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^inuuululumumuuuumuuulnlumuummnnuumnuuuulunumnuunuummuuuuuunnmmunummmmu^ = MINISTERIO DE AGRICULTURA = = SECCION DE PUBLICACIONES, PRENSA Y PROPAGANDA - - IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII^IIIIIIIIIIII!IIIIIIIII = =I^OJAS DIVULGADORAS= = 1^Ñ0 XXXIII ' SEPTIEMBRE, 1941 NUM. 17 ° °iIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIi = --1111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111I I I I I I I I I I I I I I I I I I I 11111111111111111111111111111111111111111111111111111111111 ^_- LA SIEGA DE LAS PRADERAS NATURALES P^^r T,t;IS Ft^:x^.^^i,rz S:^LC^no. Ingeniero Agrónomo. `.`i tcníi; :Igicr cn abtnulancia, dcdical^., hrincillalmcn- tc, a r^L•Ihlcccr I^ra^lu^ rlr rc^arlíll; si carcl^í^is <le clla, I^rocural,;, cn ln Illl;iblc, Pra^lo^ ^lc sccann ° fi:^'rl"I^. La circunstaucial e^ca^ez ^le alilnelitcs coucentradus, un+da a la gran revalorizacicín de los productos de la Ganadería, se re- fleja en uu^ estraordillaria estin^ación del helio, colno recttrso Guadailarlora. 1-:uninll Ilr la harccla. = incstiniablc para sobrcllc^-ai• ]a harada iin-cruaL .U l^rlllliu licll^- - lxl, la col^cación f,n-orita ^lel capital que se invierte ^^il tierra> ^ ^^,^ cs cu la actunlida^l las fincas dc past^> >-, cuu acusada I^referencia, las ^ua^lailal^les. Por talcs raruties, lic- SUiVIARIO: La siega en lrts yr^id^erns M1tatttrales, por Luis Fer- ^^'^^ n:índez Salcedo In eniero A rónom -A ^^ od i •ói o ^ r o r e ^ o o IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII1111111111111111111111111111111111111111111111111111111111i^ ll , g g . . p . g r II. ,: G^iu es la ^Il.o^atrñuc?, por Víctor MarSa de Sola, Ingenie- ro de 1^4ontes.-Vinijicrrción: II. Li^nyic^r^ de enseres y vrasi- jas, por Gonzalo Fernández de Bobadilla, Ingeniero Agró- nomo.

- IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII ...L^na ^-ez ^eñalada la iecl^a-n^> quereine^s a^nstar ^licicudo ^lue i^a

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Page 1: - IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII ...L^na ^-ez ^eñalada la iecl^a-n^> quereine^s a^nstar ^licicudo ^lue i^a

^inuuululumumuuuumuuulnlumuummnnuumnuuuulunumnuunuummuuuuuunnmmunummmmu^

= MINISTERIO DE AGRICULTURA == SECCION DE PUBLICACIONES, PRENSA Y PROPAGANDA -

- IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII^IIIIIIIIIIII!IIIIIIIII =

=I^OJAS DIVULGADORAS== 1^Ñ0 XXXIII ' SEPTIEMBRE, 1941 NUM. 17 °

°iIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIi =

--1111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111I I I I I I I I I I I I I I I I I I I 11111111111111111111111111111111111111111111111111111111111 ^_-

LA SIEGA DE LAS PRADERAS NATURALESP^^r T,t;IS Ft^:x^.^^i,rz S:^LC^no.

Ingeniero Agrónomo.

`.`i tcníi; :Igicr cn abtnulancia, dcdical^., hrincillalmcn-tc, a r^L•Ihlcccr I^ra^lu^ rlr rc^arlíll; si carcl^í^is <le clla,I^rocural,;, cn ln Illl;iblc, Pra^lo^ ^lc sccann ° fi:^'rl"I^.

La circunstaucial e^ca^ez ^le alilnelitcs coucentradus, un+da a

la gran revalorizacicín de los productos de la Ganadería, se re-

fleja en uu^ estraordillaria estin^ación del helio, colno recttrso

Guadailarlora. 1-:uninll Ilr la harccla.

= incstiniablc para sobrcllc^-ai• ]a harada iin-cruaL .U l^rlllliu licll^-

- lxl, la col^cación f,n-orita ^lel capital que se invierte ^^il tierra>^ ^^,^ cs cu la actunlida^l las fincas dc past^> >-, cuu acusada

I^referencia, las ^ua^lailal^les. Por talcs raruties, lic-

SUiVIARIO: La siega en lrts yr^id^erns M1tatttrales, por Luis Fer-^^'^^ n:índez Salcedo In eniero A rónom -A ^^ od i •óio ^ r o r e ^ o o

IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII1111111111111111111111111111111111111111111111111111111111i^ll

, g g . . p .grII. ,: G^iu es la ^Il.o^atrñuc?, por Víctor MarSa de Sola, Ingenie-

ro de 1^4ontes.-Vinijicrrción: II. Li^nyic^r^ de enseres y vrasi-jas, por Gonzalo Fernández de Bobadilla, Ingeniero Agró-nomo.

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mos creído interesante la publicación de dos o tres cnoc^estos trabajos en

relación con la reco^lección de la bierba, tema que encierra positivo interér,.

Es costumbre vi^ciosa, o cuando m^enos superabundante, al tratar de

cuestiones relacionadas con la l^raticultura, intentar la clasif cación y de-

finición de cacla uno de los aprovechamientos herbáceos y encarecer la

importancia de las praderas. Sintiéndonos en cierto modo innovacíore,,

pretendemos que al leer el sustantivo `'pradera" y el adjetivo "natural"os habéis formado el juicio e^acto, por lo cual huelga edificar distincio-

nes bizantinas sobre movedizas sutilezas, pues el tema podría llevarnos.

tan lejos que no sólo no aclarásemos los conceptos al que los posea du-

dosos, sino que sembráramos espantosa duda en el ánimo del que estásuficientemente impuesto en el asunto.

