracia en los

altos mandos. Trotsky, con pragmatismo, supo ver

la falta de profesionalismo militar de los

miembros del Partido, por lo que pronto se volcó a

la utilización de los antiguos oficiales zaristas para

comandar al RKKA, en casi todos los niveles. La

medida desató un torbellino de discusiones al

interior del Partido, con una dura oposición de

aquellos que creían que se arrojaba

voluntariamente el futuro de la revolución a las

manos de sus enemigos, entre ellos Stalin.

Lógicamente, Trotsky y sus partidarios en esta

medida (incluso Lenin) no confiaban ciegamente

en estos oficiales y, en julio de 1918, el Quinto

Congreso de los Soviets aprobó un sistema de

mando compartido, en el que los comandantes de

regimiento para arriba estarían bajo la vigilancia

de comisarios políticos. A nivel de Ejército y de

Frente, el comando sería una triunvirato, donde el

comandante en jefe estaría en igualdad con su jefe

de estado mayor (a menudo un miembro del

Partido) y el comisario político.

A la par que se empleaba a estos

―especialistas militares‖, término utilizado para

obviar su carácter de oficiales, se había iniciado

14 Eran las R.S.S. de Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Lituania y Letonia.

Jefe de equipo de una compañía de zapadores de un regimiento comunista de infantería regular c.1918. Lleva una típica gorra de piel (kubanka) con una insignia comunista, de chapa esmaltada; en detalle obsérvese la misma con martillo e instrumento de arado, como se usó hasta 1922. Luce capote de infantería con correaje de cuero Mod.1911, binoculares y un estuche porta-mapas. A la cadera, el botín de una bayoneta alemana Mod.1898. En la manga lleva un parche de tela de la especialidad, con pala y pico bordados en oro; las cintas rojas señalan que este individuo sufrió cinco heridas en combate, según el sistema instaurado durante el zarismo, en 1916 (por el autor, según fotografías y datos de The Russian Civil War (1) The red Army)

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previamente el esfuerzo por formar comandantes propios en escuelas de mando, establecidas en las grandes

ciudades. También se habilitó el servicio, tanto voluntario como resultado de la conscripción, de antiguos

suboficiales zaristas: en agosto de 1918 alrededor de 18.000 ex-suboficiales estaban bajo bandera, a los que

Trotsky ordenó ascender inmediatamente a comandantes de sección, con lo que el ejército se benefició de

hombres con experiencia, muchos de los cuales harían carrera en el RKKA.

Más de 300.000 especialistas militares terminarían sirviendo en el ejército al final de la guerra civil,

por reclutamiento forzoso en su vasta mayoría, aunque unos pocos se presentaron voluntarios cuando el

enemigo fueron las Potencias Centrales. Probaron ser vitales para el esfuerzo de guerra y la constitución de un

brazo armado eficaz; la mayoría no pudo ganarse el respeto de la tropa, que los veía como enemigos de clase y

representantes de la vieja opresión zarista, punto de vista compartido por los comisarios políticos con los que

compartía el mando. Pocos traicionaron a los bolcheviques, no por convicción, sino por el temor a las

represalias contra ellos y sus familias.

Arriba: unidad de artillería, en el frente norte, 1919; la enseña dice: “Batería Heróica – Sección Militar del Soviet de Petrogrado”.

Desde finales de 1917, como medida para borrar todo rastro del régimen zarista, se habían abrogado

los títulos y grados militares, que había quedado limitados en el tratamiento de ―camarada‖ entre la tropa y

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―camarada comandante‖ para con los oficiales. Los grados quedaron definidos por su empleo, denominándose

según la unidad táctica en la que estuviera al frente, esto es ―comandante de sección‖, ―comandante de

compañía‖, ―comandante de batallón‖ y así sucesivamente, hasta llegar al grado de ―comandante de Frente‖ y

―comandante supremo‖.

Arriba: oficiales y tropa de la 11.° División de Fusileros de Nizhy Novgorod, octubre de 1918. Formada en principio en el norte del territorio bajo control Rojo en marzo de 1918, para octubre pasó a servir en el Frente Sur, luchando contra los Blancos del Ejército del Don. Más tarde también actuaría en la guerra contra Polonia.

Organización táctica

En orden descendiente, la Gran Unidad superior del RKKA fue el Frente, compuesto por 2 o 5

Ejércitos, así como unidades independientes, de apoyo y servicio, reservas y destacamentos especiales. Cada

uno recibía una denominación geográfica (práctica que continuó en la Segunda Guerra Mundial) del teatro de

operaciones donde actuaba.

La campaña que forjó e impuso esta estructura al resto del RKKA fue la llevada a cabo contra los

Blancos en la zona del curso alto del Volga; en agosto de 1918, el ―Comité de Miembros de la Asamblea

Constituyente‖ lanzó un ataque relámpago, encabezados por la Legión Checoslovaca15

, que tomó la ciudad de

15 Cuerpo voluntario, formado por checos y eslovacos étnicos de los dominios del zar que, iniciada la Gran Guerra,

solicitaron formar una unidad militar con las miras de que, su participación en el conflicto contra las Potencias Centrales,

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Kazán y terminó dominando las provincias de Samara, la citada Kazán y sectores de Sarátov, Simbrisk, Viatka

y Ufa. Sin una organización clara, pero de manera constante, el Soviet Militar Supremo fue acumulando

fuerzas integradas en el Frente Este, llegando a contar para principios de octubre de 1918 con 100.000

hombres, 300 piezas de artillería y más de 1.500 ametralladoras16

, integrados en los Ejércitos 1.°, 3.°, 4.° y 5.°.

El Frente inició sus operaciones ese mismo agosto y, tras duros combates, a principios de septiembre caía el

último enclave del Comité Constituyente.

La estructura que había resultado efectiva en la campaña del Volga se trasladó al resto del RKKA; en

septiembre se creó el Frente Norte para operar contra los Blancos de la zona de Arkángelsk-Kotlas, que

buscaban enlazar con sus homólogos en el oriente, con el apoyo tenue de destacamentos de los aliados

occidentales. El Frente Sur operaba por esas mismas fechas contra los Blancos en Ucrania y en la zona del

Mar de Azov. Posteriormente se crearía un 2.° Frente Sur, con la misión de acabar con el reducto Blanco en la

península de Crimea, en 1920.

Arriba: Guardias Rojas en Petrogrado, ante la tumba de Moisei Uritsky, un líder revolucionario jefe de la policía secreta roja en la región, que resulto muerto en un atentado en agosto de 1918. En la pancarta se lee “Muerte a los burgueses y sus perros falderos. Larga vida al terror Rojo”.

habilitaría la posibilidad de concretar una formación nacional al finalizar la guerra. Con entidad de regimiento para 1916,

a finales de 1917 ya contaba con más de 60.000 hombres. En un principio se pactó con el gobierno bolchevique su

traslado a Estados Unidos, pero el incumplimiento del mismo, así como la orden de desarmar a la Legión, motivó que

esta se sublevara y terminara colaborando con las Guardias Blancas. 16 Mawdsley, E.; Blancos contra Rojos. La guerra civil rusa, Desperta Ferro Ed., Madrid, 2017.

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El Frente Oeste cubría la región de las provincias bálticas y Polonia, mientras que el Frente Ucraniano

operó en el verano de 1919 contra los nacionalistas ucranianos, los Blancos, los polacos y las fuerzas de

intervención aliadas en la región. En Asia Central funcionaron un número importante de Frentes provisorios,

constituidos en realidad para librar alguna campaña en particular, aunque algunos pervivieron un tiempo más,

como el Frente de Turquestán, activo desde 1919 a 1926.

En la región de Asia Oriental, no sólo se conformaron varios Frentes provisorios, sino una entidad

militar autónoma, el Ejército Revolucionario Popular de la República del Lejano Oriente, actuante entre 1921

y 1922 contra Blancos y las fuerzas de intervención japonesas.

Un Frente estaba compuesto por un número de Ejércitos, que recién con la conscripción comenzaron a

tomar una estructura más organizada; cada Ejército estaba compuesto por un número muy variable de

divisiones, dependiendo de la necesidad del teatro de operaciones, con 10.000 hombres o hasta 50.000.

Cada división de infantería tenía, según disposiciones de finales de 1918, una organización triangular:

una división formaba con 3 brigadas de fusileros (denominación aplicada a la infantería desde octubre de ese

año), cada una con 3 regimientos de a 3 batallones; los elementos divisonales eran un unidades de ambulancia

de campaña, hospital, servicio de veterinaria, un batallón de ingenieros, uno de señales, un destacamento

blindado y otro de aviación, un medio regimiento de caballería y una brigada de artillería con 3 batallones

ligeros, uno pesado y otro de morteros. La fuerza de una división debía ser de 1.600 comandantes, 56.600 de

Arriba: infantería Roja marchando al frente, 1918; llevan una variopinta mezcla de vestuarios, la mayoría con el uniforme del antiguo régimen: blusas tipo gymnasterka y pantalones de algodón caqui, aunque también se ven blusas civiles y calzones de montar, gorras militares, otras civiles, etc. La uniformidad parece darse en el equipamiento, con cinturones de cuero con

cartucheras, bandoleras de lona para munición y fusiles Mosin-Nagant Mod.1891 (en themoscowtime.com).

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clases y tropa, poco más de un centenar de piezas de artillería, 380 ametralladoras y 24.000 caballos. La falta

de personal así como las dificultades para, no sólo alimentar, sino equipar tal magnitud de hombres en medio

de una crisis de producción, movieron a una reorganización de las divisiones, que fueron reducidas en un 30

% de personal para mediados de 1919. No obstante, la lógica de un contexto de conflicto civil y carencias de

todo tipo, hizo que lo común fuera que la mayoría de las divisiones no tuvieran más de 15.000 hombres,

siendo común divisiones con un tercio de esa fuerza, con 2 brigadas en vez de 3, apenas una treintena de

piezas de artillería y un centenar de ametralladoras.

Arriba: “Primeros soldados del Ejército Rojo 1918”, Ivan G. Drozdov, 1924 (soviet-art.ru).

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Las brigadas formaban con 3 regimientos de fusileros y, como apoyo y servicio, 1 compañía de

zapadores, 1 de aprovisionamiento y 1 batallón de artillería; la fuerza total debía ser de unos 10.000 hombres,

aunque la normalidad era a lo sumo la mitad o menos de esa cantidad. Los regimientos de fusileros tenían 3

batallones con elementos de apoyo consistentes en subunidades de ametralladoras, morteros, señales

(comunicaciones), exploración (a caballo), zapadores, etc. Con una fuerza por ordenanza de 3.600 plazas, 6

morteros y 36 ametralladoras, lo usual era que un regimiento a duras penas llegara al millar de hombres. Los

batallones formaban con 3 compañías de fusileros y una sección de ametralladoras.

La elitista caballería zarista hubo de ser reconfigurada bajo el parámetro revolucionario; la necesidad

de hombres con conocimiento del oficio obligó al reclutamiento de todo aquel que tuviera algún conocimiento

o aproximación al mundo equino. Para finales de 1919 se habían constituido 2 Cuerpos de Caballería y 3

divisiones y 10 brigadas independientes. Una de las formaciones más reconocidas y publicitadas sería el 1.°

Ejército de Caballería, al mando de Semion Budenny, futuro héroe de la Unión Soviética en la Gran Guerra

Patriótica. La estructura organizativa era similar a la de la infantería, triangular, con un Cuerpo compuesto por

3 divisiones de 3 brigadas de a 2 regimientos. Una división debía formar con las citadas tres brigadas más 4

baterías de artillería montada, además de destacamentos técnicos, de blindados y ametralladoras; su fuerza por

ordenanza era de 9.500 hombres y 10.200 caballos, pero en la realidad pocas veces se llegaba a contar con

8.000 hombres bajo bandera. Las brigadas se integraban con 2 regimientos con la fuerza de 2.600 hombres y

2.800 caballos. Los regimientos se dividían en su organización según la formación a la que estuvieran

integrados: los pertenecientes a divisiones de fusileros formaban con 870 hombres en 4 escuadrones y un

destacamento de ametralladoras que, a finales de 1918 fueron reemplazados por agrupaciones de a 2

escuadrones, para obtener mayor movilidad táctica. A mediados de 1919 se volvió a la organización en

regimientos. Las unidades pertenecientes a divisiones de caballería contaban con 4 escuadrones, pero con

1.100 hombres, más una subunidad de ametralladoras; cada escuadrón de 210 soldados se dividía en 4

secciones de a 2 grupos. Desde principios de 1919 se buscó potenciar el poder de fuego de los regimientos,

agregándoles un escuadrón de ametralladoras con 20 piezas17

.

Reclutamiento

En un principio, como se menciona más arriba, Lenin y sus seguidores consideraron que el élan de la

revolución traería voluntariamente a sus filas a ingentes masa de trabajadores urbanos con conciencia de clase.

Más allá de lo ideológico, esta esperanza estaba basada en cuestiones concretas: se consideraba que un obrero

estarían más dispuesto que un campesino en combatir a los Blancos y a la reacción que estos representaban.

Además, esa motivación iría de la mano de un bagaje cultural, por lo menos en comparación con el atrasado

campo, suficiente para reproducir el ideario socialista. Los campesino estarían, según los bolcheviques (y con

lógica), focalizados en sus intereses inmediatos, o sea la tierra.

