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_4111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111111tlIIiIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII111111111111111L =_ MINISTERIO DE AGRICULTURA = SECCION DE DUBLICACIONES, PRENSA Y PROVAGANDA = ^^^^„^^,^^^^^^^^^^^„^„^^^^„^^^^^,^^^„^^^^^^^^^„^„^^^^^^^^^.^^^^^^^^^^^^^^^,^^^^^^^^,^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^„^^^^„^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^,.^^^^^^^^^^ =HOJAS DIVUL^ADORAS c MAYO, 1941 NUM. 10 ZIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIillllllllllllllllllllllllllllllllllllrr _^IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIWIIIIIIIIIIIIIIIIIillllllllll111111111111111111111111111111111111_`- - AÑO XXXIII ", = r^ Cómo elegir un tractor de ruedas o de cadenas Por I^^f,Anro Axnvl^n Hrizr.nin Profesor de ta Escuela deingenieros Agrónomos lil;eras, que antes requerían ganatlo. = L^^s modernns tractores de ruedas no ]lecan gan^as metálicas, sino fiig^an- te5cos neumátic^^s, que les permiten aumentar en mucho; cat^^^ su adheren- cia al terrci;o, mejorando la tracción. Gracias a cilos es posible conseguir ^^cioci^ladcs may^^res que con las garras y cadcnas para arra5trar cargas oímos el jui:i^^ certero de los agricultores que coucurren a ella - I^.stauios eu cualquier feria de ganados, y por to<las parYes haricndo la calificación de los ^nirnales que están = r>u<^stus a la venta. Se re^^iten apreciaciones sobre - uumulnnmmuunminuunuunlulmm^mmnummnunummunlnlamnnuummunnunuu^ ^L-^i:^1^I Ĉ): CGueo e/e,qir i^^^e drnctor de ruedns n rl^- ra^fenas. por Eladio Ar.uula Heredia, Yrofesor ^le Li I^:^curla de Iu- gcnicros Agnínomos.-1'oda d^^ lua^ pinos lo^^^cr^i^s, lior lo- s^ ^1." I3elenguer, ingenicor dc '\Tontc^.^-Lu q^^te ^^ulc^ ^l ca^vi- grejo tle río, Ix^r Luis I'ardo. ^ ^

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=_ MINISTERIO DE AGRICULTURA= SECCION DE DUBLICACIONES, PRENSA Y PROVAGANDA= ^^^^„^^,^^^^^^^^^^^„^„^^^^„^^^^^,^^^„^^^^^^^^^„^„^^^^^^^^^.^^^^^^^^^^^^^^^,^^^^^^^^,^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^„^^^^„^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^,.^^^^^^^^^^

=HOJAS DIVUL^ADORASc

MAYO, 1941 NUM. 10

ZIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIillllllllllllllllllllllllllllllllllllrr

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- AÑO XXXIII ",= r^

Cómo elegir un tractor de ruedas o de cadenasPor I^^f,Anro Axnvl^n Hrizr.nin

Profesor de ta Escuela deingenierosAgrónomos

lil;eras, que antes requerían ganatlo. =

L^^s modernns tractores de ruedas no ]lecan gan^as metálicas, sino fiig^an-te5cos neumátic^^s, que les permiten aumentar en mucho; cat^^^ su adheren-cia al terrci;o, mejorando la tracción. Gracias a cilos es posible conseguir^^cioci^ladcs may^^res que con las garras y cadcnas para arra5trar cargas

oímos el jui:i^^ certero de los agricultores que coucurren a ella -

I^.stauios eu cualquier feria de ganados, y por to<las parYes

haricndo la calificación de los ^nirnales que están =

r>u<^stus a la venta. Se re^^iten apreciaciones sobre -

uumulnnmmuunminuunuunlulmm^mmnummnunummunlnlamnnuummunnunuu^

^L-^i:^1^I Ĉ): CGueo e/e,qir i^^^e drnctor de ruedns n rl^- ra^fenas.por Eladio Ar.uula Heredia, Yrofesor ^le Li I^:^curla de Iu-gcnicros Agnínomos.-1'oda d^^ lua^ pinos lo^^^cr^i^s, lior lo-s^ ^1." I3elenguer, ingenicor dc '\Tontc^.^-Lu q^^te ^^ulc^ ^l ca^vi-grejo tle río, Ix^r Luis I'ardo. ^ ^

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el poder de cada ^-unta, calcuíando los dedos que micle sobre la

^marca, viéndola audar y aplom^arse ; n^^ íaltan discusirnies sol^^re 1<t

edad, que terminan con un siinple vistazu a los dieutes, ^ cíelatores de la

^^ejez. I_'ero, en todo momeuto, el co^upra^dor es dueño dc la situación, co-

noce lo que huede dar de sí cada animal y le señala valor sin equiv^xarse.

porque de sus antehasados ahrendió a elegir el ganado, a criarlo y ex-

plotarlo, persuadido de su papel fundamental en la marcha econcímica

de la lahor.