Ln °cuanto a ponderar la enorme importancia de los recursos espon-

táneos en la alimenta^ción del ganado^, sí habrá quizá de hablarse algo,

porque viene siendo objeto de olvido o menosprecio desde hace varioc

lustros; pero uos vamos a limitar a transcribir unas hermosas frases deCosta, quien en La^ I^ó^r^^r^^ul^^ ^de l^ Ac^r^icu^ltTar^a Esp^^a^ya^ola ^diee: "El pradofijó la impalpable atmósfera y las escondidas sales en forma de bierba;,

el estómago de las reses transmuta el forraje o el beno en leche y carne,

y las rer,es briuclan con ellas generosamente a su ducí"io. Dn esa progre-

siva evolución que metamorEosea el reino mineral en vegetal, el vegetal

en animal, ha puesto tan poco cíe su parte el hombre, que casi el aiio en-

tero ha tenido para consagrarse a las nobles tareas de la inteligencia :

sola desciende el agua de las nulyes o se cíesliza por el plano inclinado dela acequia o del torrentc ; sola se siembra y crece la bi^erba. Una bectárea

de prado, que rendirá, v. gr., 5.00o kilos d^e heno seco, representa 2.^00 li-tros de leche ó?^o I<ilos de carfie, y una sola vaca puede consumir aquel

matcrial y fabricar este producto..."

Y más adelante agre^ga :"^ ^'ale la pena que un hombre esté toda su

vida encorvado como una bestia sobre el ingrato surco para arrancar al

suelo y a la atmósfera wias cuantas libras de ázoe, de fósforo y potasa.

en un clima donde crece espontáneamente esa flora riquísima, que movía.

a Linneo a bendecir a Díos?"

No para aquí nuestro afán innovador, sino que queremos dedicar a la

reco^lección de la bierba dos o tres divulgaciones eminentcmente senci-

llas, huyendo en lo posible de lo que se viene llamando "erudición libres-

ca", pues los tratados sobre la materia propenden a complicar inírtil-

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mente tuias facnas de suyo simples, al nicn^^s tal y c<nuo uosotros las he-ntos visto practicar.

)3s, ante todo, interc>antísituo iijar el tnomentu cle etnprzar a sc^,tr

la pradera. _1 primera vista parcre que el liechv ^1^^ sc^ar ntás o mcu^^^

f^routo sí^lo se tracluce en una meuor o uia^•or cauticla<l de ^luiutales nté-

tricos ^lc hierba rccolerta^la. _^u q rrni ser ello itnptn-tante, si el único re-

sultado fuese esta variaciún en peso, no p^^rlría decit-se due la cleccióu clcl

tuouient^> de _:iega fuese tan trascendental, c^mo lo es en efectu, pur^jttc

el rrohlema no es de cantidad, siuo de calidad, en el pra^lucto recogido..

La co^tnposiciún dc las plautas no pertuauecc inuiutahlc, ni ntucho

menos. Y si sietnpre varían con tuás o n^enos velocidn,d, esta variaci^',n

es más intensa eu la época de principio de verano, cuando ticne lugar la

recolección del íuiico cortc, caso al cual concretamente, por su generali-

clad, vatuos a referirnos. Por esa ^poca, la plauta "conoce" que va a tuo-

rir y, cou stt acltnirablc instiuto, sc clisponc a sacrilŭarse, con tal ^lc quc

se salve la .especie. Todas sus reservas, toclas sus energí^^s ltan de con-

centrarse con previsióu u^aternal en el gcrtuen de la planta suce^ora, en

la semilla. Son, pues, esos ítltinios días, de tnovilización general, y por cl

tallo l^an de pasar, camino cle? iruto, todos los efcctivos. Al^ora bien : a1

agricttltor que va a henificar, le iuteresa de la planta, no la setnilla, ni la

raíz, sino e1 tallo y hojas, para ^uardarlas en conserva hasta el invierno.

Y le intcresa no uu tallo vacío, cleshabitaclo, como si dijéramos, bien por-

que aun no lle^ú ^^ porque }'a pasara el tropel de reservas, sino un tall^r

rico, pul^la^ln, cu ^^l instante ^t5u^lo ^le la nio^-ilizaciún, sal>iatnente sus-

1>endi^la pur cl corte de la herratuienta.

Ls frecuente ^lue el a^ricultor sieguc tar^líanicute, pur^luu mira 5u

campo con lus ojus de la carne y no cun l^^s clcl eshíritu. Cree que la

hierba auu va a crecer tmos de^lito^s, y n^r le in^p^^^rta qu^e to^lo el pro-

ducto se pase, se empenre, haci^n^lose clcma^iad<^ letioso. L^na ^-ez tnás^

la atu^^ición ronipe el sacu. Nuestro hotubrc no dehiera ignor[u• estas elo-

cuentcs palal^ras con rluc tni distinguido rcnupañcru Ratnúu ]3lanco cla

principiu ;t ^u tna^nífictt „lira taulacla I:1 /r^ ^io: "l,a difercncia que ^u-

pone la alimentacióu entre un ]icuo escelente ^^ uno mecliano debe ser

cosa cunocicla l^^or todus. Se l^ier^len iuevitablctueutc mttclios I<ilos ^le

carne, tnuchos litt-os de Icclie y tuuchos l:ilo;;rámetrus de trabajo. Si est^^

ocurre r^^n los ani±nales ^le un establo, ^^lué ocurrir;í tenien^lo en cuenta

a toclns los dc toda una provincia? ^ Scría esal;cra<lo decir quc esta

hércli^la ^ileanza la cifra de un u^illón de hesetas p^^r este motivo?... Pucs

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téugase en cuenta que nauy ^por bajo va calculada y que a bastante más

alcanza en los tres couceptos apuntados de carne, leche ^• trabajo".

