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Martes – 1 semana de Cuaresma – 2017 Perpetua y Felicidad, mártires (203) Isaías 55,10-11 / Salmo 33 / Mateo 6, 7-15 Oración inicial Señor, mira con amor a tu familia y a los que moderan su cuerpo con la penitencia, aviva en su espíritu el deseo de poseerte. Por nuestro Señor. † Lectura del santo Evangelio según san Mateo (6,7-15) Respecto a la oración 7 “Cuando ustedes recen no sean charlatanes como los paganos, que piensan que por mucho hablar serán escuchados. 8 No los imiten, pues el Padre de ustedes sabe lo que necesitan antes de que se lo pidan”. El Padrenuestro (Lc 11,2-4) 9 “Ustedes oren así: ¡Padre nuestro que estás en el cielo! Santificado sea tu Nombre, 10 venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; 11 danos hoy nuestro pan de cada día, 12 perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; 13 no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal”. (Mc 11,25s) 14 “Pues si perdonan a los demás las ofensas, su Padre del cielo los perdonará”. CLAVES para la LECTURA - En la versión mateana, la oración del Padre nuestro, insertada en el “Discurso de la montaña”, va precedida por una especie de catequesis sobre el modo de orar. Mientras los paganos piensan que hay que multiplicar las palabras para atraer la atención de la divinidad y doblegarla a los propios fines (v.7), Jesús revela que Dios es Padre, siempre presente para cada uno de sus hijos, que conoce bien sus necesidades reales (v.8). No sirven por eso largos discursos, sino más bien redescubrirse como hijos. - Jesús, que osa dirigirse al Altísimo llamándolo Abbá, “padre”, quiere también introducir a los hombres en esa intimidad y profunda comunión. Por esta razón confía a sus discípulos el Padre nuestro, la oración por excelencia del cristiano. Ciertamente tiene una forma típicamente hebrea: siete peticiones divididas en dos grupos que recuerdan las dos tablas de la Ley. Las tres primeras peticiones se refieren a Dios y a su designio salvífico; las otras dirigen su atención a las verdaderas necesidades del hombre. CLAVES para la VIDA - ¡Impresionante de veras el “atrevimiento” de Jesús! ¡Cómo nos enseña a dirigirnos a Dios, al Abbá, al Papá! ¡Qué diferentes sus “formas” a las acartonadas liturgias del pueblo de Israel (y nuestras)! Muestra la actitud vital que necesitamos para poder vivir en autenticidad lo que expresamos en la plegaria de las plegarias. ¡Todo un estilo de ser y de orar, también para nosotros! - Y es que el objetivo de toda plegaria no es sobornar a Dios y su voluntad, según Jesús. Al contrario: desde la experiencia de hijo amado, es ajustar nuestra voluntad a la suya (siempre de bien); aceptar sus caminos y su estilo, a nuestra propia dinámica, a nuestro ser y caminar. Y es que el Padre, el Abbá, siempre quiere lo mejor para nosotros. Realmente impresionante la experiencia que tiene y vive Jesús. Aquí no nos está enseñando una doctrina (no había ninguna “doctrina” que lo planteara de este modo), sino mostrándonos su vivencia, su experiencia más vital: desde aquí nos será posible entender su proceder, su plena y total confianza y dependencia del Padre, que no le “ata” ni le esclaviza, sino que le hace vivir como hijo amado, en plenitud. ¡Ahí es nada…! ORACIÓN para ESTE DÍA “Jesús, que te lleve en mi corazón y en mi vida, y que mi plegaria sea expresión de mi comunión contigo y con el Padre”. 1. Vivimos en tiempos y en condiciones que nos obligan a pensar a fondo el contenido de este relato. Porque lo que queda más claro, en este texto impresionante, es que Dios está presente en cada ser humano, sea quien sea, viva como viva, esté donde esté. Nunca ponderaremos bastante que la originalidad y la singularidad del cristianismo consiste en que afirma su fe en que Dios se ha fundido y confundido con el ser humano. De forma que, si creemos en Dios, no podemos vivir de manera que tengamos más respeto a un templo, a un objeto sagrado o a una imagen de madera, que a la verdadera y única imagen viva del Dios vivo: el ser humano. No acabamos de entender -y menos aún, de vivir- que donde real y verdaderamente está Dios es en cada ser humano, sea quien sea, piense lo que piense, venga de donde

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Martes – 1 semana de Cuaresma – 2017 Perpetua y Felicidad, mártires (203)

Isaías 55,10-11 / Salmo 33 / Mateo 6, 7-15 Oración inicial Señor, mira con amor a tu familia y a los que moderan su cuerpo con la penitencia, aviva en su espíritu el deseo de poseerte. Por nuestro Señor.