17 Khvostov, M., op. cit.

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Sin embargo, más allá del real

entusiasmo de los consejos revolucionarios y las

Guardias Rojas, la vorágine de la guerra necesitó

un caudal de hombres que las masas obreras

urbanas no estaban en capacidad (o deseos) de

aportar. Ello llevó en parte primero a la

instauración del servicio militar obligatorio y,

segundo, a recurrir de manera creciente al

campesinado para remontar los ejércitos rojos. La

amalgama entre estas clases sociales no fue

cordial ni sencilla; básicamente estaban atados a

intereses desiguales; los soldados campesinos

eran reluctantes a actuar más allá de la localidad

en la que estuviera su sustento o su parcela

comunal, más aún en temporada de cosecha. Y

tampoco eran fiables, cuando no completamente

opuestos, a llevar a cabo acciones contrarias a

otros campesinos como la requisa de alimentos,

por lo menos cuando se llevaba a cabo contra

poblados de su área. No obstante esto, los

bolcheviques tuvieron que volcar el reclutamiento

primordialmente en el campesinado, que llegó a

constituir las cuatro quintas partes del ejército.

Este masivo reclutamiento era causa y

efecto de las dificultades para aprovisionar, vestir

y armas a tal cantidad de reclutas. La crisis

económica constante, el reclutamiento de

campesinos que ya no estarían para trabajar en

los campos, la carencia de alimentos, todo

conducía a una tasa de deserción altísima, como

ya se describió, lo que a su vez generaba la

necesidad de acaparar más conscriptos para

ocupar las filas de aquellos que habían huido.

Las mujeres también tuvieron un gran

protagonismo en el RKKA: miles sirvieron de

forma voluntaria en los servicios médicos, como administrativas u otros roles de segunda línea. Muchas

acompañaron a sus parejas en la acción y no pocas actuaron en combate.

Infante del Ejército Soviético-Tamán, finales de 1918. Esta Gran Unidad se componía de una serie de regimientos, columnas y destacamentos que operaban en el distrito de Tamán, en la región del Kuban. Presionados por el Ejército Blanco, quedaron aislados en el Cáucaso, lo que motivó que se reorganizaran en una serie de columnas con 27.000 de infantería, 3.500 de caballería y 15 piezas de artillería. Este solado viste los restos del uniforme regular zarista, con pantalones civiles, cinturón y cartuchera de cuero, bandolera de lona, granada de mano y la insignia en la manga del ejército Tamán, instaurada en septiembre de 1918.

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Los comisarios políticos

El Departamento Político del Soviet Militar pasó a ser la Administración Política del Ejército Rojo de

Obreros y Campesinos en mayo de 1919 (PURKKA, pero conocido por su forma abreviada PUR). Este

organismo se encargaba de coordinar y remontar las plazas de comisarios políticos en el ejército, establecidos

en todos los niveles hasta la unidad de regimiento. El motivo principal de esta medida era que, dado que los

militares eran el brazo armado no de la nación, sino del Partido fusionado con el estado, era natural contar con

una supervisión de los mismos.

El 8.° Congreso del Partido, en marzo del año citado, confirmó tanto el servicio de los especialistas

militares como delineó las responsabilidades y autoridad de los comisarios políticos. En un principio, Trotsky

había fomentado la autoridad en cuestiones militares de los comandantes, tanto si estos fueran bolcheviques o

ex-oficiales zaristas, pero dando una buena cuota de autoridad a los comisarios. Las medidas del Congreso,

por el contrario, retiraron a los últimos de la esfera de la jerarquía militar, declarando que se trataban ante todo

de funcionarios del Partido, cercenando así cierto nivel de autonomía al ejército en lo interno. El PUR tuvo

dos tareas fundamentales durante la guerra civil: ejercer un estrecho control de los miembros del Partido en el

ejército y el adoctrinamiento de los soldados que no pertenecieran al mismo, de manera tal de asegurar la

lealtad al nuevo régimen.

Para esto el PUR se encargó a los comisarios organizar unidades organizativas partidarias, llamadas

células18

, en el ejército; reclutar soldados para que se afiliaran al Partido, talleres de alfabetismo e instrucción

sobre las ventajas del socialismo a través de charlas, debates, lecturas de textos, etc. No obstante, el fin de

transformar al ejército en una ―escuela del socialismo‖ dependía en gran medida del factor humano, tanto en

el calibre de los comisarios designados como de la tropa receptora de su mensaje. Era común que, entre los

primeros, los hubiera con escasa preparación para la tarea encomendada, mientras que, en los soldados, la

gran masa estuvo compuesta por campesinos (casi el 75 % en 1920) sin la instrucción adecuada para entender

siquiera los rudimentos del marxismo, o con intereses diametralmente opuestos a los del régimen.

Otro espacio encargado a los comisarios era el de la disciplina; se consideraba, con justa razón, que

los especialistas militares, dado su origen, carecerían del entusiasmo necesario para exigir a sus hombres la

entrega total en el combate, para un fin que era contrario a sus ideales. Además, el origen mismo de los

especialistas los hacía poco apreciados para la tropa, situación peligrosa en medio de la acción. Por ende,

recayó en los comisarios no sólo la cuestión disciplinaria, sino la de galvanizar a los hombres con su entrega y

liderazgo; no obstante, nuevamente, esto dependía del carácter de cada sujeto. No obstante, dado el carácter

ideológico y de intereses reales de cada grupo social que actuó en el ejército, la indisciplina calo hondo en su

ser, con un caudal incesante de desertores en todo el período, negativa a obedecer órdenes y no pocos casos de

fuga ante el enemigo.

18 Estas ―células‖ partidarias existían desde finales de 1917, pero eran de un carácter independiente y, en su origen,

muchas se habían formado por inclinación propia de los soldados. El cambio en 1919 fue del orden de instaurar un

verticalismo que anulo la autodeterminación de estas agrupaciones.

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Arriba: carro de ametralladora, Museo Histórico y Conmemorativo de Volgogrado; estos carros, especie de artillería móvil, llegaban a pesar hasta mil kilogramos (contando servidores, equipo de repuesto para el arma, forraje, etc.), equipados con una ametralladora Maxim, por lo que el tiro era de cuatro caballos. Esta pieza es en parte una reconstrucción, dado que la ametralladora debería llevar un

escudo protector. Equipaba a las divisiones de caballería.

Conclusiones

El origen del RKKA tuvo dos fines principales: en primer lugar asegurar la existencia y continuidad

del nuevo régimen bolchevique en el poder y, en segundo término, tratar de recuperar los territorios perdidos

ante las Potencias Centrales por el tratado de Brest-Litovsk; a posteriori, una vez logrado esto, surgiría el

empuje para ―exportar‖ la revolución a Europa occidental.

En el primer caso, la amenaza fundamental estuvo en manos de las Guardias Blancos, un movimiento

restaurador, cuando no reaccionario, que integró una variopinta y por ende conflictivo conjunto de intereses.

Se puede dividir a los Blancos en tres entidades, según su zona de actuación: el sur de Rusia fue escenario del

Ejército Voluntario, de los generales Alekseev y Denikin, que se aliarían con los cosacos del Don del Gral.

Krasnov. Luego, en Siberia, el Alte. Kolchak, primero operando en conjunto con la Asamblea Constituyente

de izquierda para, luego, tras un golpe acaparar el poder. Por último, en el Báltico, el accionar del Gral.

Iudenich. El común denominador de estos ejércitos Blancos fue que siempre resultaron con menor peso

cuantitativo que el RKKA, a pesar de ganar la superioridad numérica local en ciertas ocasiones. Una de sus

principales dificultades se hallaba en su incapacidad de atraer reclutas, dado el carácter reaccionario de

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muchos de sus líderes. Simplemente, su discurso era rechazado tanto por los trabajadores urbanos como por

los rurales. Otra falencia era el disenso y el faccionalismo de sus líderes, más a menudo compitiendo por verse

legitimados ante las Potencias de la Entente que en combatir a los bolcheviques.

Por otro lado, a pesar de las deserciones masivas, las carencias logísticas, la falta de espíritu de

combate, los bolcheviques, aún en sus más oscuros momentos, siempre estuvieron en dominio de la región

con mayor capacidad de recursos, materiales y humanos, de Rusia. Esto les generó una capacidad de

reconstitución aún en sus peores derrotas, gracias al tiempo de gracia concedido por los Blancos en sus

continuas disputas internas. Haciendo una comparación anacrónica, pero con cierta validez, su situación fue

similar a la de la República romana del período de la 2.° Guerra Cartaginesa: no importaba cuantas veces

Aníbal derrotara a las legiones, Roma siempre podía reponer lo perdido.

En segundo término, en cuanto a la recuperación de sus antiguas fronteras, se sumaba el factor

ideológico con respecto a difundir la revolución al resto de Europa, en particular Alemania. Paso a ello estuvo

el renacido estado polaco. Aquí, un curtido y confiado RKKA probó sus capacidades y falencias, ante un

ejército polaco igual de decidido en sostener la independencia recién lograda. Entre febrero de 1919 y octubre

de 1920, un inicio prometedor se transformó en la pérdida, cedidas a Polonia, de una importante franja de

Ucrania occidental: lo débil del sostén logístico, ineptitudes de los mandos, las carencias alimenticias y

motines internos habían hecho retroceder al RKKA, tras sufrir 17.000 bajas en combate, otras 17.000 por

enfermedades, 100.000 heridos y casi 200.000 prisioneros19

.

Ahora bien, el objetivo de máxima planteado al inicio fue alcanzado; para finales de 1920 los

bolcheviques seguían firmes en el poder y las pérdidas territoriales eran importantes, pero no en la medida de

las sufridas por los tratados con el extinto Imperio Alemán. Lo fundamental era que un ejército planteado para

ser otra cosa, un ejército de milicias voluntarias insufladas con el espíritu de la revolución, lejano de los

parámetros del ―Viejo Régimen‖ había alcanzado la victoria transformándose precisamente en aquello que los

líderes del Partido, en un principio, despreciaban: un ejército centralizado, permanente, con jerarquías y

ordenanzas.

Bibliografía

Bonds, R.; The Soviet War Machine. An enciclopedia of Russian military equipment and strategy, Salamander Book,

Nueva York, 1977.

Kershaw, I.; Descenso a los infiernos. Europa 1914-1949, Crítica, Buenos Aires, 2016.

Khvostov, M., Karachtchouk, A.; The Russian Civil War (1) The Red Army, Osprey Pub., Núm.293, Londres, 1996.

Mawdsley, E.; Blancos contra Rojos. La guerra civil rusa, Desperta Ferro Ed., Madrid, 2017.

Reese, R. R.; The Soviet Military Experiencie. A History of the Soviet Army, 1917-1991, Ed. Rutledge, Nueva York,

2001.

Trotsky, L.; Cómo se armó la revolución. Escritos militares de León Trotsky, CEIP, Buenos Aires, 2006.

19 Reese, R. R.; op. cit.

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Reglamento de uniformes del Ejército

de la República de Colombia 1826 (II)

Caballería

Diego Argañaráz

Introducción

Continuando con el análisis iniciado en un número anterior, pasamos aquí a detallar los vestuarios

impuestos por el Reglamento de divisas y uniformes militares del Ejército, del 20 de julio de 1826, en

vigencia hasta la disolución de la entidad estatal que integró a Venezuela, Colombia y Ecuador.

En la citada ordenanza, luego de describir los trajes del EM y las divisas de oficiales y suboficiales

(ver más adelante), el siguiente corpus trata sobre el vestuario del ejército, comenzando con el arma de

caballería.

Uniformes

La caballería estaba dividida en dos institutos, la Ligera y la de Línea; tal división tenía un sentido

clásico en la cuestión de considerar a una apta para el choque y la decisión, la última, y a la otra como útil a

fines de practicar el reconocimiento y la cobertura de las fuerzas principales. En realidad, en el ámbito

americano no existió tal separación, y las unidades de caballería podían llevar a cabo ambos tipos de

operaciones, sin distinción alguna entre una ―pesada‖ y otra ―ligera‖.

En lo atinente a la caballería ligera, el Reglamento especifica el uniforme de gala de la tropa y el

personal de banda en los artículos 24.° a 26.°; que reconstruimos en la Lámina A. Empezando por la

izquierda, las dos primera figuras representan a un clarín mayor y a un soldado de este instituto; nótese que

ambos llevan el mismo uniforme de casaquillas azules con divisa verde y vivo blanco. Los pantalones llevan

franja blanca y los botones para toda el arma de caballería debían ser blancos, así como los correajes (Art.

64.°), donde la hebilla reconstruida es conjetural. Los adornos del chacó están especificados en el reglamento,

donde deja abierta la opción entre penacho o pompón, que aquí hemos repartido entre los dos personajes. La

chapa del mismo debía llevar la inscripción ―República de Colombia‖; una disposición (Art.68.°) dejaba a

posteriori, una vez que se numeraran los cuerpos, el uso de la numeración, probablemente metálica, sobre la

cucarda del morrión. Distinguiendo al clarín mayor, a parte de un uniforme de mejor calidad y confección, son

las charreteras blancas de lana, que en el Reglamento son denominadas ―dragonas‖ y aquí hemos decidido

reconstruirlas de esta manera, y las jinetas de cinta blanca en las mangas. En cuanto al armamento es

Uniformes

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puramente conjetural, tratándose en el caso del suboficial músico un sable francés y, en el soldado, otro

británico.

