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24 El Búh confabulario ROBERTO BAÑUELAS Heredarás la ira Para todos aquellos que sobrevivieron al escorbuto, a los latigazos y a la travesía entre cadáveres y ca- denas, ha llegado la hora definitiva de la redención: hoy, a las seis de la tarde, Dios estará con nosotros. Dios será negro y castigará a nuestros opresores con el mejor arsenal de armas blancas. Y la tierra fue regada, alrededor de la mansión, con la sangre de cien gallinas a las que les retorcieron el pescue- zo, entre danzas y cantos frenéticos, ante las lejanas y ful- gurantes brasas del crepúsculo. La pasión de los grandes Después de pacientes investigaciones y de muchas noches en vela, el comisario llegó a la conclusión de que no habían sido ni conejos ni zorros ni lobos los que estropearon el jar- dín del palacio, sino una pareja de dragones adúlteros que elegía este idílico lugar para celebrar el rito de una apasio- nada infidelidad. El rey de copas Encontró el título de legítimo heredero cuando ya el pueblo lo había olvidado y hablaba de llevar al poder a una señora llamada Democracia. El desertor El capitán bajó a tierra después de la tormenta y de la media noche. La tripulación, formada por fantasmas renegados, se quedó a bordo para proteger la nave e impedir el acceso a visitantes intrusos. En la séptima madrugada, cuando el capitán regresó –asqueado y triste del amor mercenario–, le informaron que uno de los marinos, disolviéndose en las sombras de la noche, se había escapado con la idea de pedir asilo en una vieja mansión. Todo mañana será mejor Porque a ti te han leído las líneas de la mano, los asientos del café y la dudosa caligrafía de tu firma insolvente; han visto tu destino en la esfera de cristal y en las mujeres que ibas a seducir si no se hubiesen desviado en la esquina anterior al encuentro apetecido; también han interpretado en más de diez versiones la fortuna que predicen las cartas –TAROT incluido–; has leído durante años el soborno emo- tivo de tu signo zodiacal y alternado con la práctica de la concentración mental a favor del triunfo y de un paraíso que no tiene más entrada ni más salida que la puerta del edificio de apartamentos en que vives con tu mujer obsti- nada en difrazarse de rubia después de haber nacido mo- rena desde hace cuarenta años, pero que insiste en pare- cerse a las modelos que sonríen desde las cajas de tintes y cosméticos para arrastrarla en su obsesivo desarrego per- sonal que disminuye el presupuesto para comprar más bi- lletes de lotería que un día, como está previsto y escrito en el libro de la vida, te harán rico, te irás del país y te cam- biarás de nombre para agregarte a una nueva y elitista mul- Roberto Bañuelas

03 Confabulario 03 Confabulario.qxd - … · lo uso de vez en vez ... El ojo de cthulhu tentáculos de agua, ... ante la tierra de nadie, ahí, donde el hombre es el lobo del hombre

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El

hconfabulario

ROBERTO BAÑUELAS

Heredarás la ira

Para todos aquellos que sobrevivieron al escorbuto,

a los latigazos y a la travesía entre cadáveres y ca-

denas, ha llegado la hora definitiva de la redención: hoy, a

las seis de la tarde, Dios estará con nosotros. Dios será

negro y castigará a nuestros opresores con el mejor arsenal

de armas blancas.

Y la tierra fue regada, alrededor de la mansión, con la

sangre de cien gallinas a las que les retorcieron el pescue-

zo, entre danzas y cantos frenéticos, ante las lejanas y ful-

gurantes brasas del crepúsculo.

La pasión de los grandes

Después de pacientes investigaciones y de muchas noches

en vela, el comisario llegó a la conclusión de que no habían

sido ni conejos ni zorros ni lobos los que estropearon el jar-

dín del palacio, sino una pareja de dragones adúlteros que

elegía este idílico lugar para celebrar el rito de una apasio-

nada infidelidad.

El rey de copas

Encontró el título de legítimo heredero cuando ya el pueblo

lo había olvidado y hablaba de llevar al poder a una señora

llamada Democracia.

El desertor

El capitán bajó a tierra después de la tormenta y de la media

noche. La tripulación, formada por fantasmas renegados,

se quedó a bordo para proteger la nave e impedir el acceso

a visitantes intrusos.

En la séptima madrugada, cuando el capitán regresó

–asqueado y triste del amor mercenario–, le informaron que

uno de los marinos, disolviéndose en las sombras de la

noche, se había escapado con la idea de pedir asilo en una

vieja mansión.

Todo mañana será mejor

Porque a ti te han leído las líneas de la mano, los asientos

del café y la dudosa caligrafía de tu firma insolvente; han

visto tu destino en la esfera de cristal y en las mujeres que

ibas a seducir si no se hubiesen desviado en la esquina

anterior al encuentro apetecido; también han interpretado

en más de diez versiones la fortuna que predicen las cartas

–TAROT incluido–; has leído durante años el soborno emo-

tivo de tu signo zodiacal y alternado con la práctica de la

concentración mental a favor del triunfo y de un paraíso

que no tiene más entrada ni más salida que la puerta del

edificio de apartamentos en que vives con tu mujer obsti-

nada en difrazarse de rubia después de haber nacido mo-

rena desde hace cuarenta años, pero que insiste en pare-

cerse a las modelos que sonríen desde las cajas de tintes y

cosméticos para arrastrarla en su obsesivo desarrego per-

sonal que disminuye el presupuesto para comprar más bi-

lletes de lotería que un día, como está previsto y escrito en

el libro de la vida, te harán rico, te irás del país y te cam-

biarás de nombre para agregarte a una nueva y elitista mul-

Roberto Bañuelas

titud de triunfadores ocasionales con vista al mar, sin tener

necesidad de volver a invocar en sesiones tenebrosas a los

espíritus fatigados de oscuros y pretéritos parientes que

hace mucho tiempo se alejaron del ruido y la luz.

Héroe de mil batallas

Trabajé y esperé a que mis cinco hermanas se casaran con

hombres que las merecieron.