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (6,7-15)

Respecto a la oración 7 “Cuando ustedes recen no sean charlatanes como los paganos, que piensan que por mucho hablar serán escuchados. 8 No los imiten, pues el Padre de ustedes sabe lo que necesitan antes de que se lo pidan”. El Padrenuestro (Lc 11,2-4) 9 “Ustedes oren así: ¡Padre nuestro que estás en el cielo! Santificado sea tu Nombre, 10 venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; 11 danos hoy nuestro pan de cada día, 12 perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; 13 no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal”. (Mc 11,25s) 14 “Pues si perdonan a los demás las ofensas, su Padre del cielo los perdonará”.

CLAVES para la LECTURA - En la versión mateana, la oración del Padre nuestro, insertada en el “Discurso de la montaña”, va precedida por una especie de catequesis sobre el modo de orar. Mientras los paganos piensan que hay que multiplicar las palabras para atraer la atención de la divinidad y doblegarla a los propios fines (v.7), Jesús revela que Dios es Padre, siempre presente para cada uno de sus hijos, que conoce bien sus necesidades reales (v.8). No sirven por eso largos discursos, sino más bien redescubrirse como hijos. - Jesús, que osa dirigirse al Altísimo llamándolo Abbá, “padre”, quiere también introducir a los hombres en esa intimidad y profunda comunión. Por esta razón confía a sus discípulos el Padre nuestro, la oración por excelencia del cristiano. Ciertamente tiene una forma típicamente hebrea: siete peticiones divididas en dos grupos que recuerdan las dos tablas de la Ley. Las tres primeras peticiones se refieren a Dios y a su designio salvífico; las otras dirigen su atención a las verdaderas necesidades del hombre.

CLAVES para la VIDA - ¡Impresionante de veras el “atrevimiento” de Jesús! ¡Cómo nos enseña a dirigirnos a Dios, al Abbá, al Papá! ¡Qué diferentes sus “formas” a las acartonadas liturgias del pueblo de Israel (y nuestras)! Muestra la actitud vital que necesitamos para poder vivir en autenticidad lo que expresamos en la plegaria de las plegarias. ¡Todo un estilo de ser y de orar, también para nosotros! - Y es que el objetivo de toda plegaria no es sobornar a Dios y su voluntad, según Jesús. Al contrario: desde la experiencia de hijo amado, es ajustar nuestra voluntad a la suya (siempre de bien); aceptar sus caminos y su estilo, a nuestra propia dinámica, a nuestro ser y caminar. Y es que el Padre, el Abbá, siempre quiere lo mejor para nosotros. Realmente impresionante la experiencia que tiene y vive Jesús. Aquí no nos está enseñando una doctrina (no había ninguna “doctrina” que lo planteara de este modo), sino mostrándonos su vivencia, su experiencia más vital: desde aquí nos será posible entender su proceder, su plena y total confianza y dependencia del Padre, que no le “ata” ni le esclaviza, sino que le hace vivir como hijo amado, en plenitud. ¡Ahí es nada…!

ORACIÓN para ESTE DÍA “Jesús, que te lleve en mi corazón y en mi vida, y que mi plegaria sea expresión de mi comunión contigo y con el Padre”.

1. Vivimos en tiempos y en condiciones que nos obligan a pensar a fondo el contenido de este relato. Porque lo que queda más claro, en este texto impresionante, es que Dios está presente en cada ser humano, sea quien sea, viva como viva, esté donde esté. Nunca ponderaremos bastante que la originalidad y la singularidad del cristianismo consiste en que afirma su fe en que Dios se ha fundido y confundido con el ser humano. De forma que, si creemos en Dios, no podemos vivir de manera que tengamos más respeto a un templo, a un objeto sagrado o a una imagen de madera, que a la verdadera y única imagen viva del Dios vivo: el ser humano. No acabamos de entender -y menos aún, de vivir- que donde real y verdaderamente está Dios es en cada ser humano, sea quien sea, piense lo que piense, venga de donde

venga, viva como viva o tenga la religión que tenga. 2. Pero el texto de este evangelio concreta más: no se fija sólo en el ser humano, sino que precisa más y

centra la atención en el ser humano que sufre. De donde surge una pregunta inquietante: ¿por qué somos más respetuosos ante la hermosura de una "imagen sagrada" que ante la fealdad de una "persona humana"? En Semana Santa nos extasiamos ante las espléndidas imágenes de la pasión de Cristo, al tiempo que nos alejamos o queremos echar de nuestra tierra a los inmigrantes que nos resultan desagradables.