La otra figura de la lámina representa a un lancero de la caballería de línea (Art.27.° a 29.°); el corte

del uniforme es idéntico, variando sólo en el color de la divisa, que pasa a ser amarillo; como se dijo, toda la

caballería llevaba cabos (botones y otros adornos metálicos) blancos. Los pantalones también llevan franja

blanca y la chapa del morrión contiene igual inscripción. En detalle a la derecha, el perfil de una casaca corta

de clarín: igual traje que la tropa, pero con las distinciones de dragonas a los hombros y jinetas de cinta

Lámina A

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blanca, reducidas a 2 por su grado. La banderola de la lanza es puramente especulativa, pero lleva los colores

de la República.

La Lámina B ilustra, empezando desde la izquierda, por un soldado de caballería ligera en trajes de

cuartel o marcha (Art.66.°), compuesto de chaqueta y pantalón de brin o lienzo blanco; la primera lleva, según

la ordenanza, los colores de divisa del instituto de pertenencia, en este caso verdes, pero sin el vivo blanco.

Para campañas el morrión debía llevar como protección una funda (Art.67.°), probablemente de paño

encerado o lienzo con el mismo tratamiento: los Ligeros con el forro de tela azul y, para la caballería de línea,

blanca. También se especifica una gorra de cuartel de paño con borla del color del penacho; aquí hemos

Lámina B

Lámina B

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elegido no reconstruirla dados los pocos datos, aunque es muy probable que fuera un tipo de gorro de manga.

Al centro, un capitán (nótese las dos charreteras, que debían ser del color de los cabos) con el traje de gala de

la caballería ligera. El Reglamento especificaba que sería el mismo que la tropa, pero seguramente de mucha

mejor calidad y confección; como específico se menciona la obligación de llevar el sable con tiros (Art.42.°),

así como morriones con la configuración de la tropa. Aquí los reconstruimos con adornos plata (carrilleras,

galón, chapa), aunque en el Reglamento no se lo menciona. Por último, un teniente 1.° de Caballería de Línea

en traje de marcha o campaña; lleva una chaqueta de paño con la divisa correspondiente a la casaquilla

(Art.61.°), pantalones de brin (Art.62.°) y botas; estas son las de uso diario, que para gala se llevan por debajo

del pantalón. El morrión también lleva una funda de brin blanco, como se aclara para las fuerzas de Línea. Los

oficiales también contaban con un cubrecabezas de diario, pero ante la falta de descripción, hemos elegido no

ilustrarlo.

Divisas de grado, oficiales jefes, subalternos y suboficiales

En el Reglamento se especificaba, a través de los artículos 13.° a 23.°, cuáles serían las divisas del

ejército; un primer análisis es que, al igual que en otros ejército americanos del período, al finalizar la

contienda por la emancipación hubo una sobreabundancia de oficiales. Por citar un caso, en el Río de la Plata,

el gobierno de Buenos Aires decidió reformar el cuerpo de oficiales, licenciando a una parte de ellos, en la

primera década de 1820. Aquí vemos, en el caso venezolano (refiriéndonos a la ―Gran Colombia‖) la

subdivisión de un grado en varios:

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Detalle

1.Primer Comandante; era el grado inmediatamente anterior a coronel y, como tal, lleva como divisa dos

charreteras de canelones gruesos del mismo estilo. El color varía según el botón (que lo hacía según el arma),

por lo que este se trata de un oficial de infantería o artillería.

2.Segundo Comandante; la misma charretera, pero sólo en el hombro derecho, con una capona al izquierdo.

El color es oro de infantería/artillería.

3.Capitán; en este caso de infantería, lleva dos charreteras de canelones finos de una pulgada y media de

largo.

4.Teniente 1.°; una charretera sobre el hombro derecho, sin capona en el otro hombro, pero con dos galones

en las vueltas.

5.Teniente 2.°; la misma divisa (no ilustrada), pero con un solo galón en las vueltas. Al ser plata, este oficial

se identifica como perteneciente al arma de caballería o ingenieros.

6.Subteniente 1.° y Subteniente 2.°; el primero lleva una charretera como las anteriores, pero en el hombro

izquierdo, junto con un galón en las vueltas. Los subtenientes 2.° llevaban charretera, pero sin galón.

7.Sargento 1.°; lleva tres jinetas oro o plata, según el arma, en ambas mangas y separadas una de otra a igual

distancia que el ancho de las mismas.

8.Sargento 2.°; lleva dos jinetas de seda en cada manga, aquí plata, o sea de caballería o ingenieros.

9.Cabo 1.°; lleva dos galones en cada vuelta de un dedo de ancho, de cinta blanca de hilo sin importar el arma

de pertenencia.

10.Cabo 2.°; como el anterior, pero sólo un galón en las vueltas.

Bibliografía

Reglamento de divisas y uniformes militares del Ejército, 20 de Junio de 1826.

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Oficiales de la Legión Irlandesa 1819

Diego Argañaráz-John Fletcher

Uniformes

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Esta Legión en realidad es un término aplicado a una multiplicidad de cuadros de unidades, reclutadas

por el aventurero irlandés John Devereux. Migrado a los Estados Unidos a finales del s. XVIII o principios del

s. XIX, para 1810 era un reconocido empresario mercante, él mismo capitán de buque. En 1815 conoció a

Simón Bolívar, presentándose con la pompa y elocuencia suficiente para que el Libertador le confiara la tarea

de reclutar un contingente de 5.000 veteranos en Irlanda, para combatir a los realistas en el Nuevo Mundo.

Devereux continuó insistiendo en su proyecto hasta recibir el visto bueno de Bolívar en 1817, cuando partió a

Dublín. No obstante, pasarían dos años hasta que el ―general‖ comenzara a reclutar tropas para América.

Devereux aprovechó el entusiasmo romántico de la alta sociedad irlandesa, apostando a un motivo

discursivo donde se exaltaba la causa por la independencia de los patriotas sudamericanos, acercándola a la

propia situación irlandesa, el exotismo del territorio, el espíritu de la percepción de la lucha de ―David contra

Goliat‖ en el conflicto entre americanos y españoles. Al mismo tiempo, hacía pasear por las calles de Dublín a

oficiales de sus ―cuerpos‖ con los mejores uniformes de gala, recargados de galones y entorchados. Gracias a

esto, no pocos miembros de la clase alta buscaran con premura la compra de comisiones en las unidades listas

para partir, con lo que acrecentó en su riqueza en buena medida.

Originalmente, Devereux había planeado reclutar un regimiento de Rifles, otro de Infantería Ligera,

uno de Fusileros, un regimiento de Lanceros, uno de Húsares de la Guardia de Honor, otro de Ingenieros y

hasta una batería de cohetes. A pesar de la cantidad de cuerpos, estos formaron con pocos centenares de

hombres, en su mayoría oficiales y suboficiales. El primer impulso de aspirantes decayó rápidamente cuando

llegaron a Europa noticias de las reales condiciones de servicio.

Aquí entonces, reconstruimos el hipotético aspecto de dos oficiales de estas unidades, a partir del

trabajo de John Fletcher, como debieron lucir cuando se paseaban por Dublín en 1819, lejos aún de las duras

condiciones y carencias de la ―Costa Firme‖. A la izquierda, un teniente del 1.° Regimiento de Infantería

Ligera, cuerpo al mando del Cnl. William Middleton Power, que arribó a Venezuela en abril de 1820 con no

más de 150 plazas. Según las investigaciones de René Chartrand a partir del diario de un oficial del cuerpo, el

traje de la unidad, por lo menos en cuanto a los oficiales, era de casaquilla verde con divisa celeste y cabos

oro; el cierre cruzado era privativo de los oficiales, así como la faja de seda carmesí. El chacó es en gran

medida conjetural: lo hemos reconstruido con cucarda la venezolana dado que Devereux seguramente la

conocía y, además, añadiría un tinte más ―exótico‖ a la prenda. La corneta de bronce al frente es conjetural,

pero no desentonaría con el carácter de tropa ligera de la unidad. El rico sable con vaina de bronce es otro

―gusto‖ privado del mencionado oficial. A la derecha, un capitán de compañía del Regimiento de Fusileros; al

mando del Cnl. William Lyster, aparentemente no desembarcaron más que medio centenar de hombres en

Venezuela, en abril de 1820; luce casaca azul con cierre cruzado, divisa grana y forro amarillo en las barras; el

pantalón debiera ser azul, pero hemos apostado a otro de blanco, que el oficial buscaría para resaltar el

contraste en el conjunto del traje. El morrión es conjetural, pero acorde a usos y costumbres, con el detalle de

la cucarda venezolana.

Las insignias de grado tanto en capitanes como en tenientes consistían en una charretera sobre el

hombro derecho, diferenciándose sólo por el grosor de los canelones, lógicamente más finos para los oficiales

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subalternos con respecto a los capitanes; como detalle hipotético, hemos agregado una corneta (de estilo

británica) en metal de contraste sobre la charretera, que acentuaría su pertenencia a una cuerpo ligero y, por lo

tanto, ―selecto‖.

Los escasos dos centenares de hombres que arribaron a América fueron fusionados con el Batallón de

Cazadores Británicos, en octubre de 1820.

Bibliografía

Fletcher, J.; Adventures of the British & Irish Legions in South America 1817-1824, Grenadiers Productions, EE.UU.,

2011.

Queremos agradecer en particular a John Flethcer, miembro honorario de la SHM, por autorizar la

utilización de los datos de su obra, así como el haber acercado documentación inédita, merced a las

investigaciones de René Chartrand en cuanto al objeto de este artículo.

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La armadura romana

LA ARMADURA ROMANA

Los romanos fueron al principio un pueblo de

pastores que tuvo que defenderse de los saqueadores de

ganado. Vestían piel de oveja y estaban armados con

horquillas y hachas. Eran prácticamente bárbaros pero

con una cualidad más: sabían aprender de los demás. A

diferencia de los bárbaros que odiaban cualquier

innovación, los romanos las observaban y, si eran útiles,

las aprovechaban.

Y tenían otra cualidad: mientras que los clanes

son celosos de su individualidad y no toleran la

infiltración, los romanos entendieron que cuanto más se

unían a otros, más capacidad tenían para sobrevivir.

De sus vecinos etruscos aprendieron a teñir las

telas de rojo y a confeccionar las insignias, armas y

armaduras. El primer ejército romano, en la época de

Rómulo, estaba de hecho formado por infantería que

había aprendido a luchar de los etruscos. Así que a pie,

con lanzas o jabalinas, espadas, dagas y hachas,

mientras que sólo los más ricos podían permitirse una

armadura completa, con casco y coraza.

Otros guerreros solo podían permitirse una

pequeña protección rectangular en el pecho, delante del

corazón, o una doble protección, delante y detrás. Esta

protección de bronce también podría ser redonda o

trébol.

Según Polibio, los caballeros no tenían

armadura, sino una simple trabea (una capa corta con

rayas moradas) y Dionisio de Halicarnaso lo confirma

también, para subir y bajar cómodamente, pero sin

protección en combate.

Las primeras armaduras, sin embargo, eran de lino y

cuero, tachonadas o no. En cualquier caso es

prácticamente imposible establecer una escala de

datación para las distintas armaduras romanas, porque

muchas veces convivían los diferentes tipos, quizás no

en las mismas zonas o para el mismo tipo de

combatientes.

Al menos hasta que la armadura, como de hecho las

armas, no fueron suministradas por el estado romano,

luego reguladas y producidas en masa, en resumen, se

convirtió en un "uniforme" que los distinguía. Un

romano comenzó a pelear en los gimnasios de

entrenamiento, es decir, en los campus, al aire libre, uno

de los más famosos fue el Campus Martius (ahora

Campomarzio en Roma). Prácticamente desde ese

momento el romano vivió con armadura puesta.

Todas las armas de los legionarios romanos,

sin embargo, han sufrido una evolución continua a lo

largo de los años de la historia de la antigua Roma,

siempre en nombre de elegir lo mejor.

MONARQUÍA

Linotórax griego

Una de las primeras armaduras fue la de lino,

llamada linotórax, utilizada en la antigua Grecia y

mencionada por Homero para sus guerreros. Plutarco

informa que el linotórax también fue utilizado por

Alejandro Magno y encontramos otras citas de esta

armadura en Herodoto, Tito Livio y Estrabón.

Dadas las fuentes históricas, a pesar de las

reconstrucciones de armaduras metálicas de las

películas sobre Alejandro, se cree que, con una

armadura de bronce, el líder no habría sobrevivido a las

muchas batallas en las que participó en el frente. En

resumen, el linotórax dominó la era arcaica y más allá,

especialmente entre los romanos.

De hecho, parece que el linotórax reemplazó a

la coraza de bronce que solían usar los hoplitas griegos

entre finales del siglo VII y principios del siglo VI a.C.

Armamentos y equipos

El siguiente artículo es una traducción libre de la Profesora María Rosa Brunelli acerca de la obra de

Giuseppe Cascarino “L'esercito romano. Armamento e organizzazione”, trabajo editado en tres

volúmenes que abaracan toda la historia de Roma, desde sus orígenes hasta la caída del Imperio de

Occidente. Se presenta aquí una breve reseña, que esperamos sea del interés de los lectores.

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De hecho, se atestigua que no solo Alejandro el Grande

(356-323 a.C.) sino todos sus ejércitos lo usaron; por

otro lado, los experimentos modernos han demostrado

que varias capas de lino superpuesto ofrecen mayor

resistencia a la penetración de flechas que una armadura

de placas de bronce.

En el mosaico del Museo Arqueológico Nacional de

Nápoles, Alejandro Magno parece llevar un linotórax: y

se pueden ver claramente varios pteruges (bandas de

lino) esparcidos por toda la armadura. Además, en su

"Vida de Alejandro", el historiador griego Plutarco

afirma que el líder llevaba "una coraza de lino doblado".