Hov _^^a uu es bastante con saber ganadería para organizar los tra-

bajos de la finca con ]as yuntas más haratas y mejores. ^1 oficio sc lia

complicado tanto, eil todos los órdenes, que es prcciso adquirir n^uch^^is

conocirnicntos nuevos l^ara salir triunfante cu la ccm^plc ja empresa ^le la

]^ig. i.--E^1 tractor, cuan^cio trabaja a la barra, arrastrandu aradu^s o car^nas di^^cr-sa^, transinite la iuerza de su motor por sucesicos en,^^ranajes, que reducen lave]ocidacl, Lastn las rucdas motrices, provistas de 2arras para a^e^urar la adhi^-

^ renci.^t.

agricttltura. llígalo, si no, el breve p^ero alecciona^l^r pasa^lo cIe los trac-

tores, lleno de fracasos para quienes los compraron ciegamente, alucina-

dos por su poder, sin darse cuenta de que, ante todo, es preciso puntua-

lizar lo que pueden hacer y luego darles el trato que necesitan para tra-

bajar bien, observándolos con.igual cuidado que al ^buscar y esplotar los

animales cle trabajo con las reglas de la experiencia tradicional. Así, el

a^gricultor de hoy tendrá que aprender de máquinas tanto, por lo menos.

camo sabe de ganadería, si quiere sustituir con é:^ito el trabajo animal

por el mecánico adoptando los tractores en vez de las yuntas, y su sal^er

actual se perfilará6 •de generación en generación, hasta convertirse en el

sentido mecánico que es indispensable en toda industria moderna domi-

nada por las máquinas.

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1'OSII3ILIllAllI:S DEI. '1'I^ACT(_)kZ

1^OKMAS DE TKAAAJO

1'ara upiuar sul^re la cvnveniencia cle un tractor eu cualquier finca es

precisv saber lo ^lue es capaz cle hacer... y lo que no le es posible hacer.

I,as figuras csquetuáticas que ilustran estas líueas muestran cómo el

l^inr. 2.-I^a tractor está sicmpre di^spuesto para trabajar st la polea, como moturfijo, en cualquier parte dc la finca. No necesita tma iustalaciún especial. I3astaralzarlo bien ^^ alincar su polea con la de la máquina que debe movcr, 1'^ara trans-

mitirla íntegra la potencia dcl motor.

tractor es capaz ĉle retnvlcar cargas-arados^nganchánclolos a la barra

(6g. i); su transEormacióu en n^otor fijo para accionar cualquier máquina

pvr evrrea-trillacloras-clescle la polea que ]leva unida el motor (fig, 2),

y, finaltneute, la moderna cotnbinación de amhos trabajos, por virtu^í de

la cual es posible remvlcar máquinas-atadoras, coséchadoras-comuni-

cáudolas al uiismo tietnpo fuerza para su trabajo por medio cle un eje

o árbol de fuerza que salc descle el motor y es puesto en rotación a vo-

]tmtad, mientras el ecluipo rueda sobre el campo (fig. 3).

^

Fig. 3.-líodernamentc se hace que el tractor trabaje al mismo tiempo comó tattractor, remolcando la máquina operaclora, una segadora por ejemplo, y comomotor para moverla. La fucrza se divide en dos partes : una, que va a las rue-das, y otra, que sc aplica a la máquina por el intermedio del eje o árbol de fuerza

quc salc del tractor por debajo del asiento.

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FCER7.A Y POTEtiCIA

Cuancio el tractor tira cle una carga enganchacla a la barra cíe trac-

çión ejcrce una fuerza que ntide exactatnente la resistencia opuesta lx^r la

máquina retuolcacía. )3s igual lo qae ocurre cuando con una vulgar ro-

Fig. 4.-Lo mi^smo que cuanclu se cuelfia un peso de l;r romana y el índice srfialala fucrza en kilogramos necesaria para sostenerlo eu el aire, así el clin.un^^metro,intercalado entre el tractor v el arado o]a máquina remolcada, mide, en kilo-gramos, la fuerza {le tracci^ín <lesarrollada, yue es igual a la resistencia opuesta

por la carga.

mana cíe resorte, gracias al esfuerzo cle nuestro brazo, levantatnos un

peso. Los kilogramos que marca son la meclicla clel peso y de nuestro es-

fuerzo para levantarlo (fig. 4).De una manera semejante poclemos intercalar entre el tractor y el

arado o la máquina arrastracla un resorte con su escala en kilogratnos.que concretameute llamaretuos ya cíinamómetro, para saher, mientras el

equipo marcha, la fuerza en kilogramos que desarrolla el tractor (fig. ^).

Esta fuerza, cuancío es cle 75 kilogramos y se sostiene tnarchando el

tractor a velocidad de un tnetro por segundo-3,6 km. por hora-, repre-

senta un caballo de vapor, que es la unidad de potencia.Bien se comprencle que ese mismo caballo queclará lograclo con la mi-

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tad de kilos arrastrados a cloUle velocidaa, o viceversa, y, en general.

cualquier reparto de kilos y de tnetros por segundo cuyo prod ŭcto sea ĵ5.

si se trata cle un caballo. De moclo que la potencia, sea ya cualquiera el

nínnero de caballos, está compuesta de dos factores-fuerza y velocidaci-

enlazados cle mancra que cuanclo el wio aumenta el otro clisminuye en

hroporción, ctunpliéndose el conocido principio cíe que lo qiar s^e g^asuc e^rt.

f t.tcr^a sc f^i^c7u^^ cti ccr•ttt^int^o u^ecw^r^ikf^o.

Por eso, tut tractur de a6 C. ^'. a la lk•trra, cuyas U•es velocidades sean

.^,0-5,2 y 6,:} 1<ilóiuctrt^s por hora, rtluivaleutcs a i,1-t,4 y t,8 metros por

^^

Fi^. 5.-Son suficientemente expresivas ]as posiciones que toma el casco del ca-ballo, cn busca dc apo^•o para a^'anzar. EI tractor imitará csto ĉ m'pvimicntos,:ulosando a la ]lanta dc ]as ruc^ias garras tuetádicas que dc proporcionen apoyo

semcj ante.

segunclo, daríl a la barra fuerzas cie traccióu de I.o83 kilogratnos, en la

velociclad más alta, I.393 kilogramos la interme<lia y T. ĵ i3 kilogra-

mos en la más baja, hern^itiéndonos acon^odarlo a las distintas resis-

tencias que oponga el araclv, segúu diuiensiones de la labor y particula-

ridades del terreno.