Estoy tan cansado de haber cumplido con mi familia,

que ya no tengo fuerzas ni gusto de formar otra. Desde hace

tres años atravieso con más frecuencia por una incertidum-

bre que oscila entre la indiferencia y el deseo, pues cada

vez que hago el amor con alguna de mis primas solteronas

que me sueñan como marido y proveedor, me siento co-

mo un atleta al borde de la meta y del infarto, sin poder evi-

tar una tristeza de vacío, como si yo fuera más el poseído

que el seductor.

Crónica de mercenarios y vencidos

Del incienso artificial del protocolo se pasó a las disputas y

a la declaración de una guerra que no necesitaba comenzar,

sino proseguir después de la pausa en que los beligerantes

hablaron –en prosa contenida y en verso libre– de la urgen-

cia categórica de una paz duradera para lograr el progreso

y la felicidad del género humano.

Himnos, marchas, proclamas, cargas de caballería y es-

truendo de cañones dejaron mudos o consternados a los

diplomáticos que no pudieron encontrar, en ningún idio-

ma, la frase de futura celebridad que condenara ante la his-

toria la incomprensión del enemigo que convertía el paraí-

so en un campo de batalla.

Los historiadores, más atentos a las fechas que a los

acontecimientos, confundieron la humareda con la niebla.

El arco y la ira

Algún día, aunque los sordos de profesión se opongan, con-

quistaré a todos los públicos de las salas de concierto. Aho-

ra, sin importarme que sea la media noche y los pájaros

protesten o se burlen, seguiré practicando el violín a mitad

del bosque.

Denuncia

Helga no faltó a clases la semana pasada: se escapó con el

maestro de matemáticas. La madre del profesor, indignada

por la seducción y el despojo de su manutención, denunció

el robo en la persona de su hijo.

Advertencia

Aquí la fiesta sigue en grande, contribuyendo a que la

mecha se prenda de una vez… Cuando se hayan cansado de

reír o se les pase la borrachera, despiértalos para que

comiencen a llorar.

Floreciente ingratitud

En el momento más amargo de la derrota me abandonaron,

huyeron o se disfrazaron de víctimas para una falsa estadís-

tica. Ahora, cuando ya se han restablecido el progreso y la

tranquilidad, me buscan para que organice la fiesta de los

nuevos héroes.

La entrevista del año

–¿Nos podría revelar alguna de las tácticas sutiles que usted

emplea para seducir doncellas, Don Juan?

–Revelaré sólo una para beneficio de los tímidos: una vez

que he conocido a mi tipo de mujer de ese día o de esa sema-

na, le regalo algún perfume, luego medias, bragas y sostén;

cuando aceptan estas prendas íntimas, ya puedo estar seguro

de poder quitárselas en homenaje a mi pasión y a la leyenda.

Último aviso

Al buscar tesoros de leyenda en el fondo del mar, me encon-

tré frente a la mirada furibunda de la ballena verde.

“Sé que estoy irreconocible, y es vuestra culpa –me

dijo, amenazante y solemne–. Te voy a permitir que regreses

a tierra; pero con la condición de que hagas un enérgico lla-

mado a los irresponsables de tu vanidosa y estúpida espe-

cie, para que les des el mensaje de que no pudran ni enve-

nenen más nuestro mundo que es el mar.

El amor al estudio

–Ni tu padre ni yo nos oponemos a que sigas estudiando;

pero no es correcto que en tu primer año de secundaria

vayas a escandalizar a tus compañeros y a tus maestros con

ese embarazo de cinco meses que ya no puedes disimular.

Todo para el héroe

El día era espléndido y la mar estaba en calma. En lo más

oscuro del vientre del barco, encadenados y enfermos de

confabulario

25

miedo, más de trescientos nativos africanos eran trans-

portados para aumentar las riquezas y engrandecer el al-

ma piadosa del hombre blanco que se encontraba fatigado

después de haber vencido y casi exterminado a cientos de

indios de Norteamérica.

Actor muy agradecido

–He recibido tanto en la vida, que no tengo derecho a no

sentirme feliz. Mi fortuna la hice especializándome en el

personaje de hombre malo o del ser siniestro de casi cien

films. He adorado, plenamente y en su tiempo, a cada una

de mis cinco esposas. A mis hijos –felices y emprendedores–

todo se les ha brindado para que conquisten la parcela que

les corresponde de este mundo ante el cual yo no dejo

de sentirme maravillado, sorprendido y agradecido; prefiero

ser cándido y generoso que cerebral y cruel. Ah, diga tam-

bién a sus lectores que la edad, aunque se cumplan setenta

y cinco años, como en mi caso, nada importa si se sabe

agregar vida y alegría a los años… Ahora, si me permite,

debo volver a la filmación para darle vida a un malvado

más… ¿Desea mi autógrafo?

En el claro arroyo

Para no tener que pintar la casa en mi primer día de vaca-

ciones, me fui a pescar truchas. De camino hacia el arroyo,

silbando una melodía de Schubert, transformé el paisaje en

una bella tarjeta postal.

El agua estaba tan clara, que era posible ver cómo las

truchas jugaban alrededor del anzuelo; en algún momento,

de frustración o de tedio, me pareció que se reían de mí.

Un par de relámpagos me anunció la hora de regresar a casa

con las manos vacías, pero el aguacero me ganó la carrera.

* Del libro inédito Los inquilinos de la Torre de Babel.26

El

h

Alejandro Caballero

confabulario

27

Jazzamoart

JORGE HERNÁNDEZ CRUZ

Inmutable

Con la paciencia de un mosquito

te hubiera hecho el amor

ahora la poesía es urna lacerada

enladrillo puertas y ventanas

Mi habitación es prostituta inanimada

Sábanas con rabia apagada

cada velada, cada mañana

pronunciando la misma tonada

…te hubiera hecho el amor

con la paciencia de un mosquito.

Tú fantasma

Es un templo donde bebo café

lo uso de vez en vez

conversas con mi memoria eternamente

congelo la llama de tus muslos

¿Cuántos muertos cabalgan en tu memoria?