Muchos piensan que el linotórax se componía

de 12 a 20 capas de lino, para otros estaba hecho de

cuero, para otros, las diferentes capas de tela se

mantenían juntas con pegamentos o resinas de animales,

pero es más probable que las distintas capas fueran

cosidas. junto con técnicas similares a las de la malla

revestida medieval; las colas animales de la época eran,

de hecho, solubles en agua, lo que habría impedido su

uso en caso de precipitación.

El Proyecto Linotórax

En enero de 2009, Gregory S. Aldrete de la

Universidad de Wisconsin - Green Bay y Scott Bartell

presentaron un documento sobre las cualidades

protectoras del linotórax en la Convención de la

Asociación Filológica Americana/Instituto

Arqueológico de América en Filadelfia. Los dos habían

estado investigando el linotórax desde 2005 y habían

construido varias réplicas utilizando varios métodos. El

documento afirmaba que un linotórax de 1 cm de

grosor, generalmente compuesto de 11 a 18 capas (que

generalmente dependía del grosor del hilo), permitiría al

usuario sobrevivir a una andanada de flechas.

La investigación se llevó a cabo reuniendo

decenas de petos de lino, decorados de diversas formas

con materiales de época y luego sometidos a disparos de

flechas y armas blancas. La prueba se realizó en las

peores condiciones posibles (para el linotórax), ya que

el arquero lo acertó perpendicularmente y casi a

quemarropa: dado que estas condiciones rara vez se dan

en combate, el resultado de esta prueba es aún más

notable.

En uso, el linotórax está frío y rígido cuando se

coloca por primera vez, pero se calienta gracias al calor

corporal y se adapta a la forma y los movimientos del

usuario. Esta ventaja, en climas más cálidos, no existiría

con una armadura de bronce, sino que habría impedido

sus movimientos a largo plazo.

El 9 de noviembre de 2011, el Dr. Aldrete

asistió a un episodio del programa "¿Verdadero o

falso?" en Discovery Channel. Ilustró la resistencia del

linotórax haciendo que uno de sus alumnos, Scott

Bartell, se lo pusiera y luego le disparara una flecha,

que ni siquiera sintió, pues solo penetró 1 o 2 mm.

Linotórax romano

Los romanos copiaron las primeras armas de

ataque y defensa de los etruscos y griegos, y de los

griegos ciertamente copiaron el Linotórax, con bandas

de lino cocidas y superpuestas, ciertamente no solo

cosidas sino luego pegadas, tal vez con cola de linaza,

mezclado con grasas, que no deben disolverse en agua.

"Descubrimos que un linotórax de doce mm de espesor

protegería a la persona de cualquier flecha que

encontraran entre el 600 a. C. y el 200 a.C.", dijo el

citado Dr. Aldrete. Solo en el siglo II a.C. la metalurgia

resultó ser mejor, porque las puntas de flecha más

fuertes y afiladas hicieron obsoleto el linotórax.

Loriga de cuero

La lorica de cuero se utilizó al inicio de la

organización militar, para defender el pecho y la

espalda, primero usada solo por los líderes y luego

también por los soldados de las clases bajas. Podría

haber sido anatómico o segmentado.

Loriga segmentada de cuero

Esta lorica de cuero se reforzó a menudo con

placas de metal y nunca se abandonó por completo,

incluso después de las loricas de metal. De hecho, tenía

la ventaja de ser más ligero y permitir una mayor

libertad de movimiento.

Algunos comandantes, en determinados

momentos, según las necesidades y tácticas del

momento, llevaban loricas de cuero.

Esta armadura estaba hecha de tiras de cuero

grasiento que se enganchaban en el frente con cordones

de cuero más anchos que protegen mejor los hombros.

Generalmente era una sola cuerda que se pasaba a

través de todos los medios anillos de latón, de arriba a

abajo, para atar los dos extremos al último anillo en la

parte inferior.

Las tiras más anchas y con más formas se

colocaron en los hombros, unidas entre sí y a las tiras

del pecho mediante tachuelas metálicas. En cuanto a los

tamaños, para aumentar la lorica bastaba con que el

largo añadiera más tiras de cuero, mientras que para el

ancho bastaba con soltar el cordón de cuero. Se supone

que hicieron un par de tamaños.

Estas loricas fueron muy populares porque con

ellas no había problemas de sostenibilidad, por lo que

podías llevarlas mucho tiempo y por tanto luchar

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durante mucho tiempo, lo cual es imposible si tuvieras

que soportar el peso de una armadura metálica.

Cubría pecho, vientre, caderas y espalda hasta

la cintura, y era utilizado tanto por grados altos como

bajos, solo para los primeros estaba finamente grabado

y trabajado.

Loriga de cuero musculada

En ocasiones la lorica de cuero se modelaba

cociéndola sobre matrices metálicas, reproduciendo una

loriga musculada, atada con hebillas laterales que unían

la parte delantera y trasera, mientras que en los hombros

se fijaban con hebillas graduadas.

Se podría adaptar a los distintos tamaños a

través de las distintas hebillas, asumiendo sin embargo

que hicieran al menos dos tamaños. Así como se les

puede dar forma, se pueden grabar y unir inserciones de

metal, bronce, plata u oro. Alternativamente, podrían

adjuntarse medallas o varios símbolos.

Loriga musculada de metal en la época monárquica

La reorganización de la máquina de guerra

romana, por parte del secto rey de Roma, en el 570 a.C.,

se mantuvo vigente durante al menos un par de siglos.

Básicamente reelaboró la falange hoplita griega con

algunas modificaciones.

De hecho, con esta reforma la primera clase

(de cinco) lucía por obligación y por derecho un peto de

bronce o hierro, del tipo lorica musculata (o armadura

anatómica). Se trataba de una armadura de aleación de

metal que reproducía los músculos del pecho y el tórax,

con protecciones adicionales en las piernas y

antebrazos, que constaba de bandas de cuero llamadas

pteruges.

Estos fueron usados por comandantes y

oficiales que no usaban escudos. Los pteruges, o

pteruges o pteryges, eran flecos que a veces formaban

una especie de falda escocesa decorativa utilizada por

los antiguos soldados griegos y romanos debajo de la

armadura. Por lo tanto, estaban destinados a la defensa

blindada de la ingle y la parte superior de las piernas.

Esta coraza de bronce ha sido muy debatida,

porque el bronce no es muy dúctil, por lo tanto más

grueso que el hierro, pero menos resistente, y también

mucho más pesado.

Por lo tanto, nos preguntamos si los pocos

artefactos disponibles se usaron en la guerra o solo para

desfiles. O lo usaban los rangos superiores siempre y

cuando no tuvieran que luchar, porque el peso se

sentiría después de un tiempo hasta que se volviera

insoportable.

Pero incluso los líderes podrían necesitar

escapar y tal vez montar durante mucho tiempo,

agregando así peso a sus hombros y al caballo, una

diferencia que podría marcar el límite entre la vida y la

muerte.

Loriga musculada en la era imperial

En primer lugar hay que distinguir entre una

lorica musculata de bronce y una de hierro, porque esta

última era ciertamente mucho más ligera que la de

bronce, ya que el hierro es mucho más dúctil y por tanto

trabajable en una hoja mucho más fina. También hay

que tener en cuenta que el hierro es menos frágil que el

bronce, por lo que es más difícil de perforar (por

supuesto con el mismo grosor, aunque sea más fácil de

doblar). Como nos preguntábamos si la lorica de

Augusto estaba hecha de bronce o de cuero, uno se

pregunta por qué no podría estar hecha de hierro. La

ductilidad o maleabilidad de los metales, desde los más

dúctiles hasta los menos dúctiles, es: oro, plata, platino,

hierro, níquel, cobre, aluminio, zinc, estaño y plomo. Es

evidente que el hierro es el más maleable y resistente de

los metales que se pueden utilizar para armaduras, tanto

que para endurecerlo se alea con metales menos

dúctiles.

El proceso de obtención del pan de oro, en

época romana, consistía en superponer capas de oro

sobre capas de pergamino que se batían con un mazo,

adaptándolas manualmente a las superficies a recubrir.

Obviamente, en ese momento el grosor de las láminas

de oro era mucho más consistente de lo que se podía

hacer hoy. Por lo tanto, era una técnica cara, pero se

usaba ampliamente para estatuas de bronce de

divinidades o para cascos y armaduras de desfile.

Entonces, nada impide que la armadura de Augusto esté

hecha de acero dorado y tantas otras armaduras

ceremoniales.

Lo que sugeriría que, si la capa es bastante

fina, también podrían usarse durante mucho tiempo. Por

lo general, estaban hechos de dos placas (frontal y

posterior), que se prensaban sobre una matriz de

terracota para el busto. Los pteruges y los manicae se

unieron a esto y permanecieron móviles. Luego se

retocó todo desde el exterior con un cincel a buril.

Luego siguió un paso de cola a base de aceites,

generalmente de lino, y cuando todo estuvo

perfectamente seco, se aplicó pan de oro. En ocasiones

continuaron con aplicaciones en bronce dorado,

tachuelas u otras decoraciones.

La armadura musculosa, en cuero, hierro o

bronce, siempre estuvo en uso entre los oficiales

superiores. Además de estos, las corazas se asociaban a

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menudo con tiras de tela o cuero (pteryges: alas en

griego) que cubrían la parte superior de los brazos. Pero

los pteruges (o pteryges) también se podían aplicar a las

loricas de cuero, por supuesto también eran flecos de

cuero pesado como se ve en la figura de arriba, para que

pudieran reparar sin entorpecer los movimientos. A

veces, estos estaban grabados o adornados con estatuas

de bronce fundido que representaban cabezas de

animales u otros.

El pectoral cuadrado

Los petos romanos no eran diferentes a los

etruscos, y tenían forma redonda, cuadrada, rectangular

y trilobulada. El más simple parece ser el redondo,

ligeramente redondeado y con el borde doblado. El

cuadrado era a veces musculado, es decir, representaba

una determinada musculatura como la de arriba. Los

petos eran generalmente de bronce, es decir, una

aleación de cobre y zinc que, cuidadosamente pulida,

imitaba el color y el brillo del oro. El movimiento de la

musculatura o el de la comba hacía que el arma

enemiga se deslizara con mayor facilidad, dificultando

su penetración.

El pectoral trilobulado

Muchos guerreros llevaban placas pectorales y

dorsales de metal de construcción muy simple,

cuadradas o redondas, o con tres rondas unidas

(trilobulado). El pectoral de bronce trilobulado, sencillo

o decorado con emblemas o símbolos, medía unos 15 x

22 cm.

Generalmente el trilobulado era doble, porque

cubría el pecho y la espalda, a veces sostenido, además

de los cordones de cuero, por bandas laterales de metal.

El pectoral trilobulado era característico de algunas

poblaciones itálicas y griegas. Tenía la ventaja de ser

ligero y libre de movimiento. Más o menos cubría la

parte superior del pecho y el vientre, pero dejaba

vulnerables las ingles y los hombros. Tenía un peso y

un precio mucho más bajos que la lorica para la que era

utilizada por los menos acomodados o de los rangos

más bajos, teniendo en cuenta que en ocasiones los

auxiliares estaban completamente sin armadura.

También se llevaban uno o dos grebas (ocreae)

en las piernas expuestas al combate. Estos pueden ser

cuero, hierro o bronce, o cuero tachonado. Podían llegar

por encima o por debajo de la rodilla y, a su vez, estar

adornados con inserciones de bronce. Las grebas

protegen parte de la pierna, desde el maléolo hasta la

rodilla (en la antigüedad también cubría esta última) y

se utilizaba para proteger la parte que quedaba fuera del

escudo.

Las primeras grebas, estaban hechas de cuero,

y generalmente solo se usaba una, la derecha, que

generalmente era la pierna delantera, rara vez la

izquierda. Homero, sin embargo, narra que sus héroes

usaban dos. Hay una razón para esto. En la Grecia

clásica, las grebas se ajustaban alrededor de la

pantorrilla y se imprimían apretados, pero aún con

cierta elasticidad. Para evitar el roce, su uso se combinó

con el uso de vendajes especiales. Sin embargo, los

protectores de brazos son muy raros.

LA REPÚBLICA ROMANA

Tras la reforma manipular y la división

censitaria tripartita del ejército en Hastati, Príncipes y

Triarii, el armamento se modeló de acuerdo con esta

jerarquía: los hastati estaban equipados con armaduras

ligeras (a menudo hechas de cuero o compuestas de

yesos metálicos en el pecho). , los príncipes tenían una

armadura más pesada (generalmente una cota de malla

larga hasta la pelvis) y los triarii tenían una armadura

pesada. Tras la reforma mariana, las divisiones entre

hastati, principes y triarii se volvieron solo nominales y

pronto desaparecieron y todos los legionarios vestían el

mismo equipo, que les proporcionaba el estado junto

con el salario.

Llevaban una malla de hierro, por lo que

desaparecieron las divisiones internas velites, hastati,

principes y triarii.

«Lorica, quod e loris de corio crude pectoralia

faciebant; postea subcidit gallica y ferro sub id

vocabulum, ex anulis ferrea tunica."

(Varro - De Lingua Latina)

Entonces la lorica hamata era de origen celta,

o al menos eso pensaba Varro, pero no era el único que

la apoyaba.