I:s menester segar a punto. Si nos anticipamos, percleremos peso. Si

se retra^a la operaciún, el proclucto resultante será menos digestivo y ali-

^neuticio, más pobre en proteínas, que es lo verdaderaniente interesantede las raciones. ^hora bien :^ cóino se conace que ha llega^do el momen-

to ? Y dicen los libros : cuando las plantas estén en flor. )3sta regla podíavaler si todas fuesen iguales, por ejemplo, en un alfalfar. Pero lo co-

rriente es que en las praderas naturales interveng•an varias especies de

diferentes fdmilias. Entonces los tratadistas dan una solución... ^d^e^^ri,o^c,rd-

tic^z: cuando la may-oría esté en flor... i Como si para el pratano fuese

fácil hacer el ,es^crt^tigaio^! Téng•ase en cuenta que en la generali^dad de los

casos la persona que esté al frente de la explotación carecerá cle conoci-

miento5 botánicos y no sentirá escrúpulo en afirmar que, si bien el trébol

o la mielga tienen flores, carecen de ellas la cola de topo, el bromo o las

Uarbas de chivo.

Otros autores precisan más, diciendo que se c1eUe segar cuando está

formada la semilla de la grama olorosa, está en plena floración el holco

lanudo y comienzan a espigar las festucas. Y sin negar que esto sea cier-

to, tropezamos, como antes clecíainos, con la clificultacl cle que el agricul-

tor no tiene por qué saber I3otánica.

Podeulos, pues, clecir que la oportunidaQ sólo se aprecia "a ojo", que

no será de buen cubero más que al principio, y que, a poca costumbre

que se a^lqui^era, pasará a ser acreditado ojo clínico.

I:n la duda, es preferible adelantarse, por las siguieutes razones :

r.a Porque, con^u ya se ha dicho, es preferible coger algo menos, con

tal de que lo recogido sea de buena calidacl. Cualquiera de vosotros pre-

ferirá alm^orzar ^dos platos bien guisados, en vez de trer; si los huevos son

atrasados, el pescado blanducho y la carne dura.

2 a Porque la planta tarda en ^cl,airse czr^^e^^rat^a de quc ha sido segada,

y cu virtud de ello, aun sigue madurando algo después del corte.

^.a Porque así evitamos que las m^tlas plantas-que suelen ser las

más precaces-discminen sus^ semillas.

q.a Porque el prado rebrotará con rnás energía y sacaremos Uuen

partido cle esta coyuntura con el ganado.

^.^ Porque la iniciación de todas las operaciones agríeolas más bien

se retrasa que se adelanta. I:s clecir, clue si pensamos segar el martes,

puede ocurrir qtte no se pueda, por mil causas, hacerlo antes del miér-

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cules u jue^-e^. ^^, en eainhin, rara ^-ez se adel^u^ta al lunc;. Hen^os dcccnrtar sien^pre c^^n eae l^ecjueño ^nargen de demi^ra.

Claro est^í qne, tratándose de la henificaciún ^- sns l,reparati^•^^s, n^a

debemos iiun^i olviclaruos de su gran enemigo, que es la llu^^ia, _^•, por

consiguiente, si se viese el tiempo amenazador, cntonces ron^•iene retra-sar el corte, pnes es preferible que la lln^-ia c^^ja a la planta todavíaen pie.

L^na ^-ez ^eñalada la iecl^a-n^> quereine^s a^nstar ^licicudo ^lue i^a<la

prado tiene ^u día críticu-, prc^.ede liablar algu clel hrn^edimieirto.

Todo el munclo sa^be que sc siegan los pradns a man^^ ^^ a máqi_iina.

Lo que }^a no es tan frecuente es snbcr quc a mauu Ime^lc hacer.e con

guadaiia y cou huz. l:^ta no puede competir ^lc nin^;tín mvdo c^_^u aquélla

y su uso queda reser^•ado a casos ^nu^- especiales. 5rni e^tos : cuando la

exten^;ión del prado es niuy pequeiia, cuandu se ^irga cl gasto de hicrba

del día, cuando deha ser ^naucjada por mujere^ o cliicos (en razón de

stt tnenor peso }- esfnerzo a exigir), cuandu la ^iiper ĥ^cie del teri-eno c^.

muy desiáual o abundante en piedra. .

Fuera de ellas, no se nos ocurrirzi nunca cml^lcarla, pues el corte tiene

dne ser forzosaniente alto ; la hierba no qti^eda tendida ; la posición del

^brero es cansada y^-iolenta, y, por últinio, cttatro hoces no sie^^an ^niis

clne nna gnadaiia ;^ casi nada !

Implícitatnente ^^au ^-a e^puestas las ventaja^ de la guaclaiia : r^ ^rt^

uajo, apurando todo lo posible ; bucna disposici6u de lo seg^ado, para quc^^c oree; postura inenus trabajusa; bueu renditniento.

No la maneja cualquier obrero. Iaige fuerza (a pcsar de ^luc su

^nisino pcso ayuda a la o^peración) y gran hahilidad para usarla ^• aun

para afilarla. L,scrita deja el ^ttadaiiador en el cainpu la calificación de

su mauera de trahajar. Si qucda el corte cerca de1 suelo y todo por igual,_

es indicio de ^uérito; en canibio, si el rastrojo qned<i alto y depri^nido

en el centro d^e la calle, es decir, no paralelo al ^uelo, es aviso de ^^iie elgtiacíafiino cs tin nlecliaiio o^pcrario.

Iatos factores son moti^-o de pérdida; pero, irancaniente, la cifra del

To por ioo que hemos leído en algíiu lihro se n^s antoja csa^ernda.

Con una ^gt^adaña se siegan inias 3o árcas al día. A^ o hay, con^^^ se^

comprende, nn n^odelo tínico, siuo qne ^•aría la i^riua segíni las cíistintas

regiones. I^s iustrumeutc^ regnlable ; se ptiedc abrir ulás el ánanlo cluc,

a vista de p^íjaro, forma la hoja con el mango, en cuyo caso se co^erán

más tallos cle una ^•ez. Tainbién puede variar el ángulo qne forman di-

chas partes ^-istas de frente. Cuanto n^ás derecho trabaje el obrero, me-

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alus le ^^undir^í la lai^ur. 1'llcdc talllbién val^iar;e a^liscrecióll el brazo de1>alaacrl, ^^al•iauclu la hu^iciún ^le la lualliqueta en a1^í111 lllodelo pocou^ado.

^aclnás de la gtl;i^l^li^a cul-riente cxistc 1^1 qile se ll^u^la arnlada (de

li^tones }^ alamhres), con cl objeto de dejar la hierbR recobi^fa.

l.a sie^^a con ^u.ulaña^lura es tan perfeeta euulo la practi^cada con^uadaña, a la cual lle^^a uciu;o parece indical-l^^---la gl'all ^•eutaja de laral^idez, pu^s hace en un <lía la labor de c]iez vbreros (tres llectáreas enclicz lloras, sobrc tudr^ si sc cambia el tiro), ]o cual es interesantísimo,

(_^ua^l;iii,i^li^ra en Í unciuuamicnto.

l^rincil^^llluelite cuanclu el tieulpo no está muy seguro, para poder guar-

clar la hiel-ba prollto ^• elr buenas condiciolles.

Como, hor otra parte, su nranejo es fá^cil y todos sus lu^ecanismos niuy

sellcillus, se pueclc acullsejal' su empleo en la luayol-ía de los ^casos, sin

inás lilnitación que la pequeiiez de la supel•ficie trahajada.

liIás adelantc llclnus ^^le ^'el- que el lílnite dc sll clnpleo ecollólllico es

1111 llt1111C1'0 CSTaSO C1C 11CCt£ll"C1S.

La glladaCladora es, ell rcalidad, lina in<lqiliua ^dc cortal' el p^ela... ,^^e

lu ,^lehesa. Opera por medio dc dos pcincs: uno fij^o, que sirve a modo

cle ^estuche o vaiarl del InóviL 13ste tiene uu luovillliento de vaivéll en el

^llal la biela ha tl-allsíurlllaclo el circular de la rueda motriz. Cabe, ade-

lllás, distin;uir los ofcios de tres pal<1n_as y un pcdal. );ste siri-e para

alzar lliolll^entánealnente la siel-1•a cuando s^e intel•polle algúll obstá^culo.

Por inedio de las palancas se collsigue : elllbl•agal-, 1'egular la altul-a del

2u1-tc ^^ 1'cl^atir tud^^ cl peiuc llal-a la inarclla pol- los calllillos o en vacíu.

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-^-

Toclas las guadañacloras que actualulente se fabrican son igualmente

^ecoinenclables, pues sus diferencias son purainente cuestiones cle dcta-

]le. Pueden rcducirse a cuatro tipos: para una caballería, para yunta de

inulas, para yunta cle bueyes y para ser arrastradas por tractor.

Aunque las primeras parecen propias para los agricultores en pe-quciio, son muy impcrfect^is, porque tienen poco pesa y escasa Potencia.

Es preferihlc quc esos pequeilos agricultores se asocien para adquirir una

cle las quc del^en ser arrastradas por yu^ita.

1-leinos distinguiclo enri-e yunta de inulas y de bue}'es para llamar la

atcucicín de los agricultores, ^i fin de que especiliquen, al comprar, de qué

cla^e de yunta van a servir^e y no utilicen otras, pucs los engranajes

est^^n calculados según el paso de los animales, y si la velocidad de arr^is-

tre es mayor o menor de la proyectacla, la m^iquina trabaja mal, con au-

meuto cle resiste^^cias pasivas y notaUle perjuicio de las transmisiones.

Ls cviclénte que cuando la hierba está inuy espesa y esiae, por tanto,

iuayor esfuerzo, nos convendrían los bueyes. ^n cainbio, las caballerías

^c emplearán cuando interese correr, por ^estar clara.

La sencillcz cle la guaclaiiadora pudiera calificarse cle excesiva, ya

^ que los obreros se familiarizan en seguida con ella y le dan general=

iuente un mediano trato. Hay que partir de la base de que la inmensa

u^ayoría de los agricultores no tienen mecánicos f jos, porque son pocas

las niáquinas que manejan (y circtulstaucialinente) y se las encon^iendan

a unos ebreros tui pcxo maiiosos, un poco hcrreros, que no suelen tener

cie iuecáuicos más que el traje azul. 11.ste no falta.

^ Y con respecto al re^sultado económico? En ^general, será más ba-

rat^i la siega a ináquina, a no ser que el nú^uero dc hectáreas trabajado

sca muy corto. Avcrigŭemos. pues el límite o s^ea aquella extensión

l^ara la cual sc igualan cl coste a niano y con gua^lañadora.

llijimos aiiteriornicnte que un obrero segaba 3o áreas al día; luegouna hectárea importará veiutisiete horas, es decir, 40,5o pesetas, supo-

nicnclo que el jornal sca a razón cle r,5o pesetas por hora, que es lo que

lian veniclo col^rando los ^uadaiiadores, generalmente forasteros.

Fl coste de^ la siega con rnáquina se coiupone de do^s partidas : una,

el gasto diario; otra, la parte corresponcliente de los gastos anuales. La

prirnera, conio inclica su noinbre, es constante e independiente de lo clue

la ináquiua trabaje muchos o Pocos días. La segunda disminuye a me-

dicla que se reparte entre inayor número de días tle trabajo.^l gasto diario se compone del jornal cíel conductor (r2 gesetas),

c^ ^ste diario cle la yimta . de vacas con el g^añán (z9 pesetas) y lubri-

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cante (IOO gramos de aceite, a seis pesetas kilo, qtte son o,60). En to-tal, 41,6o pesetas, o sea, por hectárea (haciendo tres en ocho horas),

13,87 pesetas.Las :gastos antlales son :

Pesetas

Intcrés al 4 por Ioo de L3oo pe^etas de c^^;tr .......................................... ^2,00Segttro al I por Ioo ................................... ........................................... 13,00Amortizacibn (al 3 por ^oo cn d^^cr añc,s) ................................................ ^I,6.^.Cou^er^^ación, reparaci^^t^, c:c . ............................................................... G^,oo

"1'u r:a i . . . .. . . . . .. . . ... ..... . ... . .... . ... . . .... ..... . .... .. 2I I,G:}

El límite que bus^catnos será aquella extensión para la cual se igualen

2I I,64

el coste a n^at^o y a nláquina, o sea 40,50 = 13,8^ -f- -

H

^Iultipliquenios por H esta igualdad, con lo cttal no varía, y tendre-Inos: 40,5o H= i3,á7 H-}- ^II,6^}.

Restanclo de los dos miembros 13,8^ H, tendremos : 26,63 H= zI I,64,

aii,ó4

o sca que H vale - = í",95•z6,63

Según esto, por encima de ocho hectáreas tiene cuenta ya segar a

máquina.

I^Tuestra conclusióu difiere poco cle las obteniclas por Crespo ( j,3o) }-

Benaiges (^,IO). En cada caso particular se pueden sustituir estas cifras

por las correspondientes, }' ^e obtenclrán valores tuuy semejanteU. No se

dé a lo anterior otro carácter que el de servir de ejemplo.

Yarece innecesario advertir que será provechosa la combinación de

los dos procedimientos, reservando la guadaña para los terrenos pedre-gosos, accidentados, en pendiente o con mucho arbolado, y p^tra abrir

cortc a la máquina.Respecto a la hora de segar, la regla será : en el centro del día, en los

parajes húmedos v son^bríos, y a pritnera y ítltitna hora de.la JOrilad<l,

con la hierba "revenicla", en clonde esté más agostada.

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-9-

A MODO DE PRC^LOGOII.-iQUE ES LA MONTAt^fA? ^'^

Por ^-ícTOx lí a vL SoL^_Ingeniero de Montes.

^e^úu los acadéu^icus, y ^llo puede veise ^n cualquier dic^cionario de1a lei^gua: °lina gran elevación o pronlinencia del terreno".

La clefitiición iios parece tan pubre ^- mezqtii^Ia que acudiremos a los

gevlogos en bus^a clc otra n^ás llena de sabiduría; pero al adcntrarnos

por sus volúmeucs, eucontranlos tantas hipótesis para explicar esos te-

uómenas arogénicus, que sólo el ^ondensarlas ^ios llevaría a coniponer

un tratado con páginas suficientes para constituir una nlontaña ^ie pa-

pel, aun cuanclo nos limitát•amos a esbozar las teorías inás recientes, o

sea las de ^^e^eucr, IIartinaun, Stattb y Dally, ^iii que nuestrus lecto-

res lle^aran a teuer un ronocimiento etiacto de lo que en reali^la^l son

esas sólidas ondas que plie^an la superficie terrc°sti-e.

]3trceemos, ptie^, po^r el campo de la literatt^ra, y en él tropecanw^ ^cuti

uilas palabras cl^ I3ci•nardino cle 5aint-Pierre, qtte si bien no soii rcal-

u^ente una definición, al menos dan titia s^e^^rs^acró^^^c de lo que rcpreseiitan

las onclulacioncs a que ilos referitnos. Dice así el ilttstre francé^: "^ada

nI<is monótono que nuestro globo dc ser perfectainente esférico^. No ha-

liría ni ríos ni arroyos; mejor clicho, estaría completaiiiente cul>ierto hor

las aguas, que iorm;arían una superficie de nivel. Le hacen falta inouta-

tias hara lo^grar armonías. Por ellas soplan los vicntos, circulan las a;uas,

veaetan las plantas y se mueven los animales. Son conio el teclado del

gran órgano de la ^-icla, que coii sus rayos toca sucesi^•amente el sol".

Pero sea stt origen debido a una u otra cattsa, lo positivamente cierto

es que con el mar íorm^n lo que pt^idiéranlos llamar elementos a la par

decisivos, grandiosos y terribles, que vienen obrando de malo j^repon-^Ierante sobre los seres lnimanos. '

La monta^ia atemorizaba a nucstros antece^r^res. ; T^error atá^•ico ante

las convulsio^ies de sti creacióil? Los ^^riiilern^ l^oinl^res ftieron testigos

cle los ítltimos cataclismos geológicos. Vieron eucenderse y apagarse eer-

daderas series de ^-alcanes ; contemplaron el ^ut-giniiento de esns ;iáan-

tes de tierra y roca ; asistieron como espectad^,res eon,ternad^s e impo-

tentcs a uno de ]os dran^as más prodigiosos ^le ]a ti'aturaleza, qtte ]es

arrancó el holocausto cle inntm^erables víctim^i^ ^• cu^-o reeucr^l^, lcnta-

(i) Véasc la ^I^>>n 1)r^^ir^;:^nc^a.^ ^iíi^n. :I, de i9^i.

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ureiitc atenuado y detormado por la iinaginación, se transmitió a travésde la^ gcneraciones durante millares de años. Las teinibles fuerzas cles-conociclas fueron divinizadas y adoradas con el fin de conjurar su ^có-lera : fábulas^,de 13ncélaclo agitándase en el Etna, de Vulcano con su fra-gua subterránea, de los Titanes superponiendo montes para escalar elCiela.

Actualmente, desvanecidas tales mitos, la montaña nos atrae, ocu-panclo un lugar preeminente en las ^diversas ciencias, ya que en ella pue-den etiistir tadas las zonas de ^clima y vegetación, desde los bosques tro-picalc^ en su base, hasta las nieves perpetuas en su cima, pasando portoclas las superiicies en cultivo, saúanas infecuncl^^ts, selvas frondosas, cli-lataclu^ laastizales y desiertos de líquenes y rmisgos, ofreciendo, por otraparte, campo para el desarrollo de las distintas actividades humanas : la^.̂ gricultura en los lugares bajos, la caza en la espesura de sus bosquesy cl pastoreo en las praderas elevadas.

i?stas son las razones de que a su pie se hayan congregada nume-

rasas agrupaciones humanas, aun cuando no haya en ellas verdaderas

líneas cle cirist^aliza^ci^ó^n y sea el tipo dis^eminado el que prcvalezca y per-

sista, adaptándose al medio, clando de ello un ejemplA notable las masas

relativamente numerosas establecidas en alturas superiores a los 2.00o me-

tros en las tnesetas de Abisinia y los Andes, las cuales se han aclin^a-

tada desde fechas remotas y forman como islotes desparramados. La se-

quedad del aire, oponiendo un fuerte obstáculo a las fermentaciones de la

vicLa ulicrobiana, ofrece una gran salubridad, que llevó a los hombres en

l^usca de esas alturas para huir de las enfermedades existentes en la;

partes bajas. Pravenientes de razas seguramente diversas, bajo la in-

fluencia del medio hau adquirido un carácter común, traducido en la

frauca antipatía hacia el esfuerza, hecho que se explica lóg^icamente por-

rlue la clisminución de la presión atmosférica de aquellas altitudes hace

que la combinación del oxígeno del aire con los glóbulos sanguíueos se

opere en los pulmones muy lentamente, lo cual d^ebilita el mecanismo

esencial que por el intermedio de la sangre hace obrar los centros ner-

v10SOS.

Contrastaudo con esas agrupaciones se presentan las nacioues euro-peas, en las cuales la montaña da un crecido contingente a la emigracicín.].os Alpes, los Pirineos y el Macizo Central pierden anualmente una

crecida cantidad de habitantes, siendo típicos los casos de J3spaña y I'ran-

cia, creyendo interesante a este respecto citar las siguientes palabras deA Girard, toinadas de su escrito L'í'^ruig^naitz;oin ^espagin^ol^e': "J3spaña se

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^E^aĉía^ ,dL caiupesillos, y-, no obstaute, no los tiene en exceso, ya que sólo

conlponen el 2^ por ioo de su población total".

L.as causas de tal emigracitin úeben atribuirsc principalmente a la

miseria que sigue a la tala de los granúes bosques, a lo duru de la vida

y a la busca de salarios más crecidos, factores que produ^cen un vercla-

^lero éxodo l^acia las grancles url^cs, verdaúeras úevoradoras úe llomlires.D'Alvernay, en su obra L^es la^c^^utes ch^azT^rri.es ,^11a, F^^^^ez, relata lo que

a continuación transcribimos: '`llebuta el siglo xa e^i los nlontes .del

Forez con un fenómeno social penoso para el pastoreo : la rePercusión

de la despohlación, al Inenos ten^poral, de los ^caulPos en provecho de las

.ciudades. Se hace difícil encontrar buen^^s j^rssi^ars (hastures Iuontaraces j

^lue ^luicral^, a pesar del atractivo de los jornales in^lustriales, pasar la

^stación pcrúidos en las soledaúcs cle Las cúspicles... Ln una cabaila cle

^Chainboite, su vieja duerla nos colitó en cierta ocasión lo penoso y triste

cie hcrinane^cer cinco nleses sola con un niño, sin a}^uda para el trabajo

úe la elaboración de queso. Los años auteriores la acompaizaba su hija...

Ycro vca usted: e;tas juvcutuúes NO 7-II:NIĴN LL COl:ALO^1 I?N I_,:1

;^VIONTAIVI^. Vau a las íábricas, se casan y, ^como sus ^inaridos, buscan

^^eupación en los talleres y en la ciudad, con lo que pranto no queclare-

mos en l,as alturas ulás que viejos y- viejas como yo".

Pero dejando aparte estas^cousiúeraciunes de ordeil social, lo verda-

cleramente interesante es que su distribución es el factur básico de todo

lo ^eográfico, pues modifica o matiza ]K^ repartición de climas, faja la tra-

vectoria y el régimen de los ríos ^^ ^canaliza la población humana y las

corrieutes eco^nómi^cas. Toda la historia de ^tu•opa sería bien distinta si

los grandes rclieves no estuviescn eu c1 SLIr, ccrrandu ^a las influcncias

mediterráneas el paso 11aCla el Norte.

No obstante este 11ecllo trascen^lental, las Inontatias llan estaúo g^uar-

^úadz^s, Inás clue por sus peligros efectivos, por el sileucio que las ha ro-

deado, el cual empczó a cesar en ^el si^lo^ xvr, en que Moyson, Coivat

y Fincs 1>lasnlarou eu sus ohras lo quc pudiera llamar;e iigura esque-In!iti^a dc 1a geografía.

Si^encio natural, ya que, celosas de su grau^liosidad, la defiendeu de

^^-erla holl;ada por la planta hunlana con sus huracanes, esos dralnas del

^rielo que se ofrecen en las cúspicles con toda su terrible y bella majestad;

los torrentes y alu^lcs, que arrasan cuanto intenta deteuerlos, y la nieve,

alue se an^ontona pavorosa y silente, pronta a envolver cn un blanco su-

^lario al que intente mancillarla; y así se explica que John 13remble, un

nlon je de Cauterbur^-, quc en el a ŭo i 14^ cruzó el Gran San I3ernardo,

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elevara sus plegarias al Altísimo ^diciéndole :"Seilor, devuélvcnie a n^is

hertnanos para que les disuada de que vengan a este lugar de torturas" ,

l^labras que pueclen parangonarse con estas otras de Griiner, escritas.

en el año i^6o, relativas al circo de Grindel^vald, que lioy nos pareee n^-

ravilloso y que por aquel entonces era para él "la camarca más sinies-

tra y más terriule del mundo. Un frío glacial reina continuamente y e1fondo del ^•allc aparece cubierto dc ltorribles }• espesas tinieblas".

Terror pueril que involu^cra y falsea todos los eletrtentos del paisaje

v que: el actual alpinistno IIa reduciclo a stt, justos límites, ya que sin

desplazar ni elitninar esos pcligros, los valíta en su ju^^ta medicla, afron-

tándolos screnamente, sttstituyencío cl miedo irrefle^i^^o de la fautasma-

guría por cl teuwr razonado que aconseja prudente.

Los benefirios que a la salud reporta la montaila es otro de los fac-

tores que ha contriuuído a su divulgación. La nlontaña mata y cul^..Las fuerzas de la \aturaleza son ciegas e ignoran nuestras contingencias.

Al ser hunl,utu corresponde saLer utilizarl^ts y aclaptarlas a sus fines.

Las gratides alturas son funestas para el cardíaca y Ueneficiosas para eltuberculoso, y, sin enlLargo, no hay lugar en que las cttferutedades de

los bronquios sean más frecuentes que -en ellas, donde se Inultiplican las

causas de enfriamiento, y, no obstante lo cual, constituyen la sola tera-

péutica ehcaz contra esa tubenculosis, como si la I^?lttu-aleza ofreciera el

remeclio allí donde ha crcado el n^l.

Hoy que la n^ontaña es perfectamente conocida y cuenta con tantopartidario, sus verdaderos admiradores han tratado de salvaguardar al-

gunas raras regiones, toclavía vírgenes, dejándolas libremente en su es-

taclo natural, para constituir una especie de asilos inviolables donde el

honil^re puecla cncontrar ]a itnagen de las edades desaparecidas. 1'al idea

y la de proteger deterntinadas ^cspecies anin^ales y vegetales, tuuenaza-

das cíe e^terminio a causa de la tenaz persecución d^e que eran o^bjeto,

son los fundautentos que llan pr^esidido la forma^ción de los Inal llatnados

"Parques Nacionales", ya clue cl concepto cle parque parece cntrañar la

esistencia <le avenidas artificiales y de ^ejemplares tratados al estilo dela jardinería, cuando tales rincones son precisamente la contrario, o sea

la Naturalez,a en su bella, magnífica y co^n^plicada fantasía, libre de la

ui^cnor traba ti• modificación o tratamiento técnico.

Attn cuando los ]^sta ĉlos Unidos se ufanan cle la creación cle estos

Pardues }- ltla>^,nau de poseer coli el "Yello^^•stone" el mejor .dcl mundo,

lo positivantente cierto ^cs que en Suiza se encuentra la realización más

antigua ^- exacta <le la idea, en e] de la haja Lngadina, donde se halla

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x^erminanteniente pruliibido el pastoreo, cazar y pescar, tocar a los ár-hal^es, arrancar uua planta }' hasta eoaer la más insig^niticantc flurecillasilvestre.

En resumen, las ulontañas son... Pero dejemos que liable Su San-tidad Pío XI, que eiI su libro :4s^ce^rz-sio^^i,es dice: "En el ceutro de esbe^r^ndtoso entre los n^ás grancliosos teatros alpinos... 1 En esta atu^ósfera

pura y transparente, bajo estc cvelo d^el zafro más profunda, iluininado

hor un pedueiio cre^iente lunar y el titilar de las ^estrellas !... ; En este si-lcncio!... Imposible continuar. No sé descriuir lo indescriptil^le..." 1 sila pluma del sauio Pontíhce no cn^cuentra palabras pai-a tal clescripción,la nuestra, tan falta cle gal:nura como de inspiración y canocimientos,

fuerza es que calle, confesaudo su impoteucia anbe la grandeza v majes-tad de esas montailas que se tienclen hacia el Cielo como impetranclo

su favar y stt clemeucia para esta pobt^e tieri^, ^^ue pare^•e d^c^sgajarse.^-^^mo al influjo de una maldición.

V I N I F I C A C I O N

II.-Limpieza de enseres y vasijas

POr GONZALO FI;RNÁVDI?'L DL L30BADILLA.

Ingeniero Agrónomo.

Antes de co^meilzar la vendimia, en la épo^ca y con las reconiendacio-

nes que henios detallado (ver IIo1A DtvuLC^DOR^ núnicro 16), dcbe cl vi-

ticultor proceder a uua escrupulosa linipicza de los enserca ^- vasijas que

se llan de utilizar, tanto para la obtención del inosto y su fermenta^ción

coino para la conservación del vino.

Es necesario que todo cuanto ha de estar en cont^,cto con la uva, el

mo^to o el vino teu;a una linlpieza rigurosa, pues n^uchas de las altera-

cione^^ y^cuferinedades de1 vino no tienen otro osi^en rlue la falta de es-

crupulosidad en la lirnpieza.

Los cestos o canastas de corta y transporte, los laáares, las prensas,

]as vasijas, etc., pueclen contener gran cantidad de gérmenes o micro-

oigani^suws <lue después pasarían al niosto y le perjudicarían.

Debe conienzars^e por sacudir con escobas todo el polvo que tcugan al-

niacenaclos los enseres y a continuación lavar con agua abuuclante. Des-pués se embadurnan bien cou agua que coutenga :

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io gramos cle metabisulfito de pota^sa.i litro de agua.