LA ADIIERENCIA

Pudiera creerse due con este desdoblatuiento cie la potencia en fuerza

y velocidad cabría rodar unty despacio y obtener al ganeho esfuerzos tmty

graudes, o acelerar la marcha cuando se trate de débiles tracciones ; 1>ero,

ciesgraciadamente, no es así, porque, particularizancio al primer caso,

para transuiitir tuta fuerza nnty grande es preciso tener uu ptu^to cle

apoyo con firtneza bastatite donde aplicarla, y ello rara vez lo pertnite la

consistencia del terreno.

En la figura 6 vemos cómo se Ituncle en el terreno la pezuiia del ca-

hallo, buscando apoyo para tirar hacia adelante. Lo mistno la garra del

tractor se clava en la tierra, la con^prime progresivamente, y cuancío ya uo

puecle comprimirla más, ella le ofrece firmeza para asegurar el avanee

ciel tractor.

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La figura j l^ermite apreciar las posiciones sucesivas cle una garra

v stt trábajo compri}uiendo la tierra en todo el recorrido rayado, hasta

ilue<lar vertical. Si en este recorrido encuentra la resistencia que nece-

sita para apoyar el tractor en su rócladura, la n}archa está aseguracía ;

de lo contrario, a partir de esa posicián vertical, la garra, en vez de seguir

compritníendo, trabaja co}n^r una pala, tira la tierra fuera y sobreviene

indefecti^bleiuente la patinada del tractor. No pode}nos en tal casc^ lograr

t 2 3

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l^ig. 6.-La: garras adosadas a la Ilanta clel tractor buscan, al clavarse eu el tc-rreno y aprctarl,t^ tra; ellas, el apoyo firmc que neccsita el tractor para avanzar.Obsérvese cbmo desde el momento de tocar el suelo la ñarra, hasta alcanzar suposición vertical, e] terreno es comprimicio, y véase también cGmo ^lescte esteinstante la ^arra cleja de comprimirlo [iara com-ertirse en una pala que ^aca ^latierra violentamente a la superficie. Se aprecia, aclemás, que no conviene colocarla cara activa cte la garra normal a la llanta (2), ni menos inclinarla hacia atrás (I),porque se acorfan el recorrido de; c^ompresión del terreno y]as probabiliclades deencontrar el apoyo bnscado. La posicibn (3), inclinada hacia dclante, es, por eso,

• la más recomcndable.

la fuerza cle tracción pretencli^cla f^.ar f^alt^a ^^fe ^rnrlFr,en^c^^^zcia. ^dcl^ t^r^^cactorr ^1

tc^^^re,^ao, conlo genéricanlente se dice ; es lo que ocurre cu las tierras are-

nosas y en las muy cargadas de hu}nedad, cuyas partículas reshalan bajo

la compresióu y no consienten a la g^arra el apoyo firine que va buscando

al aplicarse contra el terreno. Es también lo clue observanlos cuauclo hav

pieclras y restata imposible la compresión uuiforme ^ue necesita la garra

para apoyarse.

De aquí la idea de no confiar a una sola garra el éaito de la traceión,

sino multiplicar,el número de las que actúa>i siinultánea}ueute. I^sta idea

es el origen de ^los tractores cle cadena, cuyas garras, en núu^ero crecido,

cluedan clavadas verticalmente en el te^ reno para repartirse entre ellas el

esfuerzo de tracción, compriiniendo la tierra horizoutalmente }nientras

el peso del tractor la apisona verticalnlente bajo las cadenas. La adhe-

rencia est^í mucho mejor asegurada y la rodacltn•a se hace sobre una ver-

clacíera cremallera, cloncle engranan las ruedas m^trices, como muestra la

figura 7.POTENCIA A LA POLEA Y A l.A }3ARRA

Consecuencia cle las pérdidas que tienen lugar en los mecanisn}os, de

la trans}nisión, v sobre todo en el reshalamiento por insuficiente adheren-

cia, es la ^<lesaparición de bue-^^a parte de la pote^ncia que el motor propiá-

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mente cli^he> clesarrolla. ^^sí crcurre que cuaudo éste a la holea, como mo-

t^n^ fij^^, ^^rulx^rtiuna, l^or ejemplc^, ^}o C. V., no cabe obtener más de

>h C'. A'. a la harra (el 6^ hor ioo), si ca tractor es de rue^las, o a lo stuuo

I^i^. 7.-En cl tractur <le radcna^, la^ <narras quedan cla^^adas verticalmente en eltcrrcnu ^• la radcna sircc dc camino .c^uro a las ruc^las dcl trartor: cl par tra.ero

^li^ ru^•^la= ^I^ut.ul;^. rccihe la tucrza ^^ cngrana .obrc^la caricna c^^mo si iuc,c tuia^ rcmallcra :^n fin.