Lorica hamata

La lorica hamata, como se llamaba, estaba

compuesta por anillos metálicos, de 6 a 8 mm.

enganchados juntos, para un peso máximo de 15 kg. En

la época imperial se le añadió un refuerzo de hombro

(humeralis), que se cerraba en el pecho mediante dos

ganchos generalmente con imágenes de cabezas de

animales u otros. Esta protegía más pero también

pesaba más.

Por lo tanto, los romanos solían llevar uno o

dos grandes cinturones de cuero tachonados, llamados

balteus, que permitían descargar parte del peso de la

armadura en las caderas al sostener la columna, un poco

como los cinturones que usan hoy las gimnastas de

levantamiento de pesas. .

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La longitud de la lorica hamata, en el paso de

la era republicana a la imperial, se redujo, utilizando

pterigion de cuero para proteger las piernas y la parte

inferior del abdomen. Esto permitió reducir el peso

permitiendo movimientos más suaves en la pelea.

Los eslabones de la malla se pueden tejer

mediante el uso de remaches (aplanados o anchos), es

decir, uniones entre diferentes láminas o entrelazados

(sin remaches). En el primer caso el proceso de

producción fue más lento, por tanto más caro, pero duró

más, en el segundo caso el producto fue menos

resistente, pero los tiempos de producción se acortaron.

Bajo Cayo Mario (157-86 a.C.) llevaban un

tipo especial de lorica hamata, precisamente más corto,

una malla de anillos de hierro que pesaban 10-15 kg,

equipados con humeralis, una túnica con hombros

protegidos ya que estaban forrados como en el linotórax

griego o un doblete de toracomachus, generalmente con

hombros cubiertos de piel, que actuaba como protección

adicional, para llevarlo debajo de la sobrepelliz.

Además llevaban tiras de cuero, los pteruges, que

cubrían antebrazos y muslos, en ocasiones se usaba una

coraza metálica atada al torso con bandas de cuero,

hombros forrados y pteruges.

Polibio cree que solo los milites de primera

clase usaban este tipo de cota de malla, mientras que el

resto usaba el pectoral, una pequeña placa cuadrada

para proteger el corazón, así como una grebas.

Mario había logrado hacer de la figura del

legionario una figura profesional y al mismo tiempo

uniforme, ya que cada legionario estaba equipado a

costa de la República Romana con todo lo necesario

para proveerse de su propia autonomía durante las

largas marchas.

Armadura segmentada

Al final del principado de Tiberio, la lorica

hamata del legionario fue reemplazada por la lorica

segmentada, también en metal, bien representada en la

columna de Trajano. Estaba compuesto por una serie de

planchas de acero unidas, en su interior, por tiras de

cuero para formar segmentos, de ahí el nombre

segmentada.

Sin embargo, la lorica hamata se utilizó

continuamente en todo el Imperio Romano, incluso

cuando los legionarios estaban equipados con la lorica

segmentada, también utilizada por los auxiliares y la

caballería, y también por los legionarios durante el

Imperio tardío y en Bizancio. Esta armadura, la

segmentada, era más pesada que la hamata, con la

misma capacidad de movimiento, pero, al ser más

pesada, hacía menos resistente al legionario, sobre todo

a distancia.

Los cierres se realizaron con cordones de cuero

conectados a perfiles metálicos aplicados sobre las

placas de la armadura, mediante cintas y con pequeños

tacos de refuerzo.

La lorica hamata, sin embargo, siguió siendo la

más utilizada, llevada en un jubón de lana, junto con la

segmentada. Esto como nadie identifica al legionario

romano, que está en todas partes, desde libros hasta

películas, representado con este tipo de armadura.

Acerca del armamento utilizado por el ejército

romano durante la Primera Guerra Judía (66-74 d.C.):

“Todos partieron en silencio y en orden, cada

uno permaneciendo en su lugar como si estuvieran en

batalla. Los infantes llevan armadura (lorica

segmentata) y cascos (cassis o galea), una espada

colgando a cada lado, donde la de la izquierda es más

larga (gladius) que la de la derecha (pugio), la última

no más larga que una palma. .

Los soldados "elegidos", que escoltan al

comandante, llevan una lanza (hasta) y un escudo

redondo (clipeus); el resto de los legionarios una

jabalina (pilum) y un escudo oblongo (scutum), así

como una serie de herramientas como, una sierra, una

canasta, un hacha (dolabra), un hacha, un cinturón, un

cuchillo, una cadena y comida por tres días; Tanto es

así que los infantes van cargados como bestias de carga

(las mulas de Mario).

Los caballeros portan una espada grande en el

lado derecho (spatha), sostienen una lanza larga

(lancea), luego se coloca un escudo oblicuamente en el

costado del caballo, en un carcaj también se colocan

tres o más dardos con una punta ancha y grande no

menos de el de las lanzas; el casco y la armadura son

similares a los de la infantería. El armamento de los

caballeros elegidos, los que escoltan al comandante, no

se diferencia en nada del de las alas de caballería.

Finalmente, por sorteo, se decide cuál de las legiones

debe iniciar la columna de marcha. "

(Josefo Flavio, Guerra judía, III, 5.5.93-97.)

La lorica segmentada es uno de los raros

ejemplos de armadura laminar, equipamiento típico de

las poblaciones orientales, utilizado por las fuerzas

armadas europeas y sobre todo romanas. Este tipo de

armadura "regresó" a Europa en la época posterior al

Renacimiento.

Consistía en largas tiras de acero que cubrían el

pecho en la parte delantera y las caderas. En la parte

posterior del segmento están los cordones con cordones

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de cuero conectados a secciones metálicas aplicadas en

las placas de la armadura, correas, pequeños tacos de

refuerzo.

Las tiras de acero no fueron difíciles de obtener

porque el laminado pedido en el banco de metal podría

solicitarse del ancho deseado, por supuesto, cuanto más

estrecha sea la tira, más aumentará el costo, pero

ligeramente.

Por lo tanto, la aleación de hierro se fundió, se

redujo a una hoja pasándola por máquinas de estirado

(rodillos) y finalmente se llevó al ancho deseado,

después de lo cual se cortó a la longitud requerida.

Por supuesto, el peso de la armadura variaba

según la calidad de la aleación pero sobre todo por su

grosor. El "Museo del Ejército Romano de

Vindolanda", custodio de las piezas encontradas en

Corbrigde, afirma que los fuertes romanos donde se

encontraron se habrían utilizado para guarniciones de

caballería.

De hecho, algunas pruebas "experimentales"

muestran que los trabajos de fortificación mostrados por

la Columna de Trajano son extremadamente agotadores

con este tipo de armaduras.

Por otro lado, si bien no existen referencias

literarias sobre el segmentado para la infantería pesada,

Ammiano Marcellino en Res Gestae XVI, X, 8

menciona el clibanarii del emperador Julián con bandas

de armadura de metal.

Las representaciones en piedra de corazas

segmentadas las muestran todas adheridas al cuerpo,

tanto que sugiere que ese tipo de protecciones podrían

ser orgánicas (cuero, lino, etc.). El artefacto conservado

en el Museo Británico y de Qasir Ibrahim en Egipto,

que consiste en una tira de cuero, ha sido considerado

por algunos como parte de una coraza segmentada.

Se cree que el modelo de Corbridge, que se

encuentra al sur del Muro de Adriano

(aproximadamente 1-120 d.C.), es anterior al segundo

del mismo tipo (aproximadamente 50-250 d.C.), y

ambos están compuestos por una serie de láminas de

acero unidas entre sí.

Lorica squamata

La armadura fue nombrada así por las placas

de metal de las que estaba hecha. El nombre se debe al

hecho de que estas branquias, colocadas una al lado de

la otra, se asemejan a las escamas (escamas) de un pez.

La lorica squamata fue la variante utilizada por el

ejército romano de armadura de escamas.

Este último era un tipo primitivo de armadura

compuesta por copos o escamas metálicas de diferentes

formas y tamaños que se dispusieron en varias capas

superpuestas sobre un soporte de cuero o tela, al que se

enganchaban pero no completamente fijadas. Nació en

las regiones más orientales del continente euroasiático y

solo llegó a Europa en la época de Alejandro Magno.

La lorica squamata, hecha de laminillas

superpuestas pero completamente fijas, se había

copiado de armaduras orientales y comenzó a usarse a

partir del siglo I. d.C.., inicialmente solo por los

oficiales, en los siglos siguientes también se volvió

habitual para la tropa.

Parece que también las hubo de bronce, ya que

costaba menos que el llamado acero hierro, es decir,

aleado con carbono. El bronce era una aleación entre el

cobre y el estaño, a la que se podían agregar pequeñas

cantidades de otros metales.

El bronce puede reconocerse a simple vista

porque forma un verde cobrizo por oxidación que, sin

embargo, conserva la capa subyacente.

La oxidación del hierro, sin embargo, es

continua e incesante, sin embargo el hierro dulce, o el

acero como lo producían los romanos, tenía una mayor

resistencia, un menor peso y una menor capacidad de

oxidación, y en todo caso era tarea del legionario cuidar

el correcto mantenimiento de armaduras y armas. Era

una tarea que los romanos realizaban con sumo cuidado,

engrasando armaduras y armas y revisando hebillas,

cordones de cuero y varios tachuelas, porque el estado

del armamento podía marcar la diferencia entre la vida

y la muerte.

Estas armaduras fueron diseñadas para ser

flexibles, pero fuertes. Por el contrario, la Lorica

musculata metálica no era muy flexible aunque de gran

escena, por lo que fue muy utilizada por emperadores,

generales y durante los triunfos. En resumen, era sobre

todo una armadura ceremonial.

Las escalas de las distintas armaduras no eran

todas iguales, tanto porque eran realizadas por

diferentes artesanos, como las había públicas y

privadas.

Obviamente, los más ricos eligieron los

mejores por su calidad y apariencia escénica. Sin

embargo, los romanos siempre han dado gran

importancia a las innovaciones, por eso cada artesano

estudió cómo mejorar el producto, por ejemplo

remachando los bordes de cada escala haciéndola más

resistente. Las escamas se obtenían a partir de un

laminado, es decir, de una placa continua de una

aleación específica, que el artesano llevaba al taller y

luego cortaba la hoja. Para ello, se necesitaba una forma

y un mazo que cortaran de repente la hoja descansando

sobre una forma con los contornos en relieve. El cambio

natural de la matriz cambió las formas de las escalas.

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Lorica manicata

También se agregaron mangas de armadura

para reparar los brazos, usando bandas de metal (o

cuero) para proteger ambos brazos o una extremidad. Su

uso está atestiguado en el Trophaeum Traiani, donde un

soldado representado en la metopa del Trophaeum usa

una manga para el brazo expuesto al combate, típica de

la manga lorica y de los gladiadores crupellarii citados

por Tácito.

En el 21 d.C., en la Galia, durante la revuelta

de Giulio Floro y Giulio Sacroviro (líder de los eduos),

además de los guerreros galos normales y mal armados,

se emplearon guerreros gladiadores fuertemente

armados, los Crupellarii, como narra Tácito:

«Se unieron a los esclavos destinados a la profesión de

gladiador, que tenían, según la práctica de esos

pueblos, armadura completa: los llaman crupellarii, no

muy aptos para dar golpes, pero impenetrables a los de

los adversarios.

Un poco de resistencia opuso a los hombres

catafractos de hierro, ya que la armadura resistió los

golpes de lanza y espada; pero los soldados,

empuñando hachas y picos, como si quisieran atravesar

un muro, destrozaban armaduras y cuerpos; algunos

con palos y tenedores derribaron esas masas inertes

que, postradas en el suelo, incapaces de un mínimo

esfuerzo para levantarse, quedaron allí como muertas."

(Tácito, Annales)

La manga de lorica, llamada simplemente

manga, era un tipo de guardabrazos de hierro o bronce,

generalmente compuesto por catorce segmentos

metálicos curvados y superpuestos, de los cuales doce

son más estrechos y dos más anchos en los extremos. A

veces, la manga estaba hecha de lino o tela de cuero

envuelta alrededor del brazo y provista de un relleno.

Los auxiliares

Luego estaban los Auxiliares, tropas del

ejército romano reclutadas entre las subyugadas

poblaciones de peregrinos, o que aún no tenían la

ciudadanía romana.

A través de las impredecibles tácticas de

Anibal, el ejército romano había sufrido mucho daño.

Sus súbitas maniobras, especialmente de las alas de

caballería cartaginesa y númida, habían destruido

numerosos ejércitos romanos, incluso superiores en

número, como había ocurrido en la batalla de Canas

donde habían muerto 50.000 romanos.

Ahora los romanos estaban acostumbrados a

ser los que ganaban más ejércitos, y los generales

querían hacerlo para no provocar el desaliento en los

soldados, y quizás la desaprobación del pueblo romano

que en ese momento contaba mucho. Basta pensar que

la gente tenía el poder de nombrar generales ellos

mismos. Por tanto, una derrota del ejército como la de

Canas era inadmisible para Roma, por lo que requería

una gran renovación.

Así se pensó en el uso de contingentes de

caballería de reinos aliados, como sucedió con el

africano Escipión en la batalla de Zama en el 202 a.C.,

donde el ejército romano, junto con 4.000 jinetes

númidas aliados, consiguieron derrotar para siempre a

las fuerzas cartaginesas. A estos contingentes de

caballería se añadieron los arqueros orientales o

cretenses y los honderos de las Islas Baleares.

Julio César fue el primero en comprender

completamente la utilidad de los auxiliares, porque

contra las ágiles tribus de las montañas y la infantería

ligera, los legionarios eran demasiado lentos y torpes.