Para escribir este poema debo creer en fantasmas

estás frente a mí lamiéndome

te acaricio con sutileza sílaba

estas ahí, aquí

Que manera la nuestra de estar juntos

Vida amputada

los buitres no comieron mis alas

te busco de esquina en esquina

enclaustrado en la habitación

Te pido café, con dos de azúcar

sólo me respondo

Imaginario colectivo

Busco el mar

navego en sangre de virgen

torrente infinito de placer

me ahogan tus deseos

Zafarí entre tus piernas soy

Imagino la concepción

expulsado del umbral

hombre imaginario soy

No hay luz, interrumpiste el momento

Soy imaginario,

hombre,

del umbral expulsado

la concepción imagino

Soy entre tus piernas zafarí

Tus deseos me ahogan

torrente infinito de placer

en sangre de virgen navego

el mar busco

28

El

h

LUIS FERNANDO ESCALONA

El ojo de cthulhu

tentáculos de agua,

las fauces del mar,

una vorágine.

Una fuente

que escupe almendras de madera

y un barquero con promesa de gaviota

en medio de la nada.

No sé,

tal vez vaya con el kraken

y haga del albatros mi corcel.

Tal vez.

Tal vez,

ni siquiera las olas sonrían

y el recuerdo naufrague

entre ninfas

y faldas de huracán.

Y el susurro del marino

rompa en arrecife,

ahí,

donde la arena es tenaza de la noche.

Sepulcro

Hoy maté a una hormiga

y sentí lástima por el acero.

Forjé una tumba de agua

sobre el pantano de las macetas,

y como si fuera un héroe caído,

le quise prender fuego

pero me faltaban las antorchas.

Me encontré

con un sepulcro que se ahoga,

como de aquellos soldados

a los que se les muere hasta el nombre

y nadie los recuerda.

Hoy maté una hormiga

y el silencio tembló

ante la tierra de nadie,

ahí,

donde el hombre es el lobo del hombre.

Al fumador

Garras retorcidas

se diluyen en ramas

de un árbol fantasma

dentro del espacio y el viento.

Labios de fuego,

lágrimas bastardas

de serpentinas y robles.

Y tu aliento de alabastro

oculta una máscara,

donde vive un monstruo

de fauces diabólicas.

Te muerde el costal de aire

y se come los alvéolos del brócoli

cubiertos con chapopote estéril.

Y seguimos llenándonos

la boca de carbón.

confabulario

29

EDWIN LUGO

Pasó en noviembre

Era Noviembre:

Aquella tarde gris se desgajaba,

las hojas de los árboles caían

un incómodo vientecillo las llevaba

y otra ráfaga con tesón las devolvía

Hacía frío:

Un frío que me helaba toda el alma,

ella estaba distante y no sabía si volvería,

acaso no tendría más su mirada,

y nuestro adiós fue su breve despedida.

El mundo entero se tornó un escombro,

se me cayó la comba gris del firmamento,

y detuve las lágrimas por íntimo decoro

mas de pronto, su rostro iluminó mi pensamiento

y encontré para mi humano asombro

la tarde en calma y apaciguado el viento.

Mi credo

-1-

Si al conocerte un día radiante,

un día radiante que iluminó

toda mi alma en breve instante

al sortilegio de tu belleza,

de tu belleza, se cautivó.

Y embelesado ante tanta dicha,

de ver tu rostro, de oír tu voz

sentir tu mano, vibrar tu risa,

dije certero ¡Creo en el amor!

-2-

Si al esperarte en la tarde tibia,

la tibia tarde que cobijó

la ingenua y dulce primera cita

que abril nos trajo que abril nos trajo

¡y Dios nos dio!

Volví a ser niño y mi ternura

vi desbordarse con tal fervor

que al divisarte ¡Tanta ventura!

me hacía gritarte: ¡Creo en el amor!

-3-

Si al estrecharte entre el paisaje,

entre el paisaje de blanco tul

creí sentirme ante un miraje,

rodear tu talle, rozar estrellas,

rozar estrellas del cielo azul.

Y loco de ansias buscar tu boca,

morder tus labios con tal pasión,

que un beso siempre otros provoca

y todos dicen, y todos dicen:

¡Creo en el amor!

-4-

Si al irte un martes de cruel memoria,

de cruel memoria ¡Qué infausta fue!

pasó el romance, nubló mi gloria,

llovió en el cielo, llovió en el cielo

¡Y con él lloré!

Te aguardé mucho, sufrí mil horas,

y derrotado ante cruel dolor,

ahogué mi grito entre estas estrofas

PoemasPoemas

que todas dicen, que todas dicen:

¡Creo en el amor!

-5-

Hoy la esperanza divina ausente,

divina ausente, ¡Ya se esfumó!

cual gota de agua que un torrente

llamado vida, llamado vida

se la llevó.

Ateo y herido sigo de frente,

¡Ya no creo en nada! ¡Ya no creo en Dios!

mas cuando evoco tu faz sonriente,

pienso que siempre, pienso que siempre

¡Creo en el amor!

Ave de paso

Fuiste en mi vida como una nube,

cual un reflejo que deslumbró

cual mariposa, como un perfume,

batió las alas… ¡Se evaporó!

Veloz pasaste cual las sirenas,

que entonan dulces cantos de amor,

cruzaste el cielo cual una estrella

que me cegara con su fulgor.

A flor de loto te semejaste,

bella luciste para morir

sin proponerte cruel destrozaste

esta alma hecha para sufrir.

Ingrata historia es mi fracaso

¡Qué mal me hiciste ave de paso!

Enigma

En insondable quimera de espejismo,

me hundí tras el hechizo de adorarte,

y la pasión extravióme en el abismo

del delirio pertinaz de enamorarte.

En las alas turbulentas de la duda,

entre la lóbrega noche de esperarte

¡Oh qué frío, que punzante la amargura

y qué estériles las horas sin hallarte!

En la tarde más seca de las hojas,

roto el sueño de que llegues a quererme

yo cavilo entre tristezas y congojas

agotada la esperanza de olvidarte

si en tus ojos mujer nunca he de verme

¡Si al menos pudiera descifrarte!

Crepúsculo

Te fuiste muda al declinar el día,

a veces pienso que de modo extraño

como se hunde entre la selva umbría

el rojo disco que aviva el verano.

Tu rostro, suave fulgor que mustio expira,

fue un sol que en el atardecer se muere,

y poco a poco se esfuma y se retira

aunque algo de su luz siempre se quede.

Así mi devoción por la mujer querida,

como el último rayo en la campiña verde,

es el trino del ave que suspira

¡Cuando el astro magnífico se pierde!