3^ C. ^^. (el So ^>or too), si es de cadeuas, sul>unieiidu ^jue marchen sohre

tcrreuus ]lam^s ^- <,Ic acll^rrencia satisfact<n-ia.

l^,;te es cl ^n-igeu cle ^jue al catalogar los tractores se utilicen dos cifras

l,^ira la Lx^tenci<i, re^>i-eseutativas ^le los caballos clue desarrolla cl tractor a

la harra ^^ ^i la ^x^lea, hor ejeinhl^i ^_>6^.^o C^. ^^. ^^ara el ^le rue^las quc^t^e-^

i^im^^s cit^tn^lo.

Siii euibargo, algtinas veces, para e^agerar las pvsibilidades del trac-

toi-, los acn^ledorc ^ se limitan a eiilazar la potc:ucia noriual del ^uotor a la

pole<l y la niásinia rjtic cii tm instai^te dc sobrecarga puede desarrallar,

cifra esta íiltima iwi• entero iuíttil, ya que jainás se har<í ningítn ^álcttlo

<le trabaj^^ p^rmanentc c^^ntando con ella (r).

l,s precis^^ tambiéu aclvertir ^lue la hotencia ^le los catálo^os se refiere

^icinl>re al iii^^el del iuar,.^^ ^jtie ^^ur el solo hecho de hacer fttncioiiar los

motores en lugares altus ^^^ierdeii el 16 por roo de su potencia ĉada mil

metros quc se cle^an en altitud. 1'or eso, en la meseta castellana, a seis-

cientos n^etrns s^^l^rc el nive] dcl mar, la po^tencia uormal disponible es

_^^a tui 1^0 ^u^r roo ^uenor ^le la ^^atalugada.

I,a ^>otencia a la l^arra, rual^^uiera que sea el sistema de propulsiún,

>,ufri^ una tucrte l^érdida' ruand^^ se ren^ontau pendieutes. ^ntonces el

^^es^^ ^^.rohi^^ ^lel trart^^r le iu^luciría, cuando quedase parado y sin frenos,

a ru^lar pr,r la cu^sta abaju; es evidente que para contrarrestar este es-

fuerzu ^le retruces<^, <íurante la m^ircha cuesta arriba, se consuniirá, en

^nua ^^ér^li^lu, otra fuerza igual de tracción.

(^) Para rvitar esta mala costumbre, los certifica^l^^s uticia^le: de ensayu ^le;os iractores cn \^irteamérira estimau ^lue la potenci,t máxima de trabaju a lapcrlea nu dcLe citrarse en m^^s ^lel ^{S p^ir ^cr^^ de la que se deteriuina en las prue-bas al íren^^, y en s^íl^^ el 7^ ^^or ^oo la n^^nnal a la barra cun respectu a la me-cii^la cn loĉ en.at'os dc tracci^ín.

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Ll 1>eso cíel tractor trepando por .la rampa de la figura 8 da una

co^nponente que le incluce a rodar cuesta abajo, cuyo valor es un tanto

l^ig. S.-Cuanct.r cl tractor está sobre terreno llano, no existe el pe]igro de qucp^^r sí solo empiece a rodar, como sucede cuando está en una tierra pendiente. Lafucrza ll, que le solicita a descender, resulta tanto mayor cuanto más pesa cltractor ^^ cmpinada es la rampa. Ello sig^nifica que el tractor pierde esta fucrza

para ]a tracción útil, invirtiéndola en subir la ^^^endiente.

por ciento del peso casi igual al de la pendiente. Es decir, que las dos tone-

ladas y ruedia de uu tractor de 26 C. V. a la barra, cu^ando trabaja en rarn-

lhti del lo pur Ioo, consunl^en 25o kilogramos de fuerza, qtte vienen a nler-

mar los I.o83 kilogramos proparcionados por la velocicía<1 alta, lo cual

supone wIa pérdicla nada ntenos que cle casi la euarta parte cle su poder.

Por añaclidttra, la adherencia en cstas tierras pendientes resulta per-

juclicacía por el cíistinto reparto del peso sobre las ruedas delanteras y tra-

seras, que cambia la estabilidací cíel tractor con respecto a como era en

tierra Ilana.Todo ello es l,^reciso tenerlo en cuenta para no rebasar jamás la po-

tencia que prudentemente puecíe solicitarse del tractor, cousiderando que

,i cuando nuevo resporidía a]as cifi-as catalogadas, el uso le hará envejc-

cer y rendirse a cualquier sobrecarga. Recordernos a toda hora que una

}-unta nunca debe trabajar dando cuanto puede bajo la arnenaza del palo,

y que sin éste, y a pesar de tratarla bieu, los ailos acabarán ahogando sus

l.n-íos corno los del tractor.

tiATURALE'LA Y COtiFIGURACION DEL TERREIvO. COtiDICIOtiES OPTIMAS DEL

TRAI3AJ0

Acaba cle verse córno el poder del tractor resulta menguado por culpa

de una adherencia deficiente. La soltura del suelo unas veces, su exceso

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_y_

cle luimeclací otras, quizá ]a abundancia de piedras o vegetaciói), favorecen

que patine y malgaste su fuerza.

La configuración de las parcelas también es decisiva, segím queda di-

cho, si existen pendientes. Aun siendo llanos, los pedazos pequeños, con

lindes sinuosas, son impropios para trabajos mecánicos. Otro tanto ocurre

cuando hay árboles salpicacíos desordenadamente, que cortan la continui-

dad de los recorridos, impidiendo trazar largas rectas paralelas, con las

cuales dejar el campo enteramente trabajado.