O tambiéu

io c. c. de ácido clorhídric^ o sulfiírico.i litro dc agua;

tenienclo la precaución, cuando se emplee el ácido sulfín-ico, de verter el.ácido sobre el agua.

Toda vasija que baya contenido vino tiene que ser enérgicamente la-vada, y rascada si es posible, para separar de sus paredes y de las gric-.

tau o juntas de la madcra todos los restos, líquidos y sólidas, que pue-

dan cubrirlas o puedan estar adheridas a las mismas. Estos restos líqui-clos y sólidos ba^n podido sufrir ferinentacianes, agriarse y, por tantv,.

transmitir al nuevo moÚto que en estas vasijas se alinacene gustos u vlo-

res a ácido, a amargo, a mobas, a padredumbre, etc.

Una vez bien lavadas las vasijas es necesario proceder a su ^desira-f ^ecció^n.

J3 1 prvicedimiento más sencillo y generalizado de desinfección es porla rn,ech^a id;e^ ^aziz^fre. Se practi^ca haciendo arder dentro d^e^ las vasijar,.que se mantienen bien tapadas, una mecba de azufre. I:stas mechas tie-

nen el inconveniente del goteo del azufre fundido en el fondo de las vasi-jas, lo que puede comunicar mal gusto al vino, por lo que es preferible el

empleo de recipientes especiales que se adapten al orificio de las vasi-

jas, donde se verifica la combustión del azufre, recogiendo sus residuos..

Por bectvlitro de capacidad de la vasija son suficientes de 2 a 5 centí-

metros de meclia de azufre del comercio, uegtín las condi^ciones de sani-

dad de la misma.

La desinfección es verificada por el pod^er antiséptico del gas sulftt-

roso producido al quemarse el azufre. Si se dispone cle gas sulfuroso lí-quida y un sulfitómetro debe preferirse este r,istema de desinfección, que

es el más limpio y enérgico.

También pueden desinfectarse las ^-asijas con solttciones del i al z

por zoo de metabisulfito de potasa a sosa.

Otro procedimiento de desinfección c^ el empleo del vapar de agua,.

produeiclo por un generaclor de vapor, clejando actuar éste en la vasija.

dtu-antc varias horas.^stos procedimientos que hemos descrito son para vasijas usadas,

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bien conservadas y^anas, pero las vasijas nuevas y las que hayan conte-

nicío ^•inos enfermo:s necesitan tratamientos especiales, que son :

v_^slJns NuFVAs

Por a^^ua saZa,rl,a.-Se emplea agua salada_ hirviendo, a razón de tue-

dio l:ilagramo de sal de cocina en Io litros de agua y por hectolitro de

capacidad de la vasija; se bate bien el agua y se repite la operación has-

ta que el' agua del lavaclo salga clara y rin gusto a madera. Después se^lava con agua pura.

Po^r v^aj^^ar ,dc a.^t^^^a.-Se hace actttar el vapor dtu-ante varias horasy se repite la operación hasta que el agua condcnsada salga decolorada.

Porr el ^a^trca7i-í.ac^a.-Se emplean unos 20o ĉentímetros cíibicos de amo-níaeo por hectolitro, añacliénclole agua hirvienda, a razón de unos 3^4 cle

litro por hectolitro o, mejor, vapor de agua. Sc mantiene esta mezcla de

agtta y amoníaco dttrante varias haras en la vasija, ro ĉlánclola a menucít^,si es posible, y der,pués se lava repetidamente con aaua hasta que éstasalga completamente limpia.

1'nr el ric^id^o tá^rñri,co.-Los recipicntes de cemento nuevos clel^^en scrpreviamente^t^^^ta^r7.wcr,d^os, porque el cemento puede perjudicar al vino.

Se en^plean :

I lcilogramo de áciclo tártrico.

io litros de agua;

se embadurnan bien las parecles con esta solución dos o tres veces antes

cíe emplearlos y haciéndolo con tiempo suficiente, para que el clepósito esté

bien seco en el momento de stt empleo.

^:4sIJ^s usnDAS ri:v n7^r,^s co^nlcioNrs

Vasij^s a^viui^a^r^¢^clas.-Deben rar,carse enérgicamente sus paredes y

a cantinuación lavarlas con una solución del Io al ?o por Ioo de carbona-

to sódico o potásico en agua. 13s preferible emplear el agua hirviendo y re-

petir la operaci'ón hasta que cl a^ua salga sin olor a vinagre.V^a.rij^as ^r^tzara^olieci,d,as y^coa^t tri^al,o^^s ^olo^r•es.-Ráspense r,us paredes, y con

una hrocha o escobilla se emhadurnan bien las vasijas con ^,ua acidulada

con áciclo sulftírico en la closis ^de

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t litro de ácido sulfúrico.

ro litros de agua;

^.cun la tnisma precaución que antes bemos dicho, de verter el ácido sobre

el agua.

Se deja actuar este agua acidulada durante varios días y a continua-

•ción se refriegan bien las paredes con una solución del zo al ao por ioo

de carbonato sódico o potásico, para neutralizar la acidez del anterior

lavado y, finalmente, lavar bien con agua pura.

Después de todos estcs tratamientos es necesario escurrir bien las

vasijas y proceder a quemar una niecha de azufre, para que las vasijas

se conserven en buen estado hasta el momento de su utilización.

Eya reszcr^ryt,e;ac: Es de suma importancia en vinificación la e^crupulosa

limpieza de cuantos enseres y vasijas vayan a estar en contacto ^con el

mosto o vino, pues muchas de las enfermedades y alteraciones del vino

provienen de gérmenes o microorganismcs e^istentes en enseres y vasijas.

E>tas IIo,rAS se remiten gratis a yuien las pida a la Sección de

Pubiicaciones, Prensa y Propaganda, del Ministerio de Aaricultura.

GRAFICAS UGUINA - MEGENDEZ VALDES, Í- MAD@ID