Pero fue la reforma militar de Cayo Mario la que dio

estabilidad y protagonismo a todas las fuerzas

extranjeras, que se convirtieron en auxiliares, o tropas

que subvencionaban a los ciudadanos legionarios.

Solicitando tropas de los países conquistados

de vez en cuando. El ejército romano aumentó las

diversas especializaciones de las tropas auxiliares. Los

auxiliares solían estar ligeramente armados y eran un

cuerpo de lanceros, diseñado para proteger los flancos

de los legionarios más fuertemente armados.

Generalmente usaban la lorica hamata, aparte

de los jinetes catafractos que usaban una especie de

escamata lorica que sin embargo los cubría por

completo, incluidos los caballos. Sin embargo, dado que

las unidades auxiliares procedían de provincias muy

diferentes, su armadura, vestimenta y armas a menudo

eran heterogéneas.

Al constituir tropas de terminación junto a la

infantería pesada legionaria, generalmente iban

ligeramente armadas, pero también podían tener

armamento similar a un legionario;

El signifer

El signifer merece una discusión aparte, por el

importante papel que cubrió, tanto para la tropa como

para el enemigo. De hecho, era un objetivo muy

codiciado, dado que al final de las batallas se contaban

las señales robadas a los ejércitos romanos.

Para los romanos evitar la pérdida de los

estandartes era una cuestión de honor y prestigio. César

solía elegir a los signifer entre los mejores hombres de

la tropa, por habilidad y valor, llamados precursores,

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precisamente porque se paraban frente al enemigo para

proteger la insignia (ante-signa).

Los precursores eran, por tanto, tropas ligeras

de élite que formaban la vanguardia de una legión,

entrenadas para luchar fuera de la formación de batalla

de infantería pesada. De hecho, precursores significa

"los que están antes del estandarte" (Signus, Signum).

Las tropas de precursores aparecieron con las

reformas militares de Cayo Mario, finales del siglo II

a.C. y principios del siglo I a.C. A pesar de tener una

tarea muy importante, tenían una armadura bastante

ligera, que consistía en una coraza de bronce en lugar de

la habitual lorica hamata. La coraza no aseguraba una

gran protección por lo que la salvación del signifer era

moverse con agilidad y velocidad, evitando los ataques

enemigos, pero luchando si la situación lo obligaba.

Polibio escribe que en el momento de la Segunda

Guerra Púnica había dos signifer para cada manípulo,

elegidos entre los más fuertes y valientes por el primer

centurión.

Los signifer eran a menudo exploradores, es

decir, aquellos que entraron en territorios enemigos,

dibujaron los mapas y obtuvieron información de ellos.

Eran inteligentes, rápidos, imprudentes y dotados de

una gran inventiva.

A menudo usaban la cabeza de una fiera como tocado

(un lobo, un oso, un león, una pantera, etc.) Esto los

hacía particularmente visibles, pero para los romanos

era un hecho de honor no dejar caer la insignia en

manos enemigas y muchos los soldados corrieron en

ayuda de los significantes para salvar las insignias de la

legión o de Roma.

Centuriones

El centurión (centurio) era uno de los grados

intermedios de la cadena de mando del ejército romano,

situado a la cabeza de una centuria. Polibio los describe

así en el momento de la Segunda Guerra Púnica:

"Los centuriones deben ser, no tanto hombres atrevidos

y desdeñosos del peligro, sino capaces de mandar,

tenaces y tranquilos, que, además, no se muevan para

atacar cuando la situación es incierta, ni se lanzan en

medio de la batalla, sino para al contrario, saben cómo

resistir incluso si son presionados y derrotados, y están

listos para morir en el campo de batalla. "

Cada centurión comandaba la unidad base de la

legión, la centuria (de 80 a 100 y hasta 160 hombres).

Se asociaban de dos en dos para formar los manípulos,

en cada uno de los cuales los dos centuriones fueron

llamados anteriores y posteriores.

El rango más alto entre los centuriones de una

legión era el del centurión del primer manípulo de la

primera cohorte, llamado primus pilus. Polibio narra

que, nuevamente para la Segunda Guerra Púnica, el

centurión que había sido elegido primero, para cada una

de las tres primeras clases, se unió al consejo militar:

“El centurión que había sido elegido primero, para

cada una de las tres primeras clases, se incorporó al

consejo militar. Los centuriones romanos siempre se

colocaron en primera línea, para demostrar su coraje e

ímpetu a sus soldados, para el éxito de la batalla, al

menos desde la época de las guerras púnicas. Los

centuriones, de hecho, se colocaron a la derecha de la

línea, una posición ciertamente muy arriesgada. No es

casualidad que, a menudo, al final de amargos

enfrentamientos, hubo muchos centuriones que cayeron

al final de la batalla.”

César cuenta un curioso episodio en De bello

Gallico, un concurso entre dos valientes centuriones:

«En esa legión había dos centuriones, hombres

de gran valor, acercándose ahora al más alto rango,

Tito Pullo y Lucio Voreno. Ambos competían

continuamente por quién sobresaldría sobre el otro, y

cada año competían a través de peleas profesionales.

Pullo, en un momento en que la lucha a lo largo de las

fortificaciones estaba resultando más dura, dijo:

"¿A qué esperas, Voreno? ¿Qué ascenso crees que

recibirás por tu valor? Este día decidirá nuestras

disputas".

Habiendo dicho esto, salió de la línea

fortificada y cargó contra el enemigo en esa parte de la

formación que parecía más densa. Entonces tampoco

Voreno se quedó al abrigo de las fortificaciones y

temiendo el juicio de sus soldados, lo siguió. A poca

distancia del enemigo, Pullo arrojó su pilum y atravesó

un galo, que se había separado de la línea principal y

corrió hacia adelante. Los enemigos, mientras

protegían a su compañero, que había sido asesinado a

tiros y caído al suelo con sus escudos, todos juntos

arrojaron sus jabalinas al centurión, impidiéndole

retroceder.

El escudo de Pullo había sido perforado y un

eje clavado en el balteus. Este golpe movió la vaina de

la espada y Pullo, mientras intentaba desenvainar la

espada con la mano derecha, fue impedido, tanto que

los enemigos lo rodearon. Corrió en su ayuda, el

oponente Voreno y lo ayudó en la dificultad. Todos los

enemigos se lanzaron rápidamente contra Voreno,

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dejando a Pullo solo, creyendo que había sido golpeado

por la jabalina.

Voreno luchó mano a mano con el gladio,

mató a uno e hizo retroceder a los demás. Mientras los

perseguía con impaciencia, cayó y resbaló por un

agujero. A su vez, fue Voreno quien estaba rodeado y

fue el turno de Pullo de ayudarlo. Entonces ambos

ilesos, habiendo matado a numerosos enemigos, se

retiraron a las fortificaciones con gran gloria. Así trató

la fortuna tanto en contienda como en combate, que,

aunque adversarios, se ayudaron y salvaron. Y no fue

posible elegir cuál era superior al otro en valor. "

(Julio César, De bello Gallico)

El centurión estaba equipado con el escudo

colocado en su casco colocado transversalmente, al

contrario de los soldados normales que lo tenían

longitudinal. Llevaba el gladio a la izquierda en lugar

de a la derecha como legionarios normales, esto podría

indicar que normalmente los centuriones no tenían

escudo. La armadura que podría ser, según la época:

lorica hamata, lorica segmentata o lorica musculata. La

armadura del centurión siempre fue importante, ya que

era muy probable que el enemigo lo golpeara, dado su

papel en la primera fila.

Anarquía militar

En el siglo III d.C. y durante unos 50 años se

sucedieron en Roma muchos emperadores, que eran

generales del ejército, y que de este fueron elegidos y

expulsados o asesinados. Los árbitros de los

nombramientos eran las legiones y la guardia

pretoriana, quienes decidían a quién ceder o quitar el

poder para obtener riquezas y privilegios.

El equipo del ejército se producía en las

fábricas estatales, ya que los artesanos privados, ahora

en declive debido a las dificultades económicas, no

podían producir sus propias armas.

Estos fueron proporcionados a los soldados por

el estado o por legionarios en retiro o por legionarios

muertos cuando pudieron ser encontrados. En este

período desaparece la lorica segmentata, la gran

innovación de los dos siglos anteriores, reemplazada

por loriche hamatae y escamatae, entonces también

cada vez más raras hasta el fin del imperio.

El siglo IV d.C.

Para el Imperio tardío, la armadura es

diferente. De hecho, a partir de finales del siglo IV, el

estado ya no entregó el equipo directamente al soldado,

sino que brindó indemnizaciones por su compra. Esta

asignación no permitía adquirir todo el equipo, por lo

que siempre se esperaba una afortunada batalla con las

armas de los vencidos.

Además, había un vestido diferente, entre

limitanei y comitensi. Los primeros, alojados en los

castillos fronterizos, obtenían suministros de las

fábricas y depósitos estatales de los fuertes, para los que

estaban equipados uniformemente.

Para el comitatense, en cambio, y para el

ejército regular en general, la situación era diferente.

Con la asignación en efectivo, todos compraban para sí,

según el azar o la posibilidad, sin preocuparse por la

uniformidad. Sobre todo porque, al final de una guerra,

sobre todo si salía victoriosa, los hombres regresaban a

su tierra con la armadura y la ropa de los derrotados, de

cualquier tipo.

Los legionarios romanos, una vez desaparecida

la lorica segmentata, utilizaron la lorica hamata y la

lorica squamata, hasta el abandono definitivo, según

algunos, de las armaduras bajo Graciano cuando ya no

se producían, aunque es probable que se siguieran

utilizando pero en menor medida.

El último soldado imperial romano vestía la

lorica hamata sobre una túnica de manga larga, sencilla

para los soldados y adornada para los oficiales. Por lo

tanto, se utilizó la lorica hamata o la squamata lorica,

más raramente la musculata, o un simple jubón

acolchado, a veces equipado con pteruges.

Bibliografía

G. Cascarino - L'esercito romano. Armamento e

organizzazione - Vol. I - Dalle origini alla fine della

repubblica - Rimini 2007

Giuseppe Cascarino - L'esercito romano. Armamento e

organizzazione, Vol. II - Da Augusto ai Severi - Rimini

- Il Cerchio - 2008 -

Giuseppe Cascarino, Carlo Sansilvestri - L'esercito

romano. Armamento e organizzazione - Dal III secolo

alla fine dell'Impero d'Occidente - Rimini - Il Cerchio -

2009 -

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Pág. ant.: legionario republicano (por D. Argañaráz), hastatus, principios del s. III a.C. Los hastati eran los hombres de primera línea en la formación de la legión para la batalla, seguidos por los principes y, como reserva, los triarii. En sus inicios, los romanos combatieron como las falanges helénicas, pero tras las “reformas servianas” Roma adoptó el sistema manipular, donde la legión era subdividida en líneas de batalla, consistente a su vez de otras unidades tácticas menores, los manípulos; esto dio mucha mayor maniobrabilidad a la formación que la anterior (y contemporánea) falange hoplita, dado que cada unidad estaba separada de la contigua por un espacio específico, y ya no abroquelada como la formación griega. Los legionarios, en este momento aún resabios de los antiguos ciudadanos-soldados del s. VII a.C., sobresalían en el combate cuerpo a cuerpo, y la nueva formación dio énfasis a este tipo de acción, antes que el uso de las lanzas. La doctrina táctica impuso una pantalla de legionarios con armamento ligero, los velites, encargados de acosar la formación contraria; tras ellos, la primera línea de manípulos: los hastati. Se trataba de los hombres más jóvenes con mayor capacidad de resistencia física; enfrentándose a los enemigos, contaban a sus espaldas las reservas de hombres más experimentados, los mencionados principes y triarii. Aquí representamos a uno de estos hastatus, un campesino de algunos recursos económicos, los suficientes para costearse la panoplia. Primeramente lleva una túnica común de lana, color natural, aunque podía ser blanca o marrón, gris, verde, naranja o roja, en sus variados tintes. Esta prenda se confeccionaba con dos piezas rectangulares, cosidas a los costados por debajo de los brazos; la parte correspondiente a los hombros no se cosía, cerrándose la tela a los costados del cuello con prendedores, generalmente de bronce. La túnica no contaba con mangas entonces, aunque su amplitud aparentara contar con ellas; se llevaba larga hasta por arriba de las rodillas, pero los militares se la enrollaban por arriba del cinturón para que quedara a la altura de los muslos. Se protege con un casco tipo Montefortino adornado de plumas que, según Polibio, podían ser rojas o negras; para su torso sólo ha logrado hacerse con una pectoral cuadrado de bronce, ajustado con correas de cuero, que se unen a otra pieza similar a la espalda. Un simple cinturón de cuero sostiene una espada de estilo (o incluso origen) ibérico, para dar estocadas y tajos, que sería el antecesor de la famosa gladius hispaniensis; su scutum es de planchas de madera pegadas, con rebordes de refuerzo de hierro en la parte superior e inferior, así como el umbo que protege el asa del escudo. Éste va forrado de fieltro de lana ovina, teñido aquí de rojo. El resto del armamento, no ilustrado aquí, hubiera consistido de dos jabalinas o pila, una ligera y otra pesada, para arrojar antes de iniciar el combate cercano. Por último, una greba de bronce para proteger la pierna izquierda, adelantada junto con el escudo, pero desprotegida por este. Cerrando, este militum ha logrado contar con cáligas de cuero, aunque no hubiera sido poco común que fuera descalzo. Bibliografía Connolly, P.; Greece and Roman at War, Pen and Sword Books, Londres, 2016. Fields, N.; Roman republican legionary 298-105 BC, Osprey, Warrior 162, Oxford, 2012.