Es preciso formarse el concepto de que al introducir las máquinas

para los trabajos agrícolas se pretende transformar la e^plotación clánclole

carácter industrial, y que el porvenir del cambio de sistema radica tanto

en la bondad de las máquiuas como en la tlomogeneidacl cle la materia

prima que trabajan. Vale la pena pensar en lo que suceclería en una in-

dustria cualqtiiera que operase con materia^les de constitución variable a

cada momento : la máquina que labra madera o el torno encargado de

sacar al metal virutas, como las de tierra que voltea un arado dc verte-

dera, queclarían iuservibles en poco tienlpo si entre la nladera o el ^netal

menucíearau partículas cluras o irregtilariclades que impidieran una mar-

cba uniforine.La indush-ia maderera o la metalúrgica no trausigen con materiales

malos; exigen identiclad absoluta en las piezas que han de trabajar, y

si uo lo consiguen, rechazan la obra o recargan desmedidamente su precio.

El agricultor que se indusMaliza acloptando máquinas, ya tiene espejo

donde• mirarse. Si su ntateria printa, si su terreno etI el caso de un trac-

tor, es tan igual y llano que no pueda diferenciarse un pedazo de otrc^

pedazo, el éhito le acouipa^iará. Si no, yx lo sabe : la obra resultará cara

con los tractores ; habrá de buscar malelos especialmente robustos y costo-

^os, y, en clefinitiva, tendrá que carb r a la labor unos gastos mayores ; igual

que el maderero, cuan^do sierra piezas de mala clase a disgusto, se 1)re-

^^ene cobraudo ]a operación cara y calcula, incluso, lo que ha de caI-gar

por cada puuta metálica qtte encuentre la sierra. ^ Hace cálculos seme-

jantes el agri^cultor? z Se. anticipa previsoramente a las averías que le^

aguardan cttando su equipo de labranza choque con las piedras o con

las raíces ocultas en el suelo?

TKACTORES DE RUEDAS O TRACTORES DE CAllENAS

Hay que resolvcr el problema del motocultivo con los ojos puestos.

en la econonúa clel sistema. La finca no puede constituir una exhibición

cíc máquiuas ^°aras yue, aun trahajando bien, se coman e] beueficio.

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]_a priu^era cuestión será, pues, exaniinar las condiciones del terreuo

y]a ínclole del trabajo, ver si no falta adherencia al tractor de ruedas

1>ara ejercer la fuerza de tracción due requiere la labor o si la natura-

]eza d^el suelo le Poudrá en trance cle patinar y l^undirse, liasta caer vcn-

ci^lo, en el propio hoyo cavaclo ^or sus rued^is.

]3ntouces entra en liza, enfrentáncíose con las condicioues adversas <le^l

terreno, el tractor niontado sobre cadenas, nlenos propenso a patinar, per^,

niás pesado y costoso de aclquisi^ción y sosteniniieuto. Quizá sea posible su

éxito donde el de rttedas quedó in^potente; pero si no lograra tampoa^

vencer la oposición del suelu a dejarle adherirse para avanzar, la fiuca

sería caso perdido para el n^otacultivo. Las lacleras fuertes, doncle el tr-ac-

t.^r oruga no puede trepar; ]us terrenus tan sueltos o resbaladiz^^s que r^o

oErezcan firmeza a las cacleuas, que^laráu inespugnables para rualc^uier

otro tractor. Habrá dé volverse entunres la^ iuirada a las^ yuntas, para

^onfiar a la iniinitahle artictilación ^le sus hucs^^s v_ de sus músculos el

clominio de cuanto es inaccesible a la niecáuica. ^

La íudole del trahajo tainbiéu deslinda 1os cainpos de los dos tipos

^le tractor. Si se trata de lal,c^res <<ue i^hongau gran resistencia hor ^er

hondas y el terreno clifícil, 0 1>or c^mvenir hacerlas con arados de ;;ran

anchura para trabajar inucha superficie en la jornada, ahorrancl^> núniero

cle tractores en la finra, la 1>ntencia a la barra tendrá que ser in^portante,

y coiuo Para obtenerla es 1>rcciso sufrir una l^érdida no in[erior al 20

h.^r too eu los tractr^re> rn-uga, ni al 3^ hor ioo en los de ruedas, crcurre

^lue la difereucia a fa^-or ^le la hrupulsibti sol^r< cadenas es inuy estiina-

hle, a 1>artir ^le n^^^:^^t-e, ^^ur desarr^^llau uií^s <le 5o C. V., ]os cttales

perderían ya r^,5 C. V. de su hotencia, al transn7itirla a la barra

montados sobré rue^las ; n^i cabe ducl_a cle la superioridad de los orugas

^^ara tales •_asns.

]^n cambio, a ineclida que la re5isteuria de la labor baja y^lismintrye

^por ello la potencia necesaria, <on ya menos los caballos l^erdi<los v:ul-

cluiere superiorida^l la propulsión sobre rueclas, n^áaime si ^el tractor va

•equipado con neumáticos, cotno el dc la fotografia que encabeza estas lí-

neas, y consiente utilizar toda su potencia, aunque rcmolque cargas ligc:-

ras, con sólo forzar la velocicla<l, sin niietlo a los choques fune^tos, yue su-

íriría llevancío llantas o cadeuas niet^ilicas.

Esta adaptación cle los tractores con neumáticos a la ^narcha rápicla

lx>r caminos duros y por las tierras labradas sin apisonarlas signifi:a tin^^

de sus triunfos más recientes sobre los tractores oruga, que no pueclen

^r a gran velc^cidad, v sobre las yuntas, que antes eran insustituíbles en

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_„_

las íiltiiuati labor^s cle sieiiibra y eu Icis acarreos. Yoi• añadidura, la^ íilti-

rnas pruelkls herhas cun tractores ^^r^wistos ^le ^neumáticos hau dado el

^orprendeute resultado de elevar al 8o por ioo la potencia dishonible a

1^. barra,. cuando las c^^ndiciones del terreno son favorables.