30

El

h

Javier Anzures

confabulario

31

MARISA TREJO SIRVENT

Mujer inconveniente

Definitivamente no, señora mía

usted no es la mujer que conviene a su marido.

Carece de imaginación,

utiliza el gastado lenguaje de las mujeres

de nuestros abuelos.

Alterna las visitas a los supermercados

con las telenovelas

y espera con la crema puesta la cuota semanaria

del amor.

Y, sobre todo,

usted no sería capaz de compartir a su marido

como lo hago yo

tranquila y resignadamente con usted.1

“Mujer inconveniente” es un poema de Thelma Nava

donde hace referencia a la situación que viven muchas

mujeres, en especial, de México o Latinoamérica, que asu-

men y sufren, o tal vez disfrutan el papel de amante de un

hombre casado. Pero también hay que agregar que este

poema es un reclamo hacia la mujer burguesa, la mujer en

su papel pasivo de ama de casa, espectadora de las histo-

rias estereotipadas donde la historia de mujer resignada,

discriminada, mujer objeto, mujer utilizada para los pro-

pósitos de una sociedad patriarcal, machista, que la cadena

televisiva vuelta imperio le propone para salir de la ruti-

na de su vida. Esa mujer cuya única preocupación es visi-

tar los supermercados y ponerse el último producto para el

cutis que le ofrece la mercadotecnia de las grandes firmas

de cosméticos para evitar lo inevitable: envejecer. Una mu-

jer que se “conforma” pero come todos los días, se resig-

na, sí, en su cómoda frigidez, a recibir al marido y pagar el

débito conyugal como decía Rosario Castellanos.

Los tópicos abordados por Thelma Nava en su obra

poética son variados y ha mantenido una calidad que le ha

dado el lugar que actualmente tiene en la literatura mexi-

cana, como una de las más importantes escritoras de His-

panoamérica.

Thelma Nava habla desde su voz de mujer, con la

visión de una mujer que lo mismo ha sido poeta, editora,

jurado de importantes premios, editora, colaboradora de

revistas y suplementos culturales, militante de nobles cau-

sas, intelectual comprometida con México y con la cultura.

Thelma Nava escribe también poesía erótica. El poema

“Collage” nos brinda también la imagen de una mujer libre

que disfruta de su sexualidad:

Collage“Hoy como ayer”

BENNY MORÉ

Ciertamente tu cuerpo es espléndido

tu sonrisa anticipa el brillo de tu piel

mientras tu nuca se inclina

sobre el piso 13

del Habana Libre.

La suave modulación de tu voz

es lo único que falta

en este collage recién inaugurado.2

Dice la síntesis curricular de Thelma Nava, una de las

escritoras de mayor reconocimiento en México: “nacida en

México, D.F. en 1932 es poeta, viajera y editora de Pájaro

Cascabel, una de las revistas de poesía más relevantes de los

años sesenta. Su poesía, recogida en más de 25 antologías, ha

sido traducida al inglés, francés, portugués y búlgaro. En 1962

obtuvo el Premio de Poesía Ramón López Velarde. Ha publi-

cado entre otros libros La orfandad del sueño (1964), El

primer animal (1986), El libro de los territorios (1991),

El verano y las islas (1998), Paisajes interiores (2000) y El

primer animal. Poesía Reunida. (1964-1995). Conaculta,

Cuarta Serie de Lecturas Mexicanas (2000)”.

Con la sencillez que la caracteriza, esta enorme poeta

mexicana, nos envió esta pequeña ficha en la que tal como se

observa Thelma da gran importancia también a su papel

como editora. Es verdad que muchos de los grandes poetas

de México, (voy a referirme en esta ocasión, a mujeres escri-

toras, como Thelma Nava, Dolores Castro y Rosario Caste-

llanos, por mencionar sólo algunas de las escritoras de

mayor trascendencia en el siglo XX), fueron, aparte de poetas,

mujeres intelectuales que contribuyeron ya sea como edito-

ras, promotoras culturales, catedráticas, coordinadoras de

talleres literarios, periodistas y colaboradoras de suplemen-

tos culturales de periódicos y revistas literarias.

Es una suerte que hayamos tenido la oportunidad de

tenerla en Chiapas en varias ocasiones, para encuentros y

festivales literarios. Así, la hemos invitado a varios home-

najes que se han organizado a diversos poetas, entre ellos

32

El

h

Luis Garzón

a Jaime Sabines, Rosario Castellanos y Ernesto Cardenal.

Una de las últimas ocasiones en que aceptó venir a Chiapas

fue para el 2o. Encuentro Internacional de Poetas e Inves-

tigadores en homenaje a Ernesto Cardenal que tuvo lugar

del 30 de agosto y el 1 de septiembre de 2007, evento or-

ganizado por la Universidad Autónoma de Chiapas, la

Universidad Intercultural de Chiapas y la Universidad de

Ciencias y Artes de Chiapas, además de otras instancias

organizadoras.

Por otra parte, Thelma Nava tuvo oportunidad de cono-

cer y convivir con grandes poetas mexicanos, en especial,

en aquellas famosas “tertulias irreverentes”, según sus pro-

pias palabras, donde

“se realizaban en lo que llamábamos la cueva, una habi-

tación en la que las reuniones eran presididas por un altar a

don Alfonso Reyes, a quien todo el mundo le llevaba “mila-

gritos” para que lo volviera escritor o bien para agradecerle

“los favores concedidos”. Allí conocimos a Jaime Sabines,

quien acababa de llegar a la ciudad de México, así como a

muchos otros escritores y pintores, entre los que recuerdo

a Juan Rulfo, Rubén Salazar Mallén, Amparo Dávila y las her-

manas Olga e Irene Arias. La revista era muy polémica por

sus comentados colofones, redactados por Jesús Arellano y

A. Silva Villalobos. Por esa razón era la única revista que se

comenzaba a leer por el final. Era la voz disidente de la época

por sus venenosas críticas a escritores famosos. Para mí,

que me iniciaba en las letras, esas reuniones me permitían

conocer a personalidades del mundo de la cultura y eran, ade-

más, muy divertidas”.3

Con la disposición que la caracteriza para participar

en recitales poéticos, en ocasión del Homenaje a Ernesto

Cardenal referido, Thelma Nava hizo recitales en diversos

foros universitarios pero también en escuelas públicas de

diferentes niveles educativos y en las Salas Culturales du-

rante este Encuentro que pudo lograrse gracias al apoyo

de todos los organizadores y patrocinadores, e hizo que,

por unos días, la prensa local y nacional y algunos medios

internacionales estuvieran al pendiente del Homenaje a

Ernesto Cardenal, escritor nicaragüense que ha estado dos

veces nominado a Premio Nobel de Literatura.