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“Montonero” entrerriano 1815-1820

Diego Nuñez-L.D.A.

Juegos de Guerra y modelismo

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Las milicias fueron fundamentales en el período de las autonomías provinciales, en tanto fuerza

militar en el entramado de la construcción del Estado; en el caso de Entre Ríos, su papel fue sumamente

importante para la acciones defensivas y ofensivas en el conflicto por la autonomía contra Buenos Aires, así

como, luego, por la hegemonía en el litoral frente a la figura de Artigas.

Presentamos aquí, entonces, de la amplia colección de Diego Nuñez, miembro de la SHM, una figura

de Jorge F. Manes Marzano, eximio escultor y pintor de figuras militares: un ―montonero‖ o, más

apropiadamente, un miliciano entrerriano; el primer término peyorativo y utilizado fundamentalmente por las

elites y el gobierno porteño, al referirse a los ―montones‖ de gauchos indisciplinados que se levantaron contra

la ciudad portuaria. No obstante, a pesar de esa categorización, las milicias provinciales del Interior no

variaban en su organización en demasía frente a las de Buenos Aires, por la sencilla razón de que se siguieron,

como era natural, por un buen tiempo las ordenanzas españolas en la materia.

Por lo general, las milicias se constituían en base a un núcleo o cuadro de veteranos, o sea militares de

servicio permanente, compuesto por suboficiales, músicos (tambores o trompas) y algunos soldados. En el

caso de Entre Ríos, la masa de la tropa la conformaron campesinos que recibían un prest en caso de servicio

activo. Esto, lógicamente, dependía de las capacidades de las arcas provinciales, por lo que no era raro un alto

número de deserciones, en su mayor parte por motivos económicos en cuanto al sostenimiento de las familias

de los labriegos o como protesta al enrolamiento. Una manera para tratar de frenar esta conducta era a través

de los fueros militares: los crímenes cometidos por un miliciano en servicio eran juzgados sólo por la

autoridad militar, que, dependiendo las circunstancias, podían actuar con cierta laxitud, para garantizar la

lealtad o reforzar el clientelismo de un sujeto ante determinado comandante.

La mayoría de estas milicias eran cuerpos de caballería, con la común denominación de dragones,

dado que podían combatir a pie de ser necesario, aunque primaba el uso del montado para las tácticas de

guerra de partidas en la que se destacaron. Existieron unidades mínimas de infantería, muchas veces formadas

por libertos. Las milicias se estructuraban por escuadrones, que se constituían en determinado distrito o

región, llevando la denominación de su lugar de origen.

El sujeto aquí reconstruido, por sus prendas y equipamiento, bien podría ser uno de esos soldados

regulares que reforzaban a las milicias: lleva un ―sombrero redondo‖ o galera, con penacho blanco y una

chaqueta de paño azul con divisa y forro grana; el resto de la vestimenta son prendas civiles criollas: faja,

chiripá, calzoncillos. Sobre la galera lleva, para acentuar su pertenencia política, una cinta blanca con una

leyenda alusiva al sistema federal. Va armado sólo de fusil, lo que no deja de ser común por la escases de

sables o espadas para caballería desde los inicios de las guerras por la independencia; para suplir ese faltante,

carga a la cintura (no visible, pero presente en la figura) un facón o cuchillo de proporciones.

Hombres como este combatieron bajo el ala del ―Supremo Entrerriano‖, Francisco Ramírez, en el

período de los primeros conflictos civiles en la década de 1810.

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Pensando sobre el Juego de Guerra Napoleónico

Carlos A. Piñero

Exigencias contradictorias

Dado que el juego de guerra ha dejado de ser Kriegspiel para ser Wargame, es decir ha perdido su

carácter de entrenamiento militar para ser un pasatiempo no cabe iniciar la búsqueda del ―mejor reglamento‖;

cada uno hará su elección, pero esto no nos impide pensar un poco. En los últimos diez años han aparecido

una serie de reglamentos napoleónicos que han puesto su acento sobre todo en los aspectos lúdicos y

competitivos, sacrificando el modelado histórico. Esta es una vieja controversia que solo se resuelve según el

gusto y parecer de cada aficionado.

Para algunos, ciertos sacrificios como no poder representar todas las formaciones resulta inaceptable,

otros simplemente reducen los desplazamientos de la caballería con respecto a los de la infantería sin tomar en

cuenta las posibilidades históricas de ambas armas y atendiendo únicamente a la comodidad del juego.

Muchos aficionados quieren que los juegos representen los aspectos tácticos y que no duren

demasiado, cuando mucho cinco horas, pero también quieren tener lugar para la maniobra y, al mismo tiempo,

llegar rápidamente a una definición en una mesa no demasiado grande, pero no tan chica.

La mayoría de estas exigencias son contradictorias entre si cuando se pretende representarlas más o

menos históricamente, por lo tanto intentar satisfacerlas conduce a vulnerar el modelado histórico, llevando al

juego de guerra en dirección a un juego de tablero.

Juegos de Guerra y modelismo

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Criterios básicos

Dicho esto quisiera compartir con la afición algunas reflexiones sobre ciertos criterios que, según mi

entender, deberían regir un reglamento. Es insoslayable la dependencia entre:

Escala de terreno y representación del frente de las unidades.

Proporción entre figura/soldado -modelo/cañón, su poder de fuego y su vulnerabilidad

Tiempo de duración de un período y las posibilidades de maniobra.

Para informarnos en profundidad sobre muchos de estos aspectos podemos consultar en Imperial

Bayonets del indispensable George Nafziger, Weapons & Equipment of the Napoleonic Wars del clásico

Phillip Haythornwaite, Atlas of Military Strategy del legendario David Chandler y la magnífica página Web

―Napoleon his armies and his enemies‖ http://napoleonistyka.atspace.com/.

Algunos parámetros son ineludibles en cuanto a lo que no se puede realizar en un juego de guerra del

período en cuestión: el frente de una unidad no puede ocupar ni más ni menos terreno que el correspondiente

al frente de la formación, la profundidad es irrepresentable. No se puede violentar el nivel de modelado. Un

modelo de cañón que representa 3 piezas, va perdiendo su capacidad de fuego al perder piezas; no desaparece

el modelo inmediatamente, ni tampoco se modela si ha sido averiada una rueda o si se recibió un impacto en

el tubo del modelo. No se pueden ejecutar maniobras que demanden más tiempo que el establecido para un

período.

¿Qué debe tener en cuenta un reglamento histórico?

1- Posibilidades de las tropas según calidad, tipo y nacionalidad

• Formaciones

• Maniobras

• Veteranía

2-Limitaciones: si una unidad cambia de formación el desplazamiento en el mismo período quedará

significativamente reducido. Del mismo modo se la unidad hace fuego no tendrá la misma eficacia ni

ejecutará tantas descargas como si se mantuviera a pie firme.

3- Restricciones de tiempo: solo se pueden ejecutar maniobras y acciones en el tiempo establecido.

4-Estado físico de las tropas: Disminuye cuando marchan o maniobran y más rápidamente si combaten,

teniendo en cuenta también el tipo de tropa.

5-Moral de las tropas: La moral disminuye con las derrotas y crece con las victorias. Una unidad moralmente

quebrada no puede combatir.

6-Armamento

Tipo de armas

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Alcance

Cadencia

Limitaciones

7- Procedimientos para la resolución de fuegos y combates

Situación en el terreno de las unidades intervinientes

Cálculo de las bajas

Cálculo del estado de las unidades intervinientes

8- Proporciones y escalas

Es necesario establecer una proporción entre las figuras y la cantidad de soldados representada por

cada una de ellas, esa proporción y el lugar que ocupa cada hombre en el terreno combinado con la

profundidad de la formación determinará la escala para el terreno

Se acostumbra a considerar que un hombre ocupa 75 cm, lo cual es un poco exagerado ya que un

cálculo generoso, según los datos consultados, daría 71 cm por hombre.

El reglamento de la SHM

El reglamento que se utiliza en SHM es propio, se apoya en un programa para PC desarrollado en

Clipper y sigue la clásica secuencia de períodos que nos enseñaron los maestros, Peter Gilder, Bruce Quarry,

Charles Grant, Donald Featherstone y otros. Cada período se compone de las siguientes fases:

1) Ordenes

2) Fuegos

3) Combates

3) Movimientos

4) Test de moral

5) Parte del estado de las unidades

Cada período de juego se resuelve en forma simultánea y modela las maniobras, desplazamientos y

fuegos que se pueden ejecutar en 2 minutos. Pero al finalizar el período se considera que han pasado 15

minutos por los retrasos inevitables que se producen en un combate.

Las órdenes y los comandantes

Las órdenes a las unidades las imparten los Comandantes, pero están limitados por su capacidad

profesional, que se modela mediante el radio de mando. Para que una unidad pueda recibir órdenes deberá

estar dentro del radio de mando de su comandante. También se modela la aptitud de conducción y carisma

que les permite a los Comandantes más aptos reorganizar a las tropas derrotadas y subordinarlas nuevamente a

su mando.

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Órdenes para las unidades

Las órdenes para cambios de formación:

Infantería

Línea

Columna por compañías

Columna de ataque

Columna de marcha

Cuadro

Tiradores

Dispersos

Las órdenes de acción son las siguientes:

¿Qué representa cada soldadito en la mesa?

La proporción es 1 de figura cada 30 soldados, que puede representar:

• 15 soldados en dos filas, sobre una placa de 2cm de frente por figura

• 10 soldados en tres filas, sobre una placa de 1,5 cm de frente por figura

Lo anterior conduce a una escala de terreno de 1:500.

Infantería Caballería Artillería atelada Artillería desatelada

Esperar ordenes Esperar ordenes Esperar ordenes Esperar ordenes

Paso normal Trote Desplegar las piezas Reapuntar las piezas

Paso rápido Galope Desplazarse al trote Desplazar las piezas

Replegarse Replegarse Desplazarse al galope Atelar y esperar ordenes

¡A la carga! ¡A la carga! Replegarse Atelar y desplazarse

Caballería

Línea Columna por escuadrones Columna de marcha Orden abierto Dispersos Desmontados

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Una línea británica de un batallón de 600 hombres en dos filas ocupa un frente de 225 metros y queda

representado en 45 cm. Un batallón austriaco de 900 hombres en línea ocupa un frente igual al del británico,

ya que está en tres filas. Un batallón francés de 720 hombres ocupa 180 metros y, en la mesa de juego, 36 cm;

finalmente, un batallón ruso de 600 hombres, que también forma en tres filas, ocupa en el terreno 150 metros

y en la mesa 30 cm.

Representación de la caballería

Para la caballería se usa un frente de 2,5 cm, que representa a 30 jinetes en dos filas; según los

reglamentos de la época cada caballo ocupa en la formación 0,8 metros, lo cual significa que 15 caballos

requieren un espacio de 13 metros que, en la mesa son 2,6 cm, lo cual coincide bastante bien con nuestra

representación.

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Distancia de fuego

Depende

del

calibre de

las piezas

Representación de la artillería

Con respecto a la artillería, se encuentra que una batería de seis cañones ocupa un frente de 65 metros,

que significa 13 cm en la mesa. En los juegos de la SHM un modelo de cañón representa 3 piezas y se lo

despliega en una base de 6 cm, seis cañones tienen un frente de 12 cm por lo cual también hay coincidencia en

la representación. No obstante, en algunos casos el frente de una batería de seis cañones podría llegar a los

110 metros.

Fase de fuego de artillería

El sistema ofrece las unidades en capacidad de hacer

fuego y hace las preguntas pertinentes, sobre distancia,

blanco, situación del blanco y tipo de munición. La distancia

de fuego depende del calibre de la pieza. Cuando el fuego es

con bola, se tiene en cuenta la penetración y los rebotes.

Fase de fuegos de mosquetería

El sistema ofrece las unidades en capacidad de

hacer fuego y hace las preguntas pertinentes, sobre el

blanco, la distancia a este y su situación. De acuerdo con

el tipo de formación pregunta sobre porcentaje de la

unidad que hace fuego.

El combate

En este sistema de juegos, la fase de combate modela los fuegos cercanos, las cargas y la melees.

El atacante declara sus intenciones y señala la unidad enemiga atacada, esto hace que quede planteado el

combate y, si el atacado no tiene órdenes de evadir, se producirá el combate modelándolo en la Fase de

combate. El resultado del planteo se develará por el parte, que informará si el atacante ha triunfado o ha sido

rechazado, si el atacado se ha mantenido a pie firme, ha contracargado, ha evadido o se ha retirado derrotado,

etc. Los movimientos que correspondan se ejecutan en la Fase de movimientos.

Distancia de fuego

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Ataque de la infantería

Asalto de infantería inglesa, en este caso

sobre una posición virreinal durante la invasión al

Plata de 1806-1807. Se puede ver que la infantería

inglesa ha llegado a la distancia de combate

compulsivo (100 pasos). A esa distancia se plantea el

combate obligatoriamente.

Carga de caballería

La flecha señala el camino de carga de un

regimiento de Light Dragoons sobre una batería

volante virreinal rioplatense, que se encuentra

expuesta. La caballería inglesa dispone del espacio

necesario para lanzar la carga y está bien enfrentada a

la unidad a atacar.

¿Qué hace el sistema?