Si a esto se añade que cualquier tractor cle ruedas puede ^irar cn

un radio ^tan corto coino los cle cadenas, dotándole de frenos indcpei^di^n-

tes a]os semiejes traseros, para hacerle pivotar, como un comP^is, sobre

la rue ĉía iuuiovilizacla, se comprende 1a proximidad en el ordcii técnicu

etitre las ^x^sihili^lades ele anibus ri^actores, cti^^a pu^na se centra ^^a s^ibr^•

el hreci^ cle c^illpra de^ uno y oYro.

covsi^^^.xAC1o^LS ^zco:^owilcns

I?1 ^^unt^^ <le l^articla, en la tnayoría cle Ios casos, para a^lohtar -uu trac-

tur, es el níunero de días que trah^jará al afio, iuclus^ cuando está desti-

naclu esclnsivamente a alguna uperación difícil ^lue sólo él hueda realizar.

Tal cúinputo ^le clias ^l^ irabajo resulta de suiuar las te^ul>oraclas ^ii

r^ue funci^^ne el trazt^^r c^m^u tal, arrastran^lu arados o^uác^uinas cliversas,

^^ las cani^^ai^a; ^^uc ha;;a ^^^,nu^ nx^tor fij^>, uwviendo la trillad^^ra, las

l^oml^as <lc riegu, cl ^n^^liiu^, la ensila<l<,ra _^- cualquier otro a^^arato instala-

rlc^ cn la finca.

C^^nuci^lo el in-eciu <Ic cu;te ^lel tract^^r, sea cle rttedas u<le cadenas,

^• las horas cle stt vi^la iítil, ^^ue rara ^^e-r_ rx^,c<lerán de diez inil, se ^leter-

min^au l^is añ^^s ^^ue clttrar^i en buen uso ^^ Ia ^^^érdida de valc^r ca^la hora

cle tral^aju. Pc^r <^tro lad^^, cs hrecisc^ anre^ar a este gastci h^^i-ariu la partc

<ie intereses que an-resp^m^len p^^r h^^ra al capital invertido ^^ara con^-

1>rarlv ĉ l^^s pe^^uefu^s cl^sembolsos de ronser^^aciún ^^ seguro. Resta. ccmu^,

ítlti^na partida, e1 sucl^lo del ilie^áiliru y el c^^nsttiuo horario de conil^us-

til^le, grasa; ^• rrcaml>ii^s, íácile; ^le ^•alorar a^^uéllos y menos fácil el de las

reharaciones, ^>or deheuder tanto ^le la caliclad del tractur cou^u <le l^>s

cuiclados que reciba, aunquc no ^lehe rsceder 21e una peseta a l^a h^^ra l^ur

ca<la diez mil ^^esetas ^le a^ste ^del tractor.

C^m t^^^los l^^s ^latn: precedeutes eu la ^nan^^, _^• cunvci^lo el ci^stu ^lel

trabajc^ c^m yunt^^^, iácil es ya prnntmciarse pcn- la solución m^tis ccon^ími-^

ca en cada cas<^, tenieuclu mu^° a la vista ^jue el tractur sustituva t^^talmeute

a las yuutas 5u^^riniitlas, es decir, yue nu faltt lue^,r^^ gana<lo ^^ara ]as ]a-

lxrres li^,reras ^^ los acarrcos. Sin este análisis iinparcial ^>n^lría caerse cn

la equiv^^cación cle reemplazar yuntas, ^^uc luego resultau insustituíl^^les en.

<leterminacla ép^ca del añ^^ y habrí^an de mantenerse n^uchos ^neses siii

trahajar, <^ a^lu^^tar un ^_^st^^s^ tract^r oruga donde cabe la solucibn más

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barata de ]os ligeros h-actores de ruedas, que es en la inmensa mayoría de•

los casos. El error entonces pesaría a diario sobre el coste dél trabajo y

mermaría innecesariamente los beneficios, de por sí cortos, que puecíe

sacar el agricultor de sus tierras. Alií es donde debe ^star presente cl

instinto económico del empresario y el asesoramiento certero del técnico,

excluyendo la solución expeditiva de recomencíar lo más caro, cuándo sea.

posible igualar los resultados con tractores baratos.

Poda de los pinos jóvenesPOl' JOSÉ I^^I.a I3ELENGUEI2'

Ingeniero de Montes.

Siempre ha e^istido en los cultivadores agroforestales un afán muy na-

tural en pretender lograr que las plautas resinosas de sus cultivos, sin-

gularmente las pinos, crezcan con suma rapide^z en altura; pero lo^que ya

no es natural, ni lógico, es que crean lograrlo sometiencío a estós pobres

árboles a mutilaciones desastrosas, que producen el efecto contrario al

deseaclo, siendo ta11Yo más de lameutar cuanto que esta práctíca es de-

bi^da a que la gente de campo iuterpi-eta erróaeam2nte la función carac-

te.rística que preside la vida y desarrollo de las resinosas, confwidiéndo-

las con ]a cíe las plantas de hoja plana o fi•onclosas, }' especialmente con los

f rtttales.