Thelma Nava posee una trayectoria mucho más grande

que la abarca en ese sencillo currículum que en esa ocasión

nos envió. Fue “cofundadora de la revista El Rehilete, de la

revista Pájaro Cascabel y la editorial del mismo nombre. Ha

fungido como jurado en diversos certámenes de México y el

extranjero. Ha sido incluida en treinta antologías, naciona-

les e internacionales, entre ellas Poesía en Movimiento del

poeta Octavio Paz. Sus poemas han sido traducidos al in-

glés, francés, portugués y búlgaro. Antología personal. El

Cocodrilo Poeta (2003). Realizó la selección y prólogo de

Poetas de Tierra Adentro III, (Conaculta, Fondo Editorial

Tierra Adentro) así como la presentación del libro Espiral de

los latidos (Poesía joven de la Zona Centro del país, Fon-

ca/Conaculta, 2002)”.4

Definitivamente, no, señora mía, abarcar su trayectoria

no es sencillo, pero abordarla es apasionante, su vida ha

sido rica sobre todo en aquello que nos agrada leer sobre

las actividades que han desarrollado los poetas e intelec-

tuales de nuestro país. En efecto, no es posible abarcarla en

un pequeño artículo periodístico. Sin embargo, añadimos:

cada poema de Thelma Nava nos hace conocer a la mujer

que “obtuvo en 1962 el Premio de Poesía “Ramón López

Velarde” y la presea Rosario Castellanos de Chiapas, por el

Instituto Chiapaneco de Cultura de esa entidad, en 1993”,

de manos del Dr. Andrés Fábregas Puig, en ese entonces, su

titular.5 Thelma ha recibido muchos reconocimientos en

otras partes de México y América Latina, entre ellos, ha sido

condecorada en dos ocasiones en Nicaragua, con el Premio

Rubén Darío, lo que significó para ella, según sus propias

palabras una de las mayores satisfacciones en su vida.6

En su ensayo autobiográfico “La seducción de las pala-

bras” ha dicho:

“Odio la soledad de los sábados en que el mundo pare-

ce detenerse. Me inquieta el futuro de nuestro país y leo

todas las mañanas los diarios para saber qué sucede en el

mundo, qué se escribe y se piensa frente a nuestra realidad

de país tercermundista, al que amo por sobre todas las cosas

y no cambiaría por ningún otro. Jamás he tenido la expe-

riencia de vivir en otro sitio, ni siquiera temporalmente. Trato

confabulario

33

siempre de organizar mi tiempo, sin lograrlo del todo. Tengo

muy buenos amigos, en el medio literario particularmente, a

los que suelo ver con alguna frecuencia (salvo aquellos

que no residen en esta ciudad). No hay nada más cautiva-

dor que conversar con un buen amigo o amiga ante una

copa de buen vino o un humeante café. Los amigos, cuan-

do son sinceros, son parte, de alguna manera, de nuestra

familia”.7

En este pequeño párrafo escrito por Thelma Nava,

podemos conocer mucho sobre esta escritora cuya obra ha

sido ampliamente reconocida en México, América Latina,

España, Canadá y otras partes del mundo. Sus poemas lo

merecen. ¿Qué mujer no querría decirle al hombre amado,

por ejemplo, esta “Petición”?

Petición

Deja que mi rodilla te ame

igual que mi boca

igual que el resto de mi cuerpo8

Thelma Nava ha sabido sintetizar en pocas palabras, no

sólo intenciones amorosas o eróticas, sino también ha

incluido el papel de la mujer que vive y goza su sexualidad

en un mundo libre de prejuicios y tabúes, y la mujer que es

ante todo poeta. Una mujer libre que vive el momento, que

ama a su amado pero también a la poesía, y entre ellas, la

poesía de José Martí:

Canción de amor II

Este hombre que besa

como si el cielo fuera a desplomarse

y arrebata imágenes a la tarde

Este hombre que siembra sonrisas en mi piel

certeramente dispuesto a encontrar flores marinas

guarda cristales en la espalda como sueños

inventa soles ama

y va creciendo en Martí siempre en Martí.9

Es el caso también del léxico empleado en “La dictadu-

ra del placer” que hace referencia también al sometimiento

que todo amado o amada realiza por su propia voluntad

en la entrega en los momentos de sensualidad, pero tam-

bién a la ideología de izquierda que formó parte impor-

tante en su vida:

La dictadura del placer

Dialécticamente

nuestros cuerpos

se corresponden

dialogan

se incendian

y emergen ávidos

entrelazados

en amorosa

praxis 10

Otro de sus poemas que nos hiciera la distinción de

confiarnos para que formaran parte de la Antología Al filo

del gozo (2007), y que vino a dar otro nivel de calidad a

la compilación de poesía erótica escrita por mujeres en

habla castellana, proyecto de investigación al que dedica-

mos cuatro años mi hermana Socorro Trejo Sirvent y yo11,

fue “Canción de amor I” que en especial me parece no sólo

un bello poema erótico sino también un poema como se

dice “redondo”, “afortunado”:

Canción de amor I

Tu cuerpo viene a mi encuentro

Arde

La paz está pendiente de un comunicado

Mientras tú y yo en la noche

Solos

Desnudos

Inauguramos ritualmente

Las ceremonias del amor

En este tiempo que será futuro.12

En este poema también se percibe el papel no sólo de

mujer y compañera de un militante de causas solidarias

y justas, sino también el de ella misma como militante.