3. ¿Por qué somos más sensibles a lo sagrado que a lo humano? Mientras no tengamos esto resuelto, no somos cristianos. Seremos, por supuesto, muy religiosos. Pero no cristianos. A fin de cuentas, "lo humano" es "lo profano" (según las teorías de la sociología de las religiones). Y, como es lógico, "lo profano" se tiene que supeditar a "lo sagrado". Esto es el veneno mortal de la fe en Jesús y su Evangelio.

José María Castillo - La religión de Jesús Ciclo A – Comentario al Evangelio diario – 2016-2017

Queridos amigos y amigas: En este día se nos presenta en el Evangelio el prototipo de la oración del Padrenuestro. La Cuaresma nos

remite a tres prácticas para crecer en la fe y purificar nuestra vida: la oración, el ayuno y la limosna. La primera de ellas, la oración, es una de las constantes en la vida del Maestro; su quehacer diario se configura en ese diálogo con el Padre que le ama y le envía. Jesús ora durante las noches, en soledad; ora al hacer sus milagros; alaba al Padre en medio de las multitudes porque ha revelado sus misterios a los pequeños; intercede por sus discípulos en la última cena; ora en Getsemaní, y en la cruz. Todo su ministerio fluye de la oración.

Nuestra oración cristiana está llamada a inspirarse teológicamente en la experiencia espiritual del mismo Jesús. La oración de Jesús no se mueve por el exhibicionismo, ni por el deseo de manipular la voluntad de Dios con palabras frías. La oración de Jesús está encendida de amor filial; su Padre es un ser cercano, preocupado por los más más mínimos detalles, como el pan de cada día, hasta los temas más álgidos, como el mal en el mundo. Su oración no es escape de la realidad del dolor humano, sino plegaria que transforma, renueva y da fuerzas para transformarlo desde el querer de Dios.

La oración del Padrenuestro es una síntesis hermosa de todo el Evangelio, de la propuesta de Jesús para instaurar el Reino. Por ello, cuando Él habla de la oración a sus discípulos les indica unas características esenciales:

• Cuando oramos nos dirigimos a un Dios que es Padre, que conoce nuestra necesidad y que se compadece siempre de nosotros.

• Esta oración está marcada por la confianza. No debe haber temor alguno, ni afanarnos por llenarnos de méritos para que Él nos escuche.

• En la oración no se piden cosas superficiales, sino, ante todo, que se cumpla la voluntad del Padre, así en la tierra como en el cielo.

• Lo mejor que podemos pedir al Padre es su Espíritu, aliento de vida, fuerza para vencer el mal Hermanos y hermanas, es tiempo de fortalecer a nuestras familias según el proyecto de Dios.

Precisamente es en la familia donde el amor y la fe en el Padre deben empezar a germinar enseñando a los pequeños el valor de orar. Orando, nuestras familias recobrarán la unidad y la pasión apostólica que la Iglesia necesita para esta nueva época.

Su hermano en la fe, Freddy Ramírez, cmf.

• Jesús dice "perdona nuestras deudas”. En algunos países se traduce "perdona nuestras ofensas". ¿Qué es más fácil: perdonar ofensas o perdonar deudas?

• Las naciones cristianas del hemisferio norte (Europa y USA) rezan todos los días: “Perdónanos nuestras deudas así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Pero ellas no perdonan la deuda externa de los países pobres del Tercer Mundo. ¿Cómo explicar esta terrible contradicción, fuente de empobrecimiento de millones de personas?

“Ustedes recen así: Padre nuestro” (Mt 6,9)

Jesús no se guarda nada para sí. Todo lo da.

Su mayor tesoro, la presencia del Padre, la pone en nuestras manos. ¡Todos, hijos y hermanos!

¡Sin desigualdades ni muros entre los pueblos! Ponte ante tu Padre con confianza.

Saber que Él te ama, te basta. Cuando dices “Padre nuestro”, “pan nuestro”,

comunicas la mejor noticia a los pobres de la tierra.

“En comenzando, nos henchís las manos… ¡Oh Hijo de Dios y Señor mío! ¿Cómo dais tanto junto a la primera palabra?”

(Santa Teresa de Jesús)