Este hecbo que expongo es tan cierto y fácil de cotnprobar que basta

fijarse que es, en las regiones en, doncle existe en tnayor intensiclad y ex-

tensión el cultivo agrario del frutal arbóreo, en doncle son peor tratados

los pinos, existiendo zonas en la región de Levante donde se ven masas.

cle pinos gran<l?es o pequeños qtte tnás se parecen a ejércitos cle gigan-

tescos pinceles euhiestos que a un monte alto, joven o adulto, tratado con

métocio y orclen, siendo consecuencia estas formas monstruosas cíe que ]os

propietarios creeu pueden ser ayuclaclos los pinos a crecer en altura por

medio de las caricias de las hachas y podones, resultando, por clesgracia

para ellos y 1>ara la economía nacional, que cuanto más ramaje les qui-

ten peor crecen y más lentamesrte llegan a la altura deseada.

Como no es nttestra iclea poner cátedra al escribir este apunte, clacla

la característica pedagógica de estas HoJns, explicando técnicamente el

poi+qtité de estos fracasos, sino dar a conocer sencillos tnétodos de cul-

tivo, vamas a esponer un procedimiento por nosotros practicado varias

veces con éxita I>ara PODAR los pinos jóvenes, con el fin de Ilenar las

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aspiraciones de ]os pequefios forestales que preteuclen crear cu pocos aiios

alrecledor de sus ntasías, casas cle cainpo, ^de labor o de recreo un grupo

^le 1>inos éle tres a cuatro metros cle altura, 1>crmitiendo sentarse bajo su

Sombra y a la ^-er recoger los efluvios de o^ígeno del que cs fama des-

prenden los pinares. No obst<-tnte, heinos cle clecir que nuestro nlétodo

está 1>asado en un hecho naturai d^el crecimiento de las 1>lantas, que con-

siste en que son ^exjuísiinas las resinosas que pueclen regenerar un ele-

mento leñoso per^lido, pues carecen cle la facultacl cle disponer de }'emas

lll' reSf'.1-Va.

Siempre que lus ]^inos queclau achaparraclos y deformes^ clurante los

hrinteros aiios qe:e siguen a su plautación, acontece porque han perdido

I^t yema ,lel t.au central o termiual, y todos los de las ran^as niás bajas,

cn su afán de reein]>lazarle, suhen a]a par, y coino generalni^ente les afecta

cl mismo clañ.^ ^lue al prin^ero, son las siguientes las q^ue ]os emulai^^ y

ix>r ello piercle^i su porte característico y se ven esos pinitos que iuás pa-

reccn escobones clue hermosas couíferas.

Si se tiene cuidaclo de impedir que se pierda la yenta terminal o del

^•ástago central, ,^ara ayuclarla a subir rápidamcnte no hay cosa más prác-

tica que suprimir las ti•emas, pero sólo ]as yemas (cosa de uu centímetro

^del extremo o]ntutit<1 de las ramas) de las raniitas sigt^tientes, descen-

^lientlo de los ve^-ticillos (pisos) prinieros, pues como ya no puecíen cre-

cer ^uás por esta estremidad, por la amputación de la yeina terminal,

t^^da la savia asccuclente se consuriiirá estirando hacia arriba el tt-onquito

ceutral y procluc^enclo nuevos verticillos o pisos sobre los que deja^nos

sin potlar. '

Al aiia sigui^nte no se pocla el pino, y a los clos o tres años, segím la

iuerza cle su creciniieuto, tendrá nuevos pisos y se poclau los más viejos,

„ sea, aquellos elue se clejaron eu la pocía clel priuier año, }' así sueesiva-

niente se conr,':túa mientras alcanceinos con las manos a]as ramas que

se han de podar; y cuando no, se debe segttir la operación valiéndose

^le una esealera, silia o, también, con unas tijer-as cle pcrclar cle lanza,

coutinuando hasta que el arbolito llegue a tener los tres metros.

>Ĵntonces ya no hace falta nuestra intervénción por la parte alta y hay

que atender a la^ ramas que fueron d^espttntadas en los primeros años.

I.a corteza del pin^ va auinentaudo de ^grosor a medida que el hino crece

cn alttu-a, y llega un momento en que la parte externa muere, aunque no

,e clesprenclc, y esto explica la diferencia de coloración y estado, pue^s

cuando está viva pertnanece vercle, y en cuanto se muere, aparece pardo-

rojiza, siendo continua la joven y agrietada la vieja, debido a que se rom-

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pe al aurnentar el grusor del árbol. 1'ues bien : cuando el tronco tiene ya

corteza cíiierenciada, se le pueden cortar aquellas ramitas que tienen su na-

citniento en la parte de troncu cou corteza vieja, pero de ninguna manera

las que n;acen en la parte joven y verde. Por ello, cada año o cada dos

años, cuando se tertuinó el trabajo de la poda dc las extreuiidacles de las

ratnitas, procede ir poco a poco suprimiendo las ramas tnás bajas, hasta

]legar a una altw•a que permita pasar por debajo de los pinos, en^ cuyo

fnomento debefnos ya dejar a la natttraleza yue termine su formación,

porqtte ya se habrá logrado iiuestro propósito dc disfrutar de su sombra

_v benehcios ^balsámicos.