Thelma ha sido una mujer que ha dedicado su vida a la lite-

34

El

h

ratura, pero también ha participado activamente por diver-

sas causas, ella misma lo comenta:

“Como para mí el compromiso es la vida, al igual que el

resto de los escritores de mi generación tuve una activa par-

ticipación en el Movimiento Estudiantil del 68 a través de

la Facultad de Filosofía y Letras, al lado de José Revueltas,

quien además de ser el destacado dirigente político que

todos conocemos tenía algunas propuestas muy novedosas

que entusiasmaban a los estudiantes, como la famosa “Ope-

ración Perro” que consistía en hacer pintas políticas sobre

los perros callejeros que en su andar por las calles de la ciu-

dad hacían propaganda al movimiento. Organizábamos mu-

chas actividades y reuníamos fondos para los “muchachos”

de la Facultad, como les solíamos llamar a nuestros líderes

estudiantiles. Cuando encarcelaron a Revueltas, a quien tu-

vimos escondido un tiempo en la casa del poeta Carlos

Eduardo Turón, y a raíz de la matanza del 2 de octubre

nos dispersamos todos. Un tiempo después empecé a parti-

cipar en la solidaridad con Cuba, a instancias del poeta

cubano Fayad Jamís y posteriormente con Nicaragua y El

Salvador. Curiosamente viajé mucho a Cuba y a Nicaragua,

pero jamás he estado en El Salvador”.13

Thelma ha reconocido que ha tenido influencias deter-

minantes en la obra de Vallejo, Vallejo, Rilke y Milosz:

“cuando uno empieza a descubrir el mundo de un poeta,

el hallazgo es de tal magnitud que uno se ve arrastrado ver-

tiginosamente; en tanto no logre ordenar en su interior esas

sensaciones y asimilarlas. Son esos autores quienes estarán

presentes en la creación literaria e incluso en la vida cotidia-

na. Después uno llegará a encontrar su propia expresión, esa

voz a la que con los años uno le va dando diferentes regis-

tros. Como he sido una lectora voraz, me ha sido siempre

muy difícil ordenar mis lecturas. Siempre leo dos o tres libros

simultáneamente y de diversos géneros: novela, ensayo, poe-

sía. La cuestión de las influencias es un asunto de empatía,

algo así como sintonizarse en una misma frecuencia. Es

como la química en el amor. Y habrá siempre poetas, por

extraordinarios que sean, con los que uno nunca se va a

identificar, que no le tocan a uno el corazón aunque pueda

admirárseles como personas”.14

NOTAS1Nava, Thelma. (2005). “La seducción de las palabras”. Revista de cul-

tura # 48, Nov. São Paulo, Brasil. Consultado el 30 de noviembre de 2008.Disponible en Internet en: http://www.revista.agulha.nom.br/ag48nava.htm.

2Nava, Thelma. “Petición”, en Al filo del gozo de Trejo Sirvent, Marisa ySocorro. Guadalajara: Editorial Viento al hombro, p. 176.

3Nava, Thelma. “Canción de amor II”, Ibíd., p. 176.4Nava, Thelma. “La dictadura del placer”, Ibíd., p. 176.5Este proyecto de investigación donde están compilados poemas eró-

ticos de casi cien mujeres de habla hispana no tuvo ningún financiamien-to de ningún organismo y contó únicamente con el apoyo de la Editorial“Viento al hombro”.

6Nava, Thelma. “Canción de amor I”, Ibíd., p. 176.7Nava, Thelma. (2005). “La seducción de las palabras”. Op. Cit. http://www.revista.agulha.nom.br/ag48nava.htm.8 Ibíd.9Nava, Thelma. “Mujer inconveniente”.10Nava, Thelma. Poema “Collage” en Al filo del gozo de Trejo Sirvent,

Marisa y Socorro. (2007). Guadalajara: Editorial Viento al hombro, p. 176.11Nava, Thelma. (2005). “La seducción de las palabras”. Revista de cul-

tura # 48, Nov. São Paulo, Brasil. Consultado el 30 de noviembre de 2008.Disponible en Internet en: http://www.revista.agulha.nom.br/ag48nava.htm.

12Trejo Sirvent, Marisa y Socorro Trejo. (2007). Al filo del gozo de TrejoSirvent, Marisa y Socorro. (2007). Guadalajara: Editorial Viento al hombro, p. 176.

13 Ibíd., p. 175.14Véase Nava, Thelma. (2005). “La seducción de las palabras”. Revista de

cultura # 48, Nov. São Paulo, Brasil. Consultado el 30 de noviembre de 2008.Disponible en Internet en: http://www.revista.agulha.nom.br/ag48nava.htm.

confabulario

35

Rruizte

36

El

h

ROBERTO BRAVO

El hombre del Diván II

ientras caminaba entre los eucaliptos del Par-

que Naucalli vi a un hombre de pelo cano,

barba espesa y pipa en la boca pasearse con

un pastor alemán del que se sentía orgulloso; hablaba

con él como si lo hiciera con una persona. Al percibir que

entre aquel hombre y el perro existía comunicación pensé

que adoptar un animal sería satisfactorio para aquellos

momentos en que la presencia de alguien frente a uno se

hace necesaria. Sin embargo, deseché la idea de comprar

un perro; años atrás había leído un libro de Konrad Lorenz,

donde el etólogo decía que de entre los animales estudiados

por él, el perro era el más estúpido. Afirmaba que la memo-

ria del perro es tan primitiva que se acongoja cuando su

amo sale a trabajar porque lo cree perdido y se pone eufó-

rico cuando éste regresa porque lo siente recuperado. Va-

liente cosa pensé, imaginando al “mejor amigo del hom-

bre” con la lengua de fuera corriendo a mi encuentro. Por

un momento rechacé la idea de comprar un animal, pero

inmediatamente pensé en las consecuencias que eso podría

tener en mi relación con la sociedad, quiero decir en mi

convivencia con los demás hombres. Si te ven vivir solo

mucho tiempo, creen que eres homosexual, macho-muje-

riego o misógino, término que ahora es moda. En cambio

si vives con un perro por ejemplo, piensan que sufriste una

decepción y huyendo de lo frívolo te refugias en tu intimi-

dad, la gente te cede el paso en las aceras y con agachar la

cabeza como agradecimiento queda más que satisfecha.

La idea del perro a pesar de su estupidez me tentaba cada

vez más hasta que mis pasos me llevaron fuera del par-

que y topé con una clínica veterinaria: vi entre los animales

que vendían a una pareja de changos. Me acerque al mos-

trador y pregunté a la dependienta por ellos.