La administración de bajas, estado físico, moral, formación, desplaza-

miento, municiones, tipo de arma, estado de la unidad, lo realiza el programa,

así como la resolución de los fuegos y combates de modo tal que, mediante el

parte, cada bando conoce su situación, pero no la del otro. Al finalizar cada

período el programa genera, para cada bando, un informe en formato .txt que

queda guardado y que puede imprimirse. Con el parte cada jugador puede

conocer el estado de sus unidades, la formación vigente y si permanecen

estáticas o se mueven y la magnitud de los desplazamientos.

El parte, maniobras y desplazamientos

Es necesario considerar las velocidades de los desplazamientos de la infantería y de la caballería. Si

bien los cambios de formación se ejecutaban al “pas de deux pies”, el ritmo de marcha común de la infantería

de las potencias del período más importantes parecería ser similar al “petit pas” de los franceses, de 0,3

metros. Por lo tanto, si seguimos a Nafziger, que asegura que la cadencia media de la época era 120 pasos por

minuto, una columna podría sostener una velocidad de 40 metros por minuto y, considerando que dos minutos

es el tiempo de duración de un período, esto significa 80 metros en el terreno y en la mesa 16 cm.

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Según los reglamentos de la época, la caballería se desplaza 100 metros por minuto al paso, 200

metros por minuto al trote y 300 metros por minuto al galope, lo cual significa en la mesa 40 cm, 80 cm y 120

cm respectivamente.

Las cargas, según Haythornwaite, se ejecutaban un tercio al trote, un tercio al medio galope y al final

se lanzaban al galope y a la carga. Por lo tanto, en términos del juego, hay 40 segundos de trote, 40 segundos

de medio galope y 40 segundos de galope; es decir que por la parte baja en dos minutos se recorren 400

metros que en la mesa son 80 cm. Esta cifra se verá reducida por la necesidad de mantener la cohesión de la

formación. En el reglamento de la SHM un escuadrón de caballería ligera a la carga se desplaza en los dos

minutos de un período una distancia equivalente a 360 metros, es decir 72 cm en la mesa, algo menor a la

calculada precedentemente. Entonces, de acuerdo con las velocidades precedentes y considerando que se

ejecutan acciones de 2 minutos, el modelado considera que la caballería consume 1 minuto para llegar al

choque y el otro minuto para el primer round de melee. Si no llega a la melee porque es rechazada, consumirá

el tiempo restante en su retirada.

código y nombre calidad formación

dirección y magnitud del desplazamiento

Estado físico y moral

Bajas acumuladas en Los períodos anteriores

bajas del período

Ejemplo de parte, donde se observan el estado de las unidades de un jugador, tras un turno de juego.

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Para lanzar una carga la caballería debe acercarse al trote hasta 300 metros del enemigo, luego galopa

los primeros 250 metros y se lanza al galope tendido los últimos 50 metros. Pero una unidad formada por

varios escuadrones en línea no puede mantener la cohesión durante un trayecto muy largo. Por eso, de acuerdo

con el tipo de caballería y de formación, las reglas disminuyen la distancia de carga para la cual la unidad

puede mantener el orden. Además, la caballería pesada y, en especial los coraceros, no pueden lanzar carga

tras carga por el esfuerzo que demanda para hombres y caballos tan pesados.

Modelado de desembarcos

Para el modelado de desembarcos se desarrolló un

programa que permite poner ―embarcadas‖ a las unidades

seleccionadas y estas aparecen así en el primer período. Las

unidades en botes pueden ser bombardeadas hasta su arribo a la

playa, donde podrá dárse la orden de ―Desembarcar‖; si la unidad

no es destruida o puesta en fuga, al final del período queda

formada en columna por compañías. La caballería desembarca

desmontada.

Asalto a localidades

El asalto a una localidad o a una posición

defensiva se resuelve en la fase de combates. Cada sector

de localidad está formado por un cuadrado de 20 x 20 cm,

y cada uno de estos sólo puede ser ocupado por una

unidad de hasta 30 figuras como máximo. Se deberá

definir cuantas figuras defienden cada lado, considerando

que se puede despegar como máximo hasta la mitad de las

figuras por lado, el programa requiere información sobre

el porcentaje de la unidad que abre fuego. Los

desplazamientos de parte de una unidad dentro del sector

NO se penan, pero sólo puede hacer fuego la parte de la unidad que no se desplazó. Si toda la unidad pasa a

otro sector contiguo NO puede hacer fuego durante ese período. Si un asalto tiene éxito, una de las unidades

atacantes ocupa inmediatamente el sector de localidad, reorganizándose dentro de la misma y la desalojada lo

abandona hacia el sector libre vecino o fuera de la localidad contando la distancia desde el lugar en que estaba

apostada.

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El modelado caótico

Si el juego se desarrolla en el marco de una Campaña será necesario tomar en cuenta un modelo no

lineal caótico. Los sistemas caóticos no se comportan al azar ni son periódicos; no son azarosos debido a que

el futuro del sistema caótico depende de la condición inicial, no son periódicos porque su comportamiento

nunca se repite. Según el Cnl. John A. Warden, estratega estadounidense “El efecto de un combate con una

pérdida del 25 por ciento y nueve combates con bajas sin importancia, es mucho mayor que una pérdida del

2,5 por ciento en diez combates. En un modelado lineal no habría diferencia entre las dos, el efecto aditivo

sería el mismo”. El hecho de que existe una diferencia muestra que la retroalimentación es no lineal. Otra

fuente de no linealidad en la guerra la constituye la fricción clausewitziana: la idea básica es que en la guerra

pueden existir condiciones en las que ocurran acontecimientos que tengan un efecto desproporcionado a su

importancia aparente.

Los aspectos no determinísticos

Para modelar acontecimientos en el campo de la táctica y siguiendo criterios tradicionales,

corroborados por estudios actuales, se adoptó se un modelado lineal aleatorio. Todas las unidades pueden

sufrir en menor o mayor grado la influencia de factores de naturaleza lineal aleatoria como: mala calidad de

pólvora en un cartucho, error al apuntar, un caballo que se desboca, un soldado que se asusta, tropieza y

entorpece a los otros, etc. Estos acontecimientos son eventos únicos imposibles de controlar y para modelarlos

se emplea el lanzamiento de dados de 10 caras (D10). Las unidades de menor calidad son las que están más

sometidas a los factores aleatorios que, en ciertas situaciones, pueden resultar decisivos. Por ejemplo si una

unidad de infantería no veterana sufre una carga de caballería y no está previamente formada en cuadro,

dependerá de la buena suerte para formarlo y resistir el ataque pues, si no logra hacerlo, será derrotada y

probablemente destruida. Los aspectos aleatorios también tienen una importante influencia cuando las

condiciones de tiro son desfavorables. Por ejemplo, cuando cae el atardecer, cuando la distancia de tiro es

muy larga, cuando el blanco es pequeño y móvil, etc. Cuanto menor sea la calidad de la unidad o cuando las

condiciones de tiro sean más desfavorables, mayor deberá ser el puntaje de los D10.

Tamaño y duración de un juego

La regla de las doce: cualquier batalla se podría reducir a 12 unidades. Esta regla propone 12 unidades

de infantería mientras que la artillería y la caballería serían proporcionales a las 12 unidades de infantería.

La regla de la razón: El número total de unidades en un juego no debería ser más que los pies

cuadrados de su mesa. Si la tabla es 5'x10', que sería un total de la unidad 50. Podría ser entonces: 25 unidades

por lado o 30 frente a 20, etc. Es sólo una regla de sentido común: no poner demasiadas cosas en la mesa.

Un juego que respete estas reglas no debería tardar más de cinco horas si los jugadores no son

dubitativos al momento de dar las órdenes.

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La profesionalización en el Ejército

Argentino (1899-1914)

Enrique Dick, Academia Nacional de la Historia,

Buenos Aires, 2014.

La obra analiza la expansión profesional del

Ejército Argentino, un proceso que se inició a finales del

s. XIX en el que se dio preferencia al modelo alemán,

frente a otros sistemas. A partir de fuentes documentales

editas e inéditas, tanto nacionales como extranjeras, el

autor realiza una concienzuda investigación de los

motivos que conllevaron a las autoridades político-

militares de la época a decantarse por ese proyecto.

Inicia el estudio, entonces, en los antecedentes de la

política militar de la ―Generación del 80‖ a través de sus

actores, junto con un somero análisis de la propia

política militar germana en relación con sus intereses en

América del Sur.

En el siguiente capítulo realiza una cronología

del largo camino hacia la profesionalización del ejército,

iniciada en la década de 1860 de la mano del fin de la

secesión entre Buenos Aires y la Confederación, y con vistas a concretar el desarrollo de la fuerza armada como uno de

los pilares del Estado-Nación en formación. Esto sirve de marco para, luego, analizar los primeros pasos hacia la

―prusianización‖ del ejército, detallando las primeras contrataciones de oficiales alemanes como profesores en institutos

militares argentino, la consecuente creación de la Escuela Superior de Guerra, el envío de oficiales argentinos a Alemania

para su capacitación y perfeccionamiento, así como los inconvenientes que conllevó la adaptación de estos al medio, en

particular por las dificultades idiomáticas. No deja de lado los disensos políticos en cuanto a la política adoptada, así

como los intereses particulares de ciertas personalidades.

Un capítulo trata en particular en lo que considera un triunfo de la política alemana: la práctica hegemonía del

Reich en cuanto a la provisión de armamento, merced a la influencia de sus oficiales profesores en Argentina, así como a

la liberación de cuotas de vacantes para oficiales argentinos en el Ejército Imperial. En este apartado es sumamente

interesante el desarrollo de las adquisiciones, cascos, vehículos, artillería, armas blancas, armas de fuego, etc. En cuanto

a los manejos de intereses, reluce el mismo en la descripción por las controversias en cuanto a la adopción de un tipo de

pieza de artillería particular, que desató serios debates públicos y privados, con acciones de las empresas interesadas en

los más altos niveles del gobierno.

Otro aspecto de interés es el desarrollo de experiencias similares en otros Estados, como vía de comparación con

lo sucedido en Argentina. Finalmente, la obra cierra con el proceso de repatriación de los oficiales alemanes y el retorno

de los propios al Plata al desatarse la Gran Guerra, junto con las conclusiones generales del autor.

Reseñas Reseñas

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Entre los componentes del ejército que se organizó en Buenos Aires para afrontar la segunda

intervención británica en el Plata, fueron importantes, a pesar de una primera mirada que se focalizaría

en la conveniencia de contar con abundante infantería (como lo fue) para la tarea táctica a acometer,

las tropas de caballería, fundamentalmente para servir en misiones de descubierta y acoso a las fuerzas

enemigas. Los primeros escuadrones constituidos fueron los húsares, que serían conocidos por el

nombre de sus comandantes, a saber Juan Martín de Pueyrredón, Lucas Vivas y Pedro R. Núñez;

fueron estos los Escuadrones 1.°, 2.° y 3.°. También entre la caballería porteña actuó la unidad

reconstruida en la presente lámina, de mano del soberbio artista militar Louis de Beaufort e iluminada

y actualizada por Rodrigo Galeano; se trata así de un soldado y un capitán del Escuadrón de

Carabineros de Carlos IV, también conocido como 5.° Escuadrón de Caballería Ligera. El cuerpo

formó con 3 compañías, mandado en un principio por Benito Rivadavia (padre de Bernardino), pero

que en abril de 1807 fue suplantado, ante su ascenso, por el Tcnl. De milicias Lucas Fernández,

verdadero artífice del escuadrón. Para este momento tenía una fuerza de poco menos de dos centenares

de hombres. Su uniforme era de casaquillas encarnadas con divisa amarilla y cabos oro; el oficial lleva

una versión de lógica mejor confección y con adornos oros, además de lucir elástico con cucarda

española y penacho de plumas. El miliciano viste una versión más sencilla, pero no menos elegante,

del vestuario y su cubrecabeza es un casco tipo de redondo de cuero, con cimera de metal dorado y

penacho encarnado o grana, de estilo similar al llevado por la infantería rioplatense hacia la década de

1770 (¿tal vez rezagos con más de tres décadas de vida?). En su base, una banda ¿metálica? con la

leyenda de ―Carlos IV‖.

El Tercio de Naturales, Pardos y Morenos formaba con 2 compañías de Granaderos, una de

Pardos y otra de Morenos, y 6 compañías de Fusileros, que lo hacían fuerte de alrededor de 350 plazas.

Tenía la particularidad de vestir un uniforme análogo para toda la tropa, diferenciándose el origen

socio-étnico por los colores. Así, como los representados aquí, los Pardos llevaban chaquetas azules

con divisa negra y cabos amarillos, mientas que los Morenos gastaban otras encarnadas con divisa

blanca. El cubrecabezas era similar al llevado por la Artillería de la Unión: casco de cuero con cimera

de piel negra con cucarda española y penacho. Además del Tercio, las ―castas‖ también formaron un

batallón de Naturales, Pardos y Morenos como auxiliares de la artillería pesada, o sea de posición, con

la fuerza de 8 compañías y uniformes similares a la infantería.

Bibliografía

Beverina, J.; El Virreinato de las Provincias del Río de la Plata. Su organización militar, Circ. Militar,

Buenos Aires, 1992.

Villegas, A., de Beaufort, L.; ―Los uniformes militares usados en el Río de la Plata (1702-1810)‖, en

Biblioteca de mayo, vol. 19, Senado de la Nación, Buenos Aires, 1964.

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Ejército de la Defensa

Buenos Aires, 1807 (por Louis de Beaufort-iluminado por Rodrigo Galeano)