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INTRODUCCIÓN 11 de gobernantes viven de crisis en crisis. Siempre necesitando desestabilizar aquí y allá. Así encontramos en la historia de los regímenes totalitarios, bien sea de derecha o izquierda, comunistas o capitalistas, simi- lares estilos despóticos de gobernar y las mismas idiosincrasias, apuntalados en la premisa de «el fin justifica los medios». Tomemos por ejemplo el caso de Hitler y Stalin quienes con- temporáneos pero a su vez enemigos acérrimos pues profesaban doctrinas políticas opuestas, se enfrentaron a muerte durante la Segunda Guerra Mundial. En una comunicación privada en junio de 1933 (Rauschning, 1940), poco tiempo después de ser nombrado canciller de Alemania, Hitler dijo acerca de la Guerra Civil en los Estados Unidos: Desde la Guerra Civil, en la cual los Estados del Sur fueron conquistados, contra todo pronóstico de lógica, los Americanos han estado en una condición de decadencia tanto en lo político como en lo concerniente al apoyo popular… América nunca se había sumergido tan hondo en el fango de su progresiva auto-destrucción… Los comienzos de un amplio y nuevo orden social basado en los principios de la esclavitud y desigualdad, fueron destruidos por esa guerra y con ello todo el embrión de un futuro grandioso para Amé- rica, que pudiendo haber sido gobernada por un equipo de caballeros que hubieren barrido todas esas falsedades acerca de igualdad y libertad, sin embargo fue gobernada por un conjunto de hombres de negocios corruptos (págs. 68-69). Generaciones posteriores han podido confirmar que él y su grupo de asesinos integrantes del partido nazi, fueron quienes mostraron ser «progresivamente auto-destructivos». Podemos comparar esta declaración con lo dicho por Marx en el Manifies- to Comunista, la quintaesencia de la revolución bolchevique: Hasta ahora, cada sociedad ha estado basada, como se ha visto, en el antagonismo de los opresores y las clases oprimidas… Los trabajadores modernos… en lugar de cre- cer paralelo al proceso de industrialización se hunden más

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INTRODUCCIÓN 11

de gobernantes viven de crisis en crisis. Siempre necesitando desestabilizar aquí y allá.

Así encontramos en la historia de los regímenes totalitarios, bien sea de derecha o izquierda, comunistas o capitalistas, simi-lares estilos despóticos de gobernar y las mismas idiosincrasias, apuntalados en la premisa de «el fin justifica los medios». Tomemos por ejemplo el caso de Hitler y Stalin quienes con-temporáneos pero a su vez enemigos acérrimos pues profesaban doctrinas políticas opuestas, se enfrentaron a muerte durante la Segunda Guerra Mundial. En una comunicación privada en junio de 1933 (Rauschning, 1940), poco tiempo después de ser nombrado canciller de Alemania, Hitler dijo acerca de la Guerra Civil en los Estados Unidos:

Desde la Guerra Civil, en la cual los Estados del Sur fueron conquistados, contra todo pronóstico de lógica, los Americanos han estado en una condición de decadencia tanto en lo político como en lo concerniente al apoyo popular…América nunca se había sumergido tan hondo en el fango de su progresiva auto-destrucción… Los comienzos de un amplio y nuevo orden social basado en los principios de la esclavitud y desigualdad, fueron destruidos por esa guerra y con ello todo el embrión de un futuro grandioso para Amé-rica, que pudiendo haber sido gobernada por un equipo de caballeros que hubieren barrido todas esas falsedades acerca de igualdad y libertad, sin embargo fue gobernada por un conjunto de hombres de negocios corruptos (págs. 68-69).

Generaciones posteriores han podido confirmar que él y su grupo de asesinos integrantes del partido nazi, fueron quienes mostraron ser «progresivamente auto-destructivos». Podemos comparar esta declaración con lo dicho por Marx en el Manifies-to Comunista, la quintaesencia de la revolución bolchevique:

Hasta ahora, cada sociedad ha estado basada, como se ha visto, en el antagonismo de los opresores y las clases oprimidas… Los trabajadores modernos… en lugar de cre-cer paralelo al proceso de industrialización se hunden más