I?n uua finca de uti vecino próximo a uu Vivero Regional se plan-

tó un centenar de pinitos en una parcela irente a la faehada de la

casa, con el deseo que indico, pero no sé cuidaron de cultivarlos, y cuan-

<lo nos ]lan^aron para pnner remedio a aquel desastre (tenían siete años

v apenas levantaban ^nedio tuetro cíel suelo), porque había en cada pic

nlás tallos clue en un rosal, parecía aquella pinaclita un l^rezal lleno cle

leña. I^n ningtín ejemplar existía el tallo principal, pues debió de morir

cuanclo los pinos alcanzaban io ó i2 centímetros cle altura, por la pér-

dida de ]a vema terminal del tallo, y se tuvo que elegir de todos aquellos

tallos torcidos y rast:-eros el que podía euderezarse más y ser más fuertes

como así se hizo, y ŝuprimiendo los clemás y las yemas termin.ales de las

ramitas laterales de los elegidos para centrales, se pudo lograr que los

pinos subieran fnuy de prisa; pero todos o casi todos llevan junto al suelo

la señal de la bas±ardía del tronco, a pesar de clue, según me dicen, al-

canzan hovi ce:-ca de seis tnetros de altura. ^

!o que vale el cangrejo de ríoPOT I,UIS PARDO.

«EI comercio de este crustá-ceo en España aicanza cifrasconsiderables•.-S Couan^esVuvou Piscicu/^ura d¢ aguadulce.

Stt carne blanca v el agradable sabor le hacen fuuy alxtecible ; si stt

digestión re5ulta tnás lenta que la del pesoacio, lo misma sucede con

otras eshecies próximas como la langosta y el langostino, que tan altos

precios logran en el mercado. Posee gran cantidad de sustancias nitro-

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I;enadas, escasísinta cle ^rasas y lrastantes sales minerales; su composiciói^

cs como sigue :

\^ua ..............................................................\1ateria: nitro^cnad^i: .....................................(^ra,as ............................................................l'rincihi<^: extractiv^,s n^^ nitro^enadu^ ............Salc; mincrales ..............................................

l^st^í iuuy clifun^licla la c^pinión de ^jue resulta

^^,22 hor ia^i ó,oo -0,.^6 -^,ot -I,31 -

in^zs sabroso cuando^nás re^^ient^ está la inu#la clel caharazón, ^lue, para su ^ ĉ reciinicnto, efectúa-

periódicau^ente.

l.a ^leniwtnda de que es objetu en e] u^ercado hace que su aprovecha-

Prouincio de,orodacción can,qr^^er^a inuy aóandanfePnouinaa,r id id_ abundanfe

id id id ^nedianaid id id efcafaid .ri^ id id o de ,o^oducción nu/a

^

#Hi #

O

u^iento alcance cifras estiu^ables en la riqueza nacional. En Madrid.clurautc cl períoclo hábil, entran unos a5.ooo kilogramos, que, en su ma-yor pat=te, proceclen clc Burgos, figuranda luego Ciudad Real, Guadalajara,

Cuenca, "/.aragoza y Soria. Los envíos van consignacíos casi en su tota-

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lidacl a un curto número cle cornerciantes al por tnayor, los cuales proce-

clen a su clistribución entre más de cien revencieclores, aproximadamente,

declicados a la venta fija en los mercados o a la ambulaa^te callejera.

I,os mayoristas abonan a los pescadares ?,5o a 3. pesetas i^or kilogra-

mo ; los seleccionan por tamaños, y, por docenas, los reparten entre los

miuoristas, cluienes los expenden al consumidor de análoga manera, cal-

culándose que el precio meclio a que ]os adquiere el píiblico es de io

pesetas el kilogramo. Es decir, que los 25.00o kilogratnos veudidos en

uuestr.a plaza alcan-r.an uu valor de 250.00o pesetas, cifra que más bien

adolecerá de error por defecto que por exceso (t).

La producción cangrejera de I3urgos es inteusa, clando lugar a^rna

verdade^ra t•iqueza ; en un expediente instruído con motivo del arrenda-

ñ^iento dc un truzo del río I3aiiuelos, cn ténniuo tuunicipal de .^^randa ^?e

Duero, se consignan interesantes antecedentes facilitados por la Jefatura

cíel Servicio Piscícola de aquella provincia, cou relación al río mencio-

nado.De ]os datos recogidos resulta que proporciona por término rn^edio

8o clucenas cíiarias durante los cuatro rneses y mecíio (i6 de junio a,3i

de oaubre) en que está levantada la veda, haciendo•un total de ii.ooo

clocenas. EI precio a que se cotizan en la ci^ada localidad burgalesa puecle

calcttlarse en ?5 céntimos docena, u sea un total de 2.75o pesetas.

El río Voltoya, en Segovia; el Adaja, en Avila; el Iregua y el Na-

jerilla, en Logroño ; los ríos Duero, Ucero, Abión y Mazos, en Soria ;

el Piedra, eu Zaragoza, y el Guadiana y^Ialagón, en Ciuclacl Real, son

también consicíerados como excelentes productores de cangrejos, propor-

cionando estimables ingresos a numerasos pescadores. Estos los capturan

utilizancío el conocido arte denominado retel, lamparilla o balanza.Pata regularizar cíebicíamente el mereaclo, }^ pocler experlclerlos aun

en época cle veda, sería de clesear se multiplicaran los lugares donde se

les cría en cautividad (establecim,ientos o parques de astacicultura ; cíe

Astaeus, nombre científico del cangrejo), de los que ya existen algunus

en I3ttrgos. Con peqtteño dispendio y escaso esfuerzo se lograrían acep-

tables beneficios y se facilitaría la repoblación de otras aguas esquilmadas.

(r) Las cifras dadas fueron obtenidas en 1os primeros meses de t936.

Estas Ho.rAS sc remiten gratis a yuien las pida a la Sección de

Publicaciones, Prensa y Propaganda, del Ministerio de Agricultura.

CRAFICAS UGUINA - MELENDEZ VALDES, Í ^ MADRiU