–Son de San Andrés Tuxtla, los atraparon en el cerro de

san Martín, me informó.

–Cuánto cuesta uno de ellos, pregunté viendo al más

interesado en mis palabras.

–Son hembra y macho, dijo ella sin que viniera al caso.

–Cuánto cuesta la hembra, pregunté tratando de distin-

guir entre uno y otro.

–¿Le interesa la hembrita nada más?

Sentí su pregunta como una acusación de zoofilismo y

pensé que por muy estúpido que fuera, un perro no desper-

taría suspicacia de ningún tipo, por el contrario me otorga-

ría un aura bonachona; iba a preguntarle el precio de un

dálmata cuando la empleada me dijo: llévese la pareja, se

los dejo muy baratos. Pagué por ellos el 20 por ciento de lo

que me hubiera costado una luna de miel cualquiera y con

un instructivo sobre monos bajo el brazo me vi en la calle

con aquel par, uno en cada hombro, como un excéntrico; la

admiración que desperté entre los paseantes y la excitación

de los niños a mi paso me convencieron de que la extrava-

gancia es una manifestación de firmeza de carácter y que

ante la estupidez perruna, los macacos fueron decidida-

mente una mejor opción.

Todo animal doméstico respetado por su dueño debe

tener nombre y quise ponerles unos que me recordaran a

amantes famosos; a este tipo de animales les va bien, es mi

opinión, nombres aristocráticos como Luis y María Anto-

nieta, Juan Carlos y Sofía, Carlos y Diana, pero como eran

monos mexicanos y todos estos reyes y príncipes han bri-

llado en el extranjero les puse, el de los soberanos de Cha-

pultepec, Maximiliano al macho y Carlota a la hembra.

Cuando me plantée la necesidad de educarlos me di

cuenta de que a estos animales además de los hábitos que

M

su código genético les impone aprenden por imitación; y

como yo regreso pasada la media tarde, este tiempo era

poco para que me observaran, además, mis costumbres son

tan parcas que no educarían ni siquiera a un humano: des-

pués de cambiarme de ropa, escucho música, leo un libro y

por la noche ceno un sandwich y me tomo una o dos copas

antes de acostarme. Muy rara vez miro la televisión a menos

que esté enfermo o muy cansado.

No teniendo un modelo que ofrecerles opté por ponerles

el televisor en su recámara y cuando me iba a trabajar pren-

día el aparato sintonizándolo en el programa donde Chepina

Peralta enseña a cocinar. Les tuve que comprar ropa después

porque en uno de mis regresos los encontré con la mía, de

saco y corbata tanto Maximiliano como Carlota.

Poco a poco aprendieron los quehaceres de la casa:

cocinar, lavar los trastes y la ropa. Sábados y domingos que

me quedaba más tarde en la cama, me llevaban jugo de na-

ranja y unos huevos a la mexicana.

En su oportunidad moviéronse por la casa según su cri-

terio, la televisión se les convirtió en vicio, veían sobre todo

programas con clasificación “C” y series policíacas.

Con el tiempo empezaron a dar muestras de inconfor-

midad. Si les hacia alguna observación, me miraban escru-

tadoramente y movían la cabeza censurando. En ocasión de

guisar una tortilla española, Carlota confundió el poro con

la cebolla y le señalé su error. Tiró el poro junto con la tabla

de picar e hizo una señal a Maximiliano con el cuchillo de

que cuando durmiera me iba a cortar el cuello con la faca.

Me encerré en mi recámara y pedí por teléfono una

cita para el día siguiente con la directora del zoológico de

Chapultepec. Esa noche dormí mal, dábale y dábale vuel-

tas en mi cabeza a la cuestión sobre mi vida futura, pen-

saba en los perros. Pero, finalmente tomé la decisión irre-

vocable de que una vez que trasladaran a Maximiliano y

Carlota a Chapultepec iba a vivir con mis pensamientos

solamente.

confabulario

37

Carlos Reyes

38

El

h

MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

(Introducción, traducción y selección)

ohn Ashbery (Rochester, Nueva York 1927), es sin

duda, el poeta norteamericano vivo más importan-

te en la actualidad. Para el crítico Harold Bloom,

Ashbery es el último de los canónicos. Se licenció en las

universidades de Harvard en 1949 y por la Culumbia en

1951. En 1955 se marcha a París y trabaja como crítico de

arte para la edición europea del Herald Tribune y como edi-

tor de la revista trimestral Art and Literature (1964-67)

Intervino también en la prestigiosa revista Locus Solus

(1961), entrando en contacto con un grupo de escrito-

res y artistas neoyorquinos entre los que se hallaban James

Schuyler, Kenneth Koch, Frank O’ Hara, y, algunos de los

pintores de la Escuela de Nueva York como Esteban Vicente

o Franz Kline. La temprana muerte de O’ Hara en los sesen-

ta ya desmembró a los contertulios de Cadar Tavern del

Village.

El primer libro de Ashbery, Some Trees, se publicó en

1956, y tuvo contundentes elogios como el de O’ Hara que

escribió: “es el libro más hermoso que ha aparecido

en América desde Harmonium”. A éste le siguieron The

Poems (1960), The Tennis Court Oath (1962), Three Madri-

gals (1966), Three Poems (1972) y The Vermont Journal

(1975), hasta llegar a su libro más importante, Self- Portrait

in a Convex Mirror (1975), que obtuvo el Premio Pulitzer de

Poesía, el National Book Award y el National Critics Cir-

cle Award, sumándose a la interminable lista de pre-

mios que engalanan su carrera literaria, anglosajones casi

todos, aunque no falta el Grand Prix de Bienales Inter-

nacionales de Poésie otorgado en Bruselas.

La poesía de Ashbery, sobre todo en sus comienzos y

hasta la consagración que supuso Self-Portrait in a Convex

Mirror, fue considerada “original hasta la ininteligibilidad”.

Las fuentes de su obra son Auden, Stevens, Perse, Whit-

man, Eliot, Valery, Roussel, Hölderlin, algo de poesía popu-

lar épica, y mucha poesía americana e inglesa de los años

treinta. “Intento utilizar las palabras de manera abstracta

–dice el poeta– como un pintor abstracto utiliza la pintu-

ra… Al principio yo quería ser pintor, y pinté hasta los die-

ciocho años, pero tengo la sensación de que como mejor

podría expresarme sería musicalmente…”.

Que se trata de una obra absolutamente excepcional

en la poesía de nuestro tiempo puede afirmarse sin caute-

la. Ashbery refiere en él, con un patetismo tajante y estre-

mecedor, un éxodo construido sobre los patrones místicos

y cotidianos del despojamiento de los ropajes del mundo.

Poeta total en muchos sentidos, y “el primer gran poeta

–como dice Harold Bloom– de la Edad Posmoderna. Su

importancia sólo es equiparable a la de Yeats o Stevens”.

Su libro Una ola puede considerarse como su testamen-

to, un volumen sobre la muerte y la memoria en el que

Ashbery deslinda toda su maestría en el manejo de las

metáforas, el poema de largo aliento e incluso la prosa.

En Ashbery la visión no es teoría, sino vivencia eleva-

da al máximo grado de ficción, ha introducido en el poema

un nuevo modo de discurso, y lo ha ido afinando hasta

lograr que el verso pierda sus convenciones. Es una poesía

exacta y móvil, en cuyo mecanismo puede captarse todo lo

invisible, incluido “el olor de la luz”, la epopeya de lo coti-

diano, concebida como un “pasar la misma calle en tiem-

pos diferentes”, porque estamos “entre la nada y el paraí-

so”. Esa misma intensidad y belleza que deslumbra y con-

voca a quienes son capaces, como John Ashbery, de oír

unas y mirar Un nuevo espíritu que nos reclama: “Pensé

que, si podía ponerlo todo por escrito, ésa sería una forma. /

Y luego se me ocurrió que dejarlo fuera sería otra for-

ma, aún más verdadera…”.

J

de John Ashbery

POEMAS DE JOHN ASHBERY

Versiones del inglés: Miguel Ángel Muñoz

Torre de tinieblas

Ya no puedo permanecer fuera

bajo el frío y la lluvia penetrante.

Me agarro la entrepierna deseando una bola de luz

en el peludo interior que tienen otras personas.

Me marcharé sin haber ido a coger un grano

de la tierra,

compacto,

con el ascendente designio

que conocimos y odiamos tan bien, y cuando nos tocó

morir simplemente nos rendimos, mascullando alguna excusa.

¿Sueles ir a verlos?

Ellos no pueden tener muchos motivos

para viajar hasta aquí, pero sus huellas,

excluidas por la nieve…

Fue el pregonero cuyo pataleo lo inició,

mucho antes de que nos despertáramos, en el amanecer

que encanece, ahora, un susto

que desear, que leer,

distinto a la vieja cicatrización que volverá a su tiempo.

Una tarde citadina

Un velo de niebla protege esta

Lejana tarde por todos olvidada

En dicha fotografía, ellos ahora en conjunto

Absortos gimiendo a través de la vejez o la muerte.

Si uno pudiera aprender los Estados Unidos

O por lo menos una refinada omisión

Que se filtre en nuestro perfil

Precisando nuestros espacios con una sombra

Que sea fugaz también.

Pero que celebre

Porque en verdad define, después de todo:

Guirnaldas grises, aquel terceto

Aguardando la luz para cambiar,

El aire alzando los cabellos de alguien

Al revés en el reflexivo estanque.

¿Qué es la poesía?

¿El pueblo medieval, con frisos

de boy scouts de Nagoya? ¿La nieve

Que llegó cuando queríamos que nevara?

¿Bellas imágenes? ¿El intentar evitar

Ideas, como en este poema? Mas nosotros

Regresamos a ellas como a una esposa, abandonada

¿A la amante que deseamos? Ahora ellos

Tendrán que creerlo

Como nosotros lo creemos. En la escuela

Se peinó todo el pensamiento:

Lo que se dejó era como un campo abierto.

Cierra los ojos, y lo sentirás por millas a la redonda.

Ahora ábrelos sobre un delgado camino vertical.

Nos ha de brindar - ¿Qué? - ¿algunas flores pronto?

Escondrijo

De quienes nosotros y todos ellos somos

Ustedes todo ahora entienden. Pero ustedes entienden,

Después de que ellos comenzaron a encontrarnos

nosotros crecimos

Antes de que murieran pensándonos las causas

De sus actos. Ahora nosotros no sabremos

La verdad de algún inmóvil en el piano, aunque

Ellos con frecuencia parten de nosotros, causando

Estos cambios que nosotros pensamos que somos.

No nos importa.

Sin embargo, tan altos allá arriba.

En aire joven. Pero las cosas se oscurecen mientras nos movemos

Para preguntarles: ¿a quiénes debemos nosotros conocer

Para morir, para que ustedes vivan y nosotros entendamos?

Hoja del álbum

Las otras caléndulas y los paños

Son crímenes creados para la historia.

confabulario

39

¿Qué podremos lograr, deseando?

¿Y qué, deseando, podremos lograr?

¿Qué podría la lluvia que cayó

todo el día en los campos

Y en las mesas de bingo?

Aunque cuando esté despejando,

La estatua se transformó en una más dulce luz,

Los más cercanos mecenas son negros.

Luego hay una tormenta de recibos: noche,

Arena que el cuenco no dejó caer.

Las otras caléndulas están dispersas como el polvo.

Guisantes de olor en oscuros jardines

Sacan a chorros una falsa nostalgia histórica.

Si un bicho cayera desde tan alto, ¿aterrizaría?

Un poema adicional

¿Cuándo entonces la esperanza y el miedo sus objetos encontrarán?

El puerto frío para las embarcaciones de apareo,

Y has perdido mientras te colocas por la galería

Con la calmada y gris selva del mar debajo.

Una fuerte impresión rasgada desde la luz descendiente

Pero la noche es culpable. Sabías que la sombra

En el baúl era delirante

Pero mientras más hambre tienes olvidas.

La lejana caja esta abierta. Un sonido de granos

Precipitado sobre el suelo con cierta impaciencia –Nosotros

Nos levantamos con la noche escapada de la caja de viento.

40

El

h

Cynthia